Escuché que me llamaban en la otra habitación así que caminé lentamente
por el oscuro pasillo. En los cristales se reflejaba el bosque, tan sombrío como siempre. Mi padre me esperaba sentado en su estudio, las lágrimas caían por sus mejillas como una suave gota de lluvia. Toqué la puerta antes de entrar y me senté en una pequeña butaca. Mi padre ha pasado por mucho y sé lo difícil que es para él la noticia de la muerte de mi madre; se encierra en su estudio todo el día, es muy triste verlo en este estado. -Hijo, hola. Tenemos que hablar- lo decía muy triste mientras se secaba las lágrimas del rostro con un viejo pañuelo –Ya sabes lo que paso y sé lo difícil que ha sido superar la mu… -no terminó de completar la frase, se quedó llorando -Estamos pasando por un muy mal momento y todo empeora. Ya sabes que esta casa se ha mantenido gracias al trabajo de tu madre y el mío pero, sin ella aquí… no, no puedo, no puedo seguir manteniéndonos, los gastos son demasiados y… debemos irnos, Matt, nos vamos de esta casa mañana mismo, no podemos seguir aquí, debemos salir de este lugar antes de… de…- se quedó callado mirando fijamente el suelo. -Hijo, empaca tus cosas en una maleta, lleva lo más necesario- pregunté por el lugar a donde íbamos –Vamos a vivir en la ciudad, será un nuevo comienzo para los dos. El señor Dackery vendrá mañana por la mañana a recogernos así que ve y descansa, disfruta de tus últimos momentos en esta vieja casa…- Me fui del estudio de mi padre. Baje las escaleras y llegue al salón donde una pequeña mesa estaba rodeada de unos preciosos sofás felpudos. ¿Mis últimos momentos en la casa? No, esta casa es mi hogar, es esta vieja casona donde he vivido toda mi vida y donde miles de recuerdos yacen ¿Cómo voy a dejarlo todo para ir a vivir junto a un montón de personas? No encajo, mi hogar es este, aquí en el bosque que, por más tétrico que sea en estos tiempos, tiene un encanto extraño, una paz interior, un silencio interminable donde los pensamientos y recuerdos se pierden entre todos los árboles. Árboles… sin hoja alguna pero aun así me parecen perfectos, todo es perfecto, todo. Me quedé pensando en todo lo que he vivido aquí; llevo trece años ya y en ningún momento me he sentido solo, es algo raro pero me gusta, me parece interesante como puedes caminar entre los árboles y sentirte observado… es algo aterrador ahora que lo pienso pero muy curioso, si, curioso me parece. Después de pensar en todo esto, subí las escaleras y vi que la puerta del estudio estaba cerrada, >debe estar llorando< pensé, así que caminé por el pasillo hasta mi cuarto que daba enfrente al cuarto de baño. Cuando entré a mi cuarto muchos recuerdos me vinieron a la mente, aquí tengo todas mis cosas, ¿Cómo voy a llevar todo esto? Sé que mi padre dijo que llevara lo más necesario pero, ¿Cómo no llevar mis libros y mi colección de rocas? Ya han pasado dos horas y creo que estoy listo. Guarde en mi maleta ropa, fotografías y mi libro favorito: “Latente desapercibido”. Creo que llevo cosas inútiles pero que guardan un valor sentimental muy grande como la cajita de madera que tenía chocolates dentro que mi madre me regalo para mi décimo cumpleaños o, cartas que le escribí y dibujos que hice para ella retratando lo hermosa y buena madre que era… me pone triste pensar en todo esto pero lo más triste es que ya he olvidado como era su voz, ¿porque tenía que morir? Ese trágico accidente automovilístico cambio todo, la forma en la que veía el mundo y mi forma de pensar, todo. Ella no está y… no puedo tener un abrazo más, una caricia más o un “te quiero” más, Nada. Se fue y me dejo esperándola, se fue, ya no puedo decirle nada más, aunque ya no pueda escucharla o verla, siempre la tendré en mis recuerdos, siempre estará conmigo en mi corazón y nunca se irá; ella me acompaña siempre pero, me habría gustado poder decirle algo más, poder darle las gracias por todo el cariño que me dio a pesar de los errores que cometí… madre, ¿Por qué te fuiste? He dejado ya mi maleta lista, ahora solo debo esperar. No tengo mucho que hacer, solo pienso mientras miro afuera la oscura noche, fría y misteriosa junto a la luna, hermosa y brillante. Mi padre no ha salido de su estudio, creo que él no comerá pero yo sí, tengo mucha hambre. Baje los escalones con cuidado de no caerme pues no veía nada. Encendí una vela que había en la mesa y la llevé hasta los gabinetes donde se guarda la comida aunque había muy poca: dos trozos de pan, huevos, leche y un trozo de carne vieja. Tomé un pedazo de pan y me lo comí muy rápido, tenía mucha hambre. Mientras me comía el pan mire por la ventana del salón los arboles iluminados débilmente por la luz de la luna. Mientras miraba a través del cristal, sentí como me miraba algo o alguien, ¿Quién podrá ser? Nadie, siempre es así, ya estoy acostumbrado a esa sensación de años de vivir en el bosque, pero era diferente, esta vez era como si realmente hubiera alguien mirándome a través de la ventana pero no veía a nadie, solo los árboles y las hojas secas en el suelo, nada más, no veía a nadie pero, sentía como me miraba fijamente entre la oscuridad. Supongo que será normal, claro, debo estar nervioso y por eso ya me imagino cosas, o eso espero… Anoche no comí nada más que solo ese pan y después me fui a dormir. Tuve un sueño algo peculiar: soñé que estaba caminando en medio de la oscuridad sin rumbo fijo a través de un campo gris, después me di cuenta de que el campo no tenía pasto, tenía piel, si, piel blanca llegando a gris. Era raro. Toque la piel, estaba fría y húmeda, era humana o eso parecía y, luego me elevé, llegue hasta un rostro, tenía el pelo muy desordenado y los ojos estaban cerrados, su cara era espeluznante, se le notaban los huesos. Luego me di cuenta de lo que pasaba: estaba sobre una mano y veía enfrente de mí a la dueña de aquella mano. Estaba un poco asustado y las cosas se pusieron peor. La mujer abrió los ojos y vi que era conocida… ¡Era mi madre! Mi madre estaba muy mal, sus ojos no tenían color, eran todos blancos y daba mucho miedo, no se parecía a como era ella antes, supe que era mi madre por un pequeño lunar que tenía en la frente al lado derecho. Mi madre se quedó mirándome con los ojos totalmente blancos, no podía moverme hasta que ella comenzó a abrir su boca lentamente y, de ella salió luz, una luz intensa que me cegó. Después de eso, oí una voz, era de ella, me decía cosas en algo que parecía otro idioma y, de repente todo se quedó negro, la luz desapareció y dio paso a la total oscuridad de donde momentos después un grito agudo sonó, horrible y aterrador, era espantoso aquel grito tanto que me desperté apenas lo oí. Estaba sudando y muy nervioso, claro, ¿Quién no va a estar asustado después de tener esa pesadilla? No entiendo que significa, fue muy extraño ver a mi madre en ese estado de miseria donde solo se le veían los huesos junto a piel muerta… Mi padre estaba mejor cuando lo vi, ya no estaba tan triste pero aun así se le veía cara de desanimado. -Hola Matt, ¿Cómo amaneciste?- le respondí mintiendo, obviamente estaba mal, no quería irme de la casa y, por si fuera poco, acababa de tener un horrible sueño de mi madre muerta. Le dije que amanecí muy bien. -Que bien porque hoy va a ser un día duro. El señor Dackery vendrá en unas horas a recogernos en su carreta para llevarnos a la ciudad- -¿Viajaremos en carreta?- pregunté un poco disgustado. -Me temo que sí, no hay otra opción- -¿Y el auto?- -No llega hasta aquí, el camino tiene muchas piedras que lo dañarían. La carreta es la mejor opción a menos que prefieras caminar- las últimas palabras me las dijo con una sonrisa así que supe que mi respuesta debía ser algo exagerada. -¡Ni loco! Prefiero que el caballo me lleve en la carreta…- -Sí, eso pensé- lo dijo con una minuciosa sonrisa -Bueno hijo, vamos, desayuna y alístate que no tenemos mucho tiempo – Terminé mi desayuno, me bañé y luego me vestí: ya estaba listo para partir. Pasaron horas y horas y el señor Dackery no aparecía. Mi padre estaba un poco angustiado con su demora y a la vez también estaba enojado. -¡Ya debería haber llegado hace dos horas!- gritó enojado mientras caminaba por el salón. Esa mañana estaba gris, las nubes tapaban el cielo y no se veía el sol. Estaba sentado en el sofá cuando una corriente de aire entro a través de un pequeño hueco que había en la ventana; me quede congelado, hacia muchísimo frio afuera, ¿Cómo estará el señor Dackery en este frio? Después de unos minutos de espera distinguí un caballo café que jalaba una carreta de madera y, sobre un tablón arriba del caballo estaba un viejo hombre con bigote blanco y sombrero negro sujetando con fuerza las riendas del caballo. -¡Por fin llega!- mi papá abrió la puerta de entrada y salió a recibir al señor Dackery. Hice lo mismo pero me arrepentí cuando llegué a la entrada y sentí aquel gélido frio; hacía más calor dentro de la casa así que fui a sentarme de nuevo pero mi padre no me dejó. -¡Rápido, Matt! Trae el equipaje que enseguida nos vamos- Llevé las dos maletas que teníamos; la más pesada era la maleta que llevaba puesta en mi espalda (debe ser por los recuerdos que me llevo de la casa). Le entregué las maletas al señor Dackery para que las dejara en la carreta y luego me despedí una vez más de la vieja casa que tantos recuerdos guardaba en todas sus grandes habitaciones. -Extrañaré la casa- quería llorar cuando la vi, tan majestuosa como siempre con sus altas y oscuras ventanas y su chimenea saliendo entre el negro tejado… he de admitir que la casa no era muy llamativa ni muy linda… creo que hasta daba un poco de miedo pero, lo que la hace especial no es su color o sus objetos, lo que hace realmente especial a un lugar es que lo puedas llamar hogar y el mío desaparece lentamente entre los árboles. -Sé que es duro pero encontraremos otro hogar. ¿Sabes algo? Yo también extrañaré esta hermosa casa o mejor dicho mansión; aquí diste tus primeros pasos, tus primeras palabras las escucharon esas paredes, nuestra felicidad vivió aquí que es lo más importante pero tranquilo, no es el sitio el que crea la felicidad sino la persona es quien decide en donde ser feliz y como lo quiere, ya verás- El señor Dackery carraspeo su garganta y luego lo vi abrir la boca para hablar: -Sí, bueno, la casona seguirá aquí para ustedes si lo desean. Nadie compra por aquí así que seguirá vacía por un tiempo- -¿Por qué nadie compra en esta zona? Es muy tranquila- me sentía un poco extrañado de que nadie quisiera venir a vivir por aquí. -Bueno muchacho, esta zona es algo… peculiar. Ocurren cosas extrañas y eso asusta a la gente además de los diferentes homic…- mi padre lo callo y no dejo que terminara la oración. -¿Qué decía señor Dackery?- estaba algo ansioso pero a la vez un poco temeroso de lo que fuera a decir. -He… mira, resulta que este bosque tiene algo; una supuesta leyenda aterroriza a las personas y no es de extrañar, este bosque siempre ha sido lugar de situaciones horripilantes. Pero ya dejemos de hablar de cuentos; debo hacer una entrega que me pidieron en el pueblo, así que haremos una pequeña parada- ese cambio de tema fue algo raro, como si intentara esconder algo. -Bien, pero no se tarde por favor, ya vamos tarde- Mientras íbamos por el camino lleno de piedritas (era horrible ese camino, me golpeaba la cabeza por los saltitos que daba la carreta) divisé algo a lo lejos: una pequeña casita de vieja madera muy lejos de donde estaba pero se podía distinguir una ventana entre las oscuras tablas. Miré alrededor, no vi otra vivienda, solo estaba esa pequeña casa, ¿Qué hace una casa en medio del bosque? ¿Por qué no estaba en el pueblo junto a las demás casas? Era raro, así que le pregunte al señor Dackery sobre la casa. -Sí, creo que conozco al que vive ahí. Si no recuerdo mal, se llama Gustavo Elkberhell, y vive junto a su esposa e hijastra en esa choza de madera- -¿Sabe por qué decidieron vivir lejos del poblado?- miraba la espalda del señor Dackery que estaba de frente guiando al caballo por el camino. -Sí, una vez le pregunté aunque no le entendí muy bien- tosió y note como mi padre daba un pequeño brinco, quizás porque lo asusto el señor Dackery o por que la carreta saltaba en ese largo camino pedregoso. -¿Y puede usted decirme?- -¿Por qué te interesa saberlo?- mi padre por fin había hablado después de varios minutos de incomodo silencio por parte de él. -Quiero saber, solo por curiosidad ¿o acaso no se te hace raro que haya una casa en mitad del bosque cuando podría estar en el pueblo?- -Por la misma razón que nosotros vivíamos en esa enorme casa sin nadie cerca- eso era un buen argumento, aunque no contento decidí seguir hablando. -¿Y por qué vivíamos en esa casa a mitad de la nada?- -Por la tranquilidad que se tiene. Ya te conté que antes vivíamos en una ruidosa ciudad y queríamos un cambio de ambiente así que por eso nos mudamos aquí- me quedé pensando en algo que decirle pero no se me ocurría nada. -Solo quiero saber… ¿no ha dicho usted que aquí ocurren cosas raras?- pregunte al señor Dackery y el afirmo con la cabeza –bien, pues quiero saber si esta es una de ellas- en realidad solo quería saber por curiosidad. -¿Saben que la mayoría de las personas viven en el pueblo y los que no, se largan de aquí? ¡Igual que ustedes! Ya hay muy pocas personas que viven aisladas de esa manera…- mi padre le lanzo una mirada asesina pero el señor Dackery no se percató de ello. -¿Todos se van por las cosas raras que ocurren?- -Sí. Bueno, ¿no querías oír la razón de por que viven lejos de todos?- preguntó con entusiasmo al mismo tiempo que el caballo se detenía –Aun tengo tiempo de contarte la historia- el señor Dackery parecía muy emocionado y sonreía, era como si nunca nadie le hubiera hablado en su vida. -Sí, quiero saber porque esas personas viven aisladas, por favor- mi padre iba a decir algo pero entonces hablé yo primero. -¡Tengo catorce años! ¡No soy un niño pequeño!- él se sonrojó un poco y se quedó mirando en otra dirección. A veces puede ser un poco sobreprotector conmigo. -Bueno, si nadie se opone entonces comienzo. Un día me encargaron entregarle un paquete al señor Elkberhell, eso fue cuando se casó, ya hace varios años. Él no estaba pero tenía la puerta abierta así que entré en su antigua casa. Dejé el paquete en la mesa y luego me dirigí hasta la puerta, en aquel momento el señor Elkberhell llegó del trabajo. Me invitó a tomar un trago y yo asentí; así iniciamos una conversación. Le pregunté lo mismo que tú me preguntaste, luego de un sorbo de cerveza me explicó que su esposa le tenía cierto miedo a algo, algo que pensaba que estaba en el bosque, más específicamente en el pueblo o cerca de él. Él no entendió pero no le importó, así que con unos amigos comenzó a construir la casa de la madera de estos árboles y, cuando terminó la casa, se fue a vivir con su esposa y su hijastra aislados de todos. Eso fue lo que le entendí aunque creo que me faltó algo…- ya había quedado satisfecho aunque ahora estaba algo nervioso y no sabía por qué. -¿Y todavía vive allí?- el señor Dackery dejó de peinarse el bigote, se giró para verme y luego habló. -Sí, todavía vive allí con su esposa e hijastra además aún conserva su antigua casa. Principalmente la usa para guardar sus herramientas- pasaron unos momentos sin que nadie dijera nada –Bueno, ahora que ya he respondido tu pregunta, me voy. No puedo llevar la carreta, no hay un camino fijo al pueblo pero no se preocupen, no tardaré, solo necesito entregarle a la señora Tayerney un objeto de alguien de la ciudad. Ya vuelvo- tomó un pequeño maletín de cuero y se internó en el bosque, desapareciendo lentamente entre los oscuros arboles sin hojas. No sé cuánto tiempo pasó exactamente desde que el señor Dackery se fuera pero se me hizo algo así como una hora. -Se está tardando demasiado… ya deberíamos estar en la ciudad- mi padre miraba en la dirección en la que el señor Dackery se había ido caminando. -¿Qué hora es?- pregunté mirando el cielo para darme alguna idea pues no veía el sol; las nubes grises cubrían todo el cielo. -Son las…- se miró el reloj plateado que tenía puesto en la muñeca izquierda - ¡las doce del mediodía!- No esperaba que fuera tan tarde, ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? Y ¿Por qué tardaba tanto el señor Dackery? Supongo que debe de estar un poco lejos el pueblo. -¿Adónde vas?- mi padre se había bajado de la carreta y se dirigía al bosque. -A buscar al señor Dackery. No podemos perder más tiempo- -¡Yo también voy!- grité y me bajé de la carreta también. -¡No, tú te quedas!- -¿Piensas dejarme aquí solo? Creo que es mejor que vayamos juntos- -Bien, pero atemos el caballo; el señor Dackery nos mataría si lo perdemos- regresó donde estaba el caballo para atarlo al tronco de un viejo árbol. Nos fuimos caminando por el bosque. No había muchas plantas, solo árboles desnudos y, con cada paso que dábamos el crujir de las hojas secas sonaba. Es muy tranquilo estar aquí, no hay nadie más que la compañía de los cientos de árboles; es relajante aunque este sitio me produce una extraña sensación: se siente como si alguien me estuviera mirando, como si algo me siguiera con la mirada con cada paso que daba haciendo sonar las hojas como pequeños susurros. Caminamos y caminamos sin dirección fija hasta que me atreví a hablar: -¡Estamos perdidos! ¿Cómo pensabas buscar al señor Dackery si ni siquiera conoces el camino?- estaba molesto con mi padre por no saber a dónde ir. -Yo… si… creo que es por aquí el camino al pueblo- señaló hacia un tronco cortado que había en medio de un claro. Cuando llegamos a donde estaba el tronco cortado me di cuenta de que en esa zona había pocos árboles, alrededor del tronco no había ni uno y ya desde cierto punto empezaban a aparecer a manotadas pero lo más extraño era que había una especie de camino donde tampoco había árboles, solo había hojas secas en el suelo. Seguí el camino con la mirada hasta que me topé con una extraña especie de entrada subterránea donde se podían ver unas escaleras que bajaban a quien sabe dónde. Fui caminando lentamente pisando las hojas que crujían con fuerza para ir a aquellas escaleras de piedra cuando de repente mi padre gritó con fuerza: -¡¡NO VAYAS!! ¡¡REGRESA!!- gritó muy fuerte y corrió asustado hasta donde me hallaba. Me tomó muy fuerte de la mano y sin decirme nada me llevo dando largos pasos lejos de allí. -¿Qué pasa?- pregunte asustado por el comportamiento de mi padre pero no me dio respuesta. -¿Qué ocurre?- volví a preguntar más fuerte pero seguía caminando muy rápido apretando con fuerza mi mano. -¡¿Qué es lo que está pasando?!- esta vez me detuve y me solté de su mano. Quería saber porque mi padre se comportaba de esa manera. -Hijo… no entiendes lo que pasa pero…- tenía lágrimas en el rostro – debemos irnos, no importa, solo tenemos que irnos lejos de ese lugar ¿entiendes? No podemos quedarnos. -¿Pero qué es lo que pasa? ¡Quiero que me digas la verdad!- -Tu… verás, allí ocurrió algo espantoso, algo horripilante y…- se detuvo mirando a la nada. -Dime, ¿Qué pasa con ese lugar?- pregunte ya sin paciencia. -Tu madre… no, no puedo- dijo mientras más lágrimas salían de sus ojos cafés mirando ahora el suelo. -¡Dímelo padre! ¿Qué pasa con mi madre? ¿Ese lugar está relacionado con ella?- -¡Tu madre no murió en un accidente automovilístico!- -¿Qué? Pero tú me dijiste que…- lo dije sin dar crédito a lo que acababa de oír. -Sí, sé lo que dije pero no importa, no quiero seguir aquí, no lo soporto- y entonces me tomó de nuevo de la mano con fuerza y siguió caminando a paso muy rápido. Caminábamos sin idea de adonde ir. No hice más preguntas, necesitaba pensar en lo que acababa de enterarme. Si mi madre no murió atropellada, entonces, ¿de que murió? Y ¿Qué relación tiene ese lugar con ella? Ya ha pasado una hora y no encontrábamos aun el pueblo así que paramos a descansar. Nos sentamos donde había varias rocas formando un circulo alrededor de una alta y pálida piedra en medio y nos quedamos sin hablar descansando. Me percaté unos segundos después de sentarnos, que la piedra más alta en medio del resto que eran pequeñas (era tan alta que parecía una especie de obelisco) tenía símbolos grabados, entre ellos una especie de ojo de forma extraña e inquietante junto con otras figuras como una especie de flor y algo que parecía un lápiz deforme. Mi padre que se había sentado de espaldas a la alta roca no se dio cuenta de estos símbolos y decidí no decirle nada por si volvía a adoptar ese extraño comportamiento. Me quedé mirando la roca y entre más la veía, más misteriosa me parecía. Manchas de color rojo la pintaban débilmente y en el suelo se veían telas manchadas también de lo que parecía ser sangre. Mi padre me miro como examinaba la roca y entonces se volteó a verla; gritó al ver las manchas que tenía y los símbolos que la cubrían, luego se tapó la cara con las manos y vi como lloraba. Me acerqué a él intentando saber porque se comportaba de esa forma pero no me daba respuesta, solo gimoteaba cubriendo su rostro muy tenso diciendo palabras como “¿Por qué?” o “no lo soporto, no más”. -¿Qué es lo que ocurre, padre?, quiero saberlo, tengo muchas dudas- pregunte posando mi mano sobre su espalda dándole suaves golpecitos. -No… no entiendes… debemos huir antes de que nos pase lo mismo, debemos irnos… vámonos, ayúdame a levantarme Matt- lo ayude a pararse de la fría roca y luego, con voz quebrada dijo: -Hijo mío, tu madre murió por…- pero dejo de hablar cuando un ruido sonó cerca de nosotros, muy cerca de hecho… se escuchó como una risa, alguien se había reído escondido. -¿Qué fue eso?- mi padre miraba hacia el bosque mientras se oscurecía. Ya estaba haciéndose tarde. -Debió ser algún animal- Seguimos caminando entre el bosque y escuchamos agua correr, un rio. Fuimos hasta el rio y nos escondimos entre un arbusto cuando vimos algo, alguien estaba recogiendo agua. -Es una niña- dije en voz baja a mi padre. -Sí, lo es… no es seguro- mi padre veía a la niña de espaldas recoger agua. -¿Por qué? Solo es una niña…- pensé que debió de volverse loco por temerle a una pequeña niña. -Escucha, este bosque guarda muchos secretos y no se puede confiar en nadie. Lo mejor es ver que hace, no podemos hablarle, puede ser peligroso- y nos quedamos mirándola fijamente hasta que se volteó hacia donde estábamos escondidos pero después de unos segundos regreso su mirada al cubo de agua que llevaba. Cuando termino de recoger agua, se fue por otro camino. Nosotros nos quedamos donde estábamos y cuando ya no la vimos salimos de nuestro escondite. -No creo que fuera peligrosa, pudo habernos llevado al pueblo- lo dije en un tono molesto por cómo se comportó mi padre. -Algún día entenderás porque lo hago. No se puede confiar en nadie que viva por aquí, la gente es rara y ellos tampoco se fían de nadie- Seguimos caminando. Yo estaba enojado con mi padre por cómo se comportó, ¿Qué le sucede? Todo esto debe haberle afectado, sí, eso, el cansancio lo ha confundido. La oscuridad se abalanzo sobre nosotros en un abrir y cerrar de ojos. La fría y oscura noche había llegado lo cual significaba que ya llevábamos más de cinco horas perdidos. Hacía mucho frio y casi no veía por la penumbra en la que había quedado todo. -Siento como si me observaran- le dije a mi padre un poco asustado. -Sí, yo también tengo esa sensación- miraba por todas partes sin ver nada entre la multitud de negros y secos troncos. Era horrible caminar entre esos árboles, arboles con forma de manos: sus ramas parecían horripilantes y delgados dedos capaces de aniquilar a cualquiera que pasara cerca. -¿Escuchaste?- preguntó mi padre con angustia mirando a la nada. -¿Qué?- -Oí como… no importa, fue solo mi imaginación- y seguimos caminando pero algo nos detuvo, un extraño ruido, una risa, risa sin control como si fuera de un psicópata. -¿Padre?- pregunte buscando con mi brazo entre la oscuridad a mi padre pero no lo encontraba. -¿Padre?- dije alzando la voz sin obtener respuesta alguna mientras esa maniática risa se seguía escuchando aún más fuerte. -¡Padre!- grité asustado pero aun no recibía respuesta hasta que la risa demente se hizo muy fuerte y tuve que tapar mis oídos. -¡Basta!- grite -¡No sigas!- pero la risa seguía sonando con mayor intensidad. Me tiré al suelo con los ojos cerrados y tapé mis oídos sin saber qué hacer. Mi cabeza daba vueltas y no sabía dónde estaba, solo escuchaba aquella horrible risa retumbar en mis tímpanos. -¡Detente! ¡Cállate!- grité con todas mis fuerzas mientras me retorcía en el suelo gritando de dolor hasta que, de un momento a otro, se detuvo. -¿Padre?- me dolía demasiado la cabeza y mis tímpanos parecían como si fueran a estallar. -No, no soy tu padre, soy algo más fuerte que él a pesar de todo…- escuché que decía alguien suavemente al lado mío. -¿Quién… quién eres?- pregunte intentando abrir mis ojos para ver algo pero por más que intentaba no podía, era como si mis párpados se hubieran quedado pegados. -Eso no importa pequeño, lo único que necesitas es descansar, despreocuparte de todo en un lugar feliz como un paraíso- su voz era grave y áspera. No me daba confianza. -¿De qué hablas? ¿Quién eres?- -Tu inocencia es débil… no… pero tu alma aún sigue aquí resplandeciente… no será fácil pero es posible, pequeño- sentí como una fría mano con largos dedos me acariciaba y me quemaba –Si, el camino es largo y por lo que veo es muy difícil, pero posible… solo hace falta que veas, que veas y comprendas el mundo con los ojos de la verdad y así ya no serás ciego pero, de momento no puedes hacer nada y tampoco yo, de momento…- Después de que ese extraño sujeto se fuera pude abrir los ojos y contemplé la noche nublada. Me levanté frotándome la cabeza y luego caminé sin rumbo fijo, en silencio. ¿Quién era él? No me agradaba, era misterioso y aterrador. Su mano no parecía humana, más bien parecía que en lugar de dedos tuviera garras; era espelúznate. No había entendido nada de lo que dijo, era muy confuso ¿dejaré de ser ciego?, ¿a qué se refería con eso? Era todo muy raro pero sentía como si él fuera mi destino, como si él fuera por lo que estoy aquí perdido en este abrumador bosque... Caminé, no encontraba nada, de hecho creo que estaba dando vueltas en círculo. ¿Por qué estoy yo aquí? Si, ya recuerdo… todo por una mudanza y por el señor Dackery… ¡Lo odio! ¿Cómo pudo dejarnos? No entiendo, dijo que no se iba a demorar pero lo esperamos demasiado, ¿Qué está pasando? ¿Acaso el señor Dackery también se perdió? No entiendo nada y dudo que haciéndome más preguntas encuentre alguna respuesta. Espero que mi padre se encuentre bien… claro que con una sombra deambulando por ahí es difícil saber si se encuentra en buen estado. Quizás haya encontrado ayuda… si, debió haber encontrado a alguien y debe estar buscándome en este momento. Pero no pienso quedarme sentado sin hacer nada, así que seguiré caminando. La oscuridad invadió el bosque, y no se veía absolutamente nada… una gran luna roja se asoma entre las nubes, ¿Es esto normal? Nunca he visto una luna color sangre… si, ese es el color que tiene: sangre. ¡No entiendo nada! Esto no es normal: primero la repentina e inesperada mudanza, luego nos perdimos en el bosque y después también pierdo a mi padre y, por si fuera poco… ¡Me quedo ciego mientras una grave voz me habla diciéndome cosas sin sentido alguno! ¡Ho, y ahora estoy mirando en el cielo una luna de tamaño descomunal y de color sangre! ¡Qué bien! ¿Qué más se le podría añadir a este día? Mejor me callo, no sea que después termine en el país de las maravillas, aunque preferiría estar ahí en lugar de estar perdido en este frio y tenebroso bosque. Oí algo, no sé qué era pero parecía un grito… ¿un grito a mitad de la noche en medio de un horrible bosque…? Bueno, de hecho, ahora que lo pienso no suena tan ilógico como creí que seria. Algo está pasando, no sé cómo explicarlo pero siento como si algo malo fuera a pasar o esté pasando… si, esa sensación se hace más fuerte… camino entre los arboles sin saber a dónde voy pero siento que debo ir por aquí, por alguna razón. Se hace más fuerte… ya casi llego y, veo luz, si, una débil luz emerge entre la oscuridad… me acerco y lo veo bien: una entrada de piedra con escaleras que bajaban y llevaban a la luz. Las recuerdo, sí, mi padre se comportó muy raro cuando me acerqué a esa entrada… pero… no, quizás no deba ir. Estaba regresando cuando sentí de nuevo esa rara sensación de que debía bajar, no sabía por qué pero tenía que bajar. Camine lentamente hasta la entrada y baje las escaleras de piedra con cuidado de no caerme. Al final había una puerta de madera vieja, no estaba bien cerrada y podía ver a través de un hueco que dejaba escapar la luz de lo que parecía ser una habitación llena de… muñecas… muñecas ensangrentadas y… sus rostros, perturbadores… sus sonrisas y… sus ojos, no tenían ojos, solo sangre caía de sus cuencas. ¿Qué es esto? Había varios hombres encapuchados a los que no podía verles el rostro pero sentía como si sonrieran. Seguí mirando, ahora temblaba; parecía, por más raro que sonara que yo debía estar ahí, que en ese momento debía hacer algo pero no sabía que exactamente qué. Recorrí la habitación con mi mirada y me detuve al ver a una niña con los brazos y piernas extendidos en una mesa de piedra con extraños símbolos alrededor; ella parecía dormida y se me hizo familiar pero no la recuerdo. -Usted que es el elegido, díganos, ¿Qué pretende hacer con esta pequeña sierva?- oí decir a uno de los hombres encapuchados hablando con otro, al más alto de todos. -Ella ha sido escogida por el señor, mi señor y tu señor. Él decidirá qué hacer con ella, antes debemos marcarla definitivamente. ¡La Daga de Dios!- gritó y entonces vi como otro hombre se le acercaba con una tela negra envolviendo algo… una especie de cuchillo muy filoso. Se lo entregó al hombre de antes y después se ubicó al lado de la niña, sosteniéndole una mano. Luego el hombre más alto, el que parecía ser el líder, tomo la daga y se la enterró a la pequeña niña en su mano. No pude ver que hizo pero pareció que le dibujó algo, un símbolo –Este acto que hacemos significa que ella puede ver… puede ver la verdad como nosotros y por eso debemos marcarla, marcarla para así ir a la felicidad eterna… el paraíso, fieles, el paraíso que todos deseamos se halla un paso más cerca… y, nuestro objetivo se habrá cumplido…- el hombre que le hizo el corte en la mano se llevó la daga a la boca y lamio su sangre… lo hizo con una sonrisa… ¿Qué debo hacer? Acabo de presenciar un acto que según yo parece ser con fines demoniacos… ¿debería ayudar a esta niña? No, no puedo, no soy lo suficientemente fuerte para eso… no puedo hacer nada, ya no siento mi cuerpo… estoy paralizado y lo único que puedo hacer es observar la horripilante escena. -Ya es hora… ya la marcamos y ahora debemos llamarlo…- vi como uno de los hombres se tambaleó un poco, parecía que tenía miedo –No pasa nada, sabes que él no te hará daño mientras creas en él… confía, es un Dios, ¿Cómo no creer en él y sus decisiones?- dijo el alto encapuchado todavía sosteniendo la daga ensangrentada en una mano. -¡Querido, querido, amigo y señor, yo, tu más fiel siervo te llama! ¡Ven, acércate a mí y posee mi vida, porque es toda tuya! ¡Aparécete aquí y contempla nuestra acción, tus ordenes cumplidas son y tus palabras apreciadas serán!- luego dijo unas palabras que no conocía y después todo se oscureció un poco, el ambiente se hizo tenso y pesado y el frio aumento en mi espalda. Me quede ciego de nuevo pero ahora podía ver aros de luz provenientes de la habitación y, como si todo se hubiera silenciado, una voz en mi cabeza hablo: “Aquí me tenéis, súbditos, yo, su real Señor, me aparezco frente a ustedes…” Era esa voz fría y grave de antes, esa voz con horripilantes garras que queman. -Mi Señor, aquí tenemos lo que usted nos ordenó- reconocí la voz del líder –Que se haga toda su voluntad…- y finalmente sentí un dolor en el pecho, como si me quemaran con fuego dentro de mí -¿Qué sucede mi Señor?- -Esta niña no es fácil, su alma pura e inocente es, ella cree y por eso me puede ver… ella es inservible de momento… no puedo hacer nada, solo contemplarla y, por más que lo intente no es útil... aun no, no está lista… ¡NO ES POSIBLE!- gritó furioso y su voz resonó en mi mente y en mis oídos. -Lo siento Señor- -Yo soy el que lo debe lamentar, Tom. He gastado mis fuerzas en esto y… es mi error… me confié demasiado… no, no, no, ¡NO!- -Lo sentimos…- -¡Esto no sirvió de nada! Necesita sufrir más para estar lista y así su vida tomar para nuestro objetivo lograr…- comencé a ver algo más que solo luz, veía entre la oscuridad siluetas borrosas y, entre ellas estaba una gran y negra sombra, no tan borrosa como el resto… -¿Y qué debemos hacer con ella?- -Déjenla aquí, así cuando despierte verá su destino y seguirá el camino que he hecho para ella. Mientras tanto… debemos darle un saludo a nuestro invitado…- en ese momento sentí como la puerta que tenía enfrente de mí se abrió de un golpe y el frio me invadió junto con el miedo. -¿Qué no te han dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas sin permiso?- sentí como una mano me tocaba lentamente la garganta – Supongo que tu madre debió habértelo dicho en algún momento… lástima que ya no está para castigarte por tu falta de respeto- ¿Qué? ¿Cómo sabe que mi madre murió? -Sé que tienes muchas preguntas pero en este momento no se pueden responder… excepto una- su mano con largas garras recorrió mi garganta hasta el lugar donde se hallaba mi corazón que, en ese momento empezó a dolerme demasiado, como si fuera a explotar dentro de mí-Solo soy alguien que quiere enviarte a un lugar feliz, para eso debes ver, debes comprender la vida y aunque no la entiendas tan bien como yo, podrás darte cuenta de algunas cosas - su dedo apretaba más contra mi corazón y ya casi no podía respirar –Yo soy tu mejor destino, y tú estás aquí porque así se quiso. Conozco secretos tan antiguos como el cosmos mismo y eso me hace poderoso… tu prueba solo comienza, pequeño, solo comienza… ¡JAJAJAJA!- era la horrible risa de antes pero ahora estaba más cerca, en mi mente, y no podía hacer nada. Sentí como mi corazón se detuvo y luego todo se volvió oscuro, todo se silenció y me dormí. -¿Hola?- pregunte en medio de la oscuridad -¿Dónde estoy? -Estás en tu mente, mi niño- dijo una suave voz de mujer desde mi lado derecho. -¿Quién eres tú?- miraba por todas partes sin lograr distinguir nada. -Eso no importa, solo importa que entiendas y comprendas por qué estás tú aquí- -¿Y por qué estoy aquí?- -Eso lo debes averiguar tú mismo. Yo solo estoy aquí para hacerte saber de mi presencia y que sepas que nunca estás solo- su voz me era familiar pero no recordaba nada. -¿Puedes decirme quien eres tú?- volví a preguntar mirando por todo el oscuro lugar sin fin. -Lo siento… no puedo…- era raro escuchar su voz… me resultaba tan familiar. -¿Qué quieres?- -Recuerda su sombra y cree en ella pero ella no cree en él… quien dice ser un Dios no lo es en realidad porque aquel que quiera ser Dios jamás lo será. Es más débil de lo que cree, basta con matar su conexión y así él desaparecerá pero no es fácil lo que te encargo pues se alimenta de ti. Conoce sus habilidades y sabe cómo usarlas para conseguir lo que quiere, y lo que quiere es llegar a estar completo- dijo rápidamente la voz de la mujer entre las tinieblas. -No te entiendo- -¿Sabes de quien te hablo?- preguntó. -No- respondí nervioso. -Del ser demoniaco que se ha llevado el alma de docenas de niños, de la criatura capaz de hacer sufrir solo por diversión y… la razón por la cual estoy aquí- el ambiente se volvió triste y negativo. -Aun no entiendo- -¡Del maligno, mi niño! ¡La Sombra! Se ha llevado la vida inocente de niños solo para sentirse completo pero jamás lo estará… y eso busca en ti… tu alma- -¿Qué? ¿Quién… eres tú? No, tú no puedes ser…- estaba confundido y asustado al mismo tiempo, tenía miedo. -Sí, soy yo… tu madre- en ese momento un inexplicable ruido sonó y todo comenzó a temblar. -¡Ya viene! ¡Solo debes matar su recipiente, el hombre que la puede llamar!- grito mi madre asustada en medio de la oscuridad. -¿Madre?- me caí al negro suelo por el fuerte temblor -¡No me dejes madre!- Todo se calmó y de nuevo el silencio reinó. Todo seguía en penumbra y no se escuchaba nada más que mí agitada respiración. -¿Dónde estás madre?- pregunte a la nada. -Por favor madre, no me dejes solo… no puedo seguir…- no sabía por qué pero quería llorar. -¡Madre!- grité mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas. -Aquí estoy, pequeño…- la voz de mi madre se escuchó detrás de mí. Me di media vuelta y vi un cuerpo fantasmal con vestido blanco pero no veía su rostro, estaba cubierto por oscuridad. -¿Madre, eres tú?- pregunte mientras me acercaba lentamente hasta el inmóvil cuerpo de pie intentando ver su rostro. -Acércate cariño, tengo algo que decirte…- extendió una pálida mano frente a mí. -Tengo miedo- -Tener miedo es normal cielo, tan normal como morir…- con cada paso que daba sentía un escalofrío recorrer mi espalda. -Vamos, acércate a mí, tengo un pequeño secreto que decirte…- por más que intentaba ver su rostro no podía, siempre estaba oscuro. -¿Qué debo escuchar?- pregunté asustado. -Jijiji… mi pequeño… ¡Tu madre muerta está!- su rostro apareció frente a mí. Tenía la boca cortada en forma de una macabra sonrisa sangrienta con filosos dientes amarillos y sus ojos se encontraban totalmente blancos, su pálido rostro era tétrico y sus manos se transformaron en horripilantes y grotescas garras babosas que intentaron atraparme. -¡Ayuda!- corrí lo más rápido que podía pero no avanzaba, me quedaba quieto mientras mi desfigurada madre me tocaba una mejilla con su asqueroso dedo y me hacía un pequeño corte con una de sus largas uñas. -No temas mi niño, solo quiero acabar tu sufrimiento y poder llevarte a un lugar mejor… yo lo llamo: El Paraíso…- miraba enfrente mío de nuevo a aquel horrible rostro con su sonrisa cortada y luego una sombra se extendió a lo alto de la criatura que se suponía era mi madre. La sombra era mucho más oscura que el fondo exceptuando una enorme y psicópata sonrisa. Se levantó y luego con dos filosas garras abrió de par en par a mi madre por la boca; fue una horrible escena, ver como su cuerpo se partía por dos dejando al descubierto el interior oscuro de su cuerpo. -¡¡¡No más!!! ¿¡Por qué me haces esto!?- lloraba y gritaba hasta que me caí al suelo y quedé tirado sujetando mi cabeza con ambas manos mientras miraba la espeluznante sonrisa de aquella cosa. -El miedo recorre tus venas y solo puedes pensar en el dolor de la muerte pero no sabes que hay cosas peores que morir. Te preparo para llegar al Paraíso y así lograr lo que todos buscan: felicidad- la última palabra la dijo más lento. El cuerpo cortado de mi madre despareció entre el suelo dejando solo a la sombra frente a mí con sus afiladas garras colgando. Luego la sombra descendió y se me acerco mientras lloraba tirado en el suelo y me susurro al oído: -No todo lo que crees es verdad- después de eso una terrorífica risa retumbo por todos lados. Cerré los ojos muy fuerte y me cubrí los oídos con mis manos esperando no escuchar nada pero aun la escuchaba, era la misma risa que había escuchado en el bosque. -¡Para! ¡Cállate!- grité con todas mis fuerzas y al instante todo se silenció. Sentí un familiar frio recorrer mi rostro y lentamente abrí los ojos. Me encontraba de nuevo en el bosque. Mi cabeza daba vueltas y no veía bien, pude distinguir que ya había amanecido. Me recosté entre las hojas y miré al cielo para calmarme aunque seguía gris por las nubes. Me puse a pensar en todo lo que había pasado… ¿Eso pasó en realidad? Es algo muy extraño todo lo que pasó con mi madre, la secta con la niña y… esa horrible sombra. Esto no puede ser real, ¿Cómo va a ser real una sombra asesina? Sí, eso no fue real, quizás solo me dormí o estuve imaginando cosas y… no, no, no… ¡No puede ser! ¡No pudo ser real! ¿Cómo es posible? Tengo un símbolo de un ojo grabado en la palma de mi mano izquierda y… heridas en el rostro, como si unas garras me hubieran lastimado… ¿Qué está pasando? Esto no lo hice yo, yo no me hice esto… debieron ser esos hombres encapuchados, si, ellos me hicieron esto y la tal sombra… no sé qué pensar acerca de ella, ya no estoy seguro de si fue mi imaginación o en verdad existe una loca sombra. Estoy muy cansado, llevo horas caminando por este horrible bosque buscando algún lugar seguro pero no hay nada, solo árboles y hojas, además parece que se avecina una gran tormenta. Debo parar, ya no puedo más, tengo mucha sed y estoy hambriento… ¿Qué tengo que hacer para recibir algo de ayuda? Si todo fue real entonces mi madre también lo fue, ¿Dónde está? Dijo que no me abandonaría pero esto no ayuda para nada, de hecho me siento más solo que nunca. Me pregunto dónde estará mi padre… espero que se encuentre bien, no quiero pensar lo peor. -¿Hola? ¿Alguien me puede ayudar?- no se para que pregunto si sé que nada me va a servir de ayuda, quizás ya me estoy volviendo loco. -Que idiota Matt, hablándole a la nada… no sirves para nada- me siento deprimido… ¡Estoy muy cansado! Creo que veo algo, una especie de cueva o algo por el estilo. Una débil luz proviene de ese lugar… quizás alguien pueda ayudarme aunque también puede ser otro lugar de reunión de esos temibles hombres. No sé qué hacer, no quiero tener otro encuentro con ellos y mucho menos con su “Dios” del infierno… iré a investigar con mucho cuidado. Me he aproximado a la entrada de la cueva y no veo nada raro de momento, solo una lámpara de aceite junto con un par de sillas y… veo a dos personas, una mujer y un hombre, besándose en una especie de cama vieja. No parecen peligrosos pero prefiero no arriesgarme; me mantendré oculto viendo si ocurre algo sospechoso y si no, pues simplemente pediré ayuda. -Espera, Gustavo, ¿Qué pasara con tu esposa?- preguntó la mujer. -Ya me encargué de eso…- dijo el hombre llamado Gustavo… Gustavo… me suena familiar. -¿De qué hablas?, ¿Cómo?- -No te preocupes, solo hice un pequeño trabajo...- Gustavo sonreía. -Quiero saber que les hiciste a esa mujer y a su estúpida hija. Sabes que nada puede salir mal, si nos llegan a descubrir…- la voz de la mujer sonaba nerviosa. -Está bien, te lo diré. He estado envenenando el agua de María. Se encuentra muy enferma y dudo que pueda sobrevivir un día más… pero a Katy, su hija… no fui capaz, ya es suficiente con quitarle a su madre- su tono de voz era serio. -¿La niña sigue viva? Puede arruinarlo todo… ¡Debiste deshacerte de ella! ¿Qué haremos con ella?- la mujer se había puesto de pie y estaba furiosa. -¡Calma! Si tanto te molesta que viva, puedo dejarla deambulando sola por el bosque, no sobrevivirá- -¡Puede sobrevivir! ¡Debes matarla! La matarás esta misma noche o nuestro compromiso se cancela- ¡Son asesinos! No puedo pedirles ayuda, a ellos no. En ese momento varias gotas empezaron a caer con fuerza hasta que una gran lluvia llegó. Estaba empapado y tenía frio. ¿Qué hago? No quiero quedarme en esta lluvia pero tampoco quiero estar con estas personas… mejor me voy a buscar otro sitio donde poder quedarme. Ya me estaba alejando de la cueva cuando me tropecé con una roca y me caí. Di un grito cuando mi brazo toco la punta de una filosa rama. -¿Quién anda ahí?- preguntó el hombre llamado Gustavo. -Yo me tropecé con esta roca… ¿Puede ayudarme?- pregunté. Cuando el hombre vio la herida que me había hecho en el brazo fue a ayudarme a levantarme y luego me llevó al interior de la cueva. -Es una herida profunda pero se sanará en unas semanas- dijo mientras me ayudaba a sentarme en una silla de madera. -¿Y quién es nuestro invitado?- la mujer me miraba curiosa. -Ho, lo siento, ¿Cómo te llamas?- preguntó Gustavo. -Matt, Matt Bellamy- -¿Bellamy, dices? He oído ese apellido… si, Barty Bellamy, era el dueño de un hospital psiquiátrico o algo así- -Es mi padre… no sabía lo del hospital- dije asombrado. -El hospital cerró hace ya varios años… y dime, ¿Qué haces tú por aquí?- preguntó seria. -Estaba buscando un lugar donde quedarme- estaba algo nervioso pues sabía que ella sospechaba que había escuchado la conversación de antes. -Así que no llevas mucho tiempo por aquí cerca porque si no ya hubieras entrado en la cueva… ¿No es así?- me lanzó una sonrisa. -Sí. Llevo muy poco tiempo estando aquí- -¿Y no escuchaste nada provenir de este lugar?- la mujer se estaba poniendo de pie. -No- no soné muy convincente. -Está bien. Si me permites, debo hablar un momento a solas con mi esposo- tomó a Gustavo del brazo y se lo llevo a la parte más lejana de la cueva. No me parecía muy profunda pero seguía siendo grande. Estaba nervioso, ya debía saber que había mentido… debo irme, no quiero terminar como la esposa de ese hombre o… Gustavo… ya lo recuerdo, el señor Dackery me habló de él por el camino. ¡Es un maldito asesino! ¡Nadie se enterará de la muerte de esa niña y de su esposa en este gigantesco bosque! Debo irme… no puedo seguir aquí pero… ¿Cómo? La lluvia arrecia fuertemente y no estoy en condiciones de caminar con este clima. Mi herida en el brazo me duele bastante… me enterré esa rama en el brazo derecho… intento detener la sangre pero la herida me duele bastante cada vez que la toco. ¿Qué hago? -Bien, Matt, te puedes quedar a descansar aquí, mira, en esta cama- señaló la vieja cama donde hace unos minutos se estaban besando- Mañana por la mañana buscaremos ayuda, ¿Qué te parece?- me piensan matar… lo sé. -No, gracias, solo me quedaré hasta que la lluvia cese- -¿Seguro? Puedes dormir aquí mismo, así mañana estarás mejor- me sonreía todo el tiempo pero su sonrisa me incomodaba… me recordaba un poco a la Sombra. -Sí, gracias, apenas deje de llover me iré- lo dije en un tono cortante. -Está bien, como quieras- Ya han pasado varios minutos y aun llueve… quizás debería irme ya. -Creo que mejor me voy- -Aun no escampa- Gustavo estaba parado enfrente de la entrada a la cueva. -No importa. Mi padre debe estar preocupado por mí- Gustavo me bloquea el paso… -Quédate un poco más, parece que ya casi escampa- -¡Da lo mismo el tiempo que se quede! ¡Ya no importa!- la mujer estaba detrás de mí y sostenía con una mano un pequeño cuchillo. Intentó apuñalarme pero reaccioné a tiempo y me tiré al suelo. Estaba muy asustado, no sabía si saldría con vida. La mujer con el cuchillo en mano me dio en la pierna; di un grito y luego intenté pararme pero me caí. -¡Tú nos escuchaste! ¡No puedo permitir que te vayas y le cuentes a todos!- sacó el cuchillo de mi pierna e intento apuñalarme en el rostro pero falló. Tomé su cabello y comencé a tirar de él. Logré tirarla a un lado, luego Gustavo me tomó de las manos y no me dejó escapar. -¡MÁTALO!- ordenó la chica y luego sentí como me oprimían la garganta. Ya no respiraba bien y me quedaba sin aire… moriría asfixiado. Me retorcía en el suelo viendo el rostro del hombre que me ahorcaba con una gran sonrisa y luego todo se quedó negro… -Espero que aprendas que no se deben escuchar las conversaciones ajenas…- era una grave voz… la Sombra. -¿Dónde estoy?- pregunte sin lograr abrir mis parpados. -Te encuentras en la cueva pero a la vez no...- sentía frio. -¿Estoy vivo?- -De momento, sí. No eres tan inútil después de todo como creí que serias- soltó una leve risita. -¿Qué les pasó a ellos?- -Gracias a ti, están muertos. Sus almas corrompidas estaban y no merecían vivir... no quiero que me malinterpretes pero yo te salve de la muerte, por ahora…- -¿Tú me salvaste la vida?- eso no parecía muy creíble después de todo lo que ha pasado. -Sí. Tú aun posees algo de inocencia y tu alma se encuentra en buen estado, mereces ir al Paraíso. Ellos no, ellos simplemente tenían oscuridad en su corazón y aunque no me agradan me los he llevado- ¿Qué? -No entiendo- -Básicamente, tú me trajiste a ellos. Yo no desperdicio una oportunidad cuando la veo y por eso me los llevé. No era mi propósito salvarte pero lo hice… que interesante, ¿No? Si estuvieras listo, ya estarías en el Paraíso pero aún no lo estás, por eso sigues con vida... Debo irme, alguien más me necesita. Hasta pronto, Matt- Pude ver de nuevo. Me hallaba tirado en el suelo y a mi lado se encontraba un hombre: Gustavo. Tenía los ojos en blanco y su piel estaba gris, como si le hubieran absorbido la vida… La lluvia había cesado, ya era de noche, solo se veían las estrellas… Intenté levantarme pero no pude, mi pierna sangraba y mi brazo aún me dolía… ¿Cómo saldré de este lugar? Me pregunté mientras miraba el desordenado cabello negro del cuerpo inmóvil de la mujer unos metros más allá de mí. Cerré los ojos para descansar… no quería pensar en nada mas pero era inevitable, las preguntas llegaban a mi cabeza con gran rapidez, ¿Cómo se supone que mataré al hombre que la puede llamar?” recordaba las palabras de mi madre a cada minuto y aún no entendía lo que quería decirme… ¿Qué debo hacer? Me he quedado dormido en medio de mis pensamientos. He tenido un sueño raro. Creo que ahora entiendo mejor lo que debo hacer. En mi sueño, me encontraba en un cementerio y estaba aparentemente solo, luego apareció un hombre… era muy alto, de piel blanca y pelo oscuro. Caminaba sin darse cuenta de mi presencia hasta que se detuvo enfrente de una lápida. Se quedó un largo rato mirándola; en su rostro tenía una expresión de profunda tristeza y resentimiento y luego, detrás de él, una sombra apareció. Era la misma sombra que me aterra, con su gigantesca y grotesca sonrisa. Posó sus dos negras manos en los hombros del hombre y luego le susurro algo al oído. De forma inexplicable, se sumergió dentro del hombre, en su cuerpo. El hombre retrocedió y se fue caminando lentamente. Después de eso me desperté con una sensación de venganza e ira, como si él debiera pagar por algo… esa sensación me confirmó que ese hombre debía morir… Pero, ¿Cómo? No lo sé. Intenté pararme esperando caerme pero no pasó; mi corte en la pierna había cicatrizado al igual que el del brazo, ¿Cómo es eso posible? Era una mañana gris y fría pero algo había cambiado… sentía como si alguien me observara a través de la entrada de la cueva. Ya estaba saliendo de la cueva cuando entre las hojas secas veo algo blanco… me acerqué y lo tomé y me sorprendí al ver un dibujo que le había hecho a mi madre cuando era pequeño… era como si el tiempo no hubiera pasado y yo acabara de terminarlo, listo para entregárselo… miré el dibujo lleno de garabatos y vi a mi madre sonriendo, junto a mi padre, y de fondo una inmensa casa con un montón de árboles coloridos… ya había olvidado como era la vida antes… en el papel había escrito cinco palabras que me llenaron de tranquilidad: “Nunca abandonaré a mi familia” estas palabras me dejaron claro que ella seguía conmigo, todo el tiempo, y me ayudaba. No estaba solo, siempre la tenía a ella… eso me hizo sentir feliz y sonreí; hace tanto no sonreía… como extraño todo. Debo seguir, debo cumplir con lo que mi madre me encargo hacer… no puedo creer que vaya a decirlo pero, debo matarlo. Guarde cuidadosamente el dibujo en un bolsillo y me interne de nuevo en el oscuro y tortuoso bosque, lleno de enigmas y secretos… He caminado por mucho tiempo y ya está oscureciendo. No he comido nada y tengo bastante sed. Ya no logro ver bien, la oscuridad se acerca. Creo que veo algo a lo lejos… si, parece ser algo así como una casa… ¿Será el pueblo? Corrí hasta una casa de madera y luego divisé aún más casas. ¡He llegado al pueblo! ¡Después de tanto tiempo! -¿Alguien me puede ayudar?- pregunté mientras miraba alrededor de una pequeña plaza de piedra que tenía en el centro una especie de pilar de roca - ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? La plaza estaba desierta y no había nada más que varias casas de madera alrededor de ella y en el centro de todas una gran iglesia de piedra se alzaba. Mire por todas las ventanas de las casas pero no había nadie; era raro pues todas las casas tenían camas y mesas pero parecía como si nadie hubiera vivido allí en años. Me dirigí a la iglesia y vi un pequeño cartel en la puerta de madera que rezaba lo siguiente: “Nadie es bienvenido a nuestra comunidad. Si no le teme, por favor, aléjese de nosotros y no vuelva” Qué raro cartel… ¿Qué se esperaba en un sitio como este? Me senté junto al pilar decepcionado de no haber encontrado nada cuando varias gotas empezaron a caer fuertemente. Una gran lluvia se avecinaba, ¿De nuevo? Detesto que llueva. Intenté abrir algunas puertas de varias de las casas de madera pero todas estaban cerradas… solo me quedaba una opción y era la que menos me gustaba. Corrí intentando no caer con la resbaladiza roca hasta la puerta de la iglesia, la empujé pero no funciono así que volví a empujar con mayor fuerza hasta que se abrió de golpe. Me asusté cuando vi a varias personas mirando fijamente una cruz invertida de madera. La única luz que había era la de varias velas colocadas en candeleros alrededor de sillas de madera y de lámparas de aceite sostenidas por múltiples personas de pie en la sala. En medio de dos filas horizontales de sillas de iglesia había un gran tapete sucio de color rojo y, en las paredes de piedra había banderas blancas puestas verticalmente con una especie de símbolo extraño: un círculo amarillo tenía al lado derecho una medialuna roja que lo tapaba un poco. Nadie se movió de su sitio con el estruendoso ruido de la puerta lo cual me pareció raro pero ya no me importaba nada. Me acerqué temeroso a una mujer que estaba de pie sujetando de la mano a un pequeño niño, los dos quietos mirando con los ojos bien abiertos la misteriosa cruz a mitad de la iglesia. -Hola señorita, ¿podría ayudarme?- pregunte tímidamente. -Él te ayudara- dijo señalando a la gran cruz invertida. -Creo que esa cruz está mal- dije mirándola con curiosidad. -La cruz siempre ha sido así. No está mal- la mujer no dejaba de mirar el símbolo cristiano invertido. -Está bien… ¿y que se supone que significa esa cruz invertida?- -Para nosotros significa verdad, felicidad y pecado. Es nuestra salvación; si le oramos, él dejara de llevarse nuestra felicidad- supe a lo que se refería. La Sombra es real y no solo me hace daño a mí, también le hace daño a los habitantes del pueblo. -¿Se refiere a la Sombra?- pregunté queriendo confirmar mi hipótesis. -¡¡¡NO LO MENCIONES!!!- la mujer se volteó a verme y pude ver que en su rostro tenía una expresión de profundo terror. -Yo… lo siento- me disculpe tímidamente. -Tu… ¿Tú lo has visto, verdad?- después de terminar la pregunta, todos los presentes en la sala se voltearon a verme. Me asusté y respondí con una mentira. -No, no lo he visto pero he escuchado acerca de él- todos empezaron a acercase a mí con mirada de terror. -Muéstrame tu mano- -¿Por qué debería hacerlo?- pregunte asustado al ver que todos me miraban fijamente como a la cruz invertida. -¡Muéstrame tu mano!- en ese momento se abalanzo sobre mí la mujer y me tomo fuertemente la mano izquierda, luego la levanto y todos se alejaron de mí. -¡Está marcado! ¡Tiene la marca del ojo!- grito un anciano de la multitud. -¡Debemos deshacernos de él!- una mujer de pelo gris se me aproximo -¡Él lo traerá de vuelta!- Todos me arrinconaron en la esquina de la iglesia. La salida estaba a solo unos metros pero no podía pasar, estaba atrapado. Se me acercaban lentamente hasta que choqué con un candelero. Lo agarré e hice gesto de defenderme con él. La vela que tenía en la punta ardía con gran intensidad. Ellos no se detuvieron y me amenazaron con sus lámparas de aceite. Era una batalla de un solo candelero contra una multitud de lámparas de aceite. Entre este caos de luz, me pegué a la pared sin percatarme de que detrás tenía una bandera blanca con el extraño símbolo y parece que los demás tampoco se percataron de esto porque un hombre me tiro su lámpara de aceite pero falló y le dio a la bandera que comenzó a arder poco a poco. El fuego se extendió por la bandera y todos los que antes me arrinconaban, habían huido donde se ubicaba la cruz de madera invertida dejándome el paso libre. Boté el candelero al suelo por mi afán de escapar de la iglesia que no me di cuenta de que una silla de madera estaba cerca junto con una lámpara de aceite así que también se incendió. Atravesé la puerta de salida y me quedé viendo a través de ella como varios hombres traían agua de una habitación al lado derecho de la cruz. Las mujeres oraban mirando a la cruz y los hombres intentaban apagar el fuego pero nadie tenía intención de escapar de la iglesia. El fuego se extendió a través de las sillas y oí como un hombre gritaba: “¡¡¡El fuego se acerca al almacén de aceite!!! ¡¡¡Corran, se va a incendiar todo!!!” luego el mismo hombre corrió en dirección donde yo estaba y detrás de él una multitud le seguía nerviosa pero antes de que lograra salir, la puerta se cerró de golpe. Me quedé observando como el fuego salía por las ventanas de la iglesia. Podía oír los gritos de las personas quemándose dentro de la iglesia; era horrible escucharlos gritar de dolor y viendo como la gigantesca estructura ardía. Luego, repentinamente, una gran explosión se dio al interior de la iglesia: el fuego había alcanzado el almacén de aceite. Una gran nube de humo negro salía al cielo; ya había parado de llover. Contemplé la espeluznante escena; docenas de personas murieron allí dentro. La iglesia seguía ardiendo y varios escombros habían caído; ya solo quedaban ruinas. Luego, un inmenso frio invadió mi cuerpo. Ya sabía lo que eso significaba: él está cerca. Miré a todos lados pero no distinguí nada, solo veía el húmedo suelo y las pequeñas casas alrededor del pilar de piedra. Unos segundos después, oí una voz grave de ultratumba que me hablaba desde dentro de la iglesia en llamas. -¡Los condenaste a la MUERTE! ¡Has llevado sus almas al camino mortal!- gritaba, y luego una sonriente sombra salió de entre las llamas. Se me acercaba lentamente… -Tú has hecho el trabajo que yo debía hacer… pero no importa, llegué justo a tiempo para hacerlos sufrir y ser más fuerte… si, mírame, ya puedo… sentir. ¡MI CUERPO ESTARÁ COMPLETO!- reía descontroladamente mientras caminaba… podía verlo… ya no era solo una oscura sombra, ahora tenía una especie de cuerpo definido… aún era oscuro y podía ver difusión entre él y el entorno pero ahora tenía ojos, manos e incluso pies… su deforme rostro era horrible… esa tenebrosa sonrisa combinada con unos rojos ojos me producía pavor… -¡Aléjate!- le grite, pero no se detenía. -Ya estás listo…- esas tres palabras hicieron que corriera en lejos de él pero no pude; varios hombres encapuchados me encerraban en un gran circulo, impidiéndome escapar. Detrás de la “nueva” Sombra, se encontraba un hombre alto, sosteniendo una daga en una mano y en la otra una vela. Era el hombre que debía asesinar. -¡NO HAY ESCAPATORIA!- grito la Sombra acercándose a mí, extendiendo sus largas manos con garras todavía. -¡NO ME RENDIRÉ!- le grité intentando ser valiente pero en realidad estaba muerto de miedo. -¡MORIRÁS! ¡TE ASESINARÉ COMO A TU MADRE!- apenas pronuncio la palabra “madre”, una carga de venganza se abalanzo sobre mí. Quería verlo en el infierno, a él y a todos sus seguidores encapuchados… entonces, corrí, corrí hasta el hombre más alto evitando a la Sombra y lo tumbé al suelo. -¡¡¡TE MATARÉ!!!- grité con todas mis fuerzas mientras intentaba apuñalar al hombre con la daga pero sentí como me quemaban la garganta. La Sombra me había tomado con una mano del cuello y me obligaba a verle su espantoso rostro. -¡MIRAME! ¡Esto será lo último que veras!- veía su enorme sonrisa y a sus rojos ojos penetrando mi alma. Ya no podía respirar cuando me soltó de un golpe. Caí al suelo sin saber que había pasado e intenté mirar a mi alrededor pero todo estaba borroso. -¡Eres un maldito!- esa voz se me hacía familiar… intenté ver qué pasaba y vi a mi padre sobre el hombre que debía matar. Le había enterrado al hombre una navaja en el pecho. La Sombra había caído al suelo y se tocaba el pecho, la misma zona en donde el hombre tenía el cuchillo incrustado. -¡Padre!- grité y corrí a ayudarle pero antes de que pudiera la Sombra me tomo del tobillo y me impidió correr. -¡No lo harás! ¡Tú me perteneces!- gritó la Sombra intentando enterrarme sus garras en mi pecho. -¡Vete al infierno!- entonces vi como mi padre tomaba la daga del hombre y se la enterraba en el corazón. La Sombra dio un horrible grito y luego me soltó. Los demás hombres encapuchados habían huido de la escena. Fui hasta donde mi padre y lo abracé muy fuerte, ¡Lo extrañaba tanto! -¡Menos mal estas bien, hijo!- dijo feliz mientras me abrazaba. Estaba llorando. -¿Cómo sabias que estaba aquí?- pregunté. -Tu madre nunca nos abandonó- dijo con una cálida sonrisa –Ahora, vayamos a casa- Me sentía seguro… todo había pasado ya, ya no habría más sufrimiento… se terminó. Ahora podríamos ir a la ciudad… ya no quería vivir en el bosque, después de todo esto, ¿Quién va a querer vivir aquí? Ya estábamos llegando al bosque cuando mi padre se detuvo en seco. Me volteé a verlo y lo vi… vi a la Sombra con una larga sonrisa en su oscuro rostro atravesando el pecho de mi padre con sus filosas garras… -¡NO! ¡Padre!- intenté ayudarlo pero la Sombra abrió su boca y comenzó a tomar la vida de mi padre… vi como sus ojos se quedaban en blanco y el color de su rostro se volvía pálido. Luego boto a mi padre ya muerto al suelo y comenzó a reírse… -¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡YO NO NECESITO DE ALGUIEN PARA ESTAR AQUÍ! ¡TENGO UN CUERPO Y MUY PRONTO TENDRE VIDA!- me sonreía de manera psicópata mientras me mostraba sus ensangrentadas garras - ¡AHORA VAS A PAGAR POR TUS ACTOS!- Se abalanzo sobre mí y me enterró sus garras en mi pecho… estaba muerto… -Esto pasa cuando desafías lo desconocido, pequeño- me mostraba su sonrisa con filosos dientes… - soy piadoso y debo reconocer que has llegado lejos… y como muestra, no tendrás una muerte tan lenta como aquellos de la iglesia…- sentía como todo se oscurecía… ya no podía ver… entre la oscuridad escuche una voz… era suave y hermosa… mi madre me hablaba… -Mi niño… aun no es momento… no… todas las almas de los inocentes están contigo… debes vencer al maligno, mi niño… no hay opción… debes salvar a todas las almas en pena que él se llevó…- luego, como si todo hubiera sido un sueño, desperté. No sentía dolor… estaba vivo pero aun veía a la Sombra frente a mi… ¿Qué sucede?- preguntó mientras yo me levantaba con determinación y quitaba de mi pecho sus asquerosas garras. -Existe una fuerza que tu no conoces… una fuerza tan poderosa que es capaz de vencer todo mal…- la Sombra se veía confusa. -¿Cómo? ¿De qué hablas? ¡No es posible que sigas vivo! ¡Yo te maté, como he matado a muchos otros!- se le veía asustado. -Aquel que quiera ser Dios, jamás lo será… porque el que busca ser Dios no puede serlo, así sea el más fuerte de todos… tú, tú solo eres una sombra proveniente de las tinieblas y no puedes ser nada más que eso: una sombra. Porque tú no puedes amar, y tú falta de amor es la que te condenó… el amor es la fuerza capaz de vencer al mal, no la venganza, el amor… por eso desaparecerás, serás desterrado de este mundo y enviado a donde perteneces: la oscuridad absoluta- en mi interior sentía luz… era como si yo no estuviera hablando, si no que fueran muchos… Luego, esferas de luz salieron del interior de la Sombra… eran muy resplandecientes y bellas… salieron docenas de esferas iluminadas de su interior mientras ella se retorcía en el suelo… con cada esfera que salía, su físico disminuía, dejando ver lo que era en un principio: una simple sombra. -¡JAMÁS ME IRÉ! ¡NO PUEDEN ECHARME! ¡SOY FUERTE! ¡YO SOY UN DIOS Y TODOS DEBEN TEMERME!- dijo la transparente figura gris sin su enorme sonrisa… al final, salió una esfera blanca y la débil silueta desapareció entre las hojas… yo caí al suelo y me dormí… Cuando desperté, me hallaba en un inmenso bosque… todo tenía un aura blanca y era muy tranquilo y silencioso… vi la casa donde había vivido antes y entré. Todo seguía igual, solo que se veía muy blanco todo… subí las escaleras lentamente mientras apreciaba la paz y seguridad que sentía en ese momento… era tan bello todo… llegué hasta el cuarto de mis padres… abrí la puerta y los vi, vi a mi padre y a mi madre, juntos sonriendo dulcemente… saqué de mi bolsillo el dibujo que había guardado antes y lo contemplé… “Nunca abandonaré a mi familia”… le entregué el dibujo a mi madre y luego los tomé de la mano a ambos… -Nunca abandonaré a mi familia… vamos, vamos al Paraíso, el verdadero lugar donde la verdad es el amor…-