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Cabe aclarar que a las figuras que señalo como poseedores de la potestad romana, es decir en su
administración y política, me refiero no exclusivamente a los que denominamos emperadores, sino
también a los que ejercían el poder estatal romano de facto como fueron los generales, dueños del
ejercito capaces de eliminar y manejar emperadores en muchas ocasiones, figurando como
controladores del poder romano, como señala Ana Arranz “En occidente, además, se tenia que
hacer frente a unas realidades distintas (…) sobre todo, el ascenso del ejercito al poder. (…), Tras la
muerte de Teodosio, en efecto, la difícil situación pondrá casi todo el poder en manos de sucesivos
generales. (…) Personajes como Stilicón, Aecio, Ricimero u Odoacro así lo demuestran.” (Ana
Arranz, 2002). Estas figuras rompen, junto a otras como la guardia pretoriana (cuando existía),
senadores corruptos y/o ambiciosos, regentes, consejeros, etc.; la estabilidad no solo del emperador,
la cual realmente ni en la pax romana la tuvo totalmente (véase el año de los 4 emperadores), sino
que terminan por corromper, desestabilizar y, por consecuencia, incapacitar el estado romano.
En efecto, el rompimiento de la figura del emperador por otro(s), no exclusivo de la época tardía,
pero potenciada desde esta; se logra a un costo desgastante para la economía y la administración del
estado: los generales y senadores u otras figuras usan su influencia para disputarse el poder romano,
en ocasiones con hasta 6 emperadores a la vez, causando la devastación y malestar de amplias zonas
del imperio gracias a las continuas guerras civiles, destacándose la crisis del siglo III, dejando así
además escenarios oportunos para que los barbaros de occidente y persas de oriente invadan el
imperio en varias oportunidades, afectando más aun la capacidad económica y administrativa del
estado, el cual ya se venía desgastando y corrompiendo por estas guerras civiles.
Entre los nombres mencionados anteriormente está Estilicón, general poderoso militar y
políticamente que resulta ser un bárbaro, demostrando el grado de barbarización del ejército; y
Diocleciano, que entre sus varias reformas están las del ejército, el cual lo desarrolla (junto a otros
emperadores) para tener un rol más defensivo y la vez flexible para moverse en las fronteras (limes)
desde principalmente la crisis del siglo III. A partir de lo anterior, se señala que el ejército imperial
tardío pierde disciplina y entra en una decadencia que no da a la par a las invasiones bárbaras y de
los hunos, causando la decadencia final del imperio. Sin embargo, a pesar de su menor presupuesto
y papel defensivo, causado por las crisis, el ejercito demuestra ser muchas veces capaz aun con las
adversidades, destacando sus victorias importantes en batallas como la de Estrasburgo o la de los
Campos Cataláunicos, en esta última paran finalmente a Atila el huno y su invasión. También la
barbarización del ejercito no fue necesariamente nociva, sino más un aspecto de la romanización de
occidente, de hecho, generales barbaros como el mencionado Estilicón defendió eficazmente al
imperio de varias invasiones bárbaras, y a su muerte, por las mismas luchas e intrigas por la
potestad romana (demostrándose otra vez como factor principal), los bárbaros aprovecharon e
invadieron nuevamente el imperio. Por estas razones considero la transformación del ejercito tardío
como el factor menos influyente en la decadencia al demostrar su eficacia en la defensa del imperio
en sus últimos siglos.
Bibliografía
Arranz, A. (2002). Historia universal de la edad media.