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Transcurren cuatro años y meses de la promulgación de la Ley 535 de Minería y Metalurgia

que fuera promulgada en acto especial que se cumplió en la Gobernación de Oruro y cuyo
protagonista fue el Presidente en ejercicio Álvaro García Linera.

El hecho sobresaliente constituyó la presentación del documento y la importante reflexión de


entonces para que “la minería se encamine hacia una producción de nuestra riqueza minera y
se pase a la industrialización de la misma para competir en nivel internacional, con los países
productores de minerales”.

Se reconoció la posición de nuestra minería que sigue dependiendo del sistema extractivista y
exportador de concentrados de mineral, excepto el caso del estaño que se vende en lingotes y
valor agregado que mejora sustancialmente su valor.

La Ley 535 debería ser el instrumento apropiado para activar una adecuada política minera,
tomando en cuenta que dispone responsabilidades precisas para el trabajo del Ministerio de
Minería y Metalurgia (MMM), como tutor del sector y la coordinación con “su brazo
operativo”, la Corporación Minera de Bolivia, (Comibol) para desarrollar proyectos dirigidos a
la industrialización de nuestros minerales que en su totalidad tendrían que pasar por esa fase
para su futura exportación.

El hecho sigue siendo parte de un “gran proyecto” que se cumplirá en la parte estratégica de
dos megaproyectos, el caso del litio en los salares, que deben servir para la fabricación
industrial de baterías de litio o el Mutún que permitirá transformar el hierro en acero y fierro
para la construcción, con lo que se dará paso al movimiento de una parte de la cadena
productiva en la que serán incorporados la producción de azufre y ácido sulfúrico, además, el
cobre de Corocoro, que sumarán cambios especiales en una nueva política minera.

Si bien se trata de los proyectos mayores, la Comibol, en lugar de mantener por demasiado
tiempo un proceso de incertidumbre, tendría que dinamizar su trabajo partiendo de su
“reestructuración”, un proceso aconsejado por los entendidos para entrar a comandar la
cadena productiva que tiene que ver además con proyectos como el metalúrgico de
Karachipampa para lograr lingotes de plomo y plata y por otra parte encaminar decididamente
el emplazamiento de la fundición de zinc en Oruro, para agregar eslabones de alto
rendimiento a esa cadena de producción minero-metalúrgica.

Lo interesante es saber por los datos del MMM. Que existe el criterio de impulsar la
“reestructuración” y reordenamiento de la entidad minera estatal, para que recupere su
condición de ser una corporación productiva, aglutinadora de las empresas minero-
metalúrgicas del país. Es en lo que debería trabajarse sin más pérdida de tiempo y archivando
de una buena vez, esa posición de “refundar” algo que, para moverse, no necesita cambiar de
nombre, sino de estructura técnica y administrativa, la opción más clara para cumplir los
lineamientos de la Ley 535.

Cuando se hace referencia a los desafíos de la minería, se retrocede al tiempo en que los
fundadores de la Comibol en 1952, al delinear las responsabilidades de la estatal minera,
avizoraban ciertas necesidades que en el tiempo presente tiene su justificativo real. Es que
sencillamente las minas “nacionalizadas”, sin fundiciones son totalmente inefectivas, porque lo
que ya vendimos y aún vendemos, son los concentrados de los que nuestros compradores
obtienen costosos derivados por un proceso de fundición que debemos hacerlo en el país, para
beneficiarnos con el total de la utilidad mineralizada que contiene nuestra materia prima.

El paso importante es diversificar nuestra minería impulsando los planes de prospección y


exploración para habilitar nuevos yacimientos, mejorar los sistemas en la minería tradicional y
establecer prioridad para encarar la industrialización, garantizando el buen funcionamiento de
toda la estructura metalúrgica, desde el cuidado de la fundición de Vinto, la habilitación
efectiva de Karachipampa, el celoso seguimiento al proyecto siderúrgico del Mutún y la
exigencia de implantar las dos fundiciones de zinc, una en Oruro y la otra en Potosí. En el caso
de Oruro, ya se adelantó la aprobación de un presupuesto inicial e incluso se definió su
ubicación en el mismo complejo metalúrgico de Vinto – Oruro.

Sin embargo, lo que falta en realidad, son decisiones urgentes, empezando por regularizar la
vigencia de la Ley 535, a la que le falta su reglamento y cuya elaboración se desconoce, pues
nadie da cuenta del trabajo que se ha hecho y lo que falta para consensuar el documento y
aprobarlo, pero además y de eso sí se sabe dónde está, en el Ministerio de Finanzas, pero que
tampoco en cuatro años se logró definir la regulación de tipo impositivo que debe regir en
materia de minería, un aspecto sumamente importante, tomando en cuenta los sistemas que
rigen en países vecinos, en los que se atraen inversiones con una serie de incentivos y
facilidades para encarar proyectos mineros de alto rendimiento.

Los encargados de rebuscar proyectos entre algunos que tienen visos de avanzar pero que
todavía no se consolidan como productores regulares, señalan dos proyectos, ambos en
Potosí, el caso de Thuthu, sector sur de ese departamento muy cerca de Atocha y con reservas
de minerales complejos, por lo que necesita una planta de tratamiento y un dique de colas.

En el otro extremo, norte de Potosí, se impulsa el proyecto aurífero de Amayapampa, a cargo


de la Comibol, donde debe completarse la dotación de maquinaria pesada para que funcione
una planta de recuperación de oro, que seguramente permitirá incrementar los ingresos
regalitarios para la Villa Imperial. No se dice nada de Mallku Khota, también Potosí, un
yacimiento en el que ya trabajó una empresa externa y dejó las operaciones por la presión de
comunarios de la región que se oponían a la actividad minera, situación que fue solucionada,
pero no la continuidad de exploración, en una mina que podría tener un potencial parecido al
de la privada San Cristóbal.
El MMM, cabeza de sector y con su “brazo operador” como se denomina a la Comibol,
deberían encarar seriamente la reactivación de la minería, pero habilitando y haciendo
operativo el instrumento legal que es la Ley 535.

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