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REFORMA EDUCATIVA BASADA EN LA EVIDENCIA

Robert E. Slavin1

Aviso de traducción: La traducción del siguiente artículo no es una traducción oficial del
artículo publicado en la Revista Iberoamericana de Educación nº 54, pp 31-40, titulado
“Evidence-Based Reform in Education”.

1. INTRODUCCIÓN

Imagine el siguiente escenario dentro de diez años. La educación en todo el mundo es muy
diferente a lo que es hoy. Profesores en cada sala de clases y en cada escuela están
utilizando los programas y prácticas que han demostrado ser eficaces en experimentos
rigurosos. Las agencias gubernamentales y los investigadores actualizan constantemente
revisiones de investigaciones sobre programas y prácticas de todo tipo y para cada objetivo,
y luego difunden proactivamente la información sobre lo que funciona. El gobierno
proporciona fondos para ayudar a las escuelas a aprender sobre programas de efectividad
comprobada, así como a adoptarlos. Profesores y directores que están disconformes con
los niveles actuales de rendimiento de sus alumnos cuentan con oportunidades periódicas
para reunirse y revisar evidencia de fácil acceso acerca de programas que parezcan
prometedores para resolver sus problemas; para visitar las escuelas que utilizan estos
programas; y para asistir a ferias de programas eficaces o seminarios web en los que
pueden ver cómo demostraciones y explicaciones a diversos programas. En una última
instancia, el personal escolar vota para elegir los programas a adoptar, con necesidad de
una mayoría de 75% de aprobación para calificar para la financiación.

Sabiendo con certeza que los programas de efectividad comprobada se utilizarán


ampliamente, las universidades, las organizaciones de investigación, las empresas
comerciales, y el propio gobierno se ocupan en investigación y desarrollo exhaustivos para
crear y evaluar nuevos programas más eficaces que aquellos que hoy son vanguardia.
Existen nuevas aplicaciones tecnológicas, nuevos programas de desarrollo profesional, y
nuevos enfoques de todo tipo que brotan regularmente desde las mejores mentes de la
educación, quienes saben que en última instancia deberán rendir cuentas, no por la
apariencia de sus programas, sino por su buen funcionamiento en escuelas reales. Por
ejemplo, si una universidad u organización de investigación desarrolla un programa de
lectura en español y lo considera efectivo, el programa podría adoptarse en cualquier parte
del mundo de habla hispana.

En este nuevo mundo el rol del gobierno será muy diferente. Deberá mantener los
estándares, haciendo a las escuelas responsables de mejorar el rendimiento de todos los
niños en cada uno de los niveles educativos. No obstante, en lugar de decir a los
educadores exactamente qué deben hacer para alcanzar aquellos objetivos, el gobierno se
centrará en ayudar a las escuelas en la adopción y aplicación de prácticas eficaces.
Asimismo, mantendrá la integridad de un sistema de evaluación y difusión de las mejores
prácticas, fomentará la formación de redes nacionales o regionales de escuelas que utilizan
modelos prácticos de efectividad comprobada, y proporcionará recursos para ayudar a
todas las escuelas a evaluar continuamente sus necesidades y buscar programas de
efectividad comprobada para satisfacer esas necesidades. Asimismo, trabajará para
asegurar que docentes nuevos y experimentados estén aprendiendo los métodos de
enseñanza que probablemente marquen una mayor diferencia para los niños.

1
Profesor de la Universidad Johns Hopkins y de la Universidad de York.
En este nuevo mundo, los profesores asumirán un papel de liderazgo. Se esperará, y se les
habilitará para ello, que sean participantes activos en un proceso de toma de decisiones
basado en la evidencia y que, como miembros del personal de la escuela, decidan sobre
cuáles programas se adoptarán y, posteriormente, trabajen en conjunto para asegurar que
sin importar los programas que se elijan incorporar en su escuela, estos se implementarán
con integridad, inteligencia y con las adaptaciones apropiadas a sus necesidades únicas.
Dado que los profesores contarán con información fácilmente disponible y comprensible
acerca de diversos programas, estarán en condiciones de ser consumidores críticos de
evidencia, y de tomar decisiones sabias e informadas para sus niños. Asimismo, serán
participantes activos en el progreso de la investigación, probando nuevos métodos,
aportando ideas, y trabajando en redes para ayudar a que el oficio completo siga
avanzando.

El escenario que acabo de describir es completamente factible. Nada en él exige un cambio


radical en nuestra sociedad, gobierno o profesión docente, como tampoco avances
improbables en ciencia o tecnología. Lo que sí exige es un compromiso del gobierno y de
nuestra profesión con una idea simple y poderosa: Usar lo que funciona.

Las políticas públicas basadas en la evidencia son el camino a seguir en la reforma


educativa. En este artículo se expone un fundamento para una reforma basada en la
evidencia, y aborda los cambios de políticas y los cambios científicos y profesionales
necesarios para hacer de esta visión una realidad.

2. REFORMA EDUCATIVA BASADA EN LA EVIDENCIA

En la educación existe un nuevo movimiento hacia una reforma basada en evidencias,


políticas que promueven la creación, evaluación y aplicación generalizada de programas y
prácticas que producen resultados significativamente mejores que los generados por las
prácticas actuales (Slavin, 2008a). Aunque la reforma basada en la evidencia es algo nuevo
en la educación, otros campos la han adoptado hace ya tiempo. En el siglo 20, la medicina,
la agricultura y la ingeniería en particular comenzaron a exigir que productos innovadores
tales como medicamentos, semillas y máquinas fueran puestos a prueba antes de ser
adoptados ampliamente. El resultado fue un progreso revolucionario en cada uno de estos
campos que aún continúa hoy. En cualquier área que se aplique, la reforma basada en la
evidencia crea una dinámica de mejora progresiva, en la cual trabajan muchos
investigadores y desarrolladores para reemplazar las mejores soluciones que existen en la
actualidad por algo aún más eficaz, seguros de que los creadores de políticas públicas y el
mercado adoptarán con entusiasmo innovaciones cuya efectividad ha sido comprobada.

Si se espera que la educación tenga un avance significativo en el siglo 21, deberá adoptar
una reforma basada en la evidencia. No obstante, hay grandes obstáculos por superar.

Para que la reforme basada en la evidencia prevalezca, deben existir tres condiciones.
1. Debe haber una amplia variedad de programas de efectividad comprobada en todos los
ámbitos de la educación, en cada materia y en cada nivel educativo, apropiados para su uso
en un determinado país o región. Las políticas basadas en la evidencia no prevalecerán si
existen pocos programas que cuenten con evidencia contundente.

2. Es necesario que estén disponibles revisiones de la investigación que sean confiables,


imparciales y orientadas a los educadores, de manera que ellos y los creadores de políticas
públicas puedan saber qué programas y prácticas específicos se ha comprobado que
funcionan luego de someterlos a evaluaciones rigurosas.

3. Las agencias gubernamentales deben proporcionar recursos a las escuelas para que
puedan adoptar programas de efectividad comprobada.
3. GENERACIÓN DE UNA BASE DE INVESTIGACIÓN PARA DESARROLLAR
PROGRAMAS EFICACES

Uno de los requisitos más importantes para la reforma basada en la evidencia es el


desarrollo de un conjunto sustancial de programas y prácticas replicables con una evidencia
contundente de efectividad. Los educadores y los creadores de políticas públicas deben
tener confianza en que si adoptan la reforma basada en la evidencia, serán capaces de
escoger de entre muchos programas desarrollados que han sido evaluados rigurosamente y
han demostrado ser efectivos.

El proceso de desarrollo podría utilizar una serie de «concursos de diseño», en los que el
gobierno establece lo que desea para financiar a una variedad de entidades, para
desarrollar y luego evaluar las alternativas consideradas (Slavin, 1997). Por ejemplo, una
agencia de financiación podría solicitar a organizaciones de investigación y desarrollo que
creen un método para la enseñanza de álgebra a estudiantes de 14 a 16 años, capaz de
aumentar su rendimiento por sobre los indicadores nacionales o internacionales. En un
concurso podría escogerse a los candidatos más prometedores, número que podría
reducirse con el tiempo si algunos diseños resultaran no ser eficaces o prácticos. Esto
exactamente fue lo que hizo la American Schools Development Corporation (NASDC),
financiada por grandes corporaciones más que por el gobierno, para crear modelos
integrales de reforma escolar en la década de 1990 (Kearns y Anderson, 1996; Slavin,
2008b). Modelos integrales de reforma escolar, tales como Éxito para Todos (BORMAN et
al., 2007; SLAVIN, MADDEN, CHAMBERS y HAXBY, 2009), America’s Choice (SUPOVITZ,
POGLINCO y SNYDER, 2001), Direct Instruction (ADAMS ENGELMANN 1996), Modern
Red Schoolhouse (KILGORE et al., 1996), y School Development Program (COMER,
HAYNES, JOYNER y BEN-ARIE, 1996) han sido evaluados ampliamente y se ha
demostrado su efectividad. Hoy en día siguen siendo utilizados en miles de escuelas de
EE.UU., incluso en ausencia de apoyo gubernamental.

El proceso de concurso de diseño que generó modelos integrales de reforma escolar podría
aplicarse a cualquier materia y nivel educativo. Imagine a equipos de diseño que trabajan en
el diseño y evaluación de programas que son capaces de acelerar los logros en lectura para
principiantes, en matemáticas de enseñanza primaria, álgebra y ciencia, prevención de
deserción escolar, primera infancia, y así sucesivamente. En cada caso, el objetivo sería
construir sobre lo mejor que existe en la actualidad, para finalizar con numerosos programas
que aumentan los logros de forma comprobada. Estos programas podrían ser muy diversos.
Algunos podrían involucrar tecnología, otros no. Algunos podrían requerir capacitación
intensiva, otros no tanto. Algunos podrían desafiar las concepciones actuales de planes de
estudios, otros podrían ser tradicionales. Lo único que importa es que se hubiera
demostrado su efectividad, y que sean replicables en muchas escuelas.

Una cuestión clave en el proceso de concurso de diseño es el diseño de la evaluación. Las


evaluaciones deben utilizar la asignación aleatoria a las condiciones, deben utilizar
evaluaciones nacionales o estatales como sus medidas de resultado, y deben ser lo
suficientemente extensas (incluir al menos 10 escuelas) para evitar peculiaridades debidas
a ciertas escuelas. Los programas deben ser implementados conforme a las condiciones
realistas que existirían en la práctica, sin atención adicional o condiciones no replicables.
Las evaluaciones pueden ser llevadas a cabo por los desarrolladores o por terceros, pero
bajo observación minuciosa del organismo de financiación. Éste es el tipo de evaluación
que se utiliza, por ejemplo, en los estudios del enfoque de incentivo financiero PROGRESA
(hoy Oportunidades) en México (ATTANSIO, MEGHIR y SANTIAGO, 2005), y en programas
similares en Colombia, Ecuador, Costa Rica y en otros países. Véase Slavin, 2010.
4. REVISIÓN DE LO QUE FUNCIONA

Los educadores y los hacedores de políticas públicas necesitan tener resúmenes


científicamente válidos, justos, y claramente escritos acerca de la solidez de la evidencia de
investigación que muestra la efectividad de los programas educativos. Los educadores son
poco proclives a tomarse el tiempo para intentar sopesar la evidencia contradictoria de
muchas evaluaciones. Ellos necesitan información en la que puedan confiar de forma
sumativa.

Existen varias revisiones prácticas de investigación sobre programas educativos. Mis


colegas y yo hemos creado uno de los proyectos de revisión en educación más extensos, la
Best Evidence Encyclopedia (www.bestevidence.org), o BEE. En ella se revisa la
investigación sobre programas y prácticas para escuelas primarias y secundarias. La BEE
contiene breves “resúmenes del educador” en cada área, así como revisiones de amplio
alcance. Actualmente cuenta con extensas evaluaciones en matemáticas (SLAVIN y LAKE,
2008; SLAVIN, LAKE y GROFF, 2009), lectura elemental (SLAVIN et al., 2009), lectura
secundaria (SLAVIN et al., 2008), programas para lectores con dificultades (SLAVIN et al.,
en prensa), educación de la primera infancia (CHAMBERS et al., 2010), y reforma escolar
integral (CSRQ, 2006a, b). Además, casi la totalidad de los informes completos ha sido
publicada en revistas selectivas, lo que proporciona un control externo sobre el valor
científico de las revisiones.

Otros proyectos de revisión de EE.UU. incluyen What Works Clearinghouse


(www.whatworks.gov), Social Programs that Work (www.evidencebasedprograms.org),
Comprehensive School Reform Quality Center (www.csrq.org), y Promising Practices
Network (www.promisingpractices.net). La Best Evidence Encyclopedia vincula a las
secciones de educación enlaces a otros sitios web, e intenta facilitar el acceso a revisiones
de investigación en educación de todas las fuentes.

Aunque existen controversias y dificultades en revisiones a la eficacia del programa (véase


Slavin, 2008c), esta iniciativa está avanzando rápidamente en muchos frentes. Es probable
que dentro de pocos años existan múltiples revisiones de alta calidad y fiables, disponibles
para educadores y hacedores de políticas públicas angloparlantes. Un enfoque similar
podría revisar la investigación sobre programas y prácticas disponibles para educadores de
habla hispana.

5. POLÍTICAS PÚBLICAS BASADAS EN LA EVIDENCIA

En última instancia, no es suficiente contar con muchos programas demostrados por la


investigación y con revisiones fidedignas. La educación no posee una tradición de buscar en
la evidencia para tomar decisiones de programa; y sin un apoyo claro del gobierno, existen
otros factores que seguirán siendo más relevantes que la evidencia.

En las políticas de gobierno para apoyar el uso de programas de efectividad comprobada es


fundamental ser claros acerca de cuáles programas cuentan con una evidencia de eficacia
sólida. Por tanto, los gobiernos deben ofrecer incentivos a las escuelas para el uso de
programas cuya efectividad haya sido comprobada.

Dentro de un período de tiempo moderado, cualquier país podría experimentar una


transición a un sistema de educación basado en la evidencia. Para ello, los gobiernos
podrían hacer lo siguiente:

1. Establecer programas de becas para ayudar a los investigadores educativos a evaluar


programas existentes, adaptar programas de otros países para su contexto nacional y
evaluarlos, y desarrollar y evaluar nuevos programas orientados a sus países.
2. Fomentar el uso en las escuelas de programas que hayan sido comprobados como
eficaces en rigurosas comparaciones experimentales de control. Este estímulo podría incluir
contar con funcionarios ministeriales que mencionaran positivamente el uso eficaz de
programas de efectividad comprobada, proporcionar desarrollo profesional ante la elección
e implementación de programas de efectividad comprobada, y la concesión de becas para
ayudar a las escuelas a seleccionar e implementar programas de efectividad comprobada
que fueran adecuados a sus necesidades.

3. Proporcionar fondos para ayudar a las escuelas a escoger programas de efectividad


comprobada, y a implementarlos con fidelidad.

Las políticas aquí tratadas dejan gran libertad y poder de decisión en manos de los
educadores locales. Les permiten a los profesores y líderes de la comunidad educativa
tomar decisiones clave con respecto al plan de estudios, métodos de enseñanza y
programas. Es evidente que necesitarán de información útil y válida en cuanto a cuáles
enfoques escoger. El papel del gobierno es proporcionar información y recursos diseñados
para ayudar a los líderes de la comunidad educativa a tomar decisiones sabias. La reforma
basada en la evidencia permite al gobierno delegar considerablemente mayor autoridad a
educadores locales, al tiempo que se logra mantener los estándares y se entrega asistencia
para mejorar las prácticas de enseñanza a través de medios más bien voluntarios y no
obligatorios.

6. CONSECUENCIAS DE LA REFORMA BASADA EN LA EVIDENCIA

Las consecuencias de la reforma basada en la evidencia podrían ser profundas. Si las


políticas de gobierno comenzaran a favorecer programas con una evidencia sólida, los
desarrolladores tendrían un incentivo para participar en esfuerzos serios de desarrollo y
evaluación. Al ver el impacto inmediato de la investigación y el desarrollo, los creadores de
políticas públicas podrían proporcionar una financiación considerablemente mayor a estas
actividades.

La reforma basada en la evidencia aplicaría a la educación, finalmente, el proceso que en el


siglo 20 condujo a una evolución dramática en la medicina, la agricultura y la tecnología, y
en el que cada solución práctica que cumple con los estándares de evidencia reemplaza a
soluciones menos eficaces, y una vasta iniciativa de investigación y desarrollo trabaja para
optimizar lo mejor que tenemos disponible hoy en día.

Los ganadores en esto serían los niños, en especial, aquellos que son los menos
beneficiados por el sistema actual; también lo serían los profesores que anhelan
herramientas más eficaces para ayudarles a hacer bien su trabajo; y por último, la sociedad
completa, la cual llegaría a esperar avances en la educación con la misma confianza que
actualmente espera en otros campos.

Los acontecimientos recientes en la investigación y las políticas públicas hacen finalmente


posible poner la educación en el camino a una verdadera reforma. Con apoyo consistente,
los modelos de efectividad comprobada de reforma escolar y en la sala de clases pueden
desarrollarse, evaluarse rigurosamente, y difundirse, beneficiando a cientos de miles de
niños. Sólo resta que los creadores de políticas públicas y los profesionales del área
adoptemos las medidas necesarias.

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