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María Camila Bermejo Bejarano

Sociología Jurídica
Taller: Derecho a la ciudad

8M ¡Las mujeres no somos ciudadanas de segunda categoría!


En alguna ocasión la autora Elena Montes escribió un artículo que tenía por nombre: Las
mujeres en Colombia somos ciudadanas de segunda, en el cual mencionaba que las mujeres
somos ciudadanas de segunda pues en el imaginario popular los hombres tienen más
derechos que deberes y las mujeres más deberes que derechos. Y aunque al principio, por la
forma como nos acostumbramos a ejercer y participar de ciertas prácticas de dominación
cuesta entenderlo, en las marchas del 8M del presente año las mujeres salimos a las calles
buscando reivindicar nuestros derechos como el del trabajo, salarios equitativos, y de la
vida misma, tal y como se muestra en la siguiente fotografía:

Fuente: Anonima
Por lo cual, con las reinvindicaciones que aquí se ejemplifican se está luchando por el
derecho a la ciudad, pues tal y como lo menciona Ugalde (2015) “éste es un derecho
colectivo de los habitantes -y no de los ciudadanos- de las ciudades, especialmente de los
grupos vulnerables y desfavorecidos”(p.572) con el cual se busca, según B. Colin (2006, p.
12) “la promoción de un igual acceso de todos los habitantes a los beneficios potenciales de
la ciudad, a la participación democrática en los procesos decisionales y a la realización de
los derechos fundamentales y las libertades de todos los habitantes de la ciudad” (Citado en
Ugalde, 2015, p.572)

Lo anterior, teniendo en cuenta que tal como se evidencia en la imagen las mujeres tenemos
desiguales condiciones laborales y salariales, lo cual no nos permite acceder de forma
equitativa a los llamados beneficios potenciales de la ciudad, a los que todas las personas
que habitamos la ciudad deberíamos tener derecho, pues lo anterior se consagra en la
concepción de ‘ser ciudadano’. Sin embargo, al nosotras las mujeres, no poder gozar de
estos beneficios equitativamente, quedamos relegadas en un segundo plano frente a los
ciudadanos que sí tienen un mayor ejercicio de sus derechos. En este caso que tienen
mejores condiciones laborales, salarias, etc. De allí la concepción de que las mujeres somos
ciudadanas de segunda en Colombia.

Sin embargo, además de las luchas por el derecho al trabajo, salario digno y a la vida, en la
marcha del 8M se disputaron las representaciones que se construyen en la ciudad sobre lo
que es legítimo, importante, inaceptable, etc.

Fuente: Anónima

Pues como se muestra en la fotografía anterior para reivindicar nuestro derecho a la vida,
las mujeres también necesitamos posicionar que la vida de nosotras vale lo mismo que la de
cualquier ser humano, y que nuestra muerte debe ser igual de condenable que cualquier
muerte, pero más importante aún, que las mujeres no merecemos morir por el hecho de ser
mujeres, para que así, se pueda ejercer el derecho a la vida. Es decir, que a través de
transformar la concepción de que hay vidas más valiosas que otras, se genere un rechazo
colectivo de los asesinatos, y así, haya una validez colectiva de la importancia del ejercicio
del derecho a la vida de nosotras las mujeres.

Finalmente, se evidencia que el derecho a la ciudad aglomera otro tipo de derechos que
hacen parte del poder habitar dignamente este espacio, participar de las decisiones que se
toman sobre el mismo y sobre nosotros y nosotras mismas y el disfrute de los derechos que
se reúnen en el derecho a la ciudad.

Bibliografía:
Ugalde, V. (2015). Derecho a la ciudad, derecho en la ciudad. Estudios demográficos y
urbanos. Vol. 30 No. 3 (90). 567-595.

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