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PENSAMIENTOS DE TORÁ Y CABALÁ 2.

por Eduardo Madirolas


www.lacabaladelaluz.com
e-madirolas@hotmail.com

Pensamientos de Torá y Cabalá XXXI

1:31 Vayar Elohim et-kol-asher asah vehineh-tov me'od vayehi-erev vayehi-voker yom
hashishi.
2:1 Vayjulu hashamayim veha'arets vejol-tseva'am.
2:2 Vayjal Elohim bayom hashvi'i melajto asher asah vayishbot bayom hashvi'i mikol-
melajto asher asah.
2:3 Vayvarej Elohim et-yom hashvi'i vaykadesh oto ki vo shavat mikol-melajto asher-
bara Elohim la'asot.

Y vio Elohim todo lo que había hecho y he aquí que era muy bueno; y fue tarde y fue
mañana día sexto.
Y fueron acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos. Y acabó
Elohim en el día séptimo la obra que hizo; y descansó el día séptimo de toda la
obra que había hecho. Y bendijo Elohim el día séptimo, y lo santificó, porque en
él descansó de toda la obra que creó Elohim para hacer.

En el primer capítulo del Génesis seis veces aparece la expresión: “Y vio


Elohim… que era bueno, KY TVB”. Y hemos visto que “Y vio”, VYAR, es la
contemplación en el AVYR (el espejo Divino) de la Luz de Sabiduría, AVR Y – por
guematria la Luz Bahir (Pens. XXIX), la Luz Clara de la Iluminación –. De hecho, el
valor numérico de la expresión Ki Tov es 47, el mismo que la conjunción de los
Nombres AHYH (21) y YHVH (26).
En la séptima vez varía la expresión y está escrito: Vehineh Tov Meod, que en
sentido literal nos da el significado de completitud, de una obra terminada.
Hemos visto que Meod, MAD, es una permutación de la palabra ADAM, con lo
que podemos pensar que el ser humano en su totalidad se halla implicado en esta
expresión.
De hecho, su valor numérico es: VHNH TVB MAD = 128, que es la conjunción
de los Nombres Elohim, Eloah y Adonay: ALHYM ALVH ADNY. Elohim representa
Biná, Eloah es un Nombre de Tiféret y Adonay de Maljut. Estos dos últimos – Tiféret y
Maljut – son los arquetipos de la parte masculina y la parte femenina de Adam, el ser
humano, siendo 128 también el valor numérico de la expresión Aní Meolah, ANY
MOVLH (la O a la letra Ayin), el Yo Superior, cuyo arquetipo es la esfera de Biná.
También, en esta arqueología de Nombres Divinos, observamos que las iniciales
de la expresión: Yom hashishí vayjulu hashamayim veha'arets vejol-tseva'am, que son
YHVHVVTs, suma lo mismo, 128, que además de la conjunción de Nombres Divinos
que hemos visto es también la séptima potencia de 2, 27, es decir, la realización
completa del 2 de Bereshit en el septenario: Día sexto. Y fueron acabados los cielos y
la tierra y todo el ejército de ellos.

1
En el esquema del Árbol extendido nos encontramos en Yesod de Briáh (el sexto
día), receptáculo de las emanaciones, el espejo de la conciencia espiritual, el Livnat
HaSapir (pavimento de zafiro) en el esquema de los Palacios. Esta esfera es al mismo
tiempo la puerta de entrada (interfase) al mundo de Yetsiráh como su Dáat,
Conocimiento. Es en el mundo de Yetsiráh, como veremos, donde se desenvuelve el
capítulo segundo relativo al Gan Eden y al desarrollo (formación) de ese Adam creado
en el sexto día.
El tránsito está sellado, sin embargo, con el Nombre de Dios. Vemos que las
letras iniciales de las dos últimas palabras del primer capítulo: Yom Hashishí; y las
V H
dos primeras del segundo: aijulú ashamaim, conforman el Tetragrámaton, YHVH.
Yod y primera He son el Padre y la Madre – los poderes creativos –. Vav y segunda He
son el Hijo y la Hija, arquetipos del Adam Briático andrógino que será dividido en este
Dáat de Yetsiráh del capítulo dos. Recordemos que el tetragrama desarrollado en
Yetsiráh: YOD HA VAV HA, suma precisamente 45, que es el valor numérico de
ADM.
Los tres primeros versículos del capítulo dos, sobre la institución del Shabat, son
leídos en el kidush (santificación) cada viernes por la noche, en la celebración del
shabat. Para tomar conciencia y enfatizar lo anterior, la fórmula empieza con las dos
últimas palabras del capítulo uno: “Yom hashishí vaijulú hashamaim vehaárets vejol
tsevaam; vaijal Elohim…etc, hasta: ...asher bará Elohim laasot”.
Y podemos notar que el Nombre de Dios no sólo se halla explícitamente
mencionado con las iniciales de esas cuatro palabras. También las letras finales de una
forma indirecta señalan a un Nombre Divino.
Estas letras son: MYVM, de valor numérico 96. Además de la forma aramea del
Nombre Elohim, es decir, Elohin, terminado en Nun, 96 es el valor del Nombre
compuesto El Adonay, 31 + 65. Y es interesante ver que igual que YHVH contiene a
todo el Árbol de la Vida en general y a cada sefirá en particular – y que sus letras
individualmente representan a los Partsufim o Rostros Divinos – el Tetragrama
representa específicamente al Partsuf de Zeir Anpin, el Rostro Menor; mientras que el
Nombre Adonay representa a la Shejináh, la Presencia Divina (femenina en Maljut).
Con lo que de nuevo volvemos a encontrarnos con el concepto de la pareja
divina arquetípica y su conjunción.

Dice el Zohar: “¿Qué es el Shabat? Es el Nombre del Santo, Bendito sea,


perfecto en todos los lados”1
Sobre los versículos que siguen en el capítulo segundo sobre el séptimo día
comentaremos en el siguiente escrito. Ahora nos interesa profundizar en el concepto
mismo de esta entidad cósmica que es el Shabat.
En realidad, el Nombre de Dios está construido sobre el concepto de cópula:
Yod y He – Jojmá y Biná, Abba e Imma, Atsilut y Briáh, Jaiáh y Neshamáh en el
dominio del alma – son como dos amantes que nunca se separan, inconscientes de su
diferencia. Vav y segunda He son Zer Anpin (sefirot de Jésed a Yesod, centrado en
Tiféret) y Shejináh (Maljut). Son Yetsiráh y Asiáh, Rúaj y Néfesh, el Hijo y la Hija, el
Rey y la Reina, Adam y Javá, como partes masculina y femenina del ser humano.
Tiféret (Zeir Anpin) y Maljut (Shejináh) son Rostros – configuraciones energéticas
Divinas personalizadas – que actúan con individualización y autonomía. Son sus

1
Zohar II 207 b.

2
relaciones – como Esposos Divinos – de separación y reunión lo que constituye la
dinámica cósmica de creación y evolución, lo que incluye el despliegue de la historia
humana.
Porque, como afirma el Zohar, los sucesos descritos en los primeros capítulos
del Génesis, no sólo describen acontecimientos relativos a los mundos creados, sino
también procesos internos en el seno del Mundo Divino, el nivel de las emanaciones.
Así, el Pequeño Rostro, el Zeir Anpin, es el arquetipo de Adam, y en el Árbol de la
Vida del Mundo Divino representa algo así como el alma Rúaj de la Divinidad. Su parte
femenina, Javá, metafóricamente una configuración del Néfesh del Mundo Divino, es,
como dice el Génesis (3:20), “la madre de todo viviente”.
Así, leemos en las Asambleas del Zohar:
“510. Pero las conformaciones del Pequeño Rostro [Zeir Anpin] se disponen
según las formas del Gran Rostro [Arij Anpin, Kéter]; y sus partes constitutivas se
expanden hacia este y el otro lado [los dos pilares] bajo una forma humana, de modo
que pueda manifestarse en él el Espíritu del Oculto en todas sus partes.
511. Para que se le pueda situar sobre su trono, porque está escrito (Ez. 1:26): Y
sobre la semejanza de un trono, la apariencia como de la semejanza de un hombre sobre
él2.
512. Como la apariencia de un hombre: porque esa (forma) incluye a todas las
formas. Como la apariencia de un hombre: porque Él incluye todos los nombres. Como
la apariencia de un hombre: porque Él incluye todas las cosas secretas que han sido
dichas o propuestas antes de que el mundo fuera creado, incluso aunque no hayan sido
substituidas en él.”3
Y también:
“716. Hasta que Ella es separada de su lado y viene a Él para que pueda unirse
con Él, cara a cara.”4
“1028. Y cuando Él (el Anciano) quiso separarlos, hizo que cayera un éxtasis (o
trance, ver Gen. 2:21) sobre el Pequeño Rostro5 y separó a la mujer de su costado.
...
1030. Esto es lo que se dice, Gen. 2:21: Y YHVH Elohim6 causó un sueño
profundo a Adam y éste durmió.
1031. ¿Qué es: ‘Y éste durmió’. Lo que está escrito (Sal. 44:24): ‘¡Despierta!
¿Por qué duermes? ¡Oh, YHVH!’ ”.7
¿Qué son entonces para nosotros estos Partsufim o Rostros?
En otro lenguaje: A la conciencia pura, inherente, que subyace a todos los
estados de la mente y de la no-mente, llamamos Jojmá, sabiduría. Y a la capacidad de
concebir de la conciencia en abstracto, que es la energía de la Creación y la madre del
mundo, lamamos Biná, entendimiento. Y el dar a luz de esa pareja yang y yin de fuerzas
supramentales se llama Dáat, Conocimiento. Y el proceso de desarrollo de ese Dáat con
la división primordial en conciencia subjetiva y conciencia objetiva – Tiféret y Maljut –
se llama el Nombre de Dios o Tetragrámaton, es decir, el Nombre de cuatro letras:

2
Esta tríada es también la de la revelación profética, y la imagen del hombre sobre el trono es la del Yo Superior o
Neshamá Suprema (Yo sutil, en la terminología de Wilber. Ver Cáp. X).
3
Santa Asamblea Mayor. Cap. XXV.
4
Santa Asamblea Menor. Cap. XXI.
5
Es decir, restringió el campo de su conciencia, circunscribiendo su atención consciente, lo que supone, además,
la creación de una cierta subconsciencia, por así decir.
6
Nombre de Dios compuesto atribuido a Biná (o a Daát como síntesis de las polaridades). YHVH es, en general,
un Nombre Divino de Tiféret, aunque aquí se halla “todavía” en el estado de Daát. La propuesta del Zohar es que
el Génesis describe simbólicamente procesos internos a la propia Deidad.
7
Santa Asamblea Mayor. Cap. XLII.

3
YHVH, siendo la Yod el operador de conciencia pura, la He el principio manifestante o
creador, la Vav el principio de identidad o conciencia subjetiva y la He el principio de
manifestación como conciencia objetiva que llamamos mundo. Y nos fijamos que en su
grafía hebrea, la segunda y la cuarta letra son la misma, y la tercera es una extensión o
proyección de la primera una vez pasada por el filtro de la He, como si la conciencia
pura se individualizara para sumergirse en la Creación.
En el estado de realización hay una alineación completa entre todos los niveles,
sin rastro alguno de discontinuidad: Jojmá-Biná siempre unidos y los Divinos Esposos –
Tiféret y Maljut – en estado creativo de cópula. Hay entonces un flujo constante de
bendición y gracia a través de todos los mundos y todos los seres y todo se halla en
unidad. Como está escrito: Él y su Nombre son Uno. Todo está incluido en el Nombre
y, por tanto, todos los seres participan de esta unidad. En particular el ser humano,
imagen holográfica del Nombre, su más perfecta representación.
Este estado se rompe como consecuencia de la Caída del ser humano cuando el
estado de Dáat –el estado Divino de identidad entre conocedor y conocido – es
disociado en dos polos – digamos, yo y mundo – mutuamente alienados entre sí. Tiene
entonces lugar la fragmentación y la conciencia única deviene en los muchos. Se pierde
con ello, además, la conexión con las esferas superiores del Árbol, creándose el Abismo
de separación entre las conciencias Divina y humana.

“¿Qué es el Shabat? Es el Nombre del Santo, Bendito sea, perfecto en todos los
lados”8

El flujo constante de Luz espiritual entre Tiféret (Vav del Nombre) y Maljút (2ª
He) ha quedado interrumpido (en la conciencia) con la “Caída del ser humano”, que
causó una separación entre los Divinos Esposos. La Shejiná, en un acto de amor,
acompañó al ser humano en su exilio, quedando su Luz oscurecida y permitiendo el ser
invadida por las fuerzas negativas en consonancia con los actos del hombre, a la espera
de su redención última. Desde entonces la Santa Unión, que es la Luz, la Vida y el Gozo
de los mundos, fundamentalmente se realiza motivada desde abajo, es decir, en
respuesta a un movimiento que empieza por las acciones humanas. En Shabat, sin
embargo, la unión está dada, y todas las prácticas relacionadas con ese día tienen como
objeto el sintonizarnos a esa realidad actualmente presente.
Restablecida la unión entre Tiféret y Maljút, las cincuenta puertas de Biná (1ª
He) están abiertas, y por ellas fluye la Luz de las treinta y dos vías de Jojmá (Yod)9. El
influjo del Anciano de los Días (Kéter10), pura misericordia y deleite supremos,
simbolizado por el rocío (En Sof Or, la Luz Infinita) que colma su Cabeza, desciende
hasta Maljút (el Jakal Tapujim Kadishin, Campo de las Manzanas Sagradas, que incluye
a todos los llamados Campamentos de la Shejiná) llenando todos los mundos a rebosar.

Esta Santa Unión está manifiestamente presente en la misma raíz numérica de la


palabra Shabat: 702.

Partimos del Nombre Yah, Yod He, en el que las polaridades masculina y
femenina aparecen unidas. Yod es Abba, Padre, Jojmá, Sabiduría, el principio Yang de

8
Zohar II 207 b.
9
Jojmá y Biná están presentes en Zeir Anpin, el Rostro Menor, como sus cerebros o mentalidades. Decimos así
que Zeir Anpin contiene la influencia de ocho sefirot, desde Jojmá a Yesod. Son las tres primeras letras del
Nombre, Yod, He, Vav, que después veremos cómo aparecen en el numero 39.
10
Representado en la punta superior de la letra Yod.

4
la Mente Divina. He es Imma, Madre, Biná, Entendimiento, el principio Yin de la
Mente Divina. El Padre está eternamente unido a la Madre, como la Yod a la He del Nombre.

Estas polaridades se desarrollan en los Nombres YHVH y EHYH. El primero


corresponde a Jojmá y el segundo a Biná. Es sabido que el Nombre YHVH, , tiene
cuatro formas de extensión o desarrollo correspondientes a los cuatro mundos
manifestados (las cuatro se pronuncian igual: Yod He Vav He).

Así: Atsilut Valor numérico = 72


Briá “ “ = 63
Yetsirá “ “ = 45
Asiá “ “ = 52
________
Total = 232

Está escrito: “Y dijo Dios: Sea la Luz y la Luz era”. Yehí Or, “Sea la Luz”, es
232 ( , 207 + 25), y éste es el valor del despliegue del Nombre en sus cuatro
expansiones, que es así la Palabra de la Creación. ¿Y cuál es su esencia? Bendición.
También , HaBerajá, la bendición, suma 232.
Por otro lado, Eheieh, , como Nombre de Dios en Biná, tiene tres
extensiones, correspondientes a los tres mundos de Briá a Asiá:

Así: Briá = 161


Yetsirá = 143 Total = 455
Asiá = 151

455 es también el valor numérico de Meló Kol HaArets Kevodó, Toda la Tierra
está llena de su Gloria.
También es el valor numérico de , Tamir veNeelam, Oculto y
escondido, porque esa realidad – Toda la Tierra está llena de su Gloria – no nos es
inmediatamente aparente… salvo en Shabat.
Si realizamos todas las conjunciones:

5
Resulta que el valor numérico de esta construcción, la Santa Unión Divina,
Zivuga kadisha, en todos los mundos, en todos los planos, es justamente 702 (15 + 232
+ 455), es decir, .
Esta meditación se suele hacer en la inmersión en el mikvé (piscina ritual) en la
víspera del Shabat (siete inmersiones más una octava). Pero puede hacerse en cualquier
momento para conectar plenamente con la energía.
“Entonces te deleitarás en el Eterno, y te haré cabalgar sobre las cimas de la
tierra, y te alimentaré con la herencia de tu padre Yaakob, pues así fue prometido por la
boca del Señor” (Isaías 58:14). (Más sobre Shabat en próximos escritos)

Pensamientos de Torá y Cabalá XXXII


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Gen 2:1 Vayjulu hashamayim veha'arets vejol-tseva'am.


Y fueron acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos.

Vayjulú,

Vayjulú, y fueron acabados. VYKLV, valor numérico 72. Los cielos, la tierra y sus
ejércitos (el Nombre Tsebaot no aparece hasta la oración de Jana en el primer libro de
Samuel), pero está implicado desde el principio de la Creación) fueron acabados –
completados, cerrados – mediante los 72 Nombres de Dios. Se dice que los 72
Nombres de Dios son, por así decir, el ADN de la Creación, las unidades – los códigos
– cuya interacción e integración en cadenas contiene toda la información del Cosmos.
Moisés abrió el Mar de los Juncos (o Rojo) con ellos. Porque son los que rigen las leyes
de la Naturaleza. Construyen al nivel básico los campos formales que se manifiestan en
la Naturaleza.

¿Por qué el número 72?

Toda la Creación es el Nombre de Dios, y el número 72 juega un papel básico en el


despliegue de este Nombre.

1:.Leemos en el primer párrafo del Séfer Yetsirá:

Con treinta y dos senderos místicos de Sabiduría GRABÓ


Yah, el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, Elohim vivo, Rey del universo, EL
Shaddai, Misericordioso y Clemente, Elevado y Exaltado, habitante en la Eternidad (o
en la Conciencia) y Santo [Este es su Nombre que grabó con Jojmá]
SU NOMBRE (su Nombre = Shemó = 346 = Ratsón = voluntad)
Y CREÓ SU UNIVERSO con tres libros (Sefarim), con texto (Sefer), con número
(Sefar) y con comunicación (Sippur).

En 32 senderos maravillosos de sabiduría grabó


Yah
Yhvh Tsebaot

6
Elohe Israel (Dios de Israel)
Elohim Jayim (Dios de Vida)
uMelej Olam (Rey del Mundo)
El Saday (EL Omnipotente)
Rajum VeJanum (Clemente y Misericordioso)
Ram VeNisha (Elevado y Exaltado
Shojen Ad (que habita en la Eternidad)
VeQadosh (y Santo):
Shemó (su Nombre)

‫יה יהוה צבאות אלהי ישראל אלהים חיים ומלך עולם אל שדי רחום‬
‫וחנון רם ונשא שוכן עד וקדוש‬
Total = 72 letras

Y es interesante observar que desde el Nombre Yah hasta El Shaday – lo que podríamos
decir los Nombres explícitos frente a los siguientes que serían atributos – hay 42 letras.
Ya hemos visto en otros escritos el papel del Nombre de 42 letras en la Creación.
Digamos que es a nivel estructural (la idea básica del septenario).
Por otro lado, el número 72 es la suma de 22 más 50, los 22 senderos letras del Árbol,
manifestación de Jojmá, y las 50 puertas del entendimiento de Biná. En este caso
hablamos más al nivel de la transmisión y del establecimiento de los campos formales
(Tsevaam).
Tal como establece el Séfer Yetsiráh: grabó y creó con número (filtros sefiróticos de
intensidad de la Luz), texto (o letras, manifestaciones cualitativas de la Luz) y
comunicación (la interacción de ambos).
La suma de los dos números, 72 y 42, es 114, que es el valor de Janún, dador de Gracia,
JNVN. Podemos analizar esta palabra, además de por su significado explícito, por sus
letras: Jet de Jojmá, Nun de Biná, Vav de Tiféret (el nexo de unión) y la segunda Nun ,
aunque la hemos sumado como 50, por su forma de final, representa toda la columna
central alcanzando hasta Maljut. Tenemos así la transmisión completa.
Hay que tener en cuenta que el nombre de las sefirot – si incluimos a Dáat – se cubre
con 42 letras:
. Ahora bien, si añadimos las expresiones: En Sof al principio, , y la
triple kedushá angélica: Kadosh, Kadosh, Kadosh, y después de las sefirot la expresión:
Qoné Shamayim VaÁrets,
Santo, Santo, Santo, poseedor de cielos y tierra,
tenemos 72 letras y todo el circuito, desde el Infinito hasta el último de los mundos..

2. Además, el conjunto de Nombres Divinos sefiróticos, que definen su energía


Atsilútica, tiene también en total 72 letras:
Maljút ADONAI HAÁRETZ Mi Señor de la Tierra
Yesod SHADAI EL JAI, el Dios Omnipotente y Vivo
Hod , ELOHIM TSEBAOT, Dios/a de los Ejércitos
Nétsaj , YHVH Tsebaot, El Eterno de los Ejércitos

7
Tiféret , YHVH ELÓAH VADÁAT, YHVH Dios que se hace
conocido, que se manifiesta
Guevurá , Elohim Guibor, Dios de la Fuerza
Jésed , El, Dios
Biná , Yehová Elohim (el Nombre completo)
Jojmá , YAH (Yod He). Sabiduría omniconsciente. Energía Divina.
Trascendencia.
Kéter , EHEYEH, Yo soy o Yo seré

3. También el Tetragrama se desarrolla según el número 72:


Es, por un lado, el valor numérico de su extensión en Atsilut, lo que corresponde a su
esencia

Es este un Nombre de gran poder de iluminación

Además, el despliegue del Tetragrama en los mundos, que podemos extender en forma
de triangulación, también suma 72

La letra Yod es el punto de Infinito, semilla de la Creación.


Yod He, como Jojmá y Biná, polos positivo y negativo de la Mente Divina, son los
generadores de la Creación y establecen la dinámica básica de las polaridades..
Yod He Vav es el nivel Yetsirático. Las seis permutaciones de estas tres letras sellan
(Séfer Yetsirá) las seis caras del cubo del espacio metafísico.
Yod He Vav He es el centro del cubo, el Templo en el centro, tal como lo define el
Séfer Yetsirá, el punto de manifestación de la Shejiná, la Presencia Divina.

Todo esto no serían sino curiosidades interesantes si no fueran al mismo tiempo


poderosas técnicas de meditación y de conexión. Recreando estas realidades en nuestro
espacio interior participamos del flujo creativo, resonamos con él, experimentamos la
plenitud del gozo de sentir la energía divina circulando a través de nosotros.
Por ejemplo, asumimos esta triangulación en nosotros de la siguiente manera: Yod es
nuestro centro de Kéter sobre la cabeza; Yod He, los dos hemisferios: Jojmá y Biná;
Yod He Vav los hombros y el centro del corazón, Jésed, Guevurá y Tiféret; Yod He
Vav He, Nétsaj, Hod, Yesod, Maljut, las dos caderas, el centro genital y el Maljut.
Según el principio del libro de Job: “Desde mi carne veré a Dios”.

También suma 72 la expresión que se emplea para definir a Dios como el Eterno, el que
está por encima del tiempo, el que define la dimensión del tiempo:
, El que era, es y será, Hayá, Hové veYihyeh
Meditando en estas letras también nosotros podemos elevarnos sobre la dimensión
temporal.

8
Y, por supuesto, están los 72 Nombres de Dios, bien conocidos, revelados en el libro del
Éxodo. Pero este tema trasciende el marco del presente escrito. Recordemos, sin
embargo, el aforismo: No hay tiempo en la Torá. Los sucesos arquetípicos están más
allá de la temporalidad.
Sólo una observación: En la narrativa del Génesis, y siguiendo nuestra metodología de
estudiarla a la luz del Árbol extendido en los mundos, nos encontramos (sexto día) en
un punto clave definido por la siguiente ecuación: Yesod de Briá- Dáat de Yetsirá. El
siguiente estadio creativo es el Maljut de Briá-Tiféret de Yetsirá- Kéter de Asiáh.
Corresponde al séptimo día, el Shabat, que se desarrolla en los tres primeros versículos
del capítulo 2. Será objeto del siguiente escrito.
Después entraremos de lleno en el segundo relato de la Creación, correspondiente al
sendero involutivo en el mundo de Yetsiráh.

9
Pensamientos de Torá y Cabalá XXXIII
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SHABAT 2

Yom hashishi.
2:1 Vayjulu hashamayim veha'arets vejol-tseva'am.
2:2 Vayjal Elohim bayom hashvi'i melajto asher asah vayishbot bayom hashvi'i mikol-
melajto asher asah.
2:3 Vayvarej Elohim et-yom hashvi'i vaykadesh oto ki vo shavat mikol-melajto asher-
bara Elohim la'asot.

Día sexto.
Y fueron acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos. Y acabó Elohim en el
día séptimo la obra que hizo; y descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho.
Y bendijo Elohim el día séptimo, y lo santificó, porque en él descansó de toda la obra
que creó Elohim para hacer.

Hemos visto en otros escritos que los siete días de la Creación corresponden a las siete
sefirot inferiores del mundo de Briá (literalmente, mundo de la Creación). El séptimo
día es el Maljut, y es el ciclo sin concluir en el que nos encontramos actualmente, ya
que no se dice nunca – como en los demás días – “y fue tarde y fue mañana, día
séptimo”.
Al decir que se trata del ciclo presente, no estamos hablando desde el punto de vista de
la temporalidad, que es del mundo de Asiá, de la Acción, sino desde el punto de vista
del despliegue del Ser – atemporal, arquetípico – que es la esencia del mundo de Briá.
De hecho, en el esquema del Árbol extendido, nos encontramos en el Maljut de Briá,
que se solapa con el Tiferet de Yetsirá y con el Kéter de Asiá.
Tres veces se repite en el texto de referencia el concepto de Asiá: Dos veces en el
versículo dos (asher asá) y una en el versículo tres (asher bará Elohim laasot). Esta
última nos da la clave de la continuidad de ambos mundos, como Maljut y Kéter, ya que
se especifica “de toda la obra que creó Elohim para hacer.” Para hacer en el sentido de
que desde el punto semilla de Kéter está por desplegar el mundo de Asiá según la pauta
arquetípica del Maljut de Briá.
Dicho de otro modo, el desarrollo del mundo de Asiá es el despliegue de la Shejináh
(Presencia Divina) ya que numéricamente Asiáh y Shejináh tienen el mismo valor:

10
= 385 =

¿Qué significa que Dios descansó?


Que la energía creativa de la Madre, de Elohim, queda en forma latente, como
cristalizada, en el Maljut, con lo que el mundo alcanza permanencia y estabilidad.
Podemos verlo claramente en la famosa fórmula de Einstein de la equivalencia de la
masa y la energía: E = mc2. Nosotros vemos un mundo de objetos con las leyes
dinámicas de la masa. No percibimos directamente la energía, sino sus manifestaciones.
Pero la masa es energía cristalizada, y una se transforma en la otra. Ciertamente no de
una forma simétrica, ya que una fracción infinitesimal de masa equivale a una inmensa
cantidad de energía. Prueba de ello es la energía atómica.
Esto al nivel de la materia, pero lo mismo podríamos decir del ser psíquico si liberamos
la energía latente en el centro psicofísico de Maljut en la base de la columna. Pero esto
ya es otro tema.
De alguna manera vemos este mismo concepto en las letras de la palabra Shabat:

Por un lado está la Shin, que es el emblema de la energía creativa, el Rúaj Elohim, el
Espíritu de Dios (que se cernía sobre la superficie de las aguas). Y la correspondencia
elemental de la Shin es Fuego. En este contexto podemos considerar a la Shin como
Shamaim, los cielos.
= 300 =
Por otro lado está la Tav, la última letra, la obra completada, emblema del mundo
extendido en el cuaternario (hablaremos sobre esto en extensión) de los elementos y del
cuádruple ciclo de la temporalidad en su máximo despliegue. En este contexto podemos
considerar a la Tav como Tierra, Erets.
Y ambos conceptos – la dualidad cielo-tierra – están unidos por la letra Bet, que es el
número dos, pero en modo alguno indicando oposición, sino al contrario, comunicación
e incluso bendición.
Dice el Bahir, a propósito de la Bet inicial de Bershit, que donde hay una Bet hay Berajá
y hay Sabiduría.
Lo vemos en la forma de la letra: los mundos superior (trazo horizontal de arriba) e
inferior (trazo horizontal de abajo) unidos (trazo vertical), y ésta es la esencia de la
berajá, la bendición que desciende. Lo superior fecunda a lo inferior. En Shabat cielo y
tierra están unidos.
Y así está escrito que Dios bendijo el día séptimo y lo santificó, porque Él mismo, por
así decir, hizo Shabat (Ki Bó Shabat).
Y lo bendijo: . Yebarej es 232, número que sabemos que corresponde a las
cuatro extensiones del Tetragrama:

y a la expresión , Hágase la Luz.


Es decir, mediante la Vav (que significa conjunción) unió el séptimo día con la luz de la
Creación (del primer día) la luz del Nombre de Dios en expansión.

11
Y lo santificó: . Mediante la Vav lo unió con la Luz Infinita, ya que suma
414, lo mismo que , Or En Sof.

Es difícil expresar toda la riqueza del Shabat en unas pocas líneas. Cada septenario,
cada semana, repetimos el ciclo cósmico de la Creación. Y con la práctica del Shabat
conectamos directamente con esta energía de Berajá y Kedushá.
Un momento cumbre de esta práctica es la santificación del Sábado, el kidush. Este
comienza con el texto de referencia del Génesis, empezando por el Yom Hashishí
Vayjulú Hashamayim, cuyas iniciales son el Nombre de Dios. Consta en total de 37
palabras.
Después (ver imagen textual aparte) se pronuncian dos bendiciones sobre el vino: la
primera es la específica del vino (9 palabras) y la segunda es la propia del Shabat, que
consta de 35 palabras.
Así, en lo referente al Shabat hemos empleado exactamente 72 palabras (37 + 35).
Si tenemos presente todo lo dicho sobre el Nombre de 72 (ver Pensamientos XXXII),
somos conscientes de que con ello estamos recreando toda la Creación.
Hay que tener en cuenta que este concepto ya se encuentra contenido en la propia
palabra Vino: , Yayin, de valor numérico 70. Podemos añadir dos unidades, porque
la Yod repetida es equivalente a la Yod extendida, (ambas suman 20) y es Jojmá (de
hecho todo el Árbol de la Vida como contenido en Jojmá) y la letra Nun es
representativa de Biná.
La bendición del pan (ver) consta de 10 palabras. Junto con las 9 de la bendición del
vino y las 72 anteriores obtenemos exactamente 91 palabras (No se cuenta la expresión
en letra pequeña Sabri maranán: ¡atención señores!).
Léjem, pan, es 78, que es tres veces 26, tres Tetragrammaton, el Nombre de 12 letras.
Añadiendo el 13 de las medidas de Rajamim (que podemos proyectar al hacer la berajá)
obtenemos también 91.
El número 91 es de inmensa significación. En este contexto nos interesa ver que es la
conjunción de los Nombres y , es decir, las bodas místicas, la conjunción de
HaKadosh Barúj Hu y Shejináh, Zer Anpin (Tiféret) y Maljut, el Cielo con la Tierra, ya
implícita en el propio concepto de Shabat, como vimos antes. Esta Santa Unión es
bendecida con el 13 de Ejad y de Ahabáh (unidad y amor) y con el descenso de las 13
medidas de la misericordia que fluyen por todos los mundos, ya que 91 = 13 × 7, el 13
fluyendo (en multiplicación) por el septenario. Actualizamos esta unión con el kidush, y
en nuestra meditación entrelazando ambos Nombres: (Un Yijud que se
puede hacer en la oración siempre que aparece el Nombre de Dios, que se escribe
YHVH pero se pronuncia Adonai).
Y por supuesto, lo actualizamos en la práctica conyugal realizada con conciencia y con
kedushá.
Shalom es la serenidad y plenitud que dimana de la unión de los opuestos, Shin y Mem,
fuego y agua, principios yang y yin unidos por la lamed de Libra, la balanza. Es zájar
unequevá (390), masculino y femenino en conjunción. El estado resultante es
Shamayim, cielos, que es también 390.
Shabat Shalom!

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Pensamientos de Torá y Cabalá XXXIV
La Cábala de la Luz
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Sobre la Torá. El séptimo día.

Es uno de los 613 mandamientos, basándose en Deuteronomy 31:19, que cada


persona deberá escribir para sí mismo un rollo de la Torá. Lo que significa que cada
cual deberá encontrar su proia vía, no solo de interpretación, sino de interiorización,
hasta hacer de la Torá segunda piel, o mejor todavía, hasta ser él mismo Torá viviente.
Si admitimos que la Torá es Palabra de Dios, es infinita en todos los aspectos,
aunque desde el punto de vista de nuestra mente finita esté escrita en forma de mensaje
cifrado. A veces surge la pregunta de por qué esto, por qué un texto críptico que
necesita ser decodificado.
Posiblemente no haya una sola respuesta, ya que quién es capaz de descifrar los
arcanos del pensamiento Divino. Una explicación lógica es que si el texto estuviera
claramente especificado, tendría un significado lineal, único. Es decir, sería finito,
encerrado en los límites del concepto. Y la Torá dejaría de hablar a cada ser humano de
una forma personal, para mostrarle su propia vía de retorno a la Fuente.
Así, cada palabra, cada versículo, nos lleva a un número infinito de significados
por descubrir. Es un lugar común en la hermenéutica bíblica que cada palabra tiene 70
significados. Lo cual es como decir que hay infinitos significados en sus
combinaciones. Por otro lado, ya hemos visto que el número 70 es simbólico de todo el
campo de conciencia humano, representado por las 70 lenguas. En la escuela de Safed
se enseñaba que hay 600.000 sentidos, uno para cada letra, en el sentido de que cada
una de las 600.000 “letras” de la Torá corresponden a las 600.000 raíces de almas del
enjambre de Chispas Divinas de la humanidad (y que estuvieron presentes en la
revelación del Sinái). Todos los números son simbólicos.
En cualquier caso, cada uno debe establecer su propia relación personal con la
Torá, que es como decir, celebrar sus propios esponsales con la Shejináh.
En uno de los discursos más sublimes del Zohar (Zohar II 99a-b), el Anciano de
la parashá Mishpatim (Sava deMishpatim), éste señala el camino de la Torá, que es un
camino de amor. Esta es la cita:

“Cuántos seres humanos viven en confusión mental, no mirando el camino de la


verdad que hay en la Torá; la Torá que los llama día a día hacia ella en amor, pero,
desdichados, ellos ni siquiera dan vuelta a las cabezas. Efectivamente, como he dicho,

13
la Torá deja salir una palabra que por un instante emerge de su envoltura, y luego se
oculta de nuevo. Pero ella solamente hace esto para aquellos que la entienden y
obedecen. Ella es como una hermosa y digna damisela que se halla oculta en una
cámara apartada de un palacio y que tiene un amante del cual nadie, salvo ella, sabe. Por
su amor por ella, él pasa constantemente por su puerta, dirigiendo sus ojos a todos los
lados para encontrarla. ¿Qué hace ella, sabiendo que él siempre anda por el palacio?
Abre un poco la puerta en su oculto palacio, descubre por un momento su rostro para su
amante, y luego apresuradamente lo vuelve a esconder. Nadie, salvo él, lo advierte. Pero
su corazón y alma y todo lo que hay en él tiende a ella, sabiendo como él sabe que ella
se le reveló por un momento porque lo ama. Lo mismo ocurre con la Torá, que revela
sus secretos ocultos solamente a quienes la aman. Ella sabe que quien es sabio de
corazón diariamente anda tras las puertas de su casa. ¿Qué hace ella? Ella le muestra su
rostro desde su palacio, haciéndole una señal de amor e inmediatamente retorna a su
lugar de escondite. Únicamente él entiende el mensaje de ella, y él es atraído a ella con
corazón y alma y todo su ser. Así, la Torá se revela momentáneamente en amor a sus
amantes para despertar en ellos amor fresco. Y este es el camino de la Torá. Primero,
cuando empieza a revelarse a un hombre, ella le hace señales. Si él entiende, bien está,
pero si no, ella lo manda llamar y le dice “simplón” y dice a sus mensajeros: “decid a
ese simplón que venga aquí y converse conmigo”, como está escrito: “quienquiera que
sea simplón llegúese acá” (Prov. 9:4). Cuando él viene a ella, ella empieza a hablarle,
primero de detrás de la cortina que ella tiende para él sobre sus palabras accesibles al
entendimiento de él, de modo que él pueda progresar poco a poco. Esta forma de
casuística se llama “Derashá”. Luego ella le habla de detrás de un delgado velo,
discurriendo adivinanzas y parábolas que se llaman Hagadá. Cuando por último él se ha
familiarizado, se le muestra cara a cara y conversa con él sobre todos sus misterios
ocultos y todos los caminos misteriosos secretamente guardados en su corazón desde
tiempo inmemorial. Entonces cada hombre es un verdadero adepto a la Torá, un “dueño
de la casa”, porque ella le ha revelado todos sus misterios, sin retener ni ocultar nada.
Ella le dice: “¿Ves cuántos misterios contiene la señal, la insinuación que te di al
comienzo”? El comprende entonces que no cabe agregar ni quitar nada de las palabras
de la Torá, ni un signo o letra. Por eso los hombres han de seguir la Torá con poder y
primacía de modo que ellos puedan volverse sus amantes, como se ha descrito.”
Hay muchas metodologías para adentrarse en el mundo del Sod (secreto) de la
Torá, y, como decimos, cada cual debe practicar la suya. Una posible, empleada
ampliamente en estos escritos, es leer al modo de los Nombres Divinos, para lo cual se
emplean diversos procedimientos, entre otros un uso extensivo de la guematria (valores
numéricos). Mediante su valor numérico, unimos cada palabra o grupo de palabras con
un Nombre o una combinación de Nombres de Dios, con lo cual la elevamos a su raíz
última y abrimos su potencial divinizante (es decir, de kedushá). Esto debe hacerse con
conexión, con la intención no sólo de elevar nuestra conciencia, sino de traer berajá para
nosotros y para todos. Nuestro estudio de la Torá se convierte así en un Yijud continuo.
Por ejemplo, leemos en el párrafo de referencia que “acabó Elohim en el día
séptimo la obra que hizo; y descansó en el día séptimo de toda la obra que había hecho”.
(También podemos leer “con el día séptimo”, ya que la preposición “B” puede tener
ambos significados)
Y a continuación leemos: “Y bendijo Elohim el día séptimo”
¿Qué es el “día séptimo” y qué significa “en (o con) el día séptimo?
El día séptimo: Yom hashvi'i, YVM HShBYOY (O es Ayin) = 453

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Partimos de que estamos hablando la séptima sefiiráh desde Jésed, es decir,
Maljút. Yesod es llamado el Receptáculo de todas las Emanaciones, que son recibidas y
filtradas para su manifestación en Maljut.
El Nombre de Dios en Yesod es Shadai El Jai, Dios Omnipotente y Vivo,
= 363. El Nombre de Dios en Maljut es Adonay, Mi Señor, = 65.
Conectando ambos Nombres actualizamos la trasmisión de Yesod a Maljut, es decir, de
Zeir Anpin, el Rostro Menor de la Deidad, a Shejináh, la Presencia Divina (femenina)
en Maljut. Vamos a ver cómo 363 + 65 + 25 = 453 = Yom HaShevií.
Shejináh es femenina respecto de Atsilut, pero activa – como Madre Inferior –
respecto de los mundos creados. En la Torá es llamada con frecuencia Koh, KH = =
25. Koh, literalmente, significa “así”.
En el libro Shaaré Oráh, Las Puertas de la Luz, de R. Yosef Guikatila,
encontramos las siguientes enseñanzas:
Dice Guikatila: Este atributo [Maljut], al abrirse a todas las demás esferas es la
esencia del Ruja HaKódesh. Así, los profetas empiezan su discurso: “Koh dice YHVH. Así
dice YHVH”.
También enseña Guikatila: Koh es la puerta de la oración. A través de él, el que pide
puede aprender a cambiar el poder de los planetas, transformando en misericordia el atributo
del juicio. En Gen 15:5, leemos: “Y le hizo salir afuera y dijo: Mira el cielo y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Koh (así) será tu simiente”.
Es la puerta, el interruptor, por así decir, de la berajá. La bendición sacerdotal (Num
6:22) empieza: “Dile a Aarón y a sus hijos: Koh (Así) bendeciréis a los hijos de Israel...”
En el episodio de la zarza ardiente (Ex 3:14-15) Koh es la entrada a ambos Nombres:
Eheyé y Adonai.
Koh (Así) dirás a los hijos de Israel Eheieh me envió a vosotros
Koh (Así) dirás a los hijos de Israel YHVH Dios de vuestros padres…
Y también: Ex 5:1. Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le
dijeron: Koh (así) dice YHVH Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo…
Ex 7:16-17: “YHVH, Dios de los hebreos, me envió a ti para que les permitieras irse y
servir a YHVH en el desierto, pero no escuchaste a Koh (literalmente, hasta ahora). Koh (Así)
dice YHVH: Con esto (Zot, también representación de Maljút.) sabrás que Aní (Yo, también
Maljut) soy YHVH. He aquí que Yo (Anojí – Tiféret) Makeh (mKH = golpearé) con la vara
que tengo en mi mano las aguas (Mayim, M) del río y se convertirán en sangre”.

Hay que tener en cuenta que la letra Kaf es la inteligencia de la vasija, y al nivel
divino representa el Trono de Gloria (Kisé haKavod). La He es, por supuesto, la segunda He
del Tetragrama, letra de manifestación de la Shejináh.
Elohim bendice y santifica el séptimo día porque “acabó Elohim en el día séptimo
(Beyom HaShevií) la obra que hizo; y descansó en el día séptimo (Beyom HaShevií) de toda
la obra que había hecho”.
Acabó: Vayjal, VYKL; la letra Vav es la conjunción. YKL son las letras de Keli,
KLY, vasija. La vasija ha sido completada con el día séptimo: Beyom HaShevií, BYVM
HShBYOY (O es Ayin) = 455. ¿Qué añade la letra Bet, de Bayit (Casa), arquetipo de todos
los contenedores (sagrados) = Berajá y plenitud de Jojmá (2)?
El número 455 es Meló Jol Haárets Kevodó, , “toda la
Tierra está llena de su Gloria” (el canto angélico de Kedushá de la visión de Adonai en
Isaías, cap.6), la Inmanencia Divina (Shejináh) llenando los mundos a rebosar.

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El número 455 es también la suma de las tres extensiones del Nombre de Dios
Eheieh, Yo Soy, que como Nombre de Dios en Biná, corresponde a los tres mundos
creados, de Briá a Asiá:

= 161
= 143 Total = 455
= 151

Y como hemos visto (Pensamientos XXXI), 455 es asimismo el valor numérico


de , Tamir veNeelam, Oculto y escondido, porque esa realidad – Toda la
Tierra está llena de su Gloria – no nos es inmediatamente aparente… salvo en Shabat.
“Y descansó (VaYishbot) en (o con) el séptimo día: Hizo Shabat.
YISHBT, Yishbot, descansó, es 712 = 455 + 232 + 25. La Vav, como siempre es
el nexo de unión.
El Número 232 corresponde a las cuatro formas de extensión correspondientes a
los cuatro mundos manifestados del Nombre de Dios: Yod He Vav He).

Así: Atsilut Valor numérico = 72


Briá “ “ = 63
Yetsirá “ “ = 45
Asiá “ “ = 52
________
Total = 232

Está escrito: “Y dijo Dios: Sea la Luz y la Luz era”. Yehí Or, “Sea la Luz”, es
232 ( , 207 + 25), y éste valor del despliegue del Nombre en sus cuatro
expansiones, es así la Palabra de la Creación. ¿Y cuál es su esencia? Bendición.
También , HaBerajá, la bendición, suma 232.
Koh ya hemos visto que es 25 y lo que significa.
Así, pues, este es el Shabat Divino dador de Vayishbot:

Que todos seamos llenados con su Luz y su Bendición. Amén.

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Pensamientos de Torá y Cabalá XXXV
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Gen 2:4

Eleh toledot hashamaym vehaárets behibarám beyom asot YHVH Elohim érets
veshamaym.
Estas son las generaciones de los cielos y la tierra en su creación en el día que hizo
YHVH Elohim tierra y cielos.

Este versículo inicia el segundo relato de la Creación, específico del ser humano
y el Edén. Si el primero cubre el despliegue del mundo de Briáh, este segundo se refiere
al desarrollo del mundo de Yetsiráh, como veremos.
Son varios los temas a comentar aquí (de entre los infinitos significados, como
ya se ha dicho):
1. La expresión Eleh Toledot, en sí misma y como presentando la fórmula del
Tetragrama en las 26 generaciones.
2. La palabra behibarám, que contiene una letra He de menor tamaño. Su valor
numérico. Abraham.
3. El Nombre de Dios YHVH Elohim, el llamado Nombre completo, con la
aparición explícita por primera vez del Tetragrama.
4. La doble mención de cielos y tierra, con el orden invertido la segunda vez.
5. El segundo relato de la Creación y el mundo de Yetsiráh.

Éleh Toledot: Estas son las generaciones.


Vemos que la palabra Toled, generación, es una letra Dalet invertida. En este
caso la palabra Toledot aparece con dos Vavim. En otras ocasiones, que
especificaremos, o bien falta la primera, o bien la segunda. Esto tiene importancia en
cuanto al valor numérico de la palabra, 846 en este caso, que después analizaremos.
Antes, notamos que la letra Dalet (en nuestro sistema) corresponde al sendero
Jojmá-Biná (ver imagen):
Dalet significa Puerta. Es la puerta de la Casa, Bait, que como letra B = 2
representa tanto Jojmá (segunda sefirá) como el sendero Kéter-Biná. Jojmá y Biná son
simbólicamente Abba e Imma, padre y madre, los generadores. Cuando Jojmá fecunda a
Biná y ésta concibe tenemos Toled, Dalet invertida, Toledot, generaciones. Es la puerta
de salida. El recorrido del sendero en sentido opuesto, de Biná a Jojmá, la puerta de
entrada en la trascendencia absoluta de toda forma, es la Dalet, en sentido directo.
Vemos también la forma de la letra, como un trazo horizontal, indicativo de este
sendero del que cuelgan, por así decir, los mundos, que es el trazo vertical.
Dalet es también el número cuatro, y es sabido que con el cuatro se alcanza el
diez, es decir, la completitud, según la ecuación: 1 + 2 + 3 + 4 = 10. El desarrollo desde
Jésed (cuarta sefirá) completa el Árbol hasta Maljut (décima sefirá).
El número tres significa Forma en sentido general (aristotélico). El cuatro, con
su estabilidad y resistencia, es el manifestador de la forma (materia o sustancia, en
sentido aristotélico). Es la cuadratura del círculo del espíritu, el círculo cruz (ver figura),

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18
ESTE
VIDA
AIRE
Pishón
Primavera
Amanecer
Inicio/Nacimiento
Pensamiento

NORTE SUR
LEY LUZ
TIERRA FUEGO
Frat Guijón
Invierno Verano
Medianoche Mediodía
Cesación/Gestación Desarrollo/Manifestación
Sensación Intuición

OESTE
AMOR
AGUA
Jidéquel
Otoño
Anochecer
Declive/Semilla
Sentimiento

El Círculo-Cruz

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símbolo de Maljut, y cuya estructura queda plasmada en el Gan Eden, el jardín del
Edén. En general, podemos hablar de la estructura cuádruple de la Creación, y el tema
del Uno frente al Cuatro es uno de los principales nervios de la Torá y ciertamente de
todo el diseño humano (ADm), como se muestra ampliamente en este segundo capítulo.
Esta disposición queda también reflejada en el diseño de los cuatro mundos frente al
quinto (el Uno) de Adam Kadmón o de Ensof.
También el Nombre de Dios, manifestado explícitamente por primera vez en
este versículo, tiene cuatro letras (y a veces aparece especificado como ´ ). La
unificación del Nombre de Dios es uno de los temas principales de la práctica judía y de
la cabalá.
Hay que entender que esto se refiere al punto de vista humano y de la historia. El
Nombre ya es uno y está contenido en la unidad, como se muestra en la estructura de la
letra Alef, que consta de un trazo central (letra Vav = 6) del que penden dos Yodim, uno
a cada lado (10 + 10). Total 26, que es el número del Tetragrámaton.
Precisamente, como vimos, la separación de la Yod inferior en dos letras He = 5
(aguas superiores y aguas inferiores) pasando a ocupar la Vav (el firmamento) el nexo
de unión de ambas (Briáh, Yetsiráh, Asiáh), y permaneciendo la Yod superior (Atsilut)
como unidad, es el tema del segundo día de la Creación.
Y es interesante notar que el número de palabras de todo el primer capítulo del
Génesis es precisamente 434, el valor numérico de la letra Dalet (DLT), la Puerta de la
Creación. Este es también el valor de la expresión , Guilui Shejiná, la
Revelación de la Shejiná. Todo el capítulo primero abre la Puerta para esta Revelación
de la Presencia Divina que se concreta en el séptimo día.
Y si añadimos las 35 palabras de los tres primeros versículos del segundo
capítulo, relativos a este séptimo día, obtenemos 469. En este caso, para completar la
imagen, es necesario añadir una unidad por la Alef anterior a la Bet de Bereshit,
implícita y subyacente a todo el relato de la Creación.
Alcanzamos así el valor 470. Este es el número del (Sea
la Luz y la Luz fue), la palabra de la Creación, que alcanza así su compleción. Es
también el valor de la palabra ET, , el conjunto del tiempo, cuyo despliegue está
contenido en ese Sea la Luz que ya hemos analizado en otras ocasiones.
ET junto con la Dalet que estamos tratando nos da , que nos da así todo el
potencial de manifestación de la Luz (y de la temporalidad) en el cuaternario.

Hemos dicho que cuando Biná concibe tenemos Toledot, generaciones.


El Nombre de Dios de la Creación (Biná) es Elohim, que tiene tres expansiones:

Valor numérico = 300


Valor numérico = 291
Valor numérico = 295
Total = 886
La primera, es la expansión del Rúaj Elohim = 300
La segunda es el valor de Érets, Tierra =291
La tercera es Yeriah, äòéøé, cortina =295, como en el versículo (Sal 104:2): “Que
extiende los cielos como una cortina”. Una cortina filtra u oculta la luz, pero también
nos protege de una luz demasiado directa que podría dañarnos.

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El valor numérico de Toledot es 846 y Éleh (que forma parte del Nombre
Elohim) es 36. Hay que añadir cuatro unidades, correspondientes a las cuatro letras del
Tetragrama, y también a la mención a cielos y tierra y su repetición: tierra y cielos;
asimismo a la letra Dalet, el cuaternario, incluida en la palabra Toledot.
Así: 846 + 36 +4 = 886, el valor de la extensión del Nombre Elohim.
Hemos también visto, por el número de palabras y otras derivaciones del
cuaternario, la referencia a la palabra de la Creación, , cuyo
núcleo, Yehí Or, suma 232. que es valor de las cuatro expansiones del Tetragrámaton:

Ya hemos hablado de este desarrollo en otros lugares. Baste ahora decir que,
puesto que estamos considerando la primera aparición del Nombre completo: YHVH
Elohim, sumando las expansiones de ambos (886 + 232) obtenemos 1118 que es valor
del Shemá Israel:

Escucha Israel YHVH nuestro Dios YHVH es uno.


Shemá Israel YHVH(Adonai) Elohenu YHVH(Adonai) Ejad.

Podemos comprobar que, aunque hablemos de Toledot, generaciones, como


punto de partida de la división y multiplicidad, estamos de hecho proclamando también
la Unidad.

Y miramos a la letra Dalet de mayor tamaño – la letra en la que hemos basado el


presente escrito – e igualmente a la letra Ayin de Shemá. Ambas forman la palabra
que significa Eternidad y Testigo (testimonio). Es la raíz de la palabra Conciencia. De
ella deriva el término Edén, .
Hemos visto que uno de los significados del Tetragrama es “el que era, es y
será”, y de ahí el Eterno. Eternidad es, como hemos dicho, Ad, Ayin Dalet, que es
también “Testigo”, Ed.
Conciencia es Dalet Ayin. Uno de los títulos Divinos es Shojen Ad, Habitante de
la Eternidad. También Dios es llamado Testigo, como en 1Samuel: “ED YHVH...”
(12:5).
Lo cual nos devuelve al Shemá Israel, en el que la proclamación de la Unidad
Divina es un despertar de la Conciencia (¡Shemá!, ¡Escucha!) a su Fuente.
, reordenado, se puede escribir como , leído como
Eshmaj Ad, y que significa: Me alegraré en AD, es decir en la conciencia pura, la
conciencia testigo, la raíz de la conciencia, la Conciencia Divina, en Devekut. En la
Conciencia, el Gran Gozo, descansamos en plenitud.

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Pensamientos de Torá y Cabalá XXXVI
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Gen 2:4

Eleh toledot hashamaym vehaárets behibarám beyom asot YHVH Elohim érets
veshamaym.
Estas son las generaciones de los cielos y la tierra en su creación en el día que hizo
YHVH Elohim tierra y cielos.

Eleh Toledot 2:
La Torá, principalmente el Génesis, presenta varias listas de genealogías. Pero
sólo cuatro veces aparece exactamente la expresión: Eleh Toledot. La primera en este
versículo Gen 2:4 (“Estas son las generaciones de los cielos y la tierra”). Las otras tres
son: Gen 6:9 (Estas son las generaciones de Noé); Gen 11.10 (Estas son las
generaciones de Shem); Gen 37:2 (Estas son las generaciones de Jacob). Vamos a ver
que estas cuatro apariciones, debidamente interpretadas, nos están dando la fórmula del
despliegue del Tetragrammaton, el Nombre de Dios.
Por cierto que la expresión Eleh Toledot aparece otras seis veces, pero está
precedida de la conjunción Vav: Veéleh Toledot. La diferencia es sutil, pero importante:
no hay nada aleatorio o superfluo en la Torá. Son: Gen 10:1 (Noé de nuevo); 11:27
Téraj; 25:12 Ismael; 25:19 Isaac; 36:1 Esav; 36:9 Esav por segunda vez. Podemos
estudiar su correspondencia con las sefirot de la letra Vav, de la que dependen. Pero ese
es otro tema. Nos concentramos ahora en las cuatro veces directas enumeradas en el
párrafo anterior.
El primer Éleh Toledot – de los Cielos y de la Tierra – se refiere a Adam, el ser
humano, que es formado en este capítulo 2, si bien la lista de sus descendientes –
después del episodio de Caín y Abel y del nacimiento de Shet – no se da hasta el
capítulo 5, bajo el epígrafe (5:1) Zeh Séfer Toledot Adam.
Esta lista abarca 10 Nombres, de Adam a Noé:
Adam, Seth, Enosh, Quenán, Mahalalel, Yared, Enoc (Janoj), Matusalem,
Lamec, Noé.
Corresponde al ciclo de la letra Yod.
El segundo Eleh Toledot se refiere a Noé (Gen 6:9) y habla de sus tres hijos:
Shem, Jam y Yafet. En los siguientes capítulos se narra la historia del Diluvio. Y en
Gen 10:1 (Veéleh Toledot Bené Nóaj) tenemos la lista de los descendientes de Shem
hasta Péleg, que significa división, porque dice el texto que en sus días fue dividida la
Tierra. Total 5 descendientes. Son:
Shem, Arfaxad, Salá, Eber, Péleg
Como dice el Génesis (10:32): Estas son las familias de los hijos de Noé por sus
descendencias, en sus naciones; y de estos se esparcieron las naciones (las 70 naciones)
en la tierra después del diluvio.
El segundo Éleh Toledot corresponde pues al ciclo de la primera letra He (5) del
Tetragrama. Es aquí justamente – episodio de la Torre de Babel – donde a nivel humano
se produce la separación entre las letras Yod He de Jojmá y Biná, y Vav He del Rostro
Menor Tiferético (de Jésed a Yesod) y Maljut.
El tercer Éleh Toledot es el de las generaciones de Shem (11:10). En la lista
aparecen diez descendientes, desde Shem hasta Abram, es decir, repite los cinco
anteriores:

22
[Shem, Arfaxad, Salá, Eber, Péleg] Reú, Sarug, Najor, Taré (Téraj), Abram. Hay
cinco nuevos descendientes. El texto quiere enfatizar que Abram es también un número
diez, que con él tanto termina un ciclo como empieza otro nuevo. Y es interesante notar
la letra He del número cinco en el nombre de Abram que a partir de ese momento se
llamará Abraham. El simbolismo de la Torá siempre está operando en varios niveles al
mismo tiempo.
Sin embargo, Isaac debe ser incluido en la enumeración anterior ya que no
aparece explícitamente nombrado en ninguna lista. El siguiente y último Éleh Toledot
empieza con Jacob.
Así, desde Reú hasta Isaac hay seis generaciones, que corresponden a la letra
Vav del Nombre.
Después de la formulación del último Éleh Toledot Yaaqob (37:2) tenemos la
historia de José y sus hermanos, del descenso a Egipto de Jacob con los 70
descendientes y empieza el libro del Éxodo con la entrada en la esclavitud y el
nacimiento de Moisés.
Una enumeración de la genealogía de Jacob no aparece explícitamente hasta el
libro de Números, en donde se especifican los cinco últimos descendientes de Jacob a
Moisés: Jacob, Leví, Kehat, Amram, Moisés. Actualizan la segunda He del Tetragrama.
En total, de Adam a Moisés hay 26 generaciones, distribuidas en cuatro grupos
según las letras del Nombre: 10 + 5 + 6 + 5.
Hay que tener en cuenta que en Moisés (Moshé, MShH, permutación de
HaShem, HShM = el Nombre) tiene lugar la Revelación del Tetragramaton.
Leemos en Ex 3:15 (episodio de la zarza ardiente):
“Así dirás a los hijos de Israel: YHVH, el Dios de vuestros padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros.”
Y también en Ex 6:2-3:
“Habló Elohim a Moisés y le dijo: Yo soy YHVH. Y aparecí a Abraham, a Isaac
y a Jacob como El Shadai, mas en mi Nombre YHVH no me di a conocer a ellos.”
Con la revelación personal a Moisés y colectiva en el Sinaí (Anojí YHVH
Eloheja…, Yo soy YHVH tu Dios…) a los 600.000 varones censados de la generación
de Moisés (las 600.000 raíces de almas considerado como acontecimiento cósmico) y,
por tanto, a los dos o tres millones de personas presentes, el Nombre está completo y
actualizado.
En la Torá, el Sinaí supone un punto de inflexión en el devenir humano y
cósmico.
El impulso de Creación desde Bereshit es un despliegue de dualidades. Es el
mundo de la letra Bet, primera de la Torá, que como su número indica, es un dos
(cualitativo). Así, tenemos siguiendo el proceso de descenso la aparición en pares de:
los cielos y la tierra, la luz y la oscuridad, las aguas superiores y las aguas inferiores, la
tierra seca y los mares, hierbas y árboles, la luminaria mayor y la menor, aves y peces,
animales terrestres y el ser humano, ish e ishá (macho y hembra), árbol de la vida y
árbol del conocimiento, bien y mal, etc.; y ver cómo el tema se perpetua en el acontecer
humano culminando, al final del Génesis, en el descenso a Egipto que representa el
mundo de la finitud, de la materia, de la Dualidad frente a la tierra de Canaán, el espíritu
y la Unidad (el valor numérico de la palabra Egipto, Mitsraim, es justamente el doble
que el de la palabra Canaán. La relación entre ambos es de dos a uno).
La entrega de la Torá en el Sinaí es el momento clave que inicia el sendero de
retorno a la Unidad, abriendo la puerta al mundo no ya de la Bet de Bereshit sino de la
Alef de Anojí, Yo Soy. Toda la sección de las Asheret Dibrot (diez palabras, o mejor,
diez dichos, que es el nombre que se da a los diez mandamientos y que están frente a las

23
diez Maamarot, las diez palabras de la Creación del capítulo uno del Génesis) empieza
con esa afirmación: Anojí YHVH Eloheja (tu Dios) que te ha sacado de la tierra de
Egipto de la casa de la esclavitud.
No sólo la primera letra es una Alef. El texto completo de los diez
mandamientos tiene exactamente 620 letras, el valor numérico de la palabra Kéter,
KTR, la primera sefirá, el Uno, la unidad superabundante y desbordante que es la
Fuente de la Manifestación.
Vemos la simetría en la estructura: Diez palabras nos dan el marco del camino
de descenso (desde la unidad implícita) y diez palabras nos definen el concepto del
retorno a la unidad (explícita). Y el camino desde la Bet de Bereshit en el sendero de ida
hasta la Alef de Anojí en el sendero de vuelta está marcado por las veintiséis
generaciones que actualizan el Nombre de Dios.
¿Qué nos enseña esto?
En primer lugar que a pesar de que el Nombre no es revelado hasta la generación
de Moisés, está acompañando de forma subyacente durante todo el camino de retorno a
la unidad.
En segundo lugar que este camino pasa por el Nombre de Dios. Que éste es el
instrumento fundamental de retorno, el foco fundamental de toda la práctica: la
actualización del Nombre de Dios.
Y es interesante analizar todo el episodio de la revelación del Nombre en el
episodio de la zarda ardiente, que ya he hecho en otro lugar (El camino del Árbol de la
Vida) y que ahora cito ligeramente modificado:

Así, en respuesta a la pregunta de Moisés sobre cuál es su Nombre:


“Respondió Elohim a Moisés: Ehyeh Asher Ehyeh [Yo soy el que soy. Este es el
Nombre de Dios en Kéter, aunque también se aplica a las tres sefirot supremas. Es un
Nombre de Dios referido a Sí Mismo]. Y agregó: Ehyeh [Yo soy. Se refiere
específicamente a Biná mirando hacia la Creación] me envió a vosotros. Y añadió:
YHVH [Es la revelación completa del Nombre. Abarca a todas las Sefirot, a todos los
mundos, incluyendo la conexión con En Sof11. Específicamente referido a Tiféret, como
centro y punto de equilibrio de todo el Mundo Divino], Dios de vuestros padres [Jojmá,
Biná y Daát], Dios de Abraham [Jésed], Dios de Isaac [Guevurá] y Dios de Jacob
[Tiféret], me ha enviado a vosotros. Este es mi Nombre para siempre (Zeh Shmí leOla,
LOLM) y ésta es mi memoria de generación en generación (VeZéh Zijrí leDor Dor)”
Si analizamos el texto anterior, lo primero que se hace notar es que la escritura
del término LeOlam, “para siempre”, es defectiva. Falta una Vav, debiendo ser
LOVLM). Esto ha hecho afirmar a muchos cabalistas que puede entonces leerse: “Este
es mi Nombre LeAlem”, es decir, “para ocultar”. Lo cual es interpretado en el sentido
de que el Nombre debe permanecer oculto, impronunciado. Pero también puede indicar
que aquí yace oculto un secreto12, y éste es precisamente que el Nombre YHVH es la
esencia de toda la Torá. Pues si tomamos sus dos primeras letras, Yod He, que como
veremos representan la parte oculta, absolutamente trascendente del Nombre, y cuyo
valor numérico es 15, y las sumamos a Shemí, mi Nombre, que es 350, obtenemos un
total de 365. Y si consideramos las dos letras restantes, Vav He, la parte inmanente,
manifestada, de valor 11, y las sumamos a Zijrí, mi memoria, que es 237, obtenemos un
total de 248.
Tenemos así los 613 preceptos de la Torá – 248 afirmativos y 365 negativos –
que en palabras del Zohar constituyen su cuerpo. Las narraciones, dice el Zohar, son
11
Es la manifestación de En Sof.
12
El valor numérico de LOLM es 170, el mismo que el de Anán, ONN, que significa nube.

24
los vestidos que se ponen sobre el cuerpo. Pero el alma de la Torá es la propia Luz
Divina. Como aparece en el Génesis: “Y vio Dios la Luz”, Et HaOr, “la Luz”, suma
613. Dios vio la Luz en su sustancia, en su plenitud; por eso va precedida de la
partícula Et, que místicamente representa la totalidad. Los 613 preceptos son así la
conexión con la Luz.
Claro que el espíritu de la Torá es Dios mismo, que cuando pronuncia su
Nombre, eso era la Luz. Así, está escrito: “Y dijo Dios: Sea Luz y era Luz”. Yehí Or,
“Sea Luz”, es 232 (YHY AVR, 207 + 25), y éste es el valor del despliegue del Nombre en
sus cuatro expansiones:

YVD HY VYV HY = 72
YVD HY VAV HY = 63
YVD HA VAV HA = 45
YVD HH VV HH = 52

Total = 232

Por eso, se dice que toda la Torá no es sino un comentario sobre el Nombre
YHVHé13 (y, como veremos después, todos los demás Nombres dependen de éste, como
las ramas del tronco del Árbol). También el Zohar afirma de un modo radical que el
Santo, Bendito sea, Israel y la Torá son uno.

Y en particular, como hemos visto, toda la historia de la liberación, el sendero de


retorno, lleva impresoel Nombre de Dios como un sello.
El despliegue del Nombre de Dios es el sentido de la historia; es lo que da
significado al tiempo, el tiempo cualitativo, el tiempo arquetípico. Y el sentido del
acontecer humano es la unificación del Nombre de Dios, la unión de HaKadosh Baruj
Hu, el Santo Bendito sea, y la Shejiná, la Presencia Divina. Es la Caída del ser humano
(de la que hablaremos en otro momento), lo que causa la separación de la mitad YH
trascendente, con la mitad VH, inmanente y manifestada en el ser humano y en la
Creación.
El ser humano forma parte del Nombre de Dios. Nos fijamos que en el versículo.
26 del primer capítulo del Génesis es creado Adam, como macho y hembra. También en
el versículo 26 de capítulo primero de Ezequiel el profeta ve la apariencia de la
semejanza de un Adam en el Trono. Y el capítulo cuarto del Génesis consta de 26
versículos. En él aparece por primera vez el Tetragrama sólo. Empieza con “Y el Adam
conoció...” y termina con Enosh (que significa hombre): “Entonces se empezó a invocar
el Nombre de YHVH.
Y el valor numérico de la extensión del Tetragrama en el mundo de Yetsiráh es
45: YVD HA VAV HA, que es al mismo tiempo lo que suma la palabra Adam, ADM.
Podemos decir que el ser humano es la manifestación del Tetragrama en Yetsirá; que
está en dependencia directa de la Vav del Nombre Divino.
También vemos que el Tetragrama extendido en Asiah, que es YVD HH VV
HH, suma 52, lo mismo que la palabra Behemah, bestia, animal, coextensivo con el
néfesh del ser humano. También este cuerpo vital – néfesh – depende del Tetragrama;
en esta caso de la segunda letra He. Por eso decimos que es tarea vital del ser humano
trabajar en la unión de las letras VH con YH. Es una tarea colectiva y cósmica a la vez.
13
Recuérdese nuestro análisis anterior, siguiendo a R. Yitsjak de Berdichov, que indicaba que la misma palabra
mitsvá (precepto) portaba el Nombre de Dios. Porque por Atbash, las dos primeras letras se transformaban en Yod
He. Y las dos últimas son Vav He.

25
Todo lo cual no es tan arbitrario como a primera vista pudiera parecer. Si la
hipótesis básica es que el universo es el despliegue del Pensamiento Divino, todas las
cosas creadas dimanan de las palabras en las que este Pensamiento se vierte, el propio
lenguaje divino, que se halla expresado en la Torá. Ahora bien, este Pensamiento es, al
mismo tiempo, la formulación del autoconocimiento de Dios, pues no hay otra cosa
aparte de Sí Mismo a la que su pensamiento se puede aplicar. Por eso decimos que la
creación consiste en la pronunciación por Dios de su propio Nombre. Y, a su vez, la
pronunciación (unificación) por parte de la creación del Nombre de Dios – el
reconocimiento consciente de la propia esencia de la creación por parte de ésta –
constituye el acto unitivo del sendero de retorno. Tal es su sentido último.
Por eso, todos nuestros actos, el cumplimiento de las mitsvot, nuestras
meditaciones, nuestras oraciones deben ser en aras de la unificación del Nombre de
Dios, desapegándonos del resultado, por el Nombre mismo.
Esta es la fórmula clásica:
LeShem Yijud Kudshá Berij Hu UShjinte BiDjilú URjimú URjimú UDjilú
LeYajda Shem Yud He BeVav He BYjudá Shelim BeShem Kol Israel.

Hacemos esta meditación (ver el hebreo en la figura adjunta):

Por la unidad del Santo, Bendito sea, y su Shejiná (Tiféret-Zeir Anpin y Maljút-
Nukva), en temor y amor (Jojmá y Biná), en amor y temor (Biná y Jojmá), para unir el
Nombre Yod He con Vav He (por la energía de En Sof que vivifica y une las letras) en
perfecta unidad (Kéter), en el nombre de todo Israel (el alma espiritual arquetípica de la
humanidad).
A continuación especificamos la acción que vamos a realizar: ya sea el cumplimiento
de una mitsváh (un precepto), hacer una meditación, la oración (tefiláh), dar tsedaká, etc.
dedicando todo el mérito a la Santa Unión.

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Pensamientos de Torá y Cabalá XXXVII
La Cábala de la Luz
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Gen 2:4

Eleh toledot hashamaym vehaárets behibarám (BHBRAM) beyom asot YHVH Elohim
érets veshamaym.
Estas son las generaciones de los cielos y la tierra en su creación en el día que hizo
YHVH Elohim tierra y cielos.

Vemos que la letra He en la palabra Behibarám (“en su creación”) es más


pequeña de lo habitual. No se trata de un error de tipografía, trasmitido, por cierto, de
generación en generación. Cuando una letra es de un tamaño diferente, mayor o menor,
al del resto de la escritura – como, por ejemplo la Bet de Bereshit que inaugura el texto
bíblico, o la Ayin y la Dalet del Shemá Israel – conlleva un mensaje especial. En este
caso nos está señalando directamente a la segunda letra He del Nombre de Dios, a la
Shejiná, llamada (como Maljut de Atsilut) la Madre Inferior, por contraste con la Madre
Superior de Biná. Así, esta palabra – Behibarám, en su creación – puede leerse
entonces como Be He Beraam, El los creó con (por medio de) He.
Hay dos letras He en el Nombre de Dios correspondientes la primera a Bináh, al
partsuf de Imma/Madre y al mundo de Briáh en general. La segunda es Maljut, el
partsuf de Nukvá o Shejináh, la Madre inferior y al mundo de Assiáh en general. Es esta
segunda la que se muestra en el texto, razón por la cual aparece de tamaño menor.
En el esquema del Árbol extendido, el patrón del despliegue de los mundos
sobre el que estamos leyendo el libro de Bereshit, el punto en el que nos encontramos es
el Maljut de Atsilut (esta segunda He), que corresponde tanto al Tiféret del mundo de
Briáh, como al Kéter del mundo de Yetsirá. Es este mundo el que se desarrolla en el
segundo relato de la Creación descrito en el capítulo 2, que trata específicamente del ser
humano, de su formación yetsirática. En el versículo 27 del primer capítulo vemos que
Elohim creó al Adam a su imagen: Vayivra Elohim et-ha'adam betsalmo… Esto sucede
en el contexto de la Creación, como culminación en el sexto día. En el versículo 7 del
segundo capítulo leemos: Vayitser YHVH Elohim et haAdam…, Y formó YHVH
Elohim al Adam… Y vemos que a continuación la Torá pasa a centrarse en el ser
humano como manifestación directa del Tetragrama (que en este capítulo aparece por
primera vez en forma explícita YHVH) en los mundos de la forma.
Así, la expresión Behibaram, BHBRAM, puede leerse permutando sus letras (el
Zohar así lo hace) como BeAbraham, BABRHM, es decir, “con (por medio de, o a
través de) Abraham.
Abraham está aquí como ser humano arquetípico. Recordemos que el nombre de
Abraham era originalmente simplemente Abram y que Dios completa su nombre con la
inclusión de la letra He, la cual aparece también en este versículo como un añadido.
La letra He representa el Aliento (Espíritu) Divino. Es la única letra del alfabeto
que no se articula con parte alguna de la boca – dientes, labios, lengua… – sino que se
pronuncia simplemente espirando el aire por la boca. Y es cuando el Hálito Divino es
insuflado en la forma corpórea de Adam cuando éste es constituido como alma viviente.
El valor numérico de la palabra Abraham es 248, cifra que la tradición señala
como el número de partes del cuerpo humano. Además, Behibarám suma 250, al añadir
la preposición Bet. Esta es la guematria de Adam HaQadmon, ADM HQDMVN, el
Hombre Primordial, el Hombre Arquetípico.

27
Adam Qadmón es la primera actualización de En Sof en la línea de la
manifestación. En cierto modo es la vasija de la cual En Sof es la luz o la esencia. Adam
Qadmón contiene toda la Luz – Or En Sof – que va a ser manifestada. Constituye un
quinto mundo previo a los cuatro que constituyen el dominio de lo manifestado, y que
son la actualización del Nombre de Dios de cuatro letras. Se dice así, en la
complementariedad de luz y vasija del desarrollo de los mundos, que el Tetragramaton
es la vasija de la cual Adam Qadmon es la luz. Con la inclusión de la He – Adam
HaQadmon – se quiere indicar la actualización de ese arquetipo precósmico en el plano
que estamos comentando.
Todo ello nos lleva a considerar el papel central del Adam, del ser humano, en
el plan Divino de manifestación.
Por otro lado, es sabido que Abraham es el arquetipo de Jésed, el Amud Jésed, el
Pilar de la Misericordia. Jésed es la primera de las siete sefirot de los mundos de la
forma, por debajo del abismo. El Nombre de Dios en Jésed es EL, Alef Lamed, de valor
31, que indica el movimiento expansivo de la Gracia y del Amor Divinos que es
insuflado y no sólo energiza, sino que sostiene a toda la Creación. La Creación es algo
continuo – el mundo se está recreando en cada instante – y la fuerza que lo sostiene es el
Amor Divino manifestado en Jésed.
Porque el valor numérico de Abraham, 248, es ocho veces el número 31,
guematria del Nombre de Dios El. Ocho es el número que liga el septenario de la forma
con la trascendencia (Biná). Quiere decir que Abraham, como símbolo de Jésed –
merkavá de la letra He – abre el canal que trasmite la influencia de las sefirot supremas
a los mundos de la forma. Y esta influencia es Providencia que mantiene y sostiene a los
mundos en Creación.
Así, leemos la interpretación del Zohar14:

“Dijo R. Yose: Seguramente es así y he oído a la Lámpara Sagrada decir lo


mismo, esto es, que Bará [creó] es un término de misterio, una cerradura sin una llave,
y en tanto el mundo estuvo encerrado en el término Bará, no se hallaba en un estado de
ser o existencia. Sobre el todo vagaba Tohu (“Caos”), y mientras Tohu dominaba, el
mundo no se hallaba en ser o existencia.
¿Cuándo abrió esa llave las puertas e hizo fructífero al mundo?
Fue cuando Abraham apareció, como está escrito: “Estas son las generaciones
del cielo y de la tierra Behibaream (“cuando fueron creadas”)”. Y bien, BeHIBaReAM
es un anagrama de BeABeRaHaM (“a través de Abraham”) que implica que lo que
estaba sellado e improductivo en la palabra Bará, se ha vuelto, a través de una
transposición de las letras, útil, ha emergido un pilar de fecundidad: pues Bará se
transformó en EiBeR (“órgano”), que es el fundamento sagrado15 sobre el cual descansa
el mundo. Luego, de la misma manera, como AiBraHaM contiene EiBeR, una
transformación de Bará, así ocurre con el esplendor del nombre del Altísimo y
Ocultísimo. Esto está implicado en las palabras MiBaRa EiLeH16. Agréguese la Hé (de
MAH) a AiBeR y la Yod (de MI) a EiLeH. Si ahora tomamos la MEM de ambos, de MI y
de MAH y las agregamos una a otra tenemos completo el nombre sagrado EiLoHiM y
también el nombre ABRaHaM.

14
La versión es la de la Editorial Sigal.
15
El órgano sexual es un símbolo de la sefiráh Yesod – Fundamento.
16
Literalmente: Quién ha creado estos (Isaías)”. Toda la disertación que sigue debe entenderse en la interpretación
de este versículo que hace el Zohar en el prólogo, relativa a la generación del Nombre Elohim. Mi significa Quién,
y se refiere a la subjetividad Divina. Mah significa Qué y se refiere lógicamente a la objetividad que incluye el
conjunto de los seres creados.

28
Según otra opinión, el Santo, Bendito Sea, tomó MI y la agregó a EiLeH, de
modo que se formó AeLoHiM; similarmente tomó MAH y la juntó a EiBeR y así se
formó ABRaHaM, y así hizo que el mundo se desplegara e hizo el nombre completo,
como no había sido hasta entonces. Esto lo expresa el versículo: “Éstas son las
generaciones (es decir, las manifestaciones) del cielo y de la tierra BeHIBaReAM
(“cuando fueron creadas”)”. Es decir, el todo de la creación estuvo en suspenso hasta
que fue creado el nombre de ABRaHaM, y tan pronto como el nombre de Abraham se
hallaba completo, se completó con él el Nombre Sagrado, como se dice luego: “En el
día en el que el Señor Dios [YHVH Elohim] hizo la tierra y el cielo”.”

El nombre de Abraham, en el sentido que le hemos dado antes, como ser


humano arquetípico y como pilar de la misericordia, está en representación del
Tetragrama, que aparece como Nombre por primera vez en este versículo. Esto indica,
por un lado, que se inaugura un nuevo ciclo de manifestación.
En efecto, el Nombre Elohim, que rige el primer capítulo, es guematria de
Hateva, la Naturaleza y representa el orden de la necesidad, es decir, de la ley. Elohim
es la esencia del Pilar de la Forma en el Árbol de la Vida, la columna del juicio y del
rigor, porque para la fuerza, la forma que es restricción implica pérdida de libertad (es
como poner una camisa de fuerza), y eso es el rigor.
La esencia del Tetragrama es la columna derecha, Misericordia, y representa el
orden trascendente frente al orden inmanente de la naturaleza, representado por Elohim.
De hecho, el Tetragrama transciende la causalidad de la naturaleza, sin contradecirla,
por supuesto, sino desde un plano superior.
Elohim expresa, por tanto, el orden natural y, por eso, la acción creativa divina
en el primer capítulo del Génesis se realiza bajo este Nombre. Y cuando Dios descansa,
el mundo alcanza permanencia y estabilidad (la autonomía de las leyes naturales, en las
que la Deidad está inmanente, latente, es decir, en “descanso”). En el segundo capítulo
aparece el Nombre completo, YHVH Elohim. El Tetragrama representa el orden
sobrenatural, trascendente, pero no negando a la naturaleza, sino más bien
acompañándola (como un interior y un exterior). En el segundo capítulo se describe la
formación del ser humano con la incorporación de la Neshamá (hálitoDivino), así como
la inserción del orden trascendente – el Árbol de la Vida – en el orden natural (el Gan
Eden).
Por eso, cuando en el versículo 2:7 se dice:
Y formó pues el Eterno Dios al hombre, del polvo de la tierra, y sopló en las
ventanas de su nariz aliento de vida; y fue el hombre alma viviente.
Vayítser Adonay Elohim et-ha'adam afar min-ha'adamáh vayipaj pe'apav
nishmat jayim vayehí ha'adam lenéfesh jayáh.
La palabra “formó”, Vayitser, está inusualmente escrita con dos Yodim,
VYYTsR, y quizá debiera pronunciarse Vayeyitser. Lo que nos está indicando con la
repetición YY es que el ser humano, ADAM, es una combinación de ambos órdenes de
manifestación: el orden natural como forma externa y el orden sobrenatural como
esencia.
Y esta viene representada por la identidad de valores numéricos (=45) del
nombre Adam, ADM, y del Tetragrama YHVH extendido en Yetsiráh: YVD HA VAV
HA.
Y notamos que el Adam es formado del polvo Afar, Ayin Pe Resh, (= 350,
guematria de Shemí, ShMY, Mi Nombre, con la Yod final proyectante) de la tierra,
Adamah, ADMH (= 50, valor de la Nun, que como representante de las 50 puertas
siempre está por Bináh).

29
Y es mediante el Nombre de Dios como nos conectamos con la esencia
arquetípica llamada ADAM.
Tenemos el Nombre extendido en Yetsirá = 45 = Adam

YVD HA VAV HA

Es el Nombre Mah, MH, que entre otras cosas coonecta y purufica nuestro
pensamiento. Majashaváh, pensamiento, se puede descomponer como Jashav Mah, es
decir, piensa en Mah.
Mediante su triangulación, que suma 130, el mismo valor que Ayin, Ojo, y
Sulam, escalera, despertamos en nosotros el poder de la verdadera visión , el Dáat Elión,
el conocimiento directo (tercer ojo en otras tradiciones).

YVD
YVD HA
YVD HA VAV
YVD HA VAV HA

El primer nivel, YVD, suma 20, que son las dos Yodim mencionadas antes.
También el par de Rostros Divinos Arij Anpin y Zer Anpin.
El segundo nivel es YVD HA, que suma 26, el valor del Tetragrama.
El tercer nivel YVD HA VAV suma 39, que es Tal, el rocío (la Luz Infinita)
que desciende del Anciano de los Días para la resurrección de los muertos (la vestidura
de Luz adámica inmortal)
El cuarto nivel YVD HA VAV HA es 45, indicando el ser global de Adam,
la conciencia global del enjambre de Chispas Divinas de la humanidad.
Con el aspecto Abraham = 248, además de con ocho veces el Nombre El, una en
cada sefirá de Maljut a Dáat-Biná, conectamos mediante el texto del Shemá Israel
completo: las seis palabras del versículo, las seis de Baruj Shem Kevod…, y los tres
párrafos de la Toráh: Deuteronomio 6: 4-9; Deuteronomio 11:13-21 y Números 15:37-
41. Se añaden las tres palabras Aní Adonay Elohejem para completar las 248 palabras.
Este texto es el apropiado ya que incluye el legado de Abraham, de exaltar la
Unidad Divina, además de integrar toda la estructura del ser humano.
Además el grado de conexión con los Nombres de Dios es tremendo, ya que 248
se descompone (y eso se hace palabra a palabra en el recitado) en las 12 primeras
palabras + 42 + 72 + 50 +72. Y recordamos que la guematria de la palabra Jesed es
asimismo 72.
Anexo para Rosh HaShaná

Estas meditaciones son apropiadas en estas fechas en las que se abre la puerta
cósmica de Rosh Hashaná. Adjunto parte del escrito enviado al foro de la Cábala de la
Luz al respecto:
Rosh Hashaná: Literalmente significa La cabeza del año. Es como decir la semilla del
año. En Rosh haShaná vamos a plantar la semilla de todo el año siguiente, semilla que
será regada en los diez días siguientes, llamados de Teshuvá (Arrepentimiento.
Literalmente significa Retorno) y que será confirmada y brotará el día de Yom Kippur,
particularmente en la Neilá, la última oración, en la que se cierran de nuevo las puertas
del cielo (se ha consumado, los decretos para el año próximo han quedado registrados).
Estas puertas se abren en Rosh Hashaná, particularmente con el sonido del Shofar, que
nos da una entrada directa a la esfera de Bináh. Justamente en la Neilá el sonido del

30
Shofar se oye de nuevo y nos rodea por doquier. Yom Kippur corresponde a la esfera de
Jojmáh, y desde la Sabiduría todo puede corregirse, todo puede conseguirse, todo puede
hacerse. Durante Rosh Hashanáh usamos el Shofar como una escalera de ascenso y
como una llave que abre las puertas de Bináh. Nos hacemos uno con el sonido
fundamental, con la vibración creativa del cosmos. El proceso alcanza su climax en
Yom Kippur.
La razón por la que en Rosh Hashaná podemos llegar a una conexión tan espectacular es
porque en ese día – el uno del mes de Tisré – fue creado Adam. Esto es un
acontecimiento arquetípico, de los mundos superiores, energéticamente presente en todo
el Cosmos, y al cual tenemos particularmente acceso en ese día. Quiere decir que en ese
día tenemos acceso al diseño básico, a la información en origen de esa entidad cósmica
que llamamos Adam y cuyas chispas de luz son los átomos semilla del enjambre de la
humanidad, de todos los seres humanos. Podemos estar al nivel de la energía de
Bereshit y desde ahí ser capaces, alineados con la Voluntad Suprema, de primero
rectificar todo lo que deba ser rectificado – no sólo para nosotros, sino para la
humanidad en general, y por ende el planeta – y segundo ser cocreadores de nuestro
mundo en lo material y vital, por supuesto, pero también en lo espiritual. Porque
podemos estar al nivel del Adam como cuerpo de luz, cuya conciencia abarcaba de uno
al otro extremo del universo. Es el momento de realmente tomar del Árbol de la Vida.
Los conceptos clave son:
Teshuvá, retorno – uno de los nombres de Biná – porque para que la semilla fructifique
la tierra debe estar propiamente preparada.
Shofar: es la mitsváh principal de Rosh hashaná.
Teshuvá: Hacer teshuvá es recorrer toda nuestra película existencial y corregir y
rectificar todo lo que sea necesario. Se dice que Rosh hashaná es el día del juicio, pero
no es Dios, ni el Cielo, quien nos juzga. Son nuestras propias acciones las que lo hacen,
nuestros acusadores. Es la ley de causa y efecto. Nuestros actos negativos son como
boomerangs. Sus consecuencias tarde o temprano recaen sobre nosotros. Para
neutralizarlas es necesario reconstruir o revivir las experiencias y transmutar su aspecto
de recibir sólo para mí mismo – que es la raíz de su negatividad – en deseo de dar y
compartir. Si atañe a otras personas, es necesario completar el acto con una petición
expresa de perdón para que el tikún sea completo.
Shofar: Además de la neutralización completa de la negatividad, el shofar es una
escalera de ascenso y una puerta de entrada en la dimensión de lo Divino.
El Shofar es sonido. Sonido puro, sin apenas armónicos, duro, un grito del alma, un
grito de anhelo de retornar (teshuvá) a la Fuente y un grito del gozo de la reunión.
La costumbre es hacer 100 toques, distribuidos en tres bloques de 30 y uno final de
diez. A veces se añade un último toque muy prolongado.
El primer bloque nos conecta con la energía de Abraham, es decir, con la pura energía
del dar y de la columna derecha del Árbol.
El segundo bloque nos conecta con la energía de Yitsjaq, la energía de recibir de la
columna izquierda del Árbol de la Vida. Aprender a recibir, tanto en lo material como
en lo espiritual, sin crear apegos ni dependencias y poniendo todo al servicio de nuestro
propósito espiritual, es toda una lección en la vida.
El tercer bloque nos conecta con la energía de Yaaqob y la columna central del Árbol, el
Pilar de la conciencia. Es aquí donde podemos unir el cielo con la tierra abriéndonos por
completo a la Gracia y canalizando la Luz.
El cuarto bloque (de diez) nos conecta con la energía de David y el Maljut. Tocamos
tierra. Llevamos esta Luz y esta energía a un uso práctico, a que ilumine nuestras vidas
y las de los que nos rodean. Nos hacemos templo de la Presencia.

31
Pensamientos de Torá y Cabalá XXXVIII
La Cábala de la Luz
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Gen 2:4. Eleh toledot hashamaym vehaárets behibarám (BHBRAM) beyom asot
YHVH Elohim érets veshamaym.
Estas son las generaciones de los cielos y la tierra en su creación en el día que hizo
YHVH Elohim tierra y cielos.

Vemos que en este versículo se repite dos veces la palabra “cielos” y otras dos la
palabra “tierra”. En el campo del simbolismo, podemos decir que el primer “cielos” se
refiere a Jojmá y Abba, el segundo al Tiféret y Zer Anpin; las dos tierras son
lógicamente Biná-Imma y Maljut-Nukvá.
Y es interesante ver el cambio de orden – citando la tierra antes que los cielos en
la repetición – porque la tierra (algo dado en bloque, de una vez, sin estructura) depende
directamente de Jojmá (Yod de Jojmá, Yod de Maljut) y los cielos (el factor organizado,
estructurante) de Biná (cincuenta puertas). Así, leemos en Proverbios 3:19: “YHVH con
sabiduría (Jojmá) fundó la tierra, afirmó los cielos (Shamaim) con inteligencia (Tevuná
= Biná), con su ciencia (Dáat) los abismos fueron divididos y destilan rocío (Tal) los
cielos (Shejakim).”
El rocío es un símbolo de la Luz infinita: Or En Sof. Es una emanación que
proviene directamente del infinito a través del Kéter. En el simbolismo del Zohar, este
rocío llena y satura hasta desbordarse la cabeza del Rostro Inmenso de Dios. Así leemos
en el Sifra Dtseniuta:

“La cabeza que es incomprensible es secreto de los secretos” [Se refiere al Partsuf del
Anciano de los días o el Rostro Inmenso]
“Pero ha sido formada y preparada en la semejanza de un cráneo, y es llenada con el
rocío cristalino.” [Sobre el cráneo tenemos la imagen de la esfera cuya superficie está en
todas partes y el centro en ninguna]

Y leemos en la Santa Asamblea Mayor del Zohar (HaIdra Rabba Kadisha), que comenta
sobre el texto anterior:

44.- “Y desde su cráneo, destila un rocío sobre el que es Exterior [se refiere al Rostro
Menor, el Zer Anpin], y rellena diariamente Su Cabeza.
45.- Y con este rocío, el cual fluye descendiendo desde la cabeza del que es Exterior, los
muertos resucitarán en el mundo futuro.
46.- Concerniente a ello, se ha escrito en Cánticos, V. 2: "Mi cabeza es llenada de
rocío". Aunque en algunas traducciones diga "está llena de rocío", es así, porque la
palabra Nimla, NIMLA, quiere decir "rellenar", y no que se encuentra llena.
48.- Y con este rocío, son alimentados los santos supremos [se refiere a las Sefirot].
49.- Y este es el maná preparado para el justo en el mundo futuro.
50.- Y este rocío se destila sobre el campo de los manzanos sagrados [que es una
metáfora del Maljut o la Shejiná]
Sobre lo cual está escrito en Exodo, XVI. 14: "Y cuando el rocío se hubo evaporado,
sobre la superficie del desierto aparecía una pequeña cosa redonda". [que es llamada
maná; Man, en el texto bíblico en hebreo]

32
51.-Y el aspecto de este rocío es blanco, como el color del cristal de roca, cuya
apariencia contiene a todos los colores. Y sobre ello, ha sido escrito, en Números, XI. 7:
"Y sus variedades, son como las variedades del cristal, como semilla de cilandro, y
aspecto de bedelio".” [Rocío cristalino blanco, porque contiene todas las
potencialidades].

En el escrito anterior (Pensamientos de Torá y Cabalá XXXVII) comentamos


sobre la conexión behibarám (BHBRAM), que interpretábamos, por un lado como Be
He Beraam (creó con la letra He, que es el Espíritu, el Hálito Divino), y por otro como
BeAbraham, con o por medio de Abraham, como ser humano arquetípico y como
merkavá, portando – encarnando – la Luz del Nombre de Dios.
El versículo en cuestión (2:4) podría leerse como: Estas son las generaciones (la
conjunción en el Dáat) de la Sabiduría y el Entendimiento Divinos (como Abba e
Imma) para el establecimiento en Yetsirá del Adam primordial, a su vez canal y
representante (merkavá) del Nombre de Dios (cuya extensión yetsirática es YVD HA
VAV HA = 45 = ADM), mediante el flujo y la trasmisión del Espíritu (inclusión de He
en el nombre de Abram) y la Luz Infinita (Or En Sof); para, mediante la unificación de
las polaridades (YHVH Elohim), elevar de retorno a la Fuente la tierra (Maljut) y los
cielos (Zer Anpin).
Porque la siguiente palabra del versículo: BeYom (en el día) es un código cuyo
peso ontológico es el número 58 que, entre otras cosas, es la media aritmética (o sea, la
síntesis) de las cuatro extensiones del Tetragrama (232: 4 = 58. En otros escritos ya se
ha estudiado el número 232) y esta palabra es seguida de Asot (hizo), OShVT, que vale
776, más una unidad por el kolel, 777, indicando la transmisión.
El número 777 es representativo de la expresión: Ajat Rúaj Elohim Jayim, Uno
es el Espíritu del Dios Vivo, con la que empieza la enumeración de las sefirot (esta es la
primera) en el Séfer Yetsirá. Y además, 777 es el valor de las letras de los senderos del
Rayo relampagueante – el Rayo de la Creación – si se toma como letra del tránsito de
Biná a Jésed (no hay sendero en nuestro sistema) la letra Guimel de Kéter a Tiféret. Así:
ADGT(tet)LNPRT(tav) = 777. Y este Rayo puede recorrerse en ambos sentidos.

Una forma de conectar con toda la potencia de un versículo es tomar las letras
iniciales de cada palabra (reshé tovot) y considerarlas como una palabra o código sobre
el que trabajar.
En este caso:
Alef Tav He Vav Bet Bet Ayin Yod Alef Alef Vav, o sea,
ATHVBBOYAAV (como siempre, transliteramos la Ayin como O).
El valor numérico total es 504, que es guematria de las siguientes expresiones:
LeDáat, LDOT, conocer, para conocer.
Igualmente su permutación LeEdut, LODT, para testimonio, se refiere al Aron
HaEdut, el Arca de la Alianza.
MiKdashjem, que os santifico, en la expresión de Ex 31:13, Yo soy YHVH que
os santifico.
Pero si ahora dividimos la palabra en dos mitades:
ATHVB y BOYAAV, la primera suma 414, o sea, OR En Sof (AVR AYN SVP)
y la segunda 90, es decir Man (MN), lo que nos pone directamente en la línea seguida
más arriba.

Este versículo es, pues, una ecuación energética que nos permite conectarnos
con las diversas energías espirituales que hemos enumerado: La Luz Infinita, el Adam

33
arquetípico (recordemos que en el escrito anterior vimos que Behibarám era guematria
de Adam HaQadmón), la recepción del Espíritu, la unificación de las polaridades, la
transmisión a la tierra y elevación de vuelta a los cielos (tierra y cielos, de abajo arriba,
en la segunda aparición de estos en el versículo).
La unificación de las polaridades, de la cual todavía no hemos hablado, viene
introducida por el Nombre explícito de Dios que aparece en el versículo: YHVH
ELOHIM.
Se dice que este es el Nombre completo en el sentido que integra las dos
polaridades representadas por las columnas laterales del Árbol de la Vida (Misericordia
y Severidad, dar y recibir, Luz y Vasija, libertad y necesidad, interior y exterior, etc.) en
un estado de completitud y beatitud que corresponde, por un lado, al estado edénico
inicial (que es descrito en el capítulo 2 del Génesis), y por otro, al estado de
reintegración final de los mundos en el seno de lo Divino, en el que los seres retienen
una identidad relativa transfigurada e integrada en la Totalidad (gota y océano al mismo
tiempo). Ese estado recibe el Nombre de Mundo Futuro (Biná). Y la asimilación a la
Luz de nuestro arquetipo Divino Adámico es el camino para alcanzarlo.
También este Nombre YHVH ELOHIM, guematria 112, implica una unificación
en vertical, en conciencia, por el camino de la columna central, ya que este número es el
valor de los tres Nombres más representativos de las estructuras del Pilar del medio,
como son: Eheieh (AHYH), YHVH y Adonay (ADNY), 21 + 26 + 65 = 112.
Es el Tsadiq, el justo, ser humano realizado, emblema de la letra Tsadi, el que
completa esta operación de unificación. Y como dice el Zohar (ver arriba): Este (rocío,
la Luz Infinita condensada) es el maná preparado para el justo (Tsadiq) en el Mundo
Futuro.
La letra Tsadi consta de una Yod y una Nun, como Jojmá y Biná (50 puertas =
N) integradas como estado realizado, y el valor de Tsadi es 90, el mismo que la palabra
Man, maná, la luz infinita de En Sof con la los muertos serán resucitados en el Mundo
Futuro.
Hay que tener en cuenta que justamente las cuatro extensiones de YHVH y las
tres del Nombre Elohim, suman lo mismo que el Shemá Israel, la formula de la unidad y
la unificación. (Ver anexo)

Podemos intentar resumir todo este desarrollo en un esquema de meditaciones


(ver imagen anexa) que se puede contemplar recorriendo meditativamente en sucesión,
visualizar y abrir energéticamente en luz, etc.

34
Pensamientos de Torá y Cabalá XXXVIII
Esquema de meditación

Gen 2:4

11 palabras y 50 letras

Primera meditación

´´ = 504

= 414

= 90

Segunda meditación

= 250
= 250

Tercera meditación

= 45

= 45

35
El primer nivel, , suma 20, que son las dos Yodim mencionadas antes.
También el par de Rostros Divinos Arij Anpin y Zer Anpin.
El segundo nivel es , que suma 26, el valor del Tetragrama.

El tercer nivel suma 39, que es Tal, el rocío (la Luz Infinita)
que desciende del Anciano de los Días para la resurrección de los muertos (la vestidura
de Luz adámica inmortal)
El cuarto nivel es , 45, indicando el ser global de
Adam, la conciencia global del enjambre de Chispas Divinas de la humanidad.

Cuarta meditación

extendido nos da en sus 28 letras el Poder del Nombre (28 =


Kóaj = )

Son las 28 falanges de las dos manos (Mano = Yad = = 14; 14+14 = 28).
La guematria de este Nombre extendido es 838, el valor del versículo 11 del salmo 26:

Y yo con integridad me conduciré redímeme y ten compassion de mí.

(38 es también guematria de la palabra Tejilat (principio de), como en Prov 9:10:
Tejilat jojmá yirat YHVH vedáat kedoshim Biná. El principio de la Sabiduría es el
temor de YHVH y el conocimiento del Santo es Entendimiento.
O en la expression: Tejilat diber YHVH beHoshea, el comienzo de la palabra de YHVH
a Oseas.
Porque este Nombre tiene el efecto de abrir la mente.

Quinta meditación

36
13 + 26 + 102 + 26 + 541 + 410 = 1118

= 72
= 63
= 45
= 52
Total = 232

= 300
= 291
= 295
Total = 886

SUMA TOTAL = 1118

Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed

37
Pensamientos de Torá y Cabalá XXXIX
La Cábala de la Luz
e-madirolas@hotmail.com

Eleh toledot hashamaym vehaárets behibarám (BHBRAM) beyom asot YHVH Elohim
érets veshamaym.
Estas son las generaciones de los cielos y la tierra en su creación en el día que hizo
YHVH Elohim tierra y cielos.
Vejol siaj hasadéh terem yihyéh va'árets vejol-esev hasadéh terem yitsmaj ki lo himetir
Adonay Elohim al-ha'árets ve'adam áyin la'avod et-ha'adamáh.
Y toda planta del campo antes de que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes
de que creciese, porque aún no había hecho llover el Eterno Dios sobre la tierra, y no
había hombre para labrar la tierra.

Con esta frase: “Estas son las generaciones de los cielos y la tierra en su creación
en el día que hizo YHVH Elohim tierra y cielos”, se inicia el segundo relato de la
creación que, como hemos comentado, corresponde al despliegue del mundo de Yetsirá.
Este versículo nos presenta el marco general.
En ese sentido es el equivalente al primer versículo del capítulo uno: Bereshit
bará Elohim et hashamaim veethaarets; “En principio creó Elohim los cielos y la tierra”.
Y a continuación el texto se refiere al estado pre-desarrollado de la tierra: “Y la tierra
estaba desordenada y vacía…”
Del mismo modo, en esta segunda versión, al versículo de partida le sigue la
declaración de esterilidad de la tierra: “Y toda planta del campo antes de que fuese en la
tierra, y toda hierba del campo antes de que creciese, porque aún no había hecho llover
el Eterno Dios sobre la tierra, y no había hombre para labrar la tierra”.
La lluvia siempre es un símbolo de Jojmá, la sabiduría que desciende. La
primera referencia a la tierra (Erets) se refiere, entonces, a Biná. Hombre, Adam, es
símbolo de Tiféret (Zer Anpin, Rostro menor) y la tierra (segunda vez, Adamah) es
Maljut (HaAdamah es 55, número de exaltación de Maljut, ya que es la suma de los
diez primeros números: 1 + 2 + 3 +… + 9 + 10). Es el mundo de Atsilut, cuyo Maljut
enlaza con el Kéter de Yetsirá (y el Tiféret de Briá en el Árbol extendido). Vemos el
estado precerativo antes de que empiece el despliegue del mundo de Yetisrá.
Así pues, es interesante resaltar el punto en el que nos encontramos en el mapa
del Árbol extendido.
Se trata, como hemos dicho, del Kéter de Yetsirá que se corresponde con el
Maljut de Atsilut y con el Tiféret de Briá. Y respecto al estadio de esta última sefirá
vimos que es el lugar del tercer día de la Creación, que también habla del mundo
“vegetal”. Este es el texto:
“Y dijo Elohim: Produzca la tierra hierbas (Déshe, DShA), hierba (Éseb, Ayin
Sin Bet) que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto de su especie, cuya simiente esté en
él, sobre la tierra; y fue así.”
Este es el comentario que elaboramos sobre este versículo en Pensamientos XXI
y que resulta relevante a nuestro estudio actual:
“Así pues, produzca la Tierra (el Maljut) Déshe, DShA, el fuego (ASh) del
cuaternario (de la Dálet, de la fuerza de manifestación), que es el fuego cósmico,
internamente el fuego de la Shejináh de la cual se dice: YHVH Eloheja, el Eterno tu
Dios, es un fuego abrasador (Deut 4:24), la energía, el fuego que arde en todos los
soles (de Asiah o de Briah–Tiféret), en todas las tierras de los mundos pluriformes, en

38
todas las semillas en donde se halle el poder del desarrollo continuo: es la fuerza de la
evolución, cósmica y biológica.
Y también es la fuerza detrás de todas las representaciones mentales, ya sean de
la mente universal o de la mente humana. Y así, tenemos en la hierba la representación
de todas las ideas arquetípicas como el Kéter de Yetsirá, de esa gran forma-
pensamiento que se va a desplegar en almas, seres angélicos, espíritus y modelos
arquetípicos de todas las cosas.
Y el Árbol – el Árbol de la Vida – es fruto y hace fruto. “Es fruto” en el plano
del noúmeno, de la esencia atemporal, en la que Hu Ejad UShmó Ejad, Él es Uno y su
Nombre es Uno; y “hace fruto” en el plano del fenómeno, del despliegue temporal,
causal y sucesivo de los arquetipos. Volvemos a tener el Uno (Alef) frente al Cuatro,
Dalet (las Cuatro Letras) mediadas por el Espíritu: la Shin (= 300) del Rúaj Elohim (=
300), el Espíritu de Dios, que desde ese Yesod de Atsilut insemina el Maljut de Arets: D
Sh A, Déshe).
Y nosotros, como seres humanos, podemos en la conciencia morar en el plano
del Espíritu, el Árbol fruto, el Árbol de la Vida, el plano eterno de los arquetípicos,
mientras, habitamos el plano del Árbol que da fruto, en su despliegue de dualidades, sin
perder la conexión con la Unidad.”
La dualidad de árboles (o de modo de funcionar del mismo árbol) reaparecerá
después en el Gan Eden. Concentrándonos ahora en la palabra Déshe, vemos que la
hierba, como colectivo, se interpreta, en el plano de la esencia, como el conjunto de
ideas: “esa gran forma-pensamiento que se va a desplegar en almas, seres angélicos,
espíritus y modelos arquetípicos de todas las cosas.” (Kéter de Yetsirá).
Algo similar encontramos de nuevo en la expresión Síaj HaSadé, planta del
campo. Porque la palabra Síaj, Sin Yod Jet, también significa palabra, discurso,
conversación, pensamiento, meditación.
Como técnica de meditación es ampliamente rastreada por R. Aryeh Kaplan en
su libro Meditación y la Biblia. Él habla de meditación tanto verbal – incluso oración –
como no verbal, como en la raíz Jesh (y Hesh) que indica silencio (Jashmal, el silencio
hablante en el Talmud). También esa raíz, Jesh, desemboca en majashebá, pensamiento.
Y el valor numérico de VeKol Síaj, con que comienza el versículo 5, es 374.
Añadiendo dos unidades, una por cada palabra, obtenemos 376, guematria de Tseruf,
TsRVF, permutación, combinación de letras, que, además de ser una poderosa técnica
de meditación, nos lleva directamente al procedimiento creativo de las ruedas de letras
del Séfer Yetsirá.
Y la palabra siguiente, HaSadeh, campo, HShDH, es guematria del Nombre de
Dios Shaday, expresión Divina del Espíritu Divino fecundante que, desde el Yesod de
Atsilut, da al movimiento de letras su vida y su poder creativo.
La siguiente referencia en este versículo 5, Éseb, Ayin Sin Bet, también en la
forma inversa de su raíz, Sin Ayin, tiene que ver con pensamiento y meditación (Saef,
Sin Ayin Pe17) y con estados de absorción meditativa, como bien señala Kaplan. En su
forma directa Ayin Sin tiene que ver con hacer y con el mundo de Asiáh, que todavía se
halla en potencia.
De ahí que la expresión Vejol Éseb, de valor numérico 428, y añadiendo una
unidad por cada palabra 430, sea guematria de la expresión Tóhu VaBóhu, caos y vacío,
como la Tierra del versículo 2 del primer capítulo (y también es guematria de Néfesh, el
alma vital Asiática).

17
Eshtonot, pensamientos, ideas.

39
Porque aunque en el plano de las imágenes estemos hablando de vegetación y de
árboles, el Gan Eden y por ende todo el mundo de Yetsirá es un estado interno, un nivel
de conciencia (aunque todo su rostro inferior esté solapado con el mundo de Asiá). La
pareja humana no entrará en el mundo de Asiá sino con la expulsión del Eden.
Y así, la lluvia de Jojmá no había caído todavía sobre la Tierra. Y la expresión
“sobre la Tierra”, Al HaArets, OL HARTs, suma 396, que es Or Penimí, la Luz Interna,
siendo HaArets, 296, guematria de la palabra Tsur, con el significado, entre otros, de
formar, de dar forma.
Todo el versículo 5, desde “Y toda planta” hasta “para trabajar la Tierra”, tiene
22 palabras (número de letras del alfabeto hebreo) y 80 letras (valor de la letra Peh, que
significa Boca).
Y así el trabajo de Adam, todavía en estado de Ayin, Nada, de labrar la Tierra,
tiene más bien que ver con el plano mental (de hecho da nombre a todos los animales),
como la propia expresión LaAvod, LOBD, indica, siendo (106) guematria de Milul,
habla, palabra.
Antes aludíamos a la raíz Jesh, Jet Shin, de silencio y pensamiento. También
tenemos la raíz Mal, de palabra. Unidas forman la raíz Jashmal, el “silencio hablante”
de la visión de Ezequiel. Según la tradición es la barrera frontera de lo espiritual sin
forma. Su valor numérico (JShML) es 378, el mismo que la palabra Malbush,
MLBVSh, que significa “vestidura”, porque lo espiritual se viste de una forma para
poder manifestarse y ser percibido.
Viene a colación la descripción de la primera sefirá en el Séfer Yetsirá, la fuente
del poder creativo:
Aját Rúaj Elohim Jayím Barúj uMeboráj Shemó shel Jai haOlamím Qol veRúaj
veDibur veHú Rúaj haQódesh.
Uno es el Espíritu del Dios Vivo bendito y bendecido sea el Nombre de la Vida
de los Mundos. Voz, Aliento y Palabra y Él es el Espíritu Santo.
Voz es la energía de la Conciencia-Luz-Pensamiento, transmitida por el Espíritu
y formulada mediante la Palabra. Según la tradición Voz es YHVH, palabra es Adonay.
Este último Nombre se ubica en el Maljut de Atsilut que se exterioriza mediante el
Kéter de Yetsirá, que es el estadio que estamos considerando. El vínculo unitivo es
mediante el Yesod de Atsilut, el Espíritu, representado por el Nombre Shaday El Jai, el
Dios Omnipotente y Vivo.
Podemos conectar con esta fórmula mediante la siguiente meditación:
Primero repetiríamos el párrafo del Séfer Yetsirá a modo de mantra.
Después visulizaríamos (en letras hebreas) en el firmamento en fuego blanco
irradiando luz blanca los tres Nombres, uno encima del otro (ver imagen adjunta).
YHVH
Shaday El Jai
Adonay
Luego entrelazaríamos los Nombres en una palabra única.
Nos abriríamos a su luz y escucharíamos lo que la Palabra quiera transmitirnos
en la forma que quiera.

40
Pensamientos de Torá y Cabalá XXXIX
Meditación

1)

Aját Rúaj Elohim Jayím Barúj uMeboráj shemó shel Jai Haolamím Kol veRúaj veDibur
VeHú Rúaj Ha Qódesh.
Uno es el Espíritu del Dios Vivo bendito y bendecido sea el Nombre de la Vida de los
Mundos. Voz, Aliento y palabra y Él es el Espíritu Santo.

2)

3)

41
EDÉN 1

Pensamientos de Torá y Cabalá XL


La Cábala de la Luz
e-madirolas@hotmail.com

Sin embargo subía vapor (AD) de la tierra, y regaba toda la faz de la tierra.
Ve'ed ya'aléh min-ha'árets vehishkáh et-kol-peney ha'adamáh.

Subía vapor (Ad, Alef Dalet, 1-4) de la tierra (Biná), y regaba toda la faz de la
tierra (HaAdamáh, Maljut).
Volvemos a encontrar uno de los principales temas estructurales de Bereshit, que
es el Uno frente al Cuatro (Alef frente a Dalet).
El uno que se desarrolla en el cuatro viene prefigurado por la forma de la letra
Alef, emblema de la unidad, que hemos visto consistiendo en dos Yodim unidos a una
letra Vav (el trazo oblicuo), por tanto de valor numérico implícito 26 (el número del
Tetragrama). Y sabemos que la Yod inferior es dividida en dos letras He, pasando la
letra Vav a ser el separador y conector de estas dos letras (ver el día segundo del
capítulo 1: aguas superiores, aguas inferiores y el firmamento) y dando lugar al Nombre
de cuatro letras YHVH.
Sobre la relación del Nombre con el cuaternario, está escrito (Ex 15:3): “YHVH
ish miljamá; el Eterno es un hombre de guerra”. ‘Ish miljamá’ suma 434 (AISh = 1 + 10
+ 300; MLJMH = 40 + 30 +8 + 40 + 5), lo mismo que Dalet (DLT = 4 + 30 + 400).
El Nombre de Dios es Cuatro que es Uno. Hu Ejad uShmó Ejad. El es Uno y su
Nombre Uno. Lo cual es importante señalar porque ese va a ser – el Nombre de Dios –
el camino de retorno al Uno, de todo ser y del Ser en general.
Pero ahora estamos viendo el camino de ida, más bien que el camino de retorno.
Y vemos que la relación 1:4 preside todo el segundo capítulo del Génesis.
En el simbolismo de los números, si el tres es el número de la esencia ideal
(Biná), el cuatro representa concreción, realización, la idea que toma cuerpo, y también
división y multiplicación (2 × 2). Mientras que la letra Guimel (el tres) implica
movimiento orgánico, el correr para dar, el cuatro en general representa resistencia al
movimiento (simbolizado por su forma de ángulo recto), inercia que lleva a la
estabilidad, el principio manifestador de la vasija, del recibir.
El cuaternario universal es el emblema de lo múltiple como totalidad. Es la
cuadratura del círculo, el símbolo del círculo-cruz, a su vez representación general del
mandala. También en psicología junguiana, cuando en el proceso analítico empezaban a
emerger cuaternarios en forma de mandala, se consideraba un síntoma del arquetipo del
self, como símbolo de la totalidad y, por tanto, que el proceso de individuación se
acercaba al final.
Y las cuatro letras del Tetragrama son la contraparte espiritual del cuaternario:
los 4 mundos (Atsilut, Briá, Yetsirá, Asiá), los 4 elementos (fuego, aire, agua, tierra),
los 4 ríos del Edén (que luego veremos), las 4 funciones de orientación psicológica
(intuición, pensamiento, sentimiento, sensación), los 4 puntos cardinales de la Vida, de
la Luz, del Amor y de la Ley como esencias espirituales de los 4 elementos.
En el Árbol de la Vida aparece el número cuatro en la Dalet de Dáat, que sigue
como cuarto estadio a las tres sefirot supremas. Y es interesante notar que la raíz de

42
Dáat, Dalet Ayin (la Tav es un sufijo de sustantivación), es, invertida Dalet Ayin,
también la raíz de testigo (conciencia-testigo) y de eternidad.
Y al igual que en el nombre de Adam, Alef Dalet Mem, está la Alef frente a la
Dalet, en el nombre de Eden, Ayin Dalet Nun, donde fue colocado Adam, está la Ayin
frente a la Dalet. Alef y Ayin son las dos guturales mudas: el espíritu suave y el espíritu
áspero. Se considera que Ayin es una densificación de Alef. Mientras que Alef
representa la conciencia global pura, Ayin sería la estructuración del campo de la
conciencia.
Pero Dáat es un estado dividido, roto mediante lo que se llama la Caída. Ha
dejado, por así decir, un hueco en el Árbol de la Vida, causando una separación de los
tres supremos con el resto del Árbol (metafóricamente Adam y Javá, como Tiféret-
Rostro Menor y Maljut). Aunque eso es adelantarnos en el análisis. Sin embrago, es
importante estudiar la estructura del humano en el Edén, porque ese es su estado
original, y por tanto natural.
Decimos, pues, que el 1:4 preside todo el segundo relato de la creación.
Está en el vapor AD, que como forma arquetípica, emana de la Tierra Biná para
regar (fecundar) la Tierra (Adamá) de Maljut (Maljut de Atsilut – Kéter de Yetsirá).
Y así el ser humano, ADM, es extendido en el cuaternario: Jésed-agua, Guevurá-
fuego, Tiféret-aire y Maljut-Tierra.
Y es puesto en el ODN (O es Ayin), de donde parte un río y de allí se dividía en
cuatro brazos (o cabezas).
Y vemos que es puesto en el cuaternario para trabajarlo y cuidarlo, es decir, para
llevar lo múltiple del cuatro a la unidad. Dicho de otro modo, reunir el cuatro de los
elementos en un cuerpo único espiritual.
Y en el centro del huerto hay dos árboles: el Árbol de la Vida y el Árbol del
conocimiento del Bien y del Mal.
¿Cuál es la relación entre los dos árboles?
Árbol de la Vida: Ets haJayim, Ayin Tsadi He Jet Yod Yod Mem. Valor
numérico 233.
Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal: Ets HaDáat Tov VeRa, Ayin Tsadi,
He Dalet Ayin Tav Tet Vav Bet Vav Resh Ayin. Valor numérico 932.
Vemos que los árboles están en la misma relación 1:4, ya que 233 × 4 = 932.
Así pues, el Árbol de la Vida es la conexión de la Unidad. El Árbol del
Conocimiento es la fuente de la dualidad, que desemboca en la pluralidad, en la
diferenciación, en la fragmentación.
No se puede comer (es decir hacerse uno con ello, integrarlo en la propia
sustancia) simultáneamente de ambos. Sí se puede contemplar, incluso vivir, la
pluralidad desde el nivel de conciencia de unidad, pero no si nos identificamos y nos
hacemos uno con ella. Porque eso nos desconecta de la unidad (el Árbol de la Vida).
Es lo mismo que con la palabra Emet, Verdad, AMT (un concepto relacionado,
si cambiamos el 40 de la Mem por el 400 de la Tav). Si separamos la A del resto
obtenemos MT, mot, es decir, muerte.
Porque la desconexión con el Espíritu Uno es muerte en el sentido espiritual, el
sentido que tiene en el Génesis, y en general en la Torá.
Incluyo a continuación una cita de un antiguo escrito mío sobre el paradigma
cuántico que es relevante a nuestro estudio actual, sobre todo en lo relativo a sus
aplicaciones en la vida cotidiana:

“Un sistema [físico] es pues una superposición de estados posibles y no asume


por tanto una manera de ser o estado concreto hasta que no lo observamos de alguna

43
manera. En el acto de observación la función de onda [que contiene toda la información
del sistema] colapsa a un conjunto de valores determinado [los resultados de la medida]
que define el estado del sistema.
Existen diversas representaciones de un mismo sistema que son
complementarias entre sí: una llamada partícula [elemental] a veces se comporta como
tal y a veces como una onda. Es la famosa dualidad onda – corpúsculo. Y es el tipo de
experimento que programemos, es decir, el tipo de observación que hagamos, el que
determina si vamos a obtener una onda o una partícula – dos realidades que en esencia
son complementarias, incluso contradictorias: una onda es una vibración extendida en
el espacio; una partícula es algo localizado, con unos valores de posición y velocidad
determinados (dentro de los límites que permite el principio de incertidumbre de
Heisenberg).
Podemos generalizar y suponer que existen dos representaciones
complementarias de la realidad: Cuando contemplamos ésta como un conjunto de entes
separados, singularizados, cada uno con su propia historia o trayectoria en el espacio
tiempo, estamos teniendo una visión tipo partícula. Cuando contemplamos la realidad
como una unidad omniabarcante, tal como si observáramos la superficie de un
estanque con sus miríadas de vibraciones y ondulaciones, interpenetrándose y en
superposición unas con otras – pero sin singularizarlas más que como un recurso
descriptivo en aras de la argumentación –, estamos teniendo una visión tipo onda de la
realidad. La primera visión se llama en cábala árbol del conocimiento del bien y del
mal. La segunda se llama árbol de la vida. Cuando nos experimentamos a nosotros
mismos como yoes únicos, definidos y separados de los demás y del mundo, que
entonces experimentamos de una forma fragmentada, múltiple, finita (es decir, cuando
nos experimentamos como partícula), estamos en el árbol del conocimiento del bien y
del mal, el árbol de las dualidades. Cuando nos experimentamos de forma
transpersonal como representaciones o manifestaciones de la conciencia única
universal, en unidad esencial, por tanto, con todas las cosas (es decir, cuando somos
una onda extendida por todo el campo de lo existente), estamos en el árbol de la vida.

Nos podemos preguntar, ¿quién realiza el colapso de la función de onda? ¿El
aparato de medida, en el caso de un experimento con partículas? No tiene sentido. El
aparato es también un sistema hecho de partículas, un objeto cuántico descrito por una
función de onda que debería superponerse a la de las partículas del experimento y,
ciertamente, no colapsarlas. ¿Es el observador? Sí, pero ¿qué del observador? ¿El
cerebro? Resulta que también es un sistema cuántico en superposición de interferencia
con el experimento. ¿Por medio de qué mecanismo se efectuaría el colapso?
Sólo cabe una respuesta coherente. Es la conciencia, como realidad de orden
superior, la que realiza este colapso, que incluye tanto al observador como a lo
observado. La conciencia realiza simultáneamente una representación de un polo
subjetivo, con el que se identifica, y un polo objetivo, que se observa, tal como el Dáat
o conocimiento se divide en conocedor y conocido. Pero ambos polos (en cábala es el
andrógino Adam que es dividido en Ish e Ishá, posteriormente Adam y Javá,
conciencia subjetiva y conciencia objetiva) están mutuamente referidos el uno al otro.
Forman lo que se conoce como una jerarquía entrelazada. No hay modo de salir de ella
salvo trascendiéndola, es decir, dando el salto a esa conciencia transpersonal o
universal, de la que todo son representaciones.”

Por eso decimos que el Edén es el Jardín de la Conciencia. Comer del Árbol de
la Vida es estar en la conciencia transpersonal de la unidad. Es el Edén recuperado.

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Comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, es la conciencia dividida y
fragmentada típica del estado egoico. Y la agitación mental constante – ese incesante
fluir de impresiones, imágenes, pensamientos, sentimientos – es la espada del Kerub
(que giraba a uno y otro lado) impidiendo el acceso al Árbol de la Vida. Ese es el
procedimiento fundamental para mantenernos atados a nuestro estado mental presente,
porque tan pronto como nos queremos mover, la espada – la rueda de la mente – gira y
nos devuelve a nuestra posición de partida.
De ahí que para toda empresa interior de elevación del nivel de conciencia, sea
necesario un gran esfuerzo de concentración – meditación, oración, contemplación,
conciencia plena del aquí y el ahora, etc. – que neutralice su influencia y permita
instaurar un nuevo modo de funcionamiento permeable a las dimensiones superiores.

Ver en texto aparte (e imágenes) algunas meditaciones.

EDÉN 1. MEDITACIONES

PENSAMIENTOS DE TORÁ Y CABALÁ XL


Eduardo Madirolas
www.lacabaladelaluz.com

MEDITACIÓN EJAD 1

Primero siempre hacemos un estudio del marco teórico:

El valor numérico de la palabra Ejad es 13 (Alef = 1; Jet = 8; Dalet = 4) el


mismo que Ahavá, Amor (Alef = 1; He = 5; Bet = 2; He = 5), lo que indica que el amor
es la fuerza de la unidad y viceversa. En Cábala clásica se dice que trece son también
los canales por los que se vierte la influencia del Jésed superior que emana de Kéter (la
Misericordia sin traza alguna de Severidad) el cual borra toda ilusión de discontinuidad,
separación o diferencia, colmando la medida de todo ser con la plenitud del Amor
Divino.
Ejad es, pues un poderoso mantra que nos conecta con la esencia de la luz,
con su carácter dador, la marca de ese Amor Divino. Por eso, cuando la luz se manifiesta en el
primer día de la Creación, según el Génesis, no se dice al final “Y fue tarde y fue mañana, día
primero (Yom Rishón)” sino “día uno” (Yom Ejad) indicando que en la luz todas las cosas
son una18. Y esta Luz de Unidad, que es Amor, es la expresión más elevada de la esencia
Divina, tal como es proclamado en el Shemá Israel, quizá la “oración” principal del judaísmo:
Shemá Israel, YHVH Elohenu YHVH Ejad.
Escucha Israel YHVH-nuestro Dios YHVH es Ejad.
Maljút Tiféret Biná Jojmá Kéter

Podemos contemplar Ejad en sus letras: La letra Alef se ha descrito como el


propio anagrama de la Unidad omniabarcante; representa a Kéter. La letra Jet tiene como
valor numérico el ocho y simboliza la acción de las ocho sefirot intermedias entre Kéter y

18
Después, ya se usan los números ordinales: día segundo, tercero, etc.

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Maljút (de Jojmá a Yesod). Es una letra de movimiento y representa el descenso y ascenso de
la luz a través de estas sefirot. Por último, la letra Dálet está en el lugar de Maljút.
Ejad, por tanto, une todos los niveles, en particular el plano de la Unidad
(Kéter) y el plano de la máxima multiplicidad aparente (Maljút). Esta unificación es dinámica,
en un ir y venir (proyección y reabsorción de mundos), tal como se dice de las Jaiot –
expresión de la Jet – que “corrían y regresaban”, indicando el movimiento del Espíritu. Las
Jaiot son las Santas Criaturas que tiran del Carro Divino en la visión de Ezequiel.

PROCEDIMIENTO
Una vez alcanzado el estado de meditación vemos como aparecen en el
firmamento escritas en fuego blanco irradiando luz blanca las letras de EJAD.
Durante unos instantes nos concentramos exclusivamente en las letras,
permitiendo que llenen todo nuestro campo de visión. (Podemos visualizar sólo las tres
consonantes o también incluir las vocales, indicadas por los signos o puntos debajo o
alrededor de las letras).
La luz de Ejad desciende y nos envuelve por completo. Es una luz viva, una luz
serena de una claridad insuperable que nos llena de éxtasis, que va penetrando dentro de
nosotros con cada inspiración, por las fosas nasales, por todos los poros de nuestra piel,
por todas las puertas de los centros psíquicos (o chakras)… En particular, un rayo
directo más concentrado entra por nuestro Kéter, en la coronilla, en donde se hace aún
más brillante y desciende por el hemisferio izquierdo del cerebro que baña y limpia por
completo y después el derecho. Ilumina nuestro centro de la frente y luego desciende a
la garganta.
Desde allí va a nuestro hombro izquierdo y desciende por todo el brazo
izquierdo hasta la mano, circulando por todos los dedos. Y va a nuestro hombro derecho
y desciende por nuestro brazo derecho hasta la mano y la punta de los dedos.
Luego desciende al corazón e irradia con un sentimiento de armonía y
compasión universales. Y desciende al centro del ombligo desde donde baña a todos
nuestros órganos. Va a la cadera izquierda y desciende por la pierna izquierda hasta la
planta del pie y hasta la punta de los dedos. Y va a la cadera derecha y desciende por la
pierna derecha hasta la planta del pie y hasta la punta de los dedos.
Y desciende al centro de Yesod y a nuestro órgano sexual, y lo baña de luz por
completo. Y desciende al centro de Maljut en la base de la columna, en el perineo, y lo
llena de luz, fuerza, y estabilidad. Y esta luz penetra en nuestros huesos hasta la médula
y fortalece nuestro sistema inmunológico, haciéndonos resistentes a toda negatividad,
tanto física como psíquica.
Imaginamos todos nuestros centros psíquicos sefiróticos luminosos y
vibrando en la frecuencia de la luz de Ejad. Imaginamos todos nuestros órganos y partes del
cuerpo bañados en esa luz que nos limpia por completo y elimina toda forma de negatividad y
fragmentación. Podemos detenernos en aquellas regiones aquejadas de algún tipo de dolencia
y contemplamos cómo la Luz aporta curación, salud y vitalidad. Percibimos cómo a través de
los miles de capilares y conductos microscópicos, la Luz alcanza a todas las células del
cuerpo, y en particular limpia, rectifica y activa las cadenas de ADN del núcleo celular.
Podemos ser todo lo detallado que queramos o que la situación requiera (en el contexto de
curación, por ejemplo)
Continuamos de esta forma, armonizándonos con la luz, hasta sentir nuestro cuerpo
como una unidad. Pasamos entonces a nuestra naturaleza emocional, unificándola con nuestra
corporeidad, eliminando de nosotros toda traza de emociones negativas – temores,
preocupaciones, depresión, tristeza, ira... – que son barreras que nos contraen, nos aíslan, nos
refuerzan en nuestro deseo de recibir, nos alejan de la unidad.

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También limpiamos el flujo de nuestra mente, eliminando todo pensamiento
egocéntrico, toda traza de duda o escepticismo, toda la maraña de ideas preconcebidas que
nos impiden ver las cosas en su unidad esencial.
Nos vaciamos de todo deseo salvo el de unificación con la luz, y nos volvemos hacia
nuestra naturaleza espiritual, nuestra neshamá. Ponemos nuestros vehículos inferiores a su
servicio. Nos abrimos a la contemplación de nuestra Chispa Divina y a la irradiación del
deseo de dar en nosotros, que es lo que nos hace vibrar en la fase de la luz y por tanto nos
lleva a unificarnos con ella.
Pasamos entonces a compartir la luz. La irradiamos a nuestro entorno. Abrazamos en
la luz de la unidad a nuestros seres queridos y les llenamos de luz. Hacemos lo mismo con
todos nuestros familiares, amigos, conocidos, con todas las personas que de un modo u otro
han compartido con nosotros algún aspecto de nuestras vidas. Es importante perdonar y pedir
perdón si nos encontramos en nuestro camino expansivo con alguna persona que nos pueda
haber ofendido o a la que podamos haber ofendido o causado algún tipo de mal. Entendemos
las lecciones que podemos aprender de ello, viendo cómo nuestros “enemigos” son un reflejo
de nuestra propia parte negativa y es necesario reconocerlo y unificarlo todo en la Luz.
Seamos detallados en este proceso, tomándonos todo el tiempo que sea necesario.
Seguimos ampliando el círculo de la luz hasta que nos sentimos en unidad con todos
los seres humanos – vibrando al unísono en el alma común de la humanidad – y también con
todos los seres vivos del planeta y en última instancia del cosmos, bañado todo en la Luz de la
Presencia Divina.
Para terminar, volvemos a visualizar las letras de Ejad brillando en el
firmamento, encima de nuestras cabezas. Agradecemos, despedimos. Poco a poco
vamos absorbiendo la luz que permanece como una segunda naturaleza, un fondo
implícito siempre presente.

MEDITACIÓN EJAD 2

Ejad en la vida cotidiana: Es un estado de meditación continua. Ante una persona,


ser vivo u objeto, antes de que surja el pensamiento del yo, de la diferencia, de la separación,
volver la mente al estado de unidad, diciendo: “Lo Shnaim Raq Ejad. No dos sólo uno.”
(Puede usarse como un mantra y repetirlo de continuo). Lo mismo ante cualquier situación de
fragmentación o dualismo. Una forma de meditar sería visualizando las letras de Ejad en
vertical (representan, como hemos dicho antes, el Árbol de la Vida en conjunto: Dalet-Maljut;
Jet-de Yesod a Jojmá; Alef-Kéter). Toda la experiencia combinada de sujeto, objeto y contexto
se incluyen en la luz de la Dalet, siendo absorbidos, por así decir, por la letra (es decir,
llevadas a su plano de realidad). A su vez, la Dalet lo es por la Jet y ésta por la Alef. En la Alef
todas las cosas son una. Retornar, pero sin perder esta conciencia.

MEDITACIÓN LETRA ALEF

Se visualiza la letra Alef (en fuego blanco emitiendo luz blanca) en alguno de
los centros psicofísicos, preferentemente en el centro de Kéter (chakra de la corona)
justo encima de la cabeza19, en el Daát Elión (conocimiento superior, chakra de la
frente) o en el centro de Tiféret (chakra del corazón). Sentimos su irradiación, que desde
allí llena todo nuestro ser. Dejamos que esta luz de la Unidad – luz simplicísima,
totalmente serena, pura benevolencia y gozo – sature nuestra conciencia, que se
sumerge en su plenitud hasta llegar a hacerse una con la luz. Tomarse todo el tiempo

19
Como dice el Séfer Yetsirá: “Hizo reinar a la letra Alef, le dio una corona...”

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que sea necesario. Podemos ayudarnos del siguiente mantra, que se repite internamente
a niveles cada vez más profundos: Aní Or Alef Shejinát Belimáh – Yo soy la Luz Alef
de la Presencia Divina intangible20. Visualizamos entonces que la letra Alef – que es
todo lo que hay – empieza a hacerse más pequeña, a contraerse, hasta convertirse en un
punto que se funde en la Nada, y nosotros con ella. Es evidente que será difícil alcanzar
una vivencia profunda y duradera de ese estado, aunque reconozcamos intelectualmente
que es la esencia última de la realidad. Podemos ayudarnos del siguiente mantra: Ayin
meAní, ya que en hebreo las palabras que designan la Nada – Ayin – y el yo – Aní –
sólo se diferencian en el orden de sus letras (quiere decir que son una estructuración
diferente del mismo campo). Nuestra conciencia mantiene, por así decir, tres
realizaciones simultáneas: Nada, Yo y Divinidad21. De este estado emana la
misericordia infinita, la voluntad superabundante dadora que crea y “es” la esencia de
los mundos manifestados. De ella emana la Alef: un punto de luz que aumenta de
tamaño e irradia hasta que su luz llena todo el espacio concebible. Esta luz deviene en
todos los seres como otra cara de su misma realidad. De este modo nacemos de nuevo
como una manifestación particular de la Alef a nuestro estado habitual (esta vez Aní
meAyin, Yo de la Nada) visualizando en el mismo chakra que antes la letra Alef en
fuego blanco emitiendo luz blanca. Después de compartir y agradecer terminamos la
meditación.

20
La expresión “belimá” aparece en el Séfer Yetsirá en relación con las sefirot. Se traduce generalmente como “de
la Nada”.
21
También la expresión Aní YHVH es corriente en el texto bíblico.

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