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Clinicas de Caso 5 - Torax
Clinicas de Caso 5 - Torax
Dolor torácico
Aunque el dolor torácico puede deberse a una enfermedad pulmonar, probablemente sea el síntoma más
importante de enfermedad cardíaca . Sin embargo, el dolor torácico también puede producirse en trastornos
intestinales, biliares y musculoesqueléticos. Al evaluar a un paciente con dolor torácico, la exploración se orienta
fundamentalmente a discernir entre trastornos graves y las muchas otras causas menos importantes de dolor. Las
personas que han padecido un infarto de miocardio describen con frecuencia el dolor asociado como un «dolor
opresivo» retroesternal (profundo al esternón) que no desaparece con el reposo
Fracturas de costilla
La 1.ª costilla, corta y ancha, posteroinferior a la clavícula, se fractura rara vez debido a su posición protegida (no
puede palparse). En consecuencia, la fractura de la primera costilla generalmente se considera una característica
distintiva de lesión grave en el traumatismo contuso. No obstante, cuando se fractura pueden lesionarse las
estructuras que atraviesan su cara superior, como los nervios del plexo braquial y los vasos subclavios que van al
miembro superior. Las costillas medias son las que se fracturan con mayor frecuencia. Las fracturas de costilla son,
normalmente, el resultado de lesiones por golpes o compresión. La porción más débil de una costilla es la situada
justamente anterior a su ángulo; no obstante, una acción violenta directa puede fracturarla en cualquier localización,
y el extremo fracturado puede lesionar órganos internos como el pulmón y/o el bazo. Las fracturas de las costillas
inferiores pueden rasgar el diafragma y producir una hernia diafragmática. Las fracturas de las costillas son dolorosas
debido a que las partes fracturadas se mueven durante la respiración y al toser, reír o estornudar. Las fracturas
costales se han reparado quirúrgicamente por esta razón, pero esta práctica continúa siendo controvertida.
Tórax batiente
Una fractura múltiple de costillas puede permitir que un segmento importante de la pared torácica anterior y/o
lateral se mueva libremente. El segmento suelto de la pared se mueve de forma paradójica (hacia dentro en la
inspiración y hacia fuera en la espiración). El tórax batiente constituye una lesión extremadamente dolorosa y afecta
la ventilación, de modo que se altera la oxigenación de la sangre. Durante el tratamiento, el segmento suelto debe
fijarse mediante ganchos y/o alambres para inmovilizarlo.
Las caras posterolaterales de los espacios intercostales 5.º-7.º son localizaciones importantes para las incisiones para
una toracotomía posterior. En general, la vía de acceso lateral es la más satisfactoria para penetrar en la cavidad
torácica (fig. C4-1). Con el paciente tendido sobre el costado contralateral se abduce el miembro superior
completamente, colocando el antebrazo al lado de la cabeza del paciente. Esta posición eleva y rota lateralmente el
ángulo inferior de la escápula, permitiendo el acceso hasta el 4.º espacio intercostal.
Costillas supernumerarias
Normalmente, las personas tienen 12 costillas a cada lado, aunque este número puede aumentar por la presencia de
costillas cervicales y/o lumbares, o disminuir por alteraciones en la formación del 12.º par. Las costillas cervicales son
relativamente frecuentes (0,5-2 %) y pueden afectar a las estructuras vasculonerviosas que se localizan en la
apertura torácica superior. Es posible que se requiera una resección para aliviar la presión sobre estas estructuras,
que puede realizarse a través de un abordaje transaxilar (incisión en la fosa axilar o la axila). Las costillas lumbares
son menos frecuentes. Las costillas supernumerarias (extra) también tienen significación clínica, ya que pueden
producir confusión en la identificación de niveles vertebrales en las radiografías y otros medios de diagnóstico por la
imagen.
La preocupación más importante en las lesiones esternales no es la fractura en sí misma sino la posibilidad de
lesiones cardíacas (contusión del miocardio, rotura cardíaca, taponamiento) o pulmonares. La mortalidad (tasa)
asociada a las fracturas de esternón es del 25-45 %, en gran parte debido a estas lesiones subyacentes. En los
pacientes con una contusión esternal debe realizarse una evaluación de las lesiones viscerales subyacentes (Marx et
al., 2014).
Esternotomía media
Para tener acceso a la cavidad torácica en las intervenciones quirúrgicas en el mediastino, por ejemplo en la
derivación aortocoronaria, se divide (se separa) el esternón por su plano medio y se retrae, como en la cirugía de
revascularización de la arteria coronaria. La flexibilidad de las costillas y los cartílagos costales permite separar de las
mitades del esternón durante las intervenciones quirúrgicas que requieren una esternotomía media. Esta
«separación esternal» también proporciona una buena exposición para extirpar tumores de los lóbulos superiores de
los pulmones. Tras la intervención, las mitades del esternón suelen unirse con suturas de alambre o clips. La
recuperación es menos dolorosa cuando se utiliza una incisión con toracotomía con división muscular (v. cuadro
clínico «Toracotomía, incisiones en el espacio intercostal y extirpación de una costilla»).
Biopsia esternal
El cuerpo del esternón se utiliza a menudo para realizar biopsias por punción de médula ósea debido a su anchura y a
su localización subcutánea. La aguja perfora la fina capa ósea cortical y penetra en el hueso esponjoso vascularizado.
La biopsia esternal se utiliza con frecuencia para obtener muestras de médula para trasplantar o para detectar
metástasis neoplásicas y discrasias (alteraciones) sanguíneas.
El proceso xifoides está habitualmente perforado en las personas ancianas debido a cambios relacionados con la
edad; esta perforación tampoco tiene importancia clínica. De manera similar, un proceso xifoides protruido
anteriormente no es infrecuente en los niños; cuando se presenta, en general no necesita corrección.
MAMAS
Cambios en las mamas
El tejido mamario sufre cambios, como la ramificación de los conductos lactíferos, durante los períodos menstruales
y en el embarazo. Aunque las glándulas mamarias están preparadas para la secreción hacia la mitad de la gestación,
no producen leche hasta poco después de que haya nacido el bebé. Durante el último trimestre del embarazo y en
las fases iniciales de la lactancia, los pezones secretan calostro, un líquido prelácteo cremoso, de color blanco a
amarillento. El calostro es especialmente rico en proteínas y agentes inmunitarios, y un factor de crecimiento que
afecta a los intestinos del lactante. En las mujeres multíparas (aquellas que han dado a luz dos o más veces), las
mamas suelen volverse grandes y péndulas. Las mamas de las mujeres de edad avanzada suelen ser pequeñas
debido a la disminución de grasa y a la atrofia del tejido glandular.
Cuadrantes de las mamas
Para la localización anatómica y la descripción de quistes y tumores, la
superficie de la mama se divide en cuatro cuadrantes (fig. C4-5). Por ejemplo,
un médico podría afirmar en un informe: «Se palpa una masa dura e irregular
en el cuadrante superior medial de la mama, a las 2 en punto y
aproximadamente a 2,5 cm del borde de la areola»
Cáncer de mama
Conocer el drenaje linfático de las mamas es de importancia práctica para la predicción de las metástasis
(diseminación) del cáncer de mama. Los carcinomas de mama son tumores malignos, normalmente
adenocarcinomas que se originan en las células epiteliales de los conductos lactíferos de los lóbulos de la glándula
mamaria . Las células cancerosas metastásicas que pasan a un vaso linfático suelen cruzar dos o tres grupos de
nódulos linfáticos. La obstrucción del drenaje linfático a causa del cáncer puede originar linfedema (edema, exceso
de líquido en el tejido subcutáneo), que a su vez puede provocar desviación del pezón y una apariencia coriácea,
engrosada, de la piel de la mama. Entre los poros y hoyuelos de la piel puede desarrollarse una piel prominente
(hinchada), que da origen a una apariencia de piel de naranja (signo de la piel de naranja).
A menudo, la piel presenta unos hoyuelos más grandes (como la punta del dedo o mayores) debido a la invasión
neoplásica del tejido glandular y a fibrosis (degeneración fibrosa), lo que provoca el acortamiento de los ligamentos
suspensorios o tira de ellos. El cáncer de mama subareolar puede causar retracción del pezón por un mecanismo
parecido que implica a los conductos lactíferos.
El cáncer de mama se disemina típicamente a través de los vasos linfáticos (metástasis linfógenas), que transportan
células cancerosas desde la mama a los nódulos linfáticos, principalmente a los de la axila. Las células alojadas en los
nódulos producen nidos de células tumorales (metástasis). Las abundantes comunicaciones entre las vías linfáticas y
entre los nódulos linfáticos axilares, cervicales, y paraesternales también pueden hacer que aparezcan metástasis
procedentes de la mama en los nódulos linfáticos supraclaviculares, en la mama opuesta o en el abdomen . Como la
mayor parte del drenaje linfático de la mama se dirige a los nódulos linfáticos axilares, estos constituyen la
localización más frecuente de las metástasis del cáncer de mama. El aumento de tamaño de estos nódulos palpables
sugiere la posibilidad de que exista un cáncer en la mama, y puede ser clave para su detección precoz. Sin embargo,
la ausencia de nódulos axilares agrandados no garantiza que no se hayan producido metástasis de un cáncer de
mama; las células malignas pueden haber pasado a otros nódulos, como los linfáticos infraclaviculares y
supraclaviculares o directamente hacia la circulación sistémica. La escisión quirúrgica de los nódulos axilares
afectados por metástasis de cáncer de mama o la lesión en los nódulos linfáticos y vasos axilares por la radioterapia
para el tratamiento del cáncer pueden causar linfedema en la extremidad superior homolateral, que también drena
hacia los nódulos axilares (v. cuadro clínico «Disección de los nódulos linfáticos axilares» en el cap. 3).
Las venas intercostales posteriores drenan en el sistema venoso ácigos/hemiácigos a lo largo de los cuerpos de las
vértebras , y se comunican con el plexo venoso vertebral interno que rodea la médula espinal. Las células cancerosas
también pueden diseminarse desde la mama a través de estas vías venosas hasta las vértebras, y desde ahí al cráneo
y al cerebro. El cáncer también se disemina por contigüidad (invasión del tejido adyacente). Cuando las células
malignas invaden el espacio retromamario , se fijan o invaden la fascia pectoral que cubre el pectoral mayor, o
metastatizan en los nódulos interpectorales, la mama se eleva al contraer el músculo. Este movimiento es un signo
clínico del cáncer de mama avanzado. Para observar este movimiento ascendente, el médico hace que la paciente
coloque las manos en las caderas y haga fuerza mientras tira de los codos hacia delante, para tensar los músculos
pectorales.
Actualmente, la mastectomía (escisión de una mama) no es tan frecuente para el tratamiento del cáncer de mama
como lo fue en el pasado. En la mastectomía simple, la mama se desplaza bajo el espacio retromamario. El pezón y la
aréola pueden ser respetados y la reconstrucción inmediata se realiza en casos seleccionados. La mastectomía
radical, una intervención más extensa, implica la extirpación de la mama, músculos pectorales, grasa, fascia y tantos
nódulos linfáticos como sea posible en la región axilar y pectoral. En la práctica habitual, a menudo sólo se extirpa el
tumor y los tejidos circundantes —mastectomía parcial o cuadrantectomía (cirugía conservadora de la mama
mediante una amplia escisión local)— seguido de radioterapia .
Ginecomastia
El aumento ligero y pasajero de tamaño de las mamas es algo normal (frecuencia del 70 %) en los hombres durante
la pubertad (entre los 10 y 12 años de edad). La hipertrofia de las mamas después de la pubertad (ginecomastia) es
relativamente rara (< 1 %) y puede estar relacionada con la edad o con el consumo de fármacos (p. ej., tras el
tratamiento de un cáncer de próstata con dietilestilbestrol). La ginecomastia también puede deberse a un
desequilibrio entre los estrógenos y los andrógenos o a un cambio en el metabolismo hepático de las hormonas
sexuales. Por tanto, el hallazgo de una ginecomastia debe considerarse un síntoma, y debe iniciarse una evaluación
para descartar posibles causas importantes, como cánceres suprarrenales o testiculares . Aproximadamente el 40 %
de los hombres pospuberales con síndrome de Klinefelter (trisomía XXY) presenta ginecomastia (fig. C4-8). Este
síndrome también se caracteriza por testículos pequeños y extremidades inferiores desproporcionadamente grandes
Colapso pulmonar
Los pulmones (en concreto, los sacos aéreos que conjuntamente
forman el pulmón) pueden compararse a un globo inflado cuando
están distendidos. Si no se mantiene la distensión, su elasticidad
intrínseca hará que se colapsen (atelectasia: la atelectasia
secundaria es el colapso de un pulmón previamente insuflado; la
atelectasia primaria se refiere a la incapacidad de un pulmón para
insuflarse al nacer). Un globo inflado sólo se mantendrá distendido
mientras la salida de aire esté cerrada, ya que sus paredes pueden
contraerse por completo. Los pulmones normales in situ siguen
distendidos incluso cuando las vías aéreas están abiertas, debido a
que las caras externas de los pulmones (la pleura visceral) se
adhieren a la cara interna de las paredes del tórax (la pleura
parietal) por la tensión superficial que provoca el líquido pleural. La
retracción elástica de los pulmones hace que la presión de la
cavidad pleural sea menor que la atmosférica. La presión es
normalmente de unos –2 mm Hg; durante la inspiración, cae hasta
cerca de –8 mm Hg.
Los sacos pleurales no suelen comunicarse; por ello, un pulmón puede estar colapsado, por ejemplo, por una
intervención quirúrgica, sin que se colapse el otro. El desgarro o rotura de la superficie de un pulmón (y de su pleura
visceral), o la penetración de la pared del tórax (y de su pleura parietal), provocan una hemorragia y la entrada de
aire en la cavidad pleural. La cantidad de sangre y aire que se acumula determinará el grado de colapso pulmonar.
Cuando un pulmón se colapsa, ocupa menos volumen dentro de la cavidad pulmonar y esta no aumenta de tamaño
durante la inspiración (de hecho, puede disminuir). Esta disminución de tamaño se evidencia radiográficamente en el
lado afectado por la elevación del diafragma por encima de sus niveles normales, el estrechamiento de los espacios
intercostales (las costillas están más juntas) y el desplazamiento del mediastino (desviación mediastínica, indicada
por la tráquea —llena de aire— contenida en él) hacia el lado afectado. Además, el pulmón colapsado aparecerá
normalmente más denso (más blanco) y rodeado por aire más radiolúcido (más negro).
En la cirugía abierta de tórax hay que mantener la respiración y la ventilación de los pulmones intubando la tráquea
con una sonda con manguito y utilizando una bomba de presión positiva, variando la presión para insuflar y desinflar
alternativamente los pulmones.
Algunas veces es necesario introducir una aguja hipodérmica en la cavidad pleural (toracocentesis), a través de un
espacio intercostal, para obtener una muestra de líquido pleural o para drenar sangre o pus (fig. C4-11). Para evitar
dañar el nervio y los vasos intercostales, la aguja se introduce por encima de la costilla, en un punto lo bastante alto
como para evitar los ramos colaterales. La aguja pasa a través de los músculos intercostales y de la pleura parietal
costal, y entra en la cavidad pleural. Cuando el paciente se encuentra en posición erecta, el líquido intrapleural se
acumula en los recesos costodiafragmáticos. Si se inserta la aguja en el 9.º espacio intercostal y en la línea axilar
media durante la espiración se evitará el borde inferior del pulmón. Hay que dirigir la aguja con una inclinación
superior, para no penetrar en el lado profundo del receso (una fina lámina de pleura parietal diafragmática y el
diafragma que recubre el hígado).
Pleurectomía y pleurodesis
La obliteración de la cavidad pleural por procesos patológicos como la pleuritis (inflamación de la pleura) o durante
intervenciones quirúrgicas (p. ej., pleurectomía o escisión de una parte de la pleura) (fig. C4-12 A) no tiene
consecuencias funcionales apreciables; sin embargo, puede producir dolor durante el esfuerzo. En otras
intervenciones se provocan adherencias entre las hojas parietal y visceral de la pleura cubriendo las hojas pleurales
en contacto con polvo irritante o con un agente esclerosante (pleurodesis). La pleurectomía y la pleurodesis se
realizan para evitar la recurrencia de atelectasias secundarias espontáneas (colapso pulmonar espontáneo)
producidas por un neumotórax crónico o por derrames malignos causados por enfermedades pulmonares (Shields et
al., 2009).
Toracoscopia
La toracoscopia es un procedimiento diagnóstico, y en ocasiones terapéutico, en el cual se examina la cavidad pleural
con un toracoscopio (fig. C4-12 B). Se hacen pequeñas incisiones en la cavidad pleural a través de los espacios
intercostales 1-3. Además de observar, se pueden obtener biopsias, extirpar formaciones patológicas, colocar un
drenaje y tratarse algunos trastornos torácicos (p. ej., cortar adherencias o extraer placas).
Pleuritis
Durante la inspiración y la espiración, las pleuras, lisas y
húmedas, no hacen ningún ruido detectable en la auscultación
pulmonar (escuchar los ruidos respiratorios); sin embargo, la
inflamación de la pleura (pleuritis pleuresía) vuelve rugosas las
superficies pulmonares. La fricción resultante (roce pleural)
puede oírse con un fonendoscopio. Suena como al frotar un
mechón de pelo entre los dedos. Esta inflamación puede hacer
que las hojas parietal y visceral se adhieran (adherencias
pleurales). La pleuritis aguda se percibe como un dolor agudo,
punzante, en especial durante un esfuerzo como subir escaleras, cuando la frecuencia y la amplitud de la respiración
aumentan.
Broncoscopia
Un broncoscopio es un endoscopio para inspeccionar el interior de la tráquea y del árbol bronquial. Cuando se hace
descender un broncoscopio por la tráquea para entrar en un bronquio principal puede observarse una cresta, la
carina traqueal, entre los orificios de los bronquios principales derecho e izquierdo (fig. C4-15). La carina traqueal es
una proyección cartilaginosa del último anillo traqueal. Normalmente se sitúa en un plano sagital y tiene un borde
bastante bien definido. Si los nódulos linfáticos traqueobronquiales localizados en el ángulo entre los bronquios
principales se hipertrofian como consecuencia, por ejemplo, de células cancerosas que han metastatizado a partir de
un carcinoma broncógeno, la carina traqueal está deformada, ensanchada posteriormente e inmóvil. Por tanto, los
cambios morfológicos de la carina son signos diagnósticos importantes que ayudan al diagnóstico diferencial de
enfermedades respiratorias. La mucosa que cubre la carina es una de las zonas más sensibles del árbol bronquial y se
asocia al reflejo de la tos. Por ejemplo, cuando alguien aspira un cacahuete, se ahoga y tose. Cuando el cacahuete
rebasa la carina, la tos suele cesar. Si se coloca a la víctima de sofocación en posición invertida para utilizar la
gravedad para expulsar el cuerpo extraño (drenaje postural de los pulmones), las secreciones pulmonares que
alcanzan la carina también provocan tos, lo que ayuda a la expulsión.
Resecciones pulmonares
El conocimiento de la anatomía de los segmentos broncopulmonares (v. fig. 4-35) es esencial para la interpretación
precisa de las imágenes diagnósticas de los pulmones y para la resección (extirpación) quirúrgica de los segmentos
enfermos. Las enfermedades bronquiales y pulmonares, como tumores o abscesos (acumulaciones de pus), se
localizan a menudo en un segmento broncopulmonar, que puede resecarse quirúrgicamente. Durante el tratamiento
del cáncer de pulmón, el cirujano puede extirpar un pulmón entero (neumectomía), un lóbulo (lobectomía) o uno o
más segmentos broncopulmonares (segmentectomía).
Atelectasias segmentarias
El bloqueo de un bronquio segmentario (p. ej., por un objeto aspirado) impide que el aire llegue al segmento
broncopulmonar que depende de él. El aire contenido en el segmento bloqueado se reabsorberá gradualmente en la
sangre, y el segmento se colapsará (fig. C4-16). Inicialmente, la pérdida de volumen puede causar el desplazamiento
mediastínico hacia el lado de la atelectasia, pero el/los segmento(s) homolateral(es) pueden expandirse para
compensar el volumen reducido del segmento colapsado.
Embolia pulmonar
La obstrucción de una arteria pulmonar por un coágulo sanguíneo (embolia) es una causa común de morbilidad
(enfermedad) y mortalidad. Un émbolo en una arteria pulmonar se forma cuando un coágulo sanguíneo, glóbulo de
grasa o burbuja de aire viaja por la sangre hacia los pulmones desde una vena del miembro inferior, por ejemplo tras
una fractura conminuta. El émbolo pasa por el lado derecho del corazón hacia un pulmón a través de una arteria
pulmonar. Puede bloquear una arteria pulmonar (embolia pulmonar) o una de sus ramas. Las arterias pulmonares
transportan toda la sangre que ha vuelto al corazón a través del sistema de las venas cavas. Por ello, el resultado
inmediato de una embolia pulmonar es la obstrucción parcial o completa del flujo de sangre hacia el pulmón. La
obstrucción hace que un sector del pulmón esté ventilado, pero no perfundido con sangre.
Cuando un gran émbolo ocluye una arteria pulmonar, la persona sufre disnea aguda debido a una importante
disminución en la oxigenación de la sangre a causa del bloqueo del flujo sanguíneo a través del pulmón. En cambio,
el lado derecho del corazón puede sufrir una dilatación aguda, ya que el volumen de sangre que llega desde el
circuito sistémico no puede propulsarse por el circuito pulmonar (cor pulmonale agudo). En cualquier caso, la muerte
puede sobrevenir en pocos minutos. Un émbolo de tamaño medio puede llegar a bloquear una arteria que irriga un
segmento broncopulmonar y producir un infarto pulmonar, un área de tejido pulmonar necrótico (muerto).
En las personas físicamente activas, a menudo existe una circulación colateral —una vascularización indirecta
accesoria— que se desarrolla aún más cuando se produce una embolia pulmonar, por lo que no es tan probable que
sufran un infarto o, como mínimo, no tan grave. Son abundantes las anastomosis con ramas de las arterias
bronquiales en la región de los bronquiolos terminales. En las personas con problemas circulatorios en el pulmón,
como una congestión crónica, la embolia pulmonar suele provocar un infarto pulmonar. Cuando una zona de pleura
visceral también queda sin aporte sanguíneo, se inflama (pleuritis) e irrita la sensible pleura parietal o se fusiona con
ella, provocando dolor. El dolor de la pleura parietal se refiere a la distribución cutánea de los nervios intercostales
para la pared torácica, o en el caso de los nervios inferiores a la pared anterior del abdomen.
Carcinoma broncógeno
Originalmente, el término carcinoma broncógeno designaba específicamente al cáncer originado en los bronquios
(normalmente un carcinoma [cáncer] escamoso o de células pequeñas), pero en la actualidad engloba todos los
cánceres pulmonares. El cáncer —carcinoma— de pulmón está causado sobre todo por el humo del tabaco; la
mayoría de los cánceres se originan en la mucosa de los bronquios mayores y provocan una tos persistente y
productiva, o hemoptisis (escupir sangre). Las células malignas pueden detectarse en el esputo (material arrastrado
por la saliva). El tumor principal, que se ve en las radiografías como una masa pulmonar en crecimiento , metastatiza
rápidamente a los nódulos linfáticos broncopulmonares y posteriormente a otros nódulos torácicos. Los lugares
donde se producen con frecuencia metástasis hematógenas (por diseminación sanguínea) de células cancerosas
procedentes de un carcinoma broncógeno son el cerebro, los huesos, los pulmones y las glándulas suprarrenales. Las
células tumorales probablemente acceden a la circulación sistémica invadiendo la pared de un sinusoide o de una
vénula en el pulmón, y son transportadas a través de las venas pulmonares, el corazón izquierdo y la aorta a esas
estructuras. A menudo, los nódulos linfáticos superiores a la clavícula —los nódulos linfáticos supraclaviculares—
están agrandados cuando se forma un carcinoma broncógeno, debido a las metástasis de células cancerosas desde el
tumor. Por ello, a los nódulos supraclaviculares se les denominó en su momento nódulos (ganglios) linfáticos
centinelas, ya que su aumento de tamaño podía alertar a los médicos de la posible presencia de una enfermedad
maligna en órganos torácicos y/o abdominales. Más recientemente, el término nodo (ganglio) centinela se ha
aplicado al nodo o nódulos que reciben primero la linfa de una zona donde hay un cáncer, con independencia de su
localización, tras la inyección de un colorante azul que contiene un marcador radiactivo (tecnecio 99).
Dolor pleural
La pleura visceral es insensible al dolor debido a que no recibe inervación sensitiva general. La pleura parietal, en
especial la pleura costal, es muy sensible al dolor, debido a que está profusamente inervada por ramos de los nervios
intercostales y frénicos. La irritación de la pleura parietal produce dolor local y dolor referido que se proyecta a los
dermatomas inervados por los mismos ganglios sensitivos de los nervios espinales y segmentos de la médula espinal.
La irritación de las porciones costal y periférica de la pleura diafragmática produce dolor local y referido a lo largo de
los dermatomas de las paredes torácica y abdominal. La irritación de las áreas mediastínica y diafragmática central
de la pleura parietal produce un dolor que se refiere a la raíz del cuello y por encima del hombro (dermatomas C3-
C5).
Radiografías del tórax
El estudio radiográfico más frecuente del tórax es la proyección posteroanterior (PA) , que obtiene una radiografía
PA (fig. C4-18 B) que se utiliza fundamentalmente para examinar las estructuras torácicas respiratorias y
cardiovasculares, así como la pared del tórax. El radiólogo o el técnico colocan al paciente con la cara anterior del
tórax apoyada en el detector de rayos X o en el cartucho de película, y se rotan los hombros anteriormente para
apartar las escápulas de las porciones superiores de los pulmones . El sujeto hace una inspiración profunda y retiene
el aire. La inspiración profunda hace que desciendan las cúpulas del diafragma, llena los pulmones de aire
(haciéndolos más radiolúcidos) y desplaza los bordes inferiores de los pulmones hacia los recesos
costodiafragmáticos. Los bordes inferiores deben verse como ángulos agudos, bien definidos. Los derrames pleurales
que se acumulan en ese lugar impiden que el borde inferior descienda hasta el receso, y la densidad aérea normal
radiolúcida es sustituida por una radiopacidad neblinosa. Los trastornos lobulares, como la neumonía, aparecen
como áreas localizadas, relativamente radiodensas, que contrastan con el aspecto radiolúcido del resto del pulmón.
Una radiografía PA, que se mira como si estuviésemos enfrente del paciente (una vista anteroposterior), es una
combinación de las imágenes producidas por los tejidos blandos y los huesos de la pared del tórax. Los tejidos
blandos, como los de las mamas, proyectan sombras de distinta densidad, dependiendo de su composición y de su
grosor. Paralelas a los bordes superiores de las clavículas se observan las sombras proyectadas por la piel y el tejido
subcutáneo que cubre esos huesos. Son visibles las clavículas, las costillas y las vértebras cervicales inferiores y
torácicas superiores. En las radiografías PA, la mayoría de las costillas destacan de forma clara sobre el fondo
relativamente radiolúcido de los pulmones . Las costillas inferiores tienden a quedar ocultas por el diafragma y el
contenido del abdomen superior (p. ej., el hígado), dependiendo de la fase de la respiración en que se efectuó la
radiografía. Normalmente, en estas proyecciones sólo se ven los bordes laterales del manubrio esternal. Las
vértebras torácicas inferiores quedan más o menos ocultas por el esternón y el mediastino. De forma excepcional
pueden observarse costillas cervicales, costillas ausentes, costillas bífidas y costillas fusionadas. A veces, los
cartílagos costales están calcificados en las personas de edad avanzada (especialmente los cartílagos inferiores).
En las proyecciones PA, las cúpulas derecha e izquierda del diafragma están separadas por el centro tendinoso, que
queda oculto por el corazón. La cúpula diafragmática derecha, formada por el hígado situado debajo, suele situarse
medio espacio intercostal más alta que la cúpula izquierda. Debido a su baja densidad, los pulmones son
relativamente radiolúcidos comparados con las estructuras circundantes. Los pulmones tienen una densidad
radiológica parecida a la del aire, por lo que producen unas zonas radiolúcidas pares. En estas proyecciones, los
pulmones no pueden verse por debajo de las cúpulas del diafragma, ni anterior y posteriormente al mediastino. En el
hilio de cada pulmón pueden verse las arterias pulmonares. Los vasos intrapulmonares tienen un calibre ligeramente
mayor en los lóbulos inferiores. Las secciones transversales de los bronquios llenos de aire tienen centros
radiolúcidos y paredes finas.
Las zonas poco claras en las proyecciones PA suelen verse bien en las radiografías laterales. En las proyecciones
laterales son visibles las vértebras torácicas medias e inferiores, aunque quedan parcialmente ocultas por las costillas
. También pueden verse las tres porciones del esternón. Las radiografías laterales permiten observar mejor una
lesión o anomalía que sólo afecte a un lado del tórax. En una proyección lateral, suelen verse las dos cúpulas del
diafragma cuando se arquean superiormente desde el esternón. Estas radiografías se obtienen con proyecciones
laterales, colocando un lado del tórax contra el cartucho de película o el detector de rayos X, y con los miembros
superiores elevados por encima de la cabeza .
Las descripciones anatómicas tradicionales se refieren a la posición de las vísceras como si la persona estuviese en
posición de decúbito supino, esto es, tendida en una cama o en una mesa de operaciones o de disección. En esta
posición, las vísceras abdominales dispuestas horizontalmente empujan a las estructuras mediastínicas
superiormente. Sin embargo, en bipedestación o en sedestación, la posición de las vísceras es la que se muestra en la
figura C4-19 B. Esto es debido a que las estructuras blandas del mediastino, en especial el pericardio y su contenido,
el corazón y los grandes vasos, y las vísceras abdominales que los soportan, se hunden inferiormente debido a la
gravedad.
• El centro tendinoso del diafragma (o la cara diafragmática o la parte inferior del corazón) se sitúa a nivel de
la unión xifoesternal y la vértebra T9.
• El centro tendinoso del diafragma puede descender hasta el nivel medio del proceso xifoides y el disco
intervertebral T9-T10.
Este movimiento de las estructuras mediastínicas debe tenerse en cuenta durante las exploraciones físicas y
radiológicas en posición de decúbito supino o erecta. Asimismo, al tumbarse sobre un costado, el mediastino cae
hacia el lado inferior debido a la gravedad.
Taponamiento cardíaco
El pericardio fibroso es un saco cerrado, duro e inelástico, que contiene el corazón, normalmente su único ocupante
aparte de una fina película lubricante de líquido pericárdico. Cuando se produce un gran derrame pericárdico, la
disminución de volumen del saco pericárdico limita la cantidad de sangre que puede recibir el corazón, lo que a su
vez disminuye el gasto cardíaco. El taponamiento cardíaco (compresión del corazón) es una situación potencialmente
letal, ya que el volumen cardíaco se ve comprometido de forma progresiva por el líquido acumulado fuera del
corazón, pero dentro de la cavidad pericárdica.
En los pacientes con neumotórax —aire o gas en la cavidad pleural— el aire puede difundir por los planos de tejido
conectivo y entrar en el saco pericárdico, produciendo un neumopericardio.
Pericardiocentesis
Para evitar el taponamiento cardíaco, normalmente es necesaria una
pericardiocentesis, el drenaje de líquido de la cavidad pericárdica. Para extraer
el exceso de líquido, puede insertarse una aguja de gran calibre a través del 5.º
o 6.º espacio intercostal izquierdo cerca del esternón. Este abordaje del saco
pericárdico es posible debido a que la incisura cardíaca del pulmón izquierdo y
la incisura menos profunda del saco pleural izquierdo exponen parte del saco
pericárdico, el área desnuda del pericardio (v. figs. 4-31 A y 4-32). El saco
pericárdico también puede alcanzarse a través del ángulo infraesternal, pasando
la aguja superoposteriormente (fig. C4-21). En este lugar, la aguja evita el
pulmón y la pleura, y entra en la cavidad pericárdica; sin embargo, hay que ir
con cuidado para no puncionar la arteria torácica interna o sus ramas
terminales. En el taponamiento cardíaco agudo por hemopericardio, hay que
realizar una toracotomía de urgencia (se abre rápidamente el tórax) para
seccionar el saco pericárdico y aliviar de inmediato el taponamiento, y lograr la
estasis de la hemorragia (detener el escape de sangre) del corazón (v. cuadro
clínico «Toracotomía, incisiones en el espacio intercostal y extirpación de una
costilla»).
Anomalías posicionales del corazón
El plegamiento anormal del corazón embrionario puede hacer que la posición del corazón se invierta
completamente, de forma que su vértice se sitúe a la derecha en lugar de hacia la izquierda (dextrocardia; fig. C4-
22). Esta anomalía congénita es la alteración posicional más frecuente del corazón, pero es relativamente poco
común. La dextrocardia se asocia a una situación en espejo de los grandes vasos y del arco de la aorta. Esta anomalía
puede formar parte de una transposición general de las vísceras torácicas y abdominales (situs inversus), o la
transposición puede afectar únicamente al corazón (dextrocardia aislada). En la dextrocardia con situs inversus, la
incidencia de defectos cardíacos acompañantes es baja y el corazón suele funcionar con normalidad. Sin embargo, en
la dextrocardia aislada, la anomalía congénita se ve complicada por alteraciones cardíacas graves, como la
transposición de las grandes arterias (Moore et al., 2016).
CORAZÓN
Cateterismo cardíaco
En el cateterismo cardíaco se inserta un catéter radiopaco en una vena periférica (p. ej., la vena femoral) y se lleva,
con control fluoroscópico, a través del atrio derecho, el ventrículo derecho, el tronco pulmonar y las arterias
pulmonares. Mediante esta técnica pueden registrarse las presiones intracardíacas y obtenerse muestras de sangre.
Si se inyecta un medio de contraste radiopaco, puede seguirse su recorrido por el corazón y los grandes vasos
mediante radiografías seriadas. Alternativamente, puede utilizarse la cinerradiografía o ecografía cardíaca para
observar el flujo de colorante en tiempo real. Las dos técnicas permiten estudiar la circulación por un corazón en
funcionamiento y son útiles para estudiar defectos cardíacos congénitos.
Antes del nacimiento, la válvula de la VCI dirige la mayoría de la sangre oxigenada que vuelve desde la placenta por
la vena umbilical y la VCI hacia el foramen oval del tabique interatrial, a través del cual pasa al atrio izquierdo (fig. C4-
23 D). El foramen oval tiene una válvula en forma de lengüeta que permite la derivación derecha-izquierda, pero la
impide izquierda-derecha. Al nacer, cuando el bebé hace su primera respiración, los pulmones se expanden con aire
y la presión en el atrio derecho cae por debajo de la del atrio izquierdo (fig. C4-23 E). En consecuencia, el foramen
oval se cierra por primera y última vez, y su válvula suele fusionarse con el tabique interatrial. El foramen oval
obliterado está representado en el tabique interatrial posnatal por la depresión de la fosa oval. El borde de la fosa
oval rodea la fosa. El suelo de la fosa está formado por la válvula del foramen oval. La válvula de la vena cava inferior,
rudimentaria, una formación de tejido en semiluna, no tiene ninguna función después del nacimiento; su tamaño
varía considerablemente y puede estar ausente.
Defectos de tabicación
A continuación se explican las bases embriológicas para denominar las valvas aórtica y pulmonar. El tronco
arterioso, el tronco arterial común para ambos ventrículos en el corazón embrionario, tiene cuatro válvulas . El
tronco arterioso se divide en dos vasos, cada uno de los cuales posee su propia valva de tres válvulas (pulmonar y
aórtica) . El corazón sufre una rotación parcial, de forma que su vértice pasa a apuntar hacia la izquierda, lo cual
provoca una disposición de las válvulas como se muestra en la figura C4-26 C. Por ello, las válvulas se denominan
según su origen embriológico y no según la posición anatómica que ocupan después del nacimiento. Así, la valva
pulmonar tiene válvulas derecha, izquierda y anterior, y la valva aórtica tiene válvulas derecha, izquierda y posterior.
De forma parecida, los senos aórticos se describen como derecho, izquierdo y posterior.
Esta terminología también concuerda con las arterias coronarias. Adviértase que la ACD se origina en el seno aórtico
derecho, superior a la válvula derecha de la valva aórtica, y que la ACI tiene una relación parecida con la válvula y el
seno izquierdos. En la válvula y el seno posteriores no se origina ninguna arteria coronaria; por ello, también se los
conoce como válvula y seno «no coronarios». Se producen variaciones en el origen de las arterias coronarias (figs.
C4-27 y 4- 61).
La restricción de un flujo sanguíneo a presión elevada (estenosis), o el paso de sangre por una abertura estrecha
hacia un gran vaso o una cavidad (estenosis e insuficiencia), producen turbulencias. Las turbulencias ocasionan
torbellinos (pequeños remolinos) que producen vibraciones audibles como soplos. Las sensaciones vibratorias
superficiales, frémitos, pueden percibirse sobre la piel en un área de turbulencia.
La relevancia clínica de una valvulopatía oscila entre leve y fisiológicamente intrascendente hasta grave y mortal.
Factores como el grado, la duración y la etiología (causa) afectan a los cambios secundarios en el corazón, los vasos
sanguíneos y otros órganos, proximales y distales al lugar de la lesión valvular. Las valvulopatías pueden ser
congénitas o adquiridas. La insuficiencia puede deberse a cambios patológicos en la propia válvula o en sus
estructuras de sostén (anillo, cuerdas tendinosas, etc.). Puede producirse agudamente (de repente; p. ej., por una
rotura de las cuerdas) o crónicamente (en un período relativamente largo; p. ej., por cicatrización y retracción). Por
otro lado, la estenosis valvular casi siempre se debe a anomalías de la válvula, y prácticamente siempre se trata de
un proceso crónico.
Debido a que las valvulopatías son problemas mecánicos, las válvulas cardíacas dañadas o defectuosas suelen ser
reemplazadas quirúrgicamente mediante una técnica denominada valvuloplastia. A menudo, en estas técnicas de
implantación de una prótesis valvular se utilizan válvulas protésicas artificiales fabricadas con materiales sintéticos,
aunque también se utilizan válvulas xenotrasplantadas (válvulas trasplantadas de otras especies, como el cerdo).
Ecocardiografía
La ecocardiografía (cardiografía por ultrasonidos) es una técnica para registrar gráficamente la posición y los
movimientos del corazón a partir del eco obtenido dirigiendo ondas ultrasónicas hacia la pared cardíaca (fig. C4-28).
Esta técnica permite detectar cantidades de líquido de tan sólo 20 ml en la cavidad pericárdica, como el producido
por un derrame pericárdico. La ecocardiografía Doppler es una técnica que muestra y registra el flujo de sangre a
través del corazón y los grandes vasos mediante ultrasonografía Doppler, lo que la hace especialmente útil para
diagnosticar y analizar problemas del flujo sanguíneo a través del corazón, como defectos del tabique, y para
detectar estenosis y regurgitaciones valvulares, sobre todo en el lado izquierdo del corazón.
Angiografía coronaria
Mediante la angiografía coronaria pueden visualizarse las arterias coronarias en arteriografías coronarias (fig. C4-
29). Se introduce un catéter largo y estrecho en la aorta abdominal a través de la arteria femoral en la región
inguinal. Bajo control fluoroscópico, se coloca el extremo del catéter justo en la abertura de una arteria coronaria. Se
realiza una pequeña inyección de un medio de contraste radiopaco y se obtienen cinerradiografías para estudiar la
luz de la arteria y sus ramas, así como las posibles zonas de estenosis. Con mayor frecuencia, la TC no invasiva o la
angiografía por RM están reemplazando a los métodos convencionales invasivos. Consúltense las figuras C4-38 y C4-
45.
INFARTO DE MIOCARDIO
Cuando se produce una oclusión repentina de una arteria principal por un émbolo, la región del miocardio irrigada
por el vaso ocluido se infarta (se queda casi sin sangre) y sufre necrosis (muerte patológica del tejido). Los tres
puntos donde se produce con más frecuencia la obstrucción de una arteria coronaria y el porcentaje de oclusiones
que afecta a cada arteria son (fig. C4-30 A):
Un área de miocardio que ha sufrido una necrosis constituye un infarto de miocardio. La causa más frecuente de
cardiopatía isquémica es la insuficiencia coronaria, que resulta de la ateroesclerosis de las arterias coronarias.
ATEROESCLEROSIS CORONARIA
El proceso ateroesclerótico, caracterizado por el depósito de lípidos en la íntima (la capa de revestimiento) de las
arterias coronarias, empieza al principio de la edad adulta y lentamente provoca la estenosis de la luz de las arterias
(fig. C4- 31). A medida que la ateroesclerosis coronaria progresa, los conductos colaterales que conectan las arterias
coronarias entre sí se expanden, lo que permite inicialmente una perfusión adecuada del corazón durante la
inactividad relativa. A pesar de este mecanismo compensador, es posible que el miocardio no reciba suficiente
oxígeno cuando el corazón tiene que llevar a cabo más trabajo. El ejercicio extenuante, por ejemplo, aumenta la
actividad del corazón y su demanda de oxígeno. La insuficiencia de aporte sanguíneo al corazón (isquemia
miocárdica) puede provocar un infarto de miocardio.
Angina de pecho
El dolor que se origina en el corazón se denomina ángor o angina de pecho. Las personas con angina de pecho suelen
describir el dolor opresivo y pasajero (entre 15 s y 15 min), aunque moderadamente intenso, como una tensión
retroesternal en el tórax. El dolor se debe a la isquemia del miocardio que no llega a producir la necrosis celular que
define el infarto.
La angina se debe casi siempre a un estrechamiento de las arterias coronarias. La disminución del flujo de sangre
provoca un menor aporte de oxígeno a las células de músculo estriado cardíaco. Debido al limitado metabolismo
anaerobio de los miocitos, se acumula ácido láctico y disminuye el pH en las áreas afectadas del corazón. Los
receptores para el dolor del músculo son estimulados por el ácido láctico. El ejercicio extenuante (sobre todo
después de una comida copiosa), la exposición brusca al frío y el estrés exigen un aumento de actividad al corazón,
pero los vasos obstruidos no son capaces de llevarlo a cabo. Cuando entran alimentos en el estómago, aumenta el
flujo de sangre hacia él y hacia otras partes del tubo digestivo. Como resultado, se desvía sangre desde otros
órganos, incluido el corazón.
El dolor anginoso cede con un período de reposo (a menudo basta con 1-2 min). Puede administrarse nitroglicerina
sublingual (una medicación que se aplica bajo la lengua para ser absorbida por la mucosa bucal), ya que dilata las
arterias coronarias (y las otras). Esto aumenta el flujo de sangre al corazón y a la vez disminuye la carga y la demanda
de oxígeno del corazón, ya que este bombea contra una resistencia menor. Asimismo, los vasos dilatados alojan un
mayor volumen de sangre, de manera que al corazón llega menos sangre y se alivia la congestión cardíaca. De este
modo, la angina suele ceder. Esta angina constituye un aviso de que las arterias coronarias están afectadas y de que
es necesario cambiar el estilo de vida, intervenir sanitariamente, o ambos. El dolor del infarto de miocardio suele ser
más intenso que el de la angina de pecho, y no suele desaparecer después de 1-2 min de reposo.
Angioplastia coronaria
Los cardiólogos o radiólogos cirujanos realizan una angioplastia coronaria transluminal percutánea, introduciendo un
catéter que tiene un pequeño globo hinchable fijado en su extremo dentro de la arteria coronaria obstruida. Cuando
el catéter llega a la obstrucción se infla el globo y se aplana la placa ateroesclerótica contra la pared del vaso. Se
distiende el vaso para aumentar el tamaño de su luz, mejorando así el flujo de sangre. En otros casos, se inyecta
trombocinasa a través del catéter; esta enzima disuelve el coágulo de sangre. También se han utilizado dispositivos
intraluminales con cuchillas giratorias o con láser. Tras dilatar el vaso, puede colocarse una endoprótesis (stent)
vascular para mantener la dilatación. Los stents están hechos con mallas rígidas o semirrígidas, que están colapsadas
durante su introducción. Una vez en su sitio, se expanden o son expandidas con un catéter con globo, para mantener
la permeabilidad de la luz.
Circulación colateral a través de las venas cardíacas mínimas
La inversión del flujo en las venas cardíacas anteriores y cardíacas mínimas puede llevar sangre luminal (sangre de
las cavidades del corazón) a los lechos capilares del miocardio en algunas regiones, proporcionando una cierta
circulación colateral. Sin embargo, a menos que estas colaterales se hayan dilatado en respuesta a una cardiopatía
isquémica preexistente, especialmente asociada a un entrenamiento físico adecuado, es improbable que sean
capaces de aportar suficiente sangre al corazón en un episodio agudo y, por tanto, de evitar un infarto de miocardio.
Electrocardiografía
El transporte de impulsos por el corazón desde el nodo SA puede amplificarse y registrarse en un electrocardiograma
(ECG) (fig. C4-34). La evaluación funcional del corazón incluye pruebas de tolerancia al ejercicio (pruebas de esfuerzo
en cinta ergométrica), principalmente para comprobar las consecuencias de una posible arteriopatía coronaria. Estas
pruebas son importantes para detectar las causas de irregularidades en el latido cardíaco. En una prueba de esfuerzo
se controlan la frecuencia cardíaca, el ECG y los registros de la presión arterial a medida que al paciente se le pide un
mayor esfuerzo. El resultado muestra cuál es el mayor esfuerzo que puede tolerar con seguridad el corazón del
paciente
La lesión de una de las ramas del fascículo provoca un bloqueo de rama, en el cual la excitación pasa a lo largo de la
rama no afectada y produce una sístole normal en un solo ventrículo. El impulso se propaga al otro ventrículo por
conducción miógena (propagada por el músculo) y produce una contracción tardía asincrónica. En esos casos, puede
implantarse un marcapasos cardíaco (un regulador artificial del corazón) para aumentar la frecuencia de contracción
del corazón hasta 70-80 latidos por minuto.
Cuando hay un defecto del TIV, el fascículo AV suele situarse en el margen del defecto. Evidentemente, esta parte
vital del sistema de conducción debe preservarse durante la reparación quirúrgica del defecto. La destrucción del
fascículo AV no sólo interrumpirá el único enlace fisiológico entre las musculaturas atrial y ventricular, sino que
producirá un bloqueo cardíaco.
Reiniciar el corazón
En la mayoría de los paros cardíacos, el personal de primeros auxilios lleva a cabo una reanimación cardiopulmonar
para restablecer el gasto cardíaco y la ventilación pulmonar. Al aplicar una presión firme en el tórax, sobre la porción
inferior del cuerpo del esternón (masaje cardíaco externo o cerrado), el esternón se desplaza 4-5 cm hacia atrás. El
aumento de la presión intratorácica hace que la sangre salga del corazón hacia las grandes arterias. Cuando cesa la
presión externa y cae la presión intratorácica, el corazón vuelve a llenarse de sangre. Si el corazón deja de latir (paro
cardíaco) durante una intervención quirúrgica cardíaca, el cirujano intentará reiniciarlo mediante un masaje cardíaco
interno o abierto.
Coartación de la aorta
En la coartación de la aorta, el arco de la aorta o la aorta torácica presentan un estrechamiento (estenosis) anormal
que disminuye el calibre de la luz del vaso, produciendo una obstrucción al flujo sanguíneo hacia la parte inferior del
cuerpo (fig. C4-39). La localización más frecuente de la coartación es cerca del ligamento arterioso (v. fig. 4-64).
Cuando la coartación se produce por debajo de este punto (coartación posductal), normalmente se desarrolla una
circulación colateral adecuada entre las porciones proximal y distal de la aorta a través de las arterias intercostales y
torácicas internas. Este tipo de coartación es compatible con la vida durante muchos años, ya que la circulación
colateral transporta sangre a la aorta torácica distal a la estenosis. Los vasos colaterales pueden volverse tan grandes
que provoquen un latido notable en los espacios intercostales y erosionen las superficies costales adyacentes, lo que
es visible en las radiografías del tórax.
Lesión de los nervios laríngeos recurrentes
Los nervios laríngeos recurrentes inervan a todos los músculos intrínsecos de la laringe, excepto uno. En
consecuencia, cualquier procedimiento exploratorio (diagnóstico; p. ej., una mediastinotomía) o enfermedad en el
mediastino superior pueden lesionar estos nervios y afectar a la voz. Debido a que el nervio laríngeo recurrente
izquierdo forma un asa alrededor del arco de la aorta y asciende entre la tráquea y el esófago, puede verse afectado
por un carcinoma esofágico o bronquial, un aumento de tamaño de los nódulos linfáticos mediastínicos o un
aneurisma del arco de la aorta. En este último caso, el nervio puede ser distendido por la dilatación del arco de la
aorta.
Angiografía aórtica
Para visualizar radiológicamente el arco de la aorta y las ramas que en él se originan, se introduce un catéter largo y
estrecho en la aorta ascendente a través de la arteria femoral o braquial en la región inguinal o del codo,
respectivamente. Bajo control fluoroscópico, el extremo del catéter se sitúa justo dentro de la abertura de una
arteria coronaria; puede obtenerse una angiografía aórtica inyectando un contraste radiopaco en la aorta y en las
aberturas de las arterias que nacen en el arco de la aorta (fig. C4-40).
• Borde izquierdo, porción terminal del arco de la aorta, tronco pulmonar, atrio y ventrículo izquierdos.
La parte inferior izquierda de la silueta cardíaca corresponde a la región del vértice. Cuando está presente el vértice
cardíaco anatómico típico, suele ser inferior a la sombra del diafragma. Pueden producirse tres tipos de silueta
cardíaca, que dependen fundamentalmente del biotipo :