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Jefe de la Unidad de Soporte Investigativo de la Academia del FBI

Corinne Munn

Servido como Interno Honorario de la Academia del FBI

Traducido por Malena González de León


  

Este artículo apareció originalmente en el Boletín  del FBI de febrero de 1992.

La mayoría de las escenas de crimen cuentas una historia. Y como la mayoría de las
historias, las escenas del crimen tienen personajes, un conflicto, un comienzo, un nudo,
esperanzadamente una conclusión. Sin embargo, en contraste con autores que dirigen a
sus lectores a un final predeterminado, la disposición final de una escena de crimen
depende en los investigadores a los que se les delegó el caso. Las habilidades de los
investigadores para analizar la escena del crimen y para determinar quién, qué, cómo, y
porqué gobiernan cómo se desarrolla la historia de la escena.

Para asegurarse un final satisfactorio, eso es, la aprehensión y prosecución del ofensor
del crimen violento, los investigadores deben darse cuenta que el final depende de su
análisis en las dinámicas del comportamiento humano. Patrones de discurso, estilos de
escritura, gestos verbales y no verbales, y otros tratos y patrones dan forma al
comportamiento humano. Estas características individuales trabajan en concierto para
causar que cada persona actúe, reaccione, funcione, o se realice en una forma única y
específica. El comportamiento individualista generalmente se mantiene consistente, sin
importar la actividad que se realiza.

Ya que el cometimiento de un crimen violento involucra todas las dinámicas del


comportamiento humano “normal”, aprendiendo a reconocer las manifestaciones de los
patrones de comportamiento permiten al investigador descubrir mucho más sobre el
ofensor. También provee un medio por el cual los investigadores pueden distinguir entre
diferentes ofensores cometiendo el mismo tipo de ofensa.

Hay tres manifestaciones posibles de comportamiento del ofensor en una escena de


crimen -- modus operandi, firma o personificación, y escenario. Este artículo indica
cada una de estas manifestaciones a fin de demostrar la importancia de analizar una
escena en términos de comportamiento humano.

MODUS·OPERANDI

En 1989, Nathaniel Code, Jr., un hombre de Shreveport, Louisiana, fue convicto de


asesinato. El jurado determinó que en tres ocasiones separadas entre 1984 y 1987, Code
asesinó un total de 8 personas. El jurado dio un veredicto de culpable, más allá de
algunas disparidades que existían entre las 3 escenas del crimen.

Por ejemplo, el ofensor amordazó a la primera víctima con un pedazo de material


obtenido en la escena, pero trajo cinta conductora para usar en las 7 víctimas de los
otros 2 incidentes. También, el asesino apuñaló y cortó a la primera víctima mientras
que las víctimas de los otros 2 crímenes fueron disparadas y mostraban señales de
estrangulación por ligadura. Las víctimas iban de 8 años a 74 años e incluían ambos
sexos; de todas formas, todos eran negros. Y, el ofensor tomó dinero de una escena pero
no de las otras dos.

Considerando la evidencia encontrada en las 3 escenas, ¿se puede conectar a un hombre


con todos los crímenes? ¿Esas diferencias de modus operandi (M.O.), que son las
acciones del ofensor al cometer el crimen, y victimología (características de las
víctimas) no eliminarían la conexión a un ofensor?

Al intentar unir casos, el M.O tiene un gran significado. Un paso crítico en el análisis de
la escena del crimen es la correlación resultante que conecta cosas debido a similitudes
en M.O. Pero, ¿qué causa que un ofensor cometa un cierto M.O? ¿Qué circunstancias le
dan forma al M.O? ¿Es el M.O estático o dinámico?

Desafortunadamente, los investigadores cometen un serio error al poner demasiada


significancia en el M.O al vincular crímenes. Por ejemplo, un ladrón Novato destruye la
ventana de un sótano cerrado para ganar acceso a una casa. Temiendo que el sonido de
la ventana rota atrajera la atención, corre en su búsqueda de cosas valiosas. Más tarde,
durante robos subsecuentes, trae herramientas para forzar las cerraduras, lo que
minimizaría el ruido. Esto le permite tener más tiempo para cometer el crimen y obtener
más beneficios.

Como mostrado, el ladrón refinó sus técnicas de irrupción y entrada para disminuir el
riesgo de aprensión y para incrementar sus beneficios. Esto demuestra que el M.O es un
comportamiento aprendido que es dinámico y maleable. Desarrollado durante el tiempo,
el M.O evoluciona continuamente mientras los ofensores ganan experiencia y confianza.

La encarcelación generalmente impacta en los futuros M.O de los ofensores,


especialmente en los criminales de carrera. Refinan sus M.O mientras aprenden de sus
errors que los llevaron al arresto.

La respuesta de la víctima también influencia significativamente en la evolución del


M.O. Si un violador tiene problemas en controlar a una víctima, modificará su M.O para
acomodar la resistencia. Puede usar cinta conductora, otras ligaduras, o un arma sobre la
víctima. O, puede incapacitar inmediatamente a la víctima. Si tales medidas no son
efectivas,  puede probar con mayor violencia o inclusive matar a la víctima. Así, los
ofensores continuamente le dan nueva forma a sus M.O para llegar a las demandas del
crimen.

En el caso de Nathanial Code, el M.O. y victimología solos hubieran fallado en


vincularlo con cada uno de los homicidios. Pero Code dejó mas que cinta conductora,
cuerpos con heridas de bala y gargantas cortadas en las escenas; dejó su “tarjeta”. Los
investigadores encontraron su “tarjeta” o firma en cada escena, y por esto, pudieron
vincularlo con las ofensas.

LA·FIRMA

El ofensor violento y repetitivo a menudo exhibe otro elemento del comportamiento


criminal durante la escena – la firma o “tarjeta”. Esta conducta criminal es única e una
parte integral del comportamiento del ofensor y va por debajo de las acciones necesarias
para cometer el crimen.

Las fantasías de los ofensores a menudo dan nacimiento de crímenes violentos.


Mientras sueñan despiertos, desarrollan una necesidad de expresar estas fantasías
violentas. Cuando finalmente las realizan, algún aspecto de cada crimen demuestra una
expresión o ritual único y personal. Cuando éste realiza un ritual en la escena del
crimen, deja su “tarjeta personal” allí.

¿Cómo manifiestan las escenas estas “tarjetas personales” o firmas? Básicamente, las
escenas revelan características peculiares o cosas inusuales que ocurren mientras se está
cometiendo el crimen.

Por ejemplo, un violador demuestra su firma al hacer su acto de dominación,


manipulación o control durante la fase verbal, física o sexual del asalto. El uso de
vocabulario excepcionalmente vulgar o abusiva, o el preparar un libreto para que la
víctima repita, representa una firma verbal. Cuando el violador prepara un libreto para
la víctima, dicta una respuesta verbal particular para ella, tal como “Dime cuanto
disfrutas el sexo conmigo”, o “Dime que bueno que soy”.

El uso excesivo de fuerza física muestra otro aspecto de la firma de un sujeto. Un


ejemplo de comportamiento de firma sexual involucra al ofensor que repetidamente
utiliza un orden específico en la actividad sexual con diferentes víctimas.

La firma permanece constante y es parte de cada ofensor. Y, a diferencia del M.O,


nunca cambia. Sin embargo, la firma puede evolucionar, como en el caso de un asesino
lujurioso que realiza mayor mutilación post mortem mientras progresa  de crimen en
crimen. Los elementos del ritual original se vuelven más desarrollados. En adición, la
firma no siempre se presenta en todos los crímenes ya que pueden haber contingencias
inesperadas, tales como interrupciones o respuestas de la víctima inesperadas.

Es posible que el investigador no siempre pueda identificar las firmas. Las ofensas
violentas generalmente involucran víctimas de alto riesgo o en estado de
descomposición, lo que complica el reconocimiento de la firma de un ofensor.

¿M O D U S · O P E R A N D I · O · F I R M A ?

Los siguientes escenarios son ficticios. Son usados para mostrar las diferencias entre el
M.O y la firma.
Un violador entra a una residencia y toma cautivos a una mujer y a su esposo. El
ofensor ordena al marido a acostarse boca abajo en el piso y pone una taza sobre un
plato en su espalda. Le dice, “Si escucha que la taza se mueve o golpea el piso, tu
esposa muere.” El ofensor luego toma a la esposa y la lleva a la otra habitación donde la
viola.

En otra situación, un violador entra en una casa, le ordena a la mujer que llame al
marido por teléfono, y le dice que use algún plan para que vaya para allá. Una vez que
el esposo ha llegado, el violador lo ata a una silla y lo fuerza a ver el asalto a su esposa.

El violador que uso la taza y plato desarrolló un modus operandi efectivo para controlar
al marido. Sin embargo, el otro violador fue más allá de cometer la violación. Satisfajo
sus fantasías completamente al no solo violar a la mujer sino también humillando y
dominando al marido. Sus necesidades personales lo llevaron a realizar esta firma del
crimen.

En Michigan, un ladrón de bancos hace que la gente se desnude durante el robo. En


Texas, otro ladrón de bancos también fuerza a que se desnuden, pero también hace que
posen en forma sexualmente provocativa mientras los fotografía. ¿Los dos crímenes
muestran una firma?

El ladrón de Michigan usó un medio muy efectivo de aumentar su tiempo de fuga, i.e.,
causando que la gente tenga que vestirse antes de llamar a la policía. Al ser
entrevistados, ofrecieron descripciones vagas porque al sentirse avergonzados
previnieron el contacto visual con el ladrón. Este ofensor desarrolló un M.O muy
ingenioso.

De todas formas, el ladrón de Texas fue más allá de la acción requerida para cometer su
crimen exitosamente. Se sintió impulsado a realizar el ritual de requerir a la gente que
pose para poder fotografiarlos. Dejó su firma en el crimen. El hecho de robar el banco
en sí mismo no gratificaba sus necesidades psicosexuales.

VINCULANDO·CASOS

Al intenta vincular casos, el M.O juega un rol importante. Sin embargo, como declarado
anteriormente, el M.O no debería ser el único criterio usado para conectar crímenes,
especialmente con ofensores repetidos que alteran su M.O a través de la experiencia de
aprendizaje. Generalmente, las primeras ofensas difieren considerablemente de las
subsecuentes. De todas formas, la firma permanece igual, sin importar si la primera
ofensa o una hecha 10 años más tarde. El ritual puede evolucionar, pero el tema
permanece constante.

La firma debería recibir mas consideración que las similitudes entre víctimas, aunque
estas nunca deben ser descontadas al intentar vincular casos a un ofensor serial. Las
similitudes físicas de las víctimas a menudo no son importantes, especialmente al
vincular casos motivados por el enojo. El ofensor expresa su odio a través de los
rituales, no atacando a una víctima que posee una característica particular.
 

CASOS VINCULADOS POR LA FIRMA DEL OFENSOR

Ronnie Shelton: Violador serial

Ronnie Shelton cometió tanto como 50 violaciones. Cuando fue condenado por 28 de
ellos, recibió un sentencia a prisión en exceso de 1,000 años. 1 Tanto su comunicación
verbal como su manifestación sexual manifestaban su firma.

Verbalmente, Shelton era excepcionalmente degradante y excepcionalmente vulgar. En


adición, haría comentarios tales como “Te he visto con tu novio,” “Te he visto por los
alrededores,” o “Tu sabes quien soy.” Pensamientos de Shelton rondando sus barrios
aterrorizaba a las víctimas.

De todas formas, era el asalto sexual mismo el que ocupaba la posición central en el
ritual de Shelton. Violaba a sus víctimas vaginalmente, luego se retiraba y eyaculaba
sobre su estómago o pecho. Shelton también se masturbaba frecuentemente sobre las
víctimas o entre sus pechos o las forzaba a masturbarlo manualmente. Luego, utilizaría
su ropa para limpiar la eyaculación. También forzó a varias de sus víctimas a tener sexo
oral con él y luego insistía en que se tragaran la eyaculación. La combinación de estos
actos mostraban la firma de Shelton.

El M.O de Shelton consistía en irrumpir en la casa de sus víctimas a través de una


ventana o patio que miraran a un área de madera o arbustos que le ofrecieran refugio.
Usaba máscaras de ski, o una bufanda. Convencía a las víctimas de que no estaba ahí
para violarlas sino para robarles. Sin embargo, cuando tenía a la víctima bajo control,
volvía al estilo de violación. La víctima obedecía porque había visto que era propenso
para la violencia en sus acciones anteriores, tales como tirarla en el piso y sostener un
cuchillo en su garganta. En adición, Shelton les diría las víctimas, "Mantené los ajos
hacia abajo," "Cúbrete los ojos," o "No me mires y no te mataré (lastimaré a tus hijos)."
Antes de irse, intimidaría verbalmente con advertencias tales como “No llame a la
policía o volveré y te mataré.” Estas características sirvieron como el M.O de Shelton,
mientras que sus acciones anteriores fueron su firma que lo vinculaban con 28 asaltos
sexuales.

Nathaniel Code: Asesino Serial

Nathaniel Code, Jr., mató ocho veces en tres ocasiones separadas . El primer homicidio,
una mujer de 25 años, ocurrió el 8 de agosto de 1984. Code la apuñaló 9 veces en el
pecho y le cortó la garganta.

Aproximadamente un año después, el 19 de Julio de 1985, Code mató a cuatro personas


– una chica de 15 años y su madre, y dos de sus amigos varones.  Approximately a year
later, on July 19, 1985, Code killed four people--a 15-year-old girl, her mother, and two
of their male friends. Code casi  separó la cabeza de la chica de su cuerpo. Asfixió a la
madre y la envolvió a un lado de la bañera. Luego le disparó a la cabeza de uno de los
chicos, dejándolo en un cuarto intermedio; el otro chico, que estaba en el cuarto del
frente, fue disparado 2 veces y le cortó la garganta.
Los últimos asesinatos se llevaron a cabo el 5 de agosto de 1987. Las víctimas fueron
los abuelos de Code y sus sobrinos de 8 y 12 años. Los niños murieron por
estrangulación por ligadura. Code apuñaló a su abuelo 5 veces en el pecho y 7 veces en
la espalda.

Los cambios en el M.O de Code, exhibidos de caso en caso, muestra como el M.O es
refinado. Por ejemplo, en su primer asesinato, amordazó a la víctima con material
encontrado en la escena; la próxima vez, llevó cinta conductora.

También mantenía a sus víctimas bajo vigilancia para obtener información de ellas,
especialmente en los segundos asesinatos. En ese caso, llevó un arma a la escena para
matar a los varones, que presentaban la mayor amenaza para él. Ya que las últimas
víctimas, un hombre anciano y dos niños, presentaban poca amenaza para él, Code no
utilizó un arma con ellos. Los 8 asesinatos ocurrieron en casas de familia. En cada casa,
los aires acondicionados y/o televisores estaban prendidos, que ahogaban el sonido
mientras entraba por la puerta o ventana. Code ganaba y mantenía rápidamente el
control sobre las víctimas separándolas en distintos cuartos.

Nathaniel Code tenía una “tarjeta personal” muy distintiva, uno de los aspectos en los
que las víctimas eran heridas. Code empleaba un método muy sangriento de ataque y
asesinato. Podría haber matado a cada víctima con un simple balazo – un homicidio
limpio involucrando muy poco alboroto. En cambio, mató a sus víctimas cortándoles la
garganta con un movimiento que resultaba en heridas profundas. Más allá de lo brutal,
el ataque no satisfacía su ritual; todas las víctimas sostenían heridas adicionales; con
excepción de la chica de 15 años. Una víctima varón sufrió heridas de bala en el pecho,
mientras otro recibía apuñaladas múltiples en el pecho. Code hería a casi todas las
víctimas más allá de lo que era necesario para causar la muerte (sobremataba).

La violencia física y la matanza sangrienta satisfacía la necesidad de dominación,


control y manipulación de Code. Posicionaba a cada víctima mirando hacia abajo, lo
que apoya su teoría. Code inclusive forzó a la madre a testificar la muerte de su hija
como parte del ritual de control, que se formaba a partir de su rabia. De hecho, las
pruebas forenses encontraron sangre de la hija en el vestido de la madre. Si la respuesta
de la víctima amenazaba su sentido de dominación, Code reaccionaba con furia y
violencia excesiva que lo llevaba a la matanza.

El ultimo aspecto de la firma de los crímenes de Code es probablemente el que mejor


ilustra su “tarjeta” única – las ligaduras. Code usaba tanto una configuración como un
material inusual. En los tres casos, ató a las víctimas con aplicaciones eléctricas o cables
telefónicos de la escena. Podría haber llevado una soga o usado su cinta, pero el uso de
estos cordeles satisfacía algunas necesidades personales. Usando un estilo de
configuración de esposas, ataba el cordel alrededor de ambas muñecas y tobillos,
conectándolos por las piernas.

Las similitudes de estos casos involucra el M.O, no la firma. El uso de un arma con
hombres amenazantes revela un ofensor adaptativo. Para el momento del homicidio del
abuelo, le afectaron estresantes financieros adicionales, evidenciados por el robo de
dinero de la residencia de su abuelo. Estas necesidades financieras influenciaron el M.O
de Code y no su “tarjeta”.
Las características físicas, el edad, e inclusive el sexo no aumenta o disminuye el ritual
llevado por la furia. El ritual de Code de odio requería el control de las víctimas, por lo
que la victimología no era importante. Coode, al igual que Ronnie Shelton, el violador
serial, seleccionaba víctimas que pudiera controlar, manipular, y en los que proyectaba
su odio.

L A · I M P O R T A N C I A · D E · LA · F I R M A · D E L · O F E N S O R

Comprender y reconocer los aspectos de la firma en la aprensión y persecución de un


ofensor es vital, especialmente en un ofensor serial. Nadie aprecia la importancia de
reconocer de “tarjeta personal” del criminal más que David Vasquez.

En 1984, Vasquez se declaró culpable del asesinato de una mujer de 34 años de


Arlington, Virginia. La mujer fue sexualmente asaltada y murió de estrangulación por
ligadura. El asesino la dejó acostada boca abajo con sus manos atadas en su espalda.
Usó nudos únicos y ataduras excesivas en las ligaduras, y una guía salía de sus muñecas
hacia el cuello por sobre el hombro izquierdo. El cuerpo estaba abiertamente expuesto
para que el shock del encuentro fuera de valor.

El ofensor pasó tiempo considerable en la escena del crimen. Hizo preparaciones


extensivas para atar a la víctima, permitiendo su fácil control sobre ella. Sus
necesidades dictaban que la moviera por la casa. Aparentemente inclusive la llevó al
baño y la hizo lavarse los dientes. Ninguno de estos comportamientos es necesario para
perpetrar el crimen; el ofensor se sintió impulsado a actuar este ritual.

Vasquez tenía un I.Q. de frontera. Pensando que esto haría difícil probar su inocencia,
sus abogados lo convencieron de que probablemente recibiría la pena de muerte si iba a
juicio. En cambio, Vasquez optó por la cadena perpetua declarándose culpable.

Tres años mas tarde, en 1987, la policía descubrió una mujer de 44 años acostada boca
abajo desnuda en su cama. Una soga le ataba las muñecas por detrás de la espalda, y
posaba por alrededor del cuello de forma apretada con un nudo corredizo en la espalda.
Continuaba sobre su hombro izquierdo, por debajo de la espalda, y luego daba 3 vueltas
a cada muñeca. Los forenses revelaron que murió por estrangulación por ligadura, y que
había sido sexualmente asaltada. El ofensor dejó el cuerpo plenamente expuesto.
Aparentemente había pasado una cantidad de tiempo considerable en la escena. Este
homicidio ocurrió a cuatro cuadras del asesinato de 1984.

David Vasquez había sido encarcelado 3 años cuando sucedió el homicidio de 1987. En
la proclama del Departamento de Policía de Arlington, Virginia, el Centro nacional para
el Análisis de Crímenes Violentos (NCAVC por sus siglas en inglés) condujo un
análisis extensivo de estos dos asesinatos, una serie de asaltos sexuales, y algunos otros
asesinatos entre 1984 y 1987. Eventualmente, el VNAVC vinculó estas ofensas por el
aspecto análogo de la firma a otro sospechoso local. La evidencia física corroboró más
tarde esta conexión y determinó que la “tarjeta” dejada en el homicidio de 1984 no
pertenecía a David Vasquez. Como resultado de lo encontrado, el Commonwealth de
Virginia liberó a Vasquez de la prisión y lo exoneró del crimen.
 

EL·ESCENARIO

Cuando los investigadores se aproximan a la escena del crimen, deberían buscar


“pistas” del comportamiento dejadas por el ofensor. Esto es cuando el investigador
intenta encontrar respuestas a preguntas críticas. ¿Cómo sucedió el encuentro entre la
víctima y el ofensor? ¿El ofensor habrá avasallado (blitz) a la víctima o usado los medio
verbales para capturarla (con)? ¿Usó ligaduras para controlar a la víctima? ¿Cuál fue la
consecuencia de los eventos? ¿Fue la víctima sexualmente asaltada antes o después de
la muerte? ¿Puso el ofensor algún ítem en la escena o sacó algo de allí?

Mientras los investigadores analizan la escena del crimen, hechos pueden surgir. Estos
detalles pueden contener peculiaridades que no sirven para ningún propósito aparente en
la perpetración del crimen y oscurecen el importante motivo del crimen. Esta confusión
puede ser el resultado de un comportamiento de la escena del crimen llamada “staging”
o poner un escenario. Esto ocurre cuando alguien altera la escena a propósito antes de la
llegada de la policía.

Razones para poner un escenario

Principalmente, se pone un escenario por dos rezones – para desviar la investigación del
sospechoso más lógico o para proteger a la familia de la/s víctima/s. Es el ofensor quien
trata de re direccionar la investigaciones. Este ofensor no se le aparece a la víctima, sino
es alguien que casi siempre tiene algún tipo de asociación o relación con la víctima. Esta
persona, cuando está en contacto con la Agencia Policial, intentará alejar la
investigación de él, generalmente siendo sobre cooperativo o extremadamente distraído.
Por esto, los investigadores nunca deben eliminar al sospechoso que tiene tal
comportamiento.

La segunda razón para preparar un escenario, para proteger a la víctima o al  familia de
la víctima, ocurre en la mayor cantidad de veces en violaciones-asesinatos o fatalidades
autoeróticas. Este tipo de escenario es realizado por un miembro de la familia o persona
que encuentra el cuerpo. Ya que los perpetradores de tales crímenes dejan a sus víctimas
en posiciones degradantes, aquellos que encuentran los cuerpos intentan devolverles
algo de dignidad. Por ejemplo, un marido puede volver a vestir o tapar el cuerpo de su
mujer, o en caso de una fatalidad autoerótica, una mujer puede cortar el dispositivo
suspendido del cuerpo del marido.

Básicamente, éstas personas están tratando de prevenir un shock futuro que puede
provocar la posición, la vestimenta, o condición de la víctima. En adición, pondrán un
escenario en las fatalidades autoeróticas para que parezca suicidio, quizás inclusive
escribiendo una nota de suicidio. Hasta pueden llegar tan lejos como para hacerlo pasar
por homicidio.

Para ambos tipos de investigación de escena de crimen, las fatalidades autoeróticas y los
casos de violación-homicidio, los investigadores necesitan obtener una descripción
precisa de las condiciones del cuerpo al ser encontrado y determinar exactamente que
hizo la persona que encontró el cuerpo para alterarlo. El escudrinaje en las pericias
forenses, la dinámica de la escena del crimen, y la victimología probablemente
revelarán las verdaderas circunstancias rodeando las muertes.

Finalmente, en algunas escenas, los investigadores deben discernir si la escena es


realmente desorganizada o si el ofensor la alteró para parecer sin cuidado y fortuita.
Esta determinación no solo ayuda  al análisis directo del motivo principal pero también
ayuda a armar el perfil del ofensor. De todas formas, el reconocimiento del escenario,
especialmente con un ofensor sutil, puede ser difícil. Los investigadores deben examinar
todos los factores del crimen si sospechan que ha sido alterado. Aquí es cuando la
ciencia forense, la victimología, y los detalles de cada minuto de la escena se convierten
en críticos para la determinación de si hubo un escenario armado.

"Banderas rojas"

Los ofensores que arman escenarios en las escenas usualmente cometen errores porque
arreglan la escena para reflejar lo que ellos creen que debería verse. Al hacer esto, los
ofensores experimentan un gran estado de estrés y no tienen el tiempo de analizar todas
las piezas de forma lógica. Como resultado, comenzarán a aparecer inconsistencias en
las pericias forenses y en toda la escena. Estas inconsistencias pueden servir como las
“banderas rojas” del escenario, lo que sirve para prevenir que las investigaciones se
desvíen.

Para asegurarse de que esto no suceda, los investigadores deberán escudriñar todos loa
indicadores de la escena individualmente, luego verlos en contexto. Los indicadores en
la escena incluyen toda la evidencia de la actividad del ofensor, Ej., método de entrada,
la interacción entre el ofensor y la víctima, y la disposición del cuerpo.

Al explorar estos temas, los investigadores deberán considerar algunos factores. Por
ejemplo, si el motivo aparente es un robo, se ha llevado el ofensor objetos inapropiados
de la escena? En un caso enviado por al Centro Nacional para el Análisis de Crímenes
Violentos (NCAVC), un hombre volviendo a casa del trabajo interrumpió un robo en
progreso. Los ladrones asombrados mataron al hombre cuando intentó escapar. Pero, un
inventario de la escena determinó que los ofensores no robaron nada, aunque parecía
que hubieran intentado desmantelar un gran estero y una televisión.

Una examinación más profunda reveló que dejaron ítems pequeños, fáciles de
transportar de gran valor (joyería, colección de monedas, etc). La policía determinó
subsecuentemente que la esposa de la víctima había pagado a los ladrones para armar la
escena y mataran al esposo. Ella, de hecho , tenía una aventura con uno de los
sospechosos .

Otro factor para considerar es el punto de entrada. ¿Tenía el punto de entrada sentido?
Por ejemplo, ¿ entró el ofensor a la casa a través de  una ventada secundaria, más allá de
haber una más fácil, menos capciosa que pudiera haber usado? ¿Por qué incrementó el
ofensor su chance de ser visto por un potencial testigo que podría alertar a las
autoridades?
Los investigadores también deberán considerar si el ofensor se expuso a un alto riesgo
al cometer en crimen durante la luz del día, en un área poblada. Si el crimen se llevó a
cabo en una residencia, también deberán evaluar cualquier signo obvio de ocupación,
como luces prendidas en la casa, vehículos en la calle, etc.

Caso de un escenario Armado

El siguiente caso trae luz a algunas “banderas rojas” que los investigadores deberían
mirar en una escena.

Una mañana de sábado, en una pequeña cuidad del noreste, un intruso desconocido
atacó a una hombre y su mujer. Poniendo una escalera contra la casa, el sospechosos
hizo parecer que había entrado a una ventana secundaria, removido el vidrio, y entrado a
la residencia. Todos esto ocurrió en una zona residencial durante horas en las que los
vecinos estaban haciendo sus actividades de fin de semana.

El esposo dijo haber escuchado un sonido abajo, así que fue con un arma a investigar.
Hubo una lucha con el intruso, en la que el esposo quedó inconsciente de un disparo en
la cabeza.

Presumiblemente, el intruso subió las escaleras y mató a la mujer por estrangulación


manual. Dejó el cuerpo con una bata de noche subida alrededor de la cintura de la
víctima, implicando que abusó de ella sexualmente. La hija de 5 años de la pareja
permaneció sin heridas, durmiendo en el cuarto contiguo.

Al procesar la escena, los detectives notaron que la escalera no hizo ninguna impresión
en el suelo húmedo alrededor de la casa, aunque las hizo cuando intentaron subirla.
También, el intruso posicionó la escalera con los escalones mirando hacia afuera, y
muchos de los escalones en la escalera de madera estaban podridos, haciendo imposible
que soporte a nadie de más de 50 libras.

En adición, la escena del crimen tenía interrogantes que no podían ser respondidos de
forma lógica. ¿Por qué no eligió el ofensor entrar a la residencia a través de la ventana
primaria para disminuir la posibilidad de detección tanto de los ocupantes como de los
vecinos? ¿Por qué querría robar la residencia un sábado por la mañana cuando había una
buena chance de que lo vieran? ¿Por qué eligió una residencia que estaba obviamente
ocupada (habían varios autos en la entrada)?

Dentro de la residencia, otras inconsistencias parecían aparentes. Por ejemplo, si la


intención era asesinato, el intruso no buscó a su(s) víctima(s) inmediatamente, primero
bajó las escaleras. Tampoco vino equipado para matar porque, de acuerdo con lo dicho
por el único testigo, el esposo, nunca sacó un arma. También, la persona que presentaba
la mayor amenaza, el esposo, recibió sólo heridas menores.

Al analizar la escena, que mostraba una actividad excesiva del ofensor, se hizo aparente
que no habían motivos claros para el crimen. Por esto, basados en la cantidad de
inconsistencias encontradas en la escena, el analista criminal del NCAVC concluyó que
el esposo armó el escenario para hacer aparente el trabajo de un intruso. Fue
eventualmente convicto por el asesinato de su esposa.

“Banderas Rojas” Forenses

Los resultados forenses que no encajan en el crimen también deben producir la


consideración de un armado de escenario. Los asaltos personales deberían traer
sospechas, especialmente si la obtención de algo material parece ser el motivo inicial.
Estos asaltos incluyen el uso de un arma de oportunidad, estrangulación manual o por
ligadura, golpes en la cara (despersonalización), y trauma excesivo para conseguir la
muerte (sobre-matanza). En otras palabras, ¿las heridas encajan en el crimen?

Los homicidios sexuales y domésticos usualmente demuestran un asalto de relación


muy cercana. La víctima, no dinero o propiedad, es el objetivo principal del ofensor. De
todas formas, este tipo de ofensor generalmente intentará armar un escenario para
parecer que un homicidio sexual o doméstico haya sido motivado por una ganancia
personal. Esto no implica que los asaltos personales nunca pasen durante un crimen por
propiedad, pero generalmente estos ofensores prefieren matanzas rápidas y limpias que
reducen tiempo pasado en la escena.

Las banderas rojas forenses también son levantadas cuando hay discrepancias entre lo
declarado por el testigo/sobreviviente y los resultados forenses. Por ejemplo, en un caso,
una mujer asombrada encontró a su esposo en la bañera con el agua corriendo.
Inicialmente, parecía que se hubiera resbalado y golpeado la cabeza contra las canillas,
lo que resultó en su muerte por ahogo. Sin embargo, los informes toxicológicos de la
autopsia revelaron varias áreas concentradas de heridas o puntos de impacto en la
cabeza, como si la víctima su hubiera golpeado la cabeza más de una vez.

Subsecuentemente, los investigadores se enteraron que la esposa había estado con la


víctima en la noche previa a su muerte. Más tarde confesó haber servido la ensalada de
la cena con valium, y cuando se desmayó dejó entrar a tres hombres a la casa. Estos
hombres habían sido contratados por la esposa para matar a la víctima y hacerlo ver
como un accidente. 

A menudo, los investigadores encontrarán discrepancias forenses cuando el ofensor


arma un escenario de violación-homicidio, esto es, posicionar el cuerpo para inferir
asalto sexual. Y si el ofensor tiene una íntima relación con la víctima, sacará
parcialmente la ropa de la víctima, nunca dejándola completamente desnuda. Sin
embargo, más allá de la posición del cuerpo y la falta de algunas prendas de vestir, una
autopsia puede confirmar o refutar si hubo algún tipo de asalto sexual, por lo tanto,
determinar si la escena fue armada.

Si los investigadores sospechan que un crimen ha sido armado, deberían buscar signos
de asociación entre el ofensor y la victima. O, como es frecuente el caso con violencia
doméstica, el involucramiento de una tercera persona, que es generalmente quien
encuentra a la víctima. Por ejemplo, en el caso involucrando al marido que armó la
escena de su esposa para hacerlo ver como hecho por un intruso, el marido no fue a ver
a su esposa ni hija en el momento en que volvió a la conciencia. En cambio, permaneció
abajo y llamó a su hermano, que fue arriba y descubrió a la victima. Los ofensores a
menudo manipularán el descubrimiento de las víctimas por un vecino o familiar, o
convenientemente están en algún otro lugar cuando la víctima es descubierta.

CONCLUSION

Las escenas de crímenes violentos requieren que los investigadores sean


“diagnosticadores”. Tienen que ser capaces de analizar las escenas de crimen para
encontrar los mensajes que emiten y entender las dinámicas del comportamiento
humano desplegado en las escenas. Los investigadores también deben ser capaces de
reconocer las diferentes manifestaciones de comportamiento, para poder así también
hacer las preguntas correctas para obtener respuestas válidas.

Al acercarse a cada escena con la conciencia de estos factores, los investigadores


pueden mejor constantemente la verdadera historia de cada escena de crimen violento.
Al hacerlo , serán más sabios y estarán major equipados para aprender al violento
ofensor .

Notas al pie

1.SA Douglas ha calificado como experto en análisis de investigación criminal y ha


provisto testimonio en el área de análisis de firmas durante los siguientes
procedimientos jurídicos: Estado de Ohio vs. Ronnie Shelton, Estado de Louisiana vs.
Nathaniel Code, y Estado de Delaware vs. Steven B. Pennell.  

 2.P.E. Dietz, M.D. y R.R. Hazelwood, "Atypical Autoerotic Fatalities," Medicine and
Law, 1, 1982, 301-319. (fatalidades Autoeróticas Atípicas”; Medicina y Ley)   3.Ibid.

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