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¿Cómo afectan los dispositivos digitales a mi superficie

ocular?
Publicado el 30 30UTC marzo 30UTC 2020 por GIO
En estos días de confinamiento por el Coronavirus muchos de nosotros nos pasamos
el día pegados a las pantallas de nuestros dispositivos digitales (a menudo
simultáneamente), incluyendo ordenadores, tablets, teléfonos móviles, televisores o
incluso libros electrónicos. En esta reseña te indicamos brevemente los principales
aspectos a tener en cuenta y que justifican la necesidad de atender a las
recomendaciones de realizar descansos periódicos, llevar la corrección adecuada, y
mantener una correcta ergonomía.  Presta atención.

Las alteraciones de la superficie ocular constituyen el principal grupo del conocido


Síndrome Visual Informático (SVI). Estas alteraciones engloban síntomas de
sequedad ocular tales como quemazón, irritación, lagrimeo y sensación de cuerpo
extraño, entre otros. En este sentido, el uso de dispositivos digitales ha sido aceptado
como factor contribuyente a la enfermedad de ojo seco, tan frecuente en nuestros
tiempos.

Por un lado, los dispositivos digitales han demostrado alterar la frecuencia del
parpadeo y en mayor medida su amplitud. Es decir, cuando visualizamos las
pantallas de nuestros dispositivos digitales parpadeamos menos y sobretodo lo
hacemos de manera más incompleta, dejando parte de nuestra superficie ocular
expuesta. El parpadeo resulta esencial para mantener la integridad de la superficie
ocular, manteniéndola hidratada, favoreciendo el drenaje de la lágrima y
permitiendo la expresión de componentes lagrimales necesarios para su estabilidad.
Por lo tanto, un parpadeo deficiente contribuirá necesariamente a una disrupción
lagrimal y una reducción de su calidad, favoreciendo su evaporación y aumentando el
estrés sobre la superficie del ojo, dando lugar, finalmente, a los síntomas de ojo seco.
Otro problema pertinente asociado con el uso de dispositivos digitales es el ángulo de
visualización específico que adoptamos cuando los utilizamos. Las pantallas de
nuestros dispositivos, especialmente las de los ordenadores, se suelen encontrar en
posiciones de mirada más altas en comparación con el texto impreso. Ángulos de
visualización mayores dan lugar a una hendidura palpebral más ancha lo cual
conlleva un aumento de la inestabilidad lagrimal, como resultado del adelgazamiento
de las capas de la lágrima, y a un aumento de la superficie ocular expuesta a los
efectos de desecación. Por este mismo motivo, es de esperar que la posición
especifica de los diferentes tipos de dispositivos digitales resulten en diferencias en la
sequedad ocular inducida por cada uno de ellos.

Otro factor relevante, sobretodo a largo plazo, es la disfunción de glándulas de


Meibomio que se produce como consecuencia directa de un parpadeo deficiente. Las
glándulas de Meibomio secretan una parte fundamental de los componentes de la
lágrima (lípidos), los cuales evitan que esta se evapore rápidamente de la superficie
del ojo. El parpadeo tiene un papel decisivo en la expresión de estos componentes
por parte de estas glándulas. Así pues, un parpadeo anómalo puede alterar la
secreción de las glándulas, dando lugar a cambios crónicos en las mismas, los cuales
eventualmente llevarán a inflamación y obstrucción de los conductos y por último a
una reducción acentuada de la estabilidad lagrimal.

Según recientes investigaciones, la suma de todos estos factores conlleva una


disminución del volumen lagrimal y de la estabilidad lagrimal, una alteración
significativa de la composición de la lágrima, incluyendo un incremento de
citoquinas inflamatorias y marcadores de estrés oxidativo, así como tinciones de la
superficie ocular y enrojecimiento conjuntival. Además, llegados a este punto, resulta
de interés mencionar que factores como el uso de lentes de contacto, la mayor edad
del usuario, el sexo femenino y condiciones ambientales de baja humedad relativa,
temperatura elevada o la presencia de corrientes de aire por ventiladores o sistemas
de aire acondicionado, son factores de riesgo contribuyentes al desarrollo de las
alteraciones de la superficie ocular ya mencionadas.

Teniendo todo ello en cuenta, las principales estrategias para el manejo de la


sequedad ocular inducida por los dispositivos digitales incluyen las siguientes: uso de
lágrimas artificiales, especialmente aquellas de mayor viscosidad; suplementación
dietética con ácidos grasos omgea-3; entrenamiento del parpadeo, en especial de su
amplitud; uso de filtros de pantallas, como filtros antireflejantes y filtros de densidad
neutra, que mejoraran la calidad de la imagen y mejorarán el parpadeo;
consideraciones ergonómicas como, mejora de la legibilidad del texto (contraste,
tamaño, espaciado de línea, iluminación ambiental), lo cual también mejorará el
parpadeo,  realizar descansos regulares y por último optimizar las condiciones
ambientales con una temperatura y humedad apropiada (20-22°C), y sin corrientes
de aire directas.

Actualmente el Grupo de Investigación en Optometría de la Universitat de


València está realizando investigaciones encaminadas a conocer en mejor medida
cómo los diferentes tipos de dispositivos digitales son capaces de afectar
negativamente a nuestra superficie ocular.

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