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Voces: PRIVACION ILEGITIMA DE LA LIBERTAD ~ TRATA DE PERSONAS ~ TIPICIDAD ~ REDUCCION

A SERVIDUMBRE ~ DELITOS CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL ~ DELITOS CONTRA LA


LIBERTAD ~ MUJER ~ MENOR ~ DELITOS CONTRA LAS PERSONAS ~ CORRUPCION DE PERSONAS ~

RAPTO ~ CORRUPCION DE MENORES ~ ENGAÑO ~ FRAUDE ~ VIOLENCIA ~ VICIO DE LA VOLUNTAD

~ INTERPRETACION DE LA LEY ~ AMENAZAS ~ INTIMIDACION ~ CONCURSO IDEAL DE DELITOS ~


COMISION DEL DELITO ~ PENA ~ CONSENTIMIENTO ~ VICTIMA ~ CONDUCTA DE LA VICTIMA ~
INDEFENSION DE LA VICTIMA Título: La relación entre los delitos de trata de personas y reducción a

servidumbre. Similitudes y diferencias básicas Autor: Gómez Barbella, Leonel G. Publicado en: DJ02/03/2011, 1

Sumario: I. Introducción.- II. De los elementos constitutivos del tipo legal de trata de personas.- III. Del delito
de reducción a servidumbre (art. 140 del C.P.). Breves consideraciones del tipo penal.- IV. Relación entre los
tipos penales.- V. A modo de cierre.
I. Introducción En primer lugar, cabe señalar que este trabajo pretende explorar, principalmente, la relación

entre las figuras de la trata de personas y el delito de reducción a servidumbre o condición análoga que aparece regulado

en el artículo 140 del Código Penal.


Es que, la incorporación de esta figura al Código Penal hace aconsejable formular algunas precisiones en torno a
ella, en armonía con la intensa labor que vienen desarrollando organismos internacionales, entre otros, la

"Organización Internacional para las Migraciones", creada en 1951 y que constituye la principal organización
intergubernamental en el ámbito de la migración y trabaja en estrecha colaboración con asociados gubernamentales,
intergubernamentales y no gubernamentales. A su vez, la situación actual de este tipo de criminalidad organizada es

alarmante, lo que ameritó la inclusión de esta norma que reprime esta clase de conductas, acompañado por un programa

de prevención y contención a la víctima de explotación. Así, el elemento normativo explotación ha sido incorporado
por la ley como término genérico que contiene distintas conductas que afectan la libertad personal, entre otros bienes
jurídicos de relevancia penal.
Por tales motivos, con la sanción de la Ley N° 26.364, se adaptó la nueva figura de Trata de Personas a las
modernas exigencias de la comunidad internacional, incluyéndose en el Código Penal el art. 145 bis y 145 ter,
tomándose casi textualmente las previsiones contenidas en el Protocolo de Palermo, que pretende prevenir en el
marco internacional el flagelo casi cotidiano que somete a las personas a una degradación comparable a las épocas
de la esclavitud.
II. De los elementos constitutivos del tipo legal de trata de personas Ahora bien, la ley 26.364 mediante el
artículo 10, introdujo el artículo 145 bis del Código Penal el cual dice: "(E)l que captare, transportare o trasladare,

dentro del país o desde o hacia el exterior, acogiere o recibiere personas mayores de dieciocho años de edad, cuando

mediare engaño, fraude, violencia, amenaza o cualquier otro medio de intimidación o coerción, abuso de autoridad o
de una situación de vulnerabilidad, concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de
una persona que tenga autoridad sobre la víctima, con fines de explotación, será reprimido con prisión de tres [3] a
seis [6] años. La pena será de cuatro [4] a diez [10] años de prisión cuando: 1. El autor fuere ascendiente, cónyuge,
afín en línea recta, hermano, tutor, persona conviviente, curador, encargado de la educación o guarda, ministro de

algún culto reconocido o no, o funcionario público; 2. El hecho fuere cometido por tres [3] o más personas en forma

organizada; 3. Las víctimas fueren tres [3] o más".


Y a su vez el art. 145 ter impone una pena de cuatro a diez años al que ofreciere, captare, transportare o

trasladare, dentro del país o desde o hacia el exterior, acogiere o recibiere personas menores de dieciocho [18] años

de edad, con fines de explotación. Ambos tipos contienen agravantes basados en la relación del autor con la víctima, los
medios típicos comisivos, la multiplicidad de autores, etc.
El art. 4o de la ley 26.364 describe como componentes incluidos dentro del término "explotación": la reducción

o mantenimiento de una persona en condición de esclavitud o servidumbre o su sometimiento a prácticas análogas;

obligar a una persona a realizar trabajos o servicios forzados; promover, facilitar, desarrollar u obtener provecho de
cualquier forma de comercio sexual; la practica ilícita de extracción de órganos o tejidos humanos. De todos estos

aspectos contenidos en el artículo 4o de la ley 26.364 nos merece atención el inc. 1o, es decir la reducción o

mantenimiento de una persona en condición de esclavitud o servidumbre o su sometimiento a prácticas análogas. Esta
situación que la ley ha incluido en el término explotación, ya se encontraba legislada en nuestro Código Penal desde
el año 1891, situación que al parecer, habría pasado desapercibida por el legislador actual.

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En tales condiciones, el Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas,

especialmente mujeres y niños es el instrumento que contiene la definición de trata de personas acordada
internacionalmente. En Argentina, esta definición fue recogida por la ley 26.434, norma que también -como se dijo-
introdujo las figuras aquí en estudio en el Código Penal.
El delito de trata de personas requiere de la existencia de tres elementos constitutivos, a saber: a. una determinada
acción, sin la que es imposible la existencia de delito. Esta acción debe ser la captación, el transporte, el acogimiento
o la recepción;
b. la presencia de una finalidad de explotación; c. la utilización de determinados medios o instrumentos. Entonces,
para analizar si se debe en un supuesto fáctico determinado atribuir la comisión del delito de trata de personas,
debemos corroborar la existencia de los tres elementos referidos.
Asimismo, las acciones contenidas en la norma son la "captación" (entendida como la acción de ganar la

voluntad o el afecto de alguien); el "transporte o traslado" (refiere a la acción y efecto de llevar a alguien de un lugar

a otro o de acompañarlo en su travesía); la "acogida" (haciendo referencia al recibimiento o alojamiento que se le da a


una persona) y la "recepción" (haciendo alusión a la acción de salir a encontrarse con alguien o de hacerse cargo de
alguien), mientras que la finalidad de la acción realizada a través de alguno -o varios- de los medios es la
"explotación".
Con el objeto de ponderar si existe o no explotación debemos utilizar los parámetros del art. 4 de la ley 26.364
que establece que, a los fines de aplicación de la ley, existe explotación cuando:
a. Se redujere o mantuviere a una persona en condición de esclavitud o servidumbre o se la sometiere a prácticas
análogas.
b. Se obligare a una persona a realizar trabajos o servicios forzados. c. Se promoviere, facilitare, desarrollare o se
obtuviere provecho de cualquier forma de comercio sexual. d. Se practicare extracción ilícita de órganos o tejidos
humanos. Por último, los medios que comprende son: el "engaño" (entendido como la falta de verdad en lo que se

dice o hace con ánimo de perjudicar a otro); el "fraude" (referido a los actos, o maniobras, desplegados intencionalmente
con la finalidad de perjudicar intereses ajenos en beneficio propio); la "violencia" (que hace referencia al uso de la
fuerza física o de violencia moral para doblegar la voluntad de la víctima); la "amenaza o cualquier medio de
intimidación" (que constituyen manifestaciones mediante las cuales se hace saber a alguien que se intentará causarle
un daño en su persona, su entorno, o sus bienes); la "coerción" (refiriéndose a la violencia moral que se ejerce sobre

una persona para que actúe de determinada manera); el "abuso de autoridad" (hace alusión al uso de una facultad, de

una situación de hecho o de derecho más allá de lo que es razonablemente lícito o con fines distintos de los
perseguidos por la ley); el "abuso de una situación de vulnerabilidad" (se refiere a situaciones en las que la persona
interesada no tiene más opción verdadera ni aceptable que someterse al abuso de que se trata) y la "concesión o
recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre la víctima"
(entendiendo que la concesión o recepción de pagos se refiere a la entrega de dinero o algo de valor a una persona

que tenga autoridad de hecho, o de derecho, sobre la víctima). De la misma manera, la concesión o recepción de
beneficios se refiere a la concesión de algún beneficio económico o material. En este sentido, para que haya trata
debe haber captación, transporte, acogimiento o recepción de una persona con el fin de explotarla, utilizando el

engaño, fraude, violencia, amenaza o cualquier otro medio de intimidación o coerción, abuso de autoridad o de una

situación de vulnerabilidad, concesión o recepción de pagos o beneficios.


Así, la trata de personas es un delito susceptible de varias maneras de comisión y basta la realización de alguna

de las acciones descriptas para que se configure el injusto sin que la realización de todas o al menos de más de una de

ellas (ej. captar y transportar, o transportar y dar vivienda) multiplique el delito, aunque sí podría influir en la graduación
de la pena en concreto, de acuerdo a lo establecido por los artículos 40 y 41 del código de fondo. En este mismo

orden de ideas, si hubiesen intervenido varias personas que realizaron distintas acciones cada uno de ellos (ej. uno

capta y otro transporta) con acuerdo previo, todos resultaran coautores por la totalidad de las conductas, en virtud del
principio de la imputación recíproca (1). Este principio plantea, según Mir Puig (2) entre otros, que todo lo que haga
uno de los coautores es extensible, y en consecuencia, imputable a los demás. Por ello puede considerarse a cada
coautor como autor de la totalidad del hecho, aunque parte de éste no haya sido ejecutada por él.
De acuerdo a la Resolución N° 160/08 de la Procuración General de la Nación (Anexo I, p. 5) la trata de
personas es un delito de los denominados de resultado anticipado o recortado, donde el legislador anticipa el
momento de la consumación aunque la lesión no este todavía materialmente producida, o sólo lo esté en parte.

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Asimismo, las distintas acciones que describe la figura típica pueden constituirla en un delito instantáneo o en uno

permanente. Al respecto, cabe recordar que en los primeros, su consumación se produce y agota en un mismo momento,
aún cuando sus efectos perduren en el tiempo, mientas que en los segundos, la consumación no significa un solo
acto sino un estado consumativo, que según Nuñez (3), implica la permanencia de la ofensa al bien jurídico y que se
agota recién cuando el hecho ha dejado de consumarse.
Es decir, se prolonga en el tiempo la consumación, si bien la captación y el ofrecimiento son instantáneos, el
transporte y el acogimiento son permanentes. No quedan dudas de que el objeto de la norma bajo análisis es la
protección integral de la libertad, la cual no se agota en la mera libertad física o ambulatoria (objeto de tutela no
menor en el ordenamiento jurídico), sino también debe ampliarse necesariamente a la libertad entendida como
capacidad de autodirección de la persona. Cuando a partir de la identificación de ciertas condiciones de
vulnerabilidad de la víctima, queda reducida a un nivel de imposibilidad de resistencia a la explotación, aunque no se

dé en el caso una visible situación de violencia física, estaremos de todos modos en presencia de la acción típica propia
de este delito. No se trata sólo de reducir la libertad física o ambulatoria de la persona, lo que de hecho podría
constituir otro tipo penal más genérico. Se trata de someter a una persona a situaciones de explotación de las que no
puede librarse por sus propios medios aunque no exista violencia física o de intimidación ostensible. Debe
ponderarse especialmente la existencia de circunstancias de vulnerabilidad que son, de algún modo, condición

necesaria para este tipo de delitos. Este delito no sería posible sin la presencia de profundas desigualdades que

aparecen como inmodificables y que terminan siendo legitimadas por la aceptación más o menos generalizada de
quienes, sin ser autores del tipo penal, se benefician de su existencia. En este orden de ideas y a partir de lo
expresado en los párrafos anteriores es notable la perversión de este tipo de delitos, que suelen ser presentados,
incluso, como el mejoramiento de la calidad de vida de quien resulta explotado.
Sobre este punto, he de permitirme la licencia de transcribir algunos pasajes de la obra de Javier A. De Luca y
Julio E. López Casariego (4) que, entiendo, nos ilustran sobre la materia. Han dicho estos autores que "Se ha

sostenido que el Título V el Código Penal en el que fueron insertos los arts. 145 bis y 145 ter, los debates

parlamentarios y su inequívoco texto, ponen de manifiesto que para constituir delito las acciones allí descriptas
reclaman en primer lugar, una ofensa al bien jurídico "libertad". En este cometido, las figuras se ocupan de las
formas más básicas de agresión, lo fáctico y natural que es reconocido por el Derecho todo, un conjunto de
cualidades y situaciones indisolublemente unidas al ser humano, referidas a su autodominio o autodeterminación (5).

Siguen los autores con que "el tráfico se produce por medio de violencia, fraude o el aprovechamiento o la
provocación de situaciones de constreñimiento económico. .... Se sostiene que la explotación sexual, por ejemplo, es
la tercera actividad ilícita más rentable del mundo, detrás del tráfico de drogas y de armas. Se trata de un tráfico de
naturaleza subterránea, imposible de procesar sin cooperación de las víctimas, quienes, sin embargo, no sólo carecen

de incentivos de los gobiernos para hacerlo sino que además, corren riesgo de ser criminalizadas por el ejercicio de la

prostitución u otros delitos conexos, ser deportadas o sufrir represalias de parte de los traficantes" (6).
"Sabido es que en materia de trata para la prostitución todavía rige en muchas mentes la ilusoria idea de la

prostituta feliz que pude entrar y salir de la prostitución lucrativa, y se desconoce que se trata de víctimas que son

vendidas y revendidas como mercaderías. De esta forma, aún en la actualidad se sigue gastando energía en la discusión
sobre el consentimiento de estas personas para ser objeto de estas prácticas, lo cual permite ocultar el verdadero
problema: que no se trata de un trabajo pactado en igualdad de condiciones. Es como confundir el consentimiento en
la violación y en la prostitución. En el segundo caso no hay violación porque hay consentimiento en el trato sexual
individual, pero ello no significa que, desde otra mirada, exista un consentimiento libre en prostituirse. Ocurre lo

mismo con trabajos denigrantes, con los matrimonios serviles, etcétera. Es que se trata de dos consentimientos

distintos: uno es el de la disponibilidad de tradicionales bienes jurídicos en igualdad de partes contratantes; el otro, el
que se da entre una situación global de explotación humana, en donde quien tiene el poder se vale de las necesidades
del que no lo tiene (7). "... Por ello el foco debe ser puesto sobre quien explota situaciones objetivamente

comprobadas, sea que las haya generado o que simplemente se aproveche de ellas. En general, las víctimas son
extranjeras, de países distantes, mantenidas en locales cerrados y aislados, con sus documentos retenidos, sin ningún
tipo de cobertura médica, jurídica o social, que pertenecen a clases sociales más bajas, sin capacidad económica de
sus familias para presionar a las autoridades a que las encuentren y repatrien, y están constantemente amenazadas y

sometidas físicamente por sus captores. En muchas sociedades son las mismas familias las que venden a sus hijos o
que facilitan su explotación sexual por parte de terceros para que se conviertan en sostén del hogar. ....Los
explotadores los mantienen encerrados, deciden por ellos qué tipo de servicios sexuales deben prestar y el modo de
hacerlo, la vestimenta, la alimentación, las horas de trabajo, tratamientos médicos, abortos, y todo lo concerniente a
sus vidas, y descuentan todas estas provisiones de sus honorarios, con lo cual aumentan sus deudas para con los

explotadores...."(8).

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III. Del delito de reducción a servidumbre (art. 140 del c.p.). Breves consideraciones del tipo penal El delito
contenido en el art. 140 del Código Penal, reprime con prisión de tres a quince años, el que redujere a una persona a
servidumbre o a otra condición análoga y el que la recibiere en tal condición para mantenerla en ella. El delito
conocido en la antigüedad como plagio (9), fue respetado por casi todas las reformas posteriores a 1891, siendo uno
de los tipos de mayor antigüedad contenidos en el Código Penal.
La infracción consiste, como enseña Buompadre, en reducir, sujetar, someter, constreñir o adaptar a un individuo
a servidumbre o a otra condición análoga. A esta situación el autor puede llegar por cualquier medio, esto es, por
violencia, engaño, persuasión etc., siendo indiferente el propósito perseguido (10).
Cabe destacar que para que se configure la conducta descripta en el artículo 140 del Código de fondo, no se requiere
simplemente obligar a la víctima a realizar determinadas tareas bajo amenaza o coerción, o de la coexistencia de
privación de libertad y trabajo impuestos contra la voluntad de quien los realiza, sino que debe darse un vínculo que
permanezca en el tiempo y del cual sean consecuencia los trabajos o tareas impuestas. Así, se puede afirmar que se

necesita algo más que una privación de libertad unida a la prestación compulsiva de ciertos servicios por parte de la

víctima (11). En idéntico sentido, se ha sostenido en referencia al artículo 140 del Código Penal que "Esta figura legal
reprime el sometimiento de una persona, o de sus servicios, al dominio absoluto de otro...con base en tales
presupuestos se considera que la imposición forzada de tareas a un cautivo, desconectada de aquella total

dominación moral está fuera de esta figura"(12). En efecto, la acción típica consiste en generar una relación de
sometimiento de la víctima a la voluntad del autor. En términos de Sebastián Soler "...el hecho se consuma tan
pronto el estado de sujeción está creado" (13) y como ha dicho la Cámara Nacional de Casación Penal, la reducción a

servidumbre es "la sujeción de una persona bajo la autoridad de otra, subordinada a la voluntad del autor mediante la

violencia física o moral inhibitoria de la propia determinación"(14).

El sometimiento a la voluntad del autor resulta ser central en el tipo penal bajo análisis, ya que se trata de una

situación de enajenación de la voluntad y el albedrío de una persona en el sentido genérico de aquellas potencias (15).
Ahora bien, sin perjuicio de lo expuesto hasta aquí, debemos indagarnos si el consentimiento de la víctima excluye
la realización del tipo penal. Frente a esta cuestión, dos son las respuestas que se han dado en la doctrina. Por un

lado, enseña Soler que esta infracción no puede considerarse discriminada por el consentimiento del ofendido (16),

extremo éste, que en definitiva no es otra cosa que el resultado de su posición, según la cual, se hace necesario un
verdadero dominio psíquico, porque es preciso distinguir, siempre según Soler, esta infracción de las formas
corrientes de encarcelamiento o de secuestro. Por otro lado, Ricardo Núñez afirma que "la prestación de servicios
incondicionados y sin correlato no constituye servidumbre, por abusiva y viciosa que sea... el consentimiento libre de la

víctima capaz de comprender el significado del hecho, excluye la reducción"(17). Sin embargo a continuación Núñez,
sostiene que el consentimiento no puede existir frente a la persuasión, a la violencia o el fraude pues la aceptación
por el individuo ya adaptado, no constituye ese consentimiento, pues su situación psíquica vicia su asentimiento (18).
En consecuencia, en situaciones de dominio psíquico la divergencia carece de efectos prácticos, y en estos casos,
no habría posibilidad alguna de consentimiento no viciado.
Otro dato no menor, es la forma de determinar si en los casos que nos encontramos en nuestra realidad hay, o no,
consentimiento válido de las hipotéticas víctimas del delito de reducción a servidumbre.
IV. Relación entre los tipos penales El autor Maximiliano Hairabedián señala que en el delito de trata "El fin

de explotación de este tipo penal, o el medio para lograrlo, cuando se concrete, muchas veces será autónomamente

delictivo, por lo que se aplicarán las penalidades del concurso real, como puede suceder con... la reducción a
servidumbre o condiciones análogas (art. 140 C.P.)..."(19). Sin embargo, otros autores como Víctor Reinaldo,
sostienen que en ese caso habría un concurso ideal (20).
En muchos casos, suele producirse una distorsión que profundiza la victimización del sujeto pasivo, que termina
sintiéndose obligado a guardar gratitud para con los victimarios, sin percibir como tal la situación de servidumbre,
sino como la posibilidad de incorporarse a un medio social que brinda mejores condiciones de vida que aquel del
cual proviene.
Para ello, resulta relevante siempre dar una atenta lectura a las declaraciones testimoniales de las víctimas,
establecer el tiempo diario de trabajo, verificar si tienen en su poder los documentos de identidad, si se las obliga a
pedir permiso para poder retirarse del lugar de trabajo incluso fuera del horario laboral, si duermen en el mismo
lugar de trabajo en condiciones de relativa o nula dignidad, y en algunos casos, determinar si se encuentran en
situación de violación a la ley de migraciones, sin tener conocimiento de que era posible revertir esta situación que
aparecía como una situación normal.

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Es que estas cuestiones son, en definitiva, la adaptación de la que nos habla Núñez, la cual es conseguida por los

autores a partir de identificar con precisión una situación de notable vulnerabilidad y explotarla. Desde esta perspectiva,
según mi opinión, la trata de personas es una forma de esclavitud (sexual o laboral) que involucra el secuestro, el
engaño o la violencia donde las víctimas de trata suelen ser reclutadas mediante engaños, tales como falsas ofertas

de trabajo u ofertas engañosas que no aclaran las condiciones en las que se va a realizar el trabajo ofrecido y

trasladadas hasta el lugar donde serán explotadas. Una vez allí, en los lugares de explotación, las víctimas son retenidas
por sus captores mediante amenazas, deudas, mentiras, coacción o violencia y obligadas a prostituirse y/o trabajar en
condiciones infrahumanas. Lo que no debemos soslayar es el acuerdo existente en que la trata de personas es la

tercera actividad lucrativa ilegal en el mundo, luego del tráfico de armas y de drogas, mientras que en términos más

acotados, "Argentina es un país de destino y de tránsito hacia Europa, en particular con tránsito de muchas mujeres
paraguayas"(21). En este punto, corresponde considerar que la existencia de una prestación alimentaria, e inclusive

una retribución económica por parte de quien tiene el dominio de la situación, no excluye la configuración del tipo penal
bajo examen. Ello es así, toda vez que tales circunstancias, pueden y deben ser vistas como una mínima inversión de
aquel que se aprovecha del reducido a servidumbre para sostener su capacidad de producción y para mantener la
situación de fraude, de violencia moral o engaño por la que la víctima continúa en la situación de vulnerabilidad
determinante para la existencia de la relación servil.
En definitiva, algunos platos de comida y una retribución mínima, generalmente exigua por cierto, no son otra cosa
que instrumentos de los que se vale el explotador de quienes se encuentran reducidos a servidumbre, en primer lugar
para que subsistan, y en segundo término, para que el sometimiento carezca de complicaciones. En tales
condiciones, podría llegar a producirse una superposición entre las figuras de trata de personas y la del artículo 140

del Código Penal, aunque esta privación de la libertad no exige la violencia, intimidación o engaño, sino que estos

medios se presentan de un modo más sutil. En determinadas situaciones, frente al delito de reducción a servidumbre,
en algunos casos los autores alegan que se les permite salir los fines de semana a las victimas. Debe tenerse en
cuenta que el artículo 140 del Código Penal no resguarda la incolumidad del poder físico para trasladarse de un

lugar a otro, sino que dentro del ámbito de la libertad individual defiende su derecho a que sus servicios o su persona no

sean sometidos al dominio absoluto de otro (22).

Algunas conductas típicas contenidas en los arts. 145 bis y ter del Código Penal, se superponen a la descripción

delictiva del art. 140 del Código Penal si se atiende a que la recepción de una persona para someterla a explotación,

descripta por el art. 145 bis, reproduce la conducta contenida en el art. 140 del Código Penal en lo que se refiere a
recibir a una persona reducida a servidumbre o condición análoga para mantenerla en ese estado. Lo mismo

sucedería con la conducta reprimida por el art. 145 ter del Código Penal con quien acogiere o recibiere personas

menores de dieciocho [18] años de edad, con fines de explotación. Es que, recibir o acoger una persona con fines de
explotación coincidiría con la recepción de una persona reducida a servidumbre o condición análoga para
mantenerla en ella. En este sentido, podría pensarse en recibir una persona con la intención de reducirla a
servidumbre o condición análoga, sin que hasta el momento de la recepción, haya sido reducida a esa condición,
aunque la reducción a servidumbre posterior a la recepción integre el concepto de explotación del art. 4o de la ley
26.364.
El delito de trata de personas reprime la captación, transportare, traslado, recepción o acogida de una persona
para someterla a explotación, lo que presupone que posteriormente a estas conductas el sujeto pasivo será sometido
a aquella condición. Lo mismo sería recibir a una persona ya reducida a servidumbre para mantenerla en ese estado,
por lo que una vez recibida la víctima, las conductas se superpondrían.
La cuestión planteada no es menor, dado que si se pretende asimilar la explotación del art. 4o, inc. "1" de la Ley
26.364 a la conducta contenida en el 140 del C.P., podrían coincidir dado que el concepto normativo explotación
integra también la conducta contenida en el 140 del C.P.
Al respecto, parecería haber una coincidencia en lo que se refiere, a modo de ejemplo, recibir para mantener
reducida a servidumbre a una persona y recibir con fines de explotación (para explotar a la víctima o mantenerla en
ese estado). El fin de explotación con el que el autor recibe a la víctima implica un elemento subjetivo del tipo que
se suma al dolo propio de la recepción contenida en el 145 bis del C.P., es decir, se recibe para explotar. Cualquier

otro fin con el que se reciba a la víctima excluye la tipicidad por ausencia de un elemento del injusto, como podría ser

el caso de aquel que recibe a una persona mayor o menor de 18 años con intención de liberarla.

El problema surge también, en determinar si quien capta con fines de explotación ya está explotando por la mera

circunstancia de producir la captación, o si la captación es un hecho previo a la explotación de la víctima. A mi


criterio, la primer postura es la más adecuada si se entiende este delito como de resultado en donde según Polaina
Navarrete, se caracteriza por la fundamentación del injusto precisamente en la aspiración a la que

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atiende el sujeto que pretende conseguir mediante el ejercicio de una acción pretendida.
V. A modo de cierre Es claro que esta superposición de conductas delictivas genera diversas interpretaciones

ante estos casos. Por tales motivos, se podría sostener que el art. 140 del CP, ante casos de trata de personas, tiende a

quedar parcialmente derogado de manera tácita con la incorporación de los arts. 145 bis y ter de la ley 26.364.

En los casos que correspondería la aplicación del artículo 140 del Código Penal, algunos sostienen que se debe

dar una situación de concurso ideal, ya que las conductas pueden ser abarcadas desde dos normas distintas pero

siendo resultado de una sola decisión de acción que se mantiene en el tiempo, habida cuenta que la reducción a
servidumbre es un delito continuado al que pueden concurrir hechos punibles que en su relación recíproca fueran
independientes (23). Con más claridad lo explica Jescheck, al decir que cuando una disposición penal presenta todos

los elementos de otra diferenciándose únicamente de ella en que contiene un componente adicional que hace que el
supuesto de hecho deba ser considerado desde un particular punto de vista. En la especialidad, se encontraría
presente la relación lógica de dependencia propia de la subordinación, pues toda acción que cumple con el tipo del
delito especial realiza también de forma simultánea el tipo de infracción general, algo que en el caso contrario no
sucedería (24).
Sin embargo, una posible solución, sería la de afirmar que no existe un concurso ideal entre la captación como
componente del delito de Trata de personas y la reducción a servidumbre del art. 140 del CP, ya que el fin del autor
-la explotación de la víctima-, se encuentra contenida en la nueva normativa y completaría las exigencias típicas del
art. 145 bis o ter del Código de fondo. Por lo tanto, la reducción a servidumbre sería un componente que se podría
tomar de la nueva ley y no sólo exlusivamente del artículo 140 del CP.
No debe perderse de vista que la pena que contienen los nuevos artículos 145 bis y ter, si se la compara con el
art. 140 del CP resultaría ser más benigna. Téngase en cuenta que el delito de trata de personas se encuentra
reprimido con penas de tres [3] a seis [6] años en el art. 145 bis y de cuatro [4] a diez [10] años de prisión en el art.

145 ter, lo que dista de la pena con la que amenaza el art. 140 del C.P. que es de cinco [5] a quince [15] años de

prisión. Esto conllevaría a sostener que ante un caso concreto en el cual se superpongan las conductas del agente y
concursen ambas leyes, la benignidad de la pena de la nueva normativa obliga a dejar de lado el art. 140 del C.P, por
contener penas mayores a las del delito de Trata de personas en sus dos modalidades. La propia Constitución

Nacional plantea un escollo en la aplicación del art. 140 del C.P., dado que la Convención Americana sobre Derechos

Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, en su art. 9o determina que "... nadie puede ser condenado por acciones u
omisiones que en el momento de cometerse no fueran delictivos según e derecho aplicable. Tampoco se puede
imponer pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión
del delito la ley dispone la imposición de una más leve, el delincuente se beneficiará con ello".
Por lo tanto, el análisis previo y el ámbito temporal de aplicación de la ley penal conllevan a sostener que el art.
140 del Código Penal habría quedado, por lo menos en parte, subsumido tácitamente. Estimo que la aplicación en
concreto de estos tipos penales hará que la jurisprudencia se expida al respecto, ya que no resulta tarea fácil
imaginar en abstracto la multiplicidad de variantes que puedan surgir de la combinación de estas acciones que
contienen los tipos penales aquí analizados. Todo ello, dejando en claro que la trata de personas es una de las

modalidades delictivas más aberrantes del crimen organizado, y para combatirla, debemos unir fuerzas desde todas las
áreas y espacios del Estado, y creo, que estamos en buen camino.

(*) El autor agradece los aportes dados por las charlas y discusiones sobre este y otros temas actuales de
Derecho penal de la Dra. Silvia R. Cavallo, quien ha sido un ejemplo para mí de coherencia en el pensar, en el decir
y el hacer, y al Dr. Marcelo L. Colombo, pues gracias al seminario que dictara en la Universidad de Buenos Aires en
el marco de la Carrera de Especialización en Ministerio Público Fiscal, nacieron las inquietudes que llevaron a la
realización del presente trabajo.

(1) Maximiliano Hairabedián; "Tráfico de personas. La trata de personas y los delitos migratorios en el derecho
penal argentino e internacional", Buenos Aires, Ad-Hoc, 2009, pág. 25.

(2) Santiago Mir Puig; "Derecho Penal. Parte General", 5° Ed. Reppertor, Barcelona, 1999, pág. 386.

(3) Ricardo Nuñez; Derecho Penal Argentino, Parte Especial T. V, Editorial Omeba, 1967, pág. 268/269.

(4) Delitos contra la Integridad Sexual, Ed. Hammurabi, 1ra. Edición, 2009.

(5) Ob. cit., ps. 344/345.

(6) Ob. cit, p. 345.

(7) Ob. cit., pág. 346, mis resaltados.

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(8) Ob. cit., pág. 347.

(9) Ver Sebastián Soler; "Derecho Penal Argentino", Ed. Tea, 2000, To IV, p. 24.

(10) Jorge Buompadre; "Derecho Penal. Parte Especial", Mave, 2004, To 1, p. 518.

(11) Al respecto, ver sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal N° 23 de la Capital Federal de fecha 26 de
septiembre de 2006 (voto del Dr. Mario Magariños).

(12) Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, causa n° 13,

"Jorge Rafael Videla y otros", sentencia dictada el 9 de diciembre de 1985, Editorial de La Imprenta del Congreso de

la Nación, Año 1987, Tomo 2, p. 729.

(13) Ob. cit., pág. 28.

(14) Sala I, causa "Fulquin, Leonardo" del 14/11/1996.

(15) Conf. Sebastián Soler, ob. cit, p. 26.

(16) Ob. cit., pág. 27

(17) Ob. cit., pág. 28.

(18) Ob. cit., p. 27.


(19) Maximiliano Hairabedián; ob. cit., pág. 53, el destacado me pertenece.

(20) Victor Reinaldi; "Comentario a la ley 26.364. Prevención y sanción de la trata de persona y asistencia a sus
víctimas", public en Ricardo Nuñez; "Manual de Derecho Penal", Lerner, Córdoba, 2008.

(21) Véase la exposición de la senadora Ibarra, en la sesión ordinaria del 6-12-2006 al debatirse el proyecto de

ley -énfasis añadido- y el informe de la "Organización Internacional para las Migraciones" con relación a la trata de

personas en la denominada Triple Frontera.

(22) Conf. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala I, "Rosa Fernández, Vicente" del 23

de noviembre de 2005.

(23) Conf. Günter Stratenwerth; "Derecho Penal. Parte General - El Hecho Punible", Fabián Di Plácido Editor, 1999,

p. 358.

(24) Jescheck Hans-Heinrich, Wigend Thomas; "Tratado de derecho penal. Parte General", Trad. de Miguel Olmedo

Cardenete, Ed. COMARES, 2002, p. 790

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