Está en la página 1de 34

A &

Rocío Quispe-AgnoH

La fe andina en la escritura:
.,9^ Resistencia e identidad en la obra
de Guamán Poma de Ayala

Presentación:
Carmen Arellano Hoffmann

Universidad Nacional
Mayor de San Marcos
____ . L .

y
í
ISBN: 9972-46-316-8 C o n te n id o
H echo el D epósito Legal en la
Biblioteca N acional del Perú N ”: 2006-3152

Primera edición:
Lima, abril de 2006

© Rocío Quispe-Agnoli Presentación: La fe andina en la escritura: identidad y


® Fondo Editorial de la UNMSM resistencia en la obra de Guamán Poma de Ayala;
por Carinen Arellano Hoffniann 11
Detalle de carátula: Tocapu tomado de Anónimo, s. xviii.
Retrato de ñusta no identificada.
Prefacio 15

L a u n iv e r s id a d e s l o q u e p u b l i c a - 1 -

LNTRODUcaóN: L a N ueva c o r ó n ic a y bu en g o bier n o

EN LOS DISCURSOS CO IXíN IAliS HISPANOAMERICANOS


C en tro de P r o d u c c ió n Fondo E d it o r ia l
(19-38) ■•
U n iv ' e r s i d a d N a c io n a l M ayor de S an M arcos

Calle Germán Amézaga s/n Pabellón de la Biblioteca Central -


4.' piso - Ciudad Universitaria, - 2-
Lima-Perú La N ueva coró n ica y b u e n g o bie r n o e n l a t r a d i c i ó n
Correo electrónico: fondoedit@unmsm.edu.pe TEXTUAL HISPÁNICA DEL SERMÓN Y LA PROFECÍA
Página web: http://www.unmsm.edu.pe/fondoeditorial/
. ^ (39-94)

Director / José Carlos Bailón Vargas


El arte de predicar y su función política en la Nueva coránica
— P r o d u c c ió n - ^ buen gobierno 42
Editor / Odin R. Del Pozo O. El discurso profético apocalíptico 55
Diagramador / Gino Becerra Flores La tradición profética de la Antigüedad a los Andes coloniales 56
El discurso profético apocalíptico: estructura y temas 61
- V e .’v ít a s y D is t r ib u c ió n -
La necesidad de «mover a la acción» y la retórica de la amenaza 63
EdwLn Matos Araujo
619-7000 (anexo 7530) La respuesta a la exhortación: la reparación 76

— A d m in is t r a c ió n — -3 -
Erminia Pérez Vásquez P r ÁCTICAS d e la RESISTENQA: l o s s u je t o s d e l a ESCRITURA
Telefax: 619-7000 (anexo 7529)
ANTE LA IDENTIDAD Y LA OTREDAD

(95-144)

Impreso en Lima-Perú Aproximaciones al sujeto de la enunciación y al sujeto


Queda prohibida la reproducción total o parcial sin
permiso escrito de la casa editora. colonial 97
- 4 -

La fe an d in a en la escritura: asim ilación y resistencia

Escriuir es nunca acabar, pero


hay mucho que no se escriue
G uam An P om a de A vala , f. 6 5 8

Y así, por la carta y lo escrito nos aeremos


G uam An P om a de A vala , f. 9 4 8

En tanto sujeto colonizado del Nuevo Mundo «inventado» por los


europeos,’*” Guamán Poma se alfabetizó rápidamente y mantuvo
incólume una extraordinaria fe en la escritura alfabética y el dibu­
jo como medios de comunicación, persuasión y supervivencia en
el nuevo orden colonial. En este capítulo estudio la manera en que
los discursos europeos lograron la dominación de sus contrapar­
tes amerindias gracias, entre otras cosas, al empleo de la escritura
alfabética y la ideología que dicha práctica trajo consigo. Estamos
ante una situación de semiosis colonial,’®^ en la que los discursos
de dominadores y dominados se enfrentan y acomodan, y en la
cual los sujetos colonizados se vieron forzados a emplear nuevas

El tema de la invención de América ha sido ampliamente discutido a partir del


libro de Edmundo O’Gorman L a invención de América {199\). Otro trabajo
que dilucida muy bien el proceso de discursivización del Nuevo Mundo a
partir de los sistemas de pensamiento europeos es el de Beatriz Pastor, El
discurso narrativo de la conquista (1983). En ambas obras se demuestra que
ES’.
el Nuevo Mundo o «América», como se le llama después, es un constructo
del imperialismo político y cultural europeos del siglo xvi.
Con el término «semiosis colonial» nos referimos al conjunto de interacciones
constantes entre los miembros de culturas en conflicto, los que desarrollan
relaciones de dominación, oposición y resistencia ( M i g n o l o 1994a: 261).

_£Ua_
\

prácticas de expresión. Para adaptarse al nuevo orden había que culturas conciben sus formas de interacción semiótica ( M ig n o l o
desenvolverse en el aparato legal del Estado, cuya práctica indis­ 1988a: 30). Los españoles evaluaron las interacciones semióticas
pensable era escrita («ley» y «leer» se derivan del It. legeré) y en la amerindias según su autorrepresentación, basados en la experien­
nueva religión, el Dios cristiano se encontraba contenido en la Bi­ cia de la letra escrita y el recipiente en el que ésta se conservaba y
blia, un portador sacralizado de signos gráficos. Asimismo, el dis­ transmitía, el libro. El presupuesto de que cultura y civilización se
curso historiográfico, directamente ligado al registro de la histo­ fundaban sobre el conocimiento y empleo de la escritura alfabética
ria, era y es fundamentalmente escrito en el mundo del sujeto co­ estaba profundamente arraigado en el siglo xvi y se daba por sen­
lonizador. De aquí la asociación que se hacía en la época, como lo tado. Por ejemplo, para los doce frailes que iniciaii el diálogo con
formulaba el jesuíta José de Acosta (1590b), de que si no había es­ los gobernadores y sabios aztecas en 1524, la escritura lo era todo:
critura no había historia, es decir, sin escritura alfabética no era «tenemos la sagrada escriptura donde se contiene todo lo que os
posible registrar el pasado y no se podía planear el porvenir. diremos, que son palabras de aquel que da el ser y el vivir a todas
En el momento de la conquista y colonización de América, la las cosas. Esta sagrada escriptura [...] es cosa antiquísima; son pa­
escritura alfabética y su portador, el lib.ro, recibían un conjunto de labras muy verdaderas, certíssimas, dignas de todo crédito».'®^
valoraciones que los colocaban en una posición superior a otros En el mundo andino, el episodio sobre la captura de Atahual-
medios de comunicación como lo oral y lo visual.’®* En la Europa pa, que nos entrega Guamán Poma al inicio de la «Conquista» (f.
del siglo XVI dominaba la idea, que llega hasta nuestros días, de 386) muestra la sacralización religiosa’ que investía al libro, trans­
que imagines sunt libri vulgiis, es decir, que las imágenes eran el li­ misor de la palabra de Dios: «Y preguntó el dicho Ynga a fray Ui-
bro del pueblo analfabeto. Dichas valoraciones fueron traídas al sente quién se lo auía dicho, responde fray Uisente que le auía di­
Nuevo Mundo y se manejan hasta el día de hoy, razón por la cual cho euangelio, el libro» (f. 387). Esto nos revela cuán envueltos en
las sociedades ágrafas son consideradas de menor desarrollo o, en la tiranía del alfabeto estaban los castellanos y olvidada la tradi­
todo caso, de desarrollo limitado frente a las sociedades gráficas ción oral ( M ig n o l o 1989; S a n d e r s 1985,1987). Los amerindios no
( G o o d y 1986, G e l b 1976). Por esto, debemos observar que tras la podían entender el concepto de verdad asociado a la letra escrita
noción de «escritura» se encuentra otro concepto globalizante que porque no estaban acostumbrados a leerla sino a mirar, contar, des­
llamaremos aquí «expresión no oral», «sistema de notación» plegar, bordar, tocar o pintar. Los letrados castellanos, que presu­
( A r e l l a n o H o f f m a n n y S c h m id t 1998) o «literalidad» ( M ig n o l o ponían la escritura, no podían entender a los sabios de la pala­
1994a). Desde una perspectiva metodológica, Mignolo indica que bra, que presuponían la oralidad ( M ig n o l o 1988a: 40). Propongo
es necesaria una definición teórica de signos gráficos e interaccio­ entonces revisar la valoración ideológica que en la cultura euro­
nes semióticas gráficas antes de moverse en una clasificación his­ pea del siglo XVI se daba a la escritura y su principal portador, el
tórica de diferentes niveles en el desarrollo de la escritura. Semióti- libro así como a sus agentes, sean éstos escritores, escribanos o
camente hablando, un signo gráfico es una marca en una superfi­ escribientes. Al ser estos sujetos capaces de escribir, entraban a for­
cie sólida hecha para el propósito de una interacción semiótica mar parte de un grupo diferenciado y considerado superior, como
(1994a: 229). Tanto el quehacer como el resultado de esta actividad la «minoría letrada». La revisión de estas nociones nos llevará a
adquieren valores semánticos y, luego, axiológicos en una cultura comprender la reacción de los sujetos portadores de la escritura
dada. De esta manera, las letras se convierten en el lugar de inter- . alfabética cuando llegaron al Nuevo Mundo e interpretaron la au­
sección de oralidad y escritura, y también el medio por el cual las | sencia del medio conocido como carencia de medio de expresión
gráfica en general. Esta interpretación errónea, como lo veremos
En este momento la escritura se relacionaba con el valor «letrado» mientras
que lo oral/visual, como la catequización a través de las pinturas o los sermones, ' Estos diálogos se conocen como los C oloquios de Sahagún. Al respecto véase
con el valor «iletrado», es decir, «ignorante». León-Portilla (1986) y KIor de Al va ( 1982).

146 147
enseguida, da lugar a la implantación, violenta por la carga ideo­ ciones. Según la primera, oralidad y literalidad son formas de ex­
lógica que conlleva, de una nueva literalidad'”® para los amerin­ presar y comunicar información y, en este sentido, pueden confor­
dios. En el caso andino, los europeos no tuvieron acceso cognos­ mar una dicotomía. La literalidad puede ser alfabética, visual, tác­
citivo a las formas indígenas de notación, por lo cual juzgaron a til. Planteo estas diferencias en el siguiente esquema;
la cultura andina como inferior a la europea."”
Debemos distinguir entonces entre el fenómeno objetivo que es
la necesidad de trasladar el conocimiento en algún tipo de reci­
piente que se traduce en dos literalidades diferentes (por ejemplo,
escritura alfabética europea y quipus andinos) y el de la percep­
ción que cada cultura tiene de dicho fenómeno según su posición
de dominante o dominado. Dicha percepción se tradujo, en la si­
tuación colonial en el Perú, en dos actitudes diferentes. Mientras
que para los españoles se trataba de una carencia, un espacio va­
cío qi^ Jiabía que llenar con su sistema de notación escritural en­
tendido éste como la única opción posible, para los sujetos andi­
nos se trataba de cambiar de un sistema de notación ya existente
(quipu, tocapu) a otro totalmente nuevo (la escritura alfabética). Mien­
tras que los españoles identificaban a la escritura alfabética como
la única literalidad efectiva posible, los sujetos indígenas se en­
frentaron a dos literalidades distintas entre las cuales tenían que
operar un paso. Al identificar los europeos la escritura alfabética
como el único medio posible de expresión gráfica, aphcaron la di­
cotomía orahdad/escritura (una forma de literalidad) a la nueva
situación colonial. La primera dicotomía pertinente a esta situa­ De acuerdo con una segunda dirección, la oralidad necesita
ción hubiera sido oralidad/no-oralidad ya que la relación que exis­ un soporte concreto para manifestarse, y este soporte se identifica
te entre oralidad y literalidad”“ puede entenderse en dos direc- también con literalidad. LFna cosa es el sujeto que comunica infor­
Elijo emplear el término «literalidad» para designar la forma gráfica de
mación oralmente en una conversación o literalmente a través de
comunicación. Estoy de acuerdo con Xavier Noguez, editor de la traducción una carta o una pintura por ejemplo; y otra es el sujeto que se ex­
al español del libro de Arellano Hoffmann y Schmidt, sobre que «literalidad» presa oralmente para que él mismo, u otro sujeto, fije esa informa­
corresponde al ingles «literac)'» y al alemán «Schriftlichkeit». Según Noguez, ción en un medio gráfico, como es el caso de los testimonios, el
el término más cercano al concepto que abordo aquí sería «escrituralidad: aprendizaje escolar, las cartas dictadas. En el primer caso estamos
capacidad de comunicación a través de la lectura y la escritura» (2002: 28).
ante la escritura como forma de comunicación alternativa a la oral.
Sin embargo, si bien el término no es el mejor, coincido con este editor
respecto de que queda pendiente la búsqueda de un término más adecuado en En el segundo, a la escritura como registro de información oral.
español. Veremos más adelante cómo Guamán Poma emplea estas dos di­
Los sistemas indígenas prehispánicos de notación constituyen uno de los
temas básicos que, en nuestra opinión, deben tratarse cuando se habla de deriva de «letra» y no puede dejar de asociarse a la escritura alfabética, pero
subjetividad colonial y otredad. por el momento no encontramos ningún término exacto con el que podamos
Escojo aquí el término «literalidad» para referimie a cualquier medio de referimos a los sistemas de notación no occidentales que transmiten información
expresión gráfica que comunique, sea occidental o amerindio. El término se y comunican como la escritura.

JiL 149
4

recdones en su valoración y uso de la escritura alfabética. Sin em­ cargó la Relación de Michoacán y el Codex Mendoza, manuscritos be­
bargo, en este contexto histórico, la visión europea asumió ambas llamente ilustrados y producidos en parte por artistas nativos.
direcciones en una sola posibilidad: la oposición oral/escrito, en Cuando llegó el Perú promovió la Suma y narración de los incas de
la cual el segundo término recibió una valoración ideológica que Juan de Betar^zos, considerada «la fuente etnográfica más antigua
lo colocó en una posición superior al otro y, como tal, capaz de sobre el imperio incaico» ( H a n k e 1997: i). Siii embargo, este docu­
diferenciar el estatus social. En la línea de este razonamiento, el mento no tiene ilustraciones probablemente porque los sistemas
panorama aparente con el que se encuentra el sujeto europeo en andinos de notación diferían de los mexicanos lo suficiente como
América es el de un espacio vacío frente á la oralidad, espacio va­ para no poder hallar una equivalencia texhial. Según Guamán
cío que había que llenar como sucedió con las religiones amerin­ Poma la Llegada de Antonio de Mendoza al Perú puso punto final
dias frente a la religión católica. Ya que la oralidad, frente a la es­ al período caótico de la conquista y marcó el inicio del «buen go­
critura alfabética, era colocada en una posición inferior y juzgada bierno», con cuyo retrato abre esta sección de su obra. En el dibujo
como una forma no confiable de guardar la información, se con­ que lo presenta, el título indica «el primero buen gobierno i ivsti-
cluyó en la asimilación forzosa de la escritura alfabética lo que se cia» (f. 438). El cronista andino también elogia sus calidades de
tradujo en la destrucción paulatina de las literalidades amerindias. letrado y buen cristiano: «Aunque duró pocos días, entabló la ley
Estamos así frente a lo que Mignolo señala como una «guerra de que abía traydo Blasco Núñez de Vela, primer bisorrey» (f. 439).
decires» (1995a) o, en nuestros términos, una guerra de literalida­ Estos dos virreyes, Antonio de Mendoza y el marqués de Cañete,
des. El marqués de Cañete, don Andrés Hurtado de Mendoza, elo­ se oponen como figuras civilizadoras y constructivas frente al vi­
giado como buen cristiano por Guamán Poma, expresó muy bien rrey Toledo que les sigue. Guamán Poma elogia por ejemplo que
este conflicto en una carta fechada el 3 de noviembre de 1556 y Hurtado de Mendoza se haya entrevistado con Sayri Túpac, inca
dirigida a la autoridad real a los dos meses de haber tomado po­ de Vilcabamba, quien se convirtió al cristianismo y se casó por la
sesión de su cargo como Virrey del Perú: «y con papel y tinta son Iglesia. Este personaje colonial representa aquí la armonía y tole­
las armas que me parece conviene hacer la guerra a este reino» rancia que podía haber entre ambas culturas. Toledo, en cambio,
( L e v il l ie r 1935-42: i). Este es uno de los personajes que Guamán a pesar de su organización legislativa, que Guamán Poma admite
Poma representa como un buen cristiano, con libro abierto y rosa­ y admira, representa la destrucción y el caos al matar al último
rio. El elogio que de él hace a través del dibujo y el texto verbal inca, Túpac Amaru, nieto de Sayri Túpac. A diferencia de los vi­
correspondiente (ff. 440-441, figura 17) parece haberlo sacado de rreyes anteriores a quienes dibuja con rosario y/o libro en la mano,
fray Domingo de Santo Tomás, quien se refiere al marqués de Ca­ Toledo es presentado únicamente con una espada (f. 446, figura
ñete como «gobernador muy bueno [...] favoreció a los indios y fi­ Ib). Para el autor andino la admmistración toledana propició la
nalmente era cristiano y hombre de bien» ( L is s o n C h á v e z 1943: II, pérdida de tierra de los indios, aunque al mismo tiempo trató de
200-201). Guamán Poma nos entrega apreciaciones muy pareci­ legislar el trabajo indígena. En la sección de «Buen gobierno»,
das sobre este personaje: «fue muy cristanícimo y gouernó pacífi­ cuando Guamán Poma expone su opinión sobre las leyes en la
camente. Y fue cristíanícimo y ancí no hacía mal a nadie ni hacía colonia y, debido a su alta capacidad organizativa, el cronista equi­
agrauio a los conquistadores y a los hijos de los Yngas y a los se­ para al virrey Toledo con el inca Túpac Yupanqui en cuanto a la
ñores grandes y prencipales deste reyno. Y a los indios les fabore- eficiencia administrativa del reino (f. 449).
cía y le defendía de los españoles» (f. 441). El virrey anterior a don Para comprender el enfrentamiento de literalidades que he
Andrés Hurtado de Mendoza, Antonio de Mendoza, fue propul­ anunciado, me ocupo no sólo de los valores asociados a la escri­
sor de las letras en la incipiente sociedad colonial. En tanto pri- ' tura y al libro en esta época y su contraposición a la oralidad sino
mer virrey de México, cargo que ejerció antes de llegar al Perú, en­ también de la reacción de los europeos hacia las posibles literali­

fe
150 151
‘\

dades andinas que no estuvieron en capacidad de comprender. mins reflexiona acerca de los quipus y los tocapus tanto en la cerá­
Ello me lleva a observar la manera cómo una literalidad se impo­ mica como en los textiles a partir de la crónica de Guamán Poma
ne sobre la otra, haciendo patentes las coerciones propias de la precisamente.” ’ En un trabajo conjunto con Rappaport (1998),
dominación colonial, de la misma manera como sucedió en otros C u m m i n s propone, en la misma línea que los trabajos de Mignolo
ámbitos como la arquitectura.'" Sin embargo, el hecho de que dos lo hacen (1994,1995a y 1995b), que se extienda la noción de lite­
culturas entraran en contacto con sus respectivas literalidades pro­ ralidad más allá de la alfabética, sobre todo para comprender el
dujo también una combinación de las mismas que dio lugar a do­ impacto de la literalidad visual en el Nuevo Mundo. Para ello em­
cumentos híbridos y a formas de comunicación propios de lo que plean un acercamiento metodológico que consiste en interpretar
Pratt (1991) llama las «zonas de contacto» de dos o más culturas los documentos más allá de sus contenidos escritos, es decir, exa­
enfrentadas. Es precisamente el proceso de esta combinatoria de minarlos en su aspecto no letrado y como imágenes visuales, aten­
literalidades así como su resultado lo que podemos observar muy diendo a aspectos como la fírma, los sellos, las marcas de agua y
bien ejemplificado en la obra de Guamán Poma de Ayala. Las con- la disposición de la página. De este manera, se trabaja teniendo
tribuciones en este campo son relativamente recientes. Entre los en cuenta la intertextualidad de la literalidad visual y la alfabéti­
trabajos-de análisis y reflexión teórica acerca de estos temas en­ ca en el mundo colonial andino. Los estudios de Lienhard propo­
contramos los de Mignolo, Gruzinski (1988), Lockhart (1982) y nen ver los textos híbridos resultantes del encuentro español-an-
Grube (en A rellano H o f f m a n n y Grube 1998) en Mesoaniérica y dino como literaturas escritas alternativas, abriendo el camino para
Lienhard (1991), Prada Ramírez (1994, 1995), Zuidema (1991, una concepción diferente de la literalidad en los Andes a partir
1994), Rappaport (1994,1998), Arellano Hoffmann (1998,1999) y de la Conquista. Esto nos revela la fetichización de la escritura y
Cummins (1994, 1998) en los Andes. Gruzinski se ocupa del pe­ su función política durante los primeros años de la colonia, tema
ríodo comprendido entre 1525 y 1540, cuando la escritura alfabé­ del que se ha ocupado F. Prada Ramírez. En un segrmdo estudio
tica se introdujo en México y la manera como los mexicas se adap­ este investigador se interna en la descripción detallada del fun­
taron, resistieron y desarrollaron estrategias para salvar sus do­ cionamiento de los quipus (1995). Quizá uno de los más exhausti­
cumentos. Lockhart evidencia cómo los amerindios adoptaron la vos y actualizados estudios sobre los quipus, después de Ascher y
escritura alfabética para registrar su oralidad y complementar los Ascher, sean los trabajos de Gary Urton, cuya publicación empie­
códices pictográficos. Grube se ocupa de los sistemas de notación za en 1988. Su último libro, Sigtis o f tlic Iiika Klúpu. Binanj Codiiig
mayas y aztecas existentes antes de la llegada de los europeos y iii Andean Knolted-String Records (2003) incluye la codificación bi­
destaca la concepción mesoamericana de arte y escritura en una naria de sistemas tecnológicos y explora la posibilidad de varios
misma noción y práctica. Por semejante camino va la investiga­ sistemas de regisho de información. Urton argumenta contia la
ción de Arellano Hoffmann quien habla de los sistemas de nota­ función únicamente mnemónica del quipu y propone su funciona­
ción andinos entendiéndolos como sistemas semasiográfiror-,” ^y miento como sistemas de escritura. La aproximación de este an­
descarta el carácter puramente mnemotécnico de los quipus. Cum- tropólogo se basa en el concepto de setniosis de Peirce,” ^ que apli-

‘ ‘ Un ejemplo clásico de la arquitectura colonial fue la construcción de la iglesia En cuanto a los quipus y tocapu hay más investigaciones como las pioneras
de Santo Domingo sobre los cimientos del Coricancha, antiguo templo del Sol de Ascher y Ascher (1981), de la Jara (1964, 1975), Barthel (1970, 1971) y
en Cuzco. las más recientes como las de Stone-Miller («The Imperial Implications of
‘ El lingüista GeofTrey Sampson ha propuesto una clasificación de los sistemas Formal Patteming in Inka and Related Textiles») y la de Urton (1997,1998,
de notación en «sistemas glotográficos», basados en una lengua, y los «sistemas 2003). El tema, que pareció abandonado durante un tiempo, ha recobrado
semasiográficos», que anotan significados mediante un sistema de signos no vigencia en los últimos años como la bibliografia al respecto lo indica.
verbales que están convencionalizados. La ventaja de este último tipo de Ldiscmiosis de Peirce interseca el concepto de seniiosis que emplea Mignolo
sistema es que puede prescindir de la lengua y dirigirse a públicos plurilingtles. al hablar de semiosis colonial. Para Peirce, laiem/oíi'í es la condición que hace

153
ca entre un signo (el q u ip ti), el mundo representado por este signo, medio de expresión que emplea la oralidad para manifestarse de
y su proceso de convencionalización. Urton er\fatiza la necesidad manera concreta o material, lo que da lugar a literalidades de di­
de un cuidadoso y detallado estudio de las transcripciones de q u i­ versa naturaleza. Entendemos entonces aquí «literalidad» como
p u s que se encuentran en documentos coloniales (ver también U r ­ una noción globalizante, siendo la escritura alfabética, los quipus
t o n 1998). Esta información proveerá categorías para entender cla­
o el sistema de notación de los locapus, o los dibujos aztecas y ma­
ses de significado en el pensamiento andino y podría servir como yas, sus posibilidades globalizadas.
punto de partida para postular inventarios de dichas clases. In­ Exammemos a continuación la considerable conciencia reflexi­
cluso con este panorama intelectual sobre el tema de literalidades va que nuestro autor andino tenía acerca del proceso y resultado
alternativas a la Occidental, como bien lo indica Mignolo (1994b: que conllevaba asumir la escritura alfabética como forma de co­
295), todavía están por estudiarse muchos de los conflictos entre municación en el nuevo orden colonial. Para un letrado europeo,
las literalidades amerindias y europeas. la práctica verbal que era la organización cuidada del discurso so
Una razón para estos puntos de investigación pendientes llamaba «oratoria» y la reflexión sobre esta práctica era la «retóri­
constituye otra perspectiva importante que guía a mi reflexión teó­ ca». Algo similar ocurría en los pueblos amerindios, sólo que se
rica sg^re las literalidades en este texto. Se trata de la perspectiva expresaba de otra manera ( M ig n o l o 1988a: 40)."^ Veremos ense­
ideológica que ha dominado —y domina— una considerable par­ guida cómo Guamán Poma reflexionó sobre los poderes de la es­
te del quehacer académico, según el cual se ha asumido la dicoto­ critura, los problemas que plantea su ausencia o carencia en la
mía oral/escrito como razón explicativa de los problemas de co­ sociedad prehispánica y en la colonial, y observaciones sobre su
municación en el orden colonial. Sabemos bien que la oralidad des­ propia escritura y la de otros sujetos coloniales, que incluye su con­
empeñó un rol muy importante én las sociedades amerindias ciencia de otras formas de comunicación alternativas.
(ScH ARLAU y M ü n z e l 1986). La mente europea hacía equivalentes Nuestra aproximación al tema sigue la línea de reflexión que
lengua y escritura, por lo cual la oralidad en Occidente dejó de concibe a Latinoamérica como una sociedad multicultural y plu­
tener importancia y pasó a un segundo plano como modo efectivo rilingüe ( B a l l ó n 1983,1987; M ig n o l o 1989) que reconoce que aún
de comunicación. Lo conlTario sucede en el mundo andino, en el hoy se coloca en plano hegemónico al componente de la literali­
que la oralidad pareció desarrollarse con la misma importancia dad occidental sobre las amerindias. En esta perspectiva se perci­
que los sistemas de notación, o tal vez más, ya que estos sistemas be la cercanía entre los colonizadores españoles y las direcciones
tenían necesidad de un sujeto que los interpretara y expusiera oral­ li de la investigación actual de textos coloniales que «concibe a la
mente. Si reconocemos que había una forma de literalidad en el escritura alfabética como el final de un proceso evolutivo lineal»
mundo andino, descubrimos una «minoría letrada» semejante a ( M i g n o l o 1989: 86). Observemos entonces que se ha aplicado, y
la europea que manejaba exclusivamente esa literalidad como los se sigue aplicando, una definición evolutiva y eurocentrista de la
quipucama]/oc, los c¡uilcacania\joc y los amantas. La dicotomía perti­ escritura. Dicha definición limita nuestras concepciones de pen­
nente sería entonces literalidad occidental (escritura alfabética, samiento y conocimiento e ignora puntos de vista no europeos
pintura) / literalidad andina (quipii, tocapii), tomando ambas como
medios de expresión gráfica de la oralidad y, por otro lado, orali­ ‘ ' * Por ejemplo, en el trabajo que Sahagún (1986) realiza con los indios mexicanos,
emplea la escritura alfabética para describir las pinturas de los códices, pero
dad/literalidad como formas posibles de comunicar información
estas pinturas describían a su vez las situaciones en que se pronunciaban
en cualquier cultura (ver cuadro anterior). En todo caso es el • discursos. En el libro vi de \a Retórica y filo s o fía m oral se recogen diferentes
y
discursos de los aztecas, las situaciones en las que estos discursos se
posible que un signo se traduzca a sí mismo en otro signo. Ver el capítulo I del pronunciaban y los roles sociales designados así como los discursos de las
libro de Urton para una explicación detallada de este concepto y su aplicación •' personas «hábiles en el decir», discursos de los gobernantes instruyendo a
, a\quipu. ; sus hijos en el arte de la palabra.

154 155
•\

( B o o n e y M ig n o l o 1994: 9). Cabe resaltar aquí la coexistencia e in­ fallados para pro de los om nes, fu essen guardados en escripto,
teracción de literalidades conflictivas y alternativas, lo que carac­ por que no cayessen en oluido et los sopiessen los que auien de
teriza al período colonial hispanoamericano como consecuencia uenir. (1982: 33)
rr
de la occidentalización del Nuevo Mundo ( M ig n o l o 1994b: 293). Observemos en la declaración del Alfonso X las atribuciones
Mignolo recomienda la posibilidad de observar lo que la existen­ de la escritura que la convierten en vaUoso instrumento de comu­
cia de literalidades alternativas a la occidental ofrece: imaginar nicación; al estar fijada en un recipiente o portador de signos tan­
políticas alternativas de investigación y loci alternativos de enun- gibles, sirve para preservar la memoria del olvido, le da perma­
ciación. Por ello, hay que seguir operando en una descolonización nencia al conocimiento y cumple así la función histórica de rela­
de la perspectiva teórica metodológica que aún domina una bue­ cionar pasado, presente y futuro. Además, da coherencia y orde­
na parte de los estudios coloniales ( A d o r n o 1986a).” ‘ na la iiiformación.
Veamos ahora con más detalle el impacto de la escritura en el Siglos más tarde, en el mundo colonial hispanoamericano, la
Nuevo Mundo, su combinatoria con la literalidad andina y su preocupación común de los historiadores de Indias era la manera
planteamiento a través de textos andinos coloniales como la Nue­ como los sujetos amerindios conservaban sus memorias ( ívI ig n o l o
va corgnica y buen gobierno. 1986a). A propósito de este tema, el padre José de Acosta (1590a)
desarrolla una teoría de la escritura-basada en una filosofía del
C o n cep ció n de la escritu ra en el siglo xvi y su im p acto lenguaje:
en el N uevo M undo Las letras se inventaron para referir y significar inmediatamen­
te las palabras que p ronunciam os, así como las mism as pala­
En el mundo hispano-europeo, el rey Alfonso X (el Sabio) expuso bras y vocablos, según el filósofo so n señales inmediatamente
la majiera en que se constituyó la escritura alfabética en Castilla y de los conceptos y pensam ientos de los hombres; y lo uno y lo
otro (digo las letras y las voces) se ordenaron para dar a enten­
la razón y función de la misma en su Estaría de Espanna:
der las cosas; las voces- a los presentes; las letras a los ausentes
E en buscando aquesto, fallaron las figuras de las letras; et ayun­ y futuros. Las señales que no se ordenan de próximo a signifi­
tando las, fizieron dellas sillabas, et de sillabas ayuntadas fizie- car palabras sino cosas, no se llam an, ni son en realidad de ver­
ron dellas partes; e ayuntando otrossi las partes, fizieron razón, dad letras, aunque estén escritas; así com o una imagen del sol
et por la razón que uiniessen a entender los sabores c t sopiesen pintada no se puede decir que es escritura o letra del sol sino
ayudar dellos, et saber tan bien contar lo que fuera en los tiem­ pintura. (En M ign'OUD 1986a: 17)
pos dantes cuem o si fuesse en la su sazón, et por que pudiessen
Aquí Acosta señala la traslación de la idea o concepto a las
sab er otrossi los que despues dellos uiniessen los fechos que
ellos fizieron tan bien como si ellos se acertassen en ello; et por palabras y vocablos, y de aquí a las letras (escritura) y/o las voces
q u e las artes de las scien cias et los otros saberes, que fu eron B. (habla), así como la diferencia de este medio gráfico con las imá­
genes pintadas, es decir, la literalidad visual. De acuerdo con su
Adorno dio un paso inicial al hablar de la descolonización de los estudios razonamiento, parece que la única forma de literalidad posible hie­
coloniales, aunque lo hizo como una manera de reivindicar a los autores
ra justamente la escritura, descartando las imágenes.
indígenas marginados por las historias oficiales y la critica literaria. González
Echevam'a sigue la misma pista al declarar: «Los mecanismos de esa destrucción
A lo largo de la Edad Media se impuso la escritura no sólo
(que el colonialismo opera sobre la historia de los conquistados) y reescritura entre las tres formas posibles de comunicación —a decir oral,
interesada son visibles, con una claridad que nunca deja de sorprender, en la escrita e icónico-visual—, sino como la prevaleciente para otorgar
literatura colonial hispanoamericana. Por ello el proceso de descolonización fe y valor público a los documentos ( B o u z a Á l v a r e z 199?.: 26;
implica siempre una contraofensiva en la que se rescatan no solo territorios
C l a n c h y 1979: 2). La «mmoría letrada» que detentaba este medio
geográficos, sino mentales; no solo espacio sino tiempo. Es decir: historia»
(1976:21). de comunicación se dedicó también a discutír y establecer una

156 157
fl ’\

jerarquía entre las tres formas de comunicación. La consecuencia ausencias: la del escritor (que no está cuando se lee), la del lector
es el elogio de la escritura, medio diferenciador que coloca a dicha y la del referente. En todo caso, lo importante es que letrados y
fe;
minoría en posición de grupo privilegiado, ya que como Giovan- cosmógrafos unieron sus esfuerzos para trazar los límites y apre­
francesco Lottini señalaba, en su Avvedimenti civili (1578), «el es­ hender los dominios nuevos. Los letrados generaron una serie de
cribir debe ser más considerado que el hablar».” ^ regulaciones, las Ordenanzas, cuestionarios para recopilar informa­
. i; En el espectro semántico del español del siglo xvi, se entiende ción, Instrucción y memoria, y su resultado escrito, las Relaciones geo­
í;..-
«escritura» como el producto del acto de escribir, es decir «formar gráficas de Indias ( C u n e 1972). El sujeto mediador y agente para or­
.! ' las palabras en alguna materia con diferentes instrumentos» ganizar y lograr dicho resultado era por lo general un escribano o
(COVARKUBIAS 1943 [1611]: 541; RAE 1984 [1726]: U , 574). En el mun­ notario público ( M ig n o l o 1982: 70-73; G r u z in s k i 1988:101-38). Mig­
do hispánico hallamos la reflexión sobre las excelencias de la es­ nolo destaca la traslación de lo oral a lo escrito por un letrado cu­
critura que Pedro de Navarra le dedica al rey Felipe II en su Diálo­ yas intenciones eran administrativas. De allí que sea necesario exa­
go de la diferencia del hablar al escribir (1565). De acuerdo con su minar más de cerca el rol del letrado tanto humanista como juris­
exposición, la escritura es «de más fácil inteligencia» y superior a ta en la organización del Nuevo Mundo. Tanto el letrado huma­
las «^landeras palabras» del habla porque permite la reflexión nista como el letrado jurista emplearon la lógica de la escritura
sobre lo escrito; la escritura es más eficaz porque «se hace sentir para organizar la sociedad ( M a l a g ó n - B a r c e l ó 1961; G o o d y 1986).
en cabo del mundo», es decir, se puede llevar a todas partes, mien­ Además, la asociación de escritura e historia nos descubre la rela­
tras que el habla se consume en sí misma y es irrecuperable. Se- ción que se establece entre verdad de la escritura y poder político.
gím esta característica, escritura tiene la capacidad de «perma­ Una condición indispensable para este proceso es id concepción
necer» venciendo al espacio y al tiempo. Asimismo, se ve a la es­ del libro como producto divmo, tal como ya lo hemos visto a pro­
critura como un «don de Dios» que inmortaliza al que adquiere ir pósito del discurso profético de la tradición antigua y medieval.
esta capacidad comunicativa, gracias a la cual es posible conocer Sin embargo, es preciso observar la oralidad de las culturas
el pasado y el porvenir ( B o u z a Á l v a r e z 1992: 30-31). El aprendi­ mesoamericanas y su encuentro con la escritura alfabética ( M ig ­
zaje de la escritura se veía como un rito de iniciación al conoci­ n o l o 1981,1986a; A d o r n o 1986b). La distinción entre situaciones

miento, lo que Walter Ong interpretó, hablando de los rigores de orales y escritas nos conduce a la delimitación metodológica de
los estudios gramaticales del Renacimiento, como un paso de la un objeto de estudio en las letras coloniales cuya pluralidad lin­
niñez a la pubertad, de la ignorancia al conocimiento (1959: 103- güística se reconoce ( M ig n o l o 1988a, 1988b).
104). Lo que interesa aquí son tres aspectos de la escritura alfabé­
tica ( M ig n o l o 1989; R i c o e u r 1971; T a n n e n 1982; Finnegan 1988): O ralid ad y fo rm as de lite ra lid a d
(1) su capacidad para comunicar a distancia; (2) el poder ser en­
tendida por los que leen sin necesidad de un intérprete oral; (3) la En un trabajo de 1989, Mignolo exploró las consecuencias de la
situación comunicativa despersonalizada en la que no se necesita literalidad occidental en la colonización del Nuevo Mundo en el
hablar para leer los signos gráficos, ya que si se necesita un intér­ momento de los contactos iniciales entre las culturas española y
prete, el poder de la escribirá se limita ( G cxddy 1986: 91). Este últi­ amerindia. Una estas consecuencias visibles constituyó la natura­
mo aspecto es lo que López Baralt (1993) ha llamado una suma de leza mixta de escritura ( S c h a r l a u 1987) y de nuevas formas de co­
municación ( G r u z in s k i 1988: 72-73). De esta manera, se hizo evi­
Para dem ostrar la superioridad de la escritura, se lleg ab a a razonam ientos dente la tiranía del alfabeto en lo que Ricard (1986) llama «la con­
curiosos com o que el hom bre había descubierto los signos alfab ético s después
quista espiritual» y Gruzinski, «la colonización del imaginario».
de o b serv ar atentam ente h ech o s de la naturaleza qu e eran m udos pero
elocuentes. Con el fin de guiar su reflexión sobre el tema, Mignolo indica que

158 159
es necesario plantear una definición de literalidad. En opinión de (1590a) quienes relacionaron la ausencia de escritura con la falta
Scribner (1984), se puede entender la literalidad en relación con de historia. Para Pedro de Gante (1529) se trata de falta de lumbre
tres funciones sociales: (1) como adaptación al dominio social, (2) y, por lo tanto, hay que alumbrar a los indios.'^" Es así como justi­
como poder para avan^.ar dentro de la comunidad, y (3) como es­ fican la alfabetización. Esta breve revisión de opiniones pennite
tado de gracia, es decir, reconocerse como letrado, lo que otorga afirmar que mientras el aspecto físico de la letra (escritura alfabé­
ciertos poderes dentro de la comunidad. Además, Mignolo señala tica e imprenta) permitió producir y distribuir los discursos que
la necesidad de comprender lo que los castellanos significan cuan­ legitimaban la conquista y colonización, su aspecto ideológico su­
do implementan la escritura, entendida ésta como una tecnología, ministró las bases argumentativas y narrativas para legitimar la
y su asociación con ese estado de gracia. Por lo tanto, distingue Conquista ( M ig n o l o 1992:1). Por ello, Mignolo analiza, de mane­
entre literalidad y Literalidad, especificando para la primera la ra semejante a como lo había hecho con la noción de «literalidad»,
competencia para leer y escribir y para la segunda, cualquier cla­ la diferencia entre letra y Letra. La última. Letra, abarca una es­
se de interacción gráfica semiolingüística y su respectiva concep- tructura conceptual y crea un universo de sentido que asocia el
tualización (1984: 60; P a t t is o n 1982: 10-15). El problema del tér- objeto físico a roles sociales, prácticas discursivas y sus valores
m inc^jteralidad es el de ser una expresión dentro de la concep- culturales: estamos entonces ante una construcción ideológica. Lo
tualización occidental de la palabra escrita, ya que se deriva del que nos interesa aquí es la distinción que él hace entre el nivel
latín littera, por ello sería mejor tener un término diferente para las ontológico y el ideológico de la Letra, ya que los medios para ad­
distintas prácticas de escritura y su conceptualización en la cul­ quirir y transmitir el conocimiento (ciencia) así como para la cons­
tura que sea.” ®Por esta razón, Mignolo sugiere distinguir y sepa­ trucción de textos (arte) en sociedadés con distintos sistemas de
rar en su reflexión la oposición habla/escritura de oralidad/lite- escritura son caminos alternativos desde el punto de vista ontoló­
ralidad usando esta última para referirse a la conceptualización gico, no así desde el punto de vista ideológico de la cultura domi­
de prácticas lingüísticas. La literalidad abarca también el apren­ nante que observa (1992: 99-101).
dizaje del sistema de valores adjudicados a los actos de leer y al De acuerdo con Mignolo, las herramientas fundamentales para
escribir. Como veremos enseguida, el encuentro de literalidades en estos procedimientos son la letra que fija el conocimiento y el libro
América a partir de 1492 produjo la supresión de una de las par­ que lo organiza y distribuye. Lo importante es destacar la coinci­
tes enfrentadas. Las formas amerindias de comunicación de natu­ dencia importante que hubo entre el auge del libro y la expansión
raleza tangible fueron ignoradas y/o destruidas durante la colo­ del cristianismo ( S k e a t 1969). En el capítulo que E. Curtius (1953)
nia, como sucedió con la destrucción masiva de los quipus que or­ dedica al libro como símbolo, las metáforas que se refieren a la es­
denó el virrey Francisco de Toledo a mediados del siglo xvi en el critura y al libro so asocian a un contexto cristiano. Mignolo tan'-
Virreinato del Perú. bién examina las palabras relacionadas con el portador de la es­
Si revisamos pasajes de los cronistas de indias, observamos critura, que entró en un proceso de transformación (1994a: 231).
que ellos constatan la ausencia de letras y concluyen que los indí­ El griego bibliothéke (originalmente «casa del papiro») significaba
genas no tetúan letras y eran por lo tanto imprecisos, incoheren­ «sabiduría» o «conocimiento» y se asoció rápidamente con reli­
tes y contradictorios en sus relatos."’ Tal es la opinión de autores gión y conocimiento. Para el cristianismo, el libro era/es sinóni­
como fray Ramón Pané (1493), Torquemada (1615) y Acosta mo del Universo y la cristiandad aseguraba el conocimiento en el
Libro. A esto se añade que la escritura ganó autonomía porque fue
Ver la nota 108 en este capítulo, acerca de la pertinencia del término
«literalidad». Gante señala que recogieron muchachos y los enclaustraron para que no
Una segunda opinión, aunque bastante minoritaria, sostenía que algunos ■tuvieran contacto con sus idolatrías, es decir, los separaron violentamente de
pueblos amerindios sí tenían letras a su manera y hasta tenían libros. la lengua materna.

160 lAi
\

capaz de reemplazar a la persona como receptáculo de conocimien­ hombre profano tiene acceso. Sólo los elegidos, como David, tiene
to. Con el paso del tiempo, el objeto tangible (libro, escritura alfa­ el privUegio de abrir el arca y acceder a su conocimiento, escritura
bética y sus instrumentos de producción) se convirtió en imagen y y al verbo divino. Si examinamos la Biblia cristiana como un de­
metáfora de la expresión reflexiva del ser humano. Por ejemplo, positario de discursos y analizamos sus condiciones textuales de
en 1565, el pensador italiano Francesco Patrizi hablaba en su obra, producción, observamos que sus «autores» humanos son aquellos
Delta historia dieci dialoghi, de un «libro del alma» donde está sólo
lo escrito por Dios, y se oponía a los «libros de afuera». Este libro
reconocidos por Dios como profetas. En efecto, son los profetas bí­
blicos los que se apropian de la palabra de Dios y, en su nombre,
¥
del alma estaba escrito en imágenes y podía ser comprendido por produce el texto sagrado. Por lo tanto, el origen humano y divmo
todos los hombres. Para Patrizi, la historia empleaba cualquier sig­
no para conservar la memoria del pasado ( M ig n o l o 1986a: 20; M a -
DELEINE 1965). En una línea similar d e reflexión, Jerónimo d e Oré
de la escritura bíblica otorga al libro un poder absoluto e inapela­
ble en el mundo cristiano. Fue precisamente este poder el que de­
safío el inca Atahualpa al echar por tierra la Biblia que le había
t
también hablaba de dos libros en su obra de 1598: dado el padre Valverde. Para terminar con las ideas hbrescas de
Esta es vna verd ad y scien tia m arau illosa que se contiene en
Venegas, éste hace otra distinción entre «libro arquetipo» y «libro
»,»dos libros que dio el sapienHsimo Dios a los hom bres, para que metágrafo». El primero es un libro divino ejemplar, leído por los
leyend o en ello alcansassen su con ocim ien to, y por el la vida ángeles. El segundo es un traslado leído por los hombres, mediante
eterna; vno es el libro de la naturaleza, en que se hallan escritas h el cual se puede conocer a Dios. Según Mignolo, lo que Venegas
innum erables letras de toda la vniuersidad de las criaturas, en
tenía en mente eran códices medievales y libros recién impresos.
solas quatro hojas donde se en cierra la varied ad de diferentes
generos y naturalezas d iu ertsissim as, contrarias a las vnas de-
Si bien el libro es el receptáculo de.la escritura alfabética y la
las otras, y siendo tantas y tales las enqu ad em ó y juntó en vno ¡“i- que ésta orgaiüza, muy pronto se convirtió en objeto privilegiado
la sum a sabiduría de Dios; otro es el libro de la sagrada escrip- y distinguido de la civilización y pasó a ser sinónimo de «escritu­
lura reuelada por el m ism o D ios; el prim er libro es natural c ’os ra». El circuito de sinonimación es circular; libro y escritura fun­
hom bres, el segu nd o es sob re natu ral y reuelado por Dios en
cionan como sinónimos reflejos. Cuando se habla de «escritura»
defecto del prim ero, en q ue no supieron leer los hom bres por
la ceguedad del peccado original, (f. 2 r) en el siglo xvi, se entiende «libro» y viceversa. Además, el libro tam­
bién se concebía como un símbolo de la letra, y la escritura se con­
En esta disquisición, como sostiene L. Tord en la introducción cebía según los portadores del signo: papel y hbro. Esta es la valo­
a la edición facsímil del Symbolo QiUtolico Indiano (Oré 1992 [1598]: ración de libro y escritura alfabética en el momento de coloniza­
28), se encuentra la antigua idea medieval del mundo como un ción americana. En este contexto lústórico e ideológico, el hbro fue
libro imnenso escrito por la mano de Dios. Medio siglo antes, Alexo para el conquistador europeo, un contenedor donde el conocimien­
Venegas publicó en Toledo —en 1540— la Primera parte de las dife­ to podía ser almacenado, que servía también de portador de la in­
rencias de libros que hay_en el universo que incluye la siguiente defi­ formación y que ejecutaba la acción del poder, el lugar donde la
nición de libro: «Libro es un arca de depósito en la cual, para sig­ verdad podía ser discernida de la falsedad y la ley impuesta so­
nificar información esencial o cosas o figuras, aquellas cosas que bre el caos. Esta concepción es extremadamente semejante a la de
pertenecen a la información y claridad de entendimiento se depo­ las Sagradas Escrituras en el cristianismo temprano.
sitan». En la interpretación que hace Mignolo de este pasaje, se­ En la América colonial temprana encontramos múltiples y di­
ñala que el libro espanta a la ignorancia ya que es arca y guarda versos casos de del traslado de estas categorías (libro, escritura, tras­
el conocimiento (1994a: 220). Cabe añadir que la comparación con lado de información, carácter verdadero de los mismos) para codi­
«arca» recuerda el carácter divino y poderoso que se le atribuye a ficar la nueva realidad. Por ejemplo, Bemardino de Sahún aplicó
este objeto en el Antiguo Testamento. Es un arca la que guarda la la conjunción letra-libro para organizar, ante los ojos europeos, la
esencia de Dios (conocimiento), fuerza y energía, a la que ningún

162 163
•\

realidad del mundo azteca en el Códice florentino. En el momento es esencial desde la colonia hasta la actualidad. Los títulos pri­
en que Sahagún escribió, el libro había adquirido ya un formato, mordiales se dirigían a los habitantes de los pueblos pero también
se había introducido estrategias para organizar el conocimiento, y a los españoles a quienes proveían información sobre la tenencia
el texto escrito se había rodeado de una conceptualización que lo de tierras. La transcripción de testimonios judiciales mostró a los
convertía en objeto privilegiado de la civilización ( M ig n o l o 1992: indígenas que la escritura era necesaria legalmente.
101). Sin embargo, la aplicación de prácticas tecnológicas altamente Finalmente, los textos nacidos en el eiifrentamiento entie la ora­
ideologizadas, como la escritura alfabética y la producción de li­ lidad indígena y la escritura europea, se agrupan en un conjunto
bros y documentos, enfrenta en su contacto con América otras for­ de documentos que Lienliard llama «literatura escrita alternativa»
mas tajigibles de transmisión de la información, así como otros me­ (1991: 30). El marco de la combinatoria de literalidades (oral, vi­
dios de comunicación que parecen privilegiar registros orales fren­ sual, escrita y otras posibilidades) en estas incipientes sociedades
te a formas gráficas. Para poder entender este enfrentamiento de es el reclamo legal. Los amerindios aprendieron rápidamente la
modos comunicativos, y el resultado de una de combinatoria in­ función legal de la escritura alfabética para efectuar testimonios
evitable aunque poco reconocida hasta el día de hoy, es necesario judiciales que fueran escuchados y atendidos. Desde la otra ori­
a p li^ ,u n a mirada lingüística y deslindar conceptos, relaciones y lla, los españoles recrearon el discurso indígena teniendo como
jerarquías que las sociedades del siglo xvi les adjudicaban. resultado un discurso indígena ficticio donde se declaraba la bes­
Un ejemplo del enfrentamiento entre diversas formas de comu­ tialidad de los indios, como sucede en obras del teatro catequísti­
nicación y transmisión se encuentra de nuevo en la producción co. Por lo tanto, no hay reconocimiento europeo oficial del acceso
de los Coloquios de Sahagún (1565). En este documento, se presen­ indígena a la escritura alfabética, su aprendizaje, su empleo, su
tan diálogos entre los frailes franciscanos y los representantes de aplicación. Y cuando hubo reconocimiento, siempre se realizó en
la sabiduría azteca. Mientras que los misioneros franciscanos en­ una dirección negativa: los amerindios, como otias minorías éhii-
fatizaban el libro y su calidad escrita, los sabios y peiisadores az­ cas, sociales y genéricas de las sociedades europeas del siglo xvi
tecas destacaban la oralidad y a sus agentes Llamados tlanialimi- i- (mujeres, judíos, musulmanes, población pobre y marginal, niños)
ne. Los tlamatimine observaban y contaban en voz alta las histo-, no debían acceder a la escritura porque implicaba su corrupción
rias que miraban. Para los mexicas, la sabiduría podía guardarse y descontrol o, más bien, la pérdida del control oficial sobre los
en la oralidad, mientras que para los españoles necesariamente integrantes de estos grupos.
en la escritura. Así, los títulos primordiales mexicanos que estu­ Exploro ahora un ejemplo contundente de la combinatoria de
dia Gruzinski (1988) y que abordamos otra vez a propósito del dis­ oralidad y literalidad en el mundo colonial andino. La Nueva co­
curso legal, asocian oralidad, escritura y pintura. En ellos también ránica y buen gobierno incluye registros orales de diversas lengUc.
se aprecia de manera constante la repetición de temas, la reitera­ y, además, ejecuta una combinatoria de literalidades tangibles. En
ción de fórmulas que nos devuelven al discurso oral. Se trata, como este punto del capítulo, me enfoco en el empleo de la oralidad como
lo señala Gruzinski, de una oralidad cuidadosamente codificada registro lingüístico y como acto de habla en la crónica de este in­
por medio de la cual los indios mexicanos mutilan las actas lega­ dio ladino.
les españolas para usarlas con otros fines. Por ejemplo, los títulos En mi opinión, Guanián Poma celebra en su obra los modos
incluían arengas, cuya efectividad performativa apoyaba la defensa orales de su lengua nativa y en este sentido se le ve como un per-
narrativa de sus tierras. Los indios aparecían entonces como suje- ! sonificador de voces. Sus repeticiones y múltiples representacio­
tos activos de la legitimación colonial emprendida por los euro­ nes de situaciones orales incitan a leerlo en voz alta ( A i x jr n o 1985,
peos en el nuevo orden colonial y se presentaban como fundado­ 1989a). El cronista andino incluye cantos y oraciones quechuas
res de pueblos, ya que la demarcación de confines de tierras era/ | que evocan rituales reconocibles por los indígenas al escuchar el

164 165
i 1 texto oral. Asimismo, con humor satírico reproduce en la sección población andina en general, la oralidad de personajes españoles
de «Buen gobierno», discursos de diferentes autoridades colonia­ corruptos no funciona de manera efectiva.
les que incluyen a corregidores (ff. 726-27), encomenderos (ff. 728- Otro ejemplo de la oralidad ineficiente es la descripción que
29), sermones de sacerdotes de diferentes órdenes (ff. 625-26) y con­ hace de los oficiales del cabildo cuando hacen una audiencia
versaciones de «cristianos españoles» que imaginan la mejor for­ (f. 488, figura 20). Este dibujo nos presenta a «Pricidente i oidores
ma de obtener riquezas: «Señora ¿no será bueno que Alocito fuera de su Magestad y alcaldes de corte y fiscal, alguazil mayor deste
flayri franciscano, y Martinillo fuera de la Conpañía de Jesús?». reyno», quienes se encuentran discutiendo oralmente y hacen ges­
«No, señor, que es esa borden que no se acuerda de su padre y tos propios del acto de habla. En la parte inferior del dibujo, Gua­
madre y son pobres hórdenes y se hazen santos y no ganan plata mán Poma escribe en una enmienda añadida; «Que para el buen
ni tendrá qué darnos» (f. 550). gobierno a de auer un letrado y después dos protetores que par­
Guamán Poma critica los sermones de los padres doctrinan­ tan el salario y dos prcquradores y u[n] lengua y una persona que
tes que i'io clominaii el quechua y no manejan efectivamente la ora- sepa la lengua y haga en borra[dor] memoriales para que entien­
lidad. Así, en el f. 623 vemos cómo un cura habla en la iglesia, da el letrado». El cronista critica el empleo de la oralidad si no
mientras sus feligreses indígenas tienen diferentes reacciones (fi- I está apoyada por medidas efectivas a través de la escritura.’ Estos
gura‘^0)- Uno de ellos reacciona con lágrimas en los ojos como si vVV personajes no escriben ni iitforman al rey ni al Papa: «Nenguno a
experimentara una conversión, indicada por el símbolo del Espí­ parecido que aya escrito, abizado todos los trauajos y mala uentu-
fe
ritu Santo bajo la forma de una paloma. Otros indios están en ac­ ra de los pobres yndios [...] De todo ello no lo escriue a su Santi­
titud de oración reflexiva y otro duerme. El título de este dibujo dad ni a su Magestad para rremediallo» (f. 489). Nuevamente, fo­
está en quechua y se refiere a la predicación del Evangeho para lios más adelante, el texto nos entrega «plática y conversación»
abrazar la fe católica. En el texto verbal que le sigue, el autor andi­ de otros grupos dentro de la sociedad colonial: «señoras», «indios»
no evidencia su falta de competencia para predicar a los indios: (f. 731) y «negros» (f.,732). Es con este último grupo donde Gua­
Cerm ón y predicación de los dichos padre destos rreynos: Cómo mán Poma intenta reproducir lo mejor posible un registro oral:
los dichos padres y curas no son m uy bien desam m ados la len­ Mira, conpaniero Fracico m ío, tom a bos una, separa yo [o]tra y
gua del Cuzco, quichiua, chinchaysuyo, aym ara para confesar y picam os m onte. A llí lleuam os n egrita y rranchiam os a ynd io,
d ezille dotrina y serm ón cada sem ana, el eu an g elio y la uida español matam os. Y ci coge, m uri una ues. Allí dorm ir, com er,
de Dios y de su m adre bendita Santa M aría y de sus sanctos y tom ar tauaco y lleuar uino, chicha, borracha no más Cacaua, Fra­
sanctas ángeles. S au ier^ o quatro palabras: «A pom uy cauallo. M ana cico, uám onos. (f. 732)
miconqui. Padreta riainqui. M aym i soltera? Mayttii m uchachas? Apo-
m oy dotrinaman» («¡Trae el caballo! ¡No com as! ¡Anda a ver al ¿Pensaba Guamán Poma en una lectura oral de su crónica de
padre! ¿Dónde está la soltera? ¿Dónde están las muchachas? ¡Tráe- manera semejante a la interpretación oral que sus antepasados ha­
las a la doctrina!»), no saue m ás. (f. 624) cían de los quipus? De ser así, cobraría sentido la frecuencia de
No sólo Guamán Poma es consciente de esta deficiencia en los repeticiones, letanías y la presencia de registros y géneros orales a
sermones de los padres doctrinantes. Los muchachos andinos tam­ lo largo de su crónica. El manejo de la oralidad tianscrita y la crí­
bién hacen una parodia dentro del texto: «De este sermón sus pro­ tica que de ella hace cuando está en boca de personajes españoles
pios muchachos hazían farza, deziendo ací: Chtiricona, ama pina- coloniales, llevan al autor a concluir que, en este nuevo orden so­
chiuanquecho. Na pinaspa niidtom cañe. Na tnatta pinaspa, uatcham cial, cuando sólo hay registro oral no hay justicia. La justicia sólo
caiii». (Hijos míos, no me hagan enojar. Si me enojo, soy como un ‘ se hace efectivamente posible si actúa de por medio la escritura:
gatito; pero si no me enojo soy como un ratón) (f. 625). Esta paro- ' Jam ás haga justicia de la palabra, ciño que sea de letra, para que
dia revela que, a juicio el cronista andino y probablemente de la le conste al dicho corregidor. Ci u iníere de palabra, no le oyga

166 167
y pida escrito. Y ací su M agestad uerá y proueerá. Y no s e j ^ Ivina al ser legitimado por otras «escrituras». La fascinación que
rronpa ni se la esconda y no concienta que busque letrado, cinS m escritura ejerció sobre los amerindios incluía la ficción de la pre-
rreciba bien hecha, m al hecha las dichas peticiones. D esto rrec'í ¡Jlencia de un poder lejano, cuya efectividad administrativa, judi-
ben muy m ucho agaruio y ací jam ás alcansan justicia ni lo 'te ^
^ ¿ i a l y diplomática parecía mágica. Si bien la escritura en sí es sólo
drán. (ff. 831-32)
E \ in a herram ienta y no tiene poder real, su imposición se tradujo
El desencanto del registro oral como medio efectivo de cornííS Sen el Nuevo Mundo como un medio de comunicarse con el poder
nicación en el mundo colonial contrasta con el empleo de dicíi^ |y hasta de conseguirlo y ejecutarlo.
registro en el mundo prehispánico. Quipiicamayoc (productor e Este fetichismo de la escritura proviene de la Edad Media y su
térprete del quipu), quilcacamayoc (productor e intérprete del quilco^ ¡■^b'xtrema valoración de las letras sagradas. Una de las razones de
y chasquis (portadores de información, correo) fundamentaban su^ ja corona española para prohibk los libros de ficción en el Nuevo
funciones de transmisores de información en la sociedad inca en”! W Mundo, era que podían contTadecir esta escritura canónica. F.
tanto lectores/portadores de quipus y quilca}^' Estos personajes J fe 'P ra d a Ramírez ( 1 9 9 4 ) se ha ocupado del rol político de la escritu-
contribuyen al proceso comunicativo mediante la oralidad y su ‘ ® ° r a durante la conquista de América hasta que la colonia se conso-
efectividad aporta al funcionamiento de la sociedad inca. lida. En la España del siglo xvi, la Iglesia y el Estado trataban de
^ n embargo, la oralidad empleada en el mundo prehispánico j ^ W ' ejercer un control sobre la escritura porque conocían su poder ideo-
se ha resemantizado en el mundo colonial, y se imponen los p r e * M lógico y, aunque siempre la utilizaron para expresar sus intere-
juicios europeos acerca de la intangibilidad del registro oral. Con P - ses, alguien podía emplearla como un instrumento subversivo. De
sorpresa y desconfianza, Guamán Poma, como tantos otros a m e -.^ 1^'' allí la restricción para acceder a ella. En este contexto entendemos
rindios que escriben y denuncian, percibe la valoración extrema declaraciones como la de don Martín Pérez de Ayala en el siglo
de la grafía. XVI, citado por Prada: «no robamos la escritora de los creyentes,
1A
pero no queremos que la gente sin educación en la tierra la coma
D el p o d er divino al poder político como carne cruda, con el pretexto de nutrirse con la escritura. Ellos
deben escuchar a los prelados, los profetas y los educados de la
La valoración extrema de la grafía, como acabamos de ver, llevó al Iglesia. Deben aprender de ellos lo que necesitan» ( 1 9 9 4 : 5 5 5 ) . Esta
otorgamiento de un poder a la escritura y a su fetichismo pasan­ actitud se aplica también a la instrucción y educación de los in­
do por el terreno religioso y jurídico al mismo tiempo. M. Lienhard dios durante la colonia. En la Carta Colectiva de los Padres Coticilia-
toma como ejemplo de este hecho el documento de apropiación de res a Felipe II, fechada el 3 0 de septiembre de 1 5 8 3 , los sacerdotes
América que conlleva una práctica religioso-política y una prácti­ declaran; «y lo mucho que va en que no anden en letra de mano,
ca jurídico-notarial. Según la primera, se otorga un prestigio y una porque cualquier letra o caso que diferenciase podría ser de mu­
eficacia casi mágica a la escritura, por medio de la cual se opera cho daño e inconveniente a la sana y buena doctrina de estos in­
la posesión del territorio. Se asume la autoridad de los reyes dada dios». Además, ya que el poder de la escritura provenía de Dios,
por el Papa y ésta a su vez se encuentra respaldada por la Biblia los signos escritos daban el derecho a la ley para imponerse a los
que contiene la palabra de Dios. A partir de 1 5 1 3 el documento nativos. La relación entre escritura y Dios correspondía en este
conocido como «requerimiento» acompañaba y legitimaba la toma momento a la verdad que más tarde se convirtió en poder político
de posesión de territorios. Se trataba de un texto amenazante, que y se constituyó en historia en las culturas centradas en la grafía
no admitía ni réplica ni diálogo y que señalaba su genealogía di- ( P r a d a '1 9 9 4 : 1 6 4 ) . La palabra sagrada daba poder y la escritura
de leyes creó un sentido interno para ese poder. Los signos escri­
Entiendo qu ilco como un concepto bastante cercano y equivalente al de
escritura alfabética en el mundo andino. Más adelante, en el presente capitulo, tos daban derecho a la ley para ser impuesta a los nativos. Al no
vuelvo sobre este término.

____________
168
\

haber nada escrito sobre el Nuevo Mundo, los españoles tuvieron '■ lismo, esclavitud o sus consecuencias hasta el día de hoy ..(1991;
i-
la sensación de que ese mundo no le pertenecía a nadie y que po­ 3 4 ) . En relación a la labor de estos cronistas también se habla de
dían apoderarse de él. «transculturación,» es decir, procesos por los cuales los miembros
de grupos subordinados o marginales seleccionan ciertos materia­
C onsecuencias de la escritura en el N uevo M undo les de los transmitidos por la cultura dominante ( P r a i t 1991; 3 6 ) .
En relación con este tema, Lienhard habla de «reducción» para
El desplazamiento de la oralidad, como medio confiable de trans- ’ comprender el discurso indígena, en tanto se traslada la voz nati­
misión y fijación de información, es reforzado por el amplio es­ va a la escribirá europea, por razones prácticas como las judicia­
pectro de las coiisecuencias de la escritura occidental en el Nuevo les. Esa voz indígena se dirige a destinatarios ajenos a su cultura y
Mundo. En un extremo tenemos el encuentro de los letrados occi­ está condicionada por las preguntas del interlocutor y modificada
dentales y el programa de los frailes para alfabetizar a los indios; por la «transcodificación». Desde este punto de vista, los indios
en el otro, el uso que los nativos dan a la escritura para preservar cumplen un rol pasivo ya que carecen de control sobre la divulga­
y transmitir lo que había sido memoria oral, así como la interpre- ción y empleo de sus actos de habla. No obstante, hay otras situa­
taciójj,jescrita de lo que habían sido imágenes pintadas e interpre­ ciones en que los indios toman un rol más activo ya que lo usan
tadas oralmente. En el medio de estos dos extremos hallamos au­ para defender sus propios intereses. E s te lo s ante la «colaboración»
tores como Garcilaso y Guamán Poma que emplearon la escribara de los miembros de una comunidad y un letrado «externo». Es así
alfabética para resistirla ( M ig n o l o 1989; 71). como nace la literatura epistolar indígena.
Por ejemplo, a partir de una investigación sobre los programas En tanto texto que se produce en el enfrentamiento de dos cul-
de alfabetización, José Rabasa analiza los trabajos de los misione­ l'Tíis y si’s r-istenir.s do expresión, Iri Ni:-:vn coránica y ¡:ucii gobicr-
ros durante el primer siglo de colomzación española en México y >10 es también un texto autoetiiográfico porque su autor se descri­
examina la manera en que la escritura modifica las situaciones co­ be a sí mismo empleando representaciones que los otros han he­
loniales (1993). De acuerdo con los resultados de su estudio, Salia- cho de ellos. Asimismo, Guamán Poma parodia la historia espa­
gún usurpa el idioma náhuatl al intentar recrearlo y con ello la au­ ñola y le devuelve al lector español una imagen de sí que él mis­
toridad de los indios. Además, en la evaluación de la cultura pre- mo suprime. La noción de la «zona de contacto» se une a la de
hispánica se pasa de la representación del nahua altamente civili­ «texto autoetnográfico» en una creación documental contemporá­
zado a la del indio ignorante. Por ello Rabasa concluye que los mi­ nea de orden jurídico, que Pratt define; «In recent decades autoeüi-
sioneros emplearon castigos psicológicos, enfatizaron la inferiori­ nography, critique, and resistance have reconnected vviüi writing
dad de la cultura prehispánica y, por lo tanto, socavaron y destru­ in a contemporary creation of the contact zone, the testimonio»
yeron la subjetividad indígena. Un ejemplo del segundo extremo (1991; 3 5 ) . A esto se añade el carácter transcultural del texto, ya
es la pasión por la escritura que parece documentar la gran canti­ que el género de sus dibujos es europeo, pero despliega sistemas
dad de testimonios indígenas escritos. Gruzinski (1988) opina que de simbolismo espacial que expresan valores andinos. Por ello, su
estamos ante una manera de sobrevivir, en el sentido de salvar la producción y recepción resultan heterogéneas; su texto será leído
memoria del linaje. En cuanto al punto intermedio de estos dos ex­ de distinta manera por receptores que se encuentran en diferentes
tremos, las obras de autores como el Inca Garcilaso y Guamán Poma posiciones en la «zona de contacto» que es la sociedad colonial
se desarrollaron en lo que Mary Louise Pratt ha llamado las «zo­ de los siglos XVI y xvii. De esta manera podemos observar que los
nas de contacto». Con este térnúno, Pratt alude a un conjunto de primeros resultados de la asimilación de la escritura están orien­
espacios sociales donde culturas diferentes se encuentran, luchan tados a fines prácticos y jurídicos. En la tipología de documentos
unas con otras y colapsan. Esto sucede en situaciones de colonia­ municipales que F. Pino analiza para los siglos xn al xvii, este in-

170 171
’\

vestigador destaca que el carácter de documento escrito quedaba Gruzinski (1988) se ha ocupado de algunos aspectos de este
perfectamente definido al indicársele la palabra «carta» (1991: 25). conflicto en México al estudiar los testimoiüos indígenas. Lockhart
Los formatos a los que se ajustan los textos escritos de producción (1982) demuestra también cómo los amerindios nahuas adopta­
indígena suelen ser el de la carta, el testimonio y el testamento, ron rápidamente los nuevos medios de expresión y los usaron
con un empleo dominante del discurso legal. como complementos a sus códices pictográficos. Cummijns (1994)
ha señalado la posibilidad de literalidades alternativas en los An­
L ite ra lid a d e s an d in as des, que se encuentran en los tejidos, los tocapus y los quipus. Los
textos escritos quechuas conservados de esta época son pocos en
La producción escrita amerindia en los siglos coloniales fue el re­ comparación con los mexicanos y la mayoría son gramáticas, dic­
sultado de una combinación discursiva y lingüística que incluía cionarios, textos religiosos católicos u oraciones incas aisladas e
oralidad y las literalidades alternativas a la escritura alfabética. incorporadas en crónicas españolas. Una explicación para esta di­
Esta combinatoria, si bien poco estudiada, no fue desconocida a ferencia la encontramos precisamente en los distintos medios de
todos los pensadores europeos de la época. Por ejemplo, en el si­ expresión que emplearon andinos y mexicanos. Los sistemas an­
glo XVIII Lorenzo Boturini Benaducini publicó su libro Nueva idea dinos de representación sufrieron más transformaciones que los
para úsa historia de la América Septentrional en el que intentaba una mexicanos al enfrentarse con el traslado de la información que con­
historia de la escritura de la historia de los aztecas. Con ello se tenían a una nueva literalidad. Incluso cuando se trataba de ha­
consideró que en la tradición de los antiguos mexicanos había cer representaciones de incas se usaban modelos europeos, lo que
también formas legítimas de historiar ( M i g n o l o 1986a: 24). A pe­ no fue el caso de las imágenes mexicanas. Habla y escritura no se
sar del desprecio o indiferencia, incluso académica, con el que se relacionaban en las sociedades amerindias como en Occidente
ha tratado a las formas indígenas de literalidad, los trabajos de ( D e r r id a 1976). Este enfrentamiento trajo como consecuencia la des­

diversos investigadores en esta área de estudio demuestran que trucción de sistemas de notación no-occidentales.
antes de la llegada de los europeos al Nuevo Mundo, existían sis­ Arellano Hoffmann (1999, también en sus trabajos conjuntos
temas visuales y de notación que permitían a los amerindios re­ anteriores) reconoce que hubo en los Andes por lo menos dos sis­
gistrar y transmitir información. Además anotan que la separación temas de notación, los quipus y los tocapus. Cummins habla de pin­
occidental entre escritura y arte no era un concepto propio del turas abstractas como otro sistema de notación, siendo los agen­
mundo indígena americano, pensándolas en todo caso como par­ tes de significación la forma y el color, de manera semejante al
tes de una unidad expresiva ( A r e l l a n o H o f f m a n n 1999, 218). En quipu (1994). La investigación de Gary Urton, cuyo último resulta­
las historias de Chimalpahin, por ejemplo, se aprecia cómo las for- do he comentado anteriormente, apuntan hacia la diferenciación
mas nativas de expresión (oralidad y pictografía) se acomodan de quipus contables y estadísticos y quipus narrativos, así como
hasta ser reemplazadas por la escritura alfabética ( S c h a r l a u 1986; hacia la codificación binaria de información. El quipu era una
M ig n o l o 1992). Las Diferentes historias originales (1620-1631) de Chi- forma prehispánica de tecnología simbólica que se continuó usan­
rnalpahin son la transcripción alfabética en náhuatl de antiguos do durante la colonia para registrar los pecados de los indígenas
relatos orales inscritos en escritura pictográfica. De este modo, pin­ que se confesaban con los sacerdotes españoles. Los estudios de
tura y letra se fimden en escritura alfabética. En estas historias en­ Cummins y Arellano Hoffmann coinciden en señalar los dos si­
contramos la expresión «nuevamente ahora yo he pintado» como guientes puntos: (1) la separación occidental entre escritura alfa­
sinónimo de «he escrito con letras» ( M ig n o l o 1992:105-107).’“ bética y arte no era un concepto propio del mundo indígena ame-

De manera semejante a Guamán Poma de Ayala, Chimalpahin trabajó muchos [...] ella presenta una historia universal para luego centrarse en la historia de
años para la Iglesia y fue en el ámbito de este servicio que escribió su obra. En Chalco. Para más detal les ver R uunau 1998:420.

172 173
\
ricano; (2) el carácter de los sistemas andinos de comunicación grá-^ dificación de los quipus. El quipucamayoc leía el quipu frente a un
fica era abstracto y menos figurativo, en comparación con otros*^ intérprete que lo traducía al castellano y, a su vez, un escriba es­
sistemas occidentales y amerindios.’^ Los textos quechuas de esta pañol lo trasladaba al papel.
época, que fueron transcritos alfabéticamente, son pocos en com­ Enfrentados con los quipus, los españoles no supieron acceder
paración con los mexicanos y la mayoría de los primeros son gra- í ni cornprender su sistema para registrar información; por eso al
l ia máticas, diccionarios, textos religiosos, católicos u oraciones an­ principio no fue objeto de las campañas de destrucción, como sí
-á dinas aisladas e incorporadas en crónicas españolas. Una expli- pasó con los códices mexicanos. Sólo después de los problemas
cación para esta diferencia se encuentra precisamente en la dife- ¿ surgidos con el movimiento Taqui Onqoy y el Tercer Concilio Lí­
rencia de medios de éxpresión que emplearon andinos y mesoame- mense, los quipus fueron estigmatizados como libros idólatras. El
ricanos. Los sistemas andinos de representación experimentaron Inca Garcilaso de la Vega brinda iina definición de los quipus com­
más transformaciones que los mesoamericanos al enfrentarse con parándolos con la escritura europea, aunque los limita a expre­
el traslado de la iiiformación hacia una nueva literalidad. Incluso siones numéricas:
cuando se trataba de hacer pinturas de los gobernantes incas, se En suma, decimos que escribían en aquellos nudos todas las co­
-!Í usaban modelos europeos. Como veremos enseguida, habla y es- sas que consistían en cuenta de núm ero [...] Pero lo que conte­
critur^no se relacionaban en las sociedades amerindias de la mis­ nía la embajada en las palabras del razonam iento —ni otro su ­
ma manera que en Occidente. ceso historial— no podían decirlo por los nudos porque consis­
te en oración ordenada de viva voz o por escrito, la cual no se
En cuanto a las fuentes españolas, hay que distinguir entre las i puede referir por nudos. Porque el nudo dice el núm ero, mas
que mencionan a los quipus y dan alguna descripción, casi siem­ no la palabra. (1991 [1609]: i, 346)
pre simple, de aquellas que ofrecen traslados de la información
Más adelante, el cronista mestizo defiende la superioridad de
contenida en quipus prehispánicos y coloniales con ayuda de los
la escritura, considerando la del quipu imperfecta (1991 [1609]: i, 347).
quipucmnmjoc. Hernando Pizarro menciona los quipus en 1533, aun­
Los sistemas prehispánicos de notación en la región andina
que la primera descripción de ellos se encuentra en la crónica de
emplearon medios tangibles que implicaban un proceso de pro­
Cieza de León (1550, capítulo xii). El padre José de Acosta y el Inca
ducción y representación por un individuo con la competencia
Garcilaso también los mencionan y describen. Los documentos es­
adecuada. Dicho individuo, el quipucamayoc por ejemplo, conser­
pañoles que contienen información sobre los quipus declaran em­
vaba la memoria de las prácticas prehispánicas pero, con la llega­
plearlos como fuente (relatos orales de los quipucamayoc) o también
da de los europeos, tuvo que aprender a codificar y decodificar
incluyen transcripciones de los mismos. Guamán Poma de Ayala,
los mensajes en un contexto de censura. La censura europea tuvo
Martín de Murúa y muchos cronistas de las primeras genera­
un gran impacto en estos procesos de re-presentación y construc­
ciones declaran a los quipus como fuente. Las transcripciones de
ción de mensajes. Sin embargo, como todo sujeto colonizado que
quipus se encuentran, en cambio, no en crónicas sino en documen­
se encuentra en posición subalterna, quipucamayoc y quilcacamayoc
tos legales y de litigio. Como los títulos primordiales mexicanos,
encontraron medios indirectos de representación. Algunos de es­
estas transcripciones se llevan a cabo en situaciones de litigio por
tos medios podían incluir aquello que no era significante al lector
t i e r r a s .L a situación comunicativa en que se hacían estas trai-vs-
occidental. Tal vez sea ésta la explicación para encontrar pocas
cripciones no son las óptimas para reconstruir el proceso de deco-
representaciones coloniales del quipu, siete de las cuales se encuen­
'” A propósito de la abstracción andina en los diseños de los queros incas ver el
tran en la Nueva coránica y buen gobierno, así como en las crónicas
libro de T. Cummins, Toast wilh the In ca (2002) o Brindis con el Inca (2004). de fray Martín de Murúa (1590 y 1613).
Urton (1998) ha estudiado algunas de estas transcripciones que pertenecen a ■M Los quipus, en la crónica de Guamán Poma, suelen acompa­
los ramos de Justicia y la Audiencia de Lima en el Archivo General de Indias. ñar al quipucamayoc. A pesar de que los quipus aparecen en los di­

174 175
s bujos, pocas veces se mencionan en el texto verbal. El cronista an- í
dino no nos da ninguna información que nos pueda ayudar a des- „
\
Observamos entonces el cambio que se opera de un rol social
andino a uno colonial: la persona que porta información de un
cifrar los quipus. La primera vez que aparece en la hlueva coránica y l sujeto a otro. La segunda vez que aparece el quipu en un dibujo
buen gobierno, lo hace de manera combinada con la escritura alfa­ de esta crónica es a propósito de los depósitos del inca que Gua­
bética. Se trata de un personaje prehispánico, «Saiapaiac» o «mu­ mán Poma llama «Cólica» (f. 337, figura 24). Zuidema (1994: 50)
chacho mensajero», que representa a uno de los grupos masculi- ', ha señalado la coincidencia entre los trajes de tocapu del inca Gua-
nos de la organización administrativa que emprendió el inca Tú-;í yna Cápac y su empleo en un ritual de cosecha llevando una tú­
pac Yupanqui (f. 204, figura 21). En este dibujo observamos un nica «collcapata». La palabra «cólica» en quechua hace referen­
muchacho que lleva mensajes, con un quipu en la mano y un letre­ cia a terraza de almacenes. En este dibujo el quipu está en manos
ro que dice «carta», aludiendo a la función del quipu. Obviamente de un quipucamayoc y parece seguir las instrucciones de un per­
quería dejar claro al receptor español que el quipu en el mundo sonaje noble, tal vez incluso un inca por los atributos de vestido.
andino era portador de información como la escritura. Podemos, Sin embargo, Guamán Poma no nos revela nada acerca del quipu
sin embargo, confrontar este dibujo con el del cliasqui inca o «pos­ en el texto verbal correspondiente a este dibujo. En todo caso, lo
tillón principal» (f. 352, figura 22) que era el portador oficial de que nos interesa resaltar aquí es la relación entre quipu y agri­
n o tici^ en el imperio prehispánico y que, según los historiadores cultura (cólica) y tocapu y el ritual de cosecha (cólica) al que hace
de esta época, lo transmitía oralmente. Este personaje aparece tam­ alusión Zuidema,
bién en actitud de correr pero no lleva ningún quipu en la mano, Asimismo, los quipus aparecen en-manos de personajes incai­
sino un pututo (trompeta de caracol) con el que anuncia su llega­ cos que tienen que ver con la administración: un administrador
da. Su mensaje es oral y emplea la memoria para fijarlo. Este de provincias (f. 350, figura 12), un secretario del Inca (f. 360) y el
rol social se transforma en la sociedad colonial en la figura de un contador mayor del reino en cuyo dibujo observamos también un
chasqui colonial, que conjuga características de los indios prehis- intento de interpretación o desciframiento del quipu en la esquina
pánicos y coloniales; sopla una trompeta de caracol y lleva una inferior derecha (f. 362, figura 25).
cruz alrededor del cuello que parece un rosario. También está en Con relación a este últin^o foUo, Guamán Poma habla de la ca­
posición de correr, lo acompaña un «perro de ayuda» y lleva en la I pacidad del quipucamayoc para registrar información y de la efica­
mano un letrero que dice «Despacho de su Magestad deste reyno» cia del quipu como instrumento de comunicación, casi equipara­
(f. 825, figura 23). Los atributos de este personaje nos recuerda al ble a la de la escritura alfabética; «Fue muy grande su auilidad,
autorretrato que hace el autor en su última peregrinación antes de mejor fuera en papel y tinta». La manera de registrar información
entregar su obra a la autoridad virreinal en Lima. Allí Guamán
Poma se grafica caminando y acompañado de dos perros, llevan­
do un mensaje importante para el rey como lo harían los chasquis
incaicos. En el texto verbal que corresponde al chasqui colonial, el
autor insiste en su función de portador de una escritura que es
accesible a todos los sujetos de la sociedad colonial:
Y q ue el m ás pobre ynd io o yndia, negro o m ulato, zanbahí-
go, m estizo , esp añ ol que diere carta o m em oria, rrelaciones,
|
Í
fe
en los quipus s e complementaba con la oralidad y la capacidad de
memoria del quipucamayoc, el cual «por tradición las enseñaban a
los sucesores, de padres a hijos y descendientes» (Garcilaso 1991
[1609]; I, 346). El quipucamayoc era el miembro de la comunidad
que guardaba la memoria que el quipu representaba. Cuando me­
moria y quipu se unían a través de las acciones del quipucamayoc,
se producía el significado. El quipucamayoc recitaba oralmente
la información almacenada en el quipu.^^ En Guamán Poma las
testim onio autorisad o del corregidor, escriuano o del cabildo
Para ello recordaba detalles a través de una com binación de señales numéricas,
o de los alcald es hordenarios o del escriuano, del cauildo, sea
visuales, esp aciales y táctiles co m o lo eran la posición y la form a del nudo, la
com o fu ere, se le enU-egue al chasque para adonde fuere por
este rreyno. (f. 827) d irección del hilado de la hebra, su color y espaciam iento.

176 177
I,
figuras de los quipiicamayoc aparecen quietas y de pie, con quipus]
m ^
y poeta lleva también un «Hbro de khipu» (f. 897, figura 16). Los
en las manos, mientras que los quilcacamayoc aparecen sentados y otros personajes andinos que cumplen funciones administrativas
■i!’ escribiendo. En cambio, la figura del indio astrólogo, que cumple en el nuevo orden no portan quipus, pero sí el rosario como un
un rol intermedio entre sabiduría andina y superstición idolátrica símbolo de buena conducta cristiana, y/o un libro como símbolo
en la época colonial, así como su autorretrato en tanto autor em -: de conocimiento (f. 828, figura 15). La asociación quipu-rosario
pobrecido, están desplazándose. Guamán Poma señala que los no aparece sólo en la obra de Guamán Poma. Fray M artín de
quipHcainnyoc eran hombres viejos del pueblo, con lo cual no sería' Murúa, entre otros cronistas europeos, establece la semejanza
privilegio de una minoría.'^^ entre ambos objetos por su forma: «ésta era un género de nudos
Guamán Poma admite desde los folios iniciales que al no con­ hechos, como dicho es, en unos cordones algo gruesos, a manera
tar con tradición escrita prehispárüca como la de los europeos, em- de pater noster, o de rosario o nudos de cordón de nuestro P. San
plea como una de sus fuentes fidedignas la información vertida Francisco». (1986 [1590]: 224).
en los quipus. Los quipus se emplearon en la reforma administrati­ Ya que en esta época el ejemplo paradigiuático de escritura era
M I alfabético, el quipu fue eliminado, aunque no pasó desapercibido
va del inca Túpac Yupanqui.’^^ Guamán Poma ios menciona a pro­
pósito de los asesores del Inca: «Y tubo azesor yuca rantin rimac, ante los ojos esparloles. Acosta se refiere a él cuando habla de me­
procurador y protetor runa yaiiapac; secretario yncap quipoaiin; es­ moria y registro, y lo describe diferenciándolo de la escritura:'
c r í b a n l o ' quipoc} contador hucha quipoc (contador de Los indios del Pirú, antes de venir, los españoles, ningún géne­
deudas incumplimientos)».’^ Sin embargo, en el capítulo dedica­ ro de escrihjra tuvieron, ni por letras ni por caracteres, o cifras
do a las ordenanzas del inca organizador Túpac Yupanqui no se o figurillas, como los de la China y los de M éxico; nías no por
eso conservaron menos la m em oria de sus antiguallas ni tuvie­
menciona en el texto el empleo de quipus. Sabemos que el quipu no
ron m enos su cuenta para todos los negocios d e paz, guerra, y
despertó sospecha de idolatría en los primeros años de la colonia
gobienio. (1590b; 4, viii)
porque su calidad de depositario de información no fue evidente
para los españoles. Sin embargo, luego fue sometido a {persecución. Pero el quipu no podía ser equivalente a la escritura, porque
En la obra de Guamán Poma, el quipu no desaparece por com­ no tenía lebas o imágenes fi^ rativ as a la usanza europea, o por­
pleto sino se transforma en los dibujos que aluden al período co­ que no aludía a palabras como sostiene el Inca Garcilaso. Aun­
lonial. Ya he indicado su confluencia con los letreros en el caso que Acosta no se dio cuenta de su aspecto táctU, admite que con
de los chasquis. Podemos apreciar también que uno de los perso­ ellos sí se puede registrar el pasado: «los libros puedeti decir his­
najes indígenas que actúa como oficial colonial, el regidor indio, torias, y leyes y ceremonias, y cuentas de negocios, todo eso su­
encargado de llevar cuentas, porta en las manos un libro cerrado plen los quipos tari puntualmente que acimira» (1590b; 4, ix). A esto
y un quipu (f. 814, figura 26). Folios más adelante, el indio astrólogo se añade el carácter idolátrico que se asocia al quipu en tanto texto
ilegible. El problema subyacente a la acusación de idolatría no es
'“ Urton menciona dos tipos de quipu. Uno con base ranemotécnica que estaba que el quipu almacene y transmita información acerca del mundo
difundido en el pueblo, y otro con un código estandarizado que funcionaba andino, sino el control de dicha información. Al ser percibidos
para la administración estatal (1998, 2003).
como textos des-controlados, los quipus pasaron a formar parte de
El apellido de este inca se deriva de la palabra «yupay» que significa «contan>
( A r e l l a n o H o f f m a n n 1999:250; M/\ckey 1990).
un equivalente al índice inquisitorial: libros prohibidos. Cuando
Edición de Adorno (1987; i, 104). La palabra «hucha» en quechua colonial se Guamán Poma pinta y describe al indio «astrólogo» o «fUósofo» lo
tradujo también como «pecado». Acosta cuenta que una vez una mujer con un incluye en la sección en que habla de las idolatrías (f. 897). Este
quipu fue a confesarse con él (1590, libro 6, capítulo 8). Los españoles episodio se corresponde con el hecho de que cuando los europeos
también comprendieron que los pecados de los indios podían ser guardados
se percataron de que los quipus contenían información a la que ellos
en los quipus.

178 179
\
\
no podían acceder y por tanto controlar, fueron colocados entre los señala que expresan conceptos diferentes como estrategias de gue­
I
«libros profanos y lascivos», libros del diablo que alimentaban la ’ rra, lugares míticos de origen y antepasados (1998). Su significa­
-
idolatría y que se oponían al libro divino que contenía la escritura. do podía cambiar con el contexto. Desgraciadamente durante la
Por eso, el Tercer Concilio Límense impulsa su destrucción: época colonial no hubo interés por parte de los europeos en deco-
Y com o entre los indios, ignorantes de las letras, había en vez dificar estas formas. Arellano Hoffmann también se ocupa en de­
de libros ciertos signos de diferentes cuerdas que ellos quipos talle de este segundo sistema de notación (1998,1999). De acuer­
y de éstos surgen no poco testimonios de antigua superstición do con está investigadora, si bien en el diccionario quechua colo­
en los que guardan el secreto de sus ritos, cerem onias y leyes nial de González Holguín se entiende por locapu a las «vestimen­
inicuas, procuren los obispos destruir-por com pleto todos esos
tas con hermosos bordados o paños con bordados entretejidos»,
perniciosos. (Acción 3a, capítulo 37.)
hoy en día los tocapus designan cuadrados que contienen figuras
La destrucción de esta forma de comunicación va de la mano geométricas con colores contrastantes.’^ Ludovico Bertonio anota
con la destrucción de la identidad nativa al quitárseles el nombre la palabra «tocapu» c6n relación al «amauta» en lengua aymara;
por medio del bautismo: «que a todos se les impongan en el bau­ tocapu amaotta y tocapu chuymani que traduce «hombres de gran en-
tismo los nombres cristianos habituales que han de conservar tam­ tendemiento». Mignolo lo relaciona con el «amor a la sabiduría»
bién ^ itre ellos» (2a, capítulo 11). Se podría decir que a pesar de de los filósofos occidentales (1995a: 16).
esta destrucción, se conservó la oralidad como método de ense­ Entre las crónicas españolas de esta época, hay un intento por
ñanza para los indios ilétrados (2a, capítulo 3), pero no hay que acceder a esta forma de literalidad andina, que resulta tan enig­
olvidar que era ésta una de las características de la catequización mático como el texto mismo. Se encuentra en la última página
visual con las que adoctrinaba en el mundo occidental a los ile­ del manuscrito Loyola (1590) de fray Martín de Muríia, coetáneo
trados. de Guamán Poma de Ayala, y sobre la que volveré más ade­
Además de los quipus, también se ha encontrado un sistema lante.’^' Se trata de la transcripción de la estructura de un tejido

l
i
de notación entre los tejidos. En español, «tejido» y «texto» tienen chumpi, un cinturón de las coyas que traían tocapus. Se sabe que
la misma base latina textiim. En latín medieval, escribir se compa­
cintura o en un patrón cuadriculado cubriendo la superficie entera. Su probable
raba con arar ( M i g n o l o 1995a: 22) por marcar una superficie pla­
función fue la de señalar estatus étnico, político y religioso. Desde un punto
na y por el movimiento de vaivén sobre el campo o la página. La de vista etimológico «tokapu» parece formarse de dos partículas: -apu, que
partícula utta de amauta aparece también en utacJiatha que signifi­ significa «señor noble, juez o dios andino» y tok- que no se ha definido aún.
i?.' Arellano Hoíírnann indica el sentido de «brotar, saliro para la segunda partícula
ca «hacer mucha obra, como el que arase o escriviese mucho en
un día, hazer mucha hazienda» (Bertonio) mientras que otra pa­ en su comparación con otros vocablos quechuas. De allí que «tokapu» pudiera
entenderse como «lo que destaca al apu, al señor» (1999: 253-54). Según
labra también del aymara, iitatha significa «mucha obra he hecho
Cerrón Palomino, la raíz es «toka», «toca» o «toqa» (cuyo significado está
en la chacara, en texer, en hilar, escribir, andar». La relación entre por definir) y -pu es un sufijo que indica el beneficiario o destinatario de la
tejido, agricultura y escritura sobrepasó el choque que significó la acción (comunicación personal).
colonización y quedó hasta hoy como una posibilidad de literali­ Barthel ha identificado cerca de 300 grafemas sobre textiles además de 70
tocapu que aparecen en los vasos de cerámica con funciones rituales. Los
dad alternativa ( M ig n o l o 1994b: 297). Cummins se refiere a los
tocapus están ubicados en el centro de camisas largas incas distribuyéndose
tocapus, que se traducen como una forma tejida en textües o pinta­ en bandas de dos o tres hileras, pero también hay vestidos que están com­
da en madera (1994, 2002b).’” En relación a los tocapus, Cummins pletamente cubiertos por tocapus.
” ‘ En el documento divulgado por Laurencich, con comentarios publicados en
' Los tocapus eran formas geométricas compuestas dentro de Verdes cuadrados 1996, se encuentra una lista de los símbolos tocapus supuestamente empleados
o rectangulares. Cada tocapu, según el estudio de Cummins, es una unidad por Guamán Poma. Sin embargo, la veracidad del documento es materia de
discreta que, en los textiles, se coloca en un patrón lineal a lo largo de la discusión y su contenido resulta controvertido.

180 181
los tocapits no aparecían en cualquier prenda sino en la telas típ^' cíficos; la textilería (^ocial y ritual) y la guerra. La aparición de
qompi, como lo informan diversos cronistas como Acosta, Cobo,' tocapus disminuye pro^esivamente en el capítulo de la «Conquis­
Polo de Ondegardo, el Inca Garcilaso ( S il v e r m a n 1994; 12). Cieza* ta» y en la sección de «Buen gobierno», con excepción de los re­
de León señala que tocapu significaba «vestimenta real» (1986 tratos de señoras principales andinas y en algunas escenas de ac­
[1550]; 15). Murúa llama «memoria» al conjunto que reproduce en tividades agrícolas.’^^
su texto. La información que el mercedario nos entrega consiste En los textos verbales que corresponden a los dibujos con toca-
en una combinatoria de números arábigos y romanos además de pus, el autor andino se limita a describir cuántas hileras aparecen
letras. Concordamos con Cummins que a pesar de no haber sido y en qué parte del traje. Es posible que fuera un atributo exclusivo
descifrado hasta ahora, es el único texto en que un español deco- ¿ de la dinastía inca, porque las reiteradas veces que aparecen el
difica un texto andino en el siglo xvi. Por su parte, Guamán Poma ;. abuelo y el padre del autor, si bien se les reconoce como nobles al
menciona a los tocapus que dibuja en sus ilustraciones de incas (ff. servicio del inca, no llevan tocapus en sus trajes (ff. 167, 741, figu­
86-115), coyas, aimque no todas (por ejemplo f. 120 y f. 128) y per­ ras 9 y 10), sino otros rasgos que el autor conserva en la mayoría
sonajes de la nobleza incaica (ff. 147-73, 244, 248, 250, 260, 263, . de sus autorretratos (portada, ff. 368, 974, figuras 4, 5 y 29). Hay
266, 289, 300, 366) con excepción de Guayna Cápac que aparece '-I un ejemplo más que escapa a esta categorización del contexto de
con un patrón de solo dos tocapus que se alternan en su vestimen­ aparición de los tocapus en la Nueva coránica y buen gobierno. Se tra­
ta (ff. 27,112,196). La primera vez que aparece xm tocapu incipien­ ta del f. 220 donde observamos a una india vieja tejedora, repre­
te en l^Ñueva coránica y buen gobierno, es en el capítulo de la «Ter­ sentante de una de las calles de la visita general, que lleva tocapus
cera edad de indios» (f. 53). En esta edad se sitúa la aparición de en el cinturón. El texto verbal indica'que cuando este personaje
la textilería, que se explica como significante de progreso tecnoló­ servía a mujeres nobles incas, llevaba quipus para hacer cuentas.
gico e intelectual. Diez folios más adelante, el tocapu aparece junto Esto nos recuerda la cita de Acosta que menciona a una india
a la \/upana, trazo geométrico relacionado con el sistema contable en confesión llevando su quipu. Parece qüe diferentes clases de qui­
andino (f. 63). El primer folio en que los tocapus ocupan un lugar pus fueron utilizados por distintos sectores de la población
preferencial dentro del dibujo es en el folio 86, que presenta al pri­ ( U r t o n 2003). En este dibujo se conjuga con la aparición de toca-

mer inca. Manco Cápac. El tocapu forma parte de la camisa real pus en el traje de una mujéí que no pertenecía a la nobleza inca
(uncu). No obstante, cor\forme se avanza en la lectura de la cróni­ pero que, según el texto verbal de Guamán Poma, estaba a su ser­
ca, observamos que los tocapus no son exclusivos de los trajes de vicio directo. Según las reflexiones de Arellano Hoffmann, los to­
la nobleza inca. Mujeres que no pertenecen a la nobleza incaica capus parecían representar conceptos aislados relacionados no sólo
parecen llevar tocapus en la cintura. Los personajes nobles que no con la legitimación de los soberanos u otros personajes de la no­
son reyes Incas y que llevan tocapus lo hacen cuando están parti­ bleza, sino también a administración.’*^ Al parecer ios textiles y
cipando en diferentes rituales del ciclo vital (ff. 240,242, 244, 248,
Adorno ha señalado la importancia de la representación de los vestidos en la
250, 260, 263, 266, 289). Según Arellano Hoffmann el patrón aje­ obra dcl autor andino (1989a; 161). Pero su reflexión se sitúa en otra línea que
drezado blanco y negro constituye en conjunto un tocapu en sí. De la de la investigación de los sistemas de notación andinos. Adorno anota que
acuerdo con Stone-Miller, este modelo era propio de los altos ran­ el vestido era un difcrenciador social en el mundo andino y que el autor lo
gos del ejército inca, por lo cual se podría leer como «conquista» o emplea también, asi como la disposición de los cabellos, para diferenciar
personajes españoles de indígenas coloniales y prehispilnicos. Asimismo, se
«conquistando a los otros, por el Cuzco y por el rey. Guamán Poma
puede observar la constnicción de un código vestimentario nuevo, que incorpora
dibuja este tocapu en escenas cuyos personajes se encuentran en elementos andinos y españoles.
actitud guerrera (f. 196, figura 27). Por lo tanto, observo la apari­ Los tocapus también aparecen en los símbolo de la reciprocidad andina
ción progresiva de tocapus a lo largo de la Nueva coránica, con es­ (Stone-Miller). Como ya he mencionado, el reciente libro de Cummins se
pecial énfasis en personajes nobles incas, y en dos contextps espe­ ocupa de las figuras abstractas en los queros (2002/2004).

182 183
\\

‘^com o «trazo» (comunicación personal). Sin embargo, hay un ma­ ción de «dictar» como una acción previa y destinada a la escritu­
tiz que conviene destacar. En el diccionario de González Holguín ra. Entendida con este matiz, la palabra quilca engloba prácticas
aparecen las palabras quellcarpayachini que traduce como «dictar que dan como resultado la transmisión de información por medio
lo que se va escribiendo», quellcarpayani que significa «escriuir lo de los quipus, tocapus y pinturas. Guamán Poma produjo sus tex­
que se va dictando», y las oraciones quellcar payachispa yachachini tos visuales y verbales siguiendo un orden secuoncial, es decir, no
«enseñar la theologia dictándola», y simi Man comalia yachachini dejó espacios en blanco para colocar sus dibujos ni los insertó una
mana qiiellcarpayachicuspa «enseñar a uiua voz y no dictando». vez terminado el texto verbal, como se suele hacer en la práctica
Quiero llamar aquí la atención sobre la traducción que se hace de occidental. Y empleó significaciones de la literalidad andina de
quilca como «dictar» que no es lo mismo que «hablar». El sentido manera combinada con la escritura alfabética. No en vano señaló,
de «dictar» incluye la intención de escribir y relaciona a dos suje­ a propósito de la adquisición de su competencia para producir la
tos: el que dicta oralmente y el que traslada esa iiiformación en un hiueva coránica y buen gobierno, que sus antepasados habían des­
medio gráfico. Cummins lo categorLza como una técnica pedagó­ empeñado los roles de quipucamayoc y qiiilcacamayoc.
gica, es decir, no sólo una forma de transmitir información sino De los sistemas prehispánicos de notación, visuales y táctiles
también el conocimiento, lo que nos recuerda al quehacer de los que existieron en el mundo andino, Guamán Poma menciona, di­
tlamaüjjiine mexicanos de los que se ha ocupado Mignolo. Si bien buja y describe en su obra a los quipus y tocapus. Para el autor an­
la naturaleza de «dictar» en español es oral, se trata de una orali- dino, los quipus son portadores de información equiparables a los
dad dirigida a su expresión por otro medio no oral. Se diferencia libros occidentales. En cuanto a los tocapus, se limita a dibujarlos
de la elocuencia o «viva voz» como vemos en la segunda oración. y describirlos en el texto verbal sin aludir ninguna función espe­
Si se entiende este sentido en quechua para la palabra quilca, ha­ cífica. Al hablar de los agentes transmisores o productores de in­
llamos una relación entre la expresión oral específicamente desti­ formación, el autor andino menciona a los quipucamayoc, expertos
nada a su expresión gráfica, fuera ésta andina {quipus, tocapus, pin­ en quipus, y a los quilcacamayoc, expertos en quilca. El término
turas) o europea (escritura alfabética). No obstante, los dicciona­ quilca no se refiere a un sistema de notación gráfica sino a la ac­
rios quechuas coloniales no asocian quilca y quipu, como Guamán ción y al resultado de dicha acción como lo sería escribir/dibujar
Poma sí lo hace. Según Cummins (1998) y otros investigadores, el (quilca) frente a libro/pintura (quipu/tocapu).
cronista andino empleó el término «quilca» en su crónica justa­ Como hemos podido ver hasta ahora, en el mundo andino pre-
mente por la ambigüedad que producía al ser traducido al caste­ hispánico las formas de representación se llevaron a cabo en ám­
llano, ya que en él se reunían las acciones de dibujo junto a escri­ bitos bastante diferentes al de la escritura alfabética. Sujetos como
tura y su registro del conocimiento. En otro trabajo, Rappaport y Guamán Poma de Ayala, Santa Cruz Pachacuti Yamqui, Titu Cusi
Cummins señalan los sentidos que se le atribuyen a «quilca» en Yupanqui, o el recopilador de los textos del manuscrito de Huaro-
un sermón colonial en el que se describe el ritual de recibir la pro­ chirí intentaron crear una narrativa diacrónica que fuera inteligi­
visión real. En este texto se identifica con quilca tanto al sello y ble a sus coetáneos españoles con materiales andinos y generaron
firma reales, «quilca del rey», como a las imágenes de catequiza- una contradicción discursiva que llevó a Salomon a denominar
ción, «quilca de Dios» (1998: 21). En este contexto, se emplea quil­ este tipo de crónicas como «literatura de lo imposible» (1982: 9).
ca para designar tanto literalidad alfabética como visual. Sin em­ La distancia que separa a la concepción andina de la occidental
bargo, quisiera añadir la posibilidad de que «quilca» sea un tér­ de sistema notación es un fenómeno que se registra hasta el día
mino general con el que se designe la acción destinada a la pro­ de hoy, ya que los quechua-hablantes siguen caracterizando su
ducción de un texto, sea visual, táctil en el mundo andino prehis- lengua como manifestadora de conceptos que son imposibles de
pánico, y escrito en la colonia. Podemos así englobar la traduc­ escribir. Así lo indica el testimonio de un quechua-hablante de

186 187
! » los trajes andinos fueron depositarios de información y de una po^^ diversos cronistas como Acosta, Cobo, Polo de Ondegardp, el Inca
síble literalidad prehispánica. Garcilaso ( S il v e r m a n 1994,12). Estoy de acuerdo con Cumihins en
En la crónica de Guamán Poma, los tocapus reproducidos en que, a pesar de. no haber sido descifrado como materia significati­
las vestimentas se diferencian de los tocapus incas ya que fueron va, es éste uno de los pocos documentos —si no el único encon­
simplificados e incluso sus trazos parecen llevar números arábi­ trado hasta ahora— en que un español decodifica o intenta trans­

ii gos ( A r e l l a n o H o f f m a n n 1999; B r o k a w 1999^ U r t o n 1997).^^ Para ;


Zuidema, los tocapus que aparecen en los trajes de los incas se re-’
cribir un texto andino del siglo xvi.’^
Quipus y tocapus son, en mi opinión, sistemas tangibles de co­
>T ■
lacionan con un contexto calendárico ancestral e histórico (1991:* municación en el mundo andino. Y ambos pueden incluirse en un
195). En el folio 546 de su libro, el cronista andino indica que mien-* concepto quechua abstracto que tiene que ver con el registro, trans­
tras los españoles llevaban «cédula» para identificarse entre ellos, misión y creación de información: qeUqa o quilca. Con este térmii'io
í los indios llevaban una señal, aunque no dice cuál. Podría tratar­ los andinos se referían a una marca gráfica o una forma o medio
J se de estos cuadrados geométricos que portaban en su atuendo in­ de expresión. En más de una ocasión el autor andino llama quilca-
dicando estatus y funciones sociales. camayoc a las personas que usan los quipus. Tal vez el concepto
Las acuarelas de los manuscritos de Murúa incluyen coyas, globalizante era quilcacamayoc, siendo el quipucamayoc una de sus
incasj(',rf)tros personajes nobles, con trajes y capas cubiertas de to­ posibilidades, de la misma manera como la palabra para marca
capus. Pero el cronista español, en actitud semejante a Guamán gráfica era quilca, y el quipu una de siis-manifestaciones. Después
Poma, no dice nada al respecto en su texto verbal. Sin embargo, de la llegada de los españoles, quilca fue traducida en los diccio­
como ya mencioné anteriormente, hay un intento de transcripción narios coloniales quechuas por acciones como pintar, dibujar, la­
de esta forma de literalidad en la última página de la Historia del brar, esculpir, registrar estadísticamente, escribir, dictar, bordar,
origen y genealogía de los Reyes Incas del Perú (manuscrito Loyola, escarabajear, rasguear; a objetos como pluma, vestido bordado,
1590). Se trata de la transcripción de la estructura de un tejido pintado o labrado, escritos como papel o carta, escrito o cosa fir­
chumpi, un cinturón de las coyas que traía tocapu que entiendo como mada, escritura, historia; a'agentes como escribano, escribiente, es­
una propuesta de codificación alfabética de un tocapu (o de una critor autor de hbros, bordador ( G o n z á l e z H o l g u In 1989 [1608]):
serie de tocapus). El título de la transcripción reza: «Memoria de 301, 513,546; también S a n t o T o m á s 1951 [1560]: 61,131,182, 357).
un famoso Chumbi de lipi o cumbi, que solían traer las Coyas en Además, si bien la palabra quipu significaba «contar por nudos»,
las grandes fiestas, que llamaban gara; lleva ciento y cuatro y los hay otra palabra para contabilidad, registrada por González H o l -
duplicados. Los ocho son los extremos, cuatro a un lado y cuatro guín: yupana quellqa (1989 [1608]: 371; P r a d a 1994:107). Yupay era/
en otro». Sophie Desrosiers, quien ha estudiado en detalle este do­ es una palabra quechua para «cálculo» y «censo, registro» ( S a n t o
cumento y ha producido un tejido sigtiiendo lo que ella lee como T o m á s 1951 [1560]: 304). Como hemos mencionado, formaba parte
instrucciones de tejido, añade que el término gara alude a las fies­ del nombre del Inga Tupa Yupanqui quien inició una de las más
tas del maíz (1986: 216).’^’ Se sabe que los tocapus no aparecían en efectivas reformas adniinistrativas y censó a la población inca.
cualquier prenda sino en las telas tipo qompi, como lo informan Como podemos observar, el término quilca se aplicó en el campo
de la marca giáfica sobre superficies textiles y cerámicas en el mun­
En mi opinión, el empleo de números arábigos dentro de los tocapus es una do andino prehispánico, y posteriormente sobre el papel con la
manifestación más del sincretismo de los medios gráficos de comunicación llegada de los europeos. Cerrón Palomino traduce la raíz qellqa
europeos y andinos. Para una explicación más detallada ver mi artículo «Cuando
Occidente y los Andes se encuentran» (2005). '“ En esta misma línea de investigación se encuentra el estudio de Frank Salomon
Un examen detallado de estapieza, así como su relación con dibujosguamanpu- acerca de los quipus comunitarios deTupicocha. Ver sus artículos al respecto
mianos, se encuentra en Q uispe - A gnoli 2005. ■. (2001,2002) y su último libro (2004).

184 185
Ollantaytambo, que recoge R. Randall: «[.„] lo que quiere decir ^ conocido la escritura, entonces todas sus tradiciones no se habrían
quechua, eso no se puede escribir» (1987; 290). ido perdiendo» (f. 64r). Aquí se reconoce no sólo la importancia
de la escritura alfabética para guardar información sino su equi­
L ite ra lid ad co lo n ial e h istoriografía andina valencia con la religión cristiana.’^’' En el testimonio que hace el
padre Pablo Joseph de Arriaga en su Extirpación de la idolatría del

I
j
Según la opinión de varios investigadores, el Inca Garcilaso de la Peni (1621), se habla de un «libro blanco» donde se anotan las de­
Vega constituye el mejor ejemplo de adaptación de medios euro­ claraciones de los indios, qué incluyen pecados y confesiones. De
peos, con el fin de hacer una crítica a la literalidad occidental. A ahí la importancia de un texto como el de Guamán Poma, ya que

I su lado se encuentra a Guamán Poma de Ayala, quien hizo uso"^ es el mismo sujeto andino quien toma la pluma y emplea la escri­
de la escritura alfabética para resistir la literalidad del coloniza-’ „ tura alfabética así como otros medios de expresión para no perder
dor ( A d o r n o 1986a, M i g n o l o 1989). Hemos visto ya varios ejem-% contacto con la oralidad inherente a la expresión de su lengua y
píos de cómo el cronista andino fue capaz de combinar la literali­ guardar una especie de vaso comunicante con las formas andinas
dad de sus ancestros con la occidental, para hacerse comprender i' de fijación. No creo que estemos ante sujetos andinos maravilla­
por los otros sin perder su propia identidad. De esta manera, pre­ dos, que admiren las excelencias de la escritura alfabética como
servada identidad autorial de la literalidad occidental, emplea el medio de guardar la información, sino estamos ante sujetos andi­
castellano para su audiencia castellana y escribe para otros suje­ nos que tienen que aceptar el empleo’de esta forma de literalidad
tos que miran los dibujos mientras escuchan la narración de los i'/] como parte del nuevo orden de vida, el colonial, en el que les ha
autores para entender el mensaje. > tocado vivir. Es parte de su desgracia como sujetos colonizados,
Otro ejemplo de enfrentamiento indígena con la escritura alfa- la escritura alfabética es una obligación, es la única forma posi­
bética en los Andes se encuentra en la declaración inicial del inca ble, aceptada oficialmente, de comunicación en el mundo colonial.
Titu Cusí Yupanqui en su Relación. Sus palabras, dictadas a otro Como ya hemos señalado, la escritura de los vencidos y colo­
sujeto que traduce y escribe, han hecho pensar a los investigado­ nizados trata de hablar a h-jivés de dos sistemas de pensamiento
res que los indios evocaban la escritura como el único modo de cualitativamente diferentes al mismo tiempo. Esta literatura perte­
registrar los sucesos de sus antepasados: «Reconocen que las le- jíí nece a una clase única, diferente del mito y la historia europeos
tras constituyen el mejor registro de los hechos y pensamientos de (SALOMON 1982: 31-33). Es así como se aprecia un proceso por el

los hombres» ( C á n o v a s 1993:53). Al iniciar su obra, el Inca dicta: cual quipus y códices se convirtieron en cartas, ya que eran el vehí­
culo escrito principal destinado a las autoridades coloniales. Los
Y porqu e la m em oria de los hom bres es devil y flaca e si no
destinadores de esta literatura epistolar indígena suelen ser colec­
nos acurrim os a las letras para nos aprovechar dellas en nues­
tras necesidades, hera cosa ynposible podem os acordar por es­ tivos y sus textos se escriben en más de una lengua. El destinatario
tenso de todos los negocios largos y de ynportancia que se nos ^'''' es encumbrado y se evocan problemas de urgente solución. Los me­
ofrescíessen. (1973 [1570]: 1) moriales indígenas exponen lamentos de inspiración profética bí­
Sin perder de vista que no estamos ante las palabras original­ blica. Las obras de Tihi Cusi y Guamán Poma están emparentadas
mente enunciadas por el sujeto Titu Cusi, la voz nativa aquí im- x i con esta literatura indígena reivindicativa. Así, la literatura escrita
pilcada reconoce las ventajas de la nueva literalidad en el nuevó'^fi
Por lo menos en el caso de este documento se conserva la transcripción en
orden colonial. Encontramos una situación semejante en el Manus- f i quechua del siglo xvi. Taylor ha tratado de operar una traducción respetando
crito de Hmrochirí, cuyos textos fueron recogidos por el extirpador las estructuras de la lengua quechua al pasar al castellano, pero tal como un
de idolatrías Francisco de Ávila (1598): «Si en los tiernpos anti-^1 informante quechua dijo al hablar de su propia lengua «eso no se puede decir
guos, los antepasados de los hombres llamados indios hubieran en español». , ,,

188 ^89
r alternativa de la que habla M. Lienliard, incorpora prácticas dis->"
cursivas de dos tradiciones. Se escribe experimentando con varias
posibilidades comuiiicatívas. Ello nos ayudará a entender las actí- |
tudes ambiguas de los textos escritos alternativos. Dichos textos son, ’í
además, marginales dentro del sistema dominado por la escritura í
gías, para que no se piérdan. Se destaca así una característica de
la oralidad andina que se sigue presentando en la tianscripción
que se hace de ella en discursos escritos. Estamos ante la trans­
cripción de la orahdad, en el paso de la oralidad andina y la lite­
ralidad indígena a la escritura y literalidad europeas:
alfabética. Casi todas las sociedades indígenas en posición de do- i M e a parecido hazer estima del engenio y curiucidad por la gran
minados emplearon la escritura alfabética para dirigirse a los sec- auilidad del dicho mi hijo lexítim o, don Felipe Guarnan Poma
tores hegemónicos, y el resultado lingüístico es la «diglosia». Asi-'] de Ayala, [...], el cual abrá com o ueynte años poco a más o m e­
mismo, se caracterizan por una doble determinación: por un lado j nos que a escrito unas historias de nuestros antepasados agüe­
los y m is padres y señores rreys que fu eron antes del Ynga y
siguen siendo depositarios de la memoria oral; por otro, se ad u e-1
después que fue desde Uari U ira C ocha R u na y Uari Runa y
ñan de la escritura. Este tipo de narrativa «bicultural», a la que A. | Purun Runa, Auca Runa, Yncap Runa. (f. 6)
Rama llamó «narrativa de la transcuihi:ación» crea la ilusión de
una oralidad escrita o de una escritura oral ( 1 9 8 4 : 1 2 8 ) . A continuación encontramos una especie de sumario de la obra
Otra característica de la historiografía indígena es que suele completa. Guamán Poma rescata la historia de sus antepasados
representar a los núcleos encumbrados. El discurso de los indios andinos y la pone por escrito pero, además, la enlaza con la histo­
comunes no tiene derecho a manifestarse. Justamente esto recoge ria occidental, el encuentro de europeos e indígenas, la conqiiista,
también la obra de Guamán Poma, ya que hace hablar a los in­ la colonia. En esta línea debe leerse el sentido de «Nueva» que da
dios comunes así como a todos los estamentos de la sociedad a a su coránica: «nueva» porque es la primera —y tal vez la única en
través de su personificación textiml de voces, como lo hemos visto su momento— que da cuenta del paso de una literalidad en otia
a propósito de su tratamiento de la oralidad. Ello nos demuestia como forma de preservar la información y comunicarla, que une
que el autor andino se da cuenta de que la suya, andina, es una las dos culturas enfrentadas. La carta del padre insiste una vez
más en la necesidad de hacer conocer la historia andina a tiavés
literalidad censurada por otra literalidad. Esta es, precisamente,
una de las características resaltantes de la cultiira hispanoameri­ del nuevo sistema de notación, dirigido al público europeo. Por lo
cana en su origen: la censura ( C á n o v a s 1 9 9 3 ) . La carta de intro­ tanto, el padre del cronista ins'iste no sólo en la escritura alfabéti­
ducción al texto que Guamán Poma incluye al principio de su cró­ ca de la misma sino en su impresión, es decir, en darle la forma de
nica enfatiza el acto de la escritura, habla de caligrafía y dibujos, libro para que se difunda:
mientras que la anterior, la del padre, se centia en la genealogía Y que dem ás del seruicio de vu estra M agestad que rrezultará
andina. No sólo se tiata de darle validez al autor y de presentarlo ynprim irse la dicha historia, com ensánd ose a selebrar y hazer
ynm ortal la memoria y nom bre de los grandes señores antepa­
como un sujeto poderoso desde el punto de vista andüio sino jus­
sados nuestros agüelos como lo m erecieron sus hazañas, desean­
tamente de los discursos dominantes de productores andinos y : do que todo esto se conciga... (f. 7)
europeos coloniales.’^ La carta del padre del autor (ff, 5-7), que se
incluye al inicio de la Nueva coránica, se centia principalmente en La carta de Guamán Poma insiste, como ya hemos dicho, en el
dos puntos; en las genealogías y en el elogio de su linaje y el o ri-; acto de escritura, y expresa una conciencia lingüística que reflexio­
gen de la escritura de la crónica en tanto relación de esas genealo-'" na sobre las diferentes literalidades con las que se enfrenta. Al ha­
blar de la cultura andina reconoce tanto la oralidad como otio me­
No obstante, Gruzinski opina lo contrario; según él autores comoTezozomoc dio de expresión ajeno a la escritura alfabética, lo cual lo hace du­
y Chimalpahin remontaron el hilo de sus genealogías mediante blasones,' dar de su empresa;
divisas, «papeles de filiación», actas de deceso, y sustituyeron a la memoria
indígena con «libros genealógicos» importados de España (1988:185).

190 191
\
N o hallando supgeto e n m i facultad para acauarla conform e \
la que se deuía unas historias cin escriptura nenguna, no más’’
tradicciones que hay entre los conceptos europeos y andinos de
d e por los quipos y m em orias y rrelaciones de los ynd ios a n li-j historia (1989b; 17). Guamán Poma dibujó siguiendo códigos sim­
guos de muy biejos y biejas testigos de uista, para que dé fe de^ bólicos de orientación espacial andina. Mediante sus dibujos, el
ellos, y que ualga por cualquier sentencia jusgada. (f. 8) cronista ünió tradiciones orales indígenas e historias europeas es­
Frente a esta literalidad indígena se encuentra la nueva traída critas. Adorno propone también que el autor amortigua lá agresi­
por los españoles. Guamán Poma trabaja con ambas, lo cual no re-^ va calidad de sus ataques verbales mediante los dibujos. Al mis­
sulta fácil. El paso de la literalidad andina a la europea se expresa', mo tiempo socava la autoridad de la fuente escrita. Es así como
para presentar, al igual que el padre, un sumario de su obra: «Y ; crea una sintaxis visual que media entre oralidad y escritura
ací, cologado de uarios descursos, pasé muchos años yndetermi-“: (19S9b: 16). Veamos entonces de qué manera se manifiesta la lite­
nando hasta que uencido de mí y tantos años, comienso deste rre- ralidad alfabética a través de los dibujos y sus correspondientes
yno, acabo de tan antigo deseo [...] me determiné a escriuir la histo­ textos verbales en la obra del cronista andino.
ria» (f. 8). Sin embargo, nuestro autor no se queda en la escritura
alfabética como sí fuera el punto final de llegada de toda forma de L ite ra lid a d a lfa b é tica y v isu a l en la N ueva coránica y
expresión. Una vez más señala que él se mueve en ambas formas buen gobierno
de literalidad, la andina y la europea, al hablar de dos aspectos
que g&ían su escritura. El primero son las lenguas que escoge para Como producto de un indio que maneja convenciones retóricas oc­
la producción de su obra; «Escogí la lengua e fracis castellana, ay- cidentales desde una perspectiva nativista, la hlucva coránica ilus­
jiiara, colla, piiqiiina, conde, yunga, quichiua yuga, nanea, chincliaysuyo, tra lo que Lotman ha llamado policulturalidad (en L ó p e z B a r a l t
yatiyo, andesuyo, condestiyo, collasuyo, caíiari, cayanpi, quito» (f. 10). 1988: 14).’^’ En Guamán Poma coinciden, además, la promulga­
Esto lo repite en el siguiente folio que dirige al lector cristiano en ción del arte de la memoria como instrumento de proselitismo ca­
general, donde hace hincapié en la necesidad de impresión de su tólico que establece el vínculo entre el sentido de la vista y el co­
obra. El segundo aspecto tiene que ver con sus dibujos: nocimiento a través de la emoción ( L ó p e z B a r a l t 1988: 277). El au­
tor anuncia desde la primera página que empleará los principios
Pasé trauajo para sacar con el deseo de presentar a vuestra M a-
gestad este dicho libro yntitulado Primer m ieua coránica de las éticos cristianos y los de catequización visual para proponer su
Yndias del Pirú y prouechoso a los dichos fieles cristianos, e s­ programa de buen gobierno ( L ó p e z B a r a u t 1988: 282). Apela a una
crito y debojado de mi mano y engenio para que la uaridad de i literalidad visual que en Occidente se aplicaba a los que no tenían
ellas y de las pinturas y la enbinción y dibuxo a que vu estra
i. acceso a la escritura, pero los sistemas incas de notación no se sim­
M agestad es enclinado haga fázil aquel peso y m olestia de una
plificaban sólo en esto. Como acabamos de referir, en opinión de
letura falta de enbinción y de aquel ornamento y polido ystilo
que en los grandes engeniosos se hallan, (f. 10) Adorno los dibujos amortiguan las acusaciones contenidas en los
textos verbales. Al mismo tiempo, siguiendo la política de catequi­
En esta cita, parece que Guamán Poma otorga un valor mera­
zación visual para los iletrados, las cosas se hacen visibles a los
mente ilustrativo a sus dibujos para aligerar la lectura del recep­
ojos por medio de los dibujos. Recordemos también que Guamán
tor español. No obstante, por la forma en que distribuyó su traba­
Síí-' Poma dirige su libro al rey usando una metáfora europea que, sin
jo (los dibujos no fueron hechos al final y luego insertados en el
embargo, bien puede aplicarse a los medios comunicativos andi­
texto, sino que se hicieron primero y luego el folio correspondien-
nos: «y ancí por lo escrito y carta nos ueremos» (f. 976).
te donde se enuncia verbalmente lo que se muestra en el dibujo)
nos indica algo más. Los dibujos no están subordinados al texto ■ La policulturalidad se produce cuando un individuo se queda dentro de su
escrito sino guían a la escritura ( A d o r n o 1979b). Adorno opina que - cultura y al mismo tiempo participa de las convenciones de otra. Es un
los dibujos son el lugar donde el autor andino reconcilia las con- fenómeno típico del colonialismo.

.192 193
López Baralt ha estudiado la intervención de textos escritos
en los dibujos de la obra de Guamán Poma empleando las nocio­
nes semióticas de anclaje y relevo (1988: 390). De acuerdo con es­
tos instrumentos de análisis, la función del texto verbal dentro de
• ^
es un indicador de que estamos ante un buen cristiano o un buen
letrado como el Virrey marqués de Cañete (f. 440, figura 17), otras
autoridades coloniales (ff. 482,486, 575, 684), el regidor indio que
reúne libro y quipu (f. 814, figura 26) o autoridades indígenas co­
:
la imagen consiste en desambiguarla y «anclar» el sentido. Es así loniales con buenas intenciones morales (ff. 820, 822, 829). Es fre­
como el texto verbal completa la imagen. Por medio del anclaje, el cuente ver la combinación libro + rosario para reafirmar la cali­
autor andino identifica personajes u objetos, caracteriza o califica dad de buen cristiano y letrado, como en los dibujos de alcaldes
al personaje, opera localizaciones tempoespaciales, identifica el indios (ff. 818,'809, figura 14), indios cristianos que cumplen los
evento o da alguna explicación. Estas funciones provienen de la sacramentos (ff. 835, 837, 847, 900) y príncipes andinos así como
tradición medieval. El anclaje sirve como redundancia, repetición, indios principales coloniales (ff. 753-69, 775, figura 28). También
énfasis, de la misma laanera como las letanías de su texto verbal. los escribanos, sabios y otros personajes que tienen que ver con la
.-J'avv'
El relevo amplía el mensaje, como sucede con los textos legibles administración colonial llevan rosario (f. 769, figura 13). El resul­
en papeles o libros que sostienen los personajes dibujados así como tado de la combinatoria de la figura del libro con el rosario y otros
los diálogos bilingües. objetos nos indica diversas significaciones. Libro y rosario carac­
interesa destacar ahora los objetos y sujetos dibujados por terizan a los buenos cristianos; libro y qiiipu, a los buenos admi­
Guamán Poma que portan significaciones de escritura o el acto de nistradores indígenas; libro y llave, a |os buenos mayordomos; li­
escribir. Entre los objetos encontramos el libro, que aparece abier­ bro y látigo a la explotación y el abuso, a la violencia de la impo­
to o cerrado, la carta, el letrero y otro objeto que no tiene que ver sición de la misma literalidad (maestros de escuela).
directamente con la escritura alfabética que es el rosario. Entre los Si comparamos el folio 599 (figura 31) con el folio 684 (figura
sujetos que escriben distinguiriios a personajes que le sirven de 11) hallamos esta última combinatoria. En el primero un sacerdo­
fuente, fuentes de su buena escritura, así como autoridades colo­ te azota a un niño negro mientras otros niños, negros e indios, pa­
niales que corrompen la escritura al darle una función dañina en recen estar en posición de jezo, pero no todos lo hacen, algunos
perjuicio de los indios. El libro en tanto signo icónico de civiliza­ hablan entre ellos, alguno duerme. El texto verbal acusa al sacer­
li;*:
ción aparece, abierto o cerrado, en manos de diversos personajes. dote que castiga cruelmente a los niños así como a los adultos.
El hermano del autor, Martín de Ayala, lo sostiene abierto cuando Guarda semejanzas con el dibujo irónico de la predicación (f. 623,

enseña a Felipe y sus padres el catecismo y a leer y escribir (f. 17). figura 19) en cuanto a las diferentes reacciones de los oyentes. En
Es este Ubro simbólico el que engendra el libro del autor, como él el folio 684 Guamán Poma emplea un esquema gráfico semejante
mismo lo escribe en el texto verbal (f. 18). Los libros abiertos están al del folio 599. Un maestro azota a un niño negro mientras otro,
en manos de otros personajes que cumplen actos de habla rela­ indio o mestizo, lo sostiene. En el texto verbal que corresponde, el
cionados con la enseñanza (f. 4S0), pacificación (f. 428), confesión autor andino habla de la necesidad de que los indios se eduquen,
(f. 629) y la lectura educativa (f. 775, figura 28). El mismo autor se así como de las cualidades morales que el maestro debe tener. El
presenta con su libro abierto frente al rey en el «Capítulo de la pre­ maestro dibujado es un indio ladino, indio ñor la vestimenta y l?.-
gunta» en el que expone su doctrina de buen gobierno (f. 975, dino por el conocimiento que se fija en el libro que lleva cerrado.
figura 29). El libro cerrado, en cambio, puede cargarse de valores Uno de los niños indígenas escribe claramente «Sepan cuanto»,
positivos o negativos según el personaje que lo lleve. En primer una frase usual en los documentos legales. No sólo se está alfabe­
lugar, tenemos el libro cerrado que presenta el padre Valverde al tizando para adquirir la nueva literalidad: se está alfabetizando
inca Atahualpa y cuyo rechazo inicia la guerra de la conquista para formar escribanos, indígenas que sean capaces de asumir este
(f. 386, figura 30). Por otro lado, la presencia de un libro cerrado rol social que les permitirá a su vez reclamar derechos y sobrevi­

195
194
vir en el nuevo orden colonial. Esta convención era propia de tex­ pintar (f. 672). La finalidad de este letrero y de otros que describe
tos jurídicos y notariales de la época.” ” Por otro lado, rara vez li­ en su texto verbal es persuasiva y preventiva. Se trata d^ evitar
bro y espada se acompañan. Y personajes considerados como ne­ que los curas doctrinantes abusen de las doncellas indígenas. Para
fastos para el desenvolvimiento del buen gobierno no aparecen con ello se hace necésario que en la puerta de los tambos y en el de las
libro, como es el caso del virrey Toledo, a pesar de haber sido un parroquias se coloquen letreros con la armas del rey pintadas, y
buen organizador.
con el lema «Temed a Dios»;
Todo esto nos revela una obsesión del autor andino no sólo
Y auajo de las dichas arm as, tenga escrita unos letreros grandes
por la escritura en sí, sino por su resultado impreso. Prueba de
para que lo uean todos los cristianos y los dichos padres se en ­
ello es la continua alusión a su propia obra como «libro» desde el frenten con ellas [...] Y las arm as y letreros se le ponga en las
folio inicial, así como el empleo de convenciones bibliográficas ciudades, uillas, aldeas y pueblos grandes o chicos deste reyno
para su publicación (portada, numeración de páginas, índice). Hay para exenplo, para que la letra lo tenga en los ojos. Y esta dicha
letra 'sean m uy grandes para que los m ism os dichos padres lo
otros objetos portadores de escritura además del libro que quere­
lean, los yndios y las ynd ias, que se den exemplo y tema de las
mos destacar. La carta es empleada por lo general para iniciar ac­
m anos de la justicia, (f. 674)
tos de habla con el objetivo de lograr justicia o cometer abusos y
aplicar venganza. En el primer sentido vemos cómo el rey da una Guamán Poma ha señalado ya la necesidad de estos letreros
carta^ ita Gasea para pacificar y perdonar a los rebeldes españo­ persuasivos en el capítulo dedicado a los corregimientos. En este
les en el Nuevo Mundo (f. 419), cómo un padre letrado y viejo le caso, el letrero que dibuja combina pintura y escritura: «A de pin­
da una carta a un indio para que se defienda de otras autoridades tarse un Jesiis, María y auajo unas letras que diga: "Temed, cris­
(f. 641) o un alcalde indio le da una carta a una india para que la tianos, a Dios y a la justicia, y no tengáys sobreuia y no llaméys a
oigan y le hagan justicia (f. 668, figura 32). Desde el punto de vis­ la justicia para que séays castigado". Se ponga de letras grandes»
ta de una significación negativa según Guamán Poma, dos padres (ff. 517-518). El letrero cumple aquí una forma de comunicación
se permutan parroquias mediante cartas (f. Í3S4, figura 33), o un visual-icónica y escrita-verbal. Por medio del escudo y las armas
indio principal le entrega a otro una carta para que cobre tributos reales se asegura la aiitori’dad del mismo. El texto verbal indica
(f. 778). La carta neutral, en tanto mero portador de información, específicamente de qué medida se trata. Observamos una vez más
se encuentra en manos del muchacho mensajero y el chasqui ofi­ que en la concepción del autor andino, lo visual (dibujo) y lo ver­
cial de la sociedad incaica (f. 204, figura 21). El autor andino tam­ bal (escritura) son componentes de una forma comunicativa. Gua-
bién dibuja letreros que coloca en manos del chasqui colonial para mán Poma declara la función de este icono visual/verbal: «para
indicar que lleva im mensaje escrito enviado por el rey, de tal ma­ que la letra lo tenga en los ojos». Sin^ilar afirmación inicia el «Ca­
nera que se inclina a la función de justicia (figura 23). Estos letre­ pítulo de la pregunta» con el rey: «y ancí por lo escrito y carta nos
ros que indican objetos de escritura son metaescritura en tanto ueremos». No obstante, el letrero también puede ser utilizado con
coi\stituyen escritura refiriendo a otro portador de escritura. Este fines negativos, como aquel que se emplea para afrentar a un cris­
tipo de letrero referencial se diferencia de otro que cumple una fun­ tiano caballero (f. 932).
ción a otro nivel, de orden moral y persuasivo. Se tiata de uno de La ambigua naturaleza de los objetos relacionados con la es­
los letreros más curiosos que dibuja y describe: el de un escudo critura se mantiene con sus agentes a lo largo de la Nueva coránica
virtualmente en blanco, en cuyo interior escribe lo que se ha de y buen gobierno. Entre estos sujetos encontramos a españoles e in­
dígenas. Entre los españoles, Guamán Poma presenta al rey, el te­
Ver, por ejemplo, la primera hoja de la carta de obligación entre Valladolid sorero, el administrador'de provincia, el corregidor, el escribano
y Valdesillasal pasar éste a la jurisdicción de Valladolid, año 1 5 6 7 ( P ino español, el papa Dámaso que le sirve de fuente escrita en la pri­
1 9 9 1 :1 3 8 ).
mera parte de su obra (ff. 35,491,525,602, 784), escribanos de ca­

196 197
bildo, los padres que ejercen de notarios, los curas que se permul
tan parroquias. Entre las autoridades nativas: el principal (f. 770)
que porta un libro de ordenanzas y registra cuentas; los caciques
que llevaban «memoria de los indios» (f. 764) para recoger los tri­
butos; los alcaldes mayores que registraban gastos y firmaban cuen­
tura tiene que ver con corinentarios morales a su propia escritura.
Aquí se trata de enunciar lo que no se escribe, lo que se deja de
escribir por evitar prolijidad o por cansancio. Sin embargo, en otros
momentos de su propia escritura, el autor andino se manifiesta
cansado y dolido, y aun así prosigue con la escritura, ya que las
J
i

tas; el indio principal letrado que es su alter ego; los regidores que* 7 funciones de su escritura incluyen asentar los hechos, denunciar
llevan libro y qtiipu. Otros sabios del mundo andino, comparables*’^: los abusos, acusar a los culpables y buscar enmiendas. Guamán
a los mejores letrados del mundo colonial, podrían haber sido bue-’ Poma manifiesta así su reconocimiento en el poder ambiguo de la
nos cristianos si hubieran sabido escribir (ff. 68, 72). Estos perso­ escritura: puede ser ejemplar y servir a la ley y a la educación, o
najes andinos prehispánicos, de acuerdo con Guamán Poma, son puede servir para acabar con la raza andina. Por último, sus co­
hábiles en el arte de la palabra y el conocimiento y eran capaces mentarios sobre la escritura de otros sujetos abarcan desde las crí­
de profetizar el orden, la abundancia y la población del reino. En ticas a sus ñientes castellanas como a la corrupción de autorida­
cambio, la ausencia de escrit\ira entre los españoles se relaciona des coloniales que emplean este medio de comunicación para su
con malas intenciones; el no querer maiitener informado al rey para ^ propio provecho y en desmedro de los intereses indígenas. De esta
hacer justicia y traer un orden iiiconveniente a sus intereses (f. 488). manera, la letra lleva consigo las posibilidades de la vida y, de la
Ya hemos dicho que el libro cerrado en tanto símbolo del poder y muerte, como lo expresa a propósito de los buenos y los malos pa­
el saber está en manos de los apóstoles Pedro (f. 561), Santiago y dres: «Estos con la letra biuerán y los otros con la letra se ahorca­
San Bartolomé (ff. 92, 639), el Papa (f. 472), el Arzobispo de reyes rán» (f. 622). Una de las críticas más contundentes es la que el
(f. 472), el Virrey (f. 438) los sacerdotes (ff. 17, 384,478, 525, 625) y autor andino hace al cronista mercedario fray Martín de Murúa
una abadesa (f. 482). Cortés describe los instrumentos escrituta- (f. 662) y a su predicación (f. 625). Lo representa maltratando a
rios de los dibujos en que personajes escriben (1994: ff. 37 , 588, una anciana tejedora y critica su quehacer textual por su ignoran­
488, 525, 770, 814) que suelen ir acompañados de un libro y un ' § cia de la etapa prehispánica, así como por sus opiniones negati­
rosario que simbolizan las ordenanzas, la ley, y la fidelidad a la vas acerca de los indios. • •
palabra escrita y moral. La escritura sirve en manos de estos per­ Es interesante contrastar las declaraciones de Guamán Poma
m
sonajes para buenos y malos propósitos (f. 498), revelando su na­ en cuanto al empleo de la palabra escrita con la actitud de fray
turaleza ambigua y, por ello, poderosa y peligrosa. Martín de Murúa, quien también produjo manuscritos ilustrados.
El acto de escribir de estos sujetos nos lleva a la reflexión so­ Es conocido que las dos crónicas de este fraile mercedario, la His­
bre las capacidades enunciativas de la escritura en la Nueva corá­ toria del origen y genealogía de los Reyes Incas del Peni (manuscrito
nica y buen gobierno. Cuando el autor andino comenta el proceso Loyola, 1590) y la Historia general del Peni (manuscrito Wellington,
de escribir y sus resultados, tiene en cuenta cuatro aspectos. El pri­ 1613), incluyen ilustraciones que se asemejan a los dibujos que
mero tiene que ver con el modo en que logra su competencia para aparecen en la Nueva coránica y buen gobierno. En efecto, el original
escribir, y las fuentes castellanas y andinas que lo inspiran. Ador­ del manuscrito Loyola, encontrado hace unos años por Juan Os-
no ha estudiado las fuentes escritas castellanas y la manera cómo sio en la colección privada de Sean Gavin (Irlanda), incluye 145
Guamán Poma habla de ellas, las corrige, las critica en el ámbito folios y 112 acuarelas (1998: 274). Estas acuarelas han sido pega­
de las ideas y de no transcribir o entender correctamente la len­ i das al manuscrito, lo que implica que no fueron producidas se-
gua quechua.^'" El segundo aspecto de su reflexión sobre la escri- cuencialmente con el texto verbal (como sí sucede con la Nueva co­
ránica y buen gobierno), sino fueron añadidas posteriormente, una
' Por ejemplo, si bien admira a Las C as^ no está de acuerdo con el gobierno
práctica occidental en la confección de un documento para su im­
eclesiástico que éste propone. , . .

198 199
i
\\
presión. Asimismo, el manuscrito Wellington contiene 37 ilustra-' apunta Cummins «este modelo para conectar las páginas es con­
ciones en color, que también son acuarelas pero que no asemejan tinuo en Guamán Poma, como si él estuviera tejiendo las partes
en el trazo a las figuras de Guamán Poma, aunque sí en los temas en un conjunto irreductible» (1998; 182). López Baralt (1988) ha
y motivos. En todo caso, quiero puntualizar aquí que no hay una 1 estudiado la mañera en que la escritura alfabética forma parte de

i
declaración de Murúa en ninguno de estos dos manuscritos sobre | los dibujos, y distingue diversas formas de intervención; aclaran
la inclusión de ilustraciones en color. Por ejemplo, mientras Gua- ’ personas u objetos, constituyen las palabras del personaje que ha­
mán Poma hace referencia a los trajes de tocapu cuando escribe la ' bla (f. 371) o incluso escribe. Observemos que el movimiento con­
biografía de incas y coyas, Murúa no hace ningún comentario en trario también parece darse. El autor andino emplea las conven­
el manuscrito Loyola. A lo sumo, el fraile menciona ciertas pren- ciones propias de manuscritos iluminados para dibujar letras como
das de vestir, de manera accesoria («sobre el vestido de los hechi- .;li las iniciales de «Conquista» (f. 370), donde no emplea color pero
ceros», por ejemplo). En el manuscrito Wellington, las acuarelas '$ sí el sombreado y rayado propios de las técnicas de impresión. Lla­
incluyen retratos de coyas e incas con trajes y camisas que contie­ ma la atención el capítulo dedicado a la organización admiiústra-
nen tocapus, pero no se hace rünguna alusión a ellos. Los dibujos tiva del Imperio que realizó Túpac Inca Yupanqui. En este capítu­
en los manuscritos de Murúa cumplen una función decorativa e lo en que se dividen a los habitantes del mundo andino en «ca­
ilustíftliva. Cuando el cronista mercedario les pone un título, siem­ lles» según edades y trabajo, la disposición del escrito es la de un
pre incluye la frase «su figura al natural». El uso de esta frase re­ triángulo invertido con una rúbrica en. el vértice. Esta convención
salta la referencialidad denotativa que los dibujos tienen para el era propia del colofón en la época en que Guamán Poma escri-
letrado español. Cummins sugiere que Guamán Poma pudo ha­ be.’'*' Hay dos puntos que diferencian el empleo que hizo el cro­
ber producido su trabajo en contrapartida al de Murúa y el ha­ nista andino de esta convención. En primer lugar, emplea esta dis­
llazgo de Ossio lo confirma. Ambos autores se conocieron y, por posición de la página en una parte del texto que no cumple la fun­
la coincidencia en la factura de algunos dibujos o los motivos que ción de colofón (figuras 34 y 35). Al mismo tiempo, observamos
en ellos se encuentran, es posible que Guamán Poma haya traba­ que donde podría haberlo'usado, es decir en el último folio, no lo
jado para él como dibujante. Murúa siguió la intención europea al hace sino más bien sigue una disposición estándar de la página
incluir imágenes con fines ilustrativos, que fueron insertadas en en su época. La disposición de las líneas en la forma de un trián­
el manuscrito aunque no guardaran relación con el texto verbal gulo invertido es utilizada en el folio que inicia la historia de los
correspondiente. corregidores,’''^ y en el que inicia las «conzederaciones» (facs. 909,
Como acabo de explicar, Guamán Poma trató de mantener la f. 923, figura 34). En ambos casos estos folios parecen cumplir la
unidad de sentido que la secuenciaUdad original había trazado, función de una portada, ya que sólo llevan el título del capítulo
incluso en el momento de hacer enmiendas y añadir foUos escri­ que presentan y las letras de las primeras líneas son grandes y
tos y dibujos. Por ello, Cummins concluye que el vaivén entre di­ están dibujadas a diferencia de las letras de los textos verbales.
bujo y escritura, que caracteriza a la producción del autor andino, Sin embargo, hay otro capítulo sobre el mundo andino que se re­
no parece ser disyuntivo como sí lo es en la concepción occidental fiere originalmente al mundo prehispánico en la Nueva coránica (ff,
de dibujo y escritura. Los dibujos son parte del texto verbal y como 196-236) y que ha sido escrito en su totahdad con esta disposi­
tal llevan también el recurso del «lema» para mostrar la secuencia ción de página. Los fohos cuya escritura ha sido «dibujada» de
entre folios. El lema es la palabra final con la que cada folio termi­ í'
Hasta el día de hoy se puede apreciar esta convención en la última página de
na en la esquina inferior derecha y comienza en la esquina supe­ " los libros impresos. El colofón incluía— e incluye— infomiación sobre cuándo
rior izquierda. Este recurso era empleado por escribanos e impre­ ' y cómo se escribió o imprimió el manuscrito o libro en cuestión.
sores, para evitar problemas si los folios se desordenaban. Como Con esta notación destaco el número del folio en la copia facsímil, y el
número del folio correlativo en la edición de Adorno (1987).

200 201
\\
esta manera siguen la numeración secuencia! y guardan relación pertenece a la línea inmediata al título del primer texto. Y la pala­
con el dibujo precedente, así que no fueron incluidos en la parte bra proveniente del dibujo que une la secuencia no es la primera
(I
final de su producción, cuando el autor hizo el viaje de Guaman- palabra que aparece en la línea superior de la caja de redacción
ga a Lima y realizó enmiendas y añadidos a su manuscrito. Pero sino el nombre del personaje descrito como purea, roclo, unco. En
lo que sí ha sido añadido, y éste es el segundo punto diferencia- todo caso, la relación entre ambos textos está en cada folio de com-
dor con la tradición europea, son enmiendas en los espacios va­ plementariedad. El texto del triángulo invertido presenta por lo ge­
cíos del triángulo invertido. El autor andino dispone la página en neral una descripción física de la casta descrita, así como su fun­
otro sentido para escribir en sentido horizontal lineal, pero el efecto ción en la sociedad. El texto de líneas verticales a veces repite tér­
que da el folio una vez terminado, es el de líneas verticales que,' minos de esta descripción, a veces no, y añade en todo caso, o en­
sin embargo, sólo pueden leerse si se opera el cambio que él si­ fatiza mediante la repetición, una descripción moral cuya inten­
guió al escribir (figura 35). Aquí hay varias cosas que observar. ción global es demosb-ar las buenas y cristianas costumbres de esta
En primer lugar la impresión visual que da al ver el folio consti­ sociedad prehispánica. El autor también añade algimas de sus ob­
tuido de esta manera es la de un tocapu, un cuadrado geométrico sesiones, como bien ha señalado Adorno a propósito de las en­
con trazos lineales dentro de sí. Otra posibilidad es verlo como un miendas del manuscrito autógrafo. Estas obsesiones tienen que ver
qiiipu en la medida en que las líneas añadidas y dispuestas vi­ con la corrupción de la sociedad colonial y la desaparición dé los
sualmente de manera lineal dan la impresión de ser cordeles. Por indios por prácticas que durante el gobierno de los incas no se
otro lado, el tener un texto en una página y luego añadirle glosas dieron. En los folios dedicados a los varones, el carácter moraliza-
que también se disponían como tales en la página impresa era una dor y de denuncia de los segundos aparece y se desarrolla gra­
práctica común en la época, y aparecía también en manuscritos dualmente, como si hubiera tomado conciencia de la función tex­
medievales.’^ En el caso de los textos europeos, los añadidos eran tual que podía dar a estos espacios en blanco. Entre los folios 197
siempre glosas que podían ser quitadas sin afectar el sentido del y 205 se repite, de manera expandida, la irvformación descriptiva
texto principal. No es este el caso de la Nueva coránica y buen go­ del primer texto y se hace énfasis en el buen orden de la sociedad
bierno. En una confrontación entre ambos textos, el que se dispone incaica así como eii su carácter cristiano. En los folios 207 y 215
como triángulo invertido y el que se dispone verticalmente, encon­ establece una relación entre «servir al Ingá» y «a Dios y su Majes­
tramos una diferencia que los convierten en textos complementa­ tad» estableciéndose el lazo temporal entre mundo prehispánico
rios. En una conversación con Isabel Hernández discutí la idea y colonial, para inmediatamente hacer un comentario sobre la co­
de que el segundo texto fuera una nueva redacción, y la que que­ rrupción de autoridades españolas que desestabilizan esta armo­
ría Guamán Poma que efectivamente se imprimiera, pero para cum­ nía primigenia: «Todo lo estoma los quras de la dotrina y corregi­
plir esta función, el segundo texto debía contener la misma infor­ dores y comenderos con color de sus seruicios en todo el rreyno»
mación que el primero y aumentarla de tal modo que pudiera su­ (f. 207). El contraste lo ofrecen los folios dedicados a los grupos
plirlo por completo. El lema que une a las páginas secuencialmente femeninos. El folio de transición (216) entre grupos masculinos y
femeninos ha sido redactado en una disposición normal y ofrece
El ejemplo data de 1498 y corresponde a Dyonisius A eropagita «Opera»,
impreso en París ( D o y l e , R a i n e y y W il s o n 1975; 6 ) . Además debo estas
una conclusión de las «calles» expuestas y una declaración que­
observaciones, relacion^ídas con la disposición de las líneas en la página, a chua del tocricoc, oficial real del Inca. Las páginas dedicadas a las
conversaciones sostenidas acerca del tema con Carmen Arellano HofFmann, mujeres condenen todas en el segundo texto queja, lamento, acu­
del N ational Museum o f American Indian (Smithsonian Institute, Washington sación por los pecados de los españoles que desemboca en la ex­
D.C.) quien sugirió la idea del quipu, y a Isabel Hemández, de la Universidad
plotación y abuso de la mujer indígena. Los españoles violan in­
de Salamanca, quien me informó sobre estas convenciones en manuscritos
medievales y sus posteriores impresiones. cluso a las niñas y causan con ello la despoblación indígena y el

202 203
\
aumento del mestizaje, el caos de un mundo al revés que tendrá versa en relación con esta parte de la obra. El mencionado capítu­
como resultado la desaparición de la raza andina: «Todo lo malo’ lo está dirigido a un receptor español que sea letrado, o a un indí­
adulterio y otros pecados mortales trajo concigo los dichos cristia­ gena ladino como él mismo. El receptor español leerá el texto li­
nos, con color de la dotrina desuirga a todas las donzellas y aní nealmente, quizá pueda identificar la oralidad por la redundan­
(sic) paren muchos mestisos en este rreyno» (f. 226), «Desde chica cia de fórmulas.'Pero un receptor indígena letrado leerá la escritu­
le enseña a rregalos y a pecados y a fornicarse» (f. 230), «Con co­ ra alfabética y la imagen visual de un tocapu que le recordará la
lor destos niñas, ajunta donzellas y lo desuirga los quras de las"- noción de quilca andina, marca gráfica que incluye al mismo tiem­
dotrinas y corregidores y comenderos y se huelga los españoles. Y po lo que los españoles entendieron como escritura y pintura como
ancí ay y multiplica muchos mestizos» (f. 232). De esta manera, dos entidades separadas. Es ésta una de las manifestaciones don­
Guamán Poma aprovecha el espacio vacío original que había de­ de podemos apreciar aquella actitud de Guamán Poma que Cum­
jado la disposición de triángulo invertido para insistir en un re­ mins interpreta como un intento del autor de mantener el sentido
gistro oral dominado por la redundancia en los problemas de ur­ de un documento unitario continuo que se mueve de las palabras
gente solución, para contrastar el mundo prehispánico y el colo­ escritas a la imagen y viceversa (2002a).
nial desde un punto de vista administrativo y moral. Al mismo No olvidemos, que el escribano colonial de quien más habla
tiempo nos entiega un espacio en el que la literalidad occidental y Guamán Poma, y a quien dibuja con todos los aperos de escritura
la a n ^ a se combinan de cierta manera. No decimos que la ima­ y símbolos de civUización y cristiandad sobre la mesa, (ff. 828,987,
gen visual del tocapu o quipii estuviera dando una información tan 1048, figura 15), tiene a su cargo diversos libros: de registro, de
precisa como la de la escritura alfabética en este momento, pero sí asiento del tributo, de las chacras, de las minas, tambos, plazas,
que el autor andino podía haber dispuesto la escritura alfabética puentes y otros servicios. Actúa como notario y redacta entonces
empleando algimas convenciones gráficas andinas para lograr un testamentos (f. 829). A partir de este personaje que es su alterego y
efecto de llamada de atención sobre el receptor andino. La mayo­ la mejor posibilidad de defensa que tienen los andinos en la colo­
ría de los investigadores ha señalado que en lo que se refiere a la nia, Guamán Poma hace incluso un rezo de la buena y mala escri­
recepción de la Nueva coránica y buen gobierno, los textos verbales tura «guárdame del falso testimonio y testigo». Como Cummins
escritos se dirigían a lectores españoles, mientras que las imáge­ dice a propósito de la fe en la escritura de este autor:
nes estaban previstas para los indígenas que no podían leer y que A propiarse m entalm ente de la escritura y el dibujo es un acto
estaban acostumbrados a una forma de comunicación visual, como crucial para Guam án Pom a, porque así com o él ha entrado en
lo hemos visto a propósito de la comunicación intercultural y los el m undo colonial de la escritura y el dibujo para expresarse a
sí m ism o, deja muchos indicios de que no confía plenamente ni
métodos de catequización visual impulsados sobre todo por el Ter­
se siente totalm ente cóm odo con ellos. Escribe también dem a­
cer Concilio Límense. No obstante, las oraciones y cantos quechuas siadas veces cuán verd ad ero es el khipu , pero es con pluma y
escritos estaban dirigidos a receptores indígenas o españoles con tinta que él debe com unicarse con el nuevo poder colonial his­
conocimientos de quechua que recitarían en voz alta reconstruyen­ pano. Sin embargo, al hacerlo, nunca trata de renunciar a la in­
do probablemente ritos prehispánicos de comunicación. El espa­ tegridad del khipu y del quilcakam ayoq. (2002a: 212)

ñol leerá y comprenderá el texto verbal quechua, pero será inca­ Los procesos por los cuales se otorga valoración semántica de
paz de reconstruir el rito como lo hará tanto el indígena letrado la escritura para reconocerla como «buena» o «mala» según sus
que lee como el público andino que escucha. Es ésta una de las agentes, destinatarios, intenciones y resultados, es el centro de re­
formas que asume la literalidad alternativa, al trasladar la orali- flexión del siguiente capítulo.
dad andina a un medio de expresión gráfico no andino como era
la escritura. Podríamos decir lo mismo sólo que en la dirección in- _

204 205
jy I!. -T.-•»■ ^ . ■ W r ^ - í^ « i .- 7 .’ -V :*^>;-- - C ■. -V .S ip R ^ > U’. Z ^

'■;S G a -•; ■■

-C1-. -
S j-S-
W'l ..'f-.'^.'■,.i. -1". a .♦ •ij

r '. •. í' *

i.- KT-\r^-'

iT; .'*t ■-

. •' • :í ; 4 --i
;i: í '

...... V ‘i •:■■
' A ■■'^’‘ .

^ l y í-M•^
Y U .' *
^ 1
! , 1A
- ■' -^T ‘
-tk ; \ / :
V ^ -> ,*'/ ;■ ,..:

^ - ■ 2. — ■ ? '■ •■ •> , ¿

-•• ':- - H & ," 5 .-1 * HS ^ - i: Sí ' ■


■! .■■■■ S' Sf' \t.'.'
.T'
^ ,Í^;í*íií' , a.-4l
;s a-';- -í-- X' -
:■ J
V
:■ A C -i :•
;í '7 - ^ , . • ■■! -í- < :Í - .í-
■; y

:’V ■:'j-i:-n. A^

También podría gustarte