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La 

colonización antioqueña:  fue uno de los hechos culturales, económicos y sociales


más influyentes en el desarrollo de la historia, en el cual se colonizaron diversos territorios
deshabitados ubicados al occidente del país, principalmente al sur de Antioquia, así como en
las áreas geográficas correspondientes a los actuales Caldas, Risaralda, Quindío y el norte
del Tolima y Valle del Cauca; es uno de los capítulos destacados en la historia del país debido
a las profundas consecuencias sociales y económicas que se produjeron en estas regiones.
La decadencia de dicho sector económico generó desde finales del siglo XVIII hasta
comienzos del siglo XX la movilización de familias principalmente provenientes del
departamento de Antioquia hacia otros territorios nacionales aledaños a dicho territorio, los
cuales se encontraban en un relativo aislamiento geográfico que los mantuvo todo ese tiempo
al margen de la agitada historia de conflictos políticos y guerras civiles entre
la independencia y el establecimiento de la era republicana.1 (al igual que Antioquia).

Desde los inicios de la conquista española de  América.  Antioquia fue


una región completamente aislada geográficamente, y este aislamiento continuó durante el
período de la colonia española y los subsiguientes.

El territorio antioqueño, estaba poblado en la época precolombina por pueblos indígenas de


las tribus de los catíos, nutabes,tahamíes y quimbayas. Las cuatro primeras tribus, y otras
afines de variados nombres, constituían la gran mayoría indígena del territorio y pertenecían a
una familia lingüística mayor, denominada genéricamante por los antropólogos como caribes.
Los quimbayas constituían una familia diferente.

El occidente colombiano, y particularmente Antioquia, durante la Colonia llamaba la atención


por su aislamiento, atraso y pobreza (hasta el punto de que los viajeros que la visitaban la
comparaban con las colonias de África

Durante este proceso de colonización se fundaron casi tantas ciudades nuevas como se
habían fundado en el primer siglo de conquista y colonización españolas. 3 Se aportaron a la
economía colombiana miles de hectáreas de tierras nuevas cultivadas. El café se transformó
en una gran industria de exportación que brindó una nueva posibilidad de formación de
capitales, los cuales derivaron luego hacia el comercio y la industria. En la gran fecundidad del
pueblo antioqueño estas dos actividades encontraron un amplio campo vital que permitió a
este grupo pasar de una población de 50.000 habitantes,2 que tenía la provincia de Antioquia a
fines del siglo XVIII, a una actual de varios millones de habitantes, con lo cual la proporción
demográfica entre el oriente y occidente colombiano se invirtió a favor de este último, y el
potencial humano de una nación despoblada creció en un siglo más que en toda su historia
anterior.
HISTORIA Y ORIGEN DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN COLOMBIA SSIGLO XIX
A mediados del siglo XIX comenzaron a estructurarse en la Nueva Granada, filosófica y
doctrinariamente, los partidos liberal y conservador. En 1848 apareció el primer programa liberal
elaborado por Ezequiel Rojas
y un año más tarde José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez redactaron el conservador.
Los partidos tradicionales basaron su ideología en la filosofía liberal del siglo XVIII. y se hallan
relacionados con el federalismo y centralismo de la época de independencia y con los liberales
moderados (conservadores) y liberales progresistas (liberales) que surgieron del pensamiento de
Francisco de Paula Santander.

La segunda mitad del siglo XIX representa para Colombia el rompimiento definitivo con la
estructura socioeconómica colonial. Con la imposición de las ideas liberales, el país entró de lleno
en el sistema capitalista imperante en occidente. La Constitución de Rio Negro (1863-1886)
representa el triunfo de los intereses librecambistas y la imposición de las libertades individuales
absolutas.

La práctica de estos principios condujo al finalizar el siglo a un replanteamiento de las bases


ideológicas del Estado. Se instauró entonces un sistema y proteccionista, regido por la Constitución
de 1886 que perduró en Colombia por más de 100 años y se caracterizó por un rígido centralismo y
por las amplias facultades que otorgó al poder ejecutivo. La Constitución estableció el sufragio para
todos los varones, mientras que el voto femenino se estableció hasta 1957.

HISTORIA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS


El nacimiento de los partidos políticos en Colombia tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIX,
pues esta era la época en que Inglaterra tenia como referente el libre cambio en la economía y la
imposición de aranceles a los productos; todas ellas ideas que pretendían difundir por el resto de
los países del mundo.

Las ideas románticas y socialistas llegaron a la Nueva Granada, influyendo tanto en los
intelectuales que buscaban transformaciones como en los tradicionalistas.

En la Nueva Granada, por ese entonces, existían dos grupos poblacionales claramente definidos:

Los indígenas, esclavos, artesanos, antiguos militares y comerciantes, para los cuales un cambio
en la situación social, política y económica era indispensable.

Los esclavistas, burócratas, terratenientes, militares de alto rango y clero, para quienes la situación
era ideal y debía ser mantenida a toda costa.

Para los primeros, el cambio era totalmente significativo e implicaba transformar el Estado,
pasando de unas relaciones coloniales (de acuerdo con los intereses burgueses) a un Estado con
leyes generales para todos, en las cuales se suprimieran las jerarquías ante la ley y se le quitara a
la Iglesia el monopolio del conocimiento y de la enseñanza. Estas eran las primeras ideas liberales
que abogaban por un Estado con ciudadanos libres, lo cual implicaba la abolición de la esclavitud,
así como la implantación de las libertades de expresión, religiosa, de enseñanza y de libre
comercio.

Para los segundos, liderados por Mariano Ospina Rodríguez, las cuestiones sociales sobre las
cuales se discutía tan sólo servían para dividir a los granadinos, además de interferir con sus
intereses económicos (la abolición de la esclavitud, por ejemplo, afectaba los intereses económicos
de los esclavistas, o hacer jurídicamente iguales a todos los hombres derrumbaba el poderío social
de la burocracia del país).

De las anteriores disputas surgieron sociedades que, meses después, hicieron posible la aparición
los dos partidos Liberal y Conservador:

Sociedades democráticas, organizadas por intelectuales, obreros y la juventud romántica y radical,


quienes se reunían bajo los lemas de viva la ruana (pues teñían las ruanas de rojo) y abajo las
casacas azules. Ezequiel Rojas publicó, el 16 de julio de 1848, las razones por las cuales se debía
votar por el candidato liberal; gracias a lo cual José Hilario López, el 7 de marzo de 1849, llega a la
Presidencia de la República (prueba de ello sería que López, el 1 de abril de 1849, pronuncia un
discurso dirigido a todo el país en el que las ideas de Ezequiel Rojas se ven claramente reflejadas).
Sociedades católicas, las cuales fueron apoyadas por Mariano Ospina Rodríguez, quien, el 21 de
mayo de 1848, funda el periódico El Nacional, el cual establece las diferencias entre los dos
nacientes partidos y tilda a los liberales de ateos y libertinos.

Los seguidores del ideario de Ospina se hacen llamar conservadores; son tildados por los liberales
de tradicionalistas, godos y azules, por ser este el color del emblema mariano de la Iglesia católica.

Las sociedades católicas, y los conservadores en sí, defendían la moralidad cristiana e iban en
contra de las ideas revolucionarias, de la igualdad real, de la usurpación y del anarquismo.

Tanto liberales como conservadores contaban con adeptos de diferentes clases sociales, pues no
todos los conservadores eran esclavistas, burócratas y terratenientes, así como entre los liberales
también se contaban personas que veían en el manejo político del pueblo una gran posibilidad de
obtener beneficios económicos.

A pesar de existir dos partidos políticos, el pueblo pertenecía a uno u otro más por simpatía o
antipatía que por un acto genuino de adhesión ideológica a uno u otro discurso. En Colombia, la
pertenencia a un partido siempre fue una cuestión más de tradición familiar que de reflexión
individual, lo que hizo que, en nombre de la defensa de dicho partido, el fanatismo imperase por
encima del razonamiento sosegado, convirtiendo a las causas políticas en génesis y motivo
fundamentales de la violencia en Colombia durante la primera mitad del siglo XX.
ABOLICION DE LA ESCLAVITUD
La abolición de la esclavitud en Colombia fue un proceso largo y con muchos
altibajos e inconsistencias. Fueron varias las décadas que tuvieron que esperar los
afrocolombianos para que se hiciera realidad la abolición definitiva de la
esclavitud.
 
Con la abolición de la esclavización el primero de enero de 1852, culminó el largo
proceso de manumisión republicana que se había iniciado 40 años atrás con la
expedición de la Constitución de Cartagena de 1812. Allí se legisló por primera
vez en Colombia sobre la libertad de las personas esclavizadas, libertad que
jamás se concretó debido al fracaso del proyecto político cartagenero, producto de
la Reconquista española en 1815 comandada por Pablo Morillo. No obstante, este
personaje logró lo que tal Constitución no pudo: otorgó la libertad a muchos
esclavizados a cambio de la colaboración con la causa española.
 
Precisamente, debido al contexto en que se inició y desarrolló la discusión sobre la
abolición —el de la guerra de independencia— el problema de la
esclavización, más que un tema humanitario, se convirtió en una consigna política
con la que se buscó insistentemente ganar adeptos y pasar como benefactores del
prójimo, así como modernos y demócratas. Esto hizo Bolívar en 1816, cuando
para salirle al paso a la propuesta de libertad de los esclavizados ofrecida por los
españoles, les prometió también libertad a cambio de la vinculación al ejército
patriota.
 
El espinoso tema de libertad de las personas esclavizadas se discutió después de
la independencia, en el Congreso de Cúcuta. Allí, uno de los
aspectos más debatidos fue la Ley de Libertad de Vientres, sancionada el 19 de
julio de 1821. Su texto final fue una clara conciliación entre los abolicionistas y los
anti-abolicionistas. La Ley sólo se aprobó cuando se protegió el derecho a la
propiedad privada de los esclavistas, que se expresó en la consigna de “ser
generosos con los esclavos sin dejar de serlo con los amos”.
 
Este fue el salvavidas al que se aferraron los anti-abolicionistas, liderados por
personajes como el padre de la Historiografía colombiana, José Manuel Restrepo;
Domingo Briceño y el cartagenero Ildefonso Méndez, entre otros. Este grupo
aprobó la Ley sólo cuando se les garantizó la defensa de sus intereses, que fueron
protegidos con el polémico artículo 2º de dicha Ley, en el que se estableció “que
los hijos de las esclavas que nacieran a partir de 1821 serían libres en la medida
en que les trabajaran a los amos de sus madres durante 18 años”. Con esto no
sólo aplazaban la libertad para 1839, sino que otorgaban la libertad a un reducido
número de personas y no a todos los esclavizados, tal como se les había
prometido en el transcurso del proceso de independencia.
A esta fórmula debió finalmente adherirse Bolívar, lo que contradecía su posición
inicial de libertad absoluta, inmediata y sin restricciones. Contra los intereses
económicos de los esclavistas, nada tenía que hacer la palabra empeñada de
Bolívar, ni los preceptos liberales y modernos que ideológicamente habían guiado
la guerra de independencia: libertad, igualdad y fraternidad.
 
A partir de ese momento, para los hijos e hijas de las esclavizadas nacidas en
1821, el año de 1839 tenía un significado especial, cargado de un cúmulo de
esperanzas y expectativas, ya que en esa fecha debían obtener su libertad al
cumplir el requisito de los 18 años de trabajo. Pero, contrariamente a lo esperado,
el Estado aprobó la Ley del 29 de Mayo de 1842, con la cual no solamente se
aplazó por 5 años más la libertad de los que debían obtenerla en 1839, sino que
se reabrió el tráfico de personas esclavizadas que había sido prohibido en 1821.
 
A esta nueva frustración la población esclavizada respondió con el recurso del
cimarronaje. En efecto, si bien esta fue una práctica recurrente durante el siglo
XIX, fue precisamente en 1840, y especialmente en 1842, cuando el cimarronaje
alcanzó su máxima intensidad como respuesta lógica al incumplimiento de lo
establecido en la Ley.
 
La sistemática presión del imperio inglés sobre los países latinoamericanos para
que acabaran con la esclavitud, el incremento del cimarronaje como consecuencia
del fracaso de la manumisión republicana, el ascenso del liberalismo al poder y la
entrada en escena de la Generación del 48 —llamada así por la influencia recibida
por la Revolución Francesa—, quienes consideraban a la Constitución de Cúcuta
como un producto inacabado, fueron sentando las bases para que la abolición
apareciera de nuevo cómo consigna política y como el aspecto más inconcluso y
llamado a corregir de la Constitución de 1821.
 
En las nuevas condiciones, las Sociedades Democráticas se convirtieron en el
espacio desde donde los sectores populares le reclamaron a la elite la abolición de
los esclavizados. Para esto, entre otros mecanismos, los liberales aprovecharon
las fiestas nacionales como el 20 de Julio y las regionales, como la independencia
de Cartagena, para liberar a los pocos esclavizados que les permitía la crisis
económica de las Juntas de Manumisión. En el espectáculo de la ‘libertad’ el
número de liberados era lo menos importante; lo que interesaba realmente a los
liberales, además del ritual, era posar frente a los conservadores como verdaderos
demócratas y amantes de libertad. Eran tales los dividendos políticos de la
consigna de la abolición, que los conservadores también la asumieron como suya
a través de las Sociedades Conservadoras.
 
Desde su llegada a la presidencia en 1850, José Hilario López no sólo defendió,
como era de esperarse, la norma de “Ser generoso con los esclavizados sin dejar
de serlo con los propietarios”, además se inclinó por un proceso de abolición a
largo plazo. Solo la presión que se hizo desde el Congreso, la prensa, las
Sociedades Democráticas, y la ejercida por los propios esclavizados, lo llevaron
finalmente a la decisión de la abolición absoluta.
 
El debate parlamentario sobre la abolición se inició en marzo y concluyó en mayo
de 1851. Este fue una réplica al de Cúcuta: la discusión se centró en el tema de
cómo ser justo con los esclavizados sin dejar de serlo con los esclavistas, es decir
la protección del derecho a la propiedad privada. Cuando la abolición era
inminente, conservadores y liberales zanjaron sus diferencias y contradicciones, y
en único bloque defendieron la fórmula de abolición con indemnización.
Únicamente cuando el Estado les garantizó el pago de los esclavos que iban a ser
liberados, aprobaron finalmente la Ley de Manumisión, el 21 de julio de 1851, para
que entrara en vigencia el 1º de enero de 1852, fecha en que aproximadamente
16.000 esclavizados accedieron a la libertad por la vía de la manumisión
republicana.
 
El 1º de enero de 1852, los liberales, a través de actos públicos, celebraron en
todo el país el triunfo de la libertad con ruidosas fiestas en las que se entregaron
las certificaciones de libertad a los esclavizados y vales a los esclavistas que
estipulaban el valor a pagarles por los esclavos liberados. Una de estas
celebraciones, por ejemplo, fue la que se efectuó en Barranquilla, la cual se inició
con un Tedeum: “después de este acto religioso se colocó el retrato del ciudadano
presidente, general José Hilario López, en la sala de sesiones de la Sociedad
Democrática. Por la tarde, presidido por la Junta de Manumisión, tuvo lugar en la
plaza de la Iglesia Parroquial el interesante acto de romper para siempre las
cadenas de la esclavitud a 70 seres que gemían bajo su peso, cuyo acto dispuso
dicha junta con el entusiasmo y solemnidad digno del objeto para dar
cumplimiento a lo dispuesto por la Ley del 21 de julio de 1851.
 
La corporación municipal, las autoridades políticas, judiciales y eclesiásticas, la
Sociedad Democrática y una infinidad de espectadores concurrieron a su mayor
lucimiento”. En otros actos del Caribe Neogranadino, “en medio de numeroso
público, música, bailes y aclamaciones se colocó en la cabeza de los recién
liberados las palabras de libertad, igualdad y fraternidad”. A su vez, Juan José
Nieto, gobernador de la provincia de Cartagena inició el 1º de enero de 1852 su
extenso discurso en el acto de abolición con las siguientes palabras:
 
“Mis hermanos. Desde hoy se acabaron los esclavos en la Nueva Granada; y es
por eso que los saludo en este día, el más solemne, el más bello que ha tenido la
República, porque es el día complementario de nuestra regeneración política; el
día en que ha desaparecido para siempre de entre nosotros el odioso título de
señor y de esclavo, y en que ninguno de nuestros hermanos lleva colgada de su
cuello la poderosa, la negra cadena de la servidumbre”.
 
Nieto terminó su discurso arengando a la multitud con estas consignas: “Viva la
Nueva Granada. Viva la libertad. Viva la República. Viva la democracia. Viva
la administración López”.
 
 
Autor: DOLCEY ROMERO JARAMILLO 
Profesor de la Universidad del Atlántico y la Universidad Simón Bolívar de
Barranquilla.

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