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El alma y el intelecto conversaban una vez.

—¿Qué es este mundo? —preguntó el intelecto.

—Este mundo es la Gloria de Dios —respondió el alma.

—Pero... —replicó el intelecto, asombrado— ¿Puede un mundo lleno de contradicciones y


ambigüedades glorificarle? ¿Qué es entonces realmente glorificarle?

—Es hacerlo manifiesto en este mundo —dijo el alma.

—¿Cómo se le puede hacer manifiesto si no tiene cuerpo ni forma? Además, sobrepasa todo
entendimiento.

El alma sonrió y dijo: —Él es fuente de toda esencia espiritual. Le manifiestas siendo canal de Su
energía y Su amor. De esa manera aportas una luz especial que vibra en frecuencia con la luz del
Creador... y como ya sabes, todo lo que vibra a la misma frecuencia se atrae. Si atraes la luz divina le
glorificas, y así consigues que este mundo sea la Gloria de Dios.

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