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Un conversor en particular puede tener un piso de ruido de -108 dB (A) y ser menor ruidoso que uno con
-105 Db. Esto es porque la curva de A-weighting no considera adecuadamente la sensibilidad del oído en
ciertas bandas. Entonces resulta que el segundo conversor era más ruidoso porque tenía una mayor
concentración de energía en la zona de 3 kHz.
Existe una curva llamada F-weighting que sirve para mediciones de ruido y es mucho más precisa a
niveles psicoacústicos.
Un bitscope puede revelar si un dispositivo digital está funcionando mal, ya que cuando esto sucede
habrá variaciones no deseadas o algunos bits seguirán apareciendo cuando no hay señal. También
puede mostrar si un procesador está truncando bits. De todos modos hay que saber interpretar lo que
estos indican y entender lo que está sucediendo en el recorrido de la señal ya que por ejemplo, el ruido
que algunos ecualizadores generan en momentos de silencio se podría mostrar como actividad en el
bitscope.
20 bits son suficientes para que los conversores trabajen de manera efectiva.
Para procesamiento se recomienda que sea de 24 bits o más, ya que la distorsión digital es algo muy
desagradable para el oído porque genera parciales inarmónicos e intermodulación. En caso de un
procesamiento muy purista se pueden requerir hasta 48 o 72 bits (cambios de ganancia extremos,
filtrado complejo).
Poco a poco, bit por bit, la señal SIEMPRE sufre degradación con cada operación de DSP.
Análogo Vs Digital
El equipamiento digital de baja calidad puede tener un sonido filoso y distorsionado como consecuencia
de los filtros abruptos, sample rate bajos, conversores malos, baja resolución, jitter, dithering
inapropiado, etc.
La imprecisión numérica en las consolas digitales produce problemas similares al ruido en las consolas
analógicas. La diferencia radica en que el ruido en estas últimas oscurece gentilmente la ambiencia y las
señales de bajo nivel, mientras que la imprecisión en las digitales destruyen el cuerpo y la claridad de
una mezcla, dando como resultado un sonido “frio y filoso” que los audiófilos conoces como Digititis. Es
por ello que se suele preferir mezclar en consolas analógicas.
A veces se cree que utilizar equipamiento analógico servirá para contrarrestar la pérdida de calidad que
generan las unidades digitales de baja gama.
Los audiófilos creen que un circuito valvular bien diseñado puede ser mucho más lineal y estable que
uno transistorizado de bajo precio.
Las válvulas y fuentes de alimentación pueden reducir los graves, lo cual puede ser deseado, mientras
que un ecualizador digital retiene esas frecuencias.
Los compresores digitales mal diseñados e implementados introducen severas cantidad de distorsión
inarmónica.
La magia de lo analógico
Hay procesadores análogos que a pesar de no ser transparentes, agregan un carácter agradable a la
música. Su cura subjetiva es mejor que su enfermedad objetiva. La causa de esto es que la distorsión
armónica tiene un efecto agradable para el oído, y los niveles bajos de ruido ayudan a enmascarar las
imperfecciones inevitables que toda grabación tiene. Muchos creen que una grabación libre de ruido
sonaría estéril y poco musical.
El sonido cálido, con cuerpo y claro de los compresores analógicos clásicos se debe en gran parte a sus
combinaciones únicas de attack y release.
Hay consolas analógicas que son muy reconocidas porque agregan un carácter único, como las API. El rol
como ingeniero de mastering debe ser como el de un chef que elige que tanto de cada especia pondrá
en su plato, sin llegar a arruinarlo, decidiendo con criterio si de verdad lo necesita y cuestionando si la
combinación es buena.
Hay diferentes tipos de saturación con las que nos podemos encontrar en equipos análogos y digitales
(los siguientes ejemplos son específicos del Cranesong HEDD):
Tríodo: agrega el segundo armónico (octava) y es muy sutil. Puede limpiar el low end agregando claridad
a los graves pero también puede reducirlo demasiado.
Pentodo: a niveles bajos agrega tercer y quinto armónico, incrementando la presencia y el brillo. A
niveles altos agrega cuerpo y suciedad similar a un amplificador valvular saturado. Si se continúa
subiendo el nivel genera la aparición del séptimo y noveno armónico, lo cual agrega un filo que a veces
puede sonar muy bien.
Tape: agrega el tercer armónico (una octava y una quinta por encima). Agrega cuerpo y calidez, ayuda a
obtener esa unión que muchas veces falta en las grabaciones digitales. Una cantidad sutil de esta
saturación puede arreglar una grabación que suene muy punzante.
Los expertos dicen que agregar cantidades sutiles de distorsión armónica en la proporción justa otorga
profundidad y claridad a una grabación. El truco está en saber que tanta se debe aplicar.
Una mezcla realizada en una consola digital moderna puede sonar tanto mejor como peor que una
hecha en una consola análoga de alta calidad.
La regla de Fuente-Calidad
Una regla de oro es siempre empezar con la mejor resolución y mantenerla hasta el último momento
que sea posible. Mientras mejor sea el material inicial, mejor será el producto final.
Conclusión
En resumen, los ingenieros de mastering no deben estar una eternidad cuestionándose que tipo de
equipamiento usar, sino que deben desarrollar un conocimiento, habilidad y criterio que le permitan
poder simplemente trabajar de forma fluida y lograr que las grabaciones suenen mejor.