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Me siento flojo, medio suelto, desganado, sin energía. No comprendo porque estoy así.

Por un
costado me roza un frio escalofriante. Con cada respiro, lo que solía estar cálido, ahora es
helado. Como cuando un hielo toca las encías y estas gritan y putean. Y hay una sacudida, un
ruido; y ese frio se va por un instante. Pero es solo eso: un instante. Después vuelve

Estoy en una posición incierta. Me siento fuera de lugar. Alguien me empuja. Primero
despacio, después con más fuerza.

Y finalmente me voy. Llorando salto a ese precipicio, a lo incierto, a lo desconocido.

Mis lágrimas rojas están por todos lados: donde solía estar yo, donde estoy ahora y quien te
dice que no estarán a donde vaya…

Todavía no comprendo porque me empujaron. ¿Estaba molestando? ¿Se cansaron de mí? ¿Es
eso? No se…

Solo sé que esa brisa fría ya no está más. Pero el calor tampoco volvió. Lo único que siento es
un constante hielo junto a mí. Pero ya no hay una sacudida acompañada de un repentino calor.
Solo queda frio. Me siento helado. Nada más.

Solo veo mis lágrimas, rojas, rojo intenso.

Mi nuevo hogar es incierto. No sé si será cálido, frio o helado. No quiero sentirme así. ¿Qué
hago para dejar de sentirme así?

Ahora estoy débil otra vez, desvaneciéndome, caminando hacia… no, arrastrándome hacia
otro lugar. Con la última punta de mi ser, con lo único que me queda, grito, grito hacia el vacío.
Un grito desesperado. Espero no tener frio, pero no sé.

Chocolate por todos lados: en la nariz, en la pera, en la boca ¡Hasta en las uñas tiene
chocolate!

Pero hay algo raro, algo rojo, rojo intenso que no es helado.

- ¡Papá! ¡Mamá! ¡¡Se me cayó un diente!!

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