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Mendívil, Julio

En contra de la música, herramientas para pensar, comprender y vivir las músicas

Buenos Aires: Gourmet Musical, 2016, 224 pp.


ISBN: 978-987-3823-07-7

En contra de la música, herramientas para pensar, comprender y vivir las músicas, es el título del
nuevo libro escrito por Julio Mendívil, etnomusicólogo y charanguista peruano radicado actualmente en
Alemania. La edición y publicación del ejemplar estuvo a cargo de la editorial nacional especializada
Gourmet Musical. El título, no menos elocuente que controvertido, apela inevitablemente a la atención
desprevenida del lector. Sin embargo, y ante lo que podría ser recibido por éste como un atrevimiento, el
subtítulo aporta sosiego rápidamente al expresar el eje común a los diferentes tópicos que serán
abordados. Según el autor, el título "no busca cuestionar la actividad musical en sí, sino su concepción
como una entidad homogénea y universal" (17).
En cuanto a su organización interna, el libro está compuesto por treinta capítulos breves,
introducidos por un prólogo escrito por el musicólogo inglés Philip V. Bohlman. La introducción, a cargo
de Mendívil, se orienta a ampliar con mayor precisión las preocupaciones que recorrerá el ejemplar. Cabe
destacar que en ambos acápites, además del esperable tenor introductorio, se encuentra harto manifiesta la
posición política asumida por ambos. Lejos de adoptar una postura aséptica y "políticamente correcta",
Mendívil manifiesta sin tapujos su posición en el campo, dosificando hábilmente sus expresiones en
función de las temáticas analizadas. Dado que la amplia mayoría de los capítulos que integran el ejemplar
fueron publicados anteriormente como artículos de divulgación científica en la revista online Suburbano,
una breve aclaración al respecto culmina el libro, a lo que se suma una bibliografía sugerida y un índice
temático.
Continuando con la descripción de decisiones tan autorales como editoriales, queremos detenernos
en la organización interna de cada capítulo. La amplia mayoría de los artículos son introducidos siguiendo
dos formatos. En primer lugar, exponiendo relacionalmente el concepto de música junto a otro: "la
música y el nacionalismo" (99), por ejemplo, o bien, aunque en menor medida, empleando la forma
interrogativa: “¿qué significa saber de música?” (45). Además, la extensión de los mismos tiende a ser de
hasta cinco páginas en promedio, con una minoría de artículos que se extienden más allá de esta cantidad.
Recurriendo a la expresión coloquial "para saber más sobre este tema...", al finalizar cada artículo-
capítulo Mendívil sugiere al lector una bibliografía específica que facilita de manera inmediata la
posibilidad de ampliar la búsqueda para todo aquel interesado en la temática. Tales decisiones son
coherentes con la intención primigenia que Mendívil quiere lograr mediante la publicación de este libro:
"[...] poder desarrollar un lenguaje coloquial que combine la reflexión intelectual con la alegoría literaria
y la anécdota a fin de no excluir ni a neófitos ni versados" (18). Todas las características citadas
previamente, junto a una prosa que equilibra en forma delicada expresiones del lenguaje cotidiano con
una cuota justa de tecnicismos y definiciones más formales orienta el libro hacia la academia, como
también hacia aquellos interesados no formados específicamente en las temáticas abordadas. Para
concluir con los señalamientos de esta índole, queremos destacar el cuidado trabajo de ordenamiento de
los artículos, ya que a pesar de la amplísima heterogeneidad, la secuenciación elegida permite realizar una
lectura con notable fluidez, transitando gradualmente diferentes problemáticas.
Aunque no se encuentren explícitamente señaladas, dentro de esta continuidad podemos deducir
cinco grandes áreas en las que el autor aglutina artículos destinados a puntualizar diferentes problemáticas
específicas de cada una de ellas.
La primera, compuesta por los primeros seis capítulos, expone problemáticas centrales
relacionadas con el concepto de música, cuestionando sin concesiones a la música, la construcción de los
relatos sobre su origen, y la necesidad o el valor de hablar de ella. En este sentido, expone de forma clara
el contexto histórico en el que nació tal concepción, resultando ineludibles las referencias al formalismo
estético decimonónico, con epicentro en Alemania, junto a su íntima relación con el idealismo hegeliano.
No conforme con esto, Mendívil alerta al lector sobre las repercusiones y resonancias posteriores que
estas concepciones tuvieron en teorías y prácticas actuales.
Ya debilitado por el hábil desenmascaramiento ejercido en los primeros capítulos, el concepto de
una música estéticamente más elevada, canonizada, occidental y con pretensiones de universalidad acaba
por fragmentarse, dando lugar paulatinamente a las músicas, decididamente el concepto más transversal a
todo el libro. Con relación a ellas encontramos delineadas entre los acápites séptimo y onceavo diferentes
problemáticas relacionadas con sus sistemas de clasificación. Luego de exponer las posiciones al
respecto, destacando aquellas adoptadas por los musicólogos Philip Tagg y Thomas Turino, el autor apela
a los regímenes de verdad (Foucault) para relativizar la supuesta inmutabilidad de dichas taxonomías.
Como conclusión, el autor hace propia la acérrima crítica del físico austríaco –devenido luego filósofo y
epistemólogo de la ciencia– Paul Karl Feyerabend (1924-1994) hacia el "criterio de consistencia"
sostenido por la comunidad científica, por el cual los científicos desprecian datos empíricos no
consistentes con su teoría, en una actitud apuntada a conservar su credibilidad, y por ende también su
posición de poder en el campo, en desmedro de novedades que pudieran poner en jaque tal posición. En
una hábil transferencia de dominios, Mendívil afirma que "como el físico austríaco, creo que tales
desequilibrios suelen ampliar nuestras nociones del mundo. Y eso, para mí, ya es razón suficiente para
que sean bienvenidos" (52).
Comenzando por la relación entre las músicas y paisaje, el autor deriva gradualmente hacia la
relación entre ellas y el territorio, para arribar finalmente a una problemática más álgida: la relación entre
música y nacionalismo. Estos son los capítulos comprendidos entre el onceavo y el décimo octavo. Luego
de introducir la discusión mencionando las posiciones asumidas por diferentes teóricos tales como Homi
Bhabha, Benedict Anderson y Thomas Turino, el autor manifiesta su pleno acuerdo con la afirmación del
musicólogo británico Martin Stokes, quien sostiene que "la música está intensamente vinculada a la
propagación de clasificaciones dominantes y ha sido una herramienta en las manos de los nuevos Estados
de los países en vías de desarrollo, o mejor dicho, de las clases que poseen la posición más elevada en
esas nuevas formaciones [sociales]" (93). En total acuerdo con él, Mendívil concluye categóricamente
que "lo que importa a los nacionalismos no es la música ni la tradición, sino la instrumentalización de
éstas para sus fines" (95).
Los capítulos comprendidos entre el decimonoveno y el vigésimo tercero están dedicados a la
relación entre música, medios, tecnología e industria. A diferencia de los grandes grupos de artículos
descriptos anteriormente, en esta oportunidad la redacción se orienta a combinar, en un notable ejercicio
de síntesis conceptual, la mención a autores y teorías que fueron decisivas en el estudio de estas
relaciones con perspectivas –cuando no preguntas y cuestionamientos propios del autor también–,
respecto de la situación actual. En tal sentido, tanto las referencias a Theodor W. Adorno y la Escuela de
Frankfurt, Joseph Kittler y los estudios culturales, junto a Steven Feld y Anthony Seeger, como también
las observaciones sobre el impacto de la revolución digital resultan fundamentales para comprender la
problemática.
Entre el vigésimo cuarto y vigésimo séptimo capítulo hallamos cuatro artículos que pueden
reunirse bajo un mismo título: “La música como negociación de significados” (título del capítulo 24). Al
afirmar que la música es una negociación entre intención e interpretación (148), Mendívil se propone, en
primer lugar, estudiar los instrumentos como herramientas de cultura, para continuar con el estudio de la
música como empoderamiento y como etnología.
En este agrupamiento idiosincrático que realizamos de los capítulos del libro, decidimos separar
los últimos tres. En ellos, el autor expone, adoptando un registro coherente con discurso radicalmente
militante, sus visiones respecto de la música, la musicología y la etnomusicología. La defensa de una
"etnomusicología culturalista del siglo XXI", junto con la propuesta de una etnomusicología como un
proyecto humanista constituyen el núcleo duro del manifiesto ideológico-intelectual de Mendívil. En este
sentido, el autor expresa que "una etnomusicología humanista, no separada de la vida de sus productores,
sigue siendo una necesidad en este mundo y que nuestra lucha contra la intolerancia y el etnocentrismo es
imprescindible quizá hoy más que nunca porque pareciera ya no serlo" (203). En "Adiós a la música",
último acápite del libro, el autor enfatiza la necesidad de apertura tanto de las disciplinas que lo ocupan
como de las personas que integran estos campos de conocimiento, "no para ampliar un canon clásico con
un relativismo posmoderno que domestica la diferencia al incluirla en lo hegemónico sino para minar la
idea del canon en sí y pensar una nueva forma de escucha sin jerarquías ni discriminaciones" (206).
Finalmente, podemos señalar que libro de Mendívil constituye en sí mismo una referencia
bibliográfica obligada para los estudiosos de las temáticas aquí abordadas, como también un material de
divulgación de gran potencial para quienes se cuestionan alguno de los tópicos aquí expuestos. Aunque en
estas latitudes no abunden trabajos con el nivel de crítica y compromiso ideológico que tiñen los artículos
contenidos en este ejemplar, como corolario de la reseña, queremos expresar nuestro profundo deseo de
que En contra de la música, herramientas para pensar, comprender y vivir las músicas pueda abrir
puertas en nuestras disciplinas, que pueda funcionar como un estímulo potente para todos aquellos que
luchamos periódicamente contra los grilletes epistemológicos y gnoseológicos heredados y muchas veces
reproducidos perversa y acríticamente tanto en la música como en la musicología, y que, respondiendo
finalmente a la pregunta que culmina el ejemplar, podamos darle la bienvenida a todas las músicas.

Cristian Villafañe A.

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