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Guerras romano-sasánidas

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Guerras romano-sasánidas

Los Imperios bizantino y sasánida.

Fecha 230-628

Lugar Mesopotamia, mar Egeo, península balcánica,


Asia Menor, Atropatene, Egipto, Levante
mediterráneo y Transcaucasia

Resultado Colapso del Imperio Sasánida y su posterior


conquista a manos de los árabes, los bizantinos
pierden más de la mitad de su territorio Conquista
musulmana de Persia, Conquista musulmana de
Egipto, Conquista musulmana de
Sicilia, Conquista musulmana de Siria y
Palestina y Conquista musulmana del Magreb

Beligerantes
Imperio romano (230-395) Imperio sasánida
Imperio romano de Oriente (395-
628)

Comandantes
Emperador romano Shahanshah sasánida

[editar datos en Wikidata]


Evolución territorial de Roma desde el año 264 a. C. hasta el reinado de Diocleciano

Las guerras romano-sasánidas o guerras bizantino-sasánidas fueron una serie


de conflictos militares que enfrentaron al Imperio romano y a su continuador,
el Imperio bizantino, con el Imperio sasánida entre los siglos III y VII. Las dos
potencias más importantes de la Antigüedad tardía en el Mediterráneo y
el Próximo Oriente combatieron casi continuamente durante este período, aunque
hubo también largos períodos de coexistencia pacífica (sobre todo durante el
siglo V).
Los conflictos se iniciaron en el siglo III, con la fundación del Imperio sasánida, y
concluyeron con la victoriosa campaña del emperador Heraclio, en 628-630. Las
operaciones militares fueron especialmente intensas en tiempos
de Sapor I (240/242-272), Sapor II (309-379), Cosroes I (531-579)
y Cosroes II (590-628). Las agresiones provinieron tanto del lado romano como del
persa. Después de la última y mayor de las guerras entre Bizancio y Persia (603-
628), ambas potencias, agotadas, fueron víctimas de la expansión del islam, que
destruyó por completo al Imperio sasánida y se apoderó de las provincias
orientales del Imperio bizantino. Este acontecimiento marca el final definitivo de
la Edad Antigua.

Índice

 1Antecedentes: Roma y Persia antes del siglo III


 2Ardashir I: El comienzo de los enfrentamientos militares
 3Sapor I: Victoria sobre los tres emperadores
 4La campaña romana de Diocleciano
 5Roma y Persia en la época de Constantino el Grande: efectos del
giro constantiniano
 6Guerra entre «hermanos»: Constancio II y Sapor II
 7La campaña contra Persia de Juliano: una aventura que terminó en
catástrofe
 8Paz con interrupciones: las guerras del siglo V
 9El siglo VI
o 9.1Las guerras de Kavadh I
o 9.2Cosroes I Anushirvan: El Imperio romano de Oriente a la
defensiva
o 9.3La campaña persa de Mauricio
 10¿Pax Persica? Cosroes II y el contraataque de Heraclio
 11Roma y Persia: Un balance
 12Cronología de las guerras romano-sasánidas
 13Bibliografía
o 13.1Fuentes antiguas
o 13.2Historiografía actual
 13.2.1Principales obras de referencia
 13.2.2Otras referencias
 14Notas
 15Enlaces externos

Antecedentes: Roma y Persia antes del siglo III[editar]


Artículo principal: Guerras párticas

Busto de Marco Aurelio.

La muerte del emperador Marco Aurelio, en 180, fue un momento crítico para el


Imperio romano. El reinado del "emperador filósofo" había estado marcado por
permanentes guerras defensivas en las zonas fronterizas del Imperio: en
el Danubio, con las guerras marcomanas, Roma había agotado sus últimas
reservas; en el Este, se había visto obligada a combatir en varias ocasiones contra
los partos. A pesar de estas guerras, Marco Aurelio no había logrado estabilizar
las fronteras del Imperio. Su hijo Cómodo, poco afortunado como emperador, fue
asesinado en 192. Tras una breve guerra civil, Septimio Severo, originario
de África, fundó la dinastía de los Severos, que gobernaría el Imperio hasta el
año 235. Los contemporáneos, como el historiador Dión Casio, nativo de la parte
oriental del Imperio, advirtieron que con la muerte de Marco Aurelio concluía la
"Edad de Oro" y se iniciaba una época de "hierro y herrumbre". Este punto de vista
es compartido por los historiadores actuales.
El gobierno de los Severos se basó esencialmente en su control de las legiones.
Las recompensas ("donativium") a los soldados aumentaron de forma constante,
lo cual acrecentó también su codicia. Por otro lado, se produjeron frecuentes
intrigas palaciegas, por ejemplo contra Caracalla, que era muy querido por el
pueblo y por las tropas, pero que actuó sin escrúpulos e incluso hizo matar a su
propio hermano, Geta; o contra Heliogábalo, cuya política religiosa había irritado a
muchos romanos. El último emperador de la dinastía Severa, Alejandro Severo,
fue asesinado por soldados encolerizados, que desconfiaban de su capacidad
militar. Los siguientes emperadores se mantuvieron durante poco tiempo en el
trono, y el Imperio entró en una profunda crisis, que los historiadores modernos
denominan Crisis del siglo III. Solo algunos emperadores, como Aureliano y, sobre
todo, Diocleciano, lograrían en los años que siguieron dar una estabilidad
duradera al Imperio.
Una parte importante de los problemas romanos durante la crisis del siglo III
tuvieron su causa en Oriente. Allí, en 224, el rey parto Artabanes IV había sido
vencido y muerto por un príncipe sublevado llamado Ardashir. Ardashir provenía
de una dinastía de señores locales que gobernaba la región de Pérsida y que
descendía de un personaje semilegendario llamado Sasán, de quien no se sabe
prácticamente nada. En la moderna historiografía, la dinastía fundada por Ardashir
se denomina sasánida. Los sasánidas gobernarían Persia durante unos 400 años,
y su imperio sería el último gran estado preislámico del antiguo Oriente.
Ardashir y sus sucesores reforzaron las tradiciones partas en todos los sentidos,
buscando legitimar la nueva dinastía. Para ello, el nuevo monarca necesitaba
éxitos visibles. Esta necesidad sería pronto descubierta por los romanos: en
cuanto Ardashir hubo consolidado su poder en el interior, inició una guerra contra
Roma. La caballería pesada persa, los catafractos, demostraron ser dignos
adversarios de los romanos. Pronto Roma se encontró implicada en una costosa
guerra defensiva. Aun cuando al mismo tiempo varias tribus amenazaban
continuamente las fronteras del Rin y del Danubio, no eran comparables con el
bien organizado estado sasánida, que se manifestó como un enemigo mucho más
formidable de lo que los partos lo habían sido jamás.
Persia, con un gran desarrollo cultural y militar, se convirtió en la némesis de
Roma y continuó siéndolo durante los siglos siguientes. Roma encontró en el
Imperio sasánida una potencia similar a la suya, y los grandes reyes
de Ctesifonte vieron a Roma de forma parecida. Esto solo significó, ya que las dos
potencias estaban sólidamente establecidas, que cada una de ellas buscó sobre
todo debilitar a la otra tanto como fuera posible, objetivo en el cual los intereses
económicos desempeñaron un importante papel. Fue el principio de un forcejeo
continuo que duró siglos: solo con el final de la Antigüedad tardía y la caída
del Imperio sasánida concluyó la secular rivalidad entre los dos imperios.
A continuación, además de describir las operaciones militares, se ofrece también
una visión general de las situaciones políticas en los conflictos respectivos y de
sus resultados. A este respecto, será necesario hacer algunas breves referencias
a las respectivas circunstancias políticas de Persia y Roma.
Ardashir I: El comienzo de los enfrentamientos
militares[editar]
Artículo principal: Campaña mesopotámica de Ardacher I

Alejandro Severo.

Después de que Ardashir I, hacia 230, hubiese reducido a sus enemigos internos,


inició maniobras para ampliar sus dominios, lo que le llevó a entrar en conflicto con
Roma. Su primer ataque fue contra la Armenia romana. La posesión de este
territorio había sido siempre, a causa de su situación geográfica y sus recursos,
motivo de disputa entre los romanos y los partos. También los sasánidas tendrían,
en los años futuros, un gran interés por Armenia, sobre todo hasta el año 428,
período durante el cual fue regido por una rama secundaria de la dinastía real
parta de los arsácidas, quienes veían a los sasánidas como usurpadores. Muchos
arsácidas estaban refugiados en Armenia y recibían ayuda romana. Por otra parte,
Ardashir deseaba legitimar su mandato reconstruyendo el Imperio aqueménida a
expensas de Roma y para ello debía hacerse con Armenia, poner fin a la amenaza
romana sobre Mesopotamia (que aprovechaban el caos producido por el cambio
dinástico para extender su influencia hacia el este) e invadir Siria y Asia Menor. 1
La ofensiva de Ardashir contra Armenia no tuvo, sin embargo, el éxito esperado, ni
tampoco el ataque contra el reino de Hatra, en Mesopotamia, aliado de Roma. El
emperador romano Alejandro Severo se preparó para la guerra y emprendió
en 232 una contraofensiva contra la capital persa, Seleucia-Ctesifonte, que
apenas logró resultados: una de las tres columnas del ejército romano fue
aniquilada por los persas, y las otras dos regresaron sin haber alcanzado apenas
éxitos. Tampoco las luchas siguientes, que se desarrollaron sobre todo en
Mesopotamia, tuvieron resultados decisivos, por lo que Alejandro Severo anuló las
operaciones para poder enfrentarse a los germanos en el Rhin. Tras la muerte del
emperador, en 235, Ardashir emprendió una nueva ofensiva. Esta vez el Gran Rey
tuvo más éxito: posiblemente en 236 las ciudades de importancia estratégica
de Carras y Nísibis cayeron en manos de los persas, y en 240 también la
duramente disputada Hatra.
Ruinas en Hatra.

Los motivos de Ardashir para atacar al Imperio romano siguen siendo discutidos
por los historiadores. Las fuentes occidentales atribuyen al Gran Rey la intención
de restaurar el antiguo Imperio aqueménida,2 pero debe tenerse en cuenta que las
fuentes occidentales son por norma contrarias a los persas. Sobre esto los
testimonios que conocemos del propio Ardashir no arrojan ninguna luz, ya que él
solo se autodenominó "Rey de Reyes de Eran (Irán)", lo que no es en absoluto
una expresión exagerada del concepto que tenía de sí mismo. Ardashir podría
haber ido a la guerra para afirmar su posición, probar su aptitud como nuevo rey y
legitimar su usurpación de facto del trono. En el fondo, la cuestión depende en
gran medida de la interpretación que se haga de las fuentes existentes. 3
La caída de Hatra hizo que Roma renovase su decisión de atacar a los persas.
Ardashir murió en 241.4 Su hijo y heredero, Sapor, continuaría la guerra, en la que
infligiría a Roma una de sus más ignominiosas derrotas.

Sapor I: Victoria sobre los tres emperadores[editar]


Artículo principal: Campaña sirio-mesopotámica de Sapor I
Sapor I es considerado generalmente como uno de los reyes sasánidas más
destacados, y en Irán el recuerdo de sus hazañas permanece todavía. En el
interior del país destacó por su tolerante política religiosa y sus reformas en la
administración del estado, cuya centralización aumentó durante su gobierno.
Desde el punto de vista militar, sus éxitos no fueron en absoluto menores. Dirigió
un total de tres campañas contra Roma, cuya cronología precisa se desconoce
porque las fuentes, bastante problemáticas, han causado dificultades a los
modernos historiadores. Además, a veces las fuentes occidentales
(grecorromanas), que no son precisamente muy caudalosas, contradicen los
relatos de los propios sasánidas. Una fuente de interés es la conocida inscripción
trilingüe (en persa medio, parto y griego) de Naqsh-e Rustam, denominada res
gestae divi Saporis, una crónica de Sapor sobre su victoria.5 Aun cuando debe
ponerse cierto cuidado a la hora de evaluar estas fuentes, en la investigación
actual su contenido se considera generalmente fiable. De modo diferente se
considera, en cambio, a las fuentes occidentales, como la muy poco digna de
confianza Historia Augusta, que apenas ofrece información fidedigna sobre el
desarrollo de las campañas.6
La primera campaña de Sapor se desarrolló entre 242 y 244. Según la "Vida de
los tres Gordianos", incluida en la Historia Augusta7 el emperador Gordiano III salió
de Antioquía, una de las ciudades más importantes del Imperio, hacia el este, para
ir al encuentro del ejército persa. Junto a Resaina (en las cercanías de Nísibis), los
romanos vencieron al rey persa en 243. Según el citado texto, los romanos
consiguieron recuperar territorios que habían caído en poder de los persas. Poco
después, el prefecto del pretorio, Filipo el Árabe, tramó una conjura contra
Gordiano y lo hizo asesinar (eso afirman, al menos, las fuentes occidentales,
bastante tardías). De los anales de los sasánidas se deduce, sin embargo, una
imagen enteramente distinta: según ellos, Gordiano, que después de la batalla
cerca de Resaina (que los documentos sasánidas silencian) había marchado
hacia Ctesifonte, fue derrotado y muerto a comienzos del año 244 cerca de
Mesiche (a unos 40 kilómetros al oeste del actual Bagdad); a continuación Filipo
fue elevado a la dignidad imperial. Tampoco fuentes bizantinas posteriores
(como Juan Zonaras) hacen referencia a que Gordiano fuese asesinado; es
posible que el emperador muriese a consecuencia de las heridas que le fueron
infligidas en la batalla de Misiche.8 Filipo el Árabe se vio forzado, tras la muerte de
Gordiano, a firmar un tratado de paz con Sapor; aparentemente, la victoria romana
de Resaina no fue decisiva, aunque los persas tal vez tuvieron que retroceder
temporalmente. Globalmente considerada, la versión de Sapor es más plausible.
Este tratado, al que solo se refieren algunas fuentes, era muy favorable a los
sasánidas: disponía pagos de Roma a Persia, así como ciertas concesiones
territoriales en Mesopotamia, aunque al menos Roma conservaba el apoyo de
Armenia.9
Aunque Filipo fue honrado con sobrenombres triunfales
como Persicus o Parthicus maximus, parece que los romanos sufrieron una
dolorosa derrota. Sapor inmortalizó su triunfo en varios relieves, y
en 252 o 253 recomenzó sus operaciones militares contra Roma.10 El desarrollo de
esta segunda expedición (la así llamada segunda agoge, que duraría
hasta 256/57), puede reconstruirse sobre todo mediante los anales de Sapor.
Parece que el nuevo emperador romano, Decio, tenía poco interés en mantener
una política amistosa con Persia, y por ese motivo opuso resistencia a las
intenciones expansionistas de los sasánidas en Armenia. Esto fue considerado por
Sapor motivo suficiente para ir de nuevo a la guerra. Conquistó Armenia por
segunda vez y, aprovechando los disturbios que siguieron a la muerte del
emperador Decio, se internó en Siria y Mesopotamia. Posiblemente en la
primavera del 253 Sapor marchó con su ejército a lo largo del Éufrates,
adentrándose en territorio romano, aunque evitó las poderosas fortalezas romanas
de Circesium y Dura Europos. Los sasánidas sufrieron, sin embargo, una pequeña
derrota cerca de Emesa (no a manos de una división del ejército romano, sino de
una fuerza indígena), lo que, sin embargo, solo les supuso un ligero revés. A
continuación, las tropas de Sapor, cuya principal arma eran los jinetes de
caballería pesada, aniquilaron a un ejército romano de unos 60 000 hombres cerca
de Barbalissos, junto al Éufrates. Hierápolis, al norte de Barbalissos, y sobre
todo Antioquía, fueron (durante poco tiempo) conquistadas por los sasánidas. 11
Los persas se adentraron incluso hasta Capadocia, y en 256 consiguieron tomar
también la bien defendida fortaleza de Dura Europos, pero después Sapor se
retiró de nuevo. Sin embargo, el Gran Rey había adoptado entre tanto una
decisión equivocada, al rechazar una oferta de alianza del rey de la ciudad-oasis
de Palmira, Septimio Odenato: Odenato aceptó entonces contactar con los
romanos, para quienes toda ayuda era de agradecer.

Valeriano en un áureo, junto a la diosa Fortuna (c. 255-6).

La situación en las provincias orientales del Imperio romano era tan crítica que el
emperador Valeriano, que había llegado al poder en el año 253, se vio obligado a
desplazarse personalmente a Oriente. Valeriano reunió un gran ejército y marchó
a combatir contra Sapor. A principios del verano de 256 se enfrentó con él en
la batalla de Edesa, en la que el ejército de Valeriano fue destrozado. Por si esto
fuera poco, el emperador cayó prisionero de los persas en el transcurso de la
batalla. La captura de Valeriano —un acontecimiento sin precedentes y
extremadamente ignominioso para los romanos— fue recordado en los anales de
Sapor, al igual que en los relieves rupestres:
En la tercera campaña, cuando atacamos y sitiamos Carras y Edesa, marchó contra nosotros el
emperador Valeriano, e iba con él una fuerza militar de 70 000 hombres. Y del otro lado de Carras y de
Edesa tuvo lugar una gran batalla entre el emperador Valeriano y nosotros, y cogimos cautivo con
nuestras propias manos al emperador Valeriano y a los demás, los prefectos del pretorio y senadores y
oficiales, todos los que eran jefes de aquel ejército, a todos capturamos con las manos y los deportamos
a Persis.12

Algunas fuentes occidentales narran que la captura del emperador fue


consecuencia de una traición del bando de los persas, que habrían apresado a
Valeriano cuando se dirigía a una negociación; 13 sin embargo, otros autores
corroboran la exposición de Sapor.14 Valeriano acabó su vida en el cautiverio, en
Persia, al igual que los romanos supervivientes, quienes, deportados por Sapor a
territorio sasánida, fueron ubicados por el Gran Rey en una ciudad recientemente
construida. Tras la batalla, Sapor ocupó varias ciudades, y Antioquía fue por
segunda vez saqueada.
Roma no tenía capacidad de ofrecer resistencia a los ejércitos persas. Por ese
motivo, la defensa de las provincias orientales del Imperio recayó en Odenato de
Palmira, que tuvo cierto éxito en el desempeño de esa tarea y logró vencer a las
tropas persas en su propio territorio (finales de 260) e incluso avanzar hacia
Ctesifonte.
Esto duró unos veinte años, hasta que Roma pudo lanzar una nueva ofensiva
contra los persas.15 Sapor, por el contrario, que se denominaba con orgullo "Rey
de Irán y de No-Irán", había demostrado que el Imperio sasánida era un digno rival
para Roma.
Sin embargo, Sapor apenas pudo disfrutar de su victoria, ya que después
de 261 los persas se batieron en retirada ante Palmira. En los años posteriores a
260 el monarca sasánida actuó a la defensiva frente a sus enemigos occidentales
(en 262, las tropas de Palmira llegaron incluso a Ctesifonte), lo que puede estar
también relacionado con sus operaciones militares en la frontera oriental, donde
los kushán se estaban convirtiendo en un gran problema.16 El resultado fue que las
ganancias territoriales de los sasánidas en el oeste fueron mínimas y las guerras
supusieron grandes pérdidas humanas del lado persa. A pesar de las grandes
batallas entre 244 y 260, los persas no pudieron obtener el que probablemente era
su principal objetivo militar: un acceso al Mediterráneo.

La campaña romana de Diocleciano[editar]


Hasta la muerte de Sapor (hacia 272), e incluso después, reinó la calma en las
fronteras entre Roma y Persia. Esto se debió en parte a los disturbios en el
Imperio romano, que solo se aplacaron con el reinado de Aureliano; además, los
reyes sasánidas tuvieron bastante trabajo con sus propios problemas internos,
como la aparición del maniqueísmo, que fue enérgicamente combatido
por Bahram I y Bahram II. Bahram II tuvo además que enfrentarse a una rebelión
en las regiones orientales de su Imperio. Los romanos, gobernados entonces por
el emperador Caro, aprovecharon el momento propicio e invadieron Mesopotamia.
Llegaron hasta la capital, Ctesifonte, que estuvieron a punto de conquistar; sin
embargo, murió entonces Caro, lo que hizo que se interrumpiera la invasión.

Follis de Diocleciano. Fuente: CNG Coins.

Bajo Diocleciano, que subió al poder en 284, la administración imperial fue


profundamente reformada y reforzada (ver Tetrarquía) en un esfuerzo por
responder a las consecuencias de la Crisis del siglo III. Diocleciano decidió
encargarse también de mantener la seguridad de las fronteras orientales del
Imperio. En 287 inició negociaciones con Bahram II, que concluyeron en un
tratado de no agresión en las fronteras. Sin embargo, esta solución sería solo
provisional; en cuanto Diocleciano se hubo encargado de restablecer la paz en el
interior del Imperio, reforzando la seguridad de las fronteras frente a
los germanos y reprimiendo varios levantamientos locales, dirigió una vez más su
atención hacia Persia. En 290 repuso en su trono al rey de Armenia Tirídates III,
que había sido depuesto por los persas, con lo que entró en conflicto con los
intereses de los sasánidas. Narsés, rey de Persia desde 293, reaccionó por fin
ante las maniobras romanas y atacó en 296 de nuevo Armenia, como había visto
hacer a su padre, Sapor I. Diocleciano, ocupado en reprimir una revuelta
en Egipto, encomendó a Galerio, su césar la misión de repeler el ataque persa.
Galerio fue severamente derrotado por los persas en algún lugar entre Calínicos y
Carras, en Mesopotamia, hacia el año 297 (hay controversias en cuanto a la
cronología precisa del suceso).
Diocleciano marchó apresuradamente desde Egipto hacia Siria y,
presumiblemente bastante disgustado por la derrota de su césar, obligó a Galerio,
que vestía el manto púrpura, a correr una milla delante de su carruaje 17 En 298, o
quizá en 299, los romanos tomaron de nuevo la ofensiva. Galerio invadió Armenia,
donde el terreno no permitía el despliegue eficaz de los temibles jinetes de
caballería pesada persas, en tanto que Diocleciano entraba en Mesopotamia. En
la ciudad armenia de Satala, Narsés sufrió una seria derrota a manos de Galerio,
quien lo atacó por sorpresa.18 Hasta el harén de Narsés cayó en poder de los
romanos, con lo que el Gran Rey, preocupado por sus familiares, se vio obligado a
pedir la paz. En la llamada Paz de Nisibis, en 298 (algunos autores aislados
defienden la fecha de 299), se acordó en dicha localidad que los sasánidas
cedieran cinco provincias al oeste del Tigris, así como el norte de Mesopotamia,
con la ciudad de Nísibis, notable por su valor estratégico y económico, y que fue
elegida como el único lugar en el que se permitiría el comercio entre las dos
potencias.19

Arco de Galerio, en Salónica, erigido por el emperador Galerio para celebrar su victoria sobre los
sasánidas. En sus relieves se representan la victoria militar y el triunfo de Galerio.

La victoria de Diocleciano supuso para Roma la ganancia de un enorme prestigio.


Por parte persa, algunos de los términos del tratado, como la entrega de Nísibis y,
sobre todo, la ampliación del poder de Roma hasta la margen izquierda del Tigris,
fueron percibidos como una humillación. El representante persa había afirmado
ante Galerio que Persia y Roma eran los dos mayores potencias del mundo, y que
no era necesario que cada una de ellas trabajara para la aniquilación de la otra.
Por ello, los romanos no debían tentar la suerte. Galerio se enfureció y recordó la
muerte en cautiverio del emperador Valeriano (vid. supra).20 Ya que, al fin y al
cabo, el acuerdo contribuiría a atenuar las permanentes tiranteces entre ambas
potencias, pudo olvidar la pasada afrenta. Algunos historiadores han calificado de
moderadas las condiciones impuestas por los romanos, ya que en principio
Galerio habría podido exigir más; sin embargo, esta apreciación no tiene en
cuenta que el acuerdo fue considerado humillante por los persas. El comienzo de
nuevos conflictos era solo cuestión de tiempo.

Roma y Persia en la época de Constantino el Grande:


efectos del giro constantiniano[editar]
Diocleciano abdicó voluntariamente de su dignidad imperial en 305. El sistema de
gobierno de la Tetrarquía, creado por él, que preveía la existencia de dos
emperadores de rango superior (augustos) y dos de rango inferior (césares),
desaparecería sin embargo antes de su muerte. En 306, Constantino, hijo del
recientemente fallecido augusto Constancio I, fue proclamado emperador
en Britania por las tropas, contra lo estipulado por el régimen de la Tetrarquía.
Hasta 312 controló la parte occidental del Imperio, y tomó una decisión en política
religiosa de gran importancia para la historia universal: conceder privilegios a una
religión hasta hacía poco perseguida por Roma, el cristianismo. Para el año 324,
Constantino había conseguido vencer a sus últimos rivales y se había convertido
en el único señor de todo el Imperio romano. 21
El así llamado Giro Constantiniano, es decir, su política en favor del cristianismo,
tuvo también consecuencias para las relaciones romano-persas. En 309, Sapor II,
que era todavía un niño de pecho, fue elevado al trono de Persia. Esto causó una
crisis en el Imperio sasánida. Solo a mediados de la década de 330 pudo Sapor
tomar personalmente las riendas del poder y revelarse como un notable
gobernante. El desarrollo de los acontecimientos en el Imperio romano debió de
molestar al Gran Rey, muchos de cuyos súbditos eran cristianos, especialmente
en Mesopotamia. Hasta entonces, Sapor había podido estar seguro de la lealtad
de sus súbditos de esta religión, ya que en el Imperio romano se perseguía a los
cristianos, pero ahora temía que colaborasen con el emperador de Roma, que era
considerado un benefactor de los cristianos y había fundado su autoridad imperial
en las ideas del cristianismo. Constantino había expresado su nuevo punto de
vista en una carta a Sapor.22 Ahora, cuando también Armenia y la Iberia
caucásica se habían convertido al cristianismo, Sapor se sintió amenazado, y su
percepción no era del todo equivocada. Concentró tropas en Mesopotamia para
forzar violentamente la revisión de las cláusulas de la Paz de Nísibis, e invadió
Armenia, donde impuso en el trono a un rey títere. En vista de ello, Constantino
envió a su hijo Constancio a Antioquía y a su sobrino Hanibaliano a Asia Menor.
En 336 fueron intercambiadas legaciones, pero no se consiguió un acuerdo, así
que Constantino se dispuso a guerrear contra el rey de Persia. 23
Los planes de Constantino en caso de victoria no están claros. Hanibaliano debía
convertirse en rey de Armenia como cliente de Roma, con el título de rex regum et
Ponticarum gentium; pero quizá Constantino proyectaba también apoderarse del
Imperio sasánida en toda su extensión y hacer de él también un estado cliente de
Roma. Independientemente de cuáles fueran las intenciones que Constantino
tenía en mente (y de hasta qué punto eran factibles), su muerte el 22 de
mayo de 337 hizo superfluas todas esas consideraciones, ya que la proyectada
guerra persa no se llevó finalmente a efecto. Tras la muerte de Constantino, sus
hijos se vieron envueltos en una cruenta lucha por el poder que duró varios años y
a cuyo término salió victorioso Constancio II. Durante todo el tiempo que duró su
reinado, tendría que preocuparse por otro rival: Sapor II, que tras la muerte de
Constantino había reanudado las operaciones militares e iba a tener a Roma sin
aliento durante décadas.

Guerra entre «hermanos»: Constancio II y Sapor


II[editar]
Artículo principal: Guerra romano-sasánida (337-361)
Sapor II aprovechó los disturbios que en el Imperio romano siguieron a la muerte
de Constantino, e invadió la Mesopotamia romana. Su objetivo era recuperar la
ciudad de Nísibis, pero fracasó en su primer asedio de la ciudad en el
año 337 o 338, aunque seguirían dos asedios más, en 346 y 350.
Simultáneamente, el Gran Rey intervino en Armenia. Una medida de política
interior fue la persecución de los cristianos en Persia, por razones políticas más
que religiosas.
En 338 Constancio II, en adelante emperador del Imperio romano de Oriente,
marchó contra Sapor.24 Aparentemente, Constancio intentó evitar el
enfrentamiento en campo abierto. Su intención era más bien que los ataques de
Sapor se estrellasen contra el anillo de fortificaciones que defendían las provincias
orientales del Imperio romano. El sistema de fortificaciones romano se basaba en
la posesión de importantes ciudades estratégicas, que abastecían de víveres a las
fortalezas circundantes.25 Nísibis era una pieza clave de este sistema, lo que
explica los repetidos (e infructuosos) esfuerzos de Sapor por conquistarla. 26 Por lo
menos en una ocasión los romanos atacaron también el territorio persa.
En 344, ambos ejércitos se enfrentaron cerca de Singara. Parecía que la victoria
iba a ser para Constancio, quien empleó la caballería pesada a imitación de los
persas, cuando sus indisciplinados soldados se precipitaron contra el enemigo y
fueron vencidos. Sin embargo también un príncipe persa cayó en la batalla. 27
Esta derrota debió haber reforzado la confianza del emperador en las tácticas
defensivas como las más adecuadas. A este respecto, debe tenerse en cuenta
que Constancio solo contaba con una parte de todo el ejército romano; el resto era
reclamado por sus dos hermanos (desde la muerte de Constancio II en 340 solo
por Constante) en Occidente, y permanecía por lo tanto fuera de su alcance. Pero
también Sapor tenía problemas que resolver: los quionitas, bárbaros procedentes
de las estepas de Asia Central, invadieron su Imperio por el este. Dicha invasión
fue la causa de una tregua que duró varios años y que fue aprovechada por
Constancio, entre la muerte de su hermano y el año 353, para afianzar su dominio
sobre la totalidad del Imperio.
En 358 se celebraron negociaciones entre Constancio y Sapor. Se conoce
bastante bien su contenido gracias al historiador Amiano Marcelino. Amiano, que
participó como oficial en las batallas que siguieron, compuso hacia el final del siglo
IV su Res Gestae, la última gran obra de historia latina de la Antigüedad, que
contiene una descripción detallada y fiable de la última guerra persa de
Constancio, así como una notable crónica de las negociaciones:
Yo, Rey de Reyes, Sapor, Compañero de las
Estrellas, Hermano del Sol y de la Luna, deseo a
Constancio César, mi hermano, todo bien .
Respuesta del emperador romano: Yo, vencedor
por agua y por tierra, Constancio, siempre divino
Augusto, deseo a mi hermano, el rey Sapor, todo
bien.28
Sapor exigió en una carta al emperador romano
que renunciara a gran parte de Mesopotamia, al
igual que a Armenia, donde se había vuelto a
imponer el partido prorromano. Constancio no
estaba en absoluto dispuesto a ceder territorio
romano. Finalmente, esto significó que se volviera
al campo de batalla. Aunque el intercambio de
cortesías dejó algo claro: a pesar de que Roma y
Persia lucharan enconadamente, en el
pensamiento de ambas estaba asentada en
principio la idea de una cierta igualdad entre los
imperios. Eran enemigos, pero sin embargo se
respetaban el uno al otro. Aunque, ciertamente,
esto no impidió a Sapor recomenzar sus
operaciones en el año 359.29
Sapor, en cuyo séquito había ahora tropas
auxiliares quionitas, había sin embargo aprendido
de las últimas guerras: un ataque directo a las
fortalezas de la Mesopotamia romana tenía
escasas posibilidades de éxito. Así que las rodeó
con su ejército (supuestamente de cien mil
hombres) y acometió el sitio de Amida. Tenía que
conquistar la fortaleza, puesto que allí se
encontraban por lo menos siete legiones con
tropas auxiliares, que en caso contrario podían
darle muchos problemas. Sin embargo, el asedio
resultó más difícil de lo esperado: la fortaleza cayó
solo al cabo de 73 días, en el transcurso de los
cuales Sapor tuvo que lamentar numerosas
pérdidas.30 En los años siguientes, Sapor
consiguió también conquistar las ciudades de
Singara y Bezabde. Sus ataques posteriores no
tuvieron ningún éxito, así que en 360 Sapor se
retiró, quizá también influido por un oráculo
desfavorable.
Constancio pudo respirar aliviado; sabía también,
sin embargo, que la amenaza no había
desaparecido. Por ello llamó de Galia a su
pariente Juliano, quien desde 355 desempeñaba
el cargo de césar, para que trajera tropas de
refresco. Cuando dicha orden llegó a su destino
las tropas de Galia rehusaron obedecer y
aclamaron a Juliano como nuevo emperador.
Existe la sospecha, no del todo infundada, de que
la supuestamente espontánea aclamación como
emperador de Juliano, que nunca había estado en
buenas relaciones con Constancio, pudo haber
sido en realidad un ardid del primero.31 Juliano se
preparaba para enfrentarse a Constancio en una
guerra civil, que se evitó sin embargo al morir
Constancio II, en Cilicia, el 3 de noviembre de 361.

La campaña contra Persia de


Juliano: una aventura que
terminó en catástrofe[editar]

Sólido de Juliano (c. 361). En el reverso se representan las


fuerzas militares del Imperio romano.

Juliano se convirtió en sucesor de Constancio y


muy pronto abandonó la religión cristiana, a la que
Constancio había apoyado con fuerza, en favor
del culto a los antiguos dioses paganos. Fue
posteriormente conocido por el sobrenombre de
«Juliano el Apóstata» por sus detractores
cristianos, aunque su ya anacrónico proyecto
contra los cristianos no tuvo ningún éxito. Juliano
tenía otro proyecto más: deseaba emprender una
campaña en Persia y eliminar cualquier tipo de
amenaza que proviniese de los sasánidas. Con
este objetivo, viajó a Antioquía en el verano
de 362 para preparar la operación. Al contrario
que Constancio, tenía a todas las tropas del
Imperio bajo su mando.
Ha sido varias veces discutido por los
historiadores cuáles fueron los motivos que
impulsaron a Juliano a emprender su campaña de
Persia. De hecho, no existía una verdadera
necesidad de llevar a cabo una ofensiva
semejante: los persas deseaban, incluso, entablar
negociaciones con Juliano, lo que este rechazó. 32
Un argumento frecuentemente aducido es el de
que Juliano tenía la intención de emular
a Alejandro Magno. De hecho, Amiano se hace
eco de este motivo,33 ya que, de todas formas,
para cualquier general que partiera contra Persia,
Alejandro era un modelo inevitable.34
Pero Juliano pudo también tener en cuenta una
razón mucho más práctica: la necesidad de
asegurar la unidad del ejército. Esta no estaba por
completo garantizada, ya que los soldados del
ejército de Galia y las tropas de Oriente habían
estado a punto de enfrentarse en una guerra civil.
Muchos de los oficiales dirigentes del ejército de
Galia, como por ejemplo Dagalaifus o Nevitta,
eran paganos, en tanto que la mayoría de los
oficiales de Oriente profesaban el cristianismo. Se
ha especulado también acerca de hasta qué punto
los oficiales del ejército oriental, que a fin de
cuentas ya tenían experiencia en los combates
contra los persas, mantenían una posición
escéptica ante la idea de una nueva guerra
ofensiva. El ardor guerrero de Juliano no era en
todo caso compartido por todos sus hombres. Así
lo demuestran las ejecuciones de oficiales y el
diezmado de cuerpos de ejército completos que se
vio obligado a realizar durante el posterior
desarrollo de su campaña.35
La campaña contra Persia de Juliano.

En cualquier caso, Juliano salió de Antioquía en


dirección este el 5 de marzo de 363. Acerca del
número de sus tropas las fuentes proporcionan
informaciones contradictorias. Es considerada
generalmente una de las mayores operaciones
militares de la Antigüedad tardía (vide infra).36 El
emperador había encomendado al rey de Armenia
que le auxiliase con provisiones y tropas
auxiliares. En Hierápolis estableció también
contacto con los árabes. A continuación marchó
hacia el sur siguiendo el curso del río Éufrates. En
su séquito viajaba también Hormisdas, miembro
de la familia real persa, que hacía ya tiempo había
escapado a Roma y servía a Juliano como
consejero y eventual pretendiente al trono.
En las crónicas de Amiano Marcelino (libros 23-
25), hay una narración detallada y fiable del
desarrollo de la expedición. Amiano nos informa
también de los malos presentimientos que
importunaron al emperador cuando hizo una
parada en Carras, lugar de la famosa
derrota de Craso en 53 a. C.37 Juliano envió una
parte de su ejército (según Zósimo, que escribió
hacia el año 500 una historia de Roma filo-
pagana, estas fuerzas eran de unos 18 000
hombres, aunque tal vez fueran más) bajo el
mando de su pariente Procopio y del magister
militum Sebastiano, para ayudar a defender al rey
de Armenia, Arsaces, y actuar en el norte de
Mesopotamia, en tanto que él, con el grueso del
ejército, de unos 65 000 hombres, seguía su
marcha hacia Ctesifonte.38 A lo largo de su
campaña, Juliano conquistó numerosas ciudades
y fortalezas enemigas. El emperador debió sin
embargo haberse sentido bastante intranquilo, ya
que no se veía ni rastro del ejército sasánida. Los
persas se limitaron a obstaculizar la marcha del
ejército romano con pequeños ataques y a
dificultar su acceso a los víveres.
A finales de mayo de 363, el ejército romano llegó
por fin ante la capital persa, Ctesifonte. Los
oficiales comprendieron enseguida que
apoderarse de la ciudad requeriría un largo
asedio, para el que no estaban bien preparados.
En cualquier momento podía presentarse Sapor al
frente del grueso de su ejército. Juliano tomó
entonces una decisión que tendría graves
consecuencias: debido a que a los romanos les
faltaba la maquinaria para un asedio que les
permitiera conquistar Ctesifonte en un tiempo
razonable y a que, por otra parte, no podían volver
a casa por la misma ruta —ahora se pagaba el
hecho de que los romanos se hubieran dedicado
al pillaje en el camino de ida y que los persas
hubieran realizado una política de tierra quemada
—, quiso desviarse hacia el interior para reunirse
con el ejército romano que había dejado en el
norte de Mesopotamia. Si Sapor le perseguía,
siempre podría destruirlo y no correría peligro de
verse encerrado entre el ejército persa y la
fortaleza de Ctesifonte. Este plan no convencía a
los oficiales romanos, pero el emperador tenía la
última palabra, así que a comienzos de junio
levantaron el campamento y se pusieron en
marcha hacia el interior. También se dio orden de
incendiar la flota que había seguido al ejército a lo
largo del río para que no obstaculizara su marcha,
lo que se mostraría más tarde como un grave error
de Juliano, puesto que con ello atravesar el río
quedaba descartado. Amiano describe con
insistencia las fatigas de la retirada, que fueron
dificultadas por las altas temperaturas, los
mosquitos y la escasez de víveres. La moral de las
tropas había llegado a su punto más bajo.39
Durante la retirada, se presentó el grueso del
ejército persa, que había terminado por reunirse.
En la batalla de Maranga los romanos fueron
todavía capaces de resistir su acometida; sin
embargo, el 26 de junio, Juliano murió, a
consecuencia de una herida infligida en la batalla.
En vista de ello, tras un largo debate, una
representación de los oficiales del ejército escogió
al joven oficial de la guardia Joviano como nuevo
emperador. El tiempo apremiaba, puesto que el
abastecimiento del ejército se hacía cada vez más
difícil, al tiempo que los persas intensificaban sus
ataques. El ejército romano corría el peligro de ser
completamente destruido. Inesperadamente,
Sapor II accedió a negociar: evidentemente
deseaba aprovechar el momento propicio. Por la
vía de las negociaciones consiguió lo que en la
guerra no había sido capaz de obtener. Los
romanos, obligados por el tratado firmado en 363,
cedieron a los persas Nísibis, Singara, el territorio
al otro lado del río Tigris y quince fortalezas. Las
conquistas de Diocleciano (vid. supra) retornaron
de nuevo a manos de los persas, con lo que Sapor
vio logrado su objetivo. Para los romanos, el
tratado representó una paz deshonrosa. Sobre
todo, perdieron Nísibis, que era un pilar
fundamental de su sistema defensivo. Se volvió a
las fronteras anteriores a 298. El abandono del
territorio romano fue una situación bastante
excepcional —por lo general se llevó a cabo como
mucho de facto, pero no de iure—. Sin embargo,
en el futuro se demostraría que las dos potencias
no iban a ser capaces de adaptarse a las nuevas
fronteras.
La guerra persa de Juliano había terminado en
una catástrofe. Obviamente, el emperador había
calculado de forma completamente equivocada las
circunstancias geográficas y climáticas en el
Imperio persa y, por añadidura, se había dejado
arrastrar a decisiones poco prudentes. Persia no
era Galia, donde Juliano había alcanzado grandes
éxitos militares, y la caballería pesada de los
sasánidas era un adversario enteramente
diferente de los alamanes. Aunque las relaciones
entre Roma y Persia fueron más distendidas en
los años siguientes y entraron en una fase de
coexistencia pacífica, los romanos nunca pudieron
olvidar las deshonrosas condiciones del tratado de
363. En todas las guerras siguientes, la
recuperación de Nísibis sería el objetivo prioritario.

Paz con interrupciones: las


guerras del siglo V[editar]
Durante el reinado de Valente, heredero
de Juliano, a partir de los años 369/70, tuvieron
lugar de nuevo guerras en Armenia, en las cuales
Sapor II intentó hacer prevalecer la supremacía
persa. Un ejército romano invadió Armenia y
repuso en el trono al antiguo rey Pap. En los años
siguientes, disminuyó la intensidad de las
operaciones militares. Esto se debió, por un lado,
a que Valente se vio obligado a combatir también
a los godos (combatiendo contra ellos moriría
en 378 en la batalla de Adrianópolis); por otro, a
que a la muerte de Sapor, acaecida en 379, sus
herederos inmediatos gobernaron durante poco
tiempo. Hacia el año 400, reinaba entre Roma y
Persia una poco habitual concordia. La razón
principal era que el "problema armenio" había sido
resuelto de forma temporal. Durante el reinado
de Teodosio I (seguramente en 38740) se había
llegado a un acuerdo, por el cual Persia se
quedaba con la mayor parte de Armenia (que se
llamó en adelante Armenia persa), en tanto que
Roma se conformaba con cerca de un quinto del
territorio. El acuerdo zanjó la cuestión de las
fronteras, lo que fue beneficioso también para
Roma.
Las relaciones bilaterales parecieron tan buenas
desde el año 400 que el historiador
romano Procopio de Cesarea relataba, ya en el
siglo VI, una anécdota según la cual el emperador
de Oriente Arcadio habría supuestamente
confiado en su lecho de muerte a su hijo menor,
Teodosio II, a la protección del Gran Rey
persa Yazdegerd I.41 El historiador de la
Iglesia Sócrates Escolástico, una fuente de
información nada despreciable sobre el siglo V,
describe a Yazdegerd como un monarca tolerante
con los cristianos.42 La tolerante política religiosa
de Yazdegerd tuvo sin duda un papel importante
en las buenas relaciones entre las dos grandes
potencias; además, hasta 414, dirigió la política
de Constantinopla el prefecto del pretorio Antemio,
que se esforzó por mantener buenas relaciones
con Persia.

Teodosio II (identificación dudosa).

Aun así, en 420/21 estalló una nueva guerra entre


el Imperio romano de Oriente y Persia. La principal
razón fue la persecución a los cristianos en el
Imperio sasánida: los cristianos autóctonos habían
iniciado una amplia misión evangelizadora, lo cual
incomodaba a los sacerdotes zoroastristas.
Además, ocurrió que un templo del fuego
zoroástrico fue destruido y el obispo responsable
se negó a reconstruirlo, por lo cual el
habitualmente tolerante Yazdegerd I se vio
obligado a intervenir. Numerosos cristianos se
refugiaron en territorio romano, donde el
emperador Teodosio II les ofreció amparo.
Yazdegerd falleció a finales de 420; en la lucha
por el poder que siguió a su muerte terminó por
imponerse su hijo Bahram V, que continuó la
guerra. Bahram, una de las personalidades más
misteriosas que ocuparon el trono sasánida, dirigió
al ejército persa contra la fortaleza romana
de Teodosiópolis, en Armenia, pero su ataque
fracasó. Pero con ayuda de sus aliados árabes,
los lakhmidas, logró levantar el sitio romano de
Nísibis. Después los árabes fueron severamente
derrotados cuando intentaron conquistar
Antioquía. Los romanos fueron capaces de resistir,
e incluso el magister militum romano (jefe del
ejército, el oficial de rango superior en el ejército
romano) Areobindo mató, supuestamente, a un
general persa en duelo singular, y los romanos
vencieron a la guardia sasánida conocida como
"Los Inmortales". En conjunto, las luchas
terminaron sin un resultado claro. En 422 las dos
potencias firmaron un nuevo tratado de paz, en el
que ambas se comprometieron a permitir el libre
culto de otras religiones. Además, los romanos
tuvieron que pagar subsidios a los persas a
cambio de mantener la seguridad en
el Cáucaso contra los hunos, a quienes ambos
bandos consideraban enemigos.43
En 440/441, el heredero de Bahram, Yazdegerd
II rompió el tratado, posiblemente a causa de la
demora en el prometido pago anual, e invadió el
territorio romano, donde se enfrentó con
el magister militum Anatolio. En este contexto no
tuvieron lugar operaciones militares de
envergadura, ya que los romanos se mostraron
dispuestos a pagar altas sumas de dinero para
volver al anterior statu quo y Yazdegerd II tenía
ante sí la amenaza de los heftalitas en su frontera
nororiental. En el tratado de 442 se estableció que
ninguno de los dos bandos edificaría ninguna
fortaleza en la frontera común.44 Estas dos guerras
fueron más bien episodios aislados en las
sorprendentes relaciones amistosas entre Roma y
Persia durante el siglo V.45 El siglo VI y los
comienzos del siglo VII, por el contrario, estarían
marcados por un permanente estado de guerra,
hasta el punto de que el conflicto que se
declararía en 603 llevaría a ambas potencias al
borde de la destrucción.

El siglo VI[editar]
Las guerras de Kavadh I[editar]
Artículos principales: Guerra Anastasiana y  Guerra de
Iberia.
La larga época de armonía del siglo V llegó a su
fin en el año 502, cuando el Gran Rey
persa Kavadh I atacó el territorio romano.46 Se
considera que la causa principal de la acción
bélica de Kavadh fue la tensa situación interior
que vivía el Imperio sasánida. Kavadh había
tenido que imponerse a poderosos contrincantes,
y solo había logrado mantenerse en el trono
gracias a la ayuda de los heftalitas, ya que la
secta revolucionaria de los mazdaquitas estaba
causando trastornos. Según la crónica de Josué el
Estilita, que relata detalladamente la guerra,
Kavadh había exigido dinero al emperador de
Oriente Anastasio I, a lo que el emperador no
había accedido.47 Kavadh atacó en el otoño de
502, conquistó Teodosiópolis, en Armenia, e inició
el asedio de Amida, que cayó en enero de 503.

Semissis (medio sólido) de Anastasio I.

El emperador Anastasio, que deseaba resolver


rápidamente el conflicto, envió en 503 contra los
persas un ejército de 52 000 hombres, enorme
para los patrones de la Antigüedad tardía.48 Como
las tropas romanas carecían de un mando único,
no tuvieron éxito: un ejército de solo 12 000
hombres fue derrotado en Mesopotamia, mientras
que el segundo, de 40 000, fue rechazado cerca
de Amida. La ciudad romana de Edesa fue a
continuación sitiada sin éxito por Kavadh. Tras
este serio revés, Anastasio designó a un nuevo
comandante en jefe para la frontera oriental:
el magister officiorum ilirio Celer. Celer invadió el
territorio de Arzanene, al mismo tiempo que un
segundo ejército romano asolaba la Armenia
persa. En 505 logró incluso recuperar Amida.
En 505/506, Kavadh, que debía hacer frente a
los hunos en la parte oriental de su imperio, firmó
un armisticio con el emperador, cuya duración era
en principio para siete años, pero que se mantuvo
durante dos décadas. Las operaciones militares
en Mesopotamia hicieron comprender a los
romanos que la posesión de la poderosa fortaleza
de Nísibis daba a los persas una gran ventaja. Por
ello, el emperador ordenó la construcción de una
fortaleza similar en Dara-Anastasiopolis, lo cual,
desde luego, agradó poco a los persas (los
romanos infringieron con esta construcción el
tratado de 442) y fue quizá un motivo para la
guerra que estallaría en 526.
La segunda guerra de Kavadh contra el Imperio de
Oriente se debió sobre todo a los enfrentamientos
entre las dos potencias en el área del Cáucaso.
Allí se encontraba el pequeño reino de Lázica,
codiciado por Constantinopla, entonces gobernada
por el emperador Justino I, lo cual tocaba de forma
sensible la esfera de intereses de Persia.
Los romanos se consideraban los protectores de
los cristianos en la Iberia persa. El rey de Lázica,
Tzath, viajó en 521/22 a Constantinopla, y allí fue
bautizado y se casó con una cristiana, lo que fue
justamente interpretado por los persas como señal
de una alianza con Constantinopla. Como
entonces los persas intentaron convertir al
zoroastrismo a los habitantes de Iberia, el rey de
este territorio, Gurgenes, pidió ayuda al
emperador Justino. Esto causó una nueva guerra
que afectó sobre todo a la región del Cáucaso, así
como a la zona fronteriza de Mesopotamia. La
guerra se prolongó hasta después de la muerte de
Justino, que tuvo lugar en 527.
El sucesor de Justino, su sobrino y
protegido Justiniano I, fue uno de los más
destacados gobernantes de la Antigüedad tardía,
capaz de devolver al Imperio de Oriente su
pasado esplendor, aun cuando fuese al elevado
coste de largas guerras en varios frentes. Sobre la
"guerra persa" de Justiniano, disponemos de una
fuente de gran interés: la Historia de las
guerras de Procopio, a las que hay que añadir los
escritos de Agatías.49 Los generales de
Justiniano, Sittas y Belisario, actuaron con gran
eficacia. Belisario venció a los persas
hacia 530 en la batalla de Dara, en Mesopotamia,
pero fue derrotado años después en Calínico;
Sittas fue nombrado magister militum para
Armenia (un cargo nuevo, que demuestra la
importancia adquirida por dicho territorio) y actuó
allí con gran habilidad. Además, Justiniano logró
consolidar la alianza con
los gasánidas establecida durante el reinado de
Anastasio, pero ningún contendiente consiguió
una ventaja sobre el otro.
En 531 murió Kavadh, quien, ese mismo año,
igual que antes, en 529, había movilizado a sus
aliados árabes contra los romanos. Sucedió a
Kavadh su hijo favorito, Cosroes, también llamado
Husrav o Chosrau.50
Justiniano y Cosroes concluyeron en 532 la
llamada "Paz Duradera", por la cual
Constantinopla se comprometía a pagar a Persia
la elevada cantidad de 11 000 libras de oro, en un
solo pago. A cambio, la sede del magister militum
per Orientem, responsable de la defensa de las
fronteras orientales de Roma, se trasladó de Dara
a Constancia, y las fortalezas que habían sido
tomadas por una y otra potencia en las guerras
precedentes fueron de nuevo canjeadas.51
Justiniano aprovechó la paz en Oriente para
intervenir en Occidente, donde, en los años
siguientes, Belisario destruyó el reino vándalo del
norte de África, e invadió la Italia ostrogoda. Se
puso de manifiesto lo falsa que era en realidad la
paz en las fronteras orientales del Imperio cuando
Cosroes rompió el tratado de paz e invadió Siria
con un gran ejército.
Cosroes I Anushirvan: El Imperio
romano de Oriente a la defensiva[editar]
Artículo principal: Guerra lázica
Cosroes I fue uno de los más notables monarcas
que ocuparon el trono de Ctesifonte. Demostró ser
un gran adversario para Justiniano y fue al mismo
tiempo un monarca interesado por la filosofía y el
arte y un estratega sin escrúpulos. En muchos
aspectos, llevó al Imperio sasánida a su apogeo.
Ordenó la traducción de varias obras griegas e
indias al persa medio. Respetado por sus
adversarios, se ganó el sobrenombre
de Anushirvan ("de espíritu inmortal"). Derrotó a la
secta de los mazdaquitas y llevó a cabo reformas
en el ejército y en la política interior, que afirmaron
el poder real y disminuyeron el de la nobleza.
Estas reformas le aseguraron ingresos superiores
y posibilitaron su política expansionista.
Justiniano I, mosaico en la iglesia de San Vital, en Rávena.

En 540, Cosroes I vio llegado el momento


oportuno para atacar al Imperio romano de
Oriente. Le sirvieron como pretexto los problemas
no resueltos entre los árabes vasallos de
Constantinopla y los subordinados a Persia,
los gasánidas y los lajmidas, respectivamente;
quizá influyó también la oferta de alianza que le
fue hecha por los godos. En primavera, Cosroes
se internó en Siria con un enorme ejército.52 Su
ejército atravesó el Éufrates a la altura de
Kirkesion, y, a continuación, avanzó
hacia Antioquía. Justiniano envió a Antioquía a su
pariente Germano, un general competente, para
que organizase la defensa de las ciudades
principales. Pero Germano solo tenía a su
disposición la ridícula cifra de 300 hombres. Tras
haber inspeccionado las instalaciones defensivas
de la ciudad, decidió, según Procopio, que era
absurdo intentar defenderla, ya que no habían
llegado los refuerzos prometidos. Por ello,
abandonó la ciudad, al tiempo que Cosroes, en su
camino hacia Antioquía, conseguía por la fuerza
fondos de varias ciudades romanas con la
amenaza de un asedio persa. Otras ciudades
fueron atacadas porque no pudieron reunir la
suma requerida, como Beroia, que fue tomada y
saqueada. La población de la ciudad de Sura fue
deportada y parcialmente masacrada.
En Antioquía, el representante imperial prohibió
taxativamente cualquier pago a los persas, por lo
que la ciudad fue sitiada y finalmente conquistada.
El Gran Rey obtuvo un rico botín, y ordenó que los
supervivientes fueran deportados a Persia y luego
confinados, al mismo tiempo que se rompían las
negociaciones entre romanos y persas sin haber
llegado a un acuerdo. Cosroes se apoderó
también del puerto de Antioquía, Seleucia, donde
se dio un baño ritual en el mar y ordenó hacer un
sacrificio al dios Sol.53 A continuación regresó a
Persia, después de fracasar en el asedio de la
ciudad de Dara.
La caída de Antioquía causó una honda impresión
a los romanos. Ahora se pagaba el hecho de que
las tropas de Justiniano se hubieran desplazado a
Italia para combatir a los godos. En adelante, el
Imperio romano de Oriente tendría de hecho que
combatir en dos frentes. Sin embargo, el
emperador reaccionó resueltamente ante la
amenaza persa. Envió a Belisario a Oriente, al
encuentro del peligro, y se trasladaron fuertes
unidades militares a la frontera oriental, donde se
encontraba un ejército romano con una fuerza
aproximada de entre quince y treinta mil hombres.
En 541 los persas atacaron Lázica, donde
combatieron sobre todo en el territorio de la
destacada ciudad de Petra, a orillas del mar
Negro. El rey de Lázica, Gubazes, había llamado
a los persas, aparentemente inquieto por la
presencia militar romana en su país. Poco
después, sin embargo, buscó de nuevo apoyo en
los romanos. Ese mismo año fracasó una tentativa
de Belisario de recuperar Nísibis. En 542 Cosroes
invadió de nuevo el territorio romano, pero
Belisario logró poner en peligro su retirada, por lo
que el persa canceló su campaña, no sin antes
apoderarse de Calínicos. Sin embargo, por lo
pronto, se salvó, al menos, la siempre
amenazada Edesa. Además, ese mismo año se
desencadenó la conocida como «peste de
Justiniano», que afectó duramente a los persas.
Poco después, Belisario fue llamado a
Constantinopla, y reemplazado por el general
Martino.

Las conquistas territoriales de Justiniano I.


Las operaciones militares que siguieron estuvieron
marcadas por ataques y contraataques.
En 543 los romanos atacaron la Armenia persa,
donde sufrieron una severa derrota cerca de
Anglon; al año siguiente (o todavía en 543),
Cosroes invadió de nuevo Mesopotamia y sitió de
nuevo Edesa. Edesa tenía, sobre todo, un gran
significado simbólico, ya que allí se encontraba
el Mandylion, una tela que según la tradición
reproducía el rostro de Cristo. El asedio fracasó.
Poco después se iniciaron negociaciones, cuyo
resultado fue un armisticio; Justiniano, que
necesitaba tener libertad de movimientos en
Occidente, pagó por él un alto precio. 54 En el
tratado no se trató explícitamente la cuestión de
Lázica, ya que Cosroes no estaba dispuesto a
renunciar fácilmente a sus pretensiones sobre
dicho reino. En 548 recomenzaron los combates,
que se resolvieron en 551 con una nueva tregua,
que Justiniano debió de nuevo sufragar. Una vez
más, Lázica no se mencionó en el tratado. Aunque
los romanos quedaron libres de invasiones persas
durante el resto del reinado de Justiniano, la
guerra continuó en Lázica.55 En principio fue bien
para los romanos, ya que las tropas del Gran Rey
fueron rechazadas. En 556 los persas, tras
importantes derrotas, fueron casi completamente
expulsados, así que en 557 se acordó una nueva
tregua, esta vez incluyendo Lázica. Esto preparó
las bases para un nuevo tratado de paz, que
ambos bandos, tras largas negociaciones, que por
parte romana fueron conducidas por el magister
officiorum Petros Patrikios, concluyeron en 562, ya
que tanto romanos como persas estaban
expuestos a amenazas en sus otras fronteras.56
El tratado se mantendría en vigor durante 50 años.
Según sus cláusulas, parte de Lázica permanecía
dentro del ámbito territorial de Constantinopla, y
los vasallos árabes de ambas potencias debían
respetar la paz. Los persas debían proteger los
puertos del Cáucaso de los ataques de los hunos
y de otros pueblos bárbaros. El tratado contenía
además otras disposiciones, acerca de asuntos
como el trato que debía darse a los tránsfugas, así
como el compromiso de no levantar nuevas
fortalezas en la frontera romano-persa (un aspecto
de gran importancia) y cláusulas relativas a la
política comercial. Estas últimas no eran
desdeñables, ya que los intereses comerciales
tenían gran importancia para ambas potencias. En
ese contexto debe entenderse el apoyo del
Imperio romano de Oriente al cristiano Reino de
Aksum en 525 en su ataque a los himyaritas, en el
actual Yemen, en el que tanto Roma como Persia
perseguían intereses vitales. Este ataque en el sur
de Arabia, sin embargo, resultó ser un episodio
aislado, ya que Cosroes también se encontraba
activo en dicho lugar, y finalmente (hacia 570) los
persas terminarían por imponerse.

Sólido de Justino II, en cuyo reinado se inició una nueva


guerra con Persia.

Justiniano había logrado, al fin y al cabo,


mantener las fronteras orientales de su Imperio,
aun cuando fuese a costa de grandes esfuerzos.
Un punto del tratado era, sin embargo, oprobioso
para los romanos: en adelante, el Imperio romano
de Oriente estaba obligado a abonar anualmente a
los sasánidas un tributo de unas 500 libras de oro.
Para Justino II, que sucedió a Justiniano cuando
este murió en 565, estas condiciones resultaban
indignas. El objetivo de Justino era que, si se
llegaba a un nuevo acuerdo, este fuese más
equilibrado.57 En 572 estalló una nueva guerra, ya
que Justino se había negado a pagar el tributo
anual. Había además otros motivos para este
nuevo conflicto: una vez más se produjo un
enfrentamiento acerca de la propiedad de un
territorio disputado en el Cáucaso, razón por la
cual el Imperio romano de Oriente había entrado
en contacto con las potencias prorromanas de la
Armenia persa; así como el disgusto de
Constantinopla por la designación de un
gobernador persa en Yemen y por las agresiones
de los lakhmidas. Cosroes deseaba negociar con
Justino, pero este no estaba dispuesto, por lo cual
es severamente criticado en varias fuentes
romanas de la Antigüedad tardía. 58
Ninguno de los dos imperios estaba realmente
preparado para la guerra, pero para los romanos
fue especialmente inoportuna: una alianza con los
turcos de Asia Central no tuvo el resultado
esperado y, además, Justino había reñido con sus
aliados árabes. En 573 los persas invadieron Siria
y conquistaron Apamea; ese mismo año cayó
también en poder de los persas, tras un largo
asedio, la ciudad de Dara, clave estratégicamente
y piedra angular del sistema defensivo romano en
Oriente desde la época de Anastasio I. Este
desastre no fue compensado ni siquiera por los
éxitos romanos en la Armenia Persa, donde el
ejército imperial y sus aliados armenios habían
conquistado la capital, Dvin. Las constantes malas
noticias que se recibían de la frontera oriental
afectaron a la salud mental del emperador, que
terminó por volverse loco. Durante el resto de su
reinado, se encargó de la dirección de los asuntos
de estado y del mando del ejército el
general Tiberio, césar desde 574. Este acordó con
Cosroes, previo pago, una tregua de un año de
duración, que no incluía Armenia.59
La campaña persa de Mauricio[editar]
Artículo principal: Guerra bizantino-sasánida (572-591)

Sólido de Mauricio.

Ciertamente, la situación de los romanos, que


debían enfrentarse al mismo tiempo a
los longobardos en Italia, a los ávaros en los
Balcanes y a los eslavos, no era desesperada.
En 575 (según otras cronologías, en 576) el
general Justiniano, pariente de Justino II,
consiguió en la batalla de Metilene una aplastante
victoria contra Cosroes. Este había conquistado la
ciudad de Metilene, a orillas del Éufrates, y,
cuando se retiraba, fue interceptado por
Justiniano, quien aniquiló a la mayor parte del
ejército persa. El propio Gran Rey pudo escapar a
duras penas. Sin embargo, la victoria no fue
decisiva, y la situación estaba estancada. Cuando
en 579 murió Cosroes, le sucedió su hijo, Hormizd
IV, al que todas las fuentes concuerdan en
caracterizar negativamente. Tiberio, emperador
("augusto") desde 578, hizo una oferta de paz al
nuevo Gran Rey, que este sin embargo rechazó,
por lo cual Tiberio confió el mando de las fuerzas
militares en Oriente a Mauricio, un general
sobradamente experimentado, que sería en el
futuro emperador. Las tropas romanas
atacaron Media y Mesopotamia; los persas
reaccionaron, al tiempo que invadían también la
parte romana de Mesopotamia, poniendo en
peligro las rutas de aprovisionamiento del ejército
romano. En 581, Mauricio consiguió detener
finalmente el ataque persa en el Éufrates, y los
sasánidas sufrieron importantes pérdidas. Al año
siguiente falleció Tiberio II y Mauricio subió al
trono imperial. Acerca de su reinado, y de la
campaña que dirigió, disponemos de una buena
fuente, el libro de Teofilacto Simocates, la última
obra histórica en la tradición historiográfica de la
Antigüedad.
La campaña contra los persas fue de nuevo
dirigida por Mauricio; en dicha guerra, sin
embargo, ninguno de los dos bandos consiguió
ninguna ventaja. En 585, Mauricio rechazó una
oferta de paz del Gran Rey, ya que consideró
inaceptables sus condiciones. Al año siguiente, los
romanos obtuvieron una victoria cerca de Dara,
solo para ser derrotados poco después por los
persas. La situación dio un giro en 589, cuando,
tras tomar Comenciolo el mando general de las
tropas romanas en Oriente, fue invadida la zona
de Armenia controlada por los persas por tribus
bárbaras. El general persa Bahram Chubin los
expulsó, pero no obtuvo a cambio la gratitud del
monarca sasánida. Humillado por él con motivo de
una pequeña derrota frente a los romanos,
Bahram se rebeló contra Hormizd. El Gran Rey,
odiado por la nobleza, perdió finalmente el trono y
la vida a comienzos de 590. Le sucedió su
hijo Cosroes II, a quien tampoco Bahram Chobin
quiso reconocer como soberano. Cosroes debió
huir tras ser derrotado por Bahram, mientras las
tropas romanas aprovechaban la desunión de los
persas: el general romano Juan Mistacón asedió
la ciudad de Dvin, en Armenia, e invadió la región
de Atropatene (en el actual Azerbaiyán). Cosroes
II decidió pedir ayuda a Mauricio y se refugió en el
Imperio romano de Oriente. El emperador accedió
a su invitación, y por primera (y única) vez, las
tropas romanas y persas marcharon unidas a la
batalla. Baharam fue derrotado y Cosroes II subió
de nuevo al trono en 591.
Mauricio exigió y obtuvo algunos territorios
disputados en Mesopotamia, que según los
romanos formaban parte de Armenia, así como
territorios en Iberia (Georgia).60 En conjunto, el
emperador se comportó de forma bastante
moderada y de hecho las condiciones de su
tratado con Cosroes (a quien incluso puede que
adoptara) fueron francamente buenas.
Bizancio y Persia parecían haber puesto las bases
para una futura convivencia pacífica.

¿Pax Persica? Cosroes II y el
contraataque de Heraclio[editar]

Retrato en una moneda del emperador Focas, que depuso


a Mauricio en 602.

Artículo principal: Guerra bizantino-sasánida (602-628)


Tanto Bizancio como Persia supieron aprovechar
el breve período de paz. El emperador Mauricio
trasladó las tropas de Oriente a los Balcanes,
donde sostuvo una campaña contra
los ávaros y eslavos.
Cosroes II, una vez consolidado su poder y
saneadas las finanzas del estado, volvió a
fortalecer financiera y militarmente su imperio. A
finales del año 602 se desarrolló en el Imperio de
Oriente una serie de acontecimientos que
desembocaría en la última de las guerras entre
Roma y Persia, una guerra, más intensa que todas
las precedentes, y que estuvo a punto de causar
la ruina definitiva del Imperio romano de Oriente.
La crisis se originó en el Danubio, donde el
emperador Mauricio combatía con éxito a los
ávaros y eslavos. Mauricio exigió a sus tropas que
invernaran en la orilla izquierda del Danubio y
emprendieran una campaña contra los eslavos, a
pesar de las dificultades para abastecerse de
víveres. Esto llevó finalmente a que las tropas se
amotinasen, y proclamasen emperador a un oficial
de rango inferior, llamado Focas. Mauricio intentó
huir, pero fue capturado. Focas marchó hacia
Constantinopla, donde fue reconocido como
emperador. Mauricio y toda su familia fueron
ejecutados, en un auténtico baño de sangre, y
Focas inició, según fuentes decididamente hostiles
a él, un régimen de terror.
Cosroes aprovechó la muerte de Mauricio, su
antiguo protector, y en 603 invadió el territorio
romano.61 En los años siguientes cayeron en
poder de los persas las ciudades
de Amida, Dara, Edesa, Hierápolis y Beroia, y un
ejército persa invadió Armenia. Parte de la
población dio incluso la bienvenida a los invasores
persas, ya que los conflictos religiosos en el
Imperio de Oriente, en torno a la cuestión de la
naturaleza de Jesucristo (ver monofisismo),
habían alejado a la población de Siria del gobierno
central. Además, Cosroes presentó a un supuesto
hijo de Mauricio, que habría sobrevivido a las
ejecuciones de Focas. El propio Focas cayó
en 610, víctima de una conjura por parte de
sectores opositores. Heraclio, hijo del exarca de
Cartago, se apoderó del trono, pero tuvo que
combatir contra las tropas de Focas durante algún
tiempo, lo que impidió la resistencia contra los
persas. Sea cual fuere el verdadero carácter del
régimen de Focas (solo disponemos en la
actualidad de fuentes de la época de Heraclio), es
evidente que no estuvo exento de terror. Heraclio,
sin duda uno de los más destacados emperadores
de toda la historia del Imperio romano, fue recibido
como salvador, aunque el principio no fuese capaz
de hacer frente con efectividad a los persas.

Máxima expansión territorial del Imperio sasánida, durante


el reinado de Cosroes II.

Con la caída de Focas, el avance persa aumentó


su velocidad. En 611 los persas derrotaron a los
romanos junto a Emesa, desde donde irrumpieron
en Asia Menor y conquistaron también Antioquía.
En 613 dio comienzo la contraofensiva romana.
Parte del ejército de Constantinopla, a las órdenes
del general Filípico, debía invadir Armenia, para
obligar así a los persas a retirar sus tropas de
Siria. Esta maniobra permitió a Heraclio
prepararse para el ataque; en Siria, sin embargo,
el ejército romano fue vencido en una gran batalla
cerca de Antioquía. Heraclio tuvo que abandonar
la región, y Damasco cayó ese mismo año. Aún
peor para los romanos fue, sin embargo, la caída
de Jerusalén, tomada en 614 por el general
persa Shahrabaraz, según parece con ayuda de
los judíos de la ciudad, que esperaban que los
sasánidas les concedieran una mayor libertad.62
Entre el botín obtenido por los persas se
encontraba la Vera Cruz, que el
general Shirin regaló a la esposa favorita de
Cosroes, de religión cristiana. La pérdida de esta
reliquia causó una tremenda conmoción entre los
cristianos.63 El Imperio romano de Oriente, que
también se encontraba, una vez más, amenazado
en los Balcanes, perdió antes de 619 también
Egipto, el granero del imperio, al tiempo que los
persas lanzaban también ataques en Asia Menor,
que solo en una pequeña parte pudieron mantener
en su poder. Todo el Oriente romano quedó bajo
el dominio persa, como había sido en tiempos
del Imperio aqueménida. Llegó incluso a pensarse
en trasladar la capital del imperio de
Constantinopla a la segura Cartago. El "Imperium
Romanum" se encontraba al borde del abismo.

Sólido de Heraclio con sus hijos Constantino


III y Heraclonas.

En esta situación, que parecía completamente


desesperada, Heraclio concibió un plan
extremadamente audaz. Decidió abandonar la
capital, al mando de su ejército, y atacar a los
persas en el interior de sus dominios. El 5 de
abril de 622 el emperador abandonó la ciudad y
viajó por mar hasta un punto en las cercanías
de Issos, en el extremo sudoriental de Asia Menor.
La reconstrucción de los siguientes
acontecimientos es complicada a causa de la
extremadamente problemática situación de las
fuentes; no se conocen ni la ruta que siguió el
emperador ni las dimensiones exactas de su
ejército. Heraclio, que en los años siguientes
emprendería en conjunto tres campañas contra los
persas, debió contar con una fuerza militar
bastante considerable.64 Heraclio entrenó primero
a su ejército, con lo cual entre sus tropas surgió
rápidamente un ambiente particular, que Jorge de
Pisidia, una de las pocas fuentes con que
contamos, destaca especialmente. El emperador
inculcó a sus soldados la idea de que no se
trataba de una campaña ordinaria. No combatían
solo contra un enemigo del Imperio, sino también
contra un adversario de la cristiandad. Se trataba
de una guerra santa, en cierto modo una
"Cruzada" contra el poder de las tinieblas, aun
cuando, ciertamente, la guerra perseguía un
objetivo por encima de todo: librar definitivamente
al Imperio romano de Oriente de la amenaza
persa.65 Por esa razón se instalaron imágenes
de Cristo en los campamentos. Parece que estas
medidas psicológicas surtieron efecto y motivaron
a los soldados, algo que posiblemente era
necesario a causa de la difícil situación en la que
se encontraban: si Heraclio fracasaba, el Imperio
caería con él.
Los romanos lograron vencer a los persas
en 622 (o 623) en Capadocia. En 623 el
emperador regresó provisionalmente a
Constantinopla y a continuación entró en contacto
con los habitantes cristianos del Cáucaso.
Heraclio logró aumentar su ejército, y combatió
durante el año siguiente sobre todo en esa región.
Lanzó un ataque contra Armenia, durante el cual
cayó en sus manos la ciudad de Dvin y, sobre
todo, la de Ganyá, en el actual Azerbaiyán. En la
mencionada ciudad había un célebre templo del
fuego, (hoy Takht-i Suleiman), que el emperador
ordenó destruir, enviando con ello una clara señal
a Cosroes. Este movilizó entonces todas las
tropas de las que disponía, pero no consiguió
vencer a Heraclio, que en 625 se retiró a Cilicia.
En 626, el ejército persa se puso de nuevo en
marcha, con el objetivo de localizar y destruir a las
tropas de Heraclio, así como de conquistar la
ciudad de Constantinopla. Con este fin, los persas
habían entablado negociaciones con los ávaros.
En el verano de 626, la capital del Imperio de
Oriente fue asediada por un imponente ejército de
ávaros y eslavos. La ciudad pudo resistir, sin
embargo, gracias a la flota, que evitó, además,
que los persas pudieran trasladarse a la orilla
europea. Los ávaros tuvieron que interrumpir el
asedio, y el ejército persa, bajo el mando
de Shahrabaraz, se retiró a comienzos
de 627 de Calcedonia a Siria. El año anterior,
Heraclio había ya conseguido vencer a un ejército
persa que marchó contra él con la intención de
destruirlo.
Representación del rey Cosroes II como catafracto. (Taq-e-
Bostan).

En Constantinopla se atribuyó la salvación de la


ciudad a un milagro de la Virgen María. El punto
culminante de la ofensiva persa había sido
superado con éxito, y a partir de entonces los
romanos tomaron completamente la iniciativa.
Heraclio pudo todavía alegrarse de una nueva
victoria; en Mesopotamia, su hermano Teodoro
había logrado vencer a un ejército persa bajo el
mando del general Shahin, lo que debió de irritar
profundamente a Cosroes. Al parecer, en la corte
persa existía una gran preocupación por el estado
mental del Gran Rey, quien, a su vez, sentía una
profunda desconfianza hacia sus generales. Esto
explica, al menos en parte, por qué Shahrabaraz
se mantuvo en lo sucesivo al margen de los
combates y se dedicó a esperar el desarrollo de
los acontecimientos.
Mientras tanto, Heraclio reclutaba nuevas tropas
en Lázica y en las regiones ribereñas del mar
Negro, y establecía contacto con los Köktürks.
Esta alianza no tuvo consecuencias importantes
en el desenlace del conflicto, ya que las tropas
auxiliares abandonaron más tarde al emperador,
aunque los ataques turcos debieron de constituir
una molestia para Cosroes.66 En 627, Heraclio
partió de Tiflis hacia el sur. El 12 de diciembre de
ese año, se libró una decisiva batalla junto a las
ruinas de Nínive. El general persa Rhazates murió
en el combate, y los romanos, que maniobraron
con más habilidad, aplastaron al ejército persa.
Heraclio conquistó a continuación la residencia
favorita del Gran Rey, en Dastagird, en la que
Cosroes había estado poco tiempo antes. El
monarca persa huyó aterrado hacia Ctesifonte.
Heraclio renunció intencionadamente a sitiar la
capital persa, ya que temía que se cortaran sus
vías de aprovisionamiento.
Sin embargo, la batalla de Nínive supuso el
desenlace final de la lucha que durante siglos
habían mantenido ambas potencias. Cosroes
perdió todo apoyo de los grandes de su imperio:
en febrero de 628 fue depuesto y asesinado en
prisión. Le sucedió su hijo Kavadh II Siroe, quien
inició su corto reinado con el asesinato de varios
miembros de su familia. En seguida intentó
establecer contacto con Heraclio para negociar un
tratado de paz. El emperador se encontraba por
entonces en Ganyá. El texto de su carta a
Heraclio, en la que Kavadh Siroe pide la paz y se
refiere a su enemigo como "...el clementísimo
emperador de los romanos, nuestro hermano..."
(compárese con la cita, más arriba, del texto
de Amiano Marcelino), ha llegado hasta nosotros
en el llamado "Cronicón Pascual" ("Chronicon
Paschale").67
Finalmente se firmó un tratado de paz. Sus
cláusulas estaban orientadas a mantener el statu
quo ante bellum: Persia renunciaba a todas sus
conquistas y devolvía la Vera Cruz, a cambio de lo
cual Heraclio prometía retirarse. Sin embargo, la
retirada de las tropas romanas se desarrolló con
lentitud, y mientras tanto Persia se hundió en el
caos. Kavadh Siroe falleció en septiembre de 628,
y todos los monarcas que le sucedieron solo
fueron capaces de mantenerse en el poder
durante unos pocos meses. La Vera Cruz fue
restituida en 630 por Shahrabaraz, que también
ambicionaba el trono sasánida. La ceremonia que
solemnizó el regreso de la reliquia supuso sin
duda el momento de mayor esplendor del reinado
de Heraclio. Recibió cartas de felicitación de varios
reinos cristianos y consiguió un enorme prestigio.
Persia había sido vencida, con lo que el Imperio
romano parecía haber triunfado sobre su secular
adversario.
Roma y Persia: Un balance[editar]

La expansión islámica hasta 750.


Del Historical Atlas de William R. Shepherd, 1923.

Heraclio solo pudo alegrarse de su victoria durante


unos pocos años. Poco después de su triunfo
sobre los persas, comenzó la expansión islámica.
En 636, las tropas romanas fueron derrotadas por
los árabes musulmanes en la batalla de Yarmuk:
tras la larga guerra contra Persia, no existían
recursos suficientes para oponer resistencia.
En 642 el Imperio romano de Oriente había
perdido todas sus provincias orientales, y algunos
años después caerían también las del norte de
África. En los Balcanes, mientras tanto, oleadas de
pueblos eslavos se internaron en territorio romano,
donde se asentaron de forma estable. El Imperio
quedó reducido a Asia Menor, siempre sometida a
los ataques de los árabes; la capital y sus
alrededores; y algunas islas y lugares fortificados
de Grecia. También cambiaron el estado y la
sociedad del Imperio: bajo Heraclio aumentó la
helenización de la administración y del ejército y
el latín dejó de ser la lengua oficial ya desde la
época de la guerra con Persia. Para muchos
historiadores, esto supone el final del Bajo Imperio
romano y el comienzo de la historia del Imperio
bizantino medieval, que mantendría su identidad
grecorromana y cristiana hasta 1453.
El Imperio sasánida, por el contrario, desapareció
por completo en 651. Tras la derrota de
la Kadesia, en 636 (o 637), los árabes aniquilaron
al ejército persa en 642 en la batalla de Nihavand.
El último gran rey, Yazdegerd III, tuvo un final
ignominioso: en 651 fue asesinado en el extremo
nororiental de su deshecho imperio por un
gobernador local (o por un molinero). Aunque la
herencia cultural de los sasánidas dejó su
impronta duradera en el mundo árabe, con la
caída de su imperio terminó la última fase de la
historia antigua del Próximo Oriente.
Durante cuatrocientos años, Roma y Persia
habían sido las dos principales potencias del
mundo antiguo. Aunque a menudo fueron hostiles
entre sí, y con frecuencia se enzarzaron en una
lucha despiadada, los dos estados se profesaron
siempre un mutuo respeto. Entre los dos hubo
también influencias culturales recíprocas., 68 pero,
en su última etapa, las relaciones mutuas se
resolvieron sobre todo mediante los conflictos
militares, marcados por la lucha por la supremacía
en el Próximo Oriente.
Al final, los dos imperios se encontraban tan
agotados tras varios siglos de enfrentamientos
que fueron fácilmente vencidos por los árabes.
Puede llegarse a la conclusión de que las épocas
más fructíferas en las relaciones entre ambos
imperios fueron las fases de convivencia pacífica,
principalmente entre 387 y 502. Sin embargo, una
solución permanente era imposible a causa de la
lucha por el poder y la visión que ambas potencias
tenían de sí mismas.

Cronología de las guerras


romano-sasánidas[editar]
 224: Surge el Imperio sasánida.
 Desde 230: Ardashir I invade territorios del
Imperio romano.
 242-44: Campaña persa de Gordiano III; tras
los primeros éxistos es vencido en Mesiche
(Misik) y muere poco después. Sapor
I concluye un tratado de paz con Roma.
 252: Sapor I conquista Armenia. En los años
que siguen invade también Siria.
 260: Valeriano es hecho prisionero en el curso
de su guerra con Persia. Se desploma el
sistema defensivo romano en Oriente, lo que
es aprovechado por Palmira, cuya
reina Zenobia, intenta crear su propio imperio.
 283: Campaña persa de Caro.
 Desde 296: El rey persa Narsés invade
territorio romano. Galerio lo vence, tras haber
sufrido un primer revés, en la batalla de
Karrhai.
 298: Paz de Nísibis. El emperador
romano Diocleciano conquista territorios
en Mesopotamia y cinco provincias al otro lado
del Tigris.
 338: Comienza una guerra entre Roma y
Mesopotamia que durará varias décadas.
Ni Sapor II ni Constancio II logran resultados
decisivos. Los cristianos son perseguidos en
Persia.
 359: Sapor II invade Mesopotamia al mando de
un gran ejército. La importante ciudad de
Amida cae en poder de Persia tras un largo
asedio.
 363: Campaña persa de Juliano. El ejército
romano llega a las puertas de Ctesifonte, pero
se ve obligado a retroceder. Tras la muerte de
Juliano, Roma y Persia firman un tratado de
paz. Los territorios conquistados por
Diocleciano son devueltos a Persia.
 Hacia 387: División de Armenia en una parte
controlada por Persia (Armenia persa) y otra
por Roma.
 395: Muerte de Teodosio I y división del
Imperio romano.
 410: Se permite libertad de culto a los
cristianos persas en el Sínodo de Seleucia-
Ctesifonte.
 421/22: Guerra entre Roma y Persia. Este
conflicto, al igual que el más restringido que
tuvo lugar en 440/41, fue un episodio aislado
en una época marcada por la convivencia
pacífica entre los dos imperios.
 476: Destitución del último (según la
numeración tradicional) emperador romano de
Occidente, Rómulo Augústulo. Final del
Imperio de Occidente.
 484: La Iglesia Asiria de Oriente se separa
definitivamente de la Iglesia Imperial de
Constantinopla.
 502: Comienza una nueva guerra entre Roma
y Persia. Tras una tregua en 506 se reanudan
las guerras en 526.
 532: "Paz Duradera" entre Roma y Persia. El
emperador Justiniano I emprende
su Restauratio Imperii en Occidente.
 540: Cosroes I rompe el tratado. Saqueo
de Antioquía y otras ciudades romanas. La
guerra concluye en 562.
 572: Justino II fuerza una nueva guerra con
Persia, que concluirá en 591, durante el
reinado de Mauricio.
 603: Comienzo de la última y mayor de las
guerras romano-persas. Cosroes II inicia la
conquista de las provincias orientales del
Imperio romano de Oriente y su integración en
el Imperio sasánida.
 627: Victoria del emperador Heraclio en
la batalla de Nínive. En 628, el nuevo rey
persa, Kavadh II, pide la paz.
 Década de 630: Comienza la expansión
islámica. Bizancio pierde la mayor parte de sus
dominios y sufre importantes transformaciones
políticas y sociales. El Imperio sasánida
desaparece, víctima de la acometida de los
árabes.

Bibliografía[editar]
Fuentes antiguas[editar]

 Amiano Marcelino: Historia (Rerum Gestarum


Libri). Edición de Mª Luisa Harto Trujillo.
Madrid: Akal, 2002. ISBN 84-460-0983-8
 Aurelio Víctor: Libro de los Césares.
Traducción y notas de Emma Falque. Madrid:
Gredos, 1999 (editado conjuntamente
al Breviario, de Eutropio). ISBN 84-249-1993-9
 Dión Casio: Historia romana. Edición de
Domingo Plácido Suárez, José Mª Candau
Morón y Mª Luisa Puertas Castaños. Madrid:
Gredos, 2004.
 Eutropio: Breviario. Traducción y notas de
Emma Falque. Madrid: Gredos, 1999 (editado
conjuntamente al Libro de los Césares, de
Aurelio Víctor). ISBN 84-249-1993-9
 Herodiano: Historia del Imperio romano
después de Marco Aurelio. Traducción de Juan
José Torres. Madrid: Gredos, 1985. ISBN 84-
249-0992-5
 Lactancio: Sobre la muerte de los
perseguidores. Traducción, introducción y
notas de Ramón Teja. Madrid: Gredos,
1982. ISBN 84-249-0243-2
 Procopio de Cesarea: Historia de las guerras.
Libros I-II. Guerra persa. Edición de Francisco
Antonio García Romero. Madrid: Gredos,
2000. ISBN 84-249-2277-8
 Zósimo: Nueva Historia. Introducción,
traducción y notas de José Mª Candau Morón.
Madrid: Gredos, 1992. ISBN 84-249-1605-0.
Historiografía actual[editar]
Principales obras de referencia[editar]

 Dodgeon, Michael H., y Lieu, Samuel


N.C.: The Roman Eastern Frontier and the
Persian Wars (AD 226-363). Routledge,
Londres y Nueva York, 1991 (varias ediciones
posteriores), ISBN 0-415-10317-7.
 Greatrex, Geoffrey B., Lieu, Samuel N.C.: The
Roman Eastern Frontier and the Persian Wars.
Part II AD 363-630. A narrative sourcebook.
Londres y Nueva York, 2002, ISBN 0-415-
14687-9.
 Winter, Engelbert, y Dignas, Beate: Rom und
das Perserreich. Zwei Weltmächte zwischen
Konfrontation und Koexistenz. Akademie
Verlag: Berlín 2001, ISBN 3-05-003451-
3 (recopilación de fuentes traducidas al
alemán).
Otras referencias[editar]

 Blockley, Roger C.: East Roman Foreign


Policy. Formation and Conduct from Diocletian
to Anastasius (ARCA 30). Leeds, 1992, ISBN
0-905205-83-9.
 Henning Börm: Prokop und die Perser.
Untersuchungen zu den römisch-
sasanidischen Kontakten in der ausgehenden
Spätantike. Stuttgart 2007, ISBN 978-3-515-
09052-0.
 Cameron, Averil (ed.): The Cambridge Ancient
History, vols. 12-14, Cambridge Uni. Press,
Cambridge 1998-2005 (extensa visión de
conjunto para los acontecimientos ocurridos
entre 193 y 600).
 Dabrowa, E. (ed.): The Roman and Byzantine
Army in the East. Cracovia, 1994.
 Beate Dignas - Engelbert Winter: Rome and
Persia in Late Antiquity. Neighbours and rivals,
Cambridge 2007.
 Greatrex, Geoffrey B.: Rome and Persia at
War, 502-532. Cairns, Leeds 1998, ISBN 0-
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campañas de la época de Kavadh I.).
 Greatrex. Geoffrey B.: Byzantium and the East
in the Sixth Century, en : Michael Maas
(ed.), The Cambridge Companion to the Age of
Justinian. Cambridge Uni. Press, Cambridge
2005, pp. 477-509, ISBN 0-521-81746-
3 (concisa recapitulación de las relaciones
romano-persas en el siglo VI, con referencias a
bibliografía actualizada).
 Howard-Johnston, James: East Rome,
Sasanian Persia and the End of Antiquity:
Historiographical and Historical Studies
(Collected Studies). Aldershot 2006, ISBN 0-
86078-992-6 (visión de conjunto, de interés
especial sobre las últimas guerras entre Roma
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 Kaegi, Walter E. : Heraclius - Emperor of
Byzantium. Cambridge Uni. Press, Cambridge
2003, ISBN 0-521-81459-6 (biografía, que se
extiende mucho también acerca de la campaña
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 Kettenhofen, Erich : Die römisch-persischen
Kriege des 3. Jahrhunderts. n. Chr. Nach der
Inschrift Sāhpuhrs I. an der Ka’be-ye Zartošt
(ŠKZ). Beihefte zum Tübinger Atlas des
Vorderen Orients B 55. Wiesbaden 1982.
 Millar, Fergus: The Roman Near East, 31 B.C.-
A.D. 337. Harvard University Press,
Cambridge/Massachusetts 1993.
 Mitchell, Stephen: A History of the Later
Roman Empire. AD 284 - 641. Blackwell:
Londres 2006, ISBN 1-4051-0856-8 (visión de
conjunto, con amplia información sobre las
guerras con Persia).
 Potter, David S. : The Roman Empire at Bay.
Routledge, Londres/Nueva York, 2004, ISBN
0-415-10057-7 (síntesis actualizada para la
época entre 180 y 395).
 Schippmann, Klaus : Grundzüge der
Geschichte des sasanidischen Reiches.
Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt
1990, ISBN 3-534-07826-8.
 Schottky, Martin: Parther- und Perserkriege.
En: Der Neue Pauly, vol. 9 (2000),
especialmente pp. 375-377 (sinopsis concisa).
 Whitby, Michael: The Emperor Maurice and his
Historian - Theophylact Simocatta on Persian
and Balkan Warfare. Oxford, 1988.
 Wiesehöfer, Josef: Das antike Persien. Aktual.
Neuaufl., Albatros, Düsseldorf 2005, ISBN 3-
491-96151-3 (obra de carácter general sobre la
Persia antigua).

Notas[editar]
1. ↑ Edwell, Peter (2007). Between Rome and Persia:
The Middle Euphrates, Mesopotamia and Palmyra
Under Roman Control. Routledge, pp. 160. ISBN
9781134095735.
2. ↑ Herodiano 6,2 y Dión Casio 80,4,1.
3. ↑ Erich Kettenhofen, "Die Einforderung des
Achämenidenerbes durch Ardašir: eine interpretatio
romana", en: Orientalia Lovaniensia Periodica 15
(1984), pp. 177-190. Véase también Philip Huyse, La
revendication de territoires achéménides par les
Sassanides: une réalité historique?, en: Philip Huyse
(ed.), Iran: Questions et connaissances I: Études sur
l'Iran ancien, París, 2002, pp. 294-308.
4. ↑ La cronología de muchos de los reyes sasánidas es
problemática a causa de las dificultades para datar las
referencias de las fuentes. Las siguientes fechas de
reinado se basan en la obra clásica de Josef
Wiesehöfer, Das antike Persien.
5. ↑ Un libro básico para el estudio de los anales de
Sapor es Philip Huyse, Die dreisprachige Inschrift
Šabuhrs I. an der Ka’ba-i Zardušt (ŠKZ), 2 volúmenes,
Londres, 1999. Sobre el desarrollo de las operaciones
militares, debe señalarse sobre todo: Kettenhofen, Die
römisch-persischen Kriege.
6. ↑ Una visión de conjunto del estado de las fuentes
para el siglo III, época de la "Crisis del siglo III", la
ofrecen, entre otros, Bruno Bleckmann: Die
Reichskrise des III. Jahrhunderts in der spätantiken
und byzantinischen Geschichtsschreibung.
Untersuchungen zu den nachdionischen Quellen der
Chronik des Johannes Zonaras, Múnich, 1992, y David
S. Potter, Prophecy and History in the Crisis of the
Roman Empire. A Historical Commentary on the
Thirteenth Sibylline Oracle, Oxford, 1990.
7. ↑ Historia Augusta, Vita Gordiani, 26s.
8. ↑ Véase David MacDonald, The death of Gordian III -
another tradition, en: Historia 30 (1981), pp. 502-508.
9. ↑ Acerca de la campaña de Gordiano y de su muerte,
véase Christian Körner, Philippus Arabs. Ein
Soldatenkaiser in der Tradition des antoninisch-
severischen Prinzipats, Berlín, 2002, pp. 75ss.; sobre
el tratado: ibidem, pp. 120ss. (con largas exposiciones
acerca de las fuentes y de los problemas que plantean
a la actual investigación histórica), así como Engelbert
Winter, Die sasanidisch-römischen Friedensverträge
des 3. Jahrhunderts n. Chr. Ein Beitrag zum
Verständnis der außenpolitischen Beziehungen
zwischen den beiden Großmächten, Fránfort del Meno,
1988.
10. ↑ Sobre los problemas de cronología, véase: Udo
Hartmann, Das palmyrenische Teilreich, Stuttgart,
2001, pp. 71ss.
11. ↑ No hay seguridad sobre la fecha precisa en que
Antioquía cayó en poder de Sapor. Los historiadores
actuales consideran que ocurrió en 253 o 256.
12. ↑ SKZ, §§ 18-22, en versión griega; traducción al
alemán en: Engelbert Winter/Beate Dignas, Rom und
das Perserreich, Berlín, 2001, p. 98. Para garantizar
una mejor legibilidad, wurde auf die Ergänzungs- und
Auslassungszeichen verzichtet.
13. ↑ Zósimo 1,36,2; Aurelio Víctor, De Caesaribus, 32,5
14. ↑ Véase, por ejemplo, Eutropio 9,7, así como Zonaras
12,23.
15. ↑ Esto se debió en parte a que Galia y otras regiones
de la parte occidental del Imperio se independizaron
del poder central (ver Imperio galo), al tiempo que, en
Oriente, Palmira trató de aprovechar la debilidad de
Roma. Solamente el emperador Aureliano pudo
devolver la estabilidad al Imperio; véase un resumen
en Potter, Roman Empire at Bay, pp. 251ss.
16. ↑ Véase Schippmann, Grundzüge, pp. 24ss.
17. ↑ Eutropio 9,24 y Amiano
Marcelino 14,11,10. Lactancio, que quiere acentuar la
dependencia de Diocleciano con respecto a Galerio,
omite este episodio. Probablemente no es cierto que
Diocleciano degradase a Galerio con un acto
semejante. Quizá lo que las fuentes describen es
sencillamente el ritual del adventus.
18. ↑ En el Arco de Galerio, en Salónica, se representa
tanto la guerra de Persia como el triunfo de Galerio.
19. ↑ Sobre la guerra persa de Diocleciano, véase Wilhelm
Enßlin, Valerius Diocletianus, en: RE 7 A, 2 (1948),
especialmente pp. 2442ss. La principal fuente sobre el
tratado de 298 es Petros Patrikios (Fragmento 13s.);
acerca de los detalles, véase Winter/Dignas, Rom und
das Perserreich, pp. 144ss.
20. ↑ Petros Patrikios, fragmento 13.
21. ↑ Bruno Bleckmann (Konstantin der Große, 2º edición,
Reinbek, 2003) ofrece una buena y concisa visión
general de estos hechos.
22. ↑ Eusebio de Cesarea, Vita Constantini, 4, 9-13. Véase
también: Miriam Raub Vivian, Eusebius and
Constantine’s Letter to Shapur: Its Place in the Vita
Constantini, en: Studia Patristica 29 (1997), pp. 164-
169.
23. ↑ Véase Timothy D. Barnes, Constantine and the
Christians of Persia, en: Journal of Roman Studies 75
(1985), pp. 126-136, así como Wilhelm Enßlin, Zu dem
vermuteten Perserfeldzug des rex Hannibalianus,
en: Klio 29 (1936), pp. 102-110.
24. ↑ Sobre Constancio II véase Pedro
Barceló, Constantius II. und seine Zeit. Die Anfänge
des Staatskirchentums, Stuttgart 2004. Sobre las
guerras, Dodgeon/Lieu, Persian Wars, Bd. 1, S. 164ff.
25. ↑ Véase una exposición sintética en Potter, Roman
Empire at Bay, S. 467f.
26. ↑ Sobre el papel de Nísibis véase M. Maróth, Le Siège
de Nisibe en 350 ap. J.-Ch. d’après des Sources
Syriennes, en: Acta Antiqua Academiae Scientiarum
Hungaricae 27 (1979), pp. 239-243.
27. ↑ Eutropio 10,10. Sobre la batalla de Singara véase
también Karin Mosig-Walburg, Zur Schlacht bei
Singara, en: Historia 48 (1999), pp. 330-384; sobre la
identidad del príncipe persa fallecido véase Zu
Spekulationen über den sasanidischen 'Thronfolger
Narsê' und seine Rolle in den sasanidisch-römischen
Auseinandersetzungen im zweiten Viertel des 4.
Jahrhunderts n. Chr., en: Iranica Antiqua 35 (2000), pp.
111-157.
28. ↑ Amiano Marcelino, 17,5. Traducción de Wikipedia de
la versión alemana en: Ammianus Marcellinus, Das
Römische Weltreich vor dem Untergang. Bibliothek der
Alten Welt, traducida por Otto Veh, con introducción y
notas de Gerhard Wirth, Zúrich-Múnich, 1974. De la
obra de Amiano han llegado hasta nosotros los libros
14 a 31, que corresponden al período que relata los
acontecimientos entre 353 y 378; en el perdido Libro
13 se relataban de forma resumida los
acontecimientos desde el añó 96 hasta 353.
29. ↑ Véase Roger C. Blockley, Ammianus Marcellinus on
the Persian Invasion of A. D. 359, en: Phoenix 42
(1988), pp. 244-260.
30. ↑ Amiano, que estuvo presente en Amida y pudo
escapar a duras penas, describe minuciosamente el
asedio: Amiano 19,1-9.
31. ↑ Ref. Klaus Rosen, Julian. Kaiser, Gott und
Christenhasser, Stuttgart 2006, p. 178ss.
32. ↑ Libanio, Orat. 18,164. Amiano señala también que
Juliano estaba ansioso por vencer a los persas
(Amiano 22,12,1s).
33. ↑ Amiano 24,4,27.
34. ↑ Véase Robin Lane Fox, The Itinerary of Alexander:
Constantius to Julian, en: Classical Quarterly, New
Series, 47 (1997), pp. 239-252.
35. ↑ Sobre este tema, véase sobre todo el artículo de
Gerhard Wirth, Julians Perserkrieg. Kriterien einer
Katastrophe, en: Julian Apostata, edición de Richard
Klein, Darmstadt 1978, pp. 455 y siguientes.
36. ↑ La bibliografía acerca de la guerra persa de Juliano
es muy vasta; se trata con detalle en todas las
biografías del emperador. Deben destacarse sobre
todo: Glen Warren Bowersock, Julian the Apostate,
Londres 1978, pp. 106ss.; Rosen, Julian, pp. 333ss., y
Wirth, Julians Perserkrieg. Véase además J. den
Boeft/J.W. Drijvers/D. den Hengst/H.C.
Teitler, Philological and Historical Commentaries on
Ammianus Marcellinus, Groningen 1995ff. [para su
exposición sobre el Libro 22], así como François
Paschoud, Zosime. Histoire Nouvelle (Les Belles
Lettres/Bude), Bd. 1ff., Paris 1971ff.; el comentario de
Paschoud sobre Zósimo ofrece también información
valiosa acerca de la campaña de Juliano.
37. ↑ Amiano 23,3,3.
38. ↑ Los datos sobre este ejército principal se basan en
Zósimo (3,12), que a este respecto es considerado
fiable por la mayoría de los historiadores actuales. Sin
embargo, no es seguro si el destacamento que Juliano
envió al norte de Mesopotamia debe restarse a una
fuerza inicial de 65 000 hombres (con lo cual el
emperador solo habría contado con unos 47 000
efectivos a sus órdenes), o si los efectivos que
comandaba personalmente Juliano eran 65 000.
39. ↑ Amiano 24,7s. y, acerca de lo ocurrido
posteriormente durante la retirada, Amiano 25,1ss.
Véase también Rosen, Julian, pp. 353ss., con
documentos; también las reflexiones que al respecto
hace Wirth: Wirth, Julians Perserkrieg, pp. 484ss.
40. ↑ Es controvertida la fecha exacta en la que se llevó a
cabo el acuerdo. Los principales historiadores de la
Antigüedad se inclinan por el año 387, pero también es
posible que el tratado se concluyese dos años antes, o
después, de esa fecha. Véase Geoffrey Greatrex,"The
Background and Aftermath of the Partition of Armenia
in A.D. 387", en: The Ancient History Bulletin 14
(2000), pp. 35-48.
41. ↑ Procopio, Historia de las guerras, I,2. La historicidad
de este episodio es sin embargo controvertida.
42. ↑ Sócrates, Kirchengeschichte, 7,8.
43. ↑ Véase Winter/Dignas, Rom und das Perserreich, pp.
160ss.
44. ↑ Procopio, Historia de las guerras, I,2, confunde
posiblemente el tratado de 422 con el de 442.
45. ↑ Sobre el desarrollo de estas dos guerras, véase
Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol. 2, pp. 36ss., así
como Geoffrey Greatrex, "The two fifth-century wars
between Rome and Persia", en: Florilegium 12 (1993),
pp. 1-14.
46. ↑ Sobre el trasfondo de la guerra de 502 véase
Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol. 2, pp. 62ss.;
Greatrex, Rome and Persia at War, así como John B.
Bury, History of the Later Roman Empire, vol. 2, Nueva
York, 1958 (primera edición de 1923), pp. 10-15.
47. ↑ Andreas Luther, Die syrische Chronik des Josua
Stylites, Berlín, 1997. Traducción al alemán con un
extenso comentario histórico. Acerca de las
operaciones militares, ibídem., pp. 64ss.
48. ↑ Sobre las cifras, véase Josué el Estilita, Crónica, 54
[Luther, pp. 68ss.]
49. ↑ Sobre Justiniano, véanse los artículos en Michael
Maas (ed.), The Cambridge Companion to the Age of
Justinian, Cambridge, 2005. Una visión concisa, pero
bien documentada y basada en las investigaciones
más recientes, la ofrece Mischa Meier, Justinian.
Herrschaft, Reich und Religion, Múnich, 2004.
50. ↑ A este respecto refiere Procopio que Kavadh
propuso a Justino en 525 que adoptase al joven
Cosroes con el fin de asegurarle el trono. Según su
relato, Justino y Justiniano estuvieron de acuerdo, pero
un jurista romano formuló una protesta: los tratados de
adopción internacionales no debían llevarse a efecto,
ya que interferían en las relaciones entre los dos
estados: los persas habrían podido entonces reclamar
el Imperio romano. (Procopio, Historia de las guerras,
I,11). La historicidad de este episodio es generalmente
aceptada por los historiadores actuales: Henning
Börm, Prokop und die Perser, Stuttgart, 2007, pp. 308-
317.
51. ↑ Procopio, Historia de las guerras, I,22; Juan
Malaras, Chronographia, 18,76.
52. ↑ Véase al respecto: Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol.
2, pp. 102ss.; Greatrex, Byzantium and the East, pp.
488ss; Henning Börm "Der Perserkönig im Imperium
Romanum", Chiron 36, 2006, pp. 299-328; Berthold
Rubin, Das Zeitalter Justinians, vol. 1, Berlín 1960, pp.
324ss. (desfasado en parte, pero muy detallado).
53. ↑ Procopio, De bello Persico, 2,11; Procopio describe
minuciosamente la conquista de Antioquía, y en su
relato presenta a Cosroes, al contrario que las fuentes
orientales, como por ejemplo al-Tabari, de forma muy
negativa.
54. ↑ Procopio, Historia de las guerras, II, 28.
55. ↑ Rubin, Das Zeitalter Justinians, vol. 1, pp. 345ss.
56. ↑ Durante esa época, también, el reino de
los heftalitas fue destruido por Persia y los turcos, si
bien los turcos pronto se convertirían en los principales
adversarios del Imperio sasánida en sus fronteras
orientales, sustituyendo a los heftalitas. Sobre el
tratado de 562 véase Menandro Protector, Fragmento
6,1; traducción al alemán y comentarios en
Winter/Dignas, Rom und das Perserreich, pp. 164-177.
57. ↑ Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol. 2, pp. 141ss.;
véase también Greatrex, Byzantium and the East, pp.
503ss.
58. ↑ Euagrios Scholastikos, Kirchengeschichte, 5,7.
Euagrios, decididamente contrario a Justino,
proporciona también valiosa información sobre el
desarrollo de su campaña en Persia.
59. ↑ Sobre el desarrollo de esta guerra, véase:
Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol. 2, pp. 151ss.
60. ↑ Sobre la rebelión de Bahram, el desarrollo de la
guerra y el tratado de paz, véase:
Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol. 2, pp. 172-175.
61. ↑ Acerca de estos acontecimientos,
véase: Heraclius, passim, así como:
Greatrex/Lieu, Persian Wars, vol. 2, pp. 182ss.
62. ↑ En este contexto, tuvo lugar también una masacre de
los cristianos de Jerusalén. Véase: Elliot
Horowitz, Reckless Rites: Purim and the Legacy of
Jewish Violence, Princeton 2006, pp. 228ss.
63. ↑ Sobre el significado de esta reliquia, véase por
ejemplo Barbara Baert, "Heraclius and Chosroes or
The Desire for the True Cross"
64. ↑ Kaegi (Heraclius, pp. 122ss.) llama la atención sobre
esta problemática; posiblemente, Heraclio dirigiría más
tarde en Mesopotamia una fuerza de entre 25 000 y
50 000 efectivos, que quizá incluso puedan
aumentarse hasta 70 000 (íbid. p. 160). Véase también
James Howard-Johnston, Heraclius’ Persian
Campaigns and the Revival of the East Roman Empire
622-630, en: War in History 6 (1999), pp. 1-44 [solo
localizable en la recopilación de artículos de Howard-
Johnstons, véase la sección "Bibliografía".].
65. ↑ Kaegi, Heraclius, pp. 126 y 146.
66. ↑ Los historiadores actuales consideran, en general,
que los "jázaros", citados en las fuentes son en
realidad los Köktürks, y que la palabra "jázaros" es un
anacronismo. Véase Howard-Johnston, Heraclius’
Persian Campaigns, p. 13, así como Kaegi, Heraclius,
pp. 142ss., con datos.
67. ↑ Winter/Dignas, Rom und das Perserreich, pp. 177-
181; cita: íbid. p.178 (traducción del alemán para
Wikipedia).
68. ↑ Nina Garsoïan, Byzantium and the Sasanians, en
Ehsan Yarshater (ed.):The Cambridge History of Iran.
Vol 3, Cambridge 1983, pp. 568-592.

Enlaces externos[editar]
 El Imperio sasánida bajo el reinado de Cósroes
I (Khusrau Anurshirwhan)
 De Imperatoribus Romanis (Biografías de
emperadores romanos)
 Encyclopædia Iranica
 Bibliografía

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