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http://www.dinero.com/caratula/edicion-impresa/articulo/de-vuelta-historia/24861
De vuelta a la historia
Colombia tuvo en los últimos 150 años unos empresarios
visionarios, audaces y capaces de ejecutar excelentes estrategias.
Es hora de volver a esas raíces.
Hay más razones para estudiar la historia empresarial. En el pasado están las
claves de nuestra identidad. En un momento como el actual, cuando la
globalización se levanta como una gran ola que amenaza con homogeneizarlo
todo, una mirada a la historia empresarial colombiana muestra que este país tiene
unas raíces profundas de trabajo, capacidad gestora e imaginación, de las cuales
nos debemos sentir orgullosos y a las que debemos volver. Los empresarios
colombianos y los inmigrantes que han construido empresa en el país han sido
capaces de levantar empresas después de haber resistido las circunstancias más
difíciles. Desde Chaid Neme, que vivió un duro fracaso en una empresa de
transporte de carga por el río Magdalena (a la cual él mismo se refería como el
Titanic); hasta Colombina, que soportó primero una inundación de su planta y
luego un incendio; para llegar a hombres como Pedro Gómez, que estuvo
prácticamente quebrado después de haber sido el gran innovador de la
construcción en el país, los empresarios colombianos han demostrado el coraje
necesario para sobreponerse a la adversidad. Ese espíritu es uno de los grandes
activos con que cuenta Colombia para enfrentar los retos que vienen.
El empresario y la oportunidad
No solo se necesita ser imaginativo, sino también audaz y terco. Santiago Eder le
dio a La Manuelita una proyección sin igual cuando, en 1886, visitó en Hamburgo
un ingenio que producía azúcar blanca a partir de un proceso de centrifugado. Se
propuso hacer lo mismo en Colombia y finalmente lo logró, después de una
aventura en la que la fabricación de la maquinaria duró tres meses, el transporte
de las máquinas desde Glasgow hasta Buenaventura tomó 2 meses, y luego se
emplearon 3 años para llevar la maquinaria desde el puerto hasta Palmira. José
Carulla Vidal abandonó su despacho de comerciante y se lanzó a una aventura en
el Amazonas, guiado por un grupo de indígenas, buscando hacer fortuna con el
caucho para salvar su negocio en problemas. Chaid Neme se puso a producir
autopartes en Colombia en la década del 50, cuando en el país aún no había
ensambladoras de automóviles. En los años 60, Edmundo Esquenazi y Jimmy
Mayer se propusieron producir en Colombia los pisos de vinilo que habían visto en
sus dormitorios como estudiantes en MIT, y después de apalancarse en una
deuda gigantesca crearon PAVCO y dieron inicio a un grupo petroquímico de
proyección internacional.
Hay que anotar aquí, de paso, que la imaginación y la visión son dotes de quienes
se abren al mundo. Una constante en nuestra historia es la de los extranjeros que
crearon empresa. Aparte de algunos ejemplos ya mencionados como Carulla y
Eder, Colombia abrió sus puertas a extranjeros que generaron empresas de
enorme trascendencia, desde Leo Kopp (Bavaria), hasta Leo Feldsberg (Fruco).
Pero también hay muchos ejemplos de colombianos que viajaron a otros países
para alimentarse de ideas y visiones de otras latitudes. El éxito de Confecciones
Colombia con el Everfit se derivó de la idea de desarrollar en Colombia un
mercado masivo para los vestidos de hombre, tal como existía en Estados Unidos.
Carvajal tomó la idea de los directorios telefónicos y a partir de allí creó un negocio
que se convirtió en la punta de lanza de uno de los procesos de
internacionalización más exitosos ejecutados por una empresa colombiana. Luis
Eduardo Yepes viajó a Estados Unidos en 1928 y de allí trajo nuevas ideas para
presentar la mercancía en vitrinas de cristal, que les dieron un impulso decisivo a
los almacenes Ley y los llevó a alcanzar presencia nacional.
La estrategia
Tener buen producto, capaz de satisfacer las necesidades del cliente, es solo una
parte de la explicación del éxito de un empresario. Para crecer y, sobre todo, para
perdurar, se necesita tener una buena estrategia, o mejor, se necesita la
capacidad de generar estrategias que se adapten a los cambios en el entorno que
inevitablemente vienen con el paso del tiempo.
Cemento Argos fue otra empresa dotada de una determinación estratégica surgida
de una visión de largo plazo. Desde 1936, cuando fue creada, se propuso tener
presencia en regiones diferentes a Antioquia, donde estuvo su origen, al involucrar
inversionistas de cada una de las regiones. Esta diversificación le permitió más
adelante manejar mejor los riesgos que varios de sus competidores.
Colombia ha sido un país de comerciantes y este sector ha dado unos estrategas
brillantes. En 1949 Gustavo Toro Quintero creó el Almacén Éxito, que revolucionó
el sector a partir de un modelo de negocio que salía de una visión sencilla:
"comprar bien para vender bien y pagar bien", un planteamiento de alta calidad a
precios bajos, respaldado por un excelente servicio al cliente, que fue una fórmula
ganadora. En cuanto a las droguerías, en los años 60 Olímpica revolucionó el
negocio con el concepto de que era posible ganar con bajos precios, bajos
márgenes y altos volúmenes. Por su parte, Fruco, una empresa de alimentos y
conservas, logró una posición única en el mercado a partir de un planteamiento
comercial, con una fórmula de calidad y sabor complementada por un dominio
ejemplar de los canales de distribución.
Tampoco es casual que la gran mayoría de las empresas que tuvieron serios
problemas en la crisis, y lograron sobrevivir, se hayan dedicado en los años
recientes con todas sus energías a volver al negocio original, buscando innovar
productos, lograr un mejor conocimiento del consumidor y fortalecer su propuesta
de valor. Este retorno a las raíces empresariales es la mejor noticia que puede dar
nuestro sector productivo, cuando está a las puertas de un Tratado de Libre
Comercio con la economía más grande del mundo, un reto que exigirá lo mejor de
sí misma a la clase empresarial colombiana.