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FSLORIA DEL MPetALi SMO NOFcEAMECANO a LA PUGNA POR LA HEGEMONIA 1776 © 1919 ViViAN CRiAS La. obra demuestra cémo en el flujo histérico del siglo XX los grandes movi- mientos transformadores y progresistas” se alternan con otros de signo_contrarrevolu. cionario y regresivo, correlacionados con la sucesion, en el sistema capitalista, de pro- fundas crisis y épocas de auge y expansién. Estados Unidos lucha exitosamente por la supremacia mundial hasta fines de la guerra 1914-18 (primer tomo); de la Paz de Versalles a la “guerra fria” esa hegemo. nia es un hecho (segundo tomo); en la década de los 60 arriba a la cumbre y en la de los 70 se abre una crisis profunda y de porvenir incierto. El autor se preocupa por vincular las di ferentes fases de la politica exterior ame- ricana con los hondos cambios de sus es- tructuras econémicas, sociales y politicas y. concede especial atencién a las persistentes y auspiciosas tendencias progresistas que Siempre se han registrado en la historia norteamericana, Nadie puede negar el lu- gar preponderante que a los Estados Uni- dos corresponde en el presente y en el fu- turo de la humanidad; la obra trata de in’ dagar la indole y el signo de esa decisiva tendencia. En lenguaje ameno y combative, Vivian presenta una agil historia “hasta ayer’ bibliografia que ofrece es de facil dad para los lectores latinoamer canos, pues es exclusivamente en lengua espafiola, ViVian CdS I: La pugna por la hegemonia (1776-1918) T. II: La hegemonia (1919-1963) T.IH: De la cumbre a la crisis (1964-1975) BIBLIOTECA DE ESTUDIOS AMERTCANOS ! VIVIAN TRIAS I= Historia de la Argentine (1515-1943) Emesto Palacio 2—La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas José Maria Rost ores sits a Historia del Imperialismo Rodolfo Puigards 4-Historia de ta Nacién tatinoamericana eee Norteamericano 5— EL medio pelo en ta sociedad argentina Arturo Janretche 6— Historia de ta disgregacién rioplatense René Orsi | 7 = Manual de zonceras argentinas Arturo Jauretche Tomo I 8— Proceso al liberatismo arzentino Atilio Garcia Mellid la Pi la , 9= Nos los representantes del pueblo, Historia de ta Const a Fugna por ta Hegemonia tucién de 1853 José Maria Rosa 10 — Historia del movimiento social y la clase obrera argentina Alfredo Lépez 11 — Historia del imperialismo norteamericano Vivian Trias A, PENA LILLO EDITOR §.R, L, Tapa: Esteban Janiot @ A. PENA LILLO EDITOR S. R. L. HH. Yrigoyen 1994, Buenos Aires Queda hecho a depésito que marca la ley 11.723. Probibids la reproducetin total © parcial ahr previa autrizacion do he ediores, Tinpreso en la Argentina - Printed in Argentine OBRAS DEL AUTOR Economia y politica en el Uruguay contempordnco. Ed. Banda Oriental, 1963. EL imperialismo en la historia del Rfo de la Plata, Ed. Coyoacén, 1960. EL plan Kennedy y Ta recolucién latinoamericana. Ed. El Sol, 1952. FL Poraguay: desde Francia el Supremo 4 los Lépex. Ed. Crisis, 1975. Imperialismo, geopolitica y petréleo. Ed. Banda Oriental, 1971. Imperialismo y geopolitica en América Latina, J ed., Banda Oriental, 1967; 2%, Jorge Alvarez, 1969; B, Cimarrén, 1973. Imperiatiomo y rosea bancaria en el Banda Oriental, 1971 Juan Manuel de Rosas. JP ed, Banda Oriental, 1970; 28, Siglo XXI, 1975. La crisis del détar y ta politica norteamericuna. Ed. El Sol, 1965, 2% ed. Peninsula, 1971. La crisis del imperic 1° ed. Banda Oriental, 1970; 2%, Cimann, 197: La guerra del petréleo y la crisis econdmica interna Ed. Crisis, 1975. Las montoneras y el Imperio Britdnico Ed. Uruguay, 1960. Nessor: marsiemo y_coudillismo. Ed. Cimarrén, 1973, fi: revolucién y fuerzas armadas. Ed. Banda Oriental, 1971. Por un socialism nacional, Ed, El Sol, 1966. Reforma agraria en el Uruguay, Ed. EI Sol, 1962. Unuguay: crisis econdmica y crisis politica Ed. Banda Oriental, 197 Uruguay y sus claves geopdliticas, Ed. Banda Oriental, 1971, iguay. nal. Per PARTE PRIMERA LA ACUMULACION PRIMITIVA Y LA PRIMERA EXPANSION IMPERIAL if La crisis del alumbramiento El capitalismo no ha conocido ninguna forma de existencia capaz de prescindir de Ja expansion y explotacién colonial. Siempre ha sido colonialista; genio y figura. Lo que si es cierto, es que los mecanismos del colonialis- mo han variado segiin las épocas y etapas evolutivas del sistema, En una primera fase, el capital fue comercial y Inego comercial y_financiero. Es ol capitalismo moreantilista. A dicha modalidad co- sresponde un tipo espeeifico de imperio colonial, que impera en el mando durante los siglos xvt, xvm y xvi, En larera del mercantilismo siempre hubo potencias he- geménicas, dominantes. Primero fue Espaiia, luego Holanda y en cierto sentido Francia; por ultimo Inglaterra. Es en ella, justamente, que madura la revoluciéa indus- trial a fines del siglo de las laces. Gran Brotaiia convertida ‘en el imperio industrial del orbe, inaugura una nueva forma de dominio colonial; el imperialismo liberal. En el altimo cuarto del siglo xrx el capitalismo accede a sui fase monopolista y se abre camino un nuevo modo colo- nialista; el imperialismo monopolista. Es el que estudian Hilferding y Lenin en sus clisicos textos, 12 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Todas Jas grandes potencias han atravesado estas tres fae ses, pero no lo han hecho de la misma manera, siguiendo las mismas pautas, recorriendo similares avatares. En cada proceso rigen las leyes universales y particulares de la Historia. Sobre una estructura biisica comin, se aprecian diferen- Glas evidentes entre los imperios mercantilistas de Espana, Holanda, Francia ¢ Inglaterra. Marx lamé acumulseién primitiva a la acumulacién pri- maria e imprescindible de capitales que permite financiar Ia revolucién industrial. Toda gran potencia capitalista actual hha realizado su acumulacién primitiva, pero cada una lo ha hhecho a su manera, segin leyes propias, dibujando_perfiles intransferibles, La independencia de los Estados Unidos en 1776 es, entre otras significacfones, un episodio sobresaliente de Ia acum ‘cién primitiva del capitalismo norteamericano, como mis tar- de lo sern Ja conquista del Oeste y Ia guerra colonial contra México. Sin la Tiberacion absoluta de la madre patria. britinica, €1 capitalismo mercantilista norteamericano no. hubiera podido madurar plenamente y, por ende, no hubicra sido posible su trinsito a la fase industrial, ' La independencia se produjo ‘cuando Jas contradicciones entre el mercantilismo de hi me- tropoli inglesa (ya tramontindo su plena saz6n, hacia la re- volucién industrial), y el de las trece colonias americanas del Norte, se tornaron inconciliables y estallaron. Louis M, Hacker da en el clavo: “El sesgo de las rel clones entre el Imperio Briténico y sus colonias de Nortea riea hacen comprensibles los acontecimientos de 1763-75. errores de los hombres, ni suefios de esplendor, ni una execien- "Samir Amin (EL deserrol'o dexigual) sostiene que Ia sociedad orteamericana es una formaciin central nuece, Inghtena no. la. ha Srgantzads come dependencis. Es wn subproducto dela proletaizacién de la. metrdpoli, Su economia’ es de pequefios comecciantes, aranjeros. ¥ artesanos; pobre pero aulocentrida. Modelo de sociedad hasido en el ‘mado de preducotin (dominante) sersaniil simple, «uc puede generat el capitalsmo si las condiciones lo kavorecen, LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 1 te diferencia de actitudes psicolégicas, sino la ruptura econd- mica del sistema mercantil: lz impotencia del capitalismo mercantil metropolitano y colonial, para operar en una esfera que se contraia y en Ja cual se agudizaban las contrapos nes ei tereses, fue la razin, bisica de la crisis y del estallido La crisis de 1763-1775 Las oposiciones se habian ido acumulando. Segtin las leyes britinicas, casi todas las mereaderias remitidas a las colonias vorteamericanas desde Europa o Asia, debian pasar por Puertos britinicos y luego ser reembarcadas, lo que, natural mente, las encareeia en favor del enriquecimiento ‘de inte tnediarios ingloses. Las Antillas, tanto francesas como inglesas, eran grandes productoras de aziicar y melaza muy apetecidas en las colo- niias del Noroeste. Con las melazas se elabora el ron y sin €ontar que por entonces a cada marinero se le adjudicaba una racién diaria del licor, el ron era esencial en el comercio de pieles con los indios y en las pesquerias. Pero el aziicar y la melaza de las colonias francesas eran més baratas y, por ende, preferidas por los colonos. El Parlamento inglés, integrado con 74 grandes propietarios de plantaciones de cafia de azticar en las Antillas, aprobs en 1733 la Molasses Act, por la cual gravaban fuertemente el azicar y melazas de procedencia colonial extranjera, Las colonias tenfan prohibido manufacturar sombreros, 6 tejidos de lanas, o herramientas de hierro, pese a que conta ban con abundantes materias primas y disponian de la tecno- Togia para hacerlo. Pero el interés metropolitano imponia. que dichas materias primas se exportaran a Gran Bretafia como tales y que fueran sus talleres y fabricas los que las transfor maran en mereancias tiles, que luego se venderian a los feonsumidores amexieanos, 2 Louis M. Hacker, Proceso 1 triunfo del cepitaliona norteamerica Buenos Aires, Sudamericana, 1942 14 HISTORIA DEL IMPERTALISMO NORTEAMERICANO (1) ‘Todo ello respondia claramente a Ja doctrina_-meroan lista, De acuerdo «la misma, la riquera de una nacién con- siste en acumular metales preciosos. La via para obtenerlos es lograr una balanza comercial favorable; es decir exportar por valores monetarios saperiores a los de las importaciones. EI pacto colonial es Ja formula perfecta para asegurar la balanza favorable de Ja metr6pol, Esta impone a sus colonlas manufacturas caras y las obliga a vender materias primas anatas, Pero ahi no termina todo. También les prohibe o traba el camercio con otras naciones, 0 colonias de otras metrépolis. Se trata de una relacién econdmica no s6lo bilateral y des- igual, sino también monopolista. ‘A medida que tanto el mercantilismo colonial, como el metropolitano, maduraban, sus contradicciones se fueron agu- Gizando porque ambos exhibjan desarrollos manifiestamente desiguales, EF] mercantilismo inglés estaba en su plenitud y en Jos albores de la era industrial; el norteamericano en el ca~ mino hacia el mismo fin, Durante un largo tiempo las oposi- ciones derivaron en querellas y en protestas, peto no pusieron cn peligro el pacto colonial. gPor qué? Sencillamente, porque ‘era posible cl desarrollo de ambos mercantilismos entrabados, porque pese las imposiciones. y_prohi to econdmico de las colonias se desenvolvia y prosperaba. Por lo pronto, no debemos olvidar que a Io largo del si- glo xvi Inglaterra obtuvo resonantes victorias en las guerras eoloniales y cada tratado de paz signified un vigoroso en- sanchamiento de su vasto imperio, con lo cual se abrian nue- vyos mercados para sus viejas colonias. Primero fuc la gueria de la sucesién espafiola (17001713) que culmina con la Paz de Utrecht, reordenamiento del man- do. que significa, en rigor, el acta de fundacién del Imperio Britinico. Luego la guerra de la sucesiin austriaca (1744-1748), que terminé con la Paz de Aquisgrin. Y, sobre todo, la gue- ra de los Siete Afios (1756-1763) que desembocd en la Paz de Paris, Gracias a este tratado Inglaterra incorporé todo el Canadi, algunas posesiones antillanas, toda la region que se extiende de los Apalaches al rio Mississippi, con exeepcién LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 15 del puerto de Nueva Orleans, en su desembocadura, Ese enorme entriquecimiento territorial multiplicaba las oportunidades para los comerciantes, cazadores y colonos de Tas trece colonias, Ademés, como sagazmente lo subraya Leo Huberman *, no todas las prohibiciones y leyes restrictivas inglesas se res: petaban escrupulosamente “en los territorios coloniales. Tal es el caso de la Molasses Act. Los impuestos tornaban mis caras las melazas de origen francés, pero el contrabando zanjaba la dificultad; y el contrabando con las Antillas fran- cesas es la rafr de numerosas y mis tarde respetables fortunas americanas, De 14.000 toneles de melaza en Rhode Island, 11.500 provenian de colonias extranjeras y lo mismo ocurrfa con 14.500 toneles que importaba Massachussetts *, Por otra parte, las guerras coloniales, pero especialmente la de los Siete Afios, eran ocasiones propisias para que los comerciantes, artesanos, agricultores y especaladores realizaran pingiies negocios. En la dura lucha contra los franceses y sus aliados indios que culmind en el Tratado de Paris de 1763, muchos traficantes ¥ prestamistas de las colonias se enriquecieron, o lenaron sus ya opulentas faltriqueras, comerciando con los enemigos, abas- teciendo sus ejéreitos, contrabandcando con sus posesiones. Pero al terminar el conflieto las cosas cambiaron radicalmente, Por lo pronto, los buenos negocios derivados de los reque- rimientos de los efércitos cesaron y muchos soldados fueron desmovilizados. El comercio cayé verticalmente, el trabajo de los artesanos empez6 a escascar, muchos operarios fueron des- pedidos, cuantiosas cosechas quedaron sin vender. La crisis ost-bélica golped implacablemente a los habitantes de lis colonias y cundié el descontento, la inquietud, la protesta, Por otro lado, Inghiterra se encontré con un Imperio no- tablemente acrecentido y, por ende, mucho mis costoxo. Su estadistas empezaron a efectuar céleulos sobre quiénes costes ban su mantenimiento y la conclusién fue que les colonos de + Leo Huberman, Nosotros el pueblo, Buenos Aires, Palestra, 1965. Huberman, op." et 16 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) América apenas si contribuian con una parle muy pequelia. La deuda publica colonial ascendia a 18 chelines per of Ja de la metrépoli a 18 libras. (La comparacién era irritante! El gobiemo de Su Majestad resolvié reorganizar y ajustar los torniquetes de la explotacién colonial. Un primer problema a resolver era el de las vastas tierras ganadas al Oeste y de la rebeldia de las tribus indias que las poblaban. Los cazadores y comerciantes emborrachaban, a los indios con ron y les estafaban al marcar sus picles. Ademis, los calonos que emigraban en busca de mejorar su condicién, os despojaban de sus comarcas ancestrales. Las tribus habjan peleado junto a los franceses y era necesario pacificarlas y atraerlas, For otra parte, si las tierras conquistadas se iban a valotizar e iban a ser Objeto de especulaciones provechosas, los ingleses querfan que ello redandara en su beneficio. De abi Ia proclama de 1763, que prohibid a los colonos y a los mercaderes en pieles pasar mis allé de los montes Apalaches. Las companiias de bienes raices, voraces especuladores, pu- sieron ¢l grito en el cielo y encontraron amplio eco en los fuertes traficantes en pieles y en los miles de familias victimas de la crisis post-bélica, a las cuales se les cerraba cruelmente el desahogo de! peregrinaje hacia el Oeste. La furia contra los ingleses se torné una fiebre erupti Por otra parte, en 1764 se sancioné la Ley del Azicar, Era uma nneva version, més habilidosa, que la_vieja_y des- gastada Ley de las Melazas. Por Ia misma, se redujo el preci del galén de melaza de 6 a 3 peniques, pero se adoptaro enérgicas y eficaces medidas contra el contrabando, Mul ples e influyentes intereses se sintieron mortalmente heridos, La animosidad antibritinica se propagaba como un in- cendio en el pastizal reseco. Como si esto fuera poco, en 1765 se dicts la Ley del ‘Timbre, por la cual se hacia obligatorio adherir un pequeto sello a los almanaques, naipes, documentos juridicos, certifi- 5 H.C. Allon, Hisoris de lor Estados Unidos. Buenos Aires, Faidés, 1964. LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO ra ‘cados, avisos, diplomas de colegio, licencias, ete. La recauda- ion se destinaba a sostener las tropas coloniales. La resistencia fue estridente y eficaz, Los abogidos, afectados por el impuesto, le dieron lustre doctrinal y los cabecillas y agitadores populares empezaron a emerger como hhongos después de la llavia. El impuesto de los timbres unié a los ricos destiladores de ron, comerciantes contrabandistas en melaza, dueiios de Jas compafiias dedicadas a Ja especulacién con nuevas tierras, on el populacho, con los operarios, artesanos, peones, agri- ultores, modestos tenderos, gente del comiin ya muy excita- da por la penuria econémica que siguié a Ia guerra de los Siete Afios. Se fundaron los comités de “Hijos de Ja libertad” y los disturbios cstallaron aqut y alld, como una epidemia. Hubo violencia, incendios, turbamultas. Los revoltosos coincidieron en una téctica certera y afi- Jada como un puficl; deeretaron que nada se importaria de Inglaterra. “jNo comprar mercaderfas de Inglaterral” fue el alarido de guerra encendido en la masa popular. ‘También Gran Bretaiia suftia los efectos de la paz de 1763. Los negocios no rendian normalmente y el boicot fue Acido on Ja herida. El Parlamento fue presionado por el co- mercio y en 1766 abolié el Bill del Timbre. El jubilo se ea- cendié en las colonias y la resolucién derogatoria fue califica- da de “gloriosa noticia’. * Pero esta vietoria era parcial y pasajera, La politica de ‘ajustar los mecanismos del imperialismo mereantilista iba en serio, era una politica de fondo y a largo plazo. Sir Francis Berard, gobernador real de Mussachussets, definié claramente las relaciones entre Imperio y_colonias: “Los dos grandes objetivos de Gran Bretaia respecto del co- ‘mercio americano deben ser: 1) obligar a sus sibditos ameri- anos a tomar exclusivamente de Gran Bretafia todas las manufacturas y mereaderias europeas de que ésta puede pro- | veerlos. 2) Regular el comercio exterior de los americanos de + Huberman, op. cit, 1S HISTORIA DEL IMPERIALISMO NONTEAMERICANO (1) manera que los beneficios que éste devengue?, puedan final- mente centrarse en Gran Bretafia, 0 ser aplicados al mejora~ miento de su imperic”. Londres estaba decidido a cefiirse a sta definicién hasta sus witimas consecuencias. Asi lo exigia a madurea del capitalismo mercantilista inglés, que ya mero- deaba los inicies do la fase industrial. Pero la tentativa se Incla nando el desarrollo det capitalismo mereantilista ame- icano era incapaz de tolerar tal asfixiante ortopedia, La nueva politica imperial se tradujo en las Leyes Towns- hend de 1767. Impusieron gravimenes al plomo, al té, al vidrio y otras mercaderias de trifico corriente con’ Norteamé- rica. Eran los tradicionales impuestos indirectos que jands Iabian levantado protestas. Es cierto que esta vez los acom- pifigban disposiciones que entrafiaban riesgos evidentes. Por ejemplo, una de las razones del relativo éxito que tenfan las presiones americanas sobre los funcionarios ingleses consistia en, que los sueldos de éstos se pagaban con dinero de las cajas Coloniales y Ios agentes del rey siempre actusban temerosos de perder sus emolumentos. Esa situacin cosba con las Leyes Townshend. Ahora Jos muevos impuestos sufragarfan esas erogaciones y Tos fin- ionarios de la Corona ya nada tenian que temer de los ame- ricanos. El pueblo fue nuevamente soliviantado y menudearon Jos atropellos, tumultos, incendios. 1 boicot al comercio tinleo se reanuds con vigor. Los dirigentes de la revolucién en ciernes comenzaron fa perfilarse, Benjamin Frinklin derroché sa agrio sarcasmo en su alegato: “Reglas para reducir un gran tmperio, convir- tiéndolo en uno pequeiio” Los incidentes arrojaron las primeras vietimas y en mar- z de 1770 fueron muertos cinco colonos en una rifia con soldados en Boston, Es interesante puntualizar que a esta altura ta burguesia ‘americana ya empezaba a alarmarse por el avance y por las {nfulas del ‘pucblo, ol atrevimionto o Ta intrepidez de los que ‘por entonces se Ilaman radicales. El gobernador Morris fue 7 Gtado por Huberman, op. cit, LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 19 vardedero portavoz de los tices cuando afirmé: “Los cabeci- Mas de Ja gentuza so toran peligrosos para la clase acomoda- da y la cuestién es cémo mantenerlos sujetos”. * Los americanos obtuvieron otro triunfo; en 1770 el Par- lamento abolié las Leyes Townshend, con excepeién del. im- puesto al té, Era, sin duds alguna, la oportunidad de las clases alias para formar a su quicio 2 las clases populares en pleno fermento. Hubo tres afios de calma. Pero la propaganda radical no cesaba, Samuel Adams oseribia en le Gaceta de Boston: “Es buena hora de que el pueblo de nuestro pais declare explici- tamente si éste ha de ser de hombres libres o de esclavos, ..* Se constituyeron los “Comités de Correspodencia” que intercambiaban noticias y sugerencias entre unas colonias y ottas, De ese modo se fue conformando el esbozo de Io que mis tarde seria la unidad nacional norteamericana y, 10 que ‘es muy importante, el sortimionto de ella, El proceso maduraba a ojos vistas y un nuevo paso en falso del Parlamento inglés precipité In tormenta: la ley del té, en 173, La East India Company, gigantesea compafiia colonial briténica, atravesaba por dificultades financieras y el Parl mento resolvié adoptar disposiciones para auxiliarla. La com- Paiifa tenia sus depésitos abarrotados con 17 millones de Ubras de té, sin poder venderlo. Se entendié que lo mejor era facili- tar su colocacion en las colonias. Alli se consumia, por cierto, mucho té, y su comercio daba de ganar a mucha gente. La propia Fast India Company lo vendia a comerciantes expor- tadores, que lo revendian con ganancia a los importadores en América. Estos, a su vez, obtenian sus beneficios al vendérse- Jo a los comercios esparcidos en pueblos y ciudades, los que, por supuesto, sacaban su tajada al expenderlo al consumidor. Ademis, una gran cantidad de té entraba de contrabando, traido desde Holanda y generando otra ringla de beneficiarios. * Citedo por Huberman, op. elt * Citedo por Huberman, op. ot 20 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) La meva ley otorgé a la compuiia el privilegio de Ile- varlo en sus propios barcos, abrir sus propios comercios en Jas colonias y venderlo directamente a los minoristas. La ca- dena de intermediarios quedaba climinada y el té resultaba incluso més barato que el contrabandeado. Pero eran incon- tables les americanos perjudicados. No tardaron en aparvcer, y circular febrilmente, apasio- nados alegatos contra la East India Company. El Boston Evening Post alertaba que vendiendo té més barato la empresa inglesa arruinaria a los competidores y Iuego de obtener el ménopolio, impondrla su mercaderfa a precios may caros.'* El Pennsyloania Chronicle anunciaba que tras la East India, vendrian otras compaiias britinicas y que los empresarios Tocales serfan_ arrojados a Ia indigencia. '* La agitaciin se tomé multitudinaria al grito de: “jEL té no debe ser desem- barcado!”. Hubo grandes mitines y centenares, miles de dis- cursos, Una cosa lleva a la otra y pronto fue’ cuestionado el propio derecho del Parlamento inglés para imponer gravime- nes a los colonos amerieanos En noviembre de 1773 arrojaron al agua, en Boston, un eargamento de té por valor de 75 mil délares. En Londres estimaron que las cosas habian ido demasiado lejos. Jorge IIT ‘escribié a Lord North: “El dado ha sido echado; las: colonias © bien triunfan o bien se someten’. ** Las “Comisiones de Correspondencia” organizaban Ia resistencia y extendian la agitacién. El general Gage n0 pudo conseguir en ninguna colonia trabajadores para mejorar sus fortificaciones. La solidaridad popular unia_a unos con otros, donde antes no existia el menor vinculo. El 19 de abril de 1775, en Lexington, estallé Ia chispa; se produjo el primer enfrentamiento armado entre tropas inglesas y americanos ar- mados. En mayo se reunié el Segundo Congreso Continental en Filadelfia. Los sepresentantes de las colonias designaron a 4" Huberman, op. cit. 4 Ibid, 13 Ibid, LA CRISIS DEI ALUMBRAMIENTO a George Washington comandante en jefe del ¢jército continen- tal. En enero de 1776 Thomas Paine publieé su famoso Sen do Comiin, en que abogaba abiertamente por la independen- cia, Su escrito, penetrantemente persuasivo, tuvo un éxito re- sonante, En tres meses se vendieron 120.000 ejemplares. EL desenlace no se hizo esperar. El 4 de julio de 1776 el Congieso de Filadelfia aprobaba la Declaracién de la Inde- pendencia, En gran parte fue redactada por un brillante jo- ven do Virginia, Thomas Jefferson. La lucha popular Hev6 el proceso mucho mis lejos de Jo que supusieron los instigadores de le burguesia mercanti norteamericana y su huella quedé honda en algunos pasajes de la Declaracién: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por si mismas; que todos los hombres nacieron iguales, que su. Grea- dor los ha dotado de ciertos derechos inalienables, entre los cuales figuran la vida, la libertad, y Ia busqueda de la feli- cidad. Que para asegurar estos derechos se instituyeron Go- biemos entre los hombres, euyos justos poderes derivan del consentimiento de los gobematlos. Que toda vez que una forma cualquiera de gobierno destruya esos fines, el Pueblo tiene el derecho de modificarlo 0 derogarlo, y de instituir un tmuevo gobierno, estableciendo sus bases de acuerdo con tales principios y organizando sus facultades en forma tal que, a su juicio, le garanticen su seguridad y su felicidad”. La historia de Estados Unidos ha sido, en muy buena medida, una pugna entre su puchlo por sfianzar tales prin- cipios y su burguesia por trampearlos. La insurreccién y la guerra wternacional Una de las razones por las que Gran Bretaia no pudo contener a los. patriotas americanos, consistié en su impoten= ‘cia para impedir que la revolueién colonial se convirtiora. en ‘guerra internacional. 13 Ibid. 22 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) El sigle xvm es recorrid por sucesivas y cada vez mis amplias y encamizadas guerras coloniales. La concepcién, tanto como el funcionamiento de la economia mercantilista, conducea, inevitablemente, al nacionalismo econémico y a la agresiva competencia econémica y politica de los Estados por el control de los mares, las fuentes de materias primas y los mereados extranjoros. La ley dol desarrollo desigual y combinado rige el no- table proceso en que los Austria pierden Ia Corona espafiola ¥ en que culmina la decadencia del formidable Imperio don- de, en tiempos de Carlos V, “jams se ponia el sol”; en que Holanda pierde su fngaz supremacia mercantil y Francia Ia batalla por el dominio mundial, frente a Inglaterra. En este juego de imperios que se hunden 0 pasan a se- gundo plano, 0 se transforman on satélites de otro mayor, como Portugal de Gran Bretaiia, mientras otros ascienden Ta eseala de su poderio y terminan por imponer su hegemonia, Norteamérica fue, desde el principio, una especie de “nifia mimada” de la ley del desarrollo desigual Ello ya puede observarse en el mismo acto de su inde- pendencia, pero a lo largo del libro. iremos puntualizando cémo el desarrollo desigual operé siempre en su favor y en ceircunstancias eniciales de su historia La vietoria patriota de Saratoga, el 17 de octubre de 1777, fue una baza poderosa en manos de Ja delegaciin americana que, eneabezada por Benjamin Franklin, viajé a Francia en procura de ayuda, Lo cierto es que alli enconti6 terreno fér- til, abonado por el revanchismo, remanente de la derrota en 1a guerra de los Siete Afios y del tremendo golpe que $ para el poderfo francés. Cuando Burgoyne se rindié con cinco mil hombres al general Gates en Saratoga, el gobiemo francés aprecié que no se trataba de una rebelién sin porvenir, ni mucho menos La ocasién fue asida por los cabellos y en febrero de 1778 se incorporé a la lucha. La slianze francesa no sélo implied, para Jos americanos, la presencia del marqués de Lafayette, sino que, ademis, recibieron el refuerzo de un ojército de 6 mil hombres a las drdenes de Rochambeau, considerables. subven- LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 2 ciones y armamentos y gran parte de los siete millones de délares que los insurgentes recolectaron en el extranjero. Pero no todo termind ahi. En 1779 Espafia, otra poten- cia con viejas heridas causadas por el le6n briténico, declaré Ja guerra a los ingleses, pero sin formalizar alianza’ con los americans. Las propias peripecias de la guerra, la prepotencia bri ténica con el comercio neutral y su propio revanchismo em- pujaron a Holanda a la contienda un aio después. Y aun las potencias del Norte de Europa asumieron una hostil neutra- lidad para defender su propio comercio de Gran Bretaii En suma, que ésta se vio absorbida por una gravisima guerra internacional cuya significacion relegé la misma im- Portancia de las colonias rebeladas. Bs natural que los amecica- nos se beneficiaran grandemente con la coyuntura. Entre 1780 y 1781 Inglaterra perdié, por perfodos breves pero vitales, cl control sobre las costas maritimas norteameri- canas, cuyo bloqueo constitufa una de sus armas esenciales. En 1782 el gabinete North fue sustituido por el de Rock- Ingham, y a nadie extraflé que éste iniciara negociaciones con Jos insurgentes. EI 19 de octubre de 1781 Cornwallis se rindié_ a Wash- ington con sus siete mil hombres en Yorktown. Sp afirma que los soldados ingleses se entregaron al son de la melodia EL mundo se ha trastornado” **. ;Y vaya que se habia trastorna- do! Antes de 200 aftos los vencedores serian la superpotencia del capitalismo mundial y el imperio inglés tramontaria un 0c glorioso y definitive ocaso. Benjamin Franklin, John Adams, Jay y Laurens fueron puntos altos de la delegicién norteamericana que firmd ol tratado anglo-norteamericano de 1782. En rigor, sus conse- ‘euencias efectivas no se produjeron hasta que Francia ¢ In- glaterra firmaron la Paz de Paris en 1783. A pesar de la paz, Por separado con Inglaterra, Franklin pudo obtener de los franceses un empréstito de seis millones de libras. * En cuan- 1 Allen, op. elt. 4 Allen, op. cit 24 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERIGANO (1) to a los términos reales del convenio, es dificil que en tierra americana se hubiera sofiado con nada mejor. El primer articulo estipula que los Estados Unidos son “Estados libres, soberanos e independientes”, La nacién habfa nacido y al nacer obtuvo una extensa frontera que comenzaba al norte en Nueva Inglaterra, desde allf segufa a lo largo del San Lorenzo, bajando. por el cur del Mississippi en el oeste y una frontera con la Florida guiendo el paralelo Al en el sur. Eran. unos Himites plenos de ambigitedades ¢ indefiniciones, semillas de futuros con- flictos y puntos de partida del crecimiento arrollador del nue- ‘vo Estado, Gran Bretafia hubo de ceder el este y el oeste de Is Flo- rida a Espata en 1783; otro cabo para atar en cl poivenir. Estados Unidos obtuvo vitales derechos de pesca en las costas britinicas de Jo que hoy es Canadi y la libre navega- cién del Mississippi. Las compensaci en verdad, gran cos 2) los acreedores ingleses podian trater de obtener el pago de sus deudas en América y b) se recomendaba varios Estados restaurar las propie- dades’ confiscadas a los realistas. Par. un devenir mas 0 menos mediato, quedé el planteo de un posible tratado comercial anglo-norteamericanc. es arrancadas por los ingleses no son, El miedo @ los radicales La independencia, In gestacién de una neva nacién, el surgimiento de una verdadera burguesia nacional que pro- ccurara la unidad del mercado interno y el desarrollo industrial mediante el proteccionismo, es un paso decisivo en el proceso de la acumulacién primitiva, en cl trinsito del mercantilismo, aun en agraz, a la revolucion industrial. Pero el pals doberia atravesar por otras instancias deci- sivas antes de que adviniera aquélla: Ia Constitucién Federal aprobada en 1787, la conquista del Oeste, la rebatifia de mis LA CRISIS DEL ALUMBRAMIENTO 5 do la mitad do su territorio a México, hasta: culminar en la vietoria del norte industrial en la guerra de Secesién. ePor qué la sanciin de la Constituciin es un episodio fundamental en la gestacién del capitalismo industrial norte- americano? Conviene detenerse en la respuesta, Los “Articulos de a Confederacién’, aprobados en 1751, ‘eran un nexo de muy exeasa consistencia y el poder central =el Congreso, de ellos emanado— excesivamente débil. En igor, la sustancia del poder politico radicaba en cada Esta- do, A esta dispersiin institucional, a esta laxitud en la arqui- tectum juridica, se sumaba cl avance, el empuje, desordena- do y a veces castico, pero indiscatiblemente yigoroso de los Mamados “radicales”; pequefia burguesia getivisia, trabajado- es, agricultores pobres, ex soldados y obreres, El retofio de burguesia nacional no s6lo no disponia de un gobierno fede- al fuerte, sino que se encontraba muchas veces acorralado 1 Jas exigencias de los radicales en un vastisimo campo de lucha. No es de extrafiar Ia tensa situacién que los historia- dores noiteamericanos Haman “el periodo critico”. La revolucién de la independencia fue, en mis de un sentido, uma revolucién social en que vetustes normas y po- erosos intereses se vieron irroversiblemente afectados. En todos los Estados se abolieron los mayorazgos; muchos. gran- Mes propietarios realistas fueron expropiados. Se calcula que 1 total de pérdidas realistas, por esta mzén, fue de unos 40 millones de délares. * El fundo de Fairfax en Virginia superaba os seis m Tlones de his., el de los Phillips en New York las 300 millas euadradas, el de Sir William Pepperell se extendia por mis do 30 millas a To largo del Maine, ete, 7 Estas fincas fuoron tepartidas entre muchos productores; a veces, 250 nuevos pro- “Pietarios o mis, sustituyeron al antiguo dueio tory. También se adelanté mucho en la éxtincién de In escla- ‘Yitud. La primera sociedad antiesclavista de la Historia se 16 Hacker, op. eit "7 Huberman, op. ot 26 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) constituyé 4 Afas después do Ia batalla de Lexington, En mu- chos Estados se prohibié Ta importacién de esclavos; en otros se escalonaron medidas que culminaban on la total abolicién de la esclavitud. '* E] signo revolucfonario en estas y otras disposiciones, no podfa menos de chocar frontelmente con las clases dominan- tes que constitufan, por entonces, el germen de la burguesfa nacional. La paz entregaba al nuevo pais vastos territorios que se extendfan desde los Apalaches hasta el Mississippi: el Terri- torio Noroeste. La prictica histérica de de Ta época era que un nuevo territorio adquiride s© convirtio- ra en colonia. Pero el influjo de Tas mievas ideas en “el pe- iodo critico” se expresa muy bien en el hecho de que el nuevo gobierno adopt6 otra solucién. Se aprobé en el Con- reso que en cuanto cinco mil personas se agraparan en una ‘comarce, podian clegir sx propia legislatura y dictar sus pro- pias leyes y sesenta mil podfan conformar un nuevo Estado e integrarse a 1a Unidn. Ello abria grandes posibilidades de Iu- ero a Tos especuladares en tierras, poro no podian coneretarse porque el gobierno era demasiado débil. no nosela fuerzas para combatir a los indios y garantizar seguridad a las olea- das de colonos que esperaban sn oportunidad. En muy alta medida la guerra fue financiada con emisiones de papel mo- neda realizadas por diferentes Estados. Las soldados. fueron pagados con esos billetes y también Tos proveedores del ejér- cito patriots, El resultado fue la inflaeién, Ia depreciacién dol papel moneda, al punto de que 100 délares Megaron a no poser valor adquisitivo por mas de 10. La revolucién y los primeros y dificiles tiempos dejaron cl tendal de dendores pobres 0 muy pobres. A ésios les con venia, sin discusién alguna, que las deudas contrafdas se pudieran pagar con billetes depreciados diez veces en su va- lor. Pero los acreedores, los ricos prestamfstas, nonfan el grito en cl ciclo y reclamaban un gobierno central, fuerte, que ga- 18 Huberman, op. elt LA CRISIS DEL ALUNBRAMIENTO a santizara cl contenido oro de la moneda © impidiera a los Estados inundar cl mereado de papsles dosvalorizados. El Estado se habfa endeudado hasta los tuétanos con la guerra. Eran muchos los americanos que habfan comprado bonos ‘Por precios reales irtisorios, pagando por 5 lo que nominal- mente valia 500. Los soldades enyas pagas se cubrieron mu has veces con bonos fueron presas ficiles de los especulado- ses con la deuda ptiblica, ya que acosados por la miseria los ‘xendieron por un poco de pitanza 0 tabaco, o ron. Pero estos honos valdrfan mientras no hubiera un gobiemo central faerte que garantizara su conversién por su valor nominal. Durante la guerra y el consiguiente bloqueo inglés, mu- cchas industrias locales se desarrollaron al amparo de un’ mer- ‘ado desabastecido. Cuando la paz se firmé y las manufactu- nis de Europa y Gran Bretafin anexaron el mercado america- no, esos flamantes industriales lamaron por leyes proteccio- niistas, pero no habia un gobierno central fuerte capaz. de tarlss. y hacerlas cumplir. Lo mismo ocurrié a los armadores ¥ comerciantes que sufrian restrieciones y vejaciones en los Puertos extranjeros. Pedian un gobierno nacional que impul- sara una gran flota mercante y que fuera capaz de responder ‘con agresividad y enorgia a las medidas antiamericanas de Tas naciones competidoras. La lucha entre la burguesin_y Tos radicales se agudizé urante la crisis econémica de 1785-1786. Hubo disturbios, _ chogues; Jas clases dominantes pedian en todos los tonos un _ gobierno federal que dispusiera de tropas para implantar el ‘orden, Quizé la revuelta del eapitin Daniel Shays, en Massa- ghusetts, colné el vaso. El general Knox escribié a George Washington asustado de Tas ideas de Shays, que proclamaba Ta “propiedad comin de todos”. '? Es natural que fueran las clases ricas, grandes propieta- ios, opulentos comerciantes, recientes y' ambiciosos indus- tales, prestamistas, especuladores en tierras y en bonos (la -deuda péblica interna del gobierno central ascendtia a 49,400,000 “a tame: 17 Hacker, op. et 28 HISTORIA DEL IMFERIALISMO NORTEAMERICANO (1) ‘élares y la de los Estados a 25 millones?*), etc. —matriz de Ia Burguesia nacional— quienes promovieron decisivamente la reanién de una Convencién para redactar una Constitucién con un gobierno central provisto de las facultades necesarias para proteger sus intereses que eran, hay que reconocerlo, los del ‘capitalismo en. desarrollo, No se puede afirmar, como lo hace R. G. Allen *, que la tesis de Charles A. Beard, segiin la cual los constituyentes de- fendieron ante todo sus interoses privados, sea un “invento” Pero su labor no se coneret sélo a salvaguardar sus negocios: mis allé de ello otorgé al capitalismo norteamericano las an- daduras politico-jurfdicas sin las cuales no hubiera podido acceder a la revolucién industrial. Chailes Beard documenta su panto de vista inspelable- mente. El resumen de sus minuciosis investigaciones sobre los constituyentes es impresionante, “La mayoria eran abogedos... Ninguno representaba por sus intereses personales directos a las clases de pequeiios agri- ciltores y menestrales. La abrumadora mayorfa, por lo menos cinco sextos, estaban de manera directa, inmediata y personal, interesados en el resultado de su labor en Filadelfia y se bene- ficiaron con la Constitucion en mayor 0 menor grado, Los inte- resados en papeles puiblicos tenfan una extensa representaciin fen lu Coustituyente. De los 55 miembros que asisticron a las ‘sesiones, no menos de 40 registran en los archivos del Depar- tamento del, Tesoro com sumas que varian desde unos pocos délares a més de cien mil”. * La Constitucién fue una obra maestra de equilibrio entre tun fuerte Ejecutivo, un Congreso bicameral y una Suprema Corte de Justicia; con una ajustada combinacién de clecciones indirectas y directas, como para garantizar, razonablemente, el poder a las clases dominantes. También es muy importante no 28 Hacker, op, eit. 3 Allen, op. cit, % Charles A. Beard, Interpretaciin econdmica de la Gonsttucién de tos Estados Unklos, Buenos Aires, 1958. 22 Beard, op. elt LA CRISIS DEL ALUMBRANIENTO 2 dar que incorporé a sus disposiciones la filosofia econémica Adam Smith. La adopeién del liberalismo econdmico que eosté a Inglaterra ais de dura lucha politics y lenta madu- raci6n, se realiz6 vertiginosamente en Filadelfin, Los Estados perdicron muchas de sus potestades y conser- on otras, con lo que el derecho politico se enriquecié con una peién prictica del fedcralismo llamada a tener grandes rcusiones en el mundo. info de 1788 New Hampshire se promun- 1ei6 a favor de la Constitucién, se cubrieron los nieve Estados ‘que se requerfan para considerarla vigente. Desde entonces Ia guesia norteamericana dispuso de un mercado interno sin remis aduaneras interiores, de un gobierno fuerte, de un co juridico liberal, ete en una palabra, del “habitat” poli- fi fticico imprescindible para continuar su marcha ascei te. Charles A. Beard demostré que esa burguesia en forma- i6n, en la ctapa de la acumulacion pine os vorar, inte- esacla, sordida, i No hay ninguna, en la historia, que se haya ie N2 tay cg storia, que se haya comportado de doctrina Monroe: el rostro y la mascara La independencia significé para Estados Unidos, y como atrapartida, el quedar fuera de los protegidos circuitos mer untilistas del Imperio Briténieo. Su comercio no estaba prepa- do para la intemperie del agresivo nacionalismo econémico Ja época; pero pronto habria de recuperarse. Es més; las dificultades de la coyuntura fueron estimulo leroso para cl desarrollo. Apenas establecida la paz. en 1783, Inglaterra regula el comercio con sus ex colonias. La situa- cion mejora bastante. La madera y el tabaco, destinados a la portaciOn, son liberados de derechos. El hierro, los pertse- navales y las maderas en bruto pagan los mismos derechos similares productos provenientes de colonias britinicas. En nbio, se cicrran lineas esenciales de las exportaciones ame- canas y se excluye a los bareos de esa bandera de las rutas lel Tmperio, salvo para transportar sus propias mercaderias. ‘marina mercante y el desarrollo desigual __La neva nacién contaba con un factor may importante a fayor; su experiencia en construceiones navales y la abun- ia de materias primas para sus astilleros En el momento de Ia independeneia, e! 309% de la marina ante inglesa se habia construido en las colonias norte- 92 HISTORIA DEL IMPERIALISMO. NORTEAMERICANO (1) americanas.** Duefios de su propio destino comercial, no es de extraiiar que la marina mercante nacional experimentara un salto de siete leguas. En 1789 el 23,75 % de su. comercio ex- terior es conducido en sus propios barcos. En 1826 ese porcen- taje se ha elevado al 92,50.* El desarrollo. desigual y las consiguientes pujas entre los imperios mercantilistas, contiguran el otro factor que hinché las velas del comercio de Estados Unidos. Hacia 1780 Espaia, Francia y Holanda han liberalizado elacceso a sus colonias americanas. Nuevos mercados se abren y pronto los barcos norteamericanos myegan en todas direc- ‘ciones y hacia Jos més exdticos confines. Ein 1784 aribé"a Canton el primer barco norteamericano, con escala en El Cabo y en la India, En 1788 abrié allé su primer consulado y en 1789, de 46 barcos extranjeros que Me- geron a ese puesto, 18 provenian de la flamante nacion. * En 1790 el comercio exterior suma 43 millones de délares, en 1795, 118 millones, en 1801, 204 millones y en 1861, 500, *” Las importaciones predominan sobre las exportaciones, por Jo menos hasta la década de 1880. En el cuadio N? 1 se muestra eémo se distribuia su co- mercio en 1831: *#* Cusdro Ne 1 ugs_113.000.c00 +» 8.000.000 4/000 000 3 13:000.000. 2 7.000.000 ora 252.000.000 2 Manuel Medina Castro, Eados Unidos y América Latina, st elo XIX. La Habana, Haitoral’ Casa de las Amérieas, 1968, % Medina Castro, op. el 2 Tia. » Ibid. 2 Ibid. LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO YLA MASCARA 93 En las importaciones prevalecen Jas manufacturas hasta 1 filo del siglo xx. En las exportaciones, las materias primas hhasta casi las visporas do la primora guerra mundial; de 1791 a 1860, el algodén cubre los 2/3 del total. ** Es importante para disear el marco en que se gest6 la Doctrina Monroe, puntualizar que mientras Europa consume Jas materias primas de U.S.A., América Latina absoibe princi- palmente sus manufacturas. Los tejides de algodén se venden ¢n México y América Central y en América del Sur se colocan harinas. Estados Unidos se va erigiendo en un importante in- termediario mercantil entre Europa y América Latina. Hacia -el viejo continente reexporta azicar, melaza y café; desde allt tme y revende en el Sur manufacturas, especialmente britinicas, Es importante consignar la evolucién del comercio norte- americano con América Latina en esta época. Guadro Ne 2 Exportaciones norteamericanas hacia América Latina, incluidas tas reesportaciones 3700) fs 5.000.000 795, » 14.000-000 1800 » 28,000,000 1805 » 30.000.000 asi0 18.000.000 1815 19,000.00 1820 30.000 000 Se aprecia la brusca cafda provocada por las guerras de independencia al sur del Rio Grande, de 1810 a 1820. Al comenzar el siglo xix, Estados Unidos es una respetable Potencia comercial en el mundo. = Ibid. 3 Ibid. 34 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) Cuadro. Ne 3 Extados Unidos en el comercio. mondial Porcentaje de cada pais en las operaciones totales de ventas?! 1800 1850 Tngaterra nae 20,3 Alemania ins Ba Francia... 78 go Estados Unidos 56 15 Walia cess. 33 a6 Holanda élyica so 16 India Brit eee 36 Rusia. a ae aq Anutris-Hinngria . 26 35 Es un cnarto puesto anspicioso para una nacién recién ‘emergida de su matriz colonial. Cuerras internacionales y diplomacia En 1793 estalla una nueva guerra entre Inglaterra y la Fran- cia revolucionaria, Estados Unidos esté atado a la segunda por los compromisos de 1778, pero George Washington se opo- ne a la guerra, En su perspectiva el gran negocio de los Es- tados Unidos la preseindencia en los continuos conflictos ‘europ2os y la explotacién comercial de su neutralidad. En rigor, y desde ese enfoque, la neutralidad es un negocio. Esa politiea es Ja raz de la doctrina aislacionista que durante tantos periodos ha de presidir la politica exterior de la nueva potencia. ‘Washington es, sin duda, quien primero la formulé con claridad: “Europa tiene un sedimento de intereses primitivos del ‘cual carecemos nosotros, 0 con el cual, no tenemos mis que una remota relacidn, De ahi que ella pueda ser arrastrada a frecuentes controyersias que nos son fundamentalmente extra- fas. Por lo tanto, debe considerarse desacertado que nos li- * Wid. LADOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 35 guemos por lazos artificiales a las vicisitudes ordinarias de su ‘politica 0 a las habituales alianzas 0 choques que provienen de sus amistades 0 enemistades. Nuestra posieiin apartada y Tefana nos induce a seguir por otto camino... Nuestra. buena politica ha de consistir en mantenernos alejados de alianzas Pamanentes con cualquier parte del extranjero... Cuidando siempre de manienernos, tomando las medidas necesarfas, en vuna actitud defensiva que imponga respeto, ensayar alianzas temporales en contingencias extraordi Esta regla de oro guia a ka joven diplomacia. En 1795 se firma el Tratado de Pinckney con una Espaiia debilitada, por el cual se obtiene el derecho al depésito de mercancias en la desemboeadura del Mississippi y garantiza Ia libre nayegacién por dicho rio, que se erige en el limite natural con la Louisiana por eneima del paralelo 31. Un afio antes John Jay ha firmado en Londres cl convenio mis discutido de la historia norteamericana, A tal punto que tl Senado lo aprobé apenas, en sesién secreta y luego de agrio debate. Segtin el mismo U.S.A. reeonocid al Reino Unido el dominio de los mares. Pero a cambio se aseguré la paz, Ia personerfa de la nacién y, como consceuencia, la solidex de su crédito en la economia mundial. ‘Tan es asi, que en 1800 se habjan colocado en el extranjero mis de la mitad de los valores federales y de Ins acciones del Banco de los Estados Unidos. Ademés, Inglaterra termind por evacuar los fuertes del este, donde los amerieanos habjan ido sometiendo a los in- dios. ‘De esta manera todo di territorio de Ohio quedé abierto a la colonizacién, Fueron los dos grandes éxitos diplomaticos de Washington: libre curso del rfo Mississippi y la exploraciin del Oeste. Las relacion’s con Francia se enturbiaron a causa del ‘Tratado de Jay, pero finalmente pudieron superaise las liga- duras del Tratado de 1778 y on 1800 se firm un nuevo con- #2 Samuel Eliot Morison y Henry §. Commager. Historia de los Estados Unidos de Norteamerica. Mexico, Fondo de Cultura Econd- ‘ica, 1951. Hacker, Proceso y triunfo del capitlismo norteamericano, op. cit. 36 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) yenio con el gobierno de Napoleén Bonaparte por el cual aquél era derogado expresamente. Las guerras napolednicas significan la gran oportunidad para el “negocio de Ja neutralidad”. Napoleén conducia la lu- cha de la burguesia francesa contra la hegemonia del capita- lismo inglés en el mundo. Su primera estrategia consistié en golpear al Imperio en lo que él consideraba, con acierto, su punto ms vulnerable: la India. En busca de una ruta que le abriera paso a ese objetivo realizé la expedicién a Egipto. Fracasada esa primera concepcién (sin duda la mas lici- da), ensayd la estrategia de la invasién directa a las Islas Britdnicas. La Tercera Coalicién y el fracaso naval de Trafal- gar la echaron por tierra. Duefio del continente, pero habiendo perdido el acceso a los mares, pone en juego su tercera estrategia: el bloqueo continental instituido en los decretos de Berlin y Milan. A la asfixia que para las industrias britdnicas significaba cerrarles sus mejores mercados europeos, Londres respondidé con sus “Order-in-Council”, por las cuales contrabloqueé al con- tinente usando su indomable flota, duefia de los mares. Bloqueo y contrabloqueo fueron la jauja para comerciantes y armadores norteamericanos, que Ienaban sus faltriqueras vendiendo a unos y a otros, bajo el manto de la sagrada neu- tralidad. La guerra franco-inglesa era a muerte y ello habria de erizar las relaciones de Londres con los americanos. El xeclutamiento forzoso que los briténicos practicaban en el mar y en los puertos, arrasando también con marinos americanos e ingleses desertores que trabajaban en barcos de banderas americanas, es una de las causas de la guerra de 1812. Otra causa decisiva fue la disputa en torno a los “dere- chos de la neutralidad”, con los que se cubrian los pingties trAficos norteamericanos con los territorios dominados por Bo- naparte. De las controyersias jurfdicas, muy pronto se pasé a los hechos. El gobierno norteamericano recurrié a los embargos de Jos barcos extranjeros y de ese modo el comercio con Eu- ropa cay6 verticalmente. Una grave depresién en Nueva In- LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 37 glaterra maritima y en el Sur exportador de algodén y tabaco fue la consecuencia. Desde ambos lugares se realizaron presiones Ja - tura definitiva con Gran Bretafia. eee Pero tal vez la causa principal de la raices en el Oeste. i 3 rine ne ie Madison acusé a Londres de estimular Ja hostilidad de las tribus de pieles rojas, pero en rigor en esa regién ardian las Sanas de invadir y apoderarse de Canada. Los “jévenes halcones” del Oeste, encabezados por Henry Clay, portaban un nacionalismo entusiasta y agresivo, preludio del Destino Manifiesto”, y sus ojos miraban hacia las prome- ae ae canadienses. La victoria de W. H. Harrison sobre los indios en Tippecanoe —1811— avivé | pasion chauvinista, ** pence et La guerra de 1si2 entre Estados Unidos y Gran Bretafia fue breve y muy importante. En ella surgié la avasallante popularidad del general Jackson y al amparo del eventual des- abastecimiento, la industria americana avanz6 a zancadas. Terminé en diciembre de 1814 con el Tratado de Gante. TIn- por iat ee con sus ex colonos, lo que afianzé su orgullo nacional. A tal punto qu habl. a“ i pene Pp que se habla de una “segunda indepen: Bien escribe H. C. Allen que la guerra de 1812 “infundié nuevo feryor al nacionalismo norteamericano”. Por otro lado, fue un golpe de racia para sus vinculaciones europeas. Las energias de Ja nacién se orientaron a su inmediato contorno: el Oeste y las vastas dreas al Sur del Rio Grande. i Un oleaje inmigratorio sacudié sus costas. El censo de 1810 arroja la cifra de 7.239.881 habitantes. En 1850 la po- Dlacién se ha triplicado: 23.191.867 habitantes, ** Las grandes haciendas agricolas trabajadas por esclavos en el Sur, multiplicaron su produccién. La desmotadora de algodén de Eli Whitney contribuyé, decisivamente, a que la 34 Allen, Historia de los Estados Unidos, op. cit, 2 Allen, op. cit, 98 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) produceién de “oro blanco” creciera de 178.000 fardos ch 1810, a 2 millones en 1850. * La industria americana empezaba a usar pantalones largos al finnarse la paz. Pero la marejada de mamufacturas britini cas posterior al Tratado de Gante, mostré su inexperiencia y debilidad. El clamor proteccionista subié rapidamente de tono y en 1816 se instituye el primer arancel vigorosamente protec- tor de Ja historia norteamericana: los derechos variaban entre el 75 y el 30% ad talorem.*" ‘Tales eran lay tendencias profundas de la nacién, cuando hubo de enfrentar ol hecho ireversible de la independencia de la “otra América”. La independencia de la otra América Los aiios de 1809 y- 1810 fueron los de la erupeidn juntista ‘en Hispanoamérica. En lineas generales, la lucha se prolongs diez afios, aunque la altima y definitiva batalla, Ayacucho, se and a fines de 1824. En 1821 se produjo el primer reconoei- miento de la independencia hispanoamericana: fue el del breve régimen liberal de Portugal. Al afio siguiente sobrevino €l reconocimiento de Estados Unidos. De los primeros, sin duda. Una versién oficial, y con indisimulable sabor “pan- famericang”, sostiene que se tratS de un arriesgado acto de gensrosidad diplomatica. Sin contar con que es muy dificil que ninguna nacién del mundo adopte um. decisién de politica internacional tras- cendente y comprometida por puras motivaciones de nobleza, no cabe duda de que el reconocimiento norteamericano de Ja Independencia de las Repiblicas del Sur fue parte de su in- teresada politica de neutralidad, con los ojos puestos en sus requerimientos mercantiles y como un factor en el complicnda juego de sus relaciones con Inglaterra y Espafia. Samuel Flagg Bemis, pese a sus esfuerzos por idealizar la decisién de 1822, reconoce: 3 Allen, op. cit, 2 Ibid, LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTRO YLA MASCARA 49 “in lugar de hacer de las guerras de Europa una ocasién para una extonsa politica do ayuda a la liberacién de la Amé- “rica espafiok, Jefferson y Madison subordinaron su politica ce ecietcene a las exigencias de Ja disputa con Ingh- Y con respecto « la metripoli thérica: “Una cosa era cierta en 1815, al terminarse las guerras con Europa y Norteamérica: Estados Unidos, habiendo conseguido salir indemme del embrollo de las guerras europeas, no queria enzarzarse seguidamente en otra guerra con Fxpafia —para “10 menefonar los posibles aliados de ella— con el fin de lbertar ala América espafiola. Proferfa, mAs bien, aprovecharso del ‘agotamiento de Espafia en Europa y de sus constantes angus- ‘ias en América, con objeto de conseguir por la diplomacia la _Posesion de Tos estratésiens teitorcs fronterizns tan vtales "para su propia seguridad. En consecuencia adopté una do noutralidad”, ** ee En efecto, desde 1810 Estados Unidos estaba al acecho “de las Floridas v el Gral. Jackson dio sus buenas dentelladas “en elles, pero hubo de abandonar los trozos del pastel. sin “deglutirlos. Sin embargo, y a rafz de su invasién de 1818, Ma- “Gi Tegé a la conclusién de que era mis conveniente vender- “Tis que perderlas en una guerra sin esperanzas. El tratado Firmé a1 29 do febrero de 1810. Se le conoce como el tratads Adams-Onis (por U.S.A.) firmé Tohn Quiney Adams y por Espa- ia cl Ministro Luis de Onis) o Transcontinental, porque merced él la nacién se extendié de océano a océano. Espaiia cedié sus tierras al Este del Mississippi, y sus -antigues derechos sobre Oregon por cinco millones de déleres. ‘Aems se determinaron Ios tinites entre Estados Unidos México Espaiia pretendié incluir el no reconocimiento de los mue- ‘wos Fstados australes on vias de independizarse de su tutela, ‘pero Adams se negé a titulo de que ello equivalia 2 violar la Sanniel Flagg Bemis, Le diplomacta de Estados Unidos en Amé- rea Latina, Mbxico, Ponto de Cult Bonbiica, 194. zi 3" Plage Bemis, op. ct, 40 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) « neutralidad. La diplomacia espaiiola recurrié, entonces, a las demoras, a dejar pasar el tiempo y enfriar el problema, dila- tando al reconocimiento. Bien sabia Madrid que hasta que el convenio Adams-Onis no se ratificara, U.S.A. no reconoceria Ta independencia hispancamericana. Pero la revolucién Hberal de Riego y la convicciin de que el postergado acto era inevitable, indujo al gobierno espafial a ratificarlo el 24 de octubre de 1820. Entre tanto, en Estados Unidos habia fuerzas que pugna- an por el reconocimiento. Hemry Clay, el hombre det oeste, “el joven haleén” expansionista de 1812, vislumbré les. posibi Tidades comerciales de América Latina y realizé una terca y muy eficaz, eampafin en su favor. Sus esfuerzos tropezaron ‘con muchas resistencias. El litigio con Espafia sélo fue una de cllas. La insistente y habil presiin del Ministro espafiol Luis de Onis logré que, a propnesta de Madison, el Congreso san- cfonara una nueva ley de neutralidad el 3 de marzo de 1817. En los hechos fue un acto abierto contra Ia lucha indepen- dontista del Sur. En efecto, disponfa que cualquiera que arma- ya um buque privado contr 1m Estado en paz con Estados Unidos, seria castigado con 10 aiios de prisién 0 10 mil délares de multa. Por otra parte, el contrabando de armas para los ejércitos espafioles no era infrecuente, ni mucho menos. Las frases de Ja siguiente carta de Bolivar 20 de agosto de 1818— son muy expresivas: “Mr. Cobbet ha demostrado plenamente en su_semana- rio la parcialidad de los Estados Unidos a favor de Espaiia en nuestra contienda, Negar a una parte los elementos que no tiene y sin los enales no puede sostener su pretensién cuando Ja contraria abunda en ellos es lo mismo que condenarla a ‘que se someta, y en muestra guerra con Espafia es destinarnos al suplicio, mandamos exterminar. El resultado do la. proh bieién de exteacr armas y municiones califica claramente esta parcialidad, Los espaiioles que no las necesitaban las han adquirido fécilmente al paso que las que venian para Vene- zuela se han detenido”. ** 4° Gitido en Melina Gastio, op. cit ; 5 om LADOCTRINA MONROE: EL ROSTRO Y LA MASCARA 41 El corso practicado por los insurgentes fue otro tépteo de “rida disputa, Estades Unidos, como potencia comercial, apoya la tesis de que “el pabelién libre hace igualmente libres Jas mereaderfas”. Pero para las nuevas naciones, peleando a ‘razo partido por su libertad, el principio corecto es otro: fl pabellén libre no hace libres las mercaderias, y si éstas proceden o son para el enemigo, pueden ser incautedas. Ya Yeremos cimo Estados Unidos impuso su tesis en el primer | tratado firmado con Colombia en 1824, La marina mercante orteamericana hacia gran negocio con el comercio espaiiol y de ahi su negativa a reconocer amplios derechos a los barcos corsarios al servicio de la lucha independentista. Con todo, muchos norteamericanos favorecieron los. intereses del sur y a Jos tribunales les exa engorroso condenarlos. Tampoco fue muy galante el tratamiento concedido a Jos ‘primero; representantes consulares de las nuevas Repiblicas. Madison se negé a recibir a los representantes de Buenos es, Diego de Saavedra y Juan Pedro de Aguirre, en 1811, La misma actitud adopté con Alvarez Thomas en 1816 y tampoco el presidente Monroe quiso recibir a Manuel Hermenegildo Aguirre, que representaba tanto a Buenos Aires como a Chile" Los argumentos de Clay fueron, sin duda, sembrando in- tter’s y reflexiones sobre la convenieneia del ‘reconocimiento, F110 de marzo de 1820 eleva el yuclo de su concepeién: “Es- t4 ahora a nuestro alcance crear un sistema del cual sorfamos cl centro, y en el cual toda la América actuarfa de, concierto on nosotros. Respecto al comercio, seriamos los mayores be- Reficiados...” ** El Oeste, avido de mereados para su pro- duceién en ascenso, hucia resonar tan proféticas palabras. En el mensaje al Congreso del 8 de marzo de 1822, Mon- roe —jpor fin!— se pronuncia por cl reconocimiento. Hablan pasado diez afios desde que arriharon a Estados Unidos tos primeros representantes de la revolucién hispano-americana. Morosidad contrastante, como bien lo hace notar Manuel Me- dina Castro, con otros “reconocimientos” relimpagos. +" Medina Casto, op. ett © Did. 42. HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) EI Siniestro_aventurero William. Walker desembareé en Nicaragua en julio de 1855 y su esptireo gobiemo fue reco- nocide el 10 de noviembre de ese ao. La “Repitblica de Texas” se independiz6 en 1836 y fue reconocida en 1837. Panamé se segregs de Colombia el 3 de noviembre de 1908 y fue reconocida jtres dias después! Parece que Bolivar lo hubiera adiyinado, cuando eseribié fa Santander ¢] 13 de junio de 1826: ~...recomiendo a usted que haga tener la mayor vigilancia sobre estos [nortelame- Hicanos que frecuentan las costas; son capaces de vender a Colombia por un real...” La “ley de no transjerencia” La definicién aislacionista de George Washington (més arriba citada) es, en buena medida, una vertiente en la ges- tacién de la Doctrina Monroe, Pero su antecedente més cereano, conereto y_rectamente apuntado a ta sustancia de la Doctrina, es, sin duda, la Tha- mada “ley de no transferencia” de 1811. La disgregacién, a ojps vistas, del antafio poderoso. Im- perio Espaiiol sombré de inquictudes y expectativas los cfrou- Jos dominantes de Estados Unidos. Por un lado. las apete- cidas Floridas abrian perspectivas tentadoras al hambre de territorio que exiendieran la naciin a lo ancho de In mast continental. Por otro, temfan que Inglaterra, con el pretexto de prevenir cualquier accién de algunas naciones de Ta Santa Alianza, ocupara cualquiera de esos “vacios de poder” que dejaba el Imperio hispinico en retirada, El. temor podfa cor porizarse bien en las Floridas, bien en Ia ist de Cuba, tan rica en azticares y melazas, y hacia la cual los norteameriea- nos miraron desde muy temprano. Existia ademis el antece- dente del traspaso de la Louisiana espaftola al dominio, fran- cés, de acuerdo al segundo Tratado de Fontainebleau fitma- do por el ministio Godoy y el régimen de Bonaparte. El Congreso rospondié a tales escozores autorizando al LADOGTRINA MONROE: EL. ROSTROY LA MASCARA 43, “presidente a ordenar, con fines preventivos, la ocupacién del ‘pais situado al este del rio Perdido, al sur de Georgia y el “propio territorio del Mississippi. Por otro lado, autoriz6 a to- amar en custodia y de acuerdo con las “autoridades locales” la “Florida oriental. Ya veremos que lo de “autoridades locales”, ‘tanto podia interpretarse como una referencia a los pocos 'y aislados funcionarios espafioles, como a rebeldes alentados lesde Estados. Unidos, Dichos avales son el carozo de la ley del 15 de encro de 1811 —“ley de no transferencia”— que expresa: “Teniendo en cuenta la peculiar situacién de Espaiia y de sus provincias americanss; y considerando Ta inffluencia que el destino de os tevrtorior contizuos a la frontera sur de Estades Unidos puede ejercer sobre su seguridad, su tmnquilidad y su comercio; Por tanto, Fl Senalo y la Cimara do Representantes de log Estados Unidos de América, reunidos en Congreso, resuelven: que Estados Unidos, fn las circunstancias especiales do la crisis actual no pueden ver sin graves inquietudes que tina parte cvalqaiem do dichos torto- ros pase a manos de cualquier poreneia extmnjera; y que la debi consideracién de su propia seguridad le obliga a proveer en ciertas Contingoncias Ia oovpacion temporal de dichos terstorios, al ‘mismo tiempo, dechra que dichos terrtorios continuaria, en’ sus manos, sujetos’ a futuras negoviaciones”. EI principio asf formulado para las Floridas, seria: reto- ‘mado por Adams en relacién con Cuba en 1893. Es un escalén Tucia la Doctrina Monroe, aunque en su texto no se le men- eiona, Pero sj existe una declaracién paralela en ese sentido, Teida al ministro ruso en Washington. Canning y Monroe En 1828 la Santa Alianza declinaba ostensiblemente, pero no por eso dejaba de ser una amenaza peligrosa. Era una po- sibilidad, no una disparatada conjetura, que apoyara efect vamente a Fernando VII para reconquistar sus posesiones 7 Citado por Flagg Bemis, op. cit, 44 HISTORIA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO (1) del Nuevo Mundo, Sobre todo, después que los “100,000 hi- Jos de San Luis” (asi se designd el efército francés) lo ayuda- ron a liquidar la revolucién liberal del general Riego y a re- implantar el absolutismo. No se podia descartar, tampoco, Ia ambiciosa politica del zar Alejandro I en el drea ameri- ‘cana del Océano Pacifico y a partir de sus tierras de Alaska, El imperio inglés s» preocupaba con ese flanco de Ia situa- cién. Pero también le hormigueaba Ja chance, muy tangible, de una vigorosa expansiin norteamericana hacia el antiguo imperio espafiol. S. Flagg Bemis sintetiza insuperablemente en cinco pun- tos Ja politica britanica después de dertibar a Napolein y de pulsar las probabilidades de Ja alianza surgida en el Congreso do Viena. 1) Lograr la paz internacional, mientras 1 victorioso leén inelés se Tamla las heridas y se recuperaba. Le era esencial ¢l reordenamiento de su economfe, en la fase culminante de Ja revolucién industrial, para sprovechar los nuevos y suct- Tentos mereados que se abrian en el mundo y, muy especial- mente, en las nuevas naciones hispano-americanas, Alf ya s¢ estaban firmando tratados comerciales con el Reino Unido a perpetuidad y las bancas Baring y Rothschild cursaban prés- tamos multimillonarios que enfeudarfan financieramente por Afios y afios a Tos jévenes estados. 2) Para ello cra necesario cumplir el fin especifico de la cnidmple alisnza (Austria, Gran Bretafia, Rusia y Prusia); mantener Ja paz en Europa v ahogar cualquier retorno revo- Tucionario en Francia. No debe olvidarse qjue este dltimo ten- dria signo burgués y capitalista, insoslayable, 3) Defender Ja institucién monirquica, pero sin aries- gat demasiado, Salvo en Francia y por las razones aludidas. 4, Conservar en Europa el equilibrio de poderes que le dejaba las manos libres en ultramar. 5) Impedir el surgimiento de cualquier imperio naval capaz de dispatarle el dominio de los mares y de las colonias. Acababa de liquidar a pretensi¢n napoléonica; pero ahora LA DOCTRINA MONROE: EL ROSTROY LA MASCARA 45 ergia, inquietante, la novisima y voraz potencia constitui- por sus ex colonias de América del Norte, * Es en el marco de esta compleja ¢ inteligente politica hay que insertar la habilidosa carta enviada por el tit: del Foreign Office, George Canning, al ministro plenipoten- io de Washington en Londres, Richard Rush, el 20 de gosto de 1823. Es el origen ditecto del famoso mensaje del {dente Monroe: “Muy estimalo sefor: Antes de sali de la ciudad quiero dejar ‘asd de an modo is preeisd, aunque stempre ex forma extra ffeil y confidenial,mle"Llee’sabre la euestén que dlssutimas brevemente en la tina ocasién que tuve el gusto de verle. eNo habri Hogado ain el momento en que nuestros gobiemot estchiyan ini acuerdo sobre les colons bispanoarmerianas? Tal Dedlemos ultinar ese atrego, gio seria eonventente para noxatros Y benelico para el mua entero que los prncpios en que a> busie ya mato ety queen caves tain > que Ie soni: Por lo que a nosotros respecta, nada hay oculto, 1) Gansideramos imposible le reconguiste de las colonins por Espa. 2) Consideramos Ia urtlin de su recmocimicnte ome Katar dos" independents, supta al tiempo y a hs clremstancla, 3) No extanos, sin embargo, dispuesios a poner obsticalos pra un arreglo entre ellis y tn mmde pit, por medio de negocaciones sensors 4) No pretesdemos apropiamos ninguna porctin de esae colo. nls 5) No veriamos con indiferencia que una poreién de ellas pa sase al dominio de otra potencia. Si hubiers una potencia europea que acariclaw otros proyectos © aue quisiera apoderarse de las colonias por Ia fuerza, con el fin de subyugalas para Espafa 0 en nombre de Espatia, 0 que tara Ja adquisicioa de una parte de ellas para st misma, por ceesiin 0 conauista, Ia referida declaracién del gobiemo de usted y del nuestro seria ef medio mis efieaz y ala vez el menos. vio Tento park tottinar nuestra desaprobacion comin de tales proyectos Cree, asted que, de acnerto con los pedens que accba de recibir, esté debidameate autoriaado para sobre él particular, y firmar una conven “+ Flagg Bemis, op. cit.

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