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Efesios 1: 15-23:

WILLIAM B ARCLAY
COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO
Tomo 10- Gálatas y Efesios

La vida cristiana se podría describir como conocer mejor a Dios día a día. Una amistad que no crece
en intimidad con el tiempo tiende a desvanecerse con el tiempo, y eso es lo que sucede entre
nosotros y Dios.
. La palabra que usa para sabiduría es sofía, que ya hemos visto que es el conocimiento de las cosas
profundas de Dios. Pide que la Iglesia sea conducida a mayores y mayores profundidades en el
conocimiento de las verdades eternas.

Comentario bíblico siglo XXI.

La oración habitual de Pablo por sus lectores es, dice él, para que reciban espíritu de sabiduría y de
revelación (17), es decir que sean iluminados; que conozcan a Dios más profundamente, y que
comprendan la naturaleza de la esperanza cristiana (18) y la naturaleza del poder de Dios que ya
actúa en los cristianos (19a). Esta última afirmación la ejemplifica en dos formas diferentes: dice
que ha sido revelada en la resurrección y exaltación de Cristo mismo (19b–23), y se revela en que
nosotros hemos sido traídos de la “muerte” espiritual a la “vida” en unión con Cristo (2:1–10).
La oración del v. 17 pidiendo espíritu de sabiduría y de revelación es representativa de una forma de
hablar típicamente judía; significa que Pablo ora para que experimenten al Espíritu que ya han
recibido, otorgándoles estas cosas. Nótese que el propósito de la petición no es que reciban una
información especial, sino que tengan una percepción y un conocimiento más profundos de Dios
mismo (tal como se ha revelado en Cristo). Sabiduría, iluminación y revelación eran los dones más
típicos que un judío podía esperar del Espíritu.
Algunas versiones traducen lit.lit. Literalmente “corazón” (BJBJ Biblia de Jerusalén; y ver nota de la
RVARVA Reina-Valera Actualizada) que es un sinónimo parcial de mente, voluntad y espíritu, y
significa el centro de percepción y decisión. Aunque Pablo, más que todos los escritores del NTNT
Nuevo Testamento, deseaba explicar y argumentar su teología para el entendimiento racional, tenía
en claro que ésta sólo es una parte de la tarea. El corazón de una persona no necesita solamente
conceptos teológicos más refinados, sino la obra del Espíritu integrando estos con su percepción y
así reestructurando su voluntad y su vida.

Los lectores de Efeso, viniendo como venían de un ambiente plagado de creencias mági cas, quizá
hayan considerado que el poder de Diana era más imponente y temible que el de Dios ( Diana de los
efesios era considerada la reina de los poderes celestiales, incluyendo los potentes poderes del
zodíaco, y los dioses del mundo subterráneo; ver Arnold).

Pero es esta misma diferencia la que lleva a Pablo a otra forma de asegurar a los efesios del poder de
Dios en ellos, ya que termina diciendo que Jesús, a quien le ha sido dado todo el poder, es dado por
Dios a la iglesia, la cual él llena (22, 23). Eso, por supuesto, significa que la plena autoridad y poder
con que ha sido investido Jesús están activos en la iglesia.

Jesús no ha perdido su influencia terrenal por la ascensión, precisamente lo opuesto: ha sido llevado
al lugar donde tiene la máxima influencia sobre los asuntos de la tierra. Por ello, ningún otro poder
o potestad, ni en la tierra ni en el cielo, bueno o malo, puede compararse a él; su autoridad, como
aquel que está a la diestra de Dios, es sobre todo (21). Los lectores originales habrían comprendido
el concepto: ninguno de los poderes que ellos tendían a temer podría compararse con Jesús.
SANTIFICAR, SANTIFICACIÓN.
(b) Honrar y glorificar a Dios, Su nombre, o a Cristo (Lv. 10:3; Is. 8:13; 29:23; 58:13).
«Santificado sea tu nombre» (Mt. 6:9). En Mara, Moisés y Aarón no creyeron, para
santificar a Jehová a los ojos del pueblo; entonces Jehová se santificó en ellos,
castigándolos (Nm. 20:12-13). Jehová será «exaltado en juicio, y el Dios Santo será
santificado con justicia» (Is. 5:16). Un día, la reunión de Israel y su arrepentimiento
santificará a Jehová a los ojos de las naciones (Ez. 20:41-43). El Padre ha santificado a su
Hijo, y nosotros debemos santificar a Cristo en nuestros corazones (Jn. 10:36; 1 P. 3:15).

(c) Santificarse significa purificarse, separarse de toda contaminación, de todo mal. En


especial, este significado lo tiene el sustantivo «santificación».
Es un mandato: «Seréis santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7). «Pues la
voluntad de Dios es vuestra santificación... Nos ha llamado Dios... a santificación» (1 Ts.
4:3, 7; cfr. Ro. 1:7). «Nos escogió... para que fuésemos santos y sin mancha delante de él»
(Ef. 1:4). «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 P. 1:15, 16).
Es preciso santificarse, purificarse, antes de presentarse a Dios para ciertos actos religiosos
(Éx. 19:22; Jos. 3:5; 7:13; 1 S. 16:5; 2 Cr. 29:5; etc.).

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