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de
Sanidad del Alma
Fundamentos 2
David sabe que el único que puede sanar su alma es Dios. Y le dice “porque contra ti he pecado”, yo
mismo me he causado este daño y te pido, por favor, que me sanes. El pecado enferma el alma, la
enloquece, la lleva a una vida de confusión y dolor.
Ningún hombre puede sanar el alma, solo Dios dice que puede hacerlo (Jer 30.13)
“no hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces.”
Y si vemos el contexto de este versículo, Dios no habla del quebrantamiento de los huesos del cuerpo, ni de
llagas producidas por látigo, ni de las heridas producidas por espada; sino que esta hablando figuradamente,
de las dolencias del alma, y allí nos asegura que el tiene medicina para todas ellas.
En Sal 147.3 dice que Jehová es el que
“sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.”
Por supuesto que no se está refiriendo a los cardiacos, sino a aquellos que se les partió el alma de dolor,
hasta en lo más profundo, y sufrieron heridas en su alma.
Dios, como Buen Pastor, sana nuestra alma a cada momento, quiere restaurarnos completamente.
Dios cumple estas promesas enviando a Jesús para sanar las dolencias del alma.
Vino Jesús a Nazaret, y entró en la sinagoga (para enseñar a los creyentes) y se levantó a leer y se le dio (no
es que El tomó sino que se le dio porque todo estaba así dispuesto por Dios) y se le dio el libro del profeta
Isaias y habiendo abierto el libro ... No dice que buscó, sino que lo abrió y halló el capitulo 61.1-3
“el Espíritu de Jehová el Señor esta sobre mi, porque me ungió Jehová;
me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,
a vendar a los quebrantados de corazón, a consolar a todos los enlutados”
Dios cumplió esta palabra. Jesús sanó todas las enfermedades, las mentales no eran la excepción (Mat 4.23).
“Recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio
del reino, y sanando toda enfermedad.”
Hechos 10.38
"Vosotros sabéis: como Dios ungió con el Espíritu santo y con poder a Jesús de Nazaret,
y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él."
En Mateo 10: 1
"Jesús llamando a sus doce discípulos les dió autoridad... para sanar toda enfermedad...
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo."
En Juan 20:21 Jesús después que resucitó les dijo otra vez más a sus discípulos:
"como me envió el Padre, así también, de la misma manera, Yo os envío."
Ahora, Jesús nos envía como su iglesia a hacer sus mismas obras y aún mayores , porque en este tiempo, El
está en gloria con el Padre... Y nosotros vivimos y obramos por su Espíritu.
“pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como el quiere.”
Quinto: “el es quien sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”
La obra de restauración se manifiesta aún en lo físico.
Para recibir el perdón y la sanidad de Dios es necesario perdonar a todos en el nombre de Jesús
Para recibir sanidad de Dios es necesario perdonar primero. Por eso dice Jesús en Mr 11.25:
“y cuando estéis orando, perdonada, si tenéis algo contra alguno,”
(no dice si tienes muchas cosas contra alguno, sino “algo”, perdonad)
“para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas. Porque si vosotros no perdonáis,
y aquí se esta refiriendo a las cosas que nos hicieron antes.
tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.”
La parábola de los 2 deudores Mateo 18: 23-35 ayuda a perdonar de todo corazón.
Para perdonar a otros y ser perdonado por Dios es necesario confesar y aún recordar.
Porque si no perdonamos, Dios tampoco nos perdonará. Nos manda Jesús a nosotros como iglesia, nos
ordena en Apocalipsis 2.5:
“recuerda, por tanto, de donde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras.”
Pero tengamos en claro que Dios no quiere que nos autoanalicemos, ni escarbemos en el pasado, con
nuestra mente carnal, para conocernos mejor a nosotros mismos. En Isaias 43: 18 dice:
“no os acordéis de las cosas pasadas”
No andéis escarbando en vuestro pasado, en los recuerdos con vuestra mente carnal, con análisis y
deducciones porque eso para nada aprovecha.
“ni traigáis a memoria vosotros mismos las cosas antiguas”;
Las dolencias del alma si no son sanadas, producen peleas y separación entre hermanos en Cristo.
Todos nosotros cuando venimos del mundo a Dios, tenemos nuestra alma cubierta de heridas, golpes y
llagas. Y es necesario que seamos sanados por la palabra de Dios porque de lo contrario será difícil nuestra
completa integración al cuerpo de Cristo, a la convivencia mansa, respetuosa, pacifica con nuestros
hermanos en el perfecto amor de Dios.
Podemos formar parte de la iglesia, pero nos vamos a pelear con todos ¿ por qué ? Porque traemos cosas del
pasado, de nuestra familia carnal que nos dan una susceptibilidad, una irritabilidad y reacciones que
contaminan las relaciones con nuestros hermanos y nos separan de ellos.
En Isaias 1.6 dice Dios, como está el alma de todo creyente (sea nuevo o viejo) que se aparta de El.
“Toda cabeza esta enferma y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza
no hay en el cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni
vendadas, ni suavizadas con aceite.”
¿ Y los que tienen años de creyentes, también necesitan sanidad del alma ?
Pablo, al hablar de la cena del Señor en 1 Corintios 11:30, 31 nos dice a nosotros los creyentes,
“Hay muchos enfermos y (muchos) debilitados entre vosotros (en la iglesia) y muchos
duermen (espiritualmente).Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seriamos
juzgados”
¿ hay necesidad de sanidad del alma ? ¡como no va a haber! Si hay muchos enfermos y debilitados…
Algunos dicen: “no es así; cuando aceptamos al Señor fuimos transformados en nuevas criaturas”
Ciertamente en 2 Corintios 5: 17 dice: “de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Pero el contexto de este versículo y
empezamos desde el 15 dice que es necesario morir a nosotros mismos, porque Jesús
“por todos murió para que los que viven (o sea nosotros), ya no vivan para si, sino para aquel que
murió y resucitó por ellos.”
Y después recién dice “de manera que nosotros (ya muertos a nosotros mismos) a nadie conocemos
según la carne (ni a otros, ni a nosotros mismos conocemos según nuestras cualidades personales malas ni
buenas, ni por nuestra posición social, económica, racial, laboral o política) “y aun si a Cristo conocimos
según la carne, ya no lo conocemos así (porque ahora resucitó y ahora vive en gloria... y reina).
“De modo que si alguno está en Cristo” (si vive en Cristo, que es la mayor madurez espiritual; porque vive
completamente en Cristo). “De modo que si alguno esta en Cristo nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Su manera de pensar, de sentir, de actuar, todo es nuevo en
Cristo. Pero significa santificación, un proceso de transformación, en que el Espíritu nos lleva de gloria en
gloria, para ser a la misma imagen del Señor.
Is 61.4 promete que quienes son restaurados y reedificados ... serán restauradores y reedificadores de
hermanos e iglesias, ... que estos que nosotros ayudemos a andar en vida nueva, en el camino de sana
doctrina
“reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las
ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones”
Lucas 10:33,34,37
“Un samaritano, que iba de camino, vino cerca de éste que había sido herido,
y viéndole, fue movido a misericordia.”
Un samaritano, uno cualquiera, ni lo nombra, ni dice que era "bueno"... los samaritanos eran despreciados
por los judíos, por los religiosos...Él no se movió para hacer misericordia, sino que Dios lo movió a
misericordia.
Y ACERCÁNDOSE
vean lo tierno y paulatino de este verbo, A-CER-CÁN-DO-SE, con respeto, con cuidado,
VENDÓ SUS HERIDAS,
aquí no habla de heridas físicas, pues Jesús, habla esto en parábola...
VENDÓ SUS HERIDAS, ECHÁNDOLES ACEITE Y VINO,
por supuesto, lo dice en parábola, refiriéndose al poder sanador de la unción del Espíritu y de la Sangre de
Cristo...
Y PONIÉNDOLE SOBRE SU PROPIA CABALGADURA"
sustentando al que estaba mal herido,
LO LLEVÓ AL MESÓN, a la iglesia,
Y CUIDÓ DE ÉL."
No sólo atendió sus heridas como Dios nos enseña, sino que lo cuidó hasta que se recuperó y le ayudó a
unirse al Cuerpo de Cristo.
Y LO ENCOMENDÓ AL MESONERO, DICIÉNDOLE: CUÍDAMELE, cuídalo como a mí mismo.
Y cuando terminó esta parábola, Jesús le dijo:
"VÉ, Y HAZ TÚ LO MISMO."