ANUARIO se! 1EHS 40, Tandil, 1995
MICRO-ANALISIS Y CONSTRUCCION DE LO SOCIAL‘
Jacques Revel
L
El procedimiento micro-histérico se ha convertido, en los uiltimos afios, en uno de los
espacios importantes del debate epistemolégico entre los historiadores, Hecha esta afirma-
cién, conviene delimitar inmediatamente su alcance: pues este debate ha quedado concentrado
en el interior de un mimero relativamente restringido de grupos, de instituciones, de equipos
de investigacién (cuya cariografia, por lo demés, seria interesante hacer). Es necesario
reconocer también que la interpretacion y las apuestas de le opcién micro-hist6rica no fueron
‘concebidas en todas partes en términos homélogos, sino todo Jo contrario. Para tomar sélo
un ejemplo, se confrontaré y opondré la recepcién americana y a versién francesa del
debate, La primera se centra en el eparadigma del indicio» propuesto recientemente por Carlo
Ginzburg y se ha definido, en buena medida, como un comentario sobre su obra’. La
segunda prefiere tomar la micro-historia como wna interrogaci6n sobre la historia social y
Ja construccién de sus objeios®. En verdad esias modulaciones particulares del tema micro-
histérico, ya estén presentes en los trabajos de los historiadores italianos quienes fueron los
primeros en intentar experiencias con este procedimiento, si bien se subrayaron en sus
reformulaciones ulteriores. Ellas no son gratuitas ni indiferentes. Cada una remite a una
coufigiracién historiografica especifica deutro de lx cual el tema ba actuado como un
revelador. No es aqui el lugar de emprender la referencia y el andlisis, pero es conveniente
* Versiones recientes de este articulo han sido publicadas en alemn y.en italiano.
** Boole des Hautes Btudes en Sciences Sociales.
1 Carlo Ginzburg, *Spie: radici di un paradigma indiziario”, en A. Gargani (ed), CRIS DELLA RAGIONE,
Tua, 2979, pp, 97-106 (rad, ances: Signs, aes, ps: acne un paradise indice”, LB EBA,
6, 1980, pp. 3-44), Un biien ejemplo reciente de esta recepciin americana es Ia iniroduccién de Edward Muir,
"onsorvig Tries en I recoplaein reaznde or Edward Mait Cato Ruggiero, MICROMBTORY AND THB
Lost PEOPLES OF EUROPE, Baithnore-Londres, 191, pp. VI-XXVII.
2 Sobre este punto remito a la presentacién que, bajo el titulo: "L’histoire au ras du sol", he dado a la
iraduoci6a, francesa’ del libso de Giovanni Levi, Le 70UVOIR aU VILLAGE, Paris, 1989, pp. I-XXXIM (original
italiano: L'EREDITA RQEATERIALE. CARRIERA Di UN BSORCISTA NEL PiewoNT® DEL SeiceNTO, Turin, 1985); ver
tambien ef editorial eolectivo de ia redaecién de Anmaes, “Tentons experience", ANNALIS ESC, 6, 1988, pp
= 125 =reconocer que las péginas que siguen brindan una de las posibles versiones del debate hoy
en curso.
La diversidad de las lecturas propuestas remite sin duda a ia de los contextos de
recepci6n, Pero también debe relacionarse con las caracteristicas propias del proyecto micro-
hist6rico en si. Este nacié recientemente, en el curso de los afios setenta, de un conjunto de
preguntas y propuestas formuladas por un pequetio grupo de historiadores italianos
comprometidos en empresas comunes (una revista: Quaderni Storici; a partir de 1980 una
coleccién dirigida por C. Ginzburg y G. Levi editada por Einaudi: Microstorie) pero cuyas
investigaciones personales podian ser muy diferentes entre si. Es de la confrontacién entre
__ estas experiencias de investigacién heterogéneas, de una reflexién critica sobre la produccién
histérica contemporénea, de una gama muy amplia de lecturas (particularmente antropolégi-
cas, pero también en campos menos esperados, por ejemplo, la historia del arte) que poco
a poco emergieron las formutaciones (interrogaciones, una temética, sugerencias) comunes.
El cardcter tan empfrico del proceso explica que no exista un texto fundador, estatutos
aieéricos» de la micro-bistoria®, Esta no constituye un cuerpo de proposiciones unificadas,
niuna escucla, menos atta una disciplina auténoma, como se ha querido creer con demasiada
frecuencia, Es inseparable de una préctica de historiador, de los obstéculos y las incertidum-
bres experimentados en intentos por lo dems muy diversos, en una palabra: de una
experiencia de investigacién. Este primado de la préctica remite, probablemente, a las
preferencias instintivas de una disciplina que con frecuencia desconfia de las formulaciones
generales y de [a abstraccién. Pero mas alld de estos hdbitos profesionales aqui puede
reconocerse una opciéa voluntarista: la micro-historia nacié como una reaccién, como una
toma de posicién frente a cierto estado de la historia social de la que sugiere reformular
ciertas concepciones, exigencias y procedimientos. Desde este punto de vista, puede tener
valor de sintoma historiogréfico.
2
‘Una de las versiones dominantes —pero no 1a Gnica— de la historia social es la definida
primero en Francia, y luego ampliamente fuera de ella, en torno a Annales. Su formulacién
no ha sido constante a Jo largo de sesenta aiios. De todas formas, presenta rasgos relativa~
mente constantes que podemos legitimamente referir al programa critico que, un cuarto de
siglo antes del nacimiento de Annales, el durkheimiano Frangois Simiand habia elaborado
para los historiadores*. Simiand les recordaba las reglas del método socioldgico destinado,
segin €l, a regir una ciencia social unificada donde las diferentes disciplinas no propondrfan
més que modalidades particulares. Lo importante en lo sucesivo era abandonar lo tinico, lo
3
Giovanni Lav, "On Micro-histry", en Peter Burke (ed), New PensPagrivss ON HISTORICAL, WANG,
Oxford, 1991, pp. 95-113. (4