Junio 1997

UNA INTRODUCCIÓN A LA
PALEONTOLOGÍA:
ANTIGUOS GIGANTES

MUSEO DE CIENCIAS NATURALES

“Rvdo. P. Antonio Scasso”
COLEGIO DON BOSCO - Don Bosco 580 - (2900) San
Nicolás - TE: 03461-422230 - Fax: 03461-427329
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INTRODUCCIÓN
La corteza terrestre es un inmenso archivo natural, y sus rocas repre-
sentan las páginas donde ha quedado documentado la gran mayoría
de los acontecimientos ocurridos en el pasado geológico.
La vida es la resultante de un proceso evolutivo desarrollado duran-
te millones de años. De ella también han quedado rastros en las ro-
cas. En ellas se conservan "testigos" o pruebas actuales de la vida
transcurrida en épocas geológicas pasadas. A estos restos se los de-
nomina fósiles.
Nuestra región presentaba, en épocas anteriores, un aspecto muy
diferente al actual. El ambiente (o paisaje), la flora y la fauna, eran
distintos a los que ahora podemos observar. Pero parte de ese "pasa-
do" se conservó gracias al proceso de fosilización.
El norte de Buenos Aires y el sur de Santa Fe constituyen una zona
con abundante presencia de fósiles. Estos aparecen con mayor fre-
cuencia en las márgenes de los numerosos arroyos presentes y en las
barrancas del río Paraná.
LA PALEONTOLOGÍA
“Ciencia que se ocupa de reconstruir, sobre la base de los restos fósi-
les, las características morfológicas y fisiológicas de los organismos
del pasado, sus relaciones con el medio que habitaron y las leyes que
rigieron su existencia y desarrollo”.
En las últimas décadas, las investigaciones paleontológicas se han
incrementado notablemente. En la mayoría de los países del mundo
existen institutos especializados. Las colecciones que se realizan me-
tódicamente y los resultados de los estudios son comunicados por un
número cada vez mayor de publicaciones periódicas.
INICIACIÓN DE LA PALEONTOLOGÍA SUDAME-RICANA (1772-
1910): Los primeros datos sobre la existencia de los fósiles sudameri-
canos parecen ser las referencias halladas en las obras de Antonio de
ULLOA (1772), Juan Ignacio MOLINA (1787) y Luis de la CRUZ
(1806). En 1787, el sacerdote Manuel de TORRES descubrió el primer
esqueleto completo de Megatherium americanum en las barrancas del
río Luján (Buenos Aires). Estos restos fueron estudiados por Georges
CUVIER. Pero en realidad corresponde a Federico Enrique Alejandro
Barón de HUMBOLDT (1769-1859) el mérito de iniciar la Paleontolo-
gía sudamericana, con las colecciones efectuadas durante su viaje de
cinco años de duración.
Mencionamos a Florentino AMEGHINO (1859-1911) por la trascen-
dencia de sus investigaciones sobre la Geología y Paleontología de
Argentina. La obra de Ameghino es verdaderamente monumental,
no sólo por su amplitud sino también por su aporte al conocimiento
de las formas de mamíferos terciarios y cuaternarios, lo cual es reco-
nocido mundialmente.
LOS ORGANISMOS Y LOS PROCESOS DE
FOSILIZACIÓN:
Fósil viene del latín fossilis (obtener excavando), y aunque es un
término estrictamente paleontológico, se utiliza también en expresio-
nes tales como: arenas fósiles, suelos fósiles, etc. Denominamos fósil
a todo resto o impresión de un organismo que vivió en épocas geoló-
gicas pasadas, así como cualquier otro indicio de su existencia que
se haya conservado. La definición incluye tanto a los fósiles conteni-
dos en las rocas como a los restos hallados en cavernas y fisuras no
rellenadas. Por pasado geológico se entiende al tiempo transcurrido
con anterioridad a los últimos 10.000 años de la historia. El conjunto
de fenómenos fisicoquimicos por los cuales un organismo pasa al
estado fósil se denomina fosilización.
Sólo una mínima proporción de los organismos se ha conservado
fósil. Grupos enteros no han dejado representación alguna en las
rocas. Para que un organismo se fosilice han debido cumplirse un
conjunto de condiciones, con respecto a:
1) La naturaleza del organismo
2) El lugar y modo de vida
3) Las condiciones de sepultamiento

1) La naturaleza del organismo: En general, sólo las partes duras se
conservaron, representadas por las piezas del esqueleto. Estos pue-
den ser externos (exoesqueletos) o internos (endoesqueletos).
2) El lugar y modo de vida: Los organismos viven rodeados por un
conjunto de condiciones físicas y biológicas que constituyen su am-
biente. La composición de los estratos permite al especialista precisar
la edad del mismo, el aspecto geográfico y climatológico que ofrecía
el paisaje en épocas remotas.
Las mayores comunidades fósiles son registros muy imperfectos de
las comunidades vivientes. Menos del 5 % de las especies de una
biota local se conservan normalmente por fosilización. Los fósiles
proveen una base para realizar inferencias acerca de los ecosistemas
del pasado.
3) Las condiciones de sepultamiento: Para que se produzca la fosili-
zación es necesaria la súbita sepultura del organismo en un medio
que lo aísle de los agentes atmosféricos y biológicos, evitando así su
descomposición y desaparición.
La relación entre el fósil, su estado de fosilización y la naturaleza de
la roca que lo contiene depende en gran parte del ambiente existente
al morir el animal, pero frecuentemente el cadáver experimenta un
transporte más o menos prolongado, de manera que finalmente es
sepultado junto con otros restos provenientes de distintos lugares.
El tipo de sedimento que actúa como agente sepultante es también
muy importante para la buena fosilización. Los fósiles mejor conser-
vados se encuentran en las rocas sedimentarias de grano muy fino y
homogéneo; en las de grano grueso, la conservación es más deficien-
te; y en los conglomerados, los restos son a veces irreconocibles.
La fosilización es un proceso fortuito, que depende de las circunstan-
cias ambientales que rodean al ser orgánico en el momento de su
muerte. Hay lugares cuyas condiciones son particularmente propi-
cias para la conservación de los restos orgánicos: las cavernas en
cuyo interior las masas de barro, al secarse, los envuelve protegién-
dolos; las grietas de las rocas, las turberas, los arenales próximos a
los ríos y en particular los fondos marinos.
DIFERENTES PROCESOS DE FOSILIZACIÓN
En general, los restos que se fosilizan corresponden a las partes du-
ras de los organismos: exoesqueletos (caparazones), endoesqueletos
(huesos) y lignina (madera). Las partes viscerales desaparecen rápi-
damente luego de la muerte del organismo, de manera que su fosili-
zación es excepcional.
De los varios procesos de fosilización, mencionaremos tres:
MOMIFICACIÓN: en ella, los procesos propios de la putrefacción
son de tan escasa importancia que la composición original casi no
sufre modificaciones. En general ocurre una desecación de los teji-
dos. La fosilización en cavernas a veces ha permitido, casi sin modi-
ficaciones, la conservación de tejidos, excrementos y otras partes no
esqueléticas. Un ejemplo es el de la “cueva del Mylodon”, en Santa
Cruz, donde se hallaron restos de cuero y excrementos.
Otra forma de conservación del cuerpo completo es por congelación,
como sucedió con los mamuts hallados en los suelos helados de Sibe-
ria.
PETRIFICACIÓN: En la mayoría de los casos, durante el proceso de
fosilización se producen transformaciones de tal importancia que
hasta la composición original de las partes más duras pueden ser
reemplazadas por otra, debido a la acción de aguas infiltradas a tra-
vés de los sedimentos. Este proceso se llama petrificación, y el fósil
resultante conserva su forma externa, además de otros detalles, si
bien la estructura íntima puede resultar afectada hasta su total des-
aparición. La petrificación se da por relleno de cavidades (naturales o
dejadas por la destrucción de tejidos); por disolución seguida de
recristalizacion de la misma sustancia original; o por reemplazo de la
sustancia original por otra de composición diferente. En nuestra zo-
na, la petrificación se da esencialmente mediante la sustitución (total
o parcial) de los componentes del hueso por carbonato de calcio
(“tosca”). Esto hace que los restos sean sumamente quebradizos.
CARBONIZACIÓN: en este proceso de fosilización -llamado tam-
bién incarbonación- la celulosa, que forma parte de la estructura de las
plantas, o la quitina que forma los exoesqueletos de los artrópodos,
se convierten en antracita debido a la especial descomposición que
sufren, en un medio sin oxígeno.
IMPRESIONES Y MOLDES
Cualquier estructura orgánica puede dejar una impresión si es pre-
sionada sobre un material blando, capaz de recibirla y retenerla. En
sedimentos de distintas edades son frecuentes las pisadas de verte-
brados, mientras que entre los vegetales, las impresiones o
IMPRONTAS de las hojas ha sido el método de fosilización más
común por el que se han conservado sus caracteres.
Las impresiones de los caracteres exteriores de un organismo se lla-
man MOLDES EXTERNOS, para diferenciarlos de los MOLDES
INTERNOS, que se producen por relleno de los espacios interiores,
dejados principalmente por desaparición de la masa visceral.
Otro tipo de impresiones comunes en las rocas, pero que arrojan
muy poca luz sobre los seres que las produjeron son los rastros o
huellas, como los producidos por determinados vermes (gusanos), y
las pisadas de tetrápodos, denominadas ICNITAS.
También podemos tener conocimiento de la existencia de seres a
través de las comprobaciones que nos llegan como consecuencia de
sus actividades. Así podemos citar las perforaciones producidas en
valvas de moluscos y en madera por diversos invertebrados marinos,
y los COPROLITOS o restos fosilizados de excrementos.
La forma del fósil puede ser modificada por acción del peso de los
sedimentos suprayacentes y por los efectos de plegamientos y fractu-
ras. Las etapas iniciales del metamorfismo (modificación de las rocas
por acción de la presión y la temperatura) son ya suficientes para la
destrucción total del fósil; por lo tanto, éstos se presentan casi exclu-
sivamente en rocas sedimentarias.
PSEUDOFÓSILES: Son estructuras de origen inorgánico fácilmente
confundibles con las orgánicas. Ej.: los “muñecos de tosca” de nues-
tra zona, que pueden confundirse con huesos; dendritas de óxido de
manganeso, cuyo aspecto recuerda al de ciertos vegetales.
RECOLECCIÓN, CLASIFICACIÓN Y UTILIDAD DE
LOS FÓSILES:
1) Recolección y extracción de los fósiles: No existe una regla que
permita conocer con anticipación el lugar en el que se podrán encon-
trar fósiles. Para encontrar fósiles se requiere capacidad de observa-
ción y habilidad.
Cada fósil debe ir acompañado de los siguientes datos:
• Ubicación exacta y descripción de la localidad.
• Registro de los caracteres geológicos: formación, nivel, asocia-
ción de fósiles, estructura del depósito.
Todo fósil sin procedencia exacta del lugar y de horizonte geológico
carece de valor y debe ser excluido del estudio paleontológico. Sin
embargo, aun tiene un gran valor didáctico en los casos en que se
realiza una exposición de los mismos, acompañado con explicacio-
nes.
El método de extracción depende de las características del yacimien-
to, y de la naturaleza del fósil. En nuestra zona, los restos normal-
mente se encuentran fracturados y vueltos a unir por las concrecio-
nes de tosca, y muy húmedos. Por esto, una vez hallados los bordes,
conviene no despejar los restos en el campo, sino extraerlos con el
bloque de sedimentos adyacentes. Además, conviene fortalecer las
partes expuestas para evitar su desgranamiento. Pueden usarse como
fortalecedor impermeabilizantes líquidos (del tipo de Plavicom),
diluido. Se mezclan 1 parte del impermeabilizante en 2 de agua. Se
aplica sobre el resto con un pincel o pulverizador.
Una vez que el fósil llega al laboratorio, se procede a su limpieza y
armado, si es necesario.
2) Clasificación de los fósiles: Se denomina Sistemática o Taxono-
mía la clasificación de los organismos, tanto fósiles como vivientes.
Las categorías taxonómicas básicas (taxones) son REINO, PHYLUM,
CLASE, ORDEN, FAMILIA, GÉNERO y ESPECIE, pero muchas ve-
ces es necesario reconocer categorías intermedias.
En los casos en que un determinado organismo sea de posición sis-
temática dudosa, se lo denomina INCERTÆ SEDIS.
En el sistema binomial, todo organismo es distinguido por dos nom-
bres escritos en latín o latinizados: el nombre GENÉRICO, que se
escribe en nominativo singular y con la letra inicial mayúscula, y el
nombre ESPECIFICO, escrito en minúscula.
3) Utilidad de los fósiles: Los fósiles son indispensables para clasifi-
car y correlacionar las formaciones sedimentarias distribuidas por
todo el mundo, excepto las más antiguas (Precámbricas) donde casi
no existen. En esta tarea son de gran utilidad los FÓSILES GUÍA, o
taxones que han logrado una distribución geográfica muy amplia en
un período de tiempo muy breve.
Los estratos caracterizados por una determinada asociación paleon-
tológica constituyen una ZONA, a la que se designa con el nombre
de la especie guía más típica.
Los fósiles no sólo certifican la existencia de vida en épocas geológi-
cas pasadas, sino que explican la diversidad y la distribución de las
especies actuales, al registrar las modificaciones producidas a través
del tiempo (valor evolutivo).
Poseen además un valor paleoecológico, proporcionando datos muy
interesantes con respecto al medio en que habitaron. La forma y es-
tructura de los animales llevan, en mayor o menor grado, la impre-
sión del ambiente en el cual vivieron; las características y disposición
de los restos fósiles reflejan las condiciones de sepultamiento.
El estudio de las faunas y floras fósiles no sólo hace posible tener
idea de la distribución de los mares y continentes, sino que hasta
permite inferir deducciones con respecto a los climas reinantes en
ellos. Por ejemplo, la fauna fósil de la Bahía Buena Esperanza, Penín-
sula Antártica, indica que durante el Jurásico la temperatura fue allí
mucho más cálida que en la actualidad; posteriormente, desde el
Pleistoceno la región fue convertida por el hielo en un ambiente de-
solado.
Participación de los fósiles en la formación de las rocas: Es frecuente
la presencia de rocas formadas casi íntegramente por fósiles. En cier-
tas ocasiones estas acumulaciones fosilíferas llegan a tener gran im-
portancia económica, tales como los carbones, las diatomitas y los
bancos calcáreos formados por conchillas de moluscos y otros inver-
tebrados.
EDAD DE LOS FÓSILES
DATACIÓN RELATIVA (ESTRATIGRAFIA)
La datación relativa se basa en la posición diferencial en que se en-
cuentran los fósiles en los distintos estratos. Por lo general, los fósiles
más antiguos se hallarán a mayor profundidad. Esto requiere cono-
cer además las características de la geología de la zona. Esto último
permite deducir la importancia de fenómenos como erosión, sedi-
mentación, movimientos de ascenso y descenso de la corteza o trans-
porte de materiales.
Pero este tipo de datación en general no permite asignar una anti-
güedad precisa en años a un fósil, sino sólo establecer relaciones
acerca de cuál es anterior y cual posterior.
DATACIÓN ABSOLUTA
Sin embargo, existen métodos para poder datar en términos absolu-
tos (años) los estratos o los fósiles. Esto da un sentido absoluto a las
correlaciones logradas a partir de las dataciones relativas.
Entre los métodos absolutos están: Potasio - Argón, Rubidio - Estron-
cio, Uranio -Thorio y Carbono 14.
El carbono 14 (14C) es el que se utiliza para los restos fósiles más re-
cientes y los restos arqueológicos, ya que puede usarse con restos de
hasta 40.000 años.
Los elementos químicos, como el carbono, se presentan en distintas te de las formas vivas que se aferran a la adaptación como medio de
formas de acuerdo al número de neutrones que posee su núcleo. supervivencia en los continentes o en los océanos.
Estas distintas formas se llaman isótopos. El isótopo más abundante
Si los cambios físicos hubieran sido distintos, otros habrían sido los
(más del 99%) y estable del carbono es el que tiene 6 protones y 6
supervivientes. No podemos decir que formas de vida ocuparían hoy
neutrones. El carbono 14 (con 6 protones y 8 neutrones) es un átomo
la Tierra si la historia física del planeta hubiera seguido otro derrote-
que luego de un tiempo se desprende de 2 neutrones y se transforma
ro. Sólo podemos estar seguros que serian distintos de los que con-
en carbono 12. Se conoce con precisión el tiempo que tarda una can-
templamos hoy.
tidad determinada de 14C en desintegrarse hasta la mitad de la canti-
dad inicial. Esto es lo que se llama “período de semidesintegración”, Los registros fósiles que nos revelan algo sobre las circunstancias en
que en este caso es de 5.730 años. que vivieron los primeros miembros de los phyla varían en punto a
calidad según sea el tipo de fósil.
Se supone una cantidad constante de 14C en la atmósfera. Éste es
absorbido por las plantas a través de la fotosíntesis, y luego por los
animales a través de las cadenas alimentarias. Al morir el organismo,
la proporción de 14C/12C comienza a cambiar, haciéndose cada vez ERAS GEOLÓGICAS:
más escaso el 14C. Por ejemplo, si se encuentra 1/8 de la proporción Las épocas de la Tierra se dividen en Eras Geológicas (Figura 1).
original de 14C, rondaremos los 17.000 años de edad. Estas eras se subdividen en Periodos que designan el sistema de
rocas formado durante cada uno de ellos. En el cuadro de las eras
geológicas están enumerados.
EVOLUCIÓN
En nuestra zona, los sedimentos expuestos corresponden aproximada-
La historia evolutiva de plantas y animales, desde el origen de los mente al último millón de años. A continuación se describen algunas
reinos y sus principales subdivisiones hasta la aparición de las espe- formaciones de la región y sus posibles edades:
cies recientes, se nos manifiesta como una serie de respuestas bioló-
gicas a las oportunidades que presentaba el ambiente. Las primeras Depósitos de Arenas Puelches o Formación Ituzaingó
diversificaciones, al principio del Cámbrico [ver figura 1], produje-
Son depósitos del Paraná (que van desde el Plioceno hasta la actuali-
ron una serie de tipos de organización corporal, cada uno de los cua-
dad). Constituidos por arenas cuarzosas finas, de colores ocres y blanco,
les se adaptaba a un modo particular de vida.
interestratificadas con limo. La potencia de estos estratos es variable
Muchos tipos de estos demostraron hallarse aptos para modos de yendo desde 10 a 20 metros, hasta 150 metros.
vida ulteriores, y se diversificaron extensamente; constituyen lo que
Esta formación no es un buen indicador paleoclimático, pues está com-
hoy denominamos Phyla. Pero otros acabaron por extinguirse más
puesta por sedimentos logrados a partir de materiales precuaternarios
pronto o más tarde.
transportados por el río.
Los grupos extintos no estaban necesariamente peor adaptados, ni
eran estructuralmente inferiores, que los supervivientes, excepto en Formación Hernandarias
lo que hacía relación a la secuencia de cambios ambientales que tu-
Toda esta formación tiene polaridad magnética inversa, lo que significa
vieron lugar. Dicha secuencia, controlada en ultima instancia por los
que su antigüedad es superior a los 800.000 años. Tentativamente su
cambios físicos ocurridos en la dinámica del planeta, es independien-
edad iría desde 1.300.000 a 900.000 años. Podemos suponer que esta
formación fue depositada en un período inmediatamente anterior a la
formación Rosario. Esta formación se registra en gran parte de la pro-
vincia de Entre Ríos y sur de Corrientes. La formación Hernandarias
indica clima definitivamente árido.
Esta formación pertenece al Ensenadense junto con la formación Rosa-
rio, y contiene fósiles típicos de la megafauna pampeana.
Es un antiguo barreal depositado por el río Uruguay durante un perío-
do muy seco del Pleistoceno Medio. Indica una migración de la provin-
cia climática del oeste hacia el Atlántico.
Formación Rosario
Coincidiría con el Ensenadense. Esta formación es típica de la pampa
norte (parte de la pampa que se extiende al norte de la depresión del río
Salado y abarca gran parte de la provincia de Córdoba, centro y sur de
Santa Fe, norte de Buenos Aires, todo Entre Ríos y sur de Corrientes).
Esta formación está cubierta por formaciones eólicas y fluviales más
recientes. Su potencia varía desde 12 a más de 100 metros, incremen-
tándose de este a oeste en el norte bonaerense. En el sur y centro san-
tafecino el espesor es muy irregular, reflejando probablemente efectos
tectónicos.
La sección superior de esta formación aflora casi cotinuamente en la
base de las barrancas del río Paraná, entre las ciudades de Buenos Aires
y Rosario.
Esta formación está compuesta por limos arcillosos y arenosos consoli-
dados, de colores pardos y verdosos, ordenados en estra
tos gruesos y muy gruesos, y con varios tipos de concreciones de carbo-
nato de calcio; son frecuentes las estructuras poliédricas y los poros
cubiertos de pátinas de hierro y manganeso (película color negro bri-
llante).
De acuerdo con análisis paleomagnéticos la inversión magnética Brun-
hes-Matuyama (730.000 años) está ubicada en la sección superior de la
formación Rosario.
Climáticamente esta formación sugiere condiciones variables a lo largo
de su sedimentación, dentro del rango húmedo-semiárido. Existirían
por lo menos tres horizontes de formación de suelo que indicarían re-
gímenes údicos (clima húmedo como en la actual provincia climática
del noreste).
Formación Bonaerense
Entre el pleistoceno medio, representado por la formación Rosario y el
posterior Lujanense húmedo se extiende un intervalo de algunos cien-
tos de miles de años, escasamente conocidos. En la pampa sur este in-
tervalo ha recibido la denominación de Piso Bonaerense (Finipampiano
de Tricart ?). En la provincia de Santa Fe este estaría representado por la
formación Puerto San Martín.
Esta formación aflora en las barrancas del Paraná al norte de Rosario.
Está constituída por 10 a 15 metros de limos castaños y verde grisáceos
en estratos gruesos y muy gruesos (entre 50 cm y 2 mts.). Mi-
neralógicamente está dominada por cuarzo y montmorillonita en la
base; hacia arriba se va enriqueciendo en feldespatos e illita, que se
hacen mayoritarios hacia el techo. Contiene abundantes concreciones de
carbonatos en algunos niveles y numerosas manchas de compuestos de
hierro y manganeso. Se trata de una sucesión de estratos palustres y
loéssicos, con predominio de aquellos.
El Pampiano
Bajo esta denominación se agrupan las dos últimas formaciones, la for-
mación Rosario y el Piso Bonaerense. Para Tricart el Pampiano sólo
comprende el cuaternario antiguo y la iniciación del Postpampiano
coincide aproximadamente con la del interglaciar Mindel-Riss (cuater-
nario medio). Entre el Pampiano y el Postpampiano hay una diferencia
fundamental desde el punto de vista geomorfológico: el Pampiano es
solamente un depósito (no se ha conservado ninguna forma de relieve
original vinculada con este período de acumulación) mientras que las
formaciones más recientes presentan todavía formas identificables. Esto
coincide con un hecho muy general en el mundo; el cuaternario antiguo
ha dejado depósitos y no formas.
Los sedimentos del Pampiano están constituídos por un material volca-
nico de granulometría similar a algunos tipos de loess llamado eolo-
cinerita.
La gran lluvia de cenizas volcánicas que formaron los sedimentos de
cineritas durante el Pampiano dan cuenta de una intensa actividad vol-
cánica explosiva durante este período.
Sedimentos Postpampianos
Los sedimentos eólicos Postpampianos son verdaderos loess.
Pleistoceno Superior
Sobresale en este período una época húmeda y cálida denominada "Piso
Lujanense" en la literatura clásica. Durante la misma las actuales redes
fluviales transportaban caudales mucho mayores a los de hoy día. Du-
rante este período los canales fluviales erodaron la formación Rosario,
entallándose en ella. En el norte de Buenos Aires y sur de Córdoba y
Santa Fe, la mayoría de los canales antiguos son cursos abandonados de
los ríos Quinto y Tercero. Actualmente los depósitos sedimentarios
vinculados a esta dinámica están cubiertos por loess y arenas eólicas del
Pleistoceno tardío 1.
Formación Arroyo Feliciano
1 - Hasta aquí hemos respetado la descripción de Iriondo para el Cuaternario en
el litoral. Nos queda por aclarar que el estrato Lujanense se formó aparentemen-
te durante lo que en Europa se conoce como interglacial Mindel-Riss, período en
general húmedo, que además en zonas de litoral marítimo se manifiesta con una
transgresión marina, que en nuestro caso sería la que formó el depósito Queran-
dinense. Por lo tanto éste es correlativo al Lujanense Húmedo. Al final de este
período interglacial, las condiciones climáticas se vuelven mas frías y secas
(glaciación de Riss) produciéndose una modelación del paisaje, fundamental-
mente por agentes eólicos (vinculados al transporte por vientos). Esta etapa se
correspondería con los estratos Lujanenses áridos.
Lo que no se registra en los escritos de Iriondo, al menos en la correlación en que
las observa Tricart, son los estratos formados durante la etapa interglacial Riss-
Würm. Según este último autor, son los correlativos a una nueva transgresión
marina que dio origen a la sedimentación Platense. En ésta se ponen de mani-
fiesto facies fluviales con ambientes pantanosos principalmente y una posterior
sedimentación eólica. Esta última se interpreta como la llegada de un nuevo
clima seco, debido al comienzo de las primeras fases de la glaciación Würm, la
que en su máximo glacial dio origen al Mar de Arena Pampeano.
En esta zona de Entre Ríos, donde no llegó la sedimentación eólica, el
Lujanense ha sido descrito en la formación Arroyo Feliciano.
Esta formación está compuesta por dos facies sedimentarias, la más
importante de ellas es la que representa el "ambiente lujanense". Es un
depósito fluvial y palustre compuesto por arena fina cuarzosa y limo,
en partes arcillosos. Tiene hasta cinco metros de espesor y contiene res-
tos de la fauna de edad mamífero Lujanense.
La segunda facies está formada por un limo eólico, en partes con aspec-
to de loess típico. Es de color marrón claro; está endurecido y contiene
abundante carbonato de calcio. Este carbonato forma concreciones re-
dondeadas, de no más de 2 cm. de diámetro y tiene origen pedogenéti-
co. En algunos tramos de esta formación este depósito de carbonato
llega a formar un verdadero estrato de tosca.
La facies fluvial-palustre aparece en toda la extensión de la unidad y
forma su cuerpo principal. La facies eólica se presenta en forma de
grandes lentes de algunos cientos de metros de longitud por 1 a 3 m. de
espesor, siempre en la parte superior de la formación. Sus depósitos son
frecuentes y bien desarrollados en los ríos y arroyos del sur y centro de
Entre Ríos, haciéndose menores y escasos hacia el norte.
Esta formación contiene restos de los grandes mamíferos que habitaron
antiguamente nuestro país.
El Lujanense húmedo representa un avance hacia el sur de la provincia
climática del Noreste y un posterior pulso árido que alcanzó hasta la
latitud del centro de Entre Ríos.
Pleistoceno Tardío
Los sedimentos del Pleistoceno Tardío constituyen la mayor parte de la
cobertura superficial de la Pampa. De acuerdo con dataciones realiza-
das en la zona de Cañada de Gómez, el cambio climático a una época de
gran aridez ocurrió hace aproximadamente 36.000 años.
Esta gran aridez dio origen a lo que se conoce como Sistema Eólico
Pampeano, que cubre más de 600.000 km2 en el centro de la Argentina.
La parte sur del sistema está formada por un gran mar de arena de unos
300.000 km2 de superficie, que se extiende desde Buenos Aires a Men-
doza. El espesor del sedimento es pequeño, entre 5 y 15 m en su mayo-
ría de arena fina a muy fina y de color amarillento a pardo amarillento.
El Sistema Eólico Pampeano fue formado durante el último máximo
glacial de los Andes. El manto de hielo cubrió entonces un gran área al
sur de los 28ºS, permitiendo la ocurrencia de un anticiclón que produjo
vientos de dirección SSO-SSE. El resto de la cordillera al norte de los
28ºS estuvo casi libre de hielo. La razón de esto fue la severa sequedad
del clima más que una temperatura moderada. Tal ambiente se volvió
muy eficiente en la producción de limo y arena fina a partir de la me-
teorización física. El sedimento fue transportado hacia el sur a lo largo
del piedemonte cordillerano por el sistema fluvial Bermejo-
Desaguadero-Atuel, y llevado hacia el norte por vientos del SSO desde
el Desaguadero inferior (en el sur de las provincias de Mendoza y La
Pampa).
El clima patagónico se habría extendido en este período hasta el centro
de Santa Fe y sudoeste de Entre Ríos.
El fin de esta fase climática ocurrió en el Holoceno inferior alrededor de
hace 8.500 años. Aquel momento estuvo caracterizado por la extinción
masiva de la megafauna pleistocénica, la interrupción de la sedimenta-
ción loéssica y la ocupación humana de áreas previamente deshabita-
das.
A partir de aquí y hasta el presente el clima se mantuvo en mayor o
menor grado como en la actualidad, con algunas oscilaciones que han
sido bien caracterizadas y registradas; pero eso sería objeto de otro tra-
bajo.
LOS MAMÍFEROS DEL PLEISTOCENO
Los mamíferos son una clase de vertebrados caracterizados por ser
de sangre caliente; tener el cuerpo recubierto de pelo; el desarrollo
embrionario es interno, al menos en sus primeras etapas; poseen
mamas para alimentar a sus crías; tienen dentición doble (“de leche”
y definitiva), entre otras.
Este grupo aparece en los albores del Mesozoico, unos 225 millones
de años atrás [ver cuadro de evolución de los mamíferos]. Sin em-
bargo se hacen dominantes luego de la extinción de los Dinosaurios,
lo que ocurrió hace unos 65 millones de años.
En Sudamérica, la fauna existente durante el Pleistoceno [ver cuadro
de Eras Geológicas y cuadro comparativo de las tallas de mamíferos
pleistocénicos] fue producto de varios eventos.
Durante todo el Cenozoico hubo cambios de clima y geografía en
toda Sudamérica. Esto se reflejó en la historia de los mamíferos. En el
Paleoceno y Eoceno había selvas lluviosas en Brasil y bosques en la
Patagonia. Al pasar el tiempo, el clima se hizo más frío y seco en el
sur. La aparición de los Andes favoreció la desertificación, y provocó
que los bosques se transformaran primero en sabanas y luego en
estepas. En el Mioceno vemos un incremento importante en la pro-
porción de herbívoros hipsodontes (con dientes con raíces abiertas,
de crecimiento continuo), que se alimentaban de las hierbas duras de
la estepa. A mitad del Mioceno las sabanas declinaron produciendo
una disminución en la diversidad de animales. La causa de extinción
de grandes grupos de mamíferos nativos se desconoce, pero algunos
factores fueron el clima que se fue deteriorando, la pérdida de los
hábitats de sabana y la competencia con los invasores de América del
Norte.
Debemos recordar que, hasta hace unos 3 millones de años, este sub-
continente estuvo aislado (como Australia en la actualidad) dado que
el istmo de Panamá estaba aun sumergido. En aquel momento, toda
una serie de mamíferos habían evolucionado, sobre todo a partir de
marsupiales, edentados y roedores. Por ejemplo, en el cuadro com-
parativo de las faunas de América del Norte y del Sur (Figura 2) se
ven diversos grupos, no parientes, que sin embargo tienen una apa-
riencia similar, debido a que ocupan nichos ecológicos similares.
Entre los animales de mayor tamaño contamos a los Edentata o Xe-
narthra (con articulaciones adicionales, "extrañas", en las vértebras)
[ver dibujo de tapa]. Como características particulares, tienen una
temperatura menor que el resto de las mamíferos, (en las mulitas
actuales, alrededor de 28 grados centígrados), y variable. Incluyen,
además de las mencionadas mulitas, a los perezosos y a los osos
hormigueros.
Los GLIPTODONTES aparecen en el Mioceno, y se encuentran has-
ta su desaparición en el Pleistoceno tardío, unos 50 géneros (Plohop-
horus, Panochtus, Sclerocalyptus, etc.). El momento de mayor impor-
tancia de este grupo fue el Pleistoceno, cuando se halla por ejemplo a
Glyptodon. Éste tenía un caparazón rígido de unos 500 kg. de peso, de
hueso. Las dimensiones eran enormes: 1,5 m de alto y 3,3 m de largo,
con un peso total de 2.000 kg. Sin embargo, según muy recientes
estudios realizados sobre los huesos de las patas posteriores, estos
seres tan pesados, podían pararse sobre las patas traseras y realizar
así esfuerzos prolongados. Como se lo ha encontrado asociado a
restos de carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) se piensa que viviría
cerca de cuerpos de agua con vegetación, y hasta que podría tener
una pequeña trompa o proboscis.
Otro grupo importante fue el de los PEREZOSOS TERRESTRES.
Éstos habitaron desde el Oligoceno hasta hace unos 8.500 años (e
incluso hay relatos fidedignos de la caza de alguno de ellos a fines
del siglo pasado (Mylodon)). Se conocen unos 60 géneros, todos fósi-
les. Eran ramoneadores, y podían pararse sobre las patas traseras. De
esta manera, el conocido Megatherium americanum, alcanzaría una
altura de 6 m. El peso de éste, la mayor especie conocida, llegaría a
los 3.000 kg. Vivía en las pampas. Las características de mayor im-
portancia son que apoyaban la cara externa de las manos para cami-
nar y que en las patas traseras, el tercer dedo poseía una larga uña,
adaptada para extraer raíces del suelo. Otro de los perezosos terres-
tres fue el Scelidotherium, de menor tamaño (3,5 m de longitud), ca-
racterizado por su largo y estrecho cráneo.
El grupo más numeroso y diversificado fue el de los
NOTOUNGULADOS. Aparecen en el Eoceno y se extinguen junto
con los demás grupos, al comenzar el Holoceno. Los más antiguos
eran pequeños, no mayores que un gato doméstico. Protypotherium y
Pachyrukhos son formas del tamaño de una liebre, del Mioceno de
Patagonia. Los últimos alcanzaron tallas aproximadas a las de los
hipopótamos, como por ejemplo Toxodon, de unos 3 m de longitud y
1,80 m de alto. Los incisivos inferiores de Toxodon eran notables,
dirigidos hacia adelante, utilizados para remover las plantas a la
manera de una pala ancha.
Al unirse ambas Américas, hace unos 3 millones de años, hubo tras-
paso de animales en ambos sentidos. Sin embargo, dado que los pro-
pios de América del Norte habían "competido" con seres de Europa y
Asia (entre otras causas), el resultado fue que hubo más especies
originarias de América del Norte que pasaron al Sur y prosperaron,
que a la inversa [ver gráfico de las familias migrantes]
De los 6 grupos que llegaron a Sudamérica, sólo uno de ellos se ex-
tinguió por completo: el de los MASTODONTES. Llegaron aquí a
principios del Pleistoceno, y se diversificaron posteriormente en por
lo menos 2 géneros: Cuvieronius, con colmillos rectos y espiralados,
propio del Oeste, cercano a los Andes, y Stegomastodon, con colmillos
curvos, que habitó las llanuras del Este. Los CABALLOS tienen una
historia similar: invasión, diversificación en 2 géneros (Equus e Hip-
pidion) y extinción a fines del Pleistoceno. Sólo sobrevivieron en Eu-
rasia. Podrían haber desaparecido aquí a causa de alguna epidemia.
Los TAPIRES también llegaron a América del Sur en aquella época.
Aun viven aquí y en el S.O. de Asia, asociados a ambientes tropicales
húmedos. También los CAMÉLIDOS llegaron, pero ellos se adapta-
ron muy bien y se extinguieron en América del Norte. Se diversifica-
ron en el ambiente de estepa, con clima frío, de los Andes y Patago-
nia. Hay hoy 4 especies, entre ellas la llama y el guanaco. Otro grupo
es el de los CIERVOS, que se diversificó en varios géneros que aun
hoy habitan en toda América.
En sentido inverso, se desplazaron los megaterios y gliptodontes,
que vivieron hasta los estados sureños de Estados Unidos (Texas,
Florida).
Recopilación bibliográfica realizada por el personal del Museo de
Ciencias Naturales “Rvdo. P. A. Scasso”
Junio 1997
GLOSARIO
Antracita. Carbón natural, con más de un 90 % de carbono. Es de
color negro y tiene un alto poder calorífico.
Artrópodo. Invertebrado de simetría bilateral, cuerpo segmentado y
patas articuladas, con exoesqueleto.
Biota. Conjunto de todos los seres vivos de una región determinada.
Celulosa. Polisacárido constitutivo de la pared celular de los vegeta-
les.
Conglomerado. Roca sedimentaria detrítica, originada por cementa-
ción de gravas y rocas.
Eólico. Dícese de los fenómenos geológicos, principalmente los ero-
sivos, producidos por el viento.
Exoesqueleto. Cubierta o sostén externo del cuerpo de ciertos anima-
les, como los insectos.
Inversión paleomagnética. antiguo cambio en la polaridad magnéti-
ca terrestre, en los que los polos magnéticos cambian drástica-
mente de posición.
Potencia. Dícese del espesor de un estrato.
Quitina. Polisacárido que constituye el principal componente del
caparazón de los crustáceos, del exoesqueleto de los insectos y de
las paredes celulares de los hongos.
Tectónica. Perteneciente o relativo a la estructura de la corteza te-
rrestre.
Tetrápodo. Grupo de vertebrados que poseen dos pares de extremi-
dades pentadáctilas. Comprende los anfibios, reptiles, aves y
mamíferos.
Turbera. Acumulación de restos de vegetales en descomposición,
que constituyen el primer paso en el proceso de carbonización.
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Amniotas. Editorial Omega S.A., Barcelona, España. 413 p.
Eras Geológicas
Mapa mostrando las faunas de apariencia semejante de
América del Norte y Sur

Gráfico mostrando el número de familias de mamíferos

en América del Norte y del Sur antes, durante y después
del intercambio faunístico a través del istmo de Panamá.

Comparación entre las tallas de algunos mamíferos pleis-

tocénicos y el hombre Figura 4: Fauna Pleistocénica (unos 200.000
años atrás).
Leyenda: 1) Armadillos gigantes (Gliptodontes) - 2) Macrauchenia - 3) Toxo-
don - 4) Tigre dientes de sable (Smilodon) - 5) Perezoso terrestre (Megatherium)
- 6) caballo de la Pampa (Hippidion) - 7) Mastodonte - 8) Glosoterio - 9) Oso
de cabeza corta (Arctotherium).

Comparación de las correlaciones estratigráficas probables

para el último millón de años