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ie Tereh (et (0) a ene ee Rae Animales domésticos Primera edicién en la Argentina: octubre de 2013 © 2010, Alejandra Costamagna ©2010, Random eee a ces SA. Merced 280, piso 6 Teléfono: 2782. Veo \pde Cy Toth DU Goa x ‘ Orn 1 D5 aftos sacando pel jiente. Se Hamaba Sandra y usaba uno 8 ANteajos poto otella que le deformaban los ojos. Un par de dis a de anfibio, Trabajaba «el pelo con tijeras. El pelo lavaba, tefifa y masajeaba cueros dos. A Sandra de vez en cuando le armaba el do. Fila, a cambio, le arrancaba con cera y luego zas los vellitos de por aqui y por all4, Llevaba mas de veinte los con cera ca tris de los vidrios, mirad. . Raul, pero él cortab. También |; vieron entrar esa manana como una aparici6n, estaba ahi, frente a ellos. Sandra la mir6 yse L No alcanzé a formular una respuesta. permiso, permiso, y se fue al lavadero, 1 trajeada, la mujer. se va a hacer? —pregunt6 Sandra. respondié con la vista fija en la pizarra ban los precios de la pierna entera, la ‘ entrepierna, los brazos, el bozo, las axi- ®¢ anunciaban también los valores del ' cabello—, :Se puede? nso Sandra. Todos los pelos on bu na voluntad, hasta el cuero sé puede sacat, pens6.Y se le vino crudo, a pollo ; ro y arrancar de a tirones el pell “Se saca la ropa y me la dej zapatos debajo de la ae dra, pero la mujer se metié en el Ia fiase a medio armat, La peluquera estuvo espiando huequito abierto detras de la los anteojos con la mano. Se fij6 el cabello crespo, resortes mas q chas grisiceas.Y la cara poblada y atosigada de unos como tur listo para ser fa ella. Vio cémo se sacaba los zapatos, tableada. :Sera posible?, volvié a pi Rail se acercé y le hablé al oid cémo se te ocurre y escuché lo q en voz baja. Lo miré y movié la eal otro, como si fuera un péndulo, No, dijo. Entonces pélala bien pelada, la r Y volvié a lo suyo, Sandra tomé aire. Las manos listas yi ; as en la cortina que ahora descorriar los dedos para agarrar la paleta y hundi ando milla, pensé-que antes yad caliente, € vio de cerca lo que h quizas ya era J8Cetré y volvi6 tenia al frente? Sandra esto, a abrir los ojos. 1 estaba habituad que Noa Disculpe culpe i despabilé la mujeRnll Pronto asorochady No se preacupe, estamos acostumbrados —min- tié Sandra. Un oso era lo que tenia al frente; no e1 ra una mujer esa mata vellu carraspear, 8é fij6 bien en en Ta cara tan pélida y esas m as pec anchas mas pro- pins de las pelirrojas (0 de la gente demasiado expuesta 11 sol) que del resto de la humanidad, y creyé verla mismo en la television, aflosa desde el origen, no nacida para ir hacia atrés y no hacia adelante. ; bia que combatir a los humanoides, reclamaba la en la pantalla, con los ecos del Himno Nacional wndo. Habia que liquidar hasta el dltimo extremis- y ahora la tenia al frente, de civil. Asorochada y obs- lanuda. Y sin embargo tan resuelta como. uellos afios. Siquemelos todos —ordené, como si dijera ex- pegotear la cera, pens6 Sandra. No esta nstruosidades. Pero lo hizo: puso el e, revolvid bien y sé aplicé. {| lanz6 y se contuvo la mujer. es no lo dudé. Nunca habia traba- peinando con su paleta los filones Piernas de humanoide, pensaba. na mancha café extendida por ur6n. Eran costras lo que arran- ctma no se quejaba, a lo mas lazos de cera cals ' 'Zos de cera salfan con capitas de Jr un pollo: sac ar el cuero y dejar Cuando termino las el cuerpo se vistio, salid que y se miré en el espej de circulos rosados en las n Raul y Sandra la vieron s misma puerta. Una desa —2Qué vamos a hacer gunté Ratl. —Botarla —dijo sand —;Cémo se te ocurre que el peluquero. Sandra volvié al cubical y procedié. Con la paleta fu tibia en el recipiente; los pelo Toda la razon, c6mo la ibamos vertia/los restos

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