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tarse hacia la razonable –y exigible- disminución de o bien ésta se obtiene con el sacricio de la víctima
daños109. La canalización de esos conictos por medio expiatoria, es decir, con el homicidio masivo111. Si se
del poder punitivo es un modo hipócrita de dejarlos quiere evitar esto último, es obvio que se impone for-
sin solución110, potenciando las tensiones sociales. talecer su alternativa.
Esto signica que la política criminal que impe- No será sencillo provocar este giro, dado que el
ra en el mundo necesita un urgente giro en sentido mundo actual parece seguir las indicaciones amorales
inverso para convertirse en factor que quiebre el alto de la teoría política abolutista, que estimula la paranoia
nivel de conictividad. La desintegración provocada estatal: la pretensión discursiva de combatir el terroris-
por la conictividad puede neutralizarse de dos mo- mo en nuestros días, suponiendo una guerra, no hace
dos: potenciando los modelos ecaces de solución más que legitimar la pretendida guerra del Islam, con
de los conictos, lo que reforzaría la cohesión social, lo que no sólo no se combate al terrorismo, sino que se
cae en una paranoia compartida o delirio a dos112.
109 Tales son los casos de los tóxicos y del aborto. Frente a
ambos problemas, las soluciones punitivas han fracasado, los
hechos aumentan su frecuencia y no disminuyen sus terribles 111 Esta sería ‘funcional’ en un sentido análogo al que conside-
efectos sociales e individuales, en tanto todos se sienten satis- raba la criminalidad Émile Durkheim.
fechos con leyes penales absurdas e indiferentes frente a la rea- 112 Cuando el ‘enemigo’ asume una actitud paranoica, como es
lidad mortífera. La prohibición en materia de tóxicos ha gene- el caso de la ‘Guerra Santa’ de algunos autores de crímenes de
rado una renta insólita del servicio de distribución por la cual destrucción masiva indiscriminada, se le ofrece al poder el pre-
se organiza una criminalidad nacional e internacional que ha texto ideal para alimentar su propia paranoia, es decir, para in-
causado la muerte de un número muy alto de personas, siendo ventarse otra ‘guerra’, lo que en denitiva termina reforzando la
hora de preguntarse si mata más la prohibición o el tóxico. En paranoia del ‘enemigo’ y hasta legitimando su discurso. ¿Cómo
el caso del aborto, la regla es la impunidad, por lo cual se prac- explicaba la Inquisición su exterminio en nombre de Jesucristo,
tican por millones ante la indiferencia de los sistemas penales, que murió en un instrumento de tortura del sistema penal de su
que no hacen nada -y los estados tampoco- por tratar de reducir tiempo? Cristo no es un guerrero, sino todo lo contrario. Sim-
ese número. plemente, se le inventó un enemigo (Satanás) guerrero al frente
110 Los muertos en la violencia generada por el tráco de tóxi- de un poderoso ejército (de diablos y diablesas) que le declaraba
cos y su distribución y el número de muertes de fetos parecen la guerra, en la cual se valía de toda clase de trampas sucias. Sa-
no interesar a los sistemas penales ni a los políticos, que mues- tanás era el jefe rebelde que no respetaba las reglas de la guerra
tran su preocupación sosteniendo leyes penales con efecto pa- de los caballeros, fue el ‘partisano’ de Schmitt en la Edad Media
radojales. y en lucha con Cristo.

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41. La vieja fórmula amoral no funcionó. Pero pensó que una guerra potenciaría la economía, al
la vieja fórmula política amoral no da los re sultados parecer la deprimió (o fue insuciente para evitar
esperados, pues para crear al nuevo ene migo extran- la depresión anunciada). Se trata del fracaso de una
jero lejos de las propias fronteras se provocó una tentativa de evitar la violen cia creando violencia ex-
guerra real fuera y una recesión económica dentro, terna, lo que indicaría la necesidad de recticar la
lo que anuncia una potenciación de las tensiones, fórmula amoral: cuando se apela a la creación de un
o sea, que resultó una manipulación aberrante del enemigo externo (por inferior) la violencia se canali-
proceso de la venganza, cuyas consecuencias son za siempre que las condiciones internas permitan ca-
aún poco imaginables. La vieja fórmula política pitalizar sus benecios; de lo contrario, el homicidio
amoral no precisó los límites de la economía y su masivo externo resulta inútil y hasta negativo.
aplicación a rajatabla en lugar de disminuir tensio-
42. Las alternativas del penalismo no son mu-
nes parece generar otras nuevas, corriendo el ries-
go de que algunos de sus promotores devengan en chas. Frente a la actual tendencia político criminal
nuevas víctimas sacricales. que, de no interrumpirse, lleva a la comisión de
nuevos homicidios masivos, el penalismo se en-
Este fenómeno –en su esencia- tampoco es nue- frenta a tres variables lógicas: (a) Deslegitimar la
vo, pues el viejo colonialismo muchas veces frustró política dominante; (b) Legitimarla y estimularla; y
su objetivo de disminuir las tensiones internas como (c) Tratar de llegar a un compromiso con ella. La
consecuencia de la inadaptación de la eco nomía me- segunda variable es la opción por el estado absoluto
tropolitana a la abundancia de objetos codiciables, propia de la política amoral, que no merece hoy ma-
tal como sucedió con el colonialismo ibérico, que no yor atención, pues parece un camino prohibido114 .
supo capitalizar los resultados me diante la industria-
lización y acabó perdiendo su hegemonía colonial,
que pasó a las potencias del centro y norte de Euro- 114 En el campo académico no hay teóricos serios que la sos-
pa. Si bien ahora –siguiendo una vieja fórmula113- se tengan. No estamos muy seguros de que no haya quienes lo
compartan, pero hoy no sería posible expresarlo con la amoral
sinceridad de Carl Schmitt, pues no lo tolera la cultura jurídica
113 Cfr. Mammarella, Giuseppe. L’America da Roosevelt a dominante y quien lo hiciese inmediatamente sería marginado.
Reagan. Storia degli Stati Uniti dal 1939 a oggi. Roma, La- Cabe advertir que en la publicidad política a veces se observan
terza, 1986. retazos incoherentes bastante signicativos.

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La tercera es la más frecuente, aunque con una la dinámica propia del po der punitivo 117, lo cierto es
curiosa dualidad: se la rechaza formalmente cuan do que el compromiso con la política criminal domi-
se hace expresa, pero se la acepta y practica a diario. nante se degrada a una práctica sin sustento teórico.
Su formulación expresa dio lugar a una discusión Más bien parece un compromiso de agencias que
por momentos escandalosa y consagró la expre- una posición teórica: las agencias jurídicas –cons-
sión derecho penal del enemigo115 . Pero en verdad, cientes o no- ceden discurso (poder) ante el temor
lo que se designa como derecho penal del enemigo de ser arrasadas por las agencias ejecutivas y por la
es práctica corriente en mayor o menor medida en publicidad del aparato de poder, en forma análoga a
casi todo el planeta y en especial en América La-
tina, donde su instrumento preferi do es la prisión
preventiva o cautelar usada como pena principal y
casi única116. Dado que la única formulación teóri- 117 La crítica a esta tesis la realizamos en El enemigo en el dere-
cho penal. Buenos Aires, Dykinson, 2006 (Madrid, 2007; Rio de
ca expresa -además del general rechazo- es inviable Janeiro, 2007; México, 2007). V. también la bibliografía cit. hasta
porque se basa en una visión estática que desconoce la publicación, que se ha enriquecido mucho pese al poco tiem-
po transcurrido; entre otros, los trabajos recopilados en los dos
gruesos volúmenes coordinados por Cancio Meliá/Gómez Jara
Díez. Derecho penal del enemigo. El discurso penal de la exclu-
115 La expresión y la formulación expresa corresponde a G. sión. Buenos Aires/Montevideo, ompson/Civitas, 2006; Aller,
Jakobs (op. cit) y la polémica abarca una bibliografía enorme en Germán. Co-responsabilidad social, sociedad de riesgo y derecho
Alemania, Italia, España y América Latina. penal del enemigo. Montevideo, Carlos Alvarez, 2006; Polaina-
116 El derecho penal del enemigo postula ‘despersonali- Orts, Miguel. Derecho penal del enemigo. Desmiticación de un
zar’ a los enemigos y, por ende, no someterlos a las penas concepto. Lima, Mediterránea, 2006; Resta, Federica. “Nemici e
medidas conforme a la culpabilidad, sino ‘contenerlos’ para criminali. Le logiche del controllo”, en L’Indice Penale, 2006; Vi-
neutralizar su peligro. No es más que la reiteración de las llamar Lucía, Fernando. Una aproximación al derecho penal del
‘medidas de seguridad’ para los multireincidentes, habitua- enemigo. La Paz, 2007; los trabajos publicados en el número mo-
les, etc., conocidas desde Kart Stooss, o sea, penas sin culpa- nográco 4 de 2006 de Questione Giustizia; González Cussac, J.
bilidad según la conocida tesis de Kohlrausch (“el embuste de L. “El renacimiento del pensamiento totalitario en el seno del
las etiquetas”). Pues bien, dado que casi el 70% de los presos Estado de derecho: la doctrina del derecho penal del enemigo”,
latinoamericanos se halla en prisión cautelar y suele agotar la en Revista Penal. Madrid, La Ley, 2007, 19, p. 52 y sgts.; Gössel,
pena en ella, resulta muy claro que ésta opera como una pena K. H. “Réplica del derecho penal del enemigo”, en la misma, nº
sin culpabilidad, anticipada a la sentencia formal. 20, p. 89 y sgts.

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los políticos sitiados por el discurso único völkisch118 penalismo en masa le quitase el discurso, la incita-
y vindicativo de los medios masivos. ción pública a la venganza quedaría reducida a lo que
es: pura publicidad mediática, con las limitaciones
43. El compromiso ético y cultural. Desde la
actitud de compromiso se objeta que el saber penal que reconoce la publicidad de cualquier producto.
nada puede hacer frente a las decisiones del poder, 44. La verdadera prevención penal consiste en
por lo que es preferible refugiarse en el compromiso la denuncia de las técnicas de neutralización de
supuestamente pragmático. Esta objeción subestima los homicidios masivos. La individualización de los
el poder del discurso, que es precisamente el que los enemigos, es decir, el brote paranoico del estado, se
juristas no deben ceder. Con el discurso se ejerce po- alimenta de discursos que racionalizan el sacricio
der –los dictadores lo supieron siempre-, aunque no expiatorio, ampliando las causas de justicación y
sea el mismo poder de que disponen las agencias eje- de exculpación del derecho penal de diferente ma-
cutivas del sistema penal, pero éstas sin el discurso nera, pero siempre en base a lo que la criminolo-
quedan deslegitimadas y, en denitiva, el poder sin gía de mediados del siglo pasado llamó técnicas de
discurso, aunque puede causar grave daño antes de neutralización120. Cuando los criminólogos de ese
derrumbarse, no se sostiene mucho tiempo119. Si el tiempo pusieron en descubierto estas técnicas, lo hi-
cieron en base a los recursos discur sivos simplistas
118 La expresión ‘völkisch’ suele traducirse como ‘populismo’.
que entonces usaban los rebeldes sin causa para mi-
Su traducción más exacta sería ‘populacherismo’, pues importa nimizar, justicar o exculpar su vandalismo, pero las
una subestimación grave del pueblo mediante la explotación y técnicas de neutralización en los crímenes masivos
profundización de los peores prejuicios de una sociedad. El po- se teorizan en alto nivel político –incluso por agen-
pulismo es una corriente política que presenta luces y sombras, cias académicas o de reproducción- y se glorican
pero que en América Latina ha posibilitado la incorporación de
por los medios de comunicación social. Esto no lo
importantes y amplios sectores de la población a la ciudadanía.
Hubo populismos que emplearon técnicas völkisch, como tam- ha observado la criminología porque no se ha ocu-
bién las usaron corrientes de otros signos políticos con aparien-
cia de mayor coherencia ideológica. 120 Sykes, Gresham M. and Matza, David. “Techniques of
119 “¿Qué necesitan hoy los que suben al poder aparte de una neutralization: a theory of delinquency”, en American Sociolo-
buena tropa, aguardiente y salchichón? Necesitan el texto”; en gical Review, 1957, 22, p. 664-670; reproducido en Criminolo-
Glucksman, André. Los maestros pensadores. Barcelona, Ana- gical Perspectives. Essential Readings, editado por MacLaughlin,
grama, 1978, p. 43. Muncie, Hughes, Londres, 2005; p. 231-238.

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pado de estos crímenes121, pues para hacerlo debería Es asombroso que aún no veamos con claridad
abandonar su pretendida e imposible neutralidad que estamos ante un renacimiento de la ideología
ideológica. de la seguridad nacional ahora en plano mundial124,
cuando vivimos su experiencia regional desde hace
En efecto: las ciencias penales no tienen otra op-
más de medio siglo, y que toleremos que con idén-
ción que desprenderse de su increíble pretensión
ticos planteos simplistas vayan mi nando los estados
aséptica si es que pretenden encarar seriamente la
de derecho. Esa es la verdadera función preventiva
cuestión de los crímenes más graves, pues sólo lo
que el saber jurídico penal debe y puede llevar a cabo
pueden hacer mediante crítica de las ideologías122,
respecto de los homicidios masivos.
para poder descubrir aquéllas cuya verdadera na-
turaleza sea la de técnicas de neutralización de los El derecho penal internacional puede ofrecer pa-
homicidios masivos o de su pre paración mediante liativos o eventuales benecios pragmáticos, puede
discursos vindicativos, incluso penales y crimino-
lógicos. Si el derecho penal del enemigo legitima la 124 La ideología de seguridad nacional se caracteriza por in-
tipicación de los actos preparatorios, el saber penal ventar ‘guerras’, con el pretexto de ser ‘guerras anómalas’, o sea,
y criminológico debe salirle al paso adelantando su ‘guerras sucias’, y por ende no sujetas a las leyes de la guerra en-
crítica a los actos preparatorios de los homicidios tre ‘caballeros’ (que serían las únicas obligadas a respetar el de-
recho de Ginebra) y tampoco al derecho penal por ser guerras.
masivos, como es la elaboración de sus técnicas de
Es decir que, por ser ‘guerras’ y por ser ‘sucias’ quedan en un es-
neutralización123. pacio hueco fuera del derecho, libre de normas limitadoras. La
tesis de la ‘guerra sucia’ fue elaborada por los mandos franceses
en Indochina y en Argelia y luego difundida a los Estados Uni-
121 Quizá uno de los factores de esta omisión haya sido, preci-
samente, la necesidad de renunciar a su pretendida ‘neutralidad dos y a la Argentina (Cfr. Robin, Marie-Monique. Escuadrones
valorativa’ o ‘ideológica’. de la muerte. La escuela francesa. Buenos Aires, Sudamericana,
2005); la más dura crítica a esta política corresponde a la pluma
122 Cabe aclarar que entendemos por ‘ideología’ a cierto sis-
tema de ideas, sin asociar la expresión a valoraciones negativas de Jean Paul Sastre, en el célebre prólogo a Franz Fanon, Los
ni a encubrimientos. En cada caso será la crítica ideológica la condenados de la tierra. México, Fondo de Cultura Económica,
que pondrá de maniesto si la ideología es racional, paranoica 1965; la teorización más na de esta política genocida la llevó a
o encubridora. cabo Carl Schmitt en velada defensa del jefe de la organización
123 Ideologías de superioridad racial, de jerarquización de se- terrorista OAS, Raoul Salam, en una conferencia pronunciada
res humanos, de seguridad nacional, de destrucción de los lími- en 1962 en España: Teoria del partigiano. Integrazione al con-
tes del estado de derecho, legitimantes de la tortura, etc. cetto del politico. Milano, Il Saggiatore, 2005).

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evitar el restablecimiento de la Friedlossigkeit, pero POSFACIO


la verdadera prevención de los homicidios masivos
que el saber jurídico penal puede proveer, será me- Los crímenes de masa: ¿n o herramienta?
diante el ejercicio de la crítica y el rechazo frontal Daniel Feierstein*
de las técnicas de neutralización de valores, elabo-
Siento una mezcla de orgullo y compromiso al ha-
radas namente por teóricos y groseramente por la
ber recibido la invitación para escribir un posfacio de
instigación pública o mediática a la venganza. De
esta segunda edición de la obra de E. Raúl Zaaroni,
no hacerlo, nuestro saber caerá en otro vaciamien-
Crímenes de masa, merecedor de uno de los premios
to pensante 125 y será por un tiempo otra ciencia que
más relevantes de su campo de estudios.
no piensa.
Por una parte me honra profundamente la invi-
tación. Por otra, se cierne sobre mí una penetrante
duda sobre si me será posible superar el temor reve-
rencial por la gura de un maestro y sugerir algunas
de las líneas que, a mi modo de ver, abre el presente
trabajo, sabiendo que exceden (y seguramente dis-
torsionan, quisiera creer que no exageradamente) las
intenciones de su autor.
Como confío en que al autor y al lector de esta
obra poco le importa lo que sienta el epiloguista,
utilizaré entonces estas páginas para hacer lo que se
me ha pedido, ya realizada la necesaria aclaración a
modo de disculpa ante ambos.
125 Creemos que el contenido pensante del saber jurídico-pe- ***
nal ha sufrido alternativas: del alto nivel alcanzado en el siglo
XIX, comenzó a decaer a nes de ese siglo para llegar hasta el Uno de los ejes centrales de esta obra pasa por se-
vaciamiento casi total, que acabó en algunas legitimaciones ver- ñalar la relevancia que ha tenido y podría tener la crea-
gonzosas de los peores crímenes del siglo XX, para renacer en ción de un derecho penal internacional, como medio
la posguerra.

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para devolver el carácter de persona a los perpetradores de la toma del poder estatal por alucinados racistas
de los crímenes de masa, quienes los llevan a cabo no o alienados mentales que disfrutarían de las matan-
contra el aparato punitivo estatal sino desde el control zas colectivas. Cabe señalar que esto que denomino
de dicho aparato y como parte de su propia lógica. “ideas banales” se encuentra presente no sólo en el
El segundo eje, más de carácter criminológico, tratamiento mediático o penal de los crímenes de
busca expandir los límites de la explicación del dere- masa sino también en obras pretendidamente aca-
cho penal para buscar en la psicología o la etnología démicas que postulan que el genocidio se explica
por una patología del pueblo alemán, por la barba-
una fundamentación del origen, persistencia y senti-
do de los crímenes de masa. rie intrínseca de los africanos envueltos en luchas
tribales, por la naturaleza violenta de los pueblos
Seguiré entonces en este posfacio el orden inverso balcánicos, entre otras barbaridades difundidas con
al del texto, partiendo de un análisis del trabajo en aires cientícos3.
este segundo nivel para llegar desde allí a las propues-
tas más de orden político de la obra, que se articulan
3 Para las teorías del sonderweg (la vía especial alemana) que
con otros trabajos del autor, muy en especial El ene- explicaría el nazismo, véase Davidowicz, Lucy. e war against
migo en el derecho penal1 y La palabra de los muertos 2, the Jews. New York, Pocket Bantam Books, 1986; o Bauer, Ye-
en los que se postula la necesidad de una criminología huda. e Holocaust in Historical Perspective. Washington DC,
cautelar y desde las cuales buscaré plantear algunos University of Washington Press, 1982; entre muchos otros. Su
presupuestos mínimos que debiera poder cumplir actualización más trabajada y publicitada puede observarse en
la obra de Goldhagen, Daniel Jonah. Hitler´s Willing Executio-
este nuevo derecho penal internacional. ners. New York, Vintage Books, 1997 [traducción al español:
La funcionalidad de los crímenes de masa Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el
Holocausto. Madrid, Taurus, 1998], que asigna a los “alemanes
La obra presente se propone quebrar la idea ba- corrientes” una patología nacional especial, distorsionando la
nal de que los crímenes de masa serían el resultado brillante obra de Browning, Christopher. Ordinary Men. Reserve
Police Battalion 101 and the Final Solution in Poland. New York,
Harper Collins, 1992 [trad. esp.: Aquellos hombres grises. El
1 Zaaroni, Eugenio Raúl. El enemigo en el derecho penal. Ma- Batallón 101 y la Solución Final en Polonia. Barcelona, Edhasa,
drid, Dykinson, 2006. 2002] sobre los “hombres corrientes”, que universaliza un modo
2 Zaaroni, E.R. La palabra de los muertos. Buenos Aires, Ediar, de facilitación de la violencia que Goldhagen quiere asignar sólo
2011. a los alemanes.

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Por el contrario, Zaaroni intenta ir hasta las vo a través del surgimiento del aparato inquisitorial,
estructuras más básicas del funcionamiento hu- como una novedad especíca en los modos de ejer-
mano (ancladas en el inconsciente), de la mano de cicio de las técnicas de saber, las técnicas de poder y
Sigmund Freud y René Girard, con el n de com- la articulación entre estos sistemas.
prender la funcionalidad psíquica de las masacres.
Pero me permitiré postular que la relación entre
Su análisis ilumina fenómenos profundamente este funcionamiento inquisitorial y los crímenes de
enquistados en el funcionamiento psíquico y que masa es mucho más fuerte de lo que el propio traba-
permiten dar cuenta del sentido de las matanzas a jo de Zaaroni deja entrever.
lo largo de la historia (en una secuencia que puede
Tal como Lemkin lo planteara en sus obras de los
ir desde el arrasamiento de Cartago, pasando por las años ´40, el genocidio (prototipo de lo que este tra-
campañas de los mongoles o las Cruzadas hasta el bajo cataloga como crímenes de masa) se propone
aniquilamiento nazi), a partir de lo cual Zaaroni
fundamentalmente una destrucción de la identidad
comienza a delinear alternativas de prevención que
de la sociedad en la que se implementa. Y, obvia-
contemplen este origen profundo de la violencia.
mente, no tendría sentido destruir la identidad de
Pero quizás una visita a la sociología podría ser un grupo de gente a la que a la vez se destruye físi-
una dirección de continuidad posible de la presente camente.
obra, bajo la pregunta de qué funcionalidades so- Pero es que Lemkin está muy lejos de plantear
ciales diferenciales resuelven los crímenes de masa una contradicción o una armación banal porque,
modernos (el cuadriculamiento territorial con una
en su perspectiva, el objetivo de los crímenes de
serie de campos de concentración y el uso de las ma-
masa modernos (por oposición a las masacres anti-
tanzas sistemáticas como herramienta de difusión
guas) no radica en aquellos sujetos a los que se ani-
de un terror colectivizado) frente a la masacre anti- quila sino en el efecto del proceso de aniquilamien-
gua, que centraba el ejercicio de la muerte colectiva to en toda la sociedad, los efectos que produce la
en un momento especíco de liberación de la agre-
muerte de algunos en aquellos que quedan vivos.
sión contenida frente al enemigo derrotado.
Sugeriré, entonces, a partir de Lemkin, que en
El trabajo de Zaaroni ubica con inteligencia la
los crímenes de masa modernos, el aniquilamiento
genealogía de esta transformación del poder puniti-

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no es el n de la acción sino su herramienta. Lemkin identidad de un pueblo y que su aniquilamiento


decía, en 1943: “El genocidio tiene dos etapas: una, constituye un modo de opresión equiparable al del
la destrucción del patrón nacional del grupo opri- borramiento de los trazos históricos de la constitu-
mido; la otra, la imposición del patrón nacional del ción de las identidades nacionales.
opresor” 4.
Pero la genialidad de Lemkin radicó en su ca-
Lemkin era un jurista judeo-polaco y estaba pacidad de observación de la funcionalidad de los
pensando en los modos que el nazismo alemán ha- crímenes de masa modernos: su utilización como
bía utilizado para destruir la identidad... ¡¡polaca y herramienta para expandir el terror y transformar
alemana!! Cosa que sus panegiristas han olvidado, identidades (eliminar la identidad del grupo opri-
demasiado centrados en las abstractas discusiones mido, imponer la identidad del opresor), una tecno-
sobre el carácter único del nazismo. Funcionario del logía de poder que se había iniciado (como hemos
gobierno polaco, Lemkin consideraba que la propia aprendido, guiados por las obras de Zaaroni) con
nacionalidad polaca no podría continuar siendo la el modelo inquisitorial y la persecución a los herejes
misma sin el aporte de los judíos, así como la nacio- y las brujas durante toda la primera mitad del se-
nalidad alemana estaría irremisiblemente transfor- gundo milenio.
mada sin el aporte de judíos o gitanos. El terror como herramienta de reformulación
Todavía era muy temprano en la reexión socio- de las relaciones sociales
lógica como para que Lemkin pudiera observar que ¿Pero cómo es que se reformulan las relaciones
las identidades no sólo se componían de elementos
sociales a través del terror? Por medio de la secuen-
culturales de matriz étnica, sino que también los
cia interrogación-confesión-delación que, procedente
distintos sectores políticos, sindicales, de género u
del modelo inquisitorial congura el funcionamien-
orientación sexual, los discapacitados, entre otros to del dispositivo fundamental de los crímenes de
colectivos, constituyen partes inescindibles de la masa modernos: el campo de concentración.
4 Lemkin, Raphael. Axis Rule in Occupied Europe. Washington El poder concentracionario instaura un modelo
DC, Carnegie Endowment for International Peace, 1944 [trad. de interrogación colectiva a la sociedad, una per-
esp. El dominio del Eje en la Europa ocupada. Buenos Aires, Pro- secución que constituye una gura de peligrosidad
meteo, 2009; p. 154 de esta edición]

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cada vez más ambigua y laxa (la judaización o el el Estado buscaba que la población denunciara a sus
enemigo de la raza aria bajo el nazismo, el “intelec- vecinos, sus compañeros de trabajo, incluso sus fa-
tual” o “pueblo nuevo” para el régimen camboyano, miliares cercanos, estableciendo una política explí-
el “delincuente subversivo” bajo las doctrinas de cita de instigación a la delación, con campañas edu-
la seguridad nacional, el terrorista para las nuevas cativas, mediáticas o utilizando la técnica del rumor
doctrinas de seguridad internacional). (todas conductas explicitadas en materiales de los
perpetradores como los “manuales de operaciones
La peculiar ambigüedad de la gura perseguida
psicológicas” de creación francesa pero difundidos
vuelve sospechosas a capas cada vez más amplias
de la población (en su modelo ideal, implementado y adaptados en todo el planeta).
en los últimos cuarenta años, al conjunto de la po- Esta delación generalizada constituye el modelo
blación, incluidos los posibles perpetradores). Esa más tremendo de reformulación de relaciones so-
inquisición particularizada del poder concentracio- ciales, al obstaculizar cualquier posibilidad de reci-
nario frente a cada individuo busca ser respondida procidad o de cooperación.
con una confesión, en la que se instiga a producir la
El poder concentracionario tiende a crear el
delación. modelo de sociedad del que el viejo Hobbes quería
Zaaroni considera en otras obras que la bús- escapar (sin haber demostrado jamás su existen-
queda de la delación por parte de las brujas (entre- cia): una sociedad en donde todo hombre sea un
gar el nombre de otra bruja) constituye un modo de lobo para el otro, una guerra civil de todos contra
reproducir el propio sistema. Sin negar esta funcio- todos.
nalidad, podríamos agregar que también busca des-
El modelo concentracionario, utilizando el terror
truir una posible solidaridad entre los perseguidos:
de los crímenes de masa, busca construir un modelo
“mejor delatar a una posible bruja o hereje antes de de relaciones sociales en el cual el otro es aquel que
ser acusados de serlo, que ante la mesa de tortura me puede delatar o aquel al que voy a delatar. Al ins-
inquisitorial”.
talar el terror sobre el conjunto, el modelo concen-
Para escapar del estigma, el individuo sospecho- tracionario busca (por suerte, por lo general no lo
so debe sacar el estigma de sí, poniéndolo en otro. logra) reformular las relaciones sociales para crear
En Camboya, Argentina, la ex-Yugoslavia o Ruanda, una sociedad de delatores. Porque en ese mundo

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