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Lección 11 para el 12 de

diciembre de 2020
Podemos pensar en el trabajo como una maldición,
una consecuencia del pecado (Génesis 3:19).
Pero si leemos detenidamente el texto, el trabajo
no solo no es una maldición, sino que ya existía en
un mundo libre de pecado (Génesis 2:15).

Por tanto, cuando trabajamos, debemos trabajar


para la gloria y la honra de Dios; debemos ejercer
las habilidades que Él nos ha dado y reforzarlas; y
debemos hacer todo nuestro trabajo con un
espíritu dispuesto y un corazón apasionado.

El trabajo:
¿Qué es?
¿Cómo realizarlo?
El cristiano y el trabajo:
Buscar la excelencia.
Trabajo y fe.
Trabajo responsable.
E.G.W. (El hogar cristiano, pg. 23)

“A Adán fue dada la obra de cuidar el


jardín. El Creador sabía que Adán no
podía ser feliz sin ocupación. La belleza
del huerto le deleitaba, pero esto no
bastaba. Debía tener trabajo que diera
ejercicio a los admirables órganos de su
cuerpo. Si la dicha hubiese consistido
en estarse sin hacer nada, el hombre,
en su estado de inocencia, habría sido
dejado sin ocupación. Pero el que creó
al hombre sabía qué le convenía para
ser feliz; y tan pronto como lo creó le
asignó su trabajo”
“Es don de Dios que todo hombre Generalmente, la respuesta a la pregunta
coma y beba, y goce el bien de “¿Qué eres?” tiene que ver con nuestro
toda su labor” (Eclesiastés 3:13) trabajo: “soy agricultor”; “soy panadero”;
“soy ama de casa”; “soy abogada”; …
En ocasiones, el trabajo es simplemente
nuestra forma de conseguir dinero para vivir.
En otras, es una vocación, o una manera en la
que podemos utilizar nuestros conocimientos
o facultades de una manera provechosa.

Una parte importante de la


educación es ayudar a los
alumnos a descubrir para
qué tipo de trabajo están
mejor capacitados.
Para los cristianos, el trabajo va más allá. Es una forma de
recibir las bendiciones divinas, y una oportunidad para ser
útiles en este mundo y testificar de Su amor.
En la Biblia, el trabajo se asocia con las manos. En realidad,
incluso los trabajos más intelectuales necesitan del uso de las
manos. Al leer estos textos, sustituye “manos” por “trabajo”.
Deuteronomio
Dios bendice nuestro trabajo.
16:15
Nehemías 6:9 Dios nos da las fuerzas y la salud para realizar nuestro trabajo.

Proverbios 10:4 El trabajo realizado con diligencia prospera.

Proverbios 21:25 El trabajo es una molestia para el perezoso.

Eclesiastés 9:10 Debemos trabajar de acuerdo con nuestras fuerzas.

Jeremías 1:16 Debemos evitar los trabajos que incitan a pecar, o son pecado.

Efesios 4:28 El trabajo es una oportunidad para ayudar a los necesitados.


2 Tesalonicenses
El trabajo (remunerado o no) es una obligación moral.
3:10
“Los que tenían más aptitudes artísticas que el resto de los trabajadores,
hicieron el santuario” (Éxodo 36:8a DHHe)
A la hora de construir una tienda donde reunirse con Israel,
Dios no se conformó con cualquier cosa. Exigió la excelencia.
Dio a Moisés instrucciones muy detallas sobre la estructura
del Santuario, los materiales a usar, y la forma concreta de
cada mueble (unas 150 instrucciones precisas).
También dotó con su Espíritu Santo a las
personas capaces de llevar adelante la
obra y de enseñar a otros a realizarla
(Éxodo 31:3; 35:34; 36:2).
Esta es una muestra que nos indica que a
Dios le agrada el trabajo bien hecho, de
acuerdo a nuestras posibilidades.
Él espera que siempre nos desempeñemos
de la mejor manera, aprovechando al
máximo nuestros talentos, habilidades,
tiempo y educación.
“El toque hábil de la mano del médico, su
poder sobre los nervios y los músculos, su
conocimiento del delicado organismo
humano, no es otra cosa que la sabiduría del
poder divino que ha de ser empleada en
favor de los que sufren. La destreza con la
cual el carpintero usa el martillo, la fuerza
con que el herrero hace sonar el yunque,
provienen de Dios. Él ha dotado a los
hombres de talentos, y espera que acudan a
él en procura de consejo. En todo cuanto
hagamos, en cualquier departamento de la
obra en que nos hallemos, él desea gobernar
nuestras mentes a fin de que hagamos una
obra perfecta”
E.G.W. (Palabras de vida del Gran Maestro, pg. 283)
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor
y no para los hombres” (Colosenses 3:23)

En Cristo somos nuevas criaturas (2ª de Corintios 5:17).


Esto se manifiesta en todas las dimensiones de nuestra
vida, incluyendo el trabajo.
No podemos dejar nuestra fe
a un lado cuando realizamos
nuestro trabajo.
El fruto del Espíritu manifestado en nuestras vidas
nos permitirá realizar nuestro trabajo con la máxima
dedicación y tratar a las personas con el máximo
respeto y cariño (Gálatas 5:22-23).

De forma inevitable, los que nos rodean verán algo


distinto en la forma en la que nos desempeñamos en
nuestras tareas cotidianas, dándonos oportunidad de
testificar de nuestra fe.
E.G.W. (Palabras de vida del Gran Maestro, pg. 284)

“La religión y los negocios no van


separados; son una sola cosa. La
religión de la Biblia ha de
entretejerse con todo lo que
hacemos o decimos. Los agentes
divinos y humanos han de
combinarse tanto en las
realizaciones temporales como en
las espirituales. Han de estar unidos
en todas las actividades humanas, en
las labores mecánicas y agrícolas, en
las empresas comerciales y
científicas. En toda actividad
cristiana debe existir cooperación”
“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba,
y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto
que esto es de la mano de Dios” (Eclesiastés 2:24)

Como cristianos somos llamados a ejercer


la mayordomía y la templanza en todas las
áreas de nuestra vida.
Cualquiera que sea nuestra situación,
debemos aprender a poner el trabajo en su
perspectiva adecuada.
Debemos buscar un equilibrio entre el
trabajo, la familia, la vida espiritual y el
ocio. Sin olvidar en ningún momento que
Dios debe estar presente en cada una de
estas facetas de nuestra vida.
Por ello, no debemos hacer del trabajo un
ídolo, ni separarlo de nuestra vida
espiritual. Nuestra relación con Dios no
debe ser interrumpida por nuestro trabajo,
nuestra relación familiar o nuestro ocio.
E.G.W. (Palabras de vida del Gran Maestro, pg. 281)

“Cualquiera que sea el ramo de


trabajo en el cual nos ocupemos, la
Palabra de Dios nos enseña a ser “en
lo que requiere diligencia, no
perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor” (Romanos 12:11).
“Todo lo que te viniere a la mano para
hacer, hazlo según tus fuerzas”
(Eclesiastés 9:10), “sabiendo que del
Señor recibiréis la recompensa de la
herencia, porque a Cristo el Señor
servís” (Colosenses 3:24)”

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