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ae = ESTEBAN VALENTINO P3R 23 _ Aulejos ~~ Sexto sentido N7INOS. Y otros cuentos Tween) TA PROHIBIDA SU VENTA /EN CAS ; 2 | Ministerio de Eo > Educacién Presidencia de la Nacion Desde 1869 apoyando la/educaci6n Esta obra fue realizada por el equipo de Editorial Estrada S. A. bajo la coordinacin general de Pedro Saccaggio. Director de coleccién: Alejandro Palermo, Seleccién de cuentos: Silvana Daszuk. Edicién y actividades: Gabriela Comte. Correccién: Mariano Sanz. Realizacién gréfica: Olga Lagleyze y Juan Deleau. Documentacion grafica: Maria Alejandra Rossi Jefe del Departamento de Disefio: Rodrigo R. Carreras. Gerente de Disefio y Produccién Editorial: Carlos Rodriguez. Valentino, Esteban Sexto y sentido. Y otros cuentos, Edicion exclusiva para COrganismos PUblicos J Esteban Valentino; ilustrado por Juan Deleau - 12 ed. - San Isidro: Estrada, 2013. 96 p., 19 x 14.cm - (Azulejos. Naranja; 21) ISBN 978-950-01-1536-0 4. Literatura Infantil Argentina. |. Juan Deleau, ilust. Il, Titulo CDD A863.928 2 & Coleccién Azulejos - Nirtos BW © Editorial Estrada S. A., 2013. Editorial Estrada S. A. forma parte del Grupo Macmillan. ‘Avda. Blanco Encalada 104, San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina. Internet: www.editorialestrada.com.ar Obra registrada en la Direccién Nacional del Derecho de Autor. Hecho el deposito que marca la Ley 11.723. Impreso en la Argentina. Printed in Argentina ISBN 978-950-01-1536-0 n parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmision en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrénico sin el permiso previo y es- No se permite la reproduc ‘0 la transformacién de este libro, ‘o mecénico, mediante fotocopias, digitalizacién y otros métodos, crito del editor. Su infraccién esta penada por las leyes 11.723 y 25.446. éQué son los cuentos? 4 Contar historias ..... 5 El autor .. 6 El aparato.. a Rebelién en la granja El pequefio milagro .. Superhéroes . La sombra del Uritorco. EI vientero Sexto sentido .. Una piedra y una risa .. EI combate de cancha rayada .. Actividades Para comprender la lectura . Para escribir Para integrar ... 88 El autor Esteban Valentino nacié en Castelar, provin- cia de Buenos Aires, el 11 de diciembre de 1956. Estudié Letras y trabajé muchos afios como periodista, actividad en la que, segtin él mismo cuenta, se divertia mucho. Dea poco, llegé a la literatura para chicos. Y lo hizo a través de la poesia, género en el que obtuvo varios pre- mios. Ademis de escribir cuentos y novelas, actualmente se dedica a la docencia. Muchos de sus cuentos y poemas fueron publicados en la Argentina, Puerto Rico, Colombia y el Uruguay. Algunas de sus obras son: Sobre ruedas (cuentos, 1993), Pahicaplapa (cuentos, 1996), A veces la Sombra: His- toria de un monstruo solitario (novela, 1997), Todos los soles mienten (novela, 1999), El hombre que creia en la Luna (no- vela, 2000), El mono que piensa: La Historia Universal da risa (cuentos, 2003). A Valentino le gusta dedicarse a escribir por la ma- fiana, cuando est4 solo, También le encanta oir el ruido que hace la Iluvia cuando cae sobre el techo de su casa, dar clases de Literatura a sus alumnos y leer. EL APARATO 8 Esteban Valentino La historia de la humanidad esta llena de grandes inventores. Genios que hicieron posible, entre muchas cosas asombrosas, el teléfono, la lampara eléctrica, el au- tomovil y las computadoras.., Aparatos que hoy nos re- sultan casi imprescindibles y que, hace afios, no existian. Hoy recordamos a sus creadores con admiracion; pero casi nunca nos ponemos a pensar que todos ellos, algu- na vez, también fueron nifios. En este cuento, los personajes son chicos que, igual que vos, dejan volar su creatividad y su imaginacion. Vamos a ver qué es lo que inventan. El aparato 9 EL APARATO — Vamos a fabricar un aparato con Nico —di- jo Lauti—. Y después lo vamos a vender. Y la pla- ta que nos den va a ser para los dos. La mitad para él y la mitad para mi. —Barbaro —contestd el papa de Lauti—. :Y para qué va a servir el aparato? —Todavia no lo podemos decir pero va a es- tar buenisimo —intervino Nico—. Mi mamé di- ce siempre que los aparatos son muy utiles. —Y de qué va a estar hecho? —quiso saber el papa. Lauti le explico: —Mira, pa. Va a tener unas maderas con clavos. Una tapita de plastico que da vueltas y un tornillo de esos de hierro que te- nés en el cajén de las he- rramientas. 10 Esteban Valentino iia ee = 7 Elaparato 11 — Para qué el tornillo? —pregunt6 la ma- ma, que pasaba justo leyendo unos papeles. Lauti puso cara de estar cansado de tener que explicar siempre todo, pero igual pudo decir: — Ay, mami, {para qué vaa ser? Para poner la botella de vidrio esa que esta en el cuartito. Esa es la mejor parte del aparato. Metés el tornillo en el agujero de la botella y da vueltas. Por eso es tan importante. Porque la botella se mueve. La mamé de Lauti miré al papa de Lauti y, sin soltar los papeles, pregunté lo mismo que habia preguntado antes el papa: — Y para qué va a servir el aparato? Nico y Lauti se fueron a conversar solos en secreto y volvieron al ratito. Habl6 Nico: —Estuvimos charlando con Lauti y les va- mos a decir para qué sirve el aparato. El papa y la mama pararon las orejas y es- peraron a que Nico siguiera hablando. Nico miré un poco al suelo y al fin dijo: —Elaparato sirve para... , sirve para... , sit- ve para... funcionar. Y termin6 en voz baja, acercando la boca al papa y ala mama de Lauti: —Por eso es tan caro. Material de distribuci6n gratuita REBELION EN LA GRANJA 14 Esteban Valentino En 1945, el escritor briténico George Orwell publicé una novela que rapidamente se hizo famosa: en espafiol, se la conoce como Rebelin en Ia granja. En este cuento, Esteban Valentino rinde homenaje al conocido titulo y nos conduce a un lugar donde las cosas se han vuelto bastante complicadas. Sin embargo, como sucede muchas veces, el ingenio sirve de ayuda para po- der hacer frente a las dificultades. Bien dicen los refranes: “La union hace la fuerza” y “ Al mal tiempo, buena cara”. Sino lo creen, vean lo que pas6 en la granja de este cuento. Rebelién en la granja_ 15 REBELION EN LA GRANJA Mal venian las cosas en la granja. Cuando pasa eso suele decirse que es “época de vacas flacas”. Bueno, tan mal andaba todo que se co- mentaba en la zona que era “época de vacas fla- cas, de caballos flacos, de chanchos flacos, de zapallos flacos, de choclos flacos, de duefios fla- cos, de etcéteras flacos”. Un desastre, vean. Los granjeros almorzaban vacio a la parrilla. Cena- ban vacio al horno. ;Cémo? ;Que no estaban tan mal si comian carne todos los dias? No. Vacio, quiero decir. Nada. Ponian aire sobre la parrilla o metian la asadera sola al horno. Un dia quisieron comerse unos chanchos, pero cuando fueron al chiquero y los vieron tan flacuchos terminaron invitandolos a la mesa con ellos. —Donde no comen cinco, no comen trece —di- jo la sefiora. Buena gente. Los ajos no tenian dientes, tenian caries. Los gusanos habian abandonado las manzanas di- 16 Esteban Valentino ciendo que asi no se podia vivir y las vacas ya no daban leche. Daban ldstima. En suma, las cosas venian mal en la granja. Eran dias de grandes decisiones. Algo habia que hacer; y los caballos llamaron a reunion general. Esperaron a que los humanos se durmieran y se juntaron todos en el establo. No falt6 nadie. Alli estaban los tomates, las naranjas, los pomelos, y todos los animales. Nadie se largaba a hablar porque nadie sabia muy bien cémo solucionar semejante lio. Nadie. Salvo un tomatito del fondo, que levanté la mano con timidez... Avanz6 unos metros. Se paro en el centro con aire decidido. Y dijo esto que les voy a contar: —Asi como estamos, no nos va a comprar nadie. gQuién va a querer hacer conserva con un tomate como yo 0 pickles con unos pepinos que ya ni sombra dan, o panchos con unas sal- chichas mas chiquitas que los pepinos? Tene- mos un problema de imagen. —zY qué proponés? —preguntaron varios a la vez. —Esto. Pero acérquense, porque no quiero 18 Esteban Valentino que nadie escuche —pidis. Y todos se juntaron tanto y él habl6 tan bajito que no pude escuchar un pepino de lo que dijo el tomate. Menos mal que hablo el tomate y no el pepino, porque hu- biera quedado feo decir que no pude escuchar un tomate de lo que dijo el pepino. Bueno, y aqui se termina la historia. Bah, casi. Porque el otro dia fui al sGper y empecé a ver estos carteles con los precios de las cosas. Lean: Rebelién en la granja_ 19 Y asi. La lista era larguisima. Ah, me olvidaba. Me dijeron que las cosas en la granja mejoraron mucho. BynyesB ug}onquysip ep jeleyeW EL PEQUENO MILAGRO 22 Esteban Valentino gLes gustan las historias con misterios inexplica- bles? ;Conocen casos de fenémenos extrafios? A veces, pasan cosas que dejan a todo el mundo desconcertado. Y si el hecho beneficia a alguien, se dice que ha ocurrido un milagro. Dicen que hay milagros que ha visto mucha gente, y otros que tienen un solo testigo. ;Ustedes creen en los milagros...? Antes de contestar, presten atencion a lo que le ocurrié al protagonista de este cuento. El pequefio milagro 23 EL PEQUENO MILAGRO Yo soy diariero. Es decir, soy el que hago el reparto. Tengo once afios y me dicen Pelo. En el barrio nadie sabe que me llamo Mariano. El duefio del kiosco me da los diarios a la mafiana, los meto en la bici y salgo a la calle a repartir. En verano es lindo, pero en invierno se hace un po- co dificil con la oscuridad y el frio. De eso quie- to hablarles. De la oscuridad y del frio. Ah, y de mi trabajo, claro. O sea, a ver si me entien- den. Si yo no saliera tan temprano a andar por el barrio, la oscuridad y el frio no existirian. ¢Me explico? El otro dia fue uno de esos que salen en los noticieros, que rompen récords porque hace co- mo ochenta afios que no hacia tanto frio. No habia luna. Ni estrellas habia. Ni las ganas de ver tenia uno. Puse todo el reparto en el cajon- cito que tengo adelante de la bici y le meti para la primera casa. El reloj de la plaza —me acuer- 24 Esteban Valentino do bien porque nunca dejo de fijarme — marca- ba las seis y diez de la mafiana. El recorrido iba a ser el de siempre. La casa del inglés, el almacén, lo del Loco Matute, los dems. Pero no Ilegué ni a la primera. En la es- quina resbalé en la escarcha y me fui al piso. Alcancé a ver al inglés saliendo para el trabajo justo antes de quedarme con la boca abierta porque en el cajon no habia un solo diario. “Los habré dejado en el suelo y no me di cuen- ta”, pensé, Levanté la bici como pude y volvi, sin subirme, al kiosco. Pero, cuando pasé al la- do del reloj, casi me desmayo. El cajon estaba leno y el reloj marcaba las seis y diez. Una nueva salida, otro resbal6n, el inglés saliendo para el trabajo y —supongo que ya lo habran adivinado— el cajén sin nada. Pero no quise apurarme. Me quedé un rato sentado sobre el cordén de la vereda. Cuando volvi a la plaza, ya no me parecié raro que el reloj estuviera cla- vado en las seis y diez. Creo que entonces en- tendi. Mis clientes del barrio iban a tener que esperar un poco més ese dia. Un segundo des- pués, dobl6 el colectivo enloquecido, patino sobre el hielo de la calle y pas6, sin frenos, por \ 26 Esteban Valentino el lugar que deberiamos haber ocupado yo y mi bici. Supe entonces que no iba a haber més cai- das ni desapariciones y que ya podia salir. En la esquina, no me resbalé y Ilegué a tiempo de darle el diario al inglés, que se iba. El reloj de la plaza marcaba las seis y doce y la gente de mi barrio tendria su diario. SUPERHEROES 28 Esteban Valentino eConocen a los mas grandes superhéroes de histo- rietas de todos los tiempos? Seguramente, entre todos, podrén hacer una lista bastante larga con los nombres de estos personajes con poderes fantasticos. Sus historias, contadas primero en las revistas, pronto pasaron al cine y ala television e hicieron las delicias de varias genera- ciones de fanaticos. Y también son famosos los villanos a los que esos superhéroes deben enfrentarse en cada una de sus aventuras. ~Cuél sera el desafio que los une esta vez? Tal vez uno de los mas dificiles en el mundo: diver- tirnos y rescatarnos del aburrimiento, a través de la emocién y la risa. Superhéroes 29 SUPERHEROES —Ah, esos si eran buenos tiempos, zeh, compafiero? — dijo Batman. —Ni que lo digas, Murciélago —suspir6 Su- perman, con un gesto de melancolia, mientras se sonaba la nariz con un pafiuelo descartable—. ¢Te acordés cuando desactivamos el horrible plan del espantoso Luthor para destruir el mun- do y logramos colocar el escudo protector de energia protonica justo a tiempo para impedir que el cometa que el supervillano habia desvia- do chocara contra la Tierra? —Recuerdo, recuerdo —interrumpié Aqua- man—.

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