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La Mayordomía Cristiana: 4 Principios Bíblicos

Todas las facultades que tenemos, nuestra capacidad de pensar o de mover nuestros

miembros en todo momento nos son dadas por Dios. Si dedicásemos cada momento de

nuestra vida exclusivamente a Su servicio no podríamos darle nada que no fuese, en un

sentido, Suyo ya.- C. S. Lewis, Cristianismo y Ya!

Cómo ve la administración; que le sugiere sugiere usted administracion.

Pero para nosotros que somos de fe, la idea de la mayordomía bíblica trata de algo mucho

más amplio. Creemos que es donde los conceptos de la fe que tenemos se cruzan.

Bill Peel hace un llamado importantes acerca de la mayordomía bíblica que debemos

entender:

1. El principio de la propiedad.

El salmista comienza el Salmo 24 con, Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el

mundo y cuantos lo habitan.

En el comienzo del Génesis, Dios crea todo y pone a Adán en el jardín para trabajarlo y

para cuidar de él. Está claro que el hombre fue creado para trabajar y que el trabajo es la

administración de toda la creación que Dios le ha dado.

Este es el principio fundamental de la mayordomía bíblica. Dios es dueño de todo, somos

simplemente mayordomos o administradores que actúan en su nombre.

Por lo tanto, la administración expresa nuestra obediencia con respecto a la mayordomía de

todo lo que Dios ha puesto bajo nuestro control, y esto lo abarca todo. La administración es

el compromiso de uno mismo y nuestras posesiones al servicio de Dios, reconociendo que

no tenemos el derecho de control sobre nuestra propiedad o sobre nosotros mismos.


Haciendo eco de lo escrito en Deuteronomio 8:17, podríamos decir: “Mi poder y la fuerza de

mi mano me han traído esta riqueza.” Pero Deuteronomio 8:18 nos aconseja a pensar de

otro manera:

Sino acuérdate del Señor tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas.

2. El principio de responsabilidad.

En la explicación sobre la responsabilidad, Peel escribe,

Aunque Dios nos da “todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos,” nada es

nuestro. En realidad nada nos pertenece. Dios es dueño de todo; somos responsables de

cómo tratamos y lo que hacemos con ello. Mientras nos quejamos de nuestros derechos

aquí en la tierra, la Biblia constantemente pregunta: ¿Qué con tus responsabilidades?. Los

propietarios tienen derechos; los administradores tienen responsabilidades.

Estamos llamados como administradores de Dios a gestionar lo que pertenece a Dios.

Mientras que Dios nos ha confiado amablemente el cuidado, desarrollo y disfrute de todo lo

que tiene como sus mayordomos, somos responsables de administrar bien y explotarlas

conforme con sus deseos y propósitos.

3. El principio de rendición de cuentas.

Un mayordomo es alguien que administra los bienes de otro. Todos somos administradores

de los recursos, las capacidades y las oportunidades que Dios ha confiado a nuestro

cuidado, y un día cada uno de nosotros seremos llamados a dar cuenta de que hemos

logrado con lo que el Maestro nos ha dado.

Esta es la máxima enseñada por la parábola de los talentos. Dios ha confiado la autoridad

sobre la creación de nosotros y no se nos permite gobernar como mejor nos parezca.

Estamos llamados a ejercer nuestro dominio de gestión bajo la atenta mirada del Creador y

su creación de acuerdo con los principios que ha establecido.

Al igual que los sirvientes en la parábola de los talentos, seremos llamados a dar cuenta de
cómo hemos administrado todo lo que se nos ha dado, incluyendo nuestro tiempo, dinero,

habilidades, información, sabiduría, relaciones y autoridad.

Todos vamos a dar cuenta al legítimo propietario de que hemos logrado con las cosas que

nos ha confiado.

4. El principio de recompensa.

En Colosenses 3:23-24 Pablo escribe:

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;

sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor

servís.

La Biblia nos muestra en las parábolas del Reino que fieles mayordomos que hacen la

voluntad de su Señor con los recursos del maestro, muchas veces pueden esperar ser

recompensados de forma incompleta en esta vida, pero plenamente en la próxima.

todo lo que deberíamos desear es escuchar al maestro decir lo que esta escrito en Mateo

25:21:

Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;

entra en el gozo de tu señor.

Como cristianos del siglo 21, necesitamos abrazar esta visión bíblica mayor sobre la

administración, que va más allá de los presupuestos de la iglesia o los proyectos de

construcción del tempo o la compra del local, si bien son importantes; no nos conectan con

todo lo que Dios está haciendo en el mundo.

Tenemos que ser fieles mayordomos de todo lo que Dios nos ha dado dentro de las

oportunidades que se presentan a través de su providencia para glorificarlo, servir al bien

común y, además, su Reino

MAYORDOMÍA CRISTIANA

La Mayordomía como principio de regencia universal, es de competencia de todos los


hombres, no obstante en lo que al Cristiano respecta; cobra mayor relevancia.

En cortas sentencias se puede afirmar que la Mayordomía Cristiana es la vocación Divina

en atención a la fiel administración de los bienes del Señor por parte de sus Hijos; en

calidad de fideicomisario.

Esta economía a la que fuimos llamados ocupa la vida entera del Creyente en todas sus

esferas; dinero, salud física y mental, trabajo, ocio, talentos naturales, dones del ESPÍRITU,

y un largo Etc., a decir verdad el Cristiano es tanto un Mayordomo como una Mayordomía

en las Manos de DIOS.

Analicemos las principales dimensiones de la Mayordomía del Creyente

I. EN RELACIÓN CON LA FAMILIA

La familia como institución Divina y núcleo básico de la sociedad; juega un rol de

primerísima importancia en la realidad Cristiana, al ser de modo empírico la primer escuela

donde recibimos las enseñanzas primarias de nuestro insipiente saber, y también porque es

en alguna forma un microscópico campo misionero; donde se nos transmite por el ejemplo y

el precepto la devoción y adoración al único DIOS, si a esto le añadimos que es en el seno

familiar donde se nos inculca los valores éticos y morales; comprenderemos la grave

responsabilidad de la Mayordomía del hogar.

La Mayordomía de parte de los Padres:

a) Atención afectuosa hacia su mujer (1 Co. 7:33- COL. 3:19 – 1 PE. 3:7)

b) Provisión material para su casa (1 TI. 5:8)

c) Disciplina en el Señor (EF. 6:4)

d) Enseñanza de la Palabra (PRO. 4:1-4)

e) Fidelidad conyugal (PRO. 5:15-18)

De las Esposas:

a) Sujeción al esposo (EF. 5:22)


b) Amor por su esposo e hijos (TIT. 2:4)

c) Respeto al marido (EF. 5:33)

d) Maternidad y santidad (1TI. 2:15)

De parte de los Hijos:

a) Honra a los padres (Mt. 15:4 – EF. 6:2-3)

b) Obediencia a la educación paterna (PRO. 23:22 – EF. 6:1)

c) Juventud responsable (ECL. 11:9)

d) Servicio a DIOS (ECL. 12:1)

II. EN RELACIÓN CON EL DINERO

El aspecto financiero también forma parte de la Mayordomía Cristiana, para ser preciso;

cada una de las posesiones pecuniarias del Creyente han sido dadas por DIOS para su

sano uso y disfrute personal, pero siempre de tal modo; que el hijo de DIOS nunca olvide

quien es el dueño real de todas las cosas, y cuál es en consecuencia su responsabilidad

frente a las mismas.

El deber del Cristiano:

a) La manutención de la familia (1 TI. 5:8)

b) El sostenimiento de los Ministros del Señor (1 CO. 9:14 – GAL. 6:6 – 1 TI. 5:18)

c) El sostén de la Iglesia (HCH. 4:34-35 – 11:29 – 2 CO. 8)

d) Hacer obras de caridad hacia el prójimo (SAL. 41:1 – PRO. 14:21 – 19:17 – GAL. 6:10)

III. EN RELACIÓN CON EL CUERPO

Al versar tocante al cuerpo, apuntó no solo el área Fisiológica y Anatómica, sino también el

aspecto Psíquico en el ser humano.

El hombre en su constitución bipartita (Espíritu-Materia), ha recibido de DIOS un cuerpo

multi-funcional, y multi-orgánico; que sirve a los propósitos de enlazarnos con el mundo, y

por razón del cual tenemos contacto con el medio del que somos parte.

Como Cristianos creemos que nuestros cuerpos han sido redimidos no de la presencia del
pecado, lo que tendrá lugar en la futura Glorificación; sino del poder de la concupiscencia

que se anida en nuestro ser, de ahí su ingente importancia.

El Cristiano y su cuerpo como templo de Dios:

a) En torno a la sexualidad: “Castidad” (ROM. 12:1- 1 CO. 7:3-5 – HEB. 13:4)

b) Sobre el cuidado físico. “Medicina preventiva y curativa, ejercicios” (MT. 9:12- 1 TI. 4:7-8

– 5:23)

c) En relación con la salud mental: “Pensamientos CRISTO-céntricos y en cosas

edificantes” (ROM. 12:2 – FIL. 4:8)

d) En la vida en general: “Santidad” (1 CO. 6:18-20)

IV. EN RELACIÓN CON EL TIEMPO

Se puede decir en tono poético; que el tiempo es aquella mano invisible que nos lleva de la

cuna a la tumba, de la primavera al otoño, de la niñez a la vejez; el tiempo es en verdad

vida repartida en segundos, minutos, meses, años, etc.

Para el buen Cristiano el tiempo significa; oportunidades, trabajos, energías, metas,

servicios, descansos, obras, etc.; por lo que su uso o abuso tendrá obvias repercusiones en

la vida presente, y serias demandas en el futuro.

El sabio uso del tiempo:

a) Dando un buen testimonio (COL. 4:5)

b) Viviendo con sabiduría (EF. 5:16)

c) Supeditando las obligaciones terrenales a las espirituales (MT. 6:33 – 1 CO. 7:29)

d) Orando en todo momento (1 TES. 5:17)

e) Estudiando la Palabra de DIOS (HCH. 17:10-11)

V. EN RELACIÓN CON LOS DONES NATURALES Y SOBRENATURALES

Antes que nada, a modo de nota aclaratoria; conviene explicar los matices que diferencian

los dones connaturales, de los dones que imparte el ESPÍRITU SANTO.


Los primeros o sea, los dones innatos; son todas aquellas habilidades y destrezas que los

hombres adquieren a partir del nacimiento, hasta su desarrollo y ejecución, o en su defecto;

aprendidos en el decurso de la vida.

Lo que les singulariza es que son de distribución universal; todos participan de ellos, ya sea

en las Bellas Artes, en el campo Científico o en las actividades Deportivas; si bien no

comportan por sí mismos Gracia Salvadora.

Los dones Espirituales en cambio; constituyen las diversas dotaciones que reparte el

ESPÍRITU SANTO de manera soberana y sapientísima a los Cristianos individualmente, en

aras de la buena andanza y maduración de la Iglesia; hasta el glorioso encuentro nupcial

con su amado Redentor, JESUCRISTO.

La importancia de los dones:

a) Con objeto del perfeccionamiento de los santos (EF. 4:11-16)

b) Para suplir las distintas necesidades de la Iglesia (ROM. 12:4-8)

c) A fin de fomentar la unidad e interdependencia eclesial (1 CO. 12:7-30)

d) Para ser usados de acuerdo con el don recibido (1 PE. 4:10 y 11)

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