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Edgar Breve historia de la barbarie en Occidente 59, Espacios del Saber (Citimos titulos publicados) 8, Zitek, Las metéstasi del yoce L. Lewkowicz, Sucesos argentinos R. Forster, Critica y smpecka D. Oubitia, 7. L. Godard: El pensamento del cine F. Monjeauy lia invendin rascal P. Virno, Ef recuerdo del presente . A. Negri y otros, Dudiygo sobre la glbaltzaciin, la muieudl y la experiencia argentina M. Jay, Campos de fversa §, Amin, Mar alld del capitelizns seni 3. P. Vieno, Palabra com palabras A. Negri, Jol: la fuerza del esclavo T.Lewkowicn, Peacar sin Fotade M. Hard, Gilles Delenze, Un aprendizaje flefico 8. Zifek, Violenci en acto, Conferenias on Bucros Aires . M, Plotkin y F. Neiburg, Intelectuales y experts, La eoustitacin del eynochniento social en la Argentina |. P. Ricoeur, Sobre la traducciin . E, Griiner, La Cosa politica el acecho de lo Real 5. S. Zick, HI tore el enans . E. Carri6 y D. Maffia (comps), Biisguedas de sentido para una nueva politica P. Rarbank, Un placer inconfesable . D. Wecasler e Y. Aznar (comps), Le memori compartida Expaiia y Argentina en la conseruccién de wn imaginario cultural ). G. Garela, PY pricumdliss y los debates culturales A. Giunaa'y L. Malosetti Costa, Arte de parguerra. Jorge Rosiero Brose'y la revista Ver y Extimsar . L. Asfuch (comp.), Pensa este tiempo T. Negri y G, Coceo, Global. . H. Bhabha yJ. T. Mitchell (eds.), Edward Suid: Comtinuando Ja conversacion J. Copjec, Elsexoy la entanasia de la rasén. Bnsayos sobre el ‘amor y ta diferencia W. Bongers y T. Olbrich (comps. Literarura, cultura, enfermedad J. Butler, Vide precaria M. Carman, Las srampas de la cultura E, Morin, Breve historia de la barburie en Occidente Edgar Morin . cree! Breve historia de la barbarie en Occidente PAIDOS wp Buenos Aires - Barcelona - México B2e.g MoM bPE 200g “Title ogioal Cube ar barharecuropdonnes 1 Bayard, 2005 oes, 2005, ‘xc hen mca el Programe Aya Piss Yn cae ‘ie coo wins ona ain Ceo Srclo Ca Norn Edgar rave historia fe a barbarie en Oceidente - ta ed. - Buenos ‘ives Paid, 2006, 1d po3 21X13 em. (Zspacios del saber) ‘Traducido por: Alfredo Grieco y Bavio ISBN 95012-6560.9 1, Ensayo Histérico en Espa. | Grieco y Bavio, Alfredo, trad 1 fiewte cd 864 CCabierts de Gustavo Macti raduccin Ue Allies Greco y Bavio Pedtcrn, 2000 © Pome tos ts etetones en castellano Eitri Pais SAIC -Esmul Tiemviaeditorapaidos omar swe puldosrgentna coma (Queda hecho el depo gue reviene Is Lay 11.723 Ines ea Ia Argentina. Prited in Argentina ‘wspreso ea Glia MPS, Santiago del Estero 236, Lai, en ago de 20065 Tiada: 3000 efmplares ISBN 950-12.8560:9 Para Jean-Louis y Natascha Vuillerme. Indice dotas culturales europeos B Ja barbarie del siglo XX 73 1. Barbarie humana y barbarie europea wa comenzar, me gustarfa poder esbozar una ologia de la barbarie humana.' En mis su- 9 trabajos, he intentado mostrar que las le Homo sapiens, de Homo fabery de Homo icus resultaban insuficientes: el Homo sa- ‘de espiritu racional, puede ser al mismo po Homo demens, capaz de delirio, de de- El Homo faber, que sabe fabricar y uti- -utensilios, también ha sido capaz, desde los es de la humanidad, de producir innu- les mitos. El Homo economicus, que se de- en funcién de sus intereses, es también texto constituye la transcripci6n corregida de tres encias pronunciadas en la Bibliotheque Nationale is Mitterrand los das 17, 18v 19 demmayo de 2005, Aera- Jean Teller por haber colaborado de manera indis- ep kis correcciones y en la puesta en forma final. 4 Edgar Morin el Homo ludens del que se ha ocupado Huizinga hace algunas décadas, es decir, el hombre del jue- go, de! gasto, del derroche. Es necesario integrar y vincular esos rasgos contradictorios. En las fuentes de lo que consideraremos la barbarie humana, encontramos por cierto esta vertiente “demens” productora de delirio, de odio, de des- precio y que los griegos llamaban bybris, desme- sura. Cabria pensar que el antidoto para “demens” se encuentra en “sapiens”, en la raz6n, pero la racionalidad no puede definirse de una manera univoca. A menudo, la racionalidad en que cree~ mos movernos es sdlo racionalizacién, un sis- tema enteramente légico, pero al que le faltan las, bases empiricas que permitirian justificarlo. Y sabemos que la racionalizacién puede servir a la pasi6n, y levar hasta el delirio. Existe un deli de la racionalidad cerrada sobre s El Homo faber, el hombre fabricador, crea tam- bign mitos delirantes. Da vida a dioses feroces y crucles que cometen actos barbaros. Tomo de Teilhard de Chardin el término “noosfera” que enmiconcepcién designa el mundo de las ideas, de losespiritus, de los dioses producidos por los humanos en el seno de su cultura. Aunque pro- ducidos por los humanos, los dioses adquieren Barborie kumana y birbavie europea 1s na vida propia y el poder de dominar a los es- piritus. Asi la barbarie humana engendra dioses crueles que, 2 su vez, incitan a los humanosa la parbarie. Damos forma a dioses que nos dan for- ma, Pero esta posesién por las ideas religiosas no se deja reducir, como émico aspecto, ala bar~ arie. Los dioses que poseena los creyentes pue- den obtener de ellos no sdlo los actos més ho- rribles sino también los mas sublimes. Como las ideas, les técnicas nacidas de los hu- manos se vuelven contra ellos. Los tiempos con- temporineos nos muestran una técnica que se desata y escapa a la humanidad que la ha pro- ducido. Nos comportamos como aprendices de brujos. Ademés, la técnica aporta su propia barbarie, una barbarie del cilculo puro, frio, helado, que ignora las realidades afectivas pro- piamente humanas. En cuanto al Homo iudens, se puede sefialar que conoce juegos crucles, como los del antiguo Circo o la tauromaquia, aunque innumerables juegos no tengan un cardcter bérbaro. Final- mente, el Homo economsicus, que coloca el interés econémico por encima de todo, tiende a adop- tar conductas egocéntricas, que ignoran al otro ¥ que, por ello mismo, desarrollan su propia barbaric, Asf, vemos cémo las potencialidades, 16 igar Morin las formas virtuales de barbarie aparecen en todos los rasgos caracteristicos de nuestra especie humana. Estas formas virtuales de barbaric, sin em- bargo, no son las mismas en las sociedades ar- caicas y en las socicdades historicas. Las socie~ dades arcaicas se han extendido sobre todo el planeta hace varias decenas de miles de aiios. Produjeron una extrema diversidad de lenguas, de culturas, de misicas, de ritos, de dioses. Todas tienen un cardcter comtn: son pequefias sociedades de algunos centenares de individuos dedicados a la caza y la recoleccién. Practi- camente son autosuficientes, no tienen nece- sidad de conquistar el territorio de una sociedad. Por cierto, conocen las guerras locales y acaso también el crimen y el asesinato.? Estas sociedades no tienen nada en comin con las sociedades histéricas surgidas de la formi- dable metamorfosis que se ha comenzado a ope- rar hace quizés ocho mil afios en el Medio Oriente, en Ja cuenca del Indo, en China, des- pués en México y en los Andes. Esta metamor- 2. Se han registrado comportamientos asesinos entre los chimpancés, Barbarie humane y barbavie europea 7 fosis ha producido las grandes civilizaciones de sociedades que cuentan con miles, hasta con mi- jlones de miembros, que practican le agricultura, que construyen ciudades, crean Estados y gran- des religiones, inventan los ejéreitos, desarrollan considerablemente las técnicas. Aun cuando ras- gos de barbaric podian caracterizar a las socie- dades arcaicas, es en las sociedades histéri- cas donde se ven aparecer los rasgos de una barbarie vinculada al poder del Estado y a la desmesura demencial, a la Aybris. Se emprenden conquistas de territorios para ascgurar las mate- rias primas o las reservas de subsistencia para los periodos de sequia o de exceso de lluvia, Pero, sobre todo, se produce una verdadera escalada de conquistas que va mds alla de la mera necesidad vital y que se manifiesta en las ma- sacres, las destrucciones sisterndticas, los pilla~ jes, las violaciones, la esclavizacion. Existe entonces una barbarie que toma forma y se de- sencadena con la civilizacién. Por otra parte, estas grandes sociedades se caracterizen por un desarrollo urbano sin prece- dentes, forman Babilonias donde se retnen po- blaciones diferentes, clases diversas fundadas Sobre la dominacién de los amos y la esclavitud generalizada. En los bajos fondos, prosperan la 18 Fedgar Morin delincuencia, la criminalidad. En las sociedades arcaicas, demogrdficamente limitadas, en las que Ia mayorfa de los individuos se integraban a la colectividad, la marginalidad debfa ser una excepcidn. Reinaba una especie de supery6 de la colectividad, tanto mas importante dado que estas sociedades estaban regidas por el mito del ancestro comin que alentaba la fraternidad de todos sus miembros. En los grandes imperios, en las ciudades-esta~ do, se desarrollaron fermentos de delincuencia y de criminalidad. Se presencié la aparicién de Gioses feroces y guerreros, de dioses que deman- daban el exterminio del enemigo. La barbarie de la guerra resulta por lo demés inseparable de los tiempos hist6ricos. La historia de las grandes sociedades es Ia historia de las guerras ininte~ rrumpidas, como lo ha demostrado Gaston Bouthoul, fundador de la polemologia. Sin em- bargo, al mismo tiempo que dicha barharie, estas sociedades producen un florecimiento de las ar- tesy dela cultura, un desarrollo del conocimien- to, laaparicién de una elite cultivada. La barbarie se vuelve entonces un ingrediente de les gran- des civilizaciones. Como lo ha puesto en evi- dencia Walter Benjamin, no hay un signo o un acto de civilizacién que no sea al mismo tiempo Barbarie humana y barbie enropea 19 unacto de barbaric. Surge una pregunta: si se pue~ deyse debe resistir a la barbarie, y aun se debe jntentar reprimirla, zno es sin embargo un ingre~ diente de civilizacion que jamas podra su- primirse? La barbaric no es sdlo un elemento que acom- pafta a la civilizaci6n, sino que la integra. La civilizacién produce barbarie, en particular la bar- barie de Ia conquista y de la dominacién. La conquista romana, por ejemplo, fue una de las mis barbaras de toda la Antigtiedad: el saqueo de Corinto en Grecia, el sitio de Numancia en Espaiia, la aniquilacién de Cartago, etc. Sin em- bargo, la cultura griega se infiltr6 en el interior del mundo romano, que se habia convertido en imperio. De allf la famosa expresién del poeta latino: “Grecia, derrotada, derroté a su feroz vyencedor”, De esta manera, la barbarie también generé civilizacién La conquista barbara de los romanos condujo @una gran civilizacién. En 212, el edicto de Ca- Faealla concede Ja ciudadania romana a todos los stibditos de ese vasto imperio que cubre Africa del Rorte y parte de Europa del este y de Inglaterra. Sime puedo permitir un paréntesis —dado que RO Ie impongo aqui un discurso lineal, sino que 20 Bilger Morin invito a reflexionar sobre momentos historicos—, me gustarfa recordar que Simone Weil, en un articulo de los Nowveaux Cahiers publicado en visperas de la Segunda Guerra Mundial, anti- cipaba que otro tanto ocurriria en el imperio europeo posterior a la conquista nazi. Ella pre~ yefa una victoria de Alemania, y, en dos siglos, un florecimiento de las civilizaciones, segiin el modelo de aquella que habfa generado Roma. Esto no le impidié involucrarse con convicci6n en la Resistencia, como ustedes saben. Pero tampoco deja de ser cierto que esta idea inspit6 asocialistas ¥ pacifistas, que colaboraron con los nazis desde el comienzo de la guerra, cuando todavia no era europea, pero cuando se pensaba que Alemania dominarfa largamente a Europa. Muchos pensaban, tragicamente, que colaboran- do con la Alemania hitleriana colaboraban de hecho para Hegar a una Europa socialista. Sialudoa este articulo, es porque me ha influi- do no s6lo en lo que concierne a la Alemania na- Zi, sino también en lo que atafie a la Unién Sovié- tica. En 1942, a los veintitin aftos, yo conocfa ya los peores aspectos de la URSS, no habia olvi- dado los procesos de Mosci, habia leido a Trots- ky y Souvarine, Yo tenfa la idea de que la vie~ toria de la Unidn Soviética permitiria a las Barberie humana barbarie eurspea at simientes fnsitas en Ia ideologia socialista, ideo- Jogia comunitaria, igualitaria, libertaria, florecer en una era maravillosa de armonfa social. Em- pecé a desilusionarme cuando legaron la Guerra Fria y una tenovada glaciacion estalinista. Hoy no puedo apartar la idea de que la Unién Sovié- tica, quizés, habria podido hacer florecer, con el tiempo, los ideales ylos fermentos de civilizacin que subarbarie habiaahogado enun comienzo. Lascon- quistas bérbaras pueden conducir al florecimien- to de una civilizacion, sin que por ello, ciertamente, esas barbaries originarias deban ser justificadas retrospectivamente, ni recubiertas por el alvido. Existe también una barbarie religiosa, de la que conviene hablar ahora. En la Antigitedad, cada uno de los pueblos del Medio Oriente tenia su dios de la guerra, despiadado con sus enemi- gos. Sin embargo, tanto en Grecia como en la antigua Roma, el politeismo permitié la coexis- tencia entre diferentes dioses. El politeismo gtiego recibié un dios aparentemente barbaro, Yiolento, un dios de la ebriedad, de la bybris: Dio- nisos. La extraordinaria tragedia de Euripides, Las bacantes, muestra ¢| arribo destructor, la lo- cura desencadenada, de este dios. Dionisos, sin embargo, no resulté por ello menos integrado 2 2 Edgar Marin lasociedad de los dioses griegos. En el siglo XIX, cuando Nietzsche plantea la cuestion del origen de la tragedia, pone de relieve el doble aspecto que caracterizaba a la mitologfa griega. Por un lado Apolo, simbolo de la mesura; del otro, Dio- nisos, simbolo del exceso. Es esta dualidad y com- plementariedad de Apolo y Dionisos la que ilustra el fragmento de Herdclito: “Unid lo concordante y lo discordante”. Elimperio romano se caracterizaba, antes del ctistianismo, por la tolerancia religiosa. Los cul- tos mas diversos, y aun las religiones salvificas, como el culto de Osiris, el culto de Mitra, el orfis~ mo, eran perfectamente aceptables. El mono- teismo judio, y después cristiano, al mismo tiempo que su universalismo potencial, apor taron una intolerancia propia, yo dirfa hasta una barbaric propia, fundada sobre el monopolio de laverdad de su revelacion. En efecto, el judaismo sdlo podia concebir como idolos sacrilegos a los dioses romanos. E] cristianismo, a través de su proselitismo con voluntad universal, s6lo podia acentuar esta tendencia. Mientras que el judais- mo ten‘a la posibilidad de permanecer en el in- terior de si mismo en la alianza privilegiada que crefa tener con Dios, el cristianismo finalmen- te buscé destruir a los otros dioses y a las otras Barbarie bumama y barbarie ewropea 23 religiones. Por otraparte, desde el momento que fue reconocido como la tinica religion de Estado, hizo cerrar la escuela de Atenas, y puso fin asf a toda filosofia auténoma. Una de las armas de la barbarie cristiana ha sido lautilizacién de Satén. Bajo esta figura, hay que ver al separador, al rebelde, al negador, al enemigo mortal de Dios y de loshumanos. Aquel que no esté de acuerdo y que no quiere renunciar a su diferencia ha de estar por fuerza posefdo por Satan. Fs con tal maquina argumentativa delirante que el cristianismo ha ejercido su bar- barie. Por supuesto, no ha gozado de la exclu- sividad del arma satinica. Hoy se ve cémo Satin regresa més virulento que nunca en el discurso islémico radicalizado. Por ultimo, el cristianismo triunfante ha susci- tado en su seno diversas corrientes de pensa- miento, variadas interpretaciones del mensaje de origen. Pero en lugar de tolerarlas, ha Teaccionado con la elaboracién de una ortodoxia implacable, que denuncia todo desvio como herejfa, persiguiéndolas y destruyéndolas con odio, en nombre de la religién del amor. Estas pocas observaciones muestran que, aun cuando Europa no detenta el monopolio de la bar- 24 Edgar Morin barie, ha manifestado todas las formas de batba- rie propias de las sociedades histricas de las que aeabo de hablar. Lo ha hecho de manera mis duradera, més integrada, y, sin duda, ms inno- vadora. Esta innovacion en la barbarie esta vineu- lada a Ja formacién de las naciones eutopeas modernas: Espafia, Francia, Portugal, Inglaterra Las naciones son profundamente diferentes de losimperios y de las cindades-estado. En primer lugar, retinen mas poblaciones diversas que las ciudades-estado —una nacién coma Francia, por ejemplo, integra una notable diversidad de et- nias-. Y la verdadera diferencia con el imperio se debe a la actividad integradora del Estado- nacién que unifica en una identidad nacional comin sus elementos diversos. Un caso ejemplar es el de Espafta, donde en la zona islémica, Al Andalus, la regla era la tole- rancia para cristianos y judios, y en la zona cris- tiana, hasta 1492, la tolerancia para judios y mu- sulmanes. ¢Qué ocurrid en ese aio inaudito, 14922 No sélo el descubrimiento de América y el comienzo de la conquista del Nuevo Mundo. Es también el afio de la caida de Granada, el ilti- mo bastion musulmén en Espaiia, y casi inme- diatamente después, del decreto que obligaba a os judios y a los musulmanes a clegir entre la Barberie buomanca y barbarie europea conversi6n y la expulsion. Esta invencidn euro- pea, la nacién, se constrayé entonces, enn prin- cipio, sobre la base de una purificacion religiosa. Progresivamente, esta purificacion tender a adoptar un cardcter é:nico, Siempre en Espaiia, a comienzos del siglo XVI, dos siglos después del decreto que constreifa a los judios y musul- manes a elegir entre conversidn y expulsién, se encontraba, especialmente en Andaluefa, una fuerte poblacién morisea. Se trataba de moros oficialmente convertidos al catolicismo, pero que continuaban practicando sus creencias en elinterior de grandes propiedades privadas. Los latifandistas, los sefiores propietarios, los tolera- ban o cerraban los ojos. En alguna barraca transformada con simpleza en mezquita, se podia practicar un resto de culto musulman. Para la Inquisicidn, esto resulté intolerable. Hagamos notar que ésta no profesé el principio de una Purificacién émica. Perseguia a los judeocon- versos que “judaizaban” en secreto como tam- bign a los moriscos que “islamizaban” del mismo modo. Pero una vez que habia podido establecer li sinceridad de su fe cristiana, les reconoefa todos los derechos de los cristianos, Bajo el impulso de una nueva presién de intolerancia, Se lleg6 a la expulsién de los moriscos. Se sepa- 26 Edgar Morin rabaa las mujeres de sus esposos que eran expul- sados y embarcados con rambo al norte de Africa. Se pas6 de la purificacion religiosa a la purificacién étnico-religiosa. En una parte de laaristocraciay de la burguesfa espafiola, se de- sarrollé la tendenciaa querer imponer la dmpiexe de sangre, la pureza de sangre, lo que ya era una nocion racial, racista. Los monarcas espaiioles finalmente no dicron curso a esta imposicién y lapureza de sangre nunca se volvi6 oficial. Debo precisar que en verdad la Inquisicién nunca ha- bia sido defensora de esta idea. Ella sélo busca- ba verdaderamente la pureza religiosa, pero esta pureza habia empezado a asociarse con otra, una intolerancia empezé a despuntar bajo la otra. Volveré luego sobre una consecuencia de esta tentativa de purificacidn religiosa en Espafia, con- secuencia subterrénea pero muy profunda, carac- terizada por el fenomeno de los conversus, lamados peyorativamente marranos. Para terminar, sefialemos que la intoleran- cia religiosa espafiola se desaté_ con la conqui: ta de América, y tuvo como consecuencia la destruccién de todas las religiones precolom- binas. Por cierto, se puede considerar que el prin- cipio de la purificacién religiosa ya estaba en Berbarie humana y barbarie europea ro -germencon el triunfo del cristianismo en e] Im- perio Romano. Pero de hecho este principio conoceria un notable fortalecimiento con el surgimiento del Estado-nacién. Hasta tal punto, que las guerras de religion que se desencade- nardn en el siglo XVI, como consecuencia de la reforma de Lutero y de Calvino, serdn guerras civiles antes de ser guerras entre naciones. Con- cluirdn en la paz de Westfalia, que acentué la tendencia dominante de cada naciéna la purifi- cacién religiosa. Estos tratados instauraban la religion del principe como religion del Estado, principio importante para Alemania, que se ha- bia dividido en principados. En Inglaterra, el anglicanismo se constituird sobre la base de la expulsion del catolicismo y muchos catélicos de- bieron emigrar a Livorno o a Francia en el siglo XVI. Existio una excepcién francesa, provisoria, el edicto de Nantes, firmado en 1598 por En- Tique IV. Provisoria, porque bajo Luis XIV, el edicto se vio severamente limitado por las cruel- dades de los soldados que perseguian a los pro- festantes para que se convirtierany les imponfan Testricciones que afectaban todos sus derechos. Como ustedes saben, el edicto de Nantes serd Tevocado en 1685, y a esta revocacién seguirin humerosas consecuencias trégicas. 28 Edgar Morin En las ciudades de los Paises Bajos, que no estaban organizadas bajo el principio de nacién, la tolerancia religiosa persistid; especialmente en Amsterdam, donde incluso era posible no practicar religion alguna. Calvinistas, luteranos, catélicos, judios coexistian. Spinoza, después de que lo excomulgara la sinagoga, no se adhiri6 a ninguna religion y pudo continuar con su vida en total independencia, Gomo una consecuencia de este estado de cosas, fue en Amsterdam que se imprimieron muchos de los libros que la censura prohibié en Francia hasta fines del siglo XVILL. Uno puede pensar que estos fendmenos de purificacién han sido las enfermedades infantiles de las naciones occidentales modernas. Pero estas mismas naciones sabrén producir el anti- doto contra este veneno. Inspirada por la Ifustra~ ci6n, una nueva concepcidn de la Nacién surge apartir de la Revolucién Francesa. E114 de julio de 1790, un aito después de la toma de la Basti- Ila, delegados de todas las provincias de Francia acudena la gran fiesta de las federaciones, expre- sando asf su comin intencién de formar parte de la gran nacién: una nacién como Francia esta concebida como producto de una voluntad co- min. La idea de un espiritu comin y de una voluntad comin se desarrolla, impulsada en el Barbarie burana y barbwrie europea 29 siglo XIX por pensadores como Renan, para ; quien “la existencia de una nacién es un plebis~ cito cotidiano”. Esta idea se afirma en contra de Jas teorfas de filésofos alemanes como Herder y Fichte, quienes insisten més bien sobre el suelo, Ja lengua y Ja cultura para definir una nacion. [Esta oposicién se reencuentra en el diferendo franco-aleman sobre Alsacia y Lorena. Para los franceses, Alsacia y los alsacianos eran franceses, por el espiriru francés del que eran portadores, Jos alemanes sostenfan por su parte que los alsa- cianos eran de etnia y cultura alemanas, y por lo tanto alemanes. En todo caso, fuertemente inspirada por la _ concepcién revolucionaria, se instaura una cierta idea moderna de la nacién: la integracién de etnias diferentes a través de la educacién, la laicidad, los medios de comunicacién, el desa- ee de las rutas y de los ferrocarriles, pero, no hay que olvidarlo, también a través de las or Las guerras son integradoras porque ‘unen en el odio del enemigo a las etnias més "diversas en el seno de una comunidad patrié- tica. Consideremos a los bretones: la conciencia de un habitante del Finistére se definia, y en cier- ta medida todavia se define, en relacién con la de un habitante de Cap Sizun, es decir, en 30 Edgar Morin relaci6n con el pueblo vecino. Cuando entra en el ejército, oye que le dicen “el breton”. Una identidad que le resultaba lejana y abstracta se vuelve concreta y, por sobre todo, descubre una parte de esta complejidad que lo constituye: es breton francés. Las guerras han contribuido ast ala integracion. Por supuesta, Europa nose libers tan ficilmente de las cuestiones étnico-religiosas y de sus lazos con una cierta concepcién de la nacién. El pro- blema de Irlanda del Norte, que esté a punto de resolverse, lo demuestra suficientemente. Hoy sc plantean también los problemas del Pafs Vasco yde Cércega, aunque sin dada son periféricos y secundarios. El siglo XX nos ha permitido medir la barba~ rie producida por la idea de nacién cuando ésta reposa sobre una voluntad de purificacién étnica. Por cierto, no se puede reducir la nacin a sus efectos barbaros, porque ella es también un ope- rador de integracion entre las emias. Pero hay que sefialar que el siglo XX invents la mons- truosidad de la nacion monoétnica. En el seno de los imperios que reinaban en Europa central y oriental a comienzos del siglo XX, austro-hiin- garo, otomano, zarista, operaban fuerzas de in- tegracién y de entendimiento entre los pueblos. “ Barbarie humana y barbavie europea 44 En el imperio oromano, por ejemplo, se ejercia ‘una tolerancia religiosa y no prevalecia una -yoluntad encarnizada de convertir. El modo de “gobierno, que hacia que los impuestos fueran “recaudados por la autoridad religiosa, permitia Jos judios y a los catdlicos coexistir en una sma ciudad. Sarajevo es el ejemplo extra- dinario de la reunidn de los catdlicos croatas, de los ortodoxos serbios, de los judios sefaradies de los eslavos convertidos al Islam. Este -caracter multictnico, esta mezcla de culturas que ‘nos parece un rasgo positive del imperio oto- mano, se revel6 desastroso después de su des- cmantclamiento, En cuanto al imperio austro- “hingaro, antes del primer conflicto mundial se encaminaba poco a poco, a pesar y a causa de “todas las disensiones y descontentos de sus nu- “merosos pueblos, hacia el reconocimiento de “una cierta autonomia y coexistencia pacifica de ‘las nacionalidades: htingaros, checos, croatas Desgraciadamente, la voluntad de los vence- -dores en 1918, y especialmente de Francia, pro- Voos la dislacacién de estos equilibrios. Cle- renceau estaba persuadido de que el conjunto austro-hiingaro era un bastion del catolicismo. Los vencedores i impusieron la constitueién de haciones que, por el hecho de la explosion del 32 Edgar Morin imperio y de las divisiones arbitrarias, se en contraron bruscamente sumergidas en la légica multiémica de las naciones modernas (Serbia y Grecia, por su parte, ya se habfan emancipado en el siglo XTX). Ahora bien, cada una de estas naciones, aunque incluyeran importantes mi- norfas étnicas y religiosas, quiso concebirse bajo una forma monoétnica. Elhistoriador Toynbee, que presencid la gue- rra greco-turca de 1921, calificaba de “desastre” la importacion de la idea occidental denaci6n en estas regiones. Una doble purificacién étnica tutca y griega se estaba produciendo entonces. Los turcos expulsaron a las importantes pobla- ciones griegas de Asia Menor, que estaban alli desde la Antigiiedad, y las deportaron a Mace- donia, Por su perte, les poblaciones turcas de Macedonia fueron deportadas a Turquia. En 1990, no cabian dudas de que la nacion yugoeslava no habia completado su proyecto de integracién de los pucblos que Ja constitufan, pero ese proceso estaba en marcha. Es verdad que habia sufrido una dictadura y que podia con- siderarse que la nacién era impuesta por él tota- litarismo, un totalitarismo sin embargo tempe- rado después de Ja ruptura con la URSS. Esta nacién inacabada se dislocé en tres naciones con “Borbarie humane y barberie exropea 3 ‘eldesencadenamiento de una barbaric guerrera ‘yoruel. Fl objetivo de depuracién éunica fue tan- ode los serbios como de los croatas, que expul- saron importantes poblaciones serbias. En Sa~ ‘rajevo, atin se conservaba un cierto cardcter “smultiétnico con los serbios que desempefiaban un papel importante en el poder, la prensa, etc. ‘Este mal de la purificacién se reencuentra, por cierto de manera pacifica, en el proceso de sepa- ‘racién entre los checos y los eslovacos. No hablo aqui expresamente de la purifica- ciénnazi, objeto de mi tercer capitulo, que puede er considerada como la cuispide de la obsesion purificadora de una nacién y que desgracia- ‘damente se enrafza en la historia curopea. Sin embargo, conviene advertir que después de la victoria de los aliados en 1945, pueden ob- “secvarse fendmenos de purificacién de las pobla- -ciones alemanas, deportadas de una Silesia que se habia vuelto polaca, y de unos Sudetes que aho- ‘raeran checos. Los mismos polacos fueron de- Portados de las zonas ucranianas anexadas por los soviéticos. Y atin existen, en nuestras nacio- _ hes occidentales, minorias que estin convencidas de que la presencia extranjera de emigrados haturalizados contamina la identidad nacional. La xenofobia, el antijudaismo persisten a pesar 34 Fdgar Morin de la integracién europea. Los nacionalismos chau- vinistas, fundados sobre la idea de pureza, no estan muertos. En Austria, el movimiento de Haider, los movimientos neonazis en Alemania, en Holanda, en Francia, parecen marginales, minoritarios, pero pueden ganar importancia en caso de crisis, Basta con pensar que durante la gran crisis de 1929, que tan brutalmente golpes a Alemania en 1931, un pequefio partido, el partido nazi, que en tiempos normales munca podia esperar superar el 15 0 el 18 por ciento de los votos, pudo llegar al 35 por ciento. Las tendencias barbaras coexisten con las ten- dencias civilizadoras. De la misma manera que enel seno de los imperios, donde reinaba la bar- barie de las conquistas guerreras, nacieron for- mas refinadas de civilizacién, del mismo modo en el seno de las naciones, coexistiendo con sus tendencias depuradoras, se observa un flore- cimiento de las artes, de la cultura, del conoci- miento. Asila Espafia depurada del Siglo de Oro produjo a Lope de Vega, Calderén, Géngora y una pléyade de grandes artistas. De igual manera que la Francia “purificada” seguin la revocacion del edicto de Nantes es de todas maneras el pafs de los grandes autores clisicos. Nunca olvido j arbarie humvana y harbarie europea a5 este doble aspecto, es decir, de hecho, la com- plejidad de la civilizaci6n. Paso ahora a eso que acabo de Iamar la &harbarie de las conquistas guerreras”. Es mile- aria, pero ha encontrado sus formas modernas con el colonialismo. Para simplificar, se puede considerar que comienza con las conquistas de “Alejandro. Sin embargo, éstas no fueron, hablan- do propiamente, barbaras. Alejandro respetaba Jos dioses de las diferentes civilizaciones que ha- bia conquistado. En cada ciudad, casaba a cente- nares de sus soldados con mujeres naturales del pais, preparando de esta manera‘una eivilizacion mestiza. Pero el caso de Alejandro sigue siendo excepcional. Los otros grandes conquistadores son terribles. Gengis Khan, el conquistador mon- gol del siglo XII y comienzos del XIII, sembré la Thuerte y la destruccién tanto en Oriente, en China, como en Occidente, al crear un imperio desmesurado. Pero estos imperios desmesurados No pueden durar. Precisamente porque son des- mMesurados carecen de factor de integracién. El de Gengis Khan solo duré un siglo. Tamerlin (1336-1405), un siglo mas tarde, constrayé un imperio formidable que pronto dividié entre sus Cuatro descendientes. 36 Edgur Movin Las conquistas que emprendieron las naciones europeas fueron de otro tipo y, sobre todo, resul~ taron duraderas. Fueron favorecidas por la su~ perioridad militar que les daban las armas de fuego. Asi, en Pert, un pequeio grupo de caba~ lleros y de hombres armados hizo que se derrum- bara un gigantesco imperio que se extendfa des- de el norte del ecuador hasta el sur de Chile. La conquista de México fue més complicada. De alguna manera Cortés se sirvié de la estrategia del mestizaje. Se alié a naciones sometidas por los aztecas, descontentas de pagarles a estos ultimos su tributo y, sobre todo, de entregarles sus ado- lescentes para los sacrificios. Se ha podido decir que México fae conquistado por los mexicanos. Fl pequefio grupo de Cortés—y él mismo se ha- bia unido a una mujer india, la Malinche-, logré beneficiarse, después de diversos episodios, con la ayuda de esas poblaciones. No es menos cierto que esta conquista fue animada por una codicia y un fanatismo sin parang6n. Esta codicia se nutria del mito de El Dorado. Al encontrar una delgada capa de oro sobre los muros de los templos de Cuzco en Peri, los conquistadores esperaron descubrir las fuentes fabulosas del metal, como lo ilustra ese filme tan. hermoso de Herzog, Aguirre o la ira de Dios. El marbarie humana y barbarie ewopea a natismo religioso no era menor: los idolos ncas fueron abatidos, destruidos. Por lo demas, tuberculosis, contra las cuales las poblaciones cales no estaban inmunizadas. En lugar de bie- s culturales, intercambiaron virus y bacterias. cambio de la tuberculosis, la sffilis gané Oc- nntey, por la ruta de las caravanas, llego hasta hina. También el alcohol provocé estragos. pués de seis u ocho mil afios, la seleccién al habia climinado en el Viejo Continente ortalidad masiva fue por cierto la esclavitud. Las poblaciones indigenas fueron sobre-ex- otadas para extraer la plata de las minas de Potosi oy plata. Frente a semejante baja demografica, los con- quistadores recurrieron a la trata masiva de los “Regros. La esclavitud de los negros fue un hecho -enel que participé la casi totalidad del continen- 38 Elgar Mori “Parbavie bunvina y barbaric europea 39 cia de la esclavitud en los estados del sur de los Estados Unidos fue una de las causas de la Gue- rra de Secesion. En Francia, la esclavitud en las colonias ser4 abolida recién en 1848 gracias a Victor Schoelcher. Sin embargo, perduraré de manera residual. En cuanto a la colonizacién, no desaparecera hasta fines del siglo XX. Entre tanto, se desaté la colonizacién inglesa y fran- cesa, pero también alemana y portuguesa, sobre todo en Africa. André Gide, durante su viaje al Congo, informé sobre la mancra atroz en la que eran practicamente sometidos a la esclavinud los negros que trabajaban en el ferrocarril Congo- Océano. Esta barbarie colonialista, de una ex- trema brutalidad, continuara manifestandose en Francia en pleno siglo XX, tal como lo de- comprenderlos mejor y asi evitar que nos posean muestra la masacre de Sétif, cometida el mismo: ciegamente. dia del fin de la guerra, el 8 de mayo de 1945, y las numerosas atrocidades durante la guerra de Argelis el curso de esta mundializacién de la barbarie ropea, hubo mestizajes de culturas, inter- F ‘os, contactos creadores. En la actualidad emos cémo se polemiza sobre una directiva isterial que pretende que en los manuales historia se indiquen las caracteristicas posi- de la colonizaci6n francesa en Argeliay en s otras antiguas colonias de Africa. La ver- dadera cuestin es saber si estas caracteristicas ositivas estin en primer plano 0 son s6lo fené- enos secundarios. Tal interrogante deberfa ser reubicado en un marco general. Habria que sub- Ja ambivalencia, la complejidad de lo que barbarie, de lo que es civilizacién, por cierto Querria terminar refiriéndome a otra forma > barbarie que aiin hoy perdura. Las sociedades A fin de cuentas, se observa una cxplosién de | cinco siglos de barbarie europea, cinco siglos de conquistas, de reduccién a la servidumbre, de colonizacién. Por cierto, hay que decirlo nue- vatnente, la barbarie se via acompaiiada pot efectos de eivilizacién, ¢ incluso los ha inducide. do progresivamente a les pequefias socie- ides arcaicas que las han precedido, Pero es el auge mundial de la civilizacién occiden- fal que se opera la destruccién genocida de la ‘nidad arcaica y de los pueblos sin Estado. n Tasmania, la poblacién indigena ha sido ani- 40 Edgar Movin fuavie buomane y barbarie europea 4 quilada. En Australia, hoy es residual. En Amé rica del Sur, en el sur de Chile, los alakalufes, el pueblo de los némades del mar, que acogian a los navegantes cuando pasaban en los siglos XVII o XVIII, ha sido aniquilado. En Améri del Norte, las poblaciones indias, después de ha ber sido burladas los tratados que habian firma- ‘coloniales. Igualmente, en lo que concierne a la do con la autoridad politica no fueron respe: ‘yarie depuradora, las naciones enropeas re- tados-, hoy estan inmovilizadas, en reservas que son como guetos. La asociacién Survival Inter nacional defiende sus derechos, y lo hace muy activa y justamente. En Asia, los habitantes de Jas montafias de la peninsula Indochina ya han sido reprimidos por los pueblos dominantes. Africa negra, la poblacién de los bantiies bi avanzado sobre los bosquimanos, y practica- Europa. mente los ha exterminado. Grandes zonas de. selva virgen amazénica sufren hoy un proce de destrucci6n, que condena a los tiltimos pue- blos independientes a exiliarse en los suburbios La barbaric conquistadora europea no ter mina, lo repito, con el fin de la Segunda Guerra Mundial. En lo que toca a Francia, no se acaba mas que con la guerra de Argelia, y termina mas srde para Portugal con Angola y Mozambique. wuncian de a poco, gracias a la constitucién de n espacio europeo, al nacionalismo basada en mireza étnica. Estamos entonces en una época nde la barbarie europea esté en fuerte re- ion y donde los antidotos culturales euro- 08, que han desempeiiado un papel importante de quienes en Brasil crearon asociaciones del cha para la salvaguarda de las poblaciones in digenas y de sus derecho:

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