HISTORIA Y VIDA • 3

eleditorial

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L
a relación entre Felipe II y Juan de Austria ha dado pie a to-
do tipo de especulaciones. ¿Cómo fue el vínculo entre el so-
berano que gobernaba un imperio global y su hermanastro,
aquel joven ambicioso y capaz, del que conoció su existen-
cia tras la muerte de su padre, Carlos V? Tras esta pregunta
se esconde el pulso que se estableció entre estas dos figuras
estelares de su tiempo, el dueño del mundo conocido y el héroe de Le-
panto, cuyos perfiles aparecen llenos de aristas.
Para analizar el auténtico carácter de estas rela-
ciones contamos con Geoffrey Parker, una de las
mayores autoridades mundiales en Felipe II. Par-
ker sostiene tesis reveladoras acerca de la descon-
fianza del monarca en una corte llena de intrigas,
y de cómo aquel recelo se hizo extensivo a Juan
de Austria, cuya rebeldía desafió las órdenes de
su hermano en varias ocasiones.
En este número se aborda también otro tema tan
trascendente como controvertido. A lo largo de
cuarenta años, el franquismo condicionó todos
los ámbitos de la sociedad. Pero ¿qué dinámica
ISABEL
MARGARIT
mantuvo la Iglesia española con el régimen? Co- DIRECTORA
mo se expone en el dossier de este mes, el apoyo
a la dictadura pasó por diferentes fases. De la
alianza inicial a una naciente crítica en los años cincuenta, hasta la eclo-
sión de la disidencia bajo el influjo del Vaticano II. La evolución experi-
mentada por la Iglesia fue, sin duda, uno de los factores que contribuyó
a facilitar la transición hacia la democracia en la década siguiente. ɿ

Revista controlada por

PORTADA Don Juan de Austria, retrato de Alonso Sánchez

Coello, siglo XVI. Museo de Arte de Jabárovsk, Rusia. HISTORIA Y VIDA no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores de los artículos.

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 HISTORIA Y VIDA • 5

sumarioartículos NOVIEMBRE 2020

19
Dossier
Iglesia española y
nacionalcatolicismo
A lo largo de la dictadura franquista,
la Iglesia pasó de ser aliada del
régimen a colisionar con las
autoridades. Numerosos cristianos
progresistas tomaron parte en la
lucha por la democracia.
F. MARTÍNEZ HOYOS, doctor en Historia

44
Masada
¿Se produjo o no el suicidio colectivo
de los resistentes de la fortaleza judía?
¿Puede la arqueología esclarecerlo?
Colegio de la España franquista. Un crucifijo preside el aula entre los retratos de Franco y Primo de Rivera. / PÁG. 19.
J. VIDAL, doctor en Asiriología

52
Bill Brandt, el
fotógrafo “total”
Este maestro de la fotografía nació
en Alemania y reinventó su vida en
Londres. / E. ROS, historiador del cine y periodista

60
Felipe II y don Juan
El recelo presidió las difíciles
relaciones entre Felipe II y su
hermanastro, el héroe de Lepanto.
G. PARKER, profesor de Historia europea

68
Campañas salvajes
La de Trump y Biden no es la primera
carrera electoral despiadada en los
comicios estadounidenses.
C. HERNÁNDEZ-ECHEVARRÍA, periodista

78
¿Medievo apestoso?
Nuestros antepasados y la higiene no
fueron enemigos. / I. GÓMEZ, periodista

82
Arte
Artemisia Gentileschi
La pintora italiana en la National
Gallery. / A. ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI, periodista Una doncella limpia los pies de una dama. Miniatura medieval, siglo XIV. / PÁG. 78.
6 • HISTORIA Y VIDA

sumariosecciones
08
En breve
Monopoly
Aunque parezca increíble, el popular
juego de mesa nació para difundir
valores anticapitalistas.

10
Primera plana
The Crown: Isabel II
y Margaret Thatcher
La cuarta temporada de la popular
serie británica rescata las relaciones,
no siempre fáciles, entre la soberana
británica y la Dama de Hierro.
A. PHILLIPS, periodista

14
Lugares
En Teherán, el turista encontrará un
entorno fastuoso en el palacio de
Golestán, antigua residencia oficial
de los monarcas de Persia.

16
Anécdotas
88
Agenda
92
Entre libros
De entre las novedades editoriales,
reseñamos Los últimos tercios, NAM,
La torre maldita y Los cruzados.

96
De cine
Repasamos los estrenos de La lección
de alemán, El año que dejamos de jugar Margaret Thatcher saluda a la reina Isabel II de Inglaterra, Londres, 1975. / PÁG. 10.
Fargo, Angelo, Detlev Rohwedder
y Bárbaros. / CARLOS JORIC, periodista Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: p. 24. Álbum Archivo Fotográfico: portada y pp. 5, 60-61, 62-63, 66,
79. Álbum / Agencia EFE: pp. 21, 23, 26, 27, 31, 33, 34, 41, 42, 43. Getty Images / iStock: pp. 47, 50-51. Getty Images:

98
Foto con historia
Testigo del horror
La ciudad industrial de Coventry
sufrió en 1940 el bombardeo alemán
más devastador de los que castigaron
a Inglaterra durante la guerra.
portada y pp. 6, 10-11, 36-37, 39, 46, 49, 64-65, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 98. Gtresonline / Associated Press: p. 50.
PhotoAISA: pp. 5, 28-29, 93. Prisma Archivo: p. 22. Scala Archives, Florence: p. 64. Shutterstock.com: pp. 14-15, 16, 44-
45, 48, 67, 68-69, 80. Cortesía de Editorial Pàmies: p. 9. Cortesía de Netflix España: pp. 12, 13, 96. Cortesía de José
Ramón Rodríguez Lago: p. 24. Cortesía de Enrique Berzal de la Rosa: p. 32. Cortesía de El Ciervo: pp. 35, 38. Cortesía de
Joseba Louzao Villar: p. 42. Cortesía de Centro de fotografía KBr / Fundación MAPFRE: pp. 52-53, 54, 55, 56-57, 57, 58,
59. Cortesía de Library of Congress, Washington: p. 70. Cortesía de National Gallery, Londres: pp. 82-83, 84, 85, 86, 87.
Cortesía de Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo Lázaro Galdiano, CentroCentro, Casa-Museo Pérez
Galdós, Fundación Foto Colectania, Es Baluard Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, MARCO: pp. 88-91.Cortesía de
Historia: p. 91. Cortesía de Contra editorial, Desperta Ferro Ediciones, Ático de los Libros: pp. 92-95. Cortesía de Filmin,
Pirámide, Movistar+, A Contracorriente: pp. 96-97. The Noun Project / Studio GLD: p. 16. CC: pp. 8, 8-9, 9, 16, 17, 25, 81,
92, 94-95. Archivo La Vanguardia: p. 40. Archivo HISTORIA Y VIDA.
 8 • HISTORIA Y VIDA
enbreve
85 años
MONOPOLY:
EL CAPITALISMO
ES UN JUEGO
T. Forsyth / LandlordsGame.info.
a partida de Monopoly más larga
L de la historia se prolongó nada
menos que 1.680 horas. Esta du-
ración desmesurada da una idea de có-
mo este juego, desde su aparición hace
ochenta y cinco años, levanta pasiones.
Gente de todo tipo sucumbe a su poder
de atracción. A primera vista, se diría
que nos hallamos ante una glorificación
del capitalismo. En sus orígenes, sin
embargo, se trataba justo de lo contra-
rio: de concienciar a la gente del peligro
de las grandes corporaciones cuando
actúan con escasas restricciones. Su in-
ventora, Elizabeth Magie (1866-1948),
lo creó en 1903 con el nombre de The
Landlord’s Game (El juego del terrate-
niente). Tenía, sobre todo, un propósito
pedagógico: difundir las ideas del eco-
nomista Henry George (1839-1897),
que en sus obras se mostraba muy críti-
co con las prácticas monopolísticas.
A la izqda., Eliza-
beth Magie y el ta-
blero de su juego
primigenio, The
Landlord’s Game.
Arriba, el Mono-
poly, “reinventa-
do” en 1935 por
Charles Darrow.
Pero no fue esta visión progresista la
que se impuso. En 1935, cuando Char-
les Darrow patentó una versión modi-
ficada, llamada ya Monopoly, los par-
ticipantes tenían que acaparar
cuantas más propiedades mejor y
arruinar al contrario. En plena Gran
Depresión, Darrow, un vendedor en
paro, acababa de encontrar el pasa-
porte hacia la fortuna. Tuvo la habili-
dad, al transferir la patente a la em-
presa Parker Brothers, de incluir un
apartado sobre derechos de autor. Eli-
zabeth Magie, en cambio, no lo hizo.
Dinero contante y sonante
Desde entonces, la historia del Mono-
poly no ha sido ajena a los vaivenes
políticos y sociales. En ocasiones, el
aura de la leyenda ha embellecido
una realidad ya de por sí atractiva. Se
dice que, durante la Segunda Guerra
Mundial, los británicos lo utilizaron
para camuflar la ayuda que enviaban
a sus prisioneros de guerra en manos
de los alemanes. Los destinatarios re-
cibirían de este modo dinero genuino,
mapas y cualquier otra cosa que les
ayudara a planificar su evasión.
 HISTORIA Y VIDA • 9

enbreve
¡Escríbenos...
y gana esta novela!
HISTORIA Y VIDA premiará la próxima carta del mes con Muro de
escudos, de Justin Hill (Pàmies). En la carta, de hasta diez
líneas, deben constar nombre, dirección y teléfono.

Más tarde, a principios de los sesenta,

el economista Ralph Anspach creó An-
ti-Monopoly, en el que invertía los tér-
minos del concepto original. Todo em-
pieza con una situación de monopolio,
y corresponde a los jugadores regresar
al libre mercado. Por el título, Anspach
se vio inmerso en una batalla legal con-
tra Parker Brothers, de la que saldría
victorioso. En el proceso, quedó claro
que la creadora original del Monopoly
había sido Elizabeth Magie, no Darrow.
Y la Cuba de Castro lanzó su propia
adaptación para satisfacer las necesida-
des ideológicas del régimen. Se llama-
ba Deuda eterna: los jugadores no re-
presentaban a hombres de negocios,
sino a gobiernos. Su objetivo, derrotar
al Fondo Monetario Internacional.

Escuela de magnates
En cuanto al juego oficial, sus varieda-
des son innumerables. Hay un Mono-
poly Standard, un Monopoly Deluxe...
Tampoco faltan adaptaciones específi-
cas para promocionar otros productos,
como la serie de televisión Los Simpson
o la película Shrek 2. Hasta existe un
Monopoly Star Wars, con el que se con-
memoró el vigésimo aniversario de la
saga de Han Solo y la princesa Leia.
Desde su creación, más de mil millones
de personas, en más de un centenar de
países, han concebido ante un tablero
del Monopoly sus estrategias de inver-
sión mientras imaginaban ser grandes
magnates. Finanzas y poder..., la com-
binación resulta irresistible, aunque sea
en la ficción de un entretenimiento.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
CARTA DEL MES
El premio al rigor
No deja de sorprender que El nombre de la rosa (HYV 631) se convirtiera
en un best seller. De hecho, es lo contrario a la novela comercial, por
su continuo despliegue de erudición. Gran conocedor de la Edad Media, Um-
berto Eco realizó un exhaustivo trabajo de reconstrucción histórica [arriba,
el monasterio Sacra di San Michele, en el Piamonte], sobre el que desarrolló
una trama de gran complejidad. Más allá de la peripecia detectivesca, el pú-
blico encuentra diferentes niveles de lectura. Según indicó el autor, su éxito
podía explicarse por la existencia de una generación de lectores en busca
de obras que plantearan desafíos intelectuales. PILAR ÁLVAREZ
PUEDES ESCRIBIRNOS al correo electrónico redaccionhyv@historiayvida.com o a la dirección
postal HISTORIA Y VIDA. Av. Diagonal, 477, 16.ª pl. 08036 Barcelona (España). La redacción de la revis-
ta se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.
10 • HISTORIA Y VIDA

primeraplana

ISABEL II Y THATCHER
DOS REINAS EN THE
En la nueva temporada se explora el trato entre la
reina y Margaret Thatcher a lo largo de los años.
ABRIL PHILLIPS PERIODISTA
 HISTORIA Y VIDA • 11

LAS DOS REINAS DE THE CROWN

L
a llegada de la cuarta tempo-
rada de la serie The Crown,
que se estrenará en Netflix
el próximo 15 de noviembre,
ha generado una gran expec-
tación, sobre todo por el hecho de que
abordará capítulos de la vida de la reina
Isabel II mucho más cercanos en el tiem-
po. Entre ellos, el de su controvertida
relación con Margaret Thatcher, la pri-
mera ministra mujer del Reino Unido y,
además, la que más tiempo permaneció
en el cargo –unos doce años– durante el
reinado de la monarca.
“Fue una relación más bien fría”, declara
a historia y vida Robert Lacey, consul-
tor histórico de la serie y autor de la bio-
grafía de la reina Majesty y de Battle of
brothers, reciente libro sobre la disputa
entre los príncipes Guillermo y Harry.
“Aunque no se supone que sepamos lo
que la reina piensa políticamente, ya que
ella intenta ser imparcial, con el tiempo
se ha podido detectar que es más bien
liberal y progresista en sus ideas. Por el
contrario, la Sra. Thatcher llegó a su car-
go con una agenda muy derechista. Ins-
tintivamente, ambas desconfiaban de las
ideas de la otra”, amplía Lacey.
En su biografía The Real Elizabeth: An
Intimate Portrait of Queen Elizabeth II,
el periodista Andrew Marr asegura que
“una amplia variedad de políticos expe-
rimentados, funcionarios y cortesanos
que observaron de primera mano la re-
lación de la reina con Margaret Thatcher
están de acuerdo: fue ‘difícil’”. Se trataba,
sigue Marr, de “dos mujeres de edad si-
milar [solo seis meses de diferencia],
pero con antecedentes muy distintos;
previamente extrañas, se unieron duran-
te los años más tumultuosos y conflicti-
vos de la política de la posguerra”.

CROWN
Guerra silenciosa
Dean Palmer, autor de The Queen And
Mrs Thatcher: An Inconvenient Relations-
hip, va mucho más allá. Para él, las dos
grandes líderes británicas “se reunieron
y se disgustaron al instante”. En su libro
revela que la monarca se burlaba del
acento de la primera ministra, que en-
contraba forzado y sobreactuado, y ase-
gura que encontró distintos métodos
para desairarla, como, por ejemplo, a
través de filtraciones a la prensa.
12 • HISTORIA Y VIDA

primeraplana
“Durante más de una década libraron
una guerra silenciosa tanto en el plano
personal como en el político, discrepan-
do en cuestiones clave, como las san-
ciones contra Sudáfrica, la huelga de
mineros y la autorización a los aviones
estadounidenses para bombardear Libia
utilizando bases militares británicas”,
afirma Palmer. Para Lacey, “el momen-
to más delicado de su relación fue en
1985, cuando la reina temió que la opo-
sición de Thatcher a imponer sanciones
al régimen racista de Sudáfrica fractu-
rara la Commonwealth”.
En 1986, el palacio de Buckingham tuvo
que salir a desmentir las especulaciones
sobre los posibles desencuentros entre
ambas, después de que el diario The Sun-
day Times comentara la preocupación de
la reina por el desacuerdo en las sancio-
nes. El rotativo también mencionaba la
inquietud de Isabel II por la falta de con-
sideración y la “política de confrontación”
del gobierno conservador hacia las clases
sociales más desfavorecidas, en alusión
a su implacable gestión de las huelgas de
mineros entre 1984 y 1985, que derivó
en la privatización del sector.
En sus memorias, Thatcher negó que hu-
biera acritud en su relación con la mo-
narca, y bromeó con que “las historias de
enfrentamientos entre ‘dos mujeres po-
derosas’ eran demasiado buenas como ral, la residencia de verano de la reina
para no inventarlas”. Además, elogió la La descon- en Escocia, eran una “tediosa pérdida
actitud de la reina en sus audiencias se- de tiempo”, según refiere Palmer. An-
manales, que, sostenía, iban más allá de fianza entre drew Marr coincide en este punto, y ase-
una mera formalidad. “Su Majestad apor-
ta una formidable comprensión de los
las dos muje- gura que la primera ministra aprovecha-
ba los viajes para hacer reuniones con
temas actuales y la amplitud de la expe-
riencia”, indicó la ex primera ministra.
res dio paso a otros políticos tory escoceses. “Esta de-
dicación a la gestión eficiente del tiem-
la aceptación po fue notada, con cierta ironía, por
Puntos positivos
Según Robert Lacey, el hecho de que la y el respeto palacio. Cuando se le preguntó si la pri-
mera ministra se uniría al resto para un
mandataria no revelara detalles sobre paseo campestre, la reina respondió con
estas reuniones –como más tarde sí harían do, la de las islas Malvinas. Hizo posible sorna: ‘Me temo que se encontrará con
Tony Blair o Boris Johnson– le mereció que el príncipe Andrés luchara en esa que la Sra. Thatcher solo circula por ca-
el respeto de la reina: “Nunca traicionó guerra. Fue un verdadero éxito, porque rretera’”, relata el autor en su libro.
ni el más mínimo detalle de lo que dis- volvió como un héroe, lo que impulsó la Al parecer, otro de los aspectos que mo-
cutían en sus audiencias en el palacio de popularidad de la familia real, ya que uno lestaban a la reina eran las excesivas
Buckingham, en teoría confidenciales, de sus miembros arriesgó su vida para atenciones que le rendía la primera mi-
y eso fue algo que a lo largo de los años combatir por el país y salió victorioso”. nistra. Según Marr, en una de las bar-
la reina valoró mucho”. Sin embargo, tal como sostienen varios bacoas en Balmoral, mientras la reina
El historiador apunta que Thatcher tam- autores, las tensiones entre las dos mu- recogía platos, Margaret Thatcher se
bién aportó importantes victorias a la jeres en el plano social se harían eviden- habría incomodado al ver a su monarca
Corona. “Le entregó a la reina una de las tes. Aparentemente, para la primera haciendo un trabajo servil, sin ayuda,
grandes victorias militares del Reino Uni- ministra, los viajes al castillo de Balmo- y se apresuró a asistirla. La reina, por

A la izqda.,
Olivia Colman
como Isabel II en
la 4.ª temporada
de The Crown.
A la dcha.,
Gillian Anderson
caracterizada
como Thatcher
en la misma
temporada.
En la pág.
anterior, la reina
y la premier en
Zambia, en 1979.
lo visto, murmuró: “¿Alguien le puede
decir a esta mujer que se siente?”. Marr
concluye: “La historia parece un para-
digma de su relación: una primera mi-
nistra con un fuerte sentido de la au-
toridad y las formas que solo intenta
ayudar, y una reina que no puede evitar
sentirse irritada por ella”.
Según expone, Thatcher era muy melin-
drosa y cortés con su monarca, incluso
en exceso, lo cual tensaba la relación. “Era
deferente, demasiado deferente. La reina
no requería tanto”, le confió a Marr un
cercano observador de larga trayectoria.
Para Isabel II, la primera ministra hacía
una reverencia más acentuada de lo que
a ella le parecía necesario.
“La gente solía reírse de lo mucho que
Margaret Thatcher se inclinaba, tanto
que parecía que le iba a costar incorpo-
rarse”, recuerda el historiador Robert
Lacey. “Era una extraña mezcla, la de
ser tan solícita en sus modales, pero tam-
bién tan vehemente en lo que respecta-
ba a sus objetivos políticos. Se decía que
Gran Bretaña tenía dos reinas durante
aquellos años, por ese estilo imperioso
que tenía. Pero a la vez demostraba tener
un enorme respeto por la monarquía”.
Creando vínculos
Pese a que algunos autores manifiestan
que la tensión entre ambas se mantuvo
hasta el final, otros argumentan que el
tiempo fue limando asperezas. “A lo lar-
go del desempeño en el cargo de la Sra.
Thatcher, la reina se acostumbró más a
ella y creció el afecto mutuo”, asevera
Marr en su libro. Un alto funcionario de
palacio se confesaba sorprendido ante
el periodista de lo mucho que hablaban
la monarca y la premier, mientras que
otro le manifestaba: “La reina siempre
vio el sentido de Margaret Thatcher. En-
tendió que era necesaria”.
“Desarrollaron un gran respeto mutuo”,
coincide Lacey. “El hecho de que Gran
Bretaña continuara eligiendo a la Sra.
HISTORIA Y VIDA • 13
LAS DOS REINAS DE THE CROWN
Thatcher era algo que la reina tomaba
en cuenta”. En opinión del historiador,
una forma de medir el grado de simpa-
tía que alcanzó Isabel II por la premier
fue su asistencia a la cena de despedida
de Thatcher en Downing Street, la re-
sidencia de los primeros ministros, un
honor que, desde luego, no todos han
tenido el privilegio de recibir.
En el caso de Margaret Thatcher, la reina
no solo concurrió a esta cena, sino que
también le concedió la Orden del Mérito
a su salida del cargo y estuvo presente en
las fiestas de su setenta y su ochenta cum-
pleaños. También asistió, junto al duque
de Edimburgo, a su despedida final en
2013, un funeral ceremonial con todos
los honores militares, de idéntica catego-
ría a los de la reina madre y la princesa
Diana. No llegó a funeral de Estado: el
único primer ministro y persona ajena a
la realeza en recibirlo había sido el que
todavía se recuerda como el favorito de
la reina, Winston Churchill, en 1965. ɿ
14 • HISTORIA Y VIDA

lugares
TEHERÁN, IRÁN

Palacio
de Golestán
a antigua residencia oficial de

L los reyes persas disfrutaba de

un entorno paradisíaco, rodea-
da como estaba del extraordinario
jardín que le dio nombre. No en vano,
en persa, golestân significa “lugar
donde hay flores”. El complejo monu-
mental, compuesto por edificios de
distintas épocas, empezó a construir-
se en el siglo xvi, mientras reinaba el
sah Tahmasp I Safaví. Desde enton-
ces, otros monarcas aportaron su con-
tribución a un conjunto que la Unesco
declaró, en 2013, Patrimonio de la
Humanidad. El palacio, tras el triunfo
de la Revolución Islámica a finales de
los setenta, se había convertido en
museo histórico. Atrás quedaba la
época de las grandes recepciones en-
cabezadas por los monarcas. Fue aquí
donde se celebró, en 1941, la corona-
ción del último sah, Reza Pahlevi,
obligado a exiliarse con la victoria del
ayatolá Jomeini. Hoy se ha convertido
en una gran atracción para los turis-
tas, fascinados por el lujo exquisito de
recintos como la fastuosa sala del Tro-
no de Mármol. El visitante tiene la ilu-
sión de que revive el esplendor del
clásico Las mil y una noches.
ɿFRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
 HISTORIA Y VIDA • 15

EL COMPLEJO PALACIEGO DE GOLESTÁN

16 • HISTORIA Y VIDA

anécdotas
¡POBRE HERMANA
DE NEFERTITI!
utnedymet, posiblemente

M hija del faraón Ay y herma-

na de la famosa Nefertiti,
fue una princesa egipcia que se casó
con el general Horemheb (abajo, a la
izqda.) para legitimar la subida al
trono de su esposo, tal como su padre
le había prometido. Una vez Horem-
heb se sintió bien asentado en el po-
der, la confinó en un harén, donde
murió en plena juventud.

La amistad según Aristóteles

Tener por amigo a Aristóteles (en el centro) era una suerte. Con su concepto de
la amistad, solía decir que un amigo era “una misma alma, en dos cuerpos dis-
tintos”. Según el filósofo heleno, existían tres tipos de amistad. La primera, basada
en el interés común por extraer un beneficio. La segunda, fundamentada en el pla-
cer. La tercera sería la auténtica amistad: la desinteresada por completo.

La belleza
Chanel
Decidida a suprimir todos los
tópicos sobre la belleza femeni-
na, Gabrielle “Coco” Chanel
(1883-1971) solía decir: “No
existen mujeres feas, solo mu-
jeres que no saben arreglarse”.

De nudo gordiano al “Tanto monta”

Se dice que el rey de Frigia guardaba en la ciudad de Gordium, en Asia Menor, un ca-
rro y una lanza de sus ancestros, unidos por un nudo tan fuerte que nadie podía desa-
tarlo. La leyenda aseguraba que el que lo hiciera sería dueño de buena parte del con-
tinente asiático. Alejandro Magno, según relatos clásicos, cortó la cuerda con un
certero tajo de su espada, y de hecho logró expandir su imperio hasta los confines
de la India. Fernando el Católico aludiría a esta gesta con su mote heráldico, “Tanto
monta”, que se representaba con una cuerda anudada junto al arco y las flechas.
© Studio GLD
El lema es una abreviatura de “tanto monta cortar como desatar”. para Noun Project.
 HISTORIA Y VIDA • 17

anécdotas por GLORIA DAGANZO

LAS MANOS (Y OTRAS COSAS) EN LA MASA

a famosa colección de huellas de actores ante el fresco del pavimento. Otros dicen que, en realidad,

L Teatro Chino Grauman, en Los Ángeles, tiene un

origen imposible de aclarar. La versión clásica
afirma que, durante la construcción del edificio, la actriz
Norma Talmadge, una celebridad del cine mudo, trasta-
billó y terminó con los tacones metidos en el cemento
quien “metió la pata” fue el propio Grauman. El caso es
que se convirtió en una más de las tradiciones de Holly-
wood, y en la actualidad son más de doscientas las hue-
llas ante el teatro (en la imagen, Marilyn Monroe y Jane
Russell haciendo los honores en 1953).

“El des- ¿Bueno pa- LA CIFRA

tino es ra nada?
el que baraja
las cartas,
En el París de la Belle
Époque, se comentaba
1.800.000
euros costó el mapa más caro
pero nosotros en una tertulia el enorme
éxito del último estreno
del mundo, “Un nuevo y
somos los que teatral, pese a la escasa cali-
correcto mapa de los Estados
Unidos de Norteamérica”,
jugamos”. dad de la obra. Uno de los contertulios,
refiriéndose al autor, exclamó: “Es in-
elaborado por Abel Buell en
1784 y vendido en 2010 en la
Arthur Schopenhauer, creíble la suerte de ese mediocre, ¡un
sede neoyorquina de Christie’s.
filósofo alemán hombre que solo sirve para que le pon-
Se trata del primer mapa en
(1788-1860) gan los cuernos!”. Al escucharle, el dra-
imprimirse en EE. UU., y solo
maturgo francés Georges Feydeau (arri-
se conocen ocho copias.
ba; 1862-1921) aseguró: “Y hasta para
eso necesita que le ayude su mujer”.
dossier
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E A D O S ICA
A L I N C R Í T
P. 20 - TA L A AU T O
D E S P U N
P. 28 - E
I EM P O D A S
- E L T N O T IC I
P. 36 E N A S
L A S BU
20 • HISTORIA Y VIDA

dossier

ALINEADOS
El apoyo de los religiosos españoles a la dictadura
franquista fue al principio aplastante, aunque menos
universal de lo que se suele pensar.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
DOCTOR EN HISTORIA

E
ntre los numerosos proble-
mas a los que tuvo que en-
frentarse la Segunda Repú-
blica española (1931-1939),
el religioso fue uno de los
más delicados. El régimen del 14 de abril
defendía una política laicista que cho-
caba con la jerarquía de la Iglesia y am-
plios sectores de sus fieles. Desde enton-
ces, cada autor considera quién es el
agresor y quién el agredido en función
de su ideología. Unos creen que la Iglesia
buscó un modus vivendi pacífico y que
tuvo que enfrentarse a la hostilidad de
los mandatarios de izquierda. Otros pien-
san que los obispos, desde el principio,
trataron de destruir la República.
En 1936, los militares sublevados contra
el gobierno no tomaron las armas para
defender el catolicismo, como ha señala-
do Hilari Raguer, historiador y monje
22 • HISTORIA Y VIDA

dossier
A la izqda., el
benedictino de Montserrat. En su prime-
cardenal Isidro
ra proclama, desde Tenerife, Franco cri- Gomá y Tomás,
tica el desorden y el espíritu revolucio- redactor de la
nario, pero no hace ninguna referencia Carta colectiva
a la cuestión religiosa. En otros puntos de los obispos
de España, sus colegas tampoco la men- españoles.
cionaron. No obstante, los protagonistas
A la dcha., un
del pronunciamiento enseguida vieron grupo de
la ventaja de utilizar la fe como elemen- alumnos del
to propagandístico. Se presentaron en- Aula del Hogar
tonces como sus paladines frente a la Caudillo Franco,
hostilidad de los políticos ateos. gestionada por
Con el inicio de la Guerra Civil, en el te- Auxilio Social
en Las Hurdes,
rritorio republicano estalló una revolución
en el año 1954.
social que pronto desembocó en una bru-
tal ola de anticlericalismo. Los religiosos En la pág.
murieron por miles. ¿Fue la matanza obra anterior, el
de incontrolados? ¿Tuvo alguna respon- general Franco
sabilidad el gobierno democrático, bien en la catedral
por acción o por omisión? La persecución de Sevilla, tras
una misa en
provocó un profundo trauma en muchos
agradecimiento
creyentes, que los llevaría a apoyar el por su victoria
“alzamiento” sin reservas. en la Guerra
En 1937, muchos obispos se habían pro- Civil, el 16 de
nunciado ya a favor de los “nacionales”. abril de 1939.
Franco, sin embargo, quería más, un
pronunciamiento colectivo del episco-
pado. Eso fue lo que le pidió a Isidro Go-
má, arzobispo de Toledo y primado de
España. Partidario entusiasta del alza-
miento, Gomá fue el gran artífice de la
Carta colectiva, un documento que legi-
timaba en términos inequívocos el golpe
de Estado contra la República. Javier
Burrieza, en su estudio sobre el nacio-
nalcatolicismo, afirma que la carta tuvo ejemplares asesinados impunemente sin
una importancia fundamental en la de-
finición de la insurrección como “cruza-
Muchos obis- juicio y sin ninguna formalidad jurídica”.
Múgica se refería a ejecutados por apo-
da”. Esta palabra, sin embargo, no apa- pos presenta- yar el nacionalismo vasco, identificado
rece mencionada en el texto, donde se sin más como “separatismo”. Su caso
afirma explícitamente que no se puede ron la lucha evidencia cómo los sublevados, aunque
aplicar al conflicto español, aunque este
sí aparece definido como “plebiscito ar-
contra la Re- se presentaban como protectores del
clero, no dudaban en fusilar a los curas
mado”. De todas formas, el hecho es que
fueron muchos los obispos que, de forma
pública como que se oponían a su causa. Mientras tan-
to, se orquestó contra ellos una campa-
individual, legitimaron la lucha contra una “cruzada” ña de difamación. El general Queipo de
la República presentándola como una Llano, por ejemplo, les llamó sacerdotes
cruzada en favor de la fe. Si la Carta co- tuna y podía poner en peligro a los ca- sin “sa”. El cardenal Gomá les respon-
lectiva no empleó esa terminología, eso tólicos que vivían en la zona republica- sabilizó del “estado de rebeldía” en el
se debe, según Burrieza, al deseo de ob- na. Por su parte, Mateo Múgica, de la que había caído su territorio.
tener la aprobación del Vaticano. diócesis de Vitoria, justificó así ante el
Solo cinco prelados se negaron a secun- Vaticano su actitud: “Según el episco- La Iglesia victoriosa
dar un escrito que tomaba partido de pado español, en la España de Franco la Con el fin de la guerra, en 1939, España
una forma tan manifiesta. Para el arzo- justicia es bien administrada, y esto no va a vivir un año cero. Comienza una
bispo de Tarragona, Francesc Vidal i es verdad. Yo tengo nutridísimas listas etapa en la que el nuevo régimen, dicta-
Barraquer, la iniciativa resultaba inopor- de cristianos fervorosos y de sacerdotes torial, pretende hacer tabla rasa de todo

lo anterior, identificado con la antipatria
y una ideología, el liberalismo, objeto de
continuas diatribas. Una Iglesia triunfan-
te, en absoluto dispuesta a la autocrítica,
domina el panorama religioso español.
Lejos de cuestionar el poder establecido,
se inclina ante un gobierno al que guar-
da profundo reconocimiento por salvar
a los católicos de la barbarie roja. Por
salvarlos y por colocar en sus manos to-
dos los resortes del Estado para iniciar
una campaña recatolizadora como nun-
ca se había visto. En ese momento, lo
importante era que la pesadilla de una
larga persecución había tocado a su fin.
Ser cristiano equivalía a ser español. Fran-
co, en agosto de 1938, había expresado
esta idea con su rotundidad característi-
ca: “En España, o se es católico o no se es
nada”. En consecuencia, el que profesa
otra religión, o no profesa ninguna, se
LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO
convierte en un disidente peligroso, un
representante de la anti-España.
Toda la legislación laica de la Segunda
República es derogada sin contemplacio-
nes. Se acaba el matrimonio civil, se res-
tablece la Compañía de Jesús, el crucifi-
jo pasa a presidir las aulas de los colegios...
Lo que más tarde se denominará, con
inequívoca intención peyorativa, nacio-
nalcatolicismo, vive sus momentos de
máximo esplendor. Política y religión van
de la mano. La Iglesia se considera con
derecho a controlar todos los aspectos de
la vida civil, a censurar libros y películas
o a vigilar, a través de sus sacerdotes, ins-
tituciones como el Sindicato Vertical o
las Fuerzas Armadas. Lo mismo sucede
con la moral sexual, al imponerse un pu-
ritanismo estricto. Una de las normas
establecidas por el obispo de Málaga, en
1943, constituye uno de tantos ejemplos
HISTORIA Y VIDA • 23
de esta mentalidad: “Los vestidos no de-
ben ser tan ceñidos que señalen las formas
del cuerpo provocativamente”.
Los obispos, mientras tanto, ocupan sus
escaños en las Cortes y los cardenales son
equiparados a generales de brigada. En
palabras del historiador Juan María La-
boa, la Iglesia “contaba con una presencia
cualificada en los órganos de pensamien-
to, de trabajo y de legislación del país”.
El sacerdote, en este contexto, no se limi-
ta a ser una figura espiritual. Ejerce una
influencia social incontestable. Es un
privilegiado, objeto del respeto, por no
decir veneración, de su entorno. El pres-
tigio asociado a su ministerio hace que,
en muchas familias, los estudios eclesiás-
ticos de alguno de los hijos se conviertan
en una vía de ascenso social.
Mientras la moral revelaba una obsesión
con el sexto mandamiento, el de no co-
24 • HISTORIA Y VIDA

dossier
JOSÉ RAMÓN RODRÍGUEZ LAGO:

“Franco era más fiable para la

Iglesia que Hitler y Mussolini”
Para el franquismo, ser español y ser
católico era lo mismo. Pero en otros
contextos, en los que religión y nacio-
nalismo van de la mano, los historia-
dores no hablan de nacionalcatolicis-
mo, sino de catolicismo nacional.
¿Podría explicarnos la diferencia?
El término nacionalcatolicismo cosechó
gran éxito en España tras la valiosa obra
del jesuita Alfonso Álvarez Bolado, pero
conviene recordar que nació en el seno
de una teología política o una eclesio-
logía profética que atendía, a su vez, a
la renovación posconciliar y a la lucha
contra el franquismo. Sin embargo, tam-
bién heredaba una cierta dosis del mi-
to del excepcionalismo, amparado por
el eslogan del Spain is different, y aca-
bó convirtiéndose en una etiqueta aco-
modaticia que, más que servir para
explicar la trayectoria del catolicismo en
España, lo identificaba unívocamente
con el paradigma del atraso. El análisis
de las similitudes con procesos vividos
en otros países de Europa o América,
el de las redes transnacionales católicas
y un estudio más complejo de lo acon-
tecido en España permiten hoy matizar
ese relato e integrarlo en el juego de
tensiones generadas entre la Iglesia y
los estados nación en el mundo de en-
treguerras. Con todas sus particularida-
des –como las de cualquier otro esta-
do–, el posteriormente denominado
nacionalcatolicismo no dejó de ser uno
de los catolicismos nacionales con los
que una corporación global como la
Iglesia católica trató de defender sus
principios e intereses en un contexto de
hegemonía de los relatos nacionales.
¿Qué similitudes y diferencias se per-
ciben entre la actitud de la Iglesia
española hacia Franco y la de los
catolicismos alemán e italiano res-
pecto a Hitler y Mussolini?
A primera vista, lo más identificable
sería la similitud generada por un con-
texto de reacción frente a la hipótesis
–real o inventada– de una ofensiva
revolucionaria (socialista, comunista o
anarquista) y la apelación a la restauración
de un orden jerárquico ante la anarquía
generada por el parlamentarismo y la de-
mocracia. Mussolini, Hitler o Franco son
apreciados como herramientas eficaces
para sofocar la amenaza revolucionaria,
pero su trayectoria previa y el tiempo y la
forma en la que asumen el poder eviden-
cian diferencias sobresalientes entre ellos.
Ni Mussolini [arriba, en su primera visita
oficial al papa Pío IX] ni Hitler resultaban un
plato de gusto para la curia vaticana. Ambos
procedían de partidos políticos que apelaban
a una revolución, contaban con un largo
historial de arrebatos anticlericales y defen-
dían un relato en el que la nación o la raza
se imponían sobre los principios de la Igle-
sia católica. A pesar de ello, siguiendo la
tradición de la realpolitik vaticana, la Iglesia
negoció con ellos para preservar sus inte-
reses, con resultados desiguales.
Franco se presentaba como un candidato
más fiable para extender una relación de
confianza: era un militar asociado con los
valores del conservadurismo, la jerarquía y
el orden y no se había identificado por su
anticlericalismo; políticamente era una in-
cógnita, y la principal preocupación vatica-
na era que no se dejase arrastrar por los
cantos de sirena del nacionalsocialismo.
Iglesia y Falange, ¿colaboración o
enfrentamiento?
Podemos encontrarnos con ambas po-
siciones, moduladas en función de los
tiempos, territorios y espacios institu-
cionales, pero creo que la palabra más
adecuada sería la de la cohabitación.
Lo que preocupaba a la Iglesia católica
no era la existencia de Falange, sino el
peso que en su seno adquiriría el com-
ponente tradicionalista católico frente
al fascista y, específicamente, frente a
la ascendencia nazi. Leopoldo Eijo Garay,
obispo de Madrid y paradigma de la
nueva relación, defendió que el objetivo
eclesial debía ser el de controlar sus
resortes de poder para arrebatarle su
sentido revolucionario y su arribismo
pagano, e inundarla con el espíritu del
tradicionalismo católico. La derrota de
las potencias fascistas fortaleció esta
posición. La cohabitación y el reparto
de funciones resultaron factibles hasta
los primeros años sesenta, pero el Con-
cilio Vaticano II dinamitó su legitimación
e inició un proceso de desenganche.
José Ramón Rodríguez Lago es doctor en
Historia Contemporánea y autor de Decons-
truyendo mitos. El factor religioso en la Gue-
rra Civil española (Marcial Pons, 2017).
 HISTORIA Y VIDA • 25

LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO

El cardenal
convendría matizar que la dictadura pro-
Francesc Vidal
i Barraquer, tegía a la Iglesia siempre y cuando esta
condenado al aceptara un papel subordinado. Si osaba
ostracismo tras rebelarse, solo podía esperar represión.
negarse a Es por eso por lo que, en 1939, tras la
tomar partido contienda, Franco impide el regreso a
por los España del cardenal Vidal i Barraquer.
sublevados.
No le perdonaba su negativa a firmar la
polémica Carta colectiva del episcopado.

meter actos impuros, las inquietudes
sociales brillaban por su ausencia. En los
seminarios, los futuros sacerdotes se for-
maban ajenos a las duras condiciones de
la mayoría de los españoles. Con los años,
muchos de ellos reconocerían que su pre-
paración teológica no les capacitaba pa-
ra enfrentarse a los desafíos cotidianos.
Habían vivido en un mundo en el que los
obreros contaban únicamente como des-
tinatarios pasivos de la evangelización,
a los que había que salvar de un ambien-
te corrompido y materialista.
La historiografía ha tendido a ver el na-
cionalcatolicismo como un pensamiento
arcaico y excluyente, que anatematiza
todo lo que huela a modernidad. La rea-
lidad, como demostró el hispanista ita-
liano Alfonso Botti en Cielo y dinero, re-
sulta más compleja. Nos encontramos
ante una ideología que acepta los avan-
La dictadura
protegió a la
Iglesia mien-
tras esta acep-
tó un papel
subordinado
ces del sistema capitalista, al tiempo que
rechaza las consecuencias indeseadas
del progreso, es decir, la secularización
y el auge de las doctrinas de izquierda,
las mismas que hunden sus raíces en la
denostada Ilustración y en la no menos
odiada Revolución Francesa.
Por otra parte, se asocia el franquismo
con un clericalismo exacerbado. Pero
Voces críticas
El panorama religioso de la España de
los años cuarenta venía marcado por un
acusado tradicionalismo. Pero, poco a
poco, a través de las escasas rendijas dis-
ponibles, se introduce algún soplo de
aire fresco. En 1947 aparece la JOC (Ju-
ventud Obrera Cristiana) en diversos
puntos de España: Barcelona, Bilbao, San
Sebastián, Barcelona y Madrid. El carác-
ter internacional de este movimiento iba
a desempeñar una función muy impor-
tante, en pleno nacionalcatolicismo, como
puerta de entrada de ideas moderniza-
doras. Los jocistas del resto de Europa
vivían en países democráticos y podían
participar en sindicatos auténticamente
obreros. Tanto en Francia como en Bél-
gica, estos militantes cristianos se habían
distinguido en la lucha contra el fascismo
durante la Segunda Guerra Mundial.
Profesar un cristianismo alternativo, por
moderado que fuese, no resultaba fácil
con una jerarquía eclesiástica subordi-
nada al franquismo de forma práctica-
mente unánime. Sin embargo, bajo la
apariencia de perfecta comunión con la
dictadura, no faltaban tensiones soterra-
das. Gomá, uno de los prelados que más
apoyó a Franco, escribió una importan-
te carta pastoral titulada Lecciones de la
guerra y deberes de la paz (1939), en la
que abogaba por una paz justa y por la
reconciliación. En ella decía que los cris-
tianos españoles tenían el deber de per-
donar y de amar a los que habían sido
sus enemigos. Si este era el espíritu que
debía predominar, estaban fuera de lugar
los ajustes de cuentas protagonizados por
algunos vencedores, empeñados en to-
marse la justicia por su mano.
No era este el único punto en el que Go-
má iba a contracorriente. A las autorida-
des franquistas no les hizo gracia que el
jefe de la Iglesia española admitiera la
legitimidad de cierto pluralismo, aquel
26 • HISTORIA Y VIDA
dossier
que se centraba en la afirmación de que
un católico tenía libertad para preferir
una forma de gobierno a otra. En la prác-
tica, dentro del mismo bando franquista,
existían diversas sensibilidades. El ar-
zobispo de Toledo recogía este hecho en
una pastoral con un comentario que en
la España de 1940 levantaba ampollas:
“De los mismos que militaron en nuestro
bando no serán pocos los que anhelan
otra forma de gobierno, o distinta orien-
tación política de la cosa pública”.
El gobierno, pese a proclamarse católico,
impidió la difusión en la prensa de la pas-
toral. Gomá protestó ante Ramón Serra-
no Suñer, el ministro y concuñado del
jefe del Estado, por lo que él consideraba
una incoherencia. No tenía demasiado
sentido que se le pidiera su opinión en
asuntos de relativa poca importancia
mientras, por otra parte, se ponían trabas
al ejercicio oficial y solemne de su magis-
terio eclesiástico. La prohibición de su
texto constituía una desautorización que
él no podía ni debía pasar por alto.
Arrepentido de su apoyo a los militares,
el primado español realizó una impor-
tante confidencia a varios sacerdotes
catalanes. En ella admitía que Vidal i
Barraquer había sido más clarividente
que él por negarse a apoyar la subleva-
ción franquista: “Si se pudiese jugar dos
veces, les aseguro que, a la segunda,
jugaría de modo muy diferente. El único
que tuvo visión en este asunto fue vues-
tro cardenal”. Pero Gomá murió en 1940,
por lo que la Iglesia española se vio pri-
vada de un líder enérgico.
Otra excepción llamativa, en medio del
conformismo generalizado, es la que
protagonizó Vicente Enrique y Tarancón,
por entonces obispo de Solsona. Recién
concluida la Guerra Civil, en pleno éx-
tasis nacionalcatólico, Tarancón había
intentado compatibilizar la Acción Ca-
tólica con la Falange, en un contexto de
roces entre el partido fascista y la Iglesia.
Cierto que en su parroquia de Vinaroz
ya había tenido sus más y sus menos con
los camisas azules, pero en un libro ti-
tulado Curso breve de Acción Católica
explicó por qué la organización de apos-
tolado y el partido único se complemen-
taban. Mientras la Falange estaba enca-
 HISTORIA Y VIDA • 27

LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO

A la izqda.,
unas jóvenes
asisten, en
1948, a los
actos de la
Peregrinación
de Jóvenes de
Acción Católica
y la Marcha
Mundial de la
Penitencia en
Santiago de
Compostela.

A la dcha.,
Franco
recibe a unos
obispos tras el
juramento de
estos en 1946.
Vicente Enrique
y Tarancón es
el segundo por
la izquierda.

ción defender el derecho de los pobres a autoridades, desconfianza que también

Tarancón fue
un hombre
muy diferen-
te a comien-
zos del
franquismo
minada al engrandecimiento material
del país, la Acción Católica procuraba
su engrandecimiento espiritual.
El “cardenal del cambio”, el aperturista
que tanto facilitaría décadas después,
ya muerto Franco, la transición a la de-
mocracia, era un hombre muy diferente
a comienzos del franquismo. Apoyaba
al nuevo régimen y se felicitaba de la
supresión de los partidos políticos, esas
organizaciones funestas que habían sus-
citado la división de la sociedad.
En 1949, sin embargo, su posición ya em-
pieza a cambiar. Entonces, de la mano de
los militantes de la HOAC (Hermandad
Obrera de Acción Católica), conoce las
miserias que sufre el pueblo. Como miem-
bro del episcopado, considera su obliga-
llevar una existencia digna. Toma enton-
ces la pluma y escribe un texto resonan-
te, El pan nuestro de cada día. “La raíz de
la pastoral estuvo en la HOAC del Alto
Llobregat”, admitiría más tarde.
Su comienzo es impactante, con palabras
rotundas, propias de un profeta bíblico:
“No debemos callar por más tiempo. Lle-
gan a nuestros oídos los clamores de la
multitud”. Sensible a las necesidades del
pueblo, lanza su condena contra todos
aquellos que impidan que los trabajado-
res obtengan lo necesario para vivir. Otra
cosa es el resto del escrito, más tibio, don-
de no faltan elogios al gobierno por dis-
minuir la miseria provocada por la guerra.
Lejos de pretender oponerse al régimen,
Tarancón declara que su intención es
colaborar con el Estado, aportando una
información que le permita conocer los
problemas de los humildes y ponerles
remedio. Así se afianzará la prosperidad
del país y se colocarán los cimientos pa-
ra la “completa recristianización de nues-
tro pueblo”. De lo contrario, el hambre,
al ser tan mala consejera, puede condu-
cir a la anarquía y a la apostasía. Hay que
hacer algo para desmentir el recelo de
la mayoría de los trabajadores hacia las
alcanza a la jerarquía eclesiástica, “por-
que a todos nos juzgan con el mismo cri-
terio”. Pese a su carácter moderado, El
pan nuestro... cayó como una bomba
dentro del régimen. A su autor le quedó
el estigma de persona conflictiva, por lo
que se dijo que nunca saldría de Solsona.
Y, de hecho, su carrera eclesiástica que-
dó estancada durante muchísimo tiempo.
Cuando alguien le preguntó al nuncio
Cicognani por qué Tarancón seguía en
la misma diócesis después de dieciocho
años, el diplomático vaticano señaló con
ironía la raíz del problema, el veto polí-
tico: “Mira, hijo, hasta que los del gobier-
no no digieran el pan...”. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
BOTTI, ALFONSO. Cielo y dinero. El nacio-
nalcatolicismo en España 1881-1975.
Madrid: Alianza, 2008 (1992).
BURRIEZA SÁNCHEZ, JAVIER. El nacional-
catolicismo. Discurso y práctica. Madrid:
Cátedra, 2019.
PALACIOS BAÑUELOS, LUIS. Historia del
franquismo. Córdoba: Almuzara, 2020.
RAGUER, HILARI. La pólvora y el incienso.
Barcelona: Península, 2017 (2001).
28 • HISTORIA Y VIDA

dossier
 HISTORIA Y VIDA • 29

LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO

DESPUNTA LA
AUTOCRÍTICA
Los años cincuenta vieron nacer inquietudes entre
religiosos y seglares que no encajaban con la
visión de cruzada de la Iglesia más conservadora.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
DOCTOR EN HISTORIA
30 • HISTORIA Y VIDA

dossier
Abajo, una misión A la dcha., ÀUPDHQ En la pág. anterior,

E
n 1952, un pensador de pro-
religiosa en un Roma del Concorda- el político Joaquín
cedencia falangista, José
pueblo de Murcia to entre España y la Ruiz-Giménez antes
Luis López Aranguren, pu- en los años cincuen- Santa Sede, el 27 de poner rumbo a la
blica Catolicismo y protestan- ta del pasado siglo. de agosto de 1953. capital italiana.
tismo como formas de exis-
tencia. Dentro del ambiente religioso de
la época, el libro cayó poco menos que
como una bomba. No era píldora fácil de
digerir que un seglar se atreviera a entrar
en un coto, el de la teología, reservado a
eclesiásticos. Para el nacionalcatolicismo,
España tenía que ser el martillo de here-
jes que fue en el Concilio de Trento. En
consecuencia, no se veía a los protestan-
tes como hermanos de fe, sino como cria-
turas extraviadas por doctrinas malignas.
Escribir sobre ellos equivalía, por defini-
ción, a refutar sus errores. En cambio,
Aranguren, un intelectual católico, cre-
yente de rigurosa observancia, hablaba
de Lutero y Calvino con un talante muy
distinto. Buscaba comprenderlos desde
la objetividad y la cercanía, no juzgarlos.
En los círculos eclesiásticos, Catolicismo
y protestantismo... recibió durísimas crí-
ticas. Un jesuita, Antonio Arias Prada, le
recordó al autor que solo podía existir rrado, en el que ambos pensadores pasa-
una religión verdadera. Por su parte, Je- El Concordato ban por figuras casi diabólicas.
sús María Granero, también religioso de
la Compañía de Jesús, echó mano de un con la Santa En medio de unas circunstancias dramá-
ticas, el dictador se enroca con una sola
extraño argumento: en España, los ca-
tólicos tenían razón porque ellos eran
Sede aportó consigna, aguantar. En 1953, el Concor-
dato con el Vaticano le aporta un impor-
muchos y los protestantes pocos.
Los intelectuales laicos, lejos de compar-
a Franco un tante balón de oxígeno. A cambio de con-
ceder a la Iglesia todo tipo de privilegios,
tir tanta acritud, elogiaron una obra que valioso balón Franco obtiene un inestimable reconoci-
renovaba el pensamiento teológico es-
pañol. Para Pedro Laín Entralgo, nadie, de oxígeno miento internacional, con lo que se legi-
tima el modelo de Estado católico.
desde Unamuno, había escrito “unas pá- Nada hacía presagiar que el Concordato
ginas tan penetradas de religiosidad in- tiano ferviente, pero no un integrista pudiera volverse algún día contra las au-
telectual y de saber teológico”. Dionisio cerrado. Lo que hace es rodearse de gen- toridades, convirtiéndose en un instru-
Ridruejo, igualmente entusiasta, saludó te joven, procurando rescatar todo lo mento de protección para los disidentes.
al “maestro a la vanguardia de los que positivo de la España liberal, la vencida El acuerdo entre Iglesia y Estado permi-
comprenden y obran frente a los que, en la guerra. Así, en su toma de posesión, tía a la primera ejercer el derecho de asi-
cómodamente, vetan y duermen”. aboga por la integración en la vida nacio- lo, al garantizar la inviolabilidad “de los
Aranguren ejemplifica el proceso de aper- nal “de todo lo que sea valioso”. Ello su- Palacios y Curias Episcopales, de los Se-
tura que comienza a palparse dentro del pone decir sí a tradicionalistas como Mar- minarios, de las casas y despachos parro-
catolicismo español a principios de los celino Menéndez Pelayo, pero también quiales y rectorales y de las casas religio-
cincuenta. En 1951, un año antes de la a José Ortega y Gasset o Miguel de Una- sas canónicamente constituidas”. Si las
aparición de Catolicismo y protestantismo, muno. Frente a quienes plantean un re- fuerzas de orden público tenían que entrar
la llegada a la cartera de Educación de chazo en bloque de su obra, determinados en esos edificios para el ejercicio de sus
Joaquín Ruiz-Giménez implica una ma- falangistas apuestan por una visión más funciones, requerían del consentimiento
nera de hacer las cosas diferente. El nue- matizada. Sin defender sus tesis religio- de la autoridad eclesiástica competente,
vo ministro, un hombre procedente de la sas, se busca recuperar su profunda re- salvo en casos de “urgente necesidad”. El
Asociación Católica Nacional de Propa- flexión acerca de España. Tal vez eso nos Estado, como era de esperar, se reservó
gandistas (ACNP), que había sido emba- parezca timorato en la actualidad, pero el derecho de decidir cuándo se trataba
jador ante el Vaticano, podía ser un cris- no era poca cosa en un ambiente tan ce- de un caso de fuerza mayor. La Iglesia,

por su parte, consideró en ocasiones que
la inviolabilidad se extendía también a
los locales de las asociaciones cristianas.
En caso de condena judicial, los sacerdo-
tes estarían separados de otros convictos,
fueran comunes o políticos. Una posibi-
lidad era el confinamiento en comuni-
dades religiosas, pero no resultaba fácil
encontrar la más apropiada. Si se trata-
ba de una orden tradicional, no acogería
de buen grado a reclusos antifranquistas.
En el caso contrario, sus miembros po-
drían confraternizar con el preso.
En 1953, sin embargo, el momento de
las fricciones entre el poder civil y el
eclesiástico todavía no había llegado,
por lo que el franquismo exhibía con
orgullo el apoyo de la Iglesia. Si alguien
LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO
suponía que la unidad del régimen em-
pezaba a cuartearse, el acuerdo con la
Santa Sede rebatía sus teorías.
Inquietar al régimen
Algo, sin embargo, fallaba. Frente a la
autosatisfacción oficial, los católicos más
inquietos comienzan a dudar de que el
Estado, oficialmente católico, rinda todos
los frutos posibles. ¿Se ha recristianizado
realmente el país? Tras la euforia de los
años cuarenta, todo hace pensar que no.
El Estado confesional permanece incues-
tionado aún, pero se busca un estilo de
evangelización menos impositivo.
Ha llegado el momento de la “autocrí-
tica”. El término, como dice William J.
Callahan en su síntesis sobre la Iglesia
HISTORIA Y VIDA • 31
española en el siglo xx, puede prestarse
a equívoco, al dar a entender la existen-
cia de un movimiento coherente. En rea-
lidad, el impulso por la renovación ecle-
sial procedía de diversas corrientes sin
la suficiente articulación entre ellas.
Mientras el clero evolucionaba, el laica-
do no se quedaba atrás. La JOC, lo mismo
que la HOAC, ayudan a que los católicos
evolucionen hacia un mayor compromi-
so social. Esto implica, finalmente, llegar
a la confrontación con la dictadura. El
régimen, ante las señales de disidencia
en las filas católicas, reacciona con gran
dureza, acusando a la HOAC de alentar
huelgas o acoger conversos procedentes
de la izquierda. En 1950, el gobernador
de Santander, Joaquín Reguera Sevilla,
32 • HISTORIA Y VIDA

dossier
ENRIQUE BERZAL DE LA ROSA:

“Los católicos del mundo obrero

habían avanzado las premisas
más polémicas del concilio”
Si el régimen concede a la Iglesia
todo lo que podía desear, ¿por qué
diría que se desencadena en los
años cincuenta un movimiento de
insatisfacción?
En primer lugar, porque en el seno de
la Iglesia se produce un paulatino pe-
ro muy importante relevo generacio-
nal, con nuevas promociones de se-
minaristas y laicos (los primeros,
especialmente activos en el País Vas-
co y Cataluña), que no solo no han
sufrido directamente los horrores de
la Guerra Civil, sino que ya beben de
la teología más avanzada de países
como Francia, y que se implican en la
metodología y en la pedagogía activa
de los movimientos especializados de
Acción Católica (AC). Es, en efecto, el
arranque de la autocrítica de los años
cincuenta, que luego entronca con la
“revolución” del Vaticano II. Ya enton-
ces, merced sobre todo al compromiso
político y social de militantes y sacer-
dotes de la Acción Católica, especial-
mente la que se mueve en el mundo Es la tesis que proponen autores como una doble tenaza, la de la jerarquía
obrero, los católicos habían avanzado Santos Juliá, y que yo creo que es acer- eclesiástica y la de las autoridades
las premisas más polémicas del con- tada. A ello hay que sumar la influencia franquistas, en la famosa crisis de
cilio, entre ellas, el cuestionamiento de la cultura política que se empieza a la AC de 1966-1967.
radical del nacionalcatolicismo. En desarrollar en movimientos católicos
definitiva, en los cincuenta, los cató- avanzados y que explica, por ejemplo, ¿Cómo influye en España el contac-
licos ya consideraban la lucha por las la creación de plataformas sindicales to con los catolicismos extranjeros,
libertades democráticas como una como Unión Sindical Obrera, su partici- especialmente con el francés?
exigencia propia de su fe, como una pación en Comisiones Obreras o incluso Yo creo que es muy importante. El
consecuencia lógica e ineludible de el impulso de grupúsculos políticos tan tema daría para mucho, por lo que
la pretensión pública de su militancia. radicales como el Frente de Liberación quizá convendría resaltar la influen-
Popular. Como señaló en su día Felicia- cia que tuvo en el catolicismo espa-
En paralelo a la autocrítica del ca- no Montero, los movimientos apostólicos ñol, ya en los sesenta, la defensa que
tolicismo español, el PCE propone más comprometidos (AC especializada: hizo Emmanuel Mounier [arriba] del
la reconciliación nacional. ¿Hay que obrera y estudiantil) avanzaron con su diálogo con un “marxismo abierto”,
buscar en esta época las raíces de compromiso las claves políticas de la y que él mismo desarrolló en parte a
la Transición española? Transición, pero fueron yugulados por través de la revista Esprit.

Enrique Berzal de la Rosa es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Valladolid y autor de Igle-
sia y franquismo. La HOAC de Castilla y León, 1946-1975 (EAE, 2011).
 HISTORIA Y VIDA • 33

LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO

desaprobará severamente a la organiza-

ción por lo que considera un grave error
político. Opinaba que, si su labor se cen-
traba en el mundo laboral, su existencia
carecía de sentido: invadía el campo del
Sindicato Vertical y del Ministerio de
Trabajo. Si, por el contrario, se ocupaba
exclusivamente de cuestiones religiosas,
tampoco tenía razón de ser, porque para
eso ya estaban los sacerdotes.
En 1951, los hoacistas sufrirán un for-
midable mazazo al quedarse sin su se-
manario, ¡Tú!, que había llegado a ha-
cerse incómodo por sus denuncias de las
injusticias sociales, con datos acerca de
cuestiones tan candentes como la escasez
de viviendas o los conflictos obreros, a
la vez que planteaba reformas concretas,
como la instauración del descanso do-
minical en la minería asturiana o el au-
mento de los salarios para garantizar las
necesidades de los más humildes. Natu-
ralmente, tal línea informativa, a ojos de

Los obreros
católicos fue-
ron una punta
de lanza en la
renovación del
catolicismo
los jerarcas franquistas, pecaba de in-
exactitud y juicios apresurados, con una
insistencia en presentar la realidad des-
de una óptica sistemáticamente nega-
tiva. Por todo ello, una orden guberna-
tiva suspendió el semanario en tanto no
superara la censura previa, obligación
de la que antes se hallaba exento por per-
tenecer a una entidad de la Iglesia. Sin
embargo, antes que comprometer la in-
dependencia de su órgano oficial, la
HOAC prefirió renunciar al mismo.
De la cruzada al suburbio
Los obreros católicos constituyen, sin
duda, una punta de lanza de la renova-
ción del catolicismo español. Pero los
aires nuevos se abren paso también en
otros ámbitos. Entre ellos, el de una bur-
guesía afecta, en principio, al régimen,
Un estudiante del SUT, junto a dos
mineros, en Tuñón (Asturias), en 1966.
de la que van a salir voces contestatarias.
Así, no serán pocos los que empiecen en
las filas del franquismo y acaben en la
izquierda o incluso en la extrema izquier-
da. El del jesuita José María Llanos cons-
tituye uno de los ejemplos más llama-
tivos. Falangista furibundo en los años
cuarenta, cambió de mentalidad al co-
nocer de primera mano la realidad de
la pobreza. En septiembre de 1955 dejó
Madrid para irse a vivir al también ma-
drileño Pozo del Tío Raimundo, un ba-
rrio de chabolas donde faltaban la elec-
tricidad y el agua corriente. A partir de
entonces se convertiría en un icono del
catolicismo más inconformista y crítico
con las injusticias y los poderosos.
Su inquietud por acercarse a los más
desfavorecidos le condujo a implicarse
en el SUT (Servicio Universitario del
Trabajo), un espacio donde los hijos de
la burguesía, en su tiempo libre, ejercían
alguna ocupación manual para conocer
la situación del proletariado. Los parti-
cipantes, de una forma u otra, se distin-
guían por su oposición al franquismo.
Entre los que vivieron aquella experien-
cia, encontramos algunos nombres ilus-
34 • HISTORIA Y VIDA
dossier
tres. Por ejemplo, el economista Ramón
Tamames, futuro alto dirigente del Par-
tido Comunista. También hallamos a
Juan N. García-Nieto, un aspirante a sa-
cerdote que pertenecía a una familia li-
gada a la banca y el comercio. En 1957,
este famoso jesuita, que sería militante
de Bandera Roja y del Partido Socialista
Unificado de Cataluña (PSUC), se marchó
a Extremadura, a trabajar codo con codo
con los obreros, a temperaturas que al-
canzarían los cincuenta y dos grados al
sol. Nada más llegar, el gobernador ad-
virtió al grupo de universitarios que no
esperaran que unos obreros ignorantes
entendieran sus motivaciones.
No es extraño que el gobierno decidie-
ra poner punto final al SUT, consciente
de que se estaba convirtiendo en una
cantera de opositores. Muchos de ellos,
procedentes de familias vencedoras de
la Guerra Civil, se pasarán con armas y
bagajes a la trinchera opuesta al régi-
men. Uno de los casos más notables es
el de Alfonso Carlos Comín, pertene-
ciente a una importante familia carlis-
ta, que acabará siendo dirigente comu-
nista sin renunciar por ello a su fe. En
los cincuenta lo encontramos en el FLP
(Frente de Liberación Popular), una
fuerza política donde militarán muchos
cristianos revolucionarios.
Acercarse a la izquierda
Poco a poco, los creyentes más avanza-
dos se abren al marxismo. El PCE, al
lanzar en 1956 su política de “reconci-
liación nacional”, con vistas a superar el
trauma de la Guerra Civil, favorece el
encuentro de la cruz con la hoz y el mar-
tillo. Estos cristianos progresistas se
mirarán en modelos como el de Argelia
y su lucha por la independencia, y más
tarde en el de la Cuba de Fidel Castro.
Es en esta época cuando Ignacio Fernán-
dez de Castro publica su Teoría de la re-
volución, donde interpreta la autocrítica
que se está produciendo en determinados
sectores cristianos como el germen de
una postura revolucionaria. Algo, a su
juicio, de tremenda importancia, porque
los creyentes hacía tiempo que no habían
liderado los procesos de cambio. Los ar-
tífices de las dos primeras oleadas revo-
lucionarias, la liberal y la marxista, se
habían distinguido por su sesgo materia-
lista. La tercera, en cambio, podía poseer
un fuerte significado cristiano. Se trata-
ba de unir la disconformidad con la so-
ciedad burguesa y el rechazo a la solución
Pasionaria
reclamó dejar
atrás los este-
reotipos anti-
clericales en el
seno del PCE
representada por el “socialismo real”, que
había degenerado en un totalitarismo
burocrático de tipo soviético.
Sin embargo, la desconfianza de los par-
tidos de izquierda hacia los cristianos no
se disipa de la noche a la mañana. En
determinadas organizaciones, la fe aún
se considera un lastre que el buen revo-
lucionario debe dejar atrás. Por eso, en
algunos casos se llega a exigir a militan-
tes procedentes de la Iglesia que abando-
nen sus convicciones religiosas. En el PCE,
no obstante, Pasionaria advierte que los
comunistas no deben continuar con los
estereotipos anticlericales del pasado.
Dentro del catolicismo hay sinceros lu-
chadores por la clase obrera. Si se respe-
tan sus creencias, serán aliados fieles.

A la izqda., pleno del Comité
Central del PCE, celebrado en
Berlín en 1956, con Santiago
Carrillo al micrófono y Dolores
Ibárruri a la izquierda.
LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO
Abajo, ejemplares iniciales
de El Ciervo, fundada en
Barcelona en 1951 y que se
sigue editando en la actuali-
dad, dirigida por Jaume Boix.
HISTORIA Y VIDA • 35
Franco no está aquí
Mientras tanto, en Cataluña, aparece una
revista que también contribuye decisiva-
mente a introducir en España las tenden-
cias religiosas más actuales. El Ciervo
surgió en 1951, de la mano de un grupo
en el que destacan los hermanos Lorenzo
y Joan Gomis, Francisco Condomines y
José María Barjau. En este colectivo pre-
dominaban los alumnos de los jesuitas y
los miembros de las Congregaciones Ma-
rianas, todos demasiado jóvenes para
haber participado en la Guerra Civil.
La nueva publicación, realizada por ca-
talanes que escribían en español y pen-
saban en francés, se proponía aportar un
soplo de aire fresco a un catolicismo an-
quilosado, burgués y conformista, donde
las apariencias primaban sobre el con-
tenido de la fe. Se trataba, en palabras
de Lorenzo Gomis, no tanto de llenar un
vacío como de vaciar un lleno, el de la
buena conciencia. Sus páginas se atreve-
rían a decirlo todo, pero siempre desde
el espíritu dialogante y el buen humor.
Existían las limitaciones impuestas por
la dictadura, pero la redacción se las in-
geniaba para resistirlas, aunque fuera con
gestos simbólicos. Así, el nombre de Fran-
co, mencionado en uno de los primeros
números, no volvió a aparecer mientras
duró su régimen. Como dijo Aranguren,
El Ciervo, en un momento en que la Igle-
sia española parecía un búnker, “abrió
una ventana al más prometedor catoli-
cismo que apuntaba en el mundo. Y ello
en un tono sereno, mesurado, nada poli-
tizador, sencillo, evangélico”. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
CASAÑAS, JOAN. El progressime catòlic
a Catalunya (1940-1980). Barcelona: La
Llar del Llibre, 1988. En catalán.
CASTELLS, JOSÉ MARIA, HURTADO, JOSÉ
Y MARGENAT, JOSEP MARIA (EDS.). De la
dictadura a la democracia. La acción de
los cristianos en España (1939-1975).
Bilbao: Desclée De Brouwer, 2005.
DÍAZ SALAZAR, RAFAEL. Iglesia, dictadu-
ra y democracia. Madrid: Ediciones
HOAC, 1981.
MARTÍNEZ HOYOS, FRANCISCO. La cruz
y el martillo. Alfonso Carlos Comín y
los cristianos comunistas. Barcelona:
Rubeo, 2009.
36 • HISTORIA Y VIDA

dossier
 HISTORIA Y VIDA • 37

LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO

EL TIEMPO
DE LAS
BUENAS
NOTICIAS
/RVLQÁXMRVH[WHUQRVVHFRQMXUDURQ
FRQODDFFLyQGHDPSOLRVJUXSRV
FULVWLDQRVHVSDxROHVDIDYRU
GHODOXFKDREUHUD\GHPRFUiWLFD
HQHOWDUGRIUDQTXLVPR
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
DOCTOR EN HISTORIA

D
ecía el poeta inglés William
Wordsworth que vivir en
la Revolución Francesa era
ciertamente glorioso, pero
que “ser joven, además, era
visitar el cielo mismo”. Más de un católi-
co debió de pensar algo parecido a prin-
cipios de la década de 1960, durante los
años del Vaticano II. El concilio, en efecto,
marca un antes y un después en la comu-
nidad eclesial, sometida a cambios ilu-
sionantes. Los cristianos progresistas, de
pronto, encuentran que Roma les da la
razón en muchas cosas que habían defen-
dido durante años. Es el caso de El Ciervo,
desde donde se aplaude con entusiasmo
la apertura que preconiza Juan XXIII.
La periodista Roser Bofill, vinculada a
la revista, diría años después que el con-
cilio fue “el tiempo de las buenas noti-
cias”. Una de las novedades más impor-
tantes será el Decreto sobre apostolado
seglar, con el que se sanciona la mayoría
de edad de los laicos dentro de la Iglesia.
A partir de ahora, ellos también deben
hacer oír su voz, no limitarse a recibir
38 • HISTORIA Y VIDA

dossier
A la izqda., XQD
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En la pág.
anterior,HOSDSD
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9DWLFDQR,,

los sacramentos y contribuir económi- En cambio, para los obispos auxiliares,

camente al mantenimiento del culto.
La renovación eclesial iba a operar a múl-
tiples niveles. Mientras confirmaba en
sus tesis a los católicos más vanguardistas,
impulsaba a otros, más convencionales,
a salir del cómodo refugio de sus prejui-
cios. Este es el caso, por ejemplo, de Joa-
quín Ruiz-Giménez, quien fuera ministro
en un gabinete de Franco. Según confe-
sión propia, el concilio supuso para él su
propio “camino de Damasco”, en referen-
cia al pasaje bíblico sobre la conversión
de san Pablo. El novelista Miguel Delibes,
a su vez, reconoció que el Vaticano II ejer-
ció sobre él un efecto liberador, al ayu-
darle a desprenderse “de no pocos pro-
blemas, de no pocos escrúpulos, de no
pocas incomodidades espirituales”.
El concilio, al fijar la edad máxima para
un obispo en setenta y cinco años, obligó
a jubilarse a muchos prelados ultracon-
servadores. En España, esta reforma tie-
ne consecuencias benéficas, al hacer po-
sible que la vieja guardia de eclesiásticos
franquistas pase al retiro. Para sustituir-
les, el Vaticano explota un resquicio legal.
En el caso de los obispos titulares, el Es-
tado tiene derecho a presentar tres aspi-
rantes, entre los que el papa debe elegir.
es decir, para los ayudantes de los obispos
titulares, no existe ninguna restricción.
Por esta vía, la jerarquía española se re-
novará con nombres que harán posible
el distanciamiento del régimen. Pablo VI
favorece este cambio, convencido de que
el catolicismo español debe evolucionar.
El concilio se convirtió en sinónimo de
democratización, lo mismo que las reso-
nantes encíclicas de Juan XXIII, tanto la
Mater et Magistra como la Pacem in Terris.
Franco se daba cuenta de que estos textos
segaban la hierba bajo sus pies, pero pre-
fería engañarse a sí mismo y creer que
todo era obra de malintencionados opo-
sitores, empeñados en desvirtuar la doc-
trina pontificia para sus propios fines.
Clero dividido
En este país que poco a poco se va vol-
viendo irreconocible, llega a la edad adul-
ta una generación que no ha vivido la
Guerra Civil de primera mano. Como
mucho, ha sufrido sus consecuencias en
forma de escasez. El clero tampoco se
mantiene ajeno a los nuevos tiempos. En
Europa, tras la Segunda Guerra Mundial,
el papel del sacerdote se había visto re-
definido al compás de las transformacio-
El Concilio
Vaticano II
se convirtió
en sinónimo
de democra-
tización
nes sociales, por lo que deja de ocupar la
posición privilegiada de antaño, en la que
ejercía no solo un liderazgo religioso,
también una autoridad indiscutible. Con
la salida de nuevas promociones en los
seminarios, llegan a las parroquias gen-
tes con ideas distintas. En muchos luga-
res se reproduce el clásico conflicto entre
generaciones: el sacerdote titular, de edad
avanzada y mentalidad conservadora,
soporta mal los ímpetus renovadores de
su coadjutor, un joven idealista.
En España, con su sola existencia, los cu-
ras de izquierda causaban un profundo
malestar en los sectores más franquistas
de la sociedad, acostumbrados al perfecto
entendimiento entre la Iglesia y el Estado.
Los sacerdotes aperturistas acostumbran

a ceder los locales de sus parroquias para
las reuniones de las fuerzas opositoras,
para escándalo de los biempensantes.
En Sevilla, por ejemplo, las Comisiones
Obreras del Transporte, la Química o el
Textil se organizan en el domicilio de
un cura, Santos Juliá, que se convertiría
en un famoso historiador.
No es de extrañar el descontento de las
autoridades franquistas ante las activi-
dades subversivas de este sector del cle-
ro. A su juicio, la Iglesia se involucraba
ahora en una traición incomprensible.
¿Acaso el régimen no la había salvado
de las hordas ateas en 1936? ¿No le con-
cedía todo tipo de privilegios?
En las órdenes religiosas, mientras tanto,
la renovación también se deja sentir con
LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO
fuerza. Solo hay que recordar lo que su-
cedió en Barcelona en 1966, cuando un
convento de capuchinos acogió al medio
millar de personas que fundaron el Sin-
dicat Democràtic d’Estudiants. La fuerza
pública rodeó la sede de los religiosos, a
las órdenes del comisario de la Brigada
Social, Antonio Juan Creix. Finalmente,
el gobernador civil, Tomás Garicano Go-
ñi, dio la orden de entrar “con el menor
ruido posible, solo en los espacios donde
estuviera la reunión en aquel momento
y sin entrar en clausura”.
Dentro del clero regular, quizá el caso
más llamativo sea el de la Compañía de
Jesús: en pocos años pasa de identificar-
se con las clases altas a la apuesta radical
por los humildes. Este giro a la izquierda
HISTORIA Y VIDA • 
va a estar presidido a nivel mundial por
un español, el vasco Pedro Arrupe, que
alcanza el generalato de la Compañía en
1965. Símbolo de la Iglesia más compro-
metida con el mundo contemporáneo,
trató de imbuir a los suyos del espíritu
del concilio. Se trataba, en sus propias
palabras, de prepararse para el siglo xxi,
a través del diálogo con la sociedad y, so-
bre todo, con una vida de pobreza que
hiciera verosímil el mensaje evangélico.
El compromiso social
Mientras tanto, los militantes cristianos
participan en el movimiento obrero de
distintas maneras. Para empezar, se pos-
tulan como enlaces dentro del Sindicato
Vertical, como parte de la misma estrate-
gia de penetración adoptada por el PCE.
Así, desde principios de los años cincuen-
ta, se presentan a las elecciones sindicales
miembros de la HOAC y la JOC, dispues-
tos a utilizar todos los recursos legales
para defender a los asalariados desde
dentro de las estructuras oficiales.
Por otra parte, los integrantes de los mo-
vimientos obreros de la Iglesia van a de-
sempeñar un protagonismo indiscutible
en la creación de nuevas organizaciones
sindicales. La Unión Sindical Obrera
(USO), por ejemplo, fue creada por mi-
litantes de la JOC. Un caso representativo
es el del jocista Paco Jiménez, secretario
general de la USO catalana de 1973 a
1987. Otro destacado líder del sindicato
fue Eugenio Royo, un muchacho de Ren-
tería que fue presidente de la JOC espa-
ñola y, años después, consejero de Eco-
nomía en el gobierno socialista de la
Comunidad de Madrid.
En Comisiones Obreras, el papel de los
cristianos también se reveló de gran im-
portancia. Pero su predominio numérico
no se correspondía con sus puestos de
responsabilidad, ocupados mayoritaria-
mente por militantes comunistas mucho
más curtidos en las luchas por el poder.
La Policía no dejó de observar la conni-
vencia entre la cruz y la hoz y el martillo.
Una nota de la Jefatura Superior de Po-
licía de Barcelona del 6 de junio de 1966
decía que las Comisiones Obreras, in-
tegradas por militantes de la JOC y la
HOAC, y orientadas por conocidos comu-
nistas del Partido Socialista Unificado de
Cataluña (PSUC), estaban desarrollando
40 • HISTORIA Y VIDA

dossier
“alguna actividad con el fin de poderse Junto a estas
hacer con la masa trabajadora de cara a líneas, 5DIDHO
$OEHUWL\$OIRQVR
las próximas elecciones sindicales”.
&DUORV&RPtQ
Toda esta aportación a la lucha de los HQXQPLWLQ
trabajadores ha sido reconocida en más FRPXQLVWDHQ
de una ocasión por líderes izquierdistas ORVLQLFLRVGH
ajenos al mundo cristiano. Ya en los años OD7UDQVLFLyQ
setenta, concretamente en septiembre
de 1976, una declaración del Comité Cen- En la pág.
opuesta, HO
tral del PSUC afirmaba que organizacio-
SDWULDUFDGH
nes cristianas como la JOC y la HOAC 9HQHFLD$QJHOR
habían sido “el fermento de la democra- *LXVHSSH
cia y de la transformación social”. 5RQFDOOLIXWXUR
La colaboración de cristianos y ateos en -XDQ;;,,,
la lucha obrera y democrática favoreció DODL]TGDFRQ
un fenómeno inédito, el diálogo entre HODEDGGH
0RQWVHUUDW
gentes de la Iglesia y otras en la órbita del $XUHOL0DULD
marxismo, una corriente de pensamien- (VFDUUpHQ
to que en los años sesenta vive momentos HOVDQWXDULRPD-
de gran vitalidad, ejerciendo un conside- ULDQRHQ
rable atractivo entre la intelectualidad
y la juventud. El acercamiento entre cris-
tianos y marxistas será posible porque,
desde ambas trincheras, existe un nuevo
espíritu que contrasta con el anterior dog-
matismo, una nueva actitud que impulsa
a tender puentes. Fruto de ello será el
surgimiento, a principios de los setenta,
de la corriente Cristianos por el Socialis-
mo, encabezada en España por Alfonso
Carlos Comín, entre otros.

Religión y nacionalismo
Durante estos años, la disidencia eclesiás-
tica adquiere perfiles propios en Catalu-
ña y el País Vasco, al vincularse a las de-
mandas nacionalistas, sistemáticamente
calificadas por el régimen de separatismo.
La documentación de la época muestra
la inquietud gubernamental ante esta
confluencia. En junio de 1960, el dictador
se había quejado al arzobispo de Barce-
lona, Gregorio Modrego, porque, en su
opinión, los seminarios catalanes alimen-
taban el sentimiento independentista.
El abad de Montserrat, Aureli Maria Es-
carré, se hizo famoso con la entrevista
aparecida en el diario Le Monde, en la que
se expresaba en términos muy duros con-
tra el franquismo. Escarré, personaje com-
plejo como pocos, había evolucionado
desde su adhesión al régimen hacia pos-
turas claramente críticas. Identificado con
la lucha catalanista, prestó su apoyo a
diversas iniciativas en esta línea, lo mismo
a entidades como Òmnium Cultural que
a publicaciones periódicas, caso de Ori-
flama o Serra d’Or. Cuando Jordi Pujol
fue detenido, acusado de intervenir en
los hechos del Palau de la Música el 19 de
mayo de 1960, Escarré intercedió a su
favor ante el cónsul de EE. UU. Aquel día,
el futuro político convergente no había
estado en el auditorio barcelonés, pero
las autoridades le implicaron en la orga-
nización de un acto de protesta: el públi-
co cantó El cant de la senyera, el conocido
himno patriótico, en respuesta a su pro-
hibición por parte de las autoridades a
causa de sus connotaciones nacionalistas.
La identificación de un importante sector
de la Iglesia con las reivindicaciones na-
cionalistas impregnó buena parte de la
actividad contestataria. Un hito indiscu-
tible lo constituyó la campaña “Volem
bisbes catalans” (“Queremos obispos ca-
talanes”), contra la imposición en 1966
de un arzobispo de Barcelona de origen
castellano, Marcelo González, descono-
cedor de la lengua catalana.
La Iglesia catalana, pues, se hallaba cada
vez más divorciada de la dictadura. ¿Qué
sucedía, mientras tanto, en el País Vasco?
En mayo de 1960, trescientos treinta y
nueve sacerdotes de sus tres provincias,
más Navarra, enviaron un documento a
todos los obispos españoles, al nuncio y
a la Secretaría de Estado del Vaticano.
Con este gesto se proponían denunciar
las arbitrariedades de un régimen polí-

La disidencia
eclesiástica
adquirió per-
files propios
en Cataluña y
el País Vasco
tico injusto y evitar que el silencio pudie-
ra ser interpretado como complicidad.
Estaban convencidos de lo necesario de
su iniciativa: era el futuro de la Iglesia
lo que estaba en peligro, visto su progre-
sivo alejamiento de un pueblo que tendía
a identificarla con el gobierno. Natural-
mente, la prensa oficial no se hizo eco
de estas críticas. Sí periódicos extranje-
ros como el británico The Times o el es-
tadounidense The New York Times.
Los firmantes pagaron su audacia con
sanciones, algunos hasta con el destierro.
Sin embargo, como señala la historiado-
ra Anabella Barroso, el texto marcó un
antes y un después en el desarrollo de la
LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO
Iglesia vasca por su cuestionamiento del
franquismo, presentado como un sistema
ilegítimo, sin instituciones como partidos
políticos, parlamento o sindicatos, capa-
ces de limitar los abusos del poder.
Momento de crisis
La renovación del Vaticano II tuvo efec-
tos sísmicos, pero, en cierto sentido, lle-
gaba tarde. La Iglesia trataba de poner al
día la religión... en el momento en que
Europa vivía una secularización intensa,
hasta el punto de que la revista Time, el
8 de abril de 1966, se preguntaba en por-
tada si Dios había muerto. Ese fue, por
cierto, su número más vendido hasta la
fecha, señal de que la cuestión conectaba
con una inquietud del momento. La cul-
tura judeocristiana que había caracteri-
zado durante siglos a Occidente parecía
haber entrado en una crisis profunda.
En 1971, en medio de este panorama
cada vez más conflictivo, tiene lugar en
el seminario de Madrid la Asamblea Con-
junta, conjunta porque reúne a obispos
y a sacerdotes. Se trata de una iniciativa
de la Conferencia Episcopal destinada
a plantear cuál es la situación de la Igle-
HISTORIA Y VIDA • 
sia en España. Su celebración culminaba
un arduo trabajo previo a partir de una
amplia encuesta nacional al clero, for-
mada por doscientas sesenta y ocho pre-
guntas. Esta detallada radiografía de la
situación sacerdotal revelaba una reali-
dad de significativas transformaciones.
Alrededor de un 50% de los curas sim-
patizaba con alguna de las diversas ideo-
logías de izquierda. Entre los jóvenes, el
porcentaje de los partidarios del socia-
lismo ascendía hasta un 47%. En cambio,
solo un 10% defendía el régimen fran-
quista. Y apenas un 2,4% se identificaba
con la ideología falangista.
La asamblea representó una “auténtica
bomba” para la dictadura. No en vano,
los participantes cuestionaban la identi-
dad entre la Iglesia y el régimen. Sin du-
da, el gesto más atrevido y recordado fue
la petición de perdón por el papel de los
católicos en la Guerra Civil. Así, en la re-
solución número 34 de la asamblea se lee:
“Reconocemos humildemente y pedimos
perdón porque no siempre supimos ser
verdaderos ministros de reconciliación
en el seno de nuestro pueblo, dividido
por una guerra entre hermanos”. Esta
 • HISTORIA Y VIDA
dossier
JOSEBA LOUZAO:
“Con el Vaticano II, la Iglesia
descubrió la tradición bíblica
que se había olvidado”
Los cristianos progresistas suelen
presentar el Concilio Vaticano II co-
mo una revolución. Otros, como Man-
lio Graziano, experto en geopolítica
de las religiones, cuestionan la am-
plitud del cambio. ¿Quién está más
cerca de la verdad?
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¿Cómo influyó la Santa Sede en la evo-
lución del franquismo, a partir de los
años sesenta?
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GHDSLHGHVWDFDUtDODFULVLVGHOD$FFLyQ
¿Por qué una ola tan grande de se-
cularizaciones en el clero católico,
tan poco después del Vaticano II?
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El régimen franquista presumía de
católico, pero, al final, alentó el na-
cimiento de un anticlericalismo de
derecha. ¿Cómo es posible?
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-RVHED/RX]DR9LOODUHVGRFWRUHQ+LVWRULD&RQWHPSRUiQHDSURIHVRUHQOD(VFXHOD8QLYHUVLWDULD&DUGHQDO&LVQHURV
\FRDXWRUGHLa restauración social católica en el primer franquismo, 1939-19538$+
 HISTORIA Y VIDA • 43

LA IGLESIA Y EL RÉGIMEN DE FRANCO

En la pág.
opuesta,
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Para unos se una revolución respecto a los últimos si-

había ido de-
masiado lejos;
para otros, no
se avanzaba
lo suficiente
propuesta, sin embargo, no llegó a hacer-
se oficial porque no alcanzó, por un mar-
gen muy estrecho, apenas tres votos, la
mayoría de dos tercios requerida.
En muy poco tiempo, las reformas han
suscitado unas formidables expectativas
de cambio dentro de la Iglesia. Por eso
mismo, la desilusión será mayor cuando
los obispos, aliados del régimen, se pro-
nuncien por una aplicación restrictiva del
Vaticano II. Tal vez, en la raíz de las des-
mesuradas esperanzas de los creyentes
de izquierda, lo que se encuentre sea un
glos de la Iglesia. Los católicos españoles,
igual que los del resto del mundo, tienden
a sobrevalorar los elementos de ruptura,
sin prestar atención a los de continuidad.
Ello implica desconocer que muchas de
las decisiones tomadas en Roma obede-
cieron a un consenso entre el sector más
aperturista y el más tradicional, de forma
que se creó una situación ambigua que
no satisfizo por completo a nadie. Para
unos se había ido demasiado lejos; para
otros, no se avanzaba lo suficiente.
Tras la muerte de Franco en 1975, dos
prelados escenificaron la división de la
Iglesia. Tarancón, en su homilía con mo-
tivo de la coronación de Juan Carlos I,
lanzó un mensaje de esperanza y conci-
liación. Afirmó que la Iglesia no patro-
cinaba ninguna ideología política ni
reclamaba privilegios. El nuevo monar-
ca tenía que serlo de todos los españoles.
En cambio, el arzobispo de Toledo, Mar-
celo González, presentó al dictador du-
rante su funeral como un servidor de la
no se podían plantear objeciones religio-
sas a la Carta Magna, el segundo lamen-
tó que su texto no mencionara a Dios o
que abriera las puertas al divorcio. Esta
última postura, sin embargo, era mino-
ritaria. España, durante la Transición,
no iba a sufrir un problema religioso co-
mo en tiempos de la Segunda República.
La apertura de los católicos y el fin del
anticlericalismo violento facilitaron mu-
cho la modernización del país. ɿ
Para saber más...
MEMORIAS
(15,48(<7$5$1&Ð19,&(17(Confe-
siones.0DGULG33&
ENSAYO
%$55262$1$%(//$ Sacerdotes bajo la
atenta mirada del régimen franquista.
%LOEDR'HVFOpH'H%URXZHU
'(9,&(17($/*8(5Ð)(/,3(-26e El ca-
tolicismo liberal en España. 0DGULG(Q-
FXHQWUR
0$57Ì1(=+2<26)5$1&,6&2“Cristia-
nos contra Franco en Cataluña”. Historia
malentendido acerca de la naturaleza del civilización cristiana. Tres años después, del PresenteQžSS
concilio. De hecho, su impacto, desde una la posición de ambos cardenales volvería 0217(52)(/,&,$12La Iglesia: de la
óptica progresista, se interpreta en tér- a ser opuesta con motivo del debate sobre colaboración a la disidencia (1956-
minos rupturistas, como si se tratase de la Constitución. Si el primero declaró que 1975).0DGULG(QFXHQWUR
44 • HISTORIA Y VIDA

MASADA
EL SUICIDIO:
¿REALIDAD
O FICCIÓN?
Con Flavio Josefo como única fuente
sobre el suicidio colectivo de los
resistentes judíos ante el ataque
romano en la fortaleza de Masada,
¿qué puede aportar la arqueología?
JORDI VIDAL
DOCTOR EN ASIRIOLOGÍA Y PROFESOR DE HISTORIA ANTIGUA EN LA UAB
 HISTORIA Y VIDA • 45

MASADA, UN MITO POR ACLARAR

46 • HISTORIA Y VIDA

L
a gran masacre que tuvo lugar
en Masada en el año 73 d. C.
es, sin lugar a dudas, una de
las historias más fascinantes
que nos ha legado el mundo
antiguo. El responsable de que conozca-
mos esa historia es el historiador judío
Flavio Josefo (c. 37-100 d. C.). ¿Cuál fue
su versión de los hechos? En el año 66,
en el contexto de la revuelta judía contra
la dominación romana, miembros de la
facción radical de los sicarios, liderados
por un tal Menahem, ocuparon la forta-
leza de Masada, a orillas del mar Muerto,
tras eliminar a la guarnición romana que
controlaba el lugar. De esa forma, los re-
fugiados consiguieron sobrevivir a acon-
tecimientos tan dramáticos como la toma
de Jerusalén y la destrucción del templo.
Con todo, en el año 73, el procurador ro-
mano Flavio Silva, al frente de la Legio
X Fretensis, decidió sitiar Masada y aca-
bar con la resistencia de los sicarios, úl-
timo foco de la gran revuelta judía.
La toma de Masada implicó un esfuerzo
de grandes proporciones por parte de
los asaltantes. En este sentido, hubo que
construir un gran muro de circunvala-
ción que rodease todo el promontorio
sobre el que se alzaba la fortaleza. Tam-
bién se erigieron hasta ocho campamen-
tos para alojar a las tropas, así como una
gran rampa, una estructura clave que
debía permitir a las máquinas de asedio
romanas acceder hasta la muralla de la
fortaleza. Cumplidos aquellos trabajos,
y a pesar de la resistencia y determina-
ción de los defensores, los romanos lo-
graron alcanzar finalmente la muralla
y derribar una sección de la misma. La
derrota era ya inevitable.
A la vista de los acontecimientos, el líder
sicario Eleazar ben Yair, que había su-
cedido a Menahem, hizo ver a los defen-
sores que la victoria romana forzosamen-
te implicaría la muerte o la esclavitud
de todos ellos. La única forma de evitar-
lo era quitarse la vida, en lo que debía
constituir un último acto de resistencia,
dignidad y nobleza por parte de los de-
fensores de Masada. Teniendo en cuen-
ta que la tradición judía prohibía el sui-
cidio, se ideó un método para superar
aquel obstáculo. De esa forma, los hom-
bres fueron los encargados de matar a
sus esposas, hijas e hijos. Posteriormen-
 HISTORIA Y VIDA • 47

MASADA, UN MITO POR ACLARAR

A la izqda.,
Flavio Josefo
ante el
emperador
Tito en una
miniatura sobre
el sitio de
Jerusalén.

A la dcha.,
ruinas de
Yodefat, otro de
los escenarios
de la primera
guerra
judeorromana
(66-73 d. C).

En la pág.
anterior, la
fortaleza de
Masada, en
el desierto
de Judea.

Los romanos
hallaron los
cuerpos sin
vida de los
casi mil defen-
sores caídos
te, se escogió a suertes a un grupo de
diez hombres para que matasen al resto.
Finalmente, otro sorteo determinó el
orden por el que se darían muerte. De
esa forma quedó un único supervivien-
te que, él sí, hubo de suicidarse.
Así, cuando al día siguiente los romanos
entraron en Masada, tan solo hallaron
los cuerpos sin vida de los casi mil defen-
sores caídos, agrupados por familias.
Únicamente sobrevivieron dos mujeres
y cinco niños que se habían escondido en
una cisterna y que explicaron a los roma-
nos unos acontecimientos que Josefo se
encargó de transmitir a la posteridad.
¿Recurso literario?
Se trata, desde luego, de un episodio que
todavía hoy estremece. Sin embargo, tras
la lectura de la narración de Josefo, se
nos plantea una cuestión: ¿hasta qué
punto podemos creérnosla? El principal
problema es que Josefo es nuestra única
fuente. Ningún otro autor antiguo se re-
firió a la tragedia de Masada, por lo que
resulta imposible confrontar las palabras
de Josefo con otras versiones. Pero el
propio análisis del relato del historiador
judío es suficiente para, como mínimo,
poner en duda la veracidad del lance de
los defensores de Masada.
La crítica, en este punto, se ha centrado,
sobre todo, en la tendencia de Josefo a
utilizar la idea del suicidio colectivo en
varios de sus relatos. Además de Masada,
según él, también los defensores de Gamla
(en el Golán) y de Yodefat (en Galilea)
prefirieron suicidarse antes que caer en
manos del invasor romano. El caso de
Yodefat resulta especialmente significa-
tivo, por cuanto fue el propio Josefo quien
dirigió la defensa de la ciudadela. Tras
un asedio durísimo, cuando la derrota ya
era segura, cuenta Josefo que optó por
esconderse dentro de una gran cisterna
junto a cuarenta notables de la ciudad.
No obstante, después de ser descubiertos
y de violentas discusiones, los supervi-
vientes acordaron suicidarse siguiendo
un método similar al de Masada. Echaron
a suertes el orden por el que morirían a
manos de sus compañeros, hasta que so-
lo quedase uno de ellos. Casualmente, el
sorteo decidió que el propio Josefo fuese
el último en morir. Sin embargo, llegado
su turno, optó por no matar al penúltimo
superviviente y rendirse al general ro-
mano vencedor del asedio de Yodefat, el
futuro emperador Vespasiano.
La proliferación de ejemplos similares ha
llevado a plantear la posibilidad de que
Josefo emplease la idea del suicidio co-
lectivo como un tópico literario para aña-
48 • HISTORIA Y VIDA
¿Trump en Masada?
El presidente estadounidense propuso visitar la
fortaleza en 2017, pero sus planes fueron desestimados
El yacimiento arqueoló-
gico de Masada posee un
evidente carácter simbólico no solo
para los israelíes, sino también para
buena parte de la comunidad inter-
nacional. Así lo demuestran, por
ejemplo, las visitas al lugar que rea-
lizaron Bill Clinton y George W. Bush
en 1998 y 2008, respectivamente.
En la primavera de 2017,
Donald Trump (arriba) mani-
festó su deseo de superar a sus pre-
decesores. Su objetivo no era única-
mente visitar el yacimiento, sino
pronunciar allí un discurso. La idea
no prosperó. Trump tenía la inten-
ción de alcanzar el interior de la for-
taleza a bordo de un helicóptero, al-
go rechazado por los responsables
de la conservación de un lugar cata-
logado como Patrimonio de la Hu-
manidad por la Unesco. Los aterriza-
jes en helicóptero en Masada están
prohibidos desde 1997, cuando un
transporte de las fuerzas aéreas is-
raelíes trasladó hasta allí al general
Michael Ryan, comandante de las
fuerzas aéreas estadounidenses,
provocando con ello distintos des-
perfectos en el yacimiento.
Las autoridades israe-
líes brindaron a Trump
una alternativa: aterrizar en la pista
de Bar Yehuda y llegar en teleférico
hasta la fortaleza, como hicieron en
su momento Clinton y Bush. Trump
rechazó la oferta. O helicóptero has-
ta la cima o no había visita.
dir tensión dramática a sus relatos y en-
salzar la nobleza y valentía de los judíos,
aunque ello fuese en contra de la verdad.
Con aquellos relatos heroicos que se ale-
jaban de una realidad mucho más prosai-
ca (la derrota militar frente a las tropas
romanas), Josefo ofrecía un contrapunto
positivo a la catástrofe nacional experi-
mentada por los judíos tras la revuelta.
Por supuesto, no todos los investigadores
comparten esas críticas a la versión de
Josefo. No faltan quienes lo consideran
un historiador fiable, como mínimo en
este aspecto. Algunos incluso han recu-
rrido a ejemplos contemporáneos, como
el suicidio colectivo de los miembros del
Templo del Pueblo en Jonestown, Guyana
(1978), o el de los davidianos en Waco
(1993), para defender la veracidad del
relato de Josefo. Según estos autores, ca-
sos como los citados demuestran que,
cuando determinados grupos sectarios
se enfrentan a la posibilidad de su aniqui-
lación (real o imaginada), la idea del sui-
cidio colectivo suele aparecer como una
opción recurrente, casi inevitable.
Así pues, la crítica histórica no se pone
de acuerdo en este punto. Ante la ausen-
cia de otras fuentes escritas que permitan
contrastar la versión de Josefo, ¿qué pue-
de aportar la arqueología?
La familia ¿imaginada?
El arqueólogo, militar y político israelí
Yigael Yadin (1917-1984) fue el encar-
gado de excavar la fortaleza de Masada.
Yadin trabajó en el yacimiento durante
once meses, entre los años 1963 y 1965.
Durante ese período estuvo al frente de
un equipo muy numeroso, compuesto
por sus estudiantes de la Universidad
Hebrea de Jerusalén y por miles de vo-
luntarios procedentes de todo el mundo.
Al año de finalizar las excavaciones, Ya-
din presentó los resultados obtenidos en
un libro de divulgación, rápidamente
traducido a diferentes idiomas (inclui-
do el castellano), que se convirtió en un
auténtico best seller arqueológico.
Yadin estaba convencido de que sus tra-
bajos en Masada habían servido, entre
otras cosas, para confirmar el trágico
final de la fortaleza. Uno de los hallazgos
que más le impresionó se produjo en la
terraza inferior del palacio norte de la
fortaleza de Masada, donde se encontra-
 HISTORIA Y VIDA • 49

MASADA, UN MITO POR ACLARAR

Los políticos
israelíes
Shimon Peres
(2.º por la
izqda.) y David
Ben Gurion
(centro)
acompañan
a Yigael Yadin
(dcha.) en sus
trabajos
arqueológicos
en el desierto
de Judea,
en 1962.

El suicidio co-
lectivo ha sido
una opción
entre deter-
minados gru-
pos sectarios
ron unos restos humanos que el arqueó-
logo interpretó como pertenecientes a
uno de los últimos jefes de los sicarios y
su familia. Según su descripción, se tra-
taba de los cuerpos de una mujer y un
hombre jóvenes y de un niño. Su estado
de preservación era muy bueno; en el
caso de la mujer, su cráneo todavía con-
servaba su cabello oscuro y trenzado, y
se apoyaba sobre lo que parecían ser los
restos de un gran charco de sangre. Yadin
confesaba que, a pesar de que su dilata-
da experiencia militar le había familia-
rizado con la muerte, aquel hallazgo le
provocó una profunda impresión.
Más allá de cuestiones emotivas, el des-
cubrimiento de estas víctimas debía ser-
vir para zanjar la polémica: Josefo tenía
razón. No obstante, en 1998, el arqueó-
logo israelí Joe Zias procedió al reestu-
dio de aquel material y llegó a unas con-
clusiones diametralmente opuestas a las
de Yadin. De acuerdo con Zias, aquellos
restos humanos no pertenecían a tres
individuos de una misma familia, sino
a un número indeterminado de personas.
Además, la zona donde fueron hallados
no era el lugar donde se habría produ-
cido su supuesto suicidio, sino que ha-
brían sido trasladados hasta allí como
carroña por un grupo de hienas.
Otro hallazgo que se puso en relación con
el suicidio colectivo fue el de una serie
de ostraca (fragmentos cerámicos con
inscripciones) en otra zona del palacio
norte. Allí Yadin identificó un grupo de
doce ostraca que contenían nombres he-
breos, incluido el de Ben Yair, el líder si-
cario de Masada. En su opinión, todos
los ostraca habían sido escritos por una
misma persona, y podía tratarse de los
fragmentos que se habían utilizado para
sortear quiénes debían ser los últimos
defensores de Masada en morir. También
en este caso se alzaron voces críticas con
la interpretación propuesta por Yadin. El
epigrafista israelí Joseph Naveh planteó
sus objeciones al advertir, por ejemplo,
50 • HISTORIA Y VIDA
Abajo, el arqueólogo israelí
Joe Zias, que contradijo la
versión de Yigael Yadin.
que se habían hallado doce ostraca, mien-
tras que, según Josefo, fueron solo diez
los últimos hombres en morir en Masada.
Asimismo, notó que aquellos ostraca se
parecían mucho a otras etiquetas halladas
en el yacimiento y que se usaban con fines
meramente administrativos.
La sombra de la sospecha
Un último descubrimiento vinculado al
suicidio colectivo fue el de unos veinti-
cinco esqueletos humanos, localizados
en una cueva situada en la ladera sures-
te de la montaña. Yadin y su equipo los
interpretaron como los cuerpos de los
últimos defensores de la fortaleza, que
habrían sido depositados en la cueva por
los soldados romanos tras la toma del
lugar. Aquellos restos fueron reunidos y
enterrados en Masada, cerca de la rampa
de asedio romana, en una ceremonia
castrense oficiada por un rabino del ejér-
cito israelí y a la que acudieron, entre
A la dcha., el yacimiento de
Masada, Patrimonio Mundial
de la Unesco desde 2001.
otros, el propio Yadin y Menahem Begin,
futuro primer ministro de Israel.
De nuevo, Joe Zias reestudió el hallazgo
y creyó errónea la interpretación oficial.
Según este arqueólogo, únicamente se
localizaron los restos de cinco cuerpos,
que, además, aparecieron asociados con
huesos de cerdo, un animal impuro en la
tradición judía, lo que descartaba que
pudiese tratarse de cuerpos pertenecien-
tes a individuos judíos. Su conclusión era
demoledora. Se había celebrado un fu-
neral militar en honor de unos restos que
posiblemente pertenecieron a soldados La arqueolo-
romanos muertos durante el asedio, o
bien a monjes bizantinos instalados siglos
gía no puede
más tarde en aquella montaña.
Llegados a este punto, no nos queda más
determinar si
remedio que aceptar que la arqueología la historia de
tampoco permite determinar si la histo-
ria del suicidio colectivo en Masada es Flavio Josefo
cierta o no. Una de las últimas arqueólo-
gas que ha estudiado el tema, la profeso-
es cierta o no

ra Jodi Magness, de la Universidad de
Carolina del Norte, en Chapel Hill, es
categórica: la arqueología simplemente
no dispone de la capacidad para decidir
si la historia de Josefo es verdadera o fal-
sa. En su opinión, si realmente los sicarios
decidieron suicidarse, lo más lógico es
que la guarnición romana que después
se instaló allí hubiese quemado sus cuer-
pos, o bien los hubiese enterrado en algún
lugar no localizado. Por el contrario, si
Josefo se inventó la historia, y en realidad
Masada fue defendida hasta el final por
las armas, lo esperable es que los romanos
de nuevo se hubiesen deshecho de los
cuerpos de los defensores caídos, por lo
que los arqueólogos tampoco hubiesen
podido encontrarlos. Por tanto, según
Magness, le estamos pidiendo a la arqueo-
logía que resuelva un enigma para el que
no tiene, ni puede tener, respuesta. La
cuestión, pues, sigue abierta. ɿ
HISTORIA Y VIDA • 51
MASADA, UN MITO POR ACLARAR
Para saber más...
ENSAYO
CHAPMAN, HONORA H. Y RODGERS, ZU-
LEIKA (EDS.). A Companion to Josephus.
Malden: Blackwell, 2016. En inglés.
MAGNESS, JODI. Masada. From Jewish
Revolt to Modern Myth. Princeton: Prince-
ton University Press, 2019. En inglés.
YADIN, YIGAEL. Masada. La fortaleza de
Herodes y el último bastión de los zelo-
tes. Barcelona: Destino, 1969.
52 • HISTORIA Y VIDA

BILL BRANDT
EL
FOTÓGRAFO
“TOTAL”
El gran maestro de la fotografía
británica fue, en realidad, un alemán
que reinventó su vida y su obra en
Londres. Abordaría todos los géneros
y registros, del fotoperiodismo dotado
de aguda observación social a los
desnudos de inspiración surrealista,
pasando por los paisajes y retratos
de conmovedora e inusual belleza.
ENRIC ROS
HISTORIADOR DEL CINE Y PERIODISTA
 HISTORIA Y VIDA • 53

LA OBRA DE BILL BRANDT

54 • HISTORIA Y VIDA

C
omo explica su biógrafo Paul
Delany, Bill Brandt amaba
los secretos. “La faz que pre-
sentaba al mundo era la de
un gentleman de origen in-
glés, alguien a quien le gustaba la foto-
grafía y que podía mezclarse fácilmente
con los asistentes a las carreras de Ascot.
Detrás de esta fachada –que él defendía
con descaradas mentiras, si era preciso–
se escondía un yo interior, amurallado
tras una profunda reticencia a dar expli-
caciones sobre sí mismo”. Al contrario
de los emigrantes que, con el tiempo, tra-
tan de reencontrarse con sus orígenes,
Brandt hizo lo posible por borrarlos y
presentarse ante la sociedad como un
hombre nuevo, completamente hecho a
sí mismo, que poco o nada tenía que ver
con aquel que debió de ser en su juventud.
La disolución de la propia identidad, has-
ta convertirse en un británico aparente-
mente cualquiera, capaz de no llamar la
atención en una calle londinense, era un
recurso idóneo para alguien que convir-
tió en obra de arte la permanente obser-
vación de nuestro mundo.
Pero ¿quién fue en realidad Bill Brandt?
Para tratar de averiguarlo, Delany acudió
a entrevistar a su viuda, Noya Brandt, y
a los amigos que le habían sobrevivido.
Poco a poco, empezó a tomar cuerpo la
figura de un joven de clase media-alta,
nacido en 1904 en Hamburgo (Alemania) El nacimiento de una vocación
con el nombre de Hermann Wilhelm A partir de 1927, encontramos a Brandt Brandt
Brandt; un hijo de padre británico y ma-
dre alemana, de aspecto espigado y áni-
en Viena, en un viaje de “autodescubri-
miento”, donde se somete a un innovador
consideró la
mo sensible, que parecía extraído de una
novela de Thomas Mann. Después de la
tratamiento de psicoanálisis para luchar
contra la tuberculosis y se convierte en
posibilidad
Primera Guerra Mundial, Brandt contra- protegido de Eugenie Schwarzwald. Ella de convertirse
jo tuberculosis, lo que le llevó a pasar fue una filántropa y pedagoga, creadora
buena parte de su juventud en un sana- de escuelas para niñas con métodos pe- en arquitecto
torio en Davos (Suiza). En este período dagógicos novedosos que promovían la
de inactividad forzosa, se dedicó a ver igualdad entre géneros, y organizadora los judíos vieneses, como la propietaria
películas mudas de las vanguardias eu- de un salón literario que frecuentaron de la pensión en la que se alojaba, Me-
ropeas, aprender pintura y empezar a intelectuales y artistas como Elias Cane- litta Kramer, su psicoanalista, Wilhelm
jugar con su primera cámara fotográfica. tti, Robert Musil, Oskar Kokoschka o Ar- Stekel, su maestra de fotografía, Grete
Enseguida le llamó la atención el estudio nold Schönberg. En esta etapa, Brandt Kolliner, su mentora, la citada Schwarz-
de la composición, la atmósfera y la ilu- también considera la posibilidad de con- wald, o su novia de aquel entonces,
minación, elementos que serían claves vertirse en arquitecto. De esta segunda Lyena Barjansky. La posterior decisión
en su concepción del arte fotográfico. pasión, finalmente descartada, quedarán del criminal de guerra nazi Adolf Eich-
También es la época de los descubrimien- los más de trescientos negativos de edi- mann de confiscar los bienes de la co-
tos literarios, de autores como Fiódor ficios que acumuló a lo largo de su vida. munidad judía en Austria, deportar a
Dostoievski, Gustave Flaubert, Franz Todas las personas que fueron impor- sus miembros o llevarlos a campos de
Kafka, Guy de Maupassant, Charles tantes en la existencia de Brandt en concentración pudo ser el motivo para
Dickens o Ernest Hemingway. aquella época pertenecieron a los círcu- que Brandt prefiriera renunciar a sus
 HISTORIA Y VIDA • 55

LA OBRA DE BILL BRANDT

A la izqda., Tarde
en Kew Gardens,
fechada en 1932.

A la dcha., Joven
del East End
bailando The
Lambeth Walk
(marzo de 1939).

En la pág. anterior,
Rampa en Halifax,
tomada en 1937.
Todas las imágenes de
este artículo: colección
privada, cortesía del Bill
Brandt Archive y de la
Edwynn Houk Gallery
de Nueva York.
© Bill Brandt /
Bill Brandt Archive, Ltd.

raíces alemanas y acabar convirtiéndo-
se en un caballero británico.
En el estudio de Kolliner permaneció du-
rante tres años, perfeccionando los as-
pectos técnicos en la obtención de imá-
genes y el revelado en el cuarto oscuro
(Brandt siempre concedió una extrema
importancia a la composición, lo que lo
acercaba más al concepto de fotógrafo
de estudio que al fotoperiodista al uso).
En casa de Schwarzwald conoció al poe-
ta norteamericano de la “Generación
Perdida” Ezra Pound, al que tuvo la opor-
tunidad de retratar. Aunque el resultado
no terminó de convencerle, con esta fo-
tografía, Brandt consiguió captar cierto
aire de “malditismo” en Pound que ya
permitía intuir su capacidad de mirar,
con la cámara, más allá de las apariencias.
De su etapa con Kolliner también se con-
servan retratos del compositor estadou-
nidense George Antheil y de Schönberg.
Además, Viena también unió a Brandt a
dos mujeres, la ya mencionada Lyena
Barjansky, alumna de la escuela de
Schwarzwald, y Eva Boros, aprendiz del
estudio de Kolliner. Tal como explica la
periodista y escritora Sarah Hermanson,
“estas dos jóvenes mujeres se convirtie-
ron en una compañía constante, viajan-
do y viviendo con él a través de la Euro-
pa continental”. Los términos en los que
se relacionó este trío sentimental son uno
de esos misterios habituales en Brandt.
Para fantasear, quedan apenas los álbu-
mes de recuerdos de ambas mujeres que
Delany menciona en su biografía.
Brandt llegó a París en 1930, cuando el
fotoperiodismo se encontraba en su apo-
56 • HISTORIA Y VIDA

geo. Allí entró en contacto con uno de

los fotógrafos de mayor éxito, el húnga-
ro André Kertész, lo que probablemente
le sirvió de ayuda para empezar a cola-
borar con algunas publicaciones. Brandt
se fijó en el vigor del trabajo de Kertész,
que destacaba con las imágenes calleje-
ras tomadas con su Leica, y que él trató
de adaptar a su estilo en su labor con una
cámara Rolleiflex. Lo cierto es que Bill
no consiguió llamar en exceso la atención
de los editores de la ciudad, como sí hi-
cieron Kertész o Man Ray.

El entreacto parisino
Dispuesto a marcar distancias con los
tópicos sobre la vida del artista, Brandt
evitó los ambientes más frecuentados
de la bohemia parisina; en lugar de ir a
vivir al solicitado Montparnasse, optó
por la rue des Marronniers, una calle
tranquila con un ambiente que destilaba
respetabilidad burguesa. Los ingresos
familiares le evitaron tener que buscar
trabajos alimenticios y le permitieron
profundizar de modo concienzudo y so-
segado en el arte que había elegido.
El momento más destacado de su etapa
parisina fue el encuentro con Man Ray,
con quien pasó unos tres meses de apren-
dizaje. La historia más veces repetida
cuenta que la recomendación de Pound
fue crucial para que Man Ray admitiera
a Brandt en su estudio, aunque Delany
sugiere que las verdaderas razones del
artista estadounidense para acoger al
joven pudieron ser más bien otras: por
un lado, la impresión positiva que le cau-
só el conocimiento de Brandt de las téc-
nicas del cuarto oscuro, y también la dis- El joven pasó cabo, como una amalgama de influencias:
del cine expresionista, que empezó a ver
posición de este a pagar por incrementar
sus conocimientos fotográficos.
tres meses de en Davos, del psicoanálisis y la noción
freudiana de lo unheimlich (“lo inquie-
Más tarde, Brandt diría que, en realidad,
no aprendió casi nada junto a Man Ray.
aprendizaje tante” o “lo extraño”), que impregnará
toda su obra, de la imaginería visual del
En 1970, cuando se reencontró con su con Man Ray Surrealismo, que descubrió en París, y
maestro en París para hacerle un retrato, del fotoperiodismo, que revolucionó las
este último le preguntó si le habían ser- la estancia en París contribuyó a que el publicaciones de Alemania o Francia.
vido de algo esos meses que compartie- fotógrafo en ciernes entrara en contacto
ron. Brandt le respondió que, como siem- con la visión heterodoxa del Surrealismo El mundo según un flâneur
pre solía estar fuera del estudio, no pudo y, en general, del arte moderno de esos En 1933, el poco éxito obtenido en las
aprender demasiado de él, pero “lo que años, lo que terminaría influyendo en revistas y diarios parisinos le animó a
hice fue revisar todos los dibujos y ar- su carrera posterior, en especial a la ho- mudarse para probar suerte en Inglate-
chivos que no me hubiera atrevido a to- ra de abordar los desnudos. rra, donde la escena fotográfica aún no
car si hubieras estado en el estudio. Así Estas etapas de formación de los años había despegado. También allí cristalizó
que aprendí mucho cuando no estabas veinte y treinta dejaron un indudable po- la decisión de convertirse definitivamen-
allí”. En cualquier caso, parece claro que so en Brandt. Su estilo se forjó, al fin y al te en otro; una voluntad que le acompa-

A la izquierda,
Estación de metro
de Elephant and
Castle (1940).
A la derecha,
Francis Bacon en
Primrose Hill
(Londres, 1963).
ñaba desde la infancia. Su hermano Rolf
diría más tarde que Bill siempre quiso
ser inglés, y que su sueño era pertenecer
a “la isla de los cuentos de hadas” que
leyó durante la infancia. Así, una vez en
Londres, adoptó el nombre de Bill y cul-
tivó la apariencia de un caballero de cla-
se media-alta de Gran Bretaña.
En su nueva ciudad ejerce de flâneur,
siempre dispuesto a inmortalizar escenas
cotidianas que llaman su atención, al
modo de su admirado Eugène Atget. Se-
gún cuenta la escritora y periodista Kris
Sommerville, Brandt observó Londres
“con la agudeza de un forastero”. El re-
sultado de esta visión fueron dos libros
capitales en su trayectoria, que se con-
vertirían en referencias fundamentales
del reportaje social y el documentalismo
británico: The English at Home (1936) y
A Night in London (1938). Estos dos pers-
picaces “tratados de costumbres” conse-
guían atrapar el aura de la cotidianidad
de la vida inglesa de los años treinta, ob-
servando a una retahíla de personajes
comunes provenientes de diversas clases
sociales. El segundo título es también
una suerte de réplica de Paris de nuit, de
un fotógrafo admirado, Brassaï, y su par-
ticular aportación a lo que algunos his-
toriadores han denominado “la sinfonía
de las grandes ciudades”. Al mismo tiem-
po, Brandt empezó a colaborar con re-
vistas como Lilliput, Picture Post y, un
poco más adelante, Harper’s Bazaar,
afianzando su carrera.
HISTORIA Y VIDA • 57
LA OBRA DE BILL BRANDT
Pronto empezó a destacar por su versa-
tilidad. Revolucionó el ámbito del retra-
to, creando imágenes penetrantes que,
en lugar de estilizar al sujeto fotogra-
fiado, conseguían convocar la comple-
jidad de su mundo interior. Como indica
Delany, los retratos de Brandt se distin-
guen de otros más funcionales por di-
versas razones. En primer lugar, incor-
poran el paisaje o el hábitat natural del
retratado como un elemento significa-
tivo (como ocurre con el retrato de Fran-
cis Bacon en mitad de un camino, don-
de una penumbrosa farola algo torcida
parece adecuarse a la perfección a la
enigmática sensibilidad del pintor).
Brandt siempre creyó que el hogar de las
personas desprendía una suerte de aura
58 • HISTORIA Y VIDA

El fotógrafo en el KBr
El legado de Brandt,
en una exposición
Hasta el 24 de enero de 2021,
el nuevo Centro de fotografía KBr de
la Fundación MAPFRE de Barcelona
ofrece una oportunidad única de en-
contrarse cara a cara con la obra de
Brandt. La muestra –la primera re-
trospectiva que se realiza en Espa-
ña– reúne ciento ochenta y seis fo-
tografías positivadas por el propio
artista, así como sus escritos, algu-
nas de sus cámaras, publicaciones
de la época y documentación.

El recorrido permite apreciar

los diferentes aspectos de su obra,
en los que la identidad y el concepto
de “lo siniestro” se convierten en pro-
tagonistas. Como señala Ramón Es-
parza, comisario de la muestra, sus
fotografías pueden verse en relación
con lo unheimlich, término utilizado
por primera vez por Sigmund Freud
en 1919. Lo unheimlich, que puede
traducirse por “lo siniestro” o “aque-
llo que produce inquietud”, en pala-
bras de Eugenio Trías, “constituye
condición y límite de lo bello”, y atra-
viesa buena parte de su obra. Es es-
pecialmente patente en la visión de
Londres durante la guerra, en los re-
tratos o en los desnudos que alteran
las dimensiones del espacio.
espiritual que resultaba fundamental
para comprenderlas del todo. A menudo,
la angulación o la composición de sus
retratos eluden el academicismo, acer-
cándose a la visión heteróclita del Surrea-
lismo (algo que se hace manifiesto, por
ejemplo, en el autorretrato a través de un
espejo que lleva el proustiano título de
A la recherche du temps perdu).
Por último, sus imágenes desprenden
siempre una extraña melancolía, como
si la fotografía hubiera traspasado el áni-
ma del retratado (algo que podemos ver
en el retrato de Dylan Thomas, o incluso
en el de un comedido Peter Sellers que
parece salido de un cuadro de René Ma-
gritte). Pocas sonrisas hay en los rostros
que más interesan a Brandt, para el que
el retrato es una especie de “oráculo que
uno interroga”. En sus propias palabras,
“la meta del artista debe ser encontrar
una semejanza profunda [...] que sugie-
ra algo del futuro del sujeto. El fotógrafo
tiene que esperar hasta que en la expre-
sión del retratado ocurra algo interme-
dio entre el sueño y la acción”.
En 1940 ofrecerá una de las visiones más
elocuentes de la fragilidad humana du-
rante la guerra, en magistrales imágenes
elaboradas al servicio del Ministerio de
Información británico, como la serie de-
dicada a mostrar a personas durmiendo
en las estaciones de metro de Londres o
la contemplación espectral de una ciudad
vacía, desprotegida ante los bombardeos.
Poco a poco, Brandt empezará a desple-
gar un amplio abanico de registros, re-
velándose capaz de acercarse a todos los
temas y motivos, del paisaje al rostro
humano, pasando por el reportaje social
o la construcción pictórica de la imagen.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el le-
gado del Surrealismo se evidencia sobre
todo en su serie dedicada a los desnudos.
Son fotografías en las que juega a placer
Sus imágenes
desprenden
una extraña
melancolía
con las angulaciones y las distorsiones
de la perspectiva, para extraer una be-
lleza alucinada de un cuerpo humano
con frecuencia segmentado. Para ello,
se sirve de una vieja cámara de placas,
que dota a los lugares de una cualidad
onírica, confiriendo profundidad y es-
pacialidad. Brandt observa una oreja en
primer plano con un paisaje al fondo,
las plantas de unos pies que parecen
abalanzarse sobre el espectador o unas
piernas femeninas que se alargan hasta
el infinito, en una colección de fotogra-
fías que recuerdan las “geometriza-
ciones” enigmáticas de Man Ray o Flo-
rence Henri. También indagará en la
contemplación de diversos paisajes abis-
mados, con una similar voluntad de huir
 HISTORIA Y VIDA • 59

LA OBRA DE BILL BRANDT

de cualquier convencionalismo, como

refleja su espléndido trabajo Literary
Britain, publicado en 1951. Su obsesión
será captar la atmósfera de unos espa-
cios naturales que conectan con un ca-
non estético arraigado en una amplia
tradición cultural y literaria.

Sus útimos años

Con la llegada de los años sesenta, la pro-
Junto a estas líneas, yección en los medios de Brandt decae
Desnudo (Londres, 1952). injustamente. En esta etapa, como apun-
ta Delany, se impone una fotografía de
Abajo, Desnudo (Baie des revista de moda y estética de suplemen-
Anges, Francia, 1959).
to dominical que no encaja en absoluto
En la pág. opuesta, Top con sus intereses. Las glamurizadas imá-
Withens (West Riding, genes de la era del swinging London son
Yorkshire, 1945). prácticamente opuestas a las historias
verité que “cuentan” las fotografías de
Brandt. Pero el creador sigue trabajando,
ajeno a las estéticas coyunturales, sin
caer en el conformismo. A menudo se
muestra crítico con su trabajo, en especial
cuando las imágenes le parecen dema-
siado estáticas o excesivamente artísticas.
En 1961 publica el bellísimo libro Pers-
pective of Nudes, y en 1966 recopila bue-
na parte de su trabajo en Shadow of Light.
Su última publicación editorial, titulada
escuetamente Portraits, aparece en 1981.
Coincide con la exposición de su obra
en la National Portrait Gallery. Es una
época de reconocimientos, en la que
también expone en el Museo de Israel o
en el Centro Pompidou. Brandt fallece
en 1983, dejando una obra compuesta
por más de cinco mil fotografías. ɿ

Para saber más...

ENSAYO
DELANY, PAUL. Bill Brandt. A life. Stan-
ford, California: Stanford University Press,
2004. En inglés.
HERMANSON MEISTER, SARAH. Bill Bran-
dt. Shadow & Light. Nueva York: MOMA,
2013. En inglés.
JAY, BILL Y WARBURTON, NIGEL. The Pho-
tography of Bill Brandt. Londres: Thames
& Hudson, 1999. En inglés.
NEWHALL, BEAUMONT. Historia de la fo-
tografía. Barcelona: Gustavo Gili, 2002.
INTERNET
Bill Brandt Archive. En inglés.
www.billbrandt.com
Centro de fotografía KBr en Barcelona.
kbr.fundacionmapfre.org
60 • HISTORIA Y VIDA
 HISTORIA Y VIDA • 61

FELIPE II Y JUAN DE AUSTRIA

HERMANOS
EL
RECELO
SIN FIN
La relación personal entre Felipe II
y Juan de Austria siempre se vio
HQVRPEUHFLGDSRUODGHVFRQÀDQ]D
del primero hacia su hermanastro.
GEOFFREY PARKER
PROFESOR DE HISTORIA EUROPEA EN LA OHIO STATE UNIVERSITY

E
l 24 de febrero de 1547, Bár-
bara Blomberg, una sirvienta
adolescente de exactamente
la misma edad que Felipe, dio
a luz a un hijo en Ratisbona
(Alemania). El padre, el emperador Car-
los V, ya la había abandonado, y al poco
tiempo separó al niño de su madre, en-
viándolo primero a Bruselas y, más ade-
lante, a España. Bárbara no volvería a ver
a su hijo en los siguientes treinta años.
La identidad del niño permaneció como
un secreto bien guardado. En 1554, en
Bruselas, Carlos firmó su testamento an-
te siete testigos (entre ellos, el príncipe
Guillermo de Orange). Una de las cláu-
sulas concernía a su hija ilegítima, Mar-
garita de Austria, duquesa de Parma,
nacida en 1523 y fruto de una relación
con otra sirvienta adolescente. Pero el
testamento no mencionaba al niño. Aho-
ra bien, una vez que los testigos se hu-
bieron ido, Carlos firmó “de su mano y
nombre, como rey”, un codicilo secreto,
que comenzaba de este modo: “Demás
de lo contenido en este mi testamento,
62 • HISTORIA Y VIDA
digo y declaro que por quanto estando
yo en Alemaña después que embiudé,
huve un hijo natural de una mujer solte-
ra, el qual se llama Gerónimo...”.
El emperador colocó entonces el codicilo
en un sobre sellado con la inscripción “No
ha de abrir esta mi cédula otro que el
príncipe, mi hijo, y en defeto del, mi nie-
to don Carlos”. Aun así, el documento no
revelaba el lugar en que se encontraba su
“hijo natural”, sino que daba los nombres
de dos de los sirvientes personales del
emperador que conocían el secreto. Cuan-
do Carlos dejó los Países Bajos para ir a
España, en 1556, entregó el sobre sellado
a Felipe II, con la orden de no abrirlo has-
ta la muerte del emperador.
Por aquel entonces, Jerónimo estaba en
Castilla, viviendo en el palacio de Luis
Quijada, compañero de armas del em-
perador, en Villagarcía (Valladolid).
Tras haberse trasladado a su especial
aposento en el convento de los Jeróni-
mos, en Yuste, Carlos ordenó a Quijada
que le llevara al chico para verlo. Lo
hizo como mínimo en dos ocasiones,
pese a lo cual se negó a reconocer a Je-
rónimo como hijo suyo. No obstante,
cuando se encontraba en su lecho de
muerte, el emperador se acordó de Bár-
bara, ordenó a Quijada que retirara de
sus fondos “seiscientos escudos en oro”
–un regalo considerable– y que se los
entregara. Fue su último acto: Carlos
falleció a primera hora del día siguien-
te, 21 de septiembre de 1558.
De Jerónimo a don Juan
Así, Felipe descubrió que tenía un her-
mano solo después de la muerte de su
padre, cuando el nuevo rey estaba aún
en los Países Bajos. Los dos se encontraron
por primera vez en el monasterio de La
Santa Espina (Valladolid) en septiembre
de 1559, una semana después de que Fe-
 HISTORIA Y VIDA • 63

FELIPE II Y JUAN DE AUSTRIA

La obra De puño y letra

Presentación La carta es inusual en varios aspectos.
de don Juan Formó parte del archivo personal de don
de Austria
al emperador
Juan, la mayor parte del cual se ha per-
Carlos V en dido, en “un tomo en folio, encuadernado
Yuste, obra de en pergamino”, adquirido por Pascual de
Eduardo Rosales Gayangos y Arce antes de 1856, cuando
de 1869, recrea permitió su publicación en la Colección
el momento en de documentos inéditos para la historia de
el que el hijo del España. El “tomo en folio” fue destruido
rey y Bárbara
Blomberg es entre ese momento y 1899, cuando la Bi-
conducido por blioteca Nacional de España compró la
SULPHUDYH]DQWH mayor parte de los libros y manuscritos
la presencia de Gayangos, puesto que la carta (al igual
de su padre. que otras parecidas) está suelta.
Una segunda característica inusual de
En la pág.
la carta es que carece de saludo: el rey,
anterior, retrato
de don Juan de normalmente muy meticuloso en este
Austria, por tema, iniciaba sus cartas a don Juan con
Claudio Coello, la palabra “Hermano”. El abrupto comien-
en el monasterio zo –“Nunca pensé que me pudiera pesar
GHODV'HVFDO]DV con carta vuestra como me ha pesado
Reales con esta del 25 del pasado”– refleja, in-
de Madrid.
dudablemente, el dolor del rey por la
pérdida de Quijada y, aún más, su alarma
ante lo que pudiera hacer don Juan a
continuación. La extensa carta que sigue

lipe hubiera regresado a España. Al cabo
de unos días, el rey acogió a su hermano
en su corte, cambió su nombre de Jeró-
nimo por el de “don Juan” y le permitió
usar el nombre de la dinastía: “de Austria”.
Pese a todo, Felipe nunca se fio comple-
tamente de su hermano. Cuando nombró
a don Juan capitán general de su flota
del Mediterráneo, en 1568, Felipe redac-
tó una Instrucción secreta “de lo que se
me ha ofrecido acordaros, confiando que
lo haréis mejor que aquí lo digo. Lo qual
servirá para vos solo, y por esto he escri-
to esto de mi mano”, aunque un borrador
del documento muestra que lo preparó
un secretario y que el rey, simplemente,
hizo algunas correcciones y después lo
copió de su puño y letra.
Al año siguiente, el rey nombró a don
Juan comandante de todas las fuerzas
encargadas de acabar con la rebelión de
las Alpujarras. Pero también envió a Qui-
jada para que mantuviera a su hermano
bajo constante vigilancia. En febrero de
1570, Quijada fue mortalmente herido
en combate. El rey quedó consternado
con la noticia, e inmediatamente se sen-
tó a escribir una carta manuscrita de
cinco páginas en la que indicaba a su
hermano lo que debía hacer.
Felipe descu-
brió que tenía
un hermano
solo después
de la muerte
de su padre
es una obra maestra de retórica pasi-
va-agresiva, en que se alternan los con-
sejos y las amenazas. Es, por tanto, una
muy personal lección de Felipe II.
La lección empezaba recordando a su
hermano que “todo gira en torno a mí”:
“Os buelbo a decir que myréis lo que
me importa vuestra persona, siendo my
hermano, para que no la pongáis en los
lugares que hasta aquí sé que la avéis
puesto, pues qualquiera desgracia que
os sucediese seria de tan gran inconve-
niente para my servicio y bien de mys
negocios y de la autoridad y reputación,
tanto mya como vuestra”.
64 • HISTORIA Y VIDA

Junto a estas
líneas, Felipe II
en un retrato
de la pintora
italiana
Sofonisba
Anguissola del
año 1565.

A su dcha., la
batalla de
Lepanto, donde
el joven Juan
de Austria se
ganó la fama
entre sus
coetáneos.

Continuaba: “Como ya creo que os [he]
escrito, el ánimo de los generales ha de
ser muy diferente del que han de tener
los soldados, porque [e]l de los unos se
ha de mostrar governando y mandando
y el de los otros executando. Y así con-
forme a lo que yo os escribí últimamen-
te y os he escrito otras vezes, es menester
que tengáis quenta con estas cosas y las
hagáis al pie de la letra, pues os lo digo
como quien os quiere como es razón, y
desea que acertéis en todo como hijo de
nuestro padre”. Fue una de las pocas oca-
siones en que Felipe usó la memoria de
su padre como medio para hacer que don
Juan le obedeciera, pero, por si acaso,
añadía la amenaza: “Y por esto os ad-
vierto dello tan particularmente y toma-
ría muy mal que no lo hiziésedes así
aviéndoos yo dicho lo que va en ello”.
El rey seguía explicándole su teoría del
mando. “Para ser buen general avéis de
tener gran cuenta con todas estas cosas
y otras muchas menudencias, que aunque
parezca que son de poco momento son
de mucha importancia”. Los ministros
reales solían criticar la adicción de Felipe
a las “menudencias”, alegando que dis-
traían su atención de asuntos de mayor
importancia, pero este texto revela que
el rey consideraba que “tener cuenta” de
las “menudencias” era una parte crucial
de una toma de decisiones sensata.
El rey terminaba con religión: “Lo más
principal dexo para la postre, que es lo
que os he también escrito otras vezes, que
es que procuréis que no sea ay ofendido
Nuestro Señor desos soldados, que en
Granada creo que lo ha sido mucho en
todas las más maneras que puede ser; y
a esto añado agora que procuréis que se
confiesen en esta quaresma como somos
obligados a hazerlo todos los cristianos.
Y pues vos lo hazéis siempre, desto tam-
bién y tan a menudo procurad que agora
se haga por todos. Y si no ubiere ay reca-
El rey creyó
que don Juan
iba a volver
a España para
hacerse con
el gobierno
do de clérigos y frayles para ello, podréis-
le hazer llevar de Guadix y otras partes
el que se pudiere. Que con estas cosas, y
el cuydado que vos tendréis de executar-
las, yo espero en Dios que todo sucederá
bien de aquí adelante. Él os guarde como
deseo. De Córdoba a tres de marzo 1570,
vuestro buen hermano, Yo el Rey”.
Esta notable combinación de afecto y
exasperación sirvió de poco. A pesar de
que don Juan seguía siendo un piadoso

hijo de la Iglesia, que invocaba frecuen-
temente a Dios en sus asuntos (“tengo
necesidad de que Dios me inspire para
acertar”), también desafió a su hermano
en varias cuestiones. Continuó condu-
ciendo a sus tropas de un frente a otro,
tal como había hecho Carlos V, tanto en
el mar (en particular, en Lepanto) como
en tierra (especialmente en la batalla de
Gembloux, otra aplastante victoria, ra-
ra vez celebrada en España); volvió a la
corte pese a tener expresamente prohi-
bido hacerlo; y, tanto en el Mediterráneo
como en los Países Bajos, puso en marcha
operaciones contra los enemigos de Fe-
lipe aun cuando tenía órdenes expresas
del rey de mantener la paz.
Quizá esa rebeldía fuera inevitable, dada
la extraordinaria trayectoria de don Juan.
Hasta 1559, cuando tenía doce años, so-
lo cuatro o cinco personas conocían su
identidad, y durante la siguiente década
su prestigio se limitó a España. Pero su
triunfo en Lepanto, a los veinticuatro años
de edad, lo convirtió en una “superestre-
lla” y también en un foco de intrigas en
la corte. A principios de 1578, Felipe es-
taba convencido de que su hermano pre-
tendía volver de los Países Bajos a España
para hacerse con el gobierno. Ya había
decidido reclamar y deshonrar a don Juan
cuando llegó la noticia de que este había
muerto de tifus el 1 de octubre de 1578,
sitiado por tropas enemigas en un cam-
pamento fortificado en Bouge (Bélgica).
Un viaje para un adiós
Solo la muerte permitía a Felipe recon-
ciliarse con don Juan y transformarle en
el hermano que deseaba. En 1579 aprobó
una complicada operación para trasladar
sus restos desde los Países Bajos hasta
España. Primero se limpió y embalsamó
el cuerpo, y luego se lo cortó por el “fun-
damento de la espina” y por las rodillas
para que se pudieran disponer las tres
HISTORIA Y VIDA • 65
FELIPE II Y JUAN DE AUSTRIA
partes en un solo baúl. A continuación,
un pequeño grupo de criados del falleci-
do príncipe transportó el baúl en secreto
por tierra a través de París hasta Nantes;
por mar desde allí hasta Santander; y
después por Burgos hasta el monasterio
de Párraces, cerca de Segovia. Desde allí,
Felipe mandó que, “dando a entender que
venís a Madrid”, el convoy llegara, aún
en secreto, a San Lorenzo, donde se uni-
rían las tres partes del cuerpo desmem-
brado y le pondrían sus vestidos de lujo,
su espada y su insignia del toisón de oro,
para que Felipe pudiera despedirse for-
malmente de su único hermano. Después
mandó enterrarle en El Escorial, cerca
de su padre. Sin embargo, las instruccio-
nes a los frailes de San Lorenzo que Fe-
lipe dictó unos días antes de su muerte,
especificando minuciosamente las misas
requeridas para las almas de los fallecidos
miembros de su familia, omitían por com-
pleto a don Juan de Austria.
66 • HISTORIA Y VIDA

Despilfarro y pobreza A la izqda.,

Una de las pocas cosas en las que ambos
hermanos estuvieron de acuerdo fue en
la necesidad de retirar a Bárbara Blom-
berg de la vida pública. Felipe había tra-
tado de hacerla entrar en un convento
en Bruselas cuando murió su esposo,
pero no lo logró, y ella viajó a Luxem-
burgo en 1577 para dar la bienvenida a
su brillante hijo. Ignoraba que este y Fe-
lipe habían organizado un elaborado
engaño. Don Juan persuadió a Bárbara
de que Margarita de Austria, su herma-
nastra, la acogería en L’Aquila, cerca de
Nápoles, y ella viajó por el Camino de
los Españoles hasta Génova, donde una
galera la esperaba... ¡para llevarla a Es-
paña, no a Nápoles! Felipe la trasladó a
un convento dominico cerca de Valla-
dolid, pero, ante sus vehementes pro-
testas, en el sentido de que no tenía vo-
cación para ser monja, le concedió una
pensión anual de tres mil ducados y la
instaló en el “palacio de Madama”, en
Ambrosero (Cantabria), un edificio que,
por desgracia, fue demolido en 2007
para dar paso a una urbanización.
Pronto se quedó sin dinero y, en 1595,
“Madama de Blombergh, madre del Se-
reníssimo don Juan de Austria”, suplicó
al rey “que con breuedad se paguen las
deudas del dicho don Juan” y, luego, “la
hacienda que sobrare, cumplido lo su-
sodicho, mande dar como a madre y
heredera de sus bienes”.
Bárbara suplicó en vano: cuando falleció,
en 1597, sus posesiones no alcanzaban
ni para cubrir los costes de su funeral, y
fue sepultada en el cercano convento de
San Sebastián de Montehano. Allí per-
maneció durante casi cuatro siglos, has-
ta que unas excavaciones descubrieron
su esqueleto. Ello permitió saber que
medía entre 1,46 y 1,56 metros de altu-
ra y que sus huesos estaban deteriorados,
lo que sugiere que podía sufrir dolores
constantes. Diecinueve años después,
sus restos fueron enterrados de nuevo,
con una adecuada inscripción.
El hecho de que se viera a sí misma como
“heredera de sus bienes”, en referencia
a don Juan, es algo curioso, ya que su
hijo había tenido dos hijas ilegítimas:
Ana, nacida en España en 1568, y Juana,
nacida en Nápoles en 1573. Bárbara sa-
bía ciertamente de la existencia de su
grabado
de Carlos V
y Bárbara
Blomberg.
En la pág.
opuesta,
monasterio de
Santa María
La Real de Las
Huelgas (Burgos),
del que una hija
ilegítima
de Juan de
Austria se
desempeñó
como abadesa.
nieta Ana, porque ha sobrevivido corres-
pondencia entre ellas de 1595, pero Fe- Ambos coin-
lipe hizo todo lo posible por aislarlas de
la vida pública y de los supervivientes cidieron en
de su familia. Cuando la madre de Ana,
María de Mendoza, murió en 1572, Fe-
retirar a Bár-
lipe envió a su sobrina a un convento, y,
aunque durante algún tiempo gozó de
bara Blom-
grandes privilegios, en 1594 le prohibió berg de la
todo contacto con el mundo exterior.
Don Juan no parece haber mostrado nin-
vida pública
gún interés por Ana. Nunca la visitó, y
en 1573 negó explícitamente a Marga- te de Margarita, expresando la esperan-
rita de Austria, su confidente más cerca- za de que la criatura muriera pronto:
na, que tuviera hijos: “Vuestra Alteza –le “Ora, si Dios se la llevase, a todos pienso
recordó– me preguntó si yo tenía algún que nos sería merced, y mayor á mí, que
hijo, y juntamente me mandó que se le no son hijos para hombre como yo”. Cam-
diese. Respondíle que no”. Poco después bió de idea dos años más tarde, tras ha-
informó a Margarita de que Diana Fa- ber visitado a Margarita en L’Aquila,
langola, una noble napolitana, “de las donde vio a su hija por primera vez. Des-
más hermosas [mujeres] que ay en toda de los Países Bajos, rogó a su hermanas-
Italia”, estaba embarazada de él y envió tra que le diera noticias de Juana, afir-
a buscarla para que diera a luz en la cor- mando que sus “travajos me hazen saver

tener amor de padre” y rogándole que
encargara y le enviara un retrato, en par-
te para saber “si en efeto se parece a la
dama”, Diana, su madre. Tras la muerte
de don Juan, Felipe insistió en que Jua-
na abandonara L’Aquila y entrara en un
convento, con la esperanza de que –como
Ana– se convirtiera en monja.
Felipe III, el primo protector
La situación de las hermanas cambió so-
lo cuando su primo, Felipe III, accedió al
trono. Dos meses después de la muerte
de su padre, el rey convirtió en priora de
su convento a “doña Ana de Austria, mi
prima, hija de don Juan de Austria mi tío
que haya gloria”. Más adelante, la visitó,
y pidió y obtuvo “breves de Su Santidad
para que doña Ana de Austria pueda pa-
sar al monasterio de Las Huelgas de Bur-
gos y ser allí abadesa perpetua”, la mayor
dignidad eclesiástica a que una mujer
podía aspirar en España. Permaneció en
el cargo hasta su fallecimiento, en 1629,
escribiendo su autobiografía (aparente-
mente perdida) y enviando consejos al
rey y a sus ministros. Está enterrada en
una capilla construida en su honor junto
a la nave central de Las Huelgas.
Felipe III accedió también a la petición
de su otra “prima”, Juana de Austria,
que deseaba dejar el convento y casarse
con un noble siciliano. Tras la muerte
de este, volvió a Nápoles y, en 1628, fun-
dó una iglesia para los jesuitas en el
barrio de Chiaia, “a la que quiso llamar
Santa Maria della Vittoria, en memoria
de la victoria de su padre, don Juan, so-
bre los turcos”. Juana murió en 1630, y
sus restos fueron sepultados en dicha
iglesia, que aún conserva una pintura,
encargada por ella misma, en la que se
muestra a su padre en Lepanto.
A Juana la sobrevivió una hija, Marga-
rita de Austria y Branciforte, que murió
sin descendencia en 1659. Así terminó
HISTORIA Y VIDA • 67
FELIPE II Y JUAN DE AUSTRIA
la línea del que fuera “hijo natural de
una mujer soltera”, engendrado por Car-
los V más de un siglo antes. ɿ
Traducción: Javier Cisa.
Para saber más...
BIOGRAFÍA
FORMICA, MERCEDES. Doña María de
Mendoza. La solución a un enigma amo-
roso. Madrid: Caro Raggio, 1979.
MACKAY, RUTH. The baker who pretended
to be king of Portugal. Chicago: University
of Chicago Press, 2012. En inglés.
PARKER, GEOFFREY. Felipe II. La biogra-
fía definitiva. Barcelona: Planeta, 2010.
CLÁSICO
PORREÑO, BALTASAR. Historia del sere-
níssimo Señor D. Juan de Austria, hijo del
invictíssimo emperador Carlos V, rey de
España, dirigida a la excellentíssima Se-
ñora Doña Ana de Austria. Madrid: A. Ro-
GUtJXH]9LOOD
68 • HISTORIA Y VIDA

ESTADOS UNIDOS

CAMPAÑAS
 HISTORIA Y VIDA • 69

ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

SALVAJES
Este mes se decidirá la reelección
o no de Trump tras una dura
campaña. Pero la actual es otra
más de una larga lista.
CARLOS HERNÁNDEZ-ECHEVARRÍA
PERIODISTA
70 • HISTORIA Y VIDA

A la izqda.,
Theodore
Roosevelt en un
coche durante
la campaña de
1912, a la que se
presentó como
líder del Partido
Progresista.

A la dcha., el
último de los
cuatro debates
entre Nixon y
Kennedy antes
de las urnas del
8 de noviembre
de 1960.

En la pág.
anterior, los
rostros siluetea-
dos de Joe Biden
y Donald Trump.

E
l presidente Donald Trump
y su rival Joe Biden han inter-
cambiado unas cuantas lin-
dezas durante esta campaña:
“tonto”, “perdedor”, “menti-
roso”, “payaso”, “una amenaza para el
país”... Al escuchar estos insultos, uno
puede tener la tentación de pensar que
EE. UU. nunca ha vivido unas elecciones
con tanta tensión, pero eso está muy lejos
de ser cierto. George Washington ganó
las dos primeras presidenciales sin casi
oposición, pero desde entonces las cam-
pañas han sido guerras sin cuartel.
En 1800, los candidatos se acusaron mu-
tuamente de falta de masculinidad, ateís-
mo y traición, y uno de los perdedores
mató en un duelo a pistola al político a
quien culpaba de su derrota. A lo largo
del xix dijeron del futuro presidente Mar-
tin Van Buren que se ponía “corsés como
las mujeres de ciudad”, y a Abraham Lin-
coln lo acusaron de ser un borracho, pe-
ro de forma menos espectacular que al
presidente Rutherford B. Hayes, de quien
se afirmó que había disparado a su ma-
dre después de una juerga.
Los candidatos presidenciales siempre
han preferido dejar los ataques más sal-
vajes en manos de sus lugartenientes
para no mancharse las manos, pero ca-
si todos han sufrido en sus carnes los
excesos de la batalla electoral. Algunos
incluso literalmente... El expresidente
Teddy Roosevelt recibió un disparo en
1912 mientras hacía campaña para re-
cuperar el cargo. Sin alterarse, se abrió
la camisa para mostrarle al público la
herida y siguió pronunciando su discur-
so durante hora y media.
Los insultos, las trampas y los rumores
maliciosos no son una invención moder-
na, aunque es cierto que algunas de las
campañas presidenciales más agresivas
de la historia de EE. UU. se han produci-
do en las últimas seis décadas. La prime-
ra de esas grandes batallas fue la que
enfrentó, en 1960, al vicepresidente Ri-
chard Nixon y a un joven senador demó-
crata de Massachusetts: John F. Kennedy.
Victoria bajo sospecha
Aunque ahora parezca que Kennedy es-
taba poco menos que predestinado a ser
presidente, antes de las elecciones no
estaba nada claro. Nixon llegaba a la
campaña después de dos mandatos como
vicepresidente de Dwight Eisenhower,
un presidente en la cumbre de su popu-
laridad. El republicano venció en las pri-

La religión de
Kennedy jugó
en su contra
en los comi-
cios de 1960
marias de su partido sin despeinarse y
llegó a las generales con el aval de su
experiencia. Kennedy era una opción más
arriesgada. EE. UU. venía de quince años
de bonanza, durante los que la economía
nacional había crecido hasta duplicarse,
y parecía razonable apostar por el con-
tinuismo. Además, en un país acostum-
brado a tener en la presidencia a grandes
estadistas con décadas de carrera polí-
tica, el demócrata sería el presidente más
joven de la historia después de unos po-
cos años en el Senado. Y luego estaba el
gran problema de su religión.
Kennedy era católico, y en 1960, los es-
tadounidenses jamás habían elegido a
un presidente que no fuera protestante.
Solo un católico, el demócrata Al Smith,
se había presentado a la presidencia co-
mo candidato de uno de los dos grandes
partidos. Durante la campaña de 1928
se dijo que impondría su religión como
oficial del Estado y que, como goberna-
dor de Nueva York, había construido un
túnel que unía la ciudad con Roma para
recibir instrucciones directas del papa.
Un conocido predicador advirtió incluso
a sus fieles de que, si votaban a Smith,
votaban contra Jesucristo. Los demócra-
HISTORIA Y VIDA • 71
ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS
tas se hundieron fuera de las ciudades,
y el primer candidato católico no solo
perdió, sino que se quedó a una distan-
cia de dieciocho puntos de su rival.
Treinta y dos años después, Nixon era
bien consciente de que parte de esos pre-
juicios seguían vivos. En público se com-
prometió a no hablar de la fe de su rival,
pero, discretamente, encargó a dos ase-
sores que organizaran la resistencia pro-
testante contra Kennedy. El predicador
evangelista Billy Graham, por ejemplo,
conocido como “el papa de la América
protestante”, movilizó a iglesias de todo
el país para que llamaran a sus feligreses
a votar por Nixon. En una carta le dijo al
candidato que “Dios le daría una sabidu-
ría sobrenatural” para que ganara.
Otros fueron más lejos. Con conocimien-
to de la campaña de Nixon, ciento cin-
72 • HISTORIA Y VIDA
Las “trampas” de la familia Kennedy
La dinastía de origen irlandés ha perpetuado su influencia política gracias a su fortuna
En 1960, Nixon acabó
convencido de que Kennedy
le había robado las elecciones. Es
cierto que el resultado fue muy es-
trecho en los estados de Illinois y
Texas y que, de haber ganado allí,
habría vencido. No obstante, y pese
a los persistentes rumores de que
los demócratas cometieron fraude
en esos dos estados, las investiga-
ciones más serias han sido incapa-
ces de demostrarlo.
cuenta predicadores formaron una or-
ganización llamada “Ciudadanos por la
libertad religiosa”. Denunciaron públi-
camente que era “inconcebible” que “un
presidente católico” no recibiera enor-
mes presiones del Vaticano para “rom-
per la separación entre la Iglesia y el
Estado”. Norman Vincent Peale, uno de
los líderes religiosos más influyentes del
No es extraño que Nixon al-
bergara sospechas, porque los
Kennedy tenían fama de usar electoral-
mente su fortuna. Cuando el futuro pre-
sidente Kennedy se presentó por prime-
ra vez al Congreso, uno de sus rivales se
llamaba Joseph Russo. El patriarca Joe
Kennedy (abajo con su hijo) buscó a otra
persona con el mismo nombre y le pagó
para que se presentara. Así, en la pape-
leta aparecieron dos Joseph Russo y se
dividió el voto del candidato “real”.
país, dijo en una reunión del grupo que,
en las elecciones, “la cultura americana
estaba en juego”, y que con una victoria
de Kennedy “no digo que vaya a desa-
parecer, pero no será lo mismo”.
Kennedy sobrevivió a esos ataques, pe-
ro la de 1960 fue la elección presidencial
más reñida hasta la fecha: el candidato
demócrata venció con una diferencia del
Los Kennedy han sido
siempre una maquinaria elec-
toral implacable. Desde la elección
en 1946 de los dos Joseph Russo,
ningún Kennedy había perdido una
elección en Massachusetts. La ra-
cha se ha roto, finalmente, este
2020. Joseph P. Kennedy III, que
aspiraba a ser senador por el mis-
mo estado que representaron su
padre y dos de sus tíos abuelos,
ha salido derrotado.
0,17% de los votos. Nixon quedó con-
vencido de que le habían robado las elec-
ciones, y, tal vez por eso, en la siguiente
ocasión decidió golpear más fuerte.
Campañas sucias
A principios de los años cincuenta apenas
un 9% de los hogares estadounidenses
tenía televisión, pero en 1963 ya había

En la campaña
de 1964, Gold-
water fue ta-
chado de loco
por Johnson
llegado a más del 90%. Es ese año cuan-
do asesinan a Kennedy, y Lyndon Johnson
se convierte por sorpresa en presidente.
Es él quien va a llevar las campañas sal-
vajes a la era de la televisión.
Johnson se enfrentaba en 1964 al senador
republicano Barry Goldwater, un candi-
dato muy conservador, pero al que el
presidente tachó directamente de loco.
Aprovechándose de que Goldwater era
algo menos restrictivo con el uso de armas
nucleares, la campaña demócrata lo re-
trata como un tipo inestable al que no se
puede confiar el control del arsenal ató-
mico de EE. UU. Así nace el spot político
más devastador de la historia.
El 7 de septiembre, dos meses antes de
las elecciones, una niña de tres años
aparece en la televisión deshojando una
margarita. La cámara hace zoom en sus
ojos y se escucha una cuenta atrás, que
acaba con una explosión nuclear. El na-
rrador, que ni menciona al candidato
Goldwater, dice: “Esto es lo que está en
juego, hacer un mundo en el que todos
los hijos de Dios puedan vivir o preci-
pitarnos a la oscuridad. Debemos amar-
nos los unos a los otros o morir. Vote
por el presidente Johnson el tres de
HISTORIA Y VIDA • 73
ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS
El republicano Barry Goldwater se dirige
a una audiencia de jóvenes seguidores
durante las presidenciales de 1964.
noviembre, lo que está en juego es de-
masiado para quedarse en casa”.
El anuncio de la margarita solo se emi-
te una vez, pero su impacto es enorme.
Goldwater, que lleva once años en el
Senado y es general de las Fuerzas Aé-
reas, se ve sometido a un debate sobre
si está lo suficientemente cuerdo para
el cargo. La campaña de Johnson tiene
un equipo dedicado a escribir cartas a
los principales columnistas, haciéndose
pasar por ciudadanos aterrados ante la
posibilidad de que el republicano gane.
Una revista llega a hacer una encuesta
entre más de doce mil psiquiatras en la
que les pide que evalúen si Goldwater
“es psicológicamente apto para ser pre-
sidente”. El colegio de psiquiatras esta-
dounidense puso el grito en el cielo, pe-
ro Johnson arrasó en las elecciones.
74 • HISTORIA Y VIDA
El estigma que acecha a los
candidatos presidenciales
La salud mental de los rivales es una de las armas que los
partidos políticos esgrimen sin pudor en sus campañas
De todos los rumores que
se han hecho correr para desa-
creditar a un candidato presidencial,
ninguno ha sido tan habitual como
decir que era homosexual o poner
en duda su salud mental. Un siglo
antes de que Lyndon Johnson ataca-
ra la cordura de Barry Goldwater, los
adversarios del presidente James
Buchanan decían que su forma de
doblar el cuello era resultado de un
intento de suicidio, cuando en reali-
dad era una parálisis congénita. En
1896, el New York Times llegó a pu-
blicar un artículo en el que se atri-
buían al candidato demócrata Wi-
lliam Jennings Bryan megalomanía
y delirios de grandeza.
La política estadouni-
dense todavía no ha supera-
do los estigmas asociados a la sa-
lud mental. En 1972, el candidato
demócrata George McGovern (aba-
jo en el centro) escogió como vice-
presidente al senador Thomas Ea-
gleton (a la izqda.), pero este
renunció, después de solo diecio-
cho días, tras filtrarse que había si-
do hospitalizado en tres ocasiones
por depresión y que había recibido
tratamiento con electrochoques.
Aunque al principio Mc-
Govern le apoyó “al 1.000%”,
no tardó en pedirle que se apartara.
En un interesante giro del destino,
Nixon destrozó al candidato demó-
crata con el peor resultado de la his-
toria, mientras que los votantes de
Misuri dieron su confianza al sena-
dor Eagleton en dos elecciones más.
No fue la única jugarreta del presiden-
te demócrata, que puso espías en la cam-
paña de Goldwater y promocionó libros
para niños en los que los pequeños po-
dían colorear al candidato republicano
vestido con una túnica del Ku Klux Klan.
Sin embargo, solo cuatro años después,
el propio Johnson iba a asistir a una de
las jugadas más sucias y peligrosas de
la historia política de EE. UU. Su autor
fue el reaparecido Richard Nixon.
En 1968, Lyndon Johnson ha decidido
no presentarse a la reelección. El país es-
tá desangrándose en Vietnam: quince mil
militares estadounidenses mueren allí
ese año, y en casa la división social es
enorme. Por todo EE. UU. se suceden ma-
nifestaciones antibélicas y desórdenes
públicos, que se juntan con los disturbios
que suceden al asesinato de Martin Luther
King y a la depresión general tras el aten-
tado mortal contra Robert Kennedy, el
hermano del presidente muerto que tam-
bién quería llegar a la Casa Blanca.
Este caos es el caldo de cultivo perfecto
para la campaña de “Ley y orden” que
propone Nixon. Pero el republicano sa-
be que su rival demócrata, Hubert Hum-
phrey, puede darle un susto si el gobier-
no de Johnson logra un acuerdo de paz
en Vietnam. Nixon ve que la victoria se
le puede escapar cuando, cuatro días
antes de las elecciones, se anuncia un
principio de acuerdo. El republicano
reacciona rápidamente y, a espaldas del
gobierno estadounidense, convence al
presidente de Vietnam del Sur de que
se levante de la mesa de negociación. A
solo dos días de que los estadounidenses
voten, la paz se viene abajo.
Johnson, que tiene en su poder las gra-
baciones de las llamadas del equipo de
Nixon con los survietnamitas, le comu-
nica que negociar con el enemigo en
tiempos de guerra es un delito de traición.
Él se hace el sueco y Johnson decide no
hacerlo público, pero la jugada le sale
bien al candidato republicano y gana las
elecciones por un margen muy estrecho.
Lamentablemente, debido a la maniobra
de Nixon, la guerra en Vietnam sigue, y
veinte mil estadounidenses más (y un
número incontable de vietnamitas) mo-
rirán antes de que llegue la paz.
Tras el éxito de su jugada, Nixon vuelve
a tirar de trucos sucios para lograr su

Michael Dukakis, a la dcha., habla
con un ayudante en un avión durante
la campaña presidencial de 1988.
Los hombres
de Nixon pla-
nearon espiar
al Partido De-
mócrata con
micrófonos
reelección en 1972. Crea un equipo de
“fontaneros” que empieza a actuar en
las primarias demócratas para perjudi-
car al candidato que consideran más
fuerte, el senador Edmund Muskie. En
New Hampshire, se dedican a llamar a
votantes a altas horas de la noche simu-
lando ser partidarios maleducados del
candidato demócrata. Para darle un
toque racista a toda la operación, los que
llaman fingen ser afroamericanos, y
dicen a sus víctimas que la campaña de
Muskie los ha traído desde el barrio de
Harlem, en Nueva York.
Los “fontaneros” también envían al prin-
cipal periódico del estado una carta con
una jugosa historia sobre Edmund Mus-
kie: que se ha reído con un insulto racis-
ta ofensivo para muchos votantes de New
Hampshire. La historia era falsa, pero
enfadó muchísimo al candidato, provo-
có un durísimo enfrentamiento con el
periódico, y acabó por hacerle perder
las primarias demócratas. Un éxito que
envalentonó al equipo clandestino de
Nixon y los llevó a cometer un error de
terribles consecuencias.
Ese mismo grupo de agentes es el que di-
seña la operación en el hotel Watergate
cinco meses antes de las elecciones de
1972. Una noche de junio, algunos de los
“fontaneros” de Nixon son detenidos mien-
tras intentan poner micrófonos en la sede
del Partido Demócrata. Aunque el presi-
dente se desvincula de la acción y gana
las elecciones con rotundidad, dos años
después tiene que dimitir, ante la eviden-
HISTORIA Y VIDA • 75
ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS
cia de que va a ser declarado culpable y
destituido en un juicio por impeachment.
Con la marcha de Nixon termina la era
más salvaje de las tretas electorales, pero
empieza otra etapa en la que las campañas
se vuelven algo más sutiles.
Zancadillas, robos y rumores
Desde los setenta no se ha vuelto a pillar
a ningún comando colocando micrófo-
nos en la oficina del rival, pero las cam-
pañas han seguido usando trucos sucios
que bordean la legalidad o directamen-
te la infringen. En 1980, unos días antes
del esperado debate televisado entre
Jimmy Carter y el aspirante Ronald Rea-
gan, una “mano amiga” roba de la Casa
Blanca los documentos con los que el
entonces presidente estaba preparando
el cara a cara y se los entrega a la cam-
paña rival. Unos días después, Reagan
venció claramente en el debate, y Carter
siempre ha creído que fue por ese espio-
naje. Dos semanas después, perdió las
elecciones y la presidencia.
76 • HISTORIA Y VIDA
Tanto el Departamento de Justicia como
el Congreso investigaron el robo, pero
no hallaron al culpable. Se sabe que el
día 23 de septiembre, en la Casa Blanca,
alguien hizo varias copias de los docu-
mentos y que, un par de días después,
el equipo de Reagan recibió un extraño
paquete. Ese mismo día, un conocido
activista demócrata con acceso a la Ca-
sa Blanca, Paul Corbin, los visitó para
verse con el jefe de campaña y recibir
un cheque de mil quinientos dólares. Ese
jefe de campaña era William Casey, el
hombre que, tras la victoria republicana,
se convertiría en director de la CIA.
El presidente George H. W. Bush también
fue director de la CIA. A tres meses de
las elecciones de 1988, las encuestas
decían que el entonces vicepresidente
de Reagan estaba a nada menos que die-
cisiete puntos de su rival demócrata, el
gobernador de Massachusetts Michael
Dukakis. Cuando todo parecía perdido
para los republicanos, la campaña de
Bush encontró un arma secreta: un
afroamericano de treinta y siete años
años llamado William Horton.
El anuncio televisado
culpaba a Dukakis de los
crímenes de Horton
Horton era un asesino. Le habían conde-
nado a cadena perpetua siendo muy joven
por la muerte de un empleado de gasoli-
nera a cuchilladas durante un atraco. Años
después disfrutó de una decena de per-
misos de fin de semana, pero se escapó
durante el último de ellos. Se coló en ca-
sa de una pareja, a él lo torturó y a ella la
violó en repetidas ocasiones. El crimen
tenía una vertiente política clara. ¿Cómo
era posible que un asesino convicto dis-
frutara de permisos de fin de semana? Se
había beneficiado de un programa creado
por un gobernador republicano, pero aho-
ra el cargo lo ocupaba Dukakis.
Los programas de permisos penitenciarios
eran, por lo general, muy exitosos. Rea-
gan había tenido uno excepcionalmente
generoso como gobernador de California,
y se había negado a suspenderlo después
A la izqda., John
McCain, con su
mujer y sus hijos,
durante un acto
de campaña en
el estado de New
Hampshire, en
enero de 2000.
A la derecha,
reunión en la
Casa Blanca, el
7 de enero de
2009, de cinco
presidentes de
EE. UU.: George
Bush padre,
Barack Obama,
Bush hijo,
Bill Clinton y
Jimmy Carter.
de que dos escapados cometieran asesi-
natos. El propio Bush sabía que el gobier-
no del que era vicepresidente tenía uno
similar para sus prisiones. Sin embargo,
su jefe de campaña, Lee Atwater, intuía
que había encontrado algo que podía
cambiar el destino de la elección: “Cuan-
do acabemos con esto, se van a estar pre-
guntando si Willie Horton es el candida-
to a la vicepresidencia de Dukakis”.
En un anuncio televisado que ha pasado
a la historia, un grupo supuestamente
independiente narraba los crímenes de
Horton culpando directamente a Duka-
kis. El spot se emitió poco, pero todos los
medios lo comentaron. En él se usaban
fotos amenazantes de Horton y fue in-
mediatamente denunciado como racista:
la propia campaña de Bush pidió formal-
mente su retirada, aunque publicó otro

en el que se veía a criminales saliendo
de prisión por una puerta giratoria. Bush
nunca mostró arrepentimiento, pero su
jefe de campaña sí se disculpó con Duka-
kis antes de morir años después.
El segundo Bush en llegar a la presiden-
cia, George W. Bush, tampoco tuvo mu-
cho reparo en seguir la tradición familiar
y excitar los prejuicios racistas de algunos
electores. En 2000, cuando se la jugaba
en las primarias republicanas frente a
John McCain, su campaña impulsó un
rumor perjudicial contra su rival. Con el
pretexto de realizar una encuesta, lla-
maban a los domicilios y preguntaban:
“¿Sería más o menos probable que vota-
ra usted a John McCain... si supiera que
tiene una hija ilegítima negra?”.
McCain, por supuesto, tenía una hija ne-
gra de nueve años con la que había hecho
campaña, pero no era ilegítima. Su es-
posa y él la habían adoptado en Bangla-
desh. No está claro el efecto que tuvo el
rumor en un estado con una larguísima
historia de racismo, pero su victoria allí
se daba por segura y, finalmente, Geor-
ge Bush ganó el estado y las primarias.
En su campaña se dijo que él no tenía
nada que ver con la encuesta ni con la
oleada de rumores que cuestionaban la
salud mental de McCain o que acusaban
a su esposa de drogadicción.
Bush repitió la jugada en las elecciones
generales, aliándose con un opaco y bien
financiado grupo que se dedicó a sem-
brar dudas sobre la carrera militar del
demócrata John Kerry. Un informe de
la Marina confirmó que sus condecora-
ciones eran legítimas, pero el daño ya
estaba hecho. Después de más de dos
HISTORIA Y VIDA • 77
ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS
siglos eligiendo presidentes, Estados
Unidos todavía no ha encontrado el mo-
do de poner sus comicios a salvo de in-
sultos, calumnias y trucos sucios. Tal
vez, simplemente, no se puede. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
CASEY, S. The Making of a Catholic Presi-
dent: Kennedy vs. Nixon. Oxford: Oxford
University Press, 2009. En inglés.
CUMMINS, J. Anything for a Vote: Dirty
Tricks, Cheap Shots, and October Surpri-
ses in US Presidential Campaigns. Fila-
delfia: Quirk Books, 2007. En inglés.
MIDDENDORF, J. W. A Glorious Disaster:
Barry Goldwater’s Presidential Cam-
paign and the Origins of the Conservati-
ve Movement. Nueva York: Basic Books
(AZ), 2006. En inglés.
78 • HISTORIA Y VIDA
EDAD MEDIA
UNA ERA SOLO
MEDIANAMENTE
APESTOSA
Las costumbres higiénicas medievales estaban muy
lejos de las actuales, pero no tanto como lo pinta el
tópico. Cualquiera podía disfrutar de un buen baño.
ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN
PERIODISTA
B
lanca y radiante va la novia
con su ramo de flores... olo-
rosas. Las malas lenguas de
la historia, esas que presen-
tan la Edad Media como una
era de brutos malolientes, sitúan el ori-
gen de la tradición del ramo nupcial en
el tufo que destilarían las contrayentes
de aquellas épocas: la fragancia de las
rosas y demás ayudaría a mitigar el pes-
tazo en tan importante día. Tan impor-
tante que la costumbre de celebrar las
nupcias en primavera también nos ven-
dría de entonces, porque el baño anual
tenía lugar en mayo, y así los novios lle-
garían aún fragantes al altar...
Puede que Isabel la Católica solo hubie-
ra tomado, efectivamente, dos baños en
su vida, el día de su nacimiento y el de
sus esponsales con Fernando el Católico,
algo de lo que su propia majestad se jac-
taba, pero lo de los esponsales primave-
rales es una invención: en la Edad Media,
las bodas tenían lugar en cualquier mo-
mento del año, en verano, coincidiendo
con festivales, o en otoño e invierno,
cuando el trabajo en el campo aflojaba,
así que de poco serviría un baño tomado
tantos meses atrás. Claro que, ¿y si re-
sulta que ese no era el único día en que
se lavaban? ¿Eran tan poco higiénicos los
europeos en la Edad Media como tradi-
cionalmente se los ha presentado?
La historiadora Katherine Harvey, de la
Universidad de Londres, no está de acuer-
do en absoluto con esta visión apestosa
de la Edad Media. En un artículo para la
BBC explica, para empezar, que la propia
hija de Isabel la Católica, Juana la Loca,
sentía tal afición por bañarse y lavarse
el pelo que su marido, Felipe el Hermoso,
llegó a temer que enfermara. La preocu-
pación del real cónyuge respondía a la
creencia arraigada entonces de que de-
masiados baños debilitaban el cuerpo.
La leyenda atribuye al leonés Alfonso VI la
destrucción de todos los baños de su rei-
no en el siglo xi, tras varias derrotas con-
tra los musulmanes, porque sus soldados
se habrían debilitado a causa de tomar
las aguas, mito que incluso se recoge en
la Estoria de España, el que se considera
primer libro de historia de España no tra-
ducido del latín, compilado por iniciativa
de Alfonso X el Sabio en el siglo xiii.
Tal vez episodios como el de Alfonso VI
ayudaron a crear esta leyenda negra so-
bre la aversión medieval a los baños,
que se extiende a toda Europa. Sin em-
bargo, el propio Alfonso X respetó los
establecimientos de aguas tomados en
la conquista musulmana, por sus pro-
piedades medicinales; en general, en la
 HISTORIA Y VIDA • 79

LA HIGIENE EN EL MEDIEVO
80 • HISTORIA Y VIDA
península ibérica, tras la conquista cris-
tiana se mantuvieron los baños, habi-
tuales entre musulmanes y judíos.
La leyenda “ilustrada”
De Carlomagno se dice que era tan afi-
cionado a las aguas termales que, por ello,
hizo construir su residencia en Aquis-
grán, conocida por sus manantiales. Los
médicos medievales recomendaban el
baño para condiciones tan distintas como
un resfriado o las piedras en el riñón;
únicamente advertían contra su uso du-
rante las epidemias, porque supuesta-
mente abría los poros, lo que facilitaría
la entrada de la enfermedad. Posiblemen-
te, esta reticencia a los baños en plena
peste esté en la base de nuestra visión
sobre la higiene en la Edad Media, que
se remonta a la Ilustración.
Pero la realidad era que no solo se reco-
mendaba la limpieza corporal, sino tam-
bién del pelo, al menos cada tres sema-
nas, con agua y hierbas medicinales,
además de peinárselo cada día, a veces
con polvos hechos de pétalos de rosa.
Incluso se recomendaba la depilación del
vello y el afeitado. Y por las mañanas se
disponía de una vasija o aguamanil para
lavarse la cara y las manos.
Quienes se lo podían permitir recurrían
a los baños, que mayoritariamente se to-
maban de noche. Juan I de Inglaterra, en
el siglo xii, viajaba siempre con una es-
pecie de bañera y un sirviente para que
le ayudara en este menester, y llegó a
tomar nada menos que diez baños en seis
meses. Su descendiente, Eduardo III, com-
pró en 1351 una grifería especial para su
cámara de baño en Westminster, que
disponía de agua fría y caliente.
Los no tan afortunados, es decir, el pue-
blo, disfrutaban de este placer cuando
podían: se sabe que, en París, en torno
al año 1200, había al menos treinta y dos
baños públicos, más –según la estudio-
sa Régine Pernoud– de los que había en
1950, y que los retretes en las ciudades
estaban más desarrollados que en el siglo
xviii. El filósofo Alexander Neckam, que
estudió en la escuela de Petit-Pont, en
París, entre 1175 y 1182, se quejaba en
sus escritos de los gritos de “¡Los baños
están calientes!”, con que continuamen-
te lo molestaban desde la calle. Y el jabón
era ampliamente utilizado en toda Eu-
ropa desde el siglo ix, que ya es decir.
La clave religiosa
No, el problema con los baños en la Edad
Media no tenía nada que ver con la higie-
ne, sino con la promiscuidad, supuesta o
real. Ya en el siglo xvi, el fraile Luis de
Escobar afirma en su obra Las respuestas
quinquagenas que, en los baños, “los sa-
nos se recreaban y los dolientes sanaban”,
pero “también hay grandes males que del
mucho uso resultan, que los que en ellos
se juntan hacen pecados mortales, que

A la izqda., los
baños árabes de
Palma de Mallorca,
una rara muestra
de la arquitectura
musulmana en la
isla balear.
A la dcha., Trota
de Salerno, médica
italiana del siglo XII.
En la pág. anterior,
miniatura de un
Libro de horas del
siglo XV en la que el
rey David contem-
pla a su futura
esposa, Betsabé,
refrescándose
en una fuente.
se hacen lujuriosos, delicados y vicio-
sos”. Et voilà, fin del misterio. Los baños
podían convertirse en una tentación mo-
ral, ya que en muchos lugares los tomaban
juntos hombres y mujeres, con las conse-
cuencias que no es difícil imaginar.
Por eso, otro de los motivos por los que
algunas personas renunciaron a los baños
en particular, y a la higiene en general,
era la obsesión religiosa. Si la limpieza re-
sultaba placentera, ¿qué mejor para pu-
rificar el cuerpo, y sobre todo las inten-
ciones, que evitarla? Porque la suciedad
era (es) el caldo de cultivo de muchos y
variados gérmenes, pero también de pa-
rásitos, entre los que destacaban y des-
tacan piojos, chinches y pulgas.
Por eso, encontramos casos como el
de Santa Margarita de Hungría, que se
negaba a lavarse el pelo para que los pio-
jos la martirizaran, o el de Thomas Bec-
ket: cuando fue asesinado, los monjes
que prepararon su cuerpo para el entie-
rro descubrieron que su ropa interior
estaba llena de piojos y pulgas, algo que
fue interpretado como una especie de
penitencia. Pero no siempre hay que leer
la presencia de bichos como un signo de
suciedad buscada, ya que la mayor par-
te de la población europea dormía en jer-
gones de paja, muy propensos a acoger
estos huéspedes tan poco buscados.
Pero la gente normal, la que no había
caído en aquel sinsentido pietista, se
lavaba la ropa. Bien es cierto que los más
pobres, a veces, disponían de una única
muda, vamos, la que llevaban puesta,
pero, a poco que tuvieran una camisa o
calzones extras, procuraban irlos lavan-
do, tarea que se adjudicaba a las mujeres.
Y con tanta dedicación se empleaban en
la labor que, para quitar bien la sucie-
dad, utilizaban cenizas de madera y
orina, y apaleaban la ropa con barras de
madera después de sumergirla en tinas,
en la orilla de los ríos o en lavaderos,
HISTORIA Y VIDA • 81
LA HIGIENE EN EL MEDIEVO
una escena que se ha podido ver en nues-
tros pueblos hasta no hace tanto.
Dentífricos y desodorantes
Los baños, la ropa, el pelo... y los dientes.
Nuestros hombres y mujeres medievales
eran conscientes de la importancia de
una buena y sana dentadura, por lo que
abundaban los consejos para cuidarla y
no tener que terminar en la barbería. En
este sentido, Gilbert el inglés, un médi-
co del siglo xiii, recomendaba frotarse
los dientes con polvos hechos de hierbas,
como la menta, y también que se secaran
después de comer con un paño de lino
seco, “para que no se pegara la comida
y se produjera podredumbre”.
En Gales, la costumbre era limpiarlos con
brotes de avellano y secarlos y frotarlos
hasta que brillaran, y en la península
ibérica se solía utilizar, para su higiene,
un trapo de lino seco y cenizas de rome-
ro. Fue, sin embargo, un cirujano fran-
cés, Guy de Chauliac (1300-1368), quien
más y mejor se dedicó a la dentadura de
sus contemporáneos: sus recomendacio-
nes van desde evitar los alimentos de
fácil tendencia a la putrefacción hasta
su limpieza con una mezcla de miel, sal
quemada y una pizca de vinagre.
El cuidado corporal no se detenía ahí,
sino que llegaba hasta los olores. Existen
numerosos tratados, recetarios y costum-
bres para evitar la fetidez corporal. Tro-
ta de Salerno, una médica italiana de
mediados del siglo xi, recomendaba a las
mujeres cuya transpiración era demasia-
do intensa que se limpiaran con “un paño
humedecido en vino, en el que se habrían
hervido hojas de arándanos y moras”. Sí,
en plena Edad Media se preocupaban por
que el sudor no fuera pestilente, y lo ha-
cía un médico, mujer, para más señas.
¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? ɿ
Para saber más...
ENSAYO
GIES, FRANCES Y GIES, JOSEPH. Life in a
Medieval City. Nueva York: Harper Peren-
nial, 2016. En inglés.
LE GOFF, JACQUES Y TRUONG, NICOLAS.
Una historia del cuerpo en la Edad Me-
dia. Barcelona: Paidós, 2015 (2005).
WICKHAM, CHRIS. Europa en la Edad Me-
dia. Una nueva interpretación. Barcelo-
na: Crítica, 2017.
82 • HISTORIA Y VIDA

arte
ARTEMISIA GENTILESCHI
EL ARTE, EL ÉXT

María Magdalena en éxtasis (c. 1620-25, colección privada) fue subastada en 2014 por 1,1 millón de dólares en la casa Sotheby’s de París.

ARTEMISIA, MÁS ALLÁ DE SU PASADO
ASIS Y EL ÉXITO
Fue sensual, ambiciosa, feroz,
libre. Hasta el 21 de enero, la
National Gallery de Londres
expone las mil caras de Artemisia,
mucho más que una superviviente.
ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI
PERIODISTA
E
l crimen de Caravaggio, la
sordera de Goya, la displa-
sia ósea de Toulouse-Lau-
trec, los trastornos menta-
les de Van Gogh o Munch,
el accidente de Kahlo, el
alcoholismo de Pollock. Cuando un even-
to especialmente llamativo o doloroso
jalona la vida de un artista, resulta di-
fícil desligarlo de su obra. En el caso de
Artemisia Lomi (1593-1653), más cono-
cida como Artemisia Gentileschi, ese
suceso fue su violación, a los diecisiete
años, por un colaborador de su padre, el
pintor Orazio Lomi Gentileschi.
El episodio es tristemente conocido: en
ausencia de Orazio, el también pintor
Agostino Tassi, de treinta y tres años, se
© Foto: Dominique Provost Art Photography - Bruges.
HISTORIA Y VIDA • 83
cuela en el piso de arriba del taller-vivien-
da de su mentor, entra a la fuerza en el
dormitorio de la muchacha, sin dejarse
amedrentar por el cuchillo con el que ella
intenta defenderse, la empuja a la cama,
le introduce un pañuelo en la boca para
impedir que se oigan sus gritos y la pe-
netra entre arañazos. Como reparación,
promete desposarla, así que ella accede,
a regañadientes, a mantener una relación
con él durante ocho meses, un arreglo que,
por chocante que pueda resultar, en el
siglo xvii constituía el único modo de que
las víctimas de agresiones sexuales man-
tuvieran intacta su reputación. Se con-
serva un relato pormenorizado de todo
esto por una sencilla razón: Tassi no cum-
plió su palabra, y Orazio le denunció.
84 • HISTORIA Y VIDA
arte
De tal palo, mejor astilla
Discípula aventajada de su padre, no tardó en superarlo
Por ser chica, Artemisia
no tuvo acceso a academias
ni a clases de anatomía, pero su
padre vio en ella un talento precoz
muy superior al de sus hermanos.
Su relación personal fue tormento-
sa: ambos eran explosivos, derro-
chadores e inestables.
Recién emancipada en
Florencia, versionó (abajo,
c. 1615-17, Palazzo Pitti, Florencia)
para María Magdalena de Austria un
original claroscuro de Orazio (dcha.,
c. 1608, Nasjonalgalleriet, Oslo), que
captura el momento en que Judit y
Abra, su criada, se disponen a huir
con la cabeza de Holofernes. Si el
del padre era bueno, el de la hija es
El juicio fue una pesadilla para su hija.
Se cuestionó que fuera virgen antes de
los hechos, se la acusó de promiscuidad
y hasta de incesto con su propio padre,
se la sometió a un careo con su agresor
y se la torturó con un aplastapulgares de
© Nasjonalgalleriet, Oslo / Foto: Børre Høstland.
cuerda que podría haber arruinado sus
dedos y, por ende, su carrera artística.
Pese a todo, quedó acreditado que Tassi
era una joya: tenía una esposa en Livor-
no, aunque conspiraba para asesinarla,
había salido indemne de otro juicio por
violar a su cuñada y planeaba robar varios
cuadros a los Gentileschi. Aun así, con-
taba con influyentes amigos en la corte
papal. Hallado culpable y condenado a
cinco años de exilio, su pena, en la prác-
aún mejor. Enfatiza la tensión narra- tica, apenas duró unos meses.
tiva reduciendo el encuadre; Judit, Artemisia fue la gran perjudicada. No
más expresiva, entreabre los labios recibió indemnización alguna. Aceptó un
en alerta y frena a Abra. Si es preci- apresurado matrimonio con un pintor de
so, volverá a usar la espada. Curvas segunda fila y se mudó a Florencia, pero
idénticas en la ropa de ambas muje- las habladurías la persiguieron en esta
res subrayan su complicidad. vida y en la otra. Durante siglos, la mi-
soginia empañó la lectura de su obra. En
los últimos cincuenta años su figura se
ha reivindicado, pero su violación sigue
acaparando los titulares. Artemisia vi-
vió, por lo menos, sesenta largos años,
y pasó la mayor parte de ellos pintando.
Residió en Roma, Florencia, Venecia,
Londres y Nápoles, regentó talleres, se
integró en círculos intelectuales, se codeó
con Ribera y Galileo Galilei, tuvo un es-
poso y un amante, recibió encargos de
la realeza, fue la primera mujer aceptada
en la Accademia delle Arti del Disegno,
crio a tres hermanos y enterró al menos
a cuatro hijos. Reducir su vida y trayec-
toria creativa a un único suceso, por trau-
mático que fuera, sería miope.
¿Cuestión de género?
Algunas de sus obras de juventud, las más
“caravaggistas”, se han interpretado en
© Gabinetto fotografico delle Gallerie degli Uffizi.
clave de reacción psicológica a la agresión
de Agostino Tassi. Es una hipótesis ten-
tadora, pero conviene matizarla. Susana
y los viejos (1610), datada en realidad an-
tes del abuso sexual, recrea un tema enor-
memente popular en el Barroco: la reac-
ción de una casta doncella bíblica al ser
sorprendida durante el baño por dos mi-
rones. Decenas de artistas se regodearon
en este pasaje del Antiguo Testamento,
un superventas asegurado, ya que per-
 HISTORIA Y VIDA • 85

ARTEMISIA, MÁS ALLÁ DE SU PASADO

© Foto: Luciano Romano / Museo e Real Bosco di Capodimonte, Nápoles, 2016.

Gentileschi recreó la decapitación de Holofernes a manos de Judit en varias ocasiones. Esta es la primera versión del óleo (c. 1612-13).
86 • HISTORIA Y VIDA

arte
mitía hacer pasar un desnudo erótico por
una obra devota. La propia Artemisia vol-
vería sobre él en tres ocasiones más, con
enfoques y estilos distintos, más comer-
ciales. Aun así, la mirada de este primer
abordaje es en verdad opuesta a la de sus
colegas masculinos. Ninguna otra Susana
de la época expresa con todo el cuerpo
un rechazo tan rotundo, un asco tan pal-
pable. En ninguna otra obra resultan los
voyeurs tan repugnantes en su complici-
dad. ¿Había sufrido ya la pintora adoles-
cente alguna experiencia de acoso, o sim-
plemente entendía mejor que ningún
hombre a la protagonista de la escena?
Una duda similar se cierne sobre otros
temas visitados y revisitados por Genti-
leschi: Lucrecia blandiendo una daga,
Sísara hundiendo un clavo en la sien de
Jael, Salomé exhibiendo la cabeza de san
Juan Bautista o, sobre todo, Judit deca-
pitando a Holofernes, motivo versionado
por la artista con inigualable vigor. ¿Tenía
Artemisia preferencia por estos temas o
eran sus clientes quienes se los encarga-
ban? ¿Los pintó para proclamar su odio
a los hombres? De ser así, cabría pregun-

“Mostraré lo
que una mujer
es capaz
de hacer”,
prometió
a su patrono
tarse si Caravaggio, Rubens, Simon Vouet
o Luca Giordano sentían una extraña
aversión por su propio género, ya que ellos
y muchos otros abordaron en su obra la
misma anécdota sangrienta. Algunos
hasta se autorretrataron como el decapi-
tado Holofernes. Es más, Vouet habría
tenido serios motivos para preocuparse,
ya que su propia esposa, Virginia da Vez-
zo, pintó a Judit limpiando su espada.
En realidad, Artemisia no hizo sino ex-
plotar los tópicos de moda en un Seicen-
to adicto al morbo, la sangre y la teatra-
lidad. Y en ningún caso limitó su registro
a las truculencias. En su repertorio hay
madonas, santas, ninfas, alegorías, re-
tratos, comedia pastoral. Sin embargo,
es innegable que su Judit decapita a Ho-
lofernes como ninguna otra: con sudor.
Otras, menos creíbles, cometen el crimen
sin despeinarse, casi con dulzura. La Ju-
dit de Artemisia, más corpulenta que la
media, echa mano de toda su fuerza y
determinación, mientras su criada in-
moviliza a la víctima con el peso de su
cuerpo. Otros Holofernes mueren por
descuido, por no haber despertado a
tiempo de un sueño profundo; este Ho-
lofernes se defiende hasta el último alien-
to y, aun así, pierde la vida a manos de
dos mujeres. El naturalismo de Genti-
leschi es propio de quien sabe lo que es
medirse con un hombre y perder. Confía
en su heroína, pero comprende el derro-
che de astucia y energía que necesita
Judit para degollar a su enemigo.
Genio y figura
Si aceptamos que hay cierto grado de
proyección personal en su obra, en 1620
nos encontramos a una Artemisia que
nada tiene que ver con la víctima ni con
la guerrera vengativa. Su Magdalena en
éxtasis es el retrato de una mujer carnal,
entregada al placer con naturalidad, una

ARTEMISIA, MÁS ALLÁ DE SU PASADO
A la izqda., Susana y
los viejos (1610), una
de sus primeras obras.
© Kunstsammlungen Graf von
Schönborn, Pommersfelden.
A la dcha., Autorretrato
como santa Catalina de
Alejandría (c. 1615-17).
© The National Gallery, Londres.
Abajo, Autorretrato
tocando un laúd
(c. 1615-18).
© Wadsworth Atheneum Museum
of Art, Hartford, Connecticut.
HISTORIA Y VIDA • 87
santa que irradia más paz consigo misma
que beatitud. Tras triunfar con los Medi-
ci, especialmente entre las damas de una
corte llena de talento femenino, se ena-
mora locamente del hijo bastardo de un
noble y protagoniza una espectacular
huida a caballo hacia Roma. Ha cobrado
un adelanto de Cosme II por dos obras
no entregadas, y teme su ira tanto como
las habladurías que ya empiezan a tejer-
se de nuevo en torno a su vida privada.
En 2011 se descubren sus cartas de amor
a Francesco Maria Maringhi, misivas
chorreantes de pasión, sazonadas de
celos, alusiones sexuales, demandas
económicas, referencias cultas y faltas
de ortografía, ya que la artista no apren-
dió a escribir hasta la edad adulta. Su
marido, al tanto de todo, extorsiona
educadamente al adinerado amante
hasta que, en 1623, se esfuma para siem-
pre de la vida de Artemisia.
Gentileschi es consciente de las limita-
ciones que su condición de mujer impone
a su carrera. Unas veces las desafía; otras,
las aprovecha. Las prioridades que refle-
jan sus cartas son, por este orden: pagar
sus facturas, siempre abundantes, obtener
el reconocimiento que su talento mere-
ce y casar bien a sus hijas, una legítima y
otra nacida fuera del matrimonio. Su co-
rrespondencia personal y profesional re-
fleja estas preocupaciones sin tapujos, lo
mismo que sus autorretratos, que repar-
te entre sus admiradores como reclamo
publicitario. Atractiva e indómita, se re-
trata como mártir, instrumentista, ama-
zona o santa. A sus mecenas los engatusa
o los cose a exigencias rayanas en la gro-
sería: sus peticiones son invariablemente
urgentes, pero los cuadros que promete
a cambio siempre se retrasan. Ella es Ar-
temisia, la pittora por excelencia, “el es-
píritu de César en el alma de una mujer”,
según sus propias palabras. “Mostraré a
Su Ilustrísima Señoría lo que una mujer
es capaz de hacer”, promete a su patrono,
Antonio Ruffo. Ignora que un día se con-
vertirá en estandarte del feminismo, tras
siglos de denso y polvoriento olvido. ɿ
Para saber más...
CATÁLOGO
VV. AA. Artemisia. Londres: National Ga-
llery, 2020. En inglés.
88 • HISTORIA Y VIDA
agendaexposiciones
ARTE CONCEPTUAL
Concha Jerez.
Que nos roban
la memoria
MNCARS. Edificio Sabatini.
Santa Isabel, 52. Madrid
Tel.: 91 774 10 00
Fechas: hasta el 11 de enero
de 2021
La memoria, materia
1 braltar. En “Un lugar de la
prima con la que traba-
jan los historiadores, es
también el volátil material
con el que edifica su obra la
artista conceptual Concha
Jerez (Las Palmas de Gran
Canaria, 1941). A partir de
intervenciones en las cuatro
escaleras de piedra del mu-
seo, Jerez reflexiona sobre
el olvido, la autocensura, los
testimonios orales o escritos
y el silencio impuesto por la
represión. Los espacios es-
cogidos evocan, a su vez,
distintas etapas históricas
de la sede del museo, desde
sus inicios como antiguo
hospital de beneficencia.
Sus propuestas adoptan la
forma de instalaciones, ob-
jetos intervenidos o vídeos.
CENTENARIO
Delibes
BNE. Recoletos, 20-22. Madrid
Tel.: 91 580 78 00
Fechas: hasta el 15 de nov.
El azar quiso que un sobri-
no de Léo Delibes, composi-
tor de la ópera Lakmé, mi-
grara a Cantabria. Era el
abuelo de Miguel Delibes,
que heredó de su antepasa-
do francés, si no la vena
musical, sí una extraordi-
naria sensibilidad artística,
que lo convertiría en uno
de los escritores más nota-
bles del siglo xx. De no ha-
ber fallecido en 2010, el au-
tor de Los santos inocentes
habría llegado este año a
centenario. Manuscritos,
cartas, primeras ediciones,
pruebas de su amor por la
naturaleza y recuerdos fa-
miliares jalonan esta mues-
tra homenaje, presidida por
el retrato de su esposa que
dio título a Señora de rojo
sobre fondo gris.
1 El viaje es una constante en
la obra fotográfica de Juan
Valbuena (Madrid, 1973).
Sus trabajos exploran fron-
teras visibles e invisibles, el
dolor de la partida, la espe-
ranza de un futuro mejor.
Su serie “Noray” recorre en-
claves portuarios del Medi-
terráneo. “Dalind” plasma
la multiculturalidad de Gi-
A la izqda., una
instalación de
“Que nos roban Mancha”, el fotógrafo re-
construye los motivos por
la memoria”, de
Concha Jerez. los que su familia dejó atrás
© Joaquín Cortés / sus raíces, y en “Salitre” na-
Román Lores. Archivo
fotográfico del Museo rra la historia de doce sene-
Reina Sofía.
galeses en un piso-patera de
Madrid. Su último trabajo,
Abajo, Vista de
“Ojos que no ven, corazón
la calle del Coso
(1808), de Fer- que no siente”, captura las
nando Brambila luces y sombras de los lazos
y Juan Gálvez. coloniales entre España
y Guinea Ecuatorial.
2
GRABADOS
Ruinas de Zaragoza
Museo Lázaro Galdiano
Serrano, 122. Madrid
Tel.: 91 561 60 84
Fechas: hasta el 6 de diciembre
2 El fotoperiodismo tuvo
un antecedente de lujo
en la técnica del grabado.
Durante la guerra de Inde-
pendencia, los pintores Juan
Gálvez (1774-1846) y Fer-
nando Brambila (1763-
1834), lápiz y tinta en mano,
documentaron los destrozos
sufridos por la ciudad de Za-
ragoza y las principales es-
caramuzas, aprovechando
el intervalo entre los dos
asedios franceses de 1808.
Treinta y seis grabados se
FOTOGRAFÍA publicaron como estampas
en Cádiz, entre 1812 y 1813.
Donde doblan En el ambiente liberal que
los mapas siguió a la aprobación de la
Sala Canal de Isabel II primera Constitución espa-
Santa Engracia, 125. Madrid ñola, “la Pepa”, se acogió
Tel.: 900 365 365 con entusiasmo esta colec-
Fechas: hasta el próximo ción, dedicada a ensalzar la
15 de noviembre resistencia patriótica.
 HISTORIA Y VIDA • 89

exposicionesagenda por ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI

PINTURA

Rotundo
Botero
Botero. 60 años de pintura
CentroCentro
Pl. de Cibeles, 1. Madrid
Tel.: 91 480 00 08
Fechas: hasta el 7 de febrero

A sus ochenta y ocho años,

Fernando Botero (Mede-
llín, 1932) sigue pintando
con ímpetu de chaval. Re-
conocible y reconocido,
puede presumir de ser el
primer artista vivo invita-
do a exponer en la plaza
de la Señoría y el primero
en exhibir en los Campos
Elíseos. “Sin un estilo pro-
pio, un artista no existe”,
afirmó el colombiano en
una reciente entrevista. El
suyo, basado en la exalta-
ción del volumen, nació
una noche de 1956, al di-
bujar una mandolina. La
boca del instrumento le
quedó muy pequeña, pero
esta desproporción, lejos
de restarle valor, dotó a su
obra de una monumenta-
lidad que el artista ha se-
guido explorando, incan-
sable. Sesenta y siete
obras, algunas inéditas, se
dan cita en la mayor anto-
logía dedicada a Fernando
Botero en Europa.

Arriba, Mujer sentada, un óleo sobre tela de 1997 A la dcha., Flores (2006), que se encuadra en la
presente en una colección particular. sección de sus naturalezas muertas.
90 • HISTORIA Y VIDA

agendaexposiciones
FOTOGRAFÍA

Basado en
historias reales.
Colección Foto
Colectania
Fundación Foto Colectania.
Passeig de Picasso, 14
Barcelona
Tel.: 93 217 16 26
Fechas: hasta el 28 de febrero

3 Por más que digan que

una imagen vale más
que mil palabras, lo cierto es
que cada una tiene su histo-
ria detrás. Los visitantes de
esta exposición no se queda-
rán con ganas de conocerlas.
Más de un centenar de ins-
tantáneas, escogidas entre

Juan Antonio Cortés. Retrato de Pérez Galdós, hacia 1905. Colección Beltrán de Heredia.
las tres mil que conforman
los fondos de la fundación,
se exhiben con información
de contexto o testimonios de
sus autores, entre los cuales
se cuentan Gervasio Sán-
chez, Isabel Muñoz, Chema
Madoz, Joan Fontcuberta,
Pilar Aymerich, Alberto
García-Alix o Cristina Gar-
cía Rodero, por citar algu-
nas figuras muy conocidas.
Además, un código QR per-
mitirá ampliar la experien-
cia, consultando más imáge-
nes y recursos en la nueva
web de la colección.

PINTURA
CONMEMORACIÓN
Miguel Ángel
Campano. Acentos
Cien años sin Pérez Galdós y diferencia
Benito Pérez Galdós. La verdad humana. Casa-Museo Pérez Galdós. Cano, 6. Las Palmas de Gran Es Baluard. Pl. Porta de Santa
Canaria. Tel.: 928 36 69 76. Fechas: hasta el 13 de diciembre Catalina, 10. Mallorca
Galdós en el laberinto de España. RABASF. Alcalá, 13. Madrid. Tel.: 91 524 08 64. Fechas: hasta el Tel.: 971 90 82 00
3 de enero de 2021 Fechas: hasta el 28 de febrero
Tal vez por no haber sido lo bastante monárquico ni lo bastante republicano, lo 4 Miguel Ángel Campano
bastante anticlerical ni lo bastante mojigato, o por haber retratado una España (Madrid, 1948-2018)
siempre polarizada y a la greña, a Galdós no lo recordaron con simpatía ni en la participó activamente en los
posguerra franquista ni en el despertar de la Transición. Tan solo las universida- preparativos de su última
des americanas lo subieron al podio de Cervantes, Dickens o Balzac. Coincidiendo muestra en su ciudad natal,
con el centenario de su muerte, reivindican su legado sendas exposiciones en su que resultaría ser póstuma.
Canarias natal y en el Madrid que tan magistralmente describió en sus novelas. Una relectura de la exposi-
ción “D’après”, presentada

A la dcha.,
Valencina de
la Concepción
(1993), una fo-
tografía de Cris-
tóbal Hara que
puede verse en
Fundación Foto
Colectania.
© Cristóbal Hara /
VEGAP.
3 mental sobre la aporta-
en el Reina Sofía en 2019, es
el punto de partida de esta
muestra, que ahonda en las
diversas etapas de la carrera
de este pintor inclasificable.
Tras un inicio vinculado a la
geometría constructivista,
se hicieron célebres sus rein-
HISTORIA Y VIDA • 91
exposicionesagenda
Qué hay
en TV...
BLACK
PATRIOTS
Lunes 3, 22.00 h
A Kareem Abdul-Jabbar lo
recordamos como estrella
del baloncesto, pero tam-
bién tiene experiencia en
cine y televisión, como sa-
ben los que han visto Ate-
rriza como puedas. En esta
ocasión presenta un docu-
ción afroamericana a la
4 A la izq, La Grappa XXXVIII (1986), independencia estadouni-
de M. Á. Campano. dense, protagonizada por
© Miguel Ángel Campano, VEGAP, Barcelona, 2020.
figuras como Peter Salem
o Crispus Attucks.
POESÍA VISUAL
Bajo estas lí-
neas, Lejano Manuel Vilariño.
interior, #23
(2008), foto
Seda de caballo
de Manuel MARCO. Rúa do Príncipe, 54
Vilariño. Vigo (Pontevedra)
© Manuel Vilariño,
VEGAP, Madrid, Tel.: 986 11 39 00
2020.
Fechas: hasta el 31 de enero
Biología, fotografía y li-
5
teratura son las tres
WASHINGTON
Lunes 2, 9 y 16, 22.00 h
grandes pasiones de Manuel
Vilariño (A Coruña, 1952), Mientras era agrimensor
Premio Nacional de Foto- en Virginia, Washington
grafía 2007. De ahí que to- no pensó que encabezaría
das sus instantáneas desti- la independencia de su
len introspección poética país. Pero eso fue lo que
por los cuatro costados. Sus sucedió en la guerra con-
naturalezas muertas, que a tra los británicos. Esta se-
menudo incluyen velas y ca- rie de tres capítulos re-
laveras, entroncan con la construye la vida del que
tradición barroca de la vani- sería primer presidente de
tas. Son especialmente inte- Estados Unidos. Cuenta
resantes sus fotografías de con el asesoramiento de la
5 prestigiosa historiadora
naturaleza, muy alejadas de
la estética de las revistas y Doris Kearns Goodwin.
terpretaciones de los artistas documentales al uso. A me-
a quienes más admiraba: nudo, los animales compar-
Poussin, Delacroix, Cézanne ten encuadre con objetos
o Monet. En riguroso blanco que dotan a la imagen de un
y negro o en color, sus últi- simbolismo casi surrealista.
mas etapas se desvincularon Su obra más reciente, pai-
de la tradición para abrir sajística, invita a la melan-
nuevos caminos expresivos. colía y a la reflexión.
92 • HISTORIA Y VIDA

entrelibros
Entrega aérea de suministros en la Ope-
ración Junction City (1967).

reclutamiento, de entrenamiento, de ini-

ciación. Experiencias que ponen de ma-
nifiesto uno de los hechos más revela-
dores y diferenciadores de esta guerra
con respecto a las anteriores en las que
había participado Estados
ENSAYO Unidos: la mayor parte de los
NAM combatientes eran adoles-
Mark Baker centes de clase obrera (la
Barcelona: edad media era de diecinue-
Contra, 2020
ve años, frente a los veintisie-
352 pp. 19,85 €
(papel) / 11,99 € te de la Segunda Guerra Mun-
(digital) dial), y una parte importante
afroamericanos, que por pri-
mera vez no estaban segre-
gados en el Ejército.
La segunda parte recoge los
testimonios de las experien-
cias en combate. Opiniones
muy dispares –de los que es-
taban en primera línea a los
que permanecieron en la re-
taguardia o en los hospitales
(el autor da voz a varias de las cinco mil
enfermeras que sirvieron en Vietnam)–
que muestran lo diferente que puede ser
vivir una guerra dependiendo del lugar
en el que te toque hacerlo. Con el paso
de las páginas, los testimonios se van
recrudeciendo. Las últimas narraciones
son verdaderamente escalofriantes. His-
torias de violaciones, masacres y todo
tipo de atrocidades (las declaraciones
son anónimas, de ahí, quizá, su franque-
za), que nos recuerdan la cara más bru-

VOCES DE VIETNAM tal de la guerra. “A muchos de nosotros

se nos olvidó que los vietnamitas eran
personas”, dice uno de los soldados.
Historia oral que recoge los testimonios de los
hombres y mujeres que lucharon en la guerra El retorno del soldado
La última parte está dedicada a la vuelta
o escribo sobre la guerra, sino valores, el libro de Mark Baker da voz a a casa. Un regreso muy amargo, ya que,

N sobre el ser humano en la guerra.

No escribo la historia de la gue-
rra, sino la historia de los sentimientos.
Soy historiadora del alma”. Esta frase,
escrita por la bielorrusa Svetlana Alexié-
vich al inicio de La guerra no tiene rostro
de mujer (Debate, 2015), se podría apli-
car también a NAM. Al igual que la obra
de la premio nobel, cuyo galardón en
2015 contribuyó a popularizar la prác-
tica de la historia oral y a ensalzar sus
los excombatientes de una guerra, en
este caso la de Vietnam. El libro recoge
los testimonios de ciento cincuenta hom-
bres y mujeres que participaron en el
conflicto armado más traumático de la
historia de Estados Unidos.
Alistamiento y combate
NAM está estructurado de forma crono-
lógica. Los primeros relatos hablan de
la llegada a Vietnam. Son historias de
a las secuelas físicas y psicológicas del
combate, y a las dificultades para rein-
tegrarse en la sociedad, se unió el duro
recibimiento de sus compatriotas. No
hubo bandas tocando ni palmadas en la
espalda. Una parte les culpó de perder
la guerra. Otra, de participar en ella.
Como dice el último de los entrevistados:
“Aunque parezca una locura, de vez en
cuando, al pensar en Vietnam, desearía
estar allí”. CARLOS JORIC

Quien tuvo, retuvo
UNA VISIÓN POCO CONVENCIONAL DE CARLOS II
n la historia tradicional, el reina-
E do de Carlos II el Hechizado (1665-
1700) es el punto más bajo de la
España de los Austrias. Todo sería un
desastre, empezando por la propia per-
sona del monarca, un ser débil tanto en
el aspecto físico como en el mental. Por
ese motivo, en los libros al uso, el perío-
do se acostumbraba a despachar con unas
pocas páginas, como si nuestro siglo xvii
acabara en tiempos de Felipe IV. Sin em-
bargo, a lo largo de los últimos años, una
nueva historiografía ha puesto en cues-
tión esta visión catastrofista. El británico
Christopher Storrs, por ejemplo, ofreció
una mirada novedosa en La resistencia
de la monarquía hispánica (Actas, 2013).
Lejos de mostrar el colapso de una su-
perpotencia, afirmaba que el Imperio se
las había arreglado para funcionar con
razonable eficacia. No había que explicar,
pues, su hundimiento, sino más bien las
razones de su pervivencia.
El italiano Davide Maffi, especialista en
historia militar de los Austrias, se sitúa,
HISTORIA Y VIDA • 93
entrelibros
Asedio de Aire-sur-la-Lys, de Snayers (1653).
en su lucha contra el enemigo común,
el rey Luis XIV de Francia.
Luchar y no rendirse
El Hechizado no estaba a la cabeza de un
con Los últimos tercios, en esta línea de país anémico, sin pulso, sino al frente de
revalorización. Su estudio cuestiona a una monarquía capaz de hacer esfuerzos
fondo que el Ejército fuera el eslabón inauditos para proteger sus inmensos
débil de la España de Carlos II, una fuer- dominios. Se hizo lo posible y lo imposi-
za anticuada bajo la autori- ble para enviar soldados a Flan-
dad de mandos tan arrogan- ENSAYO des, a Milán, a cualquiera de los
Los últimos
tes como ineptos. La realidad, frentes en conflicto. Todo ello
tercios
según Maffi, fue que las tro- 'DYLGH0DIÀ pese a la profunda crisis demo-
pas españolas mantuvieron Madrid: Desperta gráfica que sufría Castilla, ate-
un considerable poder com- Ferro, 2020 nazada por continuos proble-
bativo. Entre otras razones, 356 pp. 24,95 € mas económicos.
porque supieron incorporar Nadie pretende que Carlos II
las tácticas más novedosas, fuera un Alejandro Magno, ni
al contrario de lo que se acos- que todo funcionara como un
tumbra a suponer. Mientras reloj. De lo que se trata es de
tanto, pese a los lamentos plantear una visión matizada
sobre la falta de “cabezas”, de toda una época, más cercana
algunos comandantes demos- a la documentación y más ale-
traron un talento apreciable. jada de los prejuicios. España
Ese fue el caso, sin ir más le- no ostentaba ya la hegemonía
jos, del tercer marqués de continental, pero aún podía ha-
Leganés, gobernador de Milán. Por todo cer escuchar su voz en Europa gracias al
ello, países como Holanda, el enemigo poder militar que conservaba y la habi-
de otros tiempos, no podían permitirse lidad de sus incansables diplomáticos.
el lujo de prescindir del apoyo hispano FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
94 • HISTORIA Y VIDA

entrelibros

GUERREROS EN NOMBRE DE
Dos aproximaciones brillantes a la historia de las cruzadas
l historiador británico Roger Crow- incursión en la historia de las cruzadas, En La torre maldita, el especialista re-

E ley es conocido por sus libros so-

bre la historia del Mediterráneo,
como Imperios del mar (Ático de los Li-
bros, 2018) o Venecia. Ciudad de fortuna
(Ático de los Libros, 2016). Ahora, con su
vuelve a demostrar las virtudes que le han
hecho famoso: rigor histórico y una na-
rración colorista, cinematográfica, en la
que el lector tiene la ilusión de que pre-
sencia las acciones de los protagonistas.
construye la caída del último bastión
cristiano en Tierra Santa, San Juan de
Acre, en 1291. La ciudad no era una ca-
pital cualquiera, sino “el núcleo y el co-
razón de sucesivas aventuras cruzadas”.

Tres cruzados en una miniatura medieval.
DIOS
Allí se agrupaban gentes de diversas co-
munidades religiosas, en un pluralismo
que escandalizaba a los cruzados más
intransigentes. En el terreno económico,
la urbe brillaba por su extraordinaria
riqueza comercial, superior incluso a la
HISTORIA Y VIDA • 95
entrelibros
de la célebre Alejandría. La lógica del de los Libros, 2018), nos proporciona
beneficio económico, sin embargo, acabó una magnífica introducción en Los cru-
colisionando con la militar: los cristianos zados. El suyo es un ejemplo más de la
vendieron gran cantidad de material de gran seriedad con la que se aborda la
guerra a los mismos musulmanes que alta divulgación en la órbita anglosa-
lo utilizarían contra Acre. jona: demuestra el mismo talento que
Crowley para engarzar múltiples piezas
Ir a las fuentes de una narración absorbente.
La maestría narrativa del autor mantiene Para el historiador inglés, conciliar la
en todo momento la tensión dramática, atención a lo general y a lo particular
de manera que insufla vida a los hechos siempre es un reto complicado. Jones lo
políticos y militares. Vemos a resuelve centrando cada uno
los ejércitos en movimiento, ENSAYO de sus apartados en figuras
La torre maldita
con sus muchedumbres, sus concretas. Conocemos de este
Roger Crowley
animales y sus tiendas. Presen- Barcelona: modo a personajes como el
ciamos también la brutalidad Ático de los rey Sigurd I de Noruega, un
propia de la época, en la que Libros, 2020 joven soberano que en 1110
combatir significaba arriesgar- 317 pp. 21,90 € se presentó en Palestina, don-
te a que el contrario te desmem- de contribuyó a tomar Sidón,
brara a espadazos. y peregrinó a Jerusalén. Su
Para escribir su crónica de esa caso evidencia cómo las cru-
forma prodigiosamente flui- zadas se habían convertido en
da, Crowley ha tenido que di- una aventura para el conjun-
gerir antes dos siglos de eru- to de la cristiandad, ávida tan-
dición sobre las cruzadas. Ha to de beneficios espirituales
tenido también en cuenta las como de botín económico.
fuentes de la época, entre las El autor nos hace revivir un
que destaca la crónica del anó- mundo en el que la fe y la po-
nimo “Templario de Tiro”, un ENSAYO lítica iban de la mano, en oca-
personaje que fue, segura- Los cruzados siones con resultados catas-
mente, testigo de los hechos Dan Jones tróficos y atrocidades sin fin.
Barcelona:
que narra. No conocemos, por La toma de Jerusalén, en 1099,
Ático de los
desgracia, su grado de impli- Libros, 2020 fue “un ejemplo extremo de
cación; solo que sabía mucho 557 pp. 26,90 € los derechos de un ejército vic-
más de lo que contaba, a juz- torioso que no tiene misericor-
gar por su propio testimonio. dia alguna con los vencidos”,
Por otra parte, nuestro autor subraya en este sentido.
ha tenido en cuenta los datos Hay expertos que concluyen
de la arqueología, en ocasio- la historia de las cruzadas con
nes de interpretación proble- la caída de Acre. Otros prefie-
mática. Son muy pocos los ren ir más allá e incluir otros
restos de la época que han episodios bélicos. Dan Jones
llegado hasta la actualidad. se sitúa en esta última línea,
Crowley ha hecho más que al extender su relato hasta la
estudiarlos desde la comodidad de una toma de Granada por los Reyes Católicos,
biblioteca: se ha tomado el trabajo de en 1492. Se adopte el criterio que se
visitar la ciudad para intentar compren- adopte, los historiadores están de acuer-
der sobre el terreno el escenario de tan- do en que las cruzadas son cosa del pa-
tos antiguos combates. sado. Sin embargo, para muchos extre-
mistas cristianos y musulmanes, son
Una obra de referencia algo muy real. El último capítulo de Los
Tenemos, hasta aquí, una reconstrucción cruzados esclarece cómo la violencia
del fin de la presencia cristiana en Tie- medieval se utiliza para legitimar la del
rra Santa. ¿Preferimos una visión gene- presente, siempre a partir de una lectu-
ral? Dan Jones, ya conocido por el pú- ra muy poco sutil de los hechos históri-
blico español por Los templarios (Ático cos. FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
96 • HISTORIA Y VIDA
decine
THRILLER
LUCHA DE
MAFIOSOS
Fargo
Creador: Noah Hawley.
Reparto: Chris Rock, Jessie Buc-
kley, Ben Whishaw.
La cuarta temporada de
3 4
Fargo (Movistar+) está
situada en 1950, en Kansas
City (Misuri). La serie narra
el enfrentamiento entre dos
clanes mafiosos: el italo-
americano, formado por in-
migrantes napolitanos y ca-
labreses instalados en la
ciudad a principios del siglo
xx, y el afroamericano, com-
puesto por emigrantes del
sur que se estaban despla-
zando a las urbes del Medio
Oeste, huyendo de las leyes
racistas de Jim Crow.
DRAMA
DE ESCLAVO
A CORTESANO
Angelo
Director: Markus Schleinzer.
Reparto: Makita Samba, Alba
Rohrwacher, Larisa Faber.
Angelo Soliman fue un
esclavo nigeriano del si-
glo xviii que llegó a ser sol-
dado, gran maestre de la lo-
gia masónica, ayudante de
cámara y preceptor en la ca-
sa de los príncipes de Liech-
tenstein. Tras su muerte, en
el año 1796, fue disecado y
expuesto en el Museo de
Historia Natural de Viena,
vestido con plumas y tapa-
rrabos. Angelo (Filmin) na-
rra su vida, y establece su-
gestivos paralelismos con el
racismo contemporáneo.
4
DOCUMENTAL
GOLPE A LA
REUNIFICACIÓN
Detlev Rohwedder:
Un crimen perfecto
Directores: J. Peter, T. Striegnitz.
Reparto: A. Hartung, B. Malkus.
Docuserie germana
5 6
(Netflix) que examina
la muerte del político so-
cialdemócrata Rohwedder,
encargado de la privatiza-
ción de las industrias de la
ex República Democrática
durante la reunificación de
Alemania. Rohwedder fue
asesinado de un disparo en
1991. La autoría del crimen
fue reivindicada por la Fac-
ción del Ejército Rojo
(RAF), de extrema izquier-
da, aunque el francotirador
nunca fue identificado.
AVENTURAS
VICTORIA
BÁRBARA
Bárbaros
Directores: B. Eder, S. St. Leger.
Reparto: Gaetano Aronica, Ben-
ce Ferenczi, Jeanne Goursaud.
La batalla de Teutobur-
go fue un enfrenta-
miento entre varias tribus
germánicas y el Imperio ro-
mano, acaecido en el año 9.
La derrota de las legiones
romanas frenó la expansión
del Imperio al otro lado del
Rin. Codirigida por el autor
de Vikingos (2013), la serie
Bárbaros (Netflix) recrea
esta batalla y pone el foco
en Arminio, un caudillo
germano aliado de Roma
que traicionó al gobernador
romano de Germania.
 HISTORIA Y VIDA • 97

decine por CARLOS JORIC

© Network Movie / Wild Bunch Germany 2019 / Georges Pauly.

2

DRAMA DRAMA

CUANDO HITLER
EL PINTOR “DEGENERADO” ROBÓ EL CONEJO ROSA
La lección de alemán El año que dejamos de jugar
Director: Christian Schwochow. Directora: Caroline Link.
Reparto: Ulrich Noethen, Tobias Moretti, Levi Eisenblätter. Reparto: Riva Krymalowski, Marinus Hohmann,
Carla Juri, Justus von Dohnányi.
Tras su celebrada biografía sobre la pintora expresionista Paula Mo- La directora alemana Carol Link, co-
1 2
dersohn-Becker, Paula (2016), el director Christian Schwochow (autor nocida por el filme En un lugar de
también del drama sobre la separación de Alemania Al otro lado del muro) África (2001), con el que ganó el Óscar a
regresa a los cines con otra película donde la pintura tiene un gran prota- la mejor película de habla no inglesa, diri-
gonismo. La lección de alemán es una adaptación de la novela homónima ge la adaptación de Cuando Hitler robó el
de Siegfried Lenz (Impedimenta, 2016), una de las obras cumbre de la lite- conejo rosa, la novela autobiográfica de
ratura alemana de posguerra. Ambientada en un remoto pueblo del norte Judith Kerr, convertida en un clásico de
de Alemania durante el nazismo, la película narra la historia de un oficial la literatura juvenil. La película cuenta la
de policía que recibirá la orden de impedir que su vecino y amigo de la in- historia de una niña berlinesa de origen
fancia, un renombrado artista expresionista (personaje inspirado en el judío que se verá obligada a huir a Suiza
pintor Emil Nolde), siga trabajando, al ser considerada su obra “arte dege- junto a su familia tras el ascenso de Hitler
nerado”. El enfrentamiento entre estos dos personajes, narrado en forma al poder en 1933. La directora narra la
de flashback por el hijo del policía (para quien el pintor es como un segun- huida desde el punto de vista de la niña
do padre), funciona como metáfora sobre el clima moral de la sociedad de nueve años, reflejando su desconcierto
alemana bajo el régimen nazi. Una sociedad obsesionada con el sentido del y temor ante unos acontecimientos que
deber, con cumplir con su obligación hasta sus últimas consecuencias. amenazan con robarle su infancia.
98 • HISTORIA Y VIDA
fotoconhistoria
Máxima destrucción
a España de Felipe II se estrelló
L contra Inglaterra. Lo mismo le
sucedió a la Francia de Napo-
león. La Alemania de Hitler, en lugar
de aprender de errores ajenos, intentó
someter a los británicos mediante una
campaña de bombardeos. El más brutal
de todos ellos, la denominada Opera-
ción Sonata Claro de Luna, tuvo lugar
entre el 14 y 15 de noviembre de 1940.
Más de quinientos aviones se dirigieron
contra la ciudad industrial de Coventry,
un punto estratégico porque allí se con-
centraban numerosas industrias de ma-
terial de guerra. El ataque, sin embar-
go, no se limitó a sus instalaciones:
buscó provocar el máximo terror. La
ciudad quedó arrasada bajo más de
ciento cincuenta mil bombas, con un
saldo que superó las quinientas cin-
cuenta víctimas mortales. La propa-
ganda del Tercer Reich incluso acuñó
un verbo, “coventrizar”, para referirse
a semejante grado de destrucción.
La imagen de este mes muestra los res-
tos de la catedral de la ciudad, que no
sería reedificada para que permanecie-
ra como testigo mudo del horror. Se
prefirió otra distinta, situada junto a
las ruinas de la antigua. Fue consagra-
da en 1962 en una ceremonia en la que
sonó el Réquiem de guerra de Benjamin
Britten, compuesto para la ocasión.
Una historia sin fundamento implicó
a Winston Churchill en la catástrofe.
Se dijo que conocía con antelación lo
La catedral de
Coventry tras
ser destruida por
las bombas de la
Luftwaffe en 1940.
que iba a ocurrir gracias al descifra-
miento de Enigma, la máquina utili-
zada por los nazis para codificar sus
mensajes. Supuestamente, el inquili-
no de Downing Street habría dejado
actuar a la aviación enemiga para que
los alemanes no sospecharan la inter-
ferencia en sus comunicaciones. En
realidad, Churchill sabía que iba a
producirse un gran ataque, pero des-
conocía cuál podía ser el objetivo.
Durante el resto de la guerra, Coven-
try sufrió nuevas incursiones de la
Luftwaffe. La última tuvo lugar el 3
de agosto de 1942. En esos momentos,
ya estaba claro que Hitler no iba a
conseguir doblegar a Gran Bretaña.
ɿFRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS