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DERECHOS HUMANOS
EJE 1: ÉTICA Y MORAL
Finalmente, ¿por qué se deben cumplir siempre las promesas hechas? ¿Cuáles
podrían ser las otras alternativas? ¿Existen circunstancias particulares que me eximan de
cumplir una promesa? ¿Cómo las puedo identificar? De acuerdo a cual sea la respuesta
tendré los fundamentos acerca de por qué consideramos a una conducta buena o mala. Este
es el campo de la Ética.
Muchas veces se utiliza la palabra “Ética” como sinónimo de “Moral”, pero hay que
aclarar que estos términos son idénticos sólo en sentido etimológico; ambos significan
“costumbre-hábito”. Nosotros sostendremos la distinción realizada anteriormente1,
considerando a la moral como el conjunto de creencias que una sociedad tiene acerca de lo
bueno y lo malo, lo permitido y lo prohibido, y sus prácticas consecuentes. Así la plantea el
filósofo argentino Julio de Zan: “En el lenguaje filosófico contemporáneo se han estipulado…
dos clases de definiciones diferentes de estos términos. En un primer sentido, se comprende
a lo moral como algo que pertenece al mundo vital, de lo vivido o de la vida diaria y que está
compuesto por valoraciones, actitudes, normas y costumbres que orientan o regulan el obrar
humano. Se entiende a la Ética en cambio como la ciencia o disciplina filosófica que
desarrolla el análisis del lenguaje moral y ha elaborado diferentes teorías y maneras de
justificar o de fundamentar las pretensiones de validez de los enunciados morales. Por eso…
se puede usar el término Ética como sinónimo de Filosofía de lo Moral”2.
1
En el punto “b” de la página anterior.
2
En https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2228/4.pdf , pag. 1.
EL CAMPO DE ESTUDIO DE LA ÉTICA: DELIMITACIÓN Y LOCALIZACIÓN DEL OBJETO.
LOS ACTOS VOLUNTARIOS E INVOLUNTARIOS.
La Ética es una disciplina filosófica que, hemos dicho, estudia las acciones humanas
en las que se ven involucradas otras personas; quiere decir que estas acciones constituyen
su objeto de estudio. Su tarea será juzgar, por medio de la razón, si la acción humana que se
realiza está ordenada al bien o al mal, dando los fundamentos de dicho juicio. Además ordena
y clasifica las conductas o modos de obrar del hombre. Es un saber práctico, es decir, se
ocupa del obrar humano. Pero también es una ciencia normativa o prescriptiva: no pretende
sólo comprender “lo que es”, sino que busca determinar “lo que debe ser”. Con los elementos
anteriores, podemos entender la definición clásica de “Ética”: “…es la ciencia o disciplina
filosófica que estudia las acciones y la conducta humana para determinar su bondad o su
malicia, mediante el juicio que realiza la recta razón”.
Respecto del juicio que se realiza, éste se efectúa cuando nos encontramos frente a
acciones que han sido realizadas voluntariamente (en uso de la libertad y con conciencia).
Para los actos voluntarios, justamente, la moral clásica reservaba el nombre de “actos
humanos” o “actos morales”. Estrictamente pues, el llamado objeto material de la Ética (“lo
que” estudia la Ética) está constituido por las acciones humanas, o las acciones humanas en
cuanto son voluntarias. Según Tomás de Aquino, “entre todas las acciones hechas por el
hombre se llaman humanas sólo aquellas que son propias del hombre en cuanto es
hombre, o sea, dueño de sus actos”. Por el contrario, se denomina “actos del hombre” a los
que no son libres o voluntarios, sea porque en el momento en que se realizan falta el
necesario conocimiento y voluntariedad, sea porque se trata de procesos sobre los que el
hombre no posee un dominio directo (desarrollo físico, circulación de la sangre, etc.). En los
actos del hombre, el sujeto tiene conciencia de que algo ocurre o acontece en él como en un
escenario pero sin su personal y activa participación.
En las sociedades actuales se puede a veces observar que son legales (de acuerdo con
las leyes vigentes) conductas o actos que, desde el punto de vista de su valor moral – su
calificación de “bueno” o “malo” – serían rechazables. Por ejemplo, la falta de límites a la
especulación financiera o la primacía del derecho a la propiedad privada en desmedro del bien
común. Asimismo, puede que la ley no sancione comportamientos que, según la moral colectiva,
son malos: por ejemplo el adulterio, la avaricia, etc. En definitiva, las normas morales no son
idénticas a las normas jurídicas. El problema es, entonces, la relación entre uno y otro orden, el
moral y el jurídico.
Son diversas las opiniones respecto a la relación entre la ley jurídica y el orden de la
moralidad. Una de ellas sostiene que el Derecho sólo prescribe una conducta externa,
mientras que la moral exige una actitud interna. Otra, sostiene que el Derecho tiene por
objeto el ordenamiento de la conducta imprescindible para la convivencia social, mientras que
la esfera moral es más amplia porque regula la conducta en general. Una tercera articulación
posible es que las exigencias del Derecho apuntan a un mínimo ético; la moral tiene metas
más elevadas, que prescriben incluso actitudes heroicas o extraordinarias.
Un orden jurídico justo tiene que ser moralmente correcto. Los mejores pensadores de
todos los tiempos han defendido la tesis de que un buen orden moral es la mejor y más
indispensable condición para que se dé un eficaz orden jurídico. Sin embargo, siempre han existido
comportamientos inmorales. El derecho se ha limitado —en una medida cada vez creciente— a
castigar como delitos sólo aquellos que podrían causar un daño a terceros, a la seguridad pública,
o al ordenamiento del Estado.