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Desarrollo minero y diversidad productiva

Una estrategia dual entre mineras y proveedoras con capacidades tecnológicas


permitirá proyectar la actividad.

Nuestra principal opción hacia la exportación de conocimiento es el fortalecimiento de las empresas que
proveen a la minería productos y servicios intensivos en conocimiento.

Los desafíos que enfrenta la minería pueden convertirse en el principal motor de desarrollo y de
diversificación de nuestra canasta exportadora a partir del surgimiento de un nuevo sector productivo: los
proveedores de servicios, tecnologías y equipos mineros (STEM), todas las empresas generadoras de
servicios y productos intensivos en conocimiento.

Por décadas la industria minera ha asumido un rol de liderazgo en la construcción de capacidades humanas,
conocimientos, tecnologías e innovación en Chile, siendo este esfuerzo parte importante de su competitividad.
Sin embargo, los nuevos y mayores desafíos productivos, ambientales y sociales que debe enfrentar la
minería hoy, exigen renovar ese liderazgo y ampliar este esfuerzo.

Las competencias existentes en la base de los proveedores STEM es una fuente significativa para hacer
frente a los desafíos de competitividad y sustentabilidad que enfrenta el sector minero. Parte importante de las
capacidades científicas, tecnológicas, de innovación y emprendimiento que se han ido acumulando en estas
empresas, junto a su flexibilidad, destreza para trabajar en redes y facilidad para atraer talento altamente
calificado, generan condiciones únicas para desarrollar las soluciones que la minería requiere hoy con
urgencia.

El fortalecimiento de una industria de STEM constituye una doble oportunidad para el país, no solo como un
factor que mejore la competitividad de la minería, sino que también puede dar origen a una industria
exportadora de conocimiento, que trasciende a la propia minería, siendo una fuente de diversificación
productiva y un motor de crecimiento de largo plazo.

El desarrollo de los STEM no está exento retos, cuyo abordaje requiere de una aproximación sistémica que
tome en cuenta tanto los factores internos de las empresas proveedoras y de las compañías mineras como los
factores del ecosistema, incluyendo el apoyo de políticas públicas.

Los desafíos de productividad y sustentabilidad y la permanente presión por la disminución de costos que
enfrenta la minería no solo abren espacios únicos de innovación y desarrollo de nuevas capacidades, sino
que también son un elemento ordenador y que facilita la coordinación entre los actores de la industria y su
ecosistema.

EE.UU., UNA EXPERIENCIA ILUSTRATIVA


La experiencia norteamericana es un claro testimonio de un proceso de desarrollo productivo orquestado en
torno a los desafíos de la industria, que aprovechó el potencial de las capacidades industriales y tecnológicas
existentes a través del desarrollo de redes de aprendizaje e innovación.

El liderazgo de EE.UU. como principal productor de cobre durante gran parte del siglo XX no fue el simple
resultado de contar con una dotación geológica privilegiada. Sin duda que se contaba con importantes
reservas de mineral, pero lo anterior fue acompañado por significativos esfuerzos y avances en exploración,
en tecnologías de extracción y refinación, junto a enormes esfuerzos en formación de capital humano.

Adicionalmente, el desarrollo minero norteamericano se debió a la capacidad de institucionalizar sistemas de


investigación, desarrollo y escalamiento industrial, lo que permitió atender los desafíos productivos. Ello fue
parte de una red de aprendizaje que se organizaba en torno a un ambiente orientado a la resolución de
problemas. De esta forma, se pudo hacer frente a una sostenida caída en las leyes de los yacimientos, la cual
era compensada con un aumento sostenido de productividad.
Las lecciones de la experiencia de EE.UU siguen plenamente vigentes, en particular, para el caso de la
minería del cobre en Chile. La significativa demanda de metal rojo que se espera para las próximas décadas
abre una oportunidad única para aquellos países que, contando con recursos minerales, sean capaces de
instalar procesos de aprendizaje e innovación para hacer frente a los desafíos productivos, transformar los
recursos en reservas y fortalecer su posición competitiva, manteniendo su costo de producción en los
segmentos de menor valor.

Dado el tamaño de la industria minera local, las capacidades y la experiencia existente, las compañías
mineras en colaboración con sus proveedores y con el apoyo del Gobierno, podrían generar una dinámica de
aprendizaje en redes similar a la experiencia de EE.UU. y así enfrentar los crecientes desafíos de
productividad y sustentabilidad.

El proceso de aprendizaje puede ser entendido como un círculo virtuoso, en donde los problemas o desafíos
productivos —por ejemplo, una mayor eficiencia en el uso de agua— son utilizados como elementos
ordenadores de los esfuerzos y estrategias a desplegar, por ejemplo, desarrollo y manejo de tranques de
relaves espesados.

Este ejemplo resulta ilustrativo para explicar la dinámica virtuosa. A partir de la identificación de los desafíos
de eficiencia en el uso de agua en un tranque de relave, se ve facilitada la coordinación de los esfuerzos de
aprendizaje, investigación, diseño e ingeniería para alcanzar un determinado propósito, teniendo presente el
nivel de capacidades existente y la de asimilar nuevo conocimiento. Adicionalmente, se requieren acciones de
preparación para implementar soluciones con un nivel mayor de desempeño, en este caso, una mayor
recuperación de agua.

Estas se organizan a partir de las capacidades existentes (capital social). Estas actividades de preparación
pueden incluir una amplia variedad de esfuerzos, tales como la contratación de expertos, el desarrollo de
pilotajes y pruebas, actividades de ingeniería e investigación o incluso el desarrollo de normativas y
capacidades institucionales, entre otros.

Finalmente, someter a la nueva solución a condiciones productivas reales, ayuda a determinar los factores
operacionales que determinan la viabilidad de la solución. Asimismo, la experiencia práctica les ayuda a la
empresa y a la red que fue movilizada para generar la solución a absorber o asimilar el nuevo conocimiento —
learning by doing— teniendo como resultado un nuevo nivel de capital social (Figura 1).
LOS DESAFÍOS PRODUCTIVOS, AMBIENTALES Y SOCIALES COMO EJES
ARTICULADORES

Los desafíos que enfrenta una expansión de la producción minera, o incluso mantener los niveles actuales de
producción, bajo condiciones geológicas, ambientales y sociales más complejas, son ejes ordenadores para el
desarrollo de una industria de proveedores de servicios, tecnologías y equipos mineros (STEM)
internacionalmente competitiva.

Adicionalmente, el deterioro que ha experimentado la productividad en el sector minero en la última década


hace urgente que el abordaje de estos desafíos este acompañado de mejoras de eficiencia que fortalezcan la
competitividad de la industria, evitando una caída en la producción por el decaimiento de las leyes y el
incremento de los costos.

El desarrollo de los STEM debe ser una palanca de la productividad y competitividad de la industria. En la
medida que la industria minera sea capaz de establecer una agenda colaborativa para abordar los desafíos
asociados a mantener una participación de un tercio de la producción mundial de cobre, no solo podrá
fortalecer su competitividad, también será una plataforma para el desarrollo de proveedores de base
tecnológica. Se trata de una estrategia dual, ya que al mismo tiempo que se aumenta la base productiva, se
transita hacia una economía intensiva en conocimiento.

Por el contrario, si las operaciones existentes van gradualmente reduciendo su producción, no se fortalece la
competitividad de la base productiva existente y no se desarrollan nuevos proyectos de inversión, los desafíos
para enfrentar este escenario serán menores y las capacidades necesarias para abordarlos también. Esto no
solo nos lleva a una producción minera de menor tamaño, sino que también a un ecosistema con niveles
menores de desarrollo y capacidades, y un potencial de desarrollo de STEM más bajo (Figura 2).

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