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Después se aprovecha y
revelador, de pronto, el asiento cadas las mejores páginas, si no se disfruta de mejor modo la lec-
que Lucaks ocupaba en clase, el fuese porque es difícil decidir; sí al tura pausada y repetida, de años
nerviosismo de Ortega en una menos las que de manera más in- acaso. Como ese extraño mo-
noche particular, un parentesco mediata y apremiante se refieren mento de nuestra historia inte-
remoto, un lío de faldas. Porque a nosotros. Gil Villegas encuentra lectual, el libro de Francisco Gil
con esos materiales adquieren las en Simmel la mejor manera de Villegas puede ser inagotable. <
ideas consistencia: de ellos de- afrontar la tragedia de la cultura
pende la última, decisiva cohe- moderna: un hallazgo, una revela-
sión de un punto de vista. Algo ción que define el contenido inte-
que uno descubre, que uno en- lectual de ese segundo momento CHRISTOPHER DOMÍNGUEZ
tiende sin apenas saber cómo, al decisivo en la historia intelectual MICHAEL
pasar y de propina, sin la pesadez de la Modernidad. Y que todavía
ni el ingenuo rigor de un modelo nos concierne, de manera igual-
teórico. mente grave si no más. B IO G RAF ÍAS DE S PINOZA
Todo en el libro apunta -pa- Ese es seguramente el gran te-
rece apuntar- hacia Martin ma del libro, que acompaña como
Heidegger; y eso puede echar pa- un bajo continuo los agitados
ra atrás incluso a los especialistas, contrapuntos del relato de la vida
que son gente de buenas tragade- universitaria alemana de princi-
ras e insomnios pertinaces. Por- pios de siglo. Lo que importa y 0l
que resulta, además, que Heideg- hace falta es discernir los proble-
ger era en efecto tal como lo mas, los sobresaltos, las preguntas Yurmiyahu Yovel, Spinoza, el marrano
pinta la leyenda: de un rigor in- que se propuso aquella genera- de la razón, Anaya /Muchnik, Barcelo-
franqueable, una inteligencia ción que definió, digamos, el na, 1995, 462 pp.
vertiginosa y extática. Sin em- punto de vista de nuestro siglo. El Atiliano Domínguez (comp.), Bio-
bargo, el verdadero protagonista tema de la muerte y el de la buro- grafías de Spinoza, Alianza Editorial,
del libro no es él, ni Lukács ni cracia, el horizonte terrible de la Madrid, 1995, 293 pp.
Ortega tampoco: no, ninguno de ciencia y la técnica, la fascinante
ellos sino ese sigiloso y divertido idea de la decadencia, la deshu- urante medio milenio,
duende (“ardilla filosófica”, decía
Ortega) que fue Georg Simmel.
manización y, por supuesto, el
Tiempo.
Mi favorito es, no obstante, el
breve capítulo dedicado al ensayo
D gracias a la tolerancia mu-
sulmana, España fue el
centro floreciente de la judería
europea. Y tan pronto como los
como forma literaria. En él se cristianos empezaron a vencer a
anudan muchas cosas, se resuel- los moros, el judaísmo retrocedió
ven varios de los acertijos que dramáticamente. En 1391, un si-
ofrece el libro; hay también un glo antes de la expulsión, la turba
tramo verdaderamente emocio- sevillana protagonizó un motín
nante en que se relata el encuen- antisemita que se extendió por to-
tro con Ortega y Heidegger, tan- da Andalucía. Miles de judíos fue-
tos años después. Pero lo más ron arrastrados hasta la pila, don-
llamativo son los trazos radicales, de aceptaron el bautismo para
de una simplicidad renacentista salvar la vida. Hubo pocos casos
con que se bosqueja la vocación de martirio. Hacia 1412, San Vi-
temperamental para el ensayo y cente Ferrer aterrorizaba a los ju-
sus encadenadas, inapreciables díos atravesando sus vecindades al
consecuencias intelectuales. frente de un tropel de monjes fla-
Por sus dimensiones, por el te- gelantes. Y el antipapa Benito XII
ma, parecería natural sugerir una organizó la disputa de Tortuosa,
lectura pausada y minuciosa. espectáculo teológico donde se
Creo, sin embargo, que conviene obligaba a los rabinos a discutir
leerlo de un tirón, a saltos inclu- con los judíos renegados, llamados
so, y un poco desordenadamente: desde entonces “cristianos nue-
tenerlo a la vista todo, como un vos” o marranos. La mayoría se ha-
M
hauer se glorió de haber nacido el e llama la atención que quietud (que no es sinónimo de
22 de febrero de 1788, es decir, tres de los mejores li- inmovilidad) se transforma en el
cien años más un diez por ciento __ bros de ensayo publica- correlato de un cuerpo sin órga-
y un décimo de tal porcentaje, dos el año pasado (El salón de los nos, sin apetitos, sin pasiones,
comprobando que sumando un espejos encontrados de Jaime Mo- destinado al lamento y a la reco-
uno a las cifras del día de su óbi- reno Villarreal, Retrato hablado de lección. Aunque luego Morábito,
to, se obtenía la fecha de naci- Francisco Segovia y Los pastores en un incomprensible arrebato
miento del amantísimo discípulo. sin ovejas de Fabio Morábito) per- sociológico, afirme que “la aboli-
Más allá de las interesadas (y tenezcan a autores de la misma ción del pasado histórico que rea-
exactas) numerologías schopen- generación y se ocupen de un te- liza la alta burguesía del Quattro-
hauerianas, sabemos que Spinoza ma lo bastante amplio como para cento obliga (?) en el terreno de la
dejó al morir escasos bienes ma- permitir numerosos acercamien- imaginación artística a postular
teriales y una biblioteca de 159 tos: la percepción, la relación en- un cuerpo sin herencias ni deter-
tomos, entre los que destacan, tre el mundo de los sentidos y el minaciones”.
ecos de la España perdida, los mundo de la letra, la imagen lite- Un purista de la crítica bucó-
Quevedo, los Saavedra Fajardo y raria. lica (T. G. Rosenmeyer, T. P. Ha-
los Góngora. El ejemplar autó- De los tres libros, el de Morá- rrison, W. J. Kennedy...) podría
grafo de la Etica fue vendido a bito parece ser el esfuerzo más sis- hacer notar que en ocasiones Mo-
Leibniz, el único contemporáneo temático, más ambicioso, puesto rábito descuida demasiado el pai-
ilustre de Spinoza que se atrevió, que se presenta como el recorrido saje para concentrarse en sus pa-
en 1676, a visitarlo. por una de las imágenes más per- seantes, pero también es posible
El filósofo fue enterrado en la sistentes de la literatura, elevada contrargumentar que en la litera-
Nieuwe Kerk, en una fosa común a la categoría de Arquetipo: la tura moderna el personaje ha ga-
y alquilada. Años después un pas- Arcadia, el tema de la ensoñación nado importancia en detrimento
tor protestante se tomó la moles- bucólica y sus prolongaciones en de la escenografía (véanse, por
tia de escribirle el siguiente epi- una serie de géneros literarios mo- ejemplo, los ensayos de William
tafio: “Escupid sobre esta tumba. demos o incluso en delirios políti- Empson: Some Versions of Pasto-
Aquí yace Spinoza. Pluguiera a cos, como el nazismo. A contra- ral). Por eso el hilo conductor del
Dios que también su doctrina es- corriente de una serie de estudios libro de Morábito no es tanto un
tuviera aquí enterrada. Entonces que se limitan a ver el ideal arcá- paisaje y sus características como
esa pestilencia no envenenaría dico como trasfondo de algún una serie de encamaciones o per-
más el alma. Beneditus Spinoza, otro “contenido” (el amor cortés, sonajes mitológicos y literarios
judío renegado, que combatió la doctrina neoplatónica, la corte donde “lo bucólico” reaparece mi-
con saña al mismo Dios. Jamás en clave...), este ensayo analiza al metizado bajo diversas formas de
produjo el infierno monstruo más mismo tiempo las características monofocalismo: Polifemo, el Ca-
impío, ya que renegáis de aquel de la Arcadia y las de sus habi- ballero Andante, el Científico
ante el cual los mismos diablos tantes. Si desde Curtius se nos ha- verneano, Don Juan, Drácula, Hi-
tiemblan. ¿Quién os iguala en bla de la características del locus tler, Hermes, Filoctetes...
perversidad? Yo afirmo que lo ig- amoenus, Morábito prefiere ver El problema no es (como escri-
noro.” 6 ese paisaje con los ojos de los pas- bió algún reseñista despistado)