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Este libro no esta escrito en tinta, sus páginas no son hojas de

papel. Este libro es acero forjado en 8 grados y cargado de


fulminato de ideas. Es un proyectil autoricida que disparo en
cantidad .....sobre el pavimento de los civilizados. ¡Ojala vuelen
lejos sus cascos y horaden las filas apretadas de los prejuicios!
¡Ojala la vieja sociedad se desmorone hasta sus cimientos! J.
Dejacque Difundi, Plagia, Copiá, Imprimí, Tergiverzá, Usá, Citá...
que corra libre, esto es de todas

Ética Amatoria del deseo Liberterio y las afectaciones libres y


alegres
Luddismo Sexual

lunes 7 de marzo de 2011

Etica amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y


alegres
¿Dónde están las palabras, dónde la casa, dónde están mis
antepasados, dónde están mis amores, dónde mis amigos? No
existen mi niño. Todo está por construir. Deberás construir la
lengua que habitarás y deberás encontrar los antepasados que
te hagan más libre. Deberás construir la casa donde ya no
vivirás solo. Deberás construir la nueva educación sentimental
mediante la cual amarás de nuevo. Y todo lo edificarás sobre la
hostilidad general, porque quienes despiertan son la pesadilla
de quienes aún duermen.
Tiqqun

Incipit
El hecho de que una sola cosa o persona merezca nuestro amor

es una forma de barbarie, pues excluye a todos los demás.

Nietzsche

¿Acaso no es la escritura una actividad inútil, un juego con su fin


en si mismo -autotelos- que no se subordina a ningún proyecto,
que permite desnudarse y pone en juego la integridad del ser,
admitiendo incertidumbres, hasta el extremo del silencio, la risa,
el llanto? Este otro tipo de escritura es poética y hace posible la
comunicación íntima para romper el aislamiento cotidiano de
los seres, para ponernos en comunicación entre nosotras: Yo en
Buenos Aires, Vos donde sea que estés. Pero este
agenciamiento -pandilla- se trata de muchas más que dos.
La escritura puede ser un movimiento irreductible, un
movimiento mediante el cual alguien dice “no obedezco más”
y arroja a la cara de un poder que estima injusto el riesgo de su
vida como era conocida hasta ese momento, de su
inteligibilidad social, porque prefiere -y desea- el riesgo de la
muerte a la certeza de tener que obedecer.

Amo AmoR, no te obedezco más: tu pretendida evidencia


natural puede ser criticada y destruida; o acaso no es innegable
que algunos temas han sido construidos durante cierto
momento de la historia. Por ello, algunas personas que
afectadas mutuamente pueden salirse del circuito de la
semiótica amatoria romántica devienen algo más, se tornan
afines: mucho más libres de lo que se siente, de lo se acepta
como evidencia.

Arremetemos viajeras -entonces- contra la idea de necesidades


universales en la existencia humana, contra la noción de
humanidad - ¿Qué es lo humano? ¿Quiénes sus monstruos que
entregan las credenciales en la puerta del nacimiento, y dicen
“mujer”?- para mostrar la arbitrariedad de las instituciones y la
violencia de los instituidos y para poder concebir cuál es el
espacio de libertad del que todavía podemos disfrutar, y qué
cambios todavía podemos realizar.

Viajamos y migramos a lo desconocido, a la incertidumbre para


comprobar especialemnte que aquello que creíamos único e
irrepetible es solo una ficción que también a se nos aplica. Ni
únicas ni irrepetibles, el chispazo que puede hacer encender la
mecha del gusto por otro cuerpo, se puede encontrar en
muchos cuerpos y muchos lugares, incluso los menos pensados,
a las afines y las compañeras de ruta.

Este encuentro entre amigas se trata de un viaje que destruye y


construye -deconstruye- los afectos y los modos de afectación
hasta ahora conocidos como “Amor” y “Enamoramiento” para
devenir más sinceros, más profundos, más fuertes. Para vivir hoy
como desearíamos vivir mañana el mundo nuevo que habita en
nuestros corazones.

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Manada de un lobo corre por

una pradera ardiente 1


Ay amor, lo que no pude

dar, no supe recibir

Diana Bellesi

Alegría, Amistad, Afinidad, Amor. ¿Sentimientos o Instituciones?


¿Re-definibles, re-semantizables, re-significables? El Zaratustra
decía que quién quiera tener un amigo tiene que querer
también hacer la guerra por él: para poder hacer la guerra hay
que poder ser enemigo. ¿Puedes acercarte mucho a tu amigx
sin pasarte a su bando? ¿Has visto dormir a tu amigx para
conocer cuál es su aspecto? Y aquí nosotras hoy agregamos
“amiga”, amica, en latín la amante.

El Hombre, su idea, su iluminismo, tiene que ser superado para


amar en vos los ojos firmes y la mirada de la eternidad, y
devenir aire puro, medicina, y soledad, pan y medicina para tu
socias: el esclavo no puede ser amigo; el tirano no puede ser
amigo. Ser amigas, hacer cosas por qué sí, por la pura pérdida,
de tiempo, oponerse a la dialéctica hegeliana de la dignidad
del trabajo y de la creación de un sujeto revolucionario.

¿Qué revolución? La lucha social es hic et nunc, aquí y ahora, y


nos oponemos a la dominación para vivir hoy como nos gustaría
vivir mañana, con la crítica a la utilidad de las cosas y contra la
metafísica productivista, mediante relaciones de afinidad y de
gusto en la boca. Forjar así un cuerpo lúdico (luddita), festivo,
ritual que anule a la pareja para poder afectarse más y no
menos. Devenir manada y basar las afectaciones en la libertad
y en el deseo sin falta ni carencia. Pareja: individualismo
posesivo, acaparamiento de objetos que puede ser exhibidos
frente a los demás.

¿Cuándo nos convertimos en objetos para ser exhibidos frente a


los demás?

¿Cómo permitimos que eso ocurra?

Afectarse no tiene por qué tener que ser aguantar la mierda del
otro.

Nuestros cuerpos buscarán el encuentro con una persona, con


un libro, con una música para devenir esa persona, ese libro,
esa música: compartiremos hasta lxs amantes. Permito que me
invadan y que mi territorio se amplíe de esa manera. Una filo-
sofía funciona para resistir: para aguantar los embates del
mundo, para contra - atacar, para borrarse y experimentar.

Oh, el Yo ese maldito gran traidor: difuminar en mí el universal o


la especie a la que pertenezco (fondo inalcanzable salvo el
acompasado latir donde seré, donde fui la gloria disuelta del
yo). Identidad: contornos fijos, líneas duras del ser.
Una afectación que me desterritorialice, que me nomadice para
que la vida circule con la sangre, la sangre y el espíritu:
emprender líneas de fuga: abandonar el campo de Marte, fuera
de los estratos como personas, fuera de la lógica binaria por la
que somos o varón o mujer, o niño o adulto, humano o animal.
Abandonar las dicotomías, los binarios, la dialéctica. Hacernos
múltiples, deshacernos, combatir el uno de nuestra identidad y
arriesgarnos a una vida gozosa, una vida que se mueve por
deseos y por alegrías, que no se sustente edificada sobre el
resentimiento, ni sobre el odio, ni sobre las desgracias de las
otras personas; una alegría que no necesita la tristeza ajena
para existir.

Lógica de las relaciones: lo importante en la vida: no los sujetos


sino sus acciones. (lo que se esconde es siempre lo mismo,
cuestiones de amor y de sexualidad). El AmoR, romántico,
meloso, individualista; esa es la lógica narcisista que habla
fundamentalmente del Yo, yo, yo, mi, mi, mi, lalalala, e impide
devenir capaces de querer/desear, chiquito, así, sin pompas,
para componer un cuerpo con otro, un proceso de deseo.
Ensamblarnos y armar nuevas máquinas.

Amistad política-deseante, ética anarquista del deseo libertario,


cariño, afecto, deseo, tesoros comunes a compartir por todas:
un gesto con la mano, una manera de mirarnos, una forma de
encontrarnos en los ojos y en los gustos, una canción, un
poema, caminar con vos por la calle y reírnos con toda la boca
y todas las venas, saber que no estamos solas…plena de gracia
infinita, tocás el centro mismo de mi existencia. Percibo algo
que me revela y me enseña incluso en el mismismo instante de
tu locura.

Deseo: una disposición.


Construir el deseo: formular qué disposición se desea, qué
mundo se desea, para que sea el mundo en el cual tu deseo
discurra. Nuevas relaciones sociales sindicadas a sus técnicas.
Ni carencia ni ausencia, sino comunidades deseantes que
reformulen el parentesco y la definición de hogar.

Camaradería: el compañerismo, alianzas, que se anuden líneas


de fuerza imprevistas.

Subversión: un tipo de repercusión que se resiste a los cálculos.

El problema es la afectación que no quiere estratificarse en una


relación de pareja, que tiene como condición sine qua non la
inclusión como su esencia. El cariño, así, chiquito, sin pompa,
perturba. Resemantización constante, distorsión, desviación,
contornos de formas que todavía no podemos prever: la
masculinidad y feminidad no agotan los términos ni para la
identificación erótica ni para el deseo y el uso de los placeres.
Volverme más susceptibles de placeres, nuevos y extraños
placeres. Ese, también, es mi deseo para vos.

¿Cómo arribar, a través de las prácticas sexuales, a un sistema


relacional?

Deseo: posibilitar los instrumentos para relaciones polimorfas,


variadas, sin programa, sin necesidad ni apuro. El futuro no está
escrito, quizás pueda comenzar por estas letras:

Atrévete, atrévete a viajar conmigo, atrévete a vendar los ojos,


atrévete, atrévete a las cosas nuevas y en esas quimeras me
propongo yo. Seamos estupendxs amigxs dejemos la crítica de
lado, la música no tiene mensaje para dar. Atrévete, atrévete a
lo poco claro, atrévete a querer lo raro, atrévete, atrévete a
surcar el caos, que del otro lado te espero yo. Seamos
estupendxs amigxs.

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Love sucks.

Ni bien imaginamos que alguien es responsable por nuestra


existencia...

y le atribuimos la intención de nuestra existencia, nuestra


felicidad o miseria

, corrompimos nuestra inocencia de devenir.

Nietzsche
Vivir la diferencia es una cuestión de grados, es -al decir de don
bigote- atreverse a caminar en el desierto, a vivir una vida de
peligro, a poner el cuerpo y los sentimientos en riesgo. Desertar,
desistir. Vivir la diferencia es como caminar por una cuerda por
encima del abismo -abgrund-. Al hacerlo negaremos las fuerzas
reactivas que nos tiran hacia abajo. Ya no más juicio y castigo,
ya no más la lógica de víctimas y victimarios.

Pero para andar por el desierto hace falta coraje, valor, porque
vivir la diferencia es vivir en ninguna parte, es vivir por fuera de
la humanidad, fuera de su moralidad, en independencia de ella,
y su binarismo de clase, de género, por fuera de las
instituciones, fuera del odi et amo. Es vivir contra la humanidad,
sobre la hostilidad general porque quienes despertamos somos
la pesadilla de quienes aun duermen.

Andar significa cuestionar nuestros valores y nuestros deseos


constantemente. Dejar la angustia -el malestar de la cultura- en
pos de las fuerzas vitales. Vivir sin estructura, sin inscripción en la
trascendencia de la moral. Sin AmoR, mucho menos sin
enamoramiento. Sin Amo-R.

Devenir hiperbórea, que viene a querer decir no necesitar ya


del Estado, no necesitar ya de las instituciones (el AmoR y la
pareja son instituciones vs. la amistad y la afinidad que son
acuerdos contingentes y temporarios basados en fuerzas
productivas y deseos positivos). El AmoR Romántico y la pareja
crean jerarquías. ¿Acaso no era obvio? Ellos son los jerarcas que
dictan quién sube primero al bote salvavidas y reparten las
plazas de salvataje. Son los pontífices que crean una moral
basada en lo individual y en una ficción del espíritu que
justificará su accionar en forma de anillo: te elijo a vos de entre
todas porque te lo mereces y te lo mereces porque te elijo a
vos.

El AmoR y la pareja pondrán en riesgo lo comunal y lo


comunitario en pos de su lógica binaria. Harán tambalear
proyectos colectivos en pos de no separarse “de la media
naranja”, del “compañero de verdad”.

El AmoR y la pareja, pero mucho más el enamoramiento es una


semiótica literaria del Imperio necesaria para la proliferiación
del aparato de captura que garantiza el ejército de reserva de
la heternorma. Tienen sus códigos, sus textos, sus gestos
aprendidos de sus literaturas. Narcotizan, ensimisman, engañan,
ciegan, poseen. Demonios. Son ante todo una ficción texto-
discursiva. Antonio de Nebrija sabía un poco de esto cuando
armaba sus gramáticas: “el lenguaje ha sido siempre aliado del
imperio”. Imperium, en latín poder.

El AmoR y mucho más el enamoramiento (cathexis) tiene sus


sistema de signos y códigos, sus gestos y sus textos. Los
repetimos sin pensar, creyendo que son nuestros. Creemos que
hay alguien allí individual que elige algo cuando solo hay
deseos colectivos que atentan o reproducen. Eso no nos hace
más inocentes o menos responsables del establecimiento de
una jerarquía frente a nuestras narices. Porque el fascismo no se
impone desde fuera. El fascismo se desea desde dentro, desde
nuestras estructuras psicológicas que nos hace alentarlo,
pedirlo, y crearlo. El Führer solo puede ser exitoso unicamente si
su programa se parece a las estructuras promedio del individuo
promedio. Y lo contrario también cabe afirmarse: ninguna idea
será completamente popular si en nada o muy poco se parece
a lo que el individuo promedio tiene en su estructura.
A esta lógica le oponemos A al cubo: afinidad, amistad,
afecto/afectación- tres modos de la alegría, tres modos de la
anarquía, tres modos de las pasiones no trágicas no tristes.
Dejamos de creer en los órdenes externos y sus signos que nos
inscriben en posiciones fijas y en un sistema de jerarquías.
Andamos en manada.

Atreverse a querer si enamorarse, atreverse a querer sin AmaR


romanticamente, eso es la afinidad libertaria, libre hasta la
libertad absoluta, desatada, hasta la locura. Pero no será una
tormenta que destroce nuestros poblados. Por el contrario, es el
deseo proliferante como fuerza productiva. No genera
necesidades, otorga libertades, inquietudes, incrementa
riquezas, multiplicidades, destrezas. Es un fluido, un proceso, una
línea de fuga, un devenir. ¿Quién se atreve a preguntarse “quién
desea mi deseo”?

AmoR el deseo del Estado.

Pirsig acierta cuando afirma que demoler una fábrica o


levantarse contra un gobierno es atacar los efectos más que sus
causas (metalepsis, diría Judith Butler). El verdadero sistema es
la presente construcción del pensamiento, la racionalidad
misma, por ejemplo la racionalidad del AmoR romántico. Por
eso, si la fábrica es demolida pero la racionalidad que la
sustenta se mantiene, entonces esa racionalidad producirá otra
fábrica nueva. Si una revolución destruye un gobierno pero el
patrón sistemático de pensamiento que produjo a ese gobierno
permanece intacto, entonces se repetirán los patrones. (Zen and
the Art of Motorcycle Maintenance). Por eso se torna menester
sustituir la noción de deseo como pérdida, o falta o carencia o
ausencia por un deseo activo, que fluya. Un deseo que
produzca deseos, un deseo que produzca energías, no que las
consuma. El deseo deseando el deseo. Un deseo que nos lleve
en línea hacia donde queremos ir en manada.

Este deseo es un deseo anarquista: activo y no regimentado o


jerarquizado por la familia, la iglesia, la escuela, el trabajo pero
tampoco por las instituciones del Amor romántico, es decir, la
pareja, la heternorma (que encarna en todo cuerpo
disciplinado, incluso en gays, lesbianas y trans: única salida: la
degenerización a partir del género).

Axioma: partimos del género, de nuestros cuerpos sexuados y


biopoliticamente asignados, desde allí a su deconstrucción,
tendremos que deconstruir cosas distintas mediante distintas
prácticas y asimetrías puesto que hemos sido binariamente
creadas.

Deseo nómade, se inserta como plugs anales en otros deseos


pero nunca es dependiente de otro deseo. En cambio, se
conecta con las líneas de intensidades de otros deseos
deseantes pero no se clava fijo allí. Jamás dice “esto es mío”, o
“sin vos no puedo”. No pertenece a una nación, un partido.
Siempre en movimiento, aunque parezca quieto. Nunca es
ciudadano, nunca se territorializa. Cada día se vuelve a crear. Y
al crearse a si mismo crea el mundo. Crea conexiones con lxs
otrxs, en campos de intensidad y afecto. Estamos
interconectadas.

Bye bye romantic love ...porque como anarquistas no nos


dejamos llevar por un Arquetipo macro referente llamado AmoR
con capital mayúscula. Rizomamos: crear relaciones
horizontales. Basta de jerarquías! Basta de definiciones que
marquen cual mojones nuestros fluidos! Que nuestras acciones
hablen mucho más que nuestras palabras! El acto más
amenazante del Estado es el acto de vivir sin el marco de una
jerarquía, el acto de resistir ser codificada dentro de la
semiótica del AmoR romático, el acto de resistir toda asimilación
al sistema para poder desear y querer libertariamente en jauría
a nuestras afines.

Atacamos. Banzai.

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King Ludd

Si la ciencia fuera puesta al servicio del capital,

la recalcitrante docilidad del trabajador estaría asegurada.

Andrew Ure, Philosophie des Manufactures, 1835


En 1811, en Inglaterra, durante el mes de abril, 350 persona
arremetieron contra un nuevo elemento del paisaje habitual:
destruyeron y quemaron una fábrica de hilados de William
Cartwright en Nottinghamshire. Esa misma noche, cuenta el
filósofo anarquista Christian Ferrer en su libro Cabezas de
Tormenta, otras setenta fábricas fueron destrozadas. Así nacía
espontáneamente un movimiento horizontal, multitudinario,
comunal, pro-tecnologías pero anti industrialización que se dio
a conocer como Ludditas puesto que decían seguir las órdenes
de un personaje imaginario apodado El capitán Ludd. Una
ficción literaria y popular agita una revuelta espontánea
apasionadamente violenta y destructiva de la fabricación
industrial. Ned Ludd nunca existió: se trataba de un fábula de un
muchacho hilandero que rompió violentamente su telar porque
no le salía el tejido.

Quienes participaron en el movimiento formaban parte de la


trama y el tejido de la comunidad misma, eran sus trabajadores
y sus habitantes, en el corazón de la Inglaterra textil de
comienzos de la revolución industrial cuando las fábricas se
dejan ver dentro del escenario urbano como un proyecto de
control social y subjetivacion de lxs pobres. En 1770 alguien
imaginó un nuevo plan para convertir a lxs pobres en gente
productiva: La Casa del Terror, la llamó. Sus habitantes estarían
obligadxs a trabajar 14 horas diarias y serían controladxs
mediante dietas de hambre. Cualquier parecido con la realidad
no debe ser leída en términos de pura coincidencia.

Luddismo: Aquellas sublevaciones sin líderes, sin centralización


de poderes, con cambios de género para evitar la identificación
(se cuentan historias de ludditas transvestidos y ludditas bio-
mujeres encabezado revueltas) inventaba una logística de
acción. Entre sus logros, además de la anticipación de la pasión
por la destrucción, saquearon mercados, quemaron fábricas (en
vez de tomarlas y “recuperarlas” y subjetivarse como obrerxs).

Lxs ludditas hicieron correr el fuego de la insurrección como


reguero de pólvora mediante el sabotaje, el pillaje, las
canciones, las rimas, el espionaje y la mentira a los poderes.
Fueron ante todo una máquina de guerra, una modalidad de
lucha contra el capital, un intento de destruir “la nueva
sociedad” , es decir la sociedad moderna por fuera de la
racionalidad dominante, de la cual se mantuvo ajena, que
postula la “neutralidad” de las máquinas, o su demonización sin
más. Fueron ante todo un analizador, un agenciamiento, pero
también una inspiración en el desierto, es decir, un concepto:
centro de vibraciones que sin corresponderse con la realidad,
permite que oigamos de ella en ella algo. Un canto que
despierta a lxs anestesiadxs.

Usualmente mal comprendidxs o pesimamente analizadxs, el


legado luddita oscila entre hordas simiescas que se oponen no
sólo a la idea del nuevo Dios, el Progreso (científico), sino
también como desclasadxs enfermxs de falsa consciencia que
no comprenden la lucha de clases confundiendo
metalépticamente causa y efecto. Otras veces, cuando su
lectura se vuelve propiciatoria de la ritualística romántica ácrata
y new age libertaria, lxs ludditas se convierten en primitivistas
rompe máquinas, justicieros contra la tecno-ciencia, como si
acaso hubieran ellxs pensando en conceptos tales como
naturaleza o alienación.

Resignificar esa historia, esa ficción luddita, no es una cuestión


de nostalgia de una aurea aetas del artesanado, a pesar de que
ciertamente el advenimiento del reino de la producción
cuantitativa en masa ha sido fuente de calamidades al
establecer la dictadura omni-presente de la necesidad y al
Imperativo del Trabajo (dignificador). Este reino de la
producción no debería ser entendido en términos de
escasez/abundancia- estructura/superestructura cuando por
encima de todo análisis de los salieris de David Ricardo se
instituyen nuevos regímenes de colonización de los cuerpos a
través del crudo principio de la utilidad.

Las agencias de minorías críticas ponen delante de nuestros


ojos la dimensión ético-política lejos del sujeto de la izquierda
cuyo cuerpo ideal es viril, trabajador, reproductivo. Pero
también hostigador del romanticismo del anarquismo hasta
ahora conocido, que en muchas regiones, ve a la tecno-ciencia
como el nuevo monstruo a combatir irreflexivamente, un nuevo
cuco que les otorga inteligibilidad como colectivo en su
cotidianidad.

En este aire viciado de dicotomizaciones binarias, el legado


luddita resuena hoy desviado hacia la destrucción de otras
tecnologías de construcción de la subjetividad (obrera, como
ya dijimos, pero romántica y humana -homo amans-): es decir
ludditas destruyendo máquinas de captura dentro de la fábrica
del Yo que la disciplina del Amor conlleva.

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Queen Ludd
La historia de la humanidad saldría beneficiada al rebautizarse
como

“historia de las tecnologías” siendo el sexo y el género aparatos


inscriptos

en un sistema tecnológico complejo.

Beatriz Preciado, Manifiesto Contrasexual

Más cerca de este siglo y de nuestros propios regímenes de


corporalidad, mucha gente inocentemente utiliza la metáfora
“venimos así de fábrica” cuando quiere justificar un hecho
biológico o afectivo, es decir somato-sexo-socio-político, como
“natural”.

¿Dónde está la fábrica en la que esta gente trabaja?

¿Qué tipo de manofactura produce e intercambia?

A partir del siglo VXIII la mutación de los procesos de gobierno


social implicó que el cuerpo esté en el centro de gestión de lo
político. Una ficción histórica transitoria (soma) en relación a las
formas de producción económica de gobierno de lo social
inventa un alma sexualizada, una subjetividad que tiene la
capacidad de decir en voz clara y alta “Yo” e internacionalizar
un conjunto de procesos de normalizan que lo llevan a afirmar
“soy homosexual” o “soy heterosexual”2. En el proceso de
industrialización que sigue, entonces, a la revolución francesa la
reproducción sexual se convierte en una de las maquinaria
privilegiadas de lo social. El cuerpo social se organiza
productivamente (reproductivamente): la familia (hetero-
normal).

A mediados del siglo XX ha habido un quiebre que conllevó que


toda sexualidad no reproductiva sea objeto de control,
vigilancia y normalización. Así, el sexo es importante porque se
convierte en uno de los enclaves estratégicos en las artes de
gobernar. Pero eso que llamamos sexo no es nada estable, sino
que refiere a un conjunto de constantes mutaciones históricas
que afectan a la manera en la que las corporalidades son
producidas y a la manera en la que los intercambios socio-
afectivos de esas corporalidades son administrados.
En este contexto, el discurso clásico de las izquierdas y parte de
un famélico e inaudible anarquismo de corte marxiano entiende
que hay que tomar, como decíamos, la fábrica. Fábrica de
azulejos, Zanón bajo control obrero, su máxima metáfora, desde
allí toda la degradación clasemediera progresista. Es decir,
reforma de un tipo de tecnología que disciplina nuestros modos
de ser en el mundo: obrero, reproductora, enamorada. En
cambio, bajo esta postura luddita, la fábrica donde se produce
“la gente”, podría ser destruida, en pos de una manera otra de
configurarnos comunalmente en manadas, jaurías o bandadas.

Hipertelia del cuerpo máquina: nuestras corporalidades pueden


exceder la finalidad para la que fueron concebidos.

Primera petito principi: ya no más escenas platónicas -aquí no


hay división entre cuerpo y mente, ni entre cuerpo y máquina.

Disciplinamiento fabril y control de calidad.

¿Cómo puede ser deseado el poder? ¿Cómo puede ser el


poder deseado? ¿De quién son estos deseos? ¿Se puede desear
el deseo del Estado?

No son estas preguntas de la indignación. Leemos a Judith


Butler: el sometimiento del deseo engendra deseo de
sometimiento.

¿Y si mi deseo (yo elijo, yo quiero, etc.) fuera también un


traidor...?

Es decir, y siguiendo a Butler en Mecanismos Psíquicos del


Poder, el funcionamiento psíquico de la norma ofrece al Poder
regulador un camino más insidioso (más efectivo) que la
coerción explícita. Su éxito permite su funcionamiento tácito
dentro de lo social. Justamente, aquellas biopoliticamente
asignadas mujer estamos sometidas al apego: el sometimiento
es un poder asumido por el sujeto, una subordinación que el
sujeto se provoca a si mismo, un interior eficiente cual
empleado del mes, de cuya lógica productora es bien
complejo deshacerse y fugar hacia el exterior de la manada.

Es importante glosar en este punto que el luddismo no niega lo


que el cuerpo puede, lo que el cuerpo siente. Solo lo discute, lo
arenga puesto que el proceso que, a escala molar, toma el
aspecto del Estado moderno, a escala molecular, se llama
sujeto somato-socio-sexual. Esta economía social anti-marxiana
se comprende como un dominio ético de la producción de un
cierto tipo de forma de vida: cada cuerpo, para llegar a estar
sujeto en el seno del Estado moderno, debe pasar por el
proceso de fabricación que le convertirá en tal: ser humano.
Cada cuerpo en Estado a nivel molecular, dotado de Yo, para
tratar con otros cuerpos-yoes según contratos universales que
nadie discute porque los dicta “el alma” y los impone el cuerpo.

Destruir las máquinas de la fabricación de los géneros y así


generar una contraproductividad desde el placer-saber, desde
el deseo como fuerza creadora y productiva, desde un placer
que no re-organice la ontología de la función corporal sino que
arengue una excitación permanente que nos haga salir de la
cadena productora-reproductora (llámense hijxs, llámense
prácticas, llámense relaciones, et cetera), siempre sabiendo
que no hay sexualidades puras- ni contrasexualidades puras-
pero que sí hay incomodidad y resistencia y fuga, en una
geografía que no sólo no es menor sino que ya tampoco es
innombrable, que no es natural ni meramente inconsciente o
pre-consciente, sino un dispositivo por donde emerge el poder
con gran potencia en sus estados más primariamente
naturalizados. De allí la necesidad de una acción directa (una
insurgencia, divergencia, contra hegemonía, subversión) sexual,
sexualizando la totalidad de la superficie del cuerpo,
fetichizándolo todo, y des- identificando los órganos
reproductores con los órganos sexuales y la pareja como la
zona privilegiada para el viejo concepto del anarquista Emile
Armand, la camaradería amorosa -que también tiene que ser
relexicalizado.

…...................................................

¿Cómo salir, cómo escapar,

cómo seguir sin sofocar el llanto?

No King but Queen Ludd


Tu vientre no se llevará mi piel.

Otra vez, puedo nadar hacia otro puerto,

hacia otro mar. Otro lugar.

Nuestro sueño nada más. Mil parajes a sembrar.

Massacre Palestina

Ciertas prácticas de deseo y placer se piensan desde una


insurrección sexual que propone el cuerpo como lugar de
enfrentamiento contra la construcción biopolítica, y reclama
formas rupturistas de las funciones sexuales, deconstruyen
sistemáticamente, no sólo los condicionantes culturales que
operan sobre los mecanismos de elección de objeto sexual sino
también las prácticas sexuales del sistema de género
hegemónico, y el sistema de género entero que constituye una
percepción, es decir, una construcción empíricamente social de
lo corporal y de nuestras corporalidades: cómo intercambiamos
e interactuamos con lxs demás, cómo tenemos que ser. Los
dispositivos de poder no actúan ni por represión ni por ideología.
En lugar de represión o ideología, normalización, normas
sociales, dispositivos de control. De hecho, los dispositivos de
poder ya no se limitan a ser normalizadores, tienden a ser
constituyentes (de la sexualidad); no se limitan a formar saberes,
son constitutivos de la verdad; no se refieren a “categorías”
negativas a pesar de todo (locura y delincuencia), sino a una
categoría considerada positiva (sexualidad y Amor-romántico).

El luddismo sexual no tiene programa. Solo cuenta con sus


intuiciones y sus juegos. También tiene olfato, tacto y lecturas
encarnadas en el cuerpo todo untado de piel. El luddismo
sexual comprende que uno de los enemigos más acérrimos es
el “amor romántico”. Enemigo de la multiplicidad y de la
despersonalización par excellance que no permite ni ver, ni
sentir ni apreciar las distintas afectaciones en grados y
modulaciones con otras pieles y cuerpos. Enemigo íntimo que
no permite salir al exterior, que crea familias, que reproduce
códigos, reterritorializa experiencias. Enemigo inmanente a la
pareja, al matrimonio, al noviazgo y al Amor-romántico.

El amor romántico el AmoR– del cual las lecturas míticas sobre


movimientos y sujetos insurreccionales tampoco está exento- se
fascina por la búsqueda de la fusión primigenia, el encuentro
con una totalidad que lo complete: una razón para vivir, dirá,
mediante la introducción de elementos novelescos que fingen
vidas individuales menos abúlicas. Esta droga social provee a
quienes la padecen grandes dosis de sacrificio, victimismo,
barreras autoimpuestas a la vieja usanza de las novelas griegas,
sentimientos trágicos idealizantes y dolores desgarradores de
lágrimas y embobamiento: subidones de adrenalina y continua
frustración para tener acceso a otro de los imperativos de
nuestra civilización “la felicidad”, que muchas veces redunda
en un sexo de alto voltaje.

En el Amor placer y dolor se convierten, cual hypnos y thanatos,


en hermanos siameses que intensifican la vida cotidiana. La
policía pasa a través de los cuerpos de lxs románticos, de lxs
enamoradxs. Su objeto fetiche es la pareja, que a veces
adquiere, cual changelling, otros nombres: compañera reza la
vulgata de la izquierda pero también la lésbica como si acaso
no fuermos varias las que te acompañamos en este viaje
llamado vida, querida amiga-amante. Esta institución es otro de
los regímenes o mecanismos reguladores y disciplinarios del
poder formativo: producen una clase de amantes, una clase de
amor, más cara al capitalismo: forman un tipo de sujeto y un
tipo de subjetividad: su deseo es el deseo del Estado.

El amor es la reinvindicación de lo individual frente al


agenciamiento de manada, nace, se desarrolla y llega a su
máximo esplendor de la mano de nuestra civilización
capitalista, y es uno de los mecanismos de control, uno de sus
policías micro-chip que a resultado más efectivo en la disciplina
sexo-social de las personas. Especialmente vulnerables a este
mecanismo, pero no privativamente, serán todas las personas
biopoliticamente asigandas a la dictadura del sexo “mujer”: el
ensimismamiento de la cathexis amatoria les impide realizar
ninguna otra cosa que no sea pensar en su ego, y sus
sentimientos. Conversar acerca del fracaso y la decepción
amorosa se convierten así en una de las formas básicas de la
sociabilidad entre las biochicas.

Gilles Lipovetsky en La Tercera Mujer (1999) cree que el amor


ocupa un lugar privilegiado en la identidad y los sueños
femeninos debido principalmente a tres fenómenos: la
asignación de la mujer al papel de esposa, la inactividad
profesional de las mujeres burguesas, y su consiguiente
necesidad de evasión en lo imaginario3. En la era de las medias
clases y la comunicación global, el dispositivo del amor
romántico se ha extendido por el orbe como mito único, y visión
mesiánica que redime toda nuestra abulia y taedium vitae, otro
auto-telos irracional e inflexible al cual de un modo u otro todos
los cuerpos sucumben sin más: el discurso Amo del Amor se
convierte, -como el discurso del progreso, el avance, y la
evolución- en lo más importante en la vida de alguien.

Los putos promiscuos y algunas tortas sadomaso lograron


durante cierto tiempo, posiblemente hasta la década del
noventa, y pese al VIH, evadirse del reparto de roles. Pero como
lo único inmutable es el cambio, esa situación también se
modificó, seducidas estas individualidades por la posibilidad de
ser, al fin, aceptadxs como “normales” dentro de la lógica
dicotómica y binaria de Occidente.

Amor: una suerte de religión flegelante con elementos


voluntaristas, individualistas calvino-luteranos, donde se
depositan nuestros anhelos “más profundos” de acceder a la
felicidad eterna en vida (acessis terrenal).

Sin embargo, el Estado ha dejado de ser el estamento que


define autarquicamente las normas disciplinarias, para
convertirse en uno de los tentáculos del capitalismo neo-liberal
privado. Hoy el Estado es uno de los múltiples aparatos junto con
los postindustriales o los mediáticos que re-configuran el cuerpo,
es decir la matriz de inteligibilidad que produce luego el recorte
del soma y la agencia de las afectaciones. Por lo tanto, se torna
absurdo que los movimientos de minorías sexuales estén solo en
diálogo y en lucha con el Estado que no tiene la centralidad
que tenía. Se torna absurdo hoy tener como objetivo el
matrimonio, o los derechos propietarios de las parejas frente a
las complejidades de las configuraciones postcoloniales, de
sexo, y raza. Es preciso atacar esa ficción del matrimonio desde
otro lugar que no sea la legalidad.

Los Tiqqun afirman que “En medio de la amplia colección de


medios que Occidente ha puesto en marcha contra toda
comunidad, hay uno que ocupa desde alrededor del siglo xii un
lugar a la vez predominante e insospechable”: el concepto de
amor.

Odio y amor...¿me amás o no me amás?


¿Lo dejaría todo por que quedaras?

Imposición de peligrosa eficacia que contiene, pulveriza,


constriñe y enmascara “toda la gama altamente diferenciada
de afectos, todos los grados, sobrecogedores por otra parte, de
las intensidades que pueden producirse en el contacto de los
cuerpos.”

Pareja: reducción de la extrema posibilidad de elaboración de


los juegos entre manadas, permanente chantaje y miserabilismo
ético.
La disyunción de la margarita, la disyunción exclusivista me
anula en mi potencia para hacer bandada, manada y jauría y
para poder afectarme con otrxs cuerpos en sus diferentes
intensidades...

Nuevamente, los Tiqqun aciertan cuando dicen “como prueba


de lo anterior, bastará con acordarse de cómo, a lo largo del
proceso de «civilización», la criminalización de todas las
pasiones ha ido pareja con la santificación del amor como sola
y única pasión, como la pasión por excelencia.”

Sin embargo, el Amor es un ánimo, un ánimo en cuyo estado


hay que encontrarse y donde no siempre nos encontramos. Es
decir, el Amor es el deseo de amar, y la fetichización de la
afectación somática con otro cuerpo, unicamente; afectación,
que por cierto se comprueba en otros grados y modulaciones
con diferentes elementos que se acercan hasta nuestra piel. El
Amor es un impulso hacia el cual impelimos nuestras
corporalidades disciplinadas y creadas por un mito al cual
respondemos; un mito del cual, hoy más que nunca, y con
mayor claridad que nunca es menester fugar.
Recobrar así mi soledad, para cortar con la adicción al
romance -adicción muy cara a la gente con mi asignación
biopolítica, adicción que no me permite disfrutar el hic et nunc o
las mini proyecciones del minuto por temores de las más
diversas índoles-. Asimismo, deseamos este deseo de
desaprendizaje y desubjetivización porque el Amor es solo una
cadena que nos ata, sino que además un laboratorio de
pruebas y una fábrica industrial construye-cuerpos, es decir
forma-de-vida, tanto interior como exteriormente a punta de
yunque y cincel, y efecto farmacológicos sobre nuestro cortex.

No obstante, como el Poder no siempre produce de acuerdo a


sus propósitos, o mejor dicho, su producción desborda o altera
sus propósitos, como ya dijimos hipertelia somatológica, quienes
se desean pueden burlar, o transgredir la formación
condicionante del Poder de la misma manera que el
delincuente o vándalo o lumpen pueden ser fuerza destructiva
contra el Estado, tal como le dijera en su día Bakunin al
autoritario Marx y su estrechísima concepción de sujeto
revolucionario. Un instrumento, previamente resignificado,
puede asumir propósitos y efectos para los cuales no fue
pensado, como cuando usamos un cuchillo para abrir una
puerta o para un juego sexual con unx amante. De allí, devenir
afines, células, manadas, migración en bandada desde la
pareja a la multiplicidad de afectos pese al fóbos de macho
alfa de la despersonalización del ser-hombre, para perderse en
la pluralidad de la manada.

Es menester, pues, encontrar otra forma de afectarnos.

¿me oís?

... cómo construir, entonces, un mundo, un mundo donde se


incrementen las potencias de nuestros lobos, donde pueda
haber otros lobos corriendo con nosotras. Afectividad somato-
socio-sexual susceptible de ser elaborada. Afectarse, afinidad
corporal e íntima, acontecimiento que nada tiene que ver con
la tiranía del amor romántico: amiga es una decisión, una
intencionalidad, una máquina luddita que incrementa las
potencia en manada. Juego de titanes en el ring: poiesis vs
semiosis. Cada cuerpo está afectado por una inclinación, una
atracción, un gusto:

Afinidad: aquello hacia lo que tiende un cuerpo, nunca un


terroritorio, sino la agencia del deseo nuevo. Una línea de fuga
posible, una hipótesis: prácticas, placeres y cuerpos.
Ensamblaje de elementos heterogéneos en el deseo. Un
proceso, en contraste con la estructura, un afecto. Emociones
como devenires, cambios en el cuerpo, transformaciones. No
sufro las emociones cual heroína clásica: no soy la protagonista
de las novelas de las Bronte, Jane Austin, o el Yo lírico de Emily
Dickinson ni de Safo. No, no soy paciente de las emociones, ni
de ningún psicoanalista, no quiero más diagnósticos. La
metáfora es la del viento en el temporal que modifica la
geografía pero también la brisa que desliza el polen que da la
vida: bacteria, polinización, infectarnos creativamente.

Al poner en juego el mundo que llevamos: ciertos cuerpos van


juntxs, tienden, se inclinan: hay entre ellxs comunidad: manada,
correr con los lobos la jauría, bandada.

En la comunidad ludditas hay cabida para las cosas, los


animales, las máquinas: no estamos alienadas de nuestros
objetos técnicos. Spinozianemente, salimos al encuentro de un
cuerpo afectado por otro agenciamiento, otra manada -somos
siempre más de una - cuerpo que dice «yo», en realidad dice
«nosotras»-, cuerpo afectado que nos coloca en contacto con
nuestras potencia imanentes e imprevistas. La manada no
designa nunca a un conjunto de cuerpos concebidos
independientemente de su mundo, sino a una cierta naturaleza
de las relaciones entre esos cuerpos, y de esos cuerpos con su
mundo; de hecho hay muchos modos de compartir el cuerpo.
La jauría es a la vez acto y potencia. La jauría es bandada.

¿Cómo dar nombre a lo que siento? ¿Cómo romper la máquina


de captura que retiene dentro del deber ser y agenciarme otro
cuerpo? ¿Cuál su vocabulario?

Quizás no debamos ir tan lejos a buscar el thesaurum. Ferrer


define la afinidad como “el sustrato social del anarquismo” que
en “un horizonte más amplio acoge al espacio antropológico
que le es favorable y desde siempre se lo llama “amistad””.

Afín/Amiga/Amante va más allá de la relación interpersonal y


deviene “una práctica social que se desplaza sobre espacios
afectivos, políticos, económicos antes ocupados por la familia
tradicional. Es un amparo contra la intemperie a la que el
capitalismo somete a la población. La amistad supone ayuda
mutua, económica, psicológica, reanimadora, incluso asesorial,
y-eventualmente- política”.

Amigas:

“toda felicidad de este universo

viene de la lucha.

Sí, para ser amigxs,

¡se necesita humo de pólvora!


Tres cosas en una son lxs amigxs:

¡hermanos ante la escasez,

iguales ante el enemigo,

libres... ante la muerte.”, dijo el filósofo bigotudo.

Deseo conceptos rompe-espejos para acceder, dar lugar a la


experiencia. Pensar = resistir = luchar. Deseo de ahora en más
quiero usar y que conmigo sean usadas metáforas
desautomatizadoras para hablarnos de cómo nos afectamos en
afinidad: "Te amo" no vale nada. "Te siento como una hermana
siamesa desprendida de mi mismisima entraña" es ya algo
diferente...

3 Cita tomada del blog Sayak Valencia,


http://sayak.blogspot.com/

.......................................

¿Jugás?
Un encuentro sexual óptimo es el paradigma del juego
productivo;

lxs participantes se potencian lxs placeres mutuamente,

nadie cuenta los puntajes, y todxs ganan.

Bob Black

Muero por sentir en común el vértigo del abismo para subsanar


la discontinuidad que nos une. Si el Amor no es mi Amo (AmoR)
puedo levantar la cabeza y dejar de pensar en vos como quien
me da o quien me quita. No es tu obligación, ni tu
responsabilidad, ni tampoco es algo que puedas: completarme.
Sin embargo, como en la pulga del poema de John Donne,
estamos más que unidas: me uno a vos por una extremidad de
mi cuerpo, la patita al borde de la cama.
Esta resistencia, este aprendizaje socio-sexual- afectivo de
construcción desea redundar en una mayor riqueza sexual y en
la destrucción de las normas sociales que no será llevada
adelante sin esfuerzo, sin apoyo mutuo y especialmente sin
voluntad para deshacerse de los privilegios de género que
claramente producen opresiones y exclusiones, cuerpos y
subjetividades. Apostamos a deshacer la lógica narcisista del
AmoR, porque habla fundamentalmente del Yo, para devenir
capaces de querer, de desear.

Sueño una manera de vivir que suponga un concierto, sin que


posiciones discontinuas se reduzcan las unas a las otras. Me
esfuerzo antalgicamente en captar mas allá de toda posibilidad
de negar a la otra parte una última posibilidad de
convergencia. Olvidar lo que nos espanta al mirarlo de frente -
la soledad, pero también el extraviarse, la despersonalización-.

Sueño con el desierto y desde él: una multitud de lobos que


aullan. Me esfuerzo en producir delirios, quimeras, cosas que no
existen: una manada de 3 gatos y más de 20 plantas, un puñado
de amigas de múltiples expresiones de género a un tren de
distancia en mi imaginación y en mis manos técnicas.

Invento hordas, tribus, hija adoptiva: devengo en base a


ustedes. Afinidades, apoyo mutuo, principio de libre asociación.
Viejos conceptos vienen en mi auxilio. Los resemantizo, los
resignifico.

Escapo a la dialéctica del ser esto vs. ser esto otro para devenir
multiplicidad, re-na-Ser. Re, la nota musical en la que se afina la
guitarra en el punk, Na interjección guaraní exhortativa, Ser,
jamás volveré a decir soy estoy o soy aquello.
En este juego te necesitamos para revisar nuestras prácticas y
para lograr formas más refinadas, más elegantes, de afinidad y
amistad, formas más profundas y flexibles de fluir. La alegría y la
finidad no son la perfección misma, sino un un enérgico
movimiento de la voluntad.

Si Spinoza tiene razón y un afecto no puede ser reprimido ni


suprimido sino por medio de otro afecto contrario y más fuerte,
los celos, la monogamia, la envidia inmanentes al AmoR-
Romántico solo podrán ser superados por algo contrario y más
fuerte, por ejemplo una buena amistad. El Zaratustra decía que
quién quiera tener un amigo tiene que querer también hacer la
guerra por él: para poder hacer la guerra hay que poder ser
enemigo.

¿Puedes acercarte mucho a tu amigo sin pasarte a su bando?

¿Has visto dormir a tu amigo para conocer cuál es su aspecto?

Y aquí nosotras hoy agregamos “amiga”: el Hombre, su idea, su


iluminismo, tiene que ser destruido para desear en vos los ojos
firmes y la mirada de la eternidad, y devenir aire puro,
pharmakon, soledad, y alimento para tu socías: el esclavo no
puede ser amigo; el tirano no puede ser amigo.

Amistad y ética del deseo libertario, tesoros comunes a


compartir por todas: un gesto con la mano, una manera de
mirarnos, una forma de encontrarnos en los ojos y en los gustos,
una canción, un poema, caminar con vos por la calle y reírnos
con toda la boca y todas las venas, saber que no estamos
solas…nunca estamos solas, plena de gracia (xaris) infinita,
tocás el centro mismo de mi existencia, me volvés a la
presencia. Percibo algo que me revela y me enseña incluso en
el mismismo instante de tu locura.
¿Cómo arribar, a través de las prácticas sexuales,
a un sistema relacional?

Deseo: posibilitar los instrumentos para relaciones polimorfas,


variadas, sin programa, sin necesidad ni apuro. El futuro no está
escrito: amigas, hacer cosas por qué sí, por la pura pérdida,
oponerse a la dialéctica hegeliana de la dignidad del trabajo y
de la creación de un sujeto revolucionario. Para vernos se me
ocurren tantas cosas, empezar por no hacer nada, desertemos,
vayamos juntas al desierto de lo que no sabemos cómo puede
devenir.

¿Qué revolución?

La lucha social es hic et nunc, aquí y ahora, y nos oponemos a


la dominación para vivir hoy como nos gustaría vivir mañana,
con la crítica a la utilidad de las cosas y contra la metafísica
productivista, mediante relaciones de afinidad y de gusto en la
boca.

Forjar así un cuerpo lúdico (luddita) sin sujeto, festivo, ritual que
anule a la pareja y al dos para recobrar la seriedad que de niñx
teníamos al jugar.

Me embellezco y rejuvenezco al desprenderme de las malas


pasiones, las pasiones tristes, y trascender lo humano. El cuerpo
se ve afectado literalmente y modificado. Por medio del
pensamiento de algo que nos afecta corporalmente
encarnamos su esfuerzo. Este esfuerzo se llama voluntad o
apetito y es constitutivo de lo humano que quiere librarse de si.
Cuerpo y espíritu como un todo. Voluntad y apetito como una
misma cosa.
Deseos y placeres que serán mejores en la medida que
utilicemos la reflexión, es decir neustras manos. Los cuerpos
buscarán el encuentro con otro cuerpo, con un libro, con una
música para devenir esa personamanada, ese libro, esa música.

Permito que me invadan y que mi territorio se amplíe de esa


manera. Una filo-sofía funciona para oponernos: para aguantar
los embates del mundo, para contra-atacar, para borrarse y
experimentar.

Oh, el Yo ese maldito gran traidor: difuminar en mí el universal o


la especie a la que pertenezco. Identidad: contornos fijos, líneas
duras del ser. Una afectación corporal que me desterritorialice,
que me nomadice para que la vida circule y devenga:
emprender líneas de fuga: abandonar el campo de Marte, fuera
de los estratos como personas, fuera de la lógica binaria por la
que somos o varón o mujer, o niño o adulto, humano o animal.
Hacernos múltiples, deshacernos, combatir el uno de nuestra
identidad y arriesgarnos a una vida gozosa, una vida que se
mueve por deseos y por alegrías, que no se sustente edificada
sobre el resentimiento, ni sobre el odio, ni sobre las desgracias
de las otras personas; una alegría que no necesita la tristeza
ajena para existir. Lógica de las relaciones: lo importante en la
vida: no los sujetos sino sus acciones.

El AmoR, meloso, individualista, habla fundamentalmente del Yo,


yo, yo, mi, mi,mi, lalalala, e impide devenir capaces de
desear/quere/disfrutar, chiquito, así, sin pompas, para
componer un cuerpo con otro, un proceso de manada.

Resemantización constante, distorsión, desviación, contornos de


formas que todavía no podemos prever: la masculinidad y
feminidad no agotan los términos ni para el uso de los placeres
ni para nuestros deseos, nuevos y extraños.
Deseo no abandonar la relación de inmanencia que me une
con otros cuerpos, no negar la inmediatez animal, negación que
me conduce a la angustia y a la muerte en vida, y nos reduce a
la pura subsistencia, mero perdurar. Disolverme así en la
continuidad con otras y poner(me) en cuestión, la propia
individualidad, la propia razón, la idea misma de propiedad.

Deseo entregarme sin reservas, y perderme: ser artifex de mi


misma: jubilosa creadora por medio de una indiferencia brutal
del futuro. Me abro al juego incierto del azar que se me propone
y afirmo el presente: si el poder es algo, la soberanía no es nada
más y nada menos que poder perder, renunciar y reivindicar la
dimensión lúdica y estética de la existencia corporal.
Desertemos, te lo ruego, pero desertemos juntas.

Sin reposo alguno, sin esperar resultados, avanzando siempre a


tientas, nos perdemos en el fulgor del éxtasis en la noche del
no-saber: certeza es algo que solo tienen los católicos.

Un pensamiento libre que renuncia a todo resultado práctico, a


todo saber eficaz, que se asocia a la alegría y al dolor, que se
resuelve en la nada.

Me desnudo ante vos pornograficamente hasta las lágrimas o la


risa, me comunico, tengo sexo.

Renuncio a tener razón, renuncio a tener derecho, asquerosos y


mendicantes privilegios. Deseo la Anarquía: búsqueda de una
intimidad perdida más allá de la esclavitud del trabajo y de la
esfera de la utilidad donde la sabiduría del cuerpo hable en una
diversidad de lenguajes que no podemos descifrar pero
sabemos que existen en las variadas pulsaciones de nuestras
pieles, en el latido de nuestros corazones en la radiante energía
de nuestros músculos, en los impulsos eléctricos de nuestros
cerebros y en las respuestas emocionales generadas por la
interacción de nervios y hormonas y nuestras fiestas.

Una verdadera música de las esferas resuena dentro: las


máquinas deseantes.
¿Estoy sola acaso?

Jamás pienses que estás sola. La alegría está en el proceso, en


el devenir. No confío nada en el deseo, no creo en absoluto que
haya un deseo anterior a un conjunto de normas o acuerdos
sociales del mismo modo que no hay una identidad que
precede a las interpelaciones normativas. Por eso, deseo que se
crea en esa red de relaciones de nuevos placeres que nos
lleven a desaprender nuestros “propios” deseos, aquello que
culturalmente aprendemos a desear, es una especie de tarea
muy larga pero fundamental.

Desaprender lo aprendido, ese, también, es mi deseo.

...................................................

Escolio
EL GRAN JUEGO DE LA GUERRA CIVIL
REGLA N.º 1

Hasta nueva orden, todos sus derechos quedan suspendidos.


Naturalmente, es conveniente que conserven por algún tiempo
la ilusión de que aún disfrutan de algunos de ellos. Por lo que
hace a nosotros no los violaremos más que de uno en uno, y
caso por caso.

REGLA N.º 2

Sean considerados: no nos hablen más de leyes, de la


Constitución ni de todas esas elucubraciones de otra época.
Desde hace tiempo, como lo habrán notado, hemos colado
leyes que nos ponen por encima de las leyes, así como, por lo
demás, de esta supuesta Constitución.

REGLA N.º 3
Ustedes son débiles, están aislados, aturdidos, engañados.
Nosotros somos numerosos, estamos organizados, somos fuertes
y lúcidos. Algunos dicen que somos una mafia. Es falso, somos
LA mafia, la que ha vencido a todas las otras. Sólo nosotros
estamos en condiciones de protegeros del caos del mundo. Es
por ello que nos gusta tanto inocularles el sentimiento de su
debilidad, de su “inseguridad”. Ya que es proporcional a la
rentabilidad de nuestros chanchullos.

REGLA N.º 4

Para ustedes el juego consistirá en huir o, al menos, en


intentarlo. Huir significa: superar su estado de dependencia. Lo
cierto es que por ahora dependen de nosotros en todos los
aspectos de su vida. Comen lo que nosotros producimos,
respiran lo que nosotros contaminamos, el menor resfriado los
pone a nuestra merced y, sobre todo, no pueden nada contra el
poder de nuestra policía, a quien hemos conferido toda la
libertad, tanto de acción como de apreciación.

REGLA N.º 5

No lograrán huir solos. Por lo tanto, para comenzar precisarán


constituir las solidaridades necesarias. Para complicar el juego,
hemos liquidado toda forma de sociabilidad autónoma. No
hemos dejado subsistir más que el trabajo: la sociabilidad bajo
control. Se tratará para ustedes de escapar de él. Mediante el
robo, la amistad, el sabotaje y la auto-organización. ¡Ah!, una
precisión: hemos convertido en crimen cualquier forma de
huida.
REGLA N.º 6

No hemos cesado de repetirlo: los criminales son nuestros


enemigos. Pero por esto debérán entender, en primer lugar, lo
siguiente: que nuestros enemigos son criminales. En tanto que
fugitivos potenciales, cada uno de ustedes es también un
criminal en potencia. Por eso es conveniente que conservemos
la lista de números a los que llamaron desde sus teléfono, que
sus móviles nos permitan localizarlos en todo momento y que
gracias a su tarjeta de crédito podamos conocer sus hábitos.

REGLA N.º 7

En nuestro pequeño juego, aquellos que salen de su aislamiento


se denominan “criminales”. En cuanto a aquellos que tuviesen la
osadía de cuestionar este estatuto, los llamaremos “terroristas”.
Estos últimos pueden ser abatidos en cualquier momento.

REGLA N.º 8

Somos muy conscientes de que la vida en las filas de nuestra


sociedad contiene tanta alegría como un trayecto en el tren de
cercanías; que el capitalismo no ha producido hasta hoy, en
materia de riqueza, más que una universal desolación; que
nuestro orden carcomido no tiene más argumentos que las
armas que lo protegen. Pero qué quieren: ¡es así! Los hemos
desarmado mentalmente, físicamente; y ahora detentamos el
monopolio de aquello que les prohibimos: la violencia, las
complicidades y la posibilidad de aparición. Francamente, si
estuviesen en nuestra posición, ¿harían otra cosa distinta?

REGLA N.º 9 Conocerán la prisión.

REGLA N.º 10 No hay más reglas. Todos los golpes están


permitidos.

Su Gobierno

........................................

Una Ética llamada Deseo


Lo que se esconde es siempre lo mismo, cuestiones de amor y
de sexualidad.
Deshacemos la lógica del amor, que es una lógica narcisista,
porque habla
fundamentalmente del yo, para devenir capaces de amar.
Gilles Deleuze

De acuerdo al filósofo anarquista Christian Ferrer (Cabezas de


Tormenta. 2004), el anarquismo constituye ante todo una forma
de existencia contra la dominación, la cual no se puede
concebir sin una ética del hacer, una ética de la performance,
una metafísica crítica: somos lo que hacemos con lo que se ha
hecho de nosotras. Esta ética anarquista se confronta de
manera permanente en la experiencia histórica con una ética
del deber ser de las identidades –sobre todo de aquello que se
considera que es a partir de la Modernidad. De este modo, en el
campo de los estudios de género y de las así llamadas “nuevas”
sexualidades, la teoría queer viene a ir más allá del
planteamiento de las identidades GLTB, lato sensu.

Pero esto no es posible sin una ética que aspire, entre otras
cosas, a acortar la brecha entre el decir y el hacer, no en
términos de coherencia, que de un modo u otro reterritorializaría
la eugenesis purista nazi, sino en relación a los procesos de
subjetivación/desubjetivación. Por un lado, en términos de
coherencia entre lo que se predica y cómo se vive, y
paradojicamente que permita la posibilidad de fugar de la
interpelación ontológica de “ser” y “deber actuar cómo”. Una
ética que no suponga al deseo como algo no natural, ni
espontáneo, sino como una materia resignificable, hasta incluso
re-programable. Un deseo que no sea tampoco un movimiento
hacia algo de lo que carecemos y que se manifiesta en torno a
una falta, una ausencia, y cuya satisfacción resida en la
“posesión” de aquello que nos falta. Por el contrario, desear
implicaría la construcción misma del deseo: formular qué
disposición se desea, qué mundo se desea. Reprogramar.

Con esta crítica a las sexualidades modernas en mente, ciertas


prácticas S/M (sado-masoquistas o BDSM) devienen un modo
privilegiado de cuestionar y fisurar la organización de la
jerarquía sexo-corporal y las prácticas implicadas en ella. La
manera en la que caracterizamos esta modalidad S/M nos lleva
necesariamente a redefinir la noción de cuerpo, que toma en
cuenta el valor, la función, y su narrativa en el marco de estas
prácticas: el cuerpo no significa lo mismo ni se usa de la misma
manera en la que aparece recortado por el discurso y régimen
heteronormativo.
En ese sentido, aquellos espacios tradicionalmente consignados
a la vida privada, como ser el de la sexualidad (uso reflexivos
de los placeres y los deseos), se constituyen hoy como vectores
de una apuesta política fuerte contra el orden establecido de
las cosas: por ejemplo, la división binaria por sexos, y las
afectaciones que se desprenden de allí, cuya construcción
depende de una matriz de inteligibilidad que califica a las
personas de acuerdo a expresiones de género
(femenino/masculino) y el ejercicio de una sexualidad
heteronormativa que de allí emerge como “natural”, son
algunos de los pilares donde el sistema capitalista se apoya
firmemente. El género sería entonces de acuerdo a nuestra
postura el dispositivo privilegiado de un régimen que regula las
diferencias y que divide y jerarquiza a esos cuerpos de forma
coercitiva y solidaria con cierto orden y que finalmente hace
que deseemos y queramos en cierto sentido y no en otro.

Por eso, las prácticas así llamadas “sadomasoquistas”, pueden


ser concebidas como la quintaesencia de la sexualidad sin fines
reproductivos, en su sentido anfibológico, y por ende no como
reproducción del sistema dominante, de sus lógicas, ni de sus
agentes. El S/M crea placer(es) de extrañas formas, no
radicadas exclusivamente en lo genital, o incluso prescindentes
de ello, y cita de manera desviada las convenciones sexuales
referidas a los roles de los participantes. De acuerdo a esta
definición, el S/M constituye el punto más extremo de la
experiencia sexual: algunas de sus prácticas aparecen como
una citación desviada de las convenciones sexuales que
permiten sexualizar, (y así resemantizar y resignificar) por
ejemplo, la noción de propiedad privada que opera
configurando no sólo el intercambio político-económico sino,
por extensión, las relaciones afectivas todas.
....................................................

Ética del deseo libertario: Otium

Toda posición de deseo contra la opresión por muy local y


minúscula que sea

termina por cuestionar el conjunto del sistema capitalista y

contribuye a abrir una fuga.

Félix Guattari

De acuerdo a los diccionarios de latín OLD (Oxford Latin


Dictionary) y Liddle & Scott, deseo es sinónimo de cupiditas,
voluntas, studium, y aviditas. Por su parte, cupiditas se refiere al
campo semántico del deseo ardiente, pasión, ansia, afán. Por
ejemplo, flagrare cupiditate, significa arder en deseos, mientras
que cupiditas studiorum, significa deseo o afición al estudio.
Asimismo, la noción de deseo deriva en latín de desidium, es
decir deseo erótico, derivado a su vez de desidia (indolencia,
pereza, libertinaje, voluptuosidad), perteneciente al campo de
desidero (posición de estar sentada o inactiva, pereza- de +
sidus - desear, anhelar, apetecer, tener necesidad de, reclamar,
sentir nostalgia, echar de menos, lamentar la pérdida o
ausencia de algo -especialmente objetos-, investigar, estudiar,
reclamar justicia-).

Desiderium, entonces, es el deseo, añoranza o nostalgia de un


bien perdido o ausente que se echa de menos, sentimiento,
pena por la privación de algo (“Long, ardent desire or wish for
something once possessed, grief, regret for the absence or loss
of something, synonymous with cupido, cupiditas, studium,
appetitio”). De hecho, en el poema 2 del poeta latino del siglo I
A.C., Catulo, se consigna “desiderio meo nitenti” que puede ser
entendido como “a mi radiante amada/amor/objeto de mi
deseo”). Sin embargo, la evolución etimológica de la palabra es
dudosa: puede que sea de considero (cum y sidus); o estar
relacionada con la holgazanería, con la pereza, con la
inactividad: sidere, sidi/sedi, sessum (Cf. sedeo) que significa
estar sentado, posado, fijado, encallado, varado. Pero también
se relaciona con sidus: estrella, constelación, astro, brillo,
belleza ornato, región. Es decir, “desear” podría ser algo que se
hace desde un asiento, desde la inactividad (otium, Catulle...),
pero también, a partir de algo que se extraña, una guía, una
estrella, cual nauta en el mar. (Diccionario etimológico latino
español de Santiago Seguroa Munguía y Diccionario Etimológico
de la lengua castellana de Joan Corominas).
Por eso, al hablar de una ética del deseo libertario tributaria de
una ética del deseo, se vuelve inteligible la centralidad de una
crítica a la institución de la sexualidad moderna
(obligatoriamente heteronormativa y heterosexual). Es bajo esta
postura crítica que cobra sentido para nosotras el reflexionar
acerca de las relaciones entre la ética anarquista y las prácticas
S/M como modos de establecer un contrato entre afines que
parta por enunciar y generar contra- deseos. En ese sentido, el
cuerpo puede devenir otras cosas dentro del marco lingüístico
que lo convoca. Tal como comenta la filosofa feminista Judith
Butler en El Género en Disputa “…lo que hemos tomado como
un rasgo “interno” de nosotrxs mismos es algo que anticipamos
y producimos a través de ciertos actos corporales…un efecto
alucinatorio de gestos naturalizados.”

En línea con estas reflexiones entendemos que es menester


refutar también el carácter invariable del sexo, tan
culturalmente construido como el género, mediante prácticas
que “de-genericen” lo genital y otras prácticas que de allí se
desprendan, mediante una citación subversiva de las mismas.
Más aún, podemos decir que esta producción de la sexuación
como fenómeno pre-discursivo y “natural” debe entenderse
como el resultado del aparato de construcción cultural
nombrado por y desde el género. Asimismo, es importante
destacar que la mayor parte de las categorías psicológicas
actuales (el yo, el individuo, la persona) proceden de la ilusión
platónica y racionalista de una identidad “sustancial”. Desde
que accedemos a ese conocimiento, el sujeto, el yo, el
individuo, etc., se vuelven para nosotras conceptos falaces,
pues convierten las unidades ficticias en sustancias cuyo origen
es exclusivamente una realidad lingüística: “Cuando en el
discurso lacaniano se dice, por ejemplo, que alguien asume un
“sexo” la gramática de la frase crea la expectativa de que hay
alguien que al despertarse indaga y delibera sobre qué “sexo”
asumirá ese día, una gramática en la cual la “asunción” se
asimila pronto a la noción de una elección en alto grado
reflexiva. Pero si lo que impone esa asunción es un aparto
regulador de heterosexualidad y la asunción se reitera a través
de la producción forzada del “sexo”, se trata pues de una
asunción del sexo obligada desde el principio. Y si existe una
libertad de acción esta no debe buscarse en las posibilidades
que ofrecen la apropiación obligada de la ley reguladora, la
materialización de esa ley, la apropiación impuesta y la
identificación con tales demandas normativas”. (Butler). De este
modo, sostenemos que la heterosexualidad normativa es, por
tanto, parcialmente responsable de los cuerpos sexuados, al
decir de Fausto-Sterling, dado que su potencial identificatorio
está regulado por las normas sociales construidas bajo toda una
red discursiva que se apoya sobre los imperativos
heterosexuales.

Delinear una ética implica la puesta en juego del concepto de


"autonomía". La "autonomía" no puede pensarse nunca como
completa o absoluta- y por eso necesita pensarse como
"proyecto de autonomía", o de construcción de un horizonte de
deseo que propicie el desarrollo de esa capacidad
comunalmente. Recordemos que esta autonomía es atribuida a
un sujeto1 que es siempre social y que construye esos valores
siempre con otras que reconoce en tanto singulares pero jamás
por fuera de ese entramado grupal. Intervenir en nombre de la
transformación, entonces, significa precisamente irrumpir en lo
que se ha convertido en conocimiento fijo y realidad
cognoscible para usar lo que nuestra razón y nuestros sentidos y
hasta nuestras intuiciones nos dicen acerca de lo que es esa
realidad. En el debate por el poder de decisión y elección de
aquellos cuerpos generizados la pregunta por qué se entiende
por autonomía emerge por si sola. Aquí nos cabe también la
pregunta en relación a nuestro tema sobre los alcances de este
“proyecto”: ¿Autonomía: un estado de individuación a priori de
las relaciones de dependencia del mundo de los otros? ¿O por
el contrario, una heteronomía que permite establecer lazos (de
afinidad, afectividad, parentesco, mutualidad, camaradería)
que no se basen en el matrimonio ni en la familia como rector
de la sexualidad y los vínculos? Luchar por la autonomía
significaría desde ésta última definición el luchar para
trascender los límites naturalizados de la comunidad y la familia
que rigen el deber ser de nuestra sexualidad, y permita redefinir
así los lazos de amistad y de cariño, de mutualidad y de apoyo.

La ética del deseo libertario no considera el deseo como algo


en estado puro, pre- discursivo, y previo a la asignación de
género. Por el contrario, el deseo, ya sea el que se lleva
adelante o el que no, es desde esta perspectiva, una
construcción social a cuestionar. La ética amatoria del deseo,
entonces, no sería un constructo estático, rígido, ni tampoco la
creación de una ética que se limite simplemente a una
reivindicación discursiva o de prácticas más inclusivas, sino que
necesita construir a su vez un nuevo cuerpo sobre el cual
asentarse, multitudes que consistan en individualidades que
hagan praxis de esa ética y la desacralicen con inmoralidad.

No puede haber ética posible sobre las bases de una moral


imperial que recorta al cuerpo como mero engranaje de una
realidad social para producir y reproducirla. Cualquier praxis
sexual que se pretenda como “contra-hegemónica” necesitará
crear -y no simplemente recrear- (es decir, destruir) la relación
entre el uso y el lugar político del cuerpo en el marco de las
nuevas sexualidades y sus prácticas. “Crear” una ética amatoria
anarquista cargada como un arma implica entonces admitir
que su praxis no puede ni tiene por qué regirse según los
cánones morales que no son construcción de quien se
encuentra condenada a reproducirlos, ni que la dictadura de la
biología tenga potestad para obligarnos a reducir el uso sexual
de nuestro cuerpo como entidad meramente reproductiva de la
especie y de un orden social dominante y concomitante.

1. “Los individuos llegan a ocupar el lugar de sujeto … y


adquieren inteligibilidad solo tanto están, por así decir,
previamente establecidos en el lenguaje…Ningún individuo
deviene sujeto sin antes padecer sujeción o experimentar
“subjetivación” (otra traducción del francés
assujetissement)…Aunque se trata de un poder que es ejercido
sobre el sujeto, el sometimiento es al mismo tiempo un poder
asumido por el sujeto, y esa asunción constituye el instrumento
de su devenir.” (Butler, Judith)

…..............................................

Ética Amatoria del Deseo Libertario y las Afectaciones Libres y


Alegres

Una Ética porque se opone a la moral. Ética es, siguiendo a


Spinoza y a Deleuze, la disciplina de lo bueno para mi cuerpo,
es decir aquello que estimula e incrementa mis pasiones alegres
y mis potencias, aquello que compone mis relacion en más
cuerpos y en más afinidades y alegrías.

Amatoria porque es menester deconstruir al Amo(R), al amo, al


despota, AmoR y al AmoR Romántico, almibarado, y al
enamoramiento. Amor, un slogan sin sentido, un significante
vacío de las tarjetas de Hallmark, un peluche barato y feo un 14
de Febrero. Sin embargo, una ética amatoria está hablando del
sexo, y de la construcción del uso de los placeres que se
desprenden a partir de nuestros sentimientos más profundos de
cariño.

Deseo, la estrella que nos guía y nos impulsa hacia adelante en


el mar de los sargazos, la que sigue toda pirata cuando se lanza
a la mar. Navegar, una tarea que no puede hacerse sola.
Máquina deseante y fuerza creadora de nuevos deseos hoy
insondables e impensados que emergeran en el medio del
óceano a partir de un nuevo uso de los placeres. Una ética
amatoria del deseo habla de construir nuevos placeres para
que nuevos deseos surjan.

Libertario porque seguimos creemos en la anarquía pese a los


anarquistas. Porque algunas de sus tradiciones siguen
estimulando nuestra entrepierna: Emile Armand, Emma
Goldman, Bakunin... Una ética amatoria del deseo libertario
aboga por la abolición de la propiedad privada sobre aquello
que más deseamos y queremos, como ser nuestras compañeras
sexo-afectivas, para nuevas y más compañeras aparezcan a
nuestro encuentro. Un mundo nuevo habita en nuestros
corazones como posibilidades.

Afectaciones libres y alegres, alegres y libres. Un nuevo lenguaje


que de cuenta de lo que nuestros cuerpos sienten. Cuerpos no
individuales, cuerpos no individuos, ni personas ni siquiera
gente. Cuerpos como máquinas, como tecnovivas conectadas.
Afectaciones que no padezcan, aunque el dolor está presente
como en toda elongación y en todo estiramiento, como parte
del vivir, y al servicio del placer (BDSM). Alegría que rima con
anarquía y cuya A es de amistad (una amistad inclusiva, claro
está).

Advertencias: Una ética amatoria del deseo libertario es un


medio para adquirir una posición en la guerra en curso, guerra
contra la heteronorma, contra la propiedad privada, contra el
cualquierismo que entiende la libertad como “todos hacemos lo
que se nos canta el culo y el resto nos aguanta”, contra el
capitalismo, contra la tirania del Yo el inviduo y demás
coartadas de la biopolítica y los pornopoderes. Una ética
amatoria del deseo libertario es una manera de armar la
manada, de encontrar la soledad sin quedarse sola. Una ética
amatoria del deseo libertario es un llamamiento, está destinado
a quienes pueden oirlo. Au-Au.

....................
Pequeñas intuiciones para una ecología libertaria de las
afectaciones

Decirle que si al sexo no es decirle que no al poder.

Michel Foucault
I

Como ludditas sexuales orgullosas creemos que los juegos de


placer y deseo y la capacidad de afectación son fuerzas
fundamentales, actividades con el potencial de fortalecer los
vínculos, mejorar nuestras vidas, abrir la consciencia del espíritu,
incluso cambiar el mundo.

Como ludditas creemos que cada juego de placer consentido


tiene el potencial puede ser una fuerza positiva y creativa en
nuestras vidas y nuestros ecosistemas. Una afirmación.

Pensamos como los filántropos acerca de su dinero: tenemos


mucha voluntad de poder (capacidad de afectación) y
queremos compartirla, porque nos hace felices compartir el
cuerpo, hace que el mundo sea un lugar más excitante.

II

Somos aventureras y nos preguntamos ¿Acaso tener menos


sexo y con menos cuerpos es más virtuoso que tener mucho
con muchas? Nuestra ética no se mide por el número de
personas con las que hemos cogido, sino por el respeto y el
cuidado con la que las hemos tratado y nos hemos dejado
tratar. Nos juzgamos a nosotras mismas por nuestros intentos
(muchos fallidos) de vivir hoy de una manera más ética, menos
esencial, y más libre. Vivir hoy como nos gustaría fuera el
mañana.

III

La economía que mueve al mundo nos hace creer que no hay


suficiente para todas. Nos hace creer que si algo es muy bueno
–como el sexo con alguien- debo conservarlo solo para mí
porque luego no habrá más. Que si comparto lo que tengo, me
resto algo en mi economía individual.

Nosotras sabemos poco de economía, pero tenemos


intuiciones. Suponemos que más juegos de placer pueden
brindar más deseo, suponemos que más juegos de placer
pueden brindar más conexiones, más cobertura emocional, más
amistades. “Puede” viene a significar “tiene el potencial de”.
Hay que ponerlo en acto.

Nosotras las ludditas sexuales creemos en una economía que


sea holística y ecológica, una ecología sexual colectivista, del
compartir los cuerpos y los sentidos, como deseo positivo y
opuesto a esta economía imperante de la hambruna de la
monogamia y del miedo.

Nuestra economía se mueve por afinidades…El mundo y la vida


en él tiene el potencial para que podamos construir múltiples
compañías, compañeras, y acompañantes. Un bosque de
fluidos palpitantes porque tenemos como post-humanas la
capacidad para que haya suficiente sexo, afinidad, apoyo
mutuo, contención y nutrientes alrededor de nuestro suelo fértil
que devengan relaciones afectivas relevantes.
Las relaciones afectivas y las sexuales no son balances de
contabilidad: no hay debe, no hay haber, no se pasan bienes
de una columna a la otra. Es solo recordar lo que sí obtenemos
en la ecología de la botánica afectiva que entablamos con
esos cuerpos con quienes nos estrechamos. Recordemos lo
conmovedor del encuentro afectivo entre los seres y tratemos
de afectarnos con alguien más.

IV

Vivimos en una civilización que aún hoy considera aceptable un


crimen por pasión (es decir asesinar a alguien por celos,
especialmente cuerpos biopoliticamente asignados como
mujeres), que acepta como causal de divorcio que alguien
haya obtenido placer sexual fuera de un vínculo de pareja con
una moral propiamente de la Inquisición. Castigamos con duras
penas a quien se le haya ocurrido delinquir despertando la más
mínima inseguridad o celos dentro nuestro. Abandonamos
hogares, rompemos fotos, tiramos alianzas. Y esto no es algo
que le pasa al pequeño-burgués solamente.

Por otra parte, por AmoR prometemos mentiras, mentimos


situaciones, tergiversamos hechos, vivimos en el engaño,
falseamos datos. Por AmoR y por miedo a la soledad, y al
abandono y al castigo vivimos presas. El AmoR es un Amo.
V

Pero la monogamia no es la cura ni para los celos ni para la


inseguridad. ¿Quién no sintió celos de que alguien amado
juegue mucho en la computadora, vea una película a solas, o
hable mucho por teléfono?

La territorialidad sexual es otra norma social a la cual le


oponemos la alegría del compartir y regalarnos, puro potlatch.
Pero un potlatch no en pos de la destrucción de la otra parte.
Sino en post de la destrucción del viejo mundo para construir
nuevas formas de vida, nuevas educaciones sentimentales.

Nuestros celos se combaten con la misma ferocidad que


combatimos al Estado y todos sus aparatos represivos como el
género, la familia, la escuela, las instituciones psiquiátricas, la
heternormatividad, la pareja, la monogamia, las cárceles, y la
policía.

VI

Las razones para tener sexo con muchas personas, hasta incluso
tratar de llevar adelante muchas relaciones afectivas
simultáneas son varias:

Hay distintos tonos y matices de intimidad.


Hay prácticas de placer que placen a algunos pero no a
otros cuerpos.
Hay necesidades físicas que no todos los cuerpos pueden
o desean llevar adelante.
Hay deseos sin intentos amatorios o amorosos constantes.
Hay deseos con diferentes géneros que no pueden ser
subsumidos a la especificidad de un solo cuerpo.
Hay deseos en grupos.
Et cetera.

Por eso, ¿no es acaso no solo imposible sino también cruel


demandarle a un cuerpo que cumpla entonces con todo esto?
Frente a esos múltiples placeres creemos en nuestro derecho a
encontrar múltiples partenaires con quien entablar vínculos
éticos libertarios. Otro mundo es posible hic et nunc.

VII

Reclamamos también nuestro deseo a ser solas y volver a ser


amicae, amigas para la afectación, amigas para el cariño,
amigas para los placeres, y para la conexión íntima y profunda
del cuerpo. Y tener el potencial de ser muchas otras cosas,
compañeras de lucha, de camino, de andanzas, de aventuras,
de carrete…

Ser sola no es ser soltera, ni una condición temporal entre


parejas, no es un período de sanación frente a una ruptura
traumática.

Ser sola es una manera de vivir, una forma de vida, una


construcción sexo-afectiva para no tratar de encajar mejor en
la vida de nadie. Significa aprender a vivir con una misma, y
disfrutarlo. Significa nuevas formas de vida comunales y en
manada.

Nuestra relación y nuestra amistad con nosotras mismas es para


toda la vida, hasta que decidamos que nuestro tiempo llegó o
hasta que ese tiempo llegué efectivamente. Ser sola y afectarse
no es excluyente, sino la oportunidad de construirnos
íntimamente y de trabajar por nuestro propio cambio.

Vivimos en una civilización que segrega, margina y señala a


quien elige la aventura de la soledad, de la asociación libre por
afinidad, de la espontaneidad, de la camaradería amorosa.
Creemos que si ser sola no fuera un estigma, la pareja no se
desarrollaría como la “opción ideal”, infinitamente
sobrevalorada, tabla de salvación frente a la angustia, al
descontento, y las neurosis del este mundo.

Ser sola podría permitir, aunque parezca paradójico, el


desarrollo de ecologías impensables hoy, inclasificables,
múltiples formas de cariño, cuidados, y vinculaciones que hoy
no podemos ni imaginar…

Ser solas es devenir lobos, es moverse en manada, ser


cazadoras, jauría, disfrutar de la noche y de la mañana, es
poder desear y afectarse incluso con quienes son distintas a
nosotras, con la libertad de poder disfrutarlas, evitando el gran
mito de la completitud.

Ser sola es poder generar usos de placeres reflexivos, excitantes


y éticos con las amistades sin que se vuelvan vínculos posesivos
donde se promete y se promete y se promete para no perder al
ser amado. Es vivir, fundamentalmente vivir, en el abismo del
riesgo. Es enriquecernos con conocimientos ajenos. Es una línea
de fuga vitalista.

VIII

Las solas debemos recordar, y debemos recordarle a quienes


nos dan su cariño o disfrutan de los placeres con nosotras que:
Deseamos ser escuchadas y atendidas y respetadas y asistidas
en nuestros sentimientos. No somos ciudadanas de segunda del
afecto frente a “los grandes amores”. Los grandes amores
deben ser derrocados.

Deseamos poder pedir lo que necesitamos aunque la persona a


la quien le pidamos no pueda (que no es lo mismo que no
quiera) dárnoslo.

Deseamos ser honradas en nuestros acuerdos y nuestros planes.

Deseamos que se nos cuide si estamos enfermas o sino


podemos hacerlo solas, que se nos quiera, que se nos atienda si
tenemos una emergencia, como las amigas se atienden las
unas a las otras.

Deseamos ser incluidas y tenidas en cuenta en cualquier


ecología donde nuestras amantes se encuentren. No somos un
secretito sucio.

Deseamos no ser consideradas un problema.

Deseamos ser apreciadas y ser amigablemente bienvenidas.

Deseamos no ser consideradas invulnerables u omnipotentes.

Deseamos ser iguales en nuestra ecología y en nuestro bienestar


emocional a los demás cuerpos.

Deseamos la abolución de la pareja en post de la construcción


colectiva de afinidad y afectación.

Y la verdad es que todas todos todos los cuerpos con las que
decidimos involucrarnos sexual y afectivamente nos
merecemos esto.
IX

Deseamos que nuestras amantes tomen juntas el desayuno, que


sean amigas, que se conviertan en amantes. Ese es nuestro
ideal y como todo ideal, creemos que es materialmente
realizable aquí y ahora.

Nuestras amantes tienen mucho en común, ¿por qué no pueden


compartirse, y compartirlo? Ser amantes mutuas fortalece las
posibilidades de crecer y desarrollarnos en manadas. De
abandonar el binomio macho/hembra, la parejita, la
monogamia que constriñe los sueños y los deseos, y animarse a
la aventura de a muchas. Las redes afectivas se expanden y en
algo recuerdan a nuevas formas tribales de afectación y apoyo
mutuo.

Si nos tratamos entre amantes como amigas, y permitimos que


nuestros afectos y nuestras amantes, nuestras afines y nuestros
apoyos en la vida tomen la forma que la espontaneidad les
dicte en vez de aquellas normas sociales que forzamos en ellas,
nuestros vínculos se acrecentarán. Seremos más prosperas
afectivamente. Y menos temerosas de la soledad.

No debería resultarnos raro que entre afines nos gusten los


mismos cuerpos o por lo menos no nos resulten amenazantes, o
espeluznantes. Si acaso este fuera el caso, y la amante de mi
amante me resultara un ser insoportable por razones de peso es
momento de replantearse esa afinidad. Y variar.

X
La recompensa por la abolición de celos, envidias e
inseguridades contra nuestras amigas-amantes y sus amigas-
amantes será nuestra propia libertad sexual. Libertad sexual que
encontrará su propia gimnasia y agilidad con quienes
deseemos correr mucho tiempo juntas. Esos cuerpos a los que
deseamos hoy tan cerca nuestro como el primer día, con ésas
estableceremos redefiniciones, resignificaciones y
resemantizaciones mutantes a lo largo de nuestro tiempo de
vida (Aetatis brevis tempus satis longum ad bene vivendum est).

No nacemos grandes amantes libertarias, nos convertimos,


devenimos. Y desaprender los celos, y las inseguridades resulta,
como todo entrenamiento, una tarea dura que demanda
disciplina, como toda gimnástica, una tecnología del Yo.

XI

Ni los celos ni las inseguridades son crímenes, o secretos a


esconder como ropa sucia. No hay por que negar que los
tenemos del mismo modo que no hay por que negar que se nos
ha biopoliticamente asignado a un sexo/género. Pero todo –
menos la muerte- se puede des-hacer. La experiencia del dolor
romántico que deviene libertad sexual y afinidad afectiva no es
del orden moral: nadie puede acusarnos de “esto está bien” o
“esto está mal”. Más aun, aquella que sienta dolor
(devenir/modificarse/mutar duele) que se trate
indulgentemente. Las varas y los azotes son para las prácticas
consensuadas de los juegos sexuales llamados S/M, no para la
gimnasia del devenir amantes libertarias.
XII

Sin embargo, quien tenga el compromiso de modificarse en


cuanto a lo sentimental debe mirar de frente a los dioses, osar.
¿Qué imagen es la que nos asusta más? Poder verla en toda su
dimensión para alejar al fantasma. ¿Tiene un nombre? ¿Se llama
soledad? ¿Belleza? ¿Juventud?

Poder invocar la imagen que concita el odio pasional, traerla y


amigarse con ella –hasta, quién sabe, podríamos masturbarnos
pensando en esa imagen- es nuestro deseo.

XIII

Aprendamos a disculpar, no cristianamente, sino


libertariamente, nuestros desaciertos para volver a empezar. Al
fin de cuentas somos solo principiantes en el mar de los
sargazos.

Quizás la única manera de poder construir nuestra propia


homeostasis sea cruzar los límites, desestabilizarnos. Con
pequeños pasos, el dolor de la mutación puede ser mínimo:
ninguna bailarina elonga en frío, ninguna elonga lo mismo al
comienzo de una práctica que al estar ya más avezada en su
ejercicio.
No estamos diciendo reformismo, sino cuidados mutuos,
afectividades, y afinidades. La aspiración no es la reforma, no es
poder alcanzar “yo no pregunto, vos no me contás”, sino poder
llegar a la colectivización de nuestro propio cuerpo. Al
comunismo del placer y del deseo. Nuevas formas de vida

XIV

Un ejercicio: dejar de pensar psiconaliticamente: lo que no está,


lo que me falta, lo que se fue a otra parte. Oponerle a ese
pesimismo un deseo activo, un optimismo de la voluntad: lo que
si está, lo que si viene, la energía que me envuelve. Las
afirmaciones. El vitalismo.

XV

Es esforzado. Lo sabemos. Pero la monogamia lo es más y


brinda mucho menos. Nuestra aspiración: emanciparse del
concepto propietario sobre otros cuerpos, y eso incluye no solo
animales y ecosistemas, sino la biología de los vínculos de
placer y por afinidad. Devenir capaces de enfrentar nuestros
temores, y desaprender lo aprendido, capaces de administrar
nuestras emociones en una ecología vital de disfrute y
proliferación. Difundamos el mensaje, y repitámonoslo cuando
el pánico nos quiera capturar: Devenimos capaces, devenimos
potentes. Podemos re-programar nuestros deseos para atentar
contra el estado de las cosas contra las cosas del Estado.

XVI
El afecto es algo que también experimentamos en situaciones
donde no hay otro ser humano. ¿Quién no sintió que se le
cortaba el aire y tenía palpitaciones frente a la belleza del mar
despejado de turistas en una playa desierta? ¿O en la cima de
una montaña desde donde vemos un bosque y a la cual nos ha
costado ascender? ¿O frente a un plato de comida que nosotras
mismas cocinamos y nos salió bien? ¿Frente a palabras escritas
y que juzgamos acertadas en un poema, una carta o un
ensayo?¿O ante la insurrección popular? ¿Acaso no sentimos
grandes pasiones ante gestos de cariño de extrañas y extraños?
Alguien que nos indica y nos ayuda a llegar a un sitio en una
ciudad que no conocemos. Alguien que nos hace compañía
compartiendo su libro en un viaje. Alguien que parte su comida
o comparte lo que tiene. Y en estos momentos de profunda
intimidad y afectación no existe desesperación, ni deseo
basado en la ausencia, ni compañía que sea un remedio contra
la soledad. Porque ni la soledad y el miedo que concita son
buenas compañías a la hora de elegir acompañantes.

XVII

¿Y si fallamos? Fallamos. Nada pasa. Volveremos a intentar.


Nuestras derrotas no nos demuestran equivocadas. Y el dolor
por el fracaso amatorio duele, y cala hondo, su herida no
cicatriza pronto. Pero cicatriza, y del dolor de un desenlace
afectivo que no deseábamos puede resurgir una nueva amistad.
No se puede perder lo que no se desea.
…...............................................

La barbarie comienza en casa.

Anarco-queer en contra de la familia como (otra) institución de


la Modernidad.

Tus viejos te cagaron

Fue sin querer, pero así fue.

Te llenaron de sus propias fallas

Y agregaron algunas extras, solo para vos.

A ellos también los cagaron en su momento


Tontos con sombreros y abrigos pasados de moda

La mitad del tiempo era sentimentaloides-severos

La otra mitad se degollaban el uno a la otra.

El Hombre llena de miseria al Hombre.

Se profundiza como geografía costera.

Andate de ahí tan pronto como puedas

Y no tengas nunca hijxs.

Philip Larkin. Sea este el verso

Toda niÑio sensible sabrá entender

Determinados por nuestras familias –la célula base de la


sociedad, según se nos repite una y otra vez en la escuela- lxs
niñxs en nuestra civilización son nacidxs, son críadxs y son
desarrolladxs, en una atmósfera de desaprobación de la vida.

Muchxs, entre ellxs los profesionales del inconsciente, suscriben


a la idea de que casi todo el daño psíquico se le hace a una
niño en los primeros 5 años de vida. Pero podríamos decir que el
daño es previo, comienza incluso antes de nacer, antes del
adoctrinamiento en rosa y celeste, antes de las muñecas, antes
de los autitos para jugar, antes de la educación sexista y
heternormativa sexante de nuestras corporalidades
inclasificables, antes del bisturí en la episiotomía de mamá o en
el genital intersex, antes del abandonó de persona en la noche
de la nursery, o de los tactos obstétricos ultrajantes de la
parturienta. Comienzan con la rigidez física de nuestras madres.

A su vez, la familia, célula base de la sociedad – no nos


cansaremos de repetirlo, porque en ello fuimos repetidas una y
otra vez- cuya etimología deriva del latín “conjunto de esclavos
y esclavas” (famulus, sirviente, esclavo, de acuerdo al
Diccionario Etimológico de Corominas) da por sentado que una
niño debe ser enseñado para comportarse de tal manera que
haga la vida de lxs adultxs progenitorxs de la familia, y de lxs
adultxs en general, lo más tranquila posible: modales,
obediencia y docilidad. Pero también, un tejido de mentiras y
prohibiciones, cual batitas y escarpines, forzadas a encajar en
una sociedad que hasta los titulares de Clarín saben enferma,
aniquilada: “No hagas ruido, no te masturbes, no mientas , no
robes…Se les enseña a decirle que si a todo lo que es negativo
de la vida. Respetar a los mayores, la religión, al director de la
escuela, respetar la ley de los padres. No cuestiones, obedecé.”
(Neill: 102)

Familia deviene así no sólo el conjunto de esclavos sino también


la mirada moral omnisciente y ominipresente sobre nuestras
vidas que lo reduce todo al binomio víctima y victimario donde
quienes no podemos reconocer nuestras propias formas de
abuso tal como las tipifica el Código Penal, y solo poseemos
como testimonio intuiciones y pruebas de otras dimensiones no
podemos probar nada, y seremos ad aeternitatem
(sobrevivientes) sospechosas de culpabilidad. Porque la letra
con sangre entra, no sabíamos qué hacer, soy tu padre, a los
mayores hay que respetarlos, eras una nena muy rebelde, un
chirlo no hace mal, sos muy chica para tener novio, es tu
responsabilidad tener buenas notas… y así seguimos con la lista
de aquello que no tiene límites éticos y donde al final del
campo de concentración, presas del poder familiar para ser el
fusible de toda la frustración clasemediera alguien dirá -si es
que alguien lo dice-: “hicimos lo (mejor) que pudimos”.
Pudieron poco.

Por eso, escribimos para todas aquellas individualidades cuyas


familias intentaron y hasta a veces lograron hacerlas
minusválidas en algún aspecto, intentaron y a veces lograron
anularlas con su amor, o imposibilitarlas con su odio y
frustraciones, para todas aquellas cuyos padres trataron alguna
vez de puta, calenturientas, ardidas, putos maricones, cuyas
madres compitieron con ellas y desvalorizaron, a todas aquellas
que se vieron sometidas al cruel método de disciplinamiento y
subjetivización que tiene el Estado Moderno (cualquier Estado:
izquierda o derecha) llamado familia, para todas aquellas que
sus progenitorxs cuidaron tanto, tanto que no proveyeron de
herramientas con las cuales gestionarse una sexualidad
placentera, singular y consensuada que les permita resistir los
avasallamientos. Y también escribimos y nos organizamos para
todas aquellas que no necesitamos el Código Penal y sus
tipificaciones para reconocer(nos) y saber que tan sólo una
bofetada fue suficiente, pero que de todas maneras fueron más,
mucho más que una: insultos, menoscavo, menosprecio y
mentiras, malas caras, neurastenia, golpes de nuevo,
sometimiento, callarse la boca, silencio que papá mira la tele,
silencio que papá mira la carrera, silencio que papá mira el
partido, silencio que papá escucha el noticiero. Y la sonrisa del
hermano incestuoso y reprimido y la madre, muy ocupada con
su carrera, y con que todo parezca “más o menos bien”, que
nadie note nuestra verdadera extracción de clase, borrando
pruebas, haciendo oídos sordos.

Escribimos para todas las víctimas sobrevivientes de la familia -


Estado impuesto a costa de la decisión propia resignada
diariamente, para posibilitar pensar y expresar desde una
mirada anarquista nuestra vida como hijas y contrarrestar su
interpelación. Escribimos porque tenemos que empezar a hablar
por fuera del relato familiar, por fuera del exilio familiar y por
fuera de lo que La Ley nos permite decir.

El futuro llegó, hace rato

De los niños revoltosos


Que no quieren crecer

Hay que encargarse

De las niñas revoltosas

Que no se apaciguan

Hay que encargarse

Un golpe en la cabeza

obtenés si no pedís

Un golpe en la cabeza

Obtenés si pedís

Un golpe en la cabeza

justo obtenés

por ser cómo sos

un golpe en la cabeza

por las cosas que decís

y las cosas que hacés

por ser quién sos

Morrisey
El anarquismo siempre tuvo entre sus temas el análisis y
modificación de los vínculos entre seres humanos. El amigo
barbado Bakunin en un texto poco conocido llamado “La
sociedad y los niños”, afirma que no somos propiedad de nadie,
ni siquiera de pequeñas: ni de nuestros padres ni de la
sociedad. Las niños sólo pertenecen a su propia libertad futura.
Libertad, de todas formas, en potencia, que aún aguarda la
conciencia plena y su realización” basada en “el sentimiento de
la propia dignidad y en un auténtico respeto por la libertad y la
dignidad de los otros”. Sin embargo, Bakunin en ese mismo texto
no radicaliza mucho más allá la cuestión al respecto de cómo
serán criados estas niños, o de si es deseable que no sean
criadas por padre y madre.

En cambio, podemos citar La Questione Sociale, publicación


ácrata de finales del siglo XIX, en cuyo número segundo, un
autor anónimo afirmó: “Queriendo el hombre propietario
transmitir a sus descendientes el fruto de sus rapiñas y habiendo
sido la mujer hasta hoy juzgada como inferior, y más como una
propiedad que como un asociado, es evidente que el hombre
ha sugestionado a su familia para asegurar la supremacía sobre
la mujer; y para poder, a su muerte, transmitir sus bienes a sus
descendientes; así, ha sido necesario declarar la familia
indisoluble. Basada sobre el interés, y no sobre el amor, es
evidente que necesitaba una fuerza y una sanción para impedir
que se disgregara bajo los choques ocasionados por el
antagonismo de intereses.”

Asimismo, la gran anarco-feminista Emma Goldman supo ver -e


involucrarse- en el análisis de “la producción” de seres dentro
de aquello que se conoce con el nombre de conjunto de
esclavos, como ya vimos, la familia: “La mujer no quiere seguir
siendo la productora de una raza de seres humanos enfermos,
débiles, decrépitos y miserables, que no tienen ni la fuerza ni el
valor moral de sacudirse el yugo de su pobreza y de su
esclavitud.” Finalmente, también el anarco-sindicalista italiano
Malatesta que llegó hasta estas regiones sudamericanas tuvo
algo que agregar al respecto: “Algunos dicen que el remedio se
hallaría en la abolición radical de la familia; la abolición de la
pareja sexual más o menos estable, reduciendo el amor al solo
acto físico o, mejor dicho, transformándolo, con el añadido de
la unión sexual, en un sentimiento semejante a la amistad, un
sentimiento que reconozca la multiplicación, la variedad, la
simultaneidad de los afectos. ¿Y los hijos...? Hijos de todos.”

Más del lado de este siglo, los filósofos insurrecto-


franceses,anarco-comunistas, conocidos como los 12 de
Tarnac, Tiqqun afirman en el 2ªcírculo de La Insurrección que
viene, en su lúcido análisis afirman: “Se dice que regresa la
familia, que vuelve la pareja. Pero la familia que regresa no es la
que se fue. Su regreso no es más que una profundización de la
separación reinante, que sirve para engañar, volviéndose ella
misma el engaño. Cada uno puede testimoniar las dosis de
tristeza que condensan cada año las fiestas familiares, sus
trabajosas sonrisas, los apuros de ver disimular en vano a todo el
mundo, ese sentimiento de que hay un cadáver ahí, sobre la
mesa, y que todo el mundo hace como si no pasara nada. De la
aventura al divorcio, del concubinato a la reconciliación, cada
cual se resiente de la inanidad del triste núcleo familiar, pero la
mayoría parece estimar que sería más triste aún renunciar. La
familia no es tanto la asfixia de la influencia maternal o el
patriarcado de las trompadas sino este abandono infantil a una
cómoda dependencia, en la que todo es conocido, este
momento de indiferencia frente a un mundo en el que nadie
puede negar que se derrumba, un mundo en el que “volverse
autónomo” es un eufemismo que significa “haber encontrado un
patrón” La pareja es como el último escalón de la gran
catástrofe social. Es el oasis en medio del desierto humano. Se
viene a buscar en ella bajo los auspicios de lo “íntimo” todo lo
que ha desertado tan evidentemente de las relaciones sociales
contemporáneas: el calor, la sencillez, la verdad, una vida sin
teatro ni espectador.” Adherimos a esta lína de pensamiento
donde “la descomposición de todas las formas sociales es una
oportunidad...la condición ideal para una experimentación
masiva, salvaje, de nuevos arreglos, de novedosas fidelidades...
En la muerte de la pareja, vemos nacer inquietantes formas de
afectividad colectiva... Lo que hay de incondicional en los lazos
de parentesco, contamos con hacerlo la armadura de una
solidaridad política tan impenetrable a la injerencia estatal
como un campamento de gitanos...”

Pero más allá o más acá de las abundantes citas de autoridad


al respecto, no todo esto está bien en el mundo de las familias
alternativas. Lleno de buenas intenciones, de nuevas familias, de
nuevos modelos, hasta los suplementos GLTB de los diarios
progresistas hablan de las madres lesbianas y de la capacidad
de los gays para la crianza, o podemos ver a las así llamadas
familias anarquistas (¿Podemos acaso las anarquistas tener
familias? ¿No convendría tener afinidades y manadas como
todo parentesco?), mayormente casos de embarazos
adolescentes no interrumpidos. Que se nos entienda. No
queremos más familia -que no es lo mismo que decir no
queremos nacer más-. Queremos construir manadas y
comunidades, queremos dejar de ser como en el verso de
Alejandra Pizarnik rehén en perpetua posesión, víctimas fatales
de las instituciones. Ni mejoras, ni reformas.
Sortilegios

Mi problema es fundamentalmente la definición de los sistemas


implícitos dentro de los cuales estamos presos: lo que me
gustaría comprender es el sistema de límites y exclusión que
practicamos sin saberlo, me gustaría hacer patente el
inconsciente cultural

Foucault

Siguiendo a Foucault, la niño de la que se nos habla y se nos


invita a liberar del abuso invisible de esa familia/humanidad que
la deviene problemático, y sólo así, como problema a resolver o
desvalido a proteger, nos lo hace inteligir, es ya en sí el efecto
de un sometimiento mucho más profundo puesto que la
sujeción es el principio de regulación conforme al cual se
formula o produce un sujeto (subiectum, subject, en inglés
súbdito, tema, no persona, la tercera, persona de la cuál se
habla pero jamás enuncia frente a la primera, sub iaceo, en
latín, arrojar debajo). Devenir persona, devenir sujeto, sujeto
formado en sujeción, sujeta, profundo control interior que se ha
denominado interpelación: el proceso por el cual nos
convertimos en elemento societario comprensible y asimilable.

En este orden de cosas, nos han acostumbrado a confundir el


poder con su despliegue. El poder sólo como algo que ejerce
presión sobre nosotrxs, sujetos a priori y naturalmente
constituidos, desde fuera, algo que subordina, coloca por
debajo y relega a un orden inferior, del cual hay que
emanciparnos/liberarnos. Sin embargo, el poder nos forma y
proporciona las condiciones de nuestra existencia, y la
trayectoria de nuestro deseo (de allí que el inconsciente
tampoco sea un espacio absoluto de resistencia). Tal como
escribiría Rossi, periodista de La Comuna Socialista a finales del
siglo XIX y que logró asentar el proyecto anarquista comunal en
Brasil llamado Colonia Cecilia “Cambiemos los ritos y los
nombres cuanto queramos,… pero mientras tengamos un varón,
una mujer, unos hijxs, una casa, tendremos una familia, es decir
una pequeña sociedad autoritaria, celosa de sus
prerrogativas…” (Baigorria, 2006: 77-ss).

Por eso, y nunca más claro en las relaciones de parentesco


llamadas familiares, el poder nos preserva como los seres que
somos, siempre y cuando seamos los seres que debemos, ya
sea buenos, ya sea malas. No obstante, no por eso deja de ser
menos impuesto, de allí que acabamos internalizando
(aceptando acalladamente/inconscientemente) sus
condiciones, que procuran, por otra parte nuestra existencia y
nuestra inteligibilidad social. Puesto que el sometimiento (al
poder) consiste en esa dependencia fundamental ante un
discurso que no hemos elegido pero que paradójicamente nos
permite ser, es que podemos analizar otras formas de
avasallamiento infantil, en las cuales el avasallamiento sexual
explícito (con acceso carnal, por ejemplo) es el cenit (o el
efecto) de algo anterior que lo posibilita, de algo que
mayormente ocurre, como todxs sabemos, dentro las familias.
Nos referimos a un abuso previo, inmanente e indisociable, en
nuestra posición, de la estructura de parentesco que sobreviene
con la Modernidad (la familia), más refinado, un dispositivo
disciplinar y coercitivo, que opera represivamente y
simbólicamente, que reemplaza a y puede llegar a habilitar (y
producir) posteriormente el set o conjunto tipificable de
conductas sexuales “aberrantes” sobre una menor cercano, en
pos de, paradójicamente, “cuidar” (controlar, administrar,
deberíamos decir) a esa niño, su sexualidad y las sexualidades
(o avasallamientos, dependiendo del caso) que sobre ellxs
recaen.

Este abuso podría ser definido como el abuso del vínculo


apasionado sobre un ser que necesita como condición sine qua
non para no cesar de existir los cuidados psíquicos, físicos y
espirituales de las personas que la tienen a su cargo. Asimismo,
los regímenes de aniquilamiento naturalizados que penden
sobre las cabezas de quienes tuvimos que sobrellevar la
experiencia de ser hijas hacen tuétano hueso adentro hasta el
punto tal de ya no poder verlo en la normalidad familiar; se
convierte en el abuso de la pasión que nos une a nuestras
progenitores, vínculo amoroso que nos liga indisolublemente,
por lo menos tempranamente, con quienes no solo nos dieron la
vida sino que nos la restituyen diariamente como crías humanas
vulnerables que somos, necesitadas de cuidados diarios. De
hecho, según la filósofa feminista Judith Butler: “La idea de que
el sujeto está apasionadamente apegado a su propia
subordinación ha sido invocada cínicamente por quienes
intentan desacreditar las reivindicaciones de los
subordinados…si se puede demostrar que el sujeto persigue o
sustenta su estatuto subordinado entonces la responsabilidad
ultima de su subordinación quizás resida en él mismo. Por
encima y en contra de esta visión, yo argumentaría que el
apego al sometimiento es producto de los manejos del poder y
que el funcionamiento del poder se transparenta parcialmente
en este efecto psíquico, el cual constituye una de sus
producciones mas insidiosas.” (2001: 17) Así es que familia viene
a querer decir vigilancia permanente sobre los individuos por
alguien que ejerce sobre ellxs un poder - y que, porque ejerce
ese poder, tiene la posibilidad no solo de vigilar sino también de
constituir un saber sobre aquellxs a quienes vigila: nadie sabe
más de vos que mamá y papá. Es éste un saber que se
caracteriza por tratar de verificar si un individuo se conduce o
no como debe.

Sin embargo, ¿cómo el poder produce a sus sujetos, cómo éstos


acogen al poder que los inaugura en una inteligibilidad? El
deseo de supervivencia, en nuestro caso de las niños que fuimos
y somos, el deseo de ser, de spinozianamente perseverar en
nuestro ser y no cesar de existir, es ampliamente explotable por
el poder al nivel de la estructura psíquica de la interpelación:
para existir hay que ser sujeto (es decir estar subordinada). La
subordinación no solo forma al sujeto sino que además le
proporciona su condición de posibilidad. Para poder persistir
psíquica y socialmente, debe haber dependencia y formación
de vínculos. De allí que no existe posibilidad de no amar por
parte de los niñas cuando el amor está estrechamente ligado a
las necesidades básicas de la vida. Las niños carecen, dentro
de la institución llamada familia, la capacidad de odiar, por lo
menos no en su totalidad. Privadas de nuestra capacidad de
defenestrar, cual síndrome de Estocolmo, solo podemos
identificarnos y ver como deseable la manera en la que se nos
interpela. Por eso, coincidimos con Butler cuando afirmamos
que el problema no es tanto que “…el adulto imponga de
manera unilateral cierta sexualidad, ni de que el niño fantasee
de manera unilateral con cierta sexualidad” sino éste “explota
el amor del niño, un amor que es necesario para su existencia, y
se abusa de su vinculación apasionada.” (op.cit.: 18). El poder
no solo actúa para dominar u oprimir a los sujetos ya existentes
sino también para formar sujetos. Así el abuso del vínculo
apasionado en relaciones de parentesco llamadas familiares
forma ciertos tipos de sujetos, con ciertas prácticas y conductas,
deseosos de reproducirlas ni bien tengan la oportunidad sobre
sus propias crías. Dar cuenta del deseo de la norma, y el deseo
del sometimiento, es en última instancia el deseo de existencia
social, explotado por el poder regulador de lxs progenitorxs
aniquilantes, conducta naturalizada en todas sus prácticas –
incluso intangibles- y vistas como “amor”: “Cuando las
categorías sociales garantizan una existencia social reconocible
y perdurable, la aceptación de esas categorías, aun si operan al
servicio del sometimiento, suelen ser preferible a la ausencia
total de existencia social” (op. cit: 31). En la medida en que
funcionan como fenómenos psíquicos, restringiendo y
produciendo el deseo, las normas rigen también la formación
del sujeto y circunscriben el ámbito de la sociabilidad vivible. El
funcionamiento psíquico de la norma ofrece al poder regulador
un camino más insidioso que la coerción (o abuso) explícita,
cuyo éxito permite su funcionamiento tácito dentro de lo social.
Por eso, repetimos, el abuso del vínculo apasionado que se
entabla en el entramado familiar con las crías humanas,
inmanente, según nuestra opinión, a tal forma de estructurar el
parentesco, es casi imperceptible incluso hasta para quien la
padece, solo perceptible en el daño, y los efectos (las marcas)
con las que se cargan -susceptibles, por cierto, de ser
desandadas, o de re/de-construir una nueva subjetividad-
dentro de ese ideal regulador que no sólo determina qué formas
de amor son posibles y cuáles otras no, sino que además
determina qué formas de odio no son posibles y aceptables
socialmente: el tabú de ya no amar más a la propia familia o de
abandonarla.

Más aun, suponer que el estado inconsciente, el deseo de la


norma encarnado en nuestras prácticas cuando tenemos
nuestras propias familias (por ejemplo, una familia de
anarquistas) es una quimera, puesto que sabemos que las
instituciones no se conmueven simplemente por la voluntad
individual, ni que el deseo es puro, y propio, por fuera de la
norma. De allí la necesidad de prácticas resistentes y opositivas
en manada no sólo para entender cómo son mantenidos
específicos estados de dominación sino para destruirles con la
misma pasión que fuimos abusadas, primer intento familiar de
aniquilar nuestras potencias y posibles formas de vida.

La delgada línea roja

Y la boca que el insulto deforma

Y los ojos

Que la locura desfonda

Y el espanto

Que oscurece el cuarto

Estremecido por los latidos de mi corazón

Cuando distingo en la penumbra


La línea que divide

La vida de la muerte

María Julia de Ruschi Noche Oscura

La reforma introducida al código Penal Argentino en 1994


orienta la preocupación del Estado por las libertades
individuales, entre ellas, la sexual. Por su parte el paso de Delitos
contra la Honestidad (1) a delitos contra la integridad sexual es
revelador de la sexualidad como bien jurídicamente protegido,
es decir la libertad personal, entendida en su realización
específica como el derecho de todo individuo a ejercer
libremente su sexualidad o no verse involucrado sin su
consentimiento en una relación sexual (Buompadre, 2000). El
ilícito contra un menor se produce porque éste carece, de
acuerdo a la Ley, la capacidad para decidir con
responsabilidad en el ámbito sexual, es decir es un abuso de la
capacidad todavía no desarrollada. Como inferencia de lo
anteriormente dicho, un atentado sexual comporta “un golpe
contra la dignidad humana lesionando en sentido general el
sublime derecho a la libertad, y de manera precisa, a la libertad
sexual.” (Rodríguez & Galetta: 12). Sin embargo, nada
contempla la Ley con respecto a una vida que fue formada –
subjetivada- para inhabilitar una gestión eficiente en el terreno
de lo sexual.

El abuso sexual, tipificado en el artículo 119 de la ley 25.087,


condena con prisión de 6 a 4 años a quien “abusare
sexualmente de una persona menor de 13 años, o cuando
mediare violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de
una relación de dependencia, de autoridad, o de poder, o
aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya
podido consentir libremente la acción.” ¿Qué entiende la letra
del poder por “abusar sexualmente”? Nada más y nada menos
que una serie de prácticas sexuales, voyeuristicamente
nomencladas, que tienen en su centro a la penetración del
varón con su miembro en los orificios anal y vaginal,
respectivamente, porque para que una conducta sea
sancionada penalmente, requiere como condición ineludible su
tipicidad. La pena asciende de 4 hasta 10 años cuando el abuso
por su duración hubiera configurado un sometimiento sexual
gravemente ultrajante (y “resultare en grave daño en la salud
física o mental de la víctima”); de 6 a 15 años si hubiera acceso
carnal por cualquier vía. Todas estas penas se agravan de 8 a
20 si el hecho fuera cometido por “ascendiente, descendiente,
afín en línea recta, hermano, tutor, curador, ministro de algún
culto, cargado de la educación o de la guarda.” Asimismo, el
abuso “conlleva un ataque o agresión sexual violenta del
agente contra la voluntad consciente de la víctima” (op. cit.:
16).

El término “violencia” es definido por Rodríguez & Galetta como


un despliegue de energía física, animal mecánica, o de otra
índole, llevada a cabo por el agente o un partícipe que recae
sobre la persona de la víctima o se dirige directamente a ella,
con el propósito de lograr el contacto sexual (nuevamente,
confundiendo al poder con su despliegue). La vis absoluta será
la violencia que logra quebrar la voluntad del sujeto como
consecuencia de la arremetida. La amenaza es una vis
compulsiva, destinada a amedrentar psicológicamente al sujeto
pasivo y compelerlo a claudicar a los deseos del autor. El
“abuso coactivo o intimidatorio de una relación de
dependencia, de autoridad o de poder” se funda en el
aprovechamiento de una situación de superioridad en la que se
encuentra el sujeto activo y se compadece con la condición de
inferioridad del sujeto pasivo debiendo este último al primero
obediencia funcional o laboral. Una buena parte de la doctrina
exige la existencia de contacto corporal directo, es decir la
producción de actos físicos sobre la víctima (lo cual llegaría a
excluir por ejemplo, como sugiere otra parte de la doctrina, el
obligar a alguien a desnudarse … ¿acaso aquí nadie recuerda
su infancia?2). Nuevamente, según Rodríguez y Galetta, en la
configuración del delito es materia opinable si se requiere o no
contacto corporal directo entre el agresor y la víctima, del
mismo modo que todavía es materia opinable y queda librado a
la interpretación del juez qué es el acceso carnal, cuán ocurre,
cuándo es ultrajante. Del mismo modo, la ley, erigida y creada
a partir de la heteronormatividad obligatoria como toda
sexualidad posible, cuyo centro es el pene y su epítome la
penetración, solidificando, una vez más, determinísticamente
“por naturaleza” a aquellas individualidades biopoliticamente
asignadas varón como penetradores y abusadores instintivos, y
omite contemplar, por lo menos de manera claramente
definible, al abuso, inhabilitante, del ejercicio de la sexualidad
infantil avasallada aunque aprecia el aprovechamiento de la
especial situación de vulnerabilidad en que se encuentra la
víctima (especial situación que, a nuestro entender, se
comprueba en todos los casos de la infancia dentro de la
familia). Más aun, a través del párrafo 2° del artículo 119 de
dicha ley, que sanciona con pena de reclusión o prisión de
cuatro a diez años cuando “el abuso por su duración o
circunstancia de su realización, hubiere configurado un
sometimiento sexual gravemente ultrajante para la víctim), se
define, de acuerdo a la doctrina, “sometimiento”, cuando “se
coloca a un individuo, por medio de la fuerza o de la violencia,
bajo la autoridad o el dominio de otro”, o hasta incluso “cuando
media la ausencia de voluntad de la víctima, la cual es
reemplazada por la del autor”(ibídem: 28).

Estamos tratando de demostrar, con todo esto, que si


pudieramos, en un juego imaginario, reconfiguramos la noción
de “sexual”, todas estas máximas aplicarían a la situación de
grave riesgo en el cual se encuentra la niño dentro de la familia.
Sin embargo, la ley no puede, puesto que esa no es su función,
apreciar las formas de abuso de los modos de subjetivación y
de producción de ciertas sexualidades (y conductas no
explícitamente definibles como sexuales de acuerdo a la
heternormatividad) de las niños dentro del seno familiar, como
así tampoco los sutiles mecanismos disciplinares y dispositivos
de control que operan, avasallando la individualidad de la niño,
en el interior de la familia y de la estructura psíquica de la cría
humana en proceso de subjetivación. Su nomeclantura no
pretende llegar a cubrir todas esas formas de abuso
imperceptibles, y no tanto, porque la Ley misma, interiorizada a
su vez por los padres, las produce y las conforma, aliadas a un
statu quo de la Modernidad a perpetrar. Es decir, el abuso del
vínculo apasionado entre la cría humana y sus progenitores,
inmanente e indisociable, en diferentes grados de acecho y
perpetración, de la familia, tiene como coartada la necesidad
fundamental e indiscutible de protección, cobijo y amparo de
esa criatura para mucho más que sus funciones fisiológicas.
Bajo esa petición de principios sobre la que se estructura la
estructura de parentesco familiar (contingente tal como la
historia lo demuestra, por cierto, y susceptible de ser modificada
y reemplazada por otras formas) como modo de proteger al
pequeño individuo humano de una violencia y una amenaza
exterior a esa estructura la familia, por un lado, produce y
reproduce el martirio del cual, supuestamente, tal su mentira,
intenta proteger(nos); y por otro lado, pretende construir(nos)
(subjetivarnos) como inhabilitantes (minusválidas) para repeler
los embates del avasallamiento, no sólo que podría
eventualmente acaecer sobre nuestros cuerpos desde el
exterior, sino que necesariamente se produce en el interior de la
estructura familiar, con toda una serie de dispositivos que no
analizaremos aquí, pero que por sólo mencionar uno podríamos
empezar por “la culpa”. Sin embargo, y como cualquier mente
mínimamente pensante podría constatar en su relato
autobiográfico, este abuso que, como ya dijimos, produce y
habilita la condición de posibilidad de los otros tipificados, no es
(no podría de todos modos serlo) tipificable de acuerdo al
aparato jurídico Estatal, y se torna tan sólo y trágicamente
perceptible a través de sus efectos, naturalizados y
considerados, desgraciadamente, en la mayoría de los casos y
por muchas personas, deseables, una vez mas deseando el
deseo del Estado.

Así las cosas, y pese a la Ley, la estadística arroja de acuerdo a


las denuncias que una violación se produce en Argentina cada
48hs (más del 60%, de acuerdo a las crifras oficiales, dentro de
la estructura familiar), para indignación de las señoras que
creen que la violencia “espontánea” en términos sexuales es lo
peor que puede acontecernos porque la mancha permanecerá
indeleblemente en nuestra piel, marcando un camino único –el
de la normalidad o la anormalidad- en la gestión de los
placeres, no se indigna ante las magnificas redes de violencia y
subjetivización de la familia. Las mismas voces que se alzan
para condenar y pedir desde castración química, linchamientos
públicos, penas de muerte a abusadores, jamás se detendrá a
pensar sus propias formas de abuso de su público cautivo. Me
refiero a quienes tuvimos que padecer la desgracia de ser hijas,
violencia de género, inmanente a la estructura de parentesco
llamada familia, que, como ya vimos, nos produce por y para
un régimen de control y disciplina actual a deshacer. Como
afirma Laura Contrera: “El avasallamiento de las sexualidades
infantiles se produce antes de que efectivamente haya
acaecido el hecho esperado. La mirada moral y temerosa de la
sociedad bienpensante ha engendrado y seguirá engendrando
eso mismo que teme para sus tiernos frutos. La vigilancia –
parental y estatal- impide por su propia definición la producción
de una autogestión responsable del propio cuerpo infantil –
acorde a su camino evolutivo, claro. El peligro difuso de la
sexualidad autoriza todo tipo de controles y toma contornos
definidos: el miedo delinea cuerpos que desconocen sus
posibilidades de resistencia, como ha sucedido
tradicionalmente con las mujeres y la violación. Seguir
pensando –y produciendo- la infancia como una víctima
ineluctable de las voracidades adultas no ha salvado a nadie.
La infancia es sometida cotidianamente, de distintas maneras –
aquí es donde intervienen esos espacios de superposición entre
género, sexo, clase y etnia- y es en este mismo sometimiento
donde se producen las subjetividades infantiles: cuerpos
inermes, expuestos a todo mal, niñxs que no conocen sus
potencialidades ni disponen de esos cuerpos.”
(www.pidoperdonzine.blogspot.com). La precariedad afectiva,
la falta de contención lisa y llana, el psicopateo permanente, la
minusvalización de nuestras potencias hasta en la vida adulta
por parte padres y madres en todos sus grados y medidas y en
todas sus formas, el aniquilamiento de la normalidad de la
familia moderna nuclear (o alternativa, da igual) ya no nos
conmueve: “Necesitamos la crónica de algún crimen sexual
especialmente cruento para despabilarnos. Y comenzar otra vez
la eterna letanía dirigida al Estado de derecho, ese donde el
interés del niño siempre es rey sin corona.” (Op. Cit.)
Sin embargo, hay abuso, aunque no sea reconocido (inteligible)
en la tipificación del Código Penal, porque se fuerza una
relación de dominación y de dependencia hasta el límite mismo
de lo constitutivamente tolerable. Porque el abuso, como ya
repetimos hasta el agotamiento, no debe ser,
metalepticamente, confundido con el despliegue de sus fuerzas,
delitos nomenclados en la lista reactiva del aparato judicial. El
crimen es previo: es el abuso del vínculo apasionado y
amatorio, inmanente, abuso y pasión, a la estructura de
parentesco llamada familia. Esta metalepsis se produce cuando
el sujeto producido por el poder es proclamado sujeto que
funda el poder. No obstante, el proceso de asumir el poder
puede conllevar una modificación tal que el poder asumido o
apropiado acabe actuando en contra del poder que hizo
posible esa asunción. Es claro que para que pueda actuar, el
poder necesita un sujeto que lo actúe, pero ese sujeto no es el
origen del poder. Es fundamental, por ende, socavar su causa
mucho más que su efecto. Este razonamiento permite cesar de
considerar a quienes abusan como monstruos sui generis, para
comenzar a verlos como productos de estructuras institucionales
internalizadas, contingentes que es necesario modificar. Y por
sobre todo nos permite ver el abuso primario que nos constituyó
en esa subjetivación primera, en esa violencia originaria, a la
cual todavía ciegas, se nos introdujo en la pesadilla llamada
sociedad, para poder emerger luminosamente a la alegría de la
existencia, para poder hacer de lo siniestro, maravilla.

Remedio para melancólicos


La destrucción progresiva o espontánea de la familia
monogámica prepara el terreno al triunfo de nuestro ideal

Giovanni Rossi

No se trata de temer o de esperar, sino de buscar nuevas armas

Gilles Deleuze

La producción capitalista infantiliza, subordina nuestras


facultades vitales a un guión que obliga – y hace desear- un
tipo de vida completamente sometido, y en la misma avanzada,
nos expropia nuestra capacidad de formular interrogantes y
cuestionamientos en el espacio esclavizado de nuestra
existencia en pos de la felicidad, que reemplaza a la alegría. El
filósofo francés Gilles Deleuze en un sencillo texto que intenta
dar un pasito más allá de la magnífica tesis de Foucault sobre
las sociedades disciplinarias afirma: “La familia es un “interior”
en crisis como todos los interiores, escolares, profesionales,
etc.…Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el
ejército, la prisión: todo el mundo sabe que estas instituciones
están terminadas, más o menos a corto plazo. Solo se trata de
administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la
instalación de nuevas fuerzas…Son las sociedades de control las
que están reemplazando a las sociedades disciplinarias.”
(Ferrer, 1991: 18) Todas aquellas que soy, todas aquellas que
hubiera podido ser, son puestas a obedecer, y a mentir por la
familia, y su unidad. El Yo traiciona hasta en lo que recuerda,
por ese “amor” (¿?), como anulación de todos los derechos,
incluso el derecho a odiar. Estos son los nuevos mecanismos de
control que rivalizan y concomitan con los más duros encierros
y/o las más obscenas sexualidades impuestas.

Por el contrario, postulamos, precisamente para irrumpir en lo


que se ha convertido en conocimiento fijo y realidad
cognoscible con nuestra propia realidad, una demanda ética
primordial que ningún lazo afectivo podrá abusar jamás: la
vulnerabilidad, también inmanente al cuerpo humano y a la
vinculación afectiva/amatoria con otras y otros. El conjunto de
esclavos se desune en torno a una heteronomía que permite
establecer amistad, afinidad y afectividad que no se base en el
matrimonio, o la pareja, como rector de la sexualidad y los
vínculos. Trascender, así, los límites naturalizados de la familia,
que rigen el deber ser de nuestra sexualidad, y de nuestra
existencia, que será reemplazada (no superadoramente en
síntesis, sino apasionadamente destruida) por una ética no
individual (y, al mismo tiempo, respetuosa de la individualidad y
sus potencias), una ética anarquista nueva del hacer contra la
dominación. Ya no hijas de Layo, devenir grito de Antígona y
cesar de ser mitos. Sin melancolía, dejar atrás agudamente el
concepto Familia, verdadero relación sadomasoquista,
auténtico bondage shibari que sí podemos desanudar para
construir nuevos lazos de parentesco: exilio familiar hacia la
alegría.

Bibliografía
Baigorria, Osvaldo (comp.). 2006. El Amor Libre, Eros y Anarquía.
Utopia Libertaria. Buenos Aires.

Butler, Judith. 2002. Deshacer el género. Paidós. Barcelona.

------------ . 2001. Mecanismos Psíquicos del Poder. Cátedra.


Madrid.

Corominas, Juan. 1998. Diccionario Etimológico de la lengua


Castellana. Gredos. Madrid.

Deleuze, Gilles & Guattari, Félix. 1995. El Antiedipo. Paidós.


Barcelona.

Deleuze, Gilles. 1991. Posdata sobre las sociedades de control,


en Ferrer, Christian (Comp.) El lenguaje literario. Nordan.
Montevideo.

Foucault, Michel. 2003. La verdad y las formas jurídicas. Gedisa.


Barcelona.

Neill, A. A. 1951. Summerhill, a radical approach to child rearing.


Hart Publishing Company. New York.

Rodríguez, A. y Galetta B. 2005. Delitos contra la integridad


sexual. Editorial Juris. Rosario.

1 Los delitos sexuales figuraban en el Código Penal, hasta 1999,


bajo la forma de delitos “contra la honestidad”, bien jurídico
protegido en general, y estaban organizados en capítulos como
los tipos penales que parecían además proteger otros bienes.9
En esta línea, se ha definido la “honestidad” en nuestra cultura y
nuestro sistema como una exigencia de corrección y respeto
impuesta por las buenas costumbres en las relaciones sexuales.
La ley 25087/99 reemplaza el título “Delitos contra la
honestidad”, atendiendo a la fuerte carga ideológica del
mismo, por el de “Delitos contra la integridad sexual”. Este
reemplazo intenta superar los prejuicios de género10 y las
valoraciones morales subyacentes a la noción de “honestidad”,
que: (1) condena todo ejercicio de la sexualidad que se desvíe
de la norma y (2) deriva en la “culpabilización” de las víctimas.
Así, el bien jurídico protegido ha variado su enunciado, de la
criticada noción de “honestidad” a la vigente noción de
“integridad sexual”. Sin embargo, esta noción no aparece
claramente definida en la ley, lo que dificulta establecer
efectivamente cuándo dicha integridad se vería comprometida.
Si bien la noción de “honestidad” ha perdido estatus jurídico,
sigue operando con vigor en virtud de los imaginarios que
condicionan las emociones, las prácticas, y los pensamientos
del conjunto social. Recíprocamente, la noción de “integridad
sexual” ha ganado estatus jurídico, universalizándose, pero no
ha sido internalizada por el conjunto social. En pocas palabras,
conviven un universal que hace al “uso y la costumbre” con un
universal que responde al ordenamiento jurídico.

........................

Shiny boots of leather


Si no puedo bailar , tu revolución no me interesa.

frase atribuida a Emma Goldman

Pero más allá del sesgo claramente libertario heredero de la


praxis anarquista, como movimiento histórico de acción y
reflexión que la ética del deseo libertario sustenta, es
fundamental recordar que el anarquismo desarrolló también
toda una suerte de pensamientos sobre la sexualidad
emancipada y la libertad amatoria. Grandes pensadoras como
Emma Goldman, a principio del siglo se refieren de manera
implícita a la sexualidad libre de las mujeres y al amor en
libertad, donde el amor no puede sino ser libre, y muere al ser
instituido dentro del vínculo matrimonial. Ciertamente Goldman
se refería a los vínculos heterosexuales en una época donde era
virtualmente imposible que una mujer, o incluso un varón,
evadieran su responsabilidad cívica y social de contraer
nupcias e ingresar, de ese modo, al sistema de producción y
reproducción del capitalismo al cual la anarco-feminista se
oponía. Esos vínculos de camaradería amorosa en libertad eran
relaciones abiertas opuestas a la monogamia, institución
contingente nacida con el capitalismo. Por su parte, el anarco
individualista Emile Armand sostenía que el amor también
puede consistir en querer, por encima de todo, la dicha de
quien se ama, mientras que la monogamia, la pareja o la familia
no era apta para desarrollar la concepción anarquista de la
vida. Todo el planteamiento teórico del amor libre y la
camaradería amorosa sostenida por ambos anarquistas desde
diferentes latitudes y temporalidades no era sino un intento de
dividir aquello que había sido ideológicamente unido
(reproducción y sexualidad) y cuestionar la familia como Estado
pequeño hasta cuando los progenitores son anarquistas. Tal
como escribiría Rossi, periodista de La Comuna Socialista a
finales del siglo XIX fundador del proyecto anarquista comunal
de amor libre en Brasil llamado Colonia Cecilia: “Cambiemos los
ritos y los nombres cuanto queramos, … pero mientras tengamos
un varón, una mujer, unos hijxs, una casa, tendremos una
familia, es decir una pequeña sociedad autoritaria, celosa de
sus prerrogativas…”.

De allí que las maneras de interaccionar de lxs afines sexuales


bajo las prácticas S/M (sado-maso) desde esta perspectiva
ética no sólo se asumen desde un deseo cuyo carácter
reconoce lo dinámico y lo variable de las relaciones de poder y
sus efectos productivos y proliferantes de nuevos modos de ser,
y que al mismo tiempo se inventa otro cuerpo; un cuerpo que se
permite encontrar disfrute allí donde el Otro nos dice que solo
hay dolor, y pone el dolor al servicio del placer. De hecho, ¿no
es acaso a partir de un gran dolor (físico, emocional, -¿dónde
empieza uno y termina el otro?-) que nos preguntamos acerca
de la relación con el mundo que le rodea. Al mismo tiempo, se
vuelven incomprensibles las críticas a este elemento satírico del
S/M que incluye al dolor en la relación social/sexual, dado que
esas críticas al S/M apuntan a destacar sólo su dimensión
transgresora en cuanto a teatralización de las relaciones
sociales de poder en un contexto sexualizado donde tienen otro
significado y se convierten en juego, subvirtiéndolas.

No obstante, en todas nuestras relaciones existen juegos de


poder, más o menos erotizados, sólo que el S/M hace foco en
esta dimensión erótica del poder y las relaciones humanas y al
mismo tiempo las cuestiona cuando al intercambiar los roles de
dominante y dominado se pone en primer término su
artificiosidad, su convencionalismo.

De hecho, según el esquema conceptual de Gayle Rubin en The


Traffic in Women la sexualidad normativa consolida el género
normativo, donde por ejemplo una es mujer en la medida en
que funciona como mujer en la estructura heterosexual
dominante. Poner en tela de juicio esa estructura mediante una
corporalidad biopoliticamente asignada mujer que funciona de
otra forma, de una forma desviada, puede implicar perder algo
de nuestro sentido de lugar en el género. Ciertas prácticas
sexuales vinculan más profundamente a las personas que la
afiliación de género, de hecho identificarse con determinado
género presupone desear a alguien de un género diferente, y
solo desearlo de cierta forma. El deseo está, entonces, hasta
cierto punto implicado en las normas sociales, ligado al poder, y
a la cuestión de lo vivible. A pesar de que tener cierto género
no implica de manera natural desear de cierta forma, hay un
deseo que es constitutivo del género, por ende no es fácil
separar la vida del género ni la vida del deseo, y de allí la
necesidad política de pensar otro deseo y otras expresiones de
género porque la noción de que puede haber una “verdad” del
sexo, como la denomina irónicamente Foucault, se crea
justamente a través de prácticas reguladoras que producen
identidades coherentes a través e la matriz de reglas coherentes
de género que previamente dictaron a punta de bisturí cómo
debía ser nuestro cuerpo.

El problema no es descubrir en sí la verdad del sexo, sino más


bien usar de allí en más su sexualidad para arribar a
multiplicidad de relaciones. De hecho, nuestra cultura entroniza
la idea de la existencia de Una Verdad, que existe como una
Unidad, y se extiende por propiedad transitiva a toda la
producción cultural y humana, sólo bajo el argumento de que
esta es la manera en la que es La Realidad. Por ende, si hay una
sola verdad que nos ubica en una posición de privilegio, esa
verdad debe ser propiedad de “alguien”, lo que vuelve su
representación social algo del orden de la propiedad privada.
Esa idea se traduce en la creencia de que existe un cuerpo
“verdadero”, una mujer “verdadera”, una sexualidad
“verdadera”, considerada lícita y válida et cetera. Así las cosas,
no sólo se presupone una relación causal entre sexo, género y
deseo sino que además también señala metonímicamente que
el deseo refleja o expresa al género y que el género refleja al
deseo: “La heterosexualización del deseo exige e instaura la
producción de oposiciones discretas y asimétricas entre
“femenino “y “masculino” entendidos estos conceptos como
atributos que designan “hombre” y “mujer”” (Butler)

Por otra parte, el sexo, siguiendo a Beatriz Preciado, puede ser


concebido como una tecnología de dominación heterosocial
que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una
distribución asimétrica del poder de los géneros y sus
expresiones y disciplinas. El sistema heterosexual como orden
político, en palabras de Wittig, divide y fragmenta el cuerpo,
identificando zonas como centros naturales de la diferencia
sexual: el cuerpo se ve recortado por la cultura (y por su
régimen biopolítico de género). En ese sentido, un buen ejemplo
de lo que venimos desarrollando se observa claramente a partir
de los roles y las prácticas que se atribuyen a los géneros
masculinos como conjunto arbitrario de regulaciones inscriptas
en los cuerpos, y que aseguran la explotación material de un
sexo sobre otro privilegiando el pene (cierto tipo de pene, con
ciertas medidas para ciertas prácticas y no para otras) como
lugar central en el intercambio sexual, y restando desde ya,
creatividad, y como no, placer, a un refugio de nuestra libertad,
siendo que podríamos adjudicar un potencial negativo y
desconstructivo a cierto deslizamiento perverso sobre el discurso
heterosexual y reproductivo, cierta capacidad de resistencia
desde la cita descontextualizada e improductiva a una
sexualidad “otra” que desenmascara a la sexualidad disciplinar
como producto de una ideología heterocentrada. Para
oponerse a este orden y como modo de hacer más vivibles las
vidas de aquellas personas que por expresión de género, o
práctica sexual, o manifestación corporal (y respetando sus
especificidades), no es cuestión de celebrar la diversidad sino
de establecer condiciones materiales y subjetivas que permitan
albergar y resguardar y mantener las vidas que resisten los
modelos de asimilación. La autodeterminación y el propio
deseo, se vuelve plausible solo en el contexto que apoye y
permita el ejercicio de esa agencia. A esto le llamamos:
manada.

Apuntamos a la constitución de una ética del deseo libertario,


que podría idealmente (materialmente) ser aplicada sobre
cualquier vínculo de afinidad o a cualquier manera de
compartir el cuerpo, como cuestionadora de aquellas que
representan los modos culturalmente asociados a la idea de
amor, y que parten de las prácticas S/M clásicas, incluso en la
forma de las llamadas relaciones switch, en las que la parte
sumisa le cede por una cantidad de tiempo (que no es fija y es
negociable), el poder a la parte dominante para disponer de su
deseo y de su cuerpo. La parte sumisa cede este poder a
sabiendas de que la parte dominante no hará un uso abusivo
del mismo, por lo menos desde esta modalidad contractual.

Este pacto fundante de una ética no representa una renuncia al


poder, sino que nos interpela en relación a quién ostenta ese
poder, cuando es la parte dominante la que habilita al deseo de
la parte sumisa. De alguna manera, la parte dominante es el
instrumento de la realización del deseo de la parte sumisa,
desdibujando así los límites entre quién domina y quién es
sometido, volviéndolas así libertarias. La ética del deseo
planteada puede constituirse como propuesta del pensamiento
libertario, pero el fundamento de esta ética va más allá de
delinear obligaciones o líneas de responsabilidad entre afines-
amantes, es decir, busca, asimismo, sostenerse en un poder
creativo y afirmativo que involucra como condición sin la cual
no lazos de solidaridad expresados en hechos, el apoyo mutuo
para superar y trascender los límites establecidos por la pareja
heternormativa: una voluntad de poder, de poder construir en lo
material, en el quehacer diario, de poder ceder (perder-se).

Más aun, dado que la sexualidad que emerge en el seno de la


matriz de las relaciones de poder y no es una mera copia de la
ley misma, ni una repetición uniforme de una economía de
identidad de masculinidad dominante, las producciones que se
alejan de sus objetivos originales y dan lugar a posibilidades de
cuerpos que no solo sobrepasan las fronteras de la inteligibilidad
cultural sino que en realidad amplían los confines de lo que es
culturalmente inteligible tienen el potencial para producir un uso
de los placeres liberados de las construcciones heterosexuales,
mas allá del “sexo” que sigue definiendo la sexualidad. Las
normas heterosexuales de género producen ideales
inaccesibles, abyectos.

Más aun, podemos decir que la heterosexualidad opera


mediante la producción regulada de versiones hiperbólicas del
“varón” y la “mujer”; representaciones que nadie elige pero
tenemos que negociar, estamos obligadas a negociar porque
son de carácter obligatorio para la constitución de un sujeto
para existir en esta sociedad. Sin embargo, se trata de normas
asediadas por su constante ineficacia, de allí que se repitan
angustiosamente en actos performativos convencionales para
incrementar su jurisdicción. La producción misma del género
debe ser entendida como parte de la producción de lo seres
humanos conforme a las reglas que reproducirían la familia
heterosexual normativa puesto que la reproducción generizada
de personas depende de la regulación social de la familia y su
injerencia fundamental en la reproducción de personas
(heterosexuales) aptas para incorporarse a la familia en tanto
forma social: producción y reproducción de la vida inmediata y
reproducción material y simbólica -ejército de reserva y
esclavos-. Así, género y sexualidad pasan a formar parte de la
vida material, y aquella vieja división del marxismo clásico se
prueba no sólo errónea sino también inútil para la modificación
y destrucción del sistema. De hecho, la regulación de la
sexualidad está estrechamente vinculada al modo de
producción en la economía: el género se pone al servicio de la
reproducción y es parte de la vida material debido al modo en
el que el género normativo funciona en pos de la reproducción
de la familia normativa.

Reproducir personas y reproducir la sociedad, sumado a la


regulación social de la sexualidad forman parte del mismo
proceso de producción, es decir de la concepción materialista
de la economía política. Más aun, la opresión material y
reconocimiento cultural van ligados porque la definición misma
de lo humano y de lo que unas personas están rigurosamente
constreñidas por las normas culturales que son indisociables de
los efectos materiales que producen sobre las vidas: por
ejemplo, la distribución sexual y generizada de los derechos
legales y económicos. El modo específico de producción e
intercambio sexual difuminan la diferencia entre lo cultural y lo
económico, y funcionan con el fin de mantener la estabilidad
del sistema de género, la heterosexualidad del deseo y la
naturalización y necesidad de la familia como modo
insustituible de relación no solo como parte fundante del modo
de producción sino también como modo privilegiado de
reproducción de personas de acuerdo con los modelos sociales
útiles para el capital. En la medida que los sexos naturalizados
funcionen para asegurar la pareja hetero como la estructura
sagrada de la sexualidad se perpetúa el parentesco, los títulos
legales, económicos y las prácticas que delimitan quien será
una persona socialmente reconocida. De hecho, siendo que lo
económico es parte del intercambio que asumen ciertas formas
culturales, debemos reconocer que todo intercambio produce y
es producido por relaciones sociales.

Puesto que el modelo obligatorio e imperante del intercambio


sexual reproduce una sexualidad constreñida por la
reproducción y la noción naturalizada del sexo en el cual la
reproducción tiene una función primordial, insistir en que las
formas sociales de la sexualidad pueden exceder y desbaratar
los ordenamientos hetero del parentesco y la reproducción,
equivale a sostener que lo que califica a alguien como persona
y ser sexual puede ser radicalmente modificado. La familia no
es algo dado naturalmente y constituye un orden social
específico de las funciones de parentesco es históricamente
contingente y susceptible de ser modificada. Ahora bien, si el
género estructura la economía política y el trabajo reproductivo:
las producciones sexuales genéricas y las expresiones de
género contrasexuales constituyen una amenaza para el
funcionamiento adecuado de la economía política desde esta
perspectiva. Dado que lo económico y lo reproductivo están
ligados necesariamente a la reproducción de una
heterosexualidad solidaria con el imperio, ¿podemos a su vez,
con el funcionamiento de esta ley y este orden, generar un
movimiento que pueda criticar y transformar los modos en la
que la sexualidad es regulada socialmente?

Creemos en dar prioridad a la práctica de deseo y placer como


un modo de trascender el género pero no sin marcar la
diferencia de sexo masculino y femenino, sino parodiándola
activamente desde una ética ad hoc para que la crítica de la
jerarquía del género se incorpore a una teoría radical del sexo y
una crítica a la opresión sexual. Partir de nuestras
bioasignaciones para desbaratarlas. Sabemos, además, que si
bien la voluntad no tiene el papel principal en esta de-
construcción, hay que reconocerle el lugar que ocupa como
fuerza de empuje de la creación humana. La relación crítica
depende de la capacidad invariablemente colectiva de
articular resistencias y disidencias, una versión minoritaria de
normas o ideales que nos permitan actuar, dado que las
condiciones de mi hacer son en parte las condiciones de mi
existencia. No podremos huir solas. Si mi hacer depende de lo
que se hace en mi, las maneras en las que soy hecha por las
normas entonces la posibilidad de mi persistencia como un “Yo”
depende de mi capacidad de hacer algo con lo que hacen
conmigo para devenir manada. Y no olvidemos que la
subversión es un tipo de repercusión que se resiste a los cálculos
positivos de las revoluciones a las cuales se nos suele
acostumbrar.

Como dice aquella vieja reflexión de M. Bakunin: “Entiendo la


libertad como algo que lejos de ser un límite para la libertad del
otro, encuentra, por el contrario, en esa libertad del otro, su
confirmación y su extensión al infinito.”

Para nosotras, la alegría de la anarquía significa ser capaces de


lograr una interiorización de la ética.

…..............................................................................

N-amistad

“Noviazgo: amistad viciada de posesión”

Esta frase parte de que un noviazgo empezaría con una relacion


amistosa, pero deja entrever que quizás el noviazgo esté
totalmente en contra de la amistad, que quizá sea su
interrupción y el estancamiento de las conexiones múltiples del
amiguismo. La monogamia, como las fuerzas reactivas, separa
la potencia del deseo de lo que podría lograr, divide en su
interior la voluntad, instaura una separación binaria para unirse
en un eterno extrañamiento de identidades fijas y sordas a los
gritos de un deseo hyperconexo. Suspender la busqueda de
afines por una elección definitiva de pareja es la cobardía
desesperada que más tarde nos aleja de amigos, y es fascismo
excluyente de un amor que no puede salir de un juego de dos
egos.

Mientras el noviazgo elige amar esto “o” esto, la amistad puede


permitirse desear esto “y” esto. El primero divide y resta,
mientras el otro suma y multiplica. Uno exclusivo, el otro
inclusivo. De unx amigx podemos entender eso que no vamos a
cambiar por nuestro capricho. Ofrecer y recibir amistad es un
acto político, se comprometen nuestros valores y también
nacen valores de estas relaciones. Los celos con unx amigx son
una reterritorialización monogámica, propietaria. ¿Cómo no va
a alegrarnos nuestrx afín encontrando más cuerpos con los que
difluir sus placeres? ¿Cómo no vamos a disfrutar viendo como
tiene sexo con quien le guste? ¿Cómo nos podríamos afectar
con un nuevo aliado que no sea inclusivo? El conocer los gustos
del/la amigx nos conecta con el placer de vouyeur de gozar
viendo nuestrx camarada encontrando su gusto. Me gusta que
le guste, y compartimos para ser siempre más que dos, incluso
cuando supuestamente seamos dos alvergamos poblaciones
vivientes de bichos no tan humanos, y no tan duales. Un
noviazgo es un genocidio del deseo múltiple bajo un molde
limitadísimo de performatividad.

Debemos arremeter contra esta burda caricatura llamada AmoR


y su lenguaje de muerte tan en boca de todxs y solo podremos
hacerlo densificando los lazos de amistosidad inclusiva: desde
procurar nuestra supervivencia en conjunto, hasta nuestras
ganas de satisfacer diversas prácticas sexuales (no podemos
esperar que una sola persona cumpla con nuestras
espectativas).
Una manada de amigxs puede extenderse destruyendo familias
y empresas, haciéndose opaca al control en comunas que
tiendan a autoabastecerse para dejar de trabajar, para volver al
juego constante, a la presencia y al peligro de la guerra civil.

...............................

Addenda

Manifiesto

PornoTerrorista

Luddita Sexual

La propiedad privada es robo.

Proudhon
La poesía debería estar al alcance de todxs.

Conde Lautremont

Bacanal de falsificaciones en el reino de lo artificial.

Fangoria

Pero tu sabes, todavía hay muros contra este comunismo. Hay


muros en nosotrxs, que amenazan sin cesar. No hemos dejado
este mundo. Aun hay envidia, estupidez, el deseo de ser
alguien, de ser reconocidx, la necesidad de valer algo y, peor
aun, la necesidad de autoridad. Son las ruinas que el viejo
mundo ha dejado en nosotrxs y que todavía no hemos
abandonado.

El desierto no puede extenderse más pero aun puede


profundizarse.

Tiqqun
Existe una guerra allí afuera. Una guerra contra esta sociedad y
contra esta civilización que se derrumba. Es una guerra bien
curiosa. Solemos confundir al enemigo, equivocar sus santos y
sus señas, pensar que nos enfrenta. En esta guerra bien curiosa
también solemos confundir a las aliados, puesto que, muchas
veces, es una guerra contra lo que en nuestros cuerpos habita,
contra nosotras mismas. Otras veces es una guerra que primero
debe hacer que el enemigo/problema tome forma para poder
atacarlo.

Bajo este nuevo orden incierto, un personaje conceptual, una


ficción de la modernidad, como todas nosotras, ha creado un
concepto de suma utilidad. Un concepto como tantos otros.
Conceptos son cosas tales como Máquina de guerra, Luddismo
(Sexual), Aparato de Captura, Situacionismo, Surrealismo,
Personaje Conceptual, Anarquismo, Asignación biopolítica,
Sociedad de Control Farmacopornográfico.

Los conceptos suelen encerrar praxis vitales, formas de vida,


estados de excepción, alianzas y estrategias factibles,
llamamientos para encontrarnos en el medio de la niebla,
modos de acción directa, atentados contra el orden como lo
conocemos. Los conceptos no nacen solos pero, como las crías
humanas, tampoco pertenecen a quienes las alumbran, sino al
devenir de las ideas, a las ecologías que las han parido, a los
gestos que transmiten, y sobre cualquier cuerpo que desee
usarlos para conspirar contra lo establecido. Los conceptos son
ontologicamente libres. La tierra y los conceptos “pertenecen” a
quienes la habitan y la trabajan. Si es que algo son, es ser un
modo de acción. “Los conceptos no son generalidades que se
encuentran en el espíritu de la época. Al contrario, son
singularidades que reaccionan frente a los flujos ordinarios de
pensamiento (…) Un concepto es algo que posee una fuerza
crítica, política y de libertad.” (Deleuze) Singularidad no es
individualidad. Somos tecnovivos conectadas. La individualidad
responde a los intereses del Imperio.

Se trata de un nueva máquina de guerra, poderosa y potente:


arma eficiente que cuenta con manifiesta potencia de
destrucción y creación propia de las bestias mitológicas. Es el
fruto desviado, el vástago inconfeso, del cruce de una noche de
juerga entre el accionismo vienés y la postpornografía. Este
concepto como tal no tiene dueña, porque una potencia de
esta magnitud debe poder ser invocada por cualquier cuerpo
que se disponga a pelear contra el Imperio en términos de
magia y sexo. Debe poder ser usado por todxs. “Si el
intercambio es el criterio de la generalidad, el robo y la
donación son los de la repetición. Existe por tanto una diferencia
económica entre ambos” (Deleuze), esto significa la diferencia
entre quien se va a la guerra y quien quiere vivir del arte.

Este concepto, decimos, tiene un nombre azaroso y pegadizo.


Tiene un nombre que como todos los nombres no debe
confundirnos: detrás de él no hay una identidad. Más aun,
postulamos que toda identidad es una performance, una copia
sin original, puesto que una identidad no hace más que excluir y
segregar alianzas y estrategias, no hace más que entregar
credenciales a lxs illuminati, erigirse en juez. Un nombre
tampoco puede ser nunca una marca registrada, a pesar de
que éste tiene un tono pegadizo. No se trata pues ni una forma
de hacer arte ni una carrera personal -aunque algunas veces
necesite de los nombres (de los personajes conceptuales, o las
ficciones literarias biográficas que hacen uso de los conceptos)
con la que nuestros cuerpos han sido violentados. Pero no
debemos confundirnos.

Este concepto se ha dado a llamar: PornoTerrorismo.

De Porné (en griego, Prostituta pobre o esclava) y Terrorismo


(Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror).

PornoTerrorismo es un concepto claro y transparente en cuanto


a sus modos y sus intenciones. El PornoTerrorismo es libre,
político, y se entrega en gratuidad. El PornoTerrorismo no tiene
telós ni líderes, ni subcomandantes, ni cuadros ni autoridades,
puesto que no es mesiánic. El PornoTerrorismo es un medio, no
un fin. Un medio negativo, mayormente, que jamás niega una
acusación, jamás reacciona ante una increpación, pero se
expresa a través de una iniciativa de discurso -no discute con su
enemigo ni se defiende: simplemente Ataca-.

Y como anti-arte, como arma de acción directa, como ritual


mágico de encantamiento, como exorcismo público, como
máquina de guerra contra el aparato de captura de la norma
social hetero, como potencia visual -contra/semiosis- el
PornoTerrorismo es un modo de, un cómo construir un nuevo uso
de los placeres y reprogramar nuestros deseos, un cómo
engendrar las nuevas pasiones alegres que acrecienten
nuestras riquezas corporales, nuestras potencias inmanentes, un
cómo destruir las máquinas de la fabricación de los géneros y
así generar una contraproductividad desde el placer-saber.

El PornoTerrorismo es un modo privilegiado de hablar el lenguaje


del deseo, de lamer la superficie rugosa del sexo, y romper el
engranaje del circuito excitación-frustración, el dispositivo que
reactualiza con más fuerza cada vez nuestra asignación
biopolítica. El PornoTerrorismo es una forma de insurgencia,
divergencia, contra hegemonía, subversión, una insurrección
sexual, y una objeción de género.

Sin ser popular, todas podemos devenir pornoterroristas en tanto


y en cuanto el PornoTerrorismo es un código y como tal está
abierto. Todas podemos operar sobre él, y con muy pocos
elementos agenciárnoslo para la lucha. El PornoTerrorismo, cual
quimera, hereda del remix su forma de componer cut and paste
y de la intertextualidad, la idea de que la obra se termina de
construir en la instancia de la recepción porque su accionar es
comunal y colectivo, y de que el arte mimético es una mentira
inútil.

El ritual PornoTerrorista consta de algunos de los siguientes


componentes verbales y somáticos:
Poemas o palabras encantatorias de alguna índole con
carácter sexual, o que inciten a la acción directa.
Visuales de género, o aquellas producciones que esta
civilización decadente y horripilante muestra en sus
noticieros sin más, verdadera pornografía del Imperio
narco-gore. Si son bajadas de internet y son de poca
calidad, tanto mejor.
Música de alguna índole que permita llegar al trance.
Original o no, preferentemente hecha por máquinas
electrónicas.
Desdibujamiento de las fronteras entre artista (oh,
repugnante idea enemiga) y presenciante que se atrevan
a penetrar, intervenir, accionar sobre el cuerpo de la
maga/performer.
Elementos de los juegos extremos BDSM como flagelación,
agujas, o asfixias.
Piel descubierta en la superficie del cuerpo, cara cubierta
por el pasamontañas típico del insurreccionalismo
anarquista, o con el pañuelo a lo bandido del Far West. O
cualquier máscara que tengamos a mano5.
Maquillaje al estilo Pris en Blade Runner o The Joker en el
Caballero de la Noche.
Fluidos y escatologías de toda índole: squirt, flujo, semen,
sangre humana sobre todo menstrual, mierda.
Prótesis como ser cuellos y caderas ortopédicas, dildos y
arneses.
Yuxtaponerlos y jugar con ellos como mas absurdo les
parezca.

El doble gesto, intangible y plástico, del PornoTerrorismo


desautomatiza, y nos recuerda que podemos romper todo,
barajar de nuevo, dejar de leer guiones y hacer lecturas que
atenten contra el orden y la nada que SE nos propone. Plantea
desenchufarnos, dejar de ser dóciles, buenas, acatadas, salir de
la trinchera del YO, exponernos al dolor y sentirlo suave y
caliente, conocer nuestra posición en este plan de destrucción
masiva que SE nos dirige, y organizarnos de nuevo, en contra,
en retirada ofensiva, no con maniquíes programados a la par
nuestra, sino con afines y compañeras de lucha, fuertes. Cortar
el flujo que alimenta y desagua las máquinas que pulen nuestra
vitalidad segundo a segundo. La huelga humana, punto número
uno. Desertar del Yo, del varón y de la mujer. Caminar hacia el
desierto, alegremente, abandonar la ausencia.

El PornoTerrorismo traerá a la presencia lo que damos por


sentado; fantasmas conceptuales y corpóreos que merodean
en el mundo toman visibilidad, horrorizan. Vuelve a pintar el
muro, que plantado frente a nuestros ojos, deviene asfixiante y
pretende aplastarnos con sus reproches y sus reclamos de
novia. Nos saca de la placenta que propone el Imperio. Nos
recuerda principalmente una cosa: hay un código diseminado
que programa este mundo, ese código, pese a los que SE nos
dice y las amenazas, está abierto, y es posible modificarlo,
reprogramarlo. Hay que hackearlo. El PornoTerrorismo es un
comando más del hacker. Es una potencia viral que contagia.
Todas pueden intervenir en él.

El PornoTerrorismo, en su acto mínimo, habilita más que horas de


noticieros y días y siglos de democracia. Es un acto que hace
presente, a través de una metáfora corporal, la posibilidad
mágica de soñar pensar y traer aquí, como el chamán con el
Más Allá, un mundo nuevo. El mundo que anida nuestros
corazones. El mundo que late en nuestras entrañas. El mundo de
quienes hemos despertado y somos la pesadilla de quienes aun
duermen. Para la bruja el más allá está aquí mismo. Es una
realización en constante devenir de una idea que nació para
resistir, y que, independientemente del cuerpo que ha creído
bautizarla, ya existe desde siempre y ha caminado mutando y
metamorfoseándose para tomar la forma caprichosa que
utilizamos ahora y que por tal -constante sin forma fija-, no
reconoceremos como patrimonio de ninguna singularidad. Es
contingente. “Amar la existencia de la cosa más que la propia
cosa” dijeron los rusos. Y creímos en sus formalismos.

Disponemos de esta afilada arma para cortar tejidos, ver brotar


sangre enemiga, bilis, y risas aliadas y propias, muchas risas. Las
que aquí estamos no deseamos otra cosa que ver en llamas la
ciudad del enemigo. Las licencias que atan pedazos del cielo
con una nube, ideas con cuerpos, nos produce la náusea que el
vómito no provoca. Y risas, risas que sanan. Como lenguas sobre
nuestras pieles.

No hay compromiso posible con el arte o las ganancias cuando


urge la vida. Cuando urge la pelea. Las madres de las plazas
fruncen ceños y lustran bronces porque no conocen otra forma
de decir algo que les duele en el pecho. Nosotras pensamos
que estos berrinches infantiles son causa del control que SE nos
aplica, y no dicen nada. Solo comunican ingenuamente algo
que ocurre con una pared de por medio y solo podemos intuirlo
como quien conoce la dirección del viento y pronostica lluvia.
Nuestro gesto derrumba ese muro.

Tomen el Pornoterrorismo y háganlo suyo, coman de él todas,


déjense poseer por él, que su mutación continué con tantas
formas como cuerpos haya, que su escurridiza forma siga
escapándose de las manos de todas, ya sea por cosquilleo, ya
sea porque nos ha cortado la carne y ahora sangramos.

Peleá con nosotras. Tal nuestra invitación tal nuestro mandato.


Que llueva sangre.

Interverní. Este manifiesto será re-escrito una y mil veces por


todas...

5“Las máscaras no recubren nada salvo otras máscaras.”


(Deleuze)

…....................................................................

Didascalia

Más allá de toda oscuridad


Mientras exista una clase inferior, perteneceré a ella

Mientras haya un elemento criminal, estaré hecho de él

Mientras permanezca un alma en prisión, no seré libre.

La dijo Eugene Debbs, pero hubieramos querido que la dijera


Bakunin.

Hoy por hoy, es inapelable el planteo de que el binarismo


sexual (la construcción de los cuerpos sexuados varón/mujer)
es un mito, una ficción del statu quo cuyo objetivo (uno de los...)
es presentar diferencias económicas, políticas, de formas-de-
vida como hechos naturales, y de ese modo, perpetuarlas. Y
recordemos que nada hay mas real y tangible que una ficción
genérica.

A través de la repetición de esta noción contingente, como así


también de toda otra noción sobre las que se asienta
“comodamente” el mundo que hasta ahora hemos conocido
(familia, propiedad, trabajo, et cetera), se logra la encarnación
de las normas hegemónicas en cuerpos e identidades que se
presentan como hechos naturales. Si bien el ejercicio mental
que implica siquiera concebir eso de manera diferente es
titánico, todos estos hechos son convenciones que tarde o
temprano caerán en desuso, y serán reemplazadas por otras,
más útiles a otro sistema.
Sin embargo, ¿cómo se deshace esto? ¿Sólo por la voluntad?
¿Dónde están los sueños de cambio radical? ¿Cuáles son sus
estrategias? Es momento de armar entonces nuevas máquinas
de guerra libertarias, de afilar nuestros cuchillos.

La categoría moderna de “mujer”, tal como hemos sido


advertidas muchas veces, ignora la subordinación en términos
de raza, clase, elección sexual, entre otras cuestiones
relevantísimas cuando algunas mujeres se expresan por otras...
más oprimidas. A la saga del sexo aparece su sombra, el
género, término bastardeado hasta al hartazgo, especialmente
en los claustros académicos, que, de acuerdo al feminismo
clásico, es el set de conductas, contingentes también, que un
sexo biológico reviste y comporta de acuerdo a cada período
histórico. No obstante, el género, que tampoco es el mismo
entre todos las corporalidades, reduce e invisibiliza: una modelo
de alta costura no reviste el mismo género que una mujer
campesina cosechando en los arrozales aunque se siga
afirmando que ambas son mujeres -con orgullo de su
victimismo- del mismo modo, pese a que sus experiencias, e
incluso sus cuerpos, se parecen sólo superficialmente. Si es que
en algo se parecen...

Contra esa violencia donde ambas son construidas del mismo


modo, nos expresamos. Podríamos trazar un juego de sentidos
entre “apropiado” que en la crítica literaria de la antigüedad es
llamado “to prépon” (en griego) o “decus” (en latín), y el género
(binarismo sexual, pero también literario) como ficción narrativa:
lo que no es apropiado refiere a aquellos modos de narrar que
no se someten a las reglas de la correcta escritura literaria, de la
correcta ficción. Ficción del latín, nuevamente, fingo: crear,
hacer, dar forma. De este modo, además de normativizar todos
los cuerpos, la biología y su brazo armado, la medicina,
encontraron un buen campo de acción entre todas aquellas
personas cuyos cuerpos eran, al parecer, diferentes, aunque,
como nos recuerda Lacqueur, nada hay más parecido a un ser
humano, biológicamente hablando, que otro ser humano.

Las feministas excluyentes y segregacionistas ponen en


evidencia no sólo la reproducción del modelo de segregación
racial/física/corporal/de clase/ et cetera, que ya el feminismo
había tenido con sus mujeres negras, judías, pobres, latinas,
lesbianas y todos los cruces que se puedan imaginar; sino
también quiénes se hacen presentes cuando se dice
“movimiento feminista”, quiénes se dicen mujer y bajo qué
prerrogativas. Por otra parte, bajo el lema trans, también se
escuchan ontolgías, es decir aquellas personas que desean que
se les intervenga quirúrgicamente el cuerpo, a costos a veces
bastante elevados, para adecuar lo que sienten (mente) a lo
que son/parecen ser (cuerpo). Se presentan como personas que
“optan” por una nueva identidad, no reconocida aún, y golpean
a gritos poder entrar tanto al género como al sexo, poder ser
normales. Reclaman sus derechos, imitan los gestos de la
antigua gesta feminista. Y más temprano que tarde, imitarán sus
errores: libretas sanitarias e identitarias, trabajos dignos, una
familia... peticionando ciegamente ante un Estado que solo se
hace fuerte como un demonio, cuando se lo invoca, convoca y
habla. Sus cuerpos pierden en ese proceso (quirúrgico) de
adaptación todo lo que había en ellos de disruptivo; la
manipulación de esos cuerpos se vuelve similar al de una mujer
que se somete a una cirugía estética para adecuar (se) a lo que
el modelo imperante y hegemónico impone como deseable
para su “sexo”. No son las mujeres transexuales las únicas a las
cuales me refiero. También están ahí sus hermanitas huérfanas y
pobres, las travesti (fenómeno muy sudamericano, como
identidad propia), y lxs transgénero, cuerpos que no querrían ni
adecuar ni adaptar nada a ningún sistema. ¿O sí? Las travestis,
discriminadas, segregadas, apartadas de reuniones feministas,
junto con otras tantas expresiones de género, se reproduce con
las personas trans (travesti, transgéneros y transexuales) lo
mismo que la sociedad capitalista hace con las mujeres, al
admitir, en los planteos más modernos, que esa exclusión se
fundamente en el hecho de que son aprehendidas y construidas
por esa mirada que no deja de verlas como lo que “realmente
son”.

¿La única manera de ser es “ser ontologicamente”? ¿Cómo se


puede pensar más digno ser sirvienta de una mujer, que puta de
un varón con una paga mucho más elevada? ¿Cómo,
cooptadas por el discurso de la correción e inserción social, las
travestis forman, con subsidios estatales, cooperativas de
trabajo textil, con jerarquías y presidentas, dialogan con los
poderes para pedir trabajos, para salir de las calles y entrar a la
línea de reposición o de caja de un supermercado para
controlar los bolsos de clientes que quizás estén cometiendo
pequeños actos de expropiación? Reflujo de las identidades y
sus reterritorializaciones, la única fuga posible es el nomadismo
permanente.

Mi principal objeción tiene que ver con el deseo de querer llevar


adelante una vida “normal”, obtener una buena calidad de
vida. Ocupar la variable mayor del par metafísico. Cualquier
identidad de género que pudiera ser objeto de reivindicación
carece de todo planteo revulsivo. Veo aquí la trampa de los
derechos civiles y de la ilusión de la inclusión, trampa que la
democracia (o el socialismo), el mejor sistema de boicot a la
lucha, creó para que todas nos quedemos tranquilitas, y
trabajando como Dios manda.
La famosa anarquista Emma Goldman a principio del siglo XX
había advertido de los peligros de confundir el derecho a voto
con el poder de decisión y emancipación física y mental. Lo
hegemónico se viene apropiando de las expresiones de género
subalternas haciendo que todo lo que tenía de incivilizado
perezca al ser tomado, debatido y aceptado por el Estado y sus
instituciones (mientras creemos que toda descentralización de
poderes es democratizante, crecen, más que nunca antes, la
acumulación de riqueza y el poder en pocas manos). Lo
subalterno se convierte, entonces, en proyectos de legitimación
política domesticados por el sistema capitalista.

Si el cuerpo es un objeto político, social y cultural y no una


naturaleza pasiva gobernada por la cultura, el sexo emerge
desde el género, y no es el género el que emerge desde el sexo
anatómico; se trata de un complejo mecanismo, una tecnología
que define al sujeto como masculino o femenino en un proceso
de normalización y regulación orientado a producir el ser
humano esperado, normal, para asignarle una función social.
Por eso, la importancia de desestabilizar las normatividad de las
formas hegemónicas de la identidad sexuada y la búsqueda de
nuevos agenciamientos ya no como sujetos identitarios de una
política civilizada, civil y ciudadana, sino como manadas, como
agenciamientos. ¿Cuál sería el objeto de los derechos civiles,
de que nos acepte la sociedad, de que nos deje convivir “en
paz”, cuál sería el sentido de iguales derechos? ¿Iguales a qué?
¿A quiénes? ¿Iguales para quién? Más aun, ¿el deseo es acaso
real, individual, efectivo, y depende de los sujetos, o está
mediado y normativizado por nuestra cultura, construido? El
deseo, y sus objetos, que indudablemente van variado a lo
largo de la historia, vienen de la mano de un concepto aun más
peligroso, la elección, o libre albedrío que habla de la garantía
de los sujetos individuales de expresarse libremente en un
mundo de posibilidades, el concepto liberal de “autonomía de
los sujetos” (¡vaya oxímoron!). ¿Es nuestro deseo? ¿Quiénes
somos cuando decimos “Yo quiero esto para mí”? De allí que el
problema no sería, en mi opinión, tanto quiénes pertenecen al
movimiento llamado “feminismo” (en cuanto expresión de
género), sino, qué piensan quienes quieren estar dentro de él, o
quienes están efectivamente. Opt out, I prefer not tu, preferimos
no hacerlo. Usted tiene que desistir...

Foucault llama policía al orden de los cuerpos que hace que


una actividad sea visible y que otra no, que una palabra sea
entendida como perteneciente al discurso y otra al ruido.
Opone la política como actividad que desplaza un cuerpo del
sitio que le estaba asignado, y hace ver lo que no tenía razón
para ser visto. ¿Qué hay más allá de los cuerpos rebeldes y de
las identidades nómades, de la performatividad que pone en
evidencia lo construido (y por ende lo modificable) de las
identidades de género y de su relación con el sexo/cuerpo y la
socio-sexualidad? En el análisis de Foucault, las prohibiciones y
reglas que refieren a los comportamientos sexuales, lejos de
reprimir o inhibir la sexualidad, las producen, tal como la
maquinaria industrial produce mercancías o bienes de
consumo, y al hacerlo producen también relaciones sociales.
Las tecnologías del sexo de nuestra sociedad son un conjunto
de técnicas dispuestas para maximizar la vida en torno a figuras
privilegiadas de una sociedad que se apila espanto como
arena en las playas. Como aparato de producción y captura el
género constituye individuos concretos en cuanto varones y
mujeres.

No podemos seguir desentendiéndonos del género como


cómplice cuando ha jugado un rol fundamental en la
construcción histórica de la división capitalista del trabajo y en
la reproducción de la fuerza de trabajo, pero así también en la
división de tareas, en la opresión y exclusión y explotación, en
la creación de un régimen familiarista de formas-de-vida
solidarias a este Imperio. Del mismo modo que no podemos
resolver o suprimir la incómoda condición del binarismo
sexo/género asexuándolo o haciéndolo una mera metáfora,
tampoco podremos resolver el lugar asignado a las diferentes
expresiones de género resignado, ignorando y abstrayéndonos
de las normas hetero-sociales y las hegemonías que responden
y habitan esos cuerpos. Recordemos que toda relación y toda
práctica es un lugar de cambio potencial y de reproducción
simultáneamente.

La postmodernidad como mero discurso reconstructivo de la


muerte de la razón iluminista nos lleva a creer que las cosas sólo
son modificables en términos de reconciliación, resarcimiento y
reivindicación (tolerancia, respeto, derechos, ley). Sin embargo,
como horizonte de expectativa deseable y deseante, como
proyecto que socava el poder de la razón iluminista, estamos
frente a una oportunidad única de desacralización de los
géneros, y las esencias, pase de magia fundamental para
nuestras luchas libertarias concretas.
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Excursus

¿La importancia de un nombre?

El fin del queer

Para Claudia Rodriguez, amiga y luchadora, por repensarnos


constantemente
Para la Paila Marina por su olor rancio a pescado

Suprime el Yo y se harán accesibles una miríada de


posibilidades

Phil Hine

Parece que nos entendemos porque desconfiamos de las


mismas cosas

Babasónicos

Bastardeado hasta el hartazgo, coartada de cuanto congreso


académico pequeño-burgués se haya hecho dentro de los
institutos de género del mundo, utilizado para vender hasta
bandas de música otrora popular, queer es una gran bolsa de
gatos que parece que todo lo puede, una especie de
peronismo del género donde se dan cita desde gays o varones
trans indignados porque no les permiten ingresar a tal o cual
disco hasta ilusionadas chicas punks y anarquistas que tuvieron
el privilegio de estudiar en la universidad.

Cómo término podemos rastrerar dos vertientes. Una


anglosajona y la otra hispanoparlante. Dentro de la primera, y
teniendo en cuenta que “queer” como palabra coloquial es in
inglés un insulto que puede querer decir cosas tales como
“puto”, “maricón”, o “sexualmente raro”, sufrió una
reapropiación al ser tomado por las minorías sexuales sobre las
cuales se utilizaba para el escarnio. Dentro de ese espectro, el
término “queer” fue acuñado en su utilización académica por la
feminista Teresa de Lauretis en 1991 cuando público “Queer
Theory: Lesbian and Gay Sexualities”, pero se supone que ya
había sido utilizado en su sentido coloquial por la feminista
chicana lesbiana Gloria Anzaldúa previamente en su famoso
libro hibrído Borderlines. De Lauretis pronto lo abandona
advirtiendo cómo fue rapidamente asimilado por aquello que
“queer” deseaba combatir, en especial en EE.UU.: “queer” era
poco más o poco menos otro sinónimo de “gay”. Como vemos
en los años 90 y en esa región, se proponía como afiliación
contra la vieja guardia de gays y lesbianas que deseaban, y
aún hoy desean, ser normales, ser como heterosexuales. Butler,
asimismo, siempre advirtió sobre su contigencia como término
del vocabulario político. De hecho, en Cuerpos que Importan,
esta feminista señala que “El término queer fue precisamente el
punto de reunión de las lesbianas y los hombres gay más
jóvenes y de las intervenciones lesbianas y en otro contexto de
heterosexuales y bisexuales para quienes el término expresa
una afiliación con la política anti homofóbica. Esta posibilidad
de transformarse en un sitio discursivo cuyos usos no pueden
delimitarse de antemano debería defenderse no solo con el
propósito de continuar democratizando la política queer sino
además para exponer, afirmar y reelaborar la historia especifica
del término.”

En cuanto a la utilización hispanoparlante de la palabra, donde


ya no tiene ni la injerencia ni la connotación peyorativa que
salta a primera oída cuando es pronunciado por quienes
discriminan en inglés, “queer” no sólo ocupa un espacio dentro
de los estudios académicos (un espacio sobre el cual es
siempre bueno mantener la mayor cantidad de sospechas y
reservas posibles) de la mano de personalidades que hacen
bastantes esfuerzos por desmarcarse de su utilización inocente
como Beatriz Preciado, pero que no logran tener la misma
penetración que sus pares anglosajonas dentro del campo
intelectual de las universidades. Dentro de esta vertiente, queer
cuenta con un uso que se relaciona con prácticas -ya no
estudios y papers- post-identitarias cotidianas, nuevas formas de
agenciarse y articularse entre cuerpos, nuevas maneras de
hacer pornografía como modo privilegiado de discutir las
sexualidades (post-porno), etc.

Como vemos, en el mejor de los casos “Queer” y sus suspuestas


políticas y teorías, han venido a convivir junto a los viejos modos
de la indentidad lésbica-gay, es decir de una identidad que
surge desde una práctica sexual y una elección de objeto
(poderes psi y biología) y de ningún modo ni a superarlas ni a
desbancarlas. En el mejor de los casos ha abierto la posibilidad
para pensar nuevas posibilidades y potencias antes
inexploradas sobre todo desde la discursividad. De hecho, fue
Foucault quien declaró que no se trata de descubrir o liberar
quiénes somos, aunque en realidad hablaba de los
homosexuales varones -como él-, sino de resistir la norma y
análizar cómo llegamos a ser lo que somos, lo cual posibilitó un
desplazamiento fuera de la esencia del ser, la ontología. „Queer‟
designa no una clase de patologías o perversiones previamente
decondificadas por los poderes, sino un horizonte de
posibilidades que en principio no puede ser previamente
delimitado, pero que sí tiene ciertos presupuesto
epistemológicos radicales por fuera de todo modelo de
asimilación (queer no puede desear ser asimilado a la
normalidad de ningún tipo – ni matrimonio, ni adopción, ni
monogamia, ni pareja- a riesgo de dejar de funcionar como
queer). Si es que “queer” nombra algo, es un hacer renovador,
afilado y lapidario que no puede nunca quedarse quieto puesto
que es nómade y atenta contra la generización y la
ontologizacion (procesos de esencialización) intrínsecos a
cualquier identidad que conformemos individualmente.

Como movimiento o agenciamiento de minorías sexuales


radicales, de disidentes sexuales, u objetoras de género, queer
tuvo la capacidad de articular e impulsar y volver inteligibles
mediante el lenguaje la proliferación de prácticas sexo-
afectivas por fuera de los marcos institucionales ya sea externos
como internalizados. Como tal, se opuso gravemente a los
límites de las viejas formas de hacer política , aunque no
mediante un acuerdo tipo programa, y denunció la
organización y regulación de la sexualidad mediante el
matrimonio, la familia, y la crianza dentro de estas dos
instituciones por las que bregan los derechos civiles GLTB y cuya
identidad hoy por hoy son la reterritorialización más aguda de la
familia como célula social. Aquello que los cuerpos
biopolíticamente asignados a mujer/varón normales van
abandonado por tedioso (matrimonio, pareja, familia, hijxs,
trabajo) vuelve cual reflujo fortificado por la noción ecuménica
de un ser-politicamente- correcto gracias a las identidades
GLTB.

Queer tuvo una necesidad fisiológica al momento de nacer:


debía hacer frente a la noción de “gay” que cada día más se
vuelve el alíado cool y estratégico de la heternorma. Vale decir,
cuando “gay” demuestra cuán democráticos, abiertos,
amigables son los gobiernos, cuándo gay viene a querer decir
repúblicano, varón de clase media y media alta profesional,
chica bonita que regentea proyecto cultural, “queer” le ha
salido al enfrentamiento como cuerpo indócil de la política
GLTB, como barba de travesti amanecida que quiere continuar
siendo trabajadora sexual, o lesbiana golpeadora y borracha,
como puto barebacker, como varoncito inclasificable que le
gusta chuparle la pija a sus amigos pero también la concha a
sus amigas. Es decir, como el secreto sucio que los primos
Gays&Lésbicos prefieren ocultar para poder ingresar a un lugar
que no se sabe bien cuál es, ni dónde está pero que parece
bastante horripilante cuando no anodino, llamado normalidad.
Y del cual los así llamado s heterosexuales parecían querer
salir...

Así, indudablemente, queer ha venido a señalar aquellas


prácticas sexuales que quedaban fuera de la ley y por tanto
eran o ilegibles o insostenibles mientras en el discuro público de
las políticas de género mainstream emergían nuevas categorías
y jerarquías que reforzaban la distinción entre vidas legítimas y
dignas de ser resguardadas y aquellas que no a través de una
nueva moral GLTB. De acuerdo a esta lectura, queer tuvo como
misión sostener que el género es un dispositivo de control, un
aparato de captura de los cuerpos (un policía podríamos decir),
una matriz de inteligibilidad que creaba materialmente cuerpos
dividiéndolos en varones y mujeres, para luego adjudicar a
cada cuerpo construido una sexualidad muy normal hetero, otra
menos normal pero en vistas de ser normal homo, y una que
oscilaba entre las dos bi, de donde se desprendía, a su vez,
todas las formas de cariño, resguardo y todas las lógicas
amatorias posibles, que por supuesto eran más vale pocas e
individuales y sostenidas por la vieja noción romántica de Amor.
Las políticas queer abogaban por otras formas de
autoprotección por fuera de la legitimación y el reconocimiento
del Estado, por la organización y agenciamiento de la amistad
(sexo-afectiva) como modo privilegiado de sostenernos por
fuera del amor romántico que redunda en la replicación y
reproducción del individuo (otra de las ficciones del
capitalismo) y de los crímenes de pasión u odio al cual la tele
nos tiene acostumbradas.

Por eso, queer podría ser entendido como una manera de mirar
el mundo, un punto epistemológico crítico de acción hic et nunc
más que como una esencia o sustancia que se desprende de
las cosas. Queer ha intentado salir de la diferencia sexual, la
lógica dialéctica y el binario sexo/género para poder pensar
cómo llegamos a ser lo que somos y a qué poderes responde
ese “ser”. Queer nos ha demostrado que una no nace de un
género sino que se vuelve de un género, y el proceso de
volverse nunca termina, y una nunca llega a lograr el género
que tampoco es una sustancia ontológica. La pregunta de
“Quién” siempre falla en contestar la cuestión de quién viene
después del sujeto, qué había antes o cómo podríamos devenir
sin él. Más aun, muchxs no cuentan como sujetos dentro del
discurso hegemónico ni tienen un nombre reservado dentro de
ese discurso. Si el reconocimiento nunca se satisface, los
cuerpos no reconocidos deben llevar acabo sus propios
agenciamientos comunales por fuera de la ley más que luchar
por poder ser leídos, comprendidos y aceptados. ¿A quién le
pertenece el deseo de género? La no discriminación y la
igualdad no son los únicos dos argumentos de la política. Por
eso, la pregunta es por qué el matrimonio gay es el centro del
debate del movimiento de gays y lesbianas, su tema principal,
cuando hay tantos otros temas tan principales como la violencia
contra la gente trans, el suicidio entre lxs jóvenes, envejecer
fuera de los parámetros de la familia nuclear y no tener apoyo.
¿Por qué el matrimonio es la relación social que nos
compromete? Es una de las tantas relaciones sociales, sin
embargo, es la que concibe el universo como monógamo,
binario, propietario de clase, y su inclusión como clase media.
Queer también tuvo algo que decirle al feminismo institucional
y/o tradicional que confía en informar a la policía cuando algo
“malo” ocurre, o de trabajar dentro de los marcos del Estado y
sus legalidades convirtiéndolo en un interlocutor válido, re-
otorgándole un poder que ha ido perdiéndo solo frente a otras
instituciones contra las que compite como la industria
farmacológica si comparamos el Estado que tenemos hoy con
los Estados- Nación de principio del siglo pasado. Allí queer
revisó lo mejor del pasado del feminismo radical y su noción de
sexualidad radical de la mano de la primera Pat Califia y Gayle
Rubin con su grupo sadomaso lésbico Samois que se trenzaba
en despiadadas peleas contra las potificas, reaccionarias y
mojigatas Dworkin y McKinnon para buscar la forma cómo
coalicionar aquellos cuerpos-márgenes: trabajadorxs sexuales
de todo tipo y color, migrantes ilegales, consumidores de
drogas, travestis y transgéneros, pueblos originarios, personas
con diagnósticos psiquiátricos. Es decir, los malos e indóciles
sujetos de las políticas sexuales que no dejan dormir en paz el
bebé concebido con la costosa inseminación artificial de la
amorosa pareja lésbica profesional blanca y exitosa que se ha
casado en Buenos Aires para poder heredarse los bienes de su
propiedad privada obtenidos en cargos gerenciales. Queer
supuso aquí tener prácticas feministas iracundas sin necesidad
de ser mujer.

Ahora bien, puesto que por un lado, en su presupuesto de


origen, queer debe estar en permanente fuga puesto que
denuncia la jerarquización de las identidades candidateables a
la normalidad y teme la re-ontologización de las esencias; y por
el otro lado, habita como dicurso en ciertas latitudes
paupérrimas donde ni siquiera existe lo GLTB, nos encontramos
frente a una encrucijada. O bien lo seguimos utilizando a
sabiendas de que ha sido completamente asimilado como
significante por aquello que, tal como denunció de Lauretis,
venía a combatir; o pasamos una y otra vez por la fallida
experiencia GLTB cual marxistas del género hasta que nuestras
comunidades sexuales más marginales puedan ser burgueses
del género y así hacer la revolución. No obstante, dado que
queer se basó históricamente en el desencanto de la política
gay/lésbica pero también del feminismo, como significante
vacío que se ve hoy rellenado con predicados improcedentes
puede devenir un verbo-práctica, una acción que recupere su
capacidad de destabilizar los supuestos sobre el ser y el hacer
sexuado y sexual, que re-actualice la discordancia con lo
normal y la norma, y resista y combata la asimilación mediante
la creación de conceptos mutantes que se crucen con otras
formas de pensar la política que jamás abandonen la
perspectiva género-corporal del centro de la escena -puesto
que es allí donde se libra hoy la guerra- en vez de tratar de
salvarle la vida frente a su inegable asimilación. Desde los
principios de libre asociación del anarquismo para realizar
articulaciones políticas, las teorías radicales sobre la
sexualidades colectivas del feminismo sadomaso, las manadas
y los tecnocuerpos esquizos que huyen todo el tiempo hasta de
si mismos.

No son los temas del queer los que han fracasado, sino su
nombre que sin nostalgia puede ser dejado atrás puesto que,
como tantos otros, ya no quiere decir nada, para poder devenir
colectivamente. Ni la integración voluntaria al sistema, ni la
pugna por una vida mejor y más cómoda dentro de él, es decir
el reconocimiento de derechos que son siempre privilegios, sino
la creación de nuevos escenarios fuera del mapa del control,
lejos de las coordenadas psico-físicas del Imperio. En vez de ser
aceptadas por el sistema como buenas o malos, estimular
nuestras potencias para generar situaciones, estados de
excepción que perduren por el mayor tiempo posible donde el
acontecimiento y la presencia sean inmunes a esa aceptación,
a su deseo. Siguiendo a Emma Goldman en La tragedia de la
emancipación de la mujer, ahora hay que emanciparse de la
emancipación.

....................
POST-SCRIPTUM

La afinidad es el sustrato social del anarquismo, pero un


horizonte más amplio acoge al espacio antropológico que le es
favorable y desde siempre se lo llama “amistad”. Variadas son
las líneas genealógicas que confluyen en el despliegue
moderno de la amistad, tal como la conocemos actualmente.
Al ideal griego clásico se agrega el de la fraternidad
revolucionaria. Uno y otro insistieron en la igualdad posicional y
en la necesidad de “cuidar del otro”. Durante el siglo XX la
amistad comenzó a trascender la relación interpersonal y
devino una práctica social que se desplaza sobre espacios
afectivos, políticos, económicos antes ocupados por la familia
tradicional. Es un amparo contra la intemperie a la que el
capitalismo somete a la población. La amistad supone ayuda
mutua, económica, psicológica, reanimadora, incluso asesorial,
y-eventualmente- política, convirtiéndose así en el tónico y red
fundante de la socialidad actual.

Cristian Ferrer. Cabezas de Tormentas.


Todo está por construir. Debes construir la lengua que habitarás
y debes encontrar los antepasados que te hagan más libre.
Debes construir la casa donde ya no vivirás sola Y debes
construir la nueva educación sentimental mediante la que
amarás de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad
general, porque los que se han despertado son la pesadilla de
aquellos que todavía duermen.

Tiqqun . La guerra recién ha comenzado

stand still and i will read to thee

a lecture, love, in loves philosophy

John Donne

Nos dirigimos a lxs inconscientes que protestan. Buscamos


aliadxs. Tenemos gran necesidad de aliadxs. Tenemos la
impresión de que nuestros aliadxs ya están por ahí, que se nos
han adelantado, que hay mucha gente que está harta, que
piensan, sienten y trabajan en una dirección análoga a la
nuestra…
Gilles Deleuze

La gente que se llena la boca con la revolución y la lucha de


clases sin referirse explícitamente a la vida cotidiana, sin
entender qué es subversivo en el amor y sin un rechazo positivo
de las ataduras, esa gente tiene muertos en la boca
Raoul Vaneigem, The Revolution Of Everyday Life

Terminar de escribir, comenzar a pensar,

y vivir lo que en estas páginas se expresan desde el fracaso.

Sincericidio: No estamos mejor que vos del otro lado. No nos va


mejor. No nos sentimos menos sola. No hemos encontrado todo
el tiempo lo que buscamos, no hemos sido capaz siempre de
construirlo. Fracaso luego soy, anónimo, frágil, débil casi
absurdo. La tierra prometida no existe, no hay adonde huir.

Y sin embargo,

desistir, fugar, perder el miedo a la incertidumbre. Alguien en


algún lado en algún momento, me va a atajar si me arrojo al
caos de no saber. Lanzar señales y no temer, encontrar a lxs
afines en el desierto. Aceptar y comprender lo temporario de lxs
compañerxs de ruta y agradecer en cada estación lo que
brindan en ese momento.

Nada más.

Desmitificar los vínculos de sangre, y de amor, en pos de una


soledad libertaria. No tener miedo de la soledad, es una amiga
muy íntima y entrañable. La muerte siempre acompaña al
guerrero.

Y sin embargo,
el ideal de la media naranja, del Príncipe -o la Princesa- azul, de
aquella otra persona, única e irrepetible que vendrá a
completar nuestras vidas lo ha sobrevivido todo; todas las
guerras, todas las revoluciones, todas las revueltas, todas las
tomas, mientras la camaradería libre entre bestias salvajes sin
Amo es un susurro a lo lejos sobre una tierra desertificada más
allá de lo convencional y aceptable. Inaudible, y combatida.

¿Sobrevivirá el ideal romántico el apocalipsis como cucarachas


transgénicas?

…...............

Luddismo Sexual, teje con rabia e ira, tales sus tecnologías y sus
máquinas de guerra contra el control romántico y el de la
familia nuclear que se matiene desde hace siglos, reclama una
manada que se alimente de sangre pero no se base en ella.

Luddismo sexual contra el dictum aquel de que todo lo que cae


fuera de la ecuación normativa del Amor romántico sea
promiscuidad.

Luddismo Sexual contra el cualquierismo machista del


biovaroncito de turno usurpando aún más privilegios nocturnos
en la boite experimental de moda.

Dinamitar los binomios y sus dicotomías identitarias fijas, hacer


volar por los aires conceptos y prácticas que emanaban del
hombre/mujer-homosexual/heterosexual.
Que no quede nada. Tan solo juegos. Y jugar, siempre jugar.

Luddismo Sexual, que hace incapié en la necesidad de una


ética amatoria y una teoría de las emociones basadas en
híbridos corporales sexo-afectivos; una ética anti-jerárquica que
nos guíe cuando no sabemos dónde ir. Deseo, una estrella a
seguir.

Luddismo Sexual, afinidad y no identidad. Afinidad, tradición del


anarquismo amoroso, actualizada: una manada de lobos en
constante devenir, comunidad imprescindible para la
supervivencia de quienes habitan la diferencia como único
hogar posible, como única casa donde ya no viviremos solas.
Quien se exilia, exilia y lleva consigo el hogar habitable.

AmoR, el enemigo, el mejor policía, el mayor vigilante de un


sistema que necesita hacerse de mentes dóciles atadas a
cuerpos blandos. Inarticuladas, durmiendo el sueño de los
justos, soñamos posesión, reclamar algo como propio. AmoR
exige copyright (le llama creative commons, aura, originalidad,
creación). AmoR cree en los y las artistas, cree en el
espectáculo, cree en el Uno, cree en prohibir, cree en el Yo Yo
Yo.

Luddismo Sexual, búsqueda de una intimidad perdida más allá


de la esclavitud del trabajo y de la esfera de la utilidad. Disfrute
que se conoce en el sentido carnal del término cuando todas
las posibilidades, es decir, las potencias, son puestas en juego.
Cuando lo hemos perdido todo, alegremente. Empereia.

Ludditas, nos lanzamos hacia adelante como proyectiles, como


balas, como flechas. Granadas, antorchas. Minas. Sin
iluminaciones ni iluminismos. Nada de lo aquí narrado ha
terminado de construirse, nada realmente nos ha salido, cómo
lo hemos deseado. Nada terminará nunca de cuajar, ni estará
soldado.

Repetimos: no existe la tierra prometida. Todo está por construir.

Luddismo Sexual, vivir una vida potente, que cada jornada sea
un recorrido filosófico. Pasiones alegres.

…..............

Ya no más sujeto que se siente sujeta porque quiere un objeto.


Sujeto constituido por el deseo de algo que no tiene, deseo
como carencia. Dejar de estar sujetadas, dejar de ser sujetos
para devenir manada, bandada, jauría. Pensar la libertad como
lo inasible.

Ponernos en riesgo, nuestra sociabilidad, nuestra sexualidad,


nuestro relato autobiográfico, para erigirse, dejar de ser sujeto:
paradoja de la subjetividad torcida: dejar de ser sujeto, ponerlo
todo en riesgo para erigirnos. Olvidar que fuimos humanas.
Olvidar que tuvimos una familia. Transgredir la ley y disolver el
Yo autobiográfico en pos del devenir de jauría animal.

Violencia no me enturbies, dame otra vez instinto, dice la poeta.

Yo frente a mi computadora
Yo frente a esto que vivo/escribo

Yo frente a mis pensamientos cotidianos

Yo frente a mis fantasmas y mis temores

Nosotras frente a frente devenimos amigas.

Nosotras.

Luddismo Sexual, desear ardientemente a mis amigas. Hacer la


guerra por él, poder ser enemiga. Desear ojos firmes y la mirada
de soledad. Pan y soledad. Pan y tu amistad. El esclavo no
puede ser amigo, el tirano no puede ser amiga.

“... la mujer no es todavía capaz de amistad: solo conoce el


amor. En el amor de la mujer hay injusticia y ceguera frente a
todo lo que no ama. Hasta el amor sapiente de la mujer
continua habiendo agresión inesperada (reacción) y rayo y
noche al lado de la luz.”

Luddismo Sexual, dejarse contagiar. Enfermar y sanar. En el


contagio hay fusión y la posibilidad de que surja algo nuevo.
Impensable como nuevos deseos y nuevos placeres.
Luddismo Sexual, desprogramar el género, hackers con garritas,
como parte de la producción de lo seres humanos conforme a
las reglas que reproducirían la familia heterosexual normativa,
puesto que la reproducción generizada de personas depende
de la regulación social de la familia y su injerencia fundamental
en la reproducción de personas (hetero-normativizadas) aptas
para incorporarse a la familia en tanto forma social: producción
y reproducción de la vida inmediata y reproducción material y
simbólica. Así, género y sexualidad pasan a formar parte de la
vida material, y aquella vieja división del marxismo clásico se
prueba no solo errónea sino también inútil para la mutación del
sistema. Género: al servicio de la reproducción. Reproducir
personas y reproducir la sociedad, reproducirse. Modelo
obligatorio e imperante del intercambio sexual que reproduce
una sexualidad constreñida por la reproducción y la noción
naturalizada del sexo en el cual la reproducción tiene una
función primordial.

….......

Podemos, pues, terminar de una vez por todas con los juicios
trascendentes. Podemos, pues, de una vez por todas terminar
con los binomios, las conclusiones y la dialéctica. Podemos,
finalmente terminar con los finales. Si prescindimos de la
especie, hacemos saltar por los aires lo que está bien y lo que
está mal para todos los individuos de una especie: Juzgar
inmanentemente es establecer qué es lo que conviene a cada
potencia, qué la hace crecer, expansionarse.
No existe el bien y el mal general.

Luddismo Sexual, cada cuerpo busca ampliar su territorio


mediante sus devenires, a través de encuentros con sus
amantes-compañeras-manaditas. El encuentro con un libro, con
una música que me conviene es un devenir ese cuerpo que me
lo acerca, ese libro, esa música cuando no imito, sino que dejo
que me invadan y que mi territorio se amplíe. Me expando. Me
vuelvo un jardín permanente.

Luddismo Sexual, más fácil decir que hacer, porque es fácil


decir que vivir encontrando las afinidades, construyendo las
cosas, edificando las ciudades, escribiendo lo libros.

Y sin embargo,

los encuentros convenientes harán crecer la potencia de


nuestras vida y por tanto la alegría. Lo difícil es saber cuáles son
esas cosas que me convienen y cómo encontrarlas.

¿Existe un método? No existe nada.

Solo pólvora, granadas, y desistir. Arrojarse al desierto al exilio,


abandonar la comodidad de hogar, de la familia, de los
binomios y de la trascendencia. Dejar de desear querer ser
“alguien”. Resistir: borrarse, experimentar, hacer rizoma.
Combatir. Difuminar en nosotras el universal o la especie a la
que fuimos asignadas: “mujer”, “blanco”, “occidental”.
Luddismo Sexual, poner en movimiento el territorio, emprender
líneas de fuga, desterritorializarse. Nómada, continuamente
moviéndose fuera de los estratos de la identidad como
personas, como seres humanos, fuera de la lógica binaria por la
que somos u hombre o mujer, o niño o adulto, o profesor o
alumno, o humano o animal.

Luddismo Sexual, combatir el uno de nuestra identidad y


hacernos múltiples, devenir imperceptibles, indiscernibles,
impersonales, devenir mundo-bosque. No se trata de huir del
mundo sino hacer que este mundo huya de nosotras. Mundo,
huye, mundo de la clasificación de la lógica binaria, mundo de
nuestra identidad recortada, negro sobre blanco.

Luddismo Sexual, “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, cuerpo


que se define por los afectos de los que es capaz, por el grado
de su potencia, por los límites móviles de su territorio, entonces
no se puede saber lo que puede un cuerpo antes de la
experiencia.

Por supuesto que hay algunos encuentros de los que podemos


afirmar, con toda seguridad, que serán fatales -la ingestión de
determinadas sustancias, el choque con determinados cuerpos-
, pero para el resto de posibilidades que el azar nos ofrece no
podemos saber qué pasará. Podemos sí, poner el cuerpo, correr
el riesgo, e intentar evitar aquellas pasiones tristes que
disminuyan nuestras potencias.

Luddismo Sexual, nuestro devenir proceso de deseo. En la


amistad, tenemos algo en común: un gesto con la mano al
saludar, una sonrisa particular cuando nos miramos, sonreir con
los ojos, saludar con los dientes: gesto de presencia lleno de
gracia infinita, como si estuviera tocando el centro mismo de tu
vida. Encanto que se percibe tal vez cuando alguien pierde un
tornillo y muestra su vena particular, - locura le dicen los mismos
que nos dicen varón/mujer.
Luddismo Sexual, no pretender saber lo que se es de una vez y
para siempre. No descubrir nada. Delirar, endemoniada.

….........

Luddismo Sexual, deseo - producción del nuevo artesanado de


los placeres. Deseo todo lo que esta en ustedes, todos los libros,
todos los mares, todas las lecturas, todas las músicas, todos los
tréboles, y los hipocampos que habitan en tus cuerpos.

Desear es desear desenrollar.

Helechos.

Luddismo Sexual, una disposición deseante. Construir el deseo


de un hábitat que incremente nuestras potencia, mundo-bosque
en el cual el deseo discurra. Deseo blanco de la flecha deseo.

Luddismo Sexual, un cuerpo como voluntad de potencia. Lógica


inclusiva, lógica conjuntiva. Sumar. Devenir una revolución. Sin
porvenir. Movimiento que conecta y crece desbordando los
marcos de la vida normal.

Luddismo Sexual, ojalá nunca sepas quién sos. Fortunatos


ignaros dice Horacio.

Luddismo Sexual, resemantización constante, distorsión,


desviación, contornos de formas que todavía no podemos
prever.
Luddismo Sexual, grieta de resistencia, incapacidad de
acercarse a la norma y subversión de la norma. La subversión es
un tipo de repercusión que se resiste a los cálculos.

Luddismo Sexual, reformular el parentesco y la definición de


hogar, creación discursiva de comunidad que crea vínculos
afectivos entre sus miembros, se preocupa por ellos, y protege.

Luddismo Sexual, inventar relación aún sin forma, amistad: la


suma de todas las cosas a través de las cuáles, podemos darnos
placer. Relaciones de intensidades múltiples, colores variables,
movimientos imperceptibles, formas que mutan. Metamorfosis.
Volvernos más susceptibles de placeres.

Luddismo Sexual,

¿a qué se puede jugar y cómo inventar un juego?

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