naturaleza, ya que no habría bondad o humanidad actual si de hecho no existiesen. Por tanto, todo ser que sea distinto de la esencia, tiene con ella la misma relación que el acto con la potencia. Pero como en Dios no hay potencialidad alguna, según hemos visto (a.1), síguese que en Él no es la esencia cosa distinta del ser, y, por consiguiente, su esencia es su misma ser.