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EL CACAO DE GUAYAQUIL
Y EL MERCADO NOVOHISPANO, SIGLOS XVI-XVIII
Introducción
Para una revisión de los debates historiográficos en torno al sistema económico colonial
americano construido a partir del siglo xvi se recomienda la lectura de Ruggiero Romano,
Mecanismos y elementos del sistema económico colonial americano, México, Fondo de Cultura
Económico, 2004.
Juan Andrade Torres, Economía y sociedad en Tabasco colonial, siglos xvi y xvii, México,
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco-Centro de Investigaciones de Ciencias Económico-
Administrativas,1992, p. 32.
Para el siglo xvii el chocolate era degustado por todos los grupos sociales novohispanos
al grado de formar parte de la canasta básica doméstica. Debido a ello, en algunas haciendas
e ingenios el cacao se incluía en las raciones que se daban a los sirvientes. Por lo tanto, las
fluctuaciones en su precio incidían sobre la economía familiar, lo que motivaba la intervención
de las autoridades para vigilar que no se elevara cuando el producto escaseaba. Archivo
General de la Nación, México, en adelante agnm, Concurso de calvo, v. 1, f. 249-251; v. 2, exp.
15, f. 93-98; exps. 51-52, f. 540-547. Para comprender el nivel de popularidad del chocolate
en la Nueva España véase a Robert Ferry, “Trading Cacao: A View from Veracruz, 1629 –
1645”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, n. 6, 2006, mis en ligne le 24 janvier 2006, [citado 4 de
enero de 2007], disponible en: http://nuevomundo.revues.org/document1430.html. Si se
desea profundizar sobre el proceso de expansión del gusto por esa bebida en Europa, se
sugiere la lectura de Marcy Norton, “Tasting Empire: Chocolate and the European Interna-
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punto de vista, lo que ocurrió fue que con el arribo de los españoles
algunas regiones americanas que antes estaban desvinculadas entra-
ron en contacto, ampliándose así el espacio de circulación de algunos
productos como el cacao. Este proceso fue impulsado por las dispo-
siciones legislativas que se dictaron y las instituciones coloniales,
pero sobre todo por las fuerzas económicas que se desataron, muchas
veces a contrapelo de los deseos de la Corona.
Aunque desde muy temprano el gobierno imperial español pro-
hibió el comercio de bienes europeos entre sus posesiones america-
nas, permitió hasta entrado el siglo xvii el intercambio de efectos
nativos. Esta decisión propició que Caracas, por ejemplo, iniciara el
comercio de cacao con la Nueva España de manera regular y soste-
nida a partir de la década de 1620, sin que mediara para ello un
permiso especial. Este intercambio, concluye Arcila Farías, obedeció
al hecho de que al despuntar aquel siglo la producción novohispana
ya no era suficiente para satisfacer su demanda interna ni mucho
menos la europea que se expandía rápidamente. Ahora ¿cuáles
fueron las causas que impidieron a Mesoamérica satisfacer la de-
manda del mercado novohispano, y europeo? Según el historiador
venezolano, se debió a que el dramático descenso de la población
indígena en el siglo xvi redujo considerablemente la producción del
grano, cultivado fundamentalmente en las zonas tropicales donde
la debacle demográfica fue más severa.
En términos generales comparto esta explicación, sin embargo,
creo que hay otros elementos que deberían ser considerados para
tener una visión más compleja de este proceso; por ejemplo, la atrac-
ción que la minería ejerció sobre la fuerza de trabajo indígena en
detrimento del cultivo del cacao; el surgimiento y expansión del
mercado novohispano con la incorporación de la población blanca;
así como la formación del mercado europeo para el grano, tal como
argumentaremos.
En la medida que la producción cacaotera novohispana declinó
surgieron conflictos entre los diversos grupos de interés sudamerica-
nos que comenzaron a competir por el vacío dejado por aquella así
como por los mercados emergentes en otras partes del imperio. Por
el lado del Atlántico estaban los productores de las regiones de Ma-
Eduardo Arcila Farías, Comercio entre México y Venezuela, siglos xvi y xvii, México,
Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975, p. 52.
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Eugenio Pinero, “Food of the Gods: Cacao and the Economy of the Province of Caracas,
1700-1770”, tesis doctoral, Connecticut University, 1991, p. 47.
El interés inicial de los españoles por el cacao parece haber obedecido a la importancia
del fruto como valor de cambio entre los indígenas, es decir, que el deseo de cacao obedecía
más a su papel simbólico de riqueza y a su función monetaria que a su condición de alimen-
to. En la medida que se tuviese acceso al fruto se podría facilitar la adquisición de otros bienes.
Tampoco debe pasarse por alto que la persistencia del cacao como medio de cambio fue po-
sible gracias a la escasez inicial de moneda metálica. En la medida que los metales preciosos
y particularmente la plata se volvieron más abundantes, los españoles prefirieron la moneda
de este material al cacao. No obstante, esto no implicó el abandono del cultivo del fruto, pues
ya había adquirido gran aceptación como alimento entre todos los grupos sociales y étnicos
del virreinato e incluso en Europa.
El cálculo de un millón de árboles plantados que da Reyes lo infirió de Lebrón de
Quiñones, quien dijo que en 1554 había 373 000 casas de cacao, es decir, 746 000 árboles. "Re-
lación sumaria de la visita que hizo en Nueva España el Licenciado Lebrón de Quiñones a
doscientos pueblos. Trae la descripción de ellos, sus usos y costumbres. Hecha en Taximaroa
10 de septiembre de 1554", en Documentos para la historia del Estado de Colima, siglos xv-xix,
México, Consorcio Minero Benito Juárez Peña Colorada, S.A., 1979, p. 62-64. Citado por Juan
Carlos Reyes Garza, La antigua provincia de Colima, siglos xvi a xviii, México, Universidad de
Colima/Conaculta, 1995, p. 151.
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ción a que fueron sometidos los indios causaron una merma signi-
ficativa de la población. En 1554 el visitador Lebrón de Quiñones
afirmó en su informe sobre la provincia de Colima que ésta “solía
ser tierra muy poblada de gente cuando los españoles la conquista-
ron y según la relación que pude haber era en tanta suma y cantidad
que de cien partes de gente ahora no hay la una”.21Aun cuando no
podemos tomar tan literal la afirmación de que sólo quedaba menos
del uno por ciento de la población, el testimonio de Quiñones sugie-
re un descenso brutal de la población india, cuyas causas vale la
pena averiguar.
Además de las epidemias, Quiñones señala que la disminución
de los indios obedeció a la explotación a que eran sometidos por los
españoles en las plantaciones de cacao. Los obligaban a trabajar en
dichas huertas que “requieren tanto cuidado y regalo que siempre o
lo más del tiempo han de estar beneficiando y trabajando en él [lo cual]
no puede ser sin muy gran vejación de los naturales y así ha aconte-
cido morirse como moscas sin que sepan decir de qué ni por qué.”22
Quiñones también recibió informes de que en la zona de Colima, los
indígenas se negaban a reproducirse evitando tener relaciones sexua-
les con sus mujeres e incluso practicándose abortos para “no ver a sus
hijos en el cautiverio y servidumbre que ellos estaban”.23
Las Relaciones Geográficas que se hicieron en la década de 1580 de
las provincias cacaoteras de Zacatula, Igualapa y Jicayán dan infor-
mación más o menos en el mismo tono. Sugieren un descenso dra-
mático del número de indios, aunque sólo mencionan las epidemias
como causas.24 En la provincia de Zacatula el impacto demográfico
fue tal que de 34 pueblos de indios que había en el siglo xvi sólo
quedaban cuatro para principios del siglo xviii. La mayoría de ellos
desapareció desde fines del siglo xvi.25 Por esta razón, en 1582, Fran-
cisco Martínez, dueño de plantaciones de cacao, pidió al virrey que
le autorizara el reparto de indios de otras regiones para que trabaja-
21
“Relación sumaria de la visita que hizo en Nueva España el Licenciado Lebrón de
Quiñones a doscientos pueblos. Trae la descripción de ellos, sus usos y costumbres. Hecha
en Taximero a 10 de septiembre de 1554”, en Documentos … op. cit., p. 30.
22
Ibid., p. 31.
23
Ibid., p. 32.
24
Jesús Hernández Jaimes, Las raíces de la insurgencia en el sur de la Nueva España. La es-
tructura socioeconómica del centro y costas de actual estado de Guerrero, México, Instituto de Estu-
dios Parlamentarios E. Neri del H. Congreso del Estado de Guerrero, 2001, p. 24-25.
25
Idem.
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26
agnm, Indios, v. 2, exp. 266, f. 66v.
27
Alonso de la Mota y Escobar, Descripción geográfica de los reynos de Nueva Galicia, Nue-
va Vizcaya y Nuevo León, México, Pedro Robredo editor, 1940, p. 63, 67-68.
28
Andrade Torres, op. cit., p. 34 y 39.
29
Ibid., p. 43.
30
Eugenio Pinero ofrece un cuadro con cifras que ilustran el descenso de la población
india en Sonsonate, en el cual se puede ver un descenso entre 1550 y la primera mitad del
siglo xvii que afectó la producción cacaotera. Pinero, op. cit., p. 53. La proporción de mano de
obra africana que se introdujo en las zonas cacaoteras para sustituir a los indios varió entre
una región y otra; en algunos lugares como Tabasco y Guatemala ni siquiera hay evidencias
que se haya introducido durante la segunda mitad del siglo xvi o por lo menos no en canti-
dades importantes.
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34
Pinero, op. cit., p. 54-55. Este autor afirma que los primeros documentos en que se
menciona el envío de cacao a España son de fines del siglo xvi y principios del xvii. Estas
primeras remesas de cacao tenían como origen Centroamérica y no Nueva España; dato que
refuerza la hipótesis de que la producción del fruto novohispano se había desplomado.
35
agnm, Indios, v. 12, exp. 48, f. 190. Para abundar sobre la producción de cacao en las
provincias de Igualapa y Zacatula véase los trabajos de Rolf Widmer, Conquista y despertar de
las costas de la Mar del Sur, 1521-1684, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1990, y Hernández Jaimes, loc. cit.
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36
Pinero, op. cit., p. 65. Este autor afirma que había árboles de cacao silvestres en Mara-
caibo desde antes de la llegada de los españoles, pero tal parece que no eran aprovechados
como alimento. Por otra parte, Robert Ferry también apoya esta idea cuando se refiere a
Caracas. Robert Ferry, The Colonial Elite of Early Caracas: Formation and Crisis, 1567-1767, Ber-
keley, California University Press, 1989, p. 46; Sheila Salazar, “Cacao y riqueza en la Provin-
cia de Caracas en los siglos xvii y xviii”, en Tierra Firme, [on line]. jul. 2004, v. 22, n. 87 [citado
03 Enero 2007], p. 293-312. Disponible en la World Wide Web: http://www2.bvs.org.ve/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S0798 29682004000300003&lng=es&nrm=iso
37
En la matrícula de tributos de 1577 y 1581 el cacao no aparece entre los productos
entregados por ese concepto. A pesar de que en la zona de Guancavelicos había un pueblo
llamado Cacao, sus habitantes indios no daban el fruto homónimo como tributo, por lo que
no sabemos si el nombre del pueblo tenía relación con la semilla. Vid. “Razón de los indios
tributarios que hay en la provincia de Santiago Guayaquil y del tributo que pagan a los en-
comenderos en cada un año y de lo que pagan al juez protector y doctrinero”, en Relaciones
histórico geográficas de la Audiencia de Quito, siglo xvi-xix, estudio introductorio y trascripción
de Pilar Ponce Leyva, Quito, Ecuador, Instituto de Historia y Antropología Andina, v. 1, 1992,
p. 265 y 269. agnm, Indios, v. 6, exp. 1232, f. 341.
38
De trece encomenderos que había en ese año en la provincia, sólo uno tenía huertas
de cacao que le eran trabajadas por los indios como tributo. Todos los demás encomenderos
cobraban el tributo en dinero. “Descripción de Guayaquil”, en Relaciones… op.cit., v. 1, p. 13,
19 y 20.
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39
“Se señala día para remate de las carnicerías y se provee sobre las huertas de cacao de
los agustinos”, 21 de marzo de 1643 en Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, Quito, Ecuador,
Archivo Histórico de Guayas, v. II, 1972, p. 70-71.
40
Suponemos que hasta entonces el obispado no había estado participando de los recur-
sos de esta actividad, pues en 1649 el obispo de Quito reclamó también que la provincia de
Guayaquil pagara la primicia de cacao, lo que habla de la importancia que se daba al cultivo
del cacao. “Primicia de cacao y licencia al sargento mayor Juan de Linares”, 14 de mayo de
1649, en Actas… op. cit., v. II, p. 256-257.
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41
Julio Estrada Ycaza, El puerto de Guayaquil, Ecuador, Archivo Histórico de Guayas,
1973, p. 39; Arcila Farías, op. cit., p. 252-254.
42
Ibid., p. 250.
43
Ibid., p. 269. La autorización para comerciar cacao entre Guayaquil y Nueva España
por el Atlántico tenía obstáculos prohibitivos como la distancia y el costo de los fletes, por
ello esta vía fue usada escasamente por los guayaquileños. Cuando se usaba, el cacao era
enviado a Portobelo, transportándose por tierra desde la costa pacífica a la atlántica a través
del Istmo, embarcándolo con destino a Veracruz.
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concesiones para comerciar con los dominios hispanos en América. Una de ellas consistió en
un contrato para introducir 10 000 toneladas de esclavos en dichas colonias que duró hasta
1713. La debilidad de Felipe V y su dependencia de Francia motivó que los franceses se arro-
garan más derechos de los que el acuerdo les concedió, ampliando el comercio más allá de lo
permitido. De Venezuela comenzaron a extraer cacao que luego trasladaban a Europa o a la
misma Nueva España. En 1708 los caraqueños se quejaron ante el Procurador General de la
provincia diciendo que tenían noticias de que, además del cacao de Guayaquil, estaba ingre-
sando a la Nueva España el de la isla de Martinica controlada por los franceses. Aparente-
mente el cacao francés también estaba siendo comercializado en La Habana, Veracruz y
Campeche. Aunque el cacao provenía de la isla de Martinica, no sería raro que algunas por-
ciones hayan estado constituidas por cacao venezolano. Incluso, se mencionó que por esos
años también habían arribado a Veracruz cargamentos procedentes de la isla de Trinidad. En
1708 el cabildo de Caracas envió una representación al virrey de la Nueva España, quejándo-
se de que se estaba introduciendo por Veracruz cacao de la isla de Martinica y de Guayaquil.
El virrey notificó de dicho documento al monarca español, no obstante, dijo que en 1707 sólo
habían arribado a Veracruz tres barcos de la Martinica con 90 fanegas de cacao en total,
mientras que de Caracas había entrado 52 000 desde 1703. Nada dijo del cacao de Guayaquil,
a pesar de las evidencias de que estaba entrando de contrabando por Acapulco. “Sobre el
bajo precio que tiene el cacao de esta provincia en Nueva España por la competencia que le
hace el de Martinica y Guayaquil", Actas de Cabildo, Caracas, 18 de junio de 1708, tomo lviii,
f. 64, en Núñez, op.cit., p. 123-125. Véase también Arcila Farías, op. cit., p. 56 y 132
64
Según los datos proporcionados por Eduardo Arcila Farías las quejas de los caraqueños
no eran infundadas. En 1680 el precio de la fanega de cacao en Caracas alcanzó su nivel más
alto al llegar a los 40 pesos, en los años siguientes experimentó un descenso significativo de-
bido a la competencia del cacao de Guayaquil por el mercado novohispano. Para 1686 la
arroba se cotizaba en sólo 10 pesos debido quizá a que no tenía salida suficiente hacia la Nue-
va España. Entre 1692 y 1693 se recuperó hasta llegar a los 25 pesos, y concluyó el siglo entre
los 15 y 19 pesos por fanega. A pesar de las oscilaciones en el precio, a lo largo del siglo xviii
se mantuvo una tendencia a la baja, de modo que ya no fue posible alcanzar los niveles de la
segunda mitad del siglo anterior. Su punto más bajo lo alcanzó entre 1713 y 1715 cuando la fa-
nega descendió hasta ocho y siete pesos. Arcila Farías, citado por Salazar, loc. cit.
65
Entre 1708 y 1713 el Cabildo de Caracas insistió ante el monarca en que la baja del
precio de su cacao en la Nueva España se debía al ingreso del cacao guayaquileño. “Real
Cédula de 30 de diciembre de 1705”, agnm, Reales Cédulas Originales, v. 32, exp. 211, f. 481.
“Cabildo sobre el ningún valor que tiene el cacao de esta provincia por el que se introduce a
la Nueva España desde Guayaquil; para lo cual el procurador general ordena que una de las
4 fragatas que se hallan en el puerto de la Guaira se cargue con este fruto, para los reinos de
cacao de guayaquil y mercado novohispano 65
España”. Actas de Cabildo, Caracas, 11 de noviembre de 1711, tomo lvii, f. 274-279, en Núñez,
op. cit., p. 127-130.
66
“Real Cédula sobre el comercio del cacao con Nueva España”, Caracas, 17 de agosto
de 1710, Cédulas Reales, f. 31-39, en Núñez, op. cit., p. 131.
67
Estrada Ycaza, op. cit., p. 62.
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“Real Cédula de 3 de julio de 1712 en respuesta a una carta del duque de Linares de
69
70
La prohibición fue autorizada en 1722 y confirmada en 1724. “Real Cédula que prohí-
be comercio de cacao de Guayaquil con Nueva España”, Actas de Cabildo, Caracas, 27 de
junio de 1724, tomo lxxxi, f. 326, en Núñez, op. cit., p. 132-133.
71
Uno de los objetivos de la formación de la Compañía Guipuzcoana era acabar con el
cuantioso contrabando que se realizaba por el Caribe y que involucraba a comerciantes ve-
nezolanos y europeos no españoles. Dorothy Tamaro señala que los caraqueños solían llevar
su cacao de contrabando a Curazao donde lo vendían a los holandeses quienes los transpor-
taban a España. Según el informe de un juez enviado a inspeccionar la provincia de Caracas,
llamado Pedro José Olavarriaga, quien sería más tarde el primer director de la Compañía
Guipuzcoana, dos terceras partes del cacao de Caracas salía de contrabando. La compañía
afectó los intereses de los contrabandistas, debido a que toda la producción le debía ser en-
tregada a los precios que ella misma decidía. Dorothy C. Tamaro, “A New World Plantation
Region in Colonial Venezuela: Eighteenth-century Cacao Cultivation in the Tuy Valley and
Barlovento”, tesis doctoral, Boston University, 1988, p. 20 y 23. “Real Cédula sobre estableci-
miento de la compañía Guipuzcoana”, Libro de Cabildo de Caracas, 25 de septiembre de 1728,
f. 134-148. “Real Cédula sobre el flete del cacao, decadencia del fruto y pérdida de haciendas”,
Cabildo de Caracas, 16 de mayo de 1732, tomo xvii, en Núñez, op. cit., p. 149.
72
Se sabe que hasta la década de 1740 el cacao de Guatemala y Costa Rica ingresaba de
contrabando a la Nueva España, sin embargo, tal parece que no pudo competir con el gua-
yaquileño que lo desplazó de ese mercado.Vid. Juan Carlos Solórzano Fonseca, “El Comercio
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de Costa Rica durante el declive del comercio español y el desarrollo del contrabando inglés:
periodo 1690-1750”, Anuario de Estudios Centroamericanos, (Editorial de la Universidad de
Costa Rica), [on line] v. 20, n. 2, 1994, [citado 04 enero 2007], p. 27-39. Disponible en la World
Wide Web: http://cariari.ucr.ac.cr/~anuario/solorza1.pdf.
73
Arcila Farías, op. cit., p. 71-73, (cuadro).
74
Archivo General de la Nación, México, “Representación del Intendente de Ábalos,
Madrid, 7 de mayo de 1777”, agnm, Correspondencia de Virreyes, v. 121, f. 166 y ss.; citado por
Arcila Farías, op. cit., p. 274-275.
cacao de guayaquil y mercado novohispano 69
Muy poco pudieron conseguir los caraqueños para revertir las ten-
dencias que ahora estaban en su contra. Un año después de la repre-
sentación del intendente Ábalos, se expidió una Real Orden para que
los guayaquileños sólo pudieran introducir a la Nueva España de ocho
a diez mil fanegas de cacao al año. Empero, al año siguiente fue revo-
cada, probablemente por instancias de las autoridades y comerciantes
novohispanos que ya se habían involucrado en ese comercio.75
La decisión del rey Carlos III formaba parte de una nueva mane-
ra de concebir el imperio español desde el punto de vista económico.
En cierta medida se trataba de un reconocimiento de que el sistema
de prohibiciones y monopolios únicamente había propiciado un co-
mercio ilegal que no podía ser contenido por el aparato de gobierno
imperial, con el consecuente daño para la Real Hacienda. De este
modo las llamadas reformas borbónicas supusieron un reacomodo
también entre los diversos grupos de interés durante el cual algunos
fueron afectados, pero muchos otros se fortalecieron. Ese fue el caso
de los productores de cacao guayaquileño y de los comerciantes in-
volucrados en su tráfico de Guayaquil a la Nueva España.
75
Vid. Salazar, loc. cit.
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76
En 1633 entró un barco a Acapulco con 1 700 cargas de cacao sin registro, sin embargo,
el virrey de Nueva España, el marqués de Cerralvo, ordenó que fuesen decomisadas y ven-
didas en real almoneda. agnm, General de Parte, v. 7, exp. 575, f. 368-368v.
77
agnm, General de Parte, v. 16, exp. 5, f. 3-4v.
78
agnm, General de Parte, v. 16, exp. 22, f. 16v-17.
79
Arcila Farías, op. cit., p. 258-259.
80
“Real Cédula por la cual se prohíbe en vista de las representaciones de la ciudad y
provincia de Caracas, la introducción de cacao de Guayaquil en la Nueva España”, Reales
Cédulas, 3 de marzo de 1695, en Núñez, op. cit., p. 115-117. A pesar de la prohibición, según
una memoria, entre 1698 y 1701 entraron en Acapulco 46 embarcaciones con mercancías
ilegales. “Memoria y observaciones acerca de la nueva España en 1702”, en El contrabando…,
p. 26.
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81
Arcila Farías, op. cit., p. 255.
82
agnm, General de Parte, v. 18, exp. 371, f. 354.
83
agnm, General de Parte, v. 18, exp. 381, f. 370.
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84
“Real Cédula de 30 de diciembre de 1705”, agnm, Reales Cédulas Originales, v. 32, exp.
211, f. 481.
85
“Real Cédula de 7 de febrero de 1699 al virrey de Nueva España en contestación
a la carta de 22 de abril de 1688, referente a embarcaciones del Perú que con diversas pre-
textos llegan a Nueva España por puertos del Mar del Sur y no obstante las reales prohibi-
ciones introducen cacao de Guayaquil”, Acta de Cabildo, Caracas, tomo xlii, año de 1700,
f. 50-51; en Núñez, loc. cit. El mismo documento se halla en agnm, Reales Cédulas, v. 28, exp. 72,
f. 159-160.
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86
Idem.
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89
Una manifestación de este retraimiento de las provincias costeras y serranas del sur
novohispano fue la reorganización territorial a principios del siglo xviii. Debido al descenso
de los beneficios para la Real Hacienda, las jurisdicciones se tuvieron que reagrupar, pues
varias de ellas no generaban ya los recursos suficientes para costear su administración. Por
ello Chilapa perdió su status de alcaldía mayor y se incorporó a la de Acapulco-Tixtla; lo
mismo pasó con la de Zacatula que fue agregada a la de León en el Bajío. Hernández Jaimes,
op. cit., p. 100 y ss; Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821, México,
Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Históricas, 1986,
p. 115 y 404; María de la Cruz Labarthe, “Provincia de Zacatula. Historia social y económica”,
tesis de maestría en ciencias antropológicas, México, Escuela Nacional de Antropología e
Historia, 1969, p. 174.
90
María Luisa Laviana Cuetos, Guayaquil en el siglo XVIII. Recursos naturales y desarrollo
económico, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, 1987, p. 173.
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Comentarios finales
93
Arcila Farías, loc. cit.
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