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METODOLOGÍA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA.

Nombre: Axel Paúl Jiménez Enríquez.


Curso: Electromecánica.
Fecha: 14/06/2020.
Tarea 4.
Establezca un análisis comparativo entre ciencia y seudociencia. Entregue
por escrito (Investigación bibliográfica).

Que es ciencia y que no lo es. Este ha sido un tema de álgidas discusiones desde tiempos
remotos hasta nuestros días. El limite que demarca las actividades netamente científicas
de aquellas que no lo son se torna difuso cuando se desconoce la esencia de ambas, lo
cual trae consigo serias confusiones. Practicas seudocientíficas como la astrología, el
reiki, la homeopatía, la telepatía y la telequinesis, entre otras, se han popularizado cada
vez mas en nuestra sociedad, convirtiéndose en algo con lo que tenemos que lidiar a
diario.

¿Qué son las pseudociencias? El prefijo pseudo viene del griego, y significa falso.
Cuando se hace referencia a las pseudociencias, en realidad se esta hablando de algo que
se “disfraza” de ciencia pero que realmente no lo es. Las pseudociencias se caracterizan
por manejar un leguaje confuso, en el que ni siquiera los mismos personajes que la
practican entienden a que hacen referencia. El uso de palabras rimbombantes lo único que
pretende es enmascarar la falsedad de sus enunciados, con el fin de proporcionarles cierta
credibilidad. Al no seguir una metodología basada en el rigor de la experimentación, la
comprobación, la reproducibilidad de los resultados y la formulación de múltiples
hipótesis, estas prácticas carecen de total credibilidad.

La gran diferencia entre ciencia y pseudociencia radica en la metodología que se emplea a


la hora de estudiar determinado fenómeno o de afrontar un problema. De manera muy
sencilla y resumida, el espíritu del método científico consiste en evitar que nos
autoengañemos; que caigamos en las tinieblas de la autocomplacencia o la simple vanidad
al validar postulados hechos por nosotros mismos sin una evaluación apropiada, verificable
o reproducible. Es, a través de un proceso iterativo y autocrítico, que la ciencia avanza de
manera lenta pero segura.

Por su lado, las pseudociencias tienen una metodología totalmente opuesta a la explicada
anteriormente. Sus postulados no son más que trasnochados rencauches de fenómenos sin
un ápice de evidencia. Las palabras escepticismo, autocrítica y racionalidad brillan por su
ausencia. A estas prácticas se les puede comparar con un virus que, aunque en un principio
puedan pasar por desapercibido, sus efectos se hacen notorios con el tiempo provocando
terribles síntomas al mismo tiempo que va destruyendo el organismo que lo alberga.

Un buen ejemplo de la aceptación que han ganado las pseudociencias lo representa la


homeopatía. Vendida como una medicina alternativa, sus principios no podrían estar más
lejos del sentido común: su fundamento indica que la cura de una enfermedad está en los
mismos componentes que la causan; así, para curar a una persona del insomnio, se le
debería dar un estimulante, como la cafeína, pero en cantidades diluidas en tal proporción
que, al final, no queda ninguna cantidad de cafeína. En otras palabras, un placebo.

Algo similar ocurre con esas ‘disciplinas’ de la adivinación que se basan en la supuesta
injerencia de los astros en las vidas de las personas, como la astrología. De acuerdo con sus
defensores, los acontecimientos de nuestras vidas pueden ser predichos por la posición de
los astros en el momento de nuestro nacimiento o, incluso, por la posición de los mismos en
un momento determinado en el mes, algo que la ciencia ha probado como falso. En este
caso, al igual que sucede con la homeopatía, el principal interés –si no el único- de quienes
dicen poder tener la habilidad de leer los astros, es la manipulación con fines meramente
económicos de quienes creen en ellos.
Lamentablemente, este virus se ha tomado a la sociedad por sorpresa y vaya que se ha
sabido esconder bastante bien. Tal ha sido la permeabilidad de nuestra sociedad en este tipo
de temas que en varios gobiernos en vez de existir comités científicos asesorando a altos
funcionarios del gobierno hay chamanes, astrólogos o quirománticos, escogiendo cuál es la
mejor fecha para inaugurar un evento deportivo o asesorando en políticas de educación o
salud.

Los creyentes en lo paranormal son como patos de hule; no importa qué tanto uno se
esfuerce en hundirlos, siempre salen a flote. No importa qué tipo de argumentos y evidencia
se proporcione, al final siempre hay algo que alienta a los salir campantes, así sea una vana
esperanza en eventos que estadísticamente muestran ser muy poco frecuentes.

Los virus pueden ser contrarrestados por vacunas y las pseudociencias no son una
excepción. Por lo tanto, la pregunta que surge es: ¿cuál sería la vacuna más efectiva? Pues
bien, las vacunas se llaman escepticismo y autocrítica. Esto brindaría las herramientas
apropiadas para empezar a analizar y escrudiñar sobre la información que se recibe a diario
para no dejarse engañar tan fácilmente. Si bien no es una solución definitiva, sí es un
avance significativo.

La razón no sólo constituye una gran parte de nuestra esencia como especie humana: es
nuestra salvación en un mundo en el que prevalece, como una ineludible consecuencia, el
vicioso y precipitoso accionar de la emoción y el “análisis visceral” de la naturaleza. El
escepticismo es el agente de la razón en contra del irracionalismo organizado y por lo tanto
una de las claves del humanismo social y la decencia cívica. Tal como lo dijo Albert
Einstein: “…toda nuestra ciencia, contrastada con la realidad, es primitiva y pueril; y, sin
embargo, es lo más valioso que tenemos.”

Bibliografía:

https://www.eltiempo.com/vida/ciencia/diferencia-entre-la-ciencia-y-las-pseudociencias-
63838
http://www2.ib.edu.ar/becaib/bib2012/trabajos/EstrellaGomero.pdf

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