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Recopilación y Revisión
Angeles Rangel y Nanis
Diseño
Otravaga
ÍNDICE
SINOPSIS 11
1 12
2 13
3 14
4 15
5 16
6 17
7 18 4
8 19
9 EPÍLOGO
10 SOBRE LA AUTORA
SINOPSIS
Olivia James nunca ha sido de las que pisan el lado salvaje, al menos no
hasta que conoce a Seth Marc… un engreído y atractivo luchador en el
gimnasio de su padre. Es exasperante, asquerosamente adictivo y
simplemente parece no poder sacárselo de encima. Él ha estado en la ciudad
por poco tiempo y su nombre ya está en boca de todos. Es el tipo de hombre
sobre el que las madres advierten a sus hijas... de la clase que deja un
reguero de corazones destrozados detrás de sí y tiene a Olivia en la mira.
* * *
Voy furiosa alrededor de mi pequeño apartamento, con una gran caja
arropada debajo de mis brazos, recogiendo las cosas de Blade. Él no vive
conmigo, pero seguro que tiene un montón de artículos alrededor de mi
apartamento. Cada uno que recojo me hace sentir más enferma a medida
que empiezo a asimilar la realidad. Cuando estoy segura de que he agarrado
todo, corro escaleras abajo y coloco la caja en el camino de entrada. Nunca
he ido tan lejos como para eliminar realmente sus cosas antes, pero esta vez
estoy harta. Ya he tenido suficiente. Me doy la vuelta, pero un conjunto de
faros acercándose en el camino de entrada hace que me regrese. Es un taxi.
Genial.
Blade salta del asiento trasero y saca un puñado de dinero en efectivo
del bolsillo delantero de sus pantalones de mezclilla. Arroja el dinero en la
ventanilla del conductor y trota hacia mí.
―Nena ―suplica, pasando sus dedos por su cabello rubio oscuro―.
No hagas esto. Te amo.
Me vuelvo sobre mis talones, sabiendo muy bien que si me lanza esos
hoyuelos de niño voy a ceder. Su mano se envuelve alrededor de mi codo y
un escalofrío de energía me atraviesa cuando me da la vuelta con una fuerza
sorprendente. Bajo su agarre mi codo duele.
―Me estás haciendo daño ―gruño en voz baja para que los vecinos no
puedan oír. 9
Él no suelta su agarre. Sus ojos miran dentro de los míos mientras se
inclina cerca, para que pueda sentir y oler su caliente aliento alcohólico de
lleno en la cara. No hay compasión en su rostro, sólo ira. Echo un vistazo a
sus pequeños ojos azules, y luego bajo por su cara a sus labios delgados.
Lápiz labial rosado a lo largo de su línea de la mandíbula atrapa mi
atención. Mi mirada sigue el conjunto de labios por su cuello, antes de
desaparecer debajo del cuello azul de la camisa de polo verde.
―Eres asqueroso ―escupo.
Él me aprieta mi brazo más fuerte y me estremezco mientras mi
músculo se comprime contundentemente bajo mi carne.
―¿Qué harías sin mí? ¿Dónde estarías sin mí?
Yo arranco mi brazo hacia atrás.
―Ya no te necesito más. Necesito a alguien que me aprecie.
Blade ríe a carcajadas, echando la cabeza hacia atrás y mostrando sus
dientes. Al parecer, dije la broma del año.
―No vas a encontrar a alguien que vaya a estar tan interesado en ti
como yo. Eres simple, Olivia, y aburrida. No tienes nada que ofrecer a nadie.
Soy lo mejor que alguna vez te ha sucedido.
Ouch, y pensar que esta persona amargada se supone que es mi otra
mitad. Una extraña sensación de hormigueo se acumula en mi garganta
como normalmente lo hace antes de que llore y presiono mi lengua en mi
paladar para ayudar a aliviar la acumulación de lágrimas. Y lo hace en un
grado.
―Si soy tan poca cosa, ¿entonces por qué estás tan enojado?
―pregunto, mi voz temblando ligeramente.
―No estoy enojado. Estoy feliz. Rompe conmigo, no me importa.
Vendrás arrastrándote de vuelta y cuando lo hagas voy a cerrar de golpe mi
puerta en tu cara.
Me aparto de él. Si no me voy ahora, voy a llorar y no quiero que me
vea hacerlo. Me dirijo a las pequeñas escaleras blancas y justo antes de dar
un paso en mi apartamento su voz dice en voz alta por última vez.
―¡No te necesito! ¡Maine esta atestado con mejores chicas y me levanté
a dos de ellas esta noche!
Golpeo mi puerta y me deslizo hacia abajo a la madera dura. ¿Cómo
puede alguien que solía ser tan dulce ser tan malditamente hiriente? Si me
hubieran preguntado hace un par de años dónde quería estar en la vida 10
hubiera dicho “en cualquier lugar, siempre y cuando tenga a Blade”. Si
hacen la misma pregunta ahora, he de responder “cualquier parte donde no
vea la estúpida cara de Blade o escuche su estúpida voz”.
Mi pecho palpita dolorosamente mientras lágrimas escapan de mis
ojos. Las dejé caer con toda su fuerza, porque las había estado reteniendo
desde el restaurante y ya no podía más. Me arrastro sobre mis manos y
rodillas desde mi puerta principal, atravesando la sala de estar y dentro del
dormitorio. Me las arreglo para meterme en mi cama y dejo que la fresca
cubierta del edredón de satén acaricie mis mejillas ardientes. Después de
unos minutos me doy cuenta que no estoy llorando porque rompí con Blade.
Estoy llorando porque sé que esto no es el final. Él va a volver. Continuará
chantajeándome emocionalmente y desgastándome hasta que me fisure y lo
acepte de nuevo en mi vida, pero eso no va a suceder esta vez. No lo recibiré
de vuelta. Soy más fuerte ahora y me he estado preparando para nuestra
inevitable ruptura durante mucho tiempo.
Sólo porque elijo usar ropa más conservadora no me hace sencilla y
sólo porque me gusta quedarme en casa casi todas las noches y leer y
escribir no me hace aburrida. Le mostraré que no soy dependiente de él. Le
mostraré que no puedo ser controlada. Lo trataré como si lo hubiera
superado, porque definitivamente estoy por encima de haber sido tratada
como si fuera nada. Yo no soy nada. Soy yo y me encanta ser yo.
Que se joda.
11
2
A la mañana siguiente, me levanto muy temprano para poder
conseguir una sesión más larga en el gimnasio antes de trabajar. Mi
gimnasio está a sólo unas pocas cuadras, pero conduzco de todos modos.
¿Por qué iba a querer quemar más calorías de las que necesito? Fue duro
despertar temprano esta mañana. No conseguí dormir mucho anoche.
Terminé apagando mi teléfono después de las 11:00 p.m. y un millón de
llamadas perdidas. Sonrío. Blade probablemente se está volviendo loco en
este momento y lo tiene bien merecido.
Incluso después de que apagué mi teléfono el sueño fue escaso. Me
quedé despierta toda la noche pensando, tratando de fijar el punto del
momento exacto en el que Blade se dio vuelta y entró a un idiota. No podía,
y me pregunto si ha sido así desde el instituto y sólo estuve demasiado ciega
para darme cuenta.
Me detengo en frente del gimnasio, inclinándome saco mi mochila del
asiento del pasajero. En el interior tenía una toalla, un par de zapatos de 12
tacón, un bonito vestido negro de negocios, algo de maquillaje y un cepillo
para el cabello. Después de mi entrenamiento necesito una ducha y vestirme
para el trabajo. Desde que el gimnasio dispone de regaderas, me imaginé
que mataría dos pájaros de un tiro esta mañana. Ajusto mi cola de caballo,
tiro de mis mallas un poco más arriba y cubro mi ombligo con mi camiseta
de color rosa. No es que eso ayude mucho. Es tan fuerte que sigue
volviéndose a deslizar y dejando al descubierto mi barriga plana.
Entro en el gimnasio y un olor estéril llena mis fosas nasales. Ayer el
gimnasio fue el anfitrión de un campo de entrenamiento y apestaba a sudor
y vómito. Desagradable es una buena manera de decirlo.
Exploro el gimnasio tratando de decidir dónde quiero empezar hoy.
Por lo general, comienzo con la máquina para correr o la elíptica, pero esta
mañana me siento algo un poco más… agresiva. Quiero algo que pueda
sacar mi enojo. Tengo una gran cantidad de odio que quiero expulsar de mi
sistema antes de trabajar. Mi mirada cae sobre el ring de boxeo, donde dos
hombres firmes entrenaban. Es un comienzo, supongo, pero a lo mejor voy a
ir con algo un poco más personal. Miro a las bolsas de boxeo y lo veo… a él.
Guau.
Al instante un escalofrío se dispara por mi espina dorsal, encendiendo
algo oscuro y siniestro en lo profundo de mi interior. Sin poder hacer nada
me como con los ojos los rasgos extraños, boquiabierta hacia él como una
idiota. Las hebras de su cabello corto y negro se adherían a su frente por el
sudor y tan pronto como lo noto, pasó los dedos a través de él, enviando
pequeñas gotas de sudor en todas direcciones. Mi boca se seca y quiero
pasar mis labios sobre su húmeda garganta. Repentinamente soy consciente
de un extraño calor abrasador atravesando la parte trasera de mi cuello y
una corriente eléctrica que nunca he sentido antes hormiguea entre mis
muslos mientras observo su pecho sudoroso subir y bajar en un profundo
jadeo. Él mira hacia el techo y cierra los ojos, forzando su manzana de Adán
a sobresalir un poco. Sus anchos hombros y un lado de su pecho están
cubiertos de intrincados tatuajes. A través de la cadera está otro tatuaje, es
una frase, pero estoy demasiado lejos como para leerlo. Mi mirada cae sobre
sus pantalones de cordón negro que cuelgan de sus estrechas caderas,
exponiendo su deliciosa forma en “V”. Nunca he visto a un hombre tan…
tan… como él. Es como si viniera directamente de una película o de alguna
tórrida revista erótica para mujeres, con six pack 1 y todo.
Él flexiona sus dedos y rebota ligeramente en los dedos de sus pies
antes de cerrar sus manos en puños. Sus músculos se tensan y se contraen,
trabaja y relaja, mientras golpea fuerte sus puños en la gran bolsa azul. Todo 13
mi cuerpo se tensa y vibra de placer cada vez que sus grandes puños
conectan. Y la forma en que sus cejas se juntan mientras balancea sus
grandes brazos musculosos me hace retorcer donde estoy parada. Miro su
rostro, sus ojos son oscuros y su expresión seria, como si la bolsa frente a él
es alguien a quien odia. Involuntariamente, mis ojos caen de vuelta a su
forma de "V" y reflexiono sobre qué exactamente hay debajo de la delgada
tela. El pensamiento por sí solo es suficiente para que el deseo comience a
poner humedad entre mis muslos. Pasan unos segundos y me doy cuenta de
que el cordel en los pantalones no se balancea más hacia atrás y adelante, no
se está moviendo. Lentamente arrastro mis ojos a lo largo de sus delgadas
caderas y una cintura estrecha, un pecho bien formado rociado con una fina
capa de sudor y, por último, un par de ojos de color marrón oscuro que
están… mirando directamente hacia mí.
¡Mierda!
Las garras de mi estómago se abren paso hasta mi garganta con una
velocidad tremenda y creo que voy a vomitar. Me siento como si estuviera
Reír para mí misma. Selena siempre está buscando una excusa para
beber alcohol. Creo que ya ha tenido tres cumpleaños este año a causa de
eso. Le respondo.
* * *
* * *
3
Juego de palabras, ya que antes usa la expresión “clear the air between us”, limpiar el aire
entre nosotros, al decir que quiere llamar para aclarar las cosas entre ellos.
―¿Quién es Seth?
¿Qué? Estoy a punto de tirarle mi tenedor.
―El tipo del restaurante de carnes.
Coloca una cuidada mano sobre su boca y se ríe a través de sus
delgados dedos.
―Jesús, O. ¿Por qué hiciste eso?
Casi me hizo gracia.
―Porque Blade parece pensar que soy simple y nadie más me querría.
Quiero que vea que soy deseable para los hombres, sobre todo para alguien
como Seth que, seamos sinceras, tiene una cara y un cuerpo esculpidos por
Dios mismo. Él puede tener cualquier chica que quiera.
―No todas las chicas ―dice Selena, tratando de hacer una declaración.
Inclino mi cabeza y estrecho mis ojos hacia ella, desafiándola. Incluso Selena
sabe que cualquier chico guapo que hace batir una pestaña hacia ella y ella
irá con él, ni siquiera tiene que ser guapo la mitad del tiempo.
Mastica un pedazo de lechuga, riendo.
―Mentí totalmente. Le dejaría tomarme. Maldición, si hubiera sido él
el que pedía una mamada en el baño, lo hubiera hecho y le hubiera pagado.
Escupo ensalada por toda la mesa, sin poder contener la risa. Selena se
ríe también y pronto, la conversación entre Blade y yo sale de mi mente. 38
Todo lo que quiero hacer es pasar el rato con mi mejor amiga.
5
Pasar la noche comiendo bocadillos y viendo Mean Girls 4 fue
exactamente lo que me recetó el doctor. Después de dejar a Selena en la
firma de abogados de su padre, me fui al gimnasio. Voy a tener que pasar
más tiempo en la cinta de correr hoy si quiero quemar todos esos azúcares y
grasas trans que me comí anoche. Sin embargo, valió la pena.
Me acerco al edificio y mientras mis dedos se enrollan en la manija de
la puerta, me doy cuenta de que estoy sosteniendo la respiración. La dejo
salir lentamente y abro la puerta. No lo mires. No lo mires. Fallo
miserablemente y mis ojos me traicionan, lanzándose directamente a donde
se encontraba ayer. Hago una mueca cuando mi mirada cae sobre el espacio
vacío.
Seth no está aquí.
De repente, mi motivación para estar en el gimnasio disminuye.
―¡Olivia! ―Mi papá me llama desde la ventana en el centro de la
pared, al menos dos pisos más arriba. Hace señas con su mano, haciendo un 39
gesto para que suba las escaleras.
Voy a la oficina de mi padre, deseando estar de vuelta en la cama para
dormir. Entro y cierro la puerta detrás de mí. La oficina de papá es su lugar
sagrado y me siento incómoda estando aquí rodeada de recuerdos de sus
artistas marciales y boxeadores preferidos, en cajas de cristal en la pared.
Mamá no le permitiría tener una “cueva de hombres” en casa, por lo que
comenzó una en el trabajo. A veces me preocupa que lleve las cosas
demasiado lejos.
―Hola, papá ―digo, dejándome caer en una silla cómoda frente a su
escritorio.
Se levanta de su silla y se coloca una chaqueta.
―Olly, necesito un favor.
4
Mean Girls: (Chicas pesadas, en Latinoamérica, y Chicas malas, en
España) comedia adolescente norteamericana dirigida por Mark Waters. Está
basada en el libro Queen Bees and Wannabes de Rosalind Wiseman Y tiene como
protagonistas a Lindsay Lohan, Rachel McAdams, Tina Fey y Amanda Seyfried.
Sus palabras dejan una sensación inquietante en mi estómago, o tal vez
es el uso de mi apodo. Agh.
―… Está bien.
―Necesito que atiendas el gimnasio por mí hoy. Derrick está de
vacaciones y no tengo a nadie que ordene este lugar. Tengo unas cuantas
citas médicas para pruebas al azar. ―Revisa su muñeca como si no fuera
gran cosa y de repente me pongo preocupada―. Pero debería estar de vuelta
en un par de horas.
―¿Está todo bien?
―Sí, todo está bien. Tu madre está preocupada por mi salud. ―Saca
sus enormes ojos de cachorro y sonrío.
―Claro, puedo hacer eso por ti.
―Eres una buena chica. ―Extiende sus brazos hacia mí para que le dé
un abrazo y yo salto en ellos. Sus brazos se envuelven a mi alrededor y soy
atrapada por ese típico olor a padre. Ni siquiera sé cómo describirlo. En
cualquier caso, es reconfortante―. Nunca pondría este estrés en ti si tu
hermano estuviera aquí.
―No es estrés, papá. Es sólo por un día. Creo que puedo manejarlo.
Me entrega una larga lista de todas las cosas que tengo que hacer, cosas
por las que se niega a contratar a alguien para que las haga cuando abrió 40
este tugurio cuando yo era pequeña. Cosas como, limpiar los equipos,
recoger las toallas, vaciar los cubos donde escupen, evaluar las máquinas y
un montón de otros trabajos de mierda que mi padre no debería tener que
hacer. Ajusta una foto de mi hermano y yo de niños antes de colocar un
suave beso en mi mejilla.
―Gracias.
Lo sigo desde la oficina y mientras cruzamos el piso del gimnasio hacia
la puerta principal, veo a Seth.
Él está aquí.
Se abre la cremallera de la sudadera con capucha negra y la tira sobre
una silla vacía. Sus dedos se curvan alrededor del borde de su camiseta
blanca lisa y se la saca por la cabeza, dejando al descubierto una deliciosa e
interminable cantidad de músculos. Sus labios están apretados en una
delgada línea cuando toma la bolsa con las manos sin guantes. La forma en
que sus puños se conectan con fuerza bruta e ira me hacen pensar que algo
está mal con él. Muestra sus dientes ligeramente cada vez que los puños
golpean la bolsa y sus cejas están fruncidas, envejeciéndolo.
Empujándolo a la parte posterior de mi mente, continuo caminando
con papá al coche y lo saludo antes de volver a entrar en el gimnasio. Mi
teléfono vibra y lo saco de mi bolsillo trasero.
* * *
No me gusta ir a las discotecas. La última vez que fui a una discoteca,
era el cumpleaños (real) de Selena, hace seis meses y porque no suelo ir a
bailar, mi gama de vestidos cortos y atractivos, es limitada. Tengo que elegir
entre uno negro de cuello sin mangas y un vestido de coctel color coral sin
hombros. Personalmente, preferiría no ponerme ninguno.
Tiro ambos vestidos en el suelo y me dejo caer de nuevo en la cama con
un fuerte suspiro. El sol se puso hace una hora y Selena tiene la intención de
estar aquí dentro de tres horas. Me pregunto si me odiará si cancelo. Un
golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. Me pongo una bata encima
de mi ropa interior de encaje negro y me dirijo a la puerta. Cuando la abro,
veo a Selena con la cara libre de maquillaje. Eso es una primera vez para ella.
No necesita maquillaje, tiene uno de esos rostros de belleza natural. ¿Saben?,
los que tienen pestañas espesas, pómulos altos, labios gruesos y una perfecta
tez para arrancar.
―Llegas temprano. Muy temprano.
Se encoge de hombros.
―Estoy muy emocionada por esta noche. Deja de mirarme. Estoy
horrible.
Me ahogo con una carcajada mientras se empuja más allá de mí. Selena
tira de una pequeña maleta púrpura detrás de ella. 45
―¿Tu papá finalmente te dio una patada en el culo a la acera?
―pregunto, cerrando la puerta.
―No, esto es para esta noche. ―Selena hace rodar la maleta en mi
habitación y la sigo muy de cerca. Ella toma un vistazo de los vestidos en el
suelo y me sonríe―. Gracias a Dios que no estarás usando ninguno de esos.
Fingiéndome insultada, exijo:
―¿Qué hay de malo con ellos?
―Son del año pasado. Eso es lo que hay de malo.
Abre la cremallera de su maleta y saca un corto vestido rojo y ajustado,
sin duda. Lo veo y lo único que viene a mi mente es: PUTA.
―No voy a usar eso.
Ella pone mala cara.
―¿Por qué no?
―Porque es demasiado escandaloso… Quiero divertirme y hablar con
chicos, no terminar en una zanja al final de la noche.
Pone los ojos en blanco.
―Dios, suenas como tu madre. ―Abro la boca para protestar, pero
levanta la mano―. Tienes que relajarte. Este es manso en comparación con
lo que otras chicas visten, confía en mí.
Selena sostiene el vestido delante de ella y en un examen más
minucioso puede que haya exagerado. No es tan malo. Es decir, el pequeño
recorte en medio de los pechos no expone demasiado, supongo. Y asumo
que Selena no me está dando opción. Tomo el vestido y dejo caer mi bata.
―¡Mírate, bombón! ―Rió Selena―. Ir al gimnasio está realmente
dando sus frutos. ¡Estás tan en forma y has logrado mantener animados esos
grandes pechos ole' tuyos! Tal vez debería empezar a ir al gimnasio.
Da un paso hacia adelante, con las manos extendidas para tocarme y yo
la aparto de un golpe, incapaz de evitar la risa en mis labios.
―Eres una lesbiana, basta.
Me deslizo en el vestido y hago que Selena suba la cremallera. Cuando
está puesto y hago un pequeño giro, su boca se abre y coloca las manos
sobre su pecho.
―¡Te ves increíble! ―chilla―. Sabía que este vestido se vería bien en ti.
Me acerco a mi espejo y estoy absolutamente anonadada por lo bien
que se ve en mí. El rojo es sin duda mi color. 46
―Ahora siéntate ―demanda Selena y doy unos pasos hacia atrás para
sentarme en el borde de mi cama. Saca una gran caja de metal de la maleta y
la abre. Estoy sorprendida por la cantidad de maquillaje que tiene.
Inmediatamente se pone a trabajar con sus bases, polvos, cosas rosadas y
cosas negras. Estoy segura de que tienen nombres formales, pero se pierden
en mí. No tengo ni idea.
Cuando Selena termina la creación de su obra maestra se aleja de mí,
dándome la vista de mí misma en el espejo. No me reconozco. Mi piel
cremosa es perfecta y mis ojos verdes están resaltados por un color negro al
que Selena se refiere como “ónix reluciente”. Mis labios están brillantes y mi
largo cabello chocolate cae en cascada en línea recta por mi espalda.
―Vaya. ―Es todo lo que puedo decir.
―Lo sé. Soy buena.
Encuentro un par de tacones de aguja blancos en mi armario y me
deslizo en ellos. No soy de halagarme, pero joder que me veo sexy. De
hecho, me siento tan bien conmigo misma que podría incluso considerar la
idea de traer un extraño a mi casa conmigo.
O no.
Lo más probable es que no.
Selena pasa casi dos horas preparándose y si me veía como una
supermodelo cuando terminó conmigo, ella parecía una súper-supermodelo.
Su vestido violeta oscuro sin tirantes tiene un corte en forma de corazón y
termina a mitad del muslo. Sus largos rizos rubios caen rectos contra su
espalda y sostiene su cabello a ambos lados mientras se coloca dos aros de
oro.
―Programé un taxi para que venga por nosotras a las nueve.
Miro el reloj.
―Eso es ahora.
Efectivamente un bocinazo suena en el exterior y Selena me lleva por el
codo. Ansiosamente me arrastra desde la casa antes de tener la oportunidad
de cambiar de opinión acerca de esta noche.
Estamos en el taxi y cuanto más me alejo de casa, más fuerte crece la
inquietante sensación en mi estómago. Ahora que estoy fuera y de camino a
un club, me hubiera gustado no haberle enviado el mensaje a Selena y
sugerirlo.
* * * 47
58
6
Abro los ojos. El despertador de la mesilla de noche dice que son las 9
a.m. Bostezo, froto el sueño de mis ojos y miro de nuevo.
9 a.m.
¡Joder!
Me siento de golpe y el edredón se cae, exponiéndome al aire fresco de
la mañana. Golpeo parada en mi iPod, demasiado cara de sueño y
desorientada para darme cuenta de la canción que estaba sonando. Brinco
fuera de la cama y me muevo tan rápido que juro que mis pies no tocan el
suelo. Mason se va enojar. Me dio dos días libres y todavía no puedo
conseguir mi mierda junta. Desnuda, busco mi teléfono por la casa. Lo
encuentro sobre el banco en la cocina y reviso mis mensajes. Hay un montón
de Blade, un montón de Selena y millón y uno de Mason. Mierda. Esto es
malo. Rápidamente le marco.
―Buenos días, Guyer y Peterson psicología, soy Mason.
59
Retuerzo los dedos en mi desordenado cabello.
―Mason, hola.
―¿Olivia?
―Sí, me quedé dormida, lo siento mucho. ―Mastico mis uñas.
―Te di dos días Olivia. Tenías dos días para despejar la cabeza y volver
al trabajo. No pienso…
―Me encontré con Blade anoche y él se metió en mi cabeza.
―Interrumpo. No era del todo una mentira. Me encontré con Blade, pero no
se metió con mi cabeza… no como Seth lo hizo de todos modos.
―¿Ustedes dos aún no han terminado?
―Por supuesto que sí…
Exhala.
―¿Puedes llegar en media hora?
―Voy estar ahí en veinte.
Cuelgo y corro a mi cuarto poniéndome ropa interior, un par de jeans
ajustados, una blusa de seda blanca y una chaqueta de color azul claro. Mi
cabello es un nido de pájaros porque me acosté con él mojado y el cepillo lo
arranca cuando pasa por los nudos. Casi lloro, ya que hace que mi cuero
cabelludo queme. Me unto un poco de base y algún maquillaje de ojos.
Lanzó en mi bolsa unos leotardos y una camiseta para que pueda ir al
gimnasio después del trabajo. Con suerte, Seth pasará por la mañana por el
gimnasio y así podemos evitar un encuentro difícil más tarde.
Huyo de la casa y prácticamente me zambullo en mi coche. Estoy con
tal prisa que ni siquiera me molesto en ponerme el cinturón de seguridad, y
cuando llego al trabajo mis mejillas están ligeramente enrojecidas por tener
que estacionar varias calles abajo y correr el resto del camino.
―Olivia, lo hiciste. ―Mason me sonríe cuando paso por la puerta
principal. Se levanta de la recepción y endereza su traje azul marino―.
¿Puedo hablar contigo en mi oficina un momento?
Astillas de temor perforan mi estómago. Mierda… tal vez seré despedida.
Lo sigo a su despacho y cierra la puerta detrás de mí, haciendo un gesto
hacia el asiento frente a su escritorio. Me siento y abro la boca para hablar,
pero levanta un dedo para hacerme callar. Se sienta en el borde de la mesa
frente a mí. Está tan cerca que su rodilla casi toca la mía.
―Relájate, no te voy a despedir. ―Casi me hundo aliviada―. Quería 60
saber cómo lo estás haciendo…
―Estoy bien ―contesto, sonriendo ampliamente.
―Define bien.
―No lo sé… Estoy bien. Feliz. Libre.
Cruza los brazos:
―¿Estás lo suficientemente bien para ir a cenar conmigo?
Siento que mi sonrisa se desvanece.
―Mason... hemos hablado de esto antes.
―Lo sé, pero tenías un novio entonces.
―Sólo rompí con él hace dos días. ―Señalo. Gracias a Dios que no sabe
que casi dormí con alguien anoche―. Además, sigo siendo tu empleada.
Se inclina hacia mí.
―Olly…
―Olivia. ―Le advierto tal vez un poco demasiado duro. No suporto
que me llamen Olly.
―Lo siento, Olivia, es una cena. No te estoy pidiendo que te cases
conmigo.
―Lo sé, pero siento que al salir contigo estaría cruzando una línea.
Eres mi jefe y no quiero mezclar negocios con el placer. ―También quiero
añadir que es demasiado viejo para mí, pero decido no hacerlo, para no herir
sus sentimientos.
Sus cejas se juntan y sus ojos azules me miran suplicantes.
―Una cena. Eso es todo lo que pido.
―Lo siento ―digo, finalizando nuestra discusión. Empujo mi silla
hacia atrás y me levanto―. Voy a empezar a trabajar ahora, si es que todavía
tengo un trabajo.
Él asiente y se pasa las manos por el cabello y dejo la habitación.
Cuando salgo de su oficina puedo respirar mejor, pero no me siento mejor
porque sé que esto va a suceder una y otra vez hasta que ceda. Odio romper
el corazón de Mason, pero la idea de salir con él realmente me pone fuera de
mi zona de confort independientemente de lo guapo que es.
El trabajo es incómodo, por no decir más. Mason sale a cada hora y
recoge un nuevo paciente sin parpadear en mi dirección. Cuando se le pase
el rechazo volverá a hablarme en dos días. Suspiro y tamborileo con mi
pulgar en el teclado. El trabajo está lento hoy, el cual es inusual para un
miércoles y porque no tengo nada de que ocuparme no dejo de pensar en 61
Seth. Imágenes de sus labios sobre los míos destellan por mi mente y juro
que puedo sentirlos. Un dolor familiar pulsa entre mis muslos y exprimo
mis rodillas juntas, reclinándome en la silla. Los eróticos sentimientos que
tengo por Seth esta mañana me decepcionan porque estoy humillada y
frustrada. Quiero chocar con la caminadora o golpear algo, cualquier cosa
que me ayude a relajarme.
En el bolsillo mi teléfono vibra y eso me sacude de mis menos-que-
sanos y menos-que-pacíficos pensamientos. Lo saco y compruebo. Selena
llamando.
―¿Hola? ―contesto.
―¡Ahí lo tienes! Jesús. He estado tratando de llamarte desde que llegué
a casa anoche. Empezaba a pensar que tal vez hubieras terminado en una
zanja justo como temías. De todos modos, hablando de anoche, ¿cómo te
fue? ―Su “tienes que decírmelo todo” tono no pasó desapercibido.
―Esto no fue. Seth me dejó y fue todo. ―Decido excluir la parte sobre
nosotros besuqueándonos y dejar que me tocara entre los muslos. Me daba
vergüenza decirle a Selena lo que pasó porque sé que algo así nunca le ha
ocurrido.
―¡Eres una mentirosa! ―chilla, cacareando como una loca.
―No lo soy. Te juro que no tuve relaciones sexuales con él.
Su risa se detiene abruptamente.
―¿Juras por nuestra amistad?
Lo que sea que eso significa.
―Sí, lo juro.
―Oh. ―El entusiasmo en su tono desaparece―. ¿Es gay? ―Su
pregunta me saca un bufido―. Porque te veías sexy con ese vestido…
―No es gay, Sel. Te puede ser difícil de creerlo, pero algunas personas
que no se conocen bien no tienen relaciones sexuales en la caída del
sombrero.
Ella se ríe frenéticamente otra vez y puedo imaginarla haciéndolo, la
cabeza inclinada hacia atrás, la boca amplia, exponiendo sus dientes
perfectos.
―Había un montón de gente hablando en el club después de que te
fuiste. Seth parece bastante conocido para un tipo que se acaba de mudar
aquí y el consenso es que tiene sexo en cualquier momento. Estaba casi
segura que conseguirías algo. 62
Frunzo el ceño. Si le gusta el sexo tanto ¿por qué no podía tenerlo
conmigo? Tal vez su excusa era una manera de escabullirse… tal vez soy
simple, aburrida y sin atractivo para la mayoría del sexo opuesto. Tan
rápido como el pensamiento entró en mi cabeza, lo aplasté. Él estaba en
todas partes de mí al principio.
―Sí, bueno, pues no lo hice.
Ella suspira.
―Yo tampoco. Hey, te divertiste anoche, ¿verdad?
―Sí…
―¿Quieres salir esta noche?
Me desplomo en mi asiento.
―No lo sé, Selena. Ayer por la noche con Blade…
―Blade es un pendejo. Vamos a ir a otro lugar, en algún lugar bajo
llave. Oh, vamos. No tuvimos suficiente tiempo para salir anoche.
Hago una pausa durante unos segundos, sopesando mis opciones. Si
realmente salgo, quién sabe a qué hora voy a volver o si incluso saldré de la
cama para el trabajo mañana por la mañana. Si no salgo voy a estar atrapada
en casa pensando en Seth y eventualmente recurriré al auto-placer. Pero si lo
hago… tendré lo suficiente para mantener mi mente ocupada.
―Me siento muy indecisa en este momento, me llamas más tarde.
―Está bien, pero, ¿me prometes qué pensarás en ello?
―Te lo prometo ―respondo, recordando cruzar los dedos.
―¡De película! Te quiero, perra.
Ella cuelga y deslizo el teléfono en mi bolsillo. Estoy de un humor
horrible para pensar en algo en este momento.
El día es una mierda.
* * *
5 Takedown: Derribo
necesita es su ego inflado aún más―. Esto es lo que estoy destinado a hacer
con mi vida.
―¿Y qué tiene que decir mamá acerca de todo esto?
Papá se frota la parte posterior de su cuello.
―Esa es la cosa… no se lo he dicho aún.
―Papá…
―Lo haré esta noche. La voy a llevar a ese lugar de fantasía que le
gusta, uh… ―Él estalla los dedos tratando de recordar el nombre.
―Phillip´s Gourmet ―respondo por él.
―Exacto.
Sus enormes ojos marrones me miran fijamente, esperando que le diga
algo más.
―Bueno ―empiezo―. Si esto te hace feliz, entonces yo soy feliz.
―Beso su mejilla caliente y cabeceo hacia el baño para cambiarme la ropa de
gimnasia. No voy permitir que la presencia de Seth me impida ejercitarme.
Cuando me cambio por un par de leotardos y una camiseta sin mangas,
salgo de un pequeño cubículo y Seth con toda su gloriosa transpiración se
apoya contra la pared por los espejos. Su presencia fuerza a una masa de
mariposas en mi estómago, haciéndome sentir náuseas. Me detengo en seco
y tomo mi bolsa un poco más apretada contra mí. Dejo que mi mirada se 65
arrastre para encontrarme con él y trato de no abrir la boca en la perfección
pura de su aspecto. Su cabello negro está desordenado y húmedo en la
frente. Su piel está recubierta de una fina capa de sudor y por no mencionar
los músculos que se ondulan debajo de su piel impecable. Es injusto que
alguien pueda ser tan guapo y deseable, cuando lo único que quiero hacer es
olvidarme de ello. Trago una y otra vez, tratando de librarme de la sequedad
repentina en la parte posterior de mi garganta cuando lo miro
cuidadosamente.
―¿Estás bien conmigo contratando a tu padre? ―Su voz es baja y
gruesa, enviando una ola de escalofríos por mi espina dorsal.
―¿Me estás preguntando ahora? ¿Después de que ya lo has
contratado?
―No tenía ni idea de que era tu padre hasta que entraste y lo llamaste
papá.
―Sí, está bien. Eso es un poco demasiado una coincidencia, ¿no crees?
Él no me responde, sólo mira y sigo.
―La lucha es su pasión y eso le hace feliz así que… gracias.
Él asiente.
―Me preocupaba que pudieras pensar que lo estoy usando para llegar
a ti.
Me río en seguida.
―No, está bastante claro que no estás contratando a mi padre para
entrar en mis pantalones teniendo en cuenta que me los quite anoche y tú lo
rechazaste.
Él me está sonriendo ahora, pero hay algo crudo y hambriento en sus
ojos. Está confundiéndome y lo odio. Paso junto a él rápidamente, pero su
mano agarra mi brazo, girándome de nuevo hacia él. Jadeo mientras mi
espalda es presionada contra la pared y su rostro está a centímetros del mío.
Sus labios carnosos están separados, como si estuviera a segundos de
devorarme y odio que yo también lo quiera. La mirada en sus ojos se
oscurece y presiona sus labios en una delgada línea.
―¿Estás enojada porque no me acosté contigo?
―No, estoy enojada porque me humillaste. Dejé que me tocaras…
―Me estremezco―. Y luego te fuiste. ―Ruborizada y renuente, me deslizo
fuera de su alcance―. Me alegro que no tuviéramos sexo. Puedes usar a mi
padre para tu entrenamiento, siempre y cuando mantengas tu pecho firme y
brazos gruesos… y tú… ―¡Concéntrate mujer! Me aclaro la garganta y la
66
comisura de los labios dan un tirón―. Sólo mantente alejado de mí.
Él me agarra de nuevo, tirando de mí hacia atrás contra la pared. Sus
fuertes brazos se apoyan en el hormigón a cada lado de mi cabeza y su
rodilla se impulsa entre mis piernas, dominándome por completo. ―Déjame
resarcirte. Ven a cenar conmigo esta noche.
―No.
Sus labios dan un tirón y sus ojos de repente son más brillantes. Le
gusta que le digan que no y en secreto me emociona porque disfruto
diciéndoselo.
―Confundes mi demanda con una pregunta.
―¿Tu demanda? ―Me burlo y le empujo, pero él no se mueve.
―Olivia. ―Su voz áspera se envuelve alrededor de mi nombre y me lo
imagino gimiéndolo en mi oído. Mis labios se separan y exhalo
lentamente―. Ven a cenar conmigo.
―No. ―Quiero sonar molesta, pero mi voz se quiebra y él sonríe. Va a
romperme. Voy a ceder y él lo sabe. Voy a tener que cortarlo de raíz antes de
que gane. Desde mi bolso, saco mi teléfono y marco el número de Selena. Lo
puse en mi oído mientras Seth me mira con curiosidad.
―¿Hola? ―contesta.
―Está bien ―digo, manteniendo mis ojos trabados con los de Seth―.
Salgamos esta noche.
Ella chilla y alejo el teléfono de mi oído, hasta que ha terminado. Los
ojos de Seth se estrechan en mí y puedo ver sus músculos contraerse y
relajarse.
―Estaré allí a las nueve. ¡Te quiero! ―Ella cuelga.
Sonrío burlonamente.
―Lo siento, pero estoy ocupada esta noche.
Maldita sea. ¿Por qué soy tan terca? Quiero alejarme, pero su cuerpo
está impidiéndome ir a cualquier parte.
―Estás jugando un juego peligroso. ―Él casi me gruñe―. No voy a
parar hasta que…
―¿Hasta qué? ―interrumpo―. Tú no me quieres. ―Enfatizo cada
palabra.
―¡Joder, Olivia! Te he deseado desde el momento en que te atrapé 67
mirándome hace días. ―Su dedo traza mi mandíbula y luego mi labio
inferior antes de que lo deje caer a su lado―. ¿Quieres saber por qué no
puedo dejarme tenerte? Debido a que durante todos nuestros encuentros al
azar descubrí que eres el tipo de chica que no pueden separar las emociones
del sexo y eso es todo lo que quiero de ti. ―Frunzo el ceño ante sus palabras,
pero al menos gana puntos brownie por honestidad―. Y por alguna extraña
razón… No quiero hacerte daño. Eres buena y no quiero arruinar eso para ti.
Mis ojos revolotean a sus labios y luego de vuelta a sus ojos.
―Si nunca planeaste tener sexo conmigo, ¿por qué me dices esas cosas
y me tocas y me besas?
―Porque en el momento estaba tratando de probar un punto, pero se
me fue un poco de las manos.
Miro dentro de sus ojos chocolate y parece sincero, pero nunca se
puede decir realmente con estos tipos playboy con exceso de confianza.
Inesperadamente, él presiona sus labios secos y llenos contra los míos y mis
ojos revolotean cerrados por instinto, las mariposas incrementándose cada
vez más abominable. Sus condenados labios están causando que mis rodillas
se debiliten y que mi terquedad desaparezca. Es como si no pudiera
controlar mi cuerpo. Mis manos se deslizan hacia arriba alrededor de su
cuello y en su cabello. Siento su suave cabello húmedo deslizarse entre mis
dedos y su lengua es resbaladiza por la humedad mientras me da latigazos
con ella a lo largo de mi labio inferior. Un gemido se escapa de mi garganta
mientras Seth se empuja hacia atrás y con una sonrisa sensual, dice:
―Pero ahora que sé exactamente lo que hay entre esos muslos, no creo
que vaya a ser capaz de detenerme de ir tras de ti. ―Se estira en toda su
altura y sale rápidamente, dejándome jadeando y mirando el espacio vacío
delante de mí como una idiota, mis labios aún pesados con su beso.
Para el momento en que encuentro el coraje para salir de la ducha, Seth
y su equipo se han trasladado a las habitaciones privadas de entrenamiento.
Gracias a Dios. Felizmente me subo a una cinta de correr y caliento por
mucho tiempo. Todavía puedo sentir su calor sobre mí y no puedo pensar
con claridad. Después de correr, me muevo hacia el banco de levantamiento
y pesas. Demasiadas veces he perdido la cuenta de mis repeticiones porque
estaba demasiado ocupada pensando en lo que dijo Seth. Él es confuso. Me
quiere, pero al mismo tiempo no lo hace, porque soy "demasiado buena". Y
pensé que las mujeres eran confusas. No quiero volver a sentir como me
sentí hoy nunca más. Seth no tendrá otra oportunidad de humillarme,
incluso si esa no era su intención, en primer lugar. El bastardo arrogante 68
necesita que le digan que no para variar y espero poder mantenerlo.
* * *
***
73
7
Me despierto con la sensación de fragmentos de vidrio siendo
empujados en la parte trasera de mis ojos. Mi cabeza golpea
incansablemente y mi boca esta tan seca como un desierto.
Alcohol.
Clubs.
Roinol 6.
Me quejo y en silencio hago un voto para no volver a beber. Casi puedo
oír a mi cerebro burlarse de mí. Lo he dicho muchas veces para que sea
fiable y ahora mi propio cuerpo no confía en mí.
Ruedo de mi cama y me enderezó. Me siento como una mierda. No, me
siento peor que una mierda… ¿Qué es peor que una mierda? Me duele el
cerebro y no puede importarme el responder a mi propia maldita pregunta.
Jalo mi bata de atrás de la puerta y me deslizo en ella. Soñolienta,
camino a la cocina. Cuando entro en la sala, Selena está dormida en mi sofá 74
vistiendo una camiseta negra y el chándal a juego, esos son míos. Qué
sorpresa.
Abro el armario y saco una cacerola. Tomo una cuchara de sopa de
metal del cajón y lentamente troto hacia Selena. Golpeo sobre la base de la
cacerola, llenando la habitación con glorioso ruido provocador de dolor de
cabeza y ella prácticamente salta de su piel.
Me cierno sobre ella y ella centella un par de veces para orientarse.
―¡Qué. Mierda. Olivia! ―grita, tapándose la cara con una almohada.
―Oh no, no lo hagas ―Mi voz suena ronca y seca. Agarro la almohada
y tiro de ella―. Si yo no puedo dormir entonces tamp…
Echo un vistazo al reloj de mi microondas.
04:00 pm
Mierda.
6
Roinol: en inglés Roofies; droga utilizada para obtener la cooperación sexual, generalmente se usa
diluyéndola en bebidas alcohólicas; mejor conocida como droga de violación. Se refiere a que fue
drogada, o dopada en el bar.
Mierda.
―Mierda ―jadeo.
―¿Qué es? ―gime ella, reclamando su almohada de regreso y
alejándose de mí.
―¡He faltado al trabajo! Mason me va a matar. Estoy tan despedida.
Ignorando mi cabeza golpeando y mi boca seca, corro a mi habitación y
me pongo algo de ropa interior limpia.
No puedo encontrar un sostén adecuado, así que opto por uno
deportivo. Encima de eso, tiro de una camiseta sin mangas de color rojo y un
par de mallas de yoga. No he hecho la lavandería en algunos días, así que
estoy sin nada de ropa de trabajo respetable. Tengo que ir allí y explicarle lo
que pasó.
―¡Olivia! ―me llama Selena desde la sala, pero la ignoro.
Jalo mi cabello en una cola de caballo y decido saltarme el maquillaje
todo al mismo tiempo. Me pongo un par de calcetines y corro a la puerta
principal con un par de zapatos para correr. Estoy tan jodida. Voy a tener
que pedirle salir a cenar para salir de esta.
―Relájate, Sporty Spice 7. ―No me detengo. Deslizo mis pies en mis
zapatos y empiezo a atar los cordones―. Llamé a Mason anoche y le conté lo
sucedido. Él sabe que no estás yendo hoy. 75
Me detengo y miro a Selena. Está sonriendo perezosamente hacia mí.
―¿Y no me lo dijiste antes?
―Traté de hacerlo.
Exhalo profundamente.
―¿Él sabe que estaba drogada?
Ella asiente.
―Bueno, tenía que decirle la verdad de lo contrario, pensará que
bebiste demasiado y no tienes ningún sentido de la responsabilidad, bla, bla,
bla.
―Sí, supongo. ―Me dirijo a la cocina―. Gracias por eso.
―De nada. ―Ella tira de la almohada sobre su cabeza mientras bebo
rápidamente una botella de agua fría del refrigerador.
7
Sporty Spice: referencia al grupo de pop Spice Girls, más específicamente a la integrante vestida
con ropa deportiva.
―Oh, no te vas a dormir ―declaro, poniendo el agua de nuevo en la
puerta lateral―. Vamos al gimnasio.
―Diviértete con eso.
Selena nunca va al gimnasio. No creo que tenga la motivación para
hacer algo que no requiera de alcohol y chicos. Jalo la almohada y la tiro al
otro lado de la habitación. Ella no se mueve, así que recojo mi cacerola y
cuchara y golpeo. Después de un minuto y un medio de molestamente
ruidosos sonidos metálicos, se pone de pie y golpea la cacerola de mi mano.
―¡Bien, bien! Sólo déjame hacer pis.
Mientras hace pis, tomo dos barras de desayuno de la alacena y los
echo en mi bolsa del gimnasio. Empaco una toalla extra en caso de que ella
quiera ducharse después, también.
Cuando regresa, lleva un par de enormes gafas de sol y la misma ropa
con la que durmió.
―Esto tendrá que servir, porque no puedo molestarme en vestirme.
―Está bien.
Le lanzo un lazo para cabello y ella tira de su cabello rubio recogido en
un moño desordenado por arriba de su cabeza y mechones de su cabello
claro enmarcan su cara. Salimos de la casa y subimos en el auto. Mientras
nos dirigimos hacia el gimnasio le doy las gracias por lo de anoche. 76
―Eso es lo que los amigos hacen, cuidar uno del otro. ―Se encoge de
hombros.
―Es cierto. Siento haber arruinado esa cosa entre el niño rico y tú.
Ella chasquea su mano hacia mí.
―Nah, olvídalo. Lo busqué en Google cuando llegamos a casa y su
padre es el que tiene el dinero. Un pequeño imbécil viviendo de las rentas de
la reputación de su padre.
¡Ja! La gente en casas de cristal no debería arrojar piedras.
―Lo dice la pequeña señorita “Soy dueña de un bufete de abogados”
―le disparo a su vez.
Su sonrisa se ensancha y se ríe a carcajadas.
―¡Cállate!
* * *
El gimnasio es un hervidero de fanáticos del fitness esta tarde y Selena
quiere sentarse cerca de la sección de boxeo para conseguir una mirada más
de cerca a todos los chicos musculosos golpeándose entre sí.
Afortunadamente, Seth no está allí, así que estoy de acuerdo con eso. Ella se
acomoda en un asiento detrás de una bolsa de repuesto y observa el
espectáculo a través de sus gafas de sol.
―Hey, Perver. ―Me río―. Estás aquí para trabajar, no comértelos con
los ojos.
Ella lleva sus rodillas hasta el pecho y se inclina hacia atrás en su silla
de una manera que es, sin duda, horrible para la columna vertebral. Me
duele la espalda mirándola sentada así.
―Incorrecto. Tú estás aquí para trabajar. Yo estoy aquí para apoyar.
El largo cristal de la pared al lado de nosotros nos da una buena parte
de este lado del gimnasio. En el interior hay salas de entrenamiento de artes
marciales mixtas o yoga o cualquier otra cosa relacionada con el deporte o
categoría. Gente en trajes se alinean en la pared de vidrio de la sala junto a
Selena y yo. Me empujo en las puntas de los dedos de los pies, curiosa de
echar un vistazo.
Por lo general, cuando la habitación está ocupada, el vidrio se vuelve
negro impidiendo que nadie mire hacia adentro. Hoy, a las personas
usándolo no parecía importarles que el cristal estuviera todavía 77
transparente.
Saco las muñequeras deportivas de mi bolsa. Los recibí cuando tenía
dieciséis años. Solía tomar clases de boxeo cuando era más joven. Selena
también lo hizo hasta que lo dejó porque pensó que sus bíceps se estaban
haciendo más grandes.
He tenido la intención de sustituir estas muñequeras con unas más
nuevas, pero me gusta cuán ligeras son y vinieron con un orificio de pulgar
y velcro, haciéndolas más fácil para envolver. Selena me ayuda a deslizarme
dentro de un pequeño par de guantes. Son apretados, pero puedo sentir el
apoyo en torno a mi muñeca. Doblo mis rodillas ligeramente y cierro mis
puños enguantados en la bolsa.
Cuento incluso ritmos y números en mi cabeza. Me encanta el boxeo.
No lo he hecho mucho en los últimos años, aún menos ahora que Seth
domina esta zona, pero es una buena liberación para mí. A Blade no le
gustan las mujeres boxeando, al parecer, hay algo castrante y varonil al
respecto. Pfft.
―¿Olly? ―Echo un vistazo para ver a papá salir de la sala de
entrenamiento. Lleva una chaqueta con capucha y un par de pantalones
negros de deporte, algo que realmente no he visto que use por un tiempo.
―Buenos días Sr. James ―lo saluda Selena, deslizando sus gafas de sol
a la parte superior de su cabeza.
Ella siempre se refería a mi padre como el Sr. James a pesar de que se
han conocido el uno al otro desde que estaba en la escuela primaria.
―Hey, Sel. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tú papá?
―Estoy bien y él está genial, gracias por preguntar.
Papá vuelve su atención hacia mí.
―No te he visto boxear por un tiempo.
Echo un vistazo a los guantes.
―Sí, me sentí con ganas esta mañana.
―Ven, quiero mostrarte algo. ―Me agarra por el brazo y me empuja
hacia la sala de entrenamiento.
―¿No puedes decirme lo que quieres mostrarme? Tengo una buena
imaginación ―digo, sabiendo muy bien que papá quiere que vea algo que
tiene que ver con Seth. Selena salta de su silla para seguirnos de cerca. Un
hombre de piel oscura impecable sale de la habitación, lo que nos impide
entrar. Sus ojos son de un bonito color dorado con manchas marrones 78
oscuras. Son reconfortantes. Mis ojos se caen al cronómetro que cuelga
alrededor de su cuello y me doy cuenta que él estuvo aquí ayer, también.
―Uh, Rick. No creo que sea una buena idea. Está en un estado de
ánimo bastante asqueroso esta mañana ―le dice a papá.
―¡Es sólo mi hija, Darryl. Él va a estar bien.
Los pasos de papá pasan a Darryl, tirando de mí en la sala de
entrenamiento y yo jadeo en voz alta mientras atestiguo cómo Seth conduce
su rodilla en la cara de su compañero de práctica. Mis manos cubren
inmediatamente la boca y mi pulso golpea a un nivel superior, enviando
niveles peligrosos de náuseas a través de mi estómago. Seth se mueve hacia
mí al oír mi grito de asombro. Sus ojos son tan oscuros como vidrio
volcánico y me sobresaltan.
No me gustan las peleas, de juego, de práctica o de otra manera y estar
en la presencia de alguien que lo hace para ganarse la vida me pone
incómoda. Afortunadamente, el compañero de práctica tiene un protector
facial puesto y no está herido tan mal, pero todavía no puedo alejar mis
manos de mi cara. El compañero, o la víctima, más bien, se pone
temblorosamente de pie y pasea tranquilamente para unirse al resto del
equipo en el otro lado de la habitación.
―Increíble ―susurra Selena a mi lado.
El pecho de Seth se eleva y cae rápidamente. Bajo las luces, veo el
sudor relucir en su cuerpo. Lleva un par de pantalones cortos con la abertura
en el lado y las manos están vendadas en blanco. Si tuviera que adivinar,
diría que es una gasa suave y cinta quirúrgica.
Cuando alejo la mirada de Seth me doy cuenta de todos los demás en la
sala. Tiene que haber al menos una veintena de personas aquí. Doce se
encuentran en trajes y alineados contra la pared tomando notas y
discutiendo cosas en voz baja. Uno de ellos es el entrenador y los demás son
compañeros de práctica maltrechos desplegando sus heridas y gimiendo en
el rincón más alejado. ¿Seth había hecho daño a todos?
Por supuesto que lo hizo.
Junto a mí, papá está todo vertiginoso y emocionado, me hace sentir
aún más nauseas. Dejo caer las manos a mis costados mientras papá me
mira. ¿Esto es lo que quería mostrarme?
―No te ves muy bien ―dice papá, riéndose de mí. Él sabe exactamente
lo que siento por los combates.
Siempre que me hizo ver sus peleas de MMA, me sentaba a su lado,
79
con los ojos fuertemente cerrados. No sé lo que es, pero cada vez que carne
se conecta con carne… Me siento enferma.
―Si piensa que eso es malo, debería haberla visto la noche anterior.
―Se ríe Selena. Giró de golpe la cabeza sobre mi hombro, disparando dagas
en su dirección, pero no parece captar el mensaje―. Ella tuvo roinol en
Lux´s.
Las cejas de papá surcan.
―¿Qué es roinol?
―Es un…
―Una bebida alcohólica ―interrumpo rápidamente, cortando a
Selena―. Una fuerte.
Papá se ve completamente perdido.
―Todas las cosas de la nueva época son confusas. Recuerdo entrar en
un bar, cuando era joven y sólo tener tres opciones. ¿Qué hay de malo con
un buen clásico Jack Daniels? ―Se ríe él―. Siempre y cuando te diviertas y
tengas cuidado, no me importa cuántos roinoles bebas.
Selena resopla mientras contiene una risa en su garganta. Niego y ella
hace gestos con su boca disculpándose hacia mí antes de girarse y salir de la
habitación. Mi mirada se encuentra la cara de Seth de nuevo y sus ojos están
pegados a mí.
El calor se extiende debajo de mi piel, me doy cuenta que su mirada es
todo menos alegre.
―Papá, ¿puedes darme un minuto con Seth? ―pregunto, en voz baja.
No tengo idea de lo que estoy haciendo o lo que voy a decir, pero me
da la sensación de que si Seth no habla conmigo en este momento va a
enloquecer.
Papá asiente con curiosidad.
―Está bien…
Cuando mi padre se va, Seth le ordena a su gente salir y pronto sólo
somos él y yo. Cuando la puerta se cierra Seth viene enfurecido hacia mí,
cada paso que da se vuelve más decidido, más frustrado. Estoy
dolorosamente consciente que la gente está mirando a través del cristal
transparente y me siento como un animal en un zoológico.
―¿Podemos tener más privacidad? ―pregunto antes de que me 80
alcance y su gran cuerpo se mueve hacia la pared para encender el botón. La
lámina de vidrio se oscurece y podemos ver a las personas en el gimnasio,
pero nadie puede ver hacia adentro.
Nadie puede vernos.
Trago saliva al darme cuenta. Él me observa desde la pared y no puedo
hacer otra cosa que mirarlo de vuelta. Darryl dijo que Seth está de mal
humor hoy, y no está mintiendo. Mis manos están sudando en mis guantes y
no puedo limpiarlas en mis pantalones.
―Te ves sexy con un par de guantes. ―Su voz es insoportablemente
íntima, pero sus ojos son inquietantemente oscuros. No respondo. No tengo
ni idea de qué decir a eso. Su pecho todavía se está moviendo rápidamente y
estoy un poco preocupada. ¿Qué tan duro están entrenándolo?
―¿Estás bien? ―me pregunta.
Asiento.
―¿Algo malo… te pasó?
¿Malo? ¿Se refiere a algo sexual porque estaba drogada? Niego.
―No, Selena me llevó directamente a casa y me desmayé.
Sus cejas se levantan y caen ligeramente con alivio. ¿Por qué le
importa?
―Si hubieras venido a cenar conmigo nunca hubiera pasado.
―Eso es verdad, pero no lo hice.
Sus gruesos brazos se balancean ligeramente cuando camina hacia mí.
Mi corazón se detiene en frío, y siento la humedad pegajosa que comienza a
extenderse por mis palmas mientras mantengo mis ojos pegados a su figura
acercándose. Cada paso decidido y frustrado lo trae más cerca de mí hasta
que nos presionamos alineados uno contra el otro. Tengo que obligarme a
respirar lentamente, mientras sus manos ásperas se deslizan en la nuca a
cada lado de mi cuello.
Él presiona su frente con la mía y su cabeza está húmeda con sudor,
pero no me importa. Él exhala por la nariz, controlando su respiración
rápida y luego me deja ir. Mi cabeza gira un poco y tengo que cambiar mi
postura para que vuelva a enfocarse.
―Uno de mis amigos, en el restaurante, vio a Selena arrastrarte desde
el club. Dijo que estaba en muy mal estado. ―Él tira de la cinta,
desenvolviéndola de su mano―. Estaba preocupado.
Me siento conmocionada de que su amigo nos viera a Selena y a mí en
el club. Parece que todos tienen un ojo en alguien en esta ciudad. Lo que me
81
confunde más es el hecho de que Seth está preocupado por mí. Parece
excesivamente nada característico para un hombre que parece evitar sus
sentimientos y sólo quiere sexo de mí lo que, por cierto, traté de darle. ¿Soy
la única que no puede darle sentido a toda esta situación?
Me pregunto si la razón por la que ha estado de tan mal humor hoy es
por mi culpa.
―¿Por qué? ―pregunto sin rodeos. Sin payasadas.
―Porque eres una buena chica.
Ruedo los ojos. Ahí está esa maldita palabra de nuevo.
La voz de Seth se oscurece con mi rodada de ojos
―¿Sabes lo que le pasa a ingenuas, chicas buenas que se desmayan en
los clubes?
―Tal vez tienes una idea equivocada sobre mí… tal vez no soy tan
buena como quieres que sea.
Arroja sus muñequeras el suelo, con los ojos ardiendo.
―No quiero que seas buena. Quiero que seas mala, así puedo hacer
todas las cosas que he querido hacerte desde que te vi y no me sienta
jodidamente culpable por ello.
―Era mala, ¿recuerdas? Aun así me rechazaste.
Agarra mi cintura, tirando de mí en él. Aprieto los guantes contra este
pecho y trato de retroceder, pero su agarre es firme. Mi cara está en calma,
pero por dentro mi cuerpo es un caos.
―No, estabas tratando de ser mala, pero no lo eres. ―Su mano se
desplaza hacia arriba, a mi lado y me acaricia la mejilla.
Un atisbo de tristeza llena sus ojos y frunzo el ceño.
―Estaba decidido a tenerte, pero luego me encontré contigo en el
restaurante de carnes y no pude hacerlo. Estabas sentada allí toda nerviosa e
incómoda con tu lindo libro y… ―Exhala, quitando su mano de mi mejilla y
pasándose las manos por su cara―. Además, todavía no estoy al cien por
cien seguro de que incluso me querías esa noche o si estabas tratando de
vengarte de tu ex.
Sus palabras tranquilas y vulnerables roban el aire de mis pulmones.
Sí, estaba tratando de demostrar algo esa noche, pero no a Blade, sino a mí.
Quería ver si era capaz de ser divertida y espontánea. Casi lo logré hasta que
Seth decidió desarrollar valores morales.
―Sí te deseaba ―mi voz es apenas audible, casi sin aliento, pero él lo
82
oye alto y claro.
La mano de Seth acaricia el hueso de mi cadera y cierro los ojos. Sí te
deseo. Las palabras caen silenciosamente en el fondo de mi mente. Una
sensación de calor me inunda, casi llenándome completamente mientras la
necesidad palpita entre mis piernas. Dejo caer mi cabeza. ¿Qué demonios estoy
haciendo? Debería estar escudándome de este hermoso hombre, porque si lo
dejo entrar, me lastimará… pero, ¿por qué esto se siente tan bien, tan
reconfortante?
Su mano callosa rastrilla a través de mi cuello y luego a lo largo de mi
mandíbula. Dejó escapar una exhalación lenta mientras levanta mi cabeza
hacia arriba y abro los ojos.
―¿Por qué me haces esto? ―exijo.
―¿Qué?
―¿Tocarme y actuar como si no te importara?
El frunce el ceño y su lengua se desliza abruptamente por su labio
inferior. Me doy cuenta de que no tiene idea de por qué está siempre en mis
talones. Mi mirada parpadea por su cara, esperando que me conteste, pero
nunca lo hace.
―Esto es un extraño giro de acontecimientos. ―La voz de mi padre
resuena a través de la habitación y de inmediato salto lejos de Seth.
Cualquier sentimiento de deseo se disipa cuando su súbita entrada sacude
un poco de sentido de nuevo en mí. Estoy molesta conmigo. ¿Por qué soy
tan malditamente débil? Puedo sentir a Seth observándome, sin sentirse
avergonzado de que mi padre está aquí.
―¿Mi hija con un luchador? ¿Quién lo hubiera imaginado? ―Papá
está sonriendo, por supuesto. Un combatiente prometedor es,
probablemente, el único hombre al que daría el visto bueno.
―No estoy con él ―declaro con orgullo―. Sólo que él no sabe cómo
mantener las manos quietas.
La misma sonrisa arrogante de la que fui testigo cuando vi por
primera vez a Seth se extiende sobre sus labios y siento que mis mejillas se
calientan.
―La cena es a las 7:00, te recogeré ―es su única réplica.
Abro la boca para declinar, pero papá interviene para mí.
―Eso suena genial. Déjenme saber cómo va. ―Vuelve su atención a
Seth―. Darryl está pateándome el culo. Tenemos que volver a entrenar.
83
Seth asiente y pisoteo desde la sala de entrenamiento, enojada.
Cuando toda su gente está de vuelta en la habitación y la puerta está
cerrada, Selena se lanza a mí, balbuceando como una idiota.
―¡Oh, Dios mío! ―chilla en mi hombro. Se tira hacia atrás y me mira
con impaciencia―. ¡Él es un maldito animal!
―Ni que lo digas. ―Parece que no puedo alisar la arruga en mi frente
y Selena se da cuenta de mi frustración.
―¿Qué pasa? ¿Estás enojada porque accidentalmente le dije a tu papá
sobre el roinol?
―Es parte de ello.
―Oh, lo siento, cielos. Relájate un poco. Es despistado. No tenía la
menor idea de lo que estaba hablando.
―Por suerte… ―Si mi padre supiera lo que era un roinol, me
arrastraría de nuevo a la casa y nunca me dejara salir.
―Seth es tan… ―Su rápido cambio de tema no pasa desapercibido―.
Dios, ¿Lo has visto?
―Sí, lo vi Sel, no estoy ciega.
Me mira furiosa y cruza los brazos sobre su pecho.
―Lo siento, ¿Seth te atasco un palo por el culo por lo que estás siendo
una perra en estos momentos?
Golpeo mis puños en el saco de boxeo, sin seguir ningún ritmo
simplemente golpeando con pura frustración.
―Lo siento. ―Me las arreglo para respirar después de un combo―. Es
Seth. Él me pone de nervios.
―¿Qué hizo?
―Cree que me va a llevar a cenar. No quiero ir.
Selena me mira con ojos amplios y la boca abierta como si fuera la
mayor idiota que alguna vez haya conocido.
―Um, está bien… ―Se cuela entre el saco de boxeo y yo, apretando su
pecho, para que no la golpee en las bubis―. ¿Estás tonta? ¡¿Hola?! Ese tipo
es sexo con piernas. ¡Tienes que ir, si no por ti misma, entonces por mí!
Me paso el guante sobre mi frente para limpiar un poco de sudor, sólo
que el material lo extiende en lugar de absorberlo.
―Es como una gran paleta de azúcar y nosotras, las chicas somos las
hormigas sólo muriendo por una probada. Un día, la paleta viene a nuestro
hormiguero viéndose toda azucarada e irresistible e invita a una pequeña 84
hormiga a venir a chuparla y obtener tanta azúcar como quiera, pero la
hormiga no acepta y la estamos mirando como, qué demonios y…
―Está bien. ―Me río, cortando su historia―. Creo que lo entiendo.
―Bueno. Así que, ¿qué vas a hacer?
Arrastro el guante sobre mi frente otra vez y jadeo ligeramente.
―Bueno, no voy a plantar al hombre. Sé lo que se siente.
Ella chilla, llamando la atención sobre nosotras.
―¡Vas a conseguir un poco de azúcar!
* * *
89
8
Ha pasado una semana desde la noche con Seth en Salsa´s. No he ido al
gimnasio y papá ha estado reventando mi teléfono comprobándome al
menos, dos veces al día. Me dice que Seth ha estado distante y más agresivo
que de costumbre. Por supuesto que me culpa, pero no hago caso de ello y
sigo haciéndome la tonta. No debería importarme y estoy segura de que no
me importa. Blade no me ha contactado en más de una semana tampoco y
eso me ayudó a mantener mi mente clara. El único contacto que he tenido
del sexo opuesto, además del trabajo y las cosas de todos los días fue la
tarjeta que Seth había atascado en la puerta cuando yo estaba en el trabajo
hace dos días. Decía:
Lo siento, llámame. Seth
Y tenía su número tendido claramente a lo largo de la parte inferior.
Guardé su número en mi teléfono, pero sin embargo, aún no le he dado un
vistazo. Realmente no quiero escuchar lo que tiene que decir. No estoy de
humor para su “Me importa, pero no me importa”, con el “Te deseo, pero no 90
puedo dejarme tenerte”, tipo de discursos.
No he visto a Selena desde que salió de mi casa cuando regresamos del
gimnasio la semana pasada. Dice que ha estado muy ocupada con el trabajo
y su papá está enojado con ella porque se presentó a trabajar borracha.
Típico de Selena.
Saludo con la mano a Mason, quien ahora me está hablando de vuelta
como si no lo hubiera rechazado, y me voy del trabajo. Tengo que caminar
más de un kilómetro para llegar a mi auto y para cuando llego, mis pechos
están sudorosos y mis piernas duelen. He estado exagerando en lo que
respecta a correr en la última semana. Es mi única liberación.
Conduzco a casa, me ducho y me pongo el pijama. Nada suena mejor
que una cena caliente y televisión para mí en este momento. La comida
congelada está cubierta de una fina capa de hielo del congelador. Ha pasado
un tiempo desde que he comido una cena para microondas. Cuando cierro la
puerta del congelador, una foto colorida me llama la atención. Mi rostro más
joven se retuerce en un frustrado ceño mientras los labios color cereza de
mamá están firmemente apretados contra mi mejilla. Mi hermano está de pie
detrás de nosotras, aplastándose a sí misma en la foto. Su cabello color
marrón claro está hacia arriba y sus oscuros ojos verdes están iluminados
por el flash. Me encanta esta foto. Me recuerda un tiempo en que todo lo que
teníamos era el uno al otro… pero entonces Chase y yo crecimos y quisimos
algo para nosotros mismos. Nunca entendí por qué mis padres estaban tan
desesperados por tenerme de vuelta bajo su ala y todavía no lo hago, pero
esta foto me ayuda a lidiar con ello. Chase y yo somos su vida.
Meto la cena en el microondas y tecleo dos minutos. Mientras espero,
mis ojos caen de nuevo en la foto. Debería llamar a mamá. Tomo mi teléfono
y me dejo caer en el sofá. Ha pasado tiempo y la extraño. Mientras suena, me
siento incómoda y no puedo encontrar una posición a gusto. Tomo uno de
los cojines cuadrados de mi sofá y lo coloco en mi regazo.
―Hola, residencia James ―responde mamá.
―Hola, mamá…
―¡Olivia, cariño! ―arrulla―. ¿Cómo estás?
―Bien. ―Me pongo a tirar un pedazo suelto de cuerda que cuelga de
una esquina de mi almohada―. ¿Cómo van las cosas?
―Bien. Tu padre me ha dicho que no has estado apareciendo en el
gimnasio… Si pasa algo malo, sabes que siempre hay un lugar aquí.
―Lo sé, mamá. Ten la seguridad de que nada está mal, sólo he estado
ocupada. ¿Has oído de Chase? ―pregunto, cambiando de tema.
91
―Oh, sí. Está en Pakistán descansando ahora. Debería estar en casa en
cinco meses antes de tener que volver a mudarse otra vez. Cariño, ¿vas a
venir a cenar el domingo?
Exhalo. Me había olvidado de eso.
―Sí, voy a estar allí.
―Bien, bien. Haré pastel de carne y verduras asadas.
―Yum.
Mamá se ríe con emoción a través del teléfono, haciéndome sonreír.
―Me tengo que ir. Tengo un montón de Gossip Girl para ponerme al
día.
―Está bien cariño. Nos vemos el domingo. Te quiero.
―Yo también te quiero.
Cuelgo y sonrío. Esa llamada debería mantenerla feliz por un rato. El
microondas suena y saco el arroz con pollo frito. Tiro del plástico y tan
pronto como se abre un poco, el vapor se vierte quemando las yemas de mis
dedos.
―¡Ay! ―chillo, chasqueando lejos los dedos y metiéndomelos en la
boca para aliviar la quemadura. Dejo el plato en el mostrador para que se
enfríe y me inclino sobre el lavabo para colocar mis dedos bajo el agua fría.
Estoy distraída cuando mi teléfono se sacude sobre el banco emitiendo un
ruido vibrante y molesto. Me inclino para echar un vistazo a la pantalla. El
nombre de Selena en grandes letras gruesas parpadea en la pantalla.
¿Debería contestar? No voy a salir esta noche, no importa lo mucho que
ruegue.
―La respuesta es no ―digo de inmediato, contestando el teléfono con
la mano seca y colocándolo contra mi oído.
―Jesús, O, ten un poco de fe, ni siquiera sabes por qué estoy llamando.
El agua fría del grifo calma mis dedos mientras los sumerjo más a
fondo bajo el agua corriente.
―¿Es para ir a bailar?
―No, en realidad.
Me hundo de alivio, cortando el agua.
―Suéltalo.
―¿En una escala de uno a diez cuán ermitaña y solitaria estás? 92
―Uno. Soy una ermitaña feliz ―contesto, tirando del paño de cocina
sobre la estufa para secar mi mano.
―No mientas. Has sido una amargada desde tu cita con Seth.
―No fue una cita. ―Empujo rápidamente―. Fue una cena. Y no es que
realmente comiera.
―Lo que sea. Mira, necesito un favor… Perdí una apuesta con una
amiga y ella me armó una cita a ciegas con un hombre sólo que no puedo
llegar.
―De ninguna manera. No lo voy a hacer.
―Olivia, por favor, te lo estoy rogando. Es sólo una cena. ―No
respondo y ella exhala profundamente―. Te pagaré cien dólares.
El dinero hace que lo considere.
―¿Dónde y cuándo? ―le pregunto con curiosidad.
Puedo verla saltando arriba y abajo en este momento.
―Phillip´s Gourmet, mañana por la noche.
Me quejo.
―¿A qué hora?
―Seis y media… ¿vas a hacerlo?
Suspiro, tamborileando mis dedos en un ritmo parejo sobre la mesa.
―Sí, lo haré por ti y es mejor que me pagues.
―Lo haré. Muchas gracias, esto va a salvar por completo mi culo.
―Espero que no vaya a esperar nada de mí porque no planeo
quedarme con él mucho tiempo.
―Estará bien. Él puede ser un poco toquetón si bebe demasiado, pero
es inofensivo así que no enloquezcas si trata de besarte.
―Espera, ¿qué?
―Gracias de nuevo, O. Te quiero.
―¿Selena? ¡Mierda!
Deslizo mi teléfono a través de la banca. ¿Por qué me meto en estas
cosas?
* * *
93
Todas las miradas frustradas que recibo de las familias de cuatro
integrantes están arruinando rápidamente mi noche. Estoy de acuerdo que
la mesa de cuatro personas en la que estoy sentada junto a la gran ventana es
un poco innecesaria, pero todas las mesas para dos están tomadas. No es mi
culpa que el camarero me sentara aquí. Yo habría estado feliz en la barra.
La otra mitad de esta cita a ciegas no ha aparecido todavía y será mejor
que lo haga, porque si soy plantada por un tipo que ni siquiera he conocido
todavía, voy a estar enojada.
Un hombre rubio con los pantalones vaqueros de corte para botas y
una camisa formal gris claro, se me acerca. Los dos primeros botones de su
camisa están abiertos, exponiendo una pequeña cantidad de pelo en el
pecho. Es muy guapo y tiene brillantes ojos azules. Rastrillo mis ojos por su
cuerpo alto. No soy tan baja, pero este tipo me hace sentir como un hobbit.
Él es incluso más alto que Seth y estimo que Seth debe medir por lo menos
un metro ochenta y cinco.
―¿Eres Selena?
Sonrío educadamente.
―No, Selena no pudo llegar. Soy su amiga, Olivia.
Su boca se extiende en una amplia sonrisa lobuna y como que me da
escalofríos. Creo que quiere devorarme… y no en el buen sentido. Me siento
incómoda cuando se desliza en el asiento junto a mí en lugar de sentarse
frente a mí como lo haría una persona normal. Trato de no asumir que
quiere decir algo con eso. Esto es una cita… después de todo. Su mirada está
apuñalando mi cuerpo, como pequeñas dagas afiladas pinchando cada
centímetro de mi cuerpo y me siento…... expuesta. Incómoda. Asqueada.
―Soy Brent ―dice.
Esa mirada aguda y espeluznante suya deriva abiertamente a mis
pechos antes de regresar a mi cara. Volviéndome dolorosamente consciente
de la camiseta que estoy usando. Tiene un cuello redondo que se sumerge
hacia bajo en la parte delantera. Cruzo el brazo sobre mi pecho y me apoyo
sobre mi codo, fingiendo que no me di cuenta.
―¿Has ordenado? ―pregunta.
―No, vamos a pedir ahora. ―Rápidamente chasqueo los dedos a un
camarero que pasaba. Cuanto antes termine, mejor. Pido una ensalada de
pollo y él ordena una carne y dos cervezas. Cuando las cervezas vienen, está
claro que ordenó las dos para sí mismo. Mientras esperamos trata de
conversar conmigo y yo soy muy exigente con la información que comparto
con él. Algo de ello lo invento. No ha hecho nada más para causarme 94
rechazo, pero no me gusta la onda que está emitiendo. Me vuelvo consiente
de mi apretada falda lápiz negro cuando su rodilla roza la mía y cruzo mis
piernas para mantenerlas alejadas de él.
―Si no te importa que lo diga, eres muy hermosa.
Mi estómago se revuelve, pero me obligo a sonreír.
―Gracias.
Voy a matar a Selena cuando la vea después.
Los siguientes veinte minutos se llenan de sórdidos comentarios,
lamentables líneas de levante y en ocasiones su mano roza mi muslo.
Cuando se excusa para ir al baño, saco mi teléfono de mi bolsa. Mis dedos
tocan la pantalla rápidamente mientras compilo mi mensaje de texto.
Tecleo enviar y leo de nuevo los mensajes. Es extraño, incluso para ella.
Mi estómago se hunde a mis zapatos y mi mano vuela hasta taparme la
boca.
―Oh, no. ―No, no, no, no… Seth está directamente debajo de Selena en
mi lista de contactos y debo haber hecho clic en su nombre sin darme cuenta. 95
Siento ganas de vomitar. Una súbita sensación de calientes lágrimas
nerviosas atraviesa mi cuerpo cuando mi teléfono vibra y veo el nombre de
Seth.
103
9
Cuando salgo de trabajar al día siguiente, me siento con náuseas y
preocupada. En tres horas estaré asistiendo a mi primera pelea y no estoy
segura de qué va a suceder. Hazlo por papá. Hazlo por Seth, me dije todo el día,
pero todavía no ayudó a sacudir mis nervios.
Seth terminó quedándose anoche y la expresión de su cara en la
mañana cuando se dio cuenta que nos habíamos acurrucado toda la noche
no tenía precio. Se fue temprano y luego volvió con mi coche.
Afortunadamente, la ventana no estaba agrietada.
Después de eso, se fue para ir a su sesión de entrenamiento. Me enteré
que entrena dos veces al día durante tres horas cada vez. Cuando llegue a
los profesionales va a entrenar tres veces al día a su límite máximo para
poder mantenerse al día con todos los demás. Qué horrendo. Le ofrecí una
barra de desayuno, pero se rió y dijo que necesitaba algo un poco más
sustancial antes de salir corriendo por la puerta.
104
* * *
* * *
Estoy bien cuando les damos nuestras entradas a las chicas en los
cortísimos shorts y bikinis y estoy bien cuando entramos en la habitación en
la que Seth estará peleando. Es enorme, casi como un estadio. La última vez 108
que estuve aquí, fue para una feria del libro y estaba sosa y vacía, llena sólo
de mesas y libros baratos. Ahora, tiene una grada temporal alrededor de
toda la habitación, proporcionando un montón de asientos. El ruido
atronador de la risa y la charla llena mis oídos y apenas puedo oír mis
pensamientos. Siento la sangre drenarse de mi cara cuando mi mirada se
posa en una jaula sin techo en el centro de la sala, es circular y cubierta de
anuncios y logotipos de los patrocinadores. Selena engancha su codo a
través del mío y me arrastra por el pasillo hacia el frente de la plataforma.
―¡Olivia! ―Apenas distingo la voz de mi padre.
Dirijo mi atención hacia la izquierda y veo su cara feliz y sonrisa
amplia. Sacude una mano hacia mí y nos apretujamos para pasar un par de
hombres de traje. Los reconozco de la sala de entrenamiento en el gimnasio.
Detrás de mí, oigo a Selena reír y decir hola. Cuando me arrastro más cerca
de papá, agarra mi muñeca y me jala el resto del camino. Él apenas puede
contener su emoción. Lleva puesta una camiseta de color negro con “SETH”
8 Wine cooler: bebida fresca de vino mezclada con jugo y/o agua gaseosa.
escrito en la frente y un par de pantalones de mezclilla, metidos dentro de
un par de botas de trabajo de color marrón.
―Esto es lo más cerca que he estado en un ring de la MMA ―grita en
mi oído.
Miro hacia la estructura intimidante. Aquí es donde Seth luchará y yo
estoy justo aquí. Estoy lo suficientemente cerca como para conseguir sangre
y sudor sobre mí y no me gusta. Ni un poco.
El pulgar de papá corre sobre la parte superior de mi mano.
―Estoy muy orgulloso de ti.
―¿De mí? ¿Qué hice?
―Estás aquí y sé el gran problema que las peleas son para ti. ―Sus
labios delgados se curvan en una sonrisa cálida―. Él debe ser muy especial
para ti.
―Papá, Seth y yo no somo…
Alguien me golpea ligeramente mi hombro y me giro para ver a Darryl,
el entrenador de Seth. Hay una arruga tallada en su frente y sus labios llenos
y oscuros se presionan firmemente juntos.
―Seth quiere verte ―dice por encima de la charla de los espectadores.
Abro la boca para preguntar para qué, pero no me molesto. Las
decisiones de Seth no suelen venir con razones comprensibles. 109
―Voy a estar de vuelta ―le grito a papá y Selena.
Ella se mueve a mi asiento para hacerle compañía mientras la mano de
Darryl se envuelve alrededor de mi muñeca y me guía fuera de la
plataforma, por el pasillo y por cuatro guardias de seguridad que no había
notado cuando entré.
―Ella está con Seth ―dice Darryl, mostrando su pase “backstage”. Los
guardias se separan como el mar rojo para dejarnos pasar. Él tira de mí a
través de dos grandes puertas dobles blancas y suelta mi brazo.
―Seth está teniendo un poco de problemas… ―La voz de Darryl
rebota en las paredes del amplio pasillo central. Es mucho más tranquilo
aquí―. No sé si lo sabes, pero sufre de ansiedad leve. Normalmente, le doy
una bolsa de boxeo y trabaja a través de ella de esa manera, pero
últimamente parece que prefiere otro método.
¿Seth tiene ansiedad? Nunca hubiera imaginado esa. Quiero decir, a
veces me doy cuenta de que se pone un poco alterado, pero por lo general
no dura mucho tiempo. No como la que yo tuve la primera vez que Blade
me engañó. Fue horrible. No podía respirar con mi estómago enrollado y
torcido. Sentí ganas de vomitar por todas partes y lo peor de todo, se sentía
como que no iba a terminar y me iba a morir.
La forma en que Darryl me mira lo dice todo.
―¿Yo? ¿Yo soy el otro método?
―Supongo que sí.
Mi pulso está latiendo en mis oídos mientras pasamos un montón de
puertas más pequeñas cerradas. Nombres están escritos en pedazos de papel
con marcador permanente y pegados en el centro de la madera. Sonne. Jacobs.
Russell. Smith. Donskov. Pino. Kennedy y luego Marc.
El mango de la puerta de Seth encaja perfectamente en la palma de la
mano de Darryl mientras lo gira. La puerta se abre y doy un paso dentro. Mi
mirada cae en los anuncios de batidos de proteínas y otros suplementos en la
pared de atrás. Tenían nombres que ni siquiera podía pronunciar.
Finalmente, arrastro mis ojos de la pared hacia Seth y algo en mi estómago
aletea. Está sentado en el banco, sin camisa y rígido. Sus músculos del muslo
sobresalen de las ranuras en sus pantalones cortos negros. Mi garganta se
seca de inmediato y no hay humedad en mi boca que pueda tragar para
arreglarlo. No hay falta de humedad “ahí abajo”, sin embargo. Dos hombres
están ante Seth, uno es un hombre regordete con el cabello largo y blanco
atado en una cola de caballo en la base de su cuello y está envolviendo las 110
manos de Seth. La gasa envuelve la palma, soporta la muñeca y se extiende
entre los dedos.
El otro hombre, con el cabello negro de punta y enormes ojos azules
está observando. Los ojos de Seth están ocultos por sus largas pestañas. Su
pecho se mueve fuerte y profundo, como si estuviera tratando de calmarse.
Sus párpados giran abiertos y sus ojos oscuros color chocolate me rastrillan.
Obligo a mis piernas rígidas a pararse más cerca. Los dos hombres evalúan
la envoltura de manos y en susurros y palabras bajas deciden que es
suficiente. El hombre de cabello blanco empaca su pequeña caja de
herramientas, le desea a Seth suerte y pasea por la habitación. Seth flexiona
los dedos y los aprieta en puños frente a él.
―Déjennos solos. ―La voz de Seth es suave, pero lo suficientemente
alta para que todos oyeran.
Mientras salen, mis ojos permanecen en Seth y donde han estado desde
que entré en la habitación. Su enorme cuerpo se desliza fuera de la mesa y él
sacude sus brazos y tira la cabeza hacia cada lado. Trato de no mirar, o
babear, por los músculos entre sus hombros y su cuello.
―Darryl dijo que me necesitas… ―Mi voz es tranquila y segura. Toda
esta situación definitivamente me ha puesto fuera de mi zona de confort. La
multitud y la pelea… simplemente no es mi tipo de lugar.
―Lo hago. ―La forma en que su lengua se envuelve alrededor de las
palabras hacen que el vello en la parte de atrás de mi cuello se levante.
Es íntimo… es tan íntimo y me hace querer cerrar los ojos. A medida
que se para más cerca, mi corazón se abre camino en mi garganta y mis
pulmones han disminuido en tamaño, haciendo la respiración más difícil. Él
se ve intenso e intimidante con la cabeza inclinada hacia abajo hacia mí. No
hay líneas profundas o frustración notable en sus rasgos, pero su respiración
es irregular.
―No estaba seguro de si ibas a venir.
Mis húmedos dedos se encuentran y los tuerzo juntos en un jugueteo
nervioso.
―Dije que vendría así que aquí estoy.
―¿Darryl te hablo de mí?
Él se está refiriendo a la ansiedad "leve". La rigidez supera la parte de
atrás de mi cuello mientras me doy cuenta de que podría estar
entrometiéndome. Me las arreglé para asentir. Seth cierra los ojos y toma mis
manos entre las suyas. Mis manos se sienten pequeñas en comparación con
las suyas grandes y callosas. Las envuelve alrededor de su cuello y eleva su
111
cabeza hacia el techo. Su piel está caliente, haciendo que mi sangre hierva.
Sus manos encuentran mis caderas y su respiración se ralentiza. ¿Qué
estamos haciendo? ¿Qué es esto exactamente? Baja la cabeza y abre los ojos. Ellos
buscan los míos y sé que está haciéndose las mismas preguntas. Sé que
debería alejarme ahora, pero estoy absolutamente impotente frente a él. Es
como si tan pronto como me mira, o me toca fuera envuelta en un hechizo…
y extrañamente, quiero estarlo. “Si te lastimas, está en ti. No en mí". Sus
palabras fluyen a través de mi mente y alejo mis manos. Sus cejas se
entretejen juntas y doy un paso atrás justo cuando se abre la puerta. De mala
gana, Seth arrastra su mirada lejos de mí.
―Tiempo de calentarte, amigo ―le informa Darryl. Cierra la puerta y
nos quedamos solos otra vez.
―Debería irme… ―Me aparto de él, sintiendo sus ojos en la parte
posterior de mi cabeza.
―¿Estás lista? ―Él me llama y puedo oír su habitual tono seguro de
regreso.
Lo enfrento.
―¿Para qué?
Los labios de Seth se sacuden en las esquinas antes de curvarse en una
sonrisa por completo. Todos los rastros de la relación extrañamente íntima
que acabamos de compartir, se fueron, sustituidos por su actitud arrogante.
―Para el viaje de tu vida.
Me burlo de él y abro la puerta.
―Buena suerte ―digo por encima de mi hombro.
* * *
Me hundo más bajo en mi silla usando una mano para escudar mi cara
y la otra está curvada en mi estómago.
Delante de mí dos hombres están peleando. Oigo puños chocando
contra carne y oigo los combatientes jadear mientras el viento se ve forzado
de sus pulmones. El olor salado del sudor y la esencia cobriza de la sangre
me envuelve. No sé cuánto tiempo más podré sentarme aquí. Esta es la
tercera pelea por la que me he sentado. Selena desapareció de su asiento un
rato para ir en busca de un carro de botanas, Dios sabe cómo puede comer 112
en estos momentos. Mi estómago está amenazando con vomitar la tostada
de jamón y queso que tuve para la cena. La adrenalina, así como miedo,
desgarran por mis venas cada vez que oigo la piel conectar con piel. A mi
alrededor, la multitud se enloquece, pidiendo más. La tribuna tiembla bajo
mis pies y la multitud ruge. Por curiosidad, me asomo a través de mis
dedos. El árbitro, con el traje negro completo, empuja la mano del ganador
en el aire.
―¡El ganador de este combate, damas y caballeros, Donnnn
Russeeeeelllllll!
Mientras la multitud grita, miro hacia el perdedor, aunque víctima
parece más apropiado. Está fuera de combate. Su ojo izquierdo está cerrado
por la hinchazón y la sangre brota de su frente, irritando más sus ojos.
Incluso estando golpeado la decepción es evidente en su rostro. Sus ojos
revolotean abiertos y con inquietud tira de él mismo para descansar sobre
sus rodillas y el personal médico llega para revisarlo. Una bola de algodón
grande en un palo es presionada contra la frente para detener el flujo y me
encojo mientras mis costillas aprietan mi corazón. El combate de Seth es el
próximo… ¿y si termina con él en el piso? El pensamiento por sí solo es
suficiente para enviar mis nervios ya hechos polvo a través del techo. Esto es
malo. A mi lado, papá está de pie, gritando y saltando. Mi silla de plástico
vibra mientras pisotea en su lugar.
―Seth es el siguiente. ―Él me sonríe
La sonrisa que le doy se siente falsa. Ojalá pudiera estar tan
emocionada como papá… pero no lo estoy. Tengo miedo. Miro al ganador,
Don Russell, dar una entrevista. Su calva cabeza se adapta a su rostro fuerte,
angular y hay una sombra de barba de tres días a lo largo de la línea de su
mandíbula cincelada. Pasa la parte de atrás de su mano a través de la ligera
capa de sudor que brilla en su frente. Las marcadas líneas gruesas y negras
de su tatuaje de dragón se envuelven alrededor de su bíceps abultado y se
contraen mientras clava sus puños en el aire en la celebración. Él me molesta
y no tengo ni idea de por qué. A juzgar su apariencia y la forma en que se
comporta, voy a suponer que es arrogante y orgulloso, pero es sólo para
enmascarar su propio trauma como Seth. Tal vez todos los combatientes
tienen una historia triste que los fuerza a luchar. Una tela oscura abarca mi
vista. Tiro de ella lejos y miro a Selena que se sienta en el asiento de al lado.
―Te traje algo. ―Ella mete un hot dog en su boca y una gota de salsa
cátsup se derrama sobre el borde y en su vestido blanco. Ella boquea hacia
mí con los ojos muy abiertos, como si fuera mi culpa―. ¡Este es blanco!
―resopla―. Nunca voy a conseguir sacar esto.
Me entrega el hot dog y lo sostengo lejos de mí. La última cosa que
113
quiero es conseguirlo en mi suéter limpio. De su bolso, saca otro pedazo
negro de tela y tira de ella sobre su cabeza.
Es una camiseta, una grande. Cubre todo el vestido y “SETH” está
impreso en grandes letras blancas a través del centro. Toma su hot dog de
regreso.
―Te conseguí una. Sólo tenían grandes.
Abro la camisa en frente de mí y no puedo pretender que no me
encanta.
―Póntela ―dice papá, animándome.
Me la pongo sobre mi suéter y la camiseta más o menos me traga. Es
cómoda aunque me siento menos… informal en ella. Una voz suena por el
altavoz, haciéndome saltar ligeramente.
―Señoras y señores, la última pelea de esta noche está a punto de
comenzar. ―Un escalofrío rueda por mi espina dorsal.
―Luchando en la esquina roja, es el Subcampeón del Torneo de 2011
de la MMAC, procedente de Seattle, Washington, ¡Seth Maaaaaaaarc!
En el momento justo, la multitud se pone de pie y mis oídos golpean
mientras sus gritos rasgan alrededor de la arena. Me las arreglo para
mantenerme en mi asiento, pero no ayuda con la corriente eléctrica que fluye
a través de mí. Mi corazón se acelera, bombeando sangre de forma
demasiado rápida. Mi cabeza gira un poco y no estoy segura, si es miedo o
adrenalina. No puedo verlo, pero a través de los altavoces, escucho su
canción tocando. Nunca la he oído antes… Cierro los ojos y trato de
escucharla por encima del ruido.
* * *
O
Me fui a entrenar.
Te envío un mensaje más tarde.
Seth :)
Mi corazón palpita ante el apodo “O”. Estoy tan contenta de que
eligiera ese en lugar de “Olly”. Me deslizo fuera de la cama y pongo la nota
en el cajón de mi mesita de noche. Miro el reloj. Son sólo las 7 a.m. Todavía
tengo un hora y media antes de tener que estar en el trabajo. Odio trabajar
los sábados. Gracias a Dios, hoy es mi última jornada de trabajo hasta el
martes. Saco mi bata de seda del gancho de detrás de la puerta y me deslizo
en ella. En la sala de estar, Selena sigue durmiendo en el sofá. Su rostro está
arrugado en una mueca agria y me río mientras me dirijo a la cocina. Uno de
sus ojos se abre y está enrojecido e hinchado.
―¿Dónde estoy? ―gime, tratando de incorporarse. A mitad de camino,
se da por vencida y se vuelve a recostar.
―Estás en mi casa. Seth te trajo anoche.
Selena arroja un brazo sobre sus ojos, protegiéndose de la luz de la
mañana. Hombre, no la envidio justo ahora.
―No recuerdo nada después de que llegamos a Heaven’s y Jackson
pidió una ronda de tragos para todo el mundo.
―Festejas muy duro ―le digo, encendiendo el hervidor. Saco un frasco
de café instantáneo de mi alacena. Siempre tengo algo aquí. Siempre que
Selena tiene una borrachera de una noche exige café a la mañana siguiente.
Si no lo tiene, no funciona y cuando no funciona, es el fin del mundo. Todo
es una molestia para ella. 129
―¿Café? ―ofrezco cuando el hervidor comienza a burbujear hasta
hervir.
―Buen Dios, sí.
Se levanta del sofá y arrastra a su lamentable ser a la cocina. Saca la
leche de la nevera y me la entrega. Sus manos tiemblan cuando camina al
cuenco sobre el banco de la cocina. Es el lugar donde guardo todas mis cosas
médicas como tiritas, Betadine y Advil. Selena saca dos calmantes de su
envoltorio y los arroja en su boca. Se inclina sobre el lavabo y ávidamente
traga agua directamente del grifo. Cuando se endereza y se vuelve hacia mí,
no puedo evitar el estallido de risa que viene de mi boca mientras agito la
leche en su café. Se ve como la mierda. Su maquillaje está manchado y
corrido y sus ojos están muy pesados. Sus habituales mansos rizos rubios
están envueltos en un gran lío complicado y hay un gran chupetón en su
cuello.
―Así que… Jackson, ¿eh? ―insinúo, entregándole su café.
Me doy la vuelta y saco una barra del armario y la desenvuelvo. Ella
bebe con avidez el café.
―No lo hiciste lo suficientemente caliente ―se queja.
―De acuerdo. ―Me encojo de hombros. No hago cafés a menudo―. Y
no cambies el tema.
―Jackson es un amor ―dice, evitando el contacto visual.
Entrecierro mi mirada abiertamente hacia el mordisco de amor
púrpura en su cuello y me quedo mirando hasta que ella comenta.
―No he dicho que fuera un santo. ―Se ríe―. Es diferente a los chicos
por los que usualmente voy. Vamos a ir a cenar en algún momento pronto
para llegar a conocernos mejor antes de que nosotros… ya sabes.
Casi me ahogo con mi barra de granola.
―Jesús, Selena se está tomando el tiempo para llegar a conocer a un
chico antes de dormir con él. Nunca pensé que vería ese día.
―Cállate. No todos vivimos en un camino estrecho, ¿sabes? A algunos
de nosotros nos gusta explorar el entorno.
Le sonrío. Tirar de sus cuerdas mientras tiene una resaca es uno de mis
pasatiempos favoritos.
―Tengo que ir trabajar pronto, así que me voy duchar y prepararme.
¿Necesitas que te deje en tu casa? ―pregunto.
―No, probablemente voy a relajarme aquí hasta que regreses.
130
―Está bien, pero no vayas a revisar mi armario de nuevo. No necesito
ropa nueva. Me gusta la que tengo.
Paseo fuera de la cocina y voy a la ducha. Me paso más tiempo allí
pensando… sobre Seth en su mayoría. Quiero que seas mía y planeo hacerte mía,
pero en este momento no estoy listo. ¿Entonces tiene sentimientos por mí,
también? Yo diría que sí. Una sensación de vértigo se eleva en mi pecho y no
puedo dejar de sonreír. Puedo ver la borrosa cabeza de Selena asomándose a
través de la puerta del baño. De alguna manera, el aire frío se abrió camino
hacia la ducha, enviando un escalofrío por mi espalda.
―¿Olivia?
―Entra y cierra la puerta.
Ella entra, cierra la puerta y se desliza por la pared. Sus dedos
presionan contra el cristal de la ducha.
―¿Ya has tenido sexo con Seth?
Frunzo el ceño y fuerzo mis oídos para oírla sobre el agua torrencial.
―No ―respondo con curiosidad―. ¿Por qué?
―Mira, sé que recientemente rompiste con Blade y te estás divirtiendo
y todo eso, pero creo que Seth es la última persona con la que debes pasar
tiempo.
Estoy sorprendida por sus palabras.
―¿Qué te hace pensar eso?
―Bueno, estoy recordando retazos de ayer por la noche…
Sus palabras envían zarcillos de miedo a través de mi pecho.
―¿Sí?
―Esta chica se acercó a él. Ella afirmaba que durmieron juntos hace
unas semanas, cosa que él no negó, y ella estaba realmente tratando de
volver, pero él la rechazó fríamente.
Enjabono mi esponja rosa de exfoliación y comienzo a limpiar mis
senos y axilas, escuchando cada palabra de lo que dice.
―Fue brutal, O. La chica dejó el club llorando.
―¿Sí? ―Poco sabía ella, he sido testigo de dos chicas yendo por Seth
en el gimnasio. Me había ido demasiado temprano para ver lo que sucedió
con la morena, pero la rubia dejó el gimnasio llorando. Seth dijo que no
quiere herirme así y le creo. No confío en él, pero le creo―. No tienes que
preocuparte, Sel. Sé qué clase de persona es Seth y tenemos un
entendimiento mutuo. 131
―Es sólo que no quiero verlo tirarte a un lado como basura si decides
que quieres dormir con él, eso es todo.
―Gracias, Selena, pero creo que lo tengo cubierto.
Ella sube perezosamente sobre sus pies y sale del cuarto de baño.
Termino de frotar la esponja áspera sobre mi cuerpo, incapaz de librarme de
sus palabras en mi mente. No debería molestarme porque ya sé cómo es
Seth, pero qué pasa si ella tiene razón. ¿Qué pasa si no me quiere después de
tener sexo? No importa, yo mantengo todo el poder. Me niego a tener sexo
con él hasta que esté segura de que es exactamente lo que quiero… si él es
exactamente lo que quiero.
* * *
135
PARA: SETH. HORA: 8:38 A.M.
No puedo. El auto no arranca, y estoy en el trabajo.
Me siento como una tonta cuando una sonrisa tira de mis labios.
No puedo esperar…
No puede esperar a verme. Me siento aturdida y emocionada a su vez
lo que me hace sentir estúpida. Seth me afecta. En cuestión de segundos,
puede hacer que me enfade cuando estoy contenta y feliz cuando estoy
enojada. Pongo mi teléfono de nuevo en mi bolsillo y tomo una respiración
por la nariz. Le preguntaré a Seth directamente lo de anoche y actuaré como
si no fuera gran cosa.
Esperar para que lleguen las once fue una tortura, pero cuando
finalmente llegaron me gustaría tener más tiempo para pensar cómo voy a
abordar el tema.
―Voy a estar de vuelta en una hora, Mason ―digo desde mi escritorio.
Me levanto de mi silla mientras Mason pasea fuera de su oficina con un
bonito traje marrón con una bonita corbata amarilla que se apoya contra su
camisa blanca. Su atuendo combina muy bien con su cabello dorado y ojos
claros. En su mano, mueve nerviosamente las llaves de la oficina.
―¿Vas a comer? ―pregunta, apoyándose en mi escritorio. Su largo
dedo índice acaricia la esquina de una hoja suelta de papel.
136
―Sí.
―Genial, iré contigo.
―Oh ―le digo, poniéndome de pie―. En realidad me estoy
encontrando con alguien. ―Las palabras son torpes en mi lengua.
―¿Selena? Estoy seguro de que no le importaría si me uno a los dos.
―No, no es Selena. ―Enderecé el fondo de mi vestido―. Estoy
almorzando con…
Dejo de hablar cuando la puerta se abre y Seth entra luciendo tan
guapo como siempre con una camiseta negra que se aferra a su pecho y
brazos, como una segunda piel. Su cabello oscuro está húmedo y rebelde,
como si acabara de pasar sus dedos a través de él.
―Seth ―afirma Mason, terminando la frase por mí.
La mandíbula de Seth se aprieta.
―Mason.
Mi mirada se desplaza de Mason a Seth, de Seth a Mason. Esto no está
ocurriendo en estos momentos. Ellos no se conocen entre sí.
―Ha pasado un largo tiempo. ―Mason se aclara la garganta.
El aire está tan tenso aquí que se podía cortar con un cuchillo. Seth
asiente secamente antes de volver su oscura mirada a mí.
―¿Estás lista?
Doy un paso hacia Seth, pero la voz de Mason me detiene de hacer
todo el camino a él.
―Seth Marc ―escupe el nombre de Seth como si fuera veneno en su
lengua y me asusta―. ¿Este es el tipo que estás viendo?
―Eso no es asunto tuyo ―Seth corta por mí. Todas sus facciones se
dibujan en líneas apretadas y lo veo trabajando la mandíbula.
―Seth, no ―murmuro, dando un paso más cerca de él.
Dejo que mis dedos rocen con dulzura su muñeca. Mason ignora la
agresividad de Seth y sus ojos azules se cuadran en mí.
―Seth es la razón por la que me mudé a Portland ―me dice.
Mis cejas se juntan cuando recuerdo que Mason me dijo que se mudó a
Portland después del divorcio con su esposa de doce años.
―Vamos, Olivia ―exige Seth cuando me toma por la muñeca y se
vuelve hacia la puerta.
―Olivia ―Mason me llama. Nunca he oído que su voz tomara un filo 137
tan peligroso antes. Es escalofriante, profunda y me detiene en seco. Seth
deja caer mi muñeca y le espeta a Mason.
―¿Cuál es tu maldito problema?
Mason se destaca unos cinco centímetros más alto que Seth, pero he
visto a Seth en acción. Mason no tendría ninguna oportunidad.
―Estoy cuidándola.
―¿Por qué?
Los ojos azules de Mason se disparan a mi cara aterrorizada y Seth
sigue su vista. Seth sonríe su sonrisa confiada antes de volverse hacia Mason
y yo trago saliva.
―¿La quieres? ―asume Seth y cuando la dura mirada de Mason se
tambalea ante su presunción, la sonrisa de Seth se ensancha en una sonrisa
lobuna y su enorme cuerpo se desliza detrás de mí.
La parte delantera de su cuerpo duro presiona contra mi espalda. Las
manos de Seth se deslizan por mi cintura hasta mis caderas y las agarra con
fuerza, tirando de mí con más fuerza contra él. Mi mirada se desliza a mi
mesa de trabajo, a través de la lisa pared blanca y luego a un pequeño reloj
de plata por encima de la puerta de Mason. Miro a todas partes, excepto
directamente a los ojos azules de Mason.
―No te culpo ―comienza Seth cuando sus manos se deslizan hasta mi
cintura.
Mi cuerpo salta con atención cuando el calor empieza a estancarse
entre mis piernas. Me estremezco. Ahora no es momento de excitarse por su
toque. Seth se ríe oscuramente contra mi oído cuando se da cuenta de que mi
respiración se hace poco profunda.
―Ella sí que es algo.
―Seth ―espeto en un susurro apremiante, pero él me ignora y
sumerge su cara en mi cabello mientras sus manos se deslizan hacia el norte
hasta que sus pulgares fluyen sobre la base de mi pecho. Él inhala y gime,
enviando ondas calientes de deseo a través de mí, así como inclina mi
medidor de ira al punto de ebullición.
―Confía en mí cuando digo que ella sabe tan bien como huele.
Mason arranca furioso hacia delante y Seth tira de mí, metiéndome con
seguridad detrás de su espalda.
―¿Qué vas a hacer, Mas? ¿Luchar conmigo? ―Puedo oír la sonrisa
sarcástica en la voz de Seth―. Hazlo. Te reto.
138
Seth y Mason están cara a cara y no parece que vayan a dar marcha
atrás en el corto plazo. Mi corazón golpea incómodo en mi pecho cuando
una sonrisa tira de la esquina de los labios de Mason y dice:
―Sabes, una de las ventajas de ser un psicólogo es aprender cómo
conseguir meterse dentro de las cabezas de la gente y averiguar lo que los
motiva.
Siento que Seth se vuelve de piedra.
―¿Quieres saber lo que motivaba a tu padre? ¿Cuál era su mayor
decepción?
Mi corazón se vuelve frío. ¿Mason era el psicólogo del padre de Seth en
Seattle? Seguro que parece que sí. Hablar sobre el padre de Seth es un gran
no-no para Seth. Él casi no me habló de él a mí y confía en mí. Sólo puedo
imaginar lo que le está haciendo, escuchar a Mason mencionarlo.
―Seth, vamos ―digo, tirando de su camisa. Da un paso hacia atrás.
Ahora todo lo que necesito es tres o cuatro más de ellos y estaremos fuera de
la puerta. Sigo tirando de él, y cuando llego a la puerta. Mason lo dice, las
palabras que he estado orando para que las mantenga para sí mismo.
―Tú. Su mayor decepción eras tú.
139
11
Sorpresivamente, Seth no se lanzó sobre Mason y de alguna manera
logré colocarme en medio de los dos hombres, presionando mis manos
firmemente contra el pecho de Seth. Bajo mis manos, sus músculos estaban
enrollados, a la espera de saltar contra Mason… pero por suerte, nunca lo
hicieron.
―No vales la pena para que tire por la borda la competición ―gruñe
Seth―. Pero si hablas con tu ex esposa otra vez, dile que le mando saludos.
Se vuelve y sale enojado de la oficina, vuelvo mi atención a Mason.
―¿Su padre? ¿En serio? Eso es bajo, Mason.
―No, salir con alguien como Seth es bajo. ―Mason camina hacia su
oficina y cierra la puerta. No pierdo tiempo en perseguir a Seth. Está fuera
caminando por la acera con las manos en su cabello. Su cara está enrojecida,
casi como si estuviera demasiado caliente al tacto. Unas pocas personas
paseando pasan a su alrededor esquivándolo con cautela, como si se fuera a
quebrar en cualquier momento.
140
―¿Seth? ―Mi voz sale más tranquila de lo que me propongo―.
Podemos almorzar en mi casa… lejos de la gente.
Me lanza las llaves de su auto y lo sigo hasta él sin decir nada más. En
el auto, Seth mantiene sus ojos por la ventana.
―Seth ―le digo, rompiendo el silencio.
No me responde.
―No me gustó eso. Nunca más me uses contra otra persona.
Todavía no responde y no me importa, siempre y cuando sepa que no
estoy de acuerdo con lo que acaba de suceder. Miro a Seth de soslayo. Su
pecho sube y baja más rápido de lo normal, sus puños se mantienen
apretados. Lo que Mason dijo realmente lo ha afectado y no estoy segura si
puedo ayudar esta vez.
Cuando llegamos a mi casa, hay una nota en la puerta de Selena
diciendo que su padre la llamó para que fuera a trabajar y que tomó
prestada un poco de ropa. Busco debajo de la maceta rota de la planta y
recupero la copia de la llave. Está marcada con tierra, porque no la he
utilizado en mucho tiempo. Abro la puerta y pongo la llave sucia en el
bolsillo. Mientras me dirijo a la cocina para hacer sándwiches Seth se sienta
en el sofá, apoyando su cabeza hacia atrás. Sus ojos están cerrados, dándole
un borde vulnerable. Saco mis zapatos en medio de la cocina y camino hacia
él. Mientras permanezco encima de él, muerde su labio inferior, pensando.
Todavía está enojado… y tengo miedo de que tome su auto y vuelva allí.
―Lo que dijo… no le hagas caso ―le digo.
―Tiene razón ―responde Seth sin abrir los ojos―. Mi padre estaba
decepcionado de mí. ―Sus ojos se abren y mi corazón se aprieta ante su
brillo triste―. No podía hacer nada bien… así que hice de mi misión todo
mal. No soy una buena persona, O.
Agarro su cara entre mis manos, obligándolo a mirarme.
―Pienso que eres buena persona.
―Una chica de las millones de personas que he conocido piensa que
soy bueno. ―Sacude la cabeza―. Esas probabilidades no son reconfortantes.
―Pero al menos es algo.
Saca la cara de mis manos.
―No tengas una idea equivocada de mí. No dejes que te seduzca
pensando que soy bueno, porque no lo soy. 141
Me niego a ceder.
―Lo eres.
Hace un ruido frustrado en la base de su garganta y se inclina hacia
adelante.
―Me acosté con la esposa de Mason cuando vivía en Seattle, años
atrás. Es por eso que se divorciaron. Fui con mi padre a una de sus sesiones
y entré en la oficina de Mason para ver si estaba allí, pero estaba su esposa
en su lugar. Ella me provocó, se burló de mí hasta que cedí. Estaba follando
a su mujer sobre su escritorio cuando Mason y mi papá entraron. ―Sacude la
cabeza, disgustado consigo mismo―. No soy una buena persona, Olivia.
Destruí un matrimonio… cientos de matrimonios, probablemente.
Su historia deja un sabor amargo en la parte posterior de mi garganta.
Me imagino todo y en mi cabeza estoy celosa de que incluso alguien que
estaba casada haya tenido a Seth. No me mira cuando se desploma de nuevo
en el sofá. Toma mis manos, las vuelve a poner sobre su rostro cálido y
cierra los ojos.
―Necesito que me distraigas. Dime algo, cualquier cosa y luego te
dejaré tranquila.
Sin pensarlo mucho, me deslizo sobre sus piernas, montando sus
gruesos músculos entre mis muslos. Sus ojos se disparan y se abren, acaricio
su rostro suave con mis pulgares. Todas sus líneas de preocupación
desaparecen y cuando me inclino hacia delante, presionando mis labios
contra los suyos, siento que su cuerpo se tensiona y se aleja.
―¿Qué estás haciendo?
―Distraerte. ―Mis manos se deslizan hacia arriba por su cara y hacia
su cabello. Tiro de él, llevando sus labios a los míos de nuevo. Está tratando
de luchar contra mí, puedo sentirlo. No abre su boca así que tomo su labio
inferior entre mis dientes y lo muerdo. Jadea y su boca se abre. Meto mi
lengua y paso mis dedos por su cabello mientras balanceo mis caderas
ligeramente. Casi de inmediato lo siento a punto de reventar la costura de
sus jeans debajo de mí.
―Olivia ―gruñe en voz baja en un intento de alejarse de mí, pero no lo
dejo.
―Por favor ―le susurro al oído.
Se mueve hacia mí por lo que estoy mirando directamente sus ojos.
Están llenos de demasiada emoción… deseo. Pasión. Odio. Miedo.
―Por favor ―repito, pasando mis manos por debajo de su camisa y
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por su pecho. Sus músculos tiemblan y se ponen un poco más húmedos.
Estoy dispuesta a cuidar de él y darle lo que necesita en este momento. No
sé lo que se ha apoderado de mí. Hay una oleada de energía pulsando a
través de mí y no puedo parar. Lo necesito. Lo necesito como necesito el aire.
―¿Quieres esto?
Tomo su mano y la empujo hacia abajo, a la parte delantera de mi ropa
interior en respuesta a su pregunta. Inclina su cabeza hacia atrás, lanzando
un gemido de su garganta. Me estremezco cuando sus dedos se desplazan
hasta su posición y las yemas ásperas de sus dedos se contraen contra mi
carne sensible. Su mirada oscura está en mi cara, tratando de analizar mis
pensamientos y lentamente, empiezo a mecer las caderas contra su mano.
Los labios de Seth chocan con los míos y gimo cuando hunde su lengua en
mi boca, se las arregla para ponerse de pie. Envuelvo mis piernas con fuerza
a su alrededor cuando uno de sus brazos me aplasta contra él, mientras el
otro todavía acaricia mi centro húmedo. Cuando llegamos a mi habitación y
sin apartar su boca de la mía, se saca los zapatos y caemos en la cama. Está
entre mis piernas, acariciándome sin piedad ahora, estoy jadeando y
gimiendo mientras instintivamente flexiono las caderas hacia su mano. Una
sensación dolorosa e increíble se acumula en mi interior y cuando amenaza
con desbordarse. Él se detiene.
―Seth ―me quejo, sin aliento―. Por favor.
Su cara se asoma directamente sobre la mía y está sonriendo con esa
maldita sonrisa de Dios. Mete un dedo en mi interior y gimoteo, luego me
estremezco cuando vuelve a hacer círculos en mi centro. Siento que mi
estómago comienza a torcerse incómodo y cuando salgo disparada hacia mi
clímax, se detiene de nuevo. Me quejo y él se ríe, el sonido bajo causa un
repentino destello de fuego que se dispara por mi espalda. Lleva su boca a la
mía y atrapa mi labio inferior entre sus dientes. Muerde y me estremezco
cuando sus dedos empujan en mí, forzando mis caderas para que empujen
hacia arriba. Seth suelta mis labios, y antes de darme cuenta estoy rogándole
que continúe en un jadeo desesperado, curva sus dedos, presionándolos
contra mi techo. De repente, tengo una imperiosa necesidad de orinar y trato
de deslizarme hacia atrás para alejarme de él. Riéndose oh… tan sexy, rueda
la mayor parte de su peso sobre mí, clavándome a la cama mientras las
puntas de sus dedos rozan implacablemente ese lugar. Con la voz que soy
capaz reunir a través de la falta de aire, le ruego que se detenga, pero en
cambio, me tira hacia él.
―Estás luchando contra él ―me dice con voz ronca―. Déjalo ir.
Aprieto los dientes en su camisa cuando un orgasmo rompe a través de
143
mí. El calor de mi clímax me envuelve, reclamando cada centímetro de mi
cuerpo por dentro y por fuera. Grito y gimo en su hombro, no deja de mover
sus dedos hasta que estoy jadeando y apoyada perezosamente contra él.
Cuando la excitación se aquieta y lo miro a los ojos, me pongo colorada.
Nunca he tenido un orgasmo delante de nadie antes, mucho menos uno de
ese calibre. Arrastra los dedos fuera de mí y me mira mientras pasa uno a lo
largo de su labio inferior antes de chupar la punta de su dedo índice. Lo
miro fijamente con incredulidad.
―Bueno ―dice, pasando su camisa sobre su cabeza y tirándola por el
cuarto―. Tenía razón sobre una cosa.
―¿Y qué es eso?
―Sí que sabes tan bien como hueles.
Se desliza fuera de la cama y se desabrocha sus jeans. Tira de sus
boxers y se agrupan en torno a sus pies. El deseo hace un charco entre mis
muslos una vez más cuando mi vista cae sobre su gran pene erecto. Me nota
mirándolo sin vergüenza y se queda parado delante de mí un poco más
permitiéndome admirar su increíblemente hermoso cuerpo.
―Ahora es tu turno.
Hace un gesto para que vaya a él y como una cobra hipnotizada por
una flauta, me arrastro hacia él. Mis pies descalzos golpean la alfombra y
Seth me tira hacia él. Sus manos se deslizan a mi nuca y presiona sus labios
suavemente en los míos. Me derrito contra él, pasando mis manos por todas
partes y disfrutando del calor de su piel debajo de ellas. Se aleja, dejándome
sin aliento y me da la vuelta. Sus dedos bajan la cremallera del vestido y cae
a mis pies. Se las arregla para desenganchar mi sujetador en tiempo récord y
me gira de nuevo, por lo que estamos cara a cara. Me estremezco ante la
sensación del aire libre rozando mi pecho, siento que mis pezones se
aprietan inmediatamente cuando la piel de gallina rompe en cada centímetro
de mi carne. Los ojos de Seth revolotean hasta mis pechos, y sus labios se
retuercen al ver mis picos duros.
―¿Tienes protección? ―pregunta, presionando su boca en mi cuello.
Me deslizo lejos de él y tomo un condón del cajón de mi mesita de
noche. Lo agarra de mí mientras sus ojos se pierden en mi pecho de nuevo.
Me acuesta en la cama y con las dos manos saca mis bragas. Mi reacción
inicial es apretar y cerrar las piernas, pero él atasca su mano entre mis
rodillas.
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―Ábrelas.
No las abro por completo, pero lo suficiente para que él vea
exactamente lo que tengo. Inhala profundamente.
―Ese tiene que ser el coño más bonito que he visto en mi vida.
Cierro mis piernas. Mis nervios se están construyendo más alto,
dejando una sensación de malestar en la boca de mi estómago. Oigo romper
el envoltorio y unos segundos más tarde, se está inclinando sobre mí,
separando mis muslos con su rodilla. Su longitud presiona contra mi
entrada y me estremezco cuando las manos de Seth corren sobre mí,
pellizcando y apretando mi carne. Unos minutos más, estoy gimiendo y
balanceando mis caderas contra su longitud. Sus ojos permanecen en mi cara
mientras se alcanza y se frota sobre mí, probando mi humedad. Una
sensación de quemazón irradia en mi entrada, me estira hasta mis límites.
Mi aliento se detiene y su boca me reclama cuando la quemazón se vuelve
cada vez más agradable. Empuja duro y profundo, un hormigueo de placer
me atraviesa. Gimo en su boca y muerde mi labio inferior antes de dejar caer
su boca en mi pecho, capturando mi pezón entre los dientes.
―Mierda… ―Se queja, mordiendo y haciéndome jadear―. Eres tan…
Gruñe, dejando la frase sin terminar. Oírlo hablar durante el sexo es la
cosa más excitante que he oído nunca. Tiene una de esas voces que hacen
que cada cabello se erice con atención. Empuja más fuerte y más rápido,
grito cada vez que la punta de su pene llega a su punto máximo.
―Esto es justo lo que querías, ¿no?
Me quejo y asiento mientras su pene hinchado golpea algo muy dentro
de mí, haciendo que mi estómago gire en la más deliciosa de las maneras. Él
medio gime, medio se ríe de mi admisión y sus gruesos brazos se envuelven
a mi alrededor. Tira de ambos poniéndonos en una posición sentada y estoy
encima de él mientras su lengua traza una línea caliente de saliva a lo largo
de mi clavícula. Sus caderas se mecen hacia adelante y hacia atrás mientras
sus manos acunan mi trasero, obligándome a molerme en una rápida
velocidad contra él. Lo agarro más fuerte mientras toma mi pezón en su boca
de nuevo. La necesidad de tomar el control de este hombre grande y
hermoso me envuelve, lo empujo hacia atrás, por lo que está tumbado
debajo de mí. La mirada de pura lujuria y pasión en su rostro por mí casi me
manda por el borde, pero me niego a dejarme ir hasta que diga mi nombre.
Pongo mis manos firmemente sobre su pecho y levanto las caderas, luego
me hundo de nuevo sobre él con un fuerte grito. Se siente tan
condenadamente bien.
Lo puedo ver en el rostro de Seth. No va a ser capaz de mantenerlo por
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mucho tiempo y me duelen los músculos de hacer los mismos movimientos
una y otra vez, pero sólo alimenta el orgasmo a la espera de salir de mí.
―Me voy a correr, cariño ―gruñe cuando me hace rodar fuera de él,
rápidamente, presionando mi espalda firmemente contra el colchón. Su
mano se desliza por mi muslo y lo engancha sobre su hombro. Sus bíceps se
aprietan mientras se sostiene fuera de mí y su mirada pasa de mi rostro a
mis pechos que rebotan mientras mi cuerpo se sacude bajo los poderosos
movimientos de balanceo de sus caderas. El orgasmo que pacientemente
esperaba en el centro de mi ser se construye cada vez más alto y ya no puedo
contenerlo. Cuando se acerca más al borde, mi cuerpo se tensa y mis
músculos comienzan a temblar.
―Joder, Olivia ―gime en mi oído, y eso es todo lo que necesito.
Mis dedos se clavan en la piel de sus hombros y arqueo la espalda
contra él, presionando mis pezones duros contra su pecho mientras
poderosas explosiones de satisfacción se derraman en mí. Al instante
siguiendo mi orgasmo, Seth encuentra su propia liberación y gime cuando
deja caer su cabeza sobre mi pecho, sus caderas se mueven en un empuje
desigual. Cuando los temblores se ralentizan y puedo volver a respirar,
envuelve sus brazos alrededor de mis hombros y rueda, tirando de mí sobre
él. No hablamos por un rato. En cambio, escuchamos los jadeos del otro
volviéndose parejos y tranquilos.
Sonrío contra el pecho de Seth. Tuvimos sexo y fue un millón de veces
mejor de lo que alguna vez pensé que podría ser. Ahora sé por qué las chicas
se niegan a dejarlo tranquilo después de esto.
Cuando he ganado suficiente aire para hablar, digo:
―Tengo que volver al trabajo en quince minutos, y mi auto está
descompuesto, por lo que eres el afortunado, tienes que llevarme de vuelta.
Seth se burla y juega con las puntas de mi cabello.
―Si fuera por mí nunca volverías allí.
Me siento un poco, para poder ver su rostro. Me mira con ojos serios y
coloca sus manos detrás de la cabeza. Los músculos de sus brazos sobresalen
hacia afuera y quiero pasar mi lengua por encima de ellos. Quiero
memorizar cada bulto y depresión.
―Es un buen jefe, Seth.
Frunce el ceño.
―Sólo porque quiere meterse en tus pantalones.
―Es cierto, pero incluso si ese no fuera el caso puedo decir que es una 146
buena persona.
Se encoge de hombros.
―¿Cómo llegaste al trabajo esta mañana? ―Su cambio de tema no fue
para nada sutil.
―Bueno, iba a tomar un taxi, pero Blade me llevó en su lugar.
Las cejas de Seth se profundizan ante el nombre de Blade.
―¿Lo llamaste?
―No, él apareció de forma inesperada. ―Mi mente cae sobre todas las
cosas que Blade dijo y creo que ahora es un momento tan bueno como
cualquier otro para preguntarle al respecto―. Los vio anoche en Heaven’s…
te estabas besando con la chica morena del gimnasio.
Necesito de toda mi fuerza para mantener mi cara neutra y no asumir.
Espero una mirada de sorpresa o al menos los ojos bien abiertos, pero lo
único que consigo es una risa que retumba en el pecho de Seth.
―¿Te dijo que me estaba besando con ella?
Asiento.
―No. Ella se lanzó sobre mí y le dije a dónde ir. Entonces Selena me
golpeó por tratar a Cassy como una mierda. ―Sacude la cabeza―. No
puedo ganar.
La morena con las tetas falsas se llama Cassy… Odio eso, pero le creo
cuando dice que no la besó él primero. No sé qué haría si dijera que la había
besado primero.
―Selena sí que habla mucho cuando está borracha ―añade.
―Sí, le dijo todo a Blade… él sabe que no estamos juntos y me quiere
de vuelta.
Los ojos oscuros de Seth queman en los míos y parece casi enojado.
―¿Y qué le dijiste?
Miro alrededor y a su cuerpo desnudo, como si fuera obvio.
―Acabamos de tener sexo, por supuesto que mi respuesta fue no.
La cara tensa de Seth se funde en una sonrisa de exceso de confianza y
me tira encima de él.
―Bien, porque creo que quiero repetir.
Su lengua se abre camino entre mis labios y masajeo la suya con la mía
antes de alejarme. 147
―No puedo. Tengo que ir a trabajar.
Me deslizo de la cama y me pongo toda la ropa de nuevo antes de
agarrar mi teléfono de mi bolsillo y revisar la pantalla. Tengo una llamada
perdida del trabajo. La pongo en mi oído y la escucho.
―Hola, Olivia ―murmura la voz deprimida de Mason―. Cerré el
trabajo temprano. Nos veremos de nuevo la semana que viene… lo siento,
por lo de hoy. Sólo me tomó por sorpresa. Adiós.
―Hm ―resoplo, bajándolo de mi oreja y cerrando la tapa de mi
teléfono en la palma de mi mano―. Mason cerró la oficina.
No puedo dejar de sentirme mal. Es mi culpa… Seth se estira en la
cama y tira del borde de mi vestido, atrayéndome más cerca. Su boca se
curva en una deliciosa sonrisa y sus ojos danzan con indecente entusiasmo.
―Qué suerte la mía.
* * *
Seth y yo pasamos ayer el resto del día en la cama, pero hoy no lo he
visto. Me envió algunos mensajes pidiéndome que vaya a su próxima pelea
en Concord, New Hampshire, pero cada vez le respondí que “no”. Todavía
estoy superando la última.
He estado manteniéndome ocupada hoy con la limpieza del
apartamento de arriba a abajo y ahora tengo que prepararme para la cena
con mamá y papá. Por el amor de mi madre, me pongo un par de jeans y el
suéter verde de cuello alto que me compró para Navidad el año pasado.
Realmente no me gusta. El verde sin duda no es mi color y sólo hay unas
pocas veces que puedo usar la excusa de “se encuentra en la lavadora”.
Debido a que es domingo y mi auto no será reparado hasta mañana,
tengo que llamar un taxi. Cuando tiro de mi cabello en una cola de caballo, y
aplico un poco de brillo de labios, el taxi se detiene fuera, haciendo sonar su
bocina una vez.
El trayecto hasta la casa de mis padres es dolorosamente lento y me
hubiera gustado sentarme en el asiento trasero en lugar del delantero. El
conductor es viejo, demasiado viejo para conducir un auto y no deja de
perderse los giros. Cuando finalmente nos estacionamos frente a la casa de
mis padres, el conductor sólo necesita una pequeña parte del dinero
adeudado y le doy las gracias, porque no había manera de que pagara el
precio completo.
148
Me dirijo a la casa. El brillante atardecer naranja y rojo le da a la
hermosa casa de un piso una sensación de calidez. Un gran árbol de roble se
encuentra a la izquierda del patio, ofreciendo una sombra oscura sobre el
columpio de neumáticos que mi hermano y yo construimos cuando éramos
niños. La hierba está cortada y mantenida a la perfección, me pregunto si es
tan suave como cuando era más joven. Abro la pequeña puerta blanca y
paso al sendero rocoso. Las piedritas suenan bajo mis pies y el olor a pastel
de carne y verduras asadas flota hacia mi nariz. Camino a lo largo de la
calzada y en el porche de madera. Tan pronto como llamo a la puerta, oigo a
mi madre dejar caer lo que sea que está haciendo en la cocina y se precipita
hacia la puerta. La abre y soy recibida por su cara sonriente y suaves rizos
chocolate que están metidos detrás de sus orejas.
―¡Querida! ―chilla, desbloqueando el mosquitero y tirando de mí en
un abrazo. Huele a albahaca y sal―. Sabes que no tienes que tocar aquí.
Entra directamente.
Me arrastra a la casa, sonriéndole alegremente a mi suéter. La primera
habitación a la que entro es a la sala de estar y papá está sentado en su sillón
viendo algunas luchas de la MMA, una repetición, probablemente.
―¡Richard! ―dice mamá de golpe, tirando del borde de su delantal
demasiado lila―. Olivia está aquí. Apaga esa basura.
Se marcha a la cocina y me uno a papá en la sala de estar. Apaga el
televisor y se inclina hacia adelante en su silla mientras caigo en el sofá.
―¿Cómo estás, chica?
―Bien. ¿Te has divertido después de la pelea del viernes?
―Lo habría hecho si tu madre no me hubiera prohibido beber.
―Rueda sus ojos marrones y le sonrío.
―Siempre hay una próxima vez ―digo, recostándome en el sofá.
―Hablando de eso, ¿vas a Concord con Seth y el equipo mañana por la
noche?
Niego.
―No, gracias.
―Vamos…
―Rick, no hagas a la pobre chica ir si no quiere ―grita mamá desde la
cocina. Siempre está escuchando disimuladamente―. No la quiero ver 149
pasando el rato en torno a esos tipos de combate. Son agresivos y peligrosos.
Estamos destinados a estar protegiendo a nuestra hija no a empujarla al
peligro.
Papá rueda los ojos y baja la voz.
―Conoció a Seth ayer cuando vino a recoger su auto.
―¿A ella no le agrada?
Sus estrechos hombros se encogen.
―Ya sabes cómo es. Tiene dificultades para tratar con la gente que no
puede controlar.
Él tiene razón. Aunque amo a mi madre a morir, es demasiado
controladora, demasiado establecida en sus maneras.
―Y está contra la lucha como tú lo estás ―añade, tomando de nuevo el
último sorbo de su cerveza.
―No estoy en contra de ella, papá. Es sólo que no me gusta verla… es
brutal.
―Es la vida. ―Aplasta la lata vacía de cerveza y se levanta de su
silla―. La gente ha estado luchando entre sí desde el principio de los
tiempos. ―Desaparece a la vuelta de la esquina, hacia la cocina y miro el
reloj grande de madera en la pared por encima de la televisión, odio cómo la
lucha no es un gran problema para nadie excepto para mí. Incluso mamá las
tolera sólo para pasar tiempo con papá. Me encantaría ir a Concord para
apoyar a Seth, pero simplemente no puede hacerle frente a los combates.
―¡Olivia, la cena! ―dice la voz de mamá forzándome desde el sofá
hacia la cocina. Junto a ella se encuentra el comedor y papá está sentado a la
cabecera de la larga mesa de madera. Está sentado en esa misma silla para la
cena durante todo el tiempo que puedo recordar.
―¿Vas a Concord? ―le pregunto, deslizándome en el asiento más
cercano a él.
―Seguro que sí. Ellos planean estar en New Hampshire por dos
noches.
Mamá lleva el gran pastel de carne junto con las verduras cocidas al
horno. Las patatas son de color café dorado, con motas de varias hierbas y
los bordes alrededor de la calabaza están oscurecidos a la perfección,
haciendo a mi boca babear.
―Tu padre no debería ir. No con su presión arterial alta de todos
modos. 150
Miro a mi padre y mi mandíbula se tensa.
―¿Tienes la presión arterial alta? ¿Estás bien? ¿Por qué no me lo
dijiste?
Papá ondea su mano hacia mí como si no fuera gran cosa.
―Me siento bien. El médico sólo está siendo cauteloso.
Mamá pone la comida en lindos platos de patrón floral antes de
colocarlos en la mesa frente a nosotros. Quiero preguntarle a papá más sobre
él. Quiero saber cómo se siente, o si necesita que me ocupe del gimnasio un
par de días a la semana. Cuando mamá se dirige de nuevo a la cocina, papá
se inclina más a mí.
―Tú madre no sabe que tú y Seth están saliendo, así que…
―No estamos saliendo, papá. Somos amigos. ―Amigos que sólo
acaban por casualidad de sacudir el mundo del otro.
Rueda los ojos por segunda vez esta noche.
―Sí, está bien. Sólo díselo con suavidad.
Mamá tira de su delantal sobre su cabeza, ajusta la forma en que su
vestido rojo le sienta y luego se une a nosotros en la mesa.
Mamá nos dice todo acerca de su día en la ciudad mientras terminamos
la comida en nuestros platos. He estado aquí veinte minutos y no ha habido
ningún comentario de mudarme de nuevo a casa. Eso es algún tipo de
récord.
―Así que mamá ―le digo, vertiendo salsa en mis verduras al horno―.
Conociste a mi amigo Seth ayer…
―Lo hice. ―Sus ojos verdes evitan los míos y sé que no es buena
señal―. ¿Blade y tú han hablado desde su ruptura?
Incluso papá se queja a la mención de su nombre y no apreció que
eluda el tema de Seth para hablar de Blade.
―Sí, de hecho, me llevó a trabajar ayer. ―Por el rabillo de mi ojo, veo a
papá sacudir la cabeza―. Aun así no estamos juntos de nuevo. ―Afirmo con
total naturalidad.
―¿Quieres que vuelvan a estar juntos? ―pregunta mamá.
Hay un rayo de esperanza en sus ojos y me enoja por completo. Sabe lo
que Blade me ha hecho y no debería tener ninguna duda sobre descubrir que
ha hecho lo mismo en esta ocasión, también.
―No. 151
―Olivia, tú y Blade han estado juntos por mucho tiempo. Estoy segura
que pueden solucionar lo que está pasando entre ustedes.
―Esta vez es diferente. ―Me encojo de hombros, poniendo un bocado
de patata en mi boca.
―¿Debido a Seth?
Trago.
―No, no tiene nada que ver con Seth. Blade…
―Es un pedazo de mierda irrespetuoso y me alegro de que ya no está
en la vida de nuestra hija. Ahora déjalo.
Papá me aprieta la mano antes de volver a su comida y asiento
agradecidamente hacia él.
Las manos con manicure de mamá frotan sus sienes.
―Tal vez si vivieras aquí…
―Mamá ―gemí. Mi tenedor se aferra contra mi plato mientras choca
con el material de cerámica―. No vivo aquí y no lo he hecho desde hace tres
años. No pienso mudarme de nuevo, nunca.
Mira a papá y espera a que él intervenga y la respalde. Por lo general,
es lo que hace, pero la semana pasada me prometió que no mencionaría
nada acerca de mudarme de nuevo si venía a cenar.
―¿Realmente, Rick? ¿No vas a ayudarme? Es como si éste… éste…
Seth, los tuviera a ambos envueltos alrededor de su dedo.
―Es mi jefe ―murmura papá con indiferencia.
―No me importa. Él es un problema.
―No ha hecho nada ―objeto.
Ella desestima mi comentario.
―Estás cegada por tus hormonas.
―Sandra ―dice papá de golpe. Él consigue agitarse cada vez que
mamá se refiere a mi vida sexual―. Olivia puede salir con quien quiera. Si
quiere estar con Seth…
―¿Estás con Seth? ―Genial.
―¡Papá! ―rompo, pero se encoge de hombros como si no fuera gran
cosa―. No, no estoy con Seth.
152
Mi teléfono vibra en el bolsillo de mis jeans y mientras mi atención se
desvía a mi teléfono, mamá se acerca más a papá y lo insulta por no
ayudarla. Ignoro su tranquila disputa y leo un mensaje de Selena.
* * *
168
12
Son bien pasadas las once de la noche cuando me despierto. Seth
todavía está durmiendo profundamente a mi lado y no me muevo, en vez de
eso lo miro por un momento. Mis sábanas blancas están cubriendo sus
caderas, exponiendo todos sus músculos y tatuajes. Nunca he querido un
tatuaje. Siempre me han parecido tan… sucios, pero complementan a Seth.
Su rostro está libre de cualquier intensa emoción, parece tan tranquilo y
quiero tocar su hermosa cara, pero no lo hago. Odiaría despertarlo.
Puedo sentir mi vejiga apretarse dentro de mí. Realmente necesito
hacer pis, pero no hay forma de que vaya a dejar esta habitación por mi
cuenta. No quiero ver a Jackson y Selena todos juntos enredados en una gran
bola de recientes relaciones sexuales en mi sofá.
Juntando mis piernas, alcanzo debajo de mi cama y saco mi portátil, lo
enciendo y pronto estoy mirando el salvapantallas de Blade y yo. Realmente
necesito cambiarlo… y lo hago. Lo cambio por una foto de un gatito
intentando comerse un gran ovillo de lana. Es monísima. 169
Puedo seguir escribiendo mi relato, pero la necesidad de orinar es
demasiado fuerte y no puedo pensar en ninguna otra cosa. Cierro la tapa y
lo deslizo debajo de mi cama. Tendré que ser valiente y dejar mi habitación.
Me pongo la camisa de Seth encima de mi piel desnuda y mis pies
abandonan la cálida alfombra a medida que doy un paso hacia el frío suelo
de madera. En puntillas, lentamente camino hacia el baño.
Mantengo mis ojos en frente de mí todo el tiempo, no atreviéndome a
dejarlos vagar hacia el salón. Después de hacer pis, me siento un millón
veces más ligera. Y cuando entro en mi habitación el rostro adorable y
adormilado de Seth me está mirando.
―¿Sabes qué hora es? ―Apunta a mi despertador blanco.
―Sí… nos quedamos dormidos.
Él pasa sus grandes dedos por encima de su cara y después por su
cabello.
―Darryl me va a matar. Me perdí el entrenamiento.
Oigo un golpe seco venir del salón y luego unos pasos pesados.
Jackson entra en nuestra habitación, abrochándose sus pantalones.
―¡Mierda, Seth!
―Lo sé. ―Seth gime, balanceando sus piernas al borde de la cama y
agarrando sus jeans. Saca su teléfono del bolsillo trasero y maldice en voz
baja. Lo pone en su oreja―. Sí, Darryl… lo sé. Sí. Bien.
Deja su teléfono en el suelo y cae hacia atrás en la cama.
―¿Qué dijo? ―pregunta Jackson, pasando sus dedos por su cabello.
―Los directivos están enojados y tengo que hacer el doble esta noche
antes de marcharnos a Concord.
―Bastante fácil. ―Jackson se encoge de hombros y frunzo el ceño.
¿Bastante fácil para quién? Seth será el único haciendo todo el trabajo.
―Hey, estoy hambriento, ustedes chicos, ¿quieren tomar algo de
desayuno?
―Sí, danos unos pocos minutos.
Jackson deja la habitación y cierra la puerta detrás de él.
―Lo siento ―digo, a pesar de que lo de salir no fue mi idea. En
absoluto.
―No es tu culpa ―responde, irguiéndose hasta una posición sentada. 170
Sus ojos me repasan en su camiseta y jala de la parte baja, arrastrándome
más cerca―. Te ves bien en mi camiseta.
Sonrío cuando me da la vuelta, empujándome contra mi espalda. Sus
manos acarician mi cadera y luego suben por mis pechos, levantando la
camisa cuando avanza. Su boca me reclama y su lengua se desliza por mis
labios. Abro mi boca para él, y así me toca y saborea con su lengua. Pronto
su boca se aparta de la mía cuando llega a ser distraído por la vista de mis
pechos. Toma mi pezón en su boca y me estremezco por la sensación.
―Seth… ―gimo entrecortadamente.
―¿Mm?
―¿Pensaba que no podías?
Sus labios liberan mi pezón para besarme por todo mi pecho. Hizo un
ligero rastro bajando por el centro de mi cuerpo, parando en mi ombligo.
―No puedo pero tú puedes.
Mis manos se abren paso por su cabello, y dejo que sus suaves hebras
se deslicen entre las puntas de mis dedos. Seth me mira, sonriéndome y
haciendo que mi estómago se contraiga. Sus ojos están entrelazados con los
míos cuando llega con su lengua, corriendo el borde caliente de ésta a lo
largo de la línea de mi bikini. Tiemblo y sonríe mientras sus manos acarician
cada parte de mi muslo antes de enganchar por debajo el dobladillo de la
tela de mi ropa interior y arrancármelas. Me pongo tensa cuando su mano se
desliza bajo mi pierna, y luego la enrolla alrededor de mi rodilla. Mi
respiración queda atrapada en mi garganta cuando alza mi pierna,
tendiéndola encima de su hombro. Sus ojos color chocolate se oscurecen y
permanecen en mi rostro.
―Relájate ―gruñe entre mis muslos.
Un grueso dedo se desliza entre mis húmedos pliegues y gimo tan
bajito como puedo. Sus dedos empujan dentro de mí se curvan, forzando el
aire desde mis pulmones.
Él baja su boca y tan pronto como su lengua toca mi centro… estoy
perdida.
* * *
* * *
* * *
* * *
205
14
Conducir de regreso a Portland me deprime. Tuve un tiempo muy
bueno en Concord con Seth y su equipo.
No fue mucho. La mayor parte del tiempo Seth y todos los demás
estaban en el gimnasio entrenando por ridículas cantidades de tiempo,
dejándonos a Selena y a mí para pasear. Aunque la pasamos bien, fue
definitivamente un muy necesitado descanso, pero ahora que estamos en
casa, tengo que lidiar con todo lo demás, como Blade y Mason.
La pequeña caja roja aterciopelada que Blade me dio todavía está
situada sobre mi mesita de noche. No la he abierto, pero lo haré hoy cuando
esté sola y se la devolveré esta tarde. Quiero a Seth, no a Blade. No puedo
tener a Blade interfiriendo y jugando con mi cabeza. Él me dio un anillo sin
explicación. Esto apenas es romántico. Seth no me ha dado nada y sin
embargo ha logrado hacerme sentir que soy especial para él.
―¿Vas a devolverle el anillo a Blade hoy? ―pregunta Selena,
sacándome de mis pensamientos. La mano de Seth aprieta el volante 206
brevemente y él mantiene sus ojos color chocolate sobre la carretera, pero sé
que está escuchando. Le dije a Selena esta mañana que le devolvería el anillo
a Blade. ¿Si tenía preguntas, por qué no me las hizo entonces? Odio
conversar acerca de Blade delante de Seth. Es incómodo. Echo un vistazo
sobre mi hombro, Selena está masticando sus uñas de color rosa brillante y
Jackson duerme profundamente con su cabeza en su regazo vestido de
mezclilla. Devuelvo mi mirada a la carretera delante de mí, no prestando
atención a ninguno de los edificios moviéndose rápidamente por delante.
― Sí, iré a verlo hoy.
―Iría contigo, pero papá llamó y me quiere en la oficina hoy.
Agito la mano prontamente.
―Está bien. Probablemente debería hacerlo sola de todos modos.
Seth apoya su codo en el descanso entre nuestros asientos y pregunta:
―¿Él es una persona violenta?
―No ―contestamos al unísono Selena y yo.
―Él no es violento ―Selena siente la necesidad de decirlo―, pero es
persistente y despreciable. Siempre tiene mierda en su manga. He perdido la
cuenta de cuántas veces estos dos han roto y milagrosamente terminaron de
nuevo juntos.
Estoy frunciendo el ceño hacia ella por el espejo en mi visera de sol,
pero ella no me mira. Su atención está sobre sus uñas rosadas de mierda.
―Debe tener un pene mágico porque no hay manera de que siga
saliendo con alguien que me engañaba cada semana.
―Está bien, Selena ―espeto, cruzando mis brazos sobre mi pecho―.
Lo entendimos.
―Mierda, lo siento.
―Puedo llevarte ―ofrece Seth, pasando un pulgar a lo largo de mi
muslo, consoladoramente.
Niego.
―No, solamente empeorará las cosas. Él no coopera bien bajo presión.
―Te llevaré ―dice y me doy cuenta que su oferta no era en realidad
una oferta, sino una demanda. Abro mi boca para protestar, pero sus
palabras me cortan―. Me quedaré en el auto con Jackson. Por lo menos
tendrás a alguien ahí si se decide a hacer algo.
Sus ojos autoritarios bloquean los míos brevemente antes de que 207
vuelvan a la carretera. No voy a pelear. Si quiere llevarme a la casa de Blade,
entonces está bien.
Veo la casa gigante y de aspecto de arenisca de Selena en la distancia
mientras conducimos por su calle. En el momento justo Jackson el bello
durmiente bosteza, despertando de su muy larga siesta.
―¿Estamos aquí ya, huh? ―La voz de Jackson es ronca por el sueño.
Abro mi boca para contestar, pero los distintivos ruidos de besos y
risas tontas me detienen y hago rodar mis ojos. Si hay una cosa que no
extrañaré de este viaje son las largas sesiones de besos entre Selena y
Jackson. Jesús. ¡Esto es de nunca acabar! Afortunadamente, nos detenemos
frente a la casa de Selena.
―Te llamaré ―me grita Selena mientras sale y Jackson la sigue.
Directamente en frente del auto prácticamente follan entre sí como
despedida y gimo, lanzando mi cabeza de vuelta contra el asiento.
―Tú debes ser verdaderamente feliz de estar lejos de esto. ―Seth se
ríe, reclinándose en su asiento.
―No tienes ni idea.
Su mano se curva alrededor de mi muñeca y la hala a sus labios,
besándola suavemente. Sus labios están sorprendentemente cálidos sobre mi
piel y hormigueos estallan en mi estómago.
―Cuando terminemos aquí vamos a pasar por tu casa, conseguir ese
anillo y devolverlo a ese tipo de mierda.
Inclino mi cuerpo hacia él.
―¿Detecto celos? ―bromeo.
Él ríe contra la palma de mi mano.
―¿Celos? No ¿Posesión? Tal vez. Si alguien va a comprarte cosas en
bonitas cajas rojas, soy yo.
Tiro mi mano hacia atrás.
―Gracias, pero no necesito que me compren cosas para ser feliz. Blade
parece pensar que lo hago, pero eso solo refleja lo poco que en realidad sabe
de mí.
―¿Y qué necesitas para ser feliz?
Me siento un rato mientras pienso. Nunca me han hecho una pregunta
así antes. Meto un mechón de mi cabello detrás de mi oreja antes de hablar.
―Quiero lo que todos quieren, supongo. Salud. Amigos leales. Amor. 208
No sé…
Él me sonríe con satisfacción, sus ojos brillando con admiración.
―Si escogiera algo materialista, elegiría un baño.
―¿Un baño? ―repite, casi risueño.
―Sí, un agradable baño de espuma caliente. Han pasado años desde
que he tenido uno.
Él deja caer mi mano y pasa sus dedos por su cabello.
―Eres tan buena que ni siquiera puedo manejarlo.
―¿Soy buena? ―me mofo, casi ofendida. Nunca me han llamado
buena antes―. No soy buena.
Se extiende a un lado para apretar mis mejillas ya rosadas y le doy un
manotazo alejándolo.
―Bueno, ¿a dónde ahora? ―pregunta Jackson, deslizándose atrás en el
auto y cerrando de golpe la puerta detrás de él. Su rostro se interpone entre
nuestros asientos y lo miro. Cuando pienso en ello, Jackson y Selena lucen
muy similares. Su cabello es un poco más oscuro, pero ambos tienen los
mismos ojos verdes y la estructura facial, afilada y angular.
―Vamos a pasar por la casa de Olivia y recoger algo para dejárselo a
su ex ―le dice Seth a Jackson como si no fuera gran cosa.
―¿Vamos? ¿Estás seguro que esa es una buena idea?
―No ―declaro firmemente.
―Sí ―contesta Seth sobre mí―. Creo que es una muy buena idea. Su
ex es un cretino.
Jackson se inclina hacia atrás en el asiento y su obvia desaprobación
pende de un hilo, haciéndome sentir incómoda.
―Mayor razón para no ir ―contesta.
―Eres más que bienvenido a caminar a casa ―dice Seth, saliendo a la
carretera.
―Seth…
―No ―interviene Jackson―. Te acompaño, solamente no hagas nada
estúpido.
Echo un vistazo de reojo a Seth. Su rostro es neutro, desprovisto de
cualquier emoción específica. Él no haría nada estúpido, ¿verdad? La última
cosa que quiero es conseguir lastimar a Blade o a Seth en problemas. Cuanto
más nos acercábamos a mi casa, más nerviosa me ponía. No tengo ni idea de 209
lo que voy a decirle a Blade o si incluso estará en casa. Saco el teléfono de mi
bolsillo.
―Probablemente debería llamarlo.
Marco su número y lo pongo en mi oreja. Él contesta inmediatamente.
―¿Bebé?
Seth me mira ligeramente y frunce el ceño. Creo que lo escuchó.
Momentáneamente, estoy insegura de qué hacer. Si lo corrijo o solamente lo
ignoro.
―¿Olly?
Joder. Lo corregiré la próxima vez.
―Blade, hey.
Él parece optimista y entusiasmado, como si esperara buenas noticias
de mí.
―¿Cómo estás?
Hay un silencio sepulcral en el auto y esto me desconcierta.
―Bien, gracias. ¿Vas a estar en casa hoy? Necesito…
―Sí, estaré en casa todo el día. ¿Cuándo piensas venir?
―Debería estar allí en media hora. ―Miro a Seth y él asiente.
―¡Genial! Realmente te extrañé, Olly.
Casi me estremezco.
―Sí, nos vemos entonces.
Cuelgo y guardo mi teléfono en su sitio. Mis dedos nerviosamente se
encuentran entre sí, enredándose en un tenso movimiento nervioso.
Cuando nos detenemos frente a mi casa, agarro mi bolsa de viaje del
piso y salto del auto. Seth y Jackson esperan mientras corro escaleras arriba
para agarrar la pequeña caja roja. No me molesto en cambiar mi ropa.
Estoy demasiado cómoda en mis vaqueros y camiseta. Paso a mi
dormitorio e inmediatamente encuentro la caja roja sobre mi mesita de
noche. Mi bolsa de viaje aterriza con un pequeño golpe en la alfombra junto
a mí y doy un paso adelante.
Agarro la caja y siento el agradable material aterciopelado sobre mis
dedos antes de que lo empuje en la palma de mi mano. Por alguna razón,
mis manos tiemblan y me siento un poco ansiosa. Estoy noventa y nueve por
ciento segura de lo que hay dentro… pero no sé qué tipo de emociones van a
ser abiertas con la caja. Esta cruje cuando mi dedo índice la empuja para 210
abrirla un poco. Tomo dos respiraciones profundas, dentro y fuera, dentro y
afuera, y abro el resto del camino. Inhalo bruscamente, totalmente abatida
por el bonito anillo de oro incrustado en la tela de seda blanca. Es realmente
hermoso y algo que definitivamente habría apreciado cuando estábamos
juntos. Pero ahora, no lo quiero. Esto representa todos mis errores y todo de
lo que trato de aprender y crecer. Cierro la tapa y la meto en el bolsillo de
mis vaqueros, haciéndolo abultarse ridículamente. No quiero pasar mucho
tiempo aquí entonces corro hacia la puerta de calle, asegurándome de
cerrarla detrás de mí. Le doy la dirección de Blade a Seth cuando regreso al
auto, pero aparte de eso nadie me dijo nada, gracias a Dios.
* * *
* * *
Han pasado menos de cuatro horas desde que vi a Seth y de nuevo me
he quedado sin cosas que hacer. Limpié, tomé una ducha y vi una película.
Me levanto desde el sofá y entro en mi habitación. Una siesta suena bien. Me
acerco a la cama y me doy un golpe en el dedo del pie en mi bolsa de viaje.
―Para el lavado. ―Exhalo, recogiendo la bolsa y vertiendo su
contenido sobre mi cama.
Lo primero que cae es una de las sudaderas de Seth. Se había olvidado
de ella y la dejó en mi habitación. Recuerdo meterla en el bolso por si acaso
papá lo veía. No lo hizo y no sospechó nada al día siguiente tampoco. No es
que fuera a mencionar nada de haber oído a su hija tener sexo… eso sería
incómodo. Agarro el teléfono de la mesita de noche y marco el número de
Seth. No hubo respuesta. Llamo a mi papá. Debería ser capaz de obtener la
dirección de Seth sin problemas, suponiendo que lo tenga. ¿Qué pensará
Seth si me presento en su casa para dejar su sudadera? ¿Me estoy
imponiendo? No me puedo imaginar lo que soy ahora después de todo lo
que pasamos en Concord. Sé que puedo esperar hasta que llegue aquí, pero
no quiero. Quiero verlo.
―Hey, ¿Olly? ―responde papá.
―Sí papá, soy yo. Hey, ¿tienes la dirección de Seth?
―Sí, voy a buscar en mis archivos. 217
Oigo el sonido del traqueteo del archivo golpeando en el fondo de su
oficina
―Es uno cero tres Promenade Way.
―¿En serio? ¿Como el Promenade Way en las colinas?
Promenade Way es una localidad a treinta minutos y a las afueras de la
ciudad. He estado allí dos veces y si pensaba que la casa de Selena era
increíble, no tenía nada que ver con los palacios de prestigio allá arriba.
―Esa es la única. Tengo que irme cariño, dos hombres están a punto de
pelea por la máquina de remo.
―Ten cuidado. No hagas nada estúpido y pídele a alguien que te
ayu… ―Colgó―. También te quiero ―gruño tirando mi teléfono en la cama.
Frunzo el ceño. ¿Cómo Seth vive en Promenade Way? Sé que el torneo
amateur le está pagando por cada triunfo, pero no creo que sea suficiente
para cubrir ni siquiera una cuarta parte del costo de las casas de allá. Mi
curiosidad es demasiado fuerte para no ir y echar un vistazo por mí misma
por lo que me deslizo en mis tenis y lanzó una delgada chaqueta blanca
encima de mi camiseta. No suelo llevar shorts de color rosa de algodón fuera
de la casa, pero el clima es muy caliente hoy en día y me burlo de la sola
idea de llevar vaqueros.
Tomo la chaqueta de Seth, saliendo por la puerta y la meto en mi coche.
Mientras conduzco, trato de llamarlo de nuevo.
Todavía no hay respuesta.
Cuanto más me acerco a su casa, más pienso que es una mala idea. Seth
es una persona muy cerrada… no sé si va a apreciar que me presenté así.
Pero, por mucho que quiero dar la vuelta, no puedo apartar mi pie del
acelerador.
Al poco tiempo, me detengo frente a la casa uno cero tres y mi boca se
abre. Ciertamente tengo la dirección equivocada. Contemplo la enorme casa
de dos plantas y sus hermosos ladrillos de chocolate oscuro. En el segundo
piso, hay un pequeño balcón de piedra con pequeños muebles blancos al
aire libre. La casa se ve como muerta, tranquila y absolutamente pacífica.
Nunca he visto una casa tan… impresionante. Es como si permaneciera
aislada y rodeada de hermosos y exuberantes laberintos. Me obligo a apartar
los ojos de la casa, tomo la chaqueta, me deslizo fuera del coche y meto mis
llaves en mi bolsillo. El jardín delantero es enorme y verde y doblo lo dedos
de mis pies en los zapatos contra el impulso de correr descalza sobre él. No
hay un bloqueo que evite que intrusos entren, no es que en este lugar haya
ese tipo de gente; así que hay valla, supongo. Mis zapatos se adhieren paso a
218
paso a las bonitas baldosas chocolate y más allá del jardín floreciente. Me
detengo a mirar las flores, hay tantos colores y todos contrastan contra los
ladrillos marrones.
―¿Puedo ayudarle? ―pregunta una ronca voz femenina.
Salto, apretando la chaqueta contra mi pecho. Cuando veo a una
hermosa mujer madura de mediana edad sentada en una amplia, silla de
mimbre me relajo un poco, pero cuando sus ojos café oscuros me miran
furiosos, la sensación de tensión retorna.
―Hola ―le digo con toda la cortesía que puedo. Doy un paso más
cerca―. ¿Vive Seth Marc aquí?
―¿Has venido por sexo? ―Ella da una calada a su cigarrillo y mi
atención se centra en la brillante brasa roja que se enciende cuando lo hace.
¿Qué clase de pregunta es esa?
―No… Sólo estoy… ―Sostengo la sudadera por la capucha
ligeramente, pero ella me interrumpe.
―¿Cómo te llamas? ¿Tiffany? No, te ves como una Natasha.
Sé que no estoy imaginando el insulto unido a sus palabras. Niego y
ella se levanta de su silla. Se endereza el hermoso traje color caramelo que
viste y se pavonea por las escaleras desde la torre hacia mí.
―Soy Olivia ―declaro.
―¿Y has venido para tener relaciones sexuales, Olivia?
Mis labios se abren como mis sentidos y cada centímetro de mi piel se
inunda de calor nervioso.
―¡Por supuesto que no. Si me dejara terminar lo que estoy tratando
de…
Sostengo la sudadera por la capucha y ella me interrumpe de nuevo.
―¿Así que no has tenido relaciones sexuales con mi hijo?
―No, bueno, yo… que… espere. ¿Has dicho hijo?
―Lo hice. Seth es mi hijo. ―Apaga su cigarrillo en la bonita hierba y lo
aparta hacia fuera con sus talones, dejando un punto negro en el césped por
lo demás perfecto. Su madre es, sin duda intimidante y cuanto más la miro,
más de las características de Seth puedo ver, los ojos color chocolate, la
altura, los hermosos pómulos. Ella está balanceándose ligeramente,
completamente borracha hasta su mente, y estoy asustada.
―Sólo vine a devolver la chaqueta… eso es todo. ―Mi voz es
tranquila. 219
―¿Y por qué la tienes?
―Me la dio cuando estuvimos en Concord. ―En realidad lo dejó en mi
dormitorio, pero no le voy a decir eso. Su cara se cae.
―¿Tú eres la chica con la que ha estado gastando todo su tiempo?
Medio me encogí de hombros, asintiendo.
―¿Te llevó a ti a Concord con él?
Asiento de nuevo. Ella tiene lágrimas en sus ojos y me acerco a tocarla
para consolarla.
―¿Olivia?
No hay duda de la voz y llevo mi mano hacia atrás antes de que toque
el hombro de ella. Es Seth y siento un hormigueo escalofriante por la
columna. Él sale de la elegante puerta de entrada y se eleva sobre nosotras
desde lo alto de las escaleras. Su cabello está un poco aplastado de lado y sus
ojos son duros. Mierda. Lo despertamos.
―Seth, yo…
Su mamá fija su atención en él
―¿La llevaste a Concord, pero no podías devolver mis llamadas?
De repente, comienza a llorar como una borracha, el fuerte grito de
Seth me estremece. ¿Es por eso por lo que me mantiene separada de su vida
hogareña? ¿Debido a su madre?
―Sabes por qué no contesto tus llamadas, maldita sea, ahora entra.
No hay remordimiento en su voz. No le importa que su madre esté
disgustada. Veo que su pecho comienza a subir y bajar rápidamente.
―¡No! ―grita y luego se seca las lágrimas. Dejando todo atrás en un
santiamén―. Estoy teniendo una charla con mi nueva amiga. Ven.
―Extiende su mano hacia mí―. Vamos a entrar y tomar una copa.
Seth se tensa y sé que no soy bienvenida aquí. Amablemente declino su
mano.
―No gracias, estoy bien. Sólo vine aquí para devolver su chaqueta.
―Y tú has tenido suficiente ―agrega Seth al final.
―¿Vas a decirme qué hacer? ¿Después de todo lo que he hecho por ti y
tu hermana?
Seth lame sus labios agitadamente. No parece que le guste lo que está
diciendo, pero no quiere corregirla en frente de mí. Su mamá se encorva un
poco y aprieta su boca. Creo que va a vomitar. Doy un paso hacia adelante y 220
pongo una mano en su espalda, su cuerpo se mece con arcadas debajo de mí.
―Vete a casa, Olivia ―casi gruñe él hacia mí y doy un paso atrás,
luchando contra el impulso de apretar mi pecho. Que tocara a su madre
parece haberle ofendido. Su voz no es de buena educación o cuidado. Es
duro, difícil y peligroso.
―Pero ella está…
―Dije ¡vete a tu puta casa! ―grita.
Su voz es aguda y fría, me apuñala en el estómago como un cuchillo.
Girando espinosamente en mi pecho, dejo caer la chaqueta al suelo y me
alejo. Mis pies se mueven tan rápido como les es posible, como una tormenta
hacia mi coche, con la esperanza de parecer más enojada que con el corazón
roto. Me tiro en el asiento del conductor a toda velocidad, dejando el sonido
chirriante de los neumáticos detrás de mí. A unos metros de la carretera mi
pecho pesa por la tristeza que me ahoga, pero no dejo de conducir… no
hasta que haya hecho mi camino.
15
No sé de qué se va el día, pero es una mierda. Empezó bien, pero
rápidamente se volvió una mierda. Me arranco la almohada de mi cabeza y
la tiro por el cuarto. Mi cabello se pega a mis mejillas y me lo aparto
agitadamente. He estado en la cama desde que llegué a casa hace casi tres
horas y no puedo darle sentido a lo ocurrido esta tarde en la
monstruosamente hermosa casa de Seth. Entiendo que me presenté sin
avisar, pero eso no es motivo para que fuera un completo idiota. Él me
despidió como si yo fuera… nada, como si fuera basura.
Dejé de llorar hace un rato, pero mis ojos aún están pesados. Él no ha
hecho ningún contacto. Nada. Ni siquiera una disculpa con un texto de
mierda. Mientras termino con mis pensamientos, mi teléfono vibra y el
nombre de Seth parpadea a través de la pantalla. Mi estómago cae. He
estado esperando por su llamada, con la esperanza de que lo haría, pero
ahora que lo hace… Estoy enojada de que le tomara tanto tiempo. Golpeé
ignorar y tiré otra almohada sobre mi cara. Vibra de nuevo. Mis dedos se
clavan en la almohada cada vez que mi teléfono hace un ruido. Un par de
221
veces más hasta que se detiene. Vibra dos veces rápidamente indicando un
mensaje de voz, lo tomo y marco mi cuenta. La voz robótica y monótona me
dice la hora y fecha de la llamada. Me muerdo las uñas con nerviosismo y
juro que el robot está diciendo los números lentamente sólo para meterse
conmigo. Entonces oigo la voz de Seth.
―Estoy tan jodidamente apenado, O. No quise correrte así… Te
acababa de ver con mi mamá y yo… ―exhala―. Me estoy volviendo loco
aquí… Te necesito.
Él cuelga y el robot me pregunta si quiero borrar el mensaje.
Desconecto la llamada y dejo caer el teléfono en mi cama. ¿Qué voy a hacer?
No tengo ni idea de cómo manejar esta situación… Nunca he tenido que
"arreglar" las cosas antes. Con Blade él se iba y volvía más tarde como si
nada. ¿Es así como funciona? Mastico mis uñas hasta que duelen, el
pensamiento y hacia dónde ir me enloquecen. Aún estoy tan molesta… No
puedo hablar con él ahora mismo porque voy a decir algo estúpido.
Media hora más tarde todavía estoy contemplando mi próximo paso,
pero luego mi puerta se sacude bajo tres suaves golpes y todos los
pensamientos huyen de mi mente. Mierda. Probablemente es Seth. Bueno, no
es probable. Estoy cien por ciento segura de que es Seth.
Me deslizo fuera de la cama y camino a través de la oscuridad hacia la
puerta principal. Me muerdo el interior de mi mejilla y me sorprende que no
he hecho sangre. Cuando abro la puerta la mirada de Seth se arrastra desde
el suelo hasta mi cara. Sus cejas se juntan por encima de sus ojos tristes y
lamentables rastrillando sus dientes sobre su labio inferior antes de que me
pregunte:
―¿Has estado llorando?
―No ―respondo de inmediato, pero hasta yo puedo ver a través de
eso.
Mis ojos están hinchados, puedo sentirlo.
―¿Puedo pasar?
Me estremezco.
―¿Quieres que te muestre la misma cortesía que me mostraste hoy?
―Él no dice ni hace nada―. No. Vete a casa.
Doy un paso atrás y empujo la puerta para cerrarla, sólo que cuando
me doy la vuelta la puerta rebota, chocando con la pared. Me enfrento a Seth
de nuevo y mis ojos caen a sus pies. La punta de su zapato está en mi
apartamento y por alguna razón me irrita. 222
―Te dije vete a casa.
―Lo hiciste, pero no voy a ninguna parte. No cuando sé que me
necesitas. ―Se inclina contra el marco de la puerta, respetando mis límites y
no entrando en mi casa―. Sé que herí tus sentimientos y lo siento mucho.
Sólo me tomaste por sorpresa.
¿Eso es todo? ¿Lo sorprendí con la guardia baja?
―Me mandaste lejos como si fuera una especie de animal ―siseo ―.
Fue…
―Repugnante. Fue egoísta y grosero, y sé que no puedo hacerlo de
nuevo, pero al menos deja que me disculpe y te lo compensaré. Ahora estoy
aquí… por favor.
Atrapo mi labio entre los dientes. Quiere hacer las paces conmigo.
Nunca he tenido alguien que quiere hacer las paces conmigo antes. He
comprado cosas que no quiero, por la insistencia, pero nunca he tenido a
nadie queriendo hablar y pedirme disculpas correctamente.
―Si te dejo entrar, me tienes que contar todo.
Él asiente e ignoro su vacilación.
―Entra.
Da un paso a través de la puerta sacándose los zapatos. Entro a la
cocina y saco una botella de agua fría de la nevera. Tengo la garganta seca y
creo que es porque estoy deshidratada… o podría ser porque estoy a punto
de tener mi primera conversación para hacer las paces de mi vida y estoy
nerviosa.
Me siento en el banco mientras él se inclina en contra de la nevera.
―¿Así que ella es tu madre? ―le pregunto, desenroscando la tapa de
mi botella y tomando un largo y satisfactorio trago.
―En carne y hueso.
Puedo sentir que este es un tema incómodo para él, pero tengo que
saber lo que realmente está pasando.
―Ella es hermosa.
―En el exterior, tal vez.
―Supongo que es algo que no estás listo para compartir conmigo…
Aunque no tengo idea de por qué.
―Nunca quise que la conocieras.
Frunzo el ceño y habla rápidamente. 223
―Ella no es normal.
Me burlo.
―¿Has conocido a mi madre?
―Está bien, quizás normal no es la palabra adecuada para usar. Ella es
una borracha egoísta y vengativa y estoy avergonzado que hayas tenido que
ver eso.
Me deslizo del banco y doy un paso prudente hacia él.
―Puedes venir a mí ―dice, sus labios retorciéndose brevemente―. No
te voy a enviar lejos.
Corro hacia sus brazos y me acerca, tirando de mí apretándome contra
él. Entierro la cabeza más cerca de su pecho y planta dos besos en la parte
superior de mi cabeza.
―Mi madre no fue siempre una borracha. Solía ser increíblemente
cuidadosa, pero luego mi padre murió y no ha sido la misma desde
entonces. Es como si me convertí en el padre. Siempre recibo llamadas para
recogerla en la estación de policía o el hospital y… ―exhala―. Estoy harto
de eso, ya sabes.
Me tiré hacia atrás para mirarlo a la cara. La idea de su madre
realmente le molesta y no me gusta que se sienta tan incómodo, pero tengo
que hacerlo. Tiene que ver que va a tomar un infierno de mucho más que eso
para asustarme.
―Ella sigue siendo tu madre, Seth ―murmuro.
―Por eso me puse al día con ella, pero he sido demasiado indulgente.
Le he dado demasiadas oportunidades. Ella no se las merece.
―No, ¿por qué?
―Honestamente, hay mucho terreno por recorrer. Ella es la razón por
la que mi hermana pequeña se mudó, la razón por la que no he sido capaz
de superar por completo la muerte de mi padre recordándomelo cada
maldito día y estoy harto de tratar con ella. ―Sus brazos me soltaron y se
pasa los dedos por el cabello―. Cuando te fuiste esta tarde estaba totalmente
enloquecido. Me sentía enfermo y no podía respirar… salté directamente a
mi coche para venir aquí, pero decidí ir al gimnasio en su lugar. Me encontré
con tu papá y me preguntó si habías encontrado correctamente mi dirección.
Sin decir palabra, me fui del gimnasio y sólo he estado dando vueltas
durante horas tratando de pensar la manera de hacer las cosas contigo.
Su pulgar acaricia mi mejilla. 224
―Fui a muchas tiendas y miré tantas cosas que pensé que te gustarían,
pero a la mitad me acordé de que no te gusta eso. A ti no hay que comprarte
cosas para hacerte feliz.
Entierro mi cara en su chaqueta negra y una sensación de paz cae sobre
mí. Por fin he encontrado a alguien que me entiende y que me escucha.
―Pero ―dice, pasándome el dedo por la mejilla, levanto mi cara de su
chaqueta―. Me las arreglé para llegar con dos cosas que te harán feliz.
Miro su cara y a sus ojos oscuros, con llamaradas de placer como si
supiera a ciencia cierta que va a hacerme feliz.
―Después de hoy, y sobre todo lo que dijiste en el coche, me di cuenta
de que hay demasiadas cosas en este mundo que nos pueden separar. En
este momento, no nos debemos nada el uno al otro. Si queremos ir por
caminos separados, ni siquiera tenemos que proporcionar al otro una
explicación y eso no me gusta. Quiero deberte cosas. Quiero deberte una
explicación… Quiero que estemos oficialmente juntos con títulos y todo, si
realmente quieres.
Mi boca se abre y todo lo que le doy a cambio es una mirada con los
ojos abiertos. Me sorprende que haga eso por mí.
―No me esperaba eso… ¿Qué pasó con tu “yo no hago la cosa de
novias”?
Sus labios se contraen.
―Tú pasaste.
Maldita sea. Es guapo y romántico. A veces, realmente no puedo
quejarme de este tipo.
―Te das cuenta de que eso significa que estás oficialmente fuera del
mercado ―digo, empujándolo en el estómago duro.
Sus cálidas y anchas palmas de sus manos envuelven mi cara y mi
aliento se traba.
―Cariño, he estado fuera del mercado desde el momento en que estas
mejillas se volvieron del color rosa más sexy.
Llamaradas de calor se encienden debajo de mi piel y aparto la mirada
―¿Y cuándo fue eso?
―Cuando te encontré follándome con los ojos.
Le empujo y él suelta mi cara.
―No lo hice. 225
Se ríe a carcajadas y me aprieta contra él.
―Lo hiciste. Admítelo.
Lo miré un poco por demasiado tiempo, pero ciertamente no hice eso
de “follármelo con los ojos”.
―De todos modos… ―Se ríe, besando mi nariz―. Hay una cosa más
que quiero hacer para hacerte feliz pero tenemos que entrar en el coche.
―¿En el coche?
Él asiente.
―No tienes que traer nada. Vamos al coche.
Las manos de Seth descansan sobre mis hombros y vuelve mi cuerpo
todavía confundido hacia la puerta. Camina detrás mí, empujándome más
cerca y más cerca de la salida.
―No estoy vestida adecuadamente ―digo, mirando hacia abajo a mis
pantalones cortos y camiseta sin mangas. Me liberé hace siglos de la
chaqueta delgada―. Mis pantalones cortos son demasiado cortos.
Deja caer sus manos de mi hombro y salto cuando siento un
deslizamiento de su grueso dedo a lo largo de la base de la mejilla de mi
culo.
―Creo que son perfectos ―gruñe.
Siento su respiración en mi cuello y me humedezco inmediatamente.
Abro la puerta de entrada y antes de darme cuenta estamos en su coche y
conduciendo lejos de mi casa.
* * *
* * *
―¿O?
Oigo el sonido de mi apodo y abro los ojos, pero no acaba de
registrarse en mi cerebro. Cierro los ojos de nuevo. Estoy cálida, con sueño y
satisfecha. No quiero estar haciendo cualquier otra cosa. Un dedo roza
suavemente sobre mi mejilla.
―¿Olivia? ―Oigo de nuevo.
Abro los ojos por segunda vez. Está oscuro, pero sólo puedo distinguir
la silueta de Seth por encima de mí. Sus nudillos acarician suavemente mi
mejilla y tiré de mí misma a una posición sentada. Después de unos
segundos mi visión se ajusta a la oscuridad y me doy cuenta de que Seth está
completamente vestido con las llaves del coche en la mano.
―¿Está todo bien? ―le pregunto, mi voz ronca por el sueño.
―Quiero que vengas conmigo a recoger a mi mamá. ―Hay un hilo de
frustración en su tono―. Nunca te lo hubiese pedido, pero viendo que
somos una pareja ahora… debemos hacer las cosas juntos, ¿verdad? ¿No
importa qué tan mierda sea?
¿Su mamá? ¿Está bien? Me trago mi creciente preocupación y afirmo.
―Así es.
Lanzo las mantas. Y me deslizo fuera de la cama. Seth se acerca a la
pared y enciende la luz haciéndome entrecerrar los ojos bajo la dureza
repentina.
―Puse la ropa sobre el respaldo del sofá. ―Me sonríe mientras estoy
desnuda. 234
Me pongo mi ropa pieza por pieza y me paso los dedos por el cabello,
apenas logrando sacar todos los nudos.
―¿Dónde está tu mamá?
Da unos golpecitos con los dedos sobre sus pantalones vaqueros.
―Está en la estación de policía.
Me pongo rígida.
―¿En la estación de policía? ¿Qué hacemos? ¿Necesitas llamar a un
abogado o…?
―Esto es normal. Conozco al comisario de la estación. Voy a recogerla
y llevarla a casa.
―¿Y eso es todo?
Me da una sonrisa tensa.
―Eso es todo.
―¿Así que esto no es nuevo? ―exhalo, relajándome un poco.
―Lamentablemente, no. Esta será la cuarta vez desde que me mudé a
Portland que he tenido que recogerla en una estación de policía.
―¿Y el comisario sólo te llama?
―Sí.
Recuerdo que Seth tomó una llamada de teléfono antes de… y una
vez en la noche en que se negó a tener relaciones sexuales conmigo y una
vez en la noche que fuimos a cenar. Tuvo que salir a toda prisa. Lo siento
por él. No debería tener que dejar de hacer lo que esté haciendo con su vida
para recoger a su madre borracha. Eso no está bien.
Lo sigo de cerca detrás a medida que caminamos a través de la gran
casa y por la puerta principal. Seth no habla en todo el camino a la estación
de policía. Cuando lo miro, su mandíbula está siempre tensa, siempre
trabajando en contra de sí mismo.
―¿Por qué lo aguantas? ―le pregunto.
―Porque es mi madre… ―Se pasa los dedos por el cabello―. Siento
que se lo debo, supongo. Yo no era el mejor chico.
Sus palabras me molestan. Sigue siendo el hijo, no el padre. Su madre
debe cuidar de las finanzas y de la casa. No Seth.
Rodamos en frente de la Estación de Policía y subimos. No hay un
cuartel ni nada, sólo es una pequeña estación. Los dedos de Seth se 235
entrelazan con los míos mientras tira de mí a su lado a lo largo del camino.
En el interior, la estación huele a cerveza y a limpiador de hospital. Algunas
personas cansadas están en la sala de espera y nos miran mientras
caminamos hasta la mesa de servicio.
―Hey, Seth. ―El oficial le extiende su mano a Seth y él la toma―. Tu
mamá está más molesta que de costumbre.
Seth se ríe nerviosamente.
―Mejor me la llevo a casa entonces.
―No hay problema. Ha estado dormida durante el último tiempo.
El oficial sale de detrás del mostrador y le hace gestos a Seth para que
lo sigua. Él se vuelve hacia mí.
―Espera aquí, ¿de acuerdo?
Asiento.
Seth y el oficial desaparecen al doblar la esquina, dejándome sola.
Estoy incómoda. Nunca he estado en una comisaría antes y esperemos que
nunca tenga que volver. No me gusta sentirme como si hubiera hecho algo
malo. Incluso me pongo nerviosa cuando camino junto a un oficial de policía
en el centro comercial o en la calle.
Soy débil, lo sé.
Seth reaparece acunando a su madre dormida. No lleva la misma ropa
con que la vi esta tarde. Ella ha cambiado el traje de etiqueta por un par de
pantalones negros, una blusa de seda púrpura y un par de zapatos de tacón
de color violeta asesinos. Su largo cabello negro cae como cascada sobre el
brazo de Seth y cuelga libremente en el aire. Seth pasa junto a mí, moviendo
la cabeza hacia la señal de salida. Lo sigo muy de cerca y abro la puerta de
atrás de él para que pueda poner a su madre en el asiento trasero.
Nos tomó un poco de tiempo volver a la casa de Seth. Él iba por debajo
del límite de velocidad para no despertar a su madre. Dio igual. Una vez que
llegamos a la calzada y el coche se apaga, su mamá habla.
―¿Sethy? ―susurra―. ¿Has tenido que buscarme otra vez?
Mi corazón se derrite por su apodo. Es adorable y me imagino que lo
ha estado llamando así desde el día en que nació. Miro a Seth. Su rostro es
tormentoso y frustrado.
―Sí ―responde. Su tono es frío y carente de empatía.
―Lo siento mucho ―solloza―. Estaba de camino hacia el programa.
Te juro que iba a ir esta vez.
236
Seth sale del coche sin responder. Abre la puerta de atrás y le extiende
la mano a su mamá. Abro mi puerta y salgo. Cuando camino hacia el otro
lado, su madre ya está la mitad fuera del coche.
Ella sonríe con sonrisa borracha.
―¿Natasha?
―Olivia ―la corrige Seth, poniéndose cada vez más frustrado.
―Seth, está bien ―murmuro.
―Olivia ―balbucea―. ¡Bien!
Su madre lo mira mientras desliza el resto de su cuerpo fuera del
coche. Seth envuelve un brazo alrededor de su cintura apoyando su peso
como si ella no pesara más que un niño. Ella se vuelve hacia mí.
―Soy Vanessa. ―Hace un gesto hacia su rostro y cuerpo―.
Normalmente no soy así.
La expresión de Seth se oscurece y niega. Él es un experto en sostener
su lengua. Está por decir algo para molestarla.
―Vamos a llevarte a la cama ―dice, tirando de ella hacia la casa.
Cuando pasamos dentro, me quedo detrás de ellos, todo el camino hasta la
escalera y la habitación de su madre. Yo no entro. He invadido el espacio
personal de ella lo suficiente por esta noche. Me apoyo en la pared por el
marco de la puerta, mi mirada se centra en una linda pintura de un árbol de
bambú.
―¿Sethy? ―Escucho cuando ella lo llama―. Estaba planeando mejorar
esta noche… ―dice con voz baja.
―¿Y qué pasó?
―Yo… llegué a las puertas y no pude entrar… Me entró el pánico. No
quería admitir que he sido un fracaso.
Me esfuerzo por oír su respuesta, pero no viene.
―Iré mañana… Lo prometo.
―Está bien, buenas noches.
Seth sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí. No le doy
ninguna indicación de que he oído todo. No quiero que se sienta
avergonzado. Envuelvo mis manos alrededor de su brazo y me acurruco
estrechándome a él a medida que caminamos hacia su habitación. Cuando
estamos dentro y metidos de nuevo en la cama, me tira en su pecho
desnudo.
237
―Espero que estés bien con esto ―murmura al oído.
Después de todo eso, ¿cómo puede posiblemente estar preocupado por
mí?
―Lo estoy. Me alegro de que esté en casa y segura.
Sus manos me aprietan mientras él coloca su cabeza más cerca de mi
cuello.
―Yo también.
* * *
* * *
* * *
Seth insistió en acompañarme a la oficina esta mañana, para gran
consternación de Mason. Desde entonces no ha hecho nada, además de
ladrarme órdenes. Le he enojado a lo grande y sé exactamente por qué.
―Disculpe. ―Una mujer de edad avanzada exige. Mete un corto rizo
blanco alrededor de su oreja. Los pacientes han sido extraordinariamente
perros hoy―. He estado sentada en esta sala de espera una hora. Mi cita
debería haber sido… hace cuarenta minutos. ―Ella no dijo nada ofensivo o
fue una perra, pero todo se trata de su molesto y agudo tono. Lucho con el
impulso de fruncir el ceño y le sonrío cálidamente en su lugar.
―Gracias por ser tan paciente. ―Sí, claro―. Usted será la próxima. El
Dr. Peterson no tardará mucho más tiempo.
Con un suspiro alargado, se aparta de mí. Mason sale de la sala de
terapia con un paciente. El hombre que sale es Gary Voss, quien mantiene la
cabeza gacha y se pasea nerviosamente por la oficina.
La anciana salta a sus pies cuando Mason la invita a la sala de terapia,
mientras dirige las hojas de los análisis de Gary Voss hacia mí.
―Archiva esto. ―Lo desliza hacia mi mesa y se va. Yo hago lo que me
dice, y sin una mirada entro en el archivo.
Cuando termina con la mujer y ella se va, me doy cuenta de que no hay
nadie más reservado como hasta mediados de la tarde. En mi bolsillo mi
teléfono vibra. Lo saco y echo un vistazo a la pantalla. Seth. Golpeo 247
ignorar. No puedo hablar ahora. Además, realmente no hablamos después
de la ducha en el gimnasio y no quiero molestar a Mason más aún.
Hablando de Mason, sale de su oficina, con las manos metidas en los
bolsillos de sus pantalones negros.
―¿Cómo estuvo Concord? ―me pregunta lo suficientemente amable.
Sus cejas rubias se fruncieron ligeramente, pero sé que está tratando de
aclarar las cosas entre nosotros.
―Bien ―respondo―. Selena y yo pasamos mucho tiempo juntas, así
que estuvo muy bien.
Mi teléfono vibra otra vez, haciendo un sonido de zumbido sordo.
―Tu teléfono va a reventar.
―Estoy en el trabajo. Tendrá que esperar.
Los labios de Mason se curvan en una sonrisa juguetona.
―¿Te sientes bien? ¿Cuándo has ignorado un texto o una llamada de
teléfono en el trabajo?
―Bueno, te lo debo ahora. Te has puesto al día con un montón de mi…
―Maldita sea. No puedo encontrar la palabra correcta.
―Mierda.
―Así es. ―Me río―. Es hora de que te lo devuelva y actué como una
empleada adecuada.
Se inclina sobre el escritorio y al momento la animosidad entre
nosotros se va.
―Por favor, no empieces a hacer las cosas para las que te contraté, las
hago por mi cuenta.
Me río.
―¡No soy tan mala!
Mi teléfono se pone en marcha de nuevo, vibrando contra mi muslo.
―Respóndele. Voy a ignorarlo sólo por esta vez.
Sonrío con gratitud hacia él y saco mi teléfono de mi bolsillo. Es Seth
de nuevo. Inclino mi pantalla hacia mí un poco, por lo que Mason no puede
ver.
―¿Hola?
―Olivia, ¡Jesucristo! ―Su profunda y furiosa voz me sobresalta.
Incluso Mason oyó. Sus cejas se levantan un poco y su mandíbula se tensa―. 248
¿Por qué no has estado contestando el teléfono maldito Dios?
Siento que mis mejillas se calientan y mi corazón bombea la sangre con
rapidez a través de mis venas. ¿Qué podría tenerlo tan al borde? Él parece
desesperado y preocupado. Su voz hace que mi estómago se contraiga,
amenazando con devolver los arándanos y yogur que tuve para el desayuno.
―Estoy en el trabajo, recuerdas. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tan
enojado?
―Lo siento. ―Toma una profunda respiración para calmarse―. Tu
padre ha tenido un ataque al corazón.
16
Mi corazón inmóvil y mi garganta apretada. Empecé a sudar, un frío
sudor que se desliza desde mi nuca bajando por mi espalda y tragué con
fuerza mientras lagrimas brotaban de mis ojos.
―¿Olivia? ―dijo Seth mi nombre mientras lagrimas rebosaban el
borde.
―¿Él-él está bien?
Mordí mi labio inferior tan duro que inmediatamente saboreé sangre.
Mason se inclinó hacia adelante, pero no pude verlo. Todo lo que vi fue el
rostro enojado de mi padre.
―Está vivo y está en el hospital de Portland. Estoy aquí con él y tu
madre. ¿Quieres que vaya por ti?
―No, estaré pronto allí. ―No quiero que Seth maneje todo el camino
hasta aquí y de regreso al hospital. Colgué y limpié las lágrimas de mis
mejillas. 249
―¿Está todo bien?
Lejos de eso. Negué.
―Necesito un aventón al hospital. Mi padre tuvo un ataque al corazón.
Mason trotó hacia su oficina y agarró su chaqueta y llaves.
―Vámonos.
Me levanté de manera insegura de la silla en completa conmoción. Me
aliviaba que mi papá estuviera bien, pero el pensamiento de haber estado
tan cerca de perderlo me consume. ¿Es porque le grité? El carro de Mason
está estacionado justo frente a la puerta de su tienda. Es un lindo carro,
deportivo, brillante y rojo. Dentro, el material es cuero y cómodo. Gracias a
Dios estoy usando un cinturón de seguridad. Cada vez que gira una esquina
sujetó el asiento con miedo de deslizarme de él. Frenamos afuera del
hospital y Mason me sigue fuera del auto. En otras circunstancias estaría
preocupada por la reacción de Seth al mostrarme con Mason, pero hay cosas
más grandes por las cuales preocuparme ahora.
Corro hacia la portera. La mujer se alarma por mi frenético
comportamiento y controlo mi respiración, tratando de verme menos
exhausta.
―Richard James. ¿En qué habitación está?
Muerdo mis uñas mientras ella busca en la computadora.
―4-3-0.
Mason le agradece y yo lagrimeo por el pasillo. Tomó dos elevadores
antes de conseguir encontrar su habitación.
Seth está recostado contra el muro afuera. Está girando su teléfono en
sus dedos y masticando un palillo.
―¡Seth! ―digo en voz alta.
Su cabeza vuela hacia mí y sus ojos se derriten de preocupación a
alivio, eso es hasta que pasa de mí y ve a Mason. Envuelvo mis brazos
alrededor del cuello de Seth y lo traigo hacia mí. Sus fuertes brazos se
enrollan en mi cintura y coloca suaves besos en mi cuello.
―Estaba tan preocupado ―dice―. Pensé que estabas tomando un bus.
―Mason me trajo… eso parece un poco más realista. ―Le di mi mejor
“se bueno” cara y me alejé de Seth para entrar a la habitación de mi papá.
Maquinas hacen bip alrededor de él y mi mamá lee un libro en el sillón
reclinable de la esquina. 250
―¿Olly? ¿Pensé que tenías trabajo? ―pregunta papá mientras me
aproximo a su cama. Su voz está un poco cansada, pero aparte de eso luce
bien. Mamá baja su libro y salta de la silla a abrazarme. Cuando me lleva
entre sus brazos, las lágrimas se derraman bajando por mis mejillas y no
puedo detenerlas. Son lágrimas de júbilo, lágrimas de tristeza. Estoy tan
aliviada de que él esté bien, pero aún me siento culpable. Si no hubiese
discutido con él tal vez esto se habría evitado.
―Lo siento. ―Lloro.
Él se mueve en su cama incapaz de sentarse.
―Esto no es tu culpa. Debería haber escuchado a los doctores y a tu
madre, y a ti en primer lugar.
Las manos de mi mamá frotan mis hombros mientras trata de
calmarme.
―No es la culpa de nadie. Tuvimos suerte y cuando regresemos a casa
no tendremos más que vegetales y alimentos a la parrilla.
Papá asintió avergonzadamente.
―Si no fuese por Seth ―dice―. No sé si estaría aquí.
―¿Seth?
Sus ojos se mueven rápido a la cama, nerviosamente.
―Vino a mi oficina a darme una charla de “sin resentimientos” y no sé
lo que sucedió. Mi mandíbula empezó a doler y creí que era por la estúpida
carne que estaba comiendo, pero entonces hubo esta demoledora sensación
en mi pecho…
―No necesitas revivirlo, cariño ―dice mi mamá, inclinándose sobre la
baranda blanca, para besarlo―. Debemos animarnos desde aquí.
Mason golpeó la puerta, atrayendo nuestra atención y caminando
dentro.
―Uh, Olivia, debo regresar a la oficina. No tienes que venir. Me haré
cargo de todo.
Mamá sonrió ampliamente hacia él y yo la miré suspicazmente. Si ella
está así…
―Y eso es muy amable de su parte, ¿no es así Olivia?
Wow. En verdad está jugando a casamentera ahora.
―Sí, lo es ―contestó, casi entre dientes apretados―. Pero debo
trabajar. He tomado mucho tiempo libre y necesito pagar la renta y la
electricidad. 251
―Si te regresas… ―levanto rápidamente mi mano hacia ella y corto
sus palabras. Estoy tan no iré allí, no ahora mismo.
―Puedo cubrir eso ―ofreció Seth casualmente, recostándose contra el
marco de la puerta. Cómo alguien puede casualmente ofrecerse a respaldar a
alguien está más allá de mí. Es una gran cosa.
―No es necesario ―digo.
―Olivia, no te permito regresar al trabajo. Todavía tienes doce días de
paga restantes de tus vacaciones anuales. Solo te pondré en ellos. ―Mason
se inclinó y presionó un beso en mi mejilla.
Mis ojos se movieron rápidamente del rostro de Seth. Esto no era un
gesto sexual, no creo que lo haya hecho para molestar a Seth a propósito.
Solo está siendo amigable y comprensivo, creo.
―Dame una llamada cuando estés lista. ―Salió por la puerta, pero no
sin ganarse una muy sutil mirada con furia de Seth.
Sus iris chocolate cayeron de regreso en mí y le di una tensa sonrisa y
un pequeño encogimiento de hombros. Una muy femenina enfermera metió
su cabeza en la habitación.
―La hora de visitas terminó ―nos dijo―. Solo uno de ustedes puede
quedarse a acompañarlo.
Froté mis palmas sobre mi vestido para remover algo del sudor. Ahora
que la conmoción inicial había desaparecido, solo me sentía con nauseas.
―Bueno, Seth y yo nos iremos, pero regresé a primera hora en la
mañana. Si necesitas algo, lo que sea llámame. De inmediato.
Besé a mi mamá y papá, persistiendo un segundo más en la barbilla sin
afeitar de mi papá.
―Los amo ―digo mientras envuelvo un brazo alrededor de la cintura
de Seth. Él lanza su brazo sobre mis hombros, llevándome hacia él. No tengo
que mirar a mi mamá para saber que no lo aprueba, incluso después que
Seth básicamente salvo la vida de mi papá, aún no es suficiente.
Unas pocas personas se dispersan en el angosto pasillo mientras se
despiden de sus familiares. Miro arriba hacia Seth y su palillo gira
rápidamente entre sus labios mientras juega con él con su lengua.
―Gracias.
―¿Por qué? 252
Dejo de caminar y me pongo frente a él. Él jala de su boca el delgado
palillo de madera y sus ojos se enfocan en mi rostro.
―Por regresar al gimnasio y hablar con mi papá y por salvarle la vida.
Las cejas de Seth se arrugan un poco, como si estuviera incómodo.
―No tienes que agradecerme…
―Sí tengo. ¿Por qué agradecerte te pone incomodo?
Su mirada revolotea hacia el piso mientras pone el palillo de regreso en
su boca. Después de lo que parece un eternidad de estar en silencio, eleva su
mirada hacia mí, luciendo incluso más incómodo que antes.
―Porque no estoy acostumbrado a eso.
―¿No estás acostumbrado a que te agradezcan? ―Rozó mi dedo a lo
largo de su antebrazo.
―Usualmente soy la causa de los problemas, no la solución.
Frunzo el ceño. Él no se da cuenta lo mucho que me ha ayudado. Me ha
ayudado a no regresar a las mismas rutinas con Blade. Me salvó de Brent y
mejoró mi relación con mi papá. Antes de Seth, mi papá era mucho más
como mi mamá, siempre empujándome a regresar a casa y por todo eso las
siguientes palabras salieron a través de mis labios.
―Tú eres mi solución.
Sus labios se crisparon y retiró el palillo mientras la tensión en su
expresión se desvanecía. Sus brazos rodearon mi cintura, llevándome más
cerca. Verlo relajado y feliz envió un fuerte sentimiento fortaleciéndose a
través de mi pecho. Todo lo que quiero para él es que sea feliz y nunca he
querido algo tanto en mi vida. Seth me atrajo hacia él, descansando su
cabeza en la mía y su mano trazó un sendero reconfortante arriba y abajo en
mi columna. Me asusta alejarlo, no quiero hacerlo. No sé lo que está
sucediendo, pero no es como nada que haya sentido antes. Los sentimientos
que tenía por Blade palidecen en comparación con lo que siento ahora.
¿Amor? No, sí, no lo sé. Estoy confundida. ¿Estar enamorada significa estar
tan enferma? Me siento mal, siento que voy a llorar. Siento que debo aplastar
a Seth en mis brazos y no dejarlo ir. Estoy casi inevitablemente segura que
me volvería completamente nada sin él. Quiero huir porque estoy
absolutamente muerta de miedo.
Le gusto a Seth, lo sé, pero qué si no hay un futuro allí. No soy una
lectora de mentes, pero estoy convencida de que esto no es lo que él estaba
esperando después de apenas un día de estar juntos. No lo puedo
espantar… 253
* * *
* * *
* * *
Difícilmente veo a Seth los próximos seis días. Está tan ocupado con la
formación y la preparación para este fin de semana. Incluso estoy nerviosa.
Nos vamos hoy y Seth debería estar aquí dentro de veinte minutos para
recogerme. Lamentablemente, Selena no puede venir esta vez. Su padre ha
solicitado que empiece a hacer algo con su vida y haga horas extras en la
empresa. Ella está angustiada por eso, pero ahora que ha investigado
algunos cursos que puede estudiar, se siente un poco mejor, pero su padre
aún sufre su frío trato. Mi teléfono suena, sacándome de mis pensamientos.
Salto del sofá y corro al banco de la cocina donde estoy cargando mi
teléfono. Quito el cable y lo contesto.
―¡Ey! ― chilla la alegre voz de Selena―. ¡Lo he conseguido! ¡Sé lo que
voy a ser!
―¿Qué?
―¡Un oficial de policía!
Casi me río a carcajadas. Selena, ¿un oficial de policía? No lo creo. Odia
limpiar porque siempre se rompe una uña. Estoy bastante segura que no
puede tener largas uñas pintadas con colores extraños como un agente de la
policía… código de vestimenta y todo eso.
―¿Un oficial de policía? ¿En serio?
Ella suena casi ofendida.
―¿Qué hay de malo en eso?
―Estoy tratando de imaginarte al perseguir a los malos y disparar
armas. No te ofendas, pero no luce bonito.
Ella resopla.
―Sí, bueno, te lo voy a demostrar. De todos modos, te vas hoy y estoy
tan disgustada. Ojalá pudiera ir… voy a extrañar a Jackson.
Abro el refrigerador y agarro dos botellas pequeñas de agua.
―Caramba, no me extrañes o cualquier cosa.
Cruzo el suelo de la cocina y entro en la sala de estar. Pongo las dos 262
botellas de agua en la parte superior de mi pequeña maleta de color
púrpura.
―¡Sabes que voy a extrañarte! Eso no hace falta decirlo. ¿Cuánto
tiempo vas a estar fuera?
―Ya te lo he dicho dos veces. Vamos a quedarnos unos días en Boston
y si gana, la siguiente parada es Las Vegas por una semana o algo así.
―Sus peleas están realmente muy juntas… ¿no necesita tiempo para
recuperarse o lo que sea?
No sé mucho sobre el torneo, pero Darryl sí, me dijo que una vez que
sea profesional pueden pasar meses entre peleas. Hasta entonces, Seth tiene
que evitar ser golpeado tanto como sea posible. Hasta ahora, todo bien.
Todavía estoy por ver un puño conectar con su rostro.
―No sé cómo funciona ―murmuro.
Hay un suave golpe en la puerta y mi nerviosismo se eleva a un nivel
superior.
―Oye, me tengo que ir ahora, pero llámame en un día o dos, ¿sí?
―Sí, está bien. Diviértete y no hagas nada que yo no haría. Te quiero.
―Te quiero. ―Cuelgo y deslizo el teléfono en el bolsillo delantero de
mi cardigán color limón. Me gusta esta chaqueta de punto. Fue un regalo de
mi abuela antes de morir. Mi conjunto favorito para usar con él, es un par de
pantalones blancos y un top de encaje blanco. Corro hacia la puerta y la
abro. Seth parece digno de babear como siempre. Cómo se las arregla para
llevar un par de pantalones vaqueros y una camiseta gris simple y todavía
parecer increíble está molestamente más allá de mí. Su cabello brilla
levemente, como si se hubiera duchado recientemente. Su piel parece lisa y
suave y tengo muchas ganas de extenderme y tocarlo. Él me absorbe con una
sonrisa divertida en su rostro.
―Eres como un bombón de coco y limón. ―Se ríe, apoyándose en el
marco de la puerta.
―Ja. Ja ―digo Inexpresiva.
Da un paso hacia adelante, con los ojos ardiendo llenos de confianza en
los míos, no, lujuriosamente.
―Me encantan los bombones de limón. ―Su sonrisa se vuelve
engreída―. Se derriten en tu boca.
Siento un caliente sonrojo arrastrándose hasta mis mejillas y él lo nota.
Sus ojos brillan, viéndose perfectamente divertido con mi reacción y da un
paso adelante, permitiendo que sus manos se deslicen en mi nuca. 263
Entonces, me besa, provocándome con los dientes mientras pellizca mi
labio inferior. Da un paso hacia delante, deslizando su otra mano hacia abajo
por mi lado antes de acunar mi trasero y estrujándome contra él. Sé que está
haciendo esto para trabajarme, sabiendo muy bien que no puedo hacer
ninguna maldita cosa al respecto. Se aparta y toma mi labio inferior entre los
dientes.
―Mm. Sabes mejor que cualquier tipo de dulce.
Me quejo.
―Vas a hacer esto doloroso para mí, ¿no es así?
Él asiente.
―Imagínate lo que está haciéndome a mí.
Doy un paso lejos y ruedo mi maleta hacia él. Cierro mi puerta y sigo a
Seth por las escaleras hasta el coche.
Mi maleta se desliza fácilmente sobre el asiento trasero vacío.
―¿Jackson no va a venir? ―pregunto en voz alta.
Seth me abre la puerta y subo.
―Sí, pero está viajando con Darryl y los otros.
Sonrío. Tiempo a solas con Seth sería muy agradable. Apenas lo he
visto esta semana y lo he extrañado como una loca. Estoy emocionada de
estar dejando Portland y estoy especialmente emocionada porque la pelea de
Seth esté terminada. Ansío, no, necesito estar cerca de él, en todos los
sentidos.
Mientras rodamos por la autopista, un tono de teléfono zumba en el
coche y mi atención recae en la consola central. “Mamá” está llamando. Seth
rápidamente golpea ignorar.
―¿Cómo está? ―pregunto―. ¿Terminó yendo al programa?
Miro de reojo a Seth. Sus manos aprietan el volante brevemente.
―¿Tú qué piensas? ―Su voz es casi triste, decepcionado. Miro mis
manos también decepcionada.
―Estaba segura de que lo haría…
Sonríe una sonrisa dolorosamente falsa sin mirarme.
―Está bien. He terminado. Cuando la recogí del hospital anoche…
―Espera, ¿el hospital? ―Sueno más ofendida que preocupada y tal vez
lo esté. ¿Por qué no me llamaste?
264
―Sí, se cayó por unas escaleras en un bar y se golpeó la cabeza. Está
bien, es sólo un pequeño corte.
Al darse cuenta de mi aprensión, añade:
―No te llame porque era muy tarde y no estaba de humor para alguien
que sienta lástima por mí.
Un poco duro, pero es comprensible… supongo.
―Sólo odio que hayas tenido que hacerlo por tu cuenta.
―He estado haciéndolo por mi cuenta desde hace años. ¿Qué es un
poco más, no?
Mi corazón se tuerce en mi pecho. Hay tanta responsabilidad sobre sus
hombros. Equilibrar las finanzas, su carrera, requerimientos de una dieta
estricta y un entrenamiento intenso, ¿cómo incluso funciona correctamente?
―¿Has dicho que has terminado? ¿Qué significa eso?
―Significa que me niego a llevarla por la vida como un niño durante
un segundo más. Entré en contacto con un centro de rehabilitación en
California ayer por la noche. La compañía la recogió esta mañana.
Espere un rato para que sus palabras penetraran. Envió a su madre a
rehabilitación… ¿al otro lado del país?
―California es muy lejos, Seth.
Se encoge de hombros.
―La necesito lo más lejos posible de mí. De lo contrario, va a rogar que
vaya a visitarla y entonces me convencerá de firmar su liberación. No
puedo… no esta vez.
¿No esta vez? ¿La ha enviado a un centro de rehabilitación antes? Miro
hacia él. Su mandíbula se aprieta hacia adelante en un ceño fruncido. No le
pregunto más. Puedo ver que es difícil para él así que digo lo único que
puedo decir.
―Hiciste lo correcto.
La arruga en su frente se suaviza. Dije exactamente lo que él quería oír.
No hay duda de que ha estado jugando una especie de tira y afloja
emocional con su decisión y estoy contenta de haber podido aliviarlo un
poco.
* * *
265
Boston es enorme comparado con Portland. Los edificios son más altos
y más nuevos. Prácticamente aplasto mi rostro contra el frío cristal mientras
trato de conseguir una mirada más cercana. Nunca he estado fuera de
Portland. ¿Por qué no he viajado? Ver nuevos lugares es increíble y es
genial. Aunque la gente está recorriendo afanosamente las aceras para llegar
a sus citas y reuniones importantes, siento que este lugar está intacto, como
si acabara de descubrirlo. Seth se detiene frente a un hotel muy lujoso y un
hombre con un adorable sombrero negro me abre la puerta.
―Buenas tardes, señora ―me saluda, extendiendo una mano con
guante blanco.
Echo un vistazo torpemente hacia Seth, quien me está mirando con una
expresión satisfecha. Tomo la mano del hombre y me ayuda a salir del
coche. Seth me separa del hombre y le habla de los bolsos.
Afortunadamente, el hombre asiente y recupera el equipaje del coche.
Entramos al edificio a través de una puerta giratoria dorada y Seth mantiene
sus dedos trabados con los míos mientras nos acercamos a su equipo en el
vestíbulo. Darryl, Jackson y los otros tres a cuyos rostros me he
acostumbrado, pero no tengo ni idea de cuáles son sus nombres, están
absolutamente encantados de ver que Seth y yo llegamos a tiempo.
―Voy a registrarme ―dice Seth, besando la parte superior de mi
cabeza.
Admiro el vestíbulo mientras Darryl explica los planes para esta noche
y mañana. El vestíbulo es muy amplio y bien decorado con estatuas de
mármol y adornos dorados. No hay alfombras que adornen el piso y los
tacones de los zapatos hacen ruido contra las baldosas a mi alrededor. Hay
un olor agradable, como vainilla y romero y la música clásica sonando
suavemente a través de los altavoces ocultos me hace sentir ligera y relajada.
Este hotel es sin duda el lugar más agradable en el que me he alojado. Oh, e
imagina cómo el baño va a verse, suponiendo que tengo uno.
―¿Dónde se están quedando Don y Josh? ―le pregunta Jackson a
Darryl, sentado en la parte superior de su propia maleta y restregando sus
manos sobre sus pantalones vaqueros.
―Josh y Don están al otro lado de la ciudad en el hotel Plaza. Sus
preparadores me han asegurado que no deberíamos tener ningún roce antes
de la pelea. Es una gran ciudad. Las posibilidades de encontrarnos con ellos
esta noche son escasas.
―¿Esta noche? ―pregunto, viendo el sueño de un largo y caliente baño
escaparse de las manos. 266
―Sí, todos vamos a salir esta noche ―responde Jackson―. Incluso
Seth.
Mierda. La idea de asistir a los clubes en una ciudad extraña me asusta
mucho. Los clubes de Portland son malos y siempre llenos, lo que significa
que los de Boston son probablemente el doble de malos y el doble de llenos.
La última vez que salí golpeé a una chica en la cara y no estoy muy
dispuesta a pasar por eso otra vez. Sin mencionar que no empaqué nada
para salir de noche.
―No vamos a estar fuera por mucho tiempo ―dice Seth, llegando a
pararse a mi lado. Su brazo se engancha alrededor de mi cintura,
presionando mi costado contra el suyo―. No puedo beber y necesito dormir
tanto como pueda para mañana.
―Bien. ―Se ríe Jackson―. Necesitamos un conductor designado y
puedes irte una vez que lleguemos a Polaris.
―¿A qué hora? ―pregunta Seth.
―Queremos estar allí a las diez u once. En realidad no importa. Los
buenos programas no se inician hasta la medianoche.-
¿Las discotecas en Boston hacen presentaciones? Me relajo un poco. Tal
vez vamos a un teatro o algo similar a eso. Ruego a Dios que sea el caso.
* * *
281
17
Largos escalofríos de energía nerviosa pasaron a través de mí mientras
Seth rebota en las puntas de sus pies en frente de mí. Estoy más que ansiosa,
incapaz de experimentar una emoción específica. Todo está hecho puré
junto, emoción. Nerviosismo. Frustración. Anticipación.
Sus ojos marrones caen sobre mí y puedo ver la ansiedad en su
rostro. No le gusta que no haya estado en su habitación antes de la pelea y
tampoco quiero saber lo que está pensando. Quiero ayudarlo a
aliviarse. Una gruesa capa de vaselina brilla en su ceja y ruego a Dios que
esto ayude. Seth y yo estamos tan atrapados en nuestro pequeño mundo que
ni siquiera notamos a su oponente, Joshua Donskov, yendo hacia el ring con
un pisotón enojado. Es un gran chico, uno grande en serio, no sólo de alto
sino también de ancho. Sus cortos rizos rubios rebotan en la cima de su
cabeza y engancho mis manos entre las rodillas para evitar morderme las
uñas.
A mi lado, hay un asiento vacío. Está reservado para papá. Qué no 282
daría por tenerlo a él y a Selena aquí conmigo. Cuando termino el
pensamiento, un largo cuerpo cae en el asiento junto a mí, pero no le prestó
atención. Al menos, no hasta que los ojos de Seth se estrechan sobre quien
sea que es. Vuelvo lentamente la cabeza y en realidad no me sorprende ver
al molesto de Don sonriéndole a Seth. Don luce peor de lo que lo hace
Seth. Tiene un labio partido y un corte en la mitad de la nariz, que se
mantiene unida con puntadas de mariposa. Miro a Darryl y Jackson. Están
rígidos y echan un vistazo con ansiedad entre los dos combatientes. Darryl
se inclina y habla a través del comunicador de Seth.
―No te vi salir de la habitación de Seth. Estaba preocupado de que
hubiera abierto una brecha entre ustedes dos ayer por la noche.
Me trago mis nervios.
―Sí, te ves verdaderamente devastado por eso.
Su gruesa pierna vestida en mezclilla se inclina contra mi piel desnuda,
siento como si hubiera metido mis pies en una caja de crías de araña y ahora
estuvieran corriendo por mi pierna. Me estremezco y me inclino lejos de él.
―Vamos. ―Ríe―. No soy tan malo. Dejé que tu pequeño novio
continuara en el torneo. Deberías estar de rodillas, dándome las gracias.
Me estremezco, pero no le respondo. No voy a alimentar el fuego entre
Seth y Don. Seth flexiona los dedos, poniéndolos en puños y relajándolos de
nuevo. Asiento hacia él, asegurándole que no debe preocuparse por mí. Gira
sus hombros hacia atrás y se centra en Josh. Josh mantiene sus ojos fijos en
Seth, sin apartarlos ni un segundo. El locutor está recitando un montón de
patrocinadores, pero no puedo oírlo. Estoy demasiado ocupada
concentrándome en Seth y haciendo caso omiso de la presencia de Don.
―Si estás aquí para distraerlo, no va a funcionar ―murmuro, tirando
de mí vestido hacia abajo para cubrirme las rodillas. Don apoya un brazo en
el respaldo de mi silla, con el dedo índice rozando a lo largo de mi hombro y
me inclino hacia adelante para alejarme de él.
―Hagámoslo ―dice el árbitro.
Una vez que empieza el partido, es más fácil hacer caso omiso de Don
y engancho mis manos entre las rodillas de nuevo, manteniendo los ojos
bien abiertos. No puedo mirar a otro lado, no esta vez. Las manos de Seth
están arriba, cubriendo su rostro, sobre todo sus cejas. Josh ataca fuerte y
rápido, Seth se las arregla para bloquear la mayoría de los golpes.
Los golpes al cuerpo, sin embargo, no puede evitarlos a menos que
quiera exponer el corte en su ceja. 283
―Es una pena lo de la ceja. Eso tiene que ser un poco incómodo, sobre
todo cuando va en contra de un luchador. Con ellos no hay ninguna técnica
real, ya ves. Todo lo que hacen es golpear.
Seth y Josh rebotan por todo el ring, dando puñetazos y más
puñetazos. Me estremezco en mi asiento cada vez que Josh aterriza un
golpe. Sabe que Seth tiene una ceja rota y está realmente tratando de
conseguir que deje caer su guardia. Seth patea las piernas de Josh para
tirarlo y se lanza sobre él. Comienza a golpear su rostro contra el suelo del
ring. Las manos de Josh están arriba y tratando de proteger su cara.
En mi bolsillo, mi teléfono vibra y realmente no quiero contestar, no
ahora, pero no puedo ignorarlo. La última vez fue algo serio. Lo saco de mi
bolsillo y miro en la pantalla un número privado. Lo traigo a mi oído,
bloqueando el otro con el dedo índice.
―¿Hola?
―Hola, me pasa con Olivia James, por favor.
Mi pecho se aprieta.
―Ella habla.
―Señorita James… soy la doctora Monica Falen. ―Mi corazón se
detiene―. Su padre fue traído esta tarde después de sufrir un segundo
ataque al corazón… Lo siento, pero no hubo nada que pudiéramos hacer.
No lo registro. No entiendo lo que está tratando de decir.
―¿Qué quiere decir? ―pregunto, con la esperanza de haberla oído
mal. Don se acerca más para decirme algo, pero pongo mi mano en su cara
para que se calle.
―Su padre ha fallecido.
Miro hacia delante sin ver nada. El público se está volviendo loco, pero
parece mudo para mí.
―¿Señorita James?
Dejo caer mi mano a mi regazo. Creo que voy a vomitar. Mi teléfono es
apretado con fuerza en mi mano mientras salto de mi asiento y paso a través
de la multitud. Tengo que salir de aquí. No tengo ni idea de a dónde voy,
pero sigo por un pasillo a ciegas hasta que me detiene un grupo de guardias
de seguridad. Les muestro mi pase y me dejan pasar.
Se hunde en mí ahora y el corazón se me aprieta en el pecho. Me lanzo
rápidamente por el pasillo, salvajemente, sin saber a dónde ir. Giro a la
izquierda, luego a la derecha, luego otra vez a la izquierda. Puedo oír el 284
retumbar lejano de una multitud sedienta de sangre. Sus pasos martillean
contra el techo por encima de mí.
Veo el nombre de Seth en una puerta y me sumerjo a través de ella,
cerrándola detrás de mí con un ruido sordo. No quiero estar aquí, pero no
tengo otro lugar a donde ir. Me tropiezo hacia la pared del fondo y empujo
mi cuerpo contra su cemento frío. Me deslizo hasta el suelo, con los brazos
cerrados fuertemente contra mi pecho mientras las primeras oleadas de
angustia me golpean. Sollozos ahogados escapan de mi pecho mientras las
lágrimas se vierten sobre el borde de mis ojos. Ni siquiera trato de
contenerlas mientras mi pecho palpita. Me tapo la boca con ambas manos y
llevo las rodillas hasta mi pecho. Estoy en Boston. Tengo que estar en
Portland.
Ni siquiera me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe,
golpeándose contra el hormigón. No veo cómo Seth grita a su equipo que
nos dejen en paz. Siento sus húmedas y cálidas manos tocando mis hombros,
levanto mi rostro de mis manos para mirarlo a la cara. Su ceja sangra y hay
un nuevo corte en su labio inferior. Sus labios se mueven, pero no sé lo que
está diciendo.
―Olivia ―dice de nuevo y puedo oír su tensión, su voz
preocupada―. ¿Estás bien? ¿Qué pasa? ¿Él te ha herido?
Niego.
―Es papá… él… ―No puedo terminar la frase y entierro mi cabeza en
las palmas de mis manos.
―Lo siento tanto, O ―susurra. Sus suaves labios rozan la cima de mi
cabeza. Tomo una bocanada de aire mientras trato de controlar mis
sollozos. Sus manos se curvan alrededor de las mías, tirando de ellas fuera
de mi cara. Escondo mi cabeza. No quiero que me mire. Sólo puedo
imaginar cómo lucen mis ojos hinchados o cómo de corrido debe estar mi
maquillaje. Las puntas de sus dedos se curvan debajo de mi barbilla,
forzándome a mirarlo. Me observa con una expresión triste que grita lo
impotente que se siente y me jala hacia él, acunándome en sus brazos
mientras lloro en su pecho ya mojado. La punta de su pulgar acaricia mi
mejilla, enjugándome las lágrimas.
―¿Ganaste? ―pregunto, sollozando.
Todo lo que hace es asentir.
―T-tengo que ir a casa.
―Por supuesto. Te llevaré.
Niego. 285
―¿Puedes llamar a Selena y pedirle que venga a buscarme? ―Seth
abre la boca para protestar, pero lo interrumpo―: Quiero estar con mi
mamá…
Sus cejas se arrugan, pero no me contradice. Sabe cómo se siente mamá
sobre él y ahora no es momento para frotar el "nosotros" en su cara. Por no
hablar de que Seth tiene que estar en el entrenamiento de Boston con su
equipo y preparándose para Las Vegas. No necesita esta distracción.
―Está bien. Voy a llamar a Selena, pero deja que te lleve al hotel
primero.
Tira de mí apretadamente cuando se pone de pie. Me siento pesada,
pero Seth me lleva sin esfuerzo. Puedo mantener mi cara enterrada en su
cuello para evitar los ojos de las personas cuando estamos fuera de la
habitación. Oigo a la gente hablar y susurrar, probablemente mirar
también. Me aferro más duramente a Seth y su pulgar acaricia mi espalda
baja. Oigo a Darryl y Jackson preguntándole a Seth qué me pasa y él sólo
sacude la cabeza.
Darryl y Jackson ayudan despejando nuestro camino de todos y se
siente como una eternidad hasta que llegamos al auto. Seth me empuja en el
asiento trasero y sube detrás de mí, tirándome sobre su regazo. Las lágrimas
caen en silencio y mantengo los ojos cerrados mientras sus labios se
presionan firmemente contra mi cabeza.
―Los llevaré de vuelta al hotel. Darryl se quedará y se ocupará de las
entrevistas ―dice Jackson mientras sube en el asiento delantero.
Sollozo suavemente mientras el auto nos lleva fuera del centro y se
adentra en las calles de Boston. Seth cae un poco contra la ventana, dejando
que el aire frío golpee mi cara. Levanta mechones de cabello que se aferran a
mis mejillas y seca mi cara.
No sé por cuánto tiempo conducimos, pero se siente como sólo unos
segundos más tarde cuando estoy siendo arrastrada fuera del auto por
Seth. Me pregunto qué estarán pensando los otros residentes, viendo a Seth
llevarme dentro del hotel otra vez. Estoy casi segura que el hotel nos
prohibirá la entrada pronto. Jackson no nos sigue arriba a nuestra
habitación, gracias a Dios, abro los ojos cuando Seth me acuesta en la cama y
oigo la ducha abrirse. Unos segundos más tarde, Seth se inclina sobre mí.
―¿Vas a dejar que me ocupe de ti antes de que te vayas?
No espera una respuesta. Me alza de nuevo, llevándome al cuarto de
baño. Odio que tenga que verme así y cuidar de mí. Sube el dobladillo de mi 286
vestido, tirando de la tela por encima de mi cabeza. Lo dobla y lo pone en el
lavabo detrás de mí.
Lo observo con los ojos legañosos mientras sus dedos se enroscan
alrededor del elástico de mi ropa interior y la desliza por toda la longitud de
mis piernas. La pateo fuera cuando llegan alrededor de mis pies. Las manos
de Seth acarician mis tobillos y suben hasta la parte posterior de mis
pantorrillas, sobre mis rodillas y por los costados de mis muslos.
Dejo escapar un sollozo que no puedo suprimir y él se estremece. Le
molesta que esté tan angustiada, pero entiende. Ha pasado por esto
antes. Me pregunto si él tenía a alguien que lo acariciara cuando su padre
murió.
Sus brazos me rodean, descanso mi cabeza contra su pecho mientras
desabrocha mi sujetador y lo deja caer al suelo entre nosotros. Me sujeta
durante un poco más de tiempo, dejándome llorar en su hombro. Entonces,
me hace ir hacia la ducha y estoy directamente debajo de ella, dejando que la
cascada de agua caiga sobre mi cabeza y por el resto de mi cuerpo.
Seth se une a mí, dejando a un lado sus propios pantalones. Alcanza el
gel de baño y enjabona sus manos. Salgo del flujo de agua y presiono la
palma de mi mano contra las frías baldosas, dándole un mejor acceso a mi
espalda. Él corre mi cabello sobre uno de mis hombros y lentamente masajea
el jabón en mi piel. Dejo caer mi cabeza, sus dedos se deslizan hasta mi nuca
y hasta la línea de mi cabello. Cierro los ojos, tratando de bloquear el dolor,
pero no está funcionando. Cuanto más trato, más profundo corta.
Sus manos jabonosas corren debajo de mis axilas y por mis
costados. Mi cuerpo tiembla un poco mientras trata de reprimir los sollozos
acalambrando mi garganta. Seth da pasos acercándose, presionando su
frente contra mi espalda. Detiene el lavado para abrazarme y me alegro de
que esté aquí conmigo. No hace mucho para aliviar el dolor, pero me está
ayudando a lidiar con él. Me hace sentir como si no fuera la única.
Me gira así puedo mirarlo y su mano se desliza de la nuca a mi cuello,
tirando de mi cabeza hacia adelante para que nuestras narices se
toquen. Abro los ojos y sus labios se tuercen con simpatía hacia mí.
―Se pondrá mejor ―dice―, lo prometo.
Me besa suavemente, para reconfortarme. En ese momento, no puedo
ni imaginar que vaya a mejorar. Mi padre se ha ido. Mi hermano y yo
estamos sin padre. Mi madre está sin marido y, ¿qué va a pasar con el
gimnasio? Un nuevo ataque de lágrimas corren bajando de mis ojos y Seth
me presiona firmemente contra él. Mi mamá está sola en estos
287
momentos. ¿Quién está ahí para consolarla?
―¿Puedes llamar a Selena, por favor? ―sollozo, limpiándome los ojos
porque pican por el rímel corrido―. Tengo que ir a casa.
Asiente y da un paso atrás del chorro de agua, dejando que caiga a
plomo sobre mi espalda. Seth me deja para hacer la llamada y me siento
peor sin su presencia. No tengo ninguna razón para detenerme de
romperme por completo, pero por suerte alcanzo un punto de
entumecimiento y las lágrimas dejan de fluir totalmente, dejándome con una
sensación de... vacío.
Seth abre la puerta de la ducha. Una toalla está envuelta holgadamente
alrededor de sus caderas.
―Selena está en camino.
Cierro el grifo y salgo. Él agarra una toalla de color púrpura y la
envuelve alrededor de mis hombros. Sus brazos frotan de arriba abajo,
secándome.
―Seth.
―Por favor… sólo quiero cuidar de ti. ―Los finos ríos de miel de oro
en sus iris destellan desesperadamente y por eso levanto mis brazos. Seca mi
torso de forma rápida y suave antes de comenzar con mi mitad
inferior. Cierro los ojos y él roza sus labios sobre la piel de mis caderas
después de secarlas con una toalla, haciéndome temblar.
Deja caer la toalla y me lleva a la habitación. Enciende la luz y luego la
atenúa hasta una posición más baja. Se desliza en un par de pantalones de
chándal negro y noto un conjunto de ropa asentada en la cama, con el par de
pantalones de cordón que llevaba anoche incluido.
―Quiero que estés cómoda esta noche.
Desliza un sujetador sobre mis brazos y lo abrocha detrás de mi
espalda. Alcanza mi ropa interior y se arrodilla delante de mí, sosteniéndola
alrededor de mis pies. Doy un paso hacia ellas y las empuja todo el camino
hacia arriba, besando mi ombligo cuando su cara se sitúa en frente de
él. Paso los dedos por su cabello mojado para hacerle saber que lo está
haciendo bien. No quiero desanimarlo por completo. Me deslizo dentro de
los pantalones y los ata con fuerza, evitando que se caigan. Por último, pone
una camiseta de color rosa sobre mi cabeza y me sonríe. Me siento tan
cómoda.
Oigo un bajo murmullo de voces por las escaleras y mi consuelo se
desliza por la ventana. Odio llorar delante de la gente y no hay manera de
que pueda fingir no estar completamente devastada.
288
―Darryl y Jackson están aquí. ―Señala a su labio―. Quieren ver mis
cortes. No tienes que bajar. Quédate aquí y volveré.
Me quedo en la cama, abrazando una almohada entre mis piernas y
mis brazos. Me siento mal y quiero a mi mamá.
No me importa lo infantil que parezca. Quiero que me abrace, que sea
valiente por mí, porque Dios sabe que estoy como la mierda y que sólo va a
empeorar. Debí haberme quedado en Portland. Papá quería que fuera a
Boston y no lo pensé dos veces. Lo llamé un par de veces esta semana y cada
una de esas veces me dijo que se sentía bien y que estaba feliz. No sé mucho
acerca de los ataques al corazón. ¿Ellos "simplemente suceden" o hay una
gran cantidad de síntomas que pueden ser detenidos antes de que
llegue? Hay tantas cosas sobre las que debería haber investigado… debí
haberme quedado.
Me tumbo en la cama durante un rato, pensando en mamá y
Chase. ¿Acaso siquiera lo sabe? ¿Van a darle tiempo para regresar del
funeral de su padre? Espero que sí.
―¿Dónde está? ―Oigo que pregunta una voz femenina. Ni un
segundo más tarde, tacones golpean rápidamente por las escaleras. ¿He
estado acostada aquí durante dos horas? Salto de la cama cuando Selena
irrumpe a través de la puerta, con sus ojos brillantes por las lágrimas―. O
―susurra.
Verla trae recuerdos de casa y me rompo de nuevo. Corre hacia mí,
atrayéndome a sus brazos. Lloro en su pecho, soltando lágrimas en toda su
camisa de satén.
―No puedo creerlo. ―Llora conmigo―. Lo siento mucho.
Sus dedos rozan mi cabello mientras su cuerpo se sacude con sus
propias lágrimas.
―Se ha ido ―sollozo―. Y no sé qué se supone que deba hacer.
―Vamos a llevarte a casa. ―Me sujeta por un poco más de tiempo,
hasta que me las arreglo para detener el flujo de lágrimas y alejarme.
―Reuniré un par de cosas, nos vemos abajo.
Sale de la habitación y me tambaleo sobre mis pies. Me siento tan débil,
como si hubiera llorado toda la energía fuera de mi cuerpo. Entro en el
cuarto de baño y recojo toda mi ropa. La meto en mi maleta y cierro la
cremallera justo cuando Seth aparece en el marco de la puerta.
―¿Estás lista? 289
Asiento.
―Creo que sí.
Da un paso hacia delante y veo su ceja apropiadamente vendada y su
labio brillando con algún tipo de crema clara.
―¿Puedo acompañarte afuera?
Su pregunta me hace sonreír, incluso si es sólo una contracción de mi
labio.
―Por supuesto que sí.
Agarra el mango de la maleta y la saca de mi mano. Lo sigo de cerca
por detrás, entrecierro los ojos a medida que salimos de la habitación y
entramos en el brillo de la sala de estar. Camino por las escaleras una a
una. Hay incomodidad en la atmósfera y sé que Darryl y Jackson están
tratando de no mirarme. ¿Tienen miedo que vaya a enloquecer y romperme?
―¿Todo listo? ―pregunta Selena mientras se desliza fuera de los
brazos de Jackson. Cuando camino por las escaleras y en la alfombra ella
envuelve su brazo alrededor de mi cintura.
Darryl retuerce una gorra en sus manos y toma unos pasos hacia mí.
―Lamento mucho lo de tu padre… ―Mi garganta se contrae y trago
saliva. No voy a llorar, no mientras alguien está dándome sus condolencias. No
quiero hacerlo más incómodo para ellos―. Era un gran tipo y me siento
honrado de haber llegado a conocer a Rick. El equipo no será el mismo sin
él.
Me dolió sonreír, pero me las arreglé para forzar una.
―Gracias.
Jackson no dijo nada. En cambio, agarró mis hombros y me tiró en un
abrazo. Cuando se aleja de mí, me da una sonrisa tensa y se vuelve hacia
Selena. Ella libera mi cintura y envuelve sus brazos alrededor de él. Seth y
yo caminamos a la puerta principal y esperamos en el pasillo mientras
Selena y Jackson se besan, abrazan, hablan y todo lo que sea que estén
haciendo.
―Voy a extrañarte, ya sabes ―dice Seth, acariciando mi brazo con el
dedo índice.
―¿Me llamarás? ―pregunto, extrañando ya su voz.
―Todos los días. ―Él mira torpemente hacia los demás.
Selena y Jackson están encerrados en una especie de batalla épica con
sus lenguas y Darryl está de espaldas a ellos, mirando por la ventana hacia 290
la ciudad.
Cuando Jackson la libera, Selena endereza su blusa de raso morado,
con volados en la parte delantera, y camina hacia nosotros. Toma mi maleta
de Seth y camina adelante de nosotros, dándonos tanta privacidad como
puede.
Sus gruesos dedos se entrelazan con los míos y se siente increíble. No
quiero ir a la recepción. No quiero dejarlo atrás.
El vestíbulo está tan lleno como siempre, cuán conveniente. La gente,
especialmente las mujeres, miran la mitad superior desnuda de
Seth. Algunas lo recorren, otras desvían su mirada con miedo ante su labio y
ceja rotos. Se ve un poco rudo con sus cortes y tatuajes, por no mencionar
sus músculos duros, pero es definitivamente un blandengue. Esas manos
que apretaban y golpeaban carne son las mismas que me llevaron a casa, me
desnudaron y masajearon jabón en mi piel. Detengo a Seth mientras Selena
sale del hotel. Quiero hablar con él a solas.
―Lamento mucho haber arruinado tu gran noche.
―¿Lamentas arruinar mi noche? ―Sacude la cabeza―. Siempre tan
desinteresada.
Doy un paso más cerca y me estiro hacia arriba, presionando un beso
en sus labios. Dirige sus fríos dedos debajo de mi camiseta y a lo largo de mi
estómago. Voy a extrañar tanto su toque y su sonrisa. Él traza mi cara,
corriendo sus pulgares sobre mis mejillas.
―Estaré en casa tan pronto como esto haya terminado.
Miro fijamente a sus ojos marrones y brillantes con tanta emoción que
no puedo precisar qué es exactamente. Aprieto mis labios en los suyos una
vez más y trato de alejarme, pero agarra mi brazo y me tira de nuevo hacia
él, haciéndome jadear.
Exhala fuertemente y humedece sus labios.
―No iba a decir nada, todavía no, pero a la luz de lo que ha pasado,
siento que es algo que deberías saber en este momento… ―Hace una pausa,
mirándome directamente a los ojos y sonríe un poco―. Joder. Soy un
desastre. Nunca he tenido que hacer esto antes.
¿Hacer qué? Me inclino un poco hacia atrás y lo miro con cautela. ¿Qué
es lo quiere decir? He leído suficientes novelas románticas como para
suponer legítimamente que está preparándose para un “Te amo”, pero
seguramente no es eso lo que va a dec…
―Te amo.
291
Mi boca cae un poco, lo mismo con mi estómago. Eso era exactamente
para lo que él estaba preparándose.
Seguramente lo he escuchado mal… Observa mi cara, esperando una
reacción o nada en absoluto. Parece tenso, como si estuviera esperando que
corra.
―¿Me amas? ―pregunto lentamente, sonando completamente
estupefacta.
―Absoluta y jodidamente.
Mis emociones ya están por todo el lugar, y no sé cómo registrar lo que
acaba de confesarme. Trato de decir algo, pero sólo una ráfaga de aire inútil
sale.
―Yo… ―Oh, Dios. Puedo sentir la acumulación de lágrimas
amenazadoras.
Cuanto más duro trato de no llorar, más parpadeo y cuanto más
parpadeo, más agua hay en mis ojos. Los de Seth se ensanchan una fracción
antes de aplastarme contra su pecho.
―Para ser honesto, esperaba que me dieras una bofetada, no que
lloraras.
Me ahogo en una risa.
―Lo sé, lo siento. Me has agarrado con la guardia baja… y, yo también
te amo, muchísimo.
Se aleja, cogiendo mi cara entre sus manos otra vez.
―No tienes que decírmelo sólo para corresponderme ahora. Sé que
estás emocional y…
Niego.
―Sabía que te amaba antes de esta noche, mucho antes de esta noche.
―¿Cuándo ibas a decírmelo? ¿Nunca?
Me encojo de hombros.
―Eres un tipo muy intimidante.
Se ríe y me encanta el sonido. Es música para mis oídos y medicamento
para mi corazón. Por último, me da un tirón hacia él, levantando mis pies
del suelo y apretándome firmemente. Un poco demasiado firmemente, me 292
duelen las costillas.
―Bueno, ahora que la parte más difícil ya pasó, podemos decirlo todas
las veces que queramos. ―Respira en la curva de mi cuello, enviando
escalofríos por mi espina dorsal―. Te amo, Dios, ¡te amo tanto!
Unas cuantas lágrimas ruedan por mis mejillas. Tengo que irme
ahora. Ha llegado el momento de separarme de Seth, pero no puedo a pesar
de que es sólo temporal. Me aferro a él con todo lo que tengo. Quiero rogarle
que venga conmigo y sé que lo haría, sin hacer preguntas. Ya ha demostrado
que entregaría todo en lo que ha trabajado tan duramente por mí. Su aliento
calienta mi cuello y aprieto suaves besos en él mientras me baja hasta poner
mis pies en el suelo.
―Tengo que irme.
―Si necesitas algo, aunque sea un abrazo, llámame.
―¿Viajarías a Portland ida y vuelta sólo para darme un abrazo?
Se burla de mí como si fuera obvio.
―Viajaría a la luna ida y vuelta sólo para tu comodidad si lo
necesitaras.
―Estás loco. ―Me río antes de caminar lejos de él.
Apoya sus manos en la cima de su cabeza, y mechones de vello de su
axila oscura sobresalen hacia el exterior.
―Eso me han dicho.
Miro por encima de mi hombro una última vez mientras empujo a
través de las puertas giratorias. Bebo sus rasgos, la delicia de sus oblicuas y
estrechas caderas. Los claros cortes de sus abdominales, el pecho duro y los
tatuajes intrincados de los que todavía no tenía ni idea, y, por último, su
rostro, su hermoso rostro. Sus labios carnosos están medio sonriendo, medio
poniendo mala cara y sus ojos están pegados a mí, mirándome caminar lejos.
Salto directamente en el brillante auto deportivo de Selena y ella nos
aleja del hotel. No dice mucho durante la primera mitad del camino. Sé que
está herida también y no la empujaré. Selena adoraba a mi padre y él la
adoraba a ella, hasta mi madre adora a Selena a pesar de que ella jura que
mamá no es un gran fan suya.
―¿Así que quieres que te lleve a casa de tu padre? ―me pregunta
Selena. Su voz tiembla y traga con dificultad.
―Sí, ahí es donde mamá estará. ―Me muero de ganas de llegar a casa,
pero no sé cómo va a estar ella cuando llegue allí. La muerte del padre de
293
Seth envió a su madre fuera de sus casillas… ¿le pasaría eso a mi
madre? ¿Cómo voy a soportarlo? El pensamiento me hace temblar. Nunca di
crédito a Seth por cuidar a su madre durante tanto tiempo. Debe haber sido
doloroso… ver a alguien que amas tanto no importarle nada.
Cierro los ojos. Querido Dios, por favor, que mi mamá esté bien. Por favor,
dale la fuerza para salir de esto. No soy de orar, creo que nunca lo he sido, pero
estoy desesperada. No puedo con mi mamá saliéndose de sus casillas.
No esta noche.
* * *
DE: SETH.
HORA: 12:36 a.m.
Te extraño…
Lo llamo. Sé que necesita dormir y sé que hablé con él hace unas horas,
pero tengo que escuchar su voz. Mi corazón envía un pulso rápido alrededor
de mi cuerpo cuando escucho la respuesta de su voz ronca.
―¿O?
297
―Hey. ―Retuerzo un mechón de mi cabello alrededor de mi dedo
índice.
―¿Cómo te fue?
Ahí está la pregunta que tenía la esperanza de evitar. Por otra parte, si
eso fuera cierto no lo habría llamado. No puedo decírselo. No puedo hablar
de eso todavía. Ver a mamá perder el control y descomponerse me
mató. Cuando lo imagino en mi mente, mi corazón se rompe de
nuevo. Aspiro temblorosamente, sin saber que he empezado a llorar. Seth no
dice nada más, sólo escucha.
―¿Cómo lo hiciste? ―pregunto, mi voz temblando―. ¿Cómo
manejaste ver a tu mamá tan rota?
Lo oigo expulsar un suspiro.
―No lo hice. Me quité, dejándola lidiar con todo por su cuenta.
―Pero tú…
―Trato con eso ahora, pero al principio no pude. Era muy duro para
mí. Supongo que por eso me siento responsable de ella…
Dejo que sus palabras se hundan en mí. Seth se culpa por la adicción al
alcohol de su madre, porque no estaba allí para apoyarla cuando lo
necesitaba. Tal vez haya sido una buena idea regresar a casa después de
todo. ¿Se habría mantenido en la cocina si no lo hubiera hecho? La idea me
aterra.
―¿Cómo estaba tu mamá cuando llegaste a casa? ―me preguntó.
Me estremezco, imaginando su inquietante sonrisa feliz.
―No puedo siquiera… No me creerías si te lo dijera.
―Pruébame.
Revuelvo mi cerebro tratando de pensar en una manera de describir lo
que pasó. Fue una locura. Caótico. Rompe corazones.
―Estaba feliz… y yo estaba tan enojada, pero cuando entré, en la
cocina, estaba llena de todos los alimentos preferidos de papá y… entonces
perdió completamente el control. ―Me trago un sollozo―. N-no puedo…
―La gente tiene diferentes maneras de hacerle frente. Si ella está
expresando sus emociones, entonces eso es una buena señal.
Asiento a pesar de que no puede verme.
―Ya te extraño. Es una locura ―dice con una risita. Su voz es baja
como si estuviera avergonzado y mi corazón se hincha.
―También te extraño. No debería estar reteniéndote despierto… 298
Puedo oír la sonrisa en sus labios.
―Esta no es la primera vez que me mantienes despierto sólo en mi
cama durante la noche.
Sus palabras hacen que mi estómago haga volteretas.
―Y yo que pensaba que era el único bicho raro que se queda despierta
por la noche pensando en ti.
Se ríe.
―Definitivamente no.
Mis párpados se vuelven pesados cuando me acurruco más abajo en mi
cama.
―¿Cuándo te veré de nuevo?
―Esta noche. Mañana. Te lo dije, si me necesitas, estaré allí.
―Me refiero a después de haber hecho todo lo que necesitas. Si todo va
según lo previsto para ti, ¿cuándo te veré de nuevo?
―En diez días. Estaré en Boston durante dos días más y luego iré a Las
Vegas para luchar con Don.
―¿Estás nervioso?
Se ríe en voz alta y tengo que alejar el teléfono de mi oído.
―De ninguna manera. Voy a romperlo.
Medio sonrío, medio bostezo.
―Bien.
―¿Vas a ir a ver?
No lo sé… ¿lo haré? No hay nada que me obligue a ver esta vez, pero
sé que significaría mucho para Seth, y para papá, si lo hago.
―Claro, iré a ver. No voy a disfrutarlo, pero iré a ver.
Lo escucho sonreír de nuevo.
―Ya no tienes que jugar ese juego, sé que te gusta verme pelear.
―Verte ir como una tormenta alrededor del ring medio desnudo y
verte vencer a alguien con los puños son dos cosas completamente
diferentes. Me gusta el primero, no el último.
Su soñolienta risa me hace sonreír.
―Debería irme… No sé qué esperar de mañana, pero probablemente
tendrá que ver con los planes para el funeral. Te amo. 299
―También te amo y recuerda que si me necesitas, para cualquier cosa,
sólo debes llamarme. Estoy a sólo dos horas de distancia.
Le aseguro que lo llamaré si lo necesito y nos despedimos. Tan pronto
como cuelgo y me pongo cómoda, me quedo dormida, temiendo el mañana.
18
Me deslizo en el vestido largo, negro que mamá me compró para el
funeral. Se adhiere fuertemente a mis curvas y me siento extraña vistiendo
algo como esto para el funeral de mi propio padre. No es nada llamativo o
algo así.
No expone mi escote o muestra demasiado, pero es demasiado
estrecho, muestra la forma de mi cuerpo y la curva de mi trasero. Mamá
quería que papá tuviera un elegante lazo negro, la noche del funeral en una
hermosa ceremonia en el cementerio con vista al puerto. Al parecer, mamá y
papá solían tener picnics bajo el pequeño roble que es un árbol de roble
grande. Cómo podían soportar comer en un cementerio está más allá de mí.
Me arreglo el cabello y lo acomodo, por lo que puedo utilizarlo como una
cortina si la necesito.
Me pongo dos pendientes de perlas de clip y escucho un golpe en la
puerta. Salgo de mi habitación, pero mamá se precipita por el pasillo delante
de mí. ¿A quién estamos esperando en un día como hoy? 300
Oigo su voz profunda y áspera. Mi cuerpo no es estúpido. Encuentra la
atención en el reconocimiento de la voz inmediatamente. Marcho por el
pasillo y veo su hermosa figura de pie delante de mí en un ambiente
informal, todo en traje negro. Las caras de Darryl y Jackson me sonríen
desde detrás de Seth. Los ojos de Seth me acarician, obviamente, gustándole
mi vestido y si a Seth le gusta, entonces definitivamente no es algo que
debería llevar a un funeral.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―le digo, casi sin aliento.
―Pregúntale a tu mamá.
Ella sonríe dulcemente hacia mí.
―Yo los invité. Sé lo importante que eran para tu padre. Todo el
mundo que lo amaba debería estar aquí hoy.
Mis ojos hacen agua y me apresuro a ella, apretándole contra mí. El
hecho de que hiciera algo tan desinteresado en un día como hoy significa
más para mí que cualquier otra cosa, y hoy irá mucho más suave debido a
ella. Me dirijo a Seth, limpiándome los ojos con cuidado de no manchar mi
maquillaje.
―Se supone que debes estar en Las Vegas.
Se encoge de hombros.
―Entonces iré mañana.
Sostengo mis brazos y él viene a mí. Envuelvo mis brazos alrededor de
su cintura. No había oído su voz desde la noche en que hablamos por
teléfono. Cada vez que llama, lo echo de menos y cada vez que llamo de
vuelta, no responde. Es agotador, pero ahora está aquí y mi día acaba
infinitamente de mejorar.
Jackson y Darryl dan a y a mí un ramo de flores. Las azules, rojas,
amarillas, rosas y naranjas engranan tan bellamente en su envoltura verde.
Mamá las deja caer en jarrones y las coloca alrededor de la casa.
Jackson y Darryl se sientan en el sofá, con una conversación en voz baja
mientras yo estoy sentada en el brazo del sillón de papá, inclinándome hacia
Seth. Su pulgar se desliza sobre mi muslo en pequeños círculos y cierro los
ojos absorbiendo todo su toque. Otro golpe en la puerta me obliga a abrir los
ojos.
―¿A cuántas personas más llamaste? ―le pregunto a mamá mientras
corre a la puerta. Cuando se abre, no puedo creerlo.
301
―¡Chase! ―chillo, saltando del sillón. Mamá lo aprieta y espero en fila
con impaciencia. Ha pasado mucho tiempo desde que vi a mi hermano,
demasiado tiempo. Se ve exactamente como lo recuerdo, afeitado cabello
oscuro, ojos grandes de color verde brillante y aún mucho más alto que yo.
Él tira de mí hacia él y casi lloro. El verlo trae el impacto de la muerte
de nuestro padre. Está tan contento de vernos, pero lleva la misma tristeza
en sus ojos como mamá y yo.
―Te he echado mucho de menos ―se queja, me exprime hasta que
estoy segura de que me he quedado sin aliento. Darryl, Seth y Jackson se
ponen de pie mientras mi hermano interviene para saludarlos. Chase se
reúne con gente todo el tiempo, así que conversar y ser amable viene fácil
para él. Darryl y Jackson vuelven a sentarse y a hablar en el sofá, pero mi
hermano se cuelga alrededor para charlar con Seth.
Doy un paso más cerca de ellos, tratando de espiar la conversación.
Cuando lo logro escucho las excusas de mi propio hermano para ir a vestirse
en su habitación. Abro la boca para preguntarle a Seth lo que pensaba de mi
hermano, pero la entrada de mamá en la habitación con una gran bandeja de
porción de bocadillos jala mi atención.
―Mamá, nos iremos en quince minutos. Eso es un poco excesivo.
Ella se ríe y es una risa genuina que calienta mis oídos.
―Los chicos se harán cargo de eso, ¿verdad?
Jackson y Darryl se sientan adelante, lamiendo sus labios en las frutas,
las patatas fritas en rodajas y la salsa. Tener una casa llena es hacer feliz a
mamá y me hace feliz. A ella le encanta estar ocupada y si eso hace hoy más
fácil para ella, entonces entre más, mejor.
* * *
* * *
Mamá estaba un poco abajo cuando la trajimos a casa, que era de
esperar. Fue directamente a su habitación, dejándonos a Chase y a mí con
Seth y los chicos.
―Ocho días ―le aclaro a Seth.
Está apoyado en el coche sonriendo perezosamente hacia mí.
―Ocho días.
Sostengo sus caderas y me estiro hasta plantar un beso rápido en sus
labios. No quiero hacer un espectáculo delante de mi hermano. Todavía no
sé lo que piensa de Seth y estoy deseosa de hacerle preguntas al respecto
cuando entremos. Miro a Darryl, a Jackson y a Seth irse de la casa, y cuando
me doy la vuelta para hablar con Chase ya no está directamente detrás de
mí, sino junto al árbol. Balancea el vaivén de neumático de ida y vuelta
sucesivamente.
―¿Así que estás saliendo con Seth? No con Blade.
Me siento en la hierba.
―Es correcto.
―¿Qué pasó allí?
Mi hermano y yo siempre hemos sido cercanos, pero nunca ha existido
el tiempo suficiente para saber en realidad algún detalle sobre mi vida y 306
ponerse en contacto con él es casi imposible.
―Continué.
Él se ríe y se agacha para meter el trasero en el columpio.
Sorprendentemente, la vieja cuerda soporta su peso.
―Vaga. ¿Desde cuándo eres vaga conmigo?
Exhalo y recapitulo toda la situación. Chase se burla y se ríe de manera
apropiada. En el momento en que termino, lo he convertido con éxito al
equipo de Seth.
―Parece un buen tipo. Quiero decir, a veces te mira como si quisiera
consumirte, pero tú eres hermosa, así que no voy a sostenerme en su contra.
Mis mejillas se ponen al rojo vivo. Seth no se preocupa mucho por la
sutileza. El silencio cae entre nosotros y él oscila en el columpio.
―Lo que daría por ver la cara de mi padre de nuevo. ―Pasa las manos
por su frente―. Siempre pensó que estaba bien estar lejos de aquí por largos
períodos a la vez. Supuse que cuando todo terminara, volvería y las cosas
serían como si nunca me hubiera ido…
Mi pecho se duele por Chase. Vi a papá no hace mucho. Ha pasado
mucho tiempo para él.
―Si hubiera sabido que iba a morir ahora hubiera hecho mi servicio a
un lado simplemente para pasar un poco más de tiempo con él. Eso es todo
lo que mamá y papá querían, sabes. Querían tiempo, querían amar, el tipo
de amor que les dimos cuando niños.
Nunca lo pensé de esa manera. Cuando mamá y papá me molestaban
con mudarme de regreso siempre era tan brusca, tan grosera. Todo lo que
querían era tiempo juntos. Que los visitara con regularidad, tal vez eso
habría sido suficiente. Puedo oír a Chase sorber y sé lo mucho que odia
llorar delante de la gente, así que me pongo de pie y camino de regreso al
interior, mi pecho aún está apretado por sus palabras.
En mi habitación, me quito el vestido, los zapatos y me deslizo en la
cama. Estoy seca. No podría llorar incluso si me golpeara el dedo del pie con
un ladrillo. Hoy enterramos a nuestro padre. Fue horrible, pero hizo que
todo se cerrara. Todo lo demás, lo ordenaré mañana. Mamá, Chase y yo
tenemos que trabajar en la reparación de nuestra familia. Tomará un tiempo,
pero estoy segura de que vamos a salir adelante.
307
19
Han pasado exactamente siete días después de la última vez que vi a
Seth. Mamá y Chase se fueron a la cama hace media hora. Me siento en el
escritorio, acercándome a la pantalla de la computadora tanto como puedo.
Abro el navegador web y escribo "Seth vs Don Las Vegas" en el buscador. De
inmediato me lleva a la página web de la MMAC y la transmisión en vivo de
la pelea. El edificio en el que están luchando es enorme, fácilmente
albergando a decenas de miles de personas. La cámara exploraba sobre la
rugiente muchedumbre antes de mostrar una repetición más destacada de
otras luchas antes esa noche. Cuando esta terminó, se mostró un resumen de
la ceremonia del pesaje entre Seth y Don. Los patrocinadores se alineaban en
la pared del fondo como lo hacían las chicas de promoción, con pantalones
cortos de color rojo y bikinis. Escuché atentamente a los comentaristas
mientras recapitulaban las directrices del torneo.
―Es un formato de lucha de ocho hombres. El último hombre en pie
recibe cien mil dólares, un contrato con la MMAC y el título de Campeón
Amateur. La pelea de campeonato requiere de un profesional del pesaje
308
dentro. Ninguno debe de superar los ochenta y seis kg.
Sintonizo a los comentaristas y veo la báscula de pesaje dentro. Don va
primero. Él tira de su camisa, dejando al descubierto su espeluznante tatuaje
del dragón, y se la entrega a su entrenador. Don dio pasos a la báscula y
pesa ochenta y seis exactos. Sorprendente, considerando el tamaño de él.
Darryl sostiene la camiseta de Seth mientras él pasa a la báscula, ocho-seis-
con-cinco. Mi pulso aumenta y empiezo masticar mis uñas. ¿Qué significa
eso? ¿Quiere decir que está descalificado? Veo a Don sonreír y quiero darle
una bofetada a través de la pantalla.
Jackson le da a Darryl una toalla y el CEO de la MMAC ayuda a Darryl
a cubrir el frontal de Seth mientras se desliza de sus pantalones cortos. Los
ojos de Seth se bloquean con la cámara y sus labios se curvan en una sonrisa
arrogante. El calor atraviesa mi cuerpo, porque sé que es para mí. La toalla
está un poco baja y puedo ver la forma de "v" del musculo oblicuo de Seth.
Estoy sonriendo mientras otros sofocos me atraviesan y exprimo mis piernas
juntándolas. Me fijo en los ojos de las chicas detrás de él permanecer en su
parte trasera y no pueden contener las sonrisas de sus caras tampoco.
Frunzo el ceño a la pantalla, luchando contra el impulso de gruñir "mi
precioso".
Él da un paso de vuelta en la báscula y no baja en absoluto. Oigo a los
comentaristas decir que Seth tiene una hora para cortar ese medio kilo. ¿Es
eso posible? Da un paso atrás en sus pantalones cortos y la toalla cae.
La película se corre al segundo pesaje de Seth. La toalla sale y sus
pantalones cortos caen. Cuando él da un paso de vuelta en la báscula, está en
el peso ideal para la pelea. Seth y Don se paran cerca el uno del otro, con los
puños levantados hasta que la gente toma las fotos. Cuando vi esto en el
pasado, papá siempre me dijo que es sólo diversión y que en realidad no se
odian entre sí, pero estoy viendo a Don y a Seth y veo el odio. Lo siento.
La imagen nos lleva de vuelta al ring vacío y oigo la canción de
introducción de Don. Es una canción que nunca he oído antes y estoy el
noventa por ciento segura de que es en alemán. Las cámaras lo siguen desde
su pista, todo el camino al ring. Hay un destello de arrogancia en sus ojos.
Esta exactamente donde quiere estar. Dios sabe cuánto tiempo ha querido
luchar con Seth sin las restricciones y ahora puede. Don entra en el ring y se
detiene en su esquina. No ofrece ninguna reacción a la multitud y a ellos les
encanta. Los comentaristas hablan al fondo del boxeo de Don y sus ocho a
cero en las estadísticas de lucha, afirmando que está invicto. Odio cada
segundo que la cámara se detiene en su cara enojada.
Mi estado de ánimo al instante se ilumina cuando escucho la canción
309
de introducción de Seth. Un pequeño cuadro aparece en el lado de la
pantalla que me dice que la canción es "Somos los dueños" de Wiz Khalifa.
Hago una nota mental de comprarlo más tarde. Es fácilmente mi canción
favorita ahora. La cámara sigue a Seth de cerca, incluso mostrando
fragmentos de Darryl y Jackson detrás de él. Sus rostros eran duros,
determinados.
Una vez en el ring, la música de Seth se corta y me doy cuenta de que
he estado aguantando la respiración. Durante la conversación del locutor, las
manos de Seth se aprietan en puños. Se aflojan y luego se aprietan de nuevo.
Él rebota sobre las puntas de sus pies un par de veces antes de inclinar la
cabeza hacia el techo, los ojos cerrados. Su pecho cae mientras sopla un
suspiro largo y lento. El árbitro llama a ambos chicos al centro del ring. Él
exige una pelea limpia y los envía de regreso a sus esquinas. Con una
palmada de sus manos, comienza la lucha.
Seth deja que Don llegue hasta él primero, sin duda tratando de medir
su ritmo de juego, la mano favorable, y cuál pie le gusta presentar primero.
Don se balancea hacia Seth, pero él esquiva inclinándose hacia atrás
rápidamente. Cuando Don tira su brazo hacia atrás, Seth se dispara hacia
adelante pegándole con la mano abierta sobre su sien izquierda. Don sacude
su cabeza y los comentaristas adoran que Seth esté jugando con su
competidor. Uno de los comentaristas incluso lo llama “suicida” por tratar
de molestar a Don Russell. Pude ver la mandíbula de Don contrayéndose
furiosamente mientras él lanza implacables golpes hacia Seth. La mano
izquierda de Seth se levanta, bloqueando cualquier golpe que Don está
lanzando, mientras su puño derecho lanza un gancho al exterior, dándole un
puñetazo en el estómago. Don balancea su pierna para patear las piernas de
Seth por debajo de él, pero Seth bloquea la pierna con la suya, enviando un
gancho asesino directo a la mandíbula de Don. Conecta y envía el rostro de
Don a un lado. Me estremezco ante el poder en su puño y casi salto de mi
asiento, incapaz de contener mi emoción. Don tropieza hacia atrás, aturdido
y Seth sigue el golpe con un pie en las costillas. Don se recupera
rápidamente y se lanza hacia Seth, aterrizando un buen y fuerte golpe a un
lado de su cabeza. Mis manos vuelan hasta taparme la boca mientras Don
envuelve sus brazos alrededor del pecho y los hombros de Seth, llevándolo
hacia atrás y en la jaula. Don atrapa a Seth y deja sus puños volar.
Repetidamente, golpeando a Seth en la cabeza una y otra vez. Los sonidos
horribles me cubren poniéndome la piel de gallina.
―¡No! ―rugí, tratando de mantener la voz baja, para no despertar a
mamá. Cada vez que los puños de Don conectaban me estremezco. Puedo
310
escuchar el sonido escalofriante de hueso chasqueando contra la carne, y los
cabellos de mi cabeza hormiguearon de miedo. Veo a Jackson más abajo de
Seth, gritándole y Seth presiona los talones en el pie de Don, forzándolo a
perder el equilibrio. Seth empuja a Don de espalda y va al nivel bajo,
envolviendo sus brazos alrededor de las piernas de Don y derribándolo. Él
no malgasta el tiempo en lanzarse hacia Don. Se monta a horcajadas
presionando los muslos en la sección media de Don y comienza a llover
golpes en la cabeza y la cara. Los brazos de Don surgen para proteger su
rostro de los golpes, por lo que Seth se inclina hacia atrás para lanzar golpes
en las costillas de Don. Puedo ver el sudor corre por la espalda de Seth y su
pecho subiendo y bajando con dificultad. Don mueve rápidamente sus
caderas, tirando a Seth de él justo cuando los comentaristas juraron que el
árbitro iba a terminar la pelea. Cuando Don intenta rodar lejos, Seth agarra
su brazo y envuelve sus piernas alrededor de Don, enderezando su brazo.
―¡Oh, no! ―Un comentarista grita, sobresaltándome―. Seth tiene a
Don en una barra de brazo. ―Seth tira con fuerza hacia abajo y el rostro de
Don se contrae. Él no quiere darse por vencido. El árbitro se pone cerca de la
cara de Don, hablando con él.
Cada pocos minutos Don sacude la cabeza, negándose a rendirse. Seth
ajusta su posición y jala aún más fuerte. Don no puede mantener los ojos
abiertos. Es demasiado dolor y de pronto me siento mal por él. Hay una
sonrisa sardónica en la cara de Seth, él sabe que lo tiene. Todo lo que tiene
que hacer es aplicar un poco más de presión y el brazo de Don se romperá,
pero él quiere que Don se someta a él. Quiere que Don golpetee ligeramente
y sea humillado. Cierro los ojos mientras la cámara se acerca a la forma
incomoda del brazo de Don. El público se vuelve loco, rogando porque Seth
lo rompiera. Cuando abro los ojos, soy testigo de la palma de Don palmear
el suelo del ring salto de mi silla. ¡Seth lo hizo! Derrotó a Don. Bailando
alrededor de mi sala de estar después de una pelea no es algo que alguna
vez admitiré de hacer, pero lo hago. Lo hago de felicidad, por orgullo,
infierno, incluso lo hago por la excitación, porque me es imposible sentarme
sin retorcerme. Nuevas olas de gritos rasgan entre la multitud, forzándome a
volver mi atención a la pantalla. Los equipos están en el ring, separando a
los dos combatientes. Ellos están gritándose el uno al otro, muriéndose por ir
a otra ronda ente ellos. Don está enojado, con el rostro al rojo vivo. Seth
sonríe hacia Don y eso le molesta aún más. Seguridad vuela al ring para
ayudar al equipo de Don a contenerlo. No puedo oír nada por encima del
rugido de la multitud o las voces molestas de los comentaristas y
nerviosamente muerdo mis uñas. Seth observa con las manos sobre sus
caderas mientras arrastran a Don del ring. Cuando se fue, el árbitro levanta
la mano de Seth y la gente enloquece. 311
Ellos gritan, aúllan, cantan, aplauden y pisotean fuerte sus pies. La
energía fluye a través de mí cuando el director general de la MMAC da un
paso al ring. El locutor le entrega un micrófono y se dirige a la multitud.
Mis ojos están puestos en Seth, no prestando atención a una sola
palabra de lo que el director está diciendo. Seth está sonriendo
modestamente así que sé que tiene algo que ver con sus dotes
impresionantes. El director le tiende a Seth un contrato enmarcado y se
toman fotos. Y los comentaristas pasan por los aspectos más destacados de la
pelea, cierro el navegador y apago el monitor con una gran sonrisa en mi
cara.
Seth logró su sueño. Lo persiguió y lo consiguió. Eso me deja pensar en
mi sueño, el sueño de convertirme en una autora de romance. En los últimos
meses, sin duda me he desviado de lo que quiero hacer. Por lo menos ahora
tengo suficiente material para escribir ese, felices para siempre en el que he
estado pegada. Tal vez manejar el gimnasio me dará tiempo para escribir Si
no, voy a tener que hacer tiempo.
No puedes llegar a tu sueño, a menos que lo intentes, ¿verdad?
* * *
9 PG: parental control, en español, control de padres, forma usada para dar
clasificación a las películas y series según el contenido de violencia, sexo, sangre, etc.
sus pechos y por su vientre plano. Niego un poco. No puedo ayudar, pero
verme envuelto en los pequeños detalles cuando estoy cerca de ella… ella
simplemente tiene ese efecto en mí.
Ella me afecta y me encanta. La amo. Cuando alguien te afecta tanto
que no puedes dormir por la noche sin ellos, no puedes pensar con claridad
cada vez que están en la habitación y lo has arriesgado todo por ellos, vas
por ello. No tomas ningún riesgo. Olivia sabe que la amo. Sabe que arriesgue
todo mi futuro por ella, pero no sabe acerca de mis planes para hacerla mi
esposa.
Olivia Marc.
¿Tiene un bonito sonido? ¿No es así?
Fin 317
SOBRE LA AUTORA
Skyla Madi nació en la pequeña
ciudad de Port Maquarie, Nueva
Gales del Sur en 1993. Pasó la mitad
de su vida creciendo en Wauchope,
un pueblo rural próspero en el
corazón de Hastings River Valley
antes de dar el salto a la ajetreada
ciudad de Brisbane.
Cuando esta joven escritora
australiana no está cambiando
pañales, viendo dibujos animados,
cocinar para su esposo o haciendo
otras cosas de madre y esposa está
trabajando activamente en su
escritura y en la mejora de sus
habilidades de escritura.
Skyla ama leer tanto como ama escribir y desde que descubrió que 318
YA/NA/Romance Paranormal/Fantasía Urbana son sus géneros favoritos, se
ha embarcado en su propio viaje de escritura y está actualmente contratada
con Limitless Publishing.
TWITTER:
https://twitter.com/Skyla_Madi
GOODREADS:
www.goodreads.com/author/show/6554179.Skyla_Madi
AMAZON:
www.amazon.com/SkylaMadi/e/B00AJ3MTSE/ref=ntt_athr_dp_pel_1
319