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Antoni Gaudì

Considerado el máximo exponente del modernismo catalán, Antoni Gaudí es uno de los
arquitectos más importantes de la historia. Sus obras se distinguen por incorporar soluciones
constructivas inspiradas en la naturaleza, así como por poseer un profundo simbolismo religioso. De
hecho, la biografía de Gaudí está muy marcada por la influencia del catolicismo, que llegó a
condicionar todos los aspectos de la personalidad del arquitecto.

Las obras de Gaudí en Barcelona más importantes son la Sagrada Familia, la Casa Vicens, el
Palacio Güell, la Casa Batlló, el Park Güell y La Pedrera. Todos estos monumentos, junto a la
cripta de la Colonia Güell, situada en Santa Coloma de Cervelló, forman parte de la lista de
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

 La historia de Gaudí: infancia y estudios


Antoni Gaudí i Cornet nació el 25 de junio de 1852 en Reus, la capital de la comarca del Baix
Camp, una región del sur de Cataluña. La madre de Gaudí, Antònia Cornet i Bertran, era hija de un
especialista en la fabricación de calderas, al igual que el padre del arquitecto, Francesc Gaudí i
Serra, un calderero procedente de Riudoms, un pequeño municipio situado a pocos kilómetros de
Reus.

 Gaudí vivía junto con sus padres y sus dos hermanos mayores, Rosa y Francesc, en una modesta
casa situada en el centro de Reus, aunque con frecuencia se trasladaba a Riudoms, donde la familia
poseía una finca llamada Mas de la Calderera. Tras iniciar sus estudios de primaria en una escuela
dirigida por Francesc Berenguer, padre de uno de sus futuros colaboradores, en 1863 Antoni Gaudí
se matriculó en las Escuelas Pías de Reus, donde conoció a dos de sus mejores amigos de infancia,
Josep Ribera Sans y Eduard Toda i Güell, con quienes colaboró en la publicación de la revista
satírica El Arlequín y en la redacción de un útopico proyecto para restaurar el monasterio de
Poblet.

 En 1868, Gaudí se trasladó a Barcelona para finalizar los estudios de bachillerato. El futuro
arquitecto se instaló en el bullicioso barrio de La Ribera con su hermano Francesc, que entonces
estaba estudiando la carrera de Medicina.

 En 1874, Gaudí fue aceptado en la Escuela de Arquitectura. El joven alternó los estudios con
sus primeras incursiones en el mundo profesional, colaborando con arquitectos consolidados como
Josep Fontserè, Francisco de Paula del Villar y, sobre todo, Joan Martorell, su principal mentor. Los
progresos de Gaudí se vieron ensombrecidos en 1876 por la muerte de su hermano y su madre. Tres
años después, también falleció su hermana, cuya hija –que sufría graves problemas de salud– quedó
bajo la custodia del arquitecto y su padre.
Los inicios profesionales de Gaudí

El Capricho, situado en Comillas, fue uno de los primeros encargos importantes


de Gaudí

En 1878 Gaudí obtuvo el título de arquitecto e instaló su despacho en la calle del Call, en el
antiguo barrio judío de Barcelona. Ahí, comenzó a trabajar en sus primeros encargos, como
un conjunto de equipamiento para una cooperativa llamada La Obrera Mataronense, unas farolas
para la plaza Real de Barcelona y una vitrina para la prestigiosa guantería Comella. Esta última obra
suscitó la atención del poderoso industrial barcelonés Eusebi Güell i Bacigalupi, quien en los
siguientes años se convertiría en el principal mecenas del arquitecto.

Gracias a su relación con Güell y a su inmersión en los ambientes intelectuales más destacados de
Barcelona, durante su vida Gaudí pudo establecer nuevos contactos de interés y participar en
proyectos arquitectónicos cada vez más ambiciosos que le permitieron dejar atrás las estrecheces
económicas de sus años de estudiante y llevar una vida social muy activa.

En 1883, el arquitecto presentó los planos de su primera gran obra, la Casa Vicens, e inició El
Capricho en la localidad cántabra de Comillas, donde el arquitecto ya había adquirido cierta fama
gracias a sus trabajos para el suegro de Güell, Antonio López, primer marqués de Comillas.
También en 1883, Gaudí aceptó el encargo de sustituir a Francisco de Paula del Villar en la
dirección de las obras del templo expiatorio de la Sagrada Familia, una iniciativa impulsada por
el librero barcelonés Josep Maria Bocabella que se acabaría convirtiendo en el gran proyecto vital
del arquitecto.

 
La consolidación de Gaudí como arquitecto
Gaudí mantuvo una trayectoria profesional ascendente durante el último cuarto del siglo XIX,
cuando sus obras en Barcelona y en otras ciudades lo consolidaron como arquitecto. La
amistad de Gaudí con Eusebi Güell se vio reforzada con el paso del tiempo y fue el origen de
proyectos cada vez más estimulantes, como el Palacio Güell (1886-1888), mientras que su creciente
relación con el entorno eclesiástico le permitió recibir nuevos encargos de tipo religioso, como el
Colegio Teresiano (1889-1890) y el Palacio Espicopal de Astorga (1887-1893), un proyecto que
Gaudí realizó en paralelo a la construcción de la Casa Botines de León (1892).

Asimismo, en esa época el arquitecto catalán proyectó su primera obra en el Ensanche de


Barcelona, la Casa Calvet, merecedora del premio del Ayuntamiento al mejor edificio de 1900.

El buen momento profesional de Gaudí contrastaba con las decepciones en su vida íntima. A pesar
de su solvencia económica y capacidad intelectual, el arquitecto fracasó en el intento por conquistar
a su gran amor, Pepeta Moreu. Ese desengañó amoroso probablemente supuso un punto de inflexión
para Gaudí, que se volvió un hombre más introvertido y religioso. Su preocupación por la moral
cristiana incluso le llevó a poner en peligro su vida, como se demostró en 1894, cuando quedó
postrado en la cama durante días tras practicar un ayuno muy riguroso.

El esplendor creativo de las obras de Gaudí


Entre 1900 y 1910, el arquitecto experimentó su etapa de máximo esplendor profesional. En
las obras que Gaudí realizó en Barcelona, como el Park Güell (1900-1914), la Torre Bellesguard
(1900-1912), la Casa Batlló (1904-1906), La Pedrera (1906-1909) y la cripta de la Colonia Güell
(1908-1914), el arquitecto demostró su inmensa capacidad creativa, que le situaba en la vanguardia
artística –incluso por delante del modernismo, la tendencia imperante en las grandes ciudades
europeas–,  y en el centro de atención de la opinión pública.

Tanto por sus singulares ideas como por su fuerte carácter, Gaudí era objeto de continuas
controversias. Sus defensores consideraban que su genio estaba fuera de toda duda, mientras que
sus detractores criticaban su gusto extravagante y ambición desmesurada. El arquitecto se
mantuvo al margen de esas polémicas, sin apartarse de sus ideas ni realizar concesiones para ganar
adeptos. De hecho, ni siquiera cedía a las presiones de los clientes, que en ocasiones se lamentaban
por el excesivo atrevimiento formal del arquitecto y los elevados costes económicos de las obras.

La dedicación obsesiva al trabajo apartó progresivamente a Gaudí de la vida social. Ese aislamiento
empeoró a partir de 1906, cuando murió el padre del arquitecto. El fallecimiento, que se produjo
pocos meses después de que los dos se hubieran trasladado a vivir al Park Güell, supuso un duro
golpe para Gaudí, que quedó sumido en un estado de depresión.
 
Los últimos años de Gaudí

Diseño de la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia, realizado por Gaudí en


1911

Marginado por las nuevas élites intelectuales, a partir de 1914, Gaudí rechazó cualquier otro
encargo y destinó todas sus energías a la construcción de la Sagrada Familia, consciente de que
se trataba de su legado más importante. La lentitud en las obras derivada de la falta de fondos
permitió a Gaudí recrearse en el estudio de los distintos aspectos del templo. El arquitecto quería
que cada elemento encajara perfectamente en el complejo programa simbólico que había diseñado.
Para él, la Sagrada Familia era como una gran Biblia de piedra que tenía que recoger todos los
aspectos de la historia y misterios de la fe cristiana, así que no se podía dejar ningún detalle al azar.

El día 7 de junio de 1926, después de cumplir su trabajo diario en la Sagrada Familia,


Gaudí acudió a la iglesia de Sant Felip Neri. Cuando llegó al cruce entre la calle Bailén y Gran Vía,
un tranvía lo arrolló causándole una conmoción cerebral y dejándole varias costillas rotas.

En este estado Gaudí fue trasladado al hospital de la Santa Creu, y después de algunas horas
fallecía. Era  jueves 10 de junio, poco tiempo antes de que Gaudí cumpliese los 74 años.

El 12 de junio se celebró un funeral multitudinario, en el que se enterró al arquitecto en la cripta de


la Sagrada Familia, en la capilla del Carmen. De esta forma, Antoni Gaudí quedó unido para
siempre a su proyecto más trascendental.

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