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La independencia del Perú: La participación ciudadana

El ejemplo más notorio de la actuación del pueblo en favor de la


independencia fue el de los montoneros . Se trató de bandas de
guerrilleros que operaron en la sierra central y en la sierra de Lima
entre 1820 y 1824. En su mayoría eran criollos y mestizos de clase
media o de modesta fortuna que habían sufrido saqueos o castigo
por parte de los realistas y ahora buscaban venganza al lado de los
patriotas apoyando la independencia.
Fueron decisivos, por ejemplo, en su apoyo a San Martín. Ellos
cercaron las vías de comunicación entre Lima y la sierra central lo
que obligó, en buena medida, el retiro de La Serna al Cuzco al no
poder mantener a su ejército. Meses antes también apoyaron la
incursión de Álvarez de Arenales en la zona en una campaña
proselitista llamando a la gente en favor de la independencia.
Mal armados y con escasa formación militar, estos guerrilleros
siempre hostigaron a las fuerzas realista. El problema es que
también se les unieron bandidos y malhechores que aprovecharon
el desorden interno para poder robar. Operaban en grupos de
entre cincuenta y cien hombres desgastando a los realistas e
impidiendo varias veces que Canterac atacara Lima. Se trataba de
gente anónima y sus líderes más conocidos fueron Francisco Vidal,
Gaspar Huavique, José Urbiola, Baltazar Orrantia, Ignacio Ninanvilca
y el oficial argentino Isidoro Villar a quien San Martín nombró
comandante en jefe de las guerrillas de la sierra.
Muchas veces estos montoneros actuaron por su cuenta. Les faltó
coordinación con los patriotas e internamente estuvieron siempre
divididos. No era fácil cohesionar bandas compuestas por gente de
diverso origen racial y fortuna personal. Pero de todas formas, a
pesar de estos problemas, los guerrilleros fueron el aporte más
decisivo de los “cholos” o “peruleros” -como despectivamente los
llamaban los argentinos y colombianos- a la causa independentista.
Tampoco podemos olvidar que fueron cabildos abiertos, es decir,
asambleas populares, las que juraron la independencia de Tumbes,
Piura, Lambayeque, Jaén y Moyobamba (Maynas). Desde
Moyobamba llegaron donativos de toda especie y hombres que
pasaron a las filas del ejército libertador. El entusiasmo popular por
la independencia fue notorio en casi todos los pueblos, villorrios y
comarcas rurales del norte peruano. Recordemos que el primer
pueblo en proclamar su independencia fue Supe el 5 de abril de
1819 tras una de las expediciones marítimas de Lord Cochrane.
También debemos citar que sin la ayuda en dinero, especies y
hombres que envió el pueblo de Trujillo la expedición de San
Martín hubiera sido un verdadero fracaso. En la sierra también
hubo campesinos indígenas que donaron sus jornales y productos
agropecuarios para financiar y abastecer la campaña libertadora.
Muchos de estos donativos se hicieron de forma libre, sin ningún
tipo de coacción . Dato curioso, por ejemplo, es el caso de los
campesinos de Huamachuco que entregaron al tesoro nacional la
producción de sus haciendas de Tulpo y Yamobamba.
De otro lado, fue destacable la actuación de la mujer en favor de la
independencia. En su mayoría colaboraron enviando
correspondencia entre los patriotas; por ello, muchas fueron
fusiladas o tomadas prisioneras por los realistas. Ya desde los
tiempos de Abascal, por ejemplo, podríamos citar a Brigada Ochoa
de Silva en Lima (luego sería condecorada por San Martín), Juana
Noin en el Cuzco, Magdalena Centeno en Arequipa y Juana Toribia
Ara en Tacna. Ya en tiempos de la independencia María Parado de
Bellido fue fusilada en Ayacucho por no querer denunciar a los
patriotas que conocía. Por las mismas razones encontraron la
muerte Emeteria Ríos de Palomo en Canta, Paula Huamán en
Tarma y Eufrasia Ramos en Jauja. En Concepción (Junín) la humilde
Bonifacia Pando fue condenada a sufrir 200 azotes junto al
ajusticiado cadáver de su esposo, el patriota Paulino Monje.
Uno de los mártires emblemáticos de la guerra fue el humilde
pescador chorrillano José Olaya Balandra. Parece que recibía
correspondencia vinculada a Sucre en el Callao y en su barca la
llevaba a Chorrillos desde donde la pasaba a Lima en su cesta llena
de pescado. Sometido a tormento por los realistas se negó a
confesar para quiénes iban dirigidas las cartas. Por ello, fue fusilado
por órdenes del español Rodil en el callejón de Petateros (hoy
pasaje Olaya, al lado de la Plaza de Armas) el 29 de junio de 1823.

http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2008/07/04/la-
independencia-del-peru-la-participacion-popular/

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