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Asertividad

Existen cuatro estilos básicos de comunicación diferenciados por la actitud que revelan hacia el interlocutor:
pasivo, agresivo, pasivo-agresivo y el asertivo.

Pasividad: Estilo de comunicación propio de personas que evitan mostrar sus sentimientos o pensamientos por
temor a ser “rechazados”, “incomprendidos”, también suelen tener temor de “ofender” a las demás personas si
manifiestan sus opiniones. Infravaloran sus propias opiniones y necesidades, dando un valor superior a las de los
demás. Estas personas tienden a guardar silencio, a “tragarse las cosas”, hasta que un día “explotan” ya sea
enfermándose (física o emocionalmente) o agrediendo verbal o incluso físicamente a los demás.

Agresividad: Este estilo de comunicación se sitúa en un plano opuesto a la pasividad, y se caracteriza por la
sobrevaloración de las opiniones y sentimientos personales, obviando o incluso despreciando los de los demás,
por lo que “van diciendo” lo primero que se les “ocurre”, por lo general hiriendo a las demás personas. Este tipo
de comunicación incluye la violencia psicológica e incluso la física.

Pasivo-agresivo: Este estilo de comunicación consiste en evitar el conflicto mediante la discreción o el silencio,
evitando las situaciones que puedan resultarle incómodas o enfrentarle a los demás, así, no asume la necesidad
de hacer valer sus propios derechos (pasividad), aunque tampoco se muestra receptivo hacia los derechos de la
otra parte criticando o hablando mal a “espaldas” de los demás (agresividad). En general se refiere a estas
personas en nuestro medio como “hipócritas”, “falsos” “chismosos” entre otros.

Asertividad: Es aquel estilo de comunicación abierto a las opiniones ajenas, dándoles la misma importancia que
a las propias. Se basa en el respeto hacia los demás y hacia uno mismo, planteando con seguridad y confianza lo
que se quiere, aceptando que la postura de los demás no tiene por qué coincidir con la propia, ni la propia con la
de los demás, evita los conflictos, pero se expresa de forma directa, abierta y honesta, sin herir a los demás, pero
tampoco sin “herirse” a sí mismo. El término proviene del latín asertus que hacía referencia a “decir la verdad”.

Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro, en el cual la persona no se somete a la


voluntad de otras personas, sino que manifiesta respetuosamente sus convicciones y defiende sus derechos, sin
vulnerar ni agredir a los demás.

Es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar
nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar,
actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad,
la culpa o la rabia.

La asertividad permite decir lo que uno piensa y actuar en consecuencia, haciendo lo que se considera más
apropiado para uno mismo, defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin agredir u ofender a
nadie, ni permitir ser agredido u ofendido y evitando situaciones que causen ansiedad o conflicto. Una persona
asertiva es tolerante, acepta los errores (propios y ajenos), propone soluciones factibles, habla sin ira, se
encuentra segura de sí misma y frena pacíficamente a las personas que le atacan. La asertividad impide que
seamos manipulados por los demás en cualquier aspecto y es un factor decisivo en la conservación y el aumento
de nuestra autoestima, además de valorar y respetar a los demás recíprocamente, por lo que también impide que
manipulemos a los demás.
Derechos asertivos

La asertividad parte de la idea de que todo ser humano tiene ciertos derechos:

1. Derecho a decir la verdad.


2. Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
3. Derecho a estar de primero y también de último.
4. Derecho a equivocarse.
5. Derecho a tener sus propios valores, opiniones y creencias.
6. Derecho a tener sus propias necesidades y que éstas sean tan importantes como las de los demás.
7. Derecho a experimentar y a expresar los propios sentimientos y emociones, haciéndose responsable de ellos.
8. Derecho a cambiar de opinión, idea o línea de acción.
9. Derecho a manifestarse cuando se es tratado de una manera injusta.
10. Derecho a intentar cambiar lo que no nos es satisfactorio.
11. Derecho a detenerse y pensar antes de actuar.
12. Derecho a pedir lo que se quiere.
13. Derecho a ser independiente.
14. Derecho a superarse, aún superando a los demás.
15. Derecho a que se le reconozca un trabajo bien hecho.
16. Derecho a decidir qué hacer con el propio cuerpo, tiempo y propiedades.
17. Derecho a hacer menos de lo que humanamente se es capaz de hacer.
18. Derecho a ignorar los consejos de los demás.
19. Derecho a rechazar peticiones sin sentirse culpable o egoísta.
20. Derecho a estar solo aun cuando otras personas deseen nuestra compañía.
21. Derecho a no justificarse ante los demás.
22. Derecho a decidir si uno quiere o no responsabilizarse de los problemas de otros.
23. Derecho a no anticiparse a las necesidades y deseos de los demás.
24. Derecho a no estar pendiente de la buena voluntad de los demás.
25. Derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
26. Derecho a sentir y expresar el dolor.
27. Derecho a hablar sobre un problema con la persona implicada y, en los casos límite en los que los derechos
de cada uno no estén del todo claros, llegar a un compromiso viable.
28. Derecho a no comportarse de forma asertiva o socialmente hábil.
29. Derecho a renunciar o a hacer uso de estos derechos.

Deberes asertivos:

1. Debo evitar lastimar a los demás con mis palabras.


2. Soy responsable de lo que hago y de lo que digo.
3. Debo respetar los derechos asertivos de los demás.

Guía para ser asertivo:

1. Describir los hechos concretos. Se trata de poner una base firme a la negociación, en la que no pueda haber
discusión. Cuando describimos hechos que han ocurrido el otro no puede negarlos y así podemos partir de ellos
para discutir y hacer los planteamientos precisos. En este punto es donde más tenemos que evitar hacer los
juicios de intenciones. No se trata de decir “eres un vago” sino decir, “vengo observando que te levantas muy
tarde desde hace ya varias semanas”.

2. Manifestar nuestros sentimientos y pensamientos. Es decir comunicar de forma contundente y clara como nos
hace sentir aquello que ha ocurrido y que juicio moral o de pensamiento nos despierta. Es el momento de decir
“estoy hasta las narices de esta situación y no la soporto más”, o “me he sentido humillado y denigrado”. Hay
que recordar que no se trata de que el otro lo encuentre justificado o no. Le puede parecer desproporcionado, o
injusto, o... pero es lo que nosotros sentimos y tenemos derecho a hacerlo así, no aceptaremos ninguna
descalificación, defenderemos nuestro derecho a sentirnos tal y como le decimos. Le estamos informando, no le
pedimos que nos entienda o nos comprenda, por eso no puede descalificarnos ni aceptaremos críticas a nuestros
sentimientos.

3. Pedir de forma concreta y operativa lo que queremos que haga. No se trata de hablar de forma general o
genérica, “quiero que seas más educado”, “quiero que me respetes” “quiero que no seas impreciso”; sino que hay
que ser concreto y operativo: “me gustaría que te levantaras antes del desayuno y que tendieras tu cama”. Frases
concretas que el otro puede entender, pero sobre todo “hacer”.

4. Especificar las consecuencias. Es decir, aquello que va a ocurrir cuando haga lo que se le ha pedido. Se le
podría plantear también las consecuencias que tendrá para él no hacerlo, pero es preferible especificar lo que va
a obtener de forma positiva. De otra manera lo que planteamos es un castigo y los castigos son mucho menos
efectivos que los premios o refuerzos. Muchas veces se trata solamente de una forma de presentación, hay que
tener en cuenta que frecuentemente algo que puede ser planteado como un castigo, si no lo hace, se puede ver
como algo positivo si lo hace. “Si no lo haces tendrás un castigo” se puede convertir en “Si haces lo que te
propongo evitarás que tengamos discusiones en casa”

Practica:

En la fase de llevar a la práctica la asertividad (ejecución) hay que tener en cuenta algunas técnicas básicas que
nos permiten llevar a cabo lo que hemos preparado. No hay que olvidar nunca que nuestros objetivos están
plasmados en el diálogo que hemos preparado y que nuestra meta inmediata es decirlo. No se trata de contestar a
todas las digresiones que nos hagan, no es necesario ser rápido y agudo para poder responder de forma inmediata
a todo lo que nos digan. Se trata de emplear la técnica del muro de niebla, que también se llama “aceptar en
principio”, seguida de la técnica del disco rayado. La forma de hacerlo es diciendo a nuestro interlocutor: “puede
que tengas razón; pero(muro de niebla) lo que yo quiero decir es que…” y se sigue con el diálogo en el punto en
el que fuimos interrumpidos o repitiéndolo desde el principio (disco rayado.) Puede parecer muy limitado y que
vamos a hacer el ridículo, pero es sorprendente lo efectivo y natural que resulta. Si el interlocutor trae otros
temas, también importantes, no perdamos de vista nuestro objetivo, tenemos que acabar con lo que ha motivado
la negociación para poder seguir más tarde con lo que acaba de plantear: en ningún momento hay que perder de
vista nuestro objetivo, plasmado en el diálogo preparado.

Ejemplo:

Un amigo acaba llega a cenar, pero una 2 horas más tarde de lo que había dicho. No ha llamado para avisar que
se retrasaría. Estás irritado por la tardanza. Tienes estas alternativas:

1. CONDUCTA PASIVA. Saludarle como si nada y decirle “Entra la cena está en la mesa”. (y tarde que
temprano “EXPLOTAR”)

2. CONDUCTA AGRESIVA. “Llevo toda la noche esperándote, me has puesto muy de mal genio llegando
tarde. Es la última vez que te invito, ya no quiero comer contigo…” y pasar amargados toda la noche e incluso
días después.

3. CONDUCTA PASIVO-AGRESIVA: Saluda como si nada, pero durante la cena constantemente hace
comentarios displicentes sobre la gente “que llega tarde” hasta que se genera una discusión, la que evitará al
final.

4. CONDUCTA ASERTIVA. “He estado esperando durante dos horas sin saber lo que pasaba (hechos). Me has
puesto nervioso e irritado (sentimientos), si otra vez te retrasas, avísame con tiempo (conducta concreta) así
harás la espera más agradable (consecuencias)”.

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