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Política ¿corrupta?

Introducción

Todos y todas podemos percibir que en nuestro país (y en el mundo)


estamos y hemos estado por muchos años ante una crisis política,
económica, social y ecológica. Es una crisis multidimensional tan
profunda que podemos decir que es una crisis no solo nuestra, sino
una crisis civilizatoria (veremos posteriormente a qué nos referimos
con esto). En este ensayo vamos a concentrarnos en el campo político
de esta crisis civilizatoria, sin abstraernos de los demás campos de la
realidad, pero sí dándole prioridad a esta parte.

Cuando pensamos en la política, de las primeras ideas que nos


vienen a la cabeza es la corrupción. Es un tema del que se habla
mucho, pero rara vez se profundiza en qué es la corrupción política.
Vamos a proponer una forma de entender la corrupción política (o de
lo político) en sentido amplio y nos vamos a alejar de definiciones
simplistas o reduccionistas que se enfocan en el robo de dinero
público, por ejemplo. Desde esta perspectiva que proponemos, el
hecho de que un funcionario público robe dinero del Estado se ubica
en un segundo momento de la corrupción, es consecuencia, pero no
es la corrupción como tal. Vamos a explicar esto a lo largo del ensayo.

Partimos desde el hecho de que el ejercicio de la política se ha se ha


corrompido, a través de un proceso histórico en el que nuestras élites
han administrado el Estado para favorecer intereses de las metrópolis
e imperios de turno. Pero acá no se propone que “la política” en
general es corrupta de una forma absoluta. Esto es lo que algunxs
llaman “antipolítica”, una posición nihilista y posmoderna. Lo que
criticamos es la fetichización de una concepción o idea particular de la
política. Esto quiere decir que, desde nuestra óptica, la política puede
ejercerse y practicarse de formas distintas y el contenido de lo
político puede variar. No hay una sola forma de hacer política, eso es
lo que la ideología liberal eurocéntrica impone, pero es falso. Hay
otras políticas que no son ni liberales, ni capitalistas, ni modernas, ni
coloniales.

Según la concepción que tengamos de esta, la política puede ser, en


última instancia, de liberación o de dominación. La política actual y
la forma de entender lo político que tenemos es una política de
dominación, por lo tanto, de lo que se trata es de criticarla y proponer
otra forma de hacer y de entender lo político, que sea pertinente a
nuestro proyecto propio de liberación popular.

La idea de política que criticamos es la que tienen los políticos “de


profesión” y los funcionarios públicos de nuestro país. Esta
corresponde a una idea (que aspira a ser y muchas veces falla, pero
trata de asemejarse a la idea) liberal, burguesa, eurocéntrica de la
política. La criticamos porque es un sistema necropolítico vacío,
puramente formal-institucional que, en vez de producir vida digna
para todos y todas, produce muerte para la mayoría y vida solo para
una élite minoritaria. Esta concepción es básicamente la que fue
producida e impuesta por Europa y EUA hacia todo el mundo.

La civilización europea1 , a través de la modernidad2, impone su


conocimiento y racionalidad como La Verdad, como un conocimiento
de carácter superior y por lo tanto universal, “aplicable” a todo el
mundo y en todos los contextos. Consecuencia de esta imposición es
que, en países no occidentales como el nuestro, estemos aplicando
ciegamente una idea de política que nos es ajena a nuestra historia,
cultura y cosmovisión. En Latinoamérica por lo general ponemos en
práctica ideas que son ajenas a nuestros pueblos porque creemos que
lo occidental es lo mejor y lo universal. Esto ocurre con nuestra forma
de entender la política.

Nos vamos a concentrar en el aspecto de la concepción que tenemos


sobre la política, es decir, la forma en la que entendemos la política,
teóricamente y en la práctica. Como hemos mencionado, nuestros
1
Con civilización occidental nos referimos a los imperios de Occidente
(Estados Unidos y Europa) que imponen su cosmovisión y cultura (esto
incluye su racionalidad, su forma de pensar la realidad, de sentir, su
forma de vivir, sus valores, su moral, su ética, etc.) a todo el mundo. A
través del imperialismo, colonialismo y la colonialidad.
2
A Grandes rasgos entenderemos la modernidad como el proyecto
civilizatorio de Europa occidental.
funcionarios y gobernantes han adoptado históricamente una política
de dominación que ha mantenido sometido a nuestro pueblo y
alejado de todo ejercicio de poder. Esta situación de negación
existencial e impotencia política ha tenido efectos importantes sobre
nuestros pueblos que han influido en nuestra situación actual.

Teoría y praxis

No voy a ahondar en esta relación compleja entre teoría y praxis,


pero quiero exponer algunas ideas que van a ubicar la presente
discusión.

Las personas realizamos acciones políticas determinadas pertinentes


nuestra forma de entender la política. Asimismo este concepto que
tengamos de política se ve determinado por la retroalimentación de
nuestra praxis política y del contexto espacio/temporal (territorial e
histórico) en el que se ubican estas acciones. Es decir, la acción
política que llevemos a cabo siempre parte de una forma
determinada de conceptualizar la política, parte de un concepto
intersubjetivo de política. El problema es que este concepto no
siempre es consciente.

Como veremos más adelante, este concepto que tengamos de política


depende de una forma de ver la vida y el mundo, una cosmovisión,
utopía, ideología o modelo ideal de vida. Hay que volver sobre la
discusión de las utopías y la importancia que estas tienen sobre
nuestra vida cotidiana seamos conscientes de ello o no.

Por ejemplo, si tenemos una visión del ser humano como un ser
egoísta y violento y pensamos que solo seremos felices si
acumulamos la mayor cantidad de riqueza, entonces el concepto de
política que es pertinente a esa cosmovisión es una política
dominadora en la que el individuo independiente busca sobrevivir a
toda costa y usa la política como un medio para un fin de
enriquecimiento y/o poder. Es decir, la política deja de ser un medio
para la vida de la comunidad y se vuelve una política para el
enriquecimiento propio y de allegados.

Las ideas no solo son cuestión subjetiva interior, sino que estas son
construidas histórica y socialmente con los otros y pueden cambiar
según las condiciones histórico-ideológicas de la realidad. Las ideas
no son algo solo “ideal” sino que tienen una doble dimensión
material: (1) por un lado, estas ideas producen consecuencias
concretas que pueden influir en las condiciones materiales de vida de
millones de personas y por otro lado, (2) las ideas forman conexiones
neuronales (tangibles) en nuestro cerebro que se van robusteciendo y
cristalizándose a medida que repetimos y reforzamos estas ideas y
pensamientos. Así es como queremos comprender estas “ideas”: con
relación a sus efectos materiales en la realidad.

Nuestra práctica es la objetivización de un contenido intersubjetivo el


cual dota de un sentido particular a una concepción determinada de
la política. Por ejemplo, una concepción intersubjetiva de política
como dominación se va a objetivar en una práctica política
dominadora e injusta. Entendemos acá que el pensamiento y la teoría
(construido con otros) se encuentran en relación dialéctica con la
praxis. Es decir, teoría y práctica se co-determinan y se construyen
mutuamente.

Para resumir, partimos de la idea de que el ejercicio de la política


depende, en parte, de la noción teórico-práctica 3 que tengamos de la
política como tal. Y en nuestro caso, esta noción de política es una
noción corrupta e injusta. Quiero volver a enfatizar que no vemos
esta relación como algo unidireccional (teoría  praxis), sino que es
una relación dialéctica co-determinada (T  P) entre teoría política
y práctica política. Sin embargo, en este primer momento, nos vamos
a concentrar en la cuestión acerca de cómo entendemos la política.

Por lo general, en política hemos construido un concepto de política


siguiendo el ejemplo de lo que vemos de nuestros funcionarios
públicos. Nos dejamos guiar por lo dado, lo que “es” y siempre ha
sido así, pero rara vez vamos más allá de lo empírico, esto es, al
terreno del deber ser y la ética.

Nos dijeron que ellos eran “los políticos”, nos enseñaros en las
escuelas y colegios que lo que los políticos hacían era política y no

3
Con esto nos referimos a lo que las personas piensan que significa la
política en el nivel teórico y en el nivel práctico: el concepto de
política y la forma de ejercer la política en la realidad.
solo eso, sino es La Política como tal (nos hacen creer que es la única
forma de política posible). El problema es que históricamente, con
algunas excepciones, los políticos han usado el ejercicio político para
obtener poder y acrecentar su patrimonio y el de sus aliados.

Corrupción de lo político

Vamos a basarnos en el planteamiento de Dussel para reflexionar


sobre el tema de la corrupción del poder y de la política. Empezamos
hablando de la política y ahora el autor nos habla de “lo político”. Lo
político será entendido como lo normativo, abstracto y conceptual a
nivel teórico y la política es la puesta en práctica de lo político, es la
actividad, la acción humana.

A continuación, vamos a mezclar la propuesta y la crítica, dos


momentos entrelazados en este ensayo. La propuesta será lo relativo
al momento ético y la crítica será el momento negativo (niega el
orden de dominación).

El poder político, si es ético, en primera instancia proviene del


pueblo en sentido general. Es decir, en términos generales, la sede del
poder político es el pueblo (la población de un país). Esto significa
que el poder político emana del pueblo: son las personas. Acá el
autor introduce el término “comunidad política”, esto lo vamos a
entender como el conjunto de personas consideradas sujetos
políticos. A grandes rasgos la comunidad política es equivalente al
pueblo y a la población de un país.

Pueblo
(Sede/origen del poder político)

Siguiendo este planteamiento, toda institución política es creada a


partir del poder del pueblo: las instituciones son creadas para un
ejercicio delegado del poder popular. Entonces el primer momento
de lo político es el pueblo como sede del poder. En un segundo
momento este pueblo debe crear las instituciones para ejercer el
poder de una forma delegada.

Esquema 1. Deber ser de lo político

Pueblo
(Sede del poder político -
Poder consensual)

Delega el ejercicio del poder en

Instituciones/funcionarios/as
(Poder político delegado -
Poder obediencial)

Esta base nos ayudará a entender dónde y de qué forma es que se da


la corrupción de lo político.

“La corrupción originaria de lo político4, que denominaremos el


fetichismo del poder, consiste en que el actor político (los miembros de
la comunidad política, sea ciudadano o representante) cree poder
afirmar a su propia subjetividad o a la institución en la que cumple
alguna función (como “funcionario”) —sea presidente, diputado,
juez, gobernador, militar, policía— como la sede o la fuente del
poder político” (Dussel).

Aquí el autor hace referencia a una “desviación inicial” (corrupción


originaria), esto se refiere a que lo político se desvía o se corrompe en
su origen, en su momento inicial. Es decir, está corrompido desde el
inicio, por lo tanto, toda acción o institución que le siga va a
corromperse por esta “desviación” inicial u originaria. Vamos a
explicar esto más a fondo.

El esquema 1 es el deber ser, como debería darse el ejercicio de poder


político. La corrupción del poder político entonces sería una
inversión del deber ser que vimos anteriormente. Entonces el
esquema de un ejercicio de poder corrupto se vería así:

Esquema 2. Fetichismo del poder.

Instituciones/funcionarixs

4
Aquí el autor se refiere a la corrupción que se da en el origen de lo
político, es decir en el primer momento del ejercicio de poder político.
(Sede del poder político
Poder como dominación)

Ejerce el poder sobre

Pueblo
(Obedientes ante el poder)

La fetichización del poder del Estado, bajo esta idea, se da en


situaciones en las que el Estado se afirma como soberano (última
instancia del poder, la sede). Esto corrompe el ejercicio del poder
estatal: los funcionarios y las funcionarias (mal llamadas políticos y
se incluye a jueces) creen que tienen en sí mismos la autoridad para
ejercer el poder o que el cargo (institucional) es el que les dota de
poder. Esto es la corrupción del poder político y del ejercicio de la
política desde el Estado, pero perfectamente se puede dar en otro tipo
de organizaciones.

Lo anterior es corrupción porque “todo ejercicio del poder de toda


institución (desde el presidente hasta el policía) o de toda función
política (cuando, por ejemplo, el ciudadano se reúne en cabildo
abierto o elige un representante) tiene como referencia primera y
última al poder de la comunidad política (o del pueblo, en sentido
estricto). El no referir, el aislar, el cortar la relación del ejercicio
delegado del poder determinado de cada institución política con el
poder político de la comunidad (o pueblo) absolutiza, fetichiza,
corrompe el ejercicio del poder del representante en cualquier
función” (Dussel).

Todo ejercicio de poder institucional está fundamentado en el poder


de la comunidad política (la población de un país, de un
departamento, de un municipio, de un barrio, de un movimiento
popular, etc.). Es la población de un país la que le da legitimidad al
poder Estatal y es esta población la que debe mandar y participar
activamente en la toma de decisiones que les afectan, no son los
funcionarios los que tienen la potestad de decidir por todxs lxs
demás, ellos solo ejercen el poder de forma delegada, son ejecutores
de la voluntad de la comunidad política.
La población, nosotrxs, somos lxs unicxs con el poder de decidir
sobre lo que nos afecta y son las instituciones (creadas por y para el
pueblo) las que deben asegurar que este ejercicio de poder popular
suceda de una forma ética y justa. Cuando esto no se cumple
adecuadamente es cuando hay corrupción, cuando la población no es
la que participa en la toma de decisiones. Esto va mucho más allá del
voto. La corrupción corta la relación entre las instituciones y el
pueblo, a pesar de que en su discurso digan que todo lo hacen para el
pueblo, en los hechos demuestran lo contrario pues la población no
es la beneficiada de sus acciones políticas.

Dussel sigue: “La corrupción es doble: (1) del gobernante que se cree
sede soberana del poder, y (2) de la comunidad política que se lo
permite, que lo consiente, que se torna servil en vez de ser actora de
la construcción de lo político (acciones, instituciones, principios). El
representante corrompido puede usar un poder fetichizado por el
placer de ejercer su voluntad, como vanagloria ostentosa, como
prepotencia despótica, como sadismo ante sus enemigos, como
apropiación indebida de bienes y riquezas. No importa cuáles
aparentes beneficios se le otorguen al gobernante corrompido, lo peor
no son los bienes mal habidos, sino el desvío de su atención como
representante: de servidor o del ejercicio obediencial del poder a
favor de la comunidad se ha transformado en su parásito, su
debilitamiento, y hasta en su causa de extinción como comunidad
política. Toda lucha por los propios intereses de un individuo (el
dictador), de una clase (como la burguesa), de una élite (como los
criollos), de una “tribu” (herederos de antiguos compromisos
políticos), son corrupción política”.

Fetichismo

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