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INSTITUTO BÍBLICO
CONFRATERNIDAD DE PASTORES CONSERVADORA
Este periodo de doce años (45-57) fue el más activo de su vida. Comprende
tres grandes expediciones apostólicas de las que Antioquia fue siempre el punto de
partida y que terminaron por una visita a Jerusalén.
Primer Viaje
Pablo y Bernabé fueron elegidos por el espíritu santo para evangelizar a los gentiles,
mientras que otros lo hicieron con algunas comunidades judías.
El viaje lo iniciaron en Antioquia, una ciudad de la zona meridional de Turquía, en el
puerto de Seleucia. Allí se embarcaron hacia Chipre donde su trabajo seria
principalmente abrir la puerta de la fe a los Gentiles. En la susodicha isla
desembarcan en Salamina (ciudad al este de Grecia), ciudad donde predicarán
brevemente, en una Sinagoga local, para luego partir hacia Páfos, ciudad al suroeste
de Chipre. Aquí Pablo se enfrentará al “mago” Elimas, el cual quiere tratar de impedir
que Pablo convierta a un cónsul al cristianismo. Pablo dejará tan patente la
superioridad del Espíritu Santo frente a los “poderes” de Elimas (deja ciego a Elimas),
que un cónsul presente en la escena, “quedó impresionado por la doctrina”. (Hechos,
13, 8-12).
Allí Pablo realiza algunas curaciones. Algunos paganos toman a Pablo por un Dios y le
hacen sacrificios. Los judíos irrumpen en esta escena antes de que Pablo y Bernabé
puedan deshacer el entuerto y provocan reacciones violentas en los gentiles, los
cuales llegan a la lapidación de Pablo, el cual se salva de morir. (Hechos, 14, 13-20).
Segundo Viaje
El segundo viaje lo hizo de los años 49 al 52 d.C. En este recorrido encuentra menos
reacciones violentas que en el viaje anterior, pero estas no faltan y son bastante
graves. Visita las iglesias que fundó en el primer viaje y se propone seguir predicando
por Asia Menor pero un mensaje del cielo se lo impide y le manda que vaya a Europa a
predicar. Se encuentra con dos colaboradores: el evangelista San Lucas (a quien llama
"médico amadísimo") y Timoteo, que será su más fiel secretario y servidor, y a quien
escribirá después dos cartas que se han hecho famosas.
La primera ciudad de Macedonia que visitó fue Filipos (en sueños oyó que alguien le
pedía ayuda y que fuera a Macedonia – Hechos, 16, 6-10-).
Allí curó a una chica que adivinaba el futuro. Al acabárseles el negocio a los que
cobraban por cada adivinación, estos atacaron contra Pablo y su compañero Silas y
les dieron una feroz paliza. Pero en la cárcel a donde los llevaron, lograron convertir y
bautizar al carcelero y a toda su familia (Hechos 16, 16-34).
Pablo guardó siempre un gran cariño hacia los habitantes de Filipos y a ellos dirigió
después una de sus más cariñosas cartas, la Epístola a los Filipenses.
Después fue a la ciudad de Atenas, que era muy famosa por su cultura y por sus
filósofos. Allí predicó, aunque mucha gente se rió de él por hablar de que Cristo había
resucitado, convirtió a varias personas.
Luego fue a Corinto un importante puerto de comerciantes. Allí pasó un año y medio
predicando, logrando un gran número de conversiones. De aquí saldrán las cartas a
los corintios.
Tercer Viaje
El tercer viaje lo hizo del año 53 al 56 d.C. En este viaje lo más importante fue que en
la ciudad de Efeso en la cual estuvo por bastantes meses, Pablo logró que muchas
personas empezaran a darse cuenta de que la diosa Diana que ellos adoraban era un
simple ídolo, y dejaron de rendirle culto. Entonces los fabricantes de estatuillas de
Diana al ver que se arruinaba el negocio, promovieron una persecución en contra del
Apóstol (Hechos 19, 23-40).
De Éfeso partió Pablo hacia Jerusalén a llevar a los cristianos pobres de esa ciudad el
dinero de una colecta que había promovido entre las ciudades que había
evangelizado. Por todas partes se iba despidiendo de los cristianos, diciendo a sus
discípulos que el Espíritu Santo le comunicaba que en Jerusalén le iban a suceder
hechos graves, y que por eso probablemente no lo volverían a ver. Esto causaba
profunda tristeza en sus seguidores que tanto lo querían.
Viaje de la cautividad
Al fin llegaron a Roma, donde esperaban a Pablo con gran entusiasmo los cristianos.
En esa ciudad estuvo dos años preso (casa por cárcel) con un centinela en la puerta. Y
los cristianos y los judíos iban frecuentemente a charlar con él, y aprovechaba toda
ocasión que se le presentara para hablar de Cristo y conseguirle más y más
seguidores.