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Georges Perec

El gabinete
de un aficionado
Historia de un cuadro

Traducción de Menene Gras Balaguer

EDITORIAL ANAGRAMA
BARCELONA

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Título de la edición original:
Un cabinet d'amateur. Histoire d'un tableau
© Editions Balland
París, 1979

Para Antoinette y Michel Binet


Portada:
Julio Vivas
Ilustración: © Isabelle Vernay Léveque

© EDITORIAL ANAGRAMA. S.A.


Pedró de la Creu, 58
08034 Barcelona

ISBN: 84-339-3166-0
Depósito Legal: B. 31293-1989

Printed in Spain
Libergraf, S.A.. Constitució, 19 _ 08014 :Barcelona
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«Vi allí telas de gran valor y que, en su


mayoría, había admirado en colecciones
particulares de Europa y en exposiciones
de pintura. Las diversas escuelas de los
antiguos maestros estaban representadas
por una Madona de Rafael, una Virgen de
Leonardo da Vinci, una ninfa de Correggio,
una mujer de Tiziano, una Adoración de
Veronese, una Asunción de Murillo, un
retrato de Holbein, un monje de Veláz-
quez, un mártir de Ribera, una kermesse
de Rubens, dos paisajes flamencos de Te-
niers, tres pequeños cuadros de género de
Gérard Dow, Metsu y Paul Potter, dos te-
las de Géricault y de Proudhon y algunas

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marinas de Backuysen y Venut. Entre las
obras de pintura moderna aparecían cua-
dros firmados por Delacroix, lngres, De-
camps, Troyon, Meissonier, Daubigny, etc.»
JULIO VERNE
Veinte mil leguas de viaje submarino

El gabinete de un aficionado, del pintor ameri-


cano de origen alemán Heinrich Kürz, se mos-
tró al público por primera vez en 1913, en
Pittsburgh, Pensilvania, en el marco de la serie
de manifestaciones culturales organizada por
la comunidad alemana de la ciudad, con moti-
vo de los veinticinco años de reinado del empe-
rador Guillermo Il. Durante varios meses, y
bajo los triples auspicios del periódico Das
Vaterland, de la Amerikanische Kunst Gesell-
schaft, y de la cámara de comercio germano-
americana, se sucedieron ininterrumpidamente
ballets, conciertos, desfiles de moda, semanas
comerciales y gastronómicas, ferias industriales,
demostraciones atléticas, exposiciones artísticas,

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obras de teatro, óperas, operetas, revistas es- el riquísimo Barry O. Fugger, propie-
pectaculares, conferencias, grandes bailes y tano Y d1rectvr de los grandes almacenes Fug-
banquetes, ofreciendo a los germanófilos que ger Y los cuarenta y tres miembros de la dele-
habían acudido expresamente de los cuatro gac.ión alemana, capitaneados por el doctor
confines del continente americano la primicia Ulnch Schultze, primer subsecretario de la
de varios espectáculos, a cual más ambicioso, Cancillería Imperial y enviado extraordinario
entre los que sobresalieron especialmente tres: de Su Majestad. Los críticos de arte de los
una integral al aire libre del Segundo Fausto periódicos americanos en lengua alemana se
(que la lluvia por desgracia interrumpió al contentaron en su mayoría con juntar algu-
cabo de siete horas y media), la creación mun- nos nombres de artistas y los títulos de
dial del oratorio de Manfred B. Gottlieb, Ameri- algunos cuadros, añadiéndoles a veces breves
ka, cuya interpretación exigía doscientos veinti- comentarios de esos que valen para todo: «En
cinco músicos, once solistas y ochocientos co- la sección "Naturalezas muertas", hemos podi-
ristas, y el estreno en Pittsburgh de Das Gelin- do admirar La tetera sobre la mesa de Garten
gen, una opereta fascinante especialmente im- cuya paleta domina admirablemente todos
portada de Munich con sus dos célebres creado- matices del azul, una Compotera muy refinada
res, Theo Schuppen y Maritza Schellenbube. que debemos al robusto pincel del llorado Sig-
En medio de estas producciones colosales, mund Becker, y El banco de trabajo, de James
cuya estrepitosa publicidad llenaba páginas Zapfen, quien parece haber logrado temperar
teras de revistas, faltó poco para que la exposi- con secreta ternura su realismo un tanto pesa-
ción de pintura que tuvo lugar de abril a octu- do», etc.
bre en los salones del hotel Bavaria pasara En este contexto poco propicio, la obra de
desapercibida. Los periódicos de Pittsburgh ha- Kürz_ no recibió un trato mucho mejor que las
blaron mucho menos de los cuadros y de los demas, con el paso del tiempo, hoy
artistas que de las personalidades presentes el pueda apreciarse que se benefició de observa-
día de la inauguración: el senador Lindemann, más bien halagadoras: Anton Zweig, en
el juez Taviello, el magnate del acero Kellogg el Chtcago Tagblatt, la describió como «una

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obra extraña, edgard-poesca, que ha hecho co- cincuenta años, sino que además es un
rrer mucha tinta»; Walther Bannertrager, en la aficionado al arte, ilustrado y dinámico,
breve nota que entregó al New York Zeitung, bien conocido por salas de arte y estu-
lamentó «no poder mencionar más que de pa- dios de los dos lados del océano. En el
sada (este) retrato de un simbolismo tan sutil, transcurso de sus numerosos viajes a Eu-
cuya inspiración altamente metafísica pone, ropa, Hermann Raffke ha sabido reunir
por cierto, en tela de juicio numerosas "" con ecléctico y seguro discernimiento
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comúnmente aceptadas acerca de lo Bello en todo un conjunto de obras de arte anti-
el Arte»; Christian van Muschelsohn, del Mor- guas y modernas, que muchos museos
genstem de Milwaukee, vio en él «Una sorda del Viejo Continente habrían envidiado
exaltación de los nuevos valores nietzscheanos Y que en el momento actual carece
revistiendo la totalidad del mundo visible e equivalente en nuestra joven tierra, sin
invisible»; en cuanto al artículo del Vaterland, ofender a los señores Mellan, Kress, Du-
cuyo autor, Thadeus Doppelgleisner, era uno veen y demás Johnson. Para colmo, Her-
de los responsables de la exposición, estaba mann Raffke siempre ha tenido empeño
claramente más desarrollado (tal vez porque el en favorecer el desarrollo de la pintura
propietario del cuadro, Hermann de las americana, y muchos son los que, hoy
cervecerías Raffke, había prestado vanas obras reconocidos -los Thomas Harrison, los
y financiado generosamente la Kitzenjammer, los Wyckoff, los Betkows-
pero se ceñía deliberadamente a las generalida- ki y tantos otros-, recibieron en sus ini-
des y anécdotas: cios la ayuda de este benévolo y discreto
mecenas. Pero ha sido precisamente con
«Nuestro eminente conciudadano motivo de esta exposición cuando Her-
Hermann Raffke, de Lübeck, no sólo se mann Raffke ha sabido darnos la prueba
ha hecho famoso por la excelente cali- más deslumbrante de su triple apego a la
dad de la cerveza que fabrica con éxito pintura, a nuestra ciudad y a Alemania,
entre nuestros muros desde hace casi al encargar al joven pintor Heinrich

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Kürz, del que nos enorgullece precisar pequeño velador con un tapete de encaje sobre Para  su  
que nació en Pittsburgh, de padres wur- el que se hallan colocadas una botella de cris- realización,   el  
mismo  autor  
temburgueses, el retrato donde figura tal tallado y una copa, hay un hombre sentado dibujó  diversos  
sentado en su gabinete de coleccionista, en un sillón acolchado de cuero verde oscuro bocetos  del  
cuadro  
ante sus cuadros preferidos. Y ni que casi de espaldas en relación con el espectador: protagonista.
decir tiene que muchos de ellos proce- Es un anciano con una cabellera blanca abun-
den de nuestro bello país, etc.» dante, nariz delgada y lentes con montura de
acero. En realidad, los rasgos de su rostro, sus
Tan sólo unos días después de la inaugura- pómulos estriados de capilares, el espeso bigo-
te que le desborda el labio superior y sumen-
ción, y pese a los pronósticos más bien pesimis-
tón huesudo y voluntarioso, más que verse se
tas de los organizadores, la exposición empezó
adivinan. Lleva un batín gris, cuyo cuello cru-
a tener un éxito que sería imparable, debido,
zado va ribeteado con un fino cordoncillo rojo.
claro está, al cuadro de Heinrich Kürz. Sin
u.n gran perro color canela, de pelo corto, par-
duda, esta consagración de la obra -y a través
cialmente oculto por el brazo del sillón y por el
de ella de toda la exposición- se produjo como
velador, se halla tumbado a sus pies, aparente-
consecuencia de haber andado, no se sabe muy
mente dormido.
bien cómo, de boca en boca, sistema cuyos
»Más de cien cuadros se encuentran reuni-
efectos son siempre difíciles de medir con
exactitud, aunque tal vez sea posible encontrar dos en esta sola tela, reproducidos con tal fide-
un principio de explicación a semejante enca- lidad y meticulosidad que podríamos describir-
prichamiento en la extensa reseña anónima pu- los todos con absoluta precisión. La mera
enumeración de los títulos y de los autores no
blicada en el catálogo: sólo sería enojosa sino que rebasaría amplia-
«La tela representa una amplia habitación
mente el marco de esta reseña. Basta con decir
rectanguiar, sin puertas ni ventanas a la vista, y
que todos los géneros y todas las escuelas del
cuyas tres paredes visibles están cubiertas ente-
arte europeo y de la joven pintura americana
ramente de cuadros. están aquí admirablemente representados, tan-
»En primer plano, a la izquierda, junto a un
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to los temas religiosos como las escenas de se arrodilla ante santa Elisabeth, que ha
género, tanto los retratos como las naturalezas 'jo'
1 Ido a verla, vieja y medio vacilante, sostenida
muertas, los paisajes, las marinas, etc., y deje- por dos sirvientas. En primer plano, a la dere-
mos a los visitantes el placer de descubrir, de ., hay t:es ancianos vestidos de negro, de
reconocer, de identificar el Longhi, o el Dela- ' arnba abaJo; dos están de pie, casi mirándose
croix, el Delia Notte o el Vernet, el Holbein o de frente; el primero sostiene ante sí una hoja
el Mattei, y otras obras maestras dignas de los de a medio desenrollar sobre la que
museos europeos más importantes que el afi- perfila con un fino trazo azul el plano de la
cionado Raffke, inteligentemente aconsejado cmdad fortificada, a la que el segundo apunta
por eminentes expertos, ha sabido descubrir a con un dedo descarnado; el tercero está senta-
raíz de sus viajes. •' do en un taburete de madera dorada y patas
»No obstante, sin entrar en más detalles, qui- ' cruzadas, con un cojín verde encima; casi da
siéramos llamar la atención del visitante a pro- .'
por completo la espalda a sus compañeros y
pósito de tres obras que, a nuestro parecer, parece estar mirando el fondo de la escena:
demuestran tanto el acierto de que ha dado ( una vas;a donde aguarda el séquito
prueba Raffke en sus elecciones como el talen- de Mana: una litera cerrada con cortinas de
to con el que Heinrich Kürz ha sabido hacér- 1.w.. cuero,.llevada por caballos blancos, cuyas rien-
noslo ver. das dos pajes vestidos con libreas rojas
»La primera, en la pared de la izquierda, Y gnses, y un caballero con armadura cuya
sobre la cabeza del coleccionista, es una Visita- lanza se adorna con una larga banderola dora-
ción que, por nuestra parte, atribuiríamos de da .. En el horizonte se descubre un paisaje de
buena gana a un Paris Bordone, un Lorenzo colmas y de bosquecillos, con las torres bru-
Lotto o un Sebastiano del Piombo: en el centro mosas de una ciudad a lo lejos.
de una pequeña plaza bordeada de altas colum- »El segundo cuadro está colgado en la pared
nas entre las que cuelgan ropajes ricamente de la derecha. Es una pequeña naturaleza
bordados, la Virgen, vestida con un traje verde muerta de Chardin titulada Los preparativos
oscuro cubierto en parte con un largo velo del almuerzo: sobre una mesa de piedra, entre

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diversos utensilios domésticos, un mortero, un Adolphus Kleidrost, cuya carre-


cucharón y una espumadera, se hallan dispues- ra, IniCiada en Colonia, prosiguió brillante-
tos un jamón cubierto con un trapo blanco, mente en Cleveland. Por tal motivo figura en
una escudilla llena de leche, un cuenco con nuestra exposición (cf. n.o 95), así otras
melocotones de viña, y una rodaja ancha de de la escuela germano-americana perte-
salmón colocada sobre un plato vuelto del re- necientes a la colección de Hermann Raffke
vés. Encima hay un pato muerto colgado de la prestadas al mismo tiempo que ést:.
pared mediante un cordón fino pasado por su Muchos _ , seran sm duda los visitantes que se
pata derecha. Raras veces, a nuestro parecer, el
frescor, la simplicidad y la naturalidad de Char-
din se nos han mostrado con tanto acierto, y
emperraran en comparar las obras originales
las escrupulosas que ha
porc10nado Hemnch Kürz. Y aquí se llevarán
pr:
uno podrá preguntarse mucho rato qué es más una. maravillosa sorpresa: porque el pintor ha
admirable, si el genio del pintor francés, o el su cuadro en el cuadro, y el coleccio-
impecable "rendu" que Kürz ha conseguido nista sentado en su gabinete ve en la pared del
rendu:  rendre,  rendu:  Passé  Comp.  traducir,  P.C.  acabado
hacer. fondo, dentro del eje de su mirada, el cuadro
»Por último, nos parecería una lástima evo- que le representa mirando su colección de cua-
car este grupo de obras de arte único sin men- dros, y todos estos cuadros reproducidos de
cionar un cuadro colocado no ya en una de las ,Y sucesivamente sin perder nada de
paredes, sino sobre un caballete puesto en la precision m en la primera ni en la segunda ni
esquina derecha del gabinete. Se trata del Re- en la tercera reflexión, hasta no ser sobre la
trato de Bronco McGinnis, aquel que pretendió tela que ínfimas pinceladas: El gabinete de
ser "el Hombre más tatuado del mundo", y se un no es sólo la representación
exhibió como tal en la Exposición Internacio- anecdottca de un museo particular; por el jue-
nal de Chicago (tras su muerte, en 1902, se go reflejos sucesivos, y por el encanto
supo que era un bretón llamado Le Marech', y casi magico que operan estas repeticiones cada
que sólo eran auténticos los tatuajes de su pe- vez más es una obra que se mece
cho). El retrato es obra de uno de nuestros en un umverso propiamente onírico donde su

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poder de seducción se amplía al Y la  precisión  
exacerbada  
por algo más de dos, que el primer «cuadro en
de la precisión exacerbada de la matena picto- de  la  materia   el cuadro» todavía medía casi un metro de
rica, lejos de ser su propio fin, de en  las   largo por setenta centímetros de alto, que el
pronto en la Espiritualidad vertlgmosa del palabras,  
de  ser  su  
lejos  
tercero sólo era de once centímetros por ocho,
Eterno Retorno.» propio  fin,   que el quinto ni siquiera alcanzaba a tener el
A partir de la segunda semana, en la sala desemboca   formato de un sello de correos, y que el sexto
de  pronto  en  
donde estaba colgado el cuadro de Heinrich la   apenas hacía cinco milímetros por tres. Un tipo
Kürz se produjo una afluencia tal que los .o.rga- Espiritualidad   que se había provisto de una lupa de joyero y se
ver<ginosa  de  
nizadores se vieron obligados a no permitir la un  retorno  de   había hecho alzar por dos compinches, afirmó
entrada a más de veinticinco visitantes por vez la  pintura que se distinguía con mucha precisión al hom-
y a hacerlos salir al cabo de un de hora. bre sentado, el caballete con el retrato del
A modo de refinamiento suplementano, la sala hombre tatuado, y una vez más el cuadro con
se había arreglado para reproducir lo más fiel- una vez más el hombre sentado y todavía una
mente posible el gabinete de Hermann Raffke. última vez el cuadro convertido en un fino
El gabinete de un aficionado ocupaba toda .la trazo de medio milímetro de largo, y al día
pared del fondo, y el Retrato de Bronco McGm- siguiente varias decenas de visitantes se pre-
nis estaba colocado sobre su caballete en la sentaron con toda clase de lupas y de cuenta-
esquina de la derecha; las únicas obras restan- hílos, inaugurando una moda que, durante va-
tes que se hallaban expuestas en la sala proce- rios meses, enriqueció a todos los ópticos de
dían igualmente de la colección de Raffke, Y la ciudad.
distribuían por las paredes ocupando los mis- El juego favorito de estos observadores ma-
mos sitios que en el cuadro de Kürz. níacos, que acudían varias veces al día para
Nadie pareció hartarse jamás de examinar sistemáticamente cada centímetro
los originales y las reducciones cada vez cuadrado del cuadro, y que desplegaban teso-
pequeñas de Heinrich Kürz. La gente en segUI- ros de ingenio (o de audaz acrobacia) para
da empezó a divertirse calculando que el for- poder ver mejor las partes superiores de la tela,
mato de la tela era algo menos de tres metros era descubrir las diferencias entre las sucesivas

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de cada una de las obras representa- sentaba a unos Esquimales bajando por el río
por lo menos respecto a sus tres primeras Hamilton, de Schonbraun, era sucesivamente
repeticiones, ya que la mayoría de los detalles sustituido por Los pescadores de perlas, de Die-
evidentemente dejaban de ser claramente dis- trich Hermannstahl, y luego por el Retrato de
cernibles después. Se habría podido pensar que la novia, de R. Mutt; un pastor recogiendo sus
el pintor se había esforzado en ejecutar copias ovejas (La lección de pintura, escuela holande-
cada vez lo más fieles posible, y que las únicas sa) habría contado una decena en la primera
modificaciones perceptibles le habían sido im- copia, una veintena en la segunda y ninguna en
puestas por los propios límites de su técnica la tercera; un intérprete de laúd se convertía
pictórica. Pero la gente no tardó en darse cuen- en flautista (Escena de cabaret, escuela flamen-
ta de que, por el contrario, se había empeñado ca); tres hombres por un sendero pasaban de
en no recopiar nunca estrictamente sus mode- una robustez rozando la obesidad a una esbel-
los, y que parecía haber tenido un placer malig- tez casi inquietante, etc.
no en introducir cada vez una variación minús- Estas modificaciones imponderables e im-
cula: de una copia a otra, personajes y detalles previsibles que solían la mayoría de las veces
desaparecían o cambiaban de sitio, o eran sus- afectar a detalles ínfimos -la pluma un poco
tituidos por otros: la tetera del cuadro de Gar- deteriorada de un sombrero, dos hileras de
ten se convertía en una cafetera de esmalte perlas en lugar de tres, el color de una cinta, la
azul; un campeón de boxeo, que aún se mante- forma de una escudilla, el puño de una espada,
nía erguido en la primera copia, recibía un el diseño de una araña- excitaban al más alto
terrible uppercut en la segunda, y yacía sobre grado la curiosidad de los visitantes que inten-
la lona en la tercera; unas máscaras de carna- taban, en vano, tanto hacer una enumeración
val (Una fiesta en el palacio Quarli, de Longhi) precisa como comprender su justificación ori-
llenaban una piazzetta al principio desierta; ginal. Pese a las estrictas reglas impuestas por
una mujer cubierta con un velo, un borrico y los organizadores para tratar de regularizar un
un dromedario desaparecían uno tras otro de poco la duración de las visitas, grupos cada vez
un paisaje de Marruecos; un cuadro que repre- más compactós, provistos de pases y permisos

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de todas clases, forzaban la vigilancia de los
guardas, y se quedaban con la nariz pegada al dad con el «coleccionista y el artista escarneci-
cuadro durante horas enteras, tomando dos», y la ceremonia de la entrega de premios
febrilmente y rehaciendo diez veces los mis- hubo de anularse), apareció un extenso estudio
mos cálculos imprecisos. Cuanto más se acer- sobre el cuadro de Kürz en una revista de
caba el fin de la exposición más costaba hacer estética un tanto confidencial, el Bulletin of the
que se movieran siquiera un centímetro, Y no Ohio School of Arts. El autor, un tal Lester K.
tardaron en estallar altercados y riñas. Tanto es Nowak, titulaba su artículo «Art and Reflec-
así que la noche del 24 de octubre, cuando tion». «Toda obra es el espejo de otra», adelan-
menos de una semana para el lo taba en su preámbulo: un número considerable
inevitable acabó produciéndose: un VISitante de cuadros, si no todos, sólo adquieren su ver-
exasperado, que había esperado todo día sin dadero significado en función de obras anterio-
poder entrar en la sala, hizo res que se encuentran en él, sea simplemente
irrupción y arrojó contra el cuadro el contemdo reproducidas integral o parcialmente, o, de una
de una botella grande de tinta china, logrando manera mucho más alusiva, encriptadas. Desde
emprender la huida antes de que lo lincharan. esta perspectiva, convenía conceder una aten-
Al día siguiente, por la mañana, un letrero ción particular a este tipo de pjnturas que co-
clavado en el lugar del cuadro explicaba que, a múnmente se llamaban «gabinetes de aficiona-
petición expresa del señor Hermann do» (Kuntskammer) y cuya tradición, nacida en
El gabinete de un aficionado y ciernas Amberes a finales del siglo XVI, se perpetúa sin
telas de su colección habían sido retiradas de decaer a través de las principales escuelas eu-
la exposición. . . ropeas hasta mediados del siglo XIX. Juntamen-
Unas semanas después de este mc1dente que te a la noción misma de museo y, por supuesto,
la prensa, unánime, calificó de grotesco, p:r? de cuadro como valor mercantil, el principio
que ensombreció considerablemente, los ultl- inicial de los «gabinetes de aficionado» fundaba
mos días de la exposición (la mayona d_e lo_s el acto de pintar en una «dinámica reflexiva»,
artistas retiraron sus telas en señal de sohdan- que sacaba sus fuerzas de la pintura ajena.
En apoyo de su teoría, enunciada más bien
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pesadamente en las seis páginas de su nes en dirección a la galería del mecenas de la
ción, el autor describía algunos de los «gabme- que reprodujo unos cuarenta cuadros ,entre
tes de aficionado» más célebres: El Cristo en ·los cuales s.e encuentran una Mujer asetmdose,
casa de Marta y María, de Abel Grimmer, don- de Juan Eyck, hoy desaparecido; la serie de
de se ve una Torre de Babel de Pedro Bruegel el las Gale'!as archiducales de Leopoldo-Guillermo,
Viejo, las series llamadas «de los cinco senti- por DaVId Teniers el Joven, cuya mayoría de
dos», de Juan Bruegel de Velours, donde se se hallan hoy en Viena; las Galerías de
encuentran Rubens, Van Noorts, Snyders, Seg- pmtura
. de Gian Paolo Pannini , La mszg- · ·
hers y Bruegels de Velours; los innumerables ma de Gersaint, donde Watteau, consciente de
gabinetes de la dinastía de los Francken, este cuadro sería su «testamento artístico»,
se hallan representadas todas las especialida- qmso reproducir las obras que más admiraba·
des de los pintores de Amberes, los interiores El coleccionista Jan Gildemeester en su galeríd
de iglesia de Peter Neefs, los paisajes alpestres de cuadros, de Adrien de Lelie, etc.
de Josse de Momper, los incendios de Mos- Lester Nowak emprendía después un análisis
taert las marinas de Adam Willaerts, los ramos detallado del cuadro de Heinrich Kürz, mos-
de de Velours, las escenas de cabaret trando cómo el joven pintor, para responder al
de Brouwer, las naturalezas muertas de encargo particular de Hermann Raffke, había
Snyders, los trofeos de caza de Jan Fyt, etc.; El elaborado una obra que era en sí misma una
gabinete de aficionado de van der «Verdadera historia de la pintura», <<de Pisane-
Geest durante la visita de los archtduques Alber- a Turner, de Cranach a Corot, y de Rubens a
to e Isabel, de Guillermo van Haecht, donde Cezanne»; cómo había opuesto a esta continui-
entre los personajes se encuentran el rey de de tradición europea su propio itinera-
Polonia Ladislas Sigismond, el burgomaestre rio haciendo figurar sobre la tela diversas
Nicolas Rockox, Rubens, Van Dyck, Pedro Ste- de la escuela americana (y germano-
vens, J ean Wildens, Fran9ois Snyders, Y pro- amencana) de la que procedía directamente· y
pio Guillermo van Haecht, un hombre JOven, cóm?, al fin y sobre todo, había puesto de
de rostro melancólico, subiendo unos escalo- mamfiesto doblemente la importancia estética

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cuadro  fuera  del  
cuadro  o  el  fuera  
de  cuadro  en  el  
cuadro.  La  
materia  pictórica  
encarnada  en  las  
palabras.  o  lo  que  
frenhofer  a  puesto  de  manifiesto  la  doble  importancia  esté<ca  de  este  proceso  reflexivo   no  es  aprendido  
de  las  palabras  en  
su  visibilidad  más  
de este proceso reflexivo sobre su situación de cromá<ca.  Un   la fascinación casi morbosa de la que esta obra
trabajo  de  
pintor, por una parte, representando en el cen- espejos.  Pero   había sido objeto. Pues, según concluía Lester
tro de la tela el propio cuadro que se le había también  de   Nowak, no había que engañarse: esta obra era
encargado (como si Hermann Raffke, mirando filtros,    de  
tonalidades  y  
una imagen de la muerte del arte, una reflexión
su colección, viera el cuadro que le representa- temperaturas,  de   especular sobre este mundo condenado a la
ba mirando su colección, o más bien como si relieves  y   repetición infinita de sus propios modelos. y
tesituras.  De  
él, Heinrich Kürz, pintando un cuadro que re- coloratura.  las   estas variaciones minúsculas de copia a copia,
presentaba una colección de cuadros, viera el palabras   que había exacerbado tanto a los visitantes, tal
cuadro que estaba pintando, a la vez fin y prin- encarnadas  en  la  
materialidad  de  la   vez eran la expresión última de la melancolía del
cipio, cuadro en el cuadro y cuadro del cua- pintura,  en  su   artista: como si, al pintar la propia historia
dro), «trabajo de espejo al infinito donde, como capacidad  
transfiguradora..  
de sus obras a través de la historia de las obras de
en las Meninas o en el Autorretrato de Rigaud Un  entre  palabras   los demás, hubiera podido, por un instante,
conservado en el museo de Perpignan, el mira- y  pintura,  lo   parecer que perturbaba el «orden establecido»
pictórico  de  las  
do y el que mira no cesan de enfrentarse y palabras  y  el   del arte, y reencontrar la invención más allá de el  chorro  
confundirse»; y, por otra parte, incorporan- relato  de  la   la el chorro más allá de la cita, y más  allá  
pintura.  el  afuera  
do en el interior de estos reflejos en el se-
del  cuadro  visto  
la libertad más allá de la memoria. Y tal vez no de  la  cita
gundo, en el tercero y en los enésimos grados, desde  dentro.  es   había nada más punzante ni más risible en esta
dos de sus propios cuadros, uno, obra de juven- la  mano  de  
obra que el retrato de ese hombre monstruosa-
velazquez  en  la  
tud, que Raffke le había comprado hacía unos meninas  tomando   mente tatuado, ese cuerpo pintado que parecía
años, el otro, un trabajo en proyecto desde un  lapiz  y  un   montar guardia ante cada repetición minucio-
pincel. nada  mas  
hacía mucho tiempo pero aún en estado de sa del cuadro: hombre convertido en pintura punzante  y  
esbozo, y cuya «reproducción ficticia» era «en bajo la mirada del coleccionista, símbolo nos- nada  mas  
pequeño» como la anticipación de su futuro tálgico e irrisorio, irónico y desengañado de risible
«resultado». este «creador» desposeído del derecho de pin-
Mucho más que la sola habilidad técnica del tar, dedicado en lo sucesivo a mirar y a ofrecer
pintor, era esta puesta en perspectiva, no sólo como espectáculo la mera proeza de una su-
espacial, sino temporal, la que había suscitado perficie integralmente pintada.

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El jueves 2 de abril de 1914, por la mañana, torrillas embutidas en polainas de tela gris, y
Hermann Raffke fue hallado muerto. Sus exe- con un gorro colonial. Luego se precintó la
quias tuvieron lugar ocho días más tarde según cueva.
un protocolo que él había descrito con mucha
precisión en su testamento, y que prolonga de
una manera un poco macabra ciertos análisis La primera Subasta Raffke tuvo lugar unos
de Lester Nowak. Su cuerpo, embalsamado por meses después de la muerte del coleccionista en
el mejor taxidermista de la época, a quien se la galería Sudelwerk de Pittsburgh. Los aficio-
hizo acudir adrede de México, fue cubierto con nados acudieron en multitud, impacientes por
la bata gris ribeteada de rojo que llevaba en el ver en la realidad unas obras que, salvo algunas
cuadro de Kürz, e instalado en el mismo sillón telas germano-americanas igualmente
en el que había posado. Sillón y cadáver fueron tes en la exposición, sólo conocían por las co-
bajados a una cueva que reproducía fielmente, pias minuciosas del Gabinete de un aficionado
aunque en una escala sensiblemente reducida, de Heinrich Kürz. Pero su decepción fue inme-
la sala en la que Raffke había colgado sus telas diata: ninguna de las telas reproducidas en el
preferidas. El gran cuadro de Heinrich Kürz cuadro de Kürz figuraba en el catálogo de ven-
ocupaba toda la pared del fondo. El muerto fue ta. La mayoría de las obras presentadas perte-
colocado en frente del cuadro en una posición necían a la escuela americana, y aunque todas
muy semejante a la que ocupaba. A la derecha fueran de buena calidad en relación con lo que
del cuadro, en el lugar correspondiente al se encontraba habitualmente en el mercado
retrato de Bronco McGinnis, se colocó sobre sólo suscitaron a medias el entusiasmo de
un caballete un retrato de pie que representa- compradores, manifiestamente demasiado
ba al propio Hermann Raffke, un retrato eje- acostumbrados a este tipo de pinturas y decidi-
cutado unos cuarenta años antes, cuando el damente frustrados por no poder disputarse
cervecero vivía en Egipto, y que le mostraba con aspereza tal o cual obra maestra de un
sobre un oasis de fondo, luciendo un traje de pintor antiguo. De los doscientos dieciséis nú-
franela impecablemente blanco, con las pan- meros inscritos en el catálogo, sólo ocho sobre-

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pasaron los mil dólares. Y cinco de ellos eran
trajo de las islas Salomon unos cincuenta
cuadros americanos: dibujos y acuarelas que utilizó después para
componer uno de los doce grandes cuadros
N.o 35: Suboficiales durante la guerra de Sece- que regaló a la Fundación Flora Vierkoffer,
sión, de Daisy Burroughs; el precio relativa- la cual había financiado generosamente la
mente elevado (1 250 $)pagado por esta tela, expedición; en el incendio que asoló la Fun-
de un naturalismo bastante insípido, se expli- dación en 1896, once de estos cuadros fue-
ca sin duda por el pequeño número de obras ron enteramente destruidos; el duodécimo,
dejado por esta pintora, una de las raras mu- gravemente dañado, pasó a la colección Her-
jeres a las que se les ha ocurrido dedicarse a mann Raffke en condiciones que jamás se
pintar hechos históricos. Nacida en 1840, explicitaron con precisión; estas circunstan-
alumna de Henry Stringbean de 1856 a 1861, cias permiten sin duda comprender por qué
se encontraba en 1865 en Richmond, enton- esta obra de hechura torpe y dispuesta simé-
ces asediada por las tropas del general Gran t. tricamente encontró dueño por el precio to-
¡l Murió al caerle encima una chimenea, a cau- talmente injustificado de 7 200 $.
sa de un huracán, la noche del 19 al 20 de
marzo. N.o 73: Charles M. Murphy tratando de superar
N.o 62: Pozo de petróleo cerca de Forel's Fields, el récord de la milla el 30 de junio de 1899,
de Russell Johnson; un cuadro completa- de Bernie Bickford. Nacido en Buffalo, don-
mente convencional, pero cuyo tema atraía de su padre ejercía la profesión de grabador,
siempre a una numerosa clientela. Fue com- Bernie Bickford destacó por su extrema pre-
prado por 1 175 $,por cuenta de un vicepre- cocidad; sólo tenía dieciséis años cuando
sidente de la Amoco Motor Oil Company. pintó este cuadro. Durante la época de la
venta, se hallaba en Europa, y trabajaba en el
N.o 72: Indígenas en las Islas Saloman, de Tho-
estudio de Bonnat. Unos años más tarde, en
mas Corbett. Enviado a la misión etnográfica
el paquebote que le transportaba de regreso
de los hermanos Squirrel, Thomas Corbett
a los Estados Unidos, conoció a un bandido
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11
,,
notorio, Angelo Merisi, que lo tomó bajo su un objeto curioso que una obra de arte. Se
protección, y no tardó en convertirse en el trataba de un paisaje giratorio, que sin duda
retratista titular del hampa neoyorquina. Dos había sido pintado para servir de tela de fondo
de sus retratos rarísimos se pueden ver hoy en un teatro de marionetas. Era como un basti-
en la Police Academy Museum de Brooklyn: d?r de rectangular, de unos sesenta y
el de Bunny Salvatori y el de uno de los cmco centlmetros por cuarenta, provisto a
tenientes de Al Capone, Silvano Fiorentini. cada lado de tambores sobre los que se enros-
N.o 76: La Squaw, de Walter Greentale. De las caba la tela pintada.
veinticinco obras aproximadamente que tra- En primer lugar, uno se hallaba a la orilla de
taban de temas indios en la colección de un canal bordeado de álamos, pasaba junto a
Hermann Raffke, ésta era la única que tenía una unas gabarras cargadas de grava y
un verdadero valor artístico. Puesta a la ven- unas hileras de pescadores, adentrándose lue-
ta en 300 dólares, alcanzó con gran rapidez go en un bosque de árboles sombríos, entre los
los 1 200 dólares, confirmando la cota fuer- cuales se divisaba una cabaña hecha de troncos
temente alcista del pintor. El cuadro repre- de madera y desembocando a continuación en
sentaba a una joven viuda india sentada al un camino que, poco a poco, se transformaba
pie del poste donde se hallaban colgados en una calle de ciudad grande, con edificios de
todos los trofeos de guerra de su esposo, y no varios pisos y tiendas de porcelana y mayólica;
dejaba de presentar varias semejanzas con la despues, las casas se espaciaban, el cielo se
,célebre tela de Joseph Wright of Derby sobre y la calle se convertía en un pequeño
el mismo tema. cammo de un país cálido, no lejos de un oasis
donde un árabe con un gran sombrero de paja
iba montado sqbre su asno, y de un fortín don-
Las otras tres obras eran las únicas que pro- de un destacamento de espahís presentaba las
cedían de Europa y fueron objeto de pujas mu- armas; luego, estaba el mar, y al término de
cho más animadas. una travesía, se llegaba a un gran puerto,
La primera -la n.o 8 del catálogo- era más Y se segma por unos muelles cubiertos de bru-

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ma antes de ir a parar a un pequeño café triste pos Elíseos, con nurses inglesas y arnas alsacia-
y frío. nas, damas en calesa, un pequeñO teatro de
Una estrecha franja blanca interrumpía en- marionetas y un picadero cuyo toldo era naran-
tonces la continuidad del dibujo, sin duda para ja y azul, con caballos de crines estilizadas Y
señalar un cambio de acto. La nueva serie de dos barquillas decoradas con un gran sol na-
decorados empezaba por un taller de ebanista ranja.
con la pared llena de sierras y limas, luego se La reseña del catálogo precisaba que este
pasaba al camarote lujosamente amueblado de panorama miniatura había sido encontrado en
un magnífico barco de recreo, y al puente, Francia, en la tienda de un chamarillero del
desde donde se descubría un panorama mara- barrio de Belleville de París, por el propio Her-
villoso: una noche de verano muy luminosa, mann Raffke. Al coleccionista le había seduci-
con un cielo resplandeciente de estrellas y una do sobre todo el carácter un poco enigmático
ciudad brillantemente iluminada que cente- de los decorados representados, y hab_ía man-
lleaba en el horizonte; luego, la ciudad se es- dado hacer largas investigaciones para mtentar
fumaba en la lejanía, la noche clareaba, y uno saber a qué melodrama se referían. La hipóte-
¡l se volvía a hallar en un páramo árido que sis más verosímil había sido que se trataba de
1 una serie de decorados para una de esas «cha-
en seguida cedía el sitio a un cementerio de-
solado. radas animadas» que hacían furor en los salo-
Había de nuevo una interrupción en el paisa- nes parisinos por los años 1880. Pero nadie
je, y después venía la segunda serie de decora- pudo informarle más detalladamente.
dos: una habitación casi sin muebles, luego un La fijación del precio exigido por los herede-
salón con una mesa redonda y un aparador ros Raffke -2 500 dólares- sobresaltó a la sala:
esculpido, la terraza de un café en un país pese a la calidad del dibujo y a la sutileza de los
musulmán y los sirvientes vestidos con fez y colores, el trabajo no estaba firmado, pertene-
chalecos cortos, rojos y con bordados dorados, cía al mundo de los juguetes, o en rigor, de las
el interior de un café parisino, y por último un chucherías, antes que al mundo del arte, Y ca-
gran jardín público en la parte baja de los Cam- recía prácticamente de valor comercial. Pero,

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i
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'1
ji
sin duda el encanto extraño y casi inquietante
que la obra desprendía y que atraído El prestigio de la firma y la curiosidad del
Hermann Raffke de entrada, acabo transmi- tema valían sin duda más que la propia pintura,
tiéndose a los compradores, pues tras haber más bien torpe en cuanto al dibujo, de efectos
bajado hasta los 400 $,las pujas marcaron una inciertos, de colores apagados, y en un estado
subida vertiginosa que no se detuvo hasta lle- de conservación lamentable. De hecho, hacía
gar a los 6 000 $. pensar más en el rótulo de un mesón que en
El segundo cuadro europeo era una obra de una obra de arte, pero esto no le impidió sobre-
Hogarth titulada The Upside-down Manar pasar alegremente el tope de los 10 000 $.
mansión al revés) (n.o 83 del catálogo). El pm- El tercer cuadro (n.o 93) sólo tenía de euro-
tor retomaba un tema que había abordado va- peo el autor. Era un Paisaje del Tennessee pin-
rias veces en una serie de grabados llamados tado por el francés Auguste Hervieu durante el
«didácticos», donde pretendía demostrar cómo período que este joven pintor pasó en los Esta-
una perspectiva ligeramente falseada puede dos Unidos entre 1827 y 1831. Nacido en París
bastar para provocar ilusiones aberrantes: un pa- en 1794 pero educado en Inglaterra, donde
lafrenero dando de comer a un caballo situado había trabajado bajo la dirección de Sir Tho-
,l
muy lejos de él, por ejemplo, o un personaje en mas Lawrence, Auguste Hervieu acompañó a
el balcón de un primer piso estrechando la ma- Mrs Frances Trollope, madre del célebre nove-
'l lista, cuando ésta intentó ir a hacer fortuna a
no a otro personaje que se encuentra en la
1¡1
América. Hervieu fue durante un tiempo profe-
ta baja, etc. Aquí, era en la gran sala de casti-
1

sor de dibujo en una colonia utopista que una


llo de aspecto gótico donde se producian tales
fenómenos: un lacayo encendía un candelabro amiga de Mrs Trollope, Mrs Wright, había fun-
colocado casi al otro extremo de la habitación, dado en Nashoba, cerca de Memphis, y de esa
otro servía la bebida a un hidalgo sentado muy época databa la tela de la colección Raffk:e. Un
1
poco más tarde se instaló en Cincinnati antes
por encima de él, y una mujer en lo alto de
1
de ir a Francia, donde todo induce a creer que
una escalera tendía la mano para que se la besara
abandonó la pintura. En la época de la primera
un hombre que estaba al pie de los escalones.
Subasta Raffke, el conjunto de la producción
1¡ 40
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-

conocida de Auguste Hervieu se limitaba a una Fleish, profesor de historia del arte en el Car-
treintena de litografías (que había servido para son College de Nueva York, y Gregory Feuera-
ilustrar el panfleto de Frances Trollope Domes- bends, comisario-experto de Parke and Bennett
tic manners of the Americans), once acuarelas, Y consejero para las compras del Museo de
tres cuadernos de bocetos y cuatro telas. Media Bellas Artes de Filadelfia.
docena de coleccionistas fanáticos se las dispu- De hecho, pasaron varios años; estalló la Pri-
taban con ferocidad y este paisaje amable aun- mera Guerra Mundial, y tal vez los herederos
que un poco amanerado que, según los exper- Raffke juzgaron oportuno que no se hablara
tos, no merecía más de 500 o 600 $,alcanzó el demasiado de ellos, dado que la opinión ameri-
precio récord de 7 500 $ al final de una pelea cana tenía más bien tendencia a manifestar
encarnizada entre Stephen Siriel, el agente de sentimientos antialemanes, particularmente en
la vedette de cine Anastasia Swanson, entonces donde las minorías de origen ger-
en la cumbre de su gloria, y el industrial C.B. mamco eran fuertes y estaban organizadas.
MacFarlane, presidente director-general de la Tras la explosión del depósito de municiones
Compañía Ferroviaria del Altiplano. de Tom Island, en 1916, que se atribuyó
a espias alemanes, hubo manifestaciones calle-
jeras. en Cleveland, en Milwaukee, en Chicago y
Es difícil saber cuáles eran precisamente las en Plttsburgh, y en esta última ciudad se rom-
',¡ intenciones de los herederos Raffke en lo con- pieron algunos cristales de las Cervecerías
cerniente a esta primera subasta. Un bristol Raffk:e; Y cuando los Estados Unidos entraron
que hicieron distribuir la noche del último día en la guerra, mil ochocientos súbditos alema-
anunciaba una segunda subasta consagrada en nes sospechosos de actividades pangermanistas
su mayor parte a obras antiguas de origen euro- fueron apresados en Ellis Island; entre ellos se
peo, en cuanto se hubieran resuelto los múlti- encontraba el redactor jefe adjunto del V ater-
ples y complejos problemas planteados por la de Pittsburgh. Todo lo que, de cerca o de
elaboración del catálogo, cuya primera redac- I:Jos, hubiera podido recordar las grandes festi-
ción se había encargado a los señores William vidades germanófilas de 1913 entonces no ha-

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1 i
bria hecho más que suscitar la hostilidad de los. años de aprendiz con un tonelero de Hambur-
pueblos, inclusive de los poderes públicos. go cuyo taller daba al puerto, se pasaba horas
La segunda Subasta Raffke no tuvo lugar has- soñando ante los grandes veleros procedentes
ta 1924. Entretanto, los herederos Raffke, que de las cinco partes del mundo, cargados de
habían tenido la inteligencia de prever la en- maderas preciosas, de telas y de artículos extra-
mienda Volstead, habían transferido su cerve- ños. A los dieciséis años se embarcó como car-
cería a Canadá. Entretanto también habían apa- pintero en un ballenero danés, el Filocteto, que
recido dos obras que aportaban sobre la colec- naufragó en el mar de Islandia, y, recogido por
ción del cervecero un número considerable de pescadores de Terranova, acabó llegando a
informaciones nuevas, algunas de las cuales Portland, en el estado del Maine, donde fue
constituían además, en lo que respecta al mun- contratado para ir a trabajar a los Grandes La-
do de la pintura y del mercado de la pintura, gos. A partir de entonces su vida fue la de un clá-
auténticas revoluciones. sico self-made man: primero, sirviente en un
barco de paletas del lago de Michigan por un dó-
lar y medio a la semana, luego gerente de un
El primer libro, que fue publicado en 1921 bar en las cascadas del Niágara, después conce-
por la editorial Moffat and Yard de Nueva sionario de ventas ambulantes en el canódro-
York, era una autobiografía de Hermann Raff- mo de Kalamazoo, y más tarde distribuidor
ke escrita por dos de sus hijos a partir de notas exclusivo de cervezas, gaseosas y licores de las
y cuadernos personales encontrados después diecisiete cantinas más grandes de Chicago,
de su muerte. En un estilo a menudo pomposo antes de fundar, con tres socios que no tardaría
y ampuloso, el cervecero empezaba por evocar en eliminar, una cervecería que llegaría a ser
los escasos recuerdos que había conservado de la más importante de la ciudad y muy pronto
su ciudad natal, Travenmunde, una pequeña del estado.
aldea cerca de Lubeck, donde su padre ejercía A los cuarenta y cinco años, en 1875, había
la profesión de tratante de caballos. A conti- casi diez millones de dólares, y sus dos
nuación, contaba cómo, colocado a los doce hiJOS mayores ya eran lo suficientemente adul-

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tos para poder reemplazarle en lo sucesivo; Pero cada vez que miraba el cuadro se ponía
poco a poco les fue dejando la dirección de sus contento y se decía que el día que fuera rico
negocios, y decidió dedicarse enteramente a su tendría muchos más.
colección de cuadros. Compró cuatro al cabo de tres años, con
Empezó a gustarle la pintura cuando trabaja- motivo de su boda y de su traslado a Kalama-
ba en las cascadas del Niágara. Había arreglado zoo. Los dos primeros, que representaban res-
una habitación en el granero de su bar y la pectivamente Dos gatitos dormidos y Grupo de
alquilaba por un cuarto de dólar la noche a mujeres cuáqueras en el puerto de Nantucket,
artistas que iban a pintar las cataratas. Uno de habían sido escogidos por su mujer en una
ellos, que se había quedado casi un mes, le dejó venta de caridad. El tercero se llamaba La caza
a modo de pago un cuadro titulado Los bebedo- del tigre y mostraba a un elefante llevando un
res de whisky; representaba un bar lleno de palanquín, que se las tenía con una fiera enor-
humo en un pequeño puerto pesquero; por la me que había agarrado con la trompa. En la
ventana enmarcada con baldosas amarillentas lucha, el palanquín se había derribado a me-
y sucias, se veía un paisaje cubierto de bruma, dias tirando a un cornaca esquelético que tan
unas barcas y una hilera de marinos con imper- sólo llevaba un trapo pasado por entre los mus-
meables que arrastraban sus redes sobre la pla- los, a un europeo glabro con espesas patillas
ya: en la sala, había tres hombres rudos senta- pelirrojas armado con una larga carabina y a
dos alrededor de una mesa de madera basta, un maharajah con unos ropajes ricamente bor-
delante de tres cubiletes de cristal opaco y una dados y llenos de piedras preciosas incrusta-
botella oscura de panza abultada. das; a cada lado del elefante, unos indígenas,
Raffke había colgado el cuadro detrás de su aparentemente atemorizados, se habían echa-
mostrador. Reconocía de buena gana que no do al suelo.
estaba muy bien dibujado, que los personajes El cuarto cuadro se llamaba Los camareros.
no parecían hallarse verdaderamente sentados Representaba a tres sirvientes de uniforme, ali-
en sus taburetes, que sus brazos eran demasia- neados ante un mostrador con los remates de
do cortos y que al conjunto le faltaba color. cobre relucientes, que sostenían sendas bande-
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1,
'1
jas de plata con un bogavante, un flan de una
con el informe sucinto aunque detallado de las
traslucidez casi perfecta, y un pomposo pastel
once temporadas que Hermann Raffke había
de pisos decorado con plumas de pavo. Encima
pasado en entre 1875 y 1909. Ninguna
del mostrador, detrás de las hileras de botellas,
preocupaciOn por la escritura había regido la
había unos espejos altos, en los que se refleja-
redacción de estas notas, cuya lectura no tarda
ba la sala del restaurante con sus dorados,
en farragosa cuando enumera página
sus estucos, sus molduras, sus grandes arañas, sus
tras pagma las ocupaciones diarias del cervece-
aparadores de diseño tortuoso y su brillante
ro: visitas a talleres y galerías, consultas de
clientela de fracs, de vestidos con meriñaque Y
expertos, contactos con agentes comerciales
uniformes abigarrados de condecoraciones.
a!muerzos con los artistas y los marchantes'
Era el que prefería, porque le recordaba uno
citas con coleccionistas, restauradores,
de sus primeros trabajos, y combinaba a la
cantes de expedicionarios, banqueros,
perfección con Los bebedores de whisky, junto
dos hiJOS habían creído oportuno pu-
al que lo colgó en el minúsculo comedor del
bhcar mtegramente estas páginas de agendas y
dos piezas al que acababan de mudarse él y su
cuadernos de viajes, incluidos los horarios de
mujer.
los las cuentas cotidianas y menciones
Durante los años que siguieron, Hermann
por ejemplo, a la compra de
Raffk.e no dispuso prácticamente de un solo
hoJas de afeitar o a la confección de doce cami-
momento libre para aumentar su colección. En
sas de batista en Doucet, y se habían limitado a
1875 tenía en total veintitrés cuadros. Pero en
¡' añadirles algún que otro comentario explicati-
lo sucesivo tendría el tiempo y el dinero nece-
vo ya sea de cartas en las que su
sarios para saciar esta pasión que tanto había
padre les mformaba de sus desplazamientos de
contenido.
sus adquisiciones y, siempre brevemente ' de
impresio.nes, o de conversaciones que' ha-
Las últimas sesenta páginas del libro conte-
blan mantemdo con él a sus regresos. Diversos
nían las revelaciones más interesantes desde el
documentos se habían entregado a modo de
punto de vista de la colección. Se presentaban
anexo, por ejemplo catálogos de subastas pú-
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blicas donde el coleccionista había señalado dos los demás fueron adquiridos por media-
los números que le interesaban. ción de sus consejeros. «Los críticos más emi-
íiermann Raffke sabía perfectamente que no los expertos más escrupulosos y los
entendía gran cosa de pintura, ni antigua ni histonadores de arte más circunspectos serán
moderna. Sus gustos personales le habrían im- los y garantes de mi colección y
pulsado de buena gana a comprar sólo grandes gracias a ellos será una de las más bellas de
pinturas de tema histórico o escenas de género todos los Estados Unidos de América», escribió
con anécdotas reconfortantes, pero desconfia- a su mujer en 1875 cuando atravesaba el Atlán-
ba de sus gustos personales, al menos tratándo- tico de regreso en el S.S. Kaiser Wilhelmder
se de constituir una colección que hiciera pali- Grosse. Y mucho que siguió ciegamente
decer de rabia a los Tompkins y a los Dillman, sus consejos. Así, en la subasta Vianello del 17
y decidió hacerse aconsejar. De unos doscien- de septiembre de 1895, en el Palazzo Sarezin
tos cincuenta cuadros que trajo de Europa, pujó hasta doscientos mil francos 1 por un
sólo una veintena -los que llama sus «Lie- luan del Groziaflo antes de dejárselo a
blingssünde», es decir, sus pequeños capri- su competidora («una francesa gordinflona
chos- fueron comprados directamente por él y acompañada de un joven gomoso», anotó aÍ
corresponden a sus preferencias secretas. 1 To-
l. Por siete de ellos llegó a sentir tal apego que le pidió a Kürz amigo de Puvis de Chavannes mostraba al Caballero de la
que los hiciera figurar en su Gabinete de un aficionado: El Carreta penetrando de noche en el castillo del gigante Melea-
asesinato de Concini, de Julien Blévy, una cctmposición gran- gante s: halla prisionera Ginebra; El Príncipe enmasca-
diosa estropeada por el abuso de betún; El Campo del Paño de rado, del tlroles Horvendill Lautenmacher, alumno mediocre
Oro, de Guillaume Rorret, que se autocalificaba de «postrafae- - de Charles Haeberlin en la Academia de Stuttgart; y El primer
lita»; La muerte de la sirvienta, de Henry Silverspoon, conoci- ascenso al monte del suizo Gustave Feuerstahl, que
do sobre todo por su decoración del fumadero del Crystal trataba con un realismo melodramático la terrible caída de
Palace; Los labrados en Noruega, del danés Dolknif Schlampe- Hado'":, Lord Douglas y Michel Croz, y la milagrosa
rer (era el hijo de un marino que había perecido en el naufra- supervivencia de Edouard Whymper y de los dos hermanos
gio del Filocteto y en recuerdo de su padre Raffke le otorgó Taugwalder.
una renta de por vida); Lanzarote, de Camille Velin-Ravel, una l. entonces formaba parte de la Unión Latina y el fran-
gran composición fría en la que este alumno de Couture y co tema curso legal allí.

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margen en su catálogo) simplemen1te porque el de hacerse banquero, viajó con Raffke a Bavie-
experto que le acompañaba, el pro>fesor Alden- ra; o de Lawrence Inglesby, primer secretario
hoven, conservador jefe del musseo Wallraf- de la Embajada de los Estados Unidos en Ber-
Richartz de Colonia, le había dicho? que ningún na; o Theodor Fontane, que todavía no era el
coleccionista americano poseía O)bra de este clamoroso novelista que llegaría a ser en los
pintor. Y no lo hubiera soltado a nc 0 ser porque años ochenta; o el de Joshua Ewet, a quien
Aldenhoven acabó suplicándoselo .. Raffk:e conoció en Venecia cuando, como jo-
Unos treinta consejeros guiaronn así a Her- ven arquitecto, trabajaba en la restauración de
mann Raffke en sus elecciones. Lo0 s más céle- Santa Maria degli Zvevi, y que cuenta en sus
bres de entre ellos son sin duda CGottlieb He- memorias que con motivo del crucero que hizo
ringsdorf, que por entonces prepartraba su mo- con el cervecero por todo el Mediterráneo con-
numental Historia del Arte en ltltalia y que cibió su proyecto de cadena hotelera, con el
acompañó en tr:es ocasiones al cerv:vecero a Tu- que al cabo de unos años se haría rico.
rín y a Milán, Emilio Zannoni, constservador del La mayoría de estos consejeros eran alema-
museo de Florencia, el comerciartnte berlinés nes o americanos, tal vez por xenofobia o cho-
Busching y el crítico americal'\no Thomas vinismo, pero más probablemente por cuestio-
Greenback, cuya monografía sobre e los Carrac- nes de lengua; de hecho, entre ellos se encuen-
ci ponía por primera vez en eviden1ncia el papel tran algunos ingleses (como John Sparkes, que
decisivo desempeñado por Ludov>Vico. Otros, redactó el excelente catálogo de la colección
como Maxfield Parrisch, Frantz In!ngehalt o Al- de pinturas del colegio de Dulwich), tres suizos
bert Arnkle, eran entonces jóvenes ¡:, profesores y (Reinhardt Burckhardt, conservador del mu-
hasta muchos años más tarde no dcdemostraron seo de Basilea, que no debe confundirse con
su competencia; y los había tambié,ién que sólo Jakob, su primo lejano, el historiador de arte
eran lo que se da en llamar aficionéln.ados ilustra- amigo de Nietzsche, el pintor de Berna Lengac-
dos, y si un día conocieron la celeb:!bridad, nun- ker, y el marchante de Zurich Anton Pfann),
ca se lo debieron a la crítica de arttrte: éste es el pero sólo dos italianos (Zannoni y el director
caso de Alfred Blumenstich, que, mmucho antes de la revista Befana, Franco Veglioni), un ho-

52 53
landés (Ernst Moes, director de la sección de en cuenta los precios bastante exorbitantes que
estampas en el Rijks Museum), y un francés se dan en París este año. Y en otra carta, envia-
(Henri Pontier, entonces encargado de curso da desde Munich en mayo de 1904, le comuni-
en la Universidad de Áix, pero que iba a con- ca a su sobrino Humbert, al que había confiado
vertirse, bajo el apodo de La Flanelle, en un la custodia de su colección en Pittsburgh, que
bufón de tropa muy conocido: de él proven- ha vuelto a poner a la venta tres cuadros de
dría, aunque esto sea hoy muy discutido, la Menzel (La estación de Saint- Wendel, Paso a
costumbre de acabar las canciones con «tarará nivel cerca de Kissingen, El estudio del pintor),
tarará»). comprados una semana antes siguiendo el con-
Hay una cosa de cualquier modo cierta, y es sejo de Blumenstich. pero éstos son los únicos
que Hermann Raffke, por lo general, se quedó ejemplos de algún desacuerdo. Lo más fre-
satisfecho con los consejos que se le dieron. cuente era que el cervecero comprara con tal
Sólo tuvo quejas en contadas excepciones. En confianza que sus consejeros más bien debían
una carta a su hijo mayor Michael, con fecha frenarle que animarle. Por ejemplo, justo antes
del 4 de septiembre de 1900, expedida en París, de la Gran Subasta Barrattini de 1888, en Roma,
cuando respondiendo a la invitación del comi- Zannoni le escribió una larga carta (reproduci-
sario general de la sección de los Estados Uni- da íntegramente en el libro) para prevenirle
dos, Jeremy Woodward, fue a visitar la Exposi- contra un entusiasmo excesivo y prematuro:
ción, considera haberse equivocado dejándose
vender por veinticinco mil francos los dos cua- «... He tenido ocasión de examinar más
dros modernos (La rue de l'Aveyron de Bon- de cerca estas obras de las que se ha
nard, y La cigarrera, de Renoir) que Busching proclamado por todas partes que serían
se había empeñado de todas todas en que com- las revelaciones de la presente subasta, y
prara; no porque sean feos, añade, pese a que puedo decirle que ello no ha contribuido
yo aprecio bastante poco esta pintura, sino por- a calmar las legítimas sospechas que ha-
que estoy seguro de que habría podido adqui- bía suscitado la sola lectura del catálogo.
rirlos por tres veces menos, incluso teniendo El Retrato del cardenal Barberini del

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Donnaiolo se halla e:n un estado de con- sionar por estas prestigiosas firmas que
servación muy medimcre, y por lo demás ocultan obras a mi parecer menores. En
este pintor no merece en absoluto las cambio, no sabría cómo recomendarle
alabanzas con las qme es de buen tono que se interese lo máximo posible por
colmarle desde hace unos veinte años; tres cuadros cuyo valor me parece indu-
los dos Bellagamba ttambién me han de- dable. Las firmas corresponden a nom-
cepcionado; sin duda, hay grandes cuali- bres relativamente poco conocidos pero
dades en su Adoraciión de los pastores, cuya reputación empieza a establecerse
aun que la ubicación de los personajes se sólidamente y, tranquilícese, su cotiza-
haya copiado lisa y llanamente del Peru- ción no cesará de subir.
gino y la disposición de las luces sea »El primero es el n.o 37: Los músicos
completamente insípdda; pero he encon- dormidos, de Arrigo Mattei, uno de los
trado su Conversión ,de San Pablo indig- mejores alumnos de Crespi, y su manera
na de la reputación que Cannochiali le de tratar el claroscuro no difiere nada de
ha dado; es una tela que se ha reparado la de su maestro. Desconfíe por el con-
tanto desde que se salvó del incendio de trario de sus Jugadores de dados (n.o 37
San Pablo Extramuros que sólo tiene de bis), del que todo me induce a creer que
Bellagamba el nombre. ¡Y ni eso! Pues se le ha atribuido abusivamente; es por
estoy íntimamente persuadido de que no lo demás un artificio clásico en las subas-
es de Cristofano sino de su hijo Domeni- tas públicas; bajo el pretexto de que las
co. Por cuanto al Hércules a los pies de dos telas tienen el mismo formato y el
Onfalo, que se nos quiere hacer pasar mismo marco, los herederos tratan de
por un Guía, es una obra de estudio por hacer creer que estaban emparejados y
la que no daría más de seiscientos fran- seguramente intentarán venderlos jun-
cos, pero ya verá como alcanzará más de tos; pero usted no tiene ningún motivo
treinta mil. Manténgase apartado de ta- para dejarse convencer.
les subastas públicas y no se deje impre- »El segundo cuadro que quería reco-

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mendarle lleva el n.o 52: El saqueo de más que es su umco retrato conocido.
Troya, de Otto Reder, un óleo sobre pa- Sin duda, tendrá como contrincante a
pel encolado. En su origen era un pro- Strudellhoff, quien, según me enteré
yecto de decorado para el prólogo de la ayer durante la velada ofrecida por la
Eneida de Racquet en la Opera de Lis- Schwanzleben, tenía la misión de hacer
boa. Sin duda, sabe que Reder apenas volver el cuadro a la Embajada. Pero
acababa de ser nombrado deco:r:ador ti- seguramente no pasará de los mil qui-
tular cuando murió en el gran terremoto nientos o de los dos mil dólares. Es una
de 1755. La obra ha sido restaurada, obra que tiene un lugar en su colección:
aunque con gran delicadeza, por su casará admirablemente con el Bassano
alumno Moraes-Salgado; sé que ya posee que le hice comprar hace cinco años y
varios incendios, en particular el Van den con la pequeña Princesa que le vendió el
Eeckhout, pero estoy convencido de que gran majadero de Veglioni; etc.»
éste le gustará de verdad.
»El tercer cuadro, el n.o 78, debería Raffke respetó punto por punto las consignas
importarle muy especialmente, porque de Zannoni. Exigió que los dos Mattei se subas-
concierne a dos de sus compatriotas: es taran por separado y obtuvo sentencia favora-
el Retrato de Guillermo de Humboldt pin- ble; dejó que los compradores se encarnizaran
tado por Pierre de Cornelius en 1806; con el Guide, el Donnaiolo y los dos Bellagam-
Humboldt entonces era encargado de ba, que ascendieron cada uno a más de dos-
negocios de Prusia en Roma, donde Cor- cientos mil francos, mientras se llevaba sus tres
nelius trabajaba en la decoración del Pa- cuadros por menos de cien mil. Hoy figuran en
lacio Barrattini; no tengo gran estima El gabinete de un aficionado de Heinrich
por el neoclasicismo de Cornelius que Kürz, entre las cien obras más bellas de su
encuentro siempre un poco "contrahe- colección, cuya lista completa refiere en las
cho", pero debo reconocer que este re- últimas páginas de su libro, precisando en cada
trato es admirable. Le señalo por lo de- caso la fecha y las circunstancias de la adquisi-

58
59
1 ,!

ción e incluso a veces el precio pagado. Aquí


nos 'limitaremos a citar los que describe en Escuela flamenca: El sitio de Tiro. Ante las
primer lugar, y a propósito de los c';lales murallas almenadas de una ciudad rodeada
«Estos quince cuadros son las qumce _JOyas centenares de hombres disparan desde
que, como alemán de nacimiento, tescas plataformas que aguantan estrechas to-
de corazón y coleccionista de vocac10n, mas rres sobrecargadas de arqueros, catapultas y
me enorgullece haber reunido»: máquinas de guerra. El cielo está estriado de
tizones ardientes. Efectos espectaculares de un
Escuela holandesa: Retrato de niña, conoci- incendio tiñen de púrpura el horizonte. Com-
do como «del portulano», y también llamado prado en Saint-Gall en 1901 (las circunstancias
Retrato Cuijper, por haber formado parte du- de la subasta no se precisan).
rante mucho tiempo de la colección del histo-
Gaspard Ten Broek: Paisaje de Picardía.
riador de arte belga Emil Cuijper. Por lo gene-
Comprado en un anticuario de la rue de Lille
ral atribuido a Carel Fabritius de Delft. Com- en 1875.
en marzo de 1896 al marchante Adolf
Kieseritzky, en Berlín. Escuela italiana: Retrato de un caballero
también llamado El caballero en el baño.
Hans Holbein el Joven: Retrato del comer-
prado en Venecia en octubre de 1896 al conde
ciante Martín Baumgarten. Tras haber recorri-
Fadengelb. El cuadro pertenecía a principios
do Egipto, Arabia y Siria a principios del
del siglo XIX a la familia Sostegno, de Turín,
glo XVI, Baumgarten se instaló en Coloma,
que lo vendió al coleccionista berlinés Redern
donde trabajó para los hermanos Imstenraedt.
el cual se lo cedió al príncipe Lichnowsky
Entre 1529 y 1536 dirigió la factoría de los dos
cuya muerte lo heredó el conde Fadengelb. El
hermanos en la Stalhof de Londres. Es uno de
caballero está representado de espaldas, desnu-
los primeros retratos ejecutados por Holbein
do, ante una fuente en la que se dispone a
en Inglaterra, puesto que data del mismo año
bañarse y que le devuelve la imagen perfecta
de su llegada a Londres (1532). Comprado en
de su cuerpo desnudo visto de frente. A la
Londres en 1909 (Subasta Wyndham).
derecha del cuadro hay una coraza de acero
60
61
bruñido apoyada contra un tronco de árbol a la mediación del negociante de vinos James
muerto y el perfil derecho del caballero se Tienappel.
refleja en ella con todos sus detalles, mientras
que, del otro lado, una mujer vestida con un Chardin: Los preparativos del almuerzo. Fir-
largo traje blanco ondulante presenta al caba- mado y fechado sobre el pretil de piedra:
llero un gran yelmo redondo en el que se refle- J.S. Chardin 17(32?). Comprado por seis mil
ja su perfil izquierdo, apenas deformado por la quinientos francos el 9 de mayo de 1881 en la
convexidad brillante del yelmo. Se suscitaron Subasta Beurnonville. El barón de Beurnonvi-
vivas controversias respecto al autor de este lle, que lo tenía de Laurent Laperlier, lo titula-
cuadro, cuya perfección formal desprende un ba La comida rosa, por todos los matices de
sentimiento de serenidad casi insoportable. Ge- rosa de los alimentos representados (el salmón,
neralmente, se atribuye a un pintor de la escue- los melocotones de viña, el jamón, etc.).
la de Brescia, ya sea a Girolamo Romanino,
Moretto da Brescia, o a Girolamo Savoldo il Gerbrand van den Eeckhout: Eneas huyendo
Bresciano. Pero algunos críticos se inclinan de las ruinas de Troya. Hay una gran composi-
más a favor de un pintor de Ferrara. ción sobre el mismo tema que se guarda en
Munich. Esta, de un formato más restringido
Escuela italiana: La Anunciación en las ro- (80 X SO cm), se centra más en el incendio de
cas. Un paisaje escarpado y atormentado forma la ciudad que en los personajes. Bajo un cielo
en su centro una especie de gruta donde está violento y crepuscular, atravesado por los res-
sentada la Virgen, con un libro abierto sobre plandores de un incendio, se erigen las ruinas
las rodillas. Parece no ver al arcángel Gabriel humeantes de la ciudad troyana, en medio de
que, con un lirio en la mano, se inclina a unos las cuales el gran Caballo destripado parece un
pasos de ella. A lo lejos, unos cazadores y su monstruo fabuloso. Eneas y Anquises sólo son
cuadrilla acorralan a un ciervo. Pertenecía a la siluetas blanquecinas que se hunden en la leja-
colección del doctor Heidekind, de Hamburgo. nía (las circunstancias de la adquisición no se
Comprado en 1891 por dos mil marcos gracias precisan).

62 63
Lucas Cranach: Retrato de Jakob Ziegler.
vizconde Tauzia, que reconoció uno de los cua-
Reencontrada en los sótanos de la cervecería
dros robados hacía ocho años en casa del doc-
Zum· Sangerhaus, en Estrasburgo, la obra fue
tor Bernasconi de Verona (cuya rica colección
estudiada y autentificada por el profesor Jéró-
al cabo de un tiempo constituyó la base del
me Adrien. En Wittenberg el pintor tuvo oca-
museo de la ciudad). Bernasconi lo tenía por
sión de reencontrarse con Ziegler, que había
un Pisanello auténtico, pero Tauzia demostró
ido allí para ver a Lutero, antes de presentarse
que era imposible, ya que la princesa en cues-
en Estrasburgo, donde su Theatrum Orbis Te-
tión (Lauredana d'Este, futura esposa de Aime-
rrarum apareció en 1532. Comprado en Zurich
ri de Gonzaga) ni siquiera tenía tres años a la
a Anton Pfann en 190 l. muerte del pintor.
Escuela holandesa: Niña leyendo una carta. Escuela italiana: La Visitación. Uno de los
Comprado en Bruselas, en 1904, a la viuda del pocos cuadros europeos comprados en los Es-
pintor de historia Stallaert. El interés de esta tados Unidos (Boston, Subasta Sherwood, fe-
pequeña composición reside en el modo en brero de 1900), donde se presentó como «atri-
que se trata la luz que penetra en la habitación buido a París Bordone». Fue examinado peri-
donde se halla la niña por una ventana alta y cialmente por Thomas Greenback, que señaló
estrecha, apenas entreabierta. Stallaert consi- que las libreas de los pajes correspondían a las
deraba que era una obra de juventud de Metsu, armas dél cardenal de Amboise, y que por con-
pero semejante atribución no estaba lo sufi- siguiente el pintor sólo podía ser Andréa Sola-
cientemente documentada para poderse sos- rio, a quien Chaumont d'Amboise había llama-
tener. do a Francia para la decoración de la capilla de
Escuela de Pisanello (?): Retrato de una prin- su castillo de Gaillon (desgraciadamente des-
cesa de la Casa de Este. El cuadro fue encon- truida en 1793).
trado en 1877 por V eglioni en casa de un pres- Leandro Bassano: Retrato de un embajador. Se
tamista de Milán que se declaró incapaz de trata de Angelo da Campari, enviado plenipoten-
precisar su origen. Veglioni se lo mostró al ciario de la República de Venecia al sha de Per-

64
65
sia Abbas 1 el Grande, y luego al rey de Suecia tesis consagrada a la obra de Heinrich Kürz:
Gustavo 11 Adolfo. Comprado por 4 000 francos Heinrich Kürz, an american Artist, 1884-1914.
en 1883, en Roma, al último descendiente del Su autor no era otro que Lester Nowak. Mien-
modelo, el poeta Gianbattista Doganieri.
tras trabajaba en su artículo del Bulletin of the
Jean Vermeer de Delft: El billete sustraído. Ohio School of Arts, Nowak había conocido a
Célebre desde la descripción que hizo Ruskin Kürz y los dos hombres se habían hecho ami-
de ella, esta obra contribuyó sin duda más que gos. Tras la brutal desaparición del pintor (fue
ninguna otra al redescubrimiento del pintor. una de las veintitrés víctimas del accidente fe-
Comprada por treinta guineas en 1875 al mar- rroviario de Long Island, el 12 de agosto de
chante londinense William Jensen, que la anun- 1914), su hermana pidió a Nowak que le ayuda-
ciaba como un «Van der Meer de Haarlem, ra a clasificar las innumerables notas, esbozos,
alumno de Berghem», antes se encontraba en la borradores y estudios preparatorios que había
colección del arqueólogo Simon Frehude. encontrado en su estudio, y a redactar un catá-
Degas: Bailarinas. Comprado al artista por logo razonado. Este catálogo, acompañado de
60 000 francos en enero de 1896. El encuentro un aparato crítico considerable, constituye lo
entre el pintor y el aficionado fue organizado esencial de la tesis, dado que el autor, como
por el cónsul general de los Estados Unidos en explica en una corta introducción, «no se per-
París, señor Gawdy. Los señores Gawdy y Raff- mite ningún juicio de orden estético, para con-
ke llegaron al 37 de la rue Víctor-Macé hacia siderar sólo los problemas técnicos asociados a
las once de la mañana, visitaron el estudio y a una obra que, por su misma brevedad, tiene
algo de único y ejemplar».
continuación llevaron a Degas a comer ostras
de Colchester a la Maison Dorée. No fue la muerte la que interrumpió la obra
de Heinrich Kürz. Dejó de pintar por voluntad
propia, a finales del año 1912, al acabar El
La segunda obra, publicada en 1923 en las
gabinete de un aficionado que le había encarga-
Prensas Universitarias de Bennington, era una do Hermann Raffke y para cuya ejecución ha-
bía necesitado casi tres años y medio. De he-
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67

¡,;
"'1

cho, toda su obra consiste en seis telas: dos ción casi completa de la obra a la vez que
Paisajes a orillas del mar, pintados durante ponía en evidencia su ardua génesis, como si la
unas vacaciones pasadas en Watermill, en julio .
ubicación de estos diferentes elementos , su
de 1901; el Retrato de la señorita Fanny Ben- JUego respectivo y su interacción sólo se hubie-
tham en el papel de Camila de Con el amor no ran impuesto al espíritu del pintor al término
se juega, en el gran teatro de Pittsburgh; un de un paciente trabajo mental: en los primeros
Autorretrato con efectos de anamorfosis, dejado bosquejos, por ejemplo, el gabinete estaba tra-
inacabado; un cuadro de género, titulado Cen- tado de una manera mucho más verista: una
tral Pacific, que representa a unos indios a vasta sala con puertas y ventanas que daban a
caballo que miran cómo pasa una formidable una terraza decorada con árboles en potes, una
locomotora; y El gabinete de un aficionado. gran araña veneciana, muebles, vitrinas con
Aunque para este solo cuadro no había menos algunos objetos y curiosidades (nautilos, esfe-
de 1 397 dibujos, borradores y bosquejos diver- ras armillares, tiorba y bandola, loro disecado),
sos, y Lester Nowak necesitaba casi trescientas una decena de personas, y sólo algunos cua-
páginas para analizar este prodigioso material. dros; únicamente a través de los sucesivos es-
Nowak evidentemente no había podido vol- bozos podía verse cómo la escena se concen-
ver a ver el cuadro, inhumado para la eterni- traba, se rarificaba, se hacía densa y compacta
dad a la vez que su propietario, y la sola repro- hasta no admitir más que «los propios cuadros,
ducción de conjunto que podía ofrecer de él su amo y sus reflejos».
procedía de una fotografía mediocre, tomada (Se observará, sin embargo, que Raffke había
clandestinamente por uno de los vigil;mtes de pedido en un principio a Kürz que le represen-
la sala donde el cuadro había sido expuesto. Lá tara c?n toda su familia, es decir con su mujer,
publicación de varios esbozos donde Kürz ha- sus cmco hijos, su hija, sus tres nueras, su
bía indicado sistemáticamente la disposición yerno, sus siete nietos y su sobrino Humbert [al
del modelo, del caballete, del perro, la coloca- que había adoptado a la muerte de su herma-
ción de los principales cuadros y del propio no]. Cuando Kürz decidió no colocar más que
cuadro en abfme, permitía una reconstruc-
1

1
un ser humano frente a la colección de cua-
1

68 69
1
i
i 1

originales de la colección Raffke (cuya repro-


dros, imaginó, para respetar el deseo del cerve- ducción los herederos habían autorizado ex-
cero, transformar ciertas copias de los retratos cepcionalmente), Nowak elucidaba al fin el
de la colección en retratos de miembros de la enigma de estas minúsculas variaciones que
familia Raffke: la señora Raffke, algo idealiza- tanto había intrigado a los visitantes de la expo-
da, sustituye así el Retrato de Clara Schumann
sición:
de Ludwig Steinbruck; los cinco hijos [el ma-
yor con su magnífica barba negra, el benjamín, «No se trata, como yo había anticipado
tuerto de nacimiento, con un parche negro hace diez años en mi primera aproxima-
sobre el ojo] y el yerno figuran en la réplica del ción a la obra, de un comportamiento
Autorretrato con máscaras de James Ensor irónico tendente a reinstaurar la idea
[bastante parecido en su fuente de inspiración ciertamente seductora aunque en sí
al de la colección Lambotte], comprado en ma sin salida, de una "libertad del artis-
Bruselas en 1904 en la exposición de la Estéti- ta" frente al mundo que mercantilmente
ca Libre por insistencia de Albert Arnkle; Anna, está encargado de reproducir, ni tampo-
la única hija del cervecero, está representada co de una perspectiva histórico-crítica
con los rasgos de la Niña del portulano, de que asigne al pintor la imposible heren-
Fabritius; las tres nueras son las Tres Parcas de cia de no se sabe muy bien qué "edaq de
un anónimo italiano del siglo XVI; los siete oro" o "Paraíso perdido", sino, muy al
nietos aparecen en un cuadro de Boucher titu- contrario, de un proceso de incorpora-
lado El enigma; y el robusto Mefistófeles de ción, de un acaparamiento: al mismo
Larry Gibson [Escuela americana] cede el sitio tiempo proyección hacia el Otro, y
al plácido Humbert Raffke, cuyos pequeños Robo, en el sentido prometeico del tér-
ojos sonrientes se fruncen complacidos detrás mino. Sin duda, esta andadura más psi-
de unas gafas con montura de acero.) cológica que estética es lo bastante cons-
Pero el principal interés de la tesis no estaba
ciente de sus límites para poder, llegado
allí. Al publicar por primera vez uno al lado del el caso, convertirse en irrisión y revelar-
otro los dibujos preparatorios de Kürz y los
71
70
la  andadura  del  pintor  
es  consciente  de  sus   concernientes a las adquisiciones europeas del
límites;  puede   se como 1.1us1on,
. , como s1m · ple e-
...f"Xacerba-
. , cervecero, y pudo además, con una paciencia,
conver<rse  en  irrisión   . d
ción de una mira a sm pro t · d uc1r mas
y  revelarse  como   una ingeniosidad y un olfato sorprendentes,
ilusión;  conviene  ver   que " trompe -l'oeil" , aunque so>bre , . todo
d reconstruir exactamente la historia de casi to-
la  maquinaria  
conviene ver en e ,
11 o e1 termmo· 11og1co d e
puramente  mental  del   1 dos los cuadros y en no pocos casos precisar su
pintor la maquinaria puramente menta'l atribución. Así, pudo confirmar la hipótesis de
fine precisamente el trabajo dé! 1 pmtor. Greenback sobre la Visitación de Andrea Sola-
yo  también  
. sson oy  pintor ·
, ptttore d e }l Correg-
entre el Anc h 'to . rio, estableciendo la lista de todos sus propieta-
gio y el Apren d o a mtrar · d e p o )USSin,. Se
, .1es fr onteras que · constltu- rios, desde el cardenal d'Amboise hasta James
trazan las frag1 ., Sherwood: regalada por el cardenal a Maximi-
yen el estrecho campo d e to d a l- rreac1on,
, . liano con motivo de la constitución de la Liga
Y cuyo desarro 11o. u 1timo so, 1o p mede
. ser
de Cambrai, la Visitación del Gobbo (aunque
el Silencio, este si 1enc10 vo . 1 y
hau-
.. · o tras a- fuera su hermano, Cristoforo, el jorobado, a An-
todestructor que Kurz se Impus< drea también se le llamaba Del Gobbo) perma-
ber acabado esta obra.» neció más de un siglo en las colecciones de
, I"b a t acompa- Carlos V, y luego de Felipe 11, que se la dio a
La demostración de esta teona . Alberto el Piadoso cuando pasó a ser su yerno.
d . ·, repcwna1
d
ñada de un trabajo e eru ICIOn exl.- ffk El cuadro se encuentra a continuación, sin
relativo a los cuadros d e 1a co1ecc10. · •.m Ra e,
. - ¿lo en per- duda gracias a la mediación de la dama de
como si Nowak se hub Iera empena t b honor de Isabelle, Genevieve d'Urfé, marquesa
suadir a sus lectores d e que 1o que (esta a .en , de Croy, en la colección de Charles de Croy,
juego en El gabmete. . alo remitia
de un af.tcwna , .
. . 1es com 0 a la•s 1 duque de Arschot, y figura en calidad de tal en
tanto a las o b ras ongma , rep
d 1cas11 el inventario establecido por el pintor Salomon
ligeramente falseadas que había dad& e. e das Noveliers tras la muerte del duque, así como
Heinrich Kürz. Gracias . a 1a comp1a ,e en el anuncio de la subasta de esta insigne co-
Humbert Raffke, que d es d e 1a muerte de su tw k
. · 'rfl ' Nowa lección:
continuaba velando por la co1ecc10
había tenido acceso a to d os 1os d Ol.- ...rumentos

73
72
«Se pone en conocimiento de todos En dicha subasta, que no tuvo lugar en Bru-
que entre los bienes muebles del difunto selas sino en Amberes, el cuadro fue comprado
Señor duque de Arschot se cuentan alre- por el marchante Jean Wildens, que mandó
dedor de unas dos mil piezas de pintura hacer dos pequeñas copias a Erasme Quellyn,
de todo tipo de colores, de diversos y el cual expidió una a Londres y la otra a Viena
excelentes maestros, como Alberto Du- (una de estas copias forma parte hoy de la
rero, Lucas de Leyde, Jean de Maubeu- colección de la princesa Carlota en el Palacio
ge, Jerónimo Bosco, Florus Dayck, Lon- de Miramar cerca de Trieste) antes de cederlo
gue Pierre, Titian Urban, André de Gob- por sesenta florines a Boyer d' Arguille, conse-
be, Pablo Veronese y otros. Unas diecio- jero en el Parlamento de Provenza; la subasta
cho mil medallas, una biblioteca de seis tuvo lugar por mediación de Coelmans, a quien
mil volúmenes, muchos de ellos manus- Boyer d' Arguille había hecho ir a Aix para gra-
critos, mucha plata blanca y dorada, va- bar su colección de cuadros, y el grabado que
sos tanto de cristal de roca como de representa el Solario se conserva todavía hoy
serpentinas, ágatas, ámbar, jaspe, elio- en la sección de Estampas del museo de Aix. La
tropos u otras piedras talladas, rarezas presencia del cuadro queda testimoniada hasta
de todas clases, tapicerías. En resumen, 1790 en la capilla del castillo de Arguille. Desa-
tantos muebles exquisitos que difícil se- parece durante el período revolucionario y es
ría inclusive hallarlos en casa de algún reencontrado en 1824, en casa de un comer-
príncipe, y cuya subasta empezará a car- ciante de vinos de Moncoutant, por un notario
go de los Señores Testamentarios y eje- de Loches, Charles Maurepas, que lo describe
cutores del testamento del susodicho Se- muy hermosamente en el Bulletin des Sociétés
ñor Duque al mejor postor, en la ciudad Savantes d'Indre-et-Loire (1828, XVII, 43) aun-
de Bruselas, el próximo quince de julio y que lo atribuye equivocadamente a París Bor-
se prolongará los días siguientes hasta done. La obra pasa a subasta en Angulema, en
que ésta finalice.» 1851 (Venta Coignieres, n.o 1 del catálogo: La
Visitación, Escuela italiana, siglo XVI. Atribuido

74 75
a Paris Bordone), y es adquirida por doscientos su pincel nada quiere saber de peines.
francos por un anticuario de la ciudad que se ¡Pero, Rigaud, si tus modelos
lo llevará consigo a los Estados Unidos en 1885 no llevaran peluca,
y lo venderá el mismo año a James Sherwood. carecerían de todo atractivo
y te lamentarías a más y mejor!
Precisiones igualmente completas se daban a
propósito de La mezquita de los Ummayades, Las dos revelaciones capitales de este estudio
de Devéria, del Loing en Montargis, que Nor- concernían a la Anunciación en las Rocas y al
wak autentificaba como uno de los raros paisa- Caballero en el baño. Fundándose en las nume-
jes dejados por Girodet, de los Caballeros ára- rosas similitudes existentes entre la Anuncia-
bes, cuya atribución a Delacroix se fundaba en ción Y ciertos detalles de la Visión de San Eus-
una bibliografía impecable, y del muy extraño taquio. de la National Gallery (el ciervo, el
Interior con peluca (al lado de un pesado sillón perro Jaspeado, el pequeño lebrel), de la Leyen-
de madera dorada con tapicería de Beauvais, da de San Jorge de Santa Anastasia (los dos
se encuentra un velador sobre el que hay un perros junto a San Jorge), y de la Anunciación
sombrero de tres picos adornado con una pluma Fermo de Verona (las alas del ángel y el
negra junto a una voluminosa peluca rubia colo- paisaJe recortado encima suyo), Nowak demos-
cada sobre un soporte de madera esculpido en traba en efecto que la obra podía atribuirse
forma de cabeza), que Nowak identificó perento- casi con absoluta certidumbre a Pisanello.
riamente como «el letrero» encargado en 1681 a En cuanto al Caballero en el baño, Nowak lo
Rigaud por Binet, el peluquero del rey Luis XIV, con una obra per-
y cuya existencia se sospechaba debido a un del Gwrgwne descrita en las Vite de Va-
mediocre epigrama atribuido a Bachaumont: sari:

Binet, de los Reyes Peluquero, «Para convencer a unos escultores de


a Rigaud pide un letrero. la superioridad de su arte frente al de
Rigaud disgustado está, creo, ellos, él (Giorgione) les propuso mos-

76 77
trarles en pintura la parte delantera, la particular el Retrato de pie, llamado de Gaston
espalda y los dos lados de perfil de una de Foix, de Savoldo, hoy conservado en el
sola figura. Cosa que volvió sus cerebros Louvre). Tratando de saber cómo había entra-
del revés. Véase cómo la hizo: colocó do esta obra en la colección Sostegno, Nowak
ante sí un desnudo girado de espaldas hizo el descubrimiento capital que debía con-
q1,1e había en el suelo, una fuente de agua ducirle a afirmar que el cuadro era de Giorgio-
muy clara en la que Giorgione pintó el ne. En efecto, había reencontrado la huella de
reflejo del desnudo de cara; en uno de un cuadro donde lo descriptivo correspondía
los lados había una ligera coraza donde en todos los puntos al Caballero en el baño de
se veía el perfil izquierdo, pues en lo la colección Sostegno. Este cuadro, titulado
pulido del metal se descubrían todos los Venus ofreciendo a Eneas las armas de Vulca-
detalles; en el otro lado, había un espejo no, había sido dejado en herencia por un cierto
que reflejaba el otro lado del desnudo. Nicolo Renieri y había pasado a subasta en
Era algo de una invención y de una fan- Venecia a principios del siglo XVII. Ahora bien,
tasía maravillosas que probaba, en efec- otro lienzo de este patrimonio -«un pequeño
to, que la pintura requiere más talento y cuadro con dos figuras de la mano de Zorzon
trabajo, y que mt:.estr;:¡_ más en u,na sola de Castelfranco»- constaba en el Camerino de-
panorámica pintada del de lo lle Antigaglie de Gabriele Vendramin de 1567.
que puede hacerlo la escultura .. .!» Sin duda, esta Venus no figuraba en el catálogo
de dicho coleccionista, que había poseído va-
Estos mismos efectos de superficies reflecto- rios Giorgione (La tempestad, el Cristo muerto
ras se reencontraban en otra obra perdida, un sostenido por un ángel, y el pequeño Flautista
San Jorge descrito por Paolo Pino. Pero no 1

de la galería Borghese), ni tampoco en las pre-


existía ningún otro testimonio preciso de ciosas descripciones que había hecho Marcan-
obras y, por lo demás, varios pintores de Vene- tonio Michiel, pero la conjunción de la descrip-
Cia, de Ferrara y de Brescia habían utiljzado ción de Vasari y de la presencia de la obra en
con diversa suerte tales procedimientos (en un conjunto de obras parcial o completamen-

78 79
te heredado de un coleccionista notorio de Sus descubrimientos fueron puestos en duda
Giorgiones, constituía un indicio demasiado casi de inmediato por el capitán inglés Ross, el
preciso para que alguien pudiera negarse a cual pretendió que no había nada en las latitu-
considerar una atribución a la que no se des y longitudes que había indicado, y hasta
oponía ningún argumento iconográfico ni es- muy recientemente, tras los viajes de Sir Dou-
tético. glas Mawson entre 1911 y 1914, no se confirmó
la existencia de las tierras de Wilkes.
La pintura americana ocupa poco lugar en el
estudio de Lester Nowak. De los veintiún cua- El segundo cuadro se titula Perdidos en el
dros de origen americano representados en El mar de Weddell (anónimo, Escuela americana,
gabinete de un aficionado, sólo cinco son obje- siglo XIX) y recuerda un episodio dramático de
to de una descripción un tanto detallada. Los otra expedición americana, la de Benjamín Mo-
tres primeros son cuadros históricos, donde el rrell. Entre 1823 y 1839, Benjamín Morrell dio
tema, el interés documental y la personalidad la vuelta al mundo cuatro veces, acabando trá-
de los protagonistas cuentan mucho más que el gicamente la última de ellas en las costas de
valor artístico o la notoriedad del pintor. El Mozambique. El episodio que se describe sobre
primero se titula La llegada de Charles a el lienzo (reencontrado en los baúles de Mo-
San Francisco el17 de junio de 1842. Su autor, rrell tras su muerte, aunque éste no sea necesa-
Arthur Stoessel, es uno de los oficiales que riamente su autor) se cuenta en el tomo VII de
participó en la expedición. Tras abandonar su diario: al regresar de su segundo viaje, que
Nueva York en 1838, con la misión de explorar le había llevado sucesivamente a Nueva Gui-
el continente austral, Wilkes descubrió las tie- nea, Nueva Caledonia, Nueva Zelanda, Tasma-
rras a las que dio su nombre (pero que Dumont nia, islas Kerguelen, islas Crozet, islas del Prín-
d'Urville ya había bautizado parcialmente con cipe Eduardo, su navío se extravió entre las
el nombre de tierra Adelia), subió hasta Bor- brumas heladas del mar de Weddell, donde,
neo, visitó las islas Sandwich y volvió reco- bajo la amenaza de los bancos de hielo, erró
rriendo las costas de Oregon y de California. durante varias semanas. El lienzo, cuyas grisa-
80 81
llas blanquecinas tendrían una violencia casi Las otras dos obras de origen americano son
turneriana si la ingenuidad del trazo no destru- las que hizo el propio Heinrich Kürz, quien se
yera sus efectos, muestra el minúsculo edificio empeñó en hacerlas figurar en El gabinete de
confrontado a unos icebergs gigantescos. un aficionado como huella de su trabajo pasa-
do y futuro.
La primera, Un pequeño puerto de recreo cer-
El tercer cuadro lleva como título La muerte ca de Amagansett, muestra una larga playa
de Juan Díaz de Solís asesinado por los indios, y blanca cubierta por un cielo casi transparente.
como autor a Arnold Hosentdiger. Tras haber El mar está gris, puntuado de embarcaciones
descubierto el Yucatán con Pinzón, Juan Díaz con las velas deshilachadas. Un grupo de perso-
de Solís intentó penetrar en la bahía de Río de najes, todos vestidos de negro, avanza por la
Janeiro, pero cayó en manos de indios antropó- playa en dirección a un gran toldo a rayas rosas
fagos que lo devoraron como a sus compañe- y verdes bajo el cual una vieja vende sandías a
ros. El cuadro, cuyo historicismo puntilloso no cuartos. Fue mientras pintaba esta tela cuando
consigue disimular un pompierismo compla- Kürz conoció a la familia Raffke (son ellos los
ciente, muestra a un grupo de indios medio personajes vestidos de negro sobre la playa), y
desnudos, reunidos en un claro que bordea tanto le gustó a Hermann Raffke que se la
una exuberante vegetación a pedir de boca. En compró de inmediato por doscientos dólares.
el centro, hay un gran calderón colgado de tres La segunda obra no existe, o más bien sólo
troncos de árboles dispuestos en forma de haz; existe bajo la forma de un pequeño rectángulo
en derredor, los desventurados europeos se ha- de dos centímetros de largo por un centíme-
llan atados a unos postes, salvo un sacerdote tro de ancho, en el que, con ayuda de una
con sotana, el cual, arrodillado en el extremo buena lupa, se llega a distinguir una treintena
derecho del cuadro, con las manos juntas, es de hombres y mujeres precipitándose desde lo
masacrado a hachazos por dos salvajes. La obra alto de un pontón en las aguas negruzcas de un
obtuvo una medalla de plata en el Salón de lago, mientras por las orillas escarpadas una
Louisville de 1888. multitud armada con antorchas corre en todas

82 83
direcciones. Si Heinrich Kürz, que confió un entre la que sobresalían los coleccionistas más
día a Nowak no haber aprendido a pintar más famosos de la Costa Este, acompañados por sus
que para hacer un día este cuadro, no hubiera consejeros, y la mayoría de los directores de
decidido renunciar a la pintura, la obra se ha- los grandes museos americanos. Los tasadores
bría llamado Los embrujados del Lago Ontario, de la moneda pública eran los señores Mouli-
y se habría inspirado en un hecho diferente neaux y Jonathan Cheap, los dos venidos espe-
ocurrido en Rochester en 1891 (Gustave Reid cialmente de Nueva York, asistidos por los ex-
extrajo en 1907 una novela que alcanzó cierto pertos señores Rumkoff, Baldovinetti, Feuera-
éxito): en la noche del 13 al 14 de noviembre, bens y Turnpike Jr. Las trescientas cincuenta y
una secta de fanáticos .iconoclastas fundada ocho llamadas del catálogo habían sido redac-
seis meses antes por un empleado de la Wes- tadas por los señores William Fleish y Humbert
tern Union, un matador de bueyes y un agente Raffke, con la ayuda de los susodichos expertos
de seguros marítimos, se puso a saquear siste- y de los señores Maxwell Parrish, Franz lnge-
máticamente las fábricas, depósitos y almace- halt, Thomas Greenback y Lester Nowak.
nes de Eastman-Kodak. Unos cuatro mil caje-
ros, cinco mil placas y noventa y cinco kilóme- La primera jornada se dedicó a la pintura
tros de película de nitrocelulosa fueron des- americana, y el primer cuadro que se presentó
truidos antes de que las autoridades pudieran fue el Retrato de Bronco McGinnis, el hombre
intervenir. Perseguidos encarnizadamente por más tatuado del mundo, por Adolphus Klei-
media ciudad, los sectarios se arrojaron al agua drost; fue adjudicado por 2 500 $ para el
para no rendirse. Entre las setenta y ocho vícti- Barnum's American Museum; con un Peque-
mas figuraba el padre de Heinrich Kürz. ño paisaje de Florida, de John Jasper (2 500 $),
el Retrato de Mark Twain, por Adam Bilston
(2 000 $) y El viejo cochero, de Mary Cas-
La segunda Subasta Raffke tuvo lugar del 12 sat (S 000 $), fueron las pujas más bonitas de
al 15 de mayo de 1924 en Filadelfia, en Parke y la sesión; cuatro obras superaron los quinien-
Bennett, en presencia de una muchedumbre tos dólares: El trapecista, de J efferson Abott
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j
(825 $),Los inmigrantes, vasta composición de más animadas y superaron ampliamente las
William Ripley donde se veía a una multitud previsiones de los expertos: El campo del Paño
abigarrada, sobrecargada de bultos y alineada de Oro, de Rorret (450 $);Retrato de M. Bau-
sobre el puente de un gran navío (750 $), doin-Dubreuil de mosquetero, de Ferdinand
La caída de la casa Usher, de Frank Staircase Roybet (1 200 $); Lancelot, de Camile Velin-
(650 $),y El desembarco de Taft y de los Mari- Ravel (1 300 $);El coleccionista de insectos, de
nos del coronel Waller en Cuba, en 1906, de Gervex (1 750 $);El boticario de Túnez, de Gé-
Walker Greentale, que sólo alcanzó los 600 $ róme (2 000 $); el Retrato de un general, de
aunque su Squaw hubiera sido uno de los éxi- Jean Gigoux (2 250 $)y un Viaje al centro de la
tos de la subasta precedente; el Puerto de re- Tierra muy sorprendente, de Eugene Riou, una
creo cerca de Amagansett encontró dueño por de las escasas pinturas de este artista, célebre
125 $,La llegada de Wilkes llegó a 98 $;Dos ga- sobre todo como grabador e ilustrador (2 500 $).
titos dormidos, Los bebedores de whisky y Los
camareros se vendieron los tres por 10 $; en La sesión de la tarde empezó de un modo
cambio, La caza del tigre subió hasta 45 $. muy fastidioso, cuando se presentaron tres
obras que Raffke había comprado a instigación
La segunda jornada estuvo reservada a la de Albert Arnkle: el Autorretrato con másca-
pintura moderna europea y empezó por la pre- ras, de Ensor, cuya notoriedad por aquel en-
sentación de una veintena de obras reagrupa- tonces no sobrepasaba las fronteras de Bélgica,
das bajo la etiqueta de «Escuela neoclásica»; sólo obtuvo 250 $, y los Tres hombres por un
la mayoría de los Lieblingssünde de Hermann pequeño camino campestre, de August Macke,
Raffke formaban parte de ellas. Más de los dos todavía desconocido casi por completo en su
tercios no sobrepasaron los cincuenta dólares, país de origen, aunque ya hiciera casi diez años
poniendo en evidencia con un vigor manifiesto que había muerto (Raffke le había comprado
el desfavor en que había caído este tipo de este cuadro en 1908, cuando Macke trabajaba
pintura desde principios de siglo. Sin embargo, en Berlín, en el estudio de Lovis Corinth), al-
siete de ellas fueron objeto de pujas muc;ho canzaron los 83 $ después de haberse puesto a
86 87
la venta en 75; en cuanto al Retrato de un sieron a subasta las obras de la Escuela alema-
oficial austríaco, de Gustav Klimt, alcanzó difí- na; se sobrepasaría todavía en varias ocasiones
cilmente los 560 $. Pero el ambiente se volvió en el transcurso de las sesiones de la tarde y
mucho más entusiasta cuando empezaron a lle- del día siguiente, cuando, en una atmósfera
gar cuadros de escuelas francesas, cuya cotiza- cada vez más exaltada, se propusieron los cua-
ción internacional ya estaba más o menos afir- dros de las Escuelas francesa, flamenca, holan-
mada. Casi todas las obras presentadas supera- desa e italiana.
ron los mil dólares (Utrillo, El mercado de las Después de estos dos últimos días, de los
pulgas de la plaza Blanca, 1 400 $; Vuillard, cuarenta y cinco cuadros presentados, sólo seis
Interior burgués, 2 000 $; Bonnard, La rue de permanecieron por debajo de los dos mil dóla-
l'Aveyron, 2 800 $) y cinco de ellas los diez mil: res. Y las cifras obtenidas por los treinta y
Delacroix obtuvo 11 000 $ para Caballeros ára- nueve restantes constituyen muy a menudo
bes llenos de fogosidad pero de hechura más para la época unos récords absolutos:
bien relajada; Renoir alcanzó los 13 500 $ con
su Cigarrera; Cézanne, los 17 000 $ con El jue- 2 100 $: Escuela flamenca (a veces atribuido
go de dominó, una robusta naturaleza muerta a Marinus van Reymerswaele): El cambista y su
que representa una mesa de juego con un ramo mujer (una copia de época del célebre cuadro
de dondiegos de noche y unos dominós expues- de Quentin Metsys; su interés principal reside
tos; en cuanto a Corot y a Degas, pulverizaron en todas las pequeñas modificaciones que el
las estimaciones de los expertos, Corot con un copista introdujo; de modo que nadie se refleja
paisaje de Italia primer estilo (una Vista de en el pequeño espejo de bruja en primer plano;
Pompeya) que alcanzó los 55 000 $, y Degas el anciano [o la anciana] que se ve discutir al
con unas Bailarinas que llegaron al techo de fondo por la puerta entreabierta no tiene el
87 000 $. dedo levantado, y el hombre que la escucha no
lleva sombrero; la miniatura del libro que mira
El tope de los cien mil dólares se sobrepasó la mujer del banquero no representa una Vir-
al día siguiente por la mañana, cuando se pu- gen con el Niño, sino un entierro, etc.).

88 89
3 800 $: Escuela alemana, siglo XVI (Hambur- 7 500 $: Giovanni Paolo Pannini: Los arqui-
go): Píramo y Tisbe (la Babilonia imaginaria tectos (dos arquitectos hacen visitar a un carde-
que ocupa todo el fondo de la tela se cita a nal el palacio que se hace construir).
menudo como ejemplo de este manierismo
hamburgués del que se conocen muy pocas 8 000 $: Louis Boilly: El callejón de los músi-
obras). cos (en una estrecha callejuela, un flautista, un
violinista y un violoncelista se disponen a dar
4 300 $: Escuela flamenca: La caída de los un concierto ante los ojos de algunos mirones).
ángeles rebeldes (la atribución al Bosco, pro- El Juego de la rana (porque en el fondo de la
puesta por Cavastivali no se funda en ningún escena tres niños juegan a este juego de habili-
elemento serio). dad que se llama la rana o el sapo) se encuen-
tra en el museo de Saint-Germain. Procede de
5 000 $: Pietro Longhi: Fiesta en el palacio
la colección de Mlle. Ursule Boulou.
Quarli (comprado por M. William Randolph
Hearst). 11 000 $: Gianbattista Tiépolo: El nacimiento
de Venus (antigua colección
6 500 $: Escuela francesa: Monje orando (a
veces considerado como un San Jerónimo, 11 540 $: Escuela holandesa: Los jugadores
pese a la ausencia de león. La historia de este de ajedrez (a menudo se ha querido atribuir
cuadro, tal como la contó Nowak, sólo se cono- este cuadro a Karel van Mander. Nowak pudo
ce a partir de 1793, fecha en la que, en el demostrar de una manera totalmente original
marco del decreto sobre los bienes del clero, que era imposible, pues Mander murió en 1606
fue confiscado en la iglesia Saint-Saturnin de y la colocación de las piezas sobre el tablero
Champigny. De subasta en subasta, fue atribui- del cuadro reproduce la situación tras el deci-
do sucesivamente al Valentin, a Honthorst, a moquinto golpe inocente de una célebre parti-
Ter Brugghen, a Guido Reni, a Manfredi, a «UÍl da disputada en 1625 por Giochino Greco lla-
alumno de Caravaggio», a Schalken y al Espa- mado El Calabrés. Debe observarse que, en su
ñoleta). copia del cuadro, Kürz ha representado la par-

90 91
tida tras el decimoctavo golpe, es decir después 17 200 $: Sir Thomas Lawrence: Retrato de
del mate fallido). Nelson (de los cuatro retratos de Nelson dejados
por este pintor, éste es sin duda el más románti-
12 500 $: Arrigo Mattei: Los músicos dormi-
co, puesto que lo muestra asiendo con su única
dos (comprado por la Fundación Carnegie).
mano ya no sus habituales anteojos, sino un
13 125 $: Escuela holandesa: Niña leyendo medallón que representa a Lady Hamilton).
una carta (al término de largas deliberaciones,
los expertos renunciaron a atribuir la obra a 17 500 $: Peter Snayers: El sitio de Tito (fue al
Metsu e incluso a su estudio). encontrar una reproducción de este cuadro en
uno de los Gabinetes de aficionado de Gilles
13 200 $: Gérard van Honthorst (Gherardo van Tilborg, cuando Nowak pudo identificar a
della Notte): Incendio de Sodoma (pertenecía a su autor).
las colecciones de Pedro el Grande. Elizabetha
Petrovna se lo dio a Michel Lépicié para agra- 17 900 $: Otto Reder: El saqueo de Troya
decerle sus decoraciones del palacio Anitchkov (comprado por la Fundación Sherburn-Boggs
de San Petersburgo). para el Smithsonian Athenaeum de Schenec-
tady [Nueva York]).
14 000 $: Gerbrand van den Eeckhout: Eneas
huyendo de las ruinas de Troya. 18 250 $: Gérard: El Amor y Psiqué
14 315 $: Joseph Vernet: La tempestad (es (una versión de 1796, muy diferente de la ver-
sión de 1798 conservada en el Louvre).
sabido que este cuadro, bastante parecido al
del Louvre, perteneció a la colección del viz- 20 000 $: Leandro Bassano: Retrato de un
conde de Timbert, cuyo retrato por el barón embajador (comprado por el Corearan Institu-
Gros no ha perdido su celebridad; pero hasta te, Providence, Rhode Island).
entonces sólo se le conocía por un grabado de 21 000 $: Jean-Baptiste Perronneau: Retrato
Balechou). de un obispo (se trata de de Telek,
15 000 $: Pierre de Cornelius: Retrato de Gui- obispo de Klausenburg, que el pintor conoció a
llaume de Humboldt. raíz de su viaje a Rusia en 1781).

92 93
22 000 $: Gaspard Ten Broek: Paisaje de Pi- 37 500 $: Girodet-Trioson: El Loing en Mon-
cardía (un precio excesivamente elevado para targis (Stendhal, que vio el cuadro en Lyon en
este pintor más bien oscuro, a quien se tiende a casa de su amigo Paul Brémont, en mayo de
confundir con Gérard Terborch o con Gaspard 1837, lo describió en sus Memorias de un tu-
van der Brouckx). rista).
38 000 $: Jean-Baptiste Greuze: Orfeo y Eurí-
22 000 $: Jan Fyt: Pavo y cesta de frutas (co- dice (las escenas mitológicas son raras en
lecciones Forcheville, y luego Settembrini). Greuze, que por lo general apenas sobresalía al
respecto; ésta, que constituye una feliz excep-
25 000 $: Escuela de Pisanello (?):Retrato de ción, es contemporánea de su Danae del Salón
una princesa de la Casa de Este (la opinión de de 1863, que fue tan criticada).
Tauzia excluyendo una atribución a Pisanello
fue confirmada por Rumkoff y Baldovinetti; 40 000 $: Fran¡;ois Boucher: El enigma (este
Maxwell Parrish consideró que la obra podía cuadro, ejecutado, según se dice, a petición de
ser de Pietro de Castelaccia, llamado il Crosset- Catalina 11, muestra a tres niñas vestidas «a la
to, pero su hipótesis fue recogida con demasia- moscovita» formando un corro alrededor de
das reticencias por los demás expertos para un joven. Su título, indicado por el propio pin-
poderse sostener). tor, nunca ha sido explicitado de una manera
satisfactoria. En El gabinete de un aficionado,
32 000 $: Nicolas Poussin: Manlius Capitoli- Kürz ha tratado este «enigma» de un modo
nus (uno de los seis «temas extraídos de la muy particular. La primera copia reprodu-
historia romana» reseñados por J ohn Smith en ce muy estrictamente el modelo, salvo que el
su Catalogue raisonné de 1837. La obra, conoci- joven es aquí un esqueleto armado con una
da por los grabados de Massard y de Landon, se hoz. En la segunda copia, el mismo decorado
creía perdida desde 1870. lngehalt la volvió a acoge no ya a tres niños, sino a siete, los siete
encontrar en 1891, en Berlín, en un garaje de nietos de Hermann Raffke; la tercera copia
alquiler de coches). representa a su vez otro cuadro de Boucher, La

95
94
fiesta campestre, una pastoral donde diecisiete 65 000 $: Jean-Baptista Siméon Chardin: Los
bailarines, bailarinas y músicos se mueven en preparativos para el almuerzo (comprado por
un decorado de rocalla y vegetación forestal: la Fundación Sears Roebuck, Albany).
una arpista junto a una fuente cuyo pilón es 85 000 $:Jan Steen: Los médicos (menos cé-
como una concha gigantesca de tipo bautismal lebre que La visita del médico del museo de La
y la boca una cabeza de león, tres bailarinas Haya, esta obra, que procede de las antiguas
formando un corro, un flautista y dos chicas colecciones de la princesa Palatina, y cuyas
jóvenes medio disimuladas entre el follaje, sie- réplicas se encuentran en los museos de Aar-
te bailarines y bailarinas formando un vasto hus, de Salamanca y de Praga, presenta un
arco de círculo, y entre ellos una pareja de interés documental excepcional: en efecto,
chicas asiéndose por la cintura, un violinista uno de los médicos examina a la joven enferma
malo, y una chica joven en una gruta escuchan- aplicando sobre su seno medio al descubierto
do a un guitarrista sentado a sus pies. Es una de una especie de corneta acústica bastante pare-
las escasas obras que Hermann Raffke no pudo cida a la que Laennec «inventó» bajo el nom-
comprar: anunciada en la Subasta Meyrat-Jasse, bre de estetoscopio casi un siglo y medio más
fue vendida amigablemente por los herederos al tarde; esto explica sin duda que el precio de la
marqués de Pibolin, y retirada de las subastas). obra, valorada por los expertos en 40 000 $,
fuera elevado a más del doble por los compra-
50 000 $: Pierre-Paul Rubens: Midas y Apolo dores del Museo de Historia de la Medicina de
(procede de la antigua colección de Antoine la Universidad de Dartmouth).
Cornelissen, al que Van Dyck llamaba Pictoriae 106 000 $: Carel Fabritius: La niña del portu-
Artis Amator Antverpiae) (comprado por la lano (comprado por el museo de Hoaxville, Illi-
Fundación Johnson, Connecticut). nois).
112 000 $: Antonio Pisano, llamado Pisane-
62 500 $: Andrea Solario: La Visitación (com- llo: La Anunciación (comprado por la Asocia-
prado por M. Simon Rawran, de Nueva York). ción de los Museos de Florida).

96 97
120 000 $:Hans Holbein el Joven: Retrato del 181 275 $: Jan Vermeer de Delft: El billete
comerciante Martín Baumgarten (comprado sustraído (comprado por la Fundación Edgar
por el Instituto Budweister de Pittsburgh). A. Perry, de Baltimore).

137 000 $: Lucas Cranach el Viejo: Retrato de


Jakob Ziegler (comprado por la Vanderbilt Ins- Al cabo de unos años, los directores de los
titution for the Development of Fine Arts, organismos públicos y privados que habían ad-
Troy). quirido cuadros de la segunda Subasta Raffke
recibieron una carta firmada por Humbert
143 000 $: Giorgione: Venus ofreciendo a Raffke, informándoles que la mayoría de las
Eneas las armas de Vulcano (la presentación obras que habían comprado eran falsas y que él
del cuadro bajo este título desencadenó en la era el autor.
sala algunos murmullos de desaprobación, y En 1887, cuando su tío se encontraba en
alguien se levantó para exigir que la obra se Europa, Humbert, entonces estudiante en la
anunciara como «atribuida a Giorgione por el Escuela de Bellas Artes de Boston, había hecho
profesor Nowak»; esto no le impidió ser objeto visitar la colección a uno de 'sus profesores
de pujas extremadamente apretadas entre el que, tras un breve examen de los cuadros que
Metropolitan Museum, la Fundación Leichen- el cervecero había reunido con motivo de sus
halle y el Art Institute de Chicago que acabó tres primeros viajes, le comunicó que eran fal-
llevándosela). sos o carecían de valor.
Puesto al corriente a su regreso, Hermann
165 000 $: Franz Hals: Retrato de Juste van Raffke había decidido vengarse. Con la ayuda
Ostrack y de sus seis hijos (antigua colección de sus hijos, de su sobrino, que reveló en tal
del duque de Marlborough. Comprado por el ocasión sus prodigiosos talentos de remedador,
comerciante Treven Stewart para un aficiona- y de algunos comparsas y cómplices, como Les-
do neoyorquino del que únicamente se supo ter Nowak y Franz Ingehalt, puso en marcha la
que era un descendiente de la familia). operación que debía permitirle, años más tarde

98 99
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' ' .

e incluso después de su muerte, engañar a su


vez a los coleccionistas, a los expertos y a los
marchantes de cuadros. Sus últimos ocho via-
'
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jes a Europa se habían consagrado casi por


completo a reunir o a forjar las pruebas que
acreditarían la autenticidad de las obras, cuya
ejecución aseguraba en aquel tiempo Humbert
Raffke, alias Heinrich Kürz. La clave de esta
paciente puesta en escena, en la que cada etapa
se había calculado con mucha exactitud, fue la
realización del Gabinete de un aficionado, don-
de los cuadros de la colección, colgados como
copias, como imitaciones y como réplicas, pa-
recerían ser con toda naturalidad las copias,
las imitaciones y las réplicas de los cuadros
reales. El resto era cosa de falsario, es decir de
viejas tablas y viejos lienzos, de copias de estu-
dio, de obras menores hábilmente maquilladas,
de pigmentos, barnices y grietas.

Unas comprobaciones emprendidas con dili-


gencia no tardaron en demostrar que en efecto
la mayoría de los cuadros de la colección Raff-
ke eran falsos, como falsos son la mayoría de
los detalles de este relato ficticio, concebido
por el mero placer, y el mero estremecimiento,
de la simulación.

100
NOTA DE LA ILUSTRADORA

Isabelle Vernay-Léveque: El gabinete de un aficionado.


.... Oleo sobre tela, 150 x 200 cm, 1981. París, colección de
la artista.

1• En 1981, seducida por las ingeniosas trampas de la


imaginaria colección de cuadros descritos en El gabinete
de un aficionado, de Georges Perec, ejecuté esta obra
como encargo ficticio, procurando pintarla con la máxi-
ma fidelidad posible al libro, aunque sin poder evitar en su
resultado final dos diferencias: tuve que limitar el número
de reducciones sucesivas de los cuadros, seleccionados
según la frecuencia con la que vienen citados por el pro-
pio Perec, y le añadí un espejo en el que se refleja el pin-
tor.
Este relato, que en principio formaba parte del proyecto
de La vida instrucciones de uso, adquirió la autonomía
suficiente como para que el autor lo publicara por
do, confirmándome el propio Perec, al ver el cuadro, el
sinnúmero de relaciones simbólicas y estructurales que yo
había intuido que presentaba con el resto de su obra.
Desde entonces he leído una y otra vez a Georges Perec,
pero nunca volví a verlo.
I.V.L.

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Este cuadro es una de las ilustraciones posibles (y no


exhaustivas) de la novela de Georges Perec El gabinete de
un aficionado. En la siguiente relación se halla el título de
las obras representadas, y a continuación el número de las
páginas en que son mencionadas o descritas en el libro.

N. 1 El enigma (Boucher), pp. 70, 95


0

N. 2 El nacimiento de Venus (Tiépolo), p. 91


0

N.o 3 Una fiesta en el Palacio Quarli (Longhi), pp. 18, 24,


90
N. 4 Interior con peluca (Rigaud), p. 76
0

N.o 5 La niña del portulano (Fabritius), pp. 60, 70, 97


N.o 6 La lección de pintura (anónimo holandés), p. 25
N.o 7 Retrato de Clara Schumann (Ludwig Steinbruck),
p. 70
N.o 8 La Visitación (Andrea Solario), pp. 18, 73, 74, 96

107
1

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'

N.o 9 La cigarrera (Renoir), pp. 54, 88 N.o 33 La mezquita de los Ummayades (Devéria), p. 76
N.o 10 La tetera sobre la mesa (Garten), pp. 13, 24 N.o 34 El Loing en Montargis (Girodet-Trioson), pp. 76,
N.o 11 Grupo de mujeres cuáqueras en el puerto ale Nan- 95
tucket (anónimo USA), p. 47 N. 35 Retrato de Jakob Ziegler (Cranach el Viejo), pp. 29,
0

N. 12 Retrato del comerciante Martin Baumgarten (Hol-


0 64, 98
bein el Joven), pp. 18, 60 N.o 36 El cambista y su mujer (copia de época, a partir de
N.o 13 Los jugadores de ajedrez (anónimo holandés), p. 91 Metsys), p. 89
N. 0 14 Retrato de un embajador (Bassano), pp. 65, 93 N.o 37 Perdidos en el mar de Weddell (anónimo USA),
N.o 15 El saqueo de Troya (Otto Reder), pp. 58, 93;; cf. 61, p.81
63,93 N.o 38 Caballeros árabes (Delacroix), pp. 18, 76, 88
N.o 16 Píramo y Tisbe (anónimo Hamburgo), p. 90 N. o 39 Esquimales bajando por el rio Hamilton (Schon-
N.o 17 Tres Parcas (anónimo italiano), p. 70 braun), p. 25
N.o 18 Venus ofreciendo a Eneas las armas de Vulcano
(Giorgione), p. 79
N.o 19 Los arquitectos (Pannini), p. 91
1 N.o 40 Vista de Pompeya (Corot), pp. 29, 88
N.o 41 Los bebedores de whisky (anónimo USA), pp. 46, 48,
86
N.0 20 La tempestad (J. Vernet), pp. 18, 92 N.o 42 Los preparativos para el almuerzo (Chardin),
N. o 21 Dos gatitos dormidos (anónimo USA), pp. 4'i7, 86 pp. 19, 63, 97
N. 22 Los músicos dormidos (Arrigo Mattei), pp. 18, 57,
0 N.o 43 Pavo y cesta de frutas (Jan Fyt), p. 94
92 N.o 44 Autorretrato con máscaras (Ensor), pp. 70, 87
N.o 23 Retrato de Juste van Ostrack y de sus se1is hijos N.o 45 Retrato de una princesa de la Casa de Este (¿escue-
(Hals), p. 98 la de Pisanello?), pp. 29, 59, 64, 94
N.o 24 Retrato de Bronco McGinnis (anónimo), pp. 20, 22, N.o 46 El gabinete de un aficionado (Heinrich Kürz),
32, 85 pp. 11, 16-22, 26, 33, 59-66, fOO
N.P 25 Bailarinas (Degas), pp. 66, 88 N.o 47 El boticario de Túnez (Géróme), p. 87
N.o 26 La caza del tigre (anónimo USA), pp. 47, 86
N.o 27 Manlius Capitolinus (Poussin), p. 94
N. 28 Mefistófeles (Larry Gibson), p. 70
0

N.o 29 Tres hombres por un pequeño camino campestre


(Macke), p. 87
N.o 30 Los camareros (anónimo USA), pp. 47, 86
N.o 31 Escena de cabaret (anónimo holandés), p. 25
N.o 32 Combate de boxeo (anónimo USA), p. 24

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