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La extrema necesidad ansí de pobreza como de senectud, junto con el deseo que tengo de
efectuar las extremadas pías obras que el todopoderoso Dios me dio gracia comenzase a
gloria suya en pro destos reinos de vuestra Majestad, me compelen a hacer lo que es fuera de
mi condición, que es dar cuenta sumariamente de lo que en servicio de Dios y de vuestra
Majestad y pro destos reinos he trabajado con el divino favor y de vuestra Majestad.
Sabrá vuestra Majestad que, bautizado vuestra Majestad en Sant Pablo de Valladolid --
ocurrido en Valladolid en el mes de junio de 1527-- yo partí para las Indias con siete
compañeros religiosos, con celo de la conversión de aquellas gentes a nuestra santa fe. Y,
llegados a México, dicha misa del Spiritu Santo, mediante la obediencia nos partimos a
diversas provincia. Y a mí cupo el valle de Guajaca, ochenta leguas de
México, donde hice monesterio primero, y en la provincia de Yanhuitlán otro, y en la
provincia de Tecuantepec otro. En las cuales <provincias> hice congregaciones de los hijos
de los indios principales de a trescientos y quinientos. Y destos enseñados envié a la
provincia de Soconusco donde, viniendo de ahí a un año, hallé enseñados los indios en
muchos pueblos.
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movido a esto por un religioso de santo Domingo que se llamaba fray Domingo de Betanzos, que
afirmó y dijo en el Consejo de Indias que los indios eran incapaces de la fe y que en cinco
años se habían de acabar22; y que aunque el Emperador y Papa con todos sus poderes, ni la
virgen María con toda la corte celestial entendiesen en su remedio , no eran bastantes,
porque eran docti in reprobum sensum et in consilio sanctissimae Trinitatis, perpetuo in acta peccata
sua [condenados para su punición, en el designio de la Santísima Trinidad, a causa de sus
pecados innatos].
Y, venida esta provisión a manos de don Sebastián Ramírez obispo de Santo Domingo en la
Española y Presidente de México, juntó a los religiosos y les dijo:
Esta provisión es venida, y sé que por otras partes la han ejecutado y se han
herrado por esclavos más de diez mil; Mas yo temo mi conciencia, y os cargo
las vuestras escribáis a su Majestad lo que sentís destas pobres gentes, de su
habilidad y cristiandad.
Y, ansí, los de san Francisco escribieron a su Majestad; mas yo, pensando informar de la
verdad y experiencia al cardenal y ser amparo de tanto mal, víneme al puerto con razón de
visitar, que era prelado, y predicarles en la Veracruz. Y, sabido de un navío que estaba para
partir a estas partes, me embarqué con un compañero sin provisión alguna, a confianza de
los pasajeros de lo que nos quisiesen dar.
Y llegados a Sevilla, a pie vinimos pidiendo a Valladolid, donde, visitado el cardenal, le dije
cómo el fray Domingo no sabía la lengua ni los entendía <a los indios>; y le dije, de su
habilidad y deseo de ser cristianos, cosas notables. Y me respondió que yo estaba engañado,
y que lo que sabían <los indios> era como papagayos; y que el fray Domingo hablaba por
spíritu profético, y por su parecer se seguía.
Y preguntado por el doctor Bernal <Díaz de> Luco qué había pasado con el cardenal Loaysa,
se lo dije. Y dije:
Dijo el doctor:
Yo os la habré.
Y diómela. La cual tengo hoy día guardada, como principio de tanto bien.
Y ansí, con ella, fui a pie a Roma, y traje los despachos que plugo a nuestro señor <el Papa
Paulo III> despachar para descargo de la conciencia imperial y sus sucesores, ansí en la
libertad de los indios como de la moderación de la Iglesia de ellos, los cuales puse en manos
de su Majestad imperial", diciéndole:
Sabrá vuestra Majestad que yo he estado diez años en las Indias de vuestra
Majestad y he visto las tiranías que los españoles hacen en los indios, que a
Dios quitan las ánimas y a vuestra Majestad los vasallos, y le destruyen
aquellas tierras opulentas.
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Y me dijo:
¿Quién es la causa?
Dije:
como los trabajos tan proficuos y arduos son públicos, deseo <que> la remuneración lo sea,
por la gloria de vuestra Majestad y <para> poder efectuar tan comunes y pías obras en
salvación de tantos.
Notas
1. El texto que transcribimos a continuación se encuentra en el Archivo General de Simancas,
Estado 892, folios 177-179. El memorial permaneció inédito hasta hace relativamente poco
tiempo. No tiene fecha, pero parece indicar los últimos años de la vida de Minaya (antes de
1562). Para la presente edición usamos el texto publicado críticamente por René Acuña, Fray
Julián Garcés: su alegato en pro de los naturales de Nueva España, UNAM, Instituto de Invest.
Filológicas, Centro de Estudios Clásicos (México 1995) Apéndice III, lxvvii-ciii. Fue también
publicado completo por Vicente Beltrán de Heredia, Nuevos datos acerca del P. Bernardino
Minaya y del licenciado Calvo de Padilla, compañeros de Las Casas, en: «Simancas» (1950) y en:
Miscelánea Beltrán de Heredia (Salamanca 1971) T.I, 490-496. Fue también publicado
parcialmente por Lewis Hanke, El Papa Paulo III y los indios de América, en: Estudios sobre fray
Bartolomé de las Casas y sobre la lucha por la justicia en la conquista Española de América,
Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca (Caracas 1968) 57-88; publicado
primeramente en ingles en: «Harvard Theological Review» (1937); publicado parcialmente
también por Helen-Rand Parish y Harold E. Weidman, Las Casas en México. Historia y obra
desconocidas, México 1992, 276-277
2. Lewis HANKE, La lucha por la justicia en la conquista de América, Madrid 1988, 105-114.
3. Puede verse la carta de recomendación de la Emperatriz Isabel de Portugal en:
PARISH - WEIDMAN, Las Casas en México, 272-273.
4. : PARISH - WEIDMAN, Las Casas en México, 15-16.