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CEC 1213: El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida
en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos
liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y
somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.
"Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
nosotros vivamos una vida nueva." (Rom 6, 4)
Sepultados: συνετάφημεν [synetaphēmen]: También quiere decir ser semejantes a
espiritualmente.
Semejantes en la Pascua de Cristo: Paso de la muerte a la vida "Nosotros sabemos que
hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama
permanece en la muerte. En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su
vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos." (1Jn 4,
14.16)
δόξης [doxēs]: gloria. Complaciencia, hacer su voluntad.
ζωῆς [zōēs]: Vida física y spiritual. No sólo una nueva vida en lo físico, sino una
nueva vida en el espiritual que nos recuerda ese diálogo entre Nicodemo y Jesús.
"Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar
otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te
digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios." (Jn
3, 4-5)
περιπατήσωμεν [peripatēsōmen]: podamos caminar transitar una vida nuevo. Verbo
aoristo que sucede en el pasado, pero cuyos efectos siguen en el presente.
PUNTO: Bautismo como participación en la pascua de Cristo, que nos abre a una vida
nueva en el Espíritu.
"Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo
la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación
adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu
de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero por voluntad de Dios." (Gálatas, 4, 4-7)
"Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su
misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que
derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que,
justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna."
(Tito 3, 4-7)
"Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, no obstante, su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así
también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más
que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu."
(1Cor 12, 13)
"recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (Hch 1, 8)
Lucas nos recuerda las últimas palabras de Jesús antes de ir de regreso al Padre.
Fuerza, poder, energía, dinamicidad [dynamin]
Seréis mis mártires [martyres]
San Juan Pablo II sobre el martirio: también hoy creer en Jesús, seguir a Jesús
siguiendo las huellas de Pedro, de Tomás, de los primeros Apóstoles y testigos,
conlleva una opción por Él y, no pocas veces, es como un nuevo martirio: el martirio
de quien, hoy como ayer, es llamado a ir contra corriente para seguir al divino
Maestro, para seguir “al Cordero a dondequiera que vaya” (Ap 14,4). Quizás a
vosotros no se os pedirá la sangre, pero sí ciertamente la fidelidad a Cristo. Una
fidelidad que se ha de vivir en las situaciones de cada día.
Mártir es ser testigo, anunciar algo de lo cuál se puede dar testimonio en primera
persona.
“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, pues la Vida se
manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que
estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó lo que hemos visto y oído, os lo
anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos
en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1, 1-3)
Damos testimonio de un encuentro, no de una teoría, no de una idea.
San Juan apela a los sentidos.
Damos testimonio [martyroumen] y proclamamos [apangelio] de la Vida que se ha
manifestado ἐφανερώθη (ephanerōthē), Vida que ha venido a nosotros.
Vida que es Zoè: Vida que va más allá de lo que vivimos acá, vida que no se acaba,
vida eterna.
Juan, gran teológo, nos habla justamente que lo que nosotros estamos llamados a vivir
y anunciar [apangelio] no es otra cosa que la relación del Padre y el Hijo, relación a la
que estamos llamados nosotros a participar.
La comunión [koinonian] con Dios genera comunión con las personas
¿De qué se trata la vida cristiana? Acoger el don de la filiación, del ser hijos del Padre
eterno por la acción del Espíritu Santo.
A semejanza del Hijo nosotros también somos enviados. Apóstol quiere decir
enviado. Hay alguien que nos envía.
Conclusiones
Ser hijo y apóstol es anunciar esa experiencia de haber sido amado en primer
lugar. De sentirse profundamente amado (Ref. TU ERES MI AMADO: LA VIDA
ESPIRITUAL EN UN MUNDO SECULAR de HENRI J. M. NOUWEN).
o Dónde experimentar el amor de Dios
En lo sacramentos. En especial la Eucaristía sacramento del amor.
Catecismo 1324 La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida
cristiana" (LG 11). "Los demás sacramentos, como también todos los
ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto,
contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo,
nuestra Pascua" (PO 5). Sobre la Missa: La palabra “despido” ha
llegado a implicar una “misión”. Estas pocas palabras expresan
sucintamente el carácter misionero de la Iglesia. El Pueblo de Dios
puede ser ayudado a comprender más claramente esta dimensión
esencial de la vida de la Iglesia, tomando el despido como punto de
partida.
En la oración.
En la acción de gracias por todo lo que se nos da en el día.
En el servicio
En la caridad al prójimo.
Ser hijo y apóstol es anunciar la experiencia de la misericordia de Dios en nuestra
propia vida, que nos ha mirado con entrañas de misericordia.
o En el Sacramento de la Reconciliación.
o En el perdón. Perdonar y ser perdonado.
Ser hijo y apóstol es anunciar la experiencia de vivir la Pascua de Cristo en
nuestras vidas.
o En la experiencia de donación, de dar algo.
o En la experiencia de renuncia, de dejar algo.
o En la experiencia de sufrimiento, de dolor, de cruz.
o En la experiencia de acompañar a otros en su sufrimiento.
o Dolor salvífico.
Ser hijo y apóstol es dejar que los demás vean en nuestras vidas nuestra relación con
el Padre: que nuestras vidas sean esa voz del cielo que dice: “Este es mi hijo amado
en quien me complazco”. Experiencia de vivir transfigurados.
o Examen de conciencia
¿Cómo he sido hijo hoy?
¿Qué es lo que transmitimos a los demás?
¿Con qué se quedan los demás?
Pedirle a María que nos ayude a ser hijos y apóstoles.
o Madre de Dios y Madre nuestra.
o María crió al Hijo de Dios.
o El Hijo de Dios aprendió la filiación humana en manos de la Virgen.
o Encomendar nuestro apostolado a María.
Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo —le dice la madre de Juan Bautista—, saltó de
gozo el niño en mi seno" (Lc 1, 44). Donde llega María, está presente Jesús. Quien abre su
corazón a la Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría. La verdadera devoción
mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a Jesucristo, nuestro Salvador, único
mediador entre Dios y los hombres. Al contrario, consagrarse a la Virgen es un camino
privilegiado, que han recorrido numerosos santos, para seguir más fielmente al Señor. Así
pues, consagrémonos a ella con filial abandono”
(Benedicto XVI, Discurso, miércoles 31 de mayo de 2006)