Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Modulo 3 (Unificado)
Modulo 3 (Unificado)
Resumen:
El espacio de mediación, aquel donde se trabaja un conflicto, es lo primero que el mediador debe atender.
Éste ha de tener en cuenta tres aspectos, las Tres «C»: La primera C, Comodidad, es adecuar
conscientemente el espacio físico para cumplir con el objetivo estratégico del mediador de crear un
ambiente facilitador. La segunda C, Comunicación, es analizada acorde a tiempos distintos que van desde
el encuadre inicial –a través del «movimiento de devolución» basado en la delegación del poder, del
discurso y del protagonismo-, pasando por conversaciones exploratorias y generativas, antes de llegar a la
fase de acuerdos. Finalmente, preparar un adecuado espacio psicológico requiere establecer una Conexión
personal positiva con las partes y entre ellas. A través de casos reales de mediación internacional en los
que el autor ha participado, se revisarán esos tres aspectos.
Nuestras concepciones acerca del espacio cambiaron, porque la ciencia demostró que eran
erróneas aquellas primeras definiciones que hizo Aristóteles afirmando que todo cuerpo en el
espacio está en reposo. Aparecieron Galileo y Newton con sus ideas acerca de la rotación de los
planetas y la ley de gravedad, indicando que la posición de los objetos en el espacio respondía a
un conjunto de fuerzas relacionadas entre sí. Luego vino Einstein a cambiarlo todo, demostrando
que el espacio en realidad es curvo por efecto de la energía vinculada a la masa relativa de los
cuerpos y a sus relaciones, introduciendo la idea de la relatividad. Y estamos ahora, según las
descripciones que las ciencias físicas hacen, viviendo en un espacio cuántico en el que la materia
no existe sino como resultado de un conjunto de vibraciones y frecuencias, que el espacio y el
tiempo están –cuando menos– desdoblados y el universo todo se representa como cuerdas.
Sin embargo, como siempre ha sucedido que la comprensión del universo físico se adelanta a la
de lo humano, nos seguimos concibiendo y continuamos actuando, en líneas generales respecto
al espacio, como lo hacían nuestros antepasados de hace más de 25 siglos… Como si el sol
saliera y se hundiera en el horizonte y los objetos estuvieran allí, materializados y quietos, a
menos que los movamos nosotros. Y en general le prestamos poca atención al espacio y al efecto
que el espacio tiene sobre nosotros. No le ponemos conciencia. Y sin embargo, es decisivo en
nuestro comportamiento.
El espacio donde vamos a trabajar una situación de conflicto es lo primero a lo que un mediador
debe ponerle atención. En cuanto se le pone atención, uno comienza a notar las posibilidades y
los límites que ese espacio puede generar, en uno mismo y en las personas con las que se va a
trabajar. Porque lo más obvio y básico respecto al espacio es que nos invita a establecer límites,
y al hacerlo, generamos distinciones. Entonces, pensamos acerca del espacio en el que vamos a
trabajar el conflicto en este orden: primero,se identifica la influencia en el propio mediador; y
luego,se imagina la influencia que puede tener en los demás.
La disposición de los lugares que tienen las personas en un mismo espacio suele definir sus
roles. Si hay una cabecera o un lugar central, esa posición atrae la atención y define ese rol y los
demás en relación. Si el espacio es circular, todas las posiciones se igualan, aunque la energía
debe comenzar a fluir desde algún punto. La distribución de «lados» ubica a los participantes
frente a frente, o lado a lado. Y así, el posicionamiento físico influirá en los posicionamientos
que los participantes adopten en la interacción, de la misma manera que lo hacen todos los
espacios en las conversaciones cotidianas. Las mujeres no conversan igual entre ellas en la mesa
familiar que en el baño de mujeres. Los hombres no tienen las mismas conversaciones en la
oficina que en el vestuario del club o la cancha de fútbol. El espacio facilita y dificulta el tipo de
interacciones y conversaciones que se pueden sostener en él. Cuando facilitamos un diálogo o
llevamos adelante una mediación, el espacio debe facilitarnos lo que queremos lograr. Y uno
debe preparar el espacio, o bien modificarlo en el curso del procedimiento, como un tipo
específico de intervención.
En mi oficina de mediador con una mesa redonda, en un momento de una mediación entre socios
que estaban separándose, se generó una gran discusión llena de confusiones sobre los activos de
la Empresa y los trabajos pendientes y los cobros futuros, etc. La mesa permitía conversaciones
fluyendo en todas las direcciones y la interacción negativa entre los ex socios ambos con fuerte
personalidad comenzó a complicar todo el proceso. En ese momento, me acordé de la frase de
Ury para ejemplificar el trabajo colaborativo: «hombro a hombro, frente al problema» (Fisher,
Ury y Patton, 2011) y decidí pararme, traer un rotafolio a la sala, pedirles a los socios y sus
abogados que se sienten frente al rotafolio uno al lado del otro y que me vayan indicando lo que
debía escribir en el folio y que me corrijan el dibujo del problema que yo iba haciendo. Toda la
interacción cambió y yo decidí equivocarme varias veces, para que ambos me corrijan a mí,
generando una interacción muy distinta que los puso a ellos cerca y juntos, para aclararme a mí.
¿Cuáles son los elementos más útiles a tener en cuenta acerca del espacio, cuando trabajamos un
conflicto? Por lo menos, se deben considerar tres aspectos (las tres «C»): Comodidad,
Comunicación y Conexión.
Comodidad
Las personas no podemos trabajar bien si no nos sentimos cómodos donde estamos. Si las partes
están sentadas a una mesa, las sillas deben no sólo ser cómodas sino en lo posible iguales, o estar
igualitariamente distribuidas. La luz es primordial para sentirse cómodo, los lugares muy
cerrados o muy oscuros no predisponen a la apertura y a la exploración. Una luz de vela siempre
le da calidez al espacio y la pequeña llama tranquiliza. Los olores y las texturas influyen en
nuestras sensaciones. Y mientras más cómodos estamos, mejor nos sentimos y más fácil nos
resultará la interacción. Es conveniente que como mediador se prepare (o se escoja, si no se tuvo
posibilidad de preparar) el propio lugar en primer término. El mediador debe sentirse cómodo,
no desde el estereotipo de lo que se debe hacer o desde lo que otros hacen, sino desde las propias
preferencias y la sensibilidad de éste, dándose el espacio que necesita y proveyendo el espacio
que se considere que más ayudará a los participantes en su proceso. Esta atención consciente al
espacio que el mediador necesita, le facilita también la atención consciente a las necesidades de
las personas con las que trabaja. No hay una receta, lo que hay son razones para «ocuparse» del
espacio donde se deben producir cambios al interior de cada uno y en la interacción entre los
participantes.
Muchas veces me tocó trabajar en espacios que no pude preparar antes o que fueron definidos
por otros. Recuerdo que trabajando con Naciones Unidas2 me llevaron como facilitador de un
diálogo complejo en las islas Galápagos entre sindicalistas y representantes de pesqueros
artesanales, representantes de la Comunidad Internacional de donantes y el Gobierno local, en
una situación de mucha tensión entre ellos (en las protestas de ese año 2005, ¡hasta se habían
incendiado edificios!) Al llegar, me encontré con un tinglado en el que habían dispuesto mesas
largas en formato de «escuela», unas delante de otras, y todos sentados mirando hacia el frente y
dándole la nuca a los demás. Como otras veces, me vi en el dilema de si debía aceptar la
situación o cambiarla e incomodar a los que ya estaban sentados. Yo me sentía incomodísimo
trabajando así. Opté por cambiar todo, sacar mesas afuera y armar un círculo central con sillas,
solamente para los representantes sindicales y del gobierno local y un semicírculo exterior con
algunas mesas para sentar allí a la comunidad de donantes internacionales y a «observadores»
locales. El movimiento permitió también definir roles que no estaban claros. En un momento en
que las discusiones escalaron y un grupo de sindicalistas se levantó y se retiró, dos de los
observadores locales ubicados en el segundo semicírculo fueron a su encuentro y los trajeron de
nuevo al diálogo, diciéndoles que «desde afuera» ellos veían que lo que estaba pasando era muy
útil.
Comunicación
Lo que hay que hacer fácil y lo más generativa posible es la comunicación; una comunicación
que es propia del espacio de mediación y que a lo largo del proceso deberá ir transformándose de
competitiva en colaborativa. Suelo ejemplificar esta comunicación con líneas que vinculan a los
que se comunican porque ello permite «ver» la naturaleza de los intercambios comunicacionales.
Cuando las partes llegan al espacio de la mediación, habitualmente es porque no han podido
negociar de manera directa una salida a su situación de conflicto y entre ellas no hay una
comunicación fluida.
Tiempo 1: Igual que en el juicio, y como suele suceder naturalmente cuando dos niños se pelean
y aparece un adulto como tercero, lo normal es que cada uno se dirija al mediador tratando de
demostrar que tiene razón en sus planteos y que el otro es el que está equivocado. Cada uno
intentará naturalmente acusar al otro y descalificarlo, como una manera de justificarse y
preservar sus derechos e intereses.
Tiempo 2: Por esa razón es que lo primero que hace un mediador es un «movimiento de
devolución» que se prolonga y se enfatiza todo lo que sea necesario hasta que la «naturaleza»
consensual y no competitiva del espacio donde nos estamos comunicando quede sólidamente
asentada. Esta es la función básica de lo que en la práctica se le llama el «Encuadre de trabajo».
Se trata ni más ni menos que de definir el espacio de la mediación, establecer su naturaleza y
fijar las pautas interaccionales y de comunicación que se invita a que se respeten en este espacio.
Y todo se hace buscando consenso y no impartiendo instrucciones.
¿En qué consiste ese «movimiento de devolución»?, ¿Qué es lo que se le devuelve a las partes?
Tres cosas básicas: Poder, Discurso y Protagonismo (PDP)
Es indispensable consolidar bien este momento de «devolución» (en el tiempo 2) antes de pensar
en cualquier otro tipo de intervención, no sólo porque diferencia a la mediación del juicio, sino
porque el propósito sistémico es lograr que se comience a dibujar una línea punteada suave de
comunicación entre las partes. Es obvio y natural, porque si ellos son los protagonistas que
deciden y comienzan a escuchar de boca del tercero el discurso de la contraparte, no resultará
fácil ignorarla completamente.
Las conversaciones exploratorias son aquellas que amplían y enriquecen la historia del conflicto
que cada parte ha construido y que repite cada vez que habla del tema. Precisamente porque lo
que necesitamos es que «aparezcan» en la conversación nuevos elementos que permitan generar
el cambio, esas conversaciones se disparan primero con preguntas abiertas, que obligan a la parte
a expandir su relato y a incorporar información que comienza a complejizar la historia que trajo
y que le permite mantener el conflicto. Luego, seguiremos con preguntas circulares que, al
esforazarse en responder, le permitirán a la persona «mirar» vinculaciones y relaciones entre
elementos de su relato que no había quizás considerado. Conducir este tipo de conversaciones
requiere que el mediador incorpore un supuesto habilitante y una actitud que a mi modo de ver
son esenciales para el desempeño del rol: el supuesto, es que todas las personas que vienen a la
mediación tienen una enorme riqueza interior que es única y que habitualmente queda sepultada
por la historia del conflicto, y la actitud que se requiere, es la de una aguda curiosidad, entendida
como la consciencia de no saber y el sincero deseo de conocer y comprender el complejo
universo de esa persona.
Tiempo 4: No es sino hasta que la comunicación entre todos los componentes del «sistema
mediación» fluye con solidez que conviene entrar en la etapa de conversaciones generativas.
Cuando las partes entran en la dinámica de construir un acuerdo, la línea de comunicación entre
ellas estará lo suficientemente sólida como para que el mediador intervenga de manera más
suave y puntual, porque en esta etapa las partes están ya negociando los términos del acuerdo.
Las conversaciones generativas implican un paso más allá de las conversaciones exploratorias.
Son conversaciones que se disparan no solamente con la intención de conocer y comprender sino
que el mediador busca desestabilizar la historia original y que se produzca un cambio positivo
entre las partes y respecto del conflicto. Incluye la utilización de técnicas afirmativas que
reestructuren la historia de una manera tal que haya espacio para una solución de consenso al
conflicto. Las conversaciones generativas son aquellas en las que las partes delinean cómo será
su futuro y –en esa misma conversación– comienzan a construirlo, lo generan. También
requieren al menos dos supuestos y una actitud por parte del mediador: el primer supuesto es que
todas las personas son capaces de dirigir su destino en la dirección que lo decidan y el segundo
supuesto es que ese futuro siempre será mejor apoyado en soluciones de consenso que en los
resultados de una confrontación. La actitud que se requiere es la de una profunda confianza en
que el cambio constructivo en las relaciones entre las personas es siempre posible.
Conexión
Soy un convencido de que la calidad del trabajo que hace un mediador es directamente
proporcional a la calidad de la conexión que logra establecer con las personas con las que debe
trabajar. A mayor y mejor conexión, más calidad. Y también a menor conexión, peor calidad en
el trabajo. ¿Qué es la conexión? Por encima de todo, la conexión es conexión «personal». Quiere
decir que nos conectamos con el otro de persona a persona. Por supuesto tenemos nuestro rol de
mediador y ellos el rol de partes, pero es indispensable trascender ese posicionamiento durante el
proceso para poder establecer una conexión personal, esto es, un contacto humano de persona a
persona. Y creo que para que haya conexión personal entre el mediador y las partes con las que
se trabaja, es necesario, de nuevo, que se genere en el propio mediador un espacio interior para
que esa conexión con el otro sea posible. Esto es parte primordial del trabajo como mediador y
generalmente no aparece en los manuales como algo que hay que aprender.
Recuerdo siempre el gran aprendizaje que tuve con el biólogo chileno Humberto Maturana a
quien invité para que nos diera un taller a los mediadores argentinos en Mendoza allá por el año
1998. El aceptó la invitación pero me pidió alguna literatura que le sirviera para entender qué
hacemos los mediadores y yo le di el «Obtenga el Sí. El arte de negociar sin ceder». (Fisher, Ury
y Patton, 2011), entre otros libros. Ya en el taller él dijo: «Hay un concepto muy interesante en
este libro que es eso de ‘ponerse en los zapatos del otro’». Todos los presentes asentimos porque
es una frase de cabecera para el ejercicio de nuestro rol que hemos escuchado y repetido muchas
veces. Pero Maturana agregó: «Lo interesante de esa frase es que para poder ponerse los zapatos
de otro, primero tienes que ser capaz de sacarte los propios. ¡Y eso es lo difícil!» Para mí fue
como una revelación, y ¡es tan obvio!
¿Cómo generar conexión personal? Lo primero es, según Maturana, descalzarse. O sea, hacerse
consciente de los supuestos con los que estás operando y limpiarte de prejuicios respecto al otro.
Y en mi experiencia hay, por lo menos, tres palabras guíaque pueden ayudar en la tarea de
aprender a generar conexión: respeto, compasión y sinceridad.
1. Respeto. Viene del verbo latino «spectare» que significa «mirar» y el prefijo «re» que
implica duplicar la acción. Cuando te manejas con respeto lo que haces es mirar y volver a
mirar al otro, para poder verlo como un otro distinto de ti y con un ser propio, original y
único. Como somos todos los seres humanos.
2. Compasión. Que viene del griego «pathos» que suele traducirse como «sufrir», aunque
prefiero su significado más amplio que se refiere a «todo lo que se siente o experimenta,
estado del alma», y el prefijo «com» que implica «junto a». Cuando te instalas en la
compasión no es que sientes lástima, sino que compartes junto al otro lo que él siente o
experimenta, un estado del alma.
3. Sinceridad. El origen de la palabra «sincero» es interesante, porque viene de la época
romana en la que se hacían esculturas en mármol y era habitual que los escultores usaran
una «cera» para disimular las imperfecciones y rajaduras de la piedra. Muchas veces se
pedía la obra «sin-cerum» de manera que pudiera apreciarse la obra en la piedra tal cual
era, sin ningún arreglo ni agregado de cera para hacerla parecer perfecta.
Estas palabras y sus significados ayudan a ponerse en la disposición interior necesaria para
establecer una verdadera conexión. Debe haber al menos dos personas a conectar, entonces sirve
mirar al otro y volver a mirarlo para tomar consciencia de él y de uno mismo como los términos
que se van a conectar. A eso se le agrega la intención de comprender su sufrimiento y compartir
su estado del alma. Y con una disposición a hacerlo todo con sinceridad, desde la persona que
uno realmente es, sin pretender disimular las propias grietas e imperfecciones que es natural que
cada uno cargue, y que nos humanizan a todos.
Nada tiene mayor potencial para el cambio en las relaciones humanas que la verdadera conexión
personal. Cuando las personas comparten ese estado de conexión es cuando son posibles las
conversaciones exploratorias y las generativas que amplían los espacios de posibilidad,permiten
que aparezcan opciones de solución y se comienza a generar un futuro diferente.
Recuerdo la primera vez que junté a Hugo Chávez con William Uryen el año 2003. Queríamos
iniciar un proceso de diálogo entre los dueños de los medios privados y el gobierno y
necesitábamos la autorización de Chávez (ya habíamos obtenido la de los dueños de medios). En
la reunión, como Ury no habla español, Chávez trajo a su intérprete. Claro, el Presidente hablaba
y hablaba mirándolo a Ury y la intérprete anotaba frenéticamente todo hasta que podía traducir y
entonces Ury debía escucharla y mirarla a ella. La comunicación fluía con dificultad porque
Chávez no podía decir solamente una frase y darle lugar a la traducción inmediata, sino que
hablaba un tiempo prolongado hasta que se daba cuenta que debían traducir y entonces se echaba
hacia atrás esperando que la traductora terminara. Luego de un par de veces que esto sucediera,
para mi sorpresa, Ury le hizo señas a la intérprete para que no le tradujera más y dijo en su muy
precario español «está bem, yo comprende» y se enfocó en Chávez quien, ahora sí, se dedicó a
hablar sin interrupciones mientras Ury lo miraba fijamente a los ojos, con toda intensidad. ¡Yo
no podía creer lo que estaba pasando! Sabía perfectamente que Ury no entendía ni el 10% de lo
que Chávez le decía, pero él seguía mirándolo intensamente y tuve la certeza de que estaban
profundamente conectados. El efecto en Chávez fue muy significativo, se abrió a Ury como yo
no lo había visto en otras circunstancias, nos mostró sus pinturas dedicadas a su hija, nos regaló
un libro en inglés sobre Bolívar y la reunión fue tremendamente positiva para nuestros
propósitos que me tocó a mí explicar, ya que la intérprete había desaparecido… Ury solo sonrió
y dijo muy pocas palabras que yo traduje, pero sin duda había establecido una gran conexión
personal y eso hizo toda la diferencia!
Conclusiones
Entonces, cualquiera sea el contexto en el que sedeba trabajar, lo primero es prestarle atención al
espacio y utilizarlo como una herramienta que optimice las tres «C» del trabajo como mediador:
Comodidad, Comunicación, Conexión. Si se pone atención a esos tres aspectos del proceso se
podrá preparar el mejor lugar para el mediador y para las personas con las que se va a trabajar. El
mismo principio se aplica si se trabaja con dos personas en un escritorio o con una multitud de
personas en un proceso de diálogo. En los procesos con muchas personas sin duda es más
complejo lograr «comodidad» para todos, pero siempre podemos preguntarnos: ¿cómo hacer
para que estemos todos un poco más cómodos?, ¿qué puedo hacer yo para mejorar este espacio?
Es indispensable preveer cómo va a fluir la comunicación entre todos, ¿qué reglas y
procedimientos hace falta establecer para que fluya la conversación en un grupo grande –y cómo
lo haremos-? Y finalmente ¿cómo generar verdadera conexión cuando hay muchas personas en
un mismo espacio? Los principios son los mismos. Cuando se conduce un diálogo entre muchos
lo que se necesita para generar conexión es que se desplieguen conversaciones con respeto,
compasión y sinceridad. Si esto es lo que uno se propone lograr, ¡entonces aparece una manera
de hacerlo!
Tenía la tarea de facilitar un diálogo entre representantes de 6 países (EE.UU. y los 5 países
andinos –Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela– en el año 2010 en el Centro Carter en
Atlanta,y para que las conversaciones fueran significativas me pregunté cómo hacer para
conectar a las personas entre sí, no desde su «representatividad», sino como seres humanos y
además generar un espacio cargado de energía positiva. Entonces ideé un ejercicio de
presentación para abrir el proceso que luego he usado consistentemente en muchos otros casos
para generar un espacio común de conexión personal y carga positiva. Se trata de que cada uno
piense en una persona que admira, y escriba el nombre de esa persona en un papelito de un color,
y luego piense en una persona a la que ama o quiere, y escriba también ese nombre en otro
papelito de otro color. Luego, cada uno de los asistentes se presenta diciendo quién es y lo que
hace y explicando por qué eligió los nombres que puso en cada papelito y quiénes son. Cuando
la gente comparte, en un mismo espacio, sus sentimientos positivos de amor y admiración hacia
otros, de manera natural son sinceros, y lo que dicen suele generar respeto y compasión. Explicar
porqué amas a tu esposa, tus padres o tus hijos o porqué admiras a un amigo, un pariente, tu jefe
o un líder mundial, uno tras otro, va estableciendo un espacio lleno de posibilidades,
comprensión y emociones llenas de carga positiva. Funcionó muy bien y el diálogo posterior se
hizo desde un umbral en el que (porque nos acordábamos de las historias de cada uno) todos nos
re-conocíamos desde un costado muy humano y personal, más allá de los rótulos y máscaras que
habitualmente cargamos.
En conclusión, lo importante es tener en cuenta que todos nosotros nos movemos en el espacio
pensando, sintiendo, diciendo y actuando en consonancia con ese espacio en el que estamos.
Dentro de sus límites y en concordancia con las posibilidades que nos abre. La ventaja de tomar
consciencia de ello como mediadores, es que podemos elegir, diseñar y modificar el espacio en
el que trabajaremos para que estas cuatro actividades básicas de las partes (su pensar, su sentir,
su decir y su hacer) se vean influenciadas por el espíritu y el propósito de la mediación: generar
cambios constructivos.
Acuerdo
Mediación
Arbitraje y
Negociación
1
Acuerdo. Redacción de actas.
Cómo guiar a las partes hacia el
acuerdo parcial o total.
Asistencia letrada. Revisión y
seguimiento. Clases de
acuerdos. Operatividad y
formalización
El acuerdo es la forma óptima de concluir una mediación, y siempre serán las
partes las responsables de arribar o no a este. El mediador será un gran
colaborador, pero nunca será él quien decida cuál es el mejor acuerdo o
solución. Este punto se desarrolla más profundamente en el apartado 3.6.
Etapas de la mediación al cual se remite. Igualmente, en la bibliografía básica
se encuentra desarrollado con gran amplitud.
El comediador deberá cumplir con los requisitos previstos en la Ley 10543 para
los mediadores extrajudiciales, es decir, que pueden poseer cualquier título
universitario. Esta es una gran ventaja en el proceso de mediación, ya que
permite trabajar con dos mediadores de diferentes profesiones, lo que ayuda a
tener una lectura interdisciplinaria del conflicto y, por otro lado, manejar
información técnica que por la profesión de abogado no se posea.
2
Ley Provincial de Mediación N.° 10543. Aspectos
generales. Obligatoriedad, causas mediables y
excepciones
3
EL ACUERDO DE MEDIACIÓN
Abstract
La Ley de Mediación introduce determinadas exigencias de forma, contenido y
documentación del acuerdo de mediación que condicionan su eficacia y, en particular, su
eventual configuración como título ejecutivo mediante su elevación a público. El alcance
de tales exigencias y las consecuencias jurídicas de su inobservancia deben determinarse
teniendo en cuenta el Derecho de los contratos y, en particular, el régimen jurídico de la
transacción, así como los principios informadores de la mediación.
Opinión
El acuerdo de mediación es el contrato por el que las partes solucionan, de manera total o
parcial, la controversia sometida a mediación, evitando así un litigio o poniendo fin al ya
iniciado. Como consecuencia de su naturaleza transaccional, el acuerdo de mediación
queda sujeto al Derecho de los contratos –y, en particular, al régimen jurídico del contrato
de transacción–, con la excepción de aquellos aspectos directamente regulados por la Ley
de Mediación.
En el régimen jurídico del acuerdo de mediación concurren, entre otros, requisitos de
forma (que condicionan su validez) y de documentación (que afectan a su eventual
configuración como título ejecutivo mediante su elevación a público). Por lo que respecta a
su forma, el acuerdo de mediación debe constar por escrito para que pueda considerarse
válidamente celebrado. Por lo que se refiere a su documentación, el acuerdo de mediación
debe quedar registrado tanto en el acta final como en un documento contractual ad hoc,
pues ambos resultan necesarios para dotarlo de fuerza ejecutiva mediante el otorgamiento
de la correspondiente escritura de elevación a público.
Satisfechos los requisitos aplicables, el acuerdo de mediación desplegará los efectos que le
son propios, a saber: (i) ser fuente de obligaciones, imponiendo a las partes el deber de
observar lo pactado y, en particular, de abstenerse de plantear la controversia en sede
litigiosa; (ii) resolver de manera efectiva las cuestiones sometidas a mediación, de suerte
que el acuerdo de mediación resulte oponible, mediante la correspondiente excepción,
frente a la parte que pretenda resucitar cuestiones transigidas en virtud de aquél; y
(iii) gozar de eficacia ejecutiva, siempre que las partes ejerciten su facultad de configurarlo
como título ejecutivo.
1/32
I. Introducción
1. La mediación suele situarse junto con la negociación bajo la rúbrica de las fórmulas
de resolución de disputas autocompositivas 1. Como tal, la mediación 2 se orienta a la
consecución de un acuerdo o solución transaccional que ponga fin –total o
parcialmente– a la controversia suscitada entre las partes, derivada –con carácter
general– de una relación contractual previa. El logro de un arreglo pactado que
satisfaga los intereses de las partes y evite la iniciación de un pleito o un arbitraje (o
ponga fin al ya entablado) se perfila, por tanto, como el resultado deseable 3 de la
mediación. Ese arreglo, al que la Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos
civiles y mercantiles (“LM”) se refiere con la expresión acuerdo de mediación,
constituye el objeto del presente comentario.
1
VIRGÓS SORIANO, M., GUAL GRAU, C., «La mediación como alternativa», en Actualidad Jurídica Uría
Menéndez, núm. 20, 2008, pg. 23.
2
Según el concepto de mediación que la propia LM proporciona en su artículo 1, «Se entiende por mediación
aquel medio de solución de controversias, cualquiera que sea su denominación, en que dos o más partes
intentan voluntariamente alcanzar por sí mismas un acuerdo con la intervención de un mediador». La anterior
previsión es coherente con la Directiva 2008/52, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de
2008, sobre ciertos aspectos de la mediación en asuntos civiles y mercantiles, que en su artículo 3.a) define la
mediación como «Un procedimiento estructurado, sea cual sea su nombre o denominación, en el que dos o
más partes en un litigio intentan voluntariamente alcanzar por sí mismas un acuerdo sobre la resolución de su
litigio con la ayuda de un mediador. Este procedimiento puede ser iniciado por las partes, sugerido u
ordenado por un órgano jurisdiccional o prescrito por el Derecho de un Estado miembro».
3
VIRGÓS SORIANO, M., GUAL GRAU, C., «La mediación como alternativa», cit., pg. 28.
2/32
lo anterior 4, el artículo 6.1 de la Directiva 2008/52, del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 21 de mayo de 2008, sobre ciertos aspectos de la mediación en asuntos
civiles y mercantiles, dirige un mandato a los Estados miembros para que garanticen
que el contenido de un acuerdo escrito resultante de una mediación pueda adquirir
fuerza ejecutiva a solicitud de las partes 5. No hace falta decir que el acuerdo
alcanzado gozará de validez y efectividad aunque no tenga fuerza ejecutiva, tal y
como veremos a continuación.
4
«La mediación no debe considerarse como una alternativa peor que el proceso judicial por el hecho de que
el cumplimiento del acuerdo resultante de la mediación dependa de la buena voluntad de las partes. Por tanto,
los Estados miembros deben asegurar que las partes en un acuerdo escrito resultante de la mediación puedan
hacer que su contenido tenga fuerza ejecutiva. Los Estados miembros solamente deben poder negarse a que
un acuerdo tenga fuerza ejecutiva cuando su contenido sea contrario a su legislación, incluido su Derecho
internacional privado, o cuando esta no disponga la fuerza ejecutiva del contenido del acuerdo específico. Así
podría ocurrir cuando la obligación especificada en el acuerdo no tuviese fuerza ejecutiva por su propia
índole» (Considerando 19 de la Directiva 2008/52).
5
«Los Estados miembros garantizarán que las partes, o una de ellas con el consentimiento explícito de las
demás, puedan solicitar que se dé carácter ejecutivo al contenido de un acuerdo escrito resultante de una
mediación. El contenido de tal acuerdo se hará ejecutivo a menos que, en el caso de que se trate, bien el
contenido de ese acuerdo sea contrario al Derecho del Estado miembro donde se formule la solicitud, bien la
legislación de ese Estado miembro no contemple su carácter ejecutivo» (artículo 6.1 de la Directiva 2008/52).
6
Vid. FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia o ADR. Negociación, Mediación, Peritajes,
Conciliación, Pactos y Transacciones, Iurgium, Madrid, 2013, pg. 290.
3/32
de mediación, sin perjuicio de la aplicación del Derecho de los contratos en todo lo
que no se encuentre expresamente previsto en la LM. Se puede decir por ello que la
LM –y, en particular, su artículo 23– contiene el régimen jurídico de los acuerdos de
mediación. A su estudio dedicaremos las siguientes páginas, no sin antes formular
unas breves consideraciones acerca de la noción de acuerdo de mediación.
7
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia…, cit., pg. 283, se refiere al acuerdo como la «meta de la
mediación».
8
TAMAYO HAYA, S., «Artículo 23», en GARCÍA VILLALUENGA, L., ROGEL VIDE, C. (dirs.), Mediación en
asuntos civiles y mercantiles. Comentarios a la Ley 5/2012, Reus, Madrid, 2012, pg. 290: «En todo caso, la
mediación no supone sino una posible vía para llegar a la transacción, que es el fin. Se configura pues la
mediación como el medio o vehículo para alcanzar un resultado, la transacción, como resulta el proceso o el
arbitraje el medio para lograr una sentencia o laudo».
4/32
(artículo 23.4 de la LM). En conexión con lo anterior, la exposición de motivos de la
LM señala que su Título IV, dedicado al procedimiento de mediación (y en el cual se
encuentra ubicado el artículo 23), “se limita a establecer aquellos requisitos
imprescindibles para dar validez al acuerdo que las partes puedan alcanzar (…)”.
9
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia…, cit., pg. 283.
10
Según la definición «tradicional y clásica» propuesta por DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos
del Derecho Civil patrimonial, vol. I, Introducción. Teoría del Contrato, Civitas, Cizur Menor, 2007,
pg. 133, se considera que el contrato es un acuerdo de voluntades de dos o más personas (duorum vel plurium
consensus) dirigido a crear obligaciones entre ellas (ad constituendum obligationem).
11
GULLÓN BALLESTEROS, A., La Transacción, Instituto de Estudios Jurídicos, Madrid, 1964, pg. 43.
12
CARRASCO PERERA, A., «Artículo 1809», en BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO, R. (coord.), Comentarios al
Código Civil, Aranzadi, Elcano, 2001, pg. 2041: «El segundo rasgo definitorio de la transacción es su
carácter bilateral y oneroso. Cada una de las partes ha de dar, prometer o retener alguna cosa a cambio de la
concesión que hace la otra. Tienen que existir recíprocas concesiones (STS 27 noviembre 1987 [RJ 1987,
8701]). Pero en este punto la jurisprudencia ha operado con enorme amplitud, hasta el punto de negar que sea
exigible en términos reales que ambas partes se sacrifiquen, o admitiendo una concesión meramente moral o
inmaterial, o incluso confundiendo la prestación en que consiste la causa con el simple ánimo de eliminar el
riesgo o la molestia de un proceso judicial (SSTS 14 marzo 1955 [RJ 1955, 765]; 26 junio 1969 [RJ 1969,
3663]; 30 octubre 1989 [RJ 1989, 6972]; 6 noviembre 1993 [RJ 1993, 8618]). Con la enorme amplitud con la
5/32
c) Causa 13 transaccional: la finalidad perseguida por el acuerdo de mediación es
análoga a la del contrato de transacción: solucionar una controversia mediante
la autocomposición 14 de las partes –asistidas por un mediador 15– y con
exclusión, por tanto, de la decisión de un tercero –juez o árbitro– que se
imponga a aquéllas.
que opera la jurisprudencia española, la transacción queda equiparada a todo contrato, del tipo que fuera, por
el que se culmina una “situación de tensión preexistente”».
13
De acuerdo con DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 275, entendemos por
causa el resultado que las partes quieren conseguir o el propósito práctico buscado con la celebración del
contrato.
14
Informe del Consejo General del Poder Judicial al Anteproyecto de Ley de Mediación en Asuntos Civiles y
Mercantiles, pg. 21: «la mediación es un método de solución de controversias jurídicas basado en la
autocomposición, de tal forma que son las propias partes las que ponen fin al conflicto por vía del acuerdo».
15
El mediador no aporta la solución de la controversia sino que elimina los obstáculos que dificultan que las
propias partes alcancen por sí mismas esa solución, según han señalado con acierto VIRGÓS SORIANO, M.,
GUAL GRAU, C., «La mediación como alternativa», cit., pg. 25.
16
GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809», en PAZ-ARES RODRÍGUEZ, C., DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN,
L., BERCOVITZ, R. y SALVADOR CODERCH, P. (coord.), Comentario del Código Civil, tomo II, Ministerio de
Justicia, Madrid, 1991, pg. 1769.
6/32
evitar el inicio de un procedimiento judicial o arbitral –o poner fin al ya iniciado–
respecto de aquellas cuestiones.
9. Así concebido, el acuerdo de mediación podrá asimilarse, por regla general, a una
transacción 17, con la especialidad de haberse formado y alcanzado a través del
procedimiento de mediación regulado en la LM. En su condición de contrato de
transacción, el acuerdo de mediación comparte la “estructura bifronte” 18 propia de
aquél y, por tanto, está llamado a desplegar efectos en dos planos: obligacional y
procesal 19. Por lo que respecta al plano obligacional, el acuerdo de mediación es, al
igual que la transacción, un contrato y, como tal, es fuente de obligaciones
(1089 CC) que tienen fuerza de Ley entre las partes (1091 CC). Por lo que respecta al
plano procesal, el acuerdo mediación, al igual que la transacción, podrá hacerse valer
en un eventual proceso judicial o arbitral que tuviera por objeto alguna de las
cuestiones resueltas en el acuerdo de mediación 20, mediante la formulación de la
correspondiente excepción (i.e. excepción de transacción, también conocida como
exceptio pacti o exceptio litis per transactionem finitae), análoga a la excepción de
cosa juzgada material (1816 CC) 21. En otras palabras, aquella parte del acuerdo de
mediación que –pretendiendo ignorarlo– intente exigir el cumplimiento de una
obligación extinguida en virtud de aquél, verá frenada su pretensión con la excepción
formulada sobre la base del acuerdo de mediación.
17
Se muestran partidarios de calificar el acuerdo de mediación como transacción, entre otros, TAMAYO
HAYA, S., «Artículo 23», cit., pgs. 286-287, SENÉS MOTILLA, C., «La eficacia del “compromiso de
mediación” y de los “acuerdos de mediación”» (legaltoday.com; 11 de junio de 2012), VARA GONZÁLEZ,
J. M., «Aspectos notariales de la Ley de Mediación. Referencia a la mediación familiar», en Revista Jurídica
del Notariado, núm. 82, 2012, pg. 456 y ANDRÉS CIURANA, B., «La mediación civil y mercantil: una
asignatura pendiente en España», en Actualidad Jurídica Uría Menéndez, núm. 12, 2005, pg. 65, quien señala
que la culminación natural de toda mediación es el contrato de transacción.
18
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos del Derecho Civil patrimonial, vol. IV, Las particulares
relaciones obligatorias, Civitas, Cizur Menor, 2010, pgs. 706 y 711-712.
19
GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809», cit., pg. 1774: «Transacción y sentencia. La primera
afirmación que hace el artículo que se comenta es la que la transacción tiene para las partes autoridad de cosa
juzgada. Por tanto, no se trata de una mera duplicación del art. 1091, se quiere decir algo más que es un
contrato del que surge una ley privada. Se quiere darle una eficacia procesal, en cuanto es productor de una
excepción, oponible a cualquiera de los transigentes que, vigente la transacción, pretenda llevar la cuestión
que se discutió y zanjó al conocimiento de la autoridad judicial».
20
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. IV, cit., pg. 712.
21
GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809», cit., pg. 1774: «Esa excepción es la exceptio rei per
transactionem finitae, paralela a la excepción de cosa juzgada material, y sujeta por tanto a los mismos
límites subjetivos que delimitan ésta (STS 28-XI-84 y 10-IV-85)».
7/32
10. Por otra parte, y en su condición de acuerdo resultante del proceso de mediación
reglamentado en la LM, el acuerdo de mediación es susceptible de ser configurado
como un título ejecutivo (artículo 25 LM), con el rango propio de los títulos
ejecutivos judiciales y arbitrales (al ubicarse en los números 2º y 3º del artículo 517.2
de la LEC, según sea elevado a escritura pública ante notario u homologado por un
tribunal, respectivamente), tal y como se indicó anteriormente.
22
Recuérdese que la exposición de motivos de la LM señala que su Título IV, en el cual se ubica el artículo
23, «se limita a establecer aquellos requisitos imprescindibles para dar validez al acuerdo que las partes
puedan alcanzar».
23
Vid. GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809», cit., pgs. 1774-1775.
8/32
12. Expuestas las anteriores consideraciones acerca del concepto y naturaleza jurídica
del acuerdo de mediación, pasamos a continuación a analizar su régimen jurídico y,
en particular, las disposiciones contenidas en el artículo 23 de la LM que lo
conforman, al ser este precepto el objeto principal de este comentario.
13. Al encarar el análisis del régimen jurídico del acuerdo de mediación, conviene
comenzar por definir con nitidez la finalidad de este estudio. Lo que ahora nos
proponemos es determinar las condiciones que deben verificarse para que un acuerdo
de mediación despliegue los efectos que le son propios, a saber: en primer lugar, ser
fuente de obligaciones, imponiendo a las partes el deber de cumplir lo pactado y, en
particular, de abstenerse de plantear la controversia así resuelta ante un tribunal
judicial o arbitral (eficacia obligacional); en segundo lugar, resolver de manera
efectiva las cuestiones sometidas a mediación –en el sentido de evitar un posible
pleito o arbitraje o poner fin al ya iniciado–, para lo cual resulta necesario que el
acuerdo de mediación resulte oponible, mediante la correspondiente excepción,
frente a la parte que pretendiera resucitar en sede judicial (o arbitral) cuestiones
transigidas en virtud de aquél (eficacia procesal); y, en tercer lugar, gozar de eficacia
ejecutiva, siempre que las partes ejerciten su facultad de configurarlo como título
ejecutivo (eficacia ejecutiva).
14. Los aspectos del acuerdo de mediación directamente regulados por la LM son, en
esencia, los previstos en el artículo 23 de la LM, a saber: (i) forma del acuerdo; (ii)
régimen de documentación; (iii) límites material y temporal; y (iv) contenido
preceptivo 24. El artículo 23 de la LM es por ello la norma general del sistema español
sobre los acuerdos de mediación. Ahora bien, como quiera que algunas de las reglas
contenidas en el artículo 23 de la LM no pueden ser debidamente comprendidas e
interpretadas sin tener en cuenta determinadas previsiones de los artículos 22 y 25 de
24
A pesar de que el artículo 23 de la LM dedica su apartado 4 al régimen de ineficacia del acuerdo de
mediación, el contenido de éste no modifica el régimen de ineficacia al que el acuerdo de mediación está
sujeto en su condición de contrato de transacción. En consecuencia, según explicaremos más adelante, el
acuerdo de mediación podrá ser impugnado por las causas determinantes de la invalidez de los contratos, con
las especialidades propias de la transacción previstas en los artículos 1817 a 1819 CC.
9/32
la LM, éstos también integran, siquiera indirectamente, el régimen del jurídico del
acuerdo de mediación contenido en la LM. A continuación examinaremos las reglas
fundamentales que conforman ese régimen jurídico.
15. El acuerdo de mediación debe constar por escrito. Este requisito de forma no tiene en
la LM un alcance meramente probatorio, sino que constituye una auténtica condición
de validez del acuerdo de mediación 26. El valor constitutivo de la documentación
supone que sólo habrá acuerdo de mediación cuando las partes hayan manifestado su
consentimiento mediante la firma de un documento que refleje lo acordado. En otras
palabras, no existirá acuerdo de mediación hasta que ese consentimiento haya
quedado exteriorizado precisamente de esa manera.
25
VARA GONZÁLEZ, J.M., «Aspectos notariales de la Ley de Mediación. Referencia a la mediación familiar»,
cit., pg. 457: «La expresión “acuerdos de mediación” contenida en la configuración del título ejecutivo
suscita la cuestión de más enjundia para el futuro éxito social de la norma. Sustantivamente, el acuerdo de
mediación corresponde, como hemos dicho, a la perfección de un contrato de transacción sobre el conflicto
subyacente; […]. Formalmente, el acuerdo de mediación es el documento recogido en el art. 23, que firman
al menos las dos partes (a diferencia del decreto-ley, no necesariamente el mediador) tras haberse alcanzado
el acuerdo en la sesión final del proceso».
26
En este sentido, TAMAYO HAYA, S., «Artículo 23», cit., pg. 297; en contra, BARONA VILAR, S., Mediación
en asuntos civiles y mercantiles en España, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2013, pg. 445.
10/32
16. No cabe por tanto admitir la validez de un acuerdo verbal de mediación 27. Mientras
el acuerdo de voluntades no haya quedado documentado, nos encontraremos todavía
con un acuerdo de mediación in itinere, en formación, pero no concluido 28. Sólo
cuando el documento haya sido firmado puede decirse que el contrato se ha
perfeccionado y existe jurídicamente. El acuerdo de mediación debe ser considerado,
por ello, como un contrato formal 29.
27
No sería posible un acuerdo de mediación in voce, ni siquiera en el caso de que el acta final, firmada por el
mediador y las partes, indique que la mediación ha concluido mediante un acuerdo verbal.
28
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 302.
29
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 290: «Denominamos contratos formales
a todos aquellos en los cuales, bien por disposición de la ley o bien por voluntad de las partes, el contrato no
alcanza plena validez y eficacia jurídica más que cuando las voluntad contractual ha sido expresada o
manifestada a través de unas especiales solemnidades, modernamente sobre todo a través de la suscripción de
un documento».
30
LÓPEZ Y LÓPEZ, A. M., «Artículo 1278», en PAZ-ARES RODRÍGUEZ, C., DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L.,
BERCOVITZ, R. y SALVADOR CODERCH, P. (coord.), Comentario…, tomo II, cit., pg. 502.
31
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 296.
11/32
contemplado en la LM. En este sentido, bien puede entenderse que, con la sumisión
expresa o tácita a la LM, las partes convienen que el acuerdo de mediación sólo
quedará perfeccionado con la firma del documento en que se haga constar (forma
convencional). Por lo demás, la forma escrita –y las ventajas que conlleva en
términos de certidumbre, facilidad probatoria y seguridad jurídica– parece
especialmente apropiada para el acuerdo de mediación como negocio por el que las
partes ponen fin a una controversia y se comprometen a no “exhumar pactos o
cláusulas, vicios o defectos, posiciones o circunstancias afectantes a las relaciones
jurídicas cuya colisión o incertidumbre generó el pacto transaccional” (SSTS 26 de
abril de 1963 [RJ 1963, 2418], 14 de diciembre de 1988 [RJ 1988, 9442], 20 de abril
y 30 de octubre de 1989 [RJ 1989, 3244 y 6972], 4 de abril de 1991 [RJ 1991, 2634]
y 6 de noviembre de 1993 [RJ 1993, 8618]).
Desarrollo. Aunque el tema de la formación del contrato rebasa con creces el propósito de
este estudio, nos parece conveniente dejar apuntadas algunas ideas que pueden resultar de
utilidad para la recta comprensión de la noción de acuerdo de mediación.
En primer lugar, no existirá acuerdo de mediación cuando lo que firmen las partes al término
de la mediación no sea más que un mero acuerdo de intenciones 32, que reglamente una
continuación de su negociación sin poner fin al posible litigio o arbitraje (o al ya iniciado).
En esos casos no existirá acuerdo de mediación por la sencilla razón de que las partes no
tienen obligación de celebrar el contrato que se proponen seguir negociando para poner fin a
su controversia, y pueden por tanto desvincularse de la negociación cuando lo estimen
conveniente (naturalmente, conforme a la buena fe, pues en caso contrario habrán de
indemnizar el interés contractual negativo, aunque ello no les impedirá desvincularse).
También puede suceder que las partes alcancen en la mediación acuerdos sobre determinadas
cuestiones y –previa documentación y firma de esos acuerdos– decidan seguir negociando
32
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 325, conceptúa los acuerdos de
intenciones como aquéllos destinados a disciplinar la fase de negociaciones y a establecer los recíprocos
derechos y deberes de las partes dentro de ella.
12/32
sobre las demás, ya sin la intervención del mediador. En esos supuestos (que DÍEZ-PICAZO
sitúa bajo la rúbrica de acuerdos con términos abiertos 33), podrá entenderse que existe
acuerdo de mediación sobre las cuestiones transadas por las partes, a menos, claro está, que
las partes no tuvieran intención de quedar vinculadas mientras las restantes cuestiones
pendientes no hubieran quedado cerradas (o cuando el pacto alcanzado se refiera a los
extremos accesorios de un negocio, quedando pendientes de acuerdo sus elementos
esenciales).
Un supuesto diferente al examinado anteriormente se presenta cuando las partes concluyen la
mediación con un acuerdo que consignan por escrito en el acta final, si bien convienen que el
acuerdo de mediación sólo podrá considerarse celebrado mediante la posterior firma de un
documento ad hoc independiente del acta final (mediante la utilización de expresiones como
subject to contract u otras parecidas, o por medio de alusiones a un documento final) 34. En
tal caso, el acta final no podrá tener la consideración de acuerdo de mediación. Cuando las
partes condicionan su voluntad de quedar vinculadas a la firma de un contrato ulterior, lo
recogido en el acta final sólo tendrá el valor de tratos preliminares, pues el acuerdo
proyectado no podrá tenerse por perfeccionado mientras las partes no firmen el documento
definitivo que aquéllas pactaron expresamente otorgar. En esos casos, la mediación habrá
concluido –a pesar de las apariencias– sin acuerdo, pues las partes no han quedado
vinculadas por la firma del acta final. En cuanto al contrato que las partes puedan firmar con
posterioridad, su calificación como acuerdo de mediación debe considerarse cuando menos
dudosa, pues en puridad la voluntad contractual se habrá formado una vez concluida la
mediación y, por tanto, extramuros de ésta (lo que contraviene el límite temporal a que los
acuerdos de mediación están sujetos en virtud de lo previsto en el artículo 23.1.I de la LM.
Tal y como se explicará más adelante con el debido pormenor, el referido límite temporal
supone que la calificación de acuerdo de mediación queda reservada a los convenios
alcanzados dentro del procedimiento de mediación y reflejados como tales en el acta final,
que pone fin al procedimiento).
Por último, no debe descartarse que el documento firmado por las partes como resultado de
la mediación merezca la calificación de precontrato o promesa de contrato. Así sucederá
siempre que las partes hayan manifestado su voluntad de quedar vinculadas
contractualmente, si bien dejando para un momento posterior la puesta en vigor del contrato
proyectado, que se producirá a instancias de cualquiera de ellas. La pregunta relevante en
esos casos no será tanto si la mediación ha concluido con acuerdo –pues el precontrato es ya
en sí mismo un contrato– sino si ese acuerdo puede calificarse como acuerdo de mediación.
En nuestra opinión, la respuesta será afirmativa siempre que las partes puedan exigirse
forzosamente el cumplimiento de lo pactado, para lo cual será preciso tener en cuenta, entre
otros extremos, la regla del artículo 708 LEC, que exige examinar si los elementos esenciales
del contrato proyectado quedaron o no predeterminados por las partes.
3. Admisibilidad del pacto en contrario a la forma escrita
20. Por último, resta por abordar la cuestión de la naturaleza imperativa o dispositiva de
la exigencia de la forma escrita del acuerdo de mediación. En principio, no se
aprecian inconvenientes (más allá de los relativos a la certidumbre, seguridad
33
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 393.
34
Sobre los supuestos de documentación constitutiva ex voluntate, vid. DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L.,
Fundamentos…, vol. I, cit., pgs. 302-303.
13/32
jurídica y valor probatorio) a que las partes puedan derogar convencionalmente la
forma ad solemnitatem (ya sea mediante un pacto ad hoc, ya sea a través del
sometimiento a un reglamento de mediación que permita tener por excluida la
exigencia de forma escrita). En este sentido, la derogación del régimen legal de la
forma del acuerdo de mediación parece insuficiente para contravenir los límites a la
exclusión voluntaria de la Ley aplicable prescritos en el artículo 6.2 CC (interés y
orden público y perjuicio a terceros), máxime cuando uno de los principios
informadores de la LM es, precisamente, el de “voluntariedad y libre disposición”
(artículo 6 de la LM).
21. De acuerdo con lo anterior, las partes están facultadas para excluir de mutuo acuerdo
la exigencia de forma escrita del acuerdo de mediación (por más que esto no pueda
parecer aconsejable). En tal caso, existirá acuerdo de mediación –y, por tanto, las
partes quedarán vinculadas– desde que el consentimiento haya quedado manifestado,
sin necesidad de documentar en modo alguno las declaraciones de voluntad de las
partes. La falta de forma escrita no comprometerá la perfección y validez del acuerdo
alcanzado, debiendo entenderse aplicable el artículo 1279 CC y la jurisprudencia que
lo ha interpretado, que DÍEZ-PICAZO 35 sintetiza en las siguientes reglas: (i) antes de la
documentación de lo acordado existe ya contrato; (ii) las partes están obligadas a
documentar su acuerdo y cada una de ellas puede exigir a la otra la suscripción del
documento; (iii) la posibilidad anterior constituye una facultad y, por ello, las partes
no podrán ampararse en la falta de documentación para enervar una acción dirigida a
exigir el cumplimiento del contrato; y (iv) la acción dirigida a reclamar la
documentación del contrato puede ejercitarse simultáneamente con la enderezada a
pedir su cumplimiento.
22. Lógicamente, el pacto por el que las partes derogan la exigencia de forma escrita del
acuerdo de mediación no será oponible en sede de configuración del acuerdo de
mediación como título ejecutivo, ya que el artículo 25.1.II de la LM exige la
presentación al notario del acuerdo de mediación acompañado de copia de las actas
35
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 303.
14/32
de la sesión constitutiva 36 y final de la mediación 37. En consecuencia, la forma
escrita debe considerarse como un requisito inderogable para dotar de fuerza
ejecutiva al acuerdo de mediación.
B. Documentación y ejemplares
23. El acuerdo de mediación debe quedar documentado en el acta final (artículo 22.3 de
la LM) y en el “acuerdo de mediación-documento” (artículo 23.2 de la LM). De uno
y otro documento se entregará un ejemplar a cada una de las partes, reservándose
otro el mediador para su conservación.
25. Como quiera que el acuerdo de mediación es un contrato formal y, por tanto, no
queda perfeccionado mientras no conste por escrito, será preciso que al menos uno
de los dos documentos (bien el acta final, bien el documento ad hoc) haya sido
36
Según el artículo 19.2 de la LM, la sesión constitutiva debe documentarse en un acta firmada por las partes
y el mediador en la que han de hacerse constar los extremos enumerados en el artículo 19.1 de la LM, a
saber: (i) identificación de las partes; (ii) designación del mediador y, en su caso, de la institución de
mediación; (iii) objeto del conflicto que se ha sometido a mediación; (iv) programa de actuaciones y duración
máxima, sin perjuicio de su eventual modificación; (v) información sobre el coste de la mediación, con
indicación de los honorarios del mediador y otros posibles gastos; (vi) declaración de aceptación voluntaria
de la mediación por las partes; y (vii) lugar e idioma del procedimiento.
37
De acuerdo con lo previsto en el artículo 22.3 de la LM, el acta final –que ha de ir firmada por el mediador
y las partes– determinará la conclusión del procedimiento y, en su caso, reflejará los acuerdos alcanzados de
forma clara y comprensible, o su finalización por cualquier otra causa.
15/32
firmado por las partes para que exista (rectius, para que pueda existir, pues la forma
escrita no es el único requisito de validez) acuerdo de mediación.
26. Así, el acta final servirá para llenar la forma escrita preceptiva, siempre que aquélla
haya sido firmada por las partes. Como es sabido, el artículo 22.3 de la LM exige que
el acta final refleje, cuando la mediación concluya mediante acuerdo, el contenido de
éste de forma clara y comprensible, así como que aquélla sea firmada por todas las
partes. Cumplidas ambas exigencias, el requisito de la forma escrita deberá
entenderse satisfecho. De ahí que, como regla general, el acuerdo de mediación
quedará perfeccionado y adquirirá plena validez y eficacia jurídica con la firma del
acta final por las partes (no siendo necesario por tanto suscribir con posterioridad un
“acuerdo de mediación-documento” para considerar válidamente celebrado el
acuerdo de mediación).
Desarrollo. En la práctica, no será infrecuente que el acta final refleje los términos
fundamentales del acuerdo alcanzado por las partes en el procedimiento de mediación y las
obligaciones de cada una, y que las partes difieran para un momento ulterior la suscripción
de un documento en el que recojan con el debido pormenor los términos de su acuerdo. En
ese supuesto, el acta final permitirá tener por cumplida la exigencia de la forma escrita del
acuerdo de mediación, siempre que, claro está, haya sido firmada por las partes. Es más,
como se ha dicho, en la medida en que el acta final recoja todos los requisitos del acuerdo de
mediación, tendrá la consideración de un verdadero acuerdo de mediación (en tal caso, una
parte morosa no podrá obviar el cumplimiento de sus obligaciones alegando que hay acta
final, pero no acuerdo de mediación). El posterior otorgamiento y firma de un “acuerdo de
mediación-documento” independiente del acta final no será, en consecuencia, más que un
acto de documentación del acuerdo de mediación (previamente perfeccionado mediante la
suscripción del acta final), con el que las partes presumiblemente pretenderán dar
cumplimiento a la exigencia de documentación (no de forma) establecidas en los artículos
22.3 y 23.2 de la Ley.
27. También podría suceder –aunque a priori se antoje menos probable– que el acuerdo
alcanzado se documente y suscriba por las partes (adquiriendo con ello existencia y
validez) con anterioridad a la emisión del acta final. En ese caso, con la firma por las
partes del “acuerdo de mediación-documento” (que en este caso reunirá asimismo la
condición de “acuerdo de mediación-contrato”) el negocio quedará perfeccionado y
surtirá plenos efectos (siempre, lógicamente, que cumpla con el resto de exigencias
legales). El acta final podrá limitarse entonces a hacer constar que la mediación ha
concluido con un acuerdo entre las partes en los términos del “acuerdo de mediación-
documento” firmado con anterioridad, incorporándolo por referencia.
16/32
28. Lógicamente, el otorgamiento del acta final y la firma del “acuerdo de mediación-
documento” podrá tener lugar –huelga decirlo– de manera simultánea, en unidad de
acto.
29. Los requisitos del acuerdo de mediación no se agotan con la forma escrita ni con el
régimen de documentación, pues la LM impone un contenido legal mínimo. En
concreto, el artículo 23.1.II de la LM exige que en el acuerdo de mediación se hagan
constar los siguientes extremos: (i) identidad y domicilio de las partes 38; (ii) lugar y
fecha de suscripción; (iii) obligaciones que cada parte asume; (iv) indicación de que
se ha seguido un procedimiento de mediación ajustado a las disposiciones de la LM;
e (v) identificación del mediador y, en su caso, de la institución de mediación. Las
menciones anteriores integran, por tanto, el contenido preceptivo del acuerdo de
mediación.
38
En el procedimiento simplificado de mediación por medios electrónicos, la identidad de las partes deberá
acreditarse, en todo caso, en el momento de la firma del acuerdo de mediación por alguno de los medios
previstos en el apartado 1 del artículo 32 del Real Decreto 980/2013, de 13 de diciembre, por el que se
desarrollan determinados aspectos de la LM, de acuerdo con lo previsto en el párrafo segundo del precepto
anteriormente citado.
17/32
30. En atención a la finalidad de este estudio, resulta obligado analizar en primer lugar si
el contenido legal mínimo del acuerdo de mediación constituye un auténtico requisito
de validez o si simplemente condiciona su eventual configuración como título
ejecutivo mediante su elevación a público. En otras palabras –y retomando la
distinción terminológica anteriormente empleada–, debemos preguntarnos si las
menciones preceptivas del artículo 23.1.II de la LM se predican tanto del “acuerdo de
mediación-contrato” como del “acuerdo de mediación-documento”, o únicamente del
segundo.
32. Ahora bien, de lo anterior no puede inferirse la conclusión de que cualquier defecto
de contenido, por nimio que parezca, determine la invalidez del acuerdo de
mediación por vulneración de su contenido mínimo legal. Parece claro que no puede
ser así. La parte que pretenda hacer valer la ineficacia del acuerdo sobre la base de
una irregularidad formal de entidad ínfima estará actuando con abuso de derecho. En
efecto, no parece aceptable que la falta de indicación del domicilio de alguna de las
partes pueda determinar la invalidez del acuerdo de mediación, pues no sería
conforme con las exigencias de la buena fe que una parte opusiera la ineficacia del
acuerdo de mediación con base en un defecto menor y subsanable en esencia. Será
preciso por ello efectuar un ejercicio de ponderación caso por caso, valorando la
importancia específica que deba atribuirse a la irregularidad considerada en cada
supuesto concreto. En todo caso, los defectos relativos al contenido mínimo legal del
acuerdo de mediación deberán quedar subsanados como presupuesto ineludible para
18/32
que las partes puedan conferir a su acuerdo eficacia ejecutiva mediante su elevación
a escritura pública.
33. Por último, conviene aclarar que las menciones preceptivas del artículo 23.1.II de la
LM deben entenderse como contenido mínimo. Por ello, aunque la Ley no lo prevea
expresamente, el acuerdo de mediación podrá incluir otras disposiciones que son
habituales en el tráfico civil y mercantil, tales como cláusulas de confidencialidad,
derecho aplicable, resolución de disputas o elevación a público. En relación con esta
última, nada impide que las partes se reserven, bien ambas o bien una sola de ellas, la
facultad de exigir en un momento posterior la elevación a público del acuerdo de
mediación, pudiendo otorgarse al efecto el correspondiente poder irrevocable.
34. Según el artículo 23.1.I LM, el acuerdo de mediación puede versar sobre todas o
parte de las cuestiones sometidas a mediación, con lo que la Ley reconoce
expresamente la validez de los posibles acuerdos parciales.
19/32
mediación. En aplicación de este límite, deberán considerarse extraños al
acuerdo de mediación los pactos que las partes puedan alcanzar sobre materias
que queden fuera del alcance de la controversia sometida a mediación.
b) Por otra parte, el límite temporal impide que los pactos alcanzados entre las
partes con posterioridad a la terminación del proceso de mediación puedan ser
calificados como acuerdos de mediación. De esta manera, esa calificación
queda estrictamente reservada a los acuerdos alcanzados dentro del
procedimiento de mediación y reflejados como tales en el acta final. Tras la
emisión del acta final, la mediación concluye (“el acta final determinará la
conclusión del procedimiento” dice el artículo 22.3 de la LM) 39 y las materias
que integraron su objeto dejan de estar sujetas a mediación, por lo que los
acuerdos que las partes puedan celebrar ulteriormente respecto de aquéllas no
versarán ya sobre “materias sometidas a la mediación” y no podrán
considerarse por tanto como parte de un acuerdo de mediación.
37. La distinta naturaleza –material y temporal– de los límites considerados explica los
diferentes juicios que en cada caso resultan pertinentes para controlar su
cumplimiento. En el caso del límite material, será preciso llevar a cabo un juicio de
contraste entre lo acordado y lo sometido a mediación, análogo al requerido para
determinar la existencia del vicio de incongruencia en el laudo 40. En este sentido,
debe tenerse en cuenta que el acuerdo de sumisión a mediación se referirá, en la
mayor parte de los casos, a las controversias potenciales que puedan surgir de una
determinada relación jurídica. Sólo después, tras el inicio del procedimiento de
39
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia…, cit., pg. 285.
40
Vid. CADARSO PALAU, J., «Artículo 41», en GONZÁLEZ SORIA, J. (coord.), Comentarios a la nueva Ley de
Arbitraje. Ley 60/2003, de 23 de diciembre, Aranzadi, Cizur Menor, 2011, pg. 567.
20/32
mediación, podrán quedar delimitadas objetivamente las cuestiones que constituyen
su objeto. De ahí la importancia de que las partes fijen con nitidez el ámbito objetivo
de la controversia en el acta de la sesión constitutiva y el acierto del legislador al
exigirles que hagan constar en aquélla “el objeto del conflicto que se somete al
procedimiento de mediación” (artículo 19.1.c) de la LM). En cualquier caso, nada
impide que las partes puedan ampliar progresivamente el alcance objetivo del
procedimiento de mediación mediante la incorporación de cuestiones adicionales
(claro está, siempre con anterioridad al otorgamiento del acta final). Por lo demás,
parece que la determinación de la correspondencia entre lo sometido a mediación y
lo acordado deberá llevarse a cabo con razonable flexibilidad, tal y como como
sucede en el ámbito del arbitraje, según jurisprudencia conteste 41. Por lo que respecta
al límite temporal, bastará por regla general con atender a la fecha del acta final para
determinar si el acuerdo fue alcanzado dentro del procedimiento de mediación o una
vez concluido éste. La aplicación de este test resultará particularmente relevante en
los casos en que las partes suscriban un contrato con posterioridad a la firma del acta
final, según lo explicado con anterioridad al examinar las cuestiones que pueden
plantearse en los casos de otorgamiento sucesivo del acta final y del “acuerdo de
mediación-documento” 42.
41
En este sentido, CADARSO PALAU, J., «Artículo 41», cit., pg. 567: «De manera constante, la jurisprudencia
ha venido insistiendo en la flexibilidad con que ha de ser apreciada la correspondencia entre lo controvertido
y lo que puede ser decidido por los árbitros. Como señaló la STS de 25 octubre 1982 (RJ 1982, 5573), las
facultades de los árbitros “vienen determinadas por el thema decidendi establecido por la voluntad de las
partes, estando ciertamente aquéllos sometidos al principio de congruencia, sin que puedan traspasar los
límites del compromiso resolviendo cuestión no sometida a su decisión; pero eso no implica que estén
obligados a interpretarlo tan restrictivamente que se coarte su misión decisoria de conflictos de forma
extrajudicial, sino que la naturaleza y finalidad del arbitraje permita una mayor elasticidad en la
interpretación de las estipulaciones que describen las cuestiones a decidir, las que deben apreciarse no
aisladamente, sino atendiendo a aquella finalidad y a sus antecedentes, pudiendo reputarse comprendidas en
el compromiso aquellas facetas de la cuestión a resolver íntimamente vinculadas a la misma y sin cuya
aportación quedaría la controversia insuficientemente fallada; es decir, como declaró ya la sentencia de esta
Sala de 24 de abril de 1953 (RJ 1953, 926), el árbitro puede resolver cuestiones que sean consecuencia lógica
y obligada de las que se han planteado; conclusiones derivadas de la naturaleza jurídica del compromiso
arbitral que se hallan corroboradas por la interpretación que ha de darse al acuerdo contractual delimitador de
aquellas cuestiones controvertidas y pendientes objeto de arbitraje, en cuya operación ha de tenerse en cuenta
el espíritu y finalidad que haya presidido el negocio infiriéndolos de las circunstancias concurrentes y de la
total conducta de los interesados, teniendo importancia muy relevante, como ya observó la sentencia de 14 de
enero 1964 (RJ 1964, 153), la conexión que el acto o negocio guarde con otros que le hayan servido de
antecedente”».
42
Vid. supra ¶ 28.
21/32
IV. Efectos del acuerdo de mediación
A. Eficacia obligacional
43
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia…, cit., pg. 284.
44
Sobre la aplicabilidad de la facultad resolutoria del artículo 1124 CC al acuerdo de transacción, vid.
TAMAYO HAYA, S., El contrato de transacción, Civitas, Madrid, 2003, pg. 449, GULLÓN BALLESTEROS, A.,
La Transacción, cit., pg. 157 y GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809», cit., pg. 1775.
22/32
40. Por su parte, la naturaleza transaccional del acuerdo de mediación determina la
sujeción de sus efectos a lo dispuesto en el artículo 1816 CC 45, según el cual “la
transacción tiene para las partes la autoridad de cosa juzgada; pero no procederá la
vía de apremio sino tratándose del cumplimiento de la transacción judicial.” Al
examinar la equiparación de la transacción con la cosa juzgada con que la norma
principia, GULLÓN advierte que “la composición de la controversia por la transacción
impide que pueda ser llevada posteriormente al examen de un tercero (autoridad
judicial o arbitraje) para que decida sobre ella” 46.
41. De acuerdo con lo anterior, la transacción obliga a las partes a no volver a plantear la
controversia objeto del acuerdo transaccional 47. Esa obligación es plenamente
congruente con la finalidad propia de la transacción de poner fin a un conflicto. En
este sentido, la jurisprudencia ha señalado de manera continuada que la transacción
extingue los derechos y acciones derivados de la relación jurídica controvertida e
incierta, a la que pone término sustituyéndola por otra cierta y no controvertida que
origina nuevos vínculos y obligaciones (SSTS 8 de julio de 2008 [RJ 2008, 3351] y
17 de julio de 2008 [RJ 2008, 6281]). De ahí que se niegue a las partes la posibilidad
de plantear cuestiones que afecten a las situaciones preexistentes a la transacción,
que habrán perdido la protección jurídica al ser transigidas (SSTS de 20 de octubre
de 2004 [RJ 2004, 6575] y 7 de julio de 2006 [RJ 2006, 4715]). En definitiva,
perfeccionada la transacción “no será lícito exhumar situaciones preexistentes
afectantes a situaciones jurídicas cuya colisión e incertidumbre dieron lugar a la
transacción, y habrán por ello de respetarse escrupulosamente las obligaciones
fijadas en el pacto transaccional, que deberá entenderse e interpretarse sin mengua de
la naturaleza contractual” (SSTS 26 de abril de 1963 [RJ 1963, 2418], 14 de
diciembre de 1988 [RJ 1988, 9442], 20 de abril y 30 de octubre de 1989 [RJ 1989,
3244 y 6972], 4 de abril de 1991 [RJ 1991, 2634] y 6 de noviembre de 1993 [RJ
1993, 8618]).
45
GULLÓN BALLESTEROS, A., cit., pg. 1774.
46
GULLÓN BALLESTEROS, A., La Transacción, cit., pg., 60.
47
TAMAYO HAYA, S., El contrato de transacción, cit., pg. 448 y ss.
23/32
42. Consecuencia de lo anterior, señala GULLÓN 48, es el nacimiento de una excepción de
transacción (la exceptio litis per transactionem finitae) 49, oponible cuando alguna de
las partes de la transacción intente plantear a la autoridad judicial o arbitral la
controversia que aquélla resolvió. Se trata de una excepción paralela a la excepción
de cosa juzgada material y sujeta por ello a los mismos límites subjetivos de
aquélla 50.
43. Lo expuesto hasta ahora tiene una traducción muy clara en el ámbito de la
mediación: perfeccionado el acuerdo de mediación, las partes quedan obligadas a no
plantear la diferencia resuelta por medio de aquél en vía judicial o arbitral. De
incumplirse la obligación anterior por alguna de las partes, la contraparte podrá
oponerle la correspondiente excepción de transacción (que será más apropiado
designar como excepción de mediación).
44. Sentado lo anterior, debemos preguntarnos por el alcance de esa excepción, a fin de
determinar si nos encontramos ante una excepción procesal, cuya estimación
impedirá al Tribunal dictar una sentencia sobre el fondo del asunto, o ante una
excepción material, que conducirá –en caso de ser estimada– a la desestimación de la
demanda y a la absolución del demandado en cuanto al fondo 51. En otras palabras, la
cuestión planteada (a la que dedicaremos el próximo apartado) consiste en
determinar si la que hemos denominado excepción de mediación puede oponerse con
fuerza equivalente a la que reviste la genuina excepción de cosa juzgada.
48
GULLÓN BALLESTEROS, A., La Transacción, cit., pg. 139.
49
La jurisprudencia ha reconocido la posibilidad de oponer la excepción de transacción cuando alguna de las
partes pretenda obtener un pronunciamiento judicial respecto de la controversia resuelta por transacción
(SSTS de 26 de abril de 1963 [RJ 1963, 2418], 22 de enero de 1968 [RJ 1968, 223], 25 de mayo de 1974 [RJ
1974, 3222], 28 de septiembre de 1984 [RJ 1984, 4365], 10 de abril de 1985 [RJ 1985, 1690], 14 de
diciembre de 1988 [RJ 1988, 9442] y 5 de abril de 2010 [RJ 2010, 2541]).
50
GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809», cit., pg. 1774.
51
DE LA OLIVA SANTOS, A., DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, I., VEGAS TORRES, J., Derecho Procesal Civil. El
proceso de declaración, Ramón Areces, Madrid, 2000, pg. 264.
24/32
B. Eficacia procesal 52
45. Dado que la LM no contiene ninguna previsión sobre la excepción que nace del
acuerdo de mediación, la determinación de su alcance deberá partir necesariamente
del análisis del régimen jurídico de la transacción.
46. Se ha dicho con acierto que en Derecho español lo problemático no es admitir que la
fuerza vinculante de la transacción puede hacerse valer por medio de una excepción,
sino determinar ante qué tipo de excepción nos encontramos: procesal o material 53.
Con carácter general se entiende que la excepción de transacción tendrá naturaleza
procesal cuando se funde en una transacción judicial –esto es, en una transacción
homologada judicialmente– y material cuando lo que se pretenda hacer valer sea una
transacción extrajudicial 54. Como es sabido, la diferencia entre una y otra clase de
excepciones no es baladí: las excepciones procesales tienen la virtualidad propia de
un óbice procesal e impiden, caso de ser estimadas, la válida prosecución del
procedimiento, que terminará mediante auto de sobreseimiento sin pronunciamiento
sobre el fondo inmediatamente después de la audiencia previa (artículo 421.1 de la
LEC). La transacción judicial goza por tanto de virtualidad idéntica a la de la cosa
juzgada material, al vincular al órgano jurisdiccional tanto en el aspecto negativo –
ahora examinado– de impedir una nueva decisión sobre el fondo, como en el positivo
de condicionar la decisión a lo convenido en la transacción. Por su parte, la
naturaleza material de la transacción extrajudicial determina que ésta tendrá la
consideración de un hecho nuevo cuya alegación por el demandado se endereza a que
se dicte una sentencia absolutoria sobre el fondo, por lo que no impedirá que el
proceso se tramite de forma íntegra. A la vista de lo anterior, parece claro que las
52
Sobre la atribución de eficacia procesal a la transacción, vid. GULLÓN BALLESTEROS, A., «Artículo 1809»,
cit., pg. 1774 y TAMAYO HAYA, S., «Artículo 1816», en CAÑIZARES LASO, A., DE PABLO CONTRERAS, P.,
ORDUÑA MORENO, J. y VALPUESTA FERNÁNDEZ, R. (dirs.), Código civil comentado, vol. IV, Aranzadi, Cizur
Menor, 2011, pg. 1127. En contra, GUASP DELGADO, J., Derecho Procesal Civil, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1956, pg. 575.
53
PELÁEZ, F. J., La Transacción. Su eficacia procesal, Bosch, Barcelona, 1987, pgs. 207-208.
54
Vid. TAMAYO HAYA, S., El contrato de transacción…, cit., p. 475 y VIOLA DEMESTRE, I., El contrato de
transacción en el Código Civil, Servicio de Estudios del Colegio de Registradores, Madrid 2003, pgs. 389-
390. No obstante, y a pesar de su carácter aislado, existen pronunciamientos judiciales que atribuyen eficacia
procesal a la exceptio pacti basada en una transacción extrajudicial (STS de 22 de enero de 1968 [RJ 1968,
223] y AAP Madrid de 9 de febrero de 2011 [JUR 2011, 127306]).
25/32
diferencias en términos de economía procesal entre transacción judicial y
extrajudicial son significativas.
Desarrollo. La anterior respuesta está condicionada en gran medida por la interpretación que
la doctrina y la jurisprudencia han dado a la equiparación de la transacción a la cosa juzgada
prevista en el artículo 1816 CC. GULLÓN 55 señala que la analogía de la transacción con la
sentencia se limita al plano de la autocomposición de la controversia, pero carece de los
efectos propios de la decisión judicial. Por ello admite, con cita de FENECH 56, que el artículo
1816 CC «no refleja una identidad conceptual con la cosa juzgada producida por la
sentencia. La cosa juzgada de la transacción, que no puede hacerse valer, por ejemplo, por
medio de la excepción de cosa juzgada en el proceso civil, ni tratarse por el procedimiento
incidental, quiere decir que el juez viene obligado a tener en cuenta la decisión de las partes
y a no contradecirla, aunque la crea injusta; pero esta cosa juzgada no impide que el juez
valore la validez del propio contrato de transacción, y que estime su falta de causa, que ha
sido otorgado con dolo, etc., o sea, que el juez puede revisar el juicio lógico o el acto mismo
que ha cuajado en una transacción. En cambio, un juez no puede revisar el proceso que ha
culminado en una sentencia, de modo que la cosa juzgada se desprende de la sentencia y
cubre la actividad anterior a ella. Sólo en este sentido puede hablarse propiamente de cosa
juzgada, en cuanto la solución se independiza de la actividad anterior y tiene valor por sí
misma.» 57. La jurisprudencia, por su parte, ha refrendado el entendimiento anterior, al poner
de manifiesto que la transacción vincula al órgano jurisdiccional del posterior proceso
cuando concurren los mismos elementos subjetivos y objetivos de la cosa juzgada material,
si bien no puede identificarse totalmente con los efectos de la cosa juzgada propia de las
sentencias firmes (SSTS de 28 de septiembre de 1984 [RJ 1984, 4365], 10 de abril de 1985
[RJ 1985, 1690] y 14 de diciembre de 1988 [RJ 1988, 9442]) y que la imposibilidad de
replantear las cuestiones objeto de la transacción no supone que ésta sea invulnerable, ya que
puede impugnarse su validez y eficacia, de manera que la transacción quede sin efecto y la
situación jurídica anterior a ella reviva (STS 5 de abril de 2010 [RJ 2010, 2541]).
47. La traslación directa del esquema anterior al ámbito del acuerdo de mediación
supondría que sólo el acuerdo de mediación homologado judicialmente podría
hacerse valer por medio de una excepción procesal. En consecuencia, cualquier otro
acuerdo de mediación –incluyendo aquél configurado como título ejecutivo mediante
55
GULLÓN BALLESTEROS, A., La Transacción, cit., pgs. 139-140.
56
FENECH, M., «El arbitraje», en Revista del Instituto de Derecho Comparado (Barcelona), núm. 3, pg. 182.
57
En el mismo sentido, TAMAYO HAYA, S., «Artículo 1816», cit., pgs. 1127-1128: «Si bien se llega en este
punto a reconocer un parecido entre transacción y sentencia en cuanto ponen fin a una controversia, sin
embargo, ni su condición jurídica, ni su alcance son los mismos. La expresión del art. 1816 relativa a la cosa
juzgada es una metáfora porque nada se ha juzgado; la transacción es un acto de autonomía privada y no un
juicio al que sustituye. No se llega nunca a una equiparación e identificación absoluta, pese a la expresión de
este artículo sobre todo cuando estamos haciendo referencia a la transacción que no asume forma judicial.
Todo ello indica que más que hablar de asimilación, a lo máximo que podemos llegar es a hablar de
semejanza. Son equivalentes funcionalmente pero distintos conceptual y jurídicamente. Los efectos idénticos
a la cosa juzgada son aquí, en realidad, los efectos de cosa resuelta y de inexistencia de controversia;
controversia que se ha extinguido dejando por lo tanto sin objeto el proceso. No es una sentencia judicial, ni
el iter seguido es un proceso. Si no hay proceso o juicio ni actuación de jueces no hay cosa juzgada, aunque
la ley puede conceder a la transacción, porque así conviene, efectos semejantes a la misma».
26/32
su elevación a público– sería únicamente oponible como excepción material, por lo
que no impediría la tramitación completa del proceso hasta su finalización mediante
sentencia sobre el fondo. Sin embargo, no parece que sea ésa la solución más
respetuosa con la letra y el espíritu de la LM, al menos en lo que respecta a la
eficacia procesal del acuerdo de mediación elevado a escritura pública. En efecto, el
planteamiento anterior generaría una diferencia de tratamiento entre el acuerdo de
mediación homologado judicialmente y el elevado a escritura pública que carece de
justificación.
48. Desarrollo. En nuestra opinión, no existen razones que permitan privilegiar, en el sentido
ahora indicado, a las partes de una mediación intrajudicial frente a aquéllas que recurren a la
mediación como medio para tratar de evitar la vía judicial o arbitral. En particular, no
apreciamos diferencias significativas en el control de legalidad que el notario y el juez han
de llevar a cabo sobre el acuerdo de mediación en sede elevación a público y homologación,
respectivamente, que permitan justificar un tratamiento procesal de la excepción de
mediación tan diferente en uno y otro caso. La intensidad del control que en ambos
supuestos ha de aplicarse es muy similar. Así, el notario debe (i) verificar que el acuerdo de
mediación cumple con los requisitos exigidos legalmente (control positivo) y (ii) comprobar
que su contenido no es contrario a Derecho (control negativo), según el artículo 25 de la LM;
el juez, por su parte, debe examinar únicamente la concurrencia de los requisitos de
capacidad jurídica y poder de disposición de las partes, de acuerdo con lo previsto en los
artículos 19.1 y 2 y 415.1.IV de la LEC. Por otra parte, resultaría poco razonable negarle a
un acuerdo de mediación elevado a escritura pública (y, en cambio reconocérsela al acuerdo
de mediación homologado judicialmente) la virtualidad necesaria para impedir la tramitación
completa del procedimiento hasta su terminación mediante sentencia sobre el fondo cuando
el compromiso de sometimiento a mediación puede ser opuesto mediante declinatoria para
excluir la competencia de los tribunales (lo que eximiría al demandado incluso de la carga de
contestar a la demanda) ex artículo 10.2.III de la LM.
C. Eficacia ejecutiva
50. La facultad de que gozan las partes de dotar de ejecutividad al acuerdo resultante de
una mediación como un título ejecutivo se articula sobre dos normas fundamentales,
que examinamos sucintamente a continuación.
58
La escritura pública no podrá considerarse por ello como una exigencia de forma en los términos del
artículo 1279 CC, a menos que las partes se hayan reconocido la facultad de compelerse mutuamente para
llenar esa forma.
27/32
51. En primer lugar, el artículo 517.2.2º de la LEC (según quedó modificado por el
apartado 15 de la Disposición Final Tercera de la LM), que incluye como título
ejecutivo, junto a los laudos o resoluciones arbitrales, los acuerdos de mediación que
hayan sido elevados a escritura pública conforme a la LM. Por su parte, los acuerdos
de mediación homologados judicialmente llevan aparejada ejecución ex artículo
517.2.3º de la LEC.
59
Vid. FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia…, cit., pgs. 296 y ss.
60
ORTIZ PRADILLO, J. C., «La Mediación en asuntos civiles y mercantiles: propuestas para la incorporación
de la Directiva 2008/52/CE al Derecho español», en Revista General de Derecho Procesal, núm. 26, 2012,
pg. 37.
61
Ibidem.
62
A las que cabría añadir, según se ha indicado anteriormente, la «homologación arbitral» mediante laudo
por acuerdo de las partes (artículo 36 de la Ley de Arbitraje) cuando la mediación se haya iniciado durante la
pendencia de un procedimiento arbitral.
63
La supresión en el texto de la LM del artículo 28 del Real Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de
mediación en asuntos civiles y mercantiles, que proscribía la ejecución de los acuerdos cuyo contenido fuese
contrario a Derecho, ha limitado sustancialmente el alcance del control de legalidad al que puede verse
sometido –por segunda vez– el acuerdo de mediación en sede de ejecución, al sustraerse a priori a los
tribunales la verificación de la no contrariedad a Derecho del acuerdo de mediación. El «second look» de los
28/32
atribución de eficacia ejecutiva al acuerdo de mediación (homologación judicial), el
artículo 25.4 se limita a reconocerla en el supuesto de que la mediación haya sido
promovida tras el inicio de un proceso judicial, sin establecer requisito o exigencia
adicional (como, por ejemplo, la aportación de copia de las actas de la sesión
constitutiva y final que prescribe el artículo 25.1.II de la LM).
53. El artículo 23 concluye con una previsión sobre el régimen de ineficacia del acuerdo
de mediación, al establecer en su apartado 4 que “contra lo convenido en el acuerdo
tribunales quedaría por ello circunscrito a la verificación de la fuerza ejecutiva del acuerdo de mediación en
los casos en que el ejecutado denuncie, como motivo de oposición a la ejecución al amparo del artículo
559.1.3º de la LEC, la ausencia de algún requisito legal para que el acuerdo de mediación adquiera fuerza
ejecutiva. No puede descartarse, sin embargo, que el tribunal decida llevar a cabo un nuevo control de
legalidad (por ejemplo, si comprueba que el acuerdo de mediación se extiende a materias que no pueden ser
resueltas por esta vía autocompositiva).
64
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A., Avenencia…, cit., pg. 292: «La homologación judicial de la transacción
[del acuerdo de mediación, se entiende] se hace como de ordinario».
65
La razón es que el título ejecutivo en el caso de los convenios homologados judicialmente no es tanto el
acuerdo de mediación –o la transacción judicial– sino la resolución judicial –en concreto, el auto– que los
homologa, según el artículo 517.2.3º de la LEC (cuyo tenor, por cierto, ni siquiera ha sido modificado por la
LM para especificar que los acuerdos de mediación homologados judicialmente quedan incluidos en su
ámbito objetivo).
29/32
de mediación sólo podrá ejercitarse la acción de nulidad por las causas que invalidan
los contratos” (artículo 23.4 de la LM).
54. A nuestro modo de ver, la cuestión central que la anterior previsión plantea consiste
en determinar si con ella el legislador ha pretendido restringir o limitar de algún
modo el régimen de ineficacia al que el acuerdo de mediación está sujeto como
consecuencia de su naturaleza transaccional (y que viene determinado por el régimen
general de ineficacia de los contratos, con las especialidades previstas en los artículos
1817 a 1819 CC para el contrato de transacción). La duda surge como consecuencia
de la utilización, en el texto de la norma, del adverbio “sólo” junto con la expresión
“acción de nulidad”, a los que una interpretación estrictamente literal podría atribuir
la virtualidad de circunscribir el régimen de ineficacia del acuerdo de mediación a los
supuestos de nulidad radical o absoluta (de manera que el acuerdo de mediación
quedaría inmunizado frente a las irregularidades que pudieran determinar su
anulabilidad y rescindibilidad). Si a lo anterior se une la inclinación natural del
intérprete a recelar de las soluciones que no atribuyen un significado concreto a las
normas jurídicas 66 –como ocurriría en el caso de que negásemos al artículo 23.4 de la
LM toda trascendencia modificadora del régimen de ineficacia de la transacción– la
cuestión apuntada adquiere la relevancia suficiente para ser considerada.
55. A pesar de que algún autor se ha mostrado partidario de reconocer –con base en el
precepto examinado– eficacia invalidante únicamente a los vicios o defectos que
pudieran determinar la nulidad radical del acuerdo de mediación 67, tendemos a
pensar que el legislador no ha querido ir tan lejos. En nuestra opinión, el acuerdo de
mediación podrá ser impugnado cualquiera que sea la irregularidad determinante de
su ineficacia. Conviene advertir que la interpretación propuesta no precisa de
fórmulas hermenéuticas sofisticadas que le sirvan de sostén, pues descansa
directamente sobre la letra del precepto analizado, cuyo inciso final reconoce
relevancia impugnatoria del acuerdo de mediación a “las causas que invalidan los
66
En particular cuando se trata de reglas especiales, como sucede en el caso del artículo 23 de la LM respecto
de las reglas generales que disciplinan la transacción.
67
BARONA VILAR, S., Mediación…, cit., pg. 485.
30/32
contratos” (artículo 23.4 de la LM in fine), con independencia de que determinen su
nulidad, anulabilidad o rescisión 68.
56. Desarrollo. A nuestro modo de ver, son muchas las razones que desaconsejan privar a las
partes de un acuerdo de mediación de los remedios jurídicos que los regímenes de
anulabilidad y rescisión contractual representan, tanto en supuestos de defectos de capacidad
y vicios del consentimiento como en casos en los que el contrato da lugar a un resultado
contrario a Derecho –fraude de acreedores o lesión69–, respectivamente. En este sentido, no
parece razonable considerar a los acuerdo de mediación como contratos blindados frente a
eventuales acciones de anulación o de rescisión por el mero hecho de ser el resultado de un
proceso de mediación, pues sería tanto como atribuir a la intervención del mediador la
cualidad extraordinaria de depurar el acuerdo de mediación de cualquier defecto o vicio
determinante de su anulabilidad así como de cualquier consecuencia que pudiera llevar
aparejada su rescisión.
57. En consecuencia, el acuerdo de mediación podrá ser impugnado por las causas
determinantes de la invalidez de los contratos –con las particularidades que le
resulten aplicables en cuanto que contrato de transacción, según lo previsto en los
artículos 1817 a 1819 CC– en cualquiera de sus modalidades. Así, la invalidez
comprende, en primer lugar, los supuestos de ausencia de alguno de los denominados
requisitos esenciales de los contratos: consentimiento, objeto, causa y –en la medida
en que se trata de un presupuesto de validez del acuerdo de mediación, por las
razones anteriormente expuestas– forma. Asimismo, la invalidez cubre los casos de
nulidad radical distintos de los anteriores, tales como el del acuerdo de mediación
que versa sobre materia no disponible (artículo 2.1 de la LM) o que de cualquier otra
manera contraviene los requisitos de validez establecidos en la LM, el que traspasa
los límites de la autonomía privada (artículo 1255 CC), el que está viciado de objeto
ilícito, imposible o indeterminado (artículos 1271 a 1273 CC) o de causa ilícita
(artículo 1275 CC), o el que ha sido celebrado por representante sin poder (artículo
1259 CC). Por otra parte, la invalidez también se extiende a los casos de
anulabilidad, determinada por defectos de capacidad y vicios del consentimiento
(artículos 1300 y 1301 CC) así como a los supuestos de rescindibilidad, cuando el
acuerdo de mediación se haya celebrado en fraude de acreedores (artículo 1291.3º
CC) o resulte perjudicial para la masa activa (artículo 71 LC), entre otros.
68
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 575, indica que los llamados regímenes
típicos de la ineficacia contractual son, en esencia, tres: la nulidad, la anulabilidad y la rescisión.
69
DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, L., Fundamentos…, vol. I, cit., pg. 613.
31/32
* * * * *
32/32
1. LA MEDIACIÓN
El propio significado de la palabra
mediación resulta ya suficientemente expresivo.
Se define como la “acción y efecto de mediar”
pero, este verbo tiene a su vez, entre otras
acepciones, la de “interponerse entre dos o más
que riñen o contienden, procurando
reconciliarlos y unirlos en amistad”
1
Asimismo, la mediación determina, de
forma mediata, una mejora del funcionamiento
global del sistema de resolución de conflictos en
la sociedad, aumentando su capacidad de
respuesta, y reduciendo la carga de trabajo de
la Administración de Justicia, con el
consiguiente ahorro de los enormes costes que
siempre genera un proceso judicial.
2
b. Libre decisión de las partes. Éstas
han de alcanzar un acuerdo por sí mismas,
siendo ellas las que tomen las decisiones de
forma absolutamente libre y sin imposiciones
de ninguna otra parte o de terceros.
3
h. Defensa del interés de los menores.
El mediador y las partes deberán velar por el
interés de los menores, en caso de que existan,
garantizando que los acuerdos no resulten
perjudiciales para éstos.
i. Profesionalización. Y es que el
mediador deberá tener formación adecuada con
una cualificación profesional obtenida de una
formación específica en el ámbito de la
mediación.
4
• Evita la incertidumbre del resultado.
• Disminuye costes.
EN LA UNIÓN EUROPEA
5
• Decisión- Marco del Consejo de la Unión
Europea, de 15 de Marzo de 2.001, relativa
al estatuto de la víctima en el proceso
penal.
CONSEJO DE EUROPA
6
Por otra parte, y como consecuencia de
las ventajas apuntadas con anterioridad,
existen numerosos países de nuestro
entorno en los que la aplicación de la
mediación cobra una gran importancia.
7
• Mediación en el ámbito de la
responsabilidad de los menores, que se ha
venido desarrollando desde los años 90.
2. FORMACIÓN EN MEDIACIÓN.
En cuanto al segundo punto a debatir hay
que señalar que además de la pertenencia a un
determinado colectivo profesional, el mediador
debe contar con una formación específica que le
habilite para el ejercicio de la función
mediadora.
8
La fijación del contenido y características de
la formación que se debe recibir corresponde a
las universidades que, de forma conjunta con
los colegios profesionales, han de planificar la
actividad formativa.
9
3. EL CGPJ Y LA MEDIACIÓN
10
También hay que destacar que el CGPJ ha
nombrado a dos vocales como delegados para la
mediación a la vez que se ha abierto un Sitio
Web en la Extranet de Jueces y Magistrados
sobre la materia.
4. LA NECESIDAD DE FORMAR A
LOS ABOGADOS EN LA
MEDIACIÓN EN DERECHO
PRIVADO
La mediación no supone imposición para el
colectivo de abogados sino la posibilidad de
conocer una realidad que viene desarrollándose
en nuestro país desde hace ya algún tiempo,
fundamentalmente en los sectores profesionales
más que en los usuarios potenciales.
11
Pero esa defensa, podrá ser en ocasiones, y
atendiendo al caso concreto, más eficaz si
facilitamos al cliente una información y
asesoramiento completo respecto de las vías,
posibilidades y alternativas que tiene para
resolver su situación.
12
• Sustitución de las normas familiares
por normas legales con la consiguiente
judicialización de la vida familiar.
13
El desconocimiento de esta nueva herramienta
también lleva los abogados a ser reacios en
aplicarla o derivar casos a mediación.
14
En definitiva, por ese papel de gestores del
conflicto, los abogados deben tener los
conocimientos suficientes para poder asesorar
sus clientes sobre la mejor forma para
solucionar su problema, sea esta la
negociación, mediación, la conciliación el
arbitraje o la justicia ordinaria.
5. LA IMPORTANCIA DE LA
ÉTICA.
La autorregulación del ejercicio de la
mediación se plasma en la presencia de
numerosos códigos deontológicos.
15
Más la experiencia comparada nos pone de
relieve la enorme importancia que tienen las
asociaciones profesionales de mediadores, en
tanto que las mismas son depositarias de la
experiencia, de la formación continua, de los
trabajos de investigación y de la
responsabilidad de la calidad profesional de sus
propios asociados.
CONCLUSIONES.
La mediación, forma de resolución
extrajudicial de conflictos, constituye una
manifestación particular de un amplio
movimiento de identificación y puesta en
práctica de mecanismos no judiciales de
solución de controversias.
16
La importancia que la mediación va
adquiriendo lleva aparejada la necesidad de la
formación del mediador. Por ello, será
aconsejable e inevitable que los Colegios
Profesionales relacionados directa o
indirectamente con la actividad mediadora
intervengan en la formación de sus colegiados,
elaborando planes o programas de enseñanza
homogéneos y en colaboración con las
Universidades.
MUCHAS GRACIAS
17
Mediación
judicial y
extrajudicial
Mediación
Arbitraje y
Negociación
1
1
Mediación judicial y
extrajudicial. Ámbito de
aplicación
En términos generales, la ley definió dos tipos de mediación en la
provincia de Córdoba: la mediación judicial y la extrajudicial. Esto ha sido
reivindicado por importantes autores como una gran medida, ya que
2
los particulares, que se regirá por las disposiciones de la
presente Ley.1
1 Art. 1, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
3
A partir del primer artículo de la ley provincial, se puede advertir que los
legisladores buscaron darle un espacio importante a la mediación como
herramienta de resolución alternativa de conflictos, reconociendo en ella
un elemento de complementación con el sistema judicial, y nunca se la
pensó como una sustitución de este sistema, cuyos efectos están
direccionados en aumentar las posibilidades para que la ciudadanía
pueda resolver sus conflictos a través de distintos procesos y reducir la
cantidad de casos que no se resuelven porque no se tiene acceso al
servicio de justicia.
Excepciones a la voluntariedad
Se desarrolló precedentemente que en este primer artículo se consagra
expresamente al proceso de mediación como voluntario, principio rector
de todos los métodos de resolución alternativa de conflictos, pero
también se definieron algunas excepciones a esa voluntariedad, que es
necesario analizar y comprender en su justa medida.
EXCLUSIÓN
4
de Mediación público o privado, debidamente acreditado,
eximirá a las partes del proceso de mediación en sede judicial.2
2Art. 1, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
5
Incluso al día de hoy no es un herramienta lo suficientemente conocida
por el común de las personas, incluso por aquellos vinculados a la vida
judicial. Entonces, el hecho de obligar a las partes a tener que asistir a la
primera audiencia, acompañadas por sus respectivos letrados, es una
forma de ponerla en práctica pero además de difundirla y promocionarla.
Fundamentalmente, si se toma en cuenta el inciso C de este artículo
segundo, donde se otorga facultades al juez para que en todo caso que
por su naturaleza y complejidad él considere prudente se intente
resolverlo por medio de acuerdo entre partes.
3Art.
1, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
6
a. Procesos penales por delitos de acción pública, con
excepción de las acciones civiles derivadas del delito y que se
tramiten en sede penal. Las causas penales donde se haya
instado la constitución de actor civil y en las cuales el imputado
no se encuentre privado de su libertad, podrán ser sometidas a
mediación en el aspecto civil, una vez vencidos los términos de
la oposición a la constitución del mismo, sin que ello implique la
suspensión de término alguno;
b. Acciones de divorcio vincular o personal, nulidad
matrimonial, filiación, patria potestad, adopción; con excepción
de: las cuestiones patrimoniales provenientes de estas,
alimentos, tenencia de hijos, régimen de visitas y conexos con
éstas;
c. Procesos de declaración de incapacidad y de
rehabilitación;
d. Amparo, hábeas corpus e interdictos;
e. Medidas preparatorias y prueba anticipada;
f. Medidas cautelares;
g. Juicios sucesorios y voluntarios, con excepción de las
cuestiones patrimoniales derivadas de éstos;
h. Concursos y quiebras;
i. En general, todas aquellas cuestiones en que esté
involucrado el orden público o que resulten indisponibles para
los particulares.4
4Art.
3, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
7
adecuación legal cuando el Estado así lo declara mediante una
resolución judicial” (Barmat y Rivero, 2001, p. 40).
8
Sin duda que el tema es muy complejo y amerita un análisis más
profundo y detallado que no corresponde a este material, pero se
considera necesario dejar sentado su existencia.
“Principios
Artículo 4. El procedimiento de mediación deberá asegurar:
a) Neutralidad;
b) Confidencialidad de las actuaciones;
c) Comunicación directa de las partes;
d) Satisfactoria composición de intereses;
e) e- Consentimiento informado.”5
Neutralidad
5 Art. 4, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
9
El mediador no puede, bajo ningún punto de vista, perder la neutralidad
en el proceso del que forma parte, y si esto ocurriera, debería él mismo
al percibir esa dificultad apartarse del proceso, de manera que no afecte
la credibilidad del proceso y así poder continuar con este con la
participación de otro mediador. En la nueva normativa, se cambia el
nombre de neutralidad por imparcialidad con iguales efectos.
Esta garantía abarca a todas las personas que de alguna manera han
tomado intervención en el proceso. Incluso si se hubiera previsto la
presencia de observadores, estos también quedan comprendidos en este
punto, tal como lo establece el Decreto Reglamentario N.° 1773/00.
Confidencialidad
10
prestar declaración testimonial sobre lo expresado en dicha
mediación.6
6 Art. 5, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
11
a. Nombre y apellido de las partes y número de causa;
b. Fecha de suscripción del compromiso;
c. Expresión clara y precisa de que nada de lo dicho,
conocido, ocurrido o información obtenida por medio de la
documentación aportada, deberá ser revelada, excepto casos en
que se ejerza o se haya ejercido violencia contra un menor, o se
hubiere transgredido lo dispuesto en las convenciones sobre
derechos del niño ratificadas por la República Argentina;
d. Firma, aclaración y número de documento de identidad
de todos los intervinientes en el proceso de mediación;
e. Se deberán confeccionar tantas copias como
participantes haya en el procedimiento de mediación, debiendo
entregar a cada uno copia autorizada.7
12
ley de mediación de Santiago del Estero, contienen una excepción más amplia
que la prevista en Córdoba, expresando que
8 Art. 14 Ley 6452 ( 1998) Ley de Mediación de la Provincia de Santiago Del Estero, Recuperado de
http://www.jussantiago.gov.ar/jusnueva/Normativa/Ley6452.php
9 Art. 4, Ley N.° 10543. (2018). Ley 10543. Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado de
https://goo.gl/XrRmjt
13
2) Para evitar la comisión de un delito o, si éste se está
cometiendo, impedir que continúe.
10 Art. 4, Ley N.° 10543. (2018). Ley 10543. Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado de
https://goo.gl/XrRmjt
11 Art. 4, Ley N.° 10543. (2018). Ley 10543. Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado de
https://goo.gl/XrRmjt
12 Art. 37, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
14
Seguidamente, en el artículo 40 prevé para la homologación que
13 Art. 40, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
14 Art. 41, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/tCeV2S
15
1) Fijar las políticas del Poder Ejecutivo Provincial sobre la
implementación, desarrollo y puesta en marcha de la mediación
en el territorio provincial;
2) Desarrollar programas de promoción de la autogestión de
conflictos en los diferentes ámbitos de desarrollo de la
convivencia ciudadana;
3) Celebrar convenios con el Estado Nacional, estados
provinciales, municipalidades y comunas, entes públicos y
privados, cualquiera sea su naturaleza, que tenga por finalidad
el cumplimiento de los objetivos que refiere el inciso 2);
4) Promover, desarrollar y ejecutar conjuntamente con las
instituciones mencionadas en el inciso 3) de este artículo
programas de mediación comunitaria;
5) Inscribir en el Registro de Mediadores del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Córdoba a los
mediadores que hayan cumplido con los requisitos que
reglamentariamente se establezcan;
6) Otorgar matrícula a los mediadores mencionados;
7) Determinar las condiciones de admisibilidad y pautas de
evaluación para la obtención por parte de los solicitantes de la
matrícula habilitante;
8) Organizar el Registro de Mediadores y llevar un legajo
personal de cada uno de ellos;
9) Solicitar información al Tribunal Superior de Justicia sobre
la cantidad de causas que tramiten por ante el Centro Judicial de
Mediación y cualquier otro dato relevante a los fines
estadísticos;
10) Receptar de los mediadores habilitados el formulario
estadístico previsto por la presente Ley y confeccionar
estadísticas de acceso público con la información allí vertida;
11) Recibir denuncias por infracción de mediadores en su
actuación;
12) Aplicar, por medio del Tribunal de Disciplina de
Mediación, las medidas correctivas del accionar de los
mediadores y centros de mediación, de conformidad a las
normas éticas que se dicten;
13) Aplicar sanciones y multas a las partes intervinientes en
el proceso de mediación;
14) Coordinar e instrumentar normas procedimentales para
la ejecución de las políticas que refiere el inciso 1) de este
artículo;
16
15) Promover la capacitación continua y la especialización de
los mediadores como condición para el mantenimiento de la
matrícula y para el desarrollo de competencias específicas para
el logro de la excelencia en el servicio que prestan los
mediadores en los diferentes ámbitos de mediación;
16) Integrar con uno o más mediadores habilitados los
comités de crisis, cuando fuere solicitado;
17) Protocolizar las actas de cierre de los procesos de
mediación llevados a cabo en centros privados y en centros
públicos, con excepción del Centro Judicial de Mediación que
protocoliza sus propias actas;
18) Verificar el correcto pago de las Tasas Retributivas de
Servicios a su cargo;
19) Habilitar los centros de mediación, propiciar actividades
de colaboración recíproca y realizar el monitoreo de su
funcionamiento;
20) Homologar las actividades de formación básica y
capacitación continua de mediadores desarrolladas por
instituciones académicas, centros de mediación y capacitación y
formadores, y
21) Realizar toda otra gestión necesaria para el cumplimiento
de los objetivos de la presente Ley.15
15 Art. 62, Ley N.° 10543. (2018). Ley 10543. Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://goo.gl/XrRmjt
17
En muchos casos, se criticó la Ley 8858 y su decreto reglamentario por ser
demasiado detallista, aunque en la práctica debe reconocerse que ha
resultado positivo ese exceso de detalles. Estos aspectos están
contemplados en oportunidad de desarrollar el punto 3.6. Etapas de la
mediación, y deben ser complementados con el texto de la ley y su
decreto reglamentario.
Reglas éticas
La nueva Ley 10543 incorpora en su artículo 66 parámetros éticos que
anteriormente no se encontraban expresamente detallados. Se considera
de suma importancia que la profesión de mediador cuente con una
normativa ética, cuestión que ha sido planteada en numerosas
oportunidades, y si bien no se ha alcanzado un código de ética, la ley lo
expresa en su artículo 66.
18
4) No forzar a ninguna de las partes a aceptar un acuerdo o a
tomar decisiones;
5) Finalizar la mediación cuando lo solicite cualquiera de las
partes;
6) Hacer entrega del acta de cierre protocolizada a las partes
cuando lo soliciten, y
7) No recomendar a ninguna persona para que asesore a las
partes.16
Conclusiones
Es muy difícil entender que cada ciudadano debe hacerse cargo de sus
problemas y conflictos, y tratar de enfrentarlos para resolverlos, sin tener
que recurrir a la decisión de un tercero, que es, de alguna manera,
desligarse de la responsabilidad de tener que pensar en la solución
conjunta con la otra parte de ese problema.
Bien, desde este lugar, se pretende que tú, como futuro profesional,
conozcas que existen otras formas de resolver los conflictos que pueden
ayudar a disminuir los niveles de intensidad y violencia en la convivencia
diaria con nuestros familiares, amigos, socios o simplemente vecinos,
donde resolver el problema no significa que uno gane y otro pierda, sino
16 Art. 66, Ley N.° 10543. (2018). Ley 10543. Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://goo.gl/XrRmjt
19
que ambos salgan satisfechos con la resolución que se adopte y sean
protagonistas de ella.
20
Referencias
Barbosa, G. y Magris. G. (1996). Mediación. Córdoba, AR: Marcos Lerner.
21
Mediación judicial: Jueces y mediación
El Consejo General del Poder Judicial en su guía práctica de la mediación judicial, define la mediación como un método estructurado de
gestión/solución de controversias, cualquiera que sea su denominación, en que dos o más partes intentan voluntariamente alcanzar por sí mismas
un acuerdo pacífico y satisfactorio con la intervención de un mediador. Es un método alternativo a la Administración de Justicia para resolver
conflictos, una muestra de la denominada Justicia reparadora, y como expone esa guía práctica, “un método complementario para lograr otorgar
la mejor tutela judicial posible en cada caso, ya que en ocasiones la sentencia, basada exclusivamente en la ley, será sólo decisión impuesta por
autoridad, en una relación de ganar-perder, pero no logrará constituirse en la solución al problema concreto”.
La mediación judicial, también denominada mediación intrajudicial o derivación intrajudicial, no es la que realizan los jueces, sino es aquella
que se inicia cuando, existiendo un procedimiento judicial en marcha, el Juez deriva el caso a un mediador con la intención de que las partes
solucionen la controversia fuera del juzgado. Se basa en que la Ley de Enjuiciamiento Civil permite que los litigantes se sometan a mediación o a
arbitraje. Por esa razón, los jueces deben informar a las partes de la posibilidad, entre otras, de solucionar su controversia acudiendo a
una mediación judicial, instándolas a que asistan a una sesión informativa.
La derivación a mediación judicial se realiza normalmente cuando se advierte por el Juez que las cuestiones jurídicas, aún siendo importantes,
no son la parte fundamental del problema, existiendo otras razones que pueden ser determinantes para una resolución correcta del conflicto
gestionado con mediación judicial. Los conflictos que son más susceptibles de ser derivados y por tanto resueltos satisfactoriamente
en mediación judicial son todos aquellos en los que existe una importante implicación personal entre las partes, por existir relaciones familiares,
sucesorias, de vecindad, etc. También es conveniente acudir a mediación judicial en supuestos societarios, especialmente los relativos a
empresas familiares. Otro campo en que la mediación judicial ha sido bastante exitosa ha sido el de las ejecuciones hipotecarias.
La precitada guía del Consejo General del Poder Judicial fue publicada con el objeto de que los jueces conozcan las bases de la mediación
judicial, para así ayudar a impulsar su implantación y desarrollo. Todavía hay muchos jueces que desconocen los beneficios de la mediación
judicial, como por ejemplo que, mientras que en el proceso judicial, los jueces y los actores están constreñidos por las peticiones plasmadas en la
demanda, en la mediación judicial las partes, aún habiendo comenzado un procedimiento, pueden tomar en consideración otras cuestiones para
la resolución de su conflicto. La derivación a mediación judicial no sólo permitirá una mejor modalización del proceso, sino que también
disminuirá el número de procesos judiciales que finalizan mediante resolución.
Es por esas ventajas por las que la Ley de Mediación intenta compatibilizar la regulación de la mediación con la de los procedimientos judiciales.
Para ello la Ley de Mediación modifica, entre otras, la Ley de Enjuiciamiento Civil, con el objeto de intentar favorecer que los jueces deriven
a mediación judicial casos en los que éstos aprecien que una solución consensuada será más satisfactoria para los interesados. Además,
la mediación judicial no queda circunscrita al ámbito civil y mercantil, ya que incluso los órdenes penal, social o contencioso administrativo
pueden aprovecharse de sus ventajas, si bien adaptando la mediación judicial a las singularidades de cada uno de ellos.
Una de las medidas que hace que los jueces deriven a mediación judicial sin perjudicar el desarrollo del proceso es que se puede solicitar la
suspensión de proceso judicial en curso: Cuando de manera voluntaria se inicie una mediación judicial estando en curso un proceso judicial, las
partes de común acuerdo podrán solicitar su suspensión de conformidad con lo dispuesto en la legislación procesal. En este caso, alcanzado el
acuerdo, las partes podrán solicitar , entre otras, su homologación de acuerdo con lo dispuesto en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Siendo único el concepto de mediación, hay dos formas de actuación, diferenciadas en cuanto al inicio, la mediación extrajudicial y la mediación
judicial, si bien la Ley no distingue entre ambas, sí lo hace el propio desarrollo de la mediación: La judicial es aquella cuyo inicio acontece por
derivación judicial, mientras que la mediación extrajudicial es aquella cuyo inicio y desarrollo se realiza al margen de un procedimiento. Tanto
la mediación judicial como la mediación extrajudicial necesitan, para su implantación efectiva en la sociedad, una labor de acercamiento y
promoción.
La mediación judicial se promueve públicamente desde el Consejo General del Poder Judicial, que publicó una guía práctica sobre ella, y que no
excluye que, al promover la mediación, se pueda ver también impulsada la mediación extrajudicial. Además, el GEMME (Grupo Europeo de
Magistrados para la Mediación), tiene por finalidad promover, desde el ámbito de los tribunales de Justicia, los sistemas alternativos de
resolución de conflictos y especialmente, la mediación, sin distinguir entre mediación extrajudicial o judicial. Entre sus objetivo estatutarios
además está fomentar la cultura del diálogo y los mecanismos de autocomoposición, al objeto de preservar al proceso contencioso aquellos
litigios en los que resulte necesaria una decisión de autoridad, por lo que también la mediación extrajudicial estaría indirectamente incluida entre
sus finalidades.
Además, la disposición adicional segunda de la Ley de Mediación confirma esta promoción al decir se proveerá la puesta a disposición de los
órganos jurisdiccionales y del público de información sobre tanto la mediación extrajudicial como la judicial, como alternativa al proceso
judicial, procurando incluir la mediación dentro del asesoramiento y orientación gratuitos previos al proceso, en la medida que permita reducir
tanto la litigiosidad como sus costes.
La mediación extrajudicial también debe ser objeto de promoción, tanto por los profesionales que directamente tienen acceso a las personas que
podrían beneficiarse de ella, como abogados o Notarios, como por instituciones de mediación, reconocidas en la Ley, alrededor de las cuales, y de
la figura del mediador, gira la normativa de la mediación extrajudicial.
La propia Ley de Mediación define las instituciones de mediación como las entidades y las corporaciones de derecho público que tengan entre
sus fines el impulso de la mediación, entendido tanto la mediación extrajudicial como la judicial, facilitando el acceso y administración de la
misma, incluida la designación de mediadores, debiendo garantizar la transparencia en la referida designación. Es de destacar que las
instituciones de mediación darán a conocer la identidad de los mediadores que actúen dentro de su ámbito, pero no podrá prestar directamente el
servicio de mediación extrajudicial ni judicial, y además desempeñan una tarea fundamental a la hora de ordenar y fomentar los procedimientos
de mediación, como dice la Exposición de Motivos de la Ley.
Concretamente, desde el Colegio Notarial de Valencia la “Fundación Notarial para la Mediación y el Arbitraje Solutio Litis – Fundación de la
Comunitat Valenciana” tiene como uno de sus fines fundacionales la promoción y el fomento de la mediación y arbitraje institucionales y de
cualesquiera otras vías alternativas que faciliten la solución convencional de las controversias. La mediación que se promueve es tanto la
mediación extrajudicial, pero también, desde su ámbito de actuación, la judicial.
Otra manifestación de la voluntad de promover la mediación extrajudicial y judicial es que la propia Ley reconoce que el Ministerio de Justicia y
las Administraciones públicas competentes, en colaboración con las instituciones de mediación, fomentarán y requerirán la adecuada formación
inicial y continua de los mediadores, la elaboración de códigos de conducta voluntarios, así como la adhesión de aquéllos y de las instituciones de
mediación a tales códigos.
Mediación
Mediación,
Arbitraje y
Negociaión
1
Mediación
Concepto. Aspectos salientes
La mediación: una solución pacífica a los problemas
De manera más simple, ha sido definida por otros autores como una
negociación asistida por un tercero imparcial, en donde las partes buscan
solucionar un conflicto.
2
presencia activa de un mediador, buscarán encontrar una solución que sea
de mutuo beneficio para poner fin a una disputa o conflicto.
3
elemento de pacificación social en las sociedades modernas, caracterizadas
por altos niveles de violencia y agresión. Recordar la conceptualización de
conflicto del Módulo 1, desarrollada por Remo Entelman: “El conflicto es una
especie o clase de relación social en que hay objetivos de distintos miembros
de la relación que son incompatibles entre sí” (Entelman, 2005, p. 49).
confidencialidad;
neutralidad;
flexibilidad de su estructura;
economía de tiempo y costo;
autocomposición;
cooperación;
confianza.
Confidencialidad
Imparcialidad o neutralidad
Flexibilidad de su estructura
Sin embargo, de lo que no existen dudas es que aun existiendo una mínima
estructura es absolutamente flexible y puede ser ajustada según la
necesidad del proceso, por decisión del mediador o de las partes, en la
medida en que esta pueda facilitar el desarrollo de la instancia.
4
A título de ejemplo, se puede mencionar que dentro de la estructura de la
mediación se contempla que se desarrollen sesiones conjuntas o sesiones
privadas, y que generalmente se sugiere que la primera audiencia de
mediación sea en forma conjunta. Ahora bien, puede resultar que el
mediador, al tomar conocimiento de la relación entre las partes, y si esta es
muy dura o de mucho rechazo, disponga iniciar el proceso con audiencias
privadas con cada parte para que luego, en el momento que se considere
oportuno, puedan ambas partes sentarse en la misma mesa a proseguir con
la mediación. Incluso puede ocurrir que una de las partes solicite, para un
primer momento, no estar juntos en la audiencia, y esto, si es positivo para
dar inicio al proceso, resulta válido. Es por ello que se plantea que la
estructura es absolutamente flexible.
En definitiva, las partes son las dueñas del proceso, no se encuentran atadas
a una estructura predefinida, por lo tanto, el proceso puede ser modificado
cuantas veces lo consideren necesario las partes para fortalecer y
profundizar la mediación.
5
Debe dejarse constancia por escrito de la prórroga, con
comunicación al Centro Judicial de Mediación y, en su caso,
al tribunal interviniente.2
2) Si no hubiere acuerdo: dos (2) Jus por parte en la primera reunión y un (1)
Jus por parte en las siguientes, no pudiendo exceder de la cantidad de cinco
(5) Jus por parte, y
3) Si no pudiere llevarse a cabo el proceso de mediación por inasistencia
injustificada de una de las partes: de uno coma cincuenta (1,50) Jus.
Los montos y topes establecidos en la Ley se entienden fijados en conjunto
para ambos mediadores y deberán ser abonados en igual proporción por las
partes intervinientes, salvo convención en contrario o que así lo disponga
expresamente la normativa en algún caso particular. La retribución por la
actividad profesional desempeñada debe ser abonada en el acto de darse
por concluido el proceso de mediación, haya o no acuerdo. A excepción de
los casos de mediaciones realizadas por derivación de un Juez, los honorarios
que se hubieren abonado integrarán la eventual condena en costas.
En el supuesto del inciso 3 (inasistencia), en los casos de mediación penal y
cuando se hubiera otorgado el beneficio de mediar sin gastos, los honorarios
de los mediadores están a cargo del Poder Judicial de la Provincia de
Córdoba3.
6
En los dos casos, el costo para las partes será notoriamente inferior al que
correspondería a una instancia judicial. Siempre se deberá tener en cuenta
el mínimo que deberá percibir un mediador (2 Jus primera reunión) y el
máximo que está permitido por ley (100 Jus con acuerdo o 5 por parte en
caso de no haber acuerdo).
Autocomposición
Cooperación
En este aspecto, se tiene en cuenta la actitud y posición de las partes en el
proceso de mediación.
7
El rol del mediador de provocar y facilitar esa posición cooperativa es muy
importante y puede ser definitivo para que las partes dejen de lado sus
posiciones y procuren conciliar sus intereses, principio fundamental este
para avanzar a un acuerdo.
Confianza
8
A los fines de comprender este proceso, es necesario dejar en claro la
diferenciación entre los intereses y las posiciones, y cómo esto influye en la
situación de cada parte en una negociación o mediación, relacionado con la
importancia de que ellas adopten actitudes cooperativas o colaborativas
para lograr avanzar a un acuerdo mutuamente aceptable, dejando de lado
aquellas posiciones duras o suaves que es común encontrar en las
negociaciones que a diario desarrollamos en nuestra vida cotidiana.
Es normal que las personas negocien con base en sus posiciones. De esta
manera, cada una adopta una posición, generalmente exagerada, que no
representa su interés real, y a partir de allí comienza a hacer concesiones y
entra en un juego de regateo hasta que logra, o no, llegar a un compromiso
con la otra parte.
A los fines de lograr ese acuerdo sensato, es necesario que se dejen de lado
las posiciones y la negociación se concentre en los intereses reales de la
parte. Estos subyacen detrás de la posición, y es, en verdad, lo que a las
partes les interesa de ese proceso. Seguramente, será en esta instancia
9
donde el mediador deba cumplir un rol preponderante para cooperar con
las partes a los fines de que se aparten de su posición y se concentren en los
intereses.
A los fines de poder descubrir los intereses, hay que preguntarse: ¿Por qué?
¿Para qué? ¿Por qué no? Y consultar a la otra parte: ¿Qué lograría usted con
esto? De esta manera, se va a permitir ver más allá de las posiciones. A partir
de estas preguntas, el profesional mediador va a procurar que las partes
comiencen a concentrarse en sus intereses reales, esto es, necesidades,
deseos, temores, etcétera, y dejen de lado sus posiciones rígidas.
Otro ejemplo, brindado por el propio profesor Ury, relata una mediación en
la que participó entre una empresa y el sindicato que representaba a los
empleados de esta. El punto más difícil de la negociación radicaba en la
tercerización de puestos de trabajo. El directorio quería tercerizar trabajos
10
en otras empresas cuyos empleados no pertenecían al sindicato. La posición
de la empresa sostenía que era absolutamente necesario hacerlo, y la
contraparte se oponía rotundamente. Todo indicaba que el conflicto
terminaría en una huelga. Pero cuando se buscaron los intereses más allá de
las posiciones y se consultó al directorio por qué necesitaban tercerizar, se
visualizó que el interés radicaba en una mayor flexibilización para satisfacer
las demandas de los clientes cuando subían o bajan y mejorar su posición en
el mercado global. Por la otra parte, se preguntó al sindicato por qué se
oponían a esa medida: su interés era la seguridad, su miedo o temor era
perder el trabajo. Entonces, el problema ya no era la tercerización, sino
cómo conciliar el interés de flexibilidad que buscaba la empresa con el
interés de seguridad laboral del sindicato. A partir de allí, y porque ambas
partes conocían los intereses, se pudo trabajar en la búsqueda de
alternativas y soluciones que conciliaran los intereses de ambas partes, y
donde ambas se vieran beneficiadas, y de esa manera lograr un acuerdo
sensato, eficiente y que preserve la relación entre las partes.
Los profesores que han desarrollado este método sostienen que la discusión
sobre posiciones produce acuerdos insensatos, es ineficiente y pone en
riesgo la relación. Si, además, de la negociación participan varias partes y se
basan en las posiciones, es todavía peor y es muy difícil de arribar a una
solución.
11
y no en las posiciones. Deberá colaborar para que las partes se aparten de
sus posiciones y se concentren en conciliar intereses.
12
ganancia con base en la derrota de la otra parte. El objetivo es un acuerdo
mutuamente aceptable y con beneficios para ambos.
Si el proceso es llevado a cabo entre partes del tipo suave, es probable que
sea eficiente, por lo menos en cuanto a lo rápido, y que logren ponerse de
acuerdo, ya que ambas partes van a evitar la confrontación y generosamente
van a ceder para lograrlo. El objetivo principal de ambas no es el acuerdo,
sino preservar la relación. Es muy común en las relaciones de familias o de
amigos. El acuerdo puede llegar a no ser prudente o concluir en situaciones
desequilibradas.
Sirve como ejemplo el cuento de O. Henry, citado por Fisher), respecto de:
“una pareja muy pobre, en que la enamorada esposa vende su cabellera
para poder compra una hermosa cadena al reloj de su marido; y este, sin
saber, vende su reloj para comprar unas hermosas peinetas a su amada”. (O.
Henry como se cita en Ficher, Ury y Patton 2000, p. 16)
13
El mediador deberá tener en cuenta estos aspectos sobre las características
de los negociadores, ya que será fundamental que él trabaje sobre ellos a
los fines de poder llevarlos a una actitud de cooperación y colaboración para
lograr arribar a un acuerdo, caso contrario, el proceso de mediación
fracasará si no es posible lograr un cambio de actitud en las partes que se
sientan a negociar en esa mesa.
A partir de esto, el perfil que, como negociador, cada una de las partes
adopte en la mediación deberá ser cuidadosamente observado por el
14
mediador, ya que en virtud de ello, podrá trabajar para provocar en las
partes la necesidad de generar un diálogo basado en los intereses y no en
las posiciones duras y rígidas o en las posiciones débiles o de cesión
permanente en pos de un acuerdo. No olvidemos que el objetivo de la
mediación es arribar a un acuerdo sensato y sustentable en el tiempo, y no
la imposición de una de las partes sobre la otra.
15
Referencias
Entelman, R. (2005). Teoría de conflictos Barcelona, ES: Gedisa.
Fisher, R., Ury, W. y Patton, B. (2000). Sí…¡de acuerdo! Cómo negociar sin
ceder. Bogotá, CO: Norma.
16
Preparación y
etapas de la
mediación
Mediación,
Arbitraje y
Negociación
1
Preparación de la mediación:
manejo del espacio,
construcción del escenario,
clima, infraestructura,
elementos, diseño preliminar
de estrategia de mediación
Las condiciones físicas en las que se debe desarrollar una mediación son
fundamentales y deben ser cuidadosamente tenidas en cuenta. De igual
modo, la preparación del mediador para esa instancia es un elemento que
no puede ser menospreciado bajo ningún punto de vista.
Etapas de la mediación:
a) organizar la mediación;
b) comprensión de las perspectivas de las partes;
c) clarificación de intereses y necesidades;
d) replanteo, generación de opciones;
e) lograr un acuerdo.
2
establecido por la ley provincial y conocer de qué manera lo recepta para
su aplicación.
ETAPA I
Organizar la mediación
ETAPA II
ETAPA III
ETPA IV
3
Figura 2: Etapa uno
•Comodidad
Ubicación de las •Buen contacto visual y auditivo
•Asegurar la intercomunicación
partes y manejo •Clima favorable a la interacción
del espacio •Actitud y control del mediador
4
A los fines de poder llevar adelante la etapa de organización de la
mediación, que, como lo indica su nombre, tiene una serie de actividades
que se desarrollan en forma previa al inicio del proceso, la ley provincial
de mediación establece en sus artículos algunos aspectos que hacen a
estas acciones.
1 Art. 45, Ley N.° 8858. (2000). Ley de Mediación. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de https://goo.gl/FvkjpQ
5
dimensiones que a las exigencias que por resolución disponga
la Di.M.A.R.C.
La segunda parte de esta primera etapa tiene que ver con el discurso inicial
o de apertura del mediador. Es en esta oportunidad donde el medidor
deberá informar a las partes de todo lo relativo al proceso que se inicia,
sus características, el funcionamiento en sesiones conjuntas o privadas,
etcétera.
6
Figura 4: Etapa dos
7
Si bien estas fases no se encuentran específicamente consagradas en la ley,
a los fines de que se puedan dar será necesario que se cumplan
determinados pasos que sí están detallados en ella.
Algunos de estos deberán ser desarrollados por los mediadores y otros serán
responsabilidad del centro de mediación en el que se lleve a cabo el proceso.
A los fines de que se celebre esa primera audiencia donde se cumplan estas
fases, será necesario:
3 Art. 17 ley 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba recuperado de
http://www.saij.gob.ar/8465-local-cordoba-codigo-procesal-civil-comercial-provincia-cordoba-
lpo0008465-1995-04-27/123456789-0abc-defg-564-8000ovorpyel
8
El desarrollo del contenido de la audiencia, tal como se lo expone en la
bibliografía de la materia, deberá ser puesto en práctica por el mediador,
para cuyo fin se ha capacitado, y colaborará con las partes para que ellas
puedan superar los distintos obstáculos e impedimentos que pudieran ir
surgiendo, y de esa manera lograr arribar al acuerdo.
9
Figra 7: ETAPA III: Replanteo – Generación de opciones
Pregunta de replanteo
Por último, la etapa cuatro lo que busca es el logro del acuerdo. Este es el
objetivo que se persigue en la mediación, y serán siempre las partes las
responsables de arribar o no a un acuerdo.
10
se llega a esa última fase, en la que esas opciones pasarán por filtros
objetivos y personales.
Pero también es importante que esas opciones que han sido generadas
entre las partes puedan contrarrestarse con los denominados filtros
personales.
Las alternativas
11
contra un acuerdo que usted debe rechazar y, segundo, enseñarle cómo
aprovechar al máximo las ventajas que pueda llegar a tener y que pueda
satisfacer sus intereses lo mejor posible.
El rol del mediador, buscando lograr una igualdad entre partes, sin que
por ello pierda la neutralidad, será seguramente la tarea principal que
deberá desarrollar para llevar adelante el proceso de mediación. Deberá
trabajar técnicas de empoderamiento y de legitimación para que las
partes negocien en un pie de igualdad.
Y esto tiene que ver con las alternativas que se tienen. Es común que al
momento de iniciar un negocio la parte defina un mínimo del cual no
puede bajar. Esto es un mínimo en el precio del inmueble o del automóvil
que pretende vender, o el mínimo al que aspira alquilar un departamento,
y así con cualquier otra situación que se le presente.
12
Es importante recordar que el MAAN es siempre independiente de la
voluntad de la otra parte y se encuentra fuera de la mesa de negociación.
Igual que el MAAN, se puede generar un PAAN, esto es,la peor alternativa
al acuerdo negociado.
Ahora bien, ¿cómo utilizar al máximo las ventajas para lograr un acuerdo
donde pueda obtener el máximo beneficio? Y en la respuesta
nuevamente se debe recurrir a la misma herramienta: el MAAN.
13
método de Harvard, se sugieren tres operaciones distintas, a
saber:
Puede ocurrir que ambas partes posean alternativas muy atractivas, por
lo que es posible que el mejor resultado de la negociación se
efectivamente no llegar a un acuerdo. Una negociación es exitosa si
ambas partes descubren en forma amigable y eficiente que para los
intereses de ambas la solución está fuera de la mesa, explorando otras
posibilidades.
14
Un buen MAAN puede ayudar a negociar con base en los méritos. Puede
convertir los recursos en poder efectivo en la negociación si puede
encontrar y mejorar sus alternativas fuera de la mesa.
Ahora bien, si las partes logran llegar a un acuerdo, la ley establece que
deberá realizarse un acta de cierre donde estarán establecidos los datos
de las partes y de todos los intervinientes, como así también el detalle de
honorarios de todos los profesionales que hayan participado: mediadores,
abogados, peritos si los hubiera, etc. Cuando se habla del detalle de
honorarios se hace referencia a no solo la cantidad de los mismos sino
también a quienes serán los que efectivamente abonen dichas sumas. Por
último el acta de cierre debe ser protocolizada.4
4 Arts. 26 y 27 Ley 10543 año 2018 Ley de Mediación de la Provincia de Córdoba, Legislatura de la
Provincia de Córdoba, recuperado de http://www.sil2.com.ar/provincialesonline/l10543.htm
5 Art 29 Ley 10543 año 2018 Ley de Mediación de la Provincia de Córdoba, Legislatura de la
Provincia de Córdoba, recuperado de http://www.sil2.com.ar/provincialesonline/l10543.htm
15
En las sesiones privadas debe respetarse igualdad de posibilidades para
todas las partes intervinientes y de esa manera no poner en riesgo la
imparcialidad del mediador.
Opciones y alternativas
Firmar un acuerdo sin analizar ni conocer las alternativas que cada parte
posee es como firmar un acuerdo a ciegas, de allí la importancia de estas.
16
Intervenciones concretas del mediador: lenguaje
afirmativo y lenguaje interrogativo. Parafraseo.
Reencuadres. Connotación positiva. Legitimación.
Diferentes clases de preguntas. Agenda. Habilidades:
escucha activa, agente de la realidad, apela a las
limitaciones del tiempo, resalta los pequeños avances,
estimula la creatividad, incentiva el estado mental
colaborativo, empleo de metáforas y asociaciones
disparadoras, manejo de información, diseño de
propuestas. Criterios de legitimidad internos y externos,
parámetros objetivos, estándares que se emplean como
filtro de las opciones. Elección de la opción más
conveniente
MAAN y PAAN
Las alternativas, como elemento fundamental de la negociación y en el
mismo sentido de la mediación, han sido desarrolladas con profundidad
en el punto 3.6. Etapas de la mediación, IV Lograr un acuerdo, y a su lectura
se remite.
17
Referencias
Decreto N.° 1773. (2000). [Decreto reglamentario]. Legislatura de la
Provincia de Córdoba. Recuperado de
http://web2.cba.gov.ar/web/leyes.nsf/85a69a561f9ea43d03257234006a8
594/9d8df14891b3ecf50325833200555348?OpenDocument
18