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1.- Planteamiento. 2.- Origen de los principios. 3.- Los principios en el ámbito del
derecho. 4.- Los principios particulares en el derecho laboral. 5.- La intervención del
Estado. 6.- La aparición del derecho del trabajo. 7.- La enumeración de los principios.
8.- El principio protector. 9.- Principio “in dubio Pro Operario”. 10.- Principio de la
norma más favorable. 11.- Principio de la condición más beneficiosa. 12.- Principio de
irrenunciabilidad. 13.- Principio de continuidad de la relación laboral. 14.- Principio de
la primacía de la realidad. 15.- Principio de razonabilidad. 16.- Principio de buena fe.
17.- La crisis de los principios laborales. 18.- La afectación de los principios. 19.- Citas
bibliográficas.
1. Planteamiento
Toda disciplina jurídica, para existir, como disciplina autónoma requiere de principios
que la sustenten. Eso sucedió con el derecho laboral cuando se desmembró del
derecho civil en el siglo XIX. En la actualidad hay una tendencia contraria para que las
relaciones entre trabajadores y empleadores vuelvan a ser reguladas bajo los criterios
de la autonomía de la voluntad, contradiciendo a los principios del derecho laboral.
El propósito del presente trabajo es el de exponer el rol de los principios laborales, el
debilitamiento de los mismos, que han llevado a una situación de crisis al derecho del
trabajo. En consecuencia, no sólo la disciplina jurídica está en crisis sino también sus
principios.
Profesor Principal de la Universidad San Martín de Porres.
De esta manera, el concepto de “principio” tendría dos aspectos. El primero, el
principio como realidad o principio del ser, al que los escolásticos denominaron
principium essendi. El segundo, es el principio como razón, al que también, los
mismos escolásticos llamaron principium cognoscendi.
Si nos concretamos a los principios cognoscendi podemos dividirlos en dos clases: a)
los principios comunes a todas las clases de saber y, b) los “principios propios” de
cada clase de saber. A los primeros, se les suele llamar también principios primeros y,
a los segundos, principios propios de cada ciencia. Los principios propios son
irreductibles a los principios de cualquier otra ciencia; por eso se dice que una ciencia
se determina por sus principios.
En tal sentido, existe una diferencia entre la tradición aristotélica y el cartesianismo.
Mientras la primera defendía la pluralidad de los principios, Descartes trato de
encontrar primeras causas, es decir “principios” que llenasen las siguientes dos
condiciones: el ser tan claros y evidentes que el espíritu humano no pudiese dudar de
su verdad, y el ser principios de los cuales pudiese depender el conocimiento de las
demás cosas, y de los cuales pueda deducirse tal conocimiento1.