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ÍNDICE

Introducción. ……………………………………………………………………… 2

Consideraciones sobre el duelo…………………………………………………. 3

El duelo como respuesta a la pérdida……………………………………………5

Reacciones habituales después de la muerte de un ser querido……………. 6

Recomendaciones para sobrevivir al dolor y la pérdida………………………. 7

Las fases del duelo………………………………………………………………. 10

El duelo como trabajo……………………………………………………………. 10

Factores que influyen en el duelo………………………………………………..11

Reacciones atípicas del duelo…………………………………………………... 13

Objetivos del duelo……………………………………………………………….. 14

Fases del duelo según la terapia gestalt, por “Carmen Vázquez Bandín”…….15

Fases del proceso de duelo según Bob Wright………………………………….17

Frases sobre el dolor y la pérdida………………………………………………. 19

Bibliografía…………………………………………………………………………. 22

1
INTRODUCCIÓN

La vida es real, incontrolable, inabarcable y compleja. A menudo resulta


ininteligible: Aparecen y desaparecen las alegrías y las penas, los éxitos y los
fracasos, las risas y las lágrimas, las “gracias” y las desgracias. Y como parte
de la vida, en su etapa final aparece la muerte. Puede ocurrir a cualquier edad,
de forma súbita o después de una larga enfermedad.

A pesar de saber “intelectualmente” que somos mortales, el fallecimiento de un


ser querido resulta un acontecimiento terrible, muy difícil de aceptar. La ruptura
del vínculo, tan fuerte e importante, produce mucho sufrimiento y pone en
cuestión los fundamentos del ser y existir humanos, afectando de manera
importante a las relaciones familiares y sociales más básicas.

El miedo a la muerte, es un miedo universal, compartido por las diferentes


culturas y religiones, que han elaborado ritos y grados de negación diferentes.

La muerte es especialmente difícil de entender en nuestra sociedad urbana y


consumista, que fomenta la Ilusión de que vamos a vivir muchos años y cuanto
más joven sea nuestra apariencia mejor, y lleva a “la necesidad” de negar su
realidad.

Las generaciones anteriores vivían en un mundo rural, donde estaban


“enraizados”. La muerte de las personas y de los animales, en este contexto,
se vivía como algo natural. Se moría “en casa”, y desde niño se aprendían
patrones de conducta, al observar cómo se comportaban los otros en estas
situaciones. Las convicciones religiosas profundas, los rituales y las
ceremonias ayudaban a dar un sentido a la muerte. Los familiares, amigos y
vecinos, prestaban el necesario consuelo y apoyo al “doliente”.

Hoy, sin embargo, la mayoría de los fallecimientos se producen en los


Hospitales y son los profesionales sanitarios, que han estado en contacto con
el paciente y su familia, los primeros que informan y pueden ayudar; puesto
que la muerte, desencadena en los familiares directos respuestas de tipo,
emocional, físico, psíquico, etc.; que en muchos casos son muy fuertes.

Pero el profesional sanitario en general y el médico en concreto, no ha sido


formado en la Facultad para compartir y convivir con la muerte sino sólo para
combatirla.

Es significativo que todavía hoy se considere al psiquiatra, en el mundo


sanitario, como el “técnico de la muerte”, al que hay que avisar en casos
problemáticos. Pues el médico, vive este hecho como un fracaso que, además,
le remite a su propia muerte, le produce angustia y le mueve a “pasar” de la
situación, no pudiendo y no sabiendo implicarse más.

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CONSIDERACIONES SOBRE EL DUELO

 El duelo (del latín dolus, dolor), es la respuesta a una pérdida o


separación.
 El duelo es una respuesta normal y natural después de la muerte de un
ser querido; quizá no sería natural la ausencia de respuesta.
 Es una respuesta a cualquier tipo de pérdida, no sólo a la muerte de una
persona.
 El duelo es algo personal y único y cada persona lo experimenta a su
modo y manera. Sin embargo produce reacciones humanas comunes.
 El duelo es una experiencia global, que afecta a la persona en su
totalidad: en sus aspectos psicológicos, emotivos, mentales, sociales,
físicos y espirituales.
 El duelo es un proceso, más o menos largo, durante el cual se
atraviesan diferentes etapas hasta llegar a la adaptación a una nueva
situación. La forma de iniciar el proceso de duelo es de la máxima
importancia. (Bob Wright)
 El duelo es “un trabajo”, que debe realizar el “doliente”.
 El duelo elaborado de manera natural, necesita ayuda para soportar el
sufrimiento.
 El duelo es, asimismo, una experiencia ambivalente: se presenta como
“posibilidad” y “riesgo”.

• Posibilidad de maduración, que hace que el ser humano emerja


del proceso como persona diferente: consigue, de manera
consciente o no consciente, deshacer los lazos que le unían al ser
querido, adaptarse a la pérdida y volver a vivir de manera “sana”
en un mundo en el que ese ser querido nunca más estará. Sale
fortalecido psíquica y espiritualmente.
• Riesgo de cronificación, al hacer un duelo incompleto o mal
elaborado, que requerirá tratamiento psiquiátrico o psicológico al
cabo de 3-4 años.

 Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha


dejado la pérdida, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la
frustración, y asimilar todo lo que esto comporta.
 La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: tipo de
muerte (esperada o repentina, apacible o violenta), de la intensidad de la
unión con el fallecido, de las características de la relación con la persona
perdida (dependencia, conflictos, ambivalencia...), de la edad …
 El duelo tiene lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser
más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. No es un
sentimiento único, sino más bien una completa sucesión de sentimientos
que precisan de cierto tiempo para ser superados, no siendo posible el
acortar este período de tiempo.
 Aunque todos somos diferentes, el orden en que experimentamos estos
sentimientos es muy similar para la mayoría de nosotros. El duelo es
más frecuente tras el fallecimiento de alguien al que conocíamos desde
hace algún tiempo. No obstante, parece claro que aquellas personas
que han tenido un aborto o que han experimentado la pérdida de niños

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muy pequeños sufren una experiencia muy similar al duelo y precisan de
la misma clase de cuidados y consideración.
 La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede
durar entre 1 y 3 años.
 Duelo resuelto. Podemos decir que hemos completado un duelo cuando
somos capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos
aprendido a vivir sin él o ella, cuando hemos dejado de vivir en el
pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en la vida y en
los vivos…, en el aquí y en el ahora.
 El duelo en Terapia Gestalt. En T. G. todo tiene un principio y un final, un
abrir y un cerrar, un contacto y una retirada. Y cuando no queda ningún
apetito en la consciencia del cuerpo, el cierre, la retirada del campo
organismo-entorno, se da de una forma natural, organísmica, necesaria.
Se da una pérdida total de interés, y solamente cuando hay una
confluencia insana, se mantiene la relación con el objeto. En el proceso
de duelo no hay esa ausencia de apetito en el cuerpo, no hay una
retirada natural, organísmica sino que, por el contrario, el entorno
desaparece produciéndose una situación de frustración, de tensión
intolerable en la frontera de contacto, pues las necesidades
propioceptivas no pueden equilibrarse desde el entorno. El proceso por
el que se atraviesa para resolver esta tensión intolerable debida a la
frustración es el duelo. La pena, la confusión, el sufrimiento,… se
mantienen durante tiempo, ya que hay mucho por destruir y aniquilar, y
mucho que asimilar.

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EL DUELO COMO RESPUESTA A LA PÉRDIDA

Una pérdida es una depravación de algún tipo y origina dolor.

La experiencia de pérdida es parte de la experiencia humana; a lo largo de la


vida sufrimos a menudo pérdidas.

El sentido y la extensión de la pérdida es percibida de modo diferente por cada


persona. La mayoría aparecen como negativas para el que las experimenta: la
muerte de un ser querido, la pérdida de bienes materiales,…. Sin embargo
otras se reconocen más difícilmente. No derivan en principio de hechos
desagradables: las pérdidas originadas por el crecimiento, los cambios de
situación; el nacimiento de un hijo como pérdida de independencia y libertad, el
traslado de casa, de ciudad, etc...

Todo cambio, positivo o negativo, implica una pérdida y la necesidad de hacer


un duelo.

Además, toda pérdida principal viene acompañada de pérdidas secundarias y


toda pérdida física de otras simbólicas:

 La muerte del ser querido es una pérdida principal. Puede generar en el


doliente, dependiendo del rol que haya jugado en su vida, pérdida de
status, de lugar de residencia, de amistades, de relación con otros
miembros de la familia, de entorno social. Estas pérdidas secundarias,
no siempre se identifican como tales y pueden causar problemas al
originar reacciones que no se entienden y que hacen sufrir.
 Una pérdida física, pérdida tangible que puede tocarse y verse, la
pérdida del marido, el robo del coche, el incendio de la casa; conlleva
pérdidas simbólicas abstractas de naturaleza psicosocial. Una
enfermedad grave, origina, además de la pérdida de la salud, pérdida de
la autonomía, de las funciones corporales, de la identidad, la intimidad,
los contactos sociales, la autoestima y la movilidad. Y también la pérdida
de esperanzas, sueños y expectativas.

La muerte de un ser querido es una pérdida que se diferencia de otras por dos
características:

 La intensidad de los sentimientos.


 La irreversibilidad y “el para siempre” de la muerte.

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REACCIONES HABITUALES DESPUÉS DE LA MUERTE DE UN SER
QUERIDO

Estas son algunas de las reacciones más comunes que suelen aparecer
después de una pérdida. No todas las sensaciones, sentimientos y
experiencias aquí descritas tienen porqué darse, pues cada duelo, como cada
persona, es único.

Negación / incredulidad
¡No puede ser verdad! ¡No es más que una horrible pesadilla!
Piensas y actúas como si tu ser querido continuara vivo. Suena el teléfono y,
por un instante, piensas que es él. No has perdido la esperanza de que vuelva.
Necesitas tiempo.

Insensibilidad
Es como si le estuviese pasando a otro.
Nada parece real, te sientes embotada, como un autómata, incapaz de
reaccionar… Este aturdimiento te ayuda a ir asimilando la dura realidad.

Enojo /rabia /resentimiento


¿Por qué has permitido esto Dios mío? ¡Esos malditos médicos la dejaron
morir! ¿Cómo me dejas ahora con todo lo que te necesito? ¡Todos siguen
viviendo como si nada hubiera pasado!
Estás rabioso contra todos y contra todo. El resentimiento forma parte de tu
dolor y es algo normal. No luches contra él. A medida que tu dolor se vaya
calmando ira disminuyendo.

Tristeza
Siento una pena muy grande y todo me hace llorar. La tristeza es el sentimiento
más común. Puede tener muchas expresiones: llanto, pena, melancolía,
nostalgia… Date permiso para estar triste, para llorar.
No te preocupes si lloras mucho o poco; el llanto no es la medida de tu amor,
sino parte de tu propia expresividad.

Miedo / angustia
Estoy asustado/a ¿qué va a ser de mí?
Te sientes inquieto/a, confuso/a, desamparado/a, desesperado/a. Tienes miedo
de volverte loco/a. Estos sentimientos tan intensos y tan desagradables son
algo natural.

Culpa / autorreproches
Si al menos hubiera sido más cariñoso/a
llamado antes al médico
tenido más paciencia
le hubiera dicho más a menudo lo que le quiero
La lista puede ser interminable. El pasado no puede cambiarse y ya tienes
bastante sufrimiento como para castigarte de esta manera. No olvides de hacer
también una lista con todo lo que hiciste por tu ser querido y de cómo juntos,

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con tus aportaciones también, hicisteis algo único y hermoso de vuestra
relación.

Soledad
Me siento tan sola ahora. Es como si el mundo se hubiera acabado.
Son tantas cosas vividas y compartidas juntos que vas a necesitar tiempo para
aprender y acostumbrarte a estar sin él o ella.

Alivio
Gracias a Dios que todo ha terminado.
El final de una larga y dolorosa enfermedad o relación se pueden vivir con una
sensación de alivio y descanso.

Sensación de oír o ver al fallecido


Sensación provocada por un sentimiento de nostalgia. Me parece que me
sigue llamando por la noche. El otro día me pareció verlo entre la gente.
Son sensaciones pasajeras absolutamente normales después del fallecimiento
de una persona querida.

Ambivalencia / cambios de humor


Hace un momento me sentía agradecido a mis amigos por su ayuda y ahora
los mandaría a todos a la mierda.
Puedes estar tranquilo/a en un momento dado y alborotado/a en el instante
siguiente. Los sentimientos pueden ser cambiantes y contradictorios. Acéptate
así, imprevisible.

RECOMENDACIONES PARA SOBREVIVIR AL DOLOR Y A LA PÉRDIDA

Date permiso para estar en duelo

Date permiso para estar mal, necesitado, vulnerable… Puedes pensar que es
mejor no sentir el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones pero, al
final, el dolor saldrá a la superficie tarde o temprano, y quizás en formas y
tiempos alterados y no deseados. El momento de dolerte es ahora.
Acepta el hecho de que estarás menos atento e interesado por tus ocupaciones
habituales o por tus amistades durante un tiempo, que tu vida va a ser
diferente, que tendrás que cambiar algunas costumbres...

Deja sentir dentro de ti el dolor

Permanece abierto al dolor de tu corazón. Siente y expresa las emociones que


surjan, no las pares, no las reprimas. No te hagas el fuerte, no te guardes todo
para ti, y con el tiempo, el dolor irá disminuyendo.
Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo... por la muerte de tu ser
amado, es parte del camino que tienes que recorrer.

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Date tiempo para sanar

El duelo por la pérdida de una persona muy importante suele durar entre 1 y 3
años. No te hagas pues expectativas mágicas. Estate preparado para las
RECAÍDAS. Hoy puedes estar bien y un suceso inesperado, una visita, el
aniversario, las Navidades te hacen sentir que estás como al principio, que vas
para atrás, y no es así.
El momento más difícil puede presentarse alrededor de los 6 meses del
fallecimiento, cuando los demás comienzan a pensar que ya tienes que haberte
recuperado.

Se paciente con tigo mismo/a

Aunque las emociones que estas viviendo pueden ser muy intensas y necesitar
mucha energía, son PASAJERAS. Procura vivir el momento presente, por duro
que sea. Se amable contigo mismo/a. Recuerda que el peor enemigo en el
duelo es no quererse.

No temas volverte loco/a

Puedes vivir sentimientos intensos de tristeza, rabia, culpa, confusión o


abatimiento, deseos de morir... Son reacciones habituales y normales después
de la muerte de un ser querido.

Aplaza las decisiones importantes

Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte a otro lugar…, es


preferible dejarlas para más adelante. Seguramente, ahora no puedes pensar
con suficiente claridad, y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco
conveniente iniciar una nueva relación afectiva (nueva pareja, otro
embarazo…) mientras no hayas resuelto adecuadamente la pérdida.

No descuides tu salud

Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te hagas un horario
(hora de levantarte, comidas, hora de acostarte…) y lo sigas. Aliméntate bien y
cuida tu cuerpo. No abuses del tabaco, alcohol, tranquilizantes... Durante el
proceso de duelo somos más susceptibles de sufrir enfermedades. Si padeces
alguna enfermedad crónica no abandones los cuidados habituales ni los
tratamientos con la excusa de que te da igual lo que te pase...

No te automediques

Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún medicamento, que
sea siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares,
amigos y vecinos bien intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para
"no sentir" puede contribuir a cronificar el duelo o a postergar su desenlace.

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Busca y acepta el apoyo de los otros

Sigue conectado con los otros. Necesitas su presencia, su apoyo, su


preocupación, su atención... Dale la oportunidad a tus amigos y seres queridos
de estar a tu lado. Piensa que pueden querer ayudarte, pero no saben la
manera de hacerlo. Pueden temer ser entrometidos o hacerte daño si te
recuerdan tu pérdida. No te quedes esperando su ayuda y pídeles lo que
necesitas.

Procura ser paciente con los demás

Ignora los intentos de algunas personas de decirte cómo debes sentirte y por
cuanto tiempo. Sentirás que algunas personas no comprenden lo que estas
viviendo. Intentarán hacer que te olvides de tu dolor, comprende que lo hacen
para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que no saben como
hacerlo. Busca personas de confianza que te permitan "estar mal" y
desahogarte sin miedo cuando lo necesites.

Date permiso para descansar, disfrutar y divertirte

Date permiso para sentirte bien, reír con los amigos, hacer bromas... Tienes
perfecto derecho y además puede ser de gran ayuda que busques, sin forzar tu
propio ritmo, momentos para disfrutar. Recuerda que tu ser querido querría
solo lo mejor para ti y que los "malos momentos", vendrán por si solos.

Confía en tus propios recursos para salir adelante

Recuerda como pudiste resolver otras situaciones difíciles de tu vida. Repítete


a menudo: "algún día encontraré mi serenidad".

Busca la ayuda de un profesional para elaborar el duelo adecuadamente

Si ves que pasado un tiempo…, te sigues sintiendo atrapado en tu sufrimiento,


el abatimiento se hace más profundo, dependes más de los medicamentos o el
alcohol o el tabaco….., la sensación de que nada te importa se hace más
intensa…..; busca un profesional que te ayude a elaborar el duelo
adecuadamente.
No es más fuerte el que no necesita ayuda, sino el que tiene el valor de pedirla
cuando la necesita.

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LAS FASES DEL DUELO

Fases del duelo según diferentes autores:

Erich Lindemann ya en 1944 describe las siguientes fases en el duelo


inmediato: problemas somáticos, preocupaciones relacionadas con la imagen
del fallecido, culpa, reacciones hostiles y pérdida de patrones de conducta.

Kübler-Ross describe el duelo como el paso a través de 5 fases: de negación,


de ira, de negociación, de depresión y de aceptación.

Para Parkes las fases son de : alarma, búsqueda, mitigación de la ira y


sentimientos de culpa. Al final, el doliente gana una nueva identidad.

Bowlby, insiste en la idea de que «hay que atravesar etapas»antes de que el


duelo sea finalmente resuelto.

Therese Rando, habla de tres fases dinámicas, plásticas y variables, con


fluctuaciones y características individuales, al ser la respuesta siempre
personal:

• La fase de rechazo: de shock, estupor y negación, tanto en


lenguaje real como simbólico.
• La fase de confrontación: el dolor es muy intenso, con un estado
emocional muy fuerte, en el que uno se va repitiendo que el ser
querido ha muerto, manifestando ira y furor contra todo y contra
todos. “ ¿Por qué a mí?”
• La fase de acomodación: declina gradualmente el dolor agudo y
comienza una reinserción emocional y social en el mundo
cotidiano, en el que poco a poco el doliente aprende a vivir sin el
fallecido.

Para Grollman las fases son de shock, sufrimiento y recuperación.

Monbourquette habla de amar, perder, crecer: de la pérdida a la “ganancia”.

EL DUELO COMO TRABAJO

El duelo es un trabajo.

La mayoría de los estudiosos del duelo, coinciden en que el doliente necesita


estar activo y “hacer” más que esperar que “algo ocurra”, de manera que el
proceso probablemente consiste tanto en experimentar a través de unas fases
como en cumplir ciertas tareas.

Freud en “Mourning and melancolía” habla del trabajo del duelo.

Erich Lindemann dice que un duelo requiere energía física y emocional, ya que
hay que hacer activamente cosas para una resolución positiva del mismo. A la
vez, existen reacciones emotivas de tremenda intensidad que necesitan ser

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expresadas y aceptadas para acomodarse a la ausencia del ser querido,
construirse una nueva identidad y rehacer una nueva vida en la que nunca más
estará esa persona.

Para Wordon “los trabajos del duelo”, difieren de las fases del duelo; requieren
actividad por parte del doliente y son muy valiosos para el proceso.

Cook y Phillips, que hablan también de trabajo, acuñan la frase “resolución del
duelo” como la etapa final del mismo.

Theres Rando dice que duelo y trabajo son sinónimos, pues el acomodarse a la
ausencia del ser querido y construirse una nueva identidad y un nuevo mundo,
requiere del doliente trabajar duro.

Bob Wright cree que se conjuga la pasividad con la actividad que requiere todo
proceso de duelo, al dejar emerger los sentimientos, aceptarlos, poner de
relieve su valía y a la vez, confrontarlos y explorarlos.

Kübler Ross insiste en el duelo como proceso y como trabajo que posibilitan al
doliente el salir fortalecido y enriquecido de esta experiencia

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL DUELO

Como ya se ha dicho, aún cuando hayan elementos comunes, la pérdida de un


ser querido es vivida de manera única e individual por cada uno de los
dolientes .Cuatro grupos de factores afectan de manera importante al duelo:
Los factores psicológicos, los recursos personales, las circunstancias
específicas de la muerte, los apoyos externos.

1.-Los factores psicológicos.

La pérdida y el sentido de la pérdida es único. Una misma pérdida tiene un


significado diferente para diferentes personas, porque cada uno la percibe de
manera distinta, dependiendo del:

• Sentido, calidad e inversión emocional de esa relación para el doliente.


• Dependencia o independencia que ha generado,
• Cantidad y calidad de los “asuntos” sin resolver entre el doliente y el
fallecido, características del fallecido, (edad, sexo, personalidad),
• Percepción del doliente sobre la «realización, satisfacción y
cumplimiento « que la vida ha deparado al fallecido.
• Rol y funciones del fallecido para el doliente, su familia y el sistema
social en que se movía, que van a dar lugar a determinado número de
pérdidas secundarias.

Si las relaciones con el ser querido han sido conflictivas, el dolor no solo es por
la pérdida; el doliente también se culpa de no haber tenido mejores relaciones
con el fallecido; no le queda ni la esperanza de poder mejorarlas algún día.
En este caso, la muerte del ser querido resucita viejos conflictos, no resueltos
con anterioridad: miedos, ansiedades, sentimientos de abandono infantiles; y

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conflictos de ambivalencia, dependencia, seguridad en las relaciones padres-
hijo. El doliente tiene que enfrentarse a la pérdida actual y a viejas pérdidas.

Existe más riesgo de encronización del duelo, cuando la relación previa entre el
fallecido y el doliente (padres-hijo, relación de pareja) no era ya sana. Puede
producir el “síndrome de duelo ambivalente”, en el que se mezcla la sensación
de alivio con los sentimientos de culpa.

El impacto que una pérdida produce en una persona no se puede “normalizar”,


de manera que se pueda asumir “a priori” qué pérdida va a afectarle más. Pero
la pena es mayor cuando muere un hijo pequeño o adolescente, y el esposo/la
esposa.

2.-Los recursos personales

La respuesta a la pérdida y la manera de afrontar el duelo es análoga a otras


respuestas vitales de la persona.

Depende de:

• Sus comportamientos adaptativos, personalidad , carácter y salud


mental.
• El grado de confianza en sí mismo,
• El nivel de madurez e inteligencia, relacionados de manera positiva con
una buena resolución del duelo, al dar más posibilidades de entender el
sentido e implicaciones de esa muerte.
• El haber o no sufrido otros duelos, que pueden afectarle de manera
positiva - sabe que “sobrevive” a la pérdida - o negativa.
• La posibilidad de expresar el duelo.
• La concurrencia de otras crisis personales, que complican el duelo.
Cada una de ellas demanda energía y atención, en momentos en que se
está «vacío».

La comprensión, implicaciones, manera de afrontar y expresar la pérdida, están


influidos siempre por el propio sentido de la existencia y la fundamentación
religiosofilosófica, cultural y social del doliente.

3.- Circunstancias específicas de la muerte.

El modo y momento de morir influye en los supervivientes. No es lo mismo:

• La muerte de un anciano que la de un niño. Los padres experimentan


ésta última como antinatural e injusta.
• La muerte por una enfermedad terminal, que la súbita e imprevista.
• La muerte por suicidio o actos violentos.

La pérdida por muerte esperada da a los allegados la oportunidad de


prepararse al desenlace. Un accidente de tráfico o laboral, un infarto, origina
muertes muy difíciles de aceptar. Todavía más dramática resulta la muerte por
suicidio, que deja sentimientos de culpa profundos o la que resulta de actos

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violentos (asesinatos, violaciones). Los dolientes pueden obsesionarse con el
pensamiento de cómo habrá vivido su ser querido aquellos últimos momentos.

4.- Los apoyos externos.

Los dolientes viven su duelo en una determinada realidad social, que influye en
el proceso de recuperación.
La familia es el contexto fundamental y puede ayudar o entorpecer la
elaboración de un duelo, permitiendo, por ej., exteriorizar la pena o por el
contrario, premiando “la fortaleza” y “entereza” del que “se controla”. Toda
“cultura familiar” implica comportamientos, tradiciones, valores sociales y
expectativas.
Los amigos, los profesionales, los “grupos de pertenencia”, la Iglesia, los
“grupos de ayuda mutua” -formados por personas que han sufrido experiencias
similares- pueden ser otras tantas posibilidades de apoyo y consuelo.

LAS REACCIONES ATÍPICAS DEL DUELO

La intensidad y duración de las reacciones en el tiempo es quizá lo que


distingue un duelo normal de otro anormal. (Pancrazzi)
En el duelo anormal el proceso queda bloqueado y el dolor no se elabora. Las
actitudes de rechazo y no aceptación del hecho y los sentimientos de rabia,
culpa y tristeza no resueltos, pueden originar este bloqueamiento. (Parkes).
Los mecanismos de defensa que permiten a las personas gestionar la angustia,
afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones emotivas, no tienen en
estos casos una función saludable. Bloquean, retrasan o distorsionan un
proceso de crecimiento y maduración. Son mecanismos de rechazo, fijación,
represión, racionalización, aislamiento, regresión, somatización o identificación
(con el difunto).

Tipos de duelo que requieren la ayuda profesional:

• Anticipatorio, en caso de muertes anunciadas


• Retardado, en aquellas personas que «se controlan», «no tienen tiempo
de ocuparse de sí mismas» o escapan al dolor y a la realidad de la
muerte del ser querido mediante una «hiperactividad». Durante meses o
incluso años, cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no
resuelto.
• Crónico, que arrastra el doliente durante años, absorbido por los
recuerdos, incapaz de reincorporarse a la vida normal.
• Patológico, caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas
hipocondríacos, identificación con el fallecido o dependencia de los
fármacos o el alcohol.

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OBJETIVOS DEL DUELO

Wordon establece cuatro:

1. Aceptar la realidad de la pérdida, que es el paso más difícil.


2. Dar expresión a los sentimientos, identificarlos y comprenderlos, para
así aceptarlos y encontrar cauces apropiados de canalización e
integración.
3. Adaptarse a la nueva existencia sin el ser querido.
4. Invertir la energía emotiva en nuevas relaciones.

La resolución del duelo:

En general, puede decirse que el duelo ha sido resuelto cuando el doliente ha


cumplido los citados objetivos.
La duración del duelo es siempre variable y dependiente de factores
particulares que influyen en la respuesta individual a la pérdida.
Los síntomas más intensos del duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 meses,
pero se conocen procesos que necesitan 3 años y más. Hay aspectos de la
pérdida que acompañan al doliente para siempre o del duelo mediato, que se
prolongan durante años y a veces hasta su muerte.
El tiempo es terapéutico porque da una perspectiva, ayuda a resituar los
hechos, adaptarse al cambio y procesar sentimientos. Sin embargo, que “el
tiempo todo lo cura”, “sólo se necesita tiempo”, “con el tiempo el dolor es
menor”, sólo es cierto si se toma el duelo como un trabajo o, se afronta la
pérdida sin negarla inhibirla o posponerla y se atraviesa el dolor, sin evitarlo o
circunvalarlo.

Pangrazzi cita dos signos concretos de recuperación:

Que el doliente pueda hablar y recordar al ser querido con naturalidad y


tranquilidad, sin llorar.
Que haya establecido nuevas relaciones significativas y aceptado los retos de
la vida.

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FASES DEL DUELO SEGÚN LA TERAPIA GESTALT, por “Carmen Vázquez
Bandín”

A continuación mostraré un breve resumen de las diferentes fases descritas por


la autora.

Se refiere a las fases del duelo en la pérdida, en la muerte, de un ser querido al


que se está emocionalmente ligado. La muerte de un ser querido es un
desequilibrio en la autorregulación organísmica en el campo organismo-
entorno, y por lo tanto el proceso de duelo es la restauración de ese equilibrio.
Y este proceso se puede desglosar en diversas fases:

• Primera fase. Negación y aislamiento. El vacío se siente después del


entierro, cuando los parientes y amigos se han marchado y empieza la
vida cotidiana. Ante la falta de respuesta suele aparecer la negación.
Muchas personas están preocupadas por los recuerdos y absortas en
sus ensueños; como si estuviesen en un estado de tristeza o de soledad
profundo. La persona en duelo ve interrumpido su proceso de contacto
de un modo radical. La reacción más habitual es primero una función
temporal infranormal, la soledad, seguida de otra supranormal: el sueño,
la imaginación, la pseudoalucinación. La primera como una forma de
protección y la segunda como una descarga de energía de la tensión
del exceso propioceptivo al no poder equilibrarse desde el entorno. En el
caso de desaparición repentina se produce un aislamiento y egotismo,
pues no es posible una buena fase de poscontacto en el proceso de
contacto. Es necesario comprender la necesidad de encontrar a alguien
con quien poder hablar del muerto. Para activar el proceso de “sacar
fuera” facilitando el paso de los sentimientos a las emociones, se
recomienda escribir una serie de cartas o diario ala persona que ha
fallecido, y recopilar canciones significativas de esa relación.

• Segunda fase. Regateo y ritual. En esta fase se intenta, inútilmente, de


hacer acuerdos, de negociar, con Dios, con la vida, con la persona
muerta, …; en una palabra, regatea. De esta manera se retarda la
noticia y se camufla la carga emocional que conlleva; y al mismo tiempo
propicia la fase siguiente sin sentimientos de culpa. El final de esta fase
se caracteriza por dos elementos, el inicio de la siguiente fase, la rabia; y
el ritual u ofrenda, renuncia que se le hace al muerto, generalmente de
un modo no consciente, como un modo de perpetuar su memoria. Lo
importante del ritual no es tanto recuperar la actividad a la que se
renunció sino la consciencia de la renuncia.

• Tercera fase. Ira. Es la rabia, la ira, la primera emoción que empieza a


sacar en el campo. Es como si las lágrimas y la tristeza anteriores fueran
sólo para ella/el mismo. Su rabia va desde la abstracción a seres más o
menos cercanos, incluso la propia persona que ha muerto. Nos
encontramos en una fase de destrucción, de desestructurar la situación
intolerable y la pérdida del objeto amado, con el fin de asimilar
posteriormente una nueva totalidad. Al final de esta fase surge el miedo
y la angustia a olvidar a la persona amada, dando paso ala siguiente

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fase. Existe una lucha interna entre la destrucción, cuya finalidad es
poder asimilar, y la aniquilación (reducir a la nada); siendo las dos
compatibles en esta fase, siendo “la iniciativa” la que lleva a la acción.

• Cuarta fase. Tristeza. La persona es organísmicamente consciente de la


pérdida, siente la pérdida, vivencia la ausencia. Es la fase más delicada,
pues siente la ausencia de la persona amada como un vacío, que llega a
convertirse también en un vacío personal, de ideas, de proyectos,
ilusiones, … Es la etapa en la que la persona se abandona más. Existe
una retroflexión de la agresividad y un cambio neurótico de la
destrucción en aniquilación, autoaniquilación. Es la etapa de los
sentimientos de culpa, donde la desesperación y la tristeza emergen con
fuerza. Es aquí donde tenemos que hacer frente al dolor y al sufrimiento
emocional, evitando aislar el problema. Si anulamos y bloqueamos
nuestros sentimientos de tristeza se acabará el sufrimiento, pero el duelo
quedará sin resolver y pasará a ser un asunto inconcluso que más
pronto o más tarde pasará su factura. La forma de abordar el problema
ha de ser muy organísmico y holístico, de tal manera que las emociones
se expresen sin ningún tipo de reparo y con toda la fuerza que se
requiera, sin ningún tipo de ocultación o represión. Se rompe el contacto
entre paciente y terapeuta, siendo el trabajo de este último el de apoyar
la expresión de las emociones junto con las interrupciones que vayan
apareciendo.

• Quinta fase. Aceptación. Es equivalente a la asimilación de la pérdida.


Aquí el paciente vuelve a tomar contacto con el terapeuta y se habla de
la persona fallecida y de nuevos intereses que se van despertando. En
esta etapa final se van entreviendo la posibilidad de hacer cambios.

El terapeuta gestáltico cuando acompaña a una persona en duelo ha de tener


claro algunos elementos básicos:

• Observación de lo que ocurre en el “aquí y ahora”.


• No interpretar.
• Apoyar las interrupciones del contacto.
• La relación es diagonal, del “yo” al “tu”.
• Confiar en la autorregulación organísmica.
• Entender al ser humano como holístico.
• Manejar bien el concepto de campo.
• Basar la terapia en el proceso y sus interrupciones, estando el contenido
en un segundo plano.

En mi opinión y en definitiva según la terapia Gestalt debemos tener en cuenta


que:
• Lo 1º es el campo, y el campo es indiferenciado.
• Lo 2º es la toma de contacto.
• Lo 3º es el final de la toma de contacto.
• Lo 4º es el principio del contacto final (nosotros).
• Lo 5º es la aparición de tu – yo (diferenciación).

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FASES DEL PROCESO DE DUELO según Bob Wright

Primera fase. Shock, insensibilidad, estupefacción. Nada parece real al


doliente, está como en trance. La gente le habla y no responde: se siente
espectador. No puede concentrarse ni tiene energía; está “aturdido”, paralizado
y los sentimientos como dormidos, “anestesiados”. Su comportamiento podría
interpretarse a veces como “de serenidad”, pero el doliente se desmorona en
cuanto se da cuenta de la realidad.
Esta situación responde a un mecanismo de protección ante la amenaza de un
dolor psíquico y confusión intolerables. Es un escape natural y temporal, que
amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la terrible realidad.
Pues aún cuando haya una aceptación “intelectual” de la pérdida, el proceso
emocional es muy lento y puede durar días o meses.
Negación, incredulidad: “no es a mí”; “ha habido un error”; “estoy soñando”. El
doliente habla en tiempo presente del fallecido. No renuncia a la esperanza de
que va a volver. “No ha ocurrido nada”.
Los profesionales deben evitar en esta fase los, eufemismos, evasiones y
fantasías, como “se nos ha ido “, “ha partido”, “se ha ido por delante”.
Pánico. El doliente sólo puede pensar en la pérdida y está “paralizado por el
miedo”: miedo a perder los nervios y el control, a no poder concentrarse , a
volverse loco, a lo desconocido, al futuro.¿Qué me va a ocurrir? El doliente
está emocionalmente desorganizado; se siente solo, triste, vacío, confuso,
desamparado y desesperado, postrado y lleno de desolación. La idea de
suicidio no es infrecuente. Este pánico es normal y hay que decírselo.
Sentimientos y emociones en esta etapa: El dolor, emoción humana básica
absolutamente normal, aún siendo universal, es extremadamente personal.
Nunca se hacen dos duelos iguales. Cada persona llora la muerte de su ser
querido de un modo diferente. En estos primeros momentos, el dolor es
aterrador e irregular y se expresa a través de una gama extensa de
sentimientos, con reacciones muy variadas y a menudo contradictorias.
Las emociones que se sienten, al ser expresadas, ayudan a emerger
frustraciones. Hablar del muerto y llorar, alivia y hace que se compartan
sentimientos con otros. El identificar las emociones y los sentimientos: “estoy
triste”,”estoy furioso”, “estoy dolido “, desahoga y sirven de cauce para que las
penas fluyan.
Las formas de respuesta a la aflicción pueden manifestarse por diferentes
sensaciones físicas: náuseas, vértigo, palpitaciones, opresión en la boca del
estómago, en el pecho, vacío en el estómago, sequedad de boca, ahogo,
hipersensibilidad al ruido, fatiga, dolores de cabeza, de espalda.
Esta fase puede durar horas, días o semanas.

Segunda fase. El sentido de culpa. El sentimiento de culpa relacionado con la


pérdida aparece como fenómeno de autocastigo y autorrecriminación: cosas
que no hizo, no dijo o actuaciones que hicieron daño a esa persona amada.
Hay sentimientos de pérdida de “la vida no vivida”.
Antes de la muerte siempre existe la esperanza de que las cosas pueden
cambiar. La muerte hace examinar la vida: los propios fallos, errores,
injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer.
En el caso de un hijo o de un cónyuge este sentimiento puede revestir gran
intensidad.

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El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden
llevar al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo a través de
síntomas físicos. Puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo
e integrarlo en la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integración.
El doliente está furioso; lleno de ira, rabia, cólera y resentimiento. Incluso
indignación con el propio ser querido.
Depresión y abandono. Prima el sentimiento de desolación. “Nadie ha sufrido
un duelo como el suyo”. La depresión aparece en esta etapa como un
fenómeno normal y sano. Es una necesidad psicológica, un camino lento y
tortuoso para llegar a aceptar la pérdida y forma parte del proceso de decir
“adiós” al ser querido. Disminuye de manera importante la autoestima.
Está mejorando puesto que puede expresar sentimientos muy fuertes de los
que no se creía capaz. Estos sentimientos son normales en las personas y
deben aceptarse, pero a menudo procuramos sublimarlos. Es una fase normal
en el proceso del duelo e inicia la salida de la depresión.
Comportamientos: alteraciones del apetito, insomnio, miedo a enfermar,
aislamiento social, evitar lo que recuerda al difunto o por el contrario llevar
objetos del fallecido o atesorar objetos que le pertenecían, visitar los lugares
que se frecuentaron juntos.
Se dan a menudo síntomas físicos de enfermedad originados por el dolor, la
angustia y el stress, que a su vez provocan una depresión del sistema
inmunológico; el doliente se vuelve físicamente más vulnerable.
Los problemas de salud a lo largo del proceso, pueden indicar fijaciones por
problemas emocionales mal resueltos.
El entender la causa de todos estos «síntomas» puede ayudar a trabajar la
pérdida.
Esta fase puede durar desde semanas a meses.

Tercera fase. Resistencia a volver a la vida habitual. El doliente se siente sin


fuerzas, débil e incapaz de afrontar nuevas situaciones y decisiones. Piensa
que los que le rodean no tienen ni idea de la magnitud de la pérdida, terrible y
muy especial. No se duele delante de cualquiera, su duelo es un asunto
privado. Le hablan de otras cosas ignorando su pena. Todos han olvidado lo
ocurrido, pero “alguien tiene que recordarlo”.Quiere tomarse su tiempo para
hacer el duelo, se resiste a darlo por acabado.
En realidad se produce una “conspiración del silencio” y no se menciona al
difunto para no provocar la aflicción del doliente. Algo importante que pueden
realizar los familiares y amigos es el ayudar a conservar la memoria del difunto.
El doliente debería abrirse a nuevas relaciones e iniciar algo diferente. Pero no
le apetece y le cuesta, lo cual es muy normal.

Cuarta fase. Afirmación de la realidad y recuperación. Gradualmente se va


abriendo paso la esperanza. Las nubes se van despejando. Se alternan
temporadas buenas con los baches, que casi siempre coinciden con fechas
clave, aniversarios y fiestas significativas.
Se recupera el sentido de sí mismo que pasa por aceptar la pérdida: “mi hijo ha
muerto”. Se afronta la dura realidad.
En muchos casos, el doliente prefiere trabajar por sí mismo su dolor; aunque
siempre necesita la calidez, la ayuda y el afecto de los que le rodean, para

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motivarle a buscar otras relaciones, trabajos o hobbies que den un nuevo
sentido a la vida.
Otras veces requiere ayuda más profesionalizada.
Reconocer el dolor e intentar vivirlo, es expresión de salud mental. En el dolor
no hay atajos, no se puede huir de él, hay que atravesarlo.
Repasar los recuerdos agradables y desagradables, también alivia.

Todos los estudiosos del duelo están de acuerdo en afirmar que un duelo se
resuelve mejor si se cuenta con soporte emocional y social adecuados, ya que
el doliente aprende que no tiene que afrontar el presente y el futuro solo:
cuenta con familiares y amigos que le ayudan a temer menos al mundo real.
La experiencia - durísima - de un duelo, da la oportunidad de ayudar a otros
cuando sufren trances similares.

FRASES SOBRE EL DOLOR Y LA PÉRDIDA

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los
inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y
definitivamente.
FRANÇOIS MAURIAC

Que tus futuras alegrías no maten mi recuerdo........... pero que mi recuerdo no


mate tampoco tus futuras alegrías. FORO DE VIVIR LA PÉRDIDA

El duelo no es un camino fácil pero... sino lo fuera... dejaría de tener sentido


toda nuestra existencia.

Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo. Lo
importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al
amor.
JOHN BRANTNER

Amar al otro es renunciar a poseerlo, incluso muerto; renunciar a que vuelva,


descubrir que sigue estando ahí, en un silencio que ya no nos causa pavor, en
un desierto que se hace acogedor de lo más valioso que tenemos, lo esencial
de lo que permanece cuando ya no se puede nada.
JEAN-YVES LELOUP

En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es


un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social
(duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y
espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el
presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele.
J. MONTOYA CARRAQUILLA

Solo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente


MARCEL PROUST

Recordar es el mejor modo de olvidar


SIGMUND FREUD

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Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.
ROSA REGÁS

Amar a alguien, es decirle: no morirás.


GABRIEL MARCEL

Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos


profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.
HELLEN KELLER

El amigo que está en silencio con nosotros, en un momento de angustia o


incertidumbre, que puede compartir nuestro pesar y desconsuelo... y enfrentar
con nosotros la realidad de nuestra impotencia, ése es el amigo que realmente
nos quiere.
HENRI NOUWEN

En medio de este atolladero de angustia encontré la fuerza para luchar y salir


adelante. Quizás me di cuenta de que mi esposa no hubiese querido verme así.
Algo me hizo arrancar y aferrarme a la vida y al amor.
WILLIARD KOHN

Aun cuando todavía queden momentos difíciles, cuando llegas a aceptar el


dolor encuentras fuerza en ti mismo y puedes mirar al futuro con esperanza.

El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para


sobrellevarlo.
HAROLD S. KUSHNER

Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades


enigmáticas. Nadie nos puede descubrir el vacío que deja en el mismo centro
de nuestro ser, un vacío que nada lo llena.
RUTH COUGHLIN

Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente el miedo... La


misma tensión en el estómago, el mismo desasosiego.
C. S. LEWIS (Una pena en observación)

"Eres más consciente que antes de lo que es importante y lo que es trivial. Tu


ser querido vivió, pero tú todavía estas vivo. ¡Vale la pena esperar al futuro!
H. DAVID THOREAU

El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en


cenizas.
W. SHAKESPEARE.

La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que
tuvimos.
MARIO ROJZMAN

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Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la
vida te hace.
EDGAR JACKSON

Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor
para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas.
REINHOLD NIEBUHR

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.


Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías
y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.
MAMERTO MENAPACE

Vivir siempre angustiada


es producto de grave vanidad.
Es soberbia obstinada,
ya que toda ansiedad
termina donde empieza la humildad
GUADALUPE AMOR

El que acepta sufrir, sufrirá la mitad de la vida; el que no acepta sufrir, sufrirá
durante su vida entera.
CONFUCIO

El dolor quema mucha superficialidad.


OSWALD CHAMBERS

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BIBLIOGRAFIA

.-Diferentes páginas de Internet que han utilizado la siguiente bibliografía:

1. Bowlby,J. Sadness and depression, attachment and lost. Penguin, 1981


2. Cook,B y Phillips, S.G. Loss and Bercavement.
3. EDHER El desarrollo del proceso del duelo. Fundación Eurotransplant. Leiden 1990.
4. Freud,S. Mouming and mclancholia. Stand.Ed Vol.XIV. Hogarth. London.1983.
5. Guía de las actividades preventivas en la práctica médica. Informe del «U.S. Preventive
Services Task Force».
6. Grollman, E.A. Vivir cuando un ser querido ha muerto. Ediciones 29.Barcelona. 1986
7. Kübler-Ross,E. Questions and answers on death and dying. Macmillan.New York,1974.
8. Kübler-Ross,E. On death and dying. Macmillan. New York. 1969
9. Kübler-Ross,E. Death-the final stages of growth. Prentice Hall. New Jersey. 1 975.
10. Kübler-Ross,E.Livingwithdeathanddying.
11. Lindemann,E. 1944
12. Madoz,V Tratamiento del duelo y la aflicción en urgencias. No publicado. 1990
13. Monbourquette,J.AimerPerdre,Grandir.LesEditionsduRichelieu.Quebec.1983.
14. Pangrazzi,A. La pérdida de un ser querido. Ediciones Paulinas.1993.
15. Pangrazzi,A. ¿Por qué a mí? El lenguaje del sufrimiento. San Pablo, 1994.
16. Parkes,C.M.Bereavement.Studiesofgriefinadultlife,2ndEd.Penguin.Hardmondosworth.1
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17. Rando,T.A.Griefdyinganddeath:ClinicalInterventionsforCaregivers.ResearchPress.1984.
18. Rando,T.A. How to go on living when someone you love dies. Bantam Books. New
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19. Westberg,G.E. Good Grief. Fortress Press. USA. 1971
20. Wordon,J. Grief counselling and grief therapy. Tavistock. London. 1983.
21. Wright,B.Caringincrisis.ChurchillLivingstone.London.1986
22. Wright,B. Sudden Death. Churchill Livingstone. London. 1971. Macmillan.New York.
1991

.-Vázquez Bandín, Carmen. Artículo “Espérame en el cielo. El proceso de duelo según la


terapia Gestalt”. CTP de Madrid.

.-Otra bibliografía de interés:

Jorge L. Tizón.
Perdida, pena, duelo.
Vivencias, investigación y asistencia. Ediciones Paidós 2004

J. William Worden
El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia
Ediciones Paidós. Barcelona 1991

Mar Cortina y Agustin de la Herrán


La muerte y su didáctica. Manual para educación infantil, primaria y secundaria
Editorial Universitas. Madrid 2006.

Carlos Cobo Medina


El valor de vivir
Ediciones Libertarias. Madrid 1999

John Bowlby
La pérdida afectiva
Ediciones Paidós

José Carlos Bermejo


La muerte enseña a vivir. Vivir sanamente el duelo

22
Editorial San Pablo. Madrid 2003

Robert A. Neimeyer
Aprender de la pérdida. Una guía para afrontar el duelo
Ediciones Paidós. Barcelona 2002

Judith A. Savage
Duelo por las vidas no vividas. Estudio psicológico de los problemas neonatales
Ediciones Luciérnaga. Barcelona 2000

Pauline Boss
La pérdida ambigua
Ed/ Gedisa SA

Arnaldo Pangrazzi
La pérdida de un ser querido. Un viaje dentro de la vida.
Ed/Paulinas. Madrid 1993

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