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Investigacion Agustín Ceruse

De "rey de la efedrina" a "Unabomber": la


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historia oculta de las cartas bombas de Youtube

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Por Agustín Ceruse - 15/07/2021  0


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Por orden del juez federal Luis Armella, los guardiacárceles pusieron el martes a tu email. Lo más destacado de TDP, aquello
primera hora patas para arriba la celda de Mario Segovia en la cárcel de Ezeiza. Era solo que tenés que saber sí o sí

un formalismo. En realidad, lo importante, sucedió a la misma hora en Fisherton, en las


Email:
afueras de Rosario, donde policías federales (PFA) arrestaron a varios familiares por

intentar armar cartas bombas. Eso ya se sabía: Encripdata lo publicó en exclusiva
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hace 391 días. Con los operativos en las casas de su hijo, hermano, cuñado y dos amigos,
los uniformados secuestraron una ametralladora, municiones, un plano para Con rmar

armar una bomba casera y un manual de dudosa procedencia supuestamente de la


CIA sobre explosivos.

Lo que los investigadores no contaron, acaso porque nunca pudieron terminar de


descifrarlo, fue que Segovia usaba en 2016 un código más sofisticado incluso que
el explosivo cuando hablaba desde el teléfono de la cárcel, tal vez uno de los más
«pinchados» del país, para darles órdenes a miembros de su banda sin que el resto Notas Relacionadas

pudiera comprenderlo.

De un lado de la línea, Segovia pronunciaba de memoria dos números


relativos a un libro. El primero era la página y el segundo la ubicación de una
palabra. Del otro lado, su interlocutor, con un ejemplar en la mano,
decodificaba el mensaje. Así una y otra vez. Los detectives nunca supieron qué
tramaban porque no pudieron identificar el libro en cuestión. Actualidad

Condenaron a 14 años de prisión


Ni siquiera los espías de la Dirección de Contrainteligencia Agencia Federal de Inteligencia a Mario Segovia, el “Rey de la
(AFI), que escuchaban todo y más, pudieron resolver el misterio. efedrina”

Casualidad o no, en aquel 2016, el mal llamado «rey de la efedrina», porque otros El Tribunal Oral Federal Nº 4 de San Martín condenó
narcos traficaron más kilos a México, había intentado armar cartas bombas. Así lo este viernes a Mario Segovia, conocido como el  “Rey
de la efedrina”, a la pena de 14 años de prisión por
reveló Encripdata el 17 de junio de 2020: «Segovia le ordenó a un contacto paraguayo
ser considerado coautor del delito de contrabando
comprar por Internet explosivos a una empresa canadiense. Él debía entregárselos a una agravado de sustancias que pudieran...
mujer que viajaría de Asunción a Buenos Aires. Ella debía pasárselos a un tercer cómplice
en la terminal de micros de Retiro. Alguien armaría tres artefactos en forma de carta,
sobre y libro. Alguien más, finalmente, se los daría en mano a Segovia en la cárcel».

Los investigadores paraguayos por suerte secuestraron el 12 de septiembre de


2016 la encomienda en el aeropuerto Silvio Pettirossi.

De inmediato, la jueza de Luque María Cecilia Ocampos Benedetti ordenó la captura


internacional del funcionario formoseño Gustavo Salomón.

Alertado por aquellos, el juez federal Federico Villena abrió una investigación paralela
el 14 de octubre de ese año en la Argentina, ordenó intervenir el teléfono desde el que
hablaba Segovia y descubrió que Matías Agustín Segovia, hijo del narco, había
hackeado el mail de Salomón para hacerse pasar por ese funcionario público:
de otra manera, Securesearch Inc, la proveedora canadiense, nunca hubiera aceptado
mandar un sombre bomba, un libro bomba y una carpeta bomba, a alguien que no
perteneciera a un gobierno.

Todo eso se lo decomisaron en el aeropuerto de Asunción.

Pero nadie nunca supo contra quién quería atentar Segovia.

En aquel momento, una fuente recordó ante Encripdata que alguien había enviado en
2008 una bomba a quien llevaba adelante la «ruta de la efedrina». El explosivo lo dejó en
la casa de la fiscal Marisa De Virgilio, pero estaba destinado al juez Federico
Faggionatto Márquez.

Eso fue lo más cerca que estuvo la Argentina de tener su propio Theodore Kaczynski, el
«Unabomber» estadounidense.

Segovia, su copia argentina, no se dio por aludido.

Siguió hablando por teléfono. Ya no era necesario mantener ese código casi indescrifrable.
Pero esas escuchas telefónicas dejaron en evidencia, una vez más, que las cárceles, antes
que lugares de reinserción social, son potenciadores de delincuentes: si en la calle no se
conocían, adentro se hacían amigos. Encripdata pudo saber que Segovia se comunicaba,
por caso, con el colombiano David Sarría Ortíz, de la operación Luis XV; Ignacio Actis
Caporale, alias «Ojitos», traficante de Rosario como él; y José María Nuñez
Carmona.

Al condenado por el caso Ciccone, le pedía consejos: «Al margen del quilombo que tuviste,
¿cómo estás para blanquear guita?».

– Tenemos que hacer plata.

– ¿Estás medio ducho en eso?

– Vamos a hacer 10, 15 palos cada uno para amortiguar las pérdidas y colgamos los
guantes.

– ¿Podés multiplicar algo o no?

Mientras tanto, afuera de la cárcel, los detectives fueron detrás de otros miembros del
clan: además del jefe y su hijo, «caminaron» al hermano Hernán Jesús Segovia, el
cuñado Gonzalo Rodrigo Ortega y dos cómplices, Miguel Ángel Morel y Ezequiel
Hernán Bergara.

Tras el secuestro de los explosivos en el 2016 en el aeropuerto de Paraguay y un expediente


que pasó por los jueces Villena y Armella y los fiscales Sergio Mola y Diego Iglesias,
por fin detuvieron a todos a tiempo: en la casa de Segovia estaban practicando
cómo armar otra bomba. Para eso habían comprado cables eléctricos, un calibre de
medición, una morsa de banco y una fuente de alimentación de 220 volts a 9 volts.

Creer o reventar, esas pruebas las encontraron los días previos al revisar la
basura que tiraban en el tacho de la cuadra. El martes, entonces, tras cinco años de
investigación, los policías federales arrestaron a los cómplices de Segovia antes de que
fuera realmente demasiado tarde.

Artículo Previo

El cártel invisible: del pacto entre el Norte del


Valle y Sinaloa en la Argentina a la caída de
"Fred" Machado

Agustín Ceruse

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